Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas.
Marzo 25 de 1920
Gus Teltsch.
Lake Bay, Wash.
Mi querido camarada:
Me refiero a tu amable carta del 13 del coriente, con la que recibí tres dólares. Gacias, querido amigo.
Por tu carta me he enterado de que nuestro viejo amigo Creaghe falleció el 19 de febrero último. Ahora está libre y descansando. Los últimos años de este luchador por libertad fueron de tal naturaleza que hacen a uno estremecerse. Él, que amo a la humanidad, fue blanco de todos los tratamientos inhumanos. Él que soñó la libertad, fue privado de todos los privilegios humanos. Él, que luchó para que cada criatura humana pudiera tener un hogar, no tenía un albergue propio. ¡El pobre viejo veterano de la lucha de clases!
Ahora está libre y descansa. La muerte es la gran libertadora. Es un absurdo representar a la Muerte como una cosa terrible que inspira horror. Estoy cansado de ver a la Muerte pintada como un esqueleto humano, llevando en su mano una guadaña y en la otra un reloj de arena. Si yo fuera artista, representaría a la muerte completamente diferente, como una bella doncella, por ejemplo, en el acto de tirar una cortina que oculta una magnífica recámara, y con una dulce sonrisa en su faz amorosa ofreciendo la entrada a cada mortal. Nuestro querido Juan Creaghe es feliz ahora, como lo es el que goza de un sueño profundo.
Da mis mejores recuerdos al camarada Ballard. Jeanette no me ha escrito todavía. Dale mis recuerdos también cuando tengas oportunidad, así como a Zogg 1 y a Rivera.
Ahora, querido amigo; debo terminar esta carta con mayores esperanzas que antes de un futuro mejor para la raza humana. Ese futuro ya viene. ¿No oyes sus pasos más cerca cada vez? Yo los oigo. ¡Animémonos, entonces! Va a levantarse el telón para que se represente el acto más solemne del drama humano.
Recibe un abrazo de tu hermano.
Ricardo Flores Magón