Regeneración N° 15, 23 noviembre 1900 EL PROCESO DE EL HIJO DEL AHUIZOTE LA CALUMNIA EXTRAJUDICIAL. EL Juez 1º Correccional interino, Lic. Emilio Pérez de León, en su ahínco de lanzar a los redactores de «El Hijo del Ahuizote,» olvidó los principios elementales de la materia. Ya hemos hecho notar la falta de comprobación de los elementos constitutivos del delito y las innumerables irregularidades cometidas en este proceso1. Vamos ahora a demostrar, que ha sido inexactamente aplicada la ley en que se fundó la imposición de la pena. Previene el artículo 655 del Código Penal, que la calumnia extrajudicial, delito por el que fueron sentenciados los redactores de «El Hijo del Ahuizote,» tiene la misma pena que el de queja o acusación calumniosa, de que trata el Capítulo 11, del Lib. III, del mismo Código. Este capítulo establece tres grados en la comisión del delito que castiga, a saber: Segundo: que la calumnia se descubra antes de que se pronuncie sentencia irrevocable contra el calumniado o cuando en ella sea absuelto y reconocida su inocencia. En este caso se impone la pena como delito frustrado, porque el efecto, ha llegado hasta el último acto en que debió verificarse su consumación, y esta no se realizó por causa extrañas a la voluntad del agente; y Tercero: que el delito llegue hasta su consumación; que por sentencia irrevocable se imponga alguna pena al calumniado. La misma, en tal caso, corresponde al calumniador. De este examen se desprende que la calumnia sólo es punible, cuando se consigue poner en movimiento la acción de la justicia en contra de aquel a quien dolosamente se hace la imputación de un hecho determinado y calificado como delito por la ley, sabiéndose que es inocente o que el hecho no se ha cometido. Ahora bien: el artículo 666 en que se ha fundado el Juez para su imposición de la pena, requiere que la calumnia se descubra antes de que se pronuncie sentencia irrevocable o que sea absuelto al calumniado. Para llegar a este resultado, es indispensable que se haya abierto en su contra un proceso, y ninguno se abrió al |