Regeneración, N° 36. 30 abril 1901 EL EX-MINISTRO BARANDA NO ES LIBERAL Es bien sabido que la política del Gral. Díaz, que los faltos de seso llaman “sagaz,” consiste en rodearse de hombres desprovistos de carácter, de patriotismo y de toda iniciativa. El Presidente no tolera que se diga lo que él no dice, ni que se piense lo que él no piensa, y toda su sagacidad, si así quiere llamarse, estriba, como ya lo dijimos, en rodearse de autómatas. Su Gabinete, por lo tanto, no tiene más trabajo que obedecer ciegamente las disposiciones del Jefe. Así caminaba el Gabinete sin nada que alterase la exasperante rutina oficial; pero un día que el ex-Ministro Baranda quiso estar cuerdo, la paz ministerial se quebrantó Decimos esto, porque no falta quien asegure que D. Joaquín Baranda le dijo al Presidente, que no era correcto que el Ministro Limantour ocupara la presidencia de la De eso se desprende que el ex–Ministro, después de tanto tiempo de haber acatado sumisamente las órdenes de la Dictadura, tuvo un momento de lucidez que lo perdió, tal vez para que ganen la justicia y la instrucción, aunque forzoso es decir la verdad, no creemos que aventajes gran cosa esos ramos. Avanzarán, sin duda, un poco, porque es indudable que el ex–Ministro no hizo más que hacerlos retrogradar, en virtud de que no se preocupó, en su larga e inútil gestión administrativa, sino de favorecer a su circulillo compuesto de Abogados de favor; pero como decimos no avanzarán gran cosa los dichos ramos, porque para ello se necesita iniciativa y eso no lo permite el Presidente. De todo corazón deseamos que nos equivoquemos, y que el nuevo personal de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, se muestre independiente y liberal. Si el ex–Ministro fuese liberal, para honrar al partido, hubiera dejado de ser Ministro desde que se comenzó a destruir nuestra Constitución de 57 y desde que se comenzaron a tolerar las infracciones a las Leyes de Reforma. Si el ex–Ministro fuese liberal, hubiera renunciado al empleo desde que se comenzaron a notar los actos esencialmente monárquicos del Gral. Díaz; desde que se comenzó a matar al espíritu público; desde que se comenzó a implantar el favoritismo; desde que se impuso el silencio a las Cámaras y a la Prensa; desde el momento en que comenzaron las persecuciones a los ciudadanos que odian las tiranías; desde que se dio muerte al sufragio, etc., etc., etc. No obstante todo eso, el ex–Ministro no renunció, pero ni siquiera mostró desagrado, como no lo mostró cuando se impuso la política de conciliación. Y el hombre que acata sumisamente tales desmanes a los principios liberales y democráticos, no es liberal, ni nunca su híbrida personalidad podrá ser garantía para el partido que ha dejado que se escarnezca. |