Escorpión El reyismo en agonía Tenía que suceder. La actitud trágica de El Hijo del Ahuizote debía atraerle la denuncia y el calabozo.1 El militarismo y el clero: he ahí dos elementos nacidos para esclavizar a los pueblos. Y esos elementos liberticidas, en su perpetua lucha contra la democracia, han hecho correr ríos de sangre en nuestro país. El Hijo del Ahuizote tiene la convicción de que ni el militarismo, ni el clero han de hacer la felicidad de la nación. Por eso es por lo que, tan pronto como descubrió que el general Bernardo Reyes ambiciona la presidencia de la república; tan pronto como supo que ese militar oculta sus anhelos de grandeza detrás de la 2ª Reserva, atacó con denuedo al ministro de la Guerra y exhibió las ambiciones políticas de éste, toscamente encubiertos con el barniz patriótico de la institución reservista. No es esta una novedad para los países militarizados como el nuestro, en los que desaparecen las leyes para dar lugar a la despótica orden militar y la pasiva sumisión a las consignas. Triste es en verdad la condición de los pueblos militarizados. En ellos desaparecen la autoridad del mandante (pueblo) y la obediencia del mandatario (funcionario público). Entonces muere la democracia bajo el peso de la burocracia insolentada. Ya no hay ciudadanos sino vasallos, y se ofrece a la vista de las naciones libres el desagradable, el inmoral espectáculo de los imperios disfrazados de repúblicas. Los artículos del Hijo del Ahuizote enfurecieron al general Reyes. Éste ordenó la persecución contra nuestro semanario, y un empleado sumiso, un tal Cayetano Castellanos, forjó una torpe denuncia que elevó al comandante militar del Distrito Federal. "El rebaño mutualista. Fuera de sí Castellanos, no repara en llamar libelos a los artículos de nuestro semanario, sólo porque hemos dicho que la 2ª Reserva fue creada por el general Bernardo Reyes para el logro de sus ambiciones personales, y dice que nuestro estilo es tabernario, soez, etc. El pueblo, ese mártir que sufre hace ya largo tiempo la injuria de la fuerza bruta, será quien califique nuestra modesta, pero patriótica labor. Ese pueblo heroico que ayer fue león en los combates y hoy se ve arrancado del campo y del taller, es decir, apartado de su vida activa y benéfica, para arrojarlo entre el ocio y la molicie de los cuarteles: ese pueblo que después de haber luchado por la democracia y la república, tiene hoy que soportar la befa de la falta de justicia; ese pueblo para quien son todas las cargas y obligaciones, nos ha absuelto de antemano porque comprende que la militarización del país lleva consigo la muerte de la democracia. Comprende que el militarismo crea máquinas y no ciudadanos. Bernardo Reyes buscó para que procediese contra los redactores de El Hijo del Ahuizote un juez a propósito y no lo encontró. Tuvo, pues, que improvisarlo. Ocampo se sintió agradecido y se puso a las órdenes del general Reyes. Exprimió su intelecto; hurgó los rincones de su cerebro y encontró procedimientos que su mediana inteligencia halló magníficos, y los puso en práctica. Gracias a eso, los señores Ricardo y Enrique Flores Magón, Evaristo Guillén4 y Federico Pérez Fernández,5 encarcelados con motivo de la acusación contra El Hijo del Ahuizote se vieron libres de una incomunicación inhumana, después de haber permanecido UN MES Y CUATRO DÍAS en sus calabozos, con centinelas "de vistas" y rigurosamente incomunicados. Reflexionemos ahora sobre estos sucesos. En el caso de nuestro semanario puede resolverse todo afirmativamente. El resultado de los procedimientos fraguados por el ministro contra nosotros, ya se ha visto cual es y nadie lo calla: el desprestigio político de Reyes y su camarilla. Esta reflexión que anda de boca en boca y se comenta de mil desfavorables modos para el aspirante a presidente en todos los círculos sociales, es para el general Reyes un dique que detendrá sus desbordantes anhelos de mando y poderío. De hoy en adelante, en vano procurará el general Reyes borrar la desagradable impresión que sus maquinaciones políticas han producido aún entre sus admiradores. Felicitémonos. Parece que la perspectiva de duelo para el país, en caso de que Reyes llegara a ser presidente, ha desaparecido. Pueden estar tranquilos, por lo pronto, los ciudadanos honrados. La pesadilla que afligía a los fronterizos, parece que no afligirá ya a nadie, por lo pronto. Nosotros, sin embargo, continuamos la lucha contra el militarismo y el clero hasta verlos reducidos. Ese es nuestro deber. – – – – NOTAS – – – – 1 El 12 de septiembre de 1902, Federico Pérez Fernández, Evaristo Guillén, Ricardo y Enrique Flores Magón fueron arrestados por orden del juez militar Telésforo Ocampo, quien, por órdenes de Bernardo Reyes, dispuso que fueran incomunicados por treinta y cuatro días. EHA reapareció hasta el 23 de noviembre de ese año, bajo la dirección Juan Sarabia. La defensa de los periodistas estuvo a cargo del Lic. Francisco A. Serralde. 2 Texto de la caricatura publicada en EHA, núm. 820, 20 de julio de 1902, p. 1394, bajo el título "El ejército reyista". 3 Telésforo Ocampo. Juez militar. En 1909-1910, fue colaborador de El Debate, (México, D. F.) de Guillermo Pous y Luis del Toro. 4 Evaristo Guillén. Colaborador de EHA. Firmó la protesta expedida por el Club Ponciano Arriaga, el 23 de febrero de 1903, contra las persecuciones a la prensa independiente. 5 Federico Pérez Fernandez. Periodista capitalino. Administrador de EHA hasta 1903.Fundador y administrador de El Colmillo Público. |