ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

1901 (1/2)

Todo el siglo anterior lo hemos pasado luchando por la libertad, Luchamos por ella cuando el dominio español hincaba sus garras en esta joven América. Sacudido ese yugo, vino un tirano, audaz y de odiosa memoria: Iturbide. Hizo traición a los españoles para después hacer traición a los mexicanos. Con su vida pagó su audacia.

Después, en lucha siempre por la libertad, se regaron los campos con sangre hermana. El clero, por medio de sus mercenarios, quería imponerse, pero las ideas democráticas y republicanas se lo impedían; la fresca sabia de este pueblo tan befado y hostigado repudiaba las tenebrosidades del claustro y por naturaleza odiaba las opresiones vergonzosas.

Con vertiginosidad pasmosa sucedían presidentes a los presidentes. Sus administraciones efímeras no eran más que el reflejo de ese ir y venir de ideas que se encontraban, y después de una corta lucha decidían una situación.

La patria sangraba. La República era un inmenso campo de batalla. El hambre hacía víctimas y la peste asolaba las comarcas, y los campos fecundos se convertían en yermos.

Y continuaba la pugna.

Al anglosajón le correspondía representar su papel: sangrando, la patria tuvo que sufrir una dolorosa amputación, quedando sus miembros amputados en poder del cirujano. Mucho lloramos esa pérdida, pero el dolor se olvidó con nuevos dolores.

El enemigo irreconciliable del progreso volvió a atentar contra las libertades públicas, y el mismo déspota que vendió por un puñado de dólares la integridad de la patria, siempre afiliado a su partido tenebroso, porque siempre han hermanado la soldadesca y el fraile, removió el rescoldo y se avivaron los odios, y la sangre hermana continuó empapando los campos.

Pero vino la mejor época para las instituciones democráticas. Una época que había de decidir la suerte de los dos partidos antagonistas: la de la Reforma. No obstante que la patria sangraba, tuvo vigor para sostenerla, porque ese era el remedio de sus males; porque con la Reforma habían de recibir libertad sus hijos y con ellos asegurarían sus derechos y podrían reclamar sus prerrogativas. Ya no habría esclavos en el territorio mexicano; todos seríamos iguales; todos podrían abrazar el oficio o profesión que tuvieran por conveniente; a nadie se juzgaría sino por ley expresa; las ideas podrían ser emitidas libremente; ya no habría prisión por deudas, ni penas infamantes ni trascendentales, etc., etc. Pero esas libertades no convencían al enemigo de la libertad, y volvieron a ensangrentarse los campos y la patria volvió a sangrar.

El enemigo de la libertad, en su despecho, echó un lazo al cuello de la nación y la sujetó a los pies de un déspota europeo. La patria, indignada, rompió sus cadenas y ensució con la sangre del déspota el Cerro de las Campanas.

Volvimos a aspirar un soplo de libertad, bajo el gobierno del Benemérito de las Américas; pero murió el coloso, el que encarnaba las aspiraciones nacionales, porque él había sostenido nuestra bandera en la época de prueba, la bandera de la libertad que tanto amamos y que tanto se nos arrebata.

Otro coloso, de enorme talento y de firmes convicciones, ocupó el puesto del anterior; pero la revolución, so pretexto de un plan regenerador, lo derrocó.

Triunfó Tuxtepec; su programa de regeneración política lo acreditó y le abrió los brazos de todos los mexicanos.

No reelección, moralidad administrativa, sufragio libre, libertad de prensa, supresión de las alcabalas, supresión del timbre, etc., etc., formaban ese halagador programa.

La República se conmovió hondamente ante tales promesas, y como joven, se entregó a la voluntad del iniciador de tan simpáticas ideas.

Veinticuatro años llevamos de esperar a que se cumpla el programa y en balde hemos esperado. Las cosas siguen como antes con agravante de haber perdido la libertad de sufragio, la libre manifestación de las ideas, en lo que se refiere a asuntos políticos, y de haberse reformado la Constitución en el sentido de que haya reelección indefinida y de haber dado cabida, en un programa que se decía liberal y regenerador, a ese odioso espectro que se llama política de conciliación. De modo que una administración que comenzó liberal termina conservadora y que las instituciones democráticas y federales han sido desalojadas por el centralismo y la autocracia.

Por lo que se ve que, habiendo luchado por la libertad todo el siglo XIX, estamos condenados a seguir luchando por ella en el presente.

No obstante, no debemos desmayar, que las debilidades políticas se quedan para espíritus medrosos y voluntades nulas: no debemos encontrar en la decepción un pretexto para huir de la refriega, sino un estímulo para procurar que en lo de adelante sean un hecho, y no una quimera, las libertades públicas.

A la lista de los nuevos paladines que han venido a engrosar las filas liberales, debemos agregar el colega con cuyo nombre encabezamos este entrefilet.

El Pensamiento Libre acaba de ver la luz pública de Mérida, capital del Estado de Yucatán.

Su programa, lleno de halagadoras esperanzas, hace creer que su vida será benéfica para propagar las sagradas doctrinas reformistas. Su material variado y escogido, está destinado a la difusión de las luces que el clericalismo con sus negruras en vano ha tratado de apagar.

Bienvenido sea al colega. Él será un factor más en la lucha que nos hemos impuesto los liberales de la República; él servirá de centinela avanzando a los lejanos confines del Estado de Yucatán, y que, no lo dudamos, tendrá a raya a su gobierno formado de elementos desprendidos del grupo conservador.


1 El Pensamiento libre, ‘Semanario de propaganda liberal y política’, Mérida, Yuc. (1901).

Sabemos que al Jefe Político de Tecamachalco, Pue., no le son gratas las noticias que publica la prensa relativas a sus actos oficiales, y que, por lo tanto, persigue y trata de mortificar a las personas que suministran datos de su mala labor administrativa.

Hace algunas semanas que dimos algunas noticias de aquel Distrito de Puebla, y según se nos informa, el Jefe Político ha hecho firmar una protesta desmintiendo lo que publicamos.

Disgustadísimos se muestran los habitantes de Tecamachalco con su autoridad política. Pero tienen que soportarla, pues si se atreven a comunicar sus quejas al Gobernador Martínez éste no hace aprecio de sus reclamaciones y el desaire corona sus gestiones.

Hay veces, que a los quejosos de tropelías, en lugar de ser escuchados, se les encierra en la cárcel, como medio fácil y expedito para acallar el descontento popular.

Como acontece en Sinaloa, las personas prefieren callar los atentados de que son víctimas, porque si se quejan se les veja más.

da tristeza el estado que guarda la administración pública de Puebla, entidad rica e ilustrada y digna en todos sentidos de tener otros mandatarios y no los que se les han impuesto.

El último número de El Heraldo de Aguascalientes, se publicó en blanco, con la nota de que por orden de la autoridad, se suspendía dicha publicación por oposicionista. El Gobierno del Estado consideró difamatorio el aviso anterior, se puso en juego la arbitrariedad, la intriga removió los obstáculos de la ley y se ordenó la aprehensión del Sr. Lic. Aniceto Lomelí, Director del valiente colega.

Después del atropello al individuo, urgía el atropello a la ley. El Juez de 1ª Instancia no escaseó la medida, como puede observarse en el siguiente auto de formal prisión, que demuestra desnudez de criterio y un alarde irritante de irrespetuosidad judicial.

“Apareciendo de lo practicado méritos bastantes para decretar la formal prisión del Lic. Aniceto Lomelí, como presunto responsable DEL DELITO DE DIFAMACIÓN A LA AUTORIDAD; de conformidad con lo prevenido en los arts. 145 a 148 del Código de Procedimientos Penales, hágasele saber su formal prisión, fíliese, prevéngase nombre defensor con el apercibimiento de la ley y líbrese copia de este auto al Alcaide de la Cárcel.- Notifíquese.”

Ese auto, es la mejor defensa del Sr. Lic. Lomelí y encierra el mejor reproche a la autoridad judicial. Ese auto revela un estado social desnudo de toda conveniencia pública.

Las frases de El Heraldo no constituyen un delito, y menos aún el de difamación a la autoridad, inventado por la inquisitorial fantasía de aquellos gobernantes. Con ellas se informa al público del por qué de la desaparición del colega, información que no entraña dolo, esa constitutiva del delito de difamación.

Por otra parte, la difamación a la autoridad no es un delito previsto en la legislación positiva de Aguascalientes, como no está previsto en ninguna otra legislación de la República; y no lo está, porque sería hostil a la Constitución Federal que permite las apreciaciones de las funciones públicas de las autoridades. Si las frases de El Heraldo envolvían una censura que pudiera originar descrédito a una autoridad, que se desacredita por el solo hecho de suspender una publicación periodística, estuvo en su perfecto derecho el colega, no sólo para indicar el acto reprochable en una simple información inofensiva, sino para censurarlo amplia y calurosamente, pues para ello lo protege el art. 7º Constitucional violado rudamente por las autoridades de esa entidad federativa.

Son, pues, contrarios a la Constitución los procedimientos judiciales seguidos contra el Sr. Lic. Lomelí, porque las autoridades jamás pueden ser difamadas. En tal virtud, con el encarcelamiento del Director del colega, después de haberse cometido el atropello de suspender una publicación periodística, se ha atropellado a la Constitución y se ha inferido un agravio a la sociedad.

Parece que entra la emulación en el Sr. Procurador de Justicia del Distrito, pues sabemos que dicho funcionario ha ordenado a sus Agentes, a los Jueces del Ramo Penal, y a los del Civil, que a la mayor brevedad le remitan una noticia completa de los asuntos que quedaron pendientes al finalizar el año pasado y de los que hubiesen concluido durante ese año, con el fin de formar una estadística menos deficiente que la de 98, que se acaba de publicar.

Bien nos parece que apresure su trabajo el Sr. Procurador; pero creemos, que antes presentará al público la estadística del 99 que está adeudando. Si lograra publicar prontamente las dos estadísticas (la de 99 y la de 900), tendrían ellas, por lo menos el mérito de la prontitud, ya que no el de ser completas.

De los resúmenes estadísticos presentados por el Sr. Procurador de Justicia del Distrito, aparece el siguiente dato que el referido funcionario no se atreve a explicar: en el año 1898, se registraron en el Distrito Federal, 8323 consignaciones arbitrarias. Es decir, 8323 individuos fueron molestados en sus personas arbitrariamente.

Veamos el cuadro estadístico del Sr. Procurador.

Criminalidad PRESUNTA…. 16 330.

Criminalidad EFECTIVA…. 8 007.

Diferencia………………………. 8 323.

De manera que, más del cincuenta por ciento de los consignados al Ministerio Público en el año de 1898, fueron puestos en libertad por absolución, por falta de méritos, por no acusación y por desvanecimiento de datos, y al menos el cincuenta por ciento de los consignados merecieron una pena, corporal o pecuniaria.

Es inconcuso, pues, o que la policía aprehende arbitrariamente a ciudadanos pacíficos y los Jueces se hacen solidarios de esas aprehensiones, o éstos decretan sin motivo legal justificado, sin previo examen y sin talento alguno, órdenes de aprehensión que en definitiva revoca el Tribunal Superior o la Suprema Corte o los Jueces mismos, decretando la excarcelación de una persona después de haberle arrebatado la libertad y quizá la honra.

En uno o en otro caso, el resultado es desconsolador y alarmante, porque demuestra la irrespetuosidad a la ley y ultraje a la Constitución.

En efecto: esta garantiza al individuo el que no será molestado en su persona sin causa legal. Ese precepto constitucional cierra todo resquicio por donde la arbitrariedad pudiera deslizarse y como sanción de ese precepto, nuestro Código Penal señala un castigo para el funcionario público, que viola algún precepto Constitucional. Y a pesar de esa penalidad, en 1898 se registraron 8323 prisiones arbitrarias; es decir, se violó el art. 17 de la Constitución 8323 veces en el año, y sin embargo, no tenemos noticia de un solo Juez procesado y castigado por tal delito, ni siquiera de que se le hubiese destituido por arbitrario.

Desde el momento en que no se respeta la Constitución y la libertad individual es susceptible e restringirse a capricho de las autoridades judiciales, esa pavorosa cifra de arbitrariedades seguirá figurando en los subsecuentes informes del Procurador de Justicia del Distrito Federal.

En El Despertador, valiente periódico liberal de Guadalajara, vemos una carta abierta dirigida por la Sra. Petra Castillo viuda de Ciprián, al Sr. Procurador de Justicia del Estado de Jalisco, suplicándole proteja  su desvalida personalidad en un juicio que ha promovido contra el Presbítero Rafael Ávila Orozco.

Dice textualmente la Señora referida, en un fragmento de su carta:

«El 7 de Junio último (1900) estando yo en Manzanillo, falleció en Tolimán mi esposo Alejo Ciprián.

«El 5 del citado mes, el Cura de aquel pueblo, que era entonces Don Rafael Ávila Orozco, residente hoy de Tonila, se presentó en la alcoba de mi esposo, dizque con la noble mira de prodigarle los últimos auxilios espirituales, y después de haberle pedido “algo para la iglesia,” discurrió dicho sacerdote mandar zurcir una escritura de venta a favor, de una huerta y tres pequeños potreros, que mi esposo y yo adquirimos durante el matrimonio. Advertido el presunto comprador de que era necesario mi consentimiento para a la validez del contrato, se hizo que el sacristán o monaguillo, que tiene menos de 18 años, firmara a mi nombre.»

Cuando la Señora de Ciprián regresó de Manzanillo a Tolimán, supo que Ávila Orozco se había apoderado de todos los bienes. La Señora se los reclamó en lo particular, a lo que el cura contestó que devolvería algo, pero después se arrepintió y se rehusó a hacer la entrega de los bienes.

La Señora ocurrió entonces a la autoridad judicial acusando al Presbítero Ávila de los delitos de falsedad y robo.

De ser cierto lo anteriormente expresado, tendremos una comprobación más que fundada: la falta de moralidad en algunos sacerdotes del culto católico. Casos como ese suceden con escandalosa frecuencia. La explotación del estado psicológico de individuos carentes de firmeza moral o repletos de fanatismo que el cura introduce a fuerza de exhortaciones jesuíticas, marca una gran huella en la historia de ese personal tenebroso que se llama sacerdocio católico. Para el espíritu débil sobre el que aletea la insinuación del fraile, la voluntad se siente relajada ante los lineamientos de un infierno aparatoso y teatral.

Y cuando la voluntad falta, el cerebro sumergido en la tenebrosidad de un más allá desconocido, otorga estas concesiones de bienes sobre los que se arroja la rapiña clerical, a la que no conmueven las lágrimas de los huérfanos o los sollozos de una viuda hambrienta.

Que la justicia sea inexorable, como ese más allá hipotético inventado por la calenturienta imaginación de ese concurso de sombras.

Nuestros Jueces pasaron alegremente el día primero del año, no concurriendo a sus oficinas. Entre el cumplimiento del deber y la holganza de un día de asueto, optaron por lo último y algunas oficinas del Palacio de Justicia cerraron sus puertas al público y a la ley.

El Boletín Judicial los ha delatado. Solamente trabajaron ese día los Jueces Menores, con excepción del 1º, que a pesar de ser nuevo, debe traer también en su programa un número de regocijos con detrimento de la ley.

Es de sentir, que nuestros empleados judiciales se entreguen con tanta frecuencia a solazarse y distraerse.

En treinta y dos días transcurridos del 1º de Diciembre pasado, al 1º del actual, dichos empleados han disfrutado de once días festivos: cinco domingos autorizados por la ley y seis días de festejos políticos y religiosos, autorizados por los mismos empleados y consentidos por el Ministerio de Justicia.

No obstante esto, hay litigantes que prefieren esas ausencias del personal de los juzgados. Por lo menos ellas, dicen filosóficamente los litigantes, evitan algunas sentencias ilegales y algunos autos incongruentes.

De donde se desprende claramente, que en México, la mejor administración de justicia, es que no haya justicia.

Innumerables denuncias de abusos cometidos en ese lugar, han llegado a nuestra mesa de redacción. Parece que las autoridades de Cadereyta, Qro., no son muy respetuosas para con la ley, lo que tiene vivamente disgustados a los habitantes de ese lugar tan descuidado por las autoridades superiores.

Se nos dice que se violan las Leyes de Reforma, en medio a la punible complacencia de las autoridades, que permiten las procesiones públicas y el escandaloso abuso de las campanas.

Se nos dice que la autoridad política estableció un cacicazgo ejercido en unión de los miembros de su familia, lo que se traduce en vejaciones y tropelías que sufren los ciudadanos que no comulgan con la política turbia de esa familia.

Se nos dice que las autoridades judiciales son desafectas al cumplimiento de su deber, que no ciñen sus actos a la ley, que impera el capricho en sus funciones públicas, etc., etc.

Dentro de breve tiempo precisaremos hechos concretos, para ver de regenerar a esos procónsules de provincia.

La Estrella del Salvador, periódico independiente y sesudo que se publica en aquella simpática República Centro Americana, nos trae la noticia de que el liberal e ilustrado gobierno de dicha República, ha declarado libre de todo derecho fiscal e impuesto, el papel de imprenta para periódicos.

Dice el acuerdo del Gobierno:

«Palacio del ejecutivo.

«San Salvador, Octubre 19 de 1900.

«En el deseo de favorecer la industria tipográfica y facilitar, hasta donde sea posible, la propagación de las luces por medio de la prensa, el Poder Ejecutivo ACUERDA: eximir de todo derecho e impuesto la introducción del papel de imprenta  para periódicos.- Comuníquese.

«(Rubricado por el señor Presidente.) Secretario de Ramo NOVOA. »

Como se ve el gobierno de El Salvador tiene en gran estima la misión de la prensa en las sociedades civilizadas, y para llenar su fin, se la facilitan los medios necesarios, abriendo de par en par las puertas de la importación, antes de cerrarlas con detrimento del adelanto moral de aquel vigoroso pueblo.

Desgraciadamente, no pasa lo mismo entre nosotros, no obstante que las hojas oficiales alharaquean un grado de civilización mayor, que el efectivo de otras Repúblicas Americanas. Aquí, el derroche de los fondos públicos en el sostenimiento de publicaciones que, en vez de honrar, desprestigian al Poder, ha matado toda competencia honrada en el periodismo.

Por otra parte, en vez de alentar de alguna manera el progreso de las empresas periodísticas, se les deprime, se les ahoga, se les arrebata sus establecimientos tipográficos con pretexto de alguna denuncia, como a El Correo de Lunes1, El Demócrata2, La República3, El 9314, El Diablito Bromista, El Estado de Veracruz y El Hijo del Ahuizote, en esta Capital, La Regeneración de Sinaloa, en Sinaloa, El Huarache, en Oaxaca, El Sol, La Luna y El Demócrata, en Sonora, El MauserLa Voz del Pueblo y toda la prensa independiente en Veracruz, El Eco Comercial5 en Yucatán, toda la prensa independiente en Coahuila, durante la funesta administración de Garza Galán6, y otra infinidad de periódicos que se han escapado a nuestra memoria.

Si se agrega  a lo anterior la consideración de las altas cuotas arancelarias con que se grava la importación del papel para periódicos y la alta protección, que degenera en monopolio, de que goza una empresa papelera bien conocida, no llegamos, ni con mucho,  a encontrar en nuestro gobierno protección alguna a las empresas periodísticas.


1 El Correo del Lunes, México, D. F. (1888-¿?). Dir. Adolfo Carrillo.
2 El Demócrata, México D.F., (1893) Dir. Joaquín Claussel.
3 Probablemente. La República, México, D. F. (1890-¿?). Dir. José F. Godoy.
4 El 93. ‘Periódico indpendiente consagrado a defender los intereses de todas las clases sociales’, México D.F. (1892-¿?). Dir. Luis B. Cárdena. Reds. Enrique Gerbino, Víctor W. Becerril.
5 Probablemente: El Eco del Comercio, Mérida, Yuc. (1899-1907). Dir. Roberto Castillo Rivas.
6 José María Garza Galán. (¿?-1902). Militar que hizo carrera sometiendo a los indios apaches. Fue gobernador de Coahuila en 1885. Emilio Madero y Venustiano Carranza se sublevaron en su contra. Depuesto.

Nos vamos a ocupar de otra autoridad arbitraria y despótica.

El Presidente Municipal de San Lorenzo Achiotepec, Distrito de Tenango de Dolores, Hgo., se distingue por hacer su voluntad.

Los vecinos del pueblo construyeron una casa de madera, para que sirviera de alojamiento a las autoridades que visitaran la población, y el Presidente Municipal, sin consentimiento de los vecinos, ha dispuesto de dicha casa permitiendo que una persona la usara para establecer un negocio comercial.

Este acto arbitrario ocasionó, que D. Jesús Gómez, en nombre del pueblo, hiciera presente al Presidente Municipal su disgusto. El mandatario por toda respuesta lo envió a la cárcel, donde lo tiene encerrado sin hacerle saber la causa de su prisión.

Ese acto arbitrario, pone de relieve el mal tino que tienen los Gobernadores y Jefes Políticos para el nombramiento de las autoridades de los pueblos, ya que no permiten que haya elecciones, al menos que nombren personas cultas para autoridades y no individuos que no tienen conciencia de lo que son las garantías individuales.

Por tratarse de nuestro decoro como periodistas netamente independientes, nos vemos precisados  a defendernos del absurdo cargo que ha tenido a bien hacernos nuestro colega Lazo de Unión.
Dice el colega, que se asegura que cierta minoría sostiene a «REGENERACIÓN».

Con la franqueza y el vigor que nos caracterizan, desmentimos al periódico citado, pues «REGENERACIÓN» no necesita, ni pide, ni admite subvenciones.

Nuestro carácter no se presta a la odiosa venta de ideas. Que enhorabuena la hagan los escritores sin conciencia, para los que el periodismo no es más que disfraz con que tratan de ocultar sus maquinaciones; que ejerciten esta práctica los individuos que se sirven de las columnas de un periódico como de una ganzúa para abrir todos los cofres o de un puñal para herir todas las reputaciones. Nosotros respetamos el periodismo, por la sencilla razón de que lo comprendemos, esto es, sabemos en qué consiste (el honrado por su puesto.)

No creemos que el periodismo consista en la alabanza o el ataque por paga; aunque, a decir verdad, hay algunos que alaban, no precisamente por paga, sino por que en su carácter esta alabar, agasajar y hacer mimos a cualquier poderoso, conformándose con ganar su buena voluntad, ya que no pueden obtener las migajas de su empleo.

«REGENERACIÓN» vive por sus esfuerzos. Nuestro periódico vive porque tiene suscriptores. Su independencia, pues, está garantizada. No necesita, ni del Poder al que ataca valerosamente en sus actos oficiales, ni de esa minoría a que insidiosamente se refiere el colega, y que realmente, ignoramos cuál pueda ser.

Repetimos, nosotros respetamos el periodismo, lo comprendemos, sabemos en qué consiste: el periodismo no es la plazuela del rufián, para el ataque ni el lugar a propósito para que ejercite sus destrezas al ratero.

También en Guadalajara se cometen tropelías por los comisarios, que los hay tan arbitrarios como Jimeno.

Una ratera arrebató su portamonedas a una señorita de apellido Urzúa, que en compañía de una hermana suya, había ido a hacer algunas compras a una tienda de comercio. La señorita se defendió de la ratera, y entonces, ésta, despechada por no haber logrado su intento, se declaró robada, diciendo que ella era la dueña del portamonedas.

Las señoritas fueron conducidas a la 3ª Comisaría, que está a cargo de un déspota llamado Caravantes, quien dejó en libertad a la desvergonzada ratera, y ordenó que se despojara de sus ropas a las señoritas, para buscarles la prenda robada.

Las víctimas tuvieron, pues, la pena de sentir su cuerpo profanado por las manazas de los esbirros de Caravantes, sin poder protestar del atropello por ser la autoridad el que lo cometía.

Las autoridades superiores de Jalisco, deben castigar como se merece a ese Comisario sin conciencia, que con sus actos, atacó al pudor de las señoritas Urzúa.

La atención pública está fija en el asunto Mainero. Las informaciones periodísticas, abundantes en detalles que espeluznan, son devoradas febrilmente. Y hay razón para que se produzca esa tensión nerviosa en el público. No siempre destilan ante nuestros tribunales dramas tremendos de abundantes sorpresas. Del asesinato vulgar en la pulquería, a la sucesión interminable de crímenes erizados de detalles que crispan los nervios, hay una gran evolución delictuosa. El Coronel Mainero bordó sus hechos reprobados con talento, con un talento morboso que lo hizo tropezar de improviso con el banquillo de los acusados.

Y se le sentenció a quince años. Pero quizá la conciencia del Coronel se levantó indignada ante la benignidad de la pena, y apeló de la sentencia, para que un Tribunal Superior le impusiese una mayor. Creemos que los Sres. Magistrados accederán gustosos y castigarán severamente los actos inquisitoriales y repugnantes de que se acusa a ese Coronel. La salud del ejército así lo exige para escarmiento de otros muchos negreros con charreteras.

Como una muestra de funcionarios que no respetan la ley, vamos a presentar al Alcalde 1º Constitucional de Encarnación de Díaz, Jalisco, que además de ese cargo mal desempeña el de Alcalde de la prisión.

Este funcionario, aparte de sus modales nada pulcros para tratar a las personas que por su desgracia tienen que acercarse a él, según se nos dice, retarda las causas el mayor tiempo posible con perjuicio de los infelices presos. Parece, que con motivo de su puesto de Alcalde, obtiene muy regulares utilidades, con la prolongación de la estancia de los presos en la cárcel.

Tiene otra gracia ese mandatario, y consiste en impedir que los reos se comuniquen con sus defensores. Esos puntos le han valido las amonestaciones más o menos severas del Jefe Político y del Agente del Ministerio Público, pero ningún aprecio ha hecho de ellos, diciendo, como por vía de mofa, que también él es autoridad.

Quejosísimos se muestran los habitantes de Encarnación de Díaz con tal funcionario, y no obstante que sus quejas han llegado a la superioridad, nada se ha hecho para remediar el mal, en virtud del desbarajuste, que reina en toda la Administración jalisciense.
De desearse es, que se separe de sus puestos al empleado aludido, y así lo piden a gritos los habitantes de Encarnación de Díaz.

La pesada atmósfera que se ha formado el Sr. J. Trinidad Alamillo, Jefe Político de Guadalajara, en lugar de despejarse, sigue en aumento, por hechos de dicho señor.

No le han bastado las amargas censuras de la prensa en virtud de su desacreditada administración, continúa cometiendo arbitrariedades en las personas, para acabar de hundir su personalidad oficial.

Una señora arrojó sobre un niño una vasija llena de agua pestilente, bañándolo completamente. Llevada a la Comisaría declaró que intencionalmente lo había hecho por lo que se le consignó a la Jefatura Política.

Allí, el Jefe la puso en libertad, y cuando llegó la madre del niño para ser careada con la delincuente, supo con sorpresa, que ésta había sido puesta en libertad, recibiendo, en cambio, de parte de la autoridad, las más terribles amenazas como si la madre hubiera sido la ofensora.

Esa conducta del Jefe Político Alamillo, lo desprestigia cada día más, y la permanencia en su puesto, sólo se explica en virtud de ser admirador asiduo de las torpezas oficiales del Gobernador Curiel.

Pobres jaliscienses.

La determinación irreflexiva del Gobierno del Distrito, levantando al rango de policía preventiva a los conductores de trenes de tracción eléctrica, está produciendo los frutos amargos que se esperaban.

Un pasajero que ocupó un tren de Guadalupe Hidalgo, pagó con una moneda de veinte centavos y, el conductor, apoyado por el inspector, se negó con cualquier pretexto, a entregar el vuelto al pasajero. Éste se indignó con el proceder incorrecto de los empleados y exigió enérgicamente la cantidad que se le adeudaba; pero el Inspector del tren llamó en su auxilio al gendarme y fundado en su carácter de policía torpemente conferido por el Gobierno del Distrito, lo remitió a la Comisaría respectiva, en donde afortunadamente se puso en libertad al pasajero.

Es altamente repugnante y nociva la facultad de que gozan estos empleados de tranvías y debe derogarse la torpe disposición que los invistió con el carácter de policía preventiva. Son innumerables los abusos que han cometido y pueden cometer, e innumerables, por tanto, los atropellos a que están sujetos los pasajeros que, después de haber sido robados e injuriados, tengan que peregrinar a una Comisaría, en donde pueden tropezar con el señor Jimeno, para colmo de desdichas.

Creemos que el nuevo Gobernador del Distrito derogará esa inconveniente disposición generadora de abusos y tropelías.

Por medio de estas líneas, enviamos nuestros más cordiales agradecimientos a todas las personas que han servido enviara nuestro periódico nuestro periódico sus cariñosas salutaciones por el año que comienza.

Las más de ellas han venido concebidas en términos tan halagüeños para nuestra publicación, que nos sentimos alentados en nuestra labor y más animosos para la lucha. Cuando hallamos el calor de otros sentimientos como los nuestros, llenos de aspiraciones a una regeneración política y al adelanto efectivo de nuestra Patria, se palia la aridez de la lucha periodística y se desgastan las duras aristas de una labor que ya no será estéril en lo futuro, sino exhúbera y provechosa.

Nuestra actitud en la prensa, encaminada al bien social, saldara nuestra deuda de gratitud para con las personas que nos animan y comprenden.

La acción moralizadora primitiva de la religión católica, ha sufrido una reacción que provoca un hundimiento. La religión de paz y concordia, ha degenerado en la religión de combate y lucro, enmascarada todavía con las máximas puras que difundieron el progreso. Cuando caiga la careta, se verá, no ya esa religión castísima que sublimizó el filósofo de Cananea, sino el burdo pragmatismo del fraile ambicioso encanallado en la lujuria.

No será ya esta religión católica con sus viciosas prácticas y su jesuitismo, la que procure el adelanto moral de un pueblo. Por el contrario, llevará a los cerebros rudos o a las vacilantes conciencias, un germen de anarquismo moral que impulse al crimen.

Para que la enseñanza religiosa haga funcionar una fuerza activa que encarrile conciencias y destruya gérmenes criminales, es necesario que se aplique a la evolución sana de la moral. Pero esto es casi imposible, si se consideran los factores de esa enseñanza religiosa.

Nuestro clero, inadecuado y rudo no se preocupa por la enseñanza honrada y sana de principios morales que produzcan en los organismos propensos al crimen, una reacción benéfica que los encarrile por el sendero de la virtud. Se alejan de esas enseñanzas que chocan con sus cerebros preñados de sombras e inculcan prácticas desnudas de significado para la conducta moral de sus feligreses, con lo que conquistan, a la vez que su sumisión obediente rayana en el servilismo, un río de diezmos y primicias que empobrecen a las masas para enriquecer los arcones vetustos de los frailes.

Para realizar este fin, es forzoso encanallar conciencias, y las encanallan; es forzoso envilecer corazones, y los envilecen; es necesario destruir energías, y las destruyen. Y la urdimbre se desarrolla y vence, para arrojar el seno de la sociedad una piltrafa humana en donde fermentan vicios y se desarrollan tendencias criminales.

Estos seres infelices, que sienten un vacío en su organización psíquica divorciada de todo sentimiento altruista, delinquirán forzosamente. No tienen la robustez de los sanos principios morales, sino las disolventes máximas católicas que perdonan crímenes en nombre de un Dios misericordioso.

En efecto: el fraile ha hablado a estas conciencias débiles, de tremendos castigos que se resuelven en el sufrimiento eterno; pero a la vez han invocado a la misericordia divina y el arrepentimiento como laboratorio de pecados. Y la conciencia débil delinque, quizá sin calculo, por imprevisión, por neurastenia moral, por impulsión; pero después halla la remisión del pecado al pie de los confesionarios. La absolución lo limpia de toda mancha.

El individuo de principios morales robustos y sanos, huye del crimen y practica actos honrados; pero el de principios morales imbuidos por sacerdotes calculistas y rapaces, el de voluntad relajada y de educación religiosa pervertida, ve en la absolución la puerta falsa del crimen. Si delinque, Dios representado en la tierra por los frailes, lo perdona. Y a un acto perverso, sigue un acto de contrición, hasta que el individuo cae en manos de la justicia terrestre, que no perdona.

Por eso no es de admirar que señoras públicamente religiosas, vivan continuamente en el adulterio. Cada falta cometida, es una falta perdonada, y más aún cuando media en la falta un sacerdote del culto católico. Nosotros conocemos a un ex-empleado del ayuntamiento de esta Ciudad, a quien sorprendimos al día primero del año anterior, santiguándose devotamente al subir los peldaños de la escalera Municipal, quizá para solicitar la ayuda divina en sus labores o en sus combinaciones reprobatorias: a los pocos meses se le exigía su dimensión por un desfalco.

En resumen, la enseñanza religiosa, tal como los frailes, la difunden, es altamente nociva para los intereses sociales, porque ella no fortifica o encarrila la moralidad pública, sino que la destruye, fomentando los sentimientos criminales que palpitan en los organismos morbosos.

El complemento del hombre, ese ángel que lo ayuda a sobrellevar la pesada carga de la vida, no había de permanecer indiferente a los afanes masculinos.

El bello sexo, con rigor y energía, ha simpatizado con la excitativa hecha por los dignos potosinos1; y sus simpatías, que llevan en sí el suave aroma de los sentimientos puros, han conmovido a los liberales de la República.

Las nobles hijas de Tetela de Ocampo, secundando la protesta de las damas de Zitácuaro, acaban de hacer oír su voz para vergüenza de muchos hombres, que no teniendo energía ni franqueza para manifestar sus pensamientos, prefieren las femeninas comodidades de una vida ociosa y sin objeto, a las labores sanas y viriles de la lucha por los ideales.

A las simpáticas tetelanas, se han unido por la afinidad de sentimientos y aspiraciones, las damas de Cuicatlán.

Así debería ser; el Sur, que ha dado origen al desquiciamiento de los déspotas, porque en la sangre de los hijos de los trópicos, caldeada por los rayos de un sol abrasador, está mezclado el germen liberal, que frota en sus serranías inundadas por la misma luz que iluminó el clarividente cerebro de Juárez y que inflamó de sano patriotismo el alma de D. Antonio León2, no había que quedar atrás en la pugna por las ideas liberales.

Toda nuestra alma estará, mientras alienten en nuestros pechos las doctrinas reformistas, de parte de las dignas y honradas compatriotas. Nuestras simpatías, declaradas en la forma franca y resuelta, cual corresponde hacer a corazones jóvenes que aman todo lo que signifique manifestación intelectual y suspiran por nuestras muertas libertades, las enviamos a tan distinguidas damas de Cuicatlán, Oax., y Tetela de Ocampo, Pue., por su valor civil para hacer saber sus aspiraciones y sus ideales.

Que su valor, sirva de ejemplo a tantos hombres que se conforman con vivir tranquila y perezosamente en el hogar, sin importarles la gloria y el porvenir de la Nación vinculados en el credo de las avanzadas ideas liberales.


1 Refiérese a la excitativa de Camilo Arriaga et. al., emitida el 30 de agosto de 1900,  para la realización del Congreso Liberal  el 5 de febrero de 1901. Vid. Florencio Barrera Fuentes, Historia de la Revolución Mexicana. La etapa precusrosa, México, INHERM, 1970, pp. 29 y ss.
2 Antonio León. (1794-1847).  Militar realista oaxaqueño que pasó a las filas insurgentes en 1821. Se pronunció contra el Imperio de Iturbide en 1823. Participó en la incorporación del Soconusco a la república  (1842). Murió en la batalla del Molino del Rey, combatiendo a las tropas norteamericanas.

El señor general Díaz, en un momento de expansión, lanzó la imprudente frase, con la que pretendió sintetizar su labor de gobernante: “Poca política, mucha administración.”

Nosotros, desde un principio, esto es, desde que la frase comenzó a alborotar en las redacciones de la insulsa prensa semioficial y en las de la oficiosa, hicimos notar que la susodicha frase no era aplicable a la labor gubernativa del presidente. La frase debió y debe ser: “Mucha política, poca administración.”

Los hechos, descarnada y brutalmente, habían de venir a comprobar nuestro aserto.

Las sugestivas frases del general Díaz, dichas en la misma fecha en que lanzó la que apuntamos, de que ya no había bandolerismo en la República, y que a los disidentes los había sentado en el poder (actos de política), esas frases, resueltas en hechos y traducidas en resultados, nos ponen frente a frente de un grave mal como el que estamos palpando (con universal escándalo): el saqueo de los bienes de la nación.

Ya no hay bandolerismo en los caminos reales; ya nadie se atreve, puñal en mano, a exigir la bolsa de los caminantes (según la afirmación del general Díaz, aunque la seguridad en nuestros caminos es una utopía), los elementos disidentes desempeñan algunas funciones públicas. Nadie podría negar que las desempeñan, en vista de los últimos acontecimientos ocurridos en la Tesorería de la nación. He ahí los resultados de esa política que tanto han aplaudido los asalariados y los oficiosos.

En efecto, para administrar hay que rodearse de elementos amigos y no de elementos disidentes. Los elementos amigos ayudan, aconsejan; los disidentes ni ayudan ni aconsejan, sino que sirven, dado el caso, para empañar el mérito de sus protectores.

Por otra parte, nadie nos negará que con estos últimos acontecimientos se comprueba la poca administración y mucha política que hay en el actual Gobierno, que en vez de mostrarse inflexible para con sus torpes servidores, se muestra complaciente y magnánimo, dando empleo a un hombre que, como el ex tesorero Espinosa, merecía habérsele despedido de la administración por su negligencia y falta de cuidado por lo que respecta a los asuntos que se le confía. Pero por un acto de política se le dio otra ocupación, que desempeñará tan mal como la primera.

Esas complacencias nos pierden. Esa falta de valor para arrojar al empleado inepto nos conduce a un mal fin. Fastidia ya que, para hacer que un funcionario cese en sus funciones, se recurra a la lamentable farsa de las renuncias. No se debe hacer renunciar, lo que urge es despedir y no compensar la pérdida de un canonjía con la adquisición de otra. Para que haya moralidad administrativa se necesita energía y rigor y no las contemplaciones ni las complacencias.

Lo que debe hacerse es poner preso al ex tesorero y ex contador, por su falta de vigilancia. Pero esto no sucederá, en virtud de la mucha política y poca administración que anima a nuestro actual gobierno.

Dice ¡Excelsior,! valiente colega liberal que se publica en Veracruz con la aceptación unánime de las personas honradas, que un fraile, trepado en el púlpito de la Iglesia Parroquial de este puerto, habló en un sermón epiléptico sobre que nuestro colega es un periódico obsceno indigno de ser leído por almas piadosas, y que todo aquel que pasara la vista por las columnas de ¡Excelsior,! Contraería  pecado venial.

Tales conceptos brotaron en medio de una fraseología que avergonzó a los cargadores del muelle.

Pierde su tiempo tontamente tan caritativo fraile, pues ¡Excelsior,! ha seguido y seguirá leyéndose por todas las personas sensatas del Puerto, para quienes el pecado venial es un expediente empolvado y claudicante.

Siga nuestro colega vapuleando con vigor a esos ensotanados procaces, que confunden el púlpito con la plazuela.

El Juez 1º de Distrito, con el propósito de hacerse popular por medio del artificio, ya que no lo logra por su deficiente labor, dispuso que se pusieran al corriente todas las causas y que se arreglaran todos los libros de registro de su oficina, y una vez preparado el terreno, invitó al Procurador General de la República, Lic. D. Rafael Rebollar, para que le hiciera una visita.

Se efectuó la visita, y, naturalmente, todo estaba en orden.

Las visitas, (creemos nosotros) para que sean eficaces, es necesario que sean imprevistas, para que de ese modo, no estando preparado el visitado, pueda apreciarse su labor normal.

La parte más interesante del acto, fue una especie de alocución, que el Juez 1º de Distrito, reñido con la buena forma literaria, pronunció con tan plausible motivo.

Dijo el funcionario, en resumen, que una parte de la gloria por él conquistada correspondía a sus empleados. Esto viene a confirmar lo que hasta el fastidio hemos dicho: que los empleados subalternos de los juzgados, trabajan tanto o más, y a las veces mejor, que muchos Jueces, debiéndose a su iniciativa y escrupulosidad el que muchos delitos, cuyas circunstancias se escapan al cerebro perezoso e inactivo de la generalidad de los funcionarios judiciales, no queden impunes. Esto no obstante, no se aumentan los sueldos a esos empleados inferiores.

Por demás esta decir, que si no fueran parientes del Juez los empleados del Juzgado 1º de Distrito, no había declinado en ellos parte de su gloria, por más que él asista tarde a su oficina y trabaje por término medio dos horas diarias.

Por supuesto, que no había de faltar la inmoderada alabanza al poderoso. Como también hasta el fastidio hemos apuntado, no se pierde oportunidad, por banal y nada significativa que sea, para lisonjear al General Díaz. Sólo que, el Juez, tan poco feliz y desgarbadamente lo hizo, que para dar vigor a su alabanza, rebuscó una frase que un escritor francés, en un momento en que no tenía de qué tratar, dedicó al Presidente. Dijo el escritor exótico, mal humorado por no encontrar una frase feliz, que el General Díaz es “predilecto del destino para llevar a término la obra monumental de la regeneración de México.”

Esa frase, echa por tierra lo que afirma la garrulería oficiosa, porque de ella se desprende que la obra del General Díaz, es hija de la casualidad. Hasta para alabar se necesita talento.

Para no hacer cansada esta crónica, diremos, que el funcionario federal, en su afán de halagar al poder, cometió un acto de irreverencia y falta de respeto al pueblo, diciendo que él (poca modestia) y sus empleados (sus parientes) se habían hecho acreedores a la confianza del Gobierno y del pueblo, en lugar de decir: del pueblo y del Gobierno. Primero el mandante y después el mandatario, primero el soberano (pueblo) y después el servidor (Gobierno).

Aconsejamos al C. Procurador de la República, se sirva hacer, en lo sucesivo, intempestivamente sus visitas, pues que, de otro modo, ningún resultado práctico darán.

El elemento oficial poblano y el comercio, explotando la oportunidad del reclamo en grande escala, organizaron los festejos de la semana anterior, subrayados con el bombo de las hojas subvencionadas, que no pierden oportunidad de ganarse el pan.

Veamos algunos detalles:

El Gobernador del Estado, proporcionó el prólogo a los festejos. Puso una nota cómica, que abrió alegremente las puertas del regocijo popular. Salió a encontrar al Gral. Díaz, y el tren presidencial pasó de largo, dejando a medio camino al Gobernador. Muchos opinan que fue una desgracia. Nosotros creemos que fue una imprevisión. De esas imprevisiones abunda la gestión administrativa del Gral. Martínez. Nadie podría adivinar su galantería, sin anunciarla previamente.

De notable se ha calificado por un periódico oficioso, el discurso que pronunció el Sr. Magistrado Francisco Barrientos y Barrientos en la inauguración del Palacio de Justicia.

Veamos una muestra:

El Señor Magistrado, explicó las ventajas que encerraba la obra y señaló la utilidad del edificio, por encontrarse contiguo a la Cárcel, donde están procesados y poderse así conservar el secreto del sumario.

Seguramente que no ha llegado a noticias del Sr. Magistrado Barrientos, que la Suprema Corte de Justicia, ha declarado contrario a la Constitución el secreto del sumario, y en efecto es así, porque ese inquisitorial secreto es un procedimiento arcaico y vacío que coarta la amplitud de la defensa de los reos.

Debió, pues, el Magistrado Barrientos, de abstenerse a aplaudir, en su notable discurso, un procedimiento que choca con la Constitución.

Dijo el mismo Sr. Magistrado que el Gobierno del Estado tiende en su política gubernativa a “ir realizando en la esfera de lo posible, siquiera algunos de los ideales que constituyen la fórmula de la Justicia.”

Es extraño que ese gobierno no tienda a ir realizando todos los ideales que constituyen la fórmula de la Justicia, sino algunos. Sin embargo, se explican esas frases si recordamos el asunto Zafra-Montiel,1 hacia el que esos ideales no existían. Apelamos al testimonio de la Suprema Corte que no hace mucho tiempo amparó a D. Esteban Montiel en cinco amparos que promovió contra actos arbitrarios de autoridades de Puebla. Se explica la frase del Sr. Barrientos: esos ideales se realizan según las circunstancias.

El Gobernador, en su discurso de bienvenida, dijo que el Gral. Díaz había alcanzado una apoteosis en vida, por su sabiduría y su probidad de gobernante modelo.

Comprendemos que algunos Gobernadores tengan frases más o menos huecas para la persona que los sostiene en el Poder contra la voluntad popular; pero no teníamos noticia de que alguno llegara al extremo de halagar, como ha halagado el Gobernador de Puebla. Decir que un hombre público ha alcanzado una apoteosis en vida, es inusitado. Las apoteosis en vida son peligrosas a los ojos de la Historia. Creemos que no es muy halagador ese cumplimiento.

En el mismo discurso dijo en Gobernador que los partidos antes beligerantes, con distintas tendencias, y distintos ideales, han desaparecido, para fundirse en uno sólo, el nacional.

Tuvo razón el Gobernador para apropiarse las frases que el Presidente había dicho en el brindis del Teatro Nacional. Todos los partidos, hasta los de tendencias criminales, fueron llamados al banquete de la paz, (cliché de periodismo oficioso.) Conocemos algunas personalidades políticas que huían por las serranías de la República, no por patriotas, sino por sus tendencias criminales, al ser perseguidas por las fuerzas de seguridad pública.

No se conformó el Gobernador con aquello del “apoteosis en vida,” sino que opinó debía gravarse con dorada inscripción en el libro de la historia Patria, la fecha en que se hicieron al Primer Magistrado, esas manifestaciones tan conmovedoras y de tanta significación.

No sabíamos que por una manifestación oficial, secundada por el comercio, febril en proporcionarse reclamos, debía borronearse el libro de la Historia. Las letras de oro, están reservadas para los grandes hechos que producen grandes transformaciones, pero no para conmemorar los aplausos de unos cuantos desocupados en carácter de claque.

El Gral. Díaz contestó ese discurso diciendo que se complacía en visitar la ciudad que, aunque último baluarte de la reacción, caminaba ya hacia su reconstrucción dirigida por el Gral. Martínez.

No tiene razón el Sr. Presidente: Puebla seguirá siendo el baluarte de la reacción. Allí imperan frailes y despotismos. Por dos o tres edificios que se inauguran, y que resultan inútiles, porque allí, y en casi toda la República, no hay ni Justicia ni educación popular, hay en cambio un sinnúmero de arbitrariedades, tropelías y vejaciones.

El epílogo bufo de los festejos, lo proporcionó un Conductor del tren Presidencial. Deseando imitar al Gobernador, no previó la hora de salida del tren y se quedó en Puebla.

Total: Muchas fiestas de carácter oficial, a las que no asistió el pobre pueblo, muerto de hambre y sed de justicia. Esas fiestas, fueron un reflejo de las efectuadas aquí con motivo del nuevo periodo presidencial.

Se gastó el dinero del contribuyente en un Palacio de Justicia, en donde, lo que menos habrá, será Justicia.
Todo se redujo a un alarde (bien torpe por cierto) de progreso. Pero nosotros creemos que los edificios y los monumentos, cuando hay un pueblo pobre y hambriento, no significan progreso. El progreso será una realidad cuando la Justicia ampare a todos y cuando el desheredado sea igual en derechos al potentado. En caso contrario sobran los monumentos y los palacios.

Es preferible que haya instrucción, y de eso no se ocupa el Gobernador Martínez, y nadie.


1 Véase supra, art. núm. 93.

Muy quejosos están los vecinos de Nuevo Urecho, Michoacán, por la imposición de un arbitrio Municipal que, a más de los gravosos que ya pesan sobre ellos, ha ideado el Recaudador de Fondos del Ayuntamiento. Ese nuevo arbitrio degenera en arbitrariedad, porque se ha impuesto a capricho del Recaudador, sin ningún criterio económico y con menosprecio de las justas observaciones hechas por los contribuyentes indignados. Esos impuestos crecidos son inmorales, porque con ellos se despoja al contribuyente, de una ganancia lícita que ha obtenido a fuerza de constancia y trabajo. No es justo que un Municipio, quizá mal gobernado y pero atendido, comparta de esa ganancia, a las veces tan inmoderadamente, que más del cincuenta por ciento de una utilidad conquistada por el trabajo, pasa a las arcas municipales sin esfuerzo y sin motivo.

Son muy frecuentes en nuestra República esas exacciones indecorosas.

Un diario oficioso asienta lo que sigue: “Lo hemos dicho en varias ocasiones, en el delito de agresión a la policía hemos observado que el caso común no es que el agredido de lugar a la agresión: sino que el agresor se deja llevar por la antipatía general de las masas ignorantes a todo lo que significa orden, autoridad y ley, sentimiento de animadversión que no tiene a su favor otra circunstancia que la rudeza, desconocedora de la ilicitud criminal.”

Nada más inexacto. Nuestro pueblo es respetuoso para con todo lo que significa orden, autoridad y ley. Lo que no admite es la tropelía que rebaja la dignidad humana. Sufre con paciencia el encarcelamiento arbitrario, las frecuentes violaciones de leyes, el despojo de sus derechos y la suspensión de sus prerrogativas, pero no tolera que el gendarme ineducado y rudo, haga alardes de poder blandiendo el garrote que magulla miembros.

Si el personal de nuestra gendarmería fuera escogido y correcto, si supiera conservar su respetabilidad para ser respetado, si eludiera los ofrecimientos de pulque y el chacoteo que desprestigia, esa policía sería respetable y respetada y nuestro pueblo vería en él al guardián, en vez de considerarlo como camarada y alegre compañero de parrandas.

Nuestra policía, con escasas excepciones, es torpe para cumplir con su deber. Desde luego se exalta y apalea, abusa de su autoridad y conduce a golpes al infractor, quien en la Comisaría, se queja de abuso de autoridad, y se le desprecia por empleados altaneros que creen, o fingen creer, a pie juntillas, en el dicho del guardián, porque lleva uniforme.

Mientras no se efectúe una selección eficaz en el cuerpo de policía, seguirán esas agresiones de que se lamenta el periódico oficioso, agresiones que constituyen la defensa legítima en las sociedades primitivas, porque si rudo es el pueblo, según ese periódico, embrionario es nuestro personal de policía.

Prometimos a nuestros lectores1 dar a conocer algunos detalles de ese interesante estudio.

A más de imposible, sería una profanación hacer un extracto de él; pero en la imposibilidad referida, presentaremos algunos datos proporcionados por el talento y la observación del señor licenciado Raigosa.

Se basa el estudio en los resúmenes oficiales de 1895 publicados por la Secretaría de Fomento. Esos resúmenes estadísticos arrojan los siguientes datos, sobre la distribución general del trabajo en la República:

Personas ocupadas en todos los servicios agrícolas, industriales y mercantiles 3 883 684.
Personas ocupadas en las funciones, empleos, cargos y servicios públicos de todas clases, incluyendo las que ejercen profesiones científicas o literarias 92 165.
Personas ocupadas en el ramo de diversiones públicas 14 355.
Personas ocupadas en los servicios domésticos 1 488 024.
Personas ocupadas en estudiar en las escuelas de enseñanza secundaria y profesional 28 001.
Población total que trabaja 5 506 229.
Población total que no trabaja 6 985 344.
Igual a la población de la República 12 491 573.
En seguida presenta el señor licenciado Raigosa el siguiente cuadro, para hacer observaciones respecto de los dos:
Población que no trabaja 6 985 344.
A deducir 1º personas que no están en edad de trabajar: niños de 0 a 8 años 3 177 741
A deducir 2º personas incapacitadas de trabajar: ancianos de más 60 años e inválidos 426 914.
A deducir 3º personas que aunque no trabajan, tienen una ocupación preparatoria para trabajar: niños de 9 a 14 años que asisten a las escuelas de instrucción primaria 604 513.
Suman las deducciones 4 209 168.
Personas adultas con capacidad de trabajar y que no tienen ocupación 2 776 176.

Esta cifra alarmante de vagabundos en la República, sugiere al señor licenciado Raigosa la apreciación de que las condiciones vitales del país son anormales, y más se confirma en su idea cuando dice que las deducciones hechas en el cuadro último “son simplemente explicativas del hecho de no trabajar, por razón de edad o incapacidad; pero no alteran el hecho de que en un país de doce y medio millones de habitantes, cinco y medio millones trabajen para vivir y siete millones vivan sin trabajar. Lo normal parece ser y es en efecto, que exceptuando a los niños de 0 a 10 años cumplidos y los inválidos, el resto de la población adulta apareciera inscrita en los registros del trabajo. Así deberíamos tener 8 297 000 personas ocupadas contra 4 284 000 exentas; en vez de solamente 5 506 000 elementos activos contra 4 209 000 inhábiles, y 2 776 000 ociosas y vagabundos.”

No se detiene allí el señor licenciado Raigosa y lleva su análisis implacable a algunas de las gruesas sumas que por condensación se han agrupado para formar el número de los elementos activos.

Una de esas gruesas sumas es la de las personas que se ocupan en servicios o quehaceres domésticos, que asciende a 1 488 024, es decir, corresponde al 26 por ciento del total de individuos que trabajan, comprendiendo en el cómputo a toda la legión agrícola. La domesticidad es por lo tanto muy considerable en México; pero no son un factor económico para figurar en el número de agentes impulsivos propiamente dichos que realmente vigorizan el crecimiento y la vida nacional. Debe, pues, deducirse esa suma de 1 488 024 de los elementos activos del país, quedando éstos reducidos a 4 018 000 individuos que trabajan, contra 8 473 368 que viven del trabajo de los demás.

Otra gruesa suma es la de la población agrícola, 2 890 991, que se compone de dos órdenes: el de propietarios territoriales, cultivadores por cuenta propia y empleados administrativos, y el llamado de peones del campo o jornaleros. El primer grupo, elemento activísimo y fecundo en la vitalidad nacional, es de 335 675 personas. El segundo grupo es de 2 555 316. Este último lleva una vida precaria, vegeta, no tiene exigencias ni satisface necesidades, pudiéndose decir que esa considerable masa no coopera sensiblemente al resultado de conjunto y no debe ser clasificada entre los agentes realmente impulsivos del crecimiento y del vigor de la nación. Debe, pues, deducirse como la anterior, resultando que el número positivo de elementos activos y eficaces se reduce sólo a 1 462 684 personas contra 2 555 000 elementos neutros y 8 473 368 pasivos o que subsisten del trabajo de los demás.

En resumen, queda reducida la población activa de la República a 1 460 000 personas contra 11 031 000, cuya cooperación es insignificante o nula del todo en la grande obra de conjunto de nuestro organismo nacional. La vitalidad nacional es, pues, ficticia y aterradora, y la consecuencia inevitable y fatal de esa enorme masa inactiva, será una rémora a la competencia en la gran lucha por la vida internacional y un gravamen oneroso sobre esa pequeña minoría que tiene que soportar los gastos y cargos públicos de carácter general.

Se produce un desaliento oprimente después de meditar esas observaciones del señor licenciado Raigosa, que ha descorrido un velo que ocultaba una realidad abrumadora. Sin embargo, pudiera ser ese cuadro pavoroso, el estímulo eficaz para remover, a fuerza de constancia y labor, ese obstáculo tremendo al adelanto efectivo de nuestra patria.

Ya el gobierno ha palpado la realidad. Veremos qué elementos pone para atenuarla.

Seguiremos dando a conocer más detalles del interesante estudio.


1 Véase supra, art. núm. 231.

Merecen un estruendoso aplauso, los vecinos de San Nicolás Tolentino, San Luis Potosí, por sus actos de civismo y de ilustración. En las elecciones pasadas las autoridades de ese lugar cometieron irregularidades, más que irregularidades, delitos, al suplantar boletas y ejercer coacción sobre los votantes. Los vecinos mencionados ocurrieron a la legislatura de San Luis Potosí en demanda de la reparación a sus derechos ultrajados y a su soberanía atropellada.

Esos vecinos no ocurrieron a la Legislatura implorando gracia, sino ejerciendo un derecho con enérgica virilidad. Su actitud levantada, embrazando la ley como escudo, los hace grandes y majestuosos. Han tenido la conciencia que el derecho esgrimido con firmeza y vigor, lleva al triunfo sobre todas las tiranías.

Aplaudimos calurosamente la actitud de tan honrados vecinos, y deseamos que su ejemplo sea secundado por todos los de la República que se sientan ofendidos y despojados de sus derechos.

El Sr. Procurador de Justicia del Distrito gusta de presentar sus estadísticas en la forma más desordenada posible, a fin quizá, de que nadie se entere de los palpitantes problemas que delinea nuestro estado social y que no se ha pensado hasta ahora en resolver. Mal cálculo del Sr. Procurador, pues por más que nos veamos expuestos a extraviarnos en el laberinto de sus estadísticas, penetraremos a ellas y presentaremos a nuestros lectores algunos curiosos datos.

En el informe del Sr. Procurador campea la obsesión, quizá para despistar a nuestros sociólogos, de sostener que el Distrito Federal arroja a las estadísticas universales un escaso número de delitos. Veamos el delito de lesiones.

La estadística del Sr. Procurador revela para el Distrito Federal, la suma de 3 204 delitos de sangre en el año de 1898. Esa suma es enorme comparada con la población media de 500 000 habitantes que el Sr. Procurador toma por base de sus observaciones. Recurramos a una comparación.

Los criminalogistas italianos citan con terror, la aldea de Artena, por ser la que arroja una cifra más elevada en las estadísticas del delito de lesiones. El profesor Sighele, hace subir esa cifra, como término medio anual, a 205 sobre 100 000 habitantes.

Si comparamos esa cifra con la que arroja la estadística del Sr. Procurador, tendremos para el Distrito Federal un promedio de 1 240 delitos de lesiones por cada 100 000 habitantes; es decir: el delito de lesiones es seis veces más frecuente en el Distrito Federal que en la pavorosa aldea de Artena, que tanto aterroriza a los criminalogistas italianos.

Es desconsolador ese descubrimiento, pero más desconsuela y alarma lo siguiente, desconsuelo y alarma que se hacen más profundos si se tiene en cuenta que nuestro Procurador pretende paliar con palabrería inútil, lo que desmiente y desenmascara su Estadística.

Dice el Sr. Procurador que “el delito de homicidio no debe reputarse que causa alarma porque, dado el número de condenados, teniendo en cuenta el censo del Distrito Federal, que no puede tener menos de 500 000 habitantes, vendría a representar, en relación, un 2 por cada 10 000, cifra verdaderamente insignificante.”

Para fundar esa insignificancia, el Sr. Procurador nos presenta el siguiente cuadro estadístico de delitos de homicidio en los principales países del mundo, en proporción por cada 100 000 habitantes.

Francia………………1.44

Alemania……………0.85

Austria……………….1.85

Bélgica……………….2.41

Inglaterra…………….0.48

Escocia……………….0.34

Irlanda………………..0.85

España………………..4.77

Después de leer ese cuadro, parece increíble que el Sr. Procurador haya afectado una miopía tan exagerada, para no distinguir que es incomparablemente mayor el delito de homicidio, sólo en el Distrito Federal que en cualquier nación europea.

Únicamente el Distrito Federal arroja veinte homicidios por cada cien mil habitantes, cifra que ninguna de esas naciones alcanza. El homicidio en el Distrito es más de cuatro veces mayor que el homicidio en España, que es la nación que arroja un número de criminalidad más elevado.

Y todavía asegura el Sr. Procurador de Justicia , bajo su palabra de honor y contra la inflexible y brutal lógica de sus números, que … “nuestras cifras indican que… el delito grave, si se quiere el crimen, es verdaderamente inapreciable (!!!)”

Cualquier reproche a las aseveraciones dogmáticas del Sr. Procurador, sería insignificante. Sus palabras pretenden barnizar una aspereza que descubren sus números. ¿Para halagar a quién ha pretendido desgastar las aristas de nuestra realidad criminal? No llegamos a resolver el problema. Si es al público, para el público escribimos nosotros desengañándolo. Si es al Gobierno, creemos que no sufrirá éste esa mistificación. Las estadísticas deben ser inflexibles y severas, porque ellas no tienen por objeto mal cumplir una obligación a los dos años, sino descubrir nuestro estado social, para aplicar el remedio.

El Juez del criminal de Guadalajara, ha sentenciado a seis meses de prisión y pagar veinte pesos de multa, al Sr. Atanacio Orozco, por el delito (?) de haber invitado al pueblo Jalisciense, desde las columnas del valiente colega  Jalisco Libre, a que ejercitara sus derechos, porque era el soberano. El Sr. Orozco ha apelado de la sentencia.

No puede ser más infundada e ilegal esa sentencia, de la que quizá nos ocuparemos detenidamente. Pero si no dejamos pasar inadvertido, que el delito por el que se procesó al Sr. Orozco, fue el de provocación a un delito y apología de este. Para las autoridades Jaliscienses es un delito decir al pueblo que ejercite sus derechos, quizá porque el ejercicio del derecho es delictuoso. En Jalisco impera, pues, la autocracia. El Gobierno es el poseedor de todos los derechos. El pueblo, el soberano, el grande, como decía el Sr. Orozco, es una mentida congregación de hombres libres, El Estado es el Sr. Curiel.

Es fundado el disgusto de los Jaliscienses al soportar una autocracia que los ha despojado de sus derechos.

La pobreza del pueblo, como mal social, se debe procurar aliviarla por medio de restricciones impuestas a los comerciantes.

El hambre, originada de esa pobreza, trae resultados que no conocemos, pero que pueden suceder.

La libertad de comercio, establecida por nuestras leyes, avanzadas y progresistas, se toma como pretexto para que especuladores sin conciencia, acaparen los artículos de primera necesidad, dando el espectáculo de un pueblo muerto de hambre, donde la naturaleza pródiga y feraz, colma de elementos para la vida.

Tal acontece en Tepic. Allí los espectadores realizan enormes ganancias, encareciendo artículos que son abundancia producen el Territorio.

Sucede, que produciéndose el maíz que es la principal alimentación de nuestro pueblo, en gran abundancia, se encarece para hacer rebosar, con prejuicio del pueblo, las arcas llenas de dinero de los comerciantes. Ellos acaparan cuanto grano encuentran en las regiones circunvecinas, y sin importarles que el maíz se haya producido abundantemente, encarecen el artículo, para de este modo realizar ganancias fabulosas.

Tan inmoderada especulación, debe evitarse, porque acarrea serios y lamentables perjuicios.

En efecto, faltando la alimentación del pueblo, que es el que trabaja, pocas energías tendrán para la lucha por la vida, cuando con el estómago vacío se pretenda que trabaje con un pueblo bien alimentado.

La salubridad pública, que debe ser atendida ampliamente y liberalmente por nuestros gobernantes, se resiente de estas especulaciones inmoderadas, y por esta consideración deben registrarse.

Téngase en cuenta que por el hambre, han nacido, como productos malsanos, el anarquismo y socialismo.

Por otra parte, hay que confirmar que el bien público debe anteponerse al provecho particular, para que de este modo los intereses y necesidades populares no se estrellen en las cajas fuertes de los afortunados, resguardados por la vigilancia de un gobierno que, cobrando sus contribuciones, se cruza de brazos cuando de la alimentación popular se trata.

La publicación que ha hecho un Sr. Le Royal, de todos los incidentes que precedieron a la celebración del contrato del saneamiento de Guadalajara, efectuado entre el Gobierno de Jalisco y un Sr. O’Boile, ha desenmascarado muchas reputaciones al conocerse esos incidentes. De ellos hablaremos con detenimiento, a fin de que nuestros lectores conozcan la génesis de algunos contratos en que figuran personajes influyentes en la política, y que, por decoro, debían abstenerse de intervenir en ellos, para que no se supusiese el público que explotan su situación cerca del Gobierno.

Es muy frecuente, y por su frecuencia, alarmante, que las grandes concesiones y los contratos pingües, tengan por patrono una personalidad prominente en la política. Esto pasa en México, y acontece también en Guadalajara. Allá, ha desempeñado un interesante papel un Sr. insaculado D. Amado Rivas. La publicación del Sr. Le Royal, descubrirá la intervención de este señor en el negocio del saneamiento.

Esa intervención de personalidades prominentes, trae consigo la convicción de que carecen de bondad los servicios que ofrecen las empresas concesionarias. Cuando se tiene la convicción de un triunfo en el concurso abierto para efectuar tal o cual obra, salen sobrando los patronatos; pero cuando juega la intriga para que venza la nulidad, la impericia y el cálculo ansioso de ganancias locas, se ocurre al apoyo del poderoso que, más o menos convencido, a fuerza de honorarios, de la bondad de una obra, pone en juego su influencia y vence, porque tropieza con autoridades complacientes que tienen por religión el compañerismo.

No es difícil que esto haya sucedido en el presente caso. Para fundar el prejuicio, bastan dos observaciones: la de que la Ciudad de Guadalajara no necesita obras de saneamiento, y la de que las obras emprendidas chocan, a juicio de personas inteligentes, con los preceptos de la ciencia.

La publicación de Le Royal despejará la incógnita.

Nuestro colega El Eco del Istmo, que siempre se ha distinguido por la sensatez y cordura de sus apreciaciones de actos de los funcionarios públicos, nos da cuenta de un atropello que sufrió su Director, D. Rafael Márquez, por parte de la autoridad política de Tehuantepec.

Recorría tranquilamente aquel señor el trayecto que hay de su taller tipográfico a su casa habitación, cuando fue aprehendido por la policía, la que le mostró una orden concebida en estos términos:

El Cabo de policía Feliciano Chavarría aprehenderá inmediatamente a Rafael Márquez, poniéndolo preso e incomunicado en la Cárcel pública de esta ciudad, a disposición de esta Jefatura, pudiendo catear las casas en donde se encuentre.

Tehuantepec, Diciembre 11 de 1900.- El Jefe político, Manuel Demetrio Santibáñez.

En virtud de esa orden, disparatada en su redacción y ayuna de fundamentos, se condujo al Sr. Márquez a uno de los departamentos de la cárcel pública, en donde permaneció hasta el día siguiente en que fue llamado a presencia del Jefe Político, quien le puso desde luego en libertad, no sin imputarle faltas que el Sr. Márquez ignora haber cometido.

Parece, pues, que se trata de un lujo de arbitrariedad, por parte de ese Jefe Político. Ello se desprende de los hechos enunciados y del laconismo de la orden de aprehensión, que no funda ni motiva la causa legal del procedimiento. Si el pretexto era una simple falta, estaba de más el ordenamiento de incomunicación rigurosa y la facultad de cateo, tan amplia, que podía haber dado motivo a una serie infinita de atropellos.

Parece que hay alguna inquina por parte del Sr. Jefe Político en contra del Sr. Márquez, originada por las críticas severas, pero legales, que ha hecho este señor, de algunos actos oficiales de dicha autoridad. Si este fue el verdadero motivo de la aprehensión, no sale muy librada la autoridad, de la acerba censura de la opinión popular.

Y ella, la opinión pública, debe mostrarse severa y enérgica, cuando se atropella a un ciudadano encarcelándolo arbitrariamente.

A la invitación de los liberales potosinos1, a quienes corresponde el honor de haber despertado las ideas, que aunque latentes, no se manifiestaban por temor y la falta de civismo que nos ha de acarrear serias dificultades y la desgracia de soportar maquinaciones contrarias a nuestras aspiraciones de hombres libres, como la cacareada y funesta política de conciliación, un grupo de honrados ciudadanos de Huejutla, Hgo., ha hecho circular unas hojas en las que se manifiesta que se han instalado en esta ciudad el Club Liberal «Miguel Lerdo de Tejada»

El nombre del patricio que han escogido los liberales de Huejutla para dar timbre y gloria a su agrupación, es sugestivo y simpático.

Miguel Lerdo de Tejada fue un ciudadano progresista y liberal que nunca comulgó con las infamias de las sacristías, ni estuvo conforme con los crímenes de los conventos.

Amantes de las manifestaciones populares, enviamos a los ciudadanos miembros del Club que anunciamos, nuestros sinceros parabienes, poniendo al mismo tiempo REGENERACIÓN a sus ordenes.


1 Véase, supra, n. 203.

En Mazatlán, Sin., se acaba de publicar, con el título anterior, una hoja suelta que se refiere al misterioso asesinato de Don José de la Vega en Mocorito, y al crimen de que fue víctima Don Víctor Encines en 1894.

Se dice que viven en Mocorito, gozando de la impunidad, los asesinos del Sr. Encines, y que con motivo del homicidio del Sr. de la Vega, se fusiló sin previa formación de causa a varios individuos que, según se asegura, no eran responsables de ese homicidio.

En los siguientes términos refiere la hoja suelta el asesinato del Sr. Encines:

“Habiéndose profundamente dormido el infortunado Encines en el portal exterior de la casa, con un pequeño hijo suyo en los brazos, llegó el asesino y con toda sangre fría y a la vista de la suegra de la víctima, le clavó un puñal en el corazón, haciéndolo despertar hasta la eternidad.

“Tan escandaloso crimen, único en la historia de estos puntos, produjo en ellos impresión profunda, porque a la crueldad, alevosía, premeditación y ventaja con que se consumó, se unía la circunstancia que, a pesar de haber sido cometido en poblado, los culpables no pudieron ser descubiertos, pues se verificó en esa vez el rarísimo fenómeno que, aunque el público todo en voz alta y a grito abierto, designaba por sus nombres a los asesinos, sólo para las autoridades locales fueron desconocidos, quedando satisfechos solamente con dar fe de la existencia del cuerpo del delito.”

De ser cierto lo anterior, pesa una grave responsabilidad sobre la administración pública de Sinaloa, que deja impunes crímenes que horrorizan. Parece que es esa una añeja costumbre en el Estado, pues tenemos entendido que, a pesar del tiempo transcurrido, aún no se castiga al asesino de Valadez1, aquel periodista de oposición que todavía recuerdan los sinaloenses.

Creemos que la administración pública de Sinaloa, no tiene defensa posible.


1 Refiérese al gobernador sinaloense Francisco Cañedo acusado de asesinar al periodista y director de La Tarántula en Mazatlán (1879). El escándalo obligó a Cañedo a abandonar el estado.

Un D. Ignacio Caravantes, Comisario de la 3ª Demarcación de Guadalajara, hubiera deseado la fortuna que rodea a nuestro Inspector Jimeno. Aquél desnudó a unas señoritas, creyéndolas rateras, y fue destituido de su empleo. Este no pone la vigilancia ni el cuidado necesarios para que la gente no se muera en su Comisaría, y es conservado en su puesto. Pero aquél no tendría apoyo poderoso y éste si lo tiene, por más que ambos merecieran ser destituidos.

Ya ansiamos que terminen estas desigualdades y que concluyan los apoyos incondicionales. No sabemos quién apoyará al Inspector Jimeno; pero cualquiera que él sea, debe tener un sentido moral muy estrecho.

Es un error creer que el periódico es el reflejo de la opinión pública; si así fuera, no tendría misión alguna que desempeñar, porque no educaría, ni instruiría reduciéndose al papel de cronista más o menos fiel y más o menos ameno, de los derechos vulgares de la vida social.

Las ideas reinantes harían entonces al periodista, siendo que el periodista tiene que hacer reinar a las ideas.

Lo primero sería monstruoso, porque sería inmoral. Con efecto, las preocupaciones arraigadas, los vicios sociales, el estado anárquico, los atropellos brutales del poder, consentidos por el público por la fuerza de la costumbre, harían que el periodista hiciera propaganda de esas preocupaciones, la apología de esos vicios y aplaudiera el estado anárquico y los brutales atropellos del poder.

Entonces el periodista no tendría ideas propias, siendo sólo un repetidor servil de lo que piensa el vulgo.

No, la misión del periodista es muy elevada. Contra el hirviente oleaje de las pasiones y de las preocupaciones sociales, tiene que luchar a brazo partido, pugnando por encausar las condiciones hacia las ideales sanos y viriles de la libertad y la democracia.

Las conciencias, fanatizadas por la gazmoñería del fraile y acobardadas por la tiranía del sable, tienen en el periodista, no el desarrapado que procura la destrucción y predica el libertinaje, tratando de destruir el poder por el solo hecho de serlo, sino al guardián de sus intereses, que procura destruir el fanatismo y exhibir en toda la crudeza de sus líneas a los tiranos de sable y a los déspotas de la burocracia.

El periodista no debe dejarse llevar por la corriente malsana de las debilidades populares, producidas por el terror que infunden los atentados bochornosos. Debe tener voluntad firme y valor suficiente para detener esa corriente a la que dan mayor velocidad la adulación y el servilismo.

El pueblo, a fuerza de oír las alabanzas que la corrupción política aplica a los malos gobernantes, llega a creer que la maldad es buena y el vicio una virtud, aumentando su creencia los actos concretos que los papeles semioficiales y oficiosos cantan y aplauden, como el que un desfalcador, tenga por premio otro empleo, que un Juez venal y corrompido, sea removido de su puesto para poder ocupar otro de mayor producto, que a un cajero en desfalco, se le premie haciéndolo diputado, y un sinnúmero de hechos más.

Ese estado moroso de la conciencia popular debe procurar modificarlo el periodista, haciendo ver la enormidad de los crímenes y sus funestos resultados.

Pero sólo el periodista independiente puede poner en práctica la obra de regeneración política, exigiendo para el pueblo la integridad de sus derechos, que él no puede exigir por debilidad o porque se conforma con el pedazo de libertad que se le arroja como limosna, en virtud de creer que ese harapo de libertad se le da por mera gracia y no como una obligación.

Por eso decimos que el periodista tiene que hacer reinar a las ideas.

El Gobernador de Guerrero, Coronel Antonio Mercenario, cuya administración recuerdan con enojo (justísimo por cierto) los hijos de aquel Estado, preparó su reelección estableciendo Clubs para que lo postulasen, ordenando la impresión de un sinnúmero de hojas, en las que redactaban torpemente sus paniaguados, desgarbados votos de adhesión y de simpatía, pagando a individuos que vociferaran desde las columnas de un papel, haciendo denunciar un periódico que no era afecto a su mala administración, El Hijo del Ahuizote, y haciéndose un bombo exagerado y rabioso.

Contaba ya con un inmenso número de votos para su reelección, cuando el Gral. Díaz le exigió su renuncia, dando al cargo al Sr. Mora.

Satisfechos se muestran los ciudadanos de Guerrero con la renuncia forzosa del Coronel Mercenario.

También nosotros nos encontramos satisfechos, pues creemos que con la caída política del Coronel, podrá progresar un tanto el Estado de Guerrero, que es uno de los más atrasados de la República, y que por otra parte, es digno de mejor suerte.

Nuestro colega El Republicano periódico Oficial del Gobierno del Estado de Aguascalientes, suplica a la prensa de esta Capital y a los Estados, se sirva suspender su juicio sobre la prisión del Director de El Heraldo y la supresión de este colega, hasta que los tribunales resuelvan el asunto.

Tan galante indicación, hecha en los términos comedidos que distinguen al colega Oficial, no puede ser aceptada por nuestra parte. Explicamos nuestra conducta.

La prensa, nos referimos a la honrada, a la que discute y resuelve cuestiones sin más interés que el bien público, no puede ni debe esperar la resolución final de las cuestiones que interesan a la colectividad. Para entonces, la discusión sería estéril y vana, brillante, quizá, en teoría, pero desprovista de resultados prácticos. Sería esa un discusión académica, y tales discusiones no encajan ya en el periodismo actual, en el que se busca el fin práctico de evitar un atropello o de destruir una asechanza.

Y un atropello no se evita esperando que una sentencia cause ejecutoria, es decir, esperando que el atropello sea la verdad legal. Se evita discutiendo previamente los procedimientos ilegales, desmenuzando sus fundamentos, desnudando los atentados, arrojando sobre la plancha de la observación los móviles de los actos arbitrarios, y en fin, vaciando sobre la conciencia de los funcionarios torrentes de luz que disipen sus tinieblas. Entonces la prensa lucha con éxito, porque cuando tiene razón, vence y destruye los atentados y pulveriza las arbitrariedades.

Por otra parte, la discusión en la prensa, previamente a la resolución final de un asunto, puede evitar torpezas abortadas por la irreflexión o la ignorancia. Y entonces el funcionario (nos referimos a los honrados; los pillos ensordecen cuando juega la conveniencia) que ha hecho la anatomía de la discusión, recoge los elementos sanos, los ordena y los patrocina en su resolución, después del análisis delicado de la bondad de las argumentaciones debatidas.

Refiriéndonos al caso que motivó la indicación del estimado colega, nos parece que no debemos esperar  la sentencia definitiva para discutirla; es decir: no debemos esperar que la verdad legal sancione este principio desquiciador y turbulento: existe el delito de difamación a la autoridad. Al contrario, la prensa toda del país, porque a toda interesa la reconquista de los principios constitucionales conculcados, debe discutir un acto que ultraja al 7º de la Constitución.

Sentimos no obsequiar los deseos del colega, y solamente esperamos mayores datos para insistir en que los tribunales de Aguascalientes riñen con la ley, cuando de periodistas independientes se trata.

Nuestro simpático colega de este nombre, que se publica en Tulancingo, Hidalgo, se ha servido dirigirnos frases nacidas de su galantería, con motivo del artículo1 que publicamos a propósito de los burdos e insolentes ultrajes a loa soberanía nacional, que una extinguida hoja extranjera tradujo del periódico sajón Los Angeles Sunday Herald.

Se recordará, que indignados por el ultraje que soezmente se hizo a nuestra querida patria, vibró nuestra alma juvenil pidiendo un castigo severo para nuestros gratuitos e ingratos denostadores.

También se recordará, que ningún castigo se impuso a tan arrogantes extranjeros, por más que la prensa nacional, sin distinción de matices políticos, protestó, tanto al ultraje, como de nuestra debilidad y afeminamiento al permitir que impunemente se injuriara a la Nación.

Damos las gracias a nuestro querido colega por su galantería de haberse acordado de «REGENERACION» y de habernos dedicado su brillante pieza literaria.


1 Véase supra, art. núm. 72.

Desde que el Sr. Lic. y Coronel D. Vidal de Castañeda y Nájera1 es Director de la Escuela N. Preparatoria, el régimen de ella se reviste de un absolutismo  y de una deficiencia que no producirán frutos sanos, sino florescencias morbosas que arrojarán a la lucha del porvenir, una generación enclenque y vacilante. En la Escuela preparatoria se deforma moral e intelectualmente a la juventud estudiosa y se le reprime su vigor y energía con prácticas nocivas de una rigidez militar.

La juventud no debe tener el mal ejemplo de una organización tiránica. La rigidez excesiva, produce en ella el relajamiento del sentido moral. La voluntad quebrantada con disposiciones inútiles y necias, deforma el carácter. El ejemplo constante de la tiranía mediocre y burda, pervierte los principios sanos. La juventud preparatoriana, tiene a la vista el mal ejemplo de una tiranía tosca ejercitada por empleados (hay sus excepciones) carentes de educación y sobrados de modales altaneros, y la juventud se irá deformando hasta entrar a la vida práctica sin aspiraciones, sin energías, sin carácter y sin vigor.

Veamos algunos ejemplos de disposiciones inconvenientes.

Las labores de la Escuela se marcan a toques de campana. Hay una disposición por la que los alumnos no pueden salir del edificio, sino hasta que esta suene. Sucede con frecuencia, que los profesores no suspenden sus clases en el momento preciso del toque de la campana, sino dos o tres minutos después. Los alumnos de esa clase estarán obligados a esperar nuevas campanadas para poder salir del edificio, lo que les hace perder una hora o más. Este es un inconveniente grave, porque hay alumnos que tienen otras ocupaciones y que las desatienden por causa de la disposición absurda referida.

En el Colegio chico, hay un salón que se llama de Estudios. Allí se hace estudiar a los alumnos. Lo más natural parece que cada uno estudiase o no como mejor le pareciese; pero en la Escuela Preparatoria se acostumbra el estudio obligatorio, a cuyo efecto, un empleado vigila a los alumnos para obligarlos a estudiar. Nosotros creemos que el estudiar o no, debe ser voluntario por parte de los alumnos, porque parece que el estudio obligado no encaja en jóvenes que no tienen voluntad para ellos. De todas maneras perderán el tiempo, y si el alumno no desea estudiar tendría que afectar que estudiaba, lo que desarrolla en los jóvenes la hipocresía.

Por falta de espacio, no referimos otras disposiciones igualmente banales y desprovistas de necesidad. Tiempo tendremos para ir presentando a la Escuela Preparatoria, tal como es, es decir, tal cual la ha organizado su actual Director, impuesto caprichosamente, ya que no por su talento y ciencia.


1 Vidal de Castañeda y Nájera. (1833-1903). Abogado capitalino. Participó en la Convención de la Unión  Liberal de 1892, punto de origen de los llamados ‘científicos’. Director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia (1872); director de la Escuela Nacional Preparatoria (1880-1900).

A pesar de la afirmación del Gral. Díaz, sobre que la seguridad reina en la República, acaba de acontecer un asalto escandaloso en Tlalnepantla.

Varios facinerosos penetraron escalando muros y fracturando cerraduras, al Juzgado de 1ª Instancia de esta cabecera de Distrito. Los bandidos se apoderaron del numerario allí existente y de las pistolas depositadas como instrumentos de delito. No contentos con haber saqueado el Juzgado, extendieron su correría hasta el departamento Municipal y poco faltó para que hubiese visitado también la prefectura.

Lo extraño del caso es, que el edificio asaltado se halla en el centro de la población y que las huellas del escalamiento están frente al cuartel en que se encuentra un destacamento de rurales, sin que este se hubiese apercibido de la presencia de los ladrones.

De esos actos de bandolerismo, dan cuenta las hojas periodísticas con frecuencia alarmante. No debe ser, pues, muy efectiva la seguridad en la República.

El inteligente abogado presenta un último cuadro, que califica justamente de significativo y desconsolador, porque él da toda la medida de nuestro desequilibrio funcional y de la inercia pavorosa de las grandes masas a los estímulos de la civilización.

El cuadro es el siguiente:

Población total de la República: (en 1895) 12 491 573.
Personas que saben leer y escribir 1 782 822.
Personas que saben leer, pero no escribir 323 336
Número total de personas que han recibido instrucción elemental 2 106 158
Población absolutamente analfabeta 10 385 415.
Se deducen los niños que no tienen edad escolar 2 338 434
Población total que tiene edad para aprender y no ha recibido ninguna instrucción elemental 8 046 981.

La elocuencia brutal de esos guarismos imperturbables y severos, “está poniendo a descubierto (dice el señor licenciado Raigosa) la extensión y profundidad de la llaga que desintegra los tejidos del cuerpo de la patria, y derrocha en pura pérdida lamentable, el tesoro de tantas potenciales energías como se escapan a torrentes, desprendidas, inútiles, ignoradas, en vez de dirigirse por las arterias del organismo nacional, a las fuentes de vida, de vigor y de progreso.”

Ante esos datos y esas autorizadas palabras, se confirman nuestras aseveraciones sobre que nuestra realidad nacional, está muy lejos de las declamaciones insubstanciales de la prensa asalariada, nacional y extranjera. Nuestro progreso, no se despoja todavía de sus pañales, por más que quiera cubrirse su desnudez con el atavío brillante de oropeladas afirmaciones dogmáticas. Cuando la cruel elocuencia de los guarismos desgarra ese atavío, llega el estremecimiento de la realidad pavorosa que sintió el jefe del Ejecutivo cuando oyó ese discurso, por más que un ministro hubiera deseado paliar la situación llamando exageraciones al saldo de una estadística, más o menos errónea, pero no por eso menos tangible y abrumadora.

He aquí nuestra realidad nacional: por una parte, el adelanto material de la República, el único hasta cierto punto efectivo, con 14 573 kilómetros de ferrocarriles, 45 740 kilómetros de líneas telegráficas, construcciones y reconstrucciones de fincas, edificios públicos construidos, con un valor nominal exagerado y un valor efectivo insignificante, edificios escolares inadecuados y peligrosos, etc., etc., y por la otra, el adelanto intelectual, rudimentario, nebuloso, vacilante, con el contrapeso enorme de ocho millones de analfabetos. Total: una vestidura brillante, mucha pompa, mucha alharaca, mucha claque, mucho humo, ocultando una civilización rudimentaria que ni con mucho nos hará libres, ni con mucho nos hará respetables.

Ya está arrojado con mano firme sobre el bufete de nuestro gobierno el saldo de nuestra pretenciosa civilización. Veamos si continúan nuestros gobernantes cruzados de brazos ante el pavoroso problema.

Los desaciertos administrativos del Gobierno de Jalisco, parece que tienden a la ruina de esa entidad federativa que cuenta con vastos elementos de vitalidad y energías. El pueblo jalisciense se ha distinguido por su laboriosidad y talento. Tiene un foro ventajosamente reputado y entre sus industriales y comerciantes hay energías bien encarriladas. Pero su adelanto se ha estancado, porque la deficiente labor administrativa del Sr. Curiel pone un valladar a todas las energías y un obstáculo a todos los progresos.

Los hombres de iniciativa, los que proporcionan la vitalidad a un pueblo, han huido de Jalisco ante un error económico lamentable: la oposición de la legislatura a conceder franquicias a las industrias nacientes.

La avaricia es una mala consejera, y más aún aplicándose a elementos que van a sumarse a la actividad general. El Gobierno de Jalisco es avaro ante el progreso del Estado y se muestra manirroto para favorecer personalidades ineptas de la camarilla oficial.

La avaricia opuesta a las solicitudes de franquicias, aleja al elemento activo vigoroso, que va en busca de otro Gobierno más liberal y que mejor comprenda los rudimentos económicos. Jalisco pierde entonces un elemento activo, porque su Gobierno ha descuidado conceder algo que después recobrará con creces. La industria que nace con vacilaciones y tropiezos, necesita franquicias que la alienten y vigoricen y no exacciones que la empobrezcan y consuman. Los impuestos excesivos, la matan al nacer. Por el contrario, la exención de contribuciones prolongan una vida próspera, que se sumará después al adelanto del Estado, y a la mayor producción de rentas de éste. Puede citarse como ejemplo el Estado de Nuevo León, cuyo Gobierno ha acogido liberalmente a los industriales haciéndolos prosperar con las concesiones de franquicias provechosas.

Pero el Gobierno de Jalisco desatiende esos principios económicos, espoleado por su afán de acumular rentas que después se invierten en contratos onerosos, torpes e ineficaces, como el del saneamiento. Su codicia ahuyenta a los hombres de empresa y empobrece al Erario. En cambio, se decretan crecidos impuestos sobre el pequeño comercio, el que también desaparecerá, cuando se convenza de que los productos sanos de sus esfuerzos se dividirán con el Gobierno, un socio que en vez de producir, consume.

Nos afecta cordialmente la situación precaria de Jalisco, que nos da el espectáculo de un pueblo vigoroso y apto, que será aniquilado por los errores administrativos de su Gobierno inepto.

Seriamente llamamos la atención del Gobernador de Puebla acerca de lo que acontece en Tecamachalco.

Se nos dice, que por cualquier motivo, se destierra a los habitantes del Distrito que tienen el suficiente valor civil para echar en cara al Jefe Político su mala administración.

También se nos dice, con detalles que horrorizan, que a cualquier ciudadano se le imponen, por motivos fútiles, penas demasiado  fuertes en consideraciones a faltas cometidas, que muchas veces, y son las más, nunca han existido. Las multas son exorbitantes y las arbitrariedades se suceden día por día. Ha habido multas que ascienden a seiscientos pesos.

Recuérdese la atmósfera que se formó el Jefe Político de Tecamachalco cuando lo fue de Acatlán, y que, por su mala gestión, se le destituyó. Pero como nuestro actual modo de ser se reduce en complacencias, en vez de nulificar la personalidad oficial de dicho funcionario, se le ofreció y aceptó la jefatura de Tecamachalco, gracias a las influencias y favores de que goza un Coronel llamado Jesús García, íntimo del Gobernador Martínez.

Si no se destruye a este Jefe Político puede decirse que el Estado de Puebla es uno de los que más sufre con su mala administración y mucha política.

Vamos a consignar otras tropelías cometidas por autoridades de Sinaloa, para que se vea que no hablamos de memoria, cuando decimos que la Administración pública de aquel Estado, marcha a la par si no es que atrás de los más atrasados pueblos de la tierra.

Tres individuos fueron acusados de robo por un arriero en el rancho de Pozole, de la jurisdicción de Villa Unión, Sinaloa, a donde fueron conducidos con lujo de fuerza y de crueldad.

El Director Político Jesús Mora, que debe tener en su ascendencia a Pedro Arbués, ató los pulgares de las manos de los acusados y los mandó suspender de un árbol; en esa posición se le azotó cruelmente, al grado de que alguno de aquellos infelices se desmayó. Después se les amedrentó de repetir con ellos la misma operación, si no confesaban su delito.

Uno de los acusados, Pedro Estrada, pidió amparo por teléfono al Juez de Distrito, y esté ordenó que quedaba a su disposición el quejoso. Pero el Director Político, en lugar de acatar el ordenamiento del Juez de Distrito, remitió a los tres acusados a la Prefectura de Mazatlán, que está a cargo del Lic. Manuel L. Choza, que tiene grande influencia con el Gobernador Cañedo, y por esta circunstancia, puede cometerlas arbitrariedades que tenga por bien.

El Lic. Choza, consignó a los acusados al servicio de las armas y entonces volvió Estrada a pedir amparo, pero su gestión tuvo la misma suerte que la anterior, pues no obstante haber ratificado el amparo dentro del término legal, Choza, contra el ordenamiento de Juez de Distrito, éste se negó a poner al quejoso a su disposición de la autoridad federal, consignándolo arbitrariamente a un cuartel.

Los otros acusados, Antonio Barragán y Tomás López, también pidieron amparo pero el Juez de Distrito de Sinaloa se ha mostrado indiferente a la queja, sólo por que Choza es hijo político del Gobernador Cañedo, y además, Diputado.

De donde se infiere, que en Sinaloa, hasta la autoridad federal se muestra complaciente cuando se trata de halagar al poderoso.

Ya ampliaremos los detalles. Por lo pronto diremos, que desde el 8 de Diciembre permanecen presos los acusados, sin haber causa justificada para ello.

Niéguesenos ahora, que es cierto todo lo que decimos acerca de Sinaloa y de su impopular y funesta administración, en la que los parientes del gobernante hacen su voluntad.

En uno de nuestros números anteriores consignamos la nota1 del atropello de que fueron víctimas varios distinguidos caballeros de Hermosillo, por el delito de ser desafectos a la mala administración del Gobernador Izábal de Sonora.

El atropello no sólo se hizo odioso por su injustificación, sino por el lujo de vejaciones a que estuvieron sujetos los caballeros en cuestión, quienes fueron encerrados en inmundos calabozos infestados de asquerosas alimañas, haciendo que se les prohibiera el uso de lechos y otros muebles indispensables para que los atropellados gozaran de una relativa comodidad en su injusto cautiverio.

Tales hechos demuestran que Izábal sólo trató de ejercitar sus venganzas, teniendo como instrumentos a autoridades desalmadas.
Mal camino toman esos esbirros, que para quedar bien con un gobernante déspota y arbitrario, ahogan sus sentimientos de hombres, convirtiéndose en verdugos sin conciencia.

Con esas vejaciones acaba de desprestigiarse (si es que alguna vez ha tenido prestigio) la torpe administración sonorense.


1 Véase supra, art. núm. 241.

Vibrante de indignación y virilidad, ha escrito el inteligente y enérgico Abogado de D. Antonio Díaz Soto y Gama, una Protesta contra los graves atentados que les fueron inferidos por los clericales a la judicatura de San Luis Potosí. Los hechos ultrajantes que esta protesta retrata, los detalles de la conducta del Juez Carrizales y del Agente del Ministerio Público, Mariano Niño, el lujo de arbitrariedad despegado con audacia por estos funcionarios ineptos, lastiman y enardecen y la indignación se resuelve en protesta enérgica como la del Lic. Díaz Soto.

Dicho letrado acompañaba al Sr. José María Facha, liberal valiente de San Luis Potosí, torpemente enjuiciado por el asunto llamado de las Calaveras, que conocen ya nuestros lectores.1 El Sr. Facha desahogaba una cita del Juez Benito Carrizales, clerical empedernido y servidor del Obispo Montes de Oca. Carrizales se indignó porque el Sr. Facha concurría acompañado de su patrono, y olvidando el respeto que se debe a los caballeros y el cargo que desgraciadamente se le ha confiado, abusó de su poder, atropelló la ley, burló la justicia, olvidó las conveniencias sociales, demostró su carácter inadecuado y rudo y arrojó del Juzgado, con auxilio de la fuerza pública a las dos personas mencionadas. En este acto de suprema e irritante autocracia, estuvo complicado el Agente del Ministerio Público, Mariano Niño.

El Sr. Lic. Díaz Soto ha acudido a los Tribunales acusando a estas autoridades arbitrarias. Los Tribunales abrirán los oídos a la consigna y los cerrarán a las justas quejas de dos ciudadanos vejados. Pero la opinión pública vapuleará sin piedad alguna a estos malos funcionarios, y a este efecto, desde las columnas de REGENERACIÓN levantaremos la voz para que nuestros lectores conozcan a esos individuos, tristemente célebres en la judicatura potosina.

Aplaudimos la actitud viril del Sr. Lic. Díaz Soto Gama, sintiendo únicamente que otras energías semejantes que deben existir en la República, no levanten también una protesta cuando las autoridades las despojan de sus garantías individuales y de sus fueros de hombres.


1 Véanse supra, arts. núms. 170, 182 y 186.

El desenfado con que se ve todo lo que concierne a la selección en el personal de la judicatura de la República, produce hechos como el que pasamos a relatar.

Desempeña el cargo de Juez de 1ª Instancia de Arizpe, Son., un Lic. Ignacio Bustillo. No se distinguió allí ni por su talento, ni por su laboriosidad, ni por su buen manejo, lo que originó su destitución. Este hecho debió haber cerrado las puertas de la judicatura a un hombre nocivo para ella; pero el Gobernador Izábal, que gusta de rodearse de un personal no escogido entre los elementos provechosos, llamó al ex-juez y creó para él un nuevo Juzgado de 1ª Instancia en Guaymas, que desempeñará el Lic. Bustillo tan mal y desacertadamente como el de Arizpe.

Con ese acto, el Gobernador de Sonora protege a una persona que mereció una destitución por inepta, y lo protege dándole un empleo en el mismo ramo de justicia y en un lugar de mayor categoría que Arizpe.

Tienen razón los sonorenses en su disgusto por la mala administración del Gobernador. El hecho relatado demuestra su escaso deseo de procurar el progreso de Sonora, pues en vez de rodearse de elementos provechosos, busca aquellos perjudiciales que están marcados con el sello de una destitución vergonzosa.

Otras nuevas energías, viriles y energéticas, acaban de entrar a la lucha periodística, para sostener, con franqueza y lealtad, los ideales republicanos y democráticos.

Nos referimos a El Monitor Liberal, cuyo primer número tenemos a la vista.

Su programa es sugestivo y es simpático; en él se ve el ansia de este pobre pueblo oprimido y sediento de libertad y de progreso, de ese progreso con el que tanto soñamos y que está muy lejos del oropelado y claudicante actual.

Los nombres de los ilustrados periodistas, Sres. José Manuel Villa2 y José P. Rivera3, son por sí solos, una garantía de que El Monitor Liberal, sostendrá vigorosamente su programa.

En efecto, los Sres. Villa y Rivera, siempre han luchado, como periodistas, en el grupo independiente y liberal.

Comprenden bien los citados señores, que este asfixiante medio de servilismo político, en el que las energías francas, en un momento de decepción, han arrojado el escudo y hecho pedazos las armas, para entregarse cobarde y vergonzosamente a la voluntad y al capricho de sus enemigos políticos, que abusando de los espíritus afeminados, baten palmas para cantar un paz, que es la de los siervos; que este asfixiante medio, en el que con la muerte de la vergüenza, la libertad ha fallecido, porque no habiendo valor para arrojar el guante, ni entereza para manifestar los ideales, la arbitrariedad sale de su escondrijo para infestar las conciencias, maniatando las voluntades, comprenden, estamos seguros, que si ese medio no se corrige, las instituciones están amenazadas de muerte.

Reciba El Monitor Liberal, nuestras más calurosas felicitaciones y nuestros vehementes deseos de que su labor, que es la de los hombres libres, sea eficaz, circunstancia que será el mejor premio de sus esfuerzos.

Nosotros también nos felicitamos de que haya salido al combate un nuevo órgano independiente y liberal, ya que por desgracia parecíamos condenados a soportar la insulsa prensa semioficial y oficiosa, que encuentra muy natural la torpe alianza sin tasa ni medida.

¡A luchar!


1 El Monitor Liberal, ‘Semanario anticlerical e independiente’ México, D. F. (1901). Dir. José  P. Rivera.
2 José Manuel Villa. Periodista. Jefe de redacción de El Diario (1906-1914) , periódico fundado  por Juan Sánchez Azcona, que transitó de la oposición al régimen de Díaz al huertismo bajo la dirección de Manuel Flores.
3 José Primitivo Rivera. (1869-1916). Escritor y periodista veracruzano. En la ciudad de México, colaboró con El Monitor Republicano y El Diario del Hogar y dirigió El Monitor Liberal. En Veracruz fue redactor de La Opinión y de La Voz de Lerdo. En 1890 participó en la edición de la colección Liberales ilustres mexicanos. Profesor del Instituto Veracruzano. Miembro del  PLM.

No hace muchos días que el Juez 1º de 1ª Instancia de Hermosillo, Son., tristemente celebre por ser escogido para cometer arbitrariedades en nombre de un Gobierno despótico, sentenció al señor Belisario Valencia, Director de los valientes colegas El Sol y La Luna, a sufrir un año de prisión, a pagar mil pesos de multa y al decomiso de la imprenta en que se editaban los referidos colegas.

Hasta el cansancio hemos protestado viril y enérgicamente, contra estos atentados a la libertad de imprenta, por que ellos significan también, un atentado a las ganancias individuales. Nos indigna que autoridades arbitrarias, se despojen de su misión elevada, para atender las indicaciones torpes y bochornosas, de autócratas que no cuentan con la simpatía popular. El Director de El Sol, combatió dentro de los términos legales, la imposición de un Ayuntamiento nocivo. Ejercitó un derecho y sus apreciaciones iban encaminadas al bien público. Y sin embargo, se les encarceló, sufrió vejaciones, y se le sentencia y despoja de su imprenta, de su elemento de vida, de un objeto que no puede ser instrumento de delito, a pesar de las distintas sentencias torpes que han declarado lo contrario.

Sentimos que el Sr. Valencia siga siendo víctima de la despótica administración sonorense; pero deseamos que en definitiva, sabrá la Suprema Corte destruir enérgicamente las violaciones de garantías que abundan en este proceso.

Contra la inquina oficial; contra las gasconadas de un Juez de celebridad poco envidiable y con aplauso del público sensato, ha vuelto a la vida de combate el enérgico semanario liberal «El Hijo del Ahuizote,» que por su valor para descubrir las llagas del poder, se vio perseguido, decomisadas varias imprentas y sus redactores encarcelados por supuestos delitos, torpemente confeccionados, para sufrir después la más inicua de las penas, con la adicional, torpe y grosera, de prohibición de leer y escribir.

Con sumo valor hemos visto su reaparición, porque «El Hijo del Ahuizote,» es un defensor incansable de nuestras instituciones y un vapuleador tenaz de los malos gobernantes.

Reciba nuestro estimado colega nuestra bienvenida. Estaremos con él en la lucha, para vencer o sucumbir.

Que no sufra más percances psicológicos, es nuestro ardiente deseo.

La prensa independiente de Jalisco, la que franca y lealmente cruzando sus armas con la administración curielista, la que ha venido descubriendo honradamente las malsanas combinaciones políticas que han hecho de Jalisco una burla y de la opinión pública una farsa, ha formado una asociación de energías recientemente eslabonadas por la comunidad de ideas y paridad de sentimientos. Ha surgido, pues, viril y potente, la Asociación de la Prensa Independiente de Jalisco.

La idea surgió del poderoso cerebro del personal de nuestro querido colega El Paladín, y fue aclamada por El Diario de Jalisco, Juan Panadero, El Sol, La Linterna de Diógenes, La Libertad, El Heraldo, El Tapatío, El nieto de Juan Panadero, El Mal Herido, y Jalisco Libre, grupo compacto de energías que luchan con la nobleza de las buenas causas.

Ya nos ocuparemos detenidamente de la significación que tiene ese grupo potente y simpático, al que envía.

Alguna hoja semioficial u oficiosa del desventurado Estado de Veracruz, malhumorada contra nosotros porque no somos afectos a la pésima administración de D. Teodoro Dehesa, pretende hacernos derramar la bilis, declarando que REGENERACIÓN es un hongo.

El mote está mal puesto, y lo está, por que los hongos vegetan, esto es, viven su insignificante vida a la sombra de los poderosos, a los que chupan la savia, sin la que jamás habrían existido.

REGENERACIÓN por el contrario, siempre ha vivido y vivirá al aire y al sol, ¿por qué? Porque su labor franca y sin embozos, está destinada a desenmascarar el abuso; a hacer que se haga justicia con los jueces venales, que trafican con ella como cualquier negrero portugués; a hacer resaltar la hediondez del mal gobernante, y a dar a conocer a los déspotas de sable y a los tiranos del bonete.

¿Y para quién trabaja REGENERACIÓN? ¿para el poderoso? No; para el pueblo, es decir, para el caído, para el pobre, para el humilde; para el pueblo trabaja, y por lo mismo, no puede vivir a su sombra, porque entre nosotros, aunque debiera serlo, no es el poderoso el pueblo, sino el mal gobernante a cuya sombra medran los hongos que asalaria.

Está a revisión ante la Suprema Corte, la sentencia que pronunció el Juez de Distrito de Campeche en el amparo que solicitaron los Sres. Salvador Martínez Alomía y Manuel Gutiérrez Zamora, Director y colaborador respectivamente de nuestro estimado colega El Reproductor Campechano, contra actos del Juez de los Criminal de aquella Ciudad, que los encarceló arbitrariamente porque con energía hicieron notar las deficiencias graves y las llagas que oculta la ruda o ineducada policía campechana.

Inútil parece decir que el Juez de Distrito negó el amparo. Ya nos ocuparemos de los fundamentos de su sentencia; pero no dejaremos pasar inadvertido el hecho de que, dicho Juez, se permitió asentar en su fallo, que los quejosos carecían de moralidad.

El Juez de Distrito no debió aventurar esa apreciación que no estaba al debate. Debió limitarse a descubrir si se habían violado o no garantías constitucionales. La extralimitación en el fallo hasta la apreciación difamatoria de las condiciones morales de un procesado, descubre complicidad con las autoridades locales deseosas de una venganza innoble. Los Jueces de Distrito deben huir de las politiquillas más o menos cenagosas de provincia. Y lo que decimos de Distrito, conviene también a otras autoridades superiores que se coluden, por afinidad de sentimientos y degeneración moral, con las autoridades locales para prolongar indefinidamente la resolución de un asunto o para trastornar el criterio de los demás con el andamiaje sofístico de una discusión reprobada.

Continúan los buenos frutos debido a las energías de los buenos ciudadanos agrupados de los Clubs Liberales de la República.

El Club Liberal Regenerador de «Benito Juárez» de Cuicatlán, Oax., acaba de obtener un triunfo liberal.

Los miembros del Club supieron que el cura de Cuicatlán había ordenado, que la noche del 31 de Diciembre último, se echaran a vuelo las campanas desde las ocho de la noche, y como con tal acto se violaban las leyes de Reforma, se apresuraron a ponerlo en conocimiento de la primera autoridad política, la que sin importar la bochornosa superchería que ha dado en llamarse política de conciliación, ordenó que se impidiera el repique proyectado.

Como apuntamos, las energías triunfan, y bueno es que lo sepan los timoratos y los indiferentes.

Saben ya nuestros lectores1, que los Srs. Dionisio González, Arturo Serna, Lic. Manuel R. Parada, Ramón Oviedo y J. M. Paredes, fueron encarcelados arbitraria y escandalosamente, sin motivo legal alguno. Se dice, y es de creerse, que se trata de una venganza política, porque dichos caballeros tomaron parte activa, como miembros del Club «García Morales,» en las pasadas elecciones municipales, combatiendo enérgica y virilmente a la candidatura oficial.

El Juez 1º de 1ª Instancia, Lic. Germán Velasco, que siempre se ha distinguido por sus procedimientos arbitrarios, decretó la formal prisión de los acusados, quienes ocurrieron al amparo federal solicitando la suspensión del acto reclamado.

El Sr. Juez de Distrito de Nogales, que no gusta de coludirse con las autoridades arbitrarias, suspendió el acto, hizo que los procesados fueran remitidos a su disposición y les concedió la libertad bajo de fianza que solicitaron.

Los referidos señores han vuelto a Hermosillo, por lo que los felicitamos cordialmente.

Muy digna de aplauso es la actitud levantada del Sr. Juez de Distrito de Nogales. La autoridad federal es la única que puede salvar a las víctimas de estos ataques rudos y arbitrarios, que producen el escándalo en la sociedad honrada. Felicitamos al señor Juez referido, porque, muy distinto a los otros, no admite la complicidad bochornosa que pretenden las autoridades locales carentes de sentido moral.


1 Véase supra, art. núm. 241.

Se acercan para la patria días de gloria. Las energías particulares, desdeñando nuestra vieja y perniciosa costumbre de esperar del poder toda iniciativa benéfica, alistan en estos momentos sus mejores armas para lanzarse con valor y entereza al campo de la lucha por la libertad.

En estos momentos los ciudadanos de buena voluntad de la República preparan su viaje para dirigirse a la ciudad de San Luis Potosí, que es hoy la Jerusalén de nuestros ideales democráticos.

El próximo día 5 de Febrero se reunirá en dicha ciudad el Gran Congreso Liberal.

Al contrario del fanatismo religioso, que doblega la cerviz ante un hombre valetudinario cuando siguiendo al cura egoísta y embaucador atraviesa el océano para llegar lleno de unción y de farsa a la adusta y empalagosa Roma, los buenos liberales mexicanos se presentarán con la frente alta, iluminada de noble orgullo, a la ciudad de San Luis Potosí. Y van con la frente alta porque no van a pedir como el fanático, sino a exigir como el ciudadano. Van con la frente alta porque conocen que son libres, porque conocen sus derechos, porque saben bien que sólo los culpables están obligados a bajar la cabeza, y sólo el servilismo y la bajeza pueden doblar las rodillas.

A la libertad hay que verla de frente y no apartar la vista de ella porque se disipa. El que titubea sale derrotado; el cobarde recibe como recompensa el grillete y las esposas del esclavo.

La misión que va a desempeñar el gran Partido Liberal de la República es de saludable trascendencia. En el congreso se discutirán los medios prácticos que haya para infiltrar el liberalismo en el espíritu de las masas. Allí se tratará la aplicación del remedio para contrarrestar la influencia del clero en el hogar, influencia que sólo sirve para corromper el corazón femenino, dando por resultado los crímenes a que orilla la concupiscencia monástica y la educación hipócrita y falsa de la niñez.

Se tratará también de estudiar la manera práctica de hacer efectiva la nacionalización de los bienes eclesiásticos, puestos hoy en manos de testaferros fanáticos, estudiándose al mismo tiempo la manera de lograr el aniquilamiento de la influencia política del clero y de sus adeptos, que ascienden al poder contra las protestas de los ciudadanos honrados, que ven en esos actos la ruina de nuestras libertades, que, no obstante haberlas conquistado a sangre y fuego, se ven pospuestas a esa incalificable debilidad política, que haciéndonos retrogradar, pretende entregarnos atados de manos al funesto partido que, en sus extrañas fermentaciones ha producido la traición y el crimen.

Otras muchas importantísimas cuestiones serán puestas al debate.
No obstante la bondad de la causa, no han faltado los desahogos clericales, pues acobardados los conservadores ante la actitud potente y resuelta del Partido Liberal, actitud ocasionada por la imprudencia del partido del retroceso, no han cesado de escandalizar, hasta el grado de decir que el Congreso Liberal será una injuria para la religión católica.

La maldad clerical tiene que calumniar para combatir. Nunca ha sido noble la lucha de ese partido de sombras y de ruinas. Esa maldad no se ha tentado el corazón, porque no lo tiene, para decir que el Congreso Liberal es un peligro para la tranquilidad pública.

El Congreso Liberal no es un peligro para la tranquilidad pública, es un peligro para las maquinaciones del clero corrompido, como los gendarmes son un peligro para los malhechores.

El criminal tiembla cuando sabe que se le espía, que se observan de cerca sus manejos: por eso es por lo que los conservadores tiemblan al solo anuncio del congreso; porque comprenden la importancia de éste, y ellos no tienen limpia la conciencia.

Pero contra las calumnias de la clerigalla, los ciudadanos honrados aplauden la celebración del congreso, que es un acontecimiento en esta época de debilidades e infames contubernios con los jurados enemigos de la libertad. Aplauden los ciudadanos honrados, porque comienza el renacimiento de nuestras muertas instituciones, que dará como sazonado fruto la regeneración política y social.

Indignado se muestra el Jefe Político de Tecamachalco, Pue., por las noticias relativas a su desacertada administración, que han visto la luz en nuestro periódico.

En el Estado de Puebla, la justicia es un mito, y se atropella a los ciudadanos para satisfacer innobles venganzas. Pero lo que más irrita, es que esos atropellos cometidos por las autoridades, quedan en la más escandalosa impunidad.

El Jefe Político de Tecamachalco, a fin de averiguar el nombre de los corresponsales que nos remiten noticias, comete vejaciones contra las personas, encarcelándolas, y obligándolas de mil maneras a que denuncien a nuestros informantes.

Para conseguir su objeto a puesto preso a nuestro señor Monter, (que no sabemos quien será, pues no es nuestro corresponsal), amenazándolo con consignarlo al servicio de las armas, si no descubre a los corresponsales de REGENERACIÓN.

Ya que este Jefe Político arbitrario y caprichoso, se muestra tan severo cuando se denuncian sus malos actos oficiales, bueno es que se corrija, pues no está bien que en virtud de estar apoyado por el Gobernador Martínez, se sirva de esa protección para ejercitar sus venganzas.

Urge la destitución de ese Jefe, que sólo sirve para hacer más escandaloso el desbarajuste que reina en la pésima administración del Estado de Puebla.

También urge que se le haga renunciar al Gobernador Mucio Martínez, como se hizo con Mercenario.

El Imparcial, periódico semioficial, que no es ni mexicano ni extranjero, ni liberal ni conservador, sino una hoja repleta de burdas alabanzas y torpes lisonjas, ataca rudamente a la administración de Justicia, tanto, que nosotros no nos atreveríamos a hacerlo sin vernos perseguidos tenaz y furiosamente por el elemento oficial.

Dice ese papel, en una de las gacetillas que ha dado en habilitar de editoriales:

«Hay un individuo que cuenta con veintitrés entradas a la cárcel de Belém, muchas de ellas por robo y por estafa, y siempre ha salido absuelto.»

Si lo anterior no es un ataque directo y formal a la administración de la justicia, no sabemos cómo calificarlo.

Se ve pues, que hasta el papel semioficial, ese que alardea tanto de nuestro progreso y nuestro negativo crédito y se enronquece hablando de la buena administración actual, este mismo papel, se desmiente al decir que los criminales gozan de impunidad, circunstancia que en nada favorece al cacareado progreso.

Bien aconsejamos cierta vez al Gobierno, cuando le dijimos que haría bien en quitar la subvención a los papeles semioficiales, que sólo sirven para desprestigiarlo.

De todos modos, nos alegramos de que el papel semioficial esté de acuerdo con nosotros al atacar la pésima administración de justicia.

El Estado de Yucatán, mal administrado por un gobernador que no tiene empacho en dar oídos a los conciliábulos de sacristía, y de prestar atención a las disolventes doctrinas de la cátedra sagrada, suspirando por la época en que gozaba del favor de Maximiliano, ese lejano Estado, sufre las consecuencias de tener al frente un hombre que en nada se preocupa por su adelanto.

Nuestro corresponsal en Mérida, nos pone en conocimiento de la triste situación que guarda el proletariado en Yucatán. Nos dice, que los Jefes Políticos son otros tantos sátrapas, que abusando de la ignorancia del pueblo, obligan a los ciudadanos a prestar servicios personales sin la correspondiente retribución, remitiéndolos entre fuerza armada a los trabajos del ferrocarril S. O., distantes más de ciento cincuenta kilómetros de sus hogares.

Sucede, que si el trabajador forzado está enfermo o se excusa a emprender la marcha, se le exige la suma de cuarenta pesos para reemplazarlo; reemplazo que nunca se hace efectivo.

Cuando, cumplido el plazo, regresan a sus casas los infelices forzados, se les obliga a prestar otra clase de servicios, y si no los pueden prestar, se les cobra cuatro pesos, repitiéndose tan odiosa contribución, tres veces durante un año. De modo, que las familias quedan sin sustento, sólo porque así place a los tiranuelos del pueblo.

Esta vergonzosa esclavitud, trae serios prejuicios para la paz y el orden que deben reinar en la República, paz y orden de que tanto alarde hacen los incondicionales aduladores del Poder, en su afán de atraerse sus favores.

Esa esclavitud ha dado por resultado el levantamiento de Yoksonot1 y otras poblaciones del Estado de Yucatán, que han tomado las armas, uniéndose a los mayas rebeldes, que son los enemigos jurados de la civilización.

Esa situación anárquica, no es más que el resultado de las vejaciones y atropellos de que son víctimas los ciudadanos, que no obteniendo justicia y viendo violada la ley, han creído encontrar la venganza destruyendo la paz.

Urgentísimo es evitar esas extorsiones contra el desheredado. Es urgente para el buen nombre de la República y para que no sucedan más levantamientos como los que hemos apuntado, ocasionados por autoridades arbitrarias y despóticas.

Lo conveniente sería poner al frente del Estado a un gobernante liberal y progresista, que tenga ideales sanos y no de oídos a los conciliábulos de sacristía, ni preste atención a las disolventes doctrinas de la cátedra sagrada.


1 Refierese al alzamiento, el 19 de noviembre de 1900, de 250 hombres de los pueblos de Yokdzonot y San Antonio Muyil, partido de Tizimín, los que, bajo la dirección del cacique José María Puc, buscaron obstaculizar las operaciones de las fuerzas federales participantes en la última escalada de la Guerra de Castas. Fueron inmediatamente dispersados y capturados por la Guardia Nacional.

La torpe administración del estado de Veracruz, nos había de dar tema para nuestras censuras, un tanto amargas, pero justificadas siempre.

Un pésimo escritor clerical, José Ascensión Reyes, bastante conocido con el seudónimo de Anabasis, por haber garrapateado en cuanta hoja conservadora ha obtenido hospitalidad, tuvo la humorada de ensuciar la historia patria, cuando no encontró cabida en los papeles clericales.

Pero lo que irrita, no es que ese individuo haya ensuciado la historia, sino que su obra sirva de texto en las escuelas oficiales de Orizaba, corrompiendo a la niñez con enseñanzas que son una burla y un ultraje a nuestras instituciones.

Si las instituciones democráticas y liberales han muerto para nosotros, siquiera que se respete su cadáver y no se le profane con producciones que harían sentir terror a un sepulturero; que se respete su cadáver y no se le ensucie con la pestilente bacanal de la clerigalla, pues es malo que el vino de los festines monásticos ensucie el gorro frigio de la democracia.

El libelo está plagado de doctrina conservadora, tal como la entienden el autor y sus adeptos. Al tratar del fusilamiento del traidor Iturbide, para quien la nación no ha tenido aún las frases suficientemente duras para calificarlo, se deshace en lloriqueos de mujer, diciendo que México es la única nación del mundo que ha fusilado a su libertador y que ese parricidio atrajo la cólera del cielo sobre México.

Llamar padre a un traidor, solamente puede caber en el cerebro de Anabasis. En horabuena que sea padre de él, pero no de los mexicanos, que si cien cabezas hubiera tenido el tal libertador, cien veces se le hubieran cortado.

En la página 186, el libelo llama absurda a la Constitución de 1857, diciendo que nuestra carta fundamental es la injuria a la religión católica, y más atrás se lee, que es una amalgama de utopías y de ataques a la Iglesia.

Después calumnia a Juárez, diciendo que empleó tropas americanas para vencer al traidor Miramón y que nada le importaba que se ultrajara la soberanía nacional, porque su único pensamiento era conservarse en el poder a toda costa.

Tan repugnante ataque a nuestro Benemérito merece un duro castigo, pero no se impone por ser conservador el actual gobierno.

El texto-libelo calumnia al Partido Liberal cuando dice, que la intervención de los Estados Unidos en la Guerra de tres años dio el triunfo al Partido Liberal.

Sentimos sobremanera que las dimensiones de «REGENERACIÓN» no sean suficientes para exhibir crudamente toda la vergüenza que encierra ese libelo, pero sí, no dejaremos de reprochar duramente al complaciente gobierno de Veracruz, que permite que en las escuelas oficiales se injurie a nuestros héroes, y extravíe la moral de la niñez con declamaciones nacidas del veneno conservador.

En ese infame libro, el gobierno de Juárez es una deshonra para la nación.

Seriamente llamo la atención del Gobernador Dehesa acerca de tal libelo, que no esta en consonancia con el progreso de que tanto alarde se hace; ese Gobernador, si respeta las instituciones, debe procurar que se retire la obra de las escuelas oficiales, y nosotros así lo exigimos, porque nos avergonzamos de que haya gobernantes tan poco escrupulosos que permitan ensuciar nuestras legítimas glorias, sólo por satisfacer la execrable y funesta política de conciliación.

Acaba de pronunciar el Sr. Juez 2º Correccional, una sentencia absolutoria a favor del gendarme Ignacio Espinosa, quien, sin culpabilidad alguna, permaneció en la cárcel de Belén más de dos meses.

Este es un caso que revela palmariamente la desigualdad de la Justicia. Se hallaba dicho gendarme de servicio en la esquina de la 1ª de Mina y 2ª de Zaragoza, cuando tuvo que intervenir en el escándalo originado por un español soez. El español injurió al gendarme y lo golpeó. El gendarme se armó de prudencia, y en vez de hacer uso del garrote, replicó la agresión con la fuerza de sus puños. El gachupín, envalentonado, fue más brutal en su agresión y seguramente que la victoria hubiera estado de su parte, si el gendarme, después de haber caído de bruces en tierra, no hubiese hecho uso del garrote, como último recurso supremo. El resultado fue que el español presentara algunos golpes.

De la Comisaría, se enviaron a Belén al gendarme y al español, consignados al Juzgado 2º Correccional. Y se cometió la primera injusticia: el español, el agresor, el irrespetuoso para con la autoridad, el escandaloso, fue puesto en libertad desde luego; y el gendarme, cuidadoso en el cumplimiento de su deber, casi heroico, porque, a pesar de la ventajosa fuerza física de su adversario ejercitada en el continuo trafagueo de la bodega, no hizo uso del bastón sino hasta última hora, cuando peligraba el carácter augusto de la autoridad, permaneció en la cárcel más de dos meses, para que al fin se declarase su inculpabilidad.

Para subrayar más estas tremendas injusticias de los Juzgados Correccionales, diremos que el Agente del Ministerio Público tuvo en su poder el proceso, durante veinte días, en vez de los tres días que marca la ley. Por causa del Agente del Ministerio Público, a quien inútilmente rogaba la familia del procesado que devolviera la causa, Ignacio Espinosa permaneció 17 días más, encarcelado injustamente.

Como la injusticia cometida es irreparable, creemos que el Sr. Procurador de Justicia del Distrito debería vigilar más la labor de sus agentes, pues con suma frecuencia sucede, que no cumplen alguno de ellos escrupulosamente con sus deberes.

Así titula un papel semioficial a algo que quiere ser editorial.

Como de costumbre, acusa al bajo pueblo de ignorante y hasta de idiota, pero se calla decir el remedio que hay que aplicar para que ese idiotismo y esa ignorancia dejen de reinar en las bajas capas del pueblo.

Tampoco dice que no obstante los largos años que llevamos de ser gobernados por la administración del General Díaz que se ha empeñado en llamarla del progreso y de la paz, nuestro pueblo no se ha sentido beneficiado por ese progreso, ni ha experimentado los efectos de esa paz.

Veintitantos años hemos tenido la paz y sin embargo, el bajo pueblo continúa tan ignorante y rudo, como en los lamentables años de la época colonial.

Los errores populares, a que alude el papel de referencia, provienen de la falta de instrucción, que se ha descuidado, para invertir los fondos que debían destinarse al importante ramo de la educación popular, en desabridos monumentos y en edificios tan aparatosos como ridículos.

Así es que no hay que reprocharle al pueblo su ignorancia, sino a la administración, que gusta más de la pompa y lujos exteriores, que de educar convenientemente al pueblo, a fin de tener cuidados útiles a la patria.

Acaba de cumplir cuatro años de vida nuestro estimado colega El Español, dirigido por el inteligente periodista Sr. D. Ramón Álvarez Soto1.

El Español ha cambiado de nombre; ahora se titula El Paladín2.

Con el cambio de nombre, el colega ha extendido su programa, a la vez que ha mejorado su parte material e intelectual, habiendo introducido también notables mejoras en sus oficinas, decorándolas correcta y dignamente.

El Sr. Álvarez Soto, es un luchador incansable. En él se comprueba el aforismo de que con energía y constancia todo se vence. Vivía la vida obscura del obrero; pero su alma iluminada por el fuego de la convicción, le hacía suspirar por el cumplimiento de sus aspiraciones; sentía algo más de lo que siente el vulgo, y sobre todo, se sentía fuerte y ansioso por luchar.

Y comenzó a luchar, y como luchó, venció, haciendo vivir cuatro años a su periódico, aquí, donde una competencia brutal, hace abortar a las empresas periodísticas, por ricas y poderosas que sean.

Felicitamos al Sr. Álvarez Soto por su triunfo y le deseamos a El Paladín muchos años más de vida.


1 Ramón Álvarez Soto.  Periodista capitalino, además de director de El Español, después llamado El Paladín, fue editor de El Diablito Rojo, ‘Semanario obrero de combate’ en su segunda época (1908-1910) y del antihuertista Chapultepec, ‘Diario político absolutamente independiente. Ni rencores por el pasado ni temores por el porvenir’ que circuló en julio de 1914.
2 El Paladín, (antes El Español), ‘Periódico de combate, consagrado a la defensa de la raza latina y de los intereses del comercio, la industria y la agricultura’, México, DF (1901-1913); ‘Periódico liberal e independiente, del pueblo y para el pueblo’ (1914). Dir. Ramón  Álvarez Soto, ed. Isaac Batancourt.

A la sombra de la paz continúan cometiéndose atentados en el Estado de Puebla, ese Estado tan torpemente gobernador por el Gral. Mucio Martínez, sosteniendo por el Gral. Díaz contra la voluntad del pueblo poblano.

El Sr. D. Ruperto Agüeros, caballero apreciado y querido en Teziutlán, está siendo víctima de incalificables atropellos.

Una acción civil que pudiera haberse entablado contra dicho señor, la han convertido sus enemigos en acción criminal, sólo para satisfacer ruines venganzas que en cualquier otro terreno hubieran fracasado, al tratar de ejercitarlas.

En tan sucio asunto están comprometidos el Juez de 1ª Instancia José Rivera y el Administrador del Timbre Carlos Chávarri.

Por falta de espacio no tratamos en este número de tan repugnante negocio, prometiendo hacerlo en el próximo.

El Sr. Agüeros ha redactado una carta abierta al Gral. Díaz dándole cuenta de lo ocurrido.

Creemos que ha tomado mal camino el Sr. Agüeros. El Presidente, con su política contemplativa nada hará en este asunto. El siempre ofrece y da esperanzas, ofrecimientos y esperanzas que nunca se cumplen. Su frase: «Hay que tener fe en la justicia» no es más que una salida de tono para hacerse popular; pero con ella y nada, es lo mismo.

Lo que deben hacer los ciudadanos que se consideren atacados injusta y audazmente, es exigir responsabilidades a la autoridad transgresora; pero para exigirlas hay que hacerlo con virilidad y energía, por más que se sufran persecuciones inicuas y un sinnúmero de vejaciones. En suma, hay que tener valor civil.

De cualquier otro modo, se sale burlado sangrienta y groseramente.

Por otra parte, suponiendo que no se aplique castigo alguno a la autoridad arbitraria, es bastante castigo el que el público, que tiene un buen sentido que pocos conocemos, se forme de ella el concepto que merece.

Repetimos: hay que tener valor civil.

Sabemos que el Gobierno del Estado de Chihuahua, se encuentra en situación dificilísima a causa de que las entradas a la caja del Tesoro del Estado han mermado notablemente.

Esto se atribuye a la escasez de numerario que se ha dejado sentir.

Los hombres de negocios en nada quieren emprender, falta trabajo y la gente sale de la capital como de un país apestado.

El Gobierno, por su parte, está agravando la situación. Como no tiene dinero para malgastarlo en obras antiestéticas como la del teatro con que se afeó la plaza Hidalgo, procura aumentar la cuota de los impuestos, con escándalo de los comerciantes y propietarios del Estado.

Hay tendajos a los que se les quiere gravar con la cuota correspondiente a los grandes almacenes. Las casas que el año pasado fueron valorizadas, para el pago de impuestos, en $2.000, este año se les ha valorado en 8 o 10.000.

Tan anómala situación, ha producido el descontento entre el elemento productor, que ve el fruto de su trabajo correr hacia los arcones del Tesoro del Estado.

No obstante todo esto, no faltará quien proclame, hasta romperse la laringe, lo bonancible de nuestra situación, nuestro progreso y el bienestar, que se dice, experimentan los habitantes.

El toque de campana, es un estribillo obligado en todos los actos escolares. Se fijó un aviso por el que se prohibía a los alumnos pasar del colegio Grande al Chico. Sólo podrían hacerlo al toque de campana. Pero el tañido de la campana dura únicamente dos segundos, y los alumnos tienen que pasar violentamente, lo que indigna a algunos prefectos que reprenden groseramente a los jóvenes estudiantes. Ya hablaremos de algunos de esos prefectos que se portan como capataces rudos y vulgares.

Daremos ahora la preferencia a un detalle de gran importancia. En el Reglamento vigente de la Escuela. Reglamento el más impremeditado y torpe, hay varias asignaciones de curso forzoso. Tan inútiles son esas asignaciones, que las clases se efectúan una vez a la semana. Por otra parte, ese Reglamento ordena que no se admitirá a examen al alumno que haya tenido en el semestre determinado número de faltas. Para las clases semanarias se han señalado cuatro. También ese Reglamento especifica los castigos a que estarán sujetos los alumnos si alguna incorrección cometiesen.

Pues bien: algunos profesores de la Escuela Preparatoria, sin consideración alguna y sin obedecer lo dispuesto en el Reglamento sobre castigos, acostumbran penar las incorrecciones de los alumnos con la imposición de faltas de asistencia, por más que ellos sean excesivamente cumplidos. Se ha dado el caso, lo que debe reprocharse severamente, que algunos profesores de clases semanarias, señalen a los alumnos cuatro faltas de asistencia como correctivo, con lo que esos alumnos habrán perdido su derecho a ser examinados, y por tanto, habrán perdido miserablemente un semestre de estudios, por el capricho voluntarioso y necio de un profesor, a quien el Reglamento no autoriza a imponer penas de esa trascendencia y gravedad.

Esta corruptela, nunca será censurada tan severamente como se merece. Esos no son castigos, son venganzas torpes ejercidas por profesores de escaso sentido moral. Y el Director conoce esos actos reprobados y no los corrige como conoce otras deficiencias burdas, y se le escapan otras no muy accesibles, porque no a todos les es dable tener el criterio suficiente para deslindar lo conveniente de lo inconveniente, lo justo de lo injusto, lo razonable de lo irracional.

Llamamos la atención al Director de la Escuela sobre el particular. Es bien triste que en 16 años que lleva el Sr. Castañeda de estar al frente de esa Dirección, nada provechoso haya hecho, y que la Escuela en vez de adelantar, retrograde cada día más.

Dice La Voz de la Verdad1, colega conservador de que se publica en Oaxaca, que la idea llevada a cabo por el Gral. Díaz durante el tiempo de su administración, ha llenado las aspiraciones de todos los mexicanos de buena fe, que trabajan por el feliz porvenir de su patria.

Se refiere el colega a la llevada y traída empresa de la unión de todos los mexicanos, que se atribuye al Gral. Díaz.

Esa unión a que se refiere el colega clerical, la ha hecho efectivamente el Gral. Díaz, sólo que no es la unión de todos los mexicanos, sino la unión de los conservadores que han asaltado los puestos públicos por medio de su astucia jesuítica.

Los liberales han permanecido alejados en la política conservadora del Gobierno, porque les repugna codearse con personalidades, que habiendo odiado tanto a su Patria, hasta el grado de traer al anémico príncipe, que ensució con su sangre el Cerro de las Campanas, ocupan hoy puestos de importancia en la cosa pública nacional.

De modo que, el Gral., Díaz, no ha llevado a término la unión de los mexicanos, como dice el colega, sino la concentración de aquellos elementos que ocasionaron a la Patria días de luto, por su tenacidad en sostener ideas rancias y apolillados credos.


1 La voz de la verdad, Oaxaca, Oax. (1900-1906?) col. José Otón Núñez Zárate, Cayetano Esteva.

Prometimos en un número anterior1 mayores datos sobre la situación anormal de Cadereyta y cumplimos ahora nuestro ofrecimiento.

Se nos dice que el cacicazgo esta formado de la siguiente manera: el Jefe Político Luis Trejo, que ejerce también como Notario Público, ha reunido a su derredor a todos sus parientes afines: Juan Anaya, secretario de la Jefatura: Jesús Anaya, tesorero del Municipio; Antonio Anaya, Secretario del Ayuntamiento y Eutimio Anaya, Munícipe. Hay que advertir  que todos los individuos mencionados son también Regidores, siendo además el último, escribiente del Juzgado de 1ª Instancia. También gustan estos individuos de patrocinar negocios civiles y de defender reos.

No necesita comentarios lo anteriormente expuesto. Nuestros lectores comprenderán, porque la experiencia lo ha demostrado, que cuando una situación social o política está regida por individuos entre quienes existe el lazo estrechísimo del parentesco, surge el egoísmo, y los intereses comunales se  sofocan y ahogan en aras de un cacicazgo. Esto sucede en Cadereyta. Allí no tiene valimiento personas de saber y aquilatada competencia. Allí los únicos que vencen son los parientes del Jefe Político adueñados de esos dos tremendos elementos de presión, el político y el municipal.

Pero esto sería insignificante, si no se agregan otras consideraciones. El Secretario de Prefectura, ha llegado a ser un defensor obligado de los presos. Jesús Anaya fue destituido, según nuestro informante, del cargo de recaudación de Rentas, sin embargo, desempeña el empleo de Tesorero Municipal. Antonio Anaya percibe el sueldo de Secretario del Ayuntamiento, y se asegura que no reside en la población. El Ayuntamiento nunca funciona. Todo se arregla en un consejo de familia, de sabor patriarcal; y hasta las hijas del Jefe Político tiene injerencia en los empleos, pues una de ellas maneja los fondos para el sustento de los presos y otra tiene el encargo de proveer el alumbrado público.

Con estos antecedentes, se comprenderá el grado de abandono en que yacen los ramos municipales: los presos, al servicio doméstico del Jefe Político; el alumbrado, vacilante y pavoroso incitando al asalto y al crimen, las calles abandonadas, viéndose obligados los particulares a ocuparse de la limpia y el aseo de la población; las fuentes públicas en una ruina lamentable, carentes de agua, viéndose también obligados los particulares a hacer ese servicio, no sin que surjan dificultades que naturalmente arreglan los defensores obligados, que encuentran un filo en ese desbarajuste.

Desesperados se hallan los vecinos de Cadereyta con esa situación oprimente y escandalosa. Tenemos más datos que por falta de espacio no transcribimos; pero prometemos a nuestros lectores que los conocerán por el número próximo.


1 Véase supra, art. núm. 252.

El Juez de Letras de Ario de Rosales, Mich., Lic. Enrique Estrada, también es desafecto al cumplimiento de su deber, mostrándose indolente para administrar justicia. Se nos ha comunicado un hecho que justifica nuestras palabras.

D. Luis Talavera, ex-apoderado de varios parcioneros de una extinguida comunidad de indígenas de Ario, se ha negado a entregar varios documentos a sus ex-clientes, y el valor de unos terrenos que vendió, pretendiendo aplicarse el numerario en pago de honorarios devengados. Los parcioneros referidos ocurrieron al Juez de Letras, Lic. Estrada, acusando criminalmente a su ex-apoderado, toda vez que, en caso de que se le adeudase alguna cantidad por honorarios, éstos no representan una cantidad líquida y por lo mismo, no tiene derecho el Sr. Talavera para saldarse su cuenta lisa y llanamente.

Dicho señor está procesado también por el delito de lesiones inferidas a Guillermo García. Ambos delitos, están comprobados en autos, según se nos informa, y sin embargo, Talavera goza de libertad y se permite amenazar a sus ex-clientes, fundado, quizá, en la protección del Juez de Letras y en la impunidad que con esa protección goza.

Muy reprobable es la conducta del Juez referido. Su misión es perseguir delitos y castigar delincuentes, en nombre de una sociedad que ha depositado en él su confianza. Si no lo efectúa, si no cumple con su deber, si se muestra complaciente en consideración a la calidad de la persona que delinque, burla esa confianza, ultraja a la sociedad, atropella la ley y  fomenta gérmenes delincuentes brotados al calor de una impunidad desastrosa.

Corremos traslado de lo anteriormente expuesto, al Sr. Gobernador de Michoacán, no dudando que alejará de su administración de justicia a ese elemento nocivo que burla la confianza de la sociedad.

El Sr. Manuel Zamacona e Inclán, Administrador General de Correos, ha dispuesto que desde el primero del próximo Febrero, se establezca una oficina de reclamaciones. En esa oficina anotará el público las faltas o incorrecciones que observe en el servicio de Correos.

Esa oficina es inútil, porque aun cuando por su conducto lleguen a conocimiento de la superioridad las quejas del público, ningún remedio se pondrá para la corrección del mal servicio.

Estamos ya acostumbrados a ver que las quejas del público sean vistas con el más absoluto desprecio, no sólo en el ramo de Correos sino en todos los demás.

La oficina de reclamaciones sólo servirá para aumentar algunas partidas más en el presupuesto, que serán otros…

Hablamos en el número anterior1, de los atropellos sufridos por los Sres. Antonio Díaz Soto y Gama  y José María Facha, valientes liberales de San Luis Potosí. Los actos arbitrarios del Juez Carrizales y del Agente Niño, son ya conocidos de nuestros lectores, por lo que no los reproduciremos. Nos concentramos a decir que dichos Sres. Díaz Soto y Facha han presentado ya ante el Supremo Tribunal de Justicia acusación enérgica y formal contra las autoridades arbitrarias. Los capítulos de acusación son los siguientes:

El art. 299 del código de Procedimientos penales de San Luis Potosí, legitimaba la intervención del Sr. Díaz Soto en la diligencia a que se había citado a su defensor el Sr. Facha. Contra la disposición terminante de este artículo, el Juez Carrizales y el Agente Niño se opusieron a que interviniera en la diligencia el defensor, y para  obligarlo a salir del local del Juzgado el Agente Niño fue en busca de una patrulla armada, la que se presentó en el lugar del suceso, intimando a los Sres. Díaz Soto y Facha a instigaciones de Carrizales y Niño. La presión hizo salir del Juzgado a aquellos señores.

El Juez Carrizales es, pues, responsable del delito de abuso de autoridad penado por los arts. 1002 y 1003 del código penal, y el Agente Niño es coautor de ese delito, conforme a las frases II y V del art. 49 del mismo código.

El Juez Carrizales y el agente Niño, afectaron creer que los Sres. Díaz Soto y Facha iban armados con pistolas. Parece ser esto una obsesión en el Juez Carrizales, quizá porque su conciencia no ha de estar muy tranquila. Esa objeción generó una vejación que sufrieron los acusadores, pues en presencia de la fuerza pública para amedrentarlos, se les registró escrupulosamente, con la escrupulosidad del negrero y la saña del recluta que registra soldaderas.

Esta inmotivada y bochornosa molestia personal, debe ser castigada enérgicamente para ejemplo de los funcionarios que se despojan de su augusta misión, para ejercitar los actos innobles de los cabos de presos.

Esperamos que el tribunal potosino se muestre implacable con los acusados, pues así lo exige el decoro de la judicatura nacional.


1 Véase supra, art. núm. 291.

En uno de nuestros números anteriores1, llamamos la atención del C. Secretario de Comunicaciones2, acerca de la sangrienta burla que la egoísta empresa de los Ferrocarriles del Distrito hace del público, con motivo de no poner el número suficiente de carros para la comodidad de los pasajeros, que como entonces dijimos, y hoy repetimos, la sostiene con creces.

Parece que hasta la fecha ninguna providencia ha tomado la referida Secretaría para hacer cumplir su reglamento, dejándose llevar quizá, por contemplaciones extrañas.

Urge que se haga cumplir el reglamento a fin de poner coto a la grosera burla de que es objeto el público y la Secretaría, por parte de la empresa que no cumple los compromisos que contrajo, y para que cese el escándalo que a diario provoca la aglomeración de pasajeros en los trenes, originado por los altercados más o menos agrios que hay entre los empleados y el público, que se exaspera, y con justicia, al tener que viajar incómodamente, cuando pudiera hacerlo con holgura.


1 Vid. “Los juicios de indemnización”, Regeneración, no. 16, 30 de noviembre, 1900.
2 Francisco Z. Mena. (1841-1908). Militar liberal. Combatió en la Guerra de Tres Años. Preso en Puebla en 1863 fue desterrado a Francia.  Regresó a México dos años después y se convirtió en jefe del estado mayor de Porfirio Díaz a quien siguió en sus levantamientos de La Noria (1871) y Tuxtepec (1875). Gobernador de Guanajuato  (1876-80), secretario de Comunicaciones y Obras Püblicas (1895-1907) y de Guerra y Marina (1903-1905).

Los últimos sucesos acaecidos en Guadalajara acaban de hundir al impopular Gobierno de Jalisco.

La prensa independiente de Guadalajara ha dado a conocer malos manejos habidos en la cuestión del saneamiento de esa ciudad, y creyéndose difamado un individuo llamado Blewit, corrió varias horas en busca de un abogado que lo patrocinase en la acusación que iba a interponer contra los periódicos El Paladín y Jalisco Libre, colegas que con entereza y lealtad han descubierto una parte de lo sucio que encierra aquella cuestión. Ningún abogado tomaba a lo serio la queja de Blewit, hasta que sofocado y jadeante logró apersonarse con el Lic. Luis Pérez Verdía, quien ambicionando de mucho tiempo atrás la gloria de acusar periodistas, no tanto por los honorarios que devengara por su patrocinio, cuanto por el reclamo que se le hiciera y sobre todo, por atraerse la gracia del Gobernador, recibió a su cliente con los brazos abiertos, redactando en el acto una furibunda querella que fue aceptada con regocijo por el Juez 2º de lo Criminal.

Los Sres. Lic. Leopoldo Valencia y Agustín Pelayo, Director y responsable de El Paladín, fueron reducidos a prisión.

Por orden del Juez 3º de lo Criminal y por la misma causa, se encarceló al Sr. D. Cipriano  C. Covarrubias, Director de Jalisco Libre.

A fin de que el atropello resultara completo, se exigió a los presos la caución de tres mil pesos, para obtener su libertad.

Con todo, seguirán cantando la adulación y el servilismo de nuestra era de paz y de progreso, y el pueblo seguirá sufriendo los desaciertos de una administración, para la que la historia no encontrará frases suficientemente duras para calificarla.

En un Post Scriptum, motivado por las perversas apreciaciones de la prensa, da a conocer el inteligente abogado, los motivos que lo impulsaron para estudiar el tema que hemos bosquejado pálidamente en números anteriores.1

En efecto, el tema ha sido atrevidamente estudiado, porque, como dice el mismo Lic. Raigosa, su desarrollo parece estar en oposición con los testimonios elocuentes del progreso del país; pero se cuida el inteligente abogado, de fundarlo en números, para huir del terreno de las conjeturas y de las intuiciones personales, y develar las deficiencias de estructura del organismo nacional, que no son sino efectos de la acción de leyes inexorables.

El Sr. Lic. Raigosa explica que es ferviente admirador de los adelantos realizados: pero no cree que la Patria sea nada más que un vasto territorio surcado de vías férreas, envuelto en redes telegráficas, poblado de caseríos más o menos extensos; con puertos artificiales y muelles metálicos, con Bancos y establecimientos de Crédito, con fábricas y talleres de factorías, y bosques de preciosas esencias, y ricos criaderos metalíferos; con tesoro próspero y paz asegurada y orden inalterable. Cree el Sr. Raigosa, y nosotros nos permitimos secundar su creencia, que sobre todo esto hay algo más en la idea de Patria: hay algo que es lo esencial, que es lo más importante, que lo prima todo y todo lo absorbe y abarca en su conjunto, y ese algo es la gente, es la raza, es el pueblo, es la nación. Es la comunidad de sangre, la comunidad de ideas, la comunidad de idioma, de costumbres, de leyes, de religión, de historia, de defectos y de virtudes, de instintos y de ideales, de glorias y de dolores, de tradiciones y de esperanzas…… es la comunidad del hombre, es la población… es el mexicano, en fin….!

Y nos dolemos de que esto no exista, como debiera existir, homogéneo, fuerte, irresistible, como una muralla en donde se estrellaran todas las ambiciones y en donde chocaran todas las invasiones, para enviar también nuestra actividad industrial y fabril a la competencia de los mercados extranjeros, para resistir la lucha de pueblos armados de mejores elementos, para posesionarnos de todo lo que acusa prosperidad y crecimiento, en la actualidad, en manos, desgraciadamente, de extranjeros, con quienes, ni con mucho podremos medir nuestras presentes condiciones de inferioridad individual.

Tiene razón el Sr. Lic. Raigosa cuando dice “que llamar fuertemente la atención general sobre los principales defectos (el de la ineducación popular es de los más graves) de nuestra estructura, tiene por mira única el vehemente deseo de que los grandes talentos en que tanto abunda el cerebro nacional, se consagren de preferencia al estudio de las complexas soluciones del gran problema de “la población” que es el fundamental de todo nuestro porvenir.” Y nosotros agregaríamos, que es necesario llamar fuertemente la atención del Gobierno sobre los graves defectos de nuestra estructura, para que se preocupe un tanto de la educación intelectual de este pueblo sumido en las negruras de la ignorancia. Y para llegar a ese resultado, es forzoso, urge, como urge evitar todo lo que conduce al abismo, que se exija su dimisión al actual Ministro de Instrucción Pública, que no se preocupa, ni poco ni mucho, del adelanto intelectual de esa enorme masa de párvulos que revuelcan su ignorancia en el lodo de las vecindades.

Creemos que hay en México vigorosos talentos que pudieran substituir ventajosamente al Sr. Lic. Baranda.


1 Véase supra, art. núm. 231 e infra arts. núms. 270 y 286.

Tenemos que enviar un aplauso sincero y merecido, a nuestro estimado colega El Universal, porque ha sido útil a la sociedad de los hombres honrados.

Un Casino de la Capital, se había transformado en escandaloso garito. Un jugador empedernido había puesto una banca, convirtiéndose ese sitio de recreo en un Monte Carlo repugnante. Los socios honrados se alejaban con profundo disgusto de un lugar en que solamente privaban individuos poco escrupulosos que seguían ávidamente las peripecias de un juego legalmente prohibido.

El Universal se empeñó en su ruda labor. Día a día dejaba caer sobre el tapete del juego su punzante crítica y su poderosa elocuencia periodística. Sus frases vibrantes de indignación no podían ser apagadas por el rumor metálico que se esparcía en la sala, ni por la imprecación de ruda y violenta del jugador perdidoso. Y hubo de vencer la obstinada agresión justa del colega: cesó el juego en el Casino mencionado.

Aplaudimos, pues cordialmente el triunfo obtenido por uno de nuestros colegas. La inmoralidad del juego toma incremento y es necesario batir reciamente sus reductos. En esa labor ha desempeñado también un papel importante, nuestro colega Lazo de Unión. No ha dejado de clamar contra ese cáncer social y no dudamos que la lucha producirá sazonados frutos.

Nos complace que nuestros colegas se preocupen, y con razón, de nuestros vicios sociales más repugnantes. Llevan la vanguardia de la lucha y en ella los acompañaremos animosamente. Veremos cuál será el producto de ese esfuerzo colectivo.

Es tan bello el rumor que como nota política lanza nuestro estimado colega El Universal, que tenemos forzosamente que mostrarnos un tanto escépticos ante la utopía de un acontecimiento problemático.

Dice nuestro colega que el Sr. Ministro de Justicia, Lic. Joaquín Baranda, ha presentado su renuncia y que hará entrega del Ministerio a su regreso de Campeche y Yucatán. Más todavía: se rumora que esa renuncia no ha sido del todo espontánea y que la aceptación de ella fue resuelta antes de que el Sr. Baranda partiera para dichos Estados.

Cuando este rumor circuló, pudo notarse en público, y más aún entre los Abogados, una vibración de gozo mal reprimido. Como que su realización significa la purificación de nuestros tribunales, la eliminación de tantos elementos nocivos, la segregación de muchas nulidades intelectuales, la realización del ideal de una administración de Justicia que administrara justicia, la interpretación correcta de la ley, el nacimiento de una jurisprudencia nacional sabia y recta, la aplicación de principios empolvados únicamente por ser sanos y viriles, la destrucción de arcaicas fórmulas momificadas en nuestros Códigos, la sabia y correcta confección de éstos por cerebros vigorosos preñados de observación y estudio,… pero dejemos de bordar en el vacío, guiados por un bello rumor que más bien parece el producto de una imaginación febricitante.

El mismo colega dice que se señalan como candidatos posibles a los Sres. Lics. Emilio Pardo, Jacinto Pallares1 y Luis del Carmen Curiel. Los dos primeros han jugado ventajosamente en la opinión pública. Se dice que el tercero sería la segunda edición del Sr. Baranda, quizá corregida y aumentada. El Gobierno de Jalisco lo ha reducido a una nulidad en política y nos horroriza pensar que aquí podrían continuar su incapacidad y torpezas administrativas.

De los dos primeros candidatos, el que más ha halagado es el Sr. Lic. Pardo, pero su aceptación es también una bella utopía. Se dice, y lo creemos, porque lo conocemos lo suficiente, que al siguiente día de su protesta como Ministro de Justicia, quedarían acéfalos los tribunales, porque sabría eliminar enérgicamente, sin complacencias funestas, a muchos elementos nocivos.

Pero el Sr. Lic. Pardo no aceptaría ese puesto. Sería de lamentarse. Tiene talento, iniciativa y carácter, elementos indispensables en un Ministro de Justicia. Además, conoce perfectamente el ramo. Ha sido litigante siempre y ha estudiado las necesidades de una buena administración de Justicia. Conoce también el personal de ésta, lo que ya es una ventaja para eliminar sin escrúpulos.

Ojalá que tales rumores dejen su carácter utópico y sean una realidad que ya urge.


1 Jacinto Pallares (1843-1904). Abogado michoacano. Profesor de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Entre otras obras publicó: El Poder Judicial. Tratado completo de la organización, competencia y procedimientos de los tribunales de la República (1874), Curso completo de derecho mexicano, o exposición filosófica, histórica y doctrinal de toda la legislación.

El Lic. Pedro T. Cañedo, que debe ser pariente del Gobernador de Sinaloa, dado su apellido y sus actos, es Juez de 1ª Instancia de Badiraguato, perteneciente a ese oprimido Estado, que no soporta ya la férula y el desbarajuste de la nefasta administración Cañedista. Dicho Juez, caprichosamente, sin fundamento legal alguno, y deseando seguir los pasos de tantas otras autoridades arbitrarias que han encontrado amplio refugio y los brazos abiertos en Sinaloa, procesó al Sr. Rafael Monzón, lo encarceló y trastornó sus asuntos particulares.

El Sr. Monzón ocurrió al amparo, y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que afortunadamente ya conoce y ha destruido con frecuencia los tenebrosos procedimientos arbitrarios de muchas autoridades Sinaloenses, amparó en nombre de la Justicia de la Unión, al referido quejoso.

Pero al Sr. Monzón no le satisfizo únicamente la conquista de esa ejecutoria de la Corte y ha ocurrido, con plausible valor civil, al Supremo Tribunal de Justicia del Estado, acusando al arbitrario Juez de 1ª Instancia de Badiraguato, Lic. Pedro T. Cañedo.

Enviamos nuestros aplausos sinceros al Sr. Monzón, por su energía al procurar el castigo de una autoridad judicial desafecta a los principios legales. Un juez que no administra justicia, debe ser conducido al banquillo de los acusados, para escarmiento benéfico que purificará esa atmósfera de arbitrariedades, que se extiende oprimente por toda la República.

Corremos traslado de lo siguiente al Sr. Coronel Ahumada1, Gobernador del Estado de Chihuahua, para que, en caso de ser ciertos los hechos que tomamos de nuestro colega El Popular, ponga el correctivo necesario para evitar el desprestigio de su administración de Justicia.

El Juzgado 2° de Letras de la Capital de ese Estado, está a cargo del Sr. Lic. Ignacio Razón, quien recibió, no hace mucho tiempo, por excusa del Juez 1° de Letras, un proceso que se instruía contra unos individuos, acusados del delito de robo por varias personas que oportunamente se constituyeron en parte civil. Repentinamente, el Lic. Razón pronunció auto de sobreseimiento en el proceso y mandó devolver a los acusados los objetos robados, que se habían recogido días antes.

Cometida esa arbitrariedad, el Juez cayó en otra, en la de haber ejecutado su resolución sin miramientos al incidente de responsabilidad civil y antes de haberla notificado a los acusadores. Violó, pues, ese funcionario, las reglas tutelares el procedimiento y atropelló el derecho adquirido en el juicio por los acusadores, a quienes despojó de sus bienes, porque despojo, y no otra cosa, significa la devolución clandestina de los objetos robados.

Cuando los acusadores conocieron la resolución judicial, apelaron de ella; pero esa apelación tendrá un efecto platónico solamente, pues cuando venzan en segunda instancia, no podrán recuperar el monto de lo robado, que asciende a tres mil pesos, porque los acusados carecen de bienes.

Han sido muy reprochados por la sociedad chihuahuense los procedimientos ilegales de ese Juez, porque con ellos, si continúa ejercitándolos, despojará de muchos derechos a personas honorables, para proteger y fomentar los ataques de los ladrones.

De ser ciertos los hechos anteriores, creemos que el Sr. Gobernador del Estado alejará de su administración a ese mal funcionario.


1 Miguel Ahumada, (1844-1916). Militar colimense. A las órdenes de los generales Ramón Corona y Sóstenes Rocha y combatió a Intervención Francesa y al Imperio. Gobernador de Chihuahua de 1892 a 1896, de 1896 a 1900, de 1900 a 1903 y 1911. La misma posición ocupó en Jalisco de 1903 a enero de 1911.

Continúa nuestra información prometida1, sobre la aflictiva situación de Cadereyta Méndez.

La instrucción pública se haya también en notable abandono. El catecismo de Ripalda es el libro de texto obligatorio en las escuelas, dirigidas por aficionados ignorantes. Este abandono proviene de la poca vigilancia que se ejerce por parte del Gobierno. Como dato curioso presentaremos el de que los exámenes que fue a practicar el comisionado del Gobierno el año pasado, duraron diez minutos, a pesar de que las escuelas son cinco. Ya se considerará que se trató de un simulacro de exámenes y no de actos serios y detenidos.

A propósito de escuelas, sabemos que hace poco tiempo se hizo entrega a la Jefatura Política, de cierta suma destinada al fomento del ramo. ¿Estará ese dinero empolvándose en una inactividad irritante? Esperamos que el Periódico Oficial del Estado contestará esa pregunta.

La seguridad pública no arraiga en ese Distrito. Los abigeatos se registran a cada momento. Los asesinatos se multiplican. Todavía se recuerda el asesinato e D. José Llaca, efectuado a pocos metros de la residencia del Jefe Político, en la puerta de la Alcaldía. Ese hecho escandaloso alborotó en la prensa de toda la República, y sin embargo, en el proceso contra los asesinos del Sr. Llaca, no ha pronunciado su sentencia el Tribuna Superior, a pesar de que urge un escarmiento para devolver la tranquilidad a los honrados vecinos de Cadereyta, alarmados justamente con la frecuencia de esos escandalosos sucesos. El Periódico Oficial del Estado, se servirá resolver ese problema, explicando al público la apatía de ese Tribunal.

Lo anteriormente expuesto demuestra que para nada sirve la fuerza de Rurales del Estado, que se ocupa únicamente en pasar el tiempo en francachelas, mientras los vecinos se ocupan de perseguir y aprehender ladrones y asesinos.

Por ahora, baste lo ligeramente apuntado, para ver si el Gobierno del Estado se preocupa un tanto por ese desventurado Distrito, separando de allí al Jefe Político, que tienen vivamente disgustados a los vecinos. Se nos informa que de ese abandono es culpable el Sr. Gobernador propietario del Estado, porque no practica, por lo menos en el Distrito de que nos ocupamos, esas visitas tan necesarias para conocer las necesidades y las aspiraciones del pueblo que se gobierna. Sería, pues, conveniente que el Sr. Gobernador, en vez de hacer viajes a Europa, viajara por los Distritos que hace dieciocho años o más tiene a su cargo, sin que se le conozca por aquellas apartadas regiones.

Para concluir, y a fe de imparciales, haremos constar que la única autoridad de Cadereyta que cumple con su deber, es el Sr. Lic. Palemón Elizondo, Juez de 1ª Instancia. Dicho Señor fue el que sentenció al asesino de Llaca a sufrir la pena de muerte, sentencia que parece no pretende confirmar el Tribunal. El Sr. Lic. Elizondo aunque joven y un tanto inexperto en materia civil, es enérgico y honrado. Desdeña las indicaciones del Jefe Político. Esperamos que no se corromperá en aquel medio malsano.


1 Véanse supra, arts. núms. 252 y 313.

En El Imparcial del día 3 del corriente, hemos leído una carta-defensa subscripta por el SR. Dr. Luis E. Ruiz, Director General de Instrucción Primaria. En ella rechaza los ataques de un periódico de esta Capital (que no menciona) pretendiendo que esos ataques no los ha “probado” el colega.

Fuera del estilo insustancial y ampuloso de la carta referida, lo que demuestra escasa ilustración y deficientes aptitudes literarias, ninguna enseñanza ni demostración encierra. Se duele el Sr. Dr. Ruiz de que el articulista no pruebe sus afirmaciones, y cae el referido Director en la misma deficiencia que censura. Su carta abunda en afirmaciones dogmáticas que chocan con lo que todos vemos y sabemos.

Por otra parte, el Doctor dice en su quejumbrosa epístola que… “semejante escrito debería tener el mismo silencioso desprecio que todos esos embozados ataques motivados por sentimientos indignos e inspirados en las más bajas pasiones” de un periódico de esta Capital “bien conocido por su extraviado criterio,” y que no debería tomar a lo serio esos ataques, pero como “la intención dañina del articulista” puede sembrar la duda de los que no están bien interiorizados de “tan magno (?) asunto,” cree llegado el momento de hacer sencilla rectificación, “aun cuando asiente que todo desahogo, debe desatenderse.”

Es curioso ese Sr. Doctor, pues si desatiende desahogos, no son otra cosa sus expresiones casi virulentas contra el articulista, y más aun cuando dice que éste “ataca injustamente y henchido de ignorancia” a la Dirección General de Instrucción Primaria, con “mal intencionada palabrería,” reuniendo “una serie de infundados cargos que con desplante singular publica.”

Mucho es de lamentarse que tengamos un Director General de Instrucción Primaria, tan pigmeo, intelectualmente, como el Sr. Dr. Ruiz. El colega a que alude, habrá usado de un lenguaje violento y cáustico, tan cáustico que ha levantado ámpula en el Doctor; pero en el fondo de ese ataque violento, se descubre el fundado motivo de él: el Dr. Ruiz es inepto para ocupar el puesto de Director General de Instrucción Primaria.

Al dar cuenta nuestro colega El Universal con el triunfo que conquistó al hacer que fuese suprimido el garito abierto en un Casino de esta Capital, suceso que comentamos en este mismo número, concluye con la siguiente nota:

Dato curioso. Un señor Camacho estuvo en nuestra Redacción a participarnos que el Casino dejaba la suscripción de EL UNIVERSAL.”

En efecto es curioso ese dato que descubre una deformidad social. El Casino, como otras muchas personas de nivel intelectual rudimentario, tuvo quizá la pretensión de que la cantidad mensual de la suscripción que pagaba, era una subvención que produciría el efecto de amordazar a una empresa periodística que se consagra a la defensa de los intereses públicos. Esa pretensión sería acremente censurable, si no fuese soberanamente ridícula y necia.

No creemos que ese sea un rasgo de susceptibilidad del Casino mencionado. No es susceptibilidad, porque no creemos que conozca esa cualidad quien, burlando la ley, ejercita actos punibles, pues el juego, conforme a nuestra legislación positiva, es un delito. Ha sido más bien un arranque de despacho y una venganza tonta, como si nuestro colega pereciera por la carencia de la insignificante cantidad que el Casino hacía entrar a las cajas de El Universal.

Hasta en esos detalles se descubre la deficiencia de nuestro estado social.

Mucho y en diferentes tonos, ha hablado la prensa de la Capital sobre la deficiente gestión del actual presidente del Ayuntamiento, Sr. De Landa y Escandón1, perteneciente al grupo insustancial e inútil de la aristocracia mediocre que se exhibe en una puerta cochera de la calle de San Francisco. Nosotros también participamos de la opinión de nuestros colegas. Creemos que sientan mal en un puesto popular por excelencia, las erguidas personalidades que alardean de blasonadas prosapias. Nuestra linajuda aristocracia, jamás ha producido actos democráticos fecundos en resultados plausibles. Se ha reducido a la vegetativa vida muelle de una aparatosa elegancia y a la celebración de festivales religiosos en honor de Iturbide y de responsos dedicados a la quietud del alma de Maximiliano.

Acaba de darnos el Sr. De Landa y Escandón, un ejemplo de su odio a la democracia.

Los alumnos de las Escuelas Nacionales han formado un comité de estudiantes. Han deseado dichos jóvenes solemnizar debidamente el aniversario de la promulgación de nuestra Carta Magna y al efecto organizan una velada que se efectuará en la Cámara de Diputados. Tropezaron con grandes dificultades para el adorno del salón. Los bolsillos estudiantiles no se han distinguido por la abundancia, y acordaron ocurrir al Sr. De Landa y Escandón para pedirle les proporcionase algunos adornos y plantas pertenecientes a la Corporación Municipal. El Sr. De Landa se negó a ello, disculpando su negativa con un acuerdo de Cabildo que prohíbe esos préstamos a las sociedades privadas.

Bien. El acuerdo de Cabildo existe; pero el Sr. De Landa y Escandón lo ha burlado alguna vez, no hace mucho tiempo. El Jockey Club, nombre pedestre para alguna agrupación aristocrática, obsequió la última noche del siglo pasado con un baile a la esposa del Presidente de la República, y para ese baile, el Sr. De Landa y Escandón proporcionó las plantas de Propagación de Chapultepec, de propiedad Municipal amparada por el acuerdo de Cabildo, para adornar el patio y los salones del Jockey Club.

¿Qué significa esta desigualdad repugnante? ¿El Sr. De Landa y Escandón burla y respeta a su antojo el acuerdo de Cabildo, según las circunstancias? Del baile anodino del 31 de diciembre, al festival democrático de los alumnos de las Escuelas, preferimos lo segundo. Aquel representa un derroche que no tiene más significado que un acto adulatorio. Este  significa el ejercicio sano de los principios liberales y democráticos. Aquél fue un pasatiempo sin trascendencia. Este tiene el sello de una manifestación viril que se traduce en una enseñanza provechosa.

Deploramos cordialmente que tengamos un Alcalde Municipal que no sabe deslindar las significaciones de los actos sociales y que burla a su antojo los acuerdos del Cabildo.


1 Guillermo de Landa y Escandón. (1848-1927). Creció y se educó en Francia. A su regreso (1876) se incorporó al aparato político, siendo senador por Morelos y Chihuahua. Presidente del Ayuntamiento de la Ciudad de México (1900) y gobernador del Distrito Federal en 1903. Miembro del Círculo de Amigos de Porfirio Díaz.

En otro lugar1 publicamos una carta del Sr. José María Borja, en la que se queja de las arbitrariedades cometidas en su persona por el Prefecto Político del Distrito de Mina, Estado de Guerrero, anunciándonos que ha acusado al referido Prefecto, ante el Supremo Tribunal de Justicia el Estado. El hecho delictuoso cometido por esa autoridad, es el siguiente:

Se hallaba el Sr. Borja en la tienda de D. Leandro Chávez, ubicada en Coyuca de Catalán, departiendo amigablemente con los Srs. Perfecto R. Albarrán y Manuel Espinosa Gudiño, cuando se presentó un individuo titulándose jefe de la gendarmería, quien notificó a los referidos Señores que el Prefecto Político, D. Julio M. Vélez, ordenaba que se retirasen inmediatamente de ese lugar. Lo infundado del ordenamiento referido y la ignorancia de que el intermediario fuese policía, pues no llevaba distintivo alguno, hizo que los mencionados señores le exigiesen una orden por escrito.

Esta contestación irritó al Prefecto Político, quien pocos momentos después se presentó encolerizado en el lugar de los sucesos e intimó al Sr. Borja para que se entregase en calidad de preso, y como este señor le preguntara la causa del procedimiento, el Prefecto repitió su intimación y a empellones hizo salir de la tienda al Sr. Borja, privándolo de su libertad.

Tan ultrajante procedimiento, desconsoladoramente arbitrario, impulsó al Sr. Borja a presentar su acusación contra ese autócrata de provincia, por ataque a la libertad individual, delito previsto por el artículo 887 del Código Penal del Estado, y por violación flagrante del art. 16 de la Constitución Federal. Daremos a conocer a nuestros lectores el comportamiento del Tribunal Superior.

Hizo bien el Sr. Borja al acudir a los tribunales en demanda de justicia. Se suceden con irritante frecuencia los actos arbitrarios de las autoridades políticas de los Estados. Las quejas al Gobierno serían inútiles, porque en el interés del Gobierno está sostener a esos autócratas. Es, pues, forzoso batirlos en el terreno legal. Creemos que el frecuente ejercicio de este derecho, calmará un tanto la altivez de esos déspotas.


1 Vid. “Prefecto Político arbitrario”, Regeneración, no. 25, 1 de febrero, 1901.

Hasta en los empleados inferiores de la administración Curielista se ha desarrollado el afán de extorsionar a los contribuyentes. Veamos el caso de un amparo que se haya en revisión ante la Suprema Corte.

El Recaudador de Rentas de Tuxcacuezco, perteneciente a Jalisco, embargó al honorable Sr. Ramón A. Paz, doce mulas aparejadas, un caballo y un terreno llamado “La Calera,” todo de un valor de más de $4, 000, para asegurar el pago de $566.11 cs., por contribuciones que ese Recaudador asegura adeuda el Sr. Paz por su fábrica de alcohol y panocha establecida en su Hacienda de Agua Zarca. El Recaudador pretendió desde luego rematar los bienes embargados, que representan una cantidad ocho veces mayor que la que dice adeuda el Sr. Paz; pero este señor ocurrió al Juez de Distrito de Colima en solicitud del amparo federal y de la inmediata suspensión del acto reclamado. Las activas gestiones del inteligente apoderado del Sr. Paz, Lic. D. Trinidad Padilla, lograron la suspensión del acto reclamado y en definitiva conquistaron el amparo de la Unión otorgado por el Juez de Distrito.

Lo curioso del procedimiento del Recaudador de Rentas consiste en que la Hacienda de Agua Zarca está ubicada en los límites de Jalisco y Colima. El Sr. Paz paga impuestos a los dos Estados. La fábrica de alcohol y panocha, que excitó la avidez del Recaudador de Jalisco, está manifestada por el Sr. Paz en la recaudación de Colima, toda vez que ella está jurisdiccionada al pueblo de Mamey que pertenece a este último Estado, lo que se probó ampliamente en el juicio de amparo.

En virtud de la manifestación del Sr. Paz, se ha estado pagando religiosamente el impuesto respectivo al Estado de Colima, y sin embargo, el Recaudador de Jalisco pretende que se pague también a este Estado, lo que equivaldría a una doble paga que el Sr. Paz no puede consentir.

También es curioso hacer notar que en la parte de Agua Zarca, está pendiente una cuestión de límites entre ambos Estados, y a pesar de ello, el Recaudador de Jalisco, arrogándose facultades que no tiene, ha pretendido fijar y deslindar a su arbitrio esos límites, todo por el afán de que la fábrica de alcohol quede dentro del Estado de Jalisco y cobrar el impuesto respectivo.

Afortunadamente la Suprema Corte tendrá el buen criterio de apreciar las pruebas rendidas y de castigar la avidez de las autoridades Jaliscienses, confirmando el amparo que en Colima conquistó el inteligente Abogado D. Trinidad Padilla.

Hemos dado a conocer a nuestros lectores la protesta enérgica que en San Luis Potosí publicó el Sr. Antonio Díaz Soto y Gama, contra las arbitrariedades de que, en unión de D. José María Facha, fue víctima por parte del Juez Benito Carrizales y el agente del Ministerio Público Mariano Niño. El asunto ha tomado una dirección que nadie se esperaba. El Juez Carrizales se creyó injuriado por esta protesta y presentó acusación en contra del Sr. Díaz Soto, fundándose en el art. 917 del Código Penal.

Se abrió la puerta falsa de todas las autoridades arbitrarias. Sufre el Sr. Díaz Soto una vejación indigna al ser registrado en su persona por una autoridad despótica y sufre un atropello al ser arrojado de un lugar en donde tenía derecho de permanecer conforme a la ley. La arbitrariedad palmaria se resuelve en una protesta enérgica del ofendido. Entonces la autoridad, acordándose de que es funcionario público, carácter que olvidó cuando procedía al registro personal del Sr. Díaz Soto, siente ofendida su dignidad de distribuidor de justicia y presenta una querella de injurias contra la víctima de sus actos arbitrarios.

Si la protesta publicada por el Sr. Díaz Soto, fue leída con la vibrante indignación de los hombres honrados que odian los atropellos y las vejaciones, la acusación del Sr. Carrizales ha sido conocida con mayor indignación todavía, que no dudamos se resolverá en una protesta, más enérgica aún, pero lanzada a los cuatro vientos de la publicidad, por una sociedad que no puede sufrir más vejaciones y tropelías por parte de autoridades que alardean de un poder neciamente puesto en sus manos.

El Sr. Díaz Soto ha contestado esa acusación digna y valientemente. Manifestó que pedía se hiciera cesar todo procedimiento en su contra en virtud de no haber hecho ninguna apreciación general sobre la conducta del funcionario que se dice ultrajado, sino simples imputaciones precisas y concretas sobre un hecho determinado, el abuso de autoridad, y que estando pendiente una acusación ante el tribunal pleno, del resultado de esta acusación y de las averiguaciones consiguientes, dependerá el saber si aquellas imputaciones son calumniosas y están justificadas. Agregó, que no había atacado la vida privada, sino la pública del funcionario querellante y que estaba protegido por los principios liberales sobre la libertad de imprenta.

Ya hablaremos de este asunto. Nos indignan las arbitrariedades y más nos indigna aún, que la autoridad arbitraria. Sin escrúpulos de ningún género, busque un apoyo en esa ley que tanto ha estropeado y tan frecuentemente ha escarnecido.

Llamamos muy seriamente la atención al Sr. Procurador General de la República, sobre los siguientes datos recopilados por nuestro colega El Sol, de Guadalajara, Jal., en una correspondencia que se le ha enviado de Ciudad Juárez, Chih. Nos permitimos llamar la atención del Sr. Procurador, porque creemos, y nuestra práctica forense nos lo ha demostrado, que la justicia federal es la única que puede salvar a las víctimas de tropelías injustificadas, y si esa justicia federal se muestra lenta y tardía, con mengua de los intereses sociales, no sabemos qué harán los ciudadanos para defenderse.

Un Sr. Lic. Frías Camacho tiene a su cargo el Juzgado de Distrito residente en Ciudad Juárez. Se dice que ese señor no es muy diligente en el cumplimiento de su deber. Se cita como comprobación el desatendido ramo penal. En el año se iniciaron 25 causas, poco más o menos, y de ellas se sentenciaron en el mismo lapso de tiempo, solamente tres o cuatro. Esa lentitud produce un rezago considerable de negocios y origina que esos reos permanezcan en la prisión años enteros sin que se pronuncie sentencia alguna. Con frecuencia acontece que esos reos, después de dos o tres años de prisión, sean puestos en libertad por falta de méritos o ser les dé por compurgados cuando la pena señalada por la ley, no excede de unos cuantos meses.

Se cita el caso de José L. Villalpando, telegrafista de Guadalupe y Calvo a quien se le inició un proceso y se le aprehendió por el delito de peculado, en Diciembre de 1898. Después de muchas moratorias y dificultades y cuando Villalpando había permanecido preso dos años un mes, se le sentenció a tres años ocho meses de prisión. Si Villalpando hubiera sido sentenciado dentro de un término racional, habría obtenido ya su libertad preparatoria. La incuria del Juez de Distrito ha ocasionado que Villalpando continúe aún en la prisión, hasta que el tribunal de circuito revise la causa.

Se dice que lo mismo ha sucedido con los reos Cortés, Gerónimo Ortiz y otros más.

Urge separar de su empleo a ese Juez indolente. Los Tribunales de la Federación deben estar servidos por personas inteligentes y activas, y si el Sr. Fías Camacho no reúne esas cualidades, debe ser destituido, tan más, cuanto que estando ese Juzgado en la Frontera con Estados Unidos, se juzgará muy mal de nuestra perezosa justicia, en aquella Nación práctica y diligente.

Prometimos1 a nuestros lectores ocuparnos del proceso inicuo en que Aguascalientes se instruye contra del Sr. Lic. Aniceto Lomelí, Director del extinto colega El Heraldo. Cumplimos ahora nuestra promesa, ya que el estimado colega El Republicano, periódico oficial del Gobierno del Estado, se ha servido publicar la resolución pronunciada por el Supremo Tribunal de Justicia, en la apelación que el Sr. Lic. Lomelí promovió contra el auto de formal prisión decretado por el Juez 1° del ramo penal.

Por falta de espacio nos referimos ahora únicamente al Considerando 3° de esta resolución, que subvierte principios constitucionales y trastorna un sistema liberal, que a pesar de las chicanas frecuentes usadas por nuestras autoridades, vivirá siempre, envuelto en su pureza científica.

Dice esa considerando: «que no tiene razón de ser la distinción que antes se hacía entre delitos de imprenta y delitos de orden común, supuesto que desde que se reformó el art. 7° de la Constitución general, quedó abolida tal distinción estableciéndose un sistema de penalidad, diverso del criado por la ley de 4 de febrero de 1868, a lo que es consiguiente que el Estado está en su perfecto derecho para castigar los delitos contra la reputación, que se cometan dentro de su territorio, con sujeción a lo dispuesto en el Código Penal.»

Nada hay más inexacto que la afirmación dogmática de ese considerando. La reforma constitucional  no abolió la distinción entre los delitos de imprenta y delitos de orden común. Veámoslo.

El art. 7 de la Constitución consta de tres incisos. El primero establece el principio general de que es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. El segundo establece las restricciones impuestas a esa libertad, declarando que ella no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. El tercer inciso establece el procedimiento para el caso en que se salven las restricciones del anterior.

La reforma de 1883, se refirió al tercer inciso, respetando los dos primeros, esto es, los que establecen el principio amplio de libertad de imprenta y las restricciones que ella tiene. Al concentrase la reforma al tercer inciso, al que se refiere al procedimiento, se redujo a suprimir el fuero procesal de que gozan los escritores públicos, lo que en lo sucesivo serían juzgados por los tribunales competentes de la Federación o de los Estados, y no por los juzgados de hecho y de derecho. Se modificó, pues, el procedimiento; pero no el principio.

Y no podía ser de otra manera. Las libertades públicas conquistadas por la Asamblea de 57, no habían de estar sujetas al capricho de nuestros legisladores, que ni con mucho alcanzaban a tener la talla de aquellas gigantescas personalidades. Aquellos legisladores obraban en virtud de convicciones profundamente arraigadas en talentos ajenos a toda coacción oficial. En cambio los que pretendieron nulificar el principio del art. 7° con una reforma, que bien puede parecer una chicana, obraron sin voluntad, doblegados por una consigna.

Son, pues, subversivos los conceptos del considerado 3° de la sentencia que nos referimos. El tribunal sentenciador, demuestra lo que hasta el cansancio hemos dicho: el gobierno y las autoridades judiciales de Aguascalientes, no respetan la ley.


1 Véase supra, art. núm. 282.

¡Excelsior!, periódico liberal que se publica en Veracruz, abrió vigorosa campaña contra un hecho bochornoso. Los niños del Hospicio Zamora, establecimiento oficial de este puerto, eran llevados todos los domingos a la Iglesia Parroquial al ejercicio de la misa. Este hecho escandaloso, porque descubre un contubernio repugnante entre el elemento oficial y la clerecía no paso desapercibido para el colega y enfiló sus baterías para destruir ese atentado a las Leyes de Reforma.

Parece que la lucha del colega ha producido buenos resultados. La superioridad ha pedido informes sobre el hecho denunciado y quizá se corrija enérgicamente el atropello que nuestras leyes sufrían.

Ojalá que la lucha periodística borre de nuestras complacencias oficiales esa política de conciliación que se ejercita contra los preceptos severos de las leyes sabias y previsoras.

Con la majestuosa solemnidad que imponen los principios democráticos y con el desbordante entusiasmo de una multitud viril, ávida de manifestaciones patrióticas, se realizaron los trabajos del Gran Congreso Liberal de la ciudad de San Luis Potosí. Brotó la idea de cerebros juveniles y se esparció por toda la República, haciendo trepidar el carcomido asiento de los déspotas de la iglesia y del machete.

No decreció el interés. Las emociones se sucedían una a otra y la infatigable labor ruda de los delegados, se sostuvo interesante y fructífera. Hubo derroche de ingenio, de talento, de energía, de virilidad.

Las damas de Zitácuaro pusieron una nota poética y significativa.

La sesión de clausura revistió una solemnidad imponente. José María Facha, un escritor galano y poeta fácil y fecundo, recordó un discurso palpitante de sanos principios y vibrante de patriotismo inmaculado. Tuvo rasgos oratorios que cautivaron al público, y descubrió toda la energía de su carácter liberal e independiente.

Las atronadoras salvas de aplausos subrayaban los periodos brillantes del poeta y una tempestad de entusiasmo se desbordó con las últimas frases del orador.

Diódoro Batalla1 contestó el discurso de bienvenida. Es ventajosamente conocido este orador valiente. Batalla es un mimado de la tribuna. Nació para ella. Su voz tiene todas las flexibilidades y todos los matices. En San Luis, pronunció quizá, su mejor discurso. Su voz era el eco de todas las tempestades. Cuando fustigó al Poder por opresor y tiránico, tuvo todas la vibraciones de una raza vencida. Delineó la situación liberal con figuras e imágenes que subyugaban. Fue atronadoramente aclamado.

Las sesiones diarias revistieron gran interés. En ellas no se discutía el tema teórico irrealizable. Se buscó y discutió el tema práctico, el de interés palpitante, el realizable. No fueron aquellas, discusiones académicas de un orden meramente especulativo, sino resoluciones que será fácil desarrollar para que germinen y fructifiquen. Ya hablaremos detenidamente de las resoluciones acordadas, de su importancia y de la forma práctica en que los principios liberales y democráticos se  inculcarán en las masas.

En definitiva, el Primer Congreso Liberal ha sido un triunfo de trascendental importancia y por ello enviamos nuestras calurosas felicitaciones al Club Liberal  “Ponciano Arriaga,” que con infatigable entusiasmo ha trabajado en esa obra patriótica. A él se debe el triunfo.

Se hacía sentir la necesidad de una manifestación liberal tan vigorosa. Alentados los frailes por las complacencias funestas de nuestro Gobierno conciliador, pretendían clavar su bandera tenebrosa frente a frente de la liberal de albura inmaculada. Y no estaba bien que la bandera que ha arrastrado por todos los fangos y se ha manchado con todas las traiciones, se  encarara con la insignia que condensa todas las nobles ideas y todas las luchas plausibles. Quede aquella bandera plegada en los rincones polvosos de las sacristías y ondule victoriosa la liberal, animando energías y sofocando locas ambiciones.

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Para concluir diremos que el arrogante Obispo Montes de Oca, ese que paseó su cargamento de piedras preciosas por las sacristías de Francia, huyó de San Luis.

También diremos, que el Gobierno de San Luis no comprende lo que significan las manifestaciones liberales. Confundió una reunión de hombres correctos, con el hacinamiento de frailes siempre hostiles y revoltosos. Esa preocupación lo indujo a poner las fuerzas sobre las armas y á hacer que patrullas de soldados recorriesen las calles.

Los congresistas, como era natural, guardaron la circunspección debida, pero les chocó que se les confundiese tan lastimosamente.


1 Diódoro Batalla (1867-1911). Abogado veracruzano. Participó en las protestas estudiantiles relacionadas con la Deuda Pública (1884). Asistió al Congreso Liberal celebrado en San Luis Potosí (1901). Formó la Asociación Liberal Reformista, de la cual fue presidente (abril de 1902).En noviembre de 1908, promovió la organización del Partido Democrático. Diputado por Veracruz (1910).

Una hoja subvencionada ha pretendido defender, en los siguientes términos, los ataques dirigidos por la prensa de la capital al Sr. de Landa y Escandón, que se negó a proporcionar a los alumnos de las Escuelas los adornos de propiedad Municipal:

“El Sr. de Landa, con toda cortesía, manifestó a la referida junta que un anterior acuerdo de Cabildo, prohibía al Ayuntamiento facilitar a los particulares los objetos decorativos. Sin embargo, con el objeto de servir en lo posible, al loable fin que los estudiantes se propusieron, envió al Sr. Don Julio Perié, empleado municipal, para prestar una ayuda eficaz, que, sin menoscabar el indicado acuerdo, pudiera, no obstante, coadyuvar al objeto que los estudiantes se propusieron.

“Esta conducta prueba de un modo evidente que el Sr. Landa, no trató jamás de poner dificultades ni obstáculos, sino de cumplir con una disposición municipal.”

Nosotros fuimos de los que atacamos al Sr. de Landa y Escandón; pero nuestro ataque fue dirigido a la desigualdad repugnante establecida por el Presidente Municipal entre este caso y uno anterior. En efecto, el párrafo transcripto demuestra que es cierto que el Sr. Landa se negó a proporcionar adornos a los estudiantes; y por otra parte, es cierto también (sobre este punto nada dice el oficioso defensor) que el Sr. de Landa no tuvo en consideración el acuerdo del Cabildo, que tanto afecta respetar, al proporcionar al Jockey Club para el último baile, las plantas del Jardín de Propagación. Esto es público y notorio.

La desigualdad es manifiesta. La defensa de la hoja subvencionada, viene a corroborar que la prensa de la Capital ha censurado. Hay actos indefendibles.

Se dice que El Demócrata, valiente colega que dirigía en Hermosillo el inteligente periodista D. Jesús Z. Moreno, volverá a la lucha, a pesar de todo el cúmulo de trabajos que se le han puesto por las autoridades sonorenses.

Todavía el Sr. Moreno está sujeto a las penalidades de un proceso, con el que se pretendía hundirlo, porque las personalidades honradas y valientes no agradan al despotismo oficial de Sonora; pero no se ha tenido en cuenta la energía del procesado, que venciendo todas las dificultades y salvando todos los obstáculos, demostrará que hay en Sonora caracteres firmes que no se doblegan.

Que cuanto antes saludemos al valiente Demócrata.

Un nueva nota, recogida de las columnas de nuestro estimado colega Diario del Hogar, tenemos a la vista. Esa nota es dolorosamente sugestiva y delinea un carácter.

Un profesor de esa Escuela tenía que repartir 60 justificantes de asistencia, aplicación y conducta, entre los alumnos de su clase. Los alumnos suplicaron que para no dejar de asistir a la clase inmediata, se sirviera repartir dichos justificantes quince minutos antes de la hora de salida. El profesor accedió correctamente a la indicación referida.

En esos momentos, el Director pasó frente a la clase y vio que se repartían los justificantes, lo que le desagradó profundamente, ordenando se reanudaran los trabajos e instalando un vigilante en la puerta.

Pocos momentos después, un alumno se acercó al profesor para hacerle notar una equivocación en su justificante. El profesor suplicó al alumnos esperase un momento a su lado, mientras hacía la rectificación debida. En este acto, el vigilante, de apellido Cárdenas, y que según nuestras noticias es de los más iracundos de la Escuela, ordenó, mezclándose en un asunto que  no le atañía, que el alumno se retirase de ese lugar. El profesor objetó que él le había indicado que allí permaneciese.

Esta contestación exasperó al vigilante, quien ocurrió al Director, que se hallaba en los corredores, para exponerle su queja. El profesor fue llamado a presencia del Director y reprendido duramente por éste, en voz alta, en presencia de los alumnos y enarbolando un bastón. Además, el profesor fue castigado con dar media hora más de clase.

De ser ciertos los hechos anteriores, la escuela Preparatoria degenera en una Agencia Municipal. Parece increíble que un Director, que alardea de ilustrado, no comprenda que esas reprensiones públicas relajan el principio de autoridad. Poco respeto merecerá a los ojos de los alumnos, ese profesor regañado como un chiquillo y amenazado con un bastón.

Por otra parte, no sabemos de donde procede esa facultad del Director de la preparatoria para castigar al profesor con dar media hora más de clase. Es este un acto arbitrario que merece un severo reproche.

Además, los castigados fueron los alumnos, porque no concurrieron a la clase inmediata y se les señaló una falta inmerecida que puede originar a muchos la pérdida del derecho a ser examinados.

Nos parece que no sienta bien al Sr. Lic. Castañeda y Nájera el puesto de Director de la Preparatoria. Si no hubiera tantas complacencias por parte de nuestro Gobierno, ese Director hubiera sido ya destituido de su empleo.

Los miembros del Club «García Morales,» de Hermosillo, están sujetos a las vejaciones de las autoridades arbitrarias. Ya no solamente se les amaga con enviarlos a la guerra del Yaqui, sino que son encarcelados arbitrariamente y se les veja e infama en la prisión.

El joven Luis Duarte fue encarcelado arbitrariamente y el cabo de la guardia ayudado del centinela que hacía el servicio en el patio de la cárcel, golpearon cruelmente a Duarte con una varilla de fierro. Varios presos, atraídos por el escándalo, intervinieron haciendo cesar este acto repugnante.

Duarte fue llamado ante el Prefecto Político para su calificación, y se quejó a este funcionario del delito que se había cometido en su persona, llevando al efecto sus vestidos ensangrentados; pero el Prefecto, en vez de atender esa queja haciéndose solidario de los actos de los esbirros, impuso 15 días de prisión a Duarte, agravados con reclusión en un calabozo por el desacato de haber llevado a la Prefectura sus ropas ensangrentadas.

Contra estos actos escandalosamente arbitrarios e indignos de una sociedad civilizada, promovió Duarte el amparo de la Unión y el Sr. Juez de Distrito de Nogales, que se ha distinguido por su entereza y honradez, ordenó, por la vía telefónica, que el quejoso fuera puesto desde luego en libertad.

Crispan los nervios los relatos de estos actos inicuos de las autoridades protegidas por el Gobernador Izábal. Muy rudimentarios deben ser los principios de justicia de estas autoridades y muy desarrollados deben tener sus instintos inquisitoriales. Autoridades así, serán un borrón en las páginas de nuestra Historia.

El Sr. Juez de distrito de Nogales, sí es acreedor al respeto y admiración de los ciudadanos honrados. No se ha corrompido en ese medio depravado. Esto revela su energía y su honradez.

Con este significativo nombre, ha comenzado a publicarse en Hermosillo, Son., un trisemanal independiente, que dirige el bien reputado y conocido periodista D. Belisario Valencia, que aún sufre los rigores de un proceso inicuo, en el que se descubre la saña del elemento oficial. El Sr. Valencia publicaba el valiente periódico El Sol que fue denunciado.

El Combate viene a lucha armado de esos tres elementos poderosos: honradez, independencia y virilidad, que se hermanan con un talento periodístico indiscutible. Los primeros números rebozan energía y sensatez. No es de los pusilánimes que encubren sus ataques con repugnante hipocresía. Por el contrario. Aborda las cuestiones palpitantes con franqueza y lealtad. Saluda caballerosamente antes de cruzar el acero.

Nos halaga la aparición de un paladín indomable y tenaz. Sea bienvenido. Que su noble lucha sea fructífera y se resuelva en beneficios para esa oprimida sociedad sonorense.

Larga vida muchos triunfos y pocos disgustos, deseamos a tan valiente y estimable colega.

Nuestro colega El Combate, de Hermosillo, excita a los habitantes del Estado, para que en uso del derecho que otorga el artículo 17 de la Constitución del Estado, se reúnan en Clubes Políticos, para pedir al Congreso local el cumplimiento del artículo 77 de la mencionada Constitución, es decir, para que dicho Congreso convoque al pueblo a la renovación del personal del Ejecutivo, pues parece que Izábal no puede ocupar ese puesto más allá del 23 del presente Febrero, porque no será legal su permanencia en le poder.

Esos Clubes se impondrán también la tarea de uniformar la opinión en favor de los candidatos del pueblo para la primera magistratura local y para la elección de los miembros de la legislatura.

Además, los Clubes emprenderán otra labor. Si el Ejecutivo y la Legislatura burlasen la Constitución local, permaneciendo el uno en el poder y no haciendo la otra la convocatoria a que alude el artículo 77 citado, dichos Clubes harán que los ciudadanos se dirijan al Senado de la República para que, conforme a la Constitución Federal, declare, llegado el caso, de intervenir en la administración del Estado al desaparecer y destruirse en el mismo, el orden constitucional.

Aplaudimos sinceramente la patriótica labor de nuestro colega. Es necesario, urge, se impone, el que los ciudadanos vayan comprendiendo sus derechos para que no se les burle y avasalle. La ley presta los elementos de combate y es necesario ocurrir a ellos en la forma pacífica y noble que nuestras instituciones señalan.

Ya hablaremos detenidamente de este asunto y explicaremos en qué se apoya la iniciativa de El Combate. Por ahora, nos concretamos a secundar la idea del colega, excitando a los ciudadanos patriotas y honrados de Sonora para que lleven a la práctica tan bella iniciativa. Es forzoso que el espíritu público se encarrile por la senda de civismo. De otra manera, siempre nos veremos despojados de nuestros derechos y privados de nuestras más hermosas prerrogativas.

Sí, recomendamos que la lucha sea estrictamente pacífica, apoyada únicamente en la augusta majestad de la ley. Las luchas violentas han desaparecido ya con nuestros últimas teatrales revoluciones. La lucha pacífica es más fructífera, y evita atropellos y vejaciones.

Ya saben nuestros lectores que la administración curielista ha desbordado sus iras contra los redactores de El Paladín y Jalisco Libre, porque estos valientes colegas han desenmascarado sin temores ni afeminamientos todo lo sucio que oculta el contrato de saneamiento de Guadalajara, el acto público quizá más bochornoso y descabellado que por sí sólo basta para hundir una administración.

No nos ocuparemos del fondo de esa acusación. La prensa del país se ha ocupado brillantemente de ella, demostrando con sobra de lógica y argumentos jurídicos, que nuestros colegas obraron dentro de los límites infranqueables del art. 7º de la Constitución, y que, por ende, las autoridades judiciales de Jalisco que han conocido de este negocio, han violado ese artículo, con lujo de arbitrariedad y despotismo.

Solamente referiremos un dato curioso que demuestra el corto alcance intelectual y la carencia de ilustración, de los Jueces 2º y 3º de lo Criminal que conocen de la querella presentada por el Lic. Pérez Verdía, en nombre de un tal Blewit.

Los Sres. Lic. Leopoldo Valencia, Director de El Paladín, y Cipriano C. Covarrubias, Redactor en jefe de Jalisco Libre, fueron puestos en libertad bajo de fianza antes de que se cumpliesen las 72 horas, dentro de las que los referidos funcionarios debían dictar el auto de formal prisión. En consecuencia, conforme al art. 233 del Código de Procedimientos Penales, bastaba para continuar el procedimiento, el auto que encabezaba el proceso, sin necesidad de decretarse la formal prisión de los acusados.

Pero los jueces referidos ignoran la existencia de ese precepto legal, lo que los condujo a declarar formalmente presos a los acusados, cuando estaban ya en libertad bajo de fianza.

Es sensible que esos Jueces no conozcan, por lo menos, los preceptos legales claros y terminantes. Será de verse qué de tribulaciones sufrirán cuando el texto legal sea obscuro y precise aplicar reglas de interpretación para descubrir el espíritu del precepto.

Decididamente, Jalisco camina a la bancarrota. Con malos Gobernantes y malos Jueces, los pueblos más vigorosos sucumben.

Un grupo de individuos, quizá de esos que antes de la enfermedad del Gral. Díaz eran Porfiristas recalcitrantes, pero que el tener noticia de la gravedad del primer Magistrado, procuran asegurar el porvenir y la pitanza, se reunieron para discutir la resolución que adoptarían en caso necesario. Acordaron al fin, que debían apoyar la candidatura del Sr. Gral. Reyes y fueron a ofrecer a este Señor sus servicios.

Pero el Sr. Gral. Reyes recibió ese ofrecimiento con marcadas muestras de desagrado rechazando la oficiosa ayuda de estos partidarios acomodaticios.

Nos parece muy merecida esa lección, y además, trae el hecho referido una gran enseñanza para el Sr. Gral. Reyes. Ya sabe qué clase de individuos son esos.

Acaba de ser aprehendido un estafador que vendía muelas de San Aparicio. La nota pasaría desapercibida para el vulgo: pero el sociólogo encontrará en ella una preciosa observación: en una ciudad como México, el cerebro de la República, hay personas de criterio sumido en la más desconsoladora ignorancia. Una estafa burda que prospera, es reveladora de un estado social que vacila.

Pero es forzoso descifrar la causa: por una parte, la falta de ilustración motivada por la incuria oficial, y por la otra, la obra callada y sorda del fraile vaciando sombras en los cerebros rudos.

Sumados esos dos motivos de retroceso, resulta la personalidad apta para que la estafa piadosa prospere. Y prosperarán, mientras no sean eliminados esos dos motivos.

El País, amigo incondicional del presidente, porque éste es clerical, se burla sangrientamente del 1er. Congreso Liberal que se reunió en San Luis Potosí.

Informa esta hoja, que los pocos congresistas que asistieron son lugareños representantes de rústicos villorrios.

No esta en lo cierto El País. Al Congreso asistieron ciudadanos de representación y de valor ya por su talento, su ilustración y su energía y virilidad, circunstancias que nunca han tenido los ensotanados ni su negro partido de crimen y de traición.

No es de extrañarse la conducta del clericalismo en este asunto. Sabiendo es que nunca ha tenido armas nobles para atacar a sus enemigos políticos, empleando tan sólo la difamación y la calumnia.

Bien comprende el nauseabundo partido conservador la importancia del Congreso Liberal. Bien comprende que las decisiones del compacto grupo de patriotas reunidos en San Luis Potosí, harían desaparecer la influencia funesta del clericalismo, haciendo que los ciudadanos ejerciten sus energías en los comicios, práctica democrática que por no llevarla a efecto, nos ha entregado atados de pies y manos a la autocracia que pisotea nuestros derechos y hace burla de nuestra dignidad de hombres.

Comprende bien el partido conservador, la importancia del movimiento liberal, y por esta razón lo ataca; pero entiéndalo bien el sucio clericalismo, que, pese a quien le pesare, no se podrá desvirtuar la obra liberal, porque está cansado de inicuas explotaciones; porque odia las tiranías y quiere ser libre y no tutoreado.

En política hay momentos que pudiéramos llamar de atonía. Esos momentos pueden tener por origen varias causas: la enfermedad grave del rey en los estados monárquicos, o la del presidente en los republicanos; las crisis financieras ocasionadas por la falta de capacidad del encargado de arreglar el movimiento hacendario; la negligencia y torpe tino de la administración en lo que se refiere a la seguridad individual y a la seguridad, también, de los intereses de los ciudadanos; la manera torpe y antidiplomática que emplean los encargados de los negocios exteriores; la mala administración de justicia, en la que abundan jueces y magistrados que, equivocando su misión, equiparan los santuarios de la ley a vastos bazares en que se trafica con la justicia, del mismo innoble modo que trafica con sus hilachos cualquier ropavejero musulmán.

Hay otras varias causas, pero nuestro propósito, por 1o pronto, se reduce a tratar una sola de ellas: la enfermedad grave del rey en los estados monárquicos o la del presidente en los republicanos.

La enfermedad del rey o del presidente acarrea en los ciudadanos esa enfermedad que llamamos “de atonía,” y que sólo sirve para que, en caso de un desenlace fatal, los políticos ambiciosos se aprovechen del estado de ánimo de una nación para alcanzar la realización de sus propósitos imponiéndose por la sorpresa; imposición que antes no hubieran conseguido por su carácter acomodaticio y calculista y su absoluta carencia de valor civil.

La República se encuentra actualmente en uno de esos estados de atonía. La noticia de la enfermedad del general Díaz anda de boca en boca y corre de un lado a otro de la nación. La reticencia de las hojas semioficiales y oficiosas hace agrandar la gravedad que reviste el asunto a fuerza de querer convencer de su insignificancia. Es natural: cuando se pretende dar poca importancia a un hecho de trascendencia, sólo se consigue darle mayores proporciones. Estando el pueblo acostumbrado a ser víctima de engaños y de supercherías por parte de la prensa asalariada, cree lo contrario de lo que ella predica y está dispuesto a creer blanco lo que el elemento adulador sostiene ser negro.

Aparte de todo esto, las alarmantes noticias, que traspasando la consigna oficial, porque las verdades jamás pueden ocultarse; las alarmantes noticias, repetimos, que llegan del sur de la República acerca de la gravedad que reviste la enfermedad del general Díaz, ponen en tensión los nervios de todos aquellos que se preocupan por el porvenir de la patria, y de aquellos también que, buscando tan sólo el medro personal, ven en un desenlace funesto la realización de sus ambiciones, que antes no habían hecho ostensibles, como dijimos, por su carencia de valor civil, su carácter acomodaticio y calculista y su refinada cobardía política.

Nosotros, con nuestra acostumbrada energía, vamos a tratar valerosamente la cuestión; vamos a declarar sin embozos que si la enfermedad del general Díaz, dado el carácter de gravedad que reviste, tiene un resultado fatal, antes de que tal cosa suceda debemos, todos los que nos preciamos de ser patriotas, proponer un candidato para la Presidencia de la República.

La necesidad de proponer nuestro candidato para la primera magistratura del país se impone.

En efecto, con el largo periodo de muerte política a que estábamos condenados por la actual administración, los hombres templados para la lucha por la democracia han desaparecido, porque decepcionados del giro político impreso a los negocios públicos por el general Díaz, prefirieron arrinconar sus personalidades para no contagiarlas de esa gangrena que se llama política de conciliación; para no estar unidos a individuos que tienen de credo a la falsedad y sólo adoran a un dios: el egoísmo; se alejaron de la política actual porque la consideraron asesina de nuestras instituciones republicanas y violadora de nuestras libertades, al saber que ya no habría sufragio libre; que la prensa viviría amordazada; que la justicia se corrompería hasta el grado de hacer ocioso el capítulo de responsabilidades en nuestra legislación; que a los funcionarios venales y a los desfalcadores lo mismo que a los prevaricadores y a los concusionarios en vez de alojarlos en las fortalezas o en las penitenciarias, se les había de premiar con otros puestos que, debiendo ser ocupados por hombres honrados y de trabajo, se entregaban a individuos de antecedentes discutibles y reputaciones sospechosas; que para defenderse, los gobernantes que no acatan la ley y hacen burla de la justicia, alquilan individuos que no tienen más oficio que poner su pluma al servicio de todos los déspotas, y que, armados de ella como de un puñal, envenenan previamente con el lodo de sus inmundas pasiones, para que, destilando hiel y odio, puedan dar un golpe mortal a sus adversarios, esto es, a los adversarios de su amo, recibiendo como recompensa de tan vil trabajo un mendrugo del déspota y las espaldas de los hombres honrados. Por todas estas circunstancias, los hombres de firmes convicciones no han querido ocupar los puestos públicos.

Alejados de la política los hombres de valer, ella ha sido el punto objetivo de las nulidades; a ella han entrado como a país conquistado individuos que, huyendo de procesos que se les formara por sus criminales inclinaciones, cayeron como plaga en la metrópoli para esconderse bajo las ropas de una administración complaciente que, a trueque de un titulo profesional dado por gracia en cualquier escuela servida por analfabetos, los ha exhibido a la vergüenza publica.

De modo que hay que proponer un candidato independiente, un candidato que no tenga ligas de ninguna clase con la actual administración, en cuyo personal, aunque hay hombres honorables, no por eso dejan de ser débiles y complacientes, como educados en la política conciliadora del general Díaz.

No podemos proponer a ninguna de las personalidades de la actual política militante, porque cualquiera de ellas, por honorable que sea, nunca será capaz de echarse a cuestas un programa netamente liberal, en virtud de no ser ninguna de ellas liberal, pues creemos que en los gobiernos conservadores, como el del general Díaz, nunca habrán tenido cabida los liberales, pues el hombre que profesa estos principios se abstiene de sostener, de cualquier modo, una política conciliadora, en virtud de no poder existir conciliación ninguna posible entre dos partidos que por su historia y por sus tendencias caminan diametralmente opuestos uno y otro.

Pero hay más: el general Díaz jamás ha consentido que a su administración penetren hombres de carácter. Podemos decir, sin equivocarnos, que todo el engranaje administrativo que se extiende desde la Baja California hasta la península de Yucatán esta formado de materias pasivas que sólo se ponen en movimiento al mandato del Presidente.

El general Díaz, para gobernar solo y ser el único amo, como ha sido, se ha rodeado de un grupo de autómatas, de hombres que no tienen más voluntad que la del jefe, de hombres sin iniciativa y perdidos completamente para todo lo que signifique energías particulares y activas; en una palabra, se ha rodeado de hombres sin carácter, de hombres sin voluntad propia, de hombres que siempre podrán ser mandados y obedecer, pero que nunca podrán mandar, y por lo mismo nunca podrán llegar a ocupar la suprema magistratura del país.

Además, en la política actual abunda el militarismo, y la nación está cansada de acicates y de machetes, como hastiada está también de sotanas y sobrepellices. La nación no quiere sufrir más la pesadumbre del militar ni la del fraile; no apetece más la opresión de esas dos clases que siempre han vivido en consorcio para arrebatar las libertades y disponer a su antojo de las vidas y haciendas de los ciudadanos; la nación quiere ser libre para que sus hijos practiquen sus derechos y haya fraternidad y orden.

De modo, que ni el elemento oficial, ni el clericalismo ni el militarismo podrán proporcionarnos el candidato apetecido. Hay que buscarlo entre la clase productora, esa clase que vive independiente y que no tiene compromisos de ninguna clase con el actual modo de cosas. De entre esa clase debemos escoger el candidato, por que en ella no han entrado aún las perversiones que engendran las políticas despóticas, precisamente porque odia el despotismo y porque alejada de la política, en virtud de no querer transigir con el enemigo jurado de la libertad, que es el clero, y con las prácticas antidemocráticas que han convertido en imperio a una nación libre, se ha resignado a esperar la reacción del espíritu público, que, en vibrantes y enérgicos conceptos, haga saber a la nación y a todo el mundo las nobles aspiraciones del pueblo, que suspira por sus muertas libertades y por sus ultrajados derechos.

Pero el candidato que debemos proponer todos los que nos consideramos como verdaderamente liberales, debe ser un hombre de temple, un hombre de energías viriles y enérgicas, que tenga una voluntad tan grande capaz de desconcertar a sus enemigos políticos; en una palabra, necesitamos un hombre de carácter, pues el pueblo está cansado de dar su voto a ciudadanos que por debilidad y falta de valor civil ocurren al Presidente para hacerle presente su incondicional adhesión, sin preocuparles que al pueblo, que es el soberano, es a quien deben ofrecer esa adhesión y no al Presidente, que es sólo un servidor de ese mismo pueblo.

Hay, pues, que proponer un hombre que esté resuelto a soportar la crítica canallesca y los ataques de sus adversarios políticos. Debemos proponer un candidato liberal.

Seriamente llamamos la atención de los hombres honrados acerca de lo que hemos expuesto. Urge estar prevenidos para evitar, en caso de que la enfermedad del general Díaz tenga un resultado fatal, que cualquier ambicioso sorprenda a la nación.

Bien comprendemos que cuanto hemos dicho, con entera franqueza y sobrada lealtad, nos acarreara las iras y las imprecaciones de las hojas semioficiales y oficiosas, que llamarán antipatriótica nuestra labor, tachándonos de malos mexicanos. Esa es el arma de los asalariados, de los que, no teniendo energías ni aptitudes para vivir una vida independiente y honrada, se arriman a la administración para recibir pan por denuestos, unos cuantos cobres por aplaudir y agasajar a gobernantes impopulares que tienen la debilidad de dar crédito a las lisonjas que pagan, como el atolondrado que se creyera amado por una ramera.

De antipatriótica se tachará nuestra actitud por tales individuos; pero el pueblo, que es al que nos dirigimos, porque es el befado, el ultrajado, el oprimido; porque es el siervo debiendo ser el amo, ese pueblo comprenderá nuestros esfuerzos encaminados a su mejoramiento social, a fin de que ya no se le explote ni se le tiranice, a fin de que pueda ejercitar sus derechos y que sea libre y fuerte, y que no se le tome como comparsa en los ridículos festejos de la adulación y del servilismo.

Se tachará de antipatriótica nuestra tarea, precisamente por los que, viendo a la patria en peligro, no dan un solo paso para salvarla, sino que se conforman con adular al poderoso y embrutecer a las masas, comprendiendo que de ese embrutecimiento depende su bienestar personal, que tiene por base la degradación del pueblo, pero que tendrá como merecido castigo el fallo condenatorio de la historia.

A continuación damos la lista de los Clubes y publicaciones periódicas, que tuvieron representación en el Gran Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí el día 5 del corriente.

Por dicha lista se convencerán los detractores de la causa liberal, de la importancia y significación que tiene el movimiento político, que tanto amedrenta a los ensotanados y hace perder el tino a los déspotas, al comprender que la República está pronta a hacer oír su voz soberana.

He aquí la lista por Estados:

I. CHIHUAHUA

Hidalgo del Parral. Club Liberal “Esteban Benítez,”1 Antonio Mesa y Salinas.

II. COAHUILA

Monclova. Club Liberal “Miguel Blanco,” licenciado Antonio de la Fuente, ingeniero Luis F. Lajous.
Ciudad Porfirio Díaz. “Club Liberal,”2 licenciado Ramón Ramos e ingeniero Camilo Arriaga.
Club Liberal “Esteban Coronado,”3 ingeniero Camilo Arriaga.

III. DURANGO

Cuencamé. Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” Francisco S. Montelongo4.
Ciudad Lerdo. Club “Melchor Ocampo,” licenciado Benito Garza.5

IV. DISTRITO FEDERAL.

“Agrupación Liberal Pro Patria,”6 Avelino Espinosa7, José Hinojosa8, Salomé Botello hijo9, y Lázaro Villarreal10.

PRENSA MEXICANA

“Diario del Hogar,” representante, ingeniero Camilo Arriaga. Este periódico remitió ejemplares de un folleto titulado “La Libertad Religiosa en México,” escrito por el diputado don Manuel E. Rincón, y cuyos ejemplares fueron repartidos.
“El Universal” (diario) y “El Monitor Liberal” (semanario) representados por el licenciado Diódoro Batalla, quien pronunció brillante discurso en la sesión inaugural.
“Regeneración” (semanario) representado por don Ricardo Flores Magón.

V. HIDALGO

Atotonilco el Grande. “Corporación Demócrata Liberal,” Fernando P. Tagle11 y doctor Agustín Navarro12.
Calnali. Club “Ignacio Ramírez,”13 Fernando P. Tagle y doctor Agustín Navarro.
Huasca. Club “Manuel Doblado.”14
Huejutla. Club Liberal “Platón Sánchez,”15 ingeniero Paulo Colunga.
Mineral del Monte. Club “5 de Febrero 57,” Manuel Martiarena.
Omitlán. Club Liberal “Guillermo Prieto,”16 M. Martiarena.
Pachuca. Corporación Patriótica Privada,17 Fernando P. Tagle y doctor Agustín Navarro.
Pachuca. Club Liberal “Atalaya,” C. H. Castelazo18.
Tula de Allende. “Sociedad Liberal Ignacio Ramírez.”
Teontepec. “Círculo Patriótico Liberal.”
Tulancingo. “Club Liberal.”
Zacualtipán. “Junta Patriótica Privada.”
Zimapán. Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” Gonzalo López19.

VI. GUANAJUATO

Ciudad Manuel González (San Felipe). “Club Liberal Felipense,” Mariano González.

VII. MICHOACÁN

Cherán. Club Liberal “Luis G. Córdova,” Federico R. Flores.
H. Zitácuaro. Club Liberal “Josefa Ortíz y Francisca Carrillo,” Guadalupe Colín viuda de Colín20, Benita Anaya de Reyes y señoritas Aurora y Elvira Colín21.
Club Democracia Vigilante “Benito Juárez,” Sociedad Anticlerical “Siglo XX,” José Trinidad Pérez22 y José M. Guzmán.
Uruapan. Club Liberal Constitucionalista “Cerro de las Campanas,”23 Federico R. Flores.
Morelia. Club Reformista y Club “Benito Juárez” de Ario de Rosales, Juan Medal24.

VIII. NUEVO LEÓN

Lampazos. “Club Liberal Lampacense”25 ingeniero Francisco Naranjo, hijo26, y Vidal Garza Pérez27.
Villaldama. “Club Liberal Villaldamense,” Salomé Botello (h) y Gregorio Licea28.

IX. OAXACA

Cuicatlán. “Club Regenerador Benito Juárez,” Rafael Odriozola29.

X. PUEBLA

Cuautempan. “Club Juan N. Méndez,”30 Alberto Díaz31.
Puebla. “Club Patriótico Liberal Melchor Ocampo,” Alberto Díaz y Juan Ramírez Ramos.
Chignahuapam. Club Liberal “El Nigromante,” Alberto Díaz y Juan Ramírez Ramos.
Tetela de Ocampo. Club Liberal “Juan N. Méndez y Juan C. Bonilla,”32 doctor Emilio Bonilla, Alberto Díaz.
Zacatlán. Club Liberal, Alberto Díaz.

XI. SAN LUIS POTOSÍ

“Comité Liberal de Estudiantes,”33 licenciado Diódoro Batalla y Ricardo Flores Magón.
Cerritos. “Club Patriótico Liberal,” Antonio Vives.
C. de Valles. Club “Ignacio Altamirano,” Hexiquio Forcada34.
Matehuala. Club Liberal “Juan Villerías,”35 Eucario M. Sein36.
Rayón. Club “Benito Juárez,” profesor Blas C. Rodríguez37, profesor Librado Rivera38, José P. Andrade, Regino Durán, Enrique Espinosa y Rutilo Guerrero.
San Nicolás Tolentino. Club “Benito Juárez,”39 Nicolás Leal, Pedro Pérez y Mucio J. Gallegos.
Tancanhuitz. Club Liberal “Pedro José Méndez,”40 doctor Aurelio de Alba.
Tamazunchale. “Club Liberal Huasteco,” licenciado Cruz García Rojas.

XII. TAMAULIPAS

Nuevo Laredo. Club “Melchor Ocampo,” licenciado Amado González.
Tampico. Club “Benito Juárez,” licenciado Ricardo López y Parra41 y Pompeyo Morales42.
Tula de Tamaulipas. Club “Juárez Ocampo,” José D. Gaitán, Jesús López, Alberto Villasana43, Luis López y Telésforo Villasana44.

XIII. VERACRUZ

Veracruz. Club Liberal Literario “Sebastián Lerdo de Tejada,” José Trinidad Pérez.
“Club Liberal Veracruzano,”45 Vicente Reyes Torres.
“Club Liberal de señoras veracruzanas” y “Club Liberal de señoritas veracruzanas,” Vicente Reyes Torres.

XIV. ZACATECAS

Nieves. Club “Jesús González Ortega,”46 Jesús G. Piñera.
Pinos. Club “González Ortega,” doctor Miguel Macías.
Zacatecas. Club “Benito Juárez,”47 licenciado Benito Garza.


1 Esteban Benítez. (1834-1918). Liberal originario de Hidalgo del Parral, donde combatió a la intervención francesa. Alojó en su casa de esa población a Juárez en su huida al norte. En varias ocasiones fue diputado al Congreso local.
2 Club Liberal de Ciudad Porfirio Díaz. Fundado en 1893. Integrado por artesanos de tendencia liberal desafectos tanto al régimen de José Ma. Garza Galán como al de Miguel Cárdenas.
3 Esteban Coronado (1832-1860). Abogado y militar sonorense. Afiliado a las filas liberales durante el golpe de Estado de Comonfort, fue jefe de operaciones de la coalición de Chihuahua, Nuevo León, Coahuila, Zacatecas y Durango. En 1858 ocupó el gobierno de Durango, caracterizando su gestión por las medidas tomadas contra los fueros eclesiásticos.
4 Francisco Santos Montelongo. Pastor metodista. Mantuvo contacto con Regeneración, al menos hasta 1906.
5 Benito Garza (1855-1911). Abogado duranguense. Tras el asesinato de Trinidad García de la Cadena se convirtió en enemigo del gobierno de Porfirio Díaz. Presidió el Club Benito Juárez de la capital del estado. Suscriptor de Regeneración hasta 1906. Antirreeleccionista (1909). Organizó el paso de Madero por Zacatecas durante su campaña (1910).
6 Agrupación Liberal Pro Patria. Formada por estudiantes de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Participaron como oradores en el homenajes a Juárez el 18 de julio de 1901. (vid. infra, art. núm. 652).
7 Avelino Espinosa. Abogado sonorense.  Fue el último de los gobernadores del régimen porfiriano en Sonora. Ocupó el cargo tres días a partir del 27 de mayo de 1911.
8 José Hinojosa. Abogado y periodista tamaulipeco. En 1913 dirigió en Tampico, Tam., La República.
9 Salomé Botello Garza. (1875-1949). Abogado y periodista neolonés, fue gobernador de su estado natal durante el régimen huertista. (1913).
10 Lázaro Villarreal. Abogado. Miembro de la logia masona local. Diputado local por Chihuahua (1927).
11 Fernando P. Tagle. Hijo del ex gobernador del Estado de Hidalgo Antonio Tagle (1869-1872). Presidente de la Corporación Patriótica Privada de Pachuca. Participó en las conspiraciones del maderismo local para el levantamiento del 20 de noviembre de 1910.
12 Agustín Navarro Cardona. Hidalguense. Vocal de la Corporación Patriótica Privada, de Pachuca, Hgo., (1901).  Formó parte de la redacción de Regeneración, editado en la ciudad de México en 1911, bajo la dirección de Juan Sarabia, Jesús Flores Magón y Antonio I. Villarreal. Fue candidato a la gobernatura de Hidalgo por parte del Club Central Navarrista.
13 Ignacio Ramírez  “El Nigromante.” (1818-1879). Abogado y periodista guanajuatense. Conocido como el Voltaire mexicano por su vocación ilustrada. Constitucionalista en 1857. Magistrado de la Suprema Corte a partir de 1864. Redactor de El Correo de México (1867). Como ministro de Instrucción Pública y Fomento en 1858, aplicó plenamente las Leyes de Reforma.
14 Manuel Doblado (1818-1865). Abogado liberal guanajuatense. Magistrado del Tribunal Superior y gobernador interino (1846) y constitucional (1857, 1861) de su estado natal y de Jalisco. Ministro de Relaciones con Juárez (1862) a quien acompañó en su viaje a Paso del Norte. Hizo campaña militar en la sierra de Querétaro.
15 Platón Sánchez. (1835-1867). Militar veracruzano. Combatió contra la intervención francesa; participó en el sitio de Puebla en 1863. Presidió el Consejo de Guerra que juzgó y condenó a muerte a Maximiliano, Miramón y Mejía. Murió asesinado por un grupo de soldados del Regimiento de la Emperatriz en Nuevo León.
16 Guillermo Prieto Sotero, “Fidel” (1818-1897). Poeta y periodista liberal. Formó parte de la Academia de Letrán. Fundó con Altamirano Don Simplicio y colaboró en El Siglo XIX y El Monitor Republicano. 15 veces diputado y tres Secretario de Hacienda (1852-3, 1855 y 1859).  Constitucionalista en 1857. Escribió entre muchas otras: Memorias de mis tiempos (1828-1853), La Musa Callejera y Lecciones de Historia Patria.
17 Corporación Patriótica Privada. Pachuca Hidalgo. Moto ‘Despertar el fervor por el pasado histórico de México’. Constituida el 27 de mayo de 1900. Formada en torno a las elecciones estatales. Postuló a Antonio Peñafiel como candidato a la gubernatura. Disuelta el 28 de julio de 1901. Mesa directiva: Fernando P. Tagle, presidente; Eduardo de Corral, vicepresidente; Aurelio Jaso, tesorero; Teodomiro Manzano 1er. Secretario; Mariano Lechuga, 2º Secretario; Vocales: Arcadio Ballesteros, Luis García, Eduardo Luque, Agustín Navarro Cardona.
18 C. H. Castelazo. Mantuvo relación con los editores de Regeneración al menos hasta 1906.
19 Gonzalo López.  Protestante. Profesor de escuela primaria. En 1887, junto con el pastor Miguel Arias, formó una sociedad liberal propagadora de los principios reformistas. Diputado suplente al Congreso Constituyente  de 1917, por Zimapán, Hidalgo.
20 Guadalupe Colín viuda de Colín. Originaria de Zitácuaro, hacia 1890 habría formado una sociedad liberal-protestante que se transformó en el club liberal, al que se incorporaron sus hijas Aurora y Elvira Colín.
21 Aurora y Elvira Colín. Pronunciaron discursos en el Congreso Liberal, reproducidos en El Diario del Hogar del 23 de febrero y 1de marzo de 1901.
22 José Trinidad Pérez (1855-1905). Maestro de escuela primaria, periodista. Portestante. Originario de Zitácuaro. Miembro dela Junta Patriótica Permanante desde 1895. Formó, junto con los hermanos Onésimo y César López Couto, el Partido Liberal Zitacuarense. Dirigió El Semanario de literatura y combate (Zitácuaro,1899) y Plus Ultra (Morelia, 1904).
23 Club Liberal Constitucionalista “Cerro de las Campanas”, Uruapan, Mich. (1898-1902).  Presidente, Juan de Dios Avellaneda.
24 Juan Medal. Arrestado por las autoridades Morelia, a su regreso del Congreso Liberal.
25 Club Liberal Lampacense. (1901). Tuvo como antecedente inmediato la Sociedad Juan Ignacio Ramón, (1899), que  se proponía promover mejoras materiales en la ciudad e impulsar la educación y cuyo secretario fue Francisco Naranjo.
26 Francisco Naranjo, hijo (1867-1915). Ingeniero y militar. Hijo del gral. Francisco Naranjo. Fundó el club liberal de su natal Lampazos. Encarcelado por órdenes de Bernardo Reyes (1901). Se incorporó a la revolución maderista. Organizó el Regimiento Voluntario deLampazos en 1911 y con él combatió en Morelos a Emiliano Zapata. Comndante militar de ese estado (1912). Mantuvo relaciones extraoficiales con Genovevo de la O y Gildardo Magaña por lo que fue destituído. Federal huertista derrotado por los constitucionalistas. E  Estados Unidos (1914) quizo reorganizar el Partido Liberal Mexicano. Escritor y periodista, El Lampacence (1891), La Bandera Roja (1896),  Telémaco (1900). Diccionario biográfico revolucionario.
27 Vidal Garza Pérez (1866-1922). Abogado nacido en Lampazos, Nuevo León. Colaborador de La Bandera Roja (1896). Mantuvo correspondencia personal con RFM (1901-1903). Activo liberal antirreyista, fue encarcelado en 1903. Hacia 1909 fue dirigente del Partido Nacional Antirreleccionista. Constitucionalista. Diputado y Presidente de la Suprema Corte de Justicia con Venustiano Carranza.
28 Gregorio Licea. Mantuvo relación con los editores de Regeneración al menos hasta 1906.
29 Rafael Odriozola Herrera. (1858-19??). Nació en Talcolula, Oax. Apartir de 1901 mantuvo vínculos con los redactores de Regeneración. Participó en los preparativos insurrreccionales de 1906. Encarcelado en la ciudad de Oaxaca. Reinstaló el Club liberal de Cuicatlan en 1911. Diputado por el Distrito de La Cañada. Antihuertista.
30 Juan N. Méndez. (1820-1894). Militar originario de Tetela de Ocampo, Pue. Ingresó al ejército en 1847, combatiendo la invasión norteamericana. Tomó parte en la defensa de Puebla del 5 de mayo de 1862. Durante el Imperio combatió en Puebla y en el Valle de México. Al restablecerse la República, fue gobernador de su Estado natal. Apoyó el Plan de Tuxtepec, al triunfo del cual, volvió a ocupar el gobierno estatal; durante su gestión abolió la leva y organizó la guardia nacional. Interpretó las leyes de amortización  de bienes a favor de las comunidades indígenas de la Sierra Norte de Puebla de donde provenían los más de los soldados a sus órdenes.
31 Alberto Díaz. Mantuvo relación con los editores de Regeneración al menos hasta 1906.
32 Juan C. Bonilla (1835-1884). Maestro y militar nacido en Tetela de Ocampo, Pue. Se incorporó al ejército durante la Intervención Francesa. Participó en 22 acciones bélicas que le valieron el honor del generalato. Gobernador de Puebla en 1876.
33 Comité Liberal de Estudiantes, San Luis Potosí, S. L. P.  Presidente, Antonio Díaz Soto y Gama. Vice-Presidente, José M. Facha. Secretario, Moises García. El 21 de enero de 1901, extendieron una invitación a RFM para que participara como su representante en el Congreso Liberal. Vid. “Una credencial”, Regeneración, núm. 24, 31 de enero de 1901.
34 Exiquio Forcada. Pastor prersbiteriano y maestro de  escuela de Rayón, SLP. Trabajo en Pisaflores, Hidalgo(1879),y luego en la huasteca postosina. Apoyó la formación del Grupo Reformista y Constitucional en 1895-6. Mantuvo contacto con los redactores de Regeneración, al menos hasta 1906.
35 Juan Villerías (1775?-1811). Religioso juanino adherido a las filas insurgentes en 1810. Hizo campaña en Guanajuato, a las órdenes de Allende, y en San Luis Potosí, encabezando a centenares de indios. Murió en Real de Catorce.
36 Eucario M. Sein. Dirigió  El Católico Convertido, ‘Periódico evangélico independiente’. Matehuala, (1896). Apoyó la formación del Grupo Reformista y Constitucional en 1895-6.
37 Blas E. Rodríguez (1880-1949). Maestro y abogado, condiscípulo de Antonio Díaz Soto y Gama. Se vinculó al cabecilla Leobardo Jonguitud ocn el que se incorporó al huertismo. Se exiló en Texas.  Escribió Datos para la historia de la Huasteca (1932).
38 Librado Rivera (1864-1932). Originario de Aguacatillos, San Luis Potosí. Educado por el liberal espiritista y porfesor Jesús Sáenz y el pastor metodista Hexiquio Forcada. Profesor normalista y periodista. Participó en el Primer Congreso Liberal de 1901, como miembro del Club Ponciano Arriaga de esa ciudad. Siendo secretario del club, fue encarcelado junto con Juan Sarabia y Camilo Arriaga en enero de 1902. Con ellos y en la cárcel fundó El Demófilo. En agosto se trasladó a México, y colaboró en El Hijo del Ahuizote. Aprehendido junto con RFM y los demás redactores el 16 de abril, salió de nueva cuenta de Belem, y pasó a la clandestinidad, emigrando con sus compañeros a Estados Unidos. Siguió el periplo de aquellos por las ciudades de Laredo y San Antonio, Texas y Saint Louis Mo. Al formarse la Junta O rganizadora del PLM, el 28 de septiembre de 1905, fue nombrado primer vocal. Un año después, el 12 septiembre de 1906 fue aprehendido junto con Aarón López Manzano a petición del empresario William Greene. Al frustrarse el intento de llevarlo clandestinamente a México, fue liberado a fines de noviembre. A mediados de 1907, se reunió con RFM y Antonio I. Villarreal en la ciudad de Los Ángeles. Fue  aprehendido junto con Enrique y RFM el 23 de agosto de 1907. Sentenciado por violación de las leyes de neutralidad. Permaneció en la penitenciaría de Florence, Arizona, hasta agosto de 1910. En 1911 fue nuevamente arrestado bajo la misma acusación y pasó a la cárcel de Mc Neil, Washington con Enrique y RFM, Anselmo L. Figueroa. Libre en 1914, regresó a Los Ángeles y se reincorporó a la redacción de Regeneración. Permaneció a lado de RFM cuando el grupo se dividió en 1917 y firmó junto con él, el Manifiesto a los Trabajadores del Mundo, de marzo de 1918, por lo que fue acusado de infringir las leyes de espionaje vigentes durante la primera guerra mundial. Enviado junto con RFM a la penitenciaría de Leavenworth, Kansas a purgar una condena de 15 años. Salió libre el 6 de octubre de 1923, al conmutársele su pena por la deportación. De regreso en México, organizó el grupo Tierra y Libertad en su natal San Luis Potosí. Publicó Sagitario, órgano del grupo Hermanos Rojos. En 1928, desde Doña Cecilia (hoy Ciudad Madero), publicó Avante, periódico suprimido por el gobierno estatal. En 1931 publicó ¡Paso! en la ciudad de México, como órgano del grupo Ideas y Acción. Murió en un accidente automovilístico al año siguiente.
39 Club “Benito Juárez” San Nicolás Tolentino, S. L. P. Fundado en marzo de 1901. Presidente del club, Nicolás Leal; vicepresidente Pedro Pérez; vocales Mucio J. Gallegos, Ignacio Arriaga, Florentino C. Cruz, Antonio S. Ávila.
40 Club Liberal  Pedro José Méndez. (1836-1866). Militar tamaulipeco. Tomó parte en la guerra de Tres Años y en la Intervención Francesa, durante la cual organizó una guerrilla que por su movilidad se volvió legendaria. Encabezó la toma de Ciudad Victoria en 1866.
41 Ricardo López y Parra. Abogado. Promovió el combate a las fuerzas invasores norteamericanas en 1914.
42 Pompeyo Morales. Maestro de escuela en Tampico, Tam., lider protestante, masón.
43 Alberto Villasana Ortíz. Maestro e inspector de escuelas en su natal Tamaulipas.
44 Telésforo Villasana Ortíz. Periodista, comerciante, abogado. Director de la Escuela de Derecho de Tula, Tamaulipas. Director de El Tulteco (1889-1910). El 16 de julio de 1906 reprodujo en primera plana el manifiesto de la Junta Organizadora del PLM.
45 Club Liberal Veracruzano. Fundado el 1º de febrero de 1901; organizado por Miguel Reyes Torres.
46 Jesús González Ortega (1822-1881). Militar zacatecano. Apoyó el Plan de Ayutla. Gobernador de su estado natal (1858). Decidió la Guerra de Tres Años en la batalla de Calpulalpan en diciembre de 1860. Establece una tensa y contradictoria relación con Juárez. Protagoniza el desastre de Cerro Borrego ante las tropas francesas y después de 62 días de sitio en Puebla se rinde incondicionalmente. Las disputas por el poder ejecutivo con Juárez lo llevarán al exilio, a la cárcel y finalmente al retiro a la vida privada.
47 Club “Benito Juárez”. Zacatecas , Zac.,  Fundado en 1886, con motivo del asesinato de Trinidad García de la Cadena. Presidente Benito Garza Pérez.

Lamentan los vecinos de Hermosillo, que sea Juez de 1ª Instancia de ese Distrito el Lic. Germán Velasco, tristemente célebre ya por sus arbitrarios procedimientos, por sus persecuciones a periodistas y por haber declarado en una sentencia, que la imprenta es un instrumento de delito de uso prohibido, atrevimiento que ningún Juez ha tenido.

Dicho Juez procesó a Cosme Gómez por un supuesto robo de tercios de tabaco. A pesar de no existir datos suficientes en el proceso, decretó el Juez la prisión formal del acusado y continuó la averiguación, la que, para tomar seis declaraciones y practicar dos careos, inconducentes ambos, hizo dilatar tres meses con perjuicio de los intereses del procesado.

Pero no conforme con esa dilación, envió la causa al Juez 2º local para que continuase instruyendo el proceso, con lo que ha demostrado que desconoce las leyes vulgares de aplicación diaria, pues el asunto era de su competencia, no de la del Juez local, por tratarse de un robo efectuado por un dependiente.

Razón hay, pues, para que exista el disgusto del público. Jueces como el Lic. Velasco no prestan garantías de ningún género y son, por el contrario, una rémora al progreso, pues un pueblo sin justicia está sujeto a las vejaciones que impiden la seguridad en los intereses y a la incertidumbre de la libertad.

Los timoratos, los indiferentes, los escépticos y toda esa mala semilla que ha pesado sobre la patria y que contrabalanceando la opinión enérgica y viril sólo ha servido para estancar las energías, debilitándolas a fuerza de permanecer siempre inmutables; esa mala semilla que lleva estereotipada en un rostro idiota la sonrisa diabólica para todo lo que sea culto por los ideales democráticos y veneración por las instituciones liberales, y para cuyos individuos nada significan la democracia, la República y la libertad, si en los gobiernos más despóticos y en las administraciones más absolutistas, de un personalismo crudo y repugnante, pueden vegetar y satisfacer con la fruición de las bestias los más elementales apetitos, de esos que harían feliz a un hipopótamo y harían gesticular grotescamente a un mico, todos esos individuos: timoratos, indiferentes y escépticos, preguntan a cada paso la importancia del Congreso Liberal.

Para que ellos lo sepan y todo el mundo también lo sepa, les diremos que el Congreso Liberal reunido en San Luis ha sido el despertar de las energías, que parecían muertas después de veinte años de sueño, sueño que habían hecho de nuestra infortunada República un inmenso camposanto en el que no se oía más que el graznar de los mochuelos de sacristía, el antipático tintineo de las espuelas, el taconeo furioso de las botas del soldado y el rechinar de las correas del recluta.

Parecía que habían muerto las energías. El pueblo, de por sí tan generoso, al grado de servir de escaño a los tiranos, se había retraído; una opresión brutal había enfriado las más nobles aspiraciones y la decepción ocupó los pechos de todos los buenos mexicanos, que habiendo gastado sus energías para conquistar la libertad, obtuvieron como trofeos sarcásticos la cadena del esclavo y el uniforme del galeote.

Decepcionado el pueblo, no quería tocar más los asuntos políticos y se había hecho el propósito de seguir siendo siervo, ya que no podía ser soberano. Tenía horror a la cosa pública, y para él la política no era más que una disoluta pronta a dispensar sus favores al primer mimado de la suerte que se le presentara, sin discutir sus méritos ni parar mientes en las cualidades buenas o malas del afortunado.

Ese estado pasivo del pueblo, fomentado rabiosamente por los periódicos semioficiales y oficiosos, que venían en la decadencia del espíritu público un terreno apropiado para el cultivo de las bajezas, dio origen a todos los servilismos y margen a todas las adulaciones, por que habiendo perdido vigor los ciudadanos, fácil era que flaquearan sus piernas o hincaran las rodillas delante de los despotismos, inclinando la frente ante tanta maldad y tan refinada injusticia.

Pero surgió un grupo de ciudadanos de buena voluntad. En el corazón de la patria, herida de muerte, nació una idea libertadora. El ingeniero Camilo Arriaga comunicó esa idea a varios patriotas y la buena nueva se extendió por toda la República, excitando los nervios de los entusiastas y despertando las energías de los timoratos y de los indiferentes.

De todas partes de la República acudieron los verdaderos mexicanos al llamamiento del Club Liberal Ponciano Arriaga y, ya unidos, formando un conjunto compacto y viril, decidieron abordar las causas de los males que afligen a la patria, para poner el remedio.

Todos los pensadores habían señalado con más o menos vigor el origen de nuestro malestar político. Todos habían declarado, con más o menos valor civil, que el origen de nuestra decadencia estaba en el clero corrompido amancebado con la actual administración. Todos estaban conformes en asegurar que de ese maridaje, el del bonete y el sable, había de resultar un monstruo, la política de conciliación, que además de hacer burla de nuestras instituciones y mofa de nuestras libertades, porque la tal política sólo sirve para reducir al ciudadano a la condición de esclavo, al impedir que se practique la democracia, que es el principio de los pueblos libres, conduciría a nuestra patria a una ruina segura, entregándola encadenada a la codicia de cualquier déspota de la iglesia o del militarismo.

Nunca ha sido benéfica la tal política, porque encierra el principio de las autocracias, pues que el clero nunca ha sido amigo de las democracias.

Una vez que el núcleo de patriotas reunidos en San Luis Potosí apreció los males que resultan de esa política, estudió los medios que deben emplearse para reducir a la nada la influencia política del clero y la de su negro partido, que en unión de los traidores se encaraman al poder. Entre esos medios se encuentran el ejercicio de los derechos en los comicios, para tener mandatarios libres; las conferencias públicas dadas por los miembros de los clubes para infiltrar el civismo; las excitativas a los gobernantes para que se cumpla la ley y se administre justicia; la propaganda de las ideas democráticas por medio de la prensa, de las escuelas, etc., etc.

Otros muchos medios, prácticos todos, se estudiaron y aprobaron, siendo acogidos con aplauso unánime cuantos se referían a evitar la tiranía de los gobernantes, la venalidad de los jueces, las arbitrariedades y los crímenes de los jefes políticos, las alcaldías de los caciquillos y tantos y tantos abusos que se cometen a la sombra de la actual administración, que da el espectáculo del oropel cubriendo un esqueleto plagado de úlceras y podredumbre.

Por más que se pretenda negar la significación del Congreso liberal y que la prensa asalariada guarde absoluto silencio de él, porque a sus intereses y a los de sus protectores no conviene despertar el espíritu público, pues que una vez despierto ese espíritu, surgirá potente y viril el valor de los patriotas, y los pueblos valientes no consienten bajezas ni tiranos; por más que se pretenda por los órganos del oscurantismo negar la importancia del movimiento político liberal y trate de ponerlo en caricatura apelando para ello a las cobardes armas de la calumnia y la difamación, azuzando al mismo tiempo a los esbirros del poder, dispuestos siempre a hincar sus garras contra el que tiene valor de llamar a las cosas y a los individuos por sus nombres: tirano al tirano y ladrón al ladrón; por más que se pretenda desencadenar la furiosa tempestad de los odios y de las persecuciones contra los ciudadanos honrados, que ven en la actual administración el peligro de las instituciones con la pérdida de la vergüenza, y con esa carencia la pérdida de la nacionalidad, el pueblo, que tiene mejor sentido del que se le atribuye, comprende bien la significación del Gran Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí y agradece el valor de los ciudadanos que, alejándose de sus hogares y descuidando sus negocios, fueron a reunirse a donde los convocó el Benemérito Club Ponciano Arriaga, que es hoy el portaestandarte de la democracia.

Vean, pues, los timoratos, los indiferentes y los escépticos la importancia del Gran Congreso Liberal. Ahora no podrán dudar de la existencia de un grupo compacto de ciudadanos de buena voluntad que luchan por liberar al pueblo de la rapiña del clero, haciendo de cada individuo un ciudadano libre, capaz de ejercitar y sostener sus derechos exigiéndolos con virilidad y energía de los déspotas que se los arrebatan, para hacer de nuestras instituciones federales el centralismo que pese sobre nuestra patria.

El pueblo, educado en la democracia, se hará respetar, y del inmenso rebaño de corderos que puebla la República surgirá el clamoreo de los hombres libres, cuya única aspiración será hacer de nuestra querida patria una nación próspera y feliz, en la que no vuelvan a incubarse los gérmenes malditos del clericalismo ni inficionen la atmósfera los miasmas de la autocracia generadora de bajezas y de cobardías.

.”….la ausencia de ataque al individuo y la propiedad característicos en otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados.

PORFIRIO DÍAZ
(DEL ÚLTIMO INFORME PRESIDENCIAL)

No para negar dogmáticamente la anterior afirmación, sino para destruirla con casos, hemos decidido abrir esta sección que descubrirá a nuestros lectores la realidad en lo que a seguridad pública se refiere.

Ni con mucho son exactas las afirmaciones del Primer Magistrado de la República. No sabemos qué móvil le hizo ocultar una situación que a diario descubren las hojas periodísticas del país. Creemos que los Informes Presidenciales deben presentarse desnudos de fantasía, por más que esa desnudez se resuelva en un calosfrío de pavor en las multitudes. Es desastroso velar una situación pavorosa que la realidad desnudará brutalmente.

Veamos los casos:

El Sr. Carlos Landgrave, salía a las diez de la mañana de la Casa Empacadora de Nonoalco, ubicada en esta capital, con $400 que había cobrado. Cuatro individuos lo asaltaron pretendiendo despojarlo de la suma referida. Otros cobradores salieron en su defensa e hicieron huir a los asaltantes. No había ningún policía en el lugar del asalto.

El Sr. Práxedis Morales fue asaltado en la calle de Comonfort, de esta Capital, una tarde de la semana anterior, por cuatro individuos que llevaban los rostros semicubiertos con pañuelos. Fue despojado el Sr. Morales de $150 y de un talón que amparaba 1½ cargas de cacahuate. La policía ausente.

En el punto llamado Mexitla (Tacuba, D. F) fue asaltado y herido de muerte por dos desconocidos, Jacobo López, quien, en estado agónico, pasó al hospital.

En camino para Tlalpam, D.F. y en un punto inmediato a la ranchería de Cholimac, fueron asaltados tres arrieros una tarde de la semana anterior, por siete hombres. El ataque y la defensa fueron vigorosos durante algunos minutos. Resultado: un asaltado muerto, otro gravemente herido y el tercero herido también, aunque no de gravedad. Los asaltantes se robaron doce burros, toda la carga, las ropas de los asaltados y un cinturón con dinero de plata y billetes de banco. Los gendarmes se presentaron después del suceso y aprehendieron sospechosos que quizá no eran los asaltantes. En México se llama sospechoso, al que por desgracia transita en el lugar del suceso o ejercita sus sentimientos humanitarios auxiliando a los heridos.

En el rancho de Tejimulco, Mezquital, Dgo., fueron asaltados los hermanos Manuel y Jesús Santillana. El primero fue gravemente herido. El Jefe Político, Fernando López se negó a prestar auxilio a los asaltados, porque el caso no era de su competencia. Los bandidos tuvieron tiempo suficiente para huir.

En la cabecera de la citada Municipalidad de Mezquital, fue asaltado el mismo día del suceso anterior el Sr. Cesáreo Reyes, a quien los bandidos trataron de arrebatar unas bestias que tenía en el corral de su casa. Tampoco fue este asunto de la competencia del Jefe Político.

Pocos días después fue asaltado el señor Francisco Reyes al dirigirse de su rancho de Yoripa a la cabecera del Partido del mismo Mezquital y tampoco en esta vez se persiguió a los asaltantes, sin duda por el mismo motivo de que en los anteriores asaltos: la falta de competencia del Jefe Político López.

También fue asaltado el Sr. Epitacio Salazar, en el rancho de La Laborcita de la mencionada municipalidad de Mezquital. Los ladrones intentaron robarse una partida de ganado, lo que no lograron, porque el asaltado, en unión de sus sirvientes, hizo huir a los bandidos. El Jefe Político López se declaró también incompetente.

(Continuará)

Una Empresa protegida por un Gobierno complaciente, es una empresa que abusa. La de los Ferrocarriles del Distrito proporciona la confirmación de esa verdad axiomática.

La compañía mencionada debe sujetarse a un Reglamento emanado del estudio de las necesidades públicas, y esa obligación debe haberse previsto en la ley-contrato de concesión, terminante y claramente, sin obscuridades que conduzcan a las dislocaciones de una interpretación acomodaticia. Y sin embargo, no se obedece el reglamento ni se respeta al público, ni se cumple la ley-contrato.

Hay un artículo terminante, ineludible, en ese Reglamento. Se refiere a la obligación de la Empresa de poner al servicio público el número de carros suficientes a la comodidad de los viajeros. Ese precepto imperativo se desobedece sin escrúpulos, y ara acentuar esa desobediencia, los carros llevan en gruesos caracteres una elevada cifra indicadora del número de pasajeros que deben ocuparlos. Para los motores eléctricos se ha fijado el número de 45 pasajeros y únicamente pueden viajar sentados 24.

Esta violación al Reglamento es más notable en los carros de San Ángel, y sobre todo, en los viajes de mediodía. Esa muchedumbre compacta desdice de nuestra ilustración, por el espectáculo repugnante de todas las aglomeraciones. La incomodidad del viaje ha producido innumerables quejas, y sin embargo, la Empresa sigue sorda y el Gobierno continúa complaciente.

Es necesario que se ponga un remedio enérgico. Si la Empresa no desea cumplir con el contrato y el Reglamento, se impone una declaración de caducidad que deje franca la entrada a la competencia. De todas maneras, esa Compañía irrespetuosa nos ha demostrado que burla ley, porque el Gobierno consiente esa burla. Un Gobierno que se deja burlar impunemente, no merece la confianza popular.

La resolución pronunciada por el Supremo Tribunal de Justicia de Aguascalientes, confirmando el auto de formal prisión del Sr. Aniceto Lomelí, Director de nuestro colega, pronunciado por el Juez 1º de lo Penal de dicha ciudad, dice en sus dos primeros Considerandos:

“I.: que la legislación de todos los pueblos castiga los delitos contra la reputación, y sobre todo los que se cometen por medio de la prensa, porque así conviene a los intereses legítimos de la sociedad, y porque castigar con arreglo a la ley a los escritores perjudiciales o nocivos, es cosa indispensable para conservar la paz y el buen orden, bases únicas de la libertad civil.

II.: que si se pudiera injuriar o difamar impunemente so pretexto de la libertad de imprenta, la ley que tal cosa autorizara sería tan absurda como la que permitiera atentar contra la propiedad en gracia de la libertad de la industria; de lo que se sigue, que reprimir el desenfreno de la prensa, equivale a mantener la libertad de que debe gozar.”

Fuera de algunas apreciaciones erróneas de esos Considerados, que no es del caso mencionar, porque defendemos un principio y por ende, no nos preocupa el examen analítico de esos errores, el fallo funda sobre esas premisas, la siguiente conclusión alarmante: Existe el delito de difamación a la autoridad. Negamos enérgicamente esa afirmación anárquica.

El sistema liberal en que se fundan las democracias, repugna llegar a la conclusión del Tribunal de Aguascalientes. Las autoridades emanadas de la voluntad popular, no son intocables ni impecables, lo que las somete a la necesidad de ser censurables y corregibles. Para conseguirlo, se sancionaron los artículos 6º y 7º de la Constitución, considerándose que emanadas esas autoridades del pueblo y establecidas para el beneficio de éste, la censura popular debería ser amplia, liberal, sin restricciones, como es amplia, liberal y sin restricciones la censura del mandante cuando el mandatario, por exceso o por defecto, no cumple con el mandato.

Solamente en las monarquías (sin embargo, muchas de ellas son más liberales que nuestra República representativa, democrática y federal) el funcionario público es intocable, porque no ha sido elevado por la voluntad popular. Entre nosotros, conforme a nuestras leyes, el pueblo debería mandar y el Gobierno debería obedecer. Si no sucede así, porque el pueblo se muestra huraño y retraído para ejercitar sus derechos, el principio existe palpitante en las páginas de nuestro Código Fundamental. Pero si el público consiente en que se le despoje calladamente de sus derechos, no soporta que el despojo se vocifere en los Considerandos de una resolución judicial.

Por estas consideraciones, el Código Penal no sanciona el delito de difamación a la autoridad. El Código se ha mostrado respetuoso para con la Carta Magna, que no consiente la creación de ese delito. Si no fuera así, los funcionarios públicos gozarían de una impunidad repugnante que protegería los malos manejos y procedimientos arbitrarios de muchos de ellos. Si no fuera así, toda la apreciación de actos de funcionarios públicos sería difamatoria, porque forzosamente se les desacreditaría si se dijese que en tal acto habían transgredido o en tal otro habían procedido con ignorancia, negligencia o torpeza.

La misma sentencia a que nos referimos, condena los procedimientos del Tribunal de Aguascalientes, y según él, lo difamamos al censurar sus actos. A esta aberración llega su teoría anárquica.

Infinidad de personas nos hacen preguntas relativas á los trabajos del Gran Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí, así como de las personalidades que formaron dicho Congreso.

Respecto de los trabajos, la importancia y significación de ellos, hablamos en artículo aparte en este mismo número. Para satisfacer la curiosidad del público acerca de la personalidad de los delegados, pasamos á hacer un esbozo de la fisonomía moral de los congresistas.

ING. CAMILO ARRIAGA.

Joven de 30 a 32 años, de modales distinguidos. Desciende del Constituyente Ponciano Arriaga, del que heredó su amor al pueblo, su odio á los tiranos y su decidido fervor por el culto de nuestras libertades.

Es un verdadero liberal. Por esa circunstancia no pudo soportar el servilismo que lleva impreso el personal de la administración actual, y siendo Diputado al Congreso de la Unión, tuvo el valor civil suficiente para despreciar la consigna del Ejecutivo, dando su voto para que se procesara al clerical Próspero Cahuantzi.

Camilo Arriaga es el alma del actual movimiento político. En unión de Antonio Díaz Soto y Gama y José María Facha, ha trabajado por levantar el espíritu público, y lo ha conseguido.

El éxito del Primer Congreso Liberal es su mejor premio.

ANTONIO DIAZ SOTO Y GAMA.

Pasante de Derecho, de ideales puros. Su pasión: la democracia y el estudio.

Talento claro, voluntad enérgica. Es el azote de los Carrizales y los Niños de San Luis Potosí; que conjuntamente con el Gobernador Escontría1, complacen la vanidad del Obispo Montes de Oca, porque Carrizales, Niño y Escontría son clericales.

Sufre inicuas persecuciones que acaban de confirmar el despotismo que informa los actos de la pésima y funesta administración de San Luis Potosí.

Su discurso es una obra maestra.

JOSÉ MARIA FACHA.

También es Pasante de Derecho. Imaginación viva y comprensión rapidísima. Odia a los tiranos.

Maneja la sátira con notable éxito. Es un formidable enemigo en la tribuna.

Como Díaz Soto, también sufre inicuas persecuciones y ha tenido oportunidad de experimentar el despotismo de Carrizales y de Niño, personajes afamados en San Luis Potosí por su torpe manera de Administrar justicia, á ciencia y paciencia del clerical Gobernador.

Facha es un poeta de la nueva escuela.  Siente y dice como verdadero artista. Como nunca se doblega, odia las bajezas y desprecia á los serviles.

FERNANDO P. TAGLE.

Talento sereno y frío. Prevé, calcula y ejecuta. Su rostro tiene la impasibilidad del bronce.

Pronunció un discurso sesudo en el que se reflejó su alma de verdadero patriota. Tocó las llagas que carcomen á la sociedad: el absolutismo, el fraile y los escritores venales.

Es liberal de buena cepa; su voluntad es indomable y su ilustración vastísima.

Tagle es uno de los mejores elementos con que cuenta el partido Liberal. Todas sus conclusiones son prácticas, como nacidas de la observación y el estudio. Sus dioses son los grandes hombres.

DR. AGUSTÍN NAVARRO.

Navarro hermana perfectamente con Tagle. Su método en la exposición de los asuntos, lleva el convencimiento á todos los cerebros. No hace derroche de elocuencia, ni emplea frases alambicadas. Sus peroraciones las hace en el lenguaje común, de modo que las más rudas inteligencias puedan aprovechar la sabiduría que brota de sus labios.

No se apasiona por tal o cual idea. Como Tagle, prevé, calcula y ejecuta.

Para persuadir es un titán. En las más intrincadas discusiones, era el inevitable mediador. Tomaba todo lo razonable de las opiniones más opuestas, para llegar a la verdad.

Es un verdadero liberal; tolera todas las creencias.

LIC. DIÓDORO BATALLA.

Orador de combate. Tiene todos los recursos del verdadero orador.

Talento fecundo é imaginación maravillosa. Batalla es, sin duda, el mejor orador de la República. Odia las tiranías; como buen veracruzano. Fustigó al servilismo que se asoció para formar el Círculo de Amigos del Presidente.

Tuvo frases de aliento para el pueblo á quien le recordó que era libre y debía erguirse para reclamar sus derechos. Recordó las palabras de un pensador ilustre: los tiranos nos parecen grandes porque lo vemos de rodillas ¡Levantémonos!….

También fustigó á los escritores venales que vociferan al mandato del amo y que vuelven sus armas en contra de su mismo amo cuando no les da de comer.

PROF. JUAN RAMÍREZ RAMOS.

Es otro buen orador, de vasta ilustración y buen criterio. Liberal de convicción. Sus principios son firmes como enérgica su voluntad. Posee la rara virtud de tener una gran dosis de valor civil. Aunque también es cierto que todo eso está en su sangre, pues pertenece á la familia de nuestro inolvidable Nigromante.

Ramírez Ramos es joven, su rostro revela su bien equilibrado talento, que procura agradar más y más por medio del estudio de los buenos autores.

Mucho espera el Partido Liberal del talento, ilustración, estudio, energía y virilidad de Ramírez Ramos.

ALBERTO DÍAZ.

No es el orador que borda frases; no recurre á la exposición de imágenes más o menos bellas para impresionar. Su voz clara y robusta lleva á las inteligencias todo el cúmulo de verdades que se incuban en sus celdillas cerebrales.

Es liberal, porque su claro talento le ha hecho comprender que en esa doctrina está la verdad. Se apasiona muy poco. Sólo una cosa le exalta, que bajo el disfraz del liberal hagan propaganda de dogmas, individuos pertenecientes á cualquiera otra secta, inclusive la católica.

JOSÉ TRINIDAD PÉREZ.

Es un propagandista decidido de las Leyes de Reforma. Ellas y la Constitución de 1857 forman su religión.

Odia al fraile, porque en los años que tiene que vivir, ha podido comprobar que todo lo que la historia refiere acerca de ese buitre, es tan cierto, como verdad es que alumbra el sol.

José Trinidad Pérez es todo corazón. Abandona Uruapan, el país del café, y corre á reunirse lleno de fe y de entusiasmo á donde lo esperan sus hermanos los liberales.

Es intransigente, pero de buena fe. José Trinidad Pérez es un verdadero patriota.

¡No habría política de conciliación si existieran quinientos patriotas como éste, esparcidos en toda la República!

ING. LUIS LAJOUS.

Aunque su apellido es francés, parece que su sangre no tiene los ardores y las impetuosidades latinas. Tampoco tiene esa volubilidad de ideas que hace gracioso al francés, pero que también lo pierde. Más bien parece sajón. Su  modo de exponer es frío. Convence, pero el convencimiento penetra dejando la helada sensación de la hoja de un puñal que parte los tejidos.

Es un políglota y un enciclopedista. Su ilustración es extensa y profunda, como adquirida en las mejores universidades de Europa.

Él oyó a Gambetta en la Cámara francesa y se vanagloria de ello. Tiene razón.   ¡Ah! sí, tiene mucho de francés. Con sus amigos observa esa frivolidad graciosa que distingue á todo buen francés, y que sin la afectación del petit maitre, hacen de él al hombre social y agradable.

Es un liberal de corazón.

LIC. ANTONIO DE LA FUENTE.

Es el tipo de hombre que nunca envejece. En sus labios siempre está impresa la alegría. Nunca lo vimos adusto. Es un polemista de buena fe. Las cuestiones más arduas, las trata y las resuelve con el mismo gesto de alegría. Podemos decir que Antonio de la Fuente está contento con la vida.

Como él está contento, quiere que los demás también lo estén. No es un egoísta, y por estas razones desea que la Patria sea grande y libre. Para ello quiere que el pueblo sea feliz. Su solución es magnífica: hagámoslo libre.

LÁZARO VILLARREAL.

No es el Lázaro de la leyenda bíblica, que necesitó las palabras del Redentor: levántate y anda.

Lázaro Villarreal se mueve por sí solo, porque tiene voluntad propia y el más privilegiado de los cerebros.

Es Pasante de Derecho, muy joven y cuenta con energías viriles y enérgicas. Ya es un gran orador. De sus labios brotan torrentes de elocuencia. Tiene tanta elocuencia, que necesita hacer soberanos esfuerzos para que no desborde.

Lázaro es el orador del porvenir. La filosofía positiva lo atrae y ya es potencia en ella. Posee la más bella de las virtudes: la modestia.

Que continúe siendo modesto, que de ese modo resaltarán más sus méritos.

Lázaro Villarreal siempre ha obtenido el primer premio en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.

ING. FRANCISCO NARANJO, H.

Nació en las extensas landas fronterizas, respirando libertad.  No ha conocido yugo alguno; por eso es que ama la libertad salvaje.

Naranjo se dió á conocer como orador fogoso, animado siempre del noble deseo de ser útil á su patria. Desconoce la ambición. En su claro intelecto no caben las bajezas ni las cobardías. Es un verdadero hombre de empuje. Sin reticencias mostró el estado actual de nuestra política. Puso de relieve las tiranías y con mano maestra delineó toda la miseria que encierra el partido conservador, confabulado con la administración actual para despojar de sus derechos al ciudadano.

Naranjo es nervioso. Habla sin afectación aunque con vehemencia. En el calor de la improvisación, sus labios dan salida á los rayos que produce la indignación de su alma noble, cuando se halla frente á frente de una tremenda injusticia.

Naranjo es todo corazón.

VIDAL GARZA PÉREZ.

Este es el tipo del burgués acomodado pero sus convicciones liberales é independientes lo hicieron dejar sus negocios en Lampazos, para ir á respirar á pulmones plenos, las brisas de libertad que de todas partes de la República convergían hacia la ciudad de San Luis Potosí.

Siempre sonriente, daba ánimo a los tibios, procuraba que los displicentes recobraran su buen humor, y que los valerosos no desmayaran en la lucha.

Vidal Garza es un liberal de convicciones firmísimas, é intachable patriota.

También es todo corazón.

SALOMÉ BOTELLO, H.

Es pasante de Derecho. En la Escuela Nacional de Jurisprudencia goza de envidiable reputación por su talento y su erudición.

Botello aprovecho el periodo de vacaciones para trabajar activamente para sus ideales. Es el alma del Club liberal Villaldamense.

Es reposado, su argumentación tiene la inflexibilidad del acero. Sus proposiciones presentadas al Congreso, revelaron al pensador profundo.

El ideal de Botello es el cumplimiento exacto de la ley, aunque comprende perfectamente que con la actual administración, la ley seguirá siendo burlada.

Botello recogerá este año el premio a que se hizo acreedor en la Escuela de Jurisprudencia, por su talento y laboriosidad.

LIC. BENITO GARZA.

A la serenidad de la edad madura, agrega los ímpetus juveniles que no han muerto en el pecho de este liberal.

Es independiente, porque ama la libertad. No quiere tener liga alguna con el Gobierno.

El trabajo que presentó al congreso es un conjunto de observación y examen, hecho por un talento práctico, y conocedor de las necesidades sociales.

Su trabajo no es el estudio meramente especulativo, propio para academias pero no para un cuerpo destinado a proponer medios prácticos y hacederos.

El Lic. Garza es una voluntad firme, y tiene lo que a muchos les falta: valor civil.

Es ventajosamente conocido en el foro de Zacatecas.

RAFAEL ODRIOZOLA.

Las montañas de Oaxaca habían de dar su contingente de patriotas, y Rafael Odriozola dejó bien puesto el pabellón suriano.

Odriozola tiene todas las nerviosidades, todos los ímpetus y todas las abnegaciones de los hijos de los trópicos.

Es valiente como buen oaxaqueño, y como oaxaqueño odia a los tiranos, porque la libertad que se respira en aquellas serranías, agradan el espíritu e infiltran en el alma los sentimientos liberales. El Sur siempre ha odiado a los tiranos.

AVELINO ESPINOSA.

Su aspecto de adolescente se transfigura cuando apostrofa a los tiranos; se agiganta y su palabra entonces es el ariete que de un golpe derrumba las reputaciones sospechosas.

No consiente bajezas de ningún género y con energía y valor desenmascara a los falsarios, que fingiéndose liberales, sólo son instrumentos ciegos de los Césares.

Su temperamento sanguíneo estalla de indignación en presencia de los serviles, y si de él dependiera decapitaría a todos los que doblan las rodillas, a todos los que degradando su condición de hombres, hacen de la bajeza una profesión de fe.

Avelino es de los que se quiebran, pero no se doblan.

Es pasante de Derecho aprovechado y talentoso.

FEDERICO R. FLORES.

Este hombre que parece misántropo, ama  a la humanidad.

Reservado, adusto, su rostro no revela el fuego sagrado que lo impulsa a la lucha por la democracia.

Cuando habla parece que se burla de todo mundo.

Mucho seso y amplia ilustración.

No estalla de indignación contra los frailes ni contra los tiranos; pero cuando habla de ellos, los desmenuza con su crítica y los mata con su sátira.

Es un gran liberal y un buen patriota. Sus armas son flamantes y cautiva con el manejo que hace de ellas.

La crítica punzante y la sátira mordaz, son dos armas de gran alcance, porque producen el desprestigio.

ANTONIO VIVES.

Si hay buenos críticos, el de Vives sorprende por su acierto.

Cuando habla es para decir la verdad.

Parco para hablar, sólo esgrime los argumentos contundentes.

No se exalta. Tiene tal voluntad que refrena sus nervios.

En una discusión acalorada tercia, y su peroración sirve para expresar la verdad.

Como liberal y como patriota, tiene el valor civil suficiente para encararse a los autócratas y al negro partido clerical.

HEXIQUIO FORCADA.

Su exterior es de bronce, pero tiene una alma blanda y sencilla.

Su preocupación son las gazmoñerías  del clero prostituido. Su carácter tranquilo da a su rostro tal expresión de beatitud, que sería un santo sino fuera un hombre.

No entra a la lucha con el ceño fruncido y apretados los puños, no; entra resuelta y valerosamente, como los apóstoles de las buenas causas, dando a su voz una entonación tal de mansedumbre, que hace valer la calma a los exaltados y realiza la confraternidad de los espíritus explosivos.

Forcada es un gran elemento de orden, un patriota sincero y un inmejorable ciudadano.

POMPEYO MORALES.

Tiene la corpulencia de un gigante y para tanto cuerpo era forzoso que tuviera un enorme corazón.

Pompeyo Morales es un hombre que acoge benévolamente cuanto se hace de buena fe, para que, sin contrariar a su contrincante, pueda hacerle comprender de un modo amigable y pacífico, en qué lugar está la razón.

Para Pompeyo no hay hombres malos; pero no desbarremos, sí hay hombres malos para Pompeyo: los frailes y los tiranos.

También considera como malos a los calumniadores por paga.

Pompeyo fue una de las figuras más simpáticas del congreso. Es uno de los miembros más conspicuos del Club Liberal Tampiqueño, y se le respeta por su seso y su bondad.

VICENTE REYES TORRES.

Desafiando las inclemencias de la Mesa Central, salió de Veracruz y después de un largo y penoso viaje llegó a San Luis Potosí, donde fue recibido con muestras de sincera simpatía.

Su carácter es campechano, aunque él haya nacido en Veracruz.

Es un liberal de la vieja guardia. Es comerciante, político, periodista, médico y un excelente amigo.

De vez en cuando se acordaba de la abrasadora costa veracruzana, y sentía frío aun estando a pleno sol.

Vicente Reyes Torres se precia de liberal y lo es. Es un propagandista decidido de las virtudes de nuestros grandes hombres.

Él hace exaltar el patriotismo, refiriendo  hechos heroicos. Es un luchador incansable.

Sentimos no recordar a tantos otros patriotas que abandonando sus hogares y sus negocios, fueron a trabajar por la libertad del pueblo, que es el pedestal en el que descansa el verdadero progreso, no como el que se dice que tenemos y que descansa sobre las espaldas del pueblo esclavizado.


1 Blas Escontría. Ingeniero. Gobernador de San Luis Potosí (1898-1906). Secretario de Fomento (1905-1907).

Han circulado en el Estado de Jalisco en hoja suelta, una manifestación de la Prensa Unida Independiente, en la que se da a conocer al público la situación desesperada en que se encuentran los periodistas honrados de aquella Entidad Federativa.

No ha bastado que se encarcele arbitraria y despóticamente a los miembros de la prensa libre, sino que, según esta manifestación, se le ha rodeado de gente sospecha y mal encarada que los hace temer por sus vidas. Si esto se efectuara, sería la nota más repugnante que el Gobierno jalisciense pusiera a su programa de tiranía y extorsión.

Pero no ha parado ahí todo. Esa manifestación de la Prensa Unida Independiente, ha sido el acicate que impelió al Gobierno Jalisciense a cometer más arbitrariedades, el sábado anterior, fueron reducidos a prisión el Sr. Cipriano C. Covarrubias, Director de Jalisco Libre, los Sres. Juan Chávez Díaz y Pablo J. Miramontes, Editor y Administrador respectivamente de El Nieto de Juan Panadero. El Sr. Ramón Agredano, Director de El Malcriado el Sr. Atanasio Orozco, redactor de Jalisco Libre los Sres. Manuel Mesa, Aurelio Robles y otras personas, que firmaron el Manifiesto aludido. Esas aprehensiones fueron ordenadas por el Juez 3º de lo criminal, Lic. Salvador España, que está haciendo méritos para subir a la Magistratura jalisciense, porque en nuestros días los ascensos no se consiguen con talento, laboriosidad  y rectitud, sino con el catálogo de mayores atropellos a la libertad de imprenta.

Esperamos datos concretos sobre el fundamento de estas encarcelaciones, para comunicarlos a nuestros lectores debidamente comentados.

Por ahora nos reducimos a elevar nuestra enérgica protesta contra esos atropellos a manifestar otra vez más, que la libertad de prensa es una mentira.

El Imparcial, papel que no es mexicano porque odia todo lo nacional, se muestra colérico porque varios colegas que no entienden las hipócritas prácticas del periódico semioficial dieron la noticia de que el general Díaz se encuentra gravemente enfermo.

Hay que advertir que la referida hoja fue la que escandalizó a la nación atribuyendo a la enfermedad del Presidente más gravedad de la que realmente reviste.

Sin rubor, El Imparcial llama antipatriótica la conducta de los colegas, sin parar mientes en que uno de los accionistas de su empresa fue a ofrecer al general Reyes su incondicional adhesión, creyendo que el Presidente se moriría de un momento a otro.

Nosotros creemos que no es antipatriótica la conducta de los ciudadanos que, en presencia de un inminente peligro, lo dan a conocer a sus compatriotas para prevenirlos de las asechanzas de los ambiciosos vulgares, que sólo esperan un momento propicio para satisfacer sus innobles aspiraciones, que antes no habrían hecho ostensibles por su refinada cobardía política.

Antipatriótica creemos en cambio la conducta de los que, encastillados en el presente estado político, que encarna en la vida de un hombre, no fijan su atención en el porvenir de la patria, concretando su labor egoísta en sostener una situación que, en razón de tener como base las energías vitales del Presidente, está destinada a obedecer las leyes inflexibles de la naturaleza. La vida de los hombres no es eterna y las situaciones políticas creadas por un hombre acaban cuando el muere.

De ahí la inconveniencia de que los hombres de Estado en las repúblicas impriman a su política un sello personalista y absoluto. De ahí la inconveniencia de sofocar las manifestaciones democráticas, de matar las energías populares ahogando el espíritu público, generador de la más grande de las virtudes de los ciudadanos: el valor civil.

No hay que aferrarse a un presente representado por un hombre. No hay que aferrarse a un presente, como el nuestro, en el que el pueblo tiene hambre y sed de justicia; en que el pueblo tiene ansia de libertad, por que está cansado de ser esclavo, porque no puede respirar en la atmósfera de las autocracias y desea con toda el alma respirar a pulmones plenos el aire liberal, por ser el único en que se encuentran los gérmenes de la democracia y el civismo.

Aferrarse al presente significa la pérdida de toda iniciativa, de todo progreso. De ese modo estaríamos condenados a no evolucionar, a permanecer estacionados, conformándonos cuando el hastío se apodera de nosotros con sacar del cofre de nuestra historia toda una serie de tradiciones empolvadas, como el chiquillo que pasa revista a sus estropeados juguetes.

Debemos fijar la vista en el porvenir, y para ello estudiar nuestro actual estado político. Debemos calcular las consecuencias que traería la muerte del actual Presidente estando distraída la atención pública con las engañifas de la prensa venal.

La atención pública, distraída por las declamaciones de las hojas semioficiales, podría permanecer siempre en ese estado altamente perjudicial, y en caso de muerte del general Díaz, los ciudadanos que no habían dado crédito a la gravedad del mal, se encontrarían llenos de estupor ante el problema político que de improviso surgiría por la falta del hombre de Estado.

Entonces, toda una nube de ambiciosos codiciarían el alto puesto vacante y la patria sangraría, y todos los que nos preciamos de patriotas debemos evitar tan lamentable miseria, que ocurrirá, desgraciadamente, si antes no nos ponemos de acuerdo para contrarrestarla.

Por esa razón no consideramos antipatriótica la labor que tiende a decir, sin embozos, la verdad de nuestra situación. Antipatriótica es la conducta de los escritores sin conciencia que tratan de engañar al pueblo persiguiendo, no el bienestar de la patria, sino el bienestar personalista alimentado de la desgracia nacional.

Pero hay más. Aunque el general Díaz estuviera fuerte y lleno de salud, siempre debemos fijar nuestra vista en el porvenir, tratando de unificar la opinión, para que, en caso de un desastre, contemos de antemano con una personalidad que satisfaciendo las necesidades nacionales pueda trabajar por el progreso de la República.

Si no contamos con esa personalidad, que no será por cierto ningún militar ni ningún funcionario de la política militante, por las razones que dimos en nuestro número anterior,1 sino un hombre independiente, de ideas avanzadas y firme voluntad, no de esos que consultan con el Presidente si aceptan o no la candidatura, por que estamos hastiados de cobardes; si no contamos con esa personalidad, nos veremos reducidos a la ínfima condición de esclavos al asaltar el poder cualquier militar ambicioso, porque es bien sabido que el militar y el fraile se unen para minar las instituciones y arrebatar la libertad de los ciudadanos, despojándolos de su dignidad de hombres. Debemos estar prevenidos, con tanta más razón cuanto que el general Díaz, a fin de conseguir su perpetuidad en el poder, no se ha preocupado por la instrucción cívica del pueblo, y de ese modo hemos vivido más de veinte años sujetos a su sola voluntad. Nadie ha querido ejercitar el civismo, porque amedrentados los ciudadanos con las opresoras practicas del elemento oficial, que ha dado en considerar sedicioso y levantisco a todo el que ejercite la más noble de las funciones democráticas, la de las elecciones de funcionarios públicos; porque los gobernantes impopulares tienen horror a las energías democráticas, en razón de peligrar una estabilidad sostenida a fuerza de artificios y de reprochables combinaciones políticas.

El pueblo, pues, ha llegado a olvidar las prácticas únicas que hacen fuertes a las naciones.

Las persecuciones a los ciudadanos, la sofocación de la libertad de pensamiento por medio de atentados contra la libertad de imprenta; la prohibición de públicas manifestaciones populares (de carácter pacífico); las maquinaciones empleadas para violar la libertad de reunión etc., etc., han hecho que se cobre horror a los asuntos palpitantes y se permita que ellos sólo sean tratados por los periódicos ministeriales y en las sordas confabulaciones que originan las consignas y las órdenes del poder.

Pero nuestro deber, a trueque de recibir ultrajes y sufrir inicuas persecuciones, es alentar al pueblo, despertar el espíritu público, hacer comprender al ciudadano que con energía se reconquistan los derechos, y en suma, que el pueblo es el soberano.

Debemos hacerle comprender que tiene la obligación de investigar si los mandatarios cumplen con la ley, de interiorizarse en los negocios públicos y no vivir ajeno a ellos.

Ya que el general Díaz sólo se ha preocupado de permanecer en el poder, eduquemos nosotros al pueblo, porque en esa educación está la salvación de nuestras instituciones, y la salvación, también, de nuestra nacionalidad. Eduquémoslo y hagámoslo fuerte, y comprendamos que si el pueblo hubiera estado educado no se hubiera ultrajado nuestra Carta Magna con la reelección indefinida, que es sólo una superchería, para no dar el escándalo de una autocracia en la libre América.

Eduquemos al pueblo y veamos el porvenir, porque, como al principio dijimos, las situaciones políticas personalistas como la del general Díaz concluyen cuando muere el hombre que las creó, y si esto acontece cuando no está educado el pueblo y cuando no se ha uniformado la opinión para elegir al ciudadano que deba ocupar la primera magistratura, se produce el caos social y los ambiciosos vulgares pretenderán imponerse a costa de la sangre del pueblo.

Tratemos de evitar que esa sangre se derrame y dejémonos de embustes para hacer creer al pueblo que camina hacia la gloria cuando se le está ahondando más y más la sima a la que lo precipitará la corrompida prensa semioficial, que entiende por patriotismo la satisfacción de sus más rudimentarias necesidades.


1 Véase supra,art. núm. 345.

La administración de Justicia del Estado de Veracruz nos da materia para nuestras censuras, que luego tratarán de declarar infundadas los que inciensan al mal gobernante, que pesa sobre el pueblo veracruzano.

En el Estado de Veracruz no hay justicia, como puede demostrarse con la nota siguiente:

Antonio Ortega, vecino de Misantla, tuvo un disgusto con un individuo que lo provocó. Ortega fue puesto preso desde luego, y mientras el provocador se pasea tranquilamente, el ofendido permanece preso desde hace poco más o menos dos años, sin que en ese tiempo, se le haya recibido ninguna declaración.

Esto proviene de que el ofensor es íntimo amigo del Jefe Político, quien a su vez lo es de del Juez de 1a Instancia.

Estos hechos sirven para poner de manifiesto el escandaloso desbarajuste que reina en la Administración Veracruzana, en la que las relaciones amistosas con los funcionarios, hacen perder a la justicia todo su prestigio inmolado en aras de la complacencia.

Estamos cansados de pedir la destitución de D. Teodoro Dehesa, que como Gobernante, ha demostrado su notoria ineptitud por su carencia de tacto en lo que respecta a su pésima administración.

Nos hemos referido ya a los atentados cometidos en Jalisco contra los periodistas independientes.1 Ahora, en posesión de otros detalles, conocerán nuestros lectores que las autoridades judiciales de Guadalajara suman a su escasa ilustración, su miopía de criterio. En cambio abundan en buena voluntad para secundar, más bien dicho, para obedecer las indicaciones de impopular y repudiado gobierno curielista.

El Agente del Ministerio Público, Lic. Manuel Casillas, fue el escogido para promover la acusación, y de acuerdo con el procurador de Justicia del Estado, Lic. e Ingeniero Ambrosio Ulloa, confeccionaron un nuevo delito, el ultraje difamatorio, y lo llevaron a la práctica, ordenándose por el Juez España la aprehensión de los acusados.

Se efectuaron las aprehensiones, violándose el art. 16 de la Constitución, pues los esbirros del Gobierno no llevaban consigo la orden escrita de la autoridad competente, que fundara y motivara la causa legal del procedimiento. Un monstruoso error jurídico y una irritante violación constitucional, son la base de este escandaloso proceso.

Viene un tercer atropello a la ley. Se dicta el auto de formal prisión contra los encarcelados, y en este auto lacónico y desnudo de fundamentos y de criterio, hace la designación del delito de ultrajes, sin expresión del funcionario a quien se hubiese causado. El ultraje, lo encierra ese auto; pero es un ultraje rudo a la ley, a la Constitución y a la sociedad jalisciense. A la ley, porque no se expresa el delito que se persigue, pues el de los ultrajes tiene conforme el Código Penal, varias excepciones y es aplicable a la comisión de varios delitos. A la Constitución, porque los autos de formal prisión deben fundarse y motivarse, y no se funda y motiva todavía un auto omitiendo con el silencio misterioso de tres renglones mal pergeñados, las causas del procedimiento. A la sociedad jalisciense, porque ésta se siente herida al despojarle de sus paladines y al agraviársele con desprender de su seno a luchadores honrados que la cuidan y defienden.

Hemos visto innumerables procedimientos contra periodistas y hemos sido víctimas de algunos de estos procedimientos; pero jamás habíamos presenciado tal desapego a la ley y semejantes atropellos. Se ha cuidado casi siempre guardar las fórmulas y de barnizar de legalidad los atropellos; pero jamás habíamos presenciado un procedimiento tan ilegal, tan torpe, tan bochornoso, como el que se sigue a los periodistas independientes de Jalisco.

Prometemos ocuparnos más de este asunto, pues es forzoso presenciar a los ojos del público, desnudas, aunque esa desnudez cause repugnancia, las maquinaciones de los gobiernos déspotas que, no contando con la sanción de la voluntad popular, buscan apoyo en el terror al atropello.


1 Véase supra,art. núm. 353.

Nuevamente ha abierto sus puertas a los tahúres, cierto Casino de la Capital. El Universal, estimado colega que con denuedo y brío atacó ese procedimiento indecoroso, ha afilado nuevamente su pluma y ha dejado caer en sus columnas la protesta de los hombres honrados.

En México, en donde las sanas distracciones nocturnas son escasas, un Casino debería ser el centro de las reuniones lícitas y no el corrompido foco de escándalo y maldad. Si entre los miembros de ese Casino hay individuos que gustan de solazarse con las escabrosas peripecias de un juego inmoral, deben alejarse de allí y refugiar su codicia en las asquerosos barracas de la feria de Tacubaya. Allí pueden satisfacer sus apetitos innobles, entre carcamaneros y mesalinas. Pero no confundan un centro decente, con un tugurio en donde anida el robo.

Nunca será suficientemente condenada la actitud de nuestro Gobierno en lo que al juego se refiere. No basta burlar las disposiciones imperativas del Código Penal que prohíbe esos desplumadores. Es forzoso, para obtener mayor lucro, invadir centros honorables con licencias torpemente concedidas. La historia fallará enérgicamente sobre estas violaciones a la ley.

Un periódico de Oaxaca, fastidiado de sermones y ahíto de hojear el Ripalda, distrae su tedio de manera nada noble, ridiculizando a las progresistas hijas de Cuicatlán, que han tenido la entereza de arrojar el rostro del inmundo partido clerical, la más enérgica y la más valiente de las protestas.

Se recordará1 que el elemento femenino de Zitácuaro, alentado de noble patriotismo, hizo saber a la nación y al mundo entero, que la mujer mexicana odia las hipocresías e inmorales prácticas monásticas, porque quiere ser libre, tener padres, hermanos y esposos libres y no arrastrar su delicadeza al pie de los confesionarios, que no son más que el prólogo de todas las maldades y el origen de todos los crímenes, que tiene por intermediario al fraile y por epílogo a la disolución social.

Las esposas arriesgan su honestidad y las doncellas juegan su honor en las destartaladas sacristías. La virtud hace desairado papel en estos centros de perversión en los que se sonroja la maldad misma y el crimen siente rubor.

Las hijas de la sierra de Puebla, las dignas tetelanas, se adhirieron al grito salvador dado por sus hermanas de Zitácuaro y este conjunto de heroísmo, como era forzoso, tuvo digno eco en las montañas oaxaqueñas, porque aquellas montañas, desengañase al injuriador de mujeres, todo su negro partido y los mismos déspotas, no entran ni la gazmoñería del fraile corrupto, ni las bajezas de los serviles, ni la deprimente adulación a los Césares. En aquellas montañas se respira la libertad porque hay elementos fuertes, porque hay voluntades enérgicas, se odia la hipocresía, se aborrece el fanatismo y se execra a los tiranos.

Por eso es que las damas de Cuicatlán, lanzaron su reto al oscurantismo, desafiando heroicamente las añejas preocupaciones sociales, para dar un paso más hacia el porvenir del feminismo, causa simpática y grande que los hombres tenemos el deber de ayudar, y no de deprimir, como lo hace el desgarbado articulista ultramontano.

Por otra parte, choca que sólo por atacar el gran Partido Liberal, se ensañe un hombre contra unas respetables damas, dignas más de la admiración y del aplauso de los hombres honrados, que de las chocarrerías de cualquier emborronador de cuartillas.

El Arzobispo Guillow2, si se respeta, debe reprender severamente al gratuito injuriador del bello sexo, que parapeta su cobardía tras el ridículo seudónimo de Nemo, para vomitar doctrinas inmorales, que escandalizan a la sociedad honrada. Debe también, si se respeta, exigir al injuriador, que amplia y pública satisfacción a las honorables damas de Cuicatlán por la ofensa inferida.


1 Véase supra, art. núm. 263.
2 Eulogio Gregorio Guillow y Zavalza  (1841-1922). Arzobispo de Oaxaca. Realizó su preparación religiosa en Europa. Asistió al Concilio Vaticano como consultor del obispo de Oaxaca. Organizador de las exposiciones agrícola-industriales de Puebla, Querétaro y Veracruz; encabezó la comisión mexicana que asistió a la exposición de Nueva Orleans. En 1891 asumió el cargo de arzobispo de Oaxaca, donde organizó el Concilio provincial en 1892-93. Propuesto a Porfirio Díaz como primer cardenal mexicano. Escribió: Apuntes Históricos (1889).

El Coronel Miguel Ahumada, secundando la torpe tendencia del Gobierno central de impedir por cuantos medios, buenos o malos, tiene a su alcance, toda manifestación de carácter democrático, porque comprende perfectamente que por medio de manifestaciones de esa clase renace el espíritu público, ha ejercido presión para que no se establezca en la ciudad de Chihuahua ningún club liberal.

No hablamos de memoria ni por el deseo de calumniar.

Por el mes de Octubre del año pasado se intentó fundar un Club liberal, y el Gobernador, tan pronto como se enteró de ello, mando llamar al que se decía Presidente del Club y en lo confidencial le hizo tales advertencias, que el jefe del movimiento, persona desprovista de energías y de valor, no volvió a acordarse más de la agrupación que en mala hora dio su voto, para que la presidiera un hombre totalmente falto de valor civil.

También en Julio del año pasado, el gobernador de Chihuahua impidió que se rindiera un homenaje de simpatía y cariño al padre de la patria.

El Sr. Ahumada, si respeta en lo que vale a la democracia, debe prescindir de ejercer una influencia tiránica sobre las conciencias, sino quiere hundirse en el desprestigio. Debe comprender el gobernador de Chihuahua, que no impunemente se sofocan los entusiasmos  de un pueblo, y que es un deber de todo gobernante que se precie de patriota, dar amplia libertad a las ideas y no comprimirlas, porque estallan y en su explosión arrastran a los déspotas que las oprimen.

De todos modos, es altamente reprochable la conducta del Gobernador de Chihuahua, que quiere abrogarse las facultades de un autócrata siendo un simple mandatario.

En nuestro número anterior1 dijimos que la Comandancia Militar había burlado un auto de suspensión proveído por el Juez 2º de Distrito. Sobre este asunto dice el Diario Oficial:

“El ‘Diario del Hogar’ de hoy, refiriéndose a ‘El Popular’, dice que sin embargo de haber sido amparados los soldados José Carmen Ramírez y Saturnino Gutiérrez, contra su consignación al servicio de las armas, los quejosos han sido remitidos a Yucatán: con este motivo el ‘Diario del Hogar’ indica que sin duda no ha tenido conocimiento de este hecho el Señor Ministro de la Guerra, a cuyo funcionario suplica que fije su atención en este incidente.

“El Secretario de la Guerra2, en efecto, no tiene noticia oficial del incidente mencionado: cuando esto suceda, procederá conforme a lo que dispone la ley.”

Los anteriores conceptos revelan el poco respeto que en México se tiene a las manifestaciones de la prensa. Ciertamente que el Sr. Secretario de la Guerra no tiene noticia oficial del incidente a que nos referimos; pero en cambio ha tenido conocimiento de ese incidente por las columnas de la prensa local, y en su deber estaba averiguar si en efecto sus subordinados habían burlado o no un ordenamiento que todos deben respetar y cumplir. Esta averiguación debió haberla hecho, tanto por seguir las indicaciones de la referida prensa, como por cuidar del buen nombre de una oficina que le está subordinada.

De igual manera, el Sr. Secretario de la Guerra debió haber abierto una averiguación en el caso del fusilamiento en Puebla del soldado Agustín González y no haber esperado, como sigue esperando, una noticia oficial que no tendrá, porque el Juez de Distrito de Puebla no cumplió con lo ordenado en el art. 831 del Código de Procedimientos Federales, procesando a la autoridad ejecutora, ni la Suprema Corte ha cuidado, para acallar la indignación popular, de hacer la consignación que no efectuó el complaciente Juez de Distrito.

Creemos que, si se desea purificar el personal de la administración y para ello hay buena voluntad, débese oír a la prensa que honradamente denuncia los hechos que chocan con la ley y que introducen la alarma en la sociedad.

Desearíamos que el Sr. Secretario de la Guerra no esperase noticias oficiales y que procediese a la averiguación de los detalles que precedieron al fusilamiento del soldado Agustín González y a la consignación de los otros soldados a Yucatán.


1 Vid. “A la Suprema Corte de Justicia”, Regeneración, no. 27, 23 de febrero, 1901.
2 Refierese al general Bernardo Reyes.

Saben nuestros lectores1 que en Campeche fueron encarcelados los Sres. Salvador Martínez Alomía y Manuel Gutiérrez Zamora, Director y Colaborador respectivamente de nuestro ilustrado colega El Reproductor Campechano.

Al concluirse la instrucción del infundado proceso que se siguió a los mencionados periodistas, se notó que no había habido pruebas del delito de ultrajes a funcionarios públicos de que los acusó el quisquilloso Jefe Político de Campeche. En vista de lo infundado de la acusación los Sres. Martínez Alomía y Gutiérrez Zamora pidieron el sobreseimiento respectivo, a lo que accedió el Juez de la causa, poniéndolos en libertad absoluta, después de las penalidades de algunos meses de prisión.

Felicitamos cordialmente a los ilustrados periodistas referidos, por la conclusión de ese asunto, no sin que hagamos notar que la resolución judicial pronunciada, demuestra que fue infundado el procedimiento, arbitraria la prisión y ligero el proceder de este Jefe Político, que gusta más de calumniar periodistas, que de corregir los desmanes de la policía y purificar el personal de ésta.


1 Véanse supra, arts. núms. 136, 163 y 298.

.”.. la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos en otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados.”

PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)1 (Continúa)

Seguimos en nuestra labor de refutar con casos, los anteriores conceptos del Primer Magistrado de la República.

La abundancia de ellos nos obliga a ser parcos, pues su comentario invadiría todas las páginas de este periódico. Únicamente inventariamos. La información de los periódicos de la República llenará el vacío que dejan nuestros esbozos. En cambio, la atención pública podrá apreciar la magnitud de la seguridad en la República y comparar nuestros datos con las afirmaciones dogmáticas del Informe Presidencial.

Continuemos.

Trinidad Carranza, aprovechando la poca vigilancia de la policía distraída en aprehender sospechosos, excursionó una noche de la semana anterior por las calles de la 3ª Demarcación. En esa excursión fracturó cuatro cerraduras y robó varios objetos; de una casa de la Plazuela de Tepito, extrajo piezas de ropa; de una Carbonería de calle del Tepozán, robó una corta cantidad de dinero; de un taller de escultura de la calle Santa Catarina, se apoderó de varias herramientas; y finalmente tomó algunos objetos de una casa en la calle de Zapateros. El autor de esos robos acentuó su burla a la policía, llevándose también los candados de las puertas.

El Sr. Florencio Mata se dirigía de San Ángel a Tlacopac, D. F., llevando algún dinero en los bolsillos, Caminaba tranquilamente; pero como en el Distrito es tan escasa la seguridad como en los Estados, fue asaltado por Clemente García y Francisco Valero, quienes lo lesionaron. El Sr. Mata repelió la agresión valerosamente y los bandidos huyeron.

D. Alfonso Leimenstoll, súbdito alemán, está radicado en la fábrica “El Valor,” Estado de Tlaxcala, entidad federativa notable por su falta de seguridad y su Gobernador inepto. El 17 del actual, en la madrugada, dormía dicho señor tranquilamente, cuando varios bandidos enmascarados asaltaron la casa. Los asaltantes hirieron gravemente al Sr. Leimenstoll en la cabeza y en las manos y se robaron todo lo que les plugo. No se aprehendió a los bandidos.

La Colonia Francesa de San Rafael, Cantón de Jalacingo, Veracruz, ha estado sujeta a depredaciones continuas. D. José Therel fue despojado de mil pesos por una partida de bandoleros. El hecho delictuoso quedó impune, porque la autoridad del lugar mima a los bandidos y persigue a las personas honradas. Ya hablaremos de esto en otro lugar.

Una cuadrilla de bandidos asaltó en Amozoc, Puebla, la casa del Sr. Luis Vázquez Limón. Se robaron algunos cortes de casimir, piezas del calicot y de percales, espuelas y frenos plateados, botellas de vino, dinero y otros objetos. Para efectuar ese robo, los bandidos hirieron gravemente al Sr. Vázquez Limón, amarraron a un dependiente, encerraron en una pieza a la esposa del asaltado e hicieron huir a los Sres. Juan Cadena y Antonio Alanís, vecinos del lugar que ocurrieron en defensa del Sr. Vázquez. A pesar de que los asaltantes hicieron uso de armas de fuego, ni las autoridades ni los rurales llegaron en auxilio del asaltado.

En el mismo Amozoc, varios bandidos horadaron la casa de Da. Gabina Valencia y se robaron unos burros. No se aprehendió a los bandidos.

En el mismo Amozoc robaron varias mulas al Sr. Amado Campos, con la circunstancia también de haber sido horadada una tapia. Los bandidos huyeron.

Unas Señoras del barrio de San Miguel, del mismo Amozoc, fueron asaltadas y robadas. Los bandidos fracturaron cerraduras y se llevaron ropas y los utensilios de cocina y comedor. No se persiguió a los ladrones.

Las tapias de la casa del Sr. Ing. Enrique Rodríguez Miramón, ubicada en la calle de las Albercas, de Tacubaya, D. F., fueron escaladas el lunes de la semana anterior. Los asaltantes se introdujeron a las habitaciones del referido Ingeniero y se apoderaron de una silla vaquera, un albardón y algunos otros objetos de valor. Se ignora quiénes sean los asaltantes.

(Continuará)


1 Último informe presidencial. Se refiere al informe rendido por Porfirio Díaz al iniciarse el periodo presidencial 1900-1904, pronunciado ante el Congreso de la Unión el 1º de diciembre de 1900.

El Lic. Cárdenas1, Gobernador del Estado de Coahuila, dijo en un banquete con que se le obsequió hace pocos días en Torreón, lugar a que concurrió para apadrinar algunas negociaciones industriales, que “sólo cumplía con un deber impartiendo toda protección y ayuda a empresas como las de ‘La Unión’, dirigidas por hombres de talento, de energía y de progreso.”

Suena mal en los labios de un Gobernante el vocablo “protección.” Al impulsar el desarrollo de empresas benéficas, los gobernantes no imparten un favor; cumplen sencillamente con una obligación. Para esto deben ocupar los empleos públicos, no para administrar pasiva y rutinariamente, ni para hacer alarde de concesiones graciosas.

No parece sino que nuestros Gobernantes nos hacen un favor al gobernarnos. En casi todos los ramos de Administración se nota ese prurito de considerar al pueblo como protegido, sin parar mientes en que nuestra Constitución Federal dispone, que las autoridades emanan del pueblo, y se establecen para el beneficio de éste, no para su protección.

Quizá esa deformidad social proviene de la centralización de los poderes públicos que ha ahogado el derecho individual para ejercitar las funciones electorales.


1 Miguel Cárdenas. Hacendado. Gobernó Coahuila a lo largo de 15 años (1894-1909). Partidario y protegido de Bernardo Reyes.

El Gobernador Dehesa, no teniendo en que ocuparse, porque a él nada le importa que el Estado de Veracruz camine a la ruina y que en los Cantones haya más casas de juego que sacristías en Puebla, ha metídose ahora a sastre de los preparatorianos de Jalapa.

También, pero imitando en ello al Lic. Castañeda y Nájera, que se preocupa más de la parte material de la Escuela N. Preparatoria, que del progreso intelectual de los alumnos, ha mandado construir un plantel que se destinará para el Colegio Preparatoriano de Jalapa. Se ha hecho derroche de dinero en el decorado del establecimiento. En cambio, los gabinetes de Física, Química, Zoología e Historia Natural se encuentran casi desprovistos de aparatos y demás útiles indispensables para la enseñanza.

Dehesa, en pequeño, había de seguir las mismas tendencias de la Administración General, que prefiere ridículas obras materiales al establecimiento de escuelas, así como la construcción de aparatosos palacios de justicia, en los que todo habrá, menos justicia.

Pues bien, Dehesa, no sabemos si por consejo de Díaz Mirón, que está fastidiado del desorden que hay en Veracruz y a voz en cuello predica contra los garitos y lo inmoral del juego, se ha preocupado en mejorar la instrucción… en materia de indumentaria.

Ha dispuesto que los preparatorianos usen uniforme militar, para que, aunque sea por el vestido, vayan aprendiendo los alumnos las prácticas despóticas del soldado.

El uniforme les cuesta un sentido a los estudiantes que apenas cuentan con lo indispensable para vivir. De modo que sólo los acomodados comprarán el uniforme, y los pobres… también tienen que comprarlo.

Dehesa debe fijar más su atención en la clase de jueces que tiene el Estado de Veracruz, como aquel famoso Drusina de Túxpam, y en hacer que progrese la instrucción, no por el vestido, sino por la buena enseñanza que no la hay por cierto, en las pésimas escuelas del estado de Veracruz.

Al revisar la prensa hemos recibido una grata sorpresa: la reaparición de nuestro querido y valiente colega El Demócrata, de Hermosillo Son.

Vuelve a la lucha el perseguido Demócrata, como los buenos guerreros, con animo firme y resuelto. No trae el temor que se apodera de los pusilánimes después de haber sufrido una derrota, porque lo que pudiera considerase como una derrota en nuestro colega, ha sido su más gloriosa victoria: demostrar que el Gobierno de Sonora es despótico y que la máquina administrativa de este Estado, sólo se mueve al impulso de la pasión de Izábal.

En el combate no han sufrido mella las armas de El Demócrata, porque no se pueden desvirtuar las verdades, y por más fuerte que sea una tiranía, siempre se abate con las resistentes armas de la verdad, cuando llevan el impulso de los nobles corazones y las viriles voluntades.

Que continúe luchando el colega, para limpiar la administración pública de Sonora de ese gobernante impopular, sostenido por el capricho del Centro contra la voluntad del pueblo sonorense.

No hay que desmayar, porque tal falta sólo se queda para los cobardes que prefieren vivir su afeminamiento bajo las plantas de los déspotas, que practicar una saludable reacción que los rehabilitó en su dignidad de hombres, haciéndolos aparecer como verdaderos ciudadanos en virtud de haber tenido valor de levantar la cabeza y hacer saber su voluntad.

Sepa nuestro querido colega, que no está sólo en la lucha, sino que «REGENERACIÓN» combatirá a su lado hasta vencer, porque hay que convencerse de que, cuando el pueblo reclama sus derechos tarde o temprano tiene que triunfar, y que, cuando se le oprime, vence más pronto.

¡Adelante!

La Administración de Justicia de Puebla cada día va por peor camino.

Los Jueces son indolentes y forzoso es que también lo sean los actuarios, que allí llaman diligenciarios, y los escribientes.

El diligenciario del Juzgado 1º de 1ª Instancia, Enrique Tapia, se distingue por su morosidad y por su poco deseo de trabajar, al grado de que los litigantes prefieren paralizar sus asuntos a perder el tiempo y la paciencia con tan nada diligente diligenciario.

Ese es el resultado de las complacencias que acostumbra el Gobernador Mucio Martínez para con los ineptos empleados de su administración. Ese es el fruto que recogen los malos gobernantes, cuando antes de apreciar las aptitudes de los individuos que trabajan en su administración, dan preferencia a las recomendaciones practicando un favoritismo odioso, que abre las puertas a las nulidades y las cierra a los hombres de verdadero mérito.

Nuestro ilustrado colega La Libertad de Guadalajara, en un sesudo y muy bien meditado editorial que publicó con el título de «Los jaliscienses nos bastamos,» rechaza con indignación que el Gobierno General de la República intervenga en el desbarajuste administrativo de Jalisco, imponiendo en substitución del Lic. Curiel, una personalidad que no nazca de la voluntad popular, sino de la designación caprichosa del Gral. Díaz.

Dice el colega en una parte de su inteligente editorial:

«El Centro no puede constitucionalmente mezclarse en la marcha de los Estados, sino en caso del artículo 116 de nuestro código Magno, esto es, alterándose la paz de alguno de ellos, su legislatura pida protección al gobierno federal.

«En otras circunstancias que no sean éstas, cada vez que el Centro interviene en la política de algún Estado, asesta un golpe de muerte al sistema federal, y por ende, a nuestros principios constitucionales.»

«No, nosotros no podemos, no debemos, no queremos admitir esa ayuda.»

¡Muy bien querido colega! Ojalá que todas las entidades federativas rechazaran tan valerosamente la tutela del Gobierno General que ha hecho de nuestra República federativa, una República Central.

Los Estados no tienen ya vida propia. Sus gobernantes son sirvientes del Centro.  Todas las cuestiones locales se resuelven en los salones de la Presidencia.

Es necesario que los Estados tengan vida propia y para tenerla y no sufrir más Cañedos, ni más Dehesas, ni más Izábal, ni más Escontrías y tantos otros déspotas, que lo son casi todos, es forzoso que el pueblo se ejercite en las luchas electorales y venza en los comicios.

A propósito del proceso de los periodistas independientes de Guadalajara, de que hablamos en otro lugar, nuestro colega La Linterna de Diógenes da a conocer el siguiente detalle: A algunos de dichos periodistas se les concedió la libertad bajo caución, previo el depósito de $2 000. A esa libertad se opuso el Agente del Ministerio Público, Mariano Casillas, fundándose en que tenía temores de que los periodistas se fugaran. El Juez no hizo caso de los temores del Agente y decretó la libertad de los procesados. El Agente subrayó su ignorancia apelando del auto.

EN efecto: el Agente del Ministerio Público no debe indicar su temor de que los procesados se fuguen. La calificación de ese temor, como dice muy bien nuestro entendido colega, es un acto psicológico del Juez y no del Ministerio Público. Si el Lic. Casillas conociera la ley, hubiera sabido que ésta preceptúa que se concederá la libertad bajo caución, cuando a juicio del Juez no haya temor de que el procesado se fugue.

Con razón en Jalisco no se barnizan de legalidad los procesos contra periodistas: ¡los funcionarios judiciales ignoran los preceptos más llanos de la ley!

El Diario Oficial publicó el siguiente cablegrama:

«A Su Majestad la reina. -La Haya

«Permítame vuestra Majestad felicitarla en mi nombre y del pueblo mexicano, por su matrimonio.- Porfirio Díaz.»

En mi nombre y del pueblo mexicano; en vez de haber dicho: en nombre del pueblo mexicano y el mío. Primero el mandante, pueblo, y después el mandatario, Porfirio Díaz. Primero el soberano, pueblo, y después el servidor, Porfirio Díaz.

Pero se quiso dar a esa trivial felicitación el carácter y sabor monárquicos, que tanto nos choca a los verdaderos mexicanos.

Este cablegrama es una declaración hecha para que se convenzan los ilusos, que creen a pies juntillas que somos demócratas, que sobre el pueblo está el Presidente.

El Almanaque de El Imparcial dejó  de citar a algunas publicaciones periodísticas y con este motivo nuestro sesudo y valiente colega El Paladín de esta ciudad, hace apreciaciones muy justas, a la par que severas, sobre el prurito de la empresa editora del Almanaque, de omitir publicaciones honradas que no comulgan con el credo político de dicha asalariada empresa.

Al preguntar El Paladín si estas publicaciones no forman parte de la prensa, dice: «Regeneración, periódico de tanto vuelo, tan bien escrito, cuyo programa no puede ser ni más digno ni más levantado, en el que impera la lealtad, la honradez y el valor civil, no formaba parte de la prensa?»

Muy agradecidos estamos a nuestro inteligente colega. En cuanto al motivo de esas frases, diremos que no nos duele la omisión consciente de la empresa subvencionada. Está en su papel. La lucha honrada será siempre malquista por aquellos que, sin sublevación oficial o particular, se verían reducidos a la vida vegetativa de los ineptos.

Nosotros, que estamos acostumbrados a decir con franqueza lo que sentimos, vamos a dejar caer ante la ilustrada consideración del público una horrible carga, un pesado fardo que como irrisoria herencia nos deja el Presidente Díaz.

El general Díaz, que cuanto ha querido ha hecho, y que, no conformándose con hacer sentir su personalismo durante su vida de gobernante, por un orgullo incalificable ha deseado que su influencia se perpetúe; el general Díaz, que haciendo a un lado los principios de democracia mató el civismo al arrebatar las libertades públicas, amordazando a la prensa porque decía verdades y encarcelando ciudadanos honrados cuyas ideas republicanas no podían consentir el cesarismo; el general Díaz, que para hacer su voluntad se rodeó de hombres sin vigor, liberales unos y conservadores otros, pero profesando todos el mismo principio: el de la conveniencia; el general Díaz, que después de haber alucinado a nuestros padres, predicándoles una regeneración política ilusoria, los sacó de sus hogares para sostener el Plan de Tuxtepec, soñando en un gobierno netamente liberal, y por tanto, democrático; el general Díaz, que haciendo aprecio de malsanos consejos y torpes insinuaciones se entregó en brazos del partido conservador y con su decisión hizo huir a los liberales, que no simpatizan con las políticas conciliadoras; el general Díaz, que ha reducido a estado central al que tanta sangre y tantos sacrificios costó hacerlo federal; el general Díaz que dio muerte al sufragio para poder elegirse él mismo y poder elegir también a cuanto funcionario pesa sobre la República, y que hacen de nuestra querida patria un vasto circo de autómatas, que no tienen más voluntad que la voluntad del jefe, del jefe que en nuestro tenebroso génesis político los sacó de la nada para investirlos de facultades que les vienen demasiado grandes y darles puestos que resultan demasiado pesados para los enanos del intelecto; el general Díaz, que es el todo en este remedo de democracia, nos entrega atados, en caso de muerte, a la voluntad del Congreso de la Unión.

En efecto, en caso de que muera el Presidente, se encargará desde luego del poder ejecutivo el Secretario de Relaciones Exteriores, y si no lo hubiere o estuviere impedido, el Secretario de Gobernación, reuniéndose al día siguiente, en el local de la Cámara de Diputados, los individuos de las dos cámaras. En esa sesión, el Congreso de la Unión elegirá al Presidente sustituto, por mayoría absoluta de los presentes y en votación nominal y pública, sin que pueda discutirse en ella proposición alguna ni hacerse otra cosa que recoger la votación, publicarla, formar el escrutinio y declarar el nombre del electo. (Fracciones I, II y III del articulo 79 de la Constitución, reformado por decreto de 24 de abril de 1896.)

Esto es sencillamente autoritario y despótico. Se nos entrega a la voluntad de las cámaras, cuando esas mismas cámaras están integradas por individuos que no cuentan con la voluntad nacional.

Que se nos presente un solo diputado o senador que ocupe su puesto por el sufragio popular. Que se nos presente uno solo que no haya obtenido el cargo por favoritismo o en pago de sus servicios políticos (adulación, aplausos rabiosos al poder cuando merecía reproches, adhesión incondicional, aun cuando en peligro de muerte del Presidente se ocurriera a D. Bernardo Reyes). Que se nos presente uno solo de los individuos de ambas cámaras que haya demostrado evidentemente su amor al pueblo y a las instituciones, y nadie se presentará, porque sólo se ha procurado acatar las órdenes militares del general Díaz; todos han procurado congraciarse con él para no perder su puesto, que les produce una renta, si bien nada codiciable, porque lleva como condición la sumisión tácita aún a las órdenes más fuera de razón y a los mandatos más autoritarios; un puesto que es indispensable para individuos que, no teniendo energía para la lucha, encuentran cómodos los subsidios de la nación. Y a ellos nos ha entregado el Presidente, por que él es el autor de la reforma constitucional, como es el autor de cuanto se dice y hace oficialmente en la República.

Hay más: para acentuar vigorosamente su omnímodo poder, fraguó la fracción III de esa reforma, en la que se proscribe toda clase de discusiones, al no admitirse proposición ninguna. ¿ Cuál fue su mente al imponer esa prohibición? ¿Cómo podrán aquilatarse los méritos de los candidatos sin que haya discusión previa de sus personalidades? Esa prohibición despótica impide la impugnación a los candidatos, prohibición que es antidemocrática y antiliberal.

En ninguna democracia se proscribe la discusión de los candidatos electorales, precisamente porque las discusiones en ellos son necesarísimas. Los candidatos tienen que sufrir la crítica de sus adversarios, crítica indispensable para que las personalidades se muestren tal y como son: con sus virtudes, sus vicios, sus afectos, sus pasiones, etc., porque de otro modo se dará un voto juzgando la exterioridad de los hombres, que la mayor parte de las veces resulta antagónica con su modo de ser moral. E1 hombre que aparenta ser humanitario puede tener una conciencia monstruosa.

Pero el general Díaz, como al principio dijimos, ha querido, por un incomprensible orgullo, que su influencia se perpetuara, sin reflexionar que la suerte de la nación se entrega a individuos faltos de energía, de iniciativa, de voluntad y de amor al pueblo y a la patria, porque creemos que no ama a la patria todo aquel que teniendo una misión pública delicadísima, como es, por ejemplo, velar por las instituciones democráticas en las que vincula la felicidad nacional, permite que las instituciones se desvirtúen hasta convertirse en monárquicas; que la Constitución que protestó guardar y hacer guardar se vea ultrajada con la política de conciliación; que la libertad de sufragio sea ilusoria; que los preceptos legales se disloquen al capricho de los poderosos; que se desnaturalice la Constitución con reformas que no necesita y que sólo se procuran por calculo egoísta y no por utilidad colectiva; que, andando el tiempo, se diera el sangriento espectáculo de un linchado en las oficinas del Gobierno, crimen que valió el suicidio de un déspota y el desprestigio de una administración; que burlándose de las cámaras, exigiera el Presidente un decreto totalmente falto de sindéresis, por el que se daba una miserable limosna al pueblo más rico de la tierra (auxilio a las víctimas de la catástrofe de Gálveston); que bien, y por un tonto alarde de desprendimiento, se distrajeran los fondos de la nación, gastándose dos millones de pesos en obras materiales del Distrito, cuando ese dinero lo reclamaban a gritos las escuelas mal servidas y los profesores mal pagados; que se decretara una pensión a los ricos descendientes de D. Justo Benítez, hombre que no sirvió más que a sus pasiones personales, dejándose en la orfandad y en la más degradante miseria a millares de deudos de  ameritados liberales que murieron en campaña. A estos individuos se entrega la nación sin que valga la voluntad nacional. A estos individuos se entrega la patria cuando los patriotas no los han elegido representantes.

Por estas razones, dijimos en nuestro número 271 que hay que proponer un candidato. Si las cámaras tienen una facultad antidemocrática, unámonos los buenos mexicanos para hacer sentir nuestra voluntad y para que el Congreso de la Unión, en vista de la actitud de los patriotas, siga la corriente popular y sea una vez libre después de haber sido esclavo; que sea una vez independiente después de haber adulado tanto; que, como la Magdalena bíblica, purgue sus faltas con el amor de un dios: el pueblo.

Hagamos saber nuestra voluntad, que es la voluntad nacional; hagamos sentir nuestra influencia, porque si no lo hacemos, nos veremos reducidos a soportar otra Dictadura mas funesta quizá que la presente.

Teniendo la nación su candidato, el Congreso de la Unión tendrá que aceptarlo. Si no lo hay, el Congreso de la Unión, formado por individuos que, como antes dijimos no tienen patriotismo, entregará la nación a cualquier tirano de sable. Esto debemos evitarlo, porque hay que convenir que el militar no puede ser buen gobernante; hay que convenir que la patria quiere intelectuales y no hombres que no tienen más razón que la espada ni más ley que el sable.

La patria quiere hombres de trabajo y de orden, el militarismo, entre nosotros, no es el orden. Recórrase la historia del militarismo y se verá que, aparte de unos cuantos soldados que han servido a la República, los demás la han traicionado, los demás han regado de sangre hermana nuestros campos, al unirse a ese partido cien veces maldito que nos ha traído déspotas europeos, como si no fueran bastante los tiranos de México.

Unámonos; fijemos nuestra atención en un hombre que pueda salvar a la patria de la crisis política a que la condenó el Presidente Díaz al entregarnos a la voluntad del Congreso de la Unión, a ese Congreso que en sus actos oficiales no tiene voluntad ni valor ni patriotismo, porque es obra del absolutismo.


1 Véase supra, art. núm. 345.

Dos acusaciones se preparan contra el arbitrario Juez Benito Carrizales, de San Luis Potosí, y sólo esperamos detalles para dar cuenta de ellas a nuestros ilustrados lectores, a fin de corroborar nuestros continuados asertos, acerca de lo nociva que es la presencia de ese Juez en la judicatura potosina.

Como es bien sabido, pesan sobre Carrizales las acusaciones de los Sres. Antonio Díaz Soto y Gama y José María Facha por violencia indebida y vejación en su persona; pesa sobre él además, la acusación de D. Vidal A. Pérez por sustracción de expediente, de modo que, con las dos nuevas acusaciones, se vera comprometido en cinco procesos.

Pero no se castigará al despótico Juez, porque está apoyado por Montes de Oca, quien a su vez sostiene al gobernador de San Luis. No se impondrá pena alguna sobre Carrizales, pero la sociedad honrada ha dictado ya su fallo condenatorio, en contra de un funcionamiento que ha arrojado de su conciencia a las complacencias, que son el fruto prohibido de las consignas.

No se hará justicia en San Luis, porque no la hay. La justicia ha huido de allí como de país apestado. En cambio, se la ha substituido con el despotismo y la arbitrariedad, que seguirán imperando hasta que suene la hora de las represalias.

Lea el público y convénzase de que en el Estado de Veracruz asesinan las autoridades.

José Therel, es uno de los miembros más ricos de la colonia San Rafael, cantón de Jalacingo, a quien una partida de bandoleros le robó mil pesos.

Un tal Miguel Vera, caciquillo de aldea, para atraerse la buena voluntad del acaudalado Therel, se puso en persecución de los bandidos, y no encontrándolos, habilitó de tal a un pobre hombre, Julián Moreno, a quien califico de sospechoso.

Hay que notar, que no había ni ligeros indicios de que Moreno fuera uno de los ladrones.

No obstante esto, Therel, otro individuo llamado Julio Oucillet y el caciquillo Vera, se pusieron de acuerdo para hacer un escarmiento a toda costa, en la persona del infeliz Moreno, a quien sin ser juzgado por la autoridad judicial, ni siquiera identificarlo, el Jefe Político de Jalacingo mando que se asesinara al sospechoso aplicándole la bárbara y salvaje ley fuga.

Se asegura, que el crimen se fraguó mediante cierta cantidad de dinero.

Se ve por lo anterior, que en Veracruz no se respeta la vida de los ciudadanos; que por paga se asesina a los hombres; que para vivir ahí, se necesita tener la espina dorsal más flexible que una caña de la india: ser sordo para no oír el inmoral retintín de las casas de juego, ciego para no ver los desaciertos de la administración de Dehesa, y mudo para que las protestas se ahoguen en la garganta.

Es bochornoso todo eso. Es anárquico en grado sumo que llegue a temerse más a un Jefe Político, como el de Jalacingo, que al que al salteador de caminos más desalmado, porque cuando la autoridad, que debe velar por las vidas y las haciendas de los ciudadanos, revuelca su prestigió en un charco de sangre ¿qué garantías ni qué seguridad pueden tener los hombres honrados? ¿qué confianza se podrá depositar en una autoridad que, como ese Jefe Político no tiene conciencia de su misión, ni escrúpulo de ninguna clase en que su marcha administrativa, deje como un recuerdo preñado de maldiciones, la huella sanguinolenta de sus crímenes?

Dehesa debe castigar la maldad de sus Jefes Políticos, si quiere tener algo bueno en su torpe y descabellada administración.

La verdad nunca puede vivir oculta. Las conciencias más torcidas y las más perversas, por más que les repugne, tienen, momentos lúcidos y comprenden la verdad.

A nadie se le escapa que la empresa de El Mundo y El Imparcial es una empresa creada para dislocar la verdad y hacer de la razón un objeto de juegos malabares.
Sin embargo, esa empresa pone en su ridículo almanaque pensamientos como este:

“Antes que la riqueza, antes que la fuerza, antes que cualquiera otro elemento capaz de hacer desarrollar a una nación entre las naciones del mundo, un pueblo debe procurarse la justicia. No PUEDE HABER HONOR NI ES POSIBLE LA LIBERTAD EN LOS PUEBLOS EN DONDE NO SE SOBREPONE LA JUSTICIA A TODO.”

Esta inmensa verdad, que nosotros palpamos, porque no somos libres, en virtud de no sobreponerse la justicia a todo, ya la hemos dicho hasta el cansancio y nos felicitamos de que la empresa semioficial convenga con nosotros en nuestras afirmaciones de que somos esclavos. Sólo cuando se demuestre que hay justicia en nuestra patria podremos declarar que somos fuertes, que somos ricos, que tenemos honor y, en una palabra, que somos libres.

Mientras tanto, bueno sería no dormirse, sino luchar por conquistarla, a no ser que prefiramos vivir nuestra miseria y nuestra debilidad, espoleados perpetuamente por el acicate del soldado.

Después trae el mismo ridículo almanaque otra verdad, que es al mismo tiempo una revelación:

“Todas las revoluciones intestinas que se han desarrollado en este siglo en nuestro país han tenido por causa principal la desnivelación en los presupuestos; LA PRÓXIMA REVOLUCIÓN, si la hay, SÓLO PUEDE TENER POR CAUSA LA FALTA DE JUSTICIA.”

En efecto, sin justicia, el pueblo vive oprimido. Sin ella no puede ejercitar ningún derecho y las leyes más liberales son letra muerta, como acontece entre nosotros. Naturalmente que sin justicia no puede haber libertad, como vimos en el primer pensamiento, y hay que tener en cuenta que los pueblos se cansan de ser esclavos y rompen sus cadenas derrocando tiranos, porque es un hecho que la indignación popular se traduce en formidables explosiones. Para evitar esas explosiones menester es que haya justicia. La misma empresa semioficial así lo comprende.

También trae el almanaque otra verdad, que imprudentemente prohíja, como imprudentemente prohijó las dos anteriores:

“El periodismo es como esos temibles venenos en la medicina, que constituyen al mismo tiempo sus grandes recursos: manejado por hombres de buena fe, salva a las sociedades; de lo contrario, las intoxica.” Como es bien sabido, en el periodismo semioficial no abunda, por cierto, la buena fe, pero ni siquiera se emplea esa virtud en dosis homeopáticas.

El periodismo oficioso intoxica a las sociedades por que pervierte la opinión pública haciendo creer que la más absoluta de las monarquías es una república democrática; porque colaborando con los déspotas abate el espíritu público tachando de antipatriótica, de inmoral y de disolvente toda manifestación meramente democrática; porque afemina a los ciudadanos orillándolos a practicar el servilismo y la adulación, que es el incienso de los tiranos; porque hace perder el amor a la patria para adorar al poderoso; porque caminando el país a la ruina pretende hacer creer que progresa; porque estimula el desprecio para el pueblo acusándolo de ignorante, perezoso, etc., etc., sin decir que el Gobierno es el causante de tanta miseria porque se ha preocupado más de permanecer en el poder, gastando sus energías en asegurar el puesto, que de educar a las masas, considerando que las masas ilustradas saben ejercitar sus derechos.

De todo lo anterior se desprende que la empresa de El Mundo El Imparcial se ha portado como el más furibundo oposicionista, sólo que le ha sucedido lo que a los alacranes: se ha intoxicado con su mismo veneno.

Dos periódicos igualmente clericales y por ende, enemigos del progreso, porque son enemigos de la libertad, pretenden hacer mofa de los trabajos llevados a cabo por el Gran Congreso Liberal de la República, reunido en San Luis Potosí.

Uno de ellos, el Diario de Jalisco, de Guadalajara, amedrentado por la inmensa significación de la Asamblea Liberal, se muestra mohíno al comprender que comienza a renacer el espíritu público, que, una vez fuerte y vigoroso, no permitirá más tiranías ni más embustes del odioso partido de la traición.

El otro papel, El Tráfico1, de Guaymas, Son., cuyo nombre es una revelación, porque trafica con las ideas como cualquier negrero con su repugnante mercancía, y que además, vive para avergonzar a los sonorenses alabando la tiranía de Izábal, está conforme con lo asienta su digno colega ultramontano, afirmando que el Congreso Liberal es un peligro para la tranquilidad del país.

Nosotros diremos, que el Congreso Liberal no es un peligro para el País, es un peligro para la tiranía y el absolutismo y la prueba está en que goza de las simpatías de los buenos mexicanos. Los traidores son los únicos que no simpatizan con la gran federación liberal, porque aquella mala hierba quisiera ver a la nación encadenada al trono de un déspota europeo.

El partido conservador, que es el de la traición, odia la libertad y por esta razón está desprestigiado. La historia nos refiere que ese negro partido, que no siente rubor en rebajar su dignidad dando ósculos nauseabundos a los infectos pies del decrépito del Vaticano, ese partido luchó contra nuestra independencia en 1810, y que, uno de sus prohombres, el déspota y traidor Agustín Iturbide, después de haber hecho traición al trono de España, hizo traición a nuestra patria, pagando sus crímenes con su vida (lo deplorable es que no haya tenido cien para habérselas arrancado una por una.)  Ese monstruo que odió tanto a la patria, era conservador.

El partido conservador ha sido siempre el partido del desorden, como nacido del maridaje del soldado y del fraile; este partido se levantó contra los gobiernos constituidos para colocar en el Poder tiranos como Santa Ana; ese partido abrió los brazos al enemigo del Norte, al que paseó bajo de palio, bendiciendo al sable sajón enrojecido con la sangre de nuestros hermanos, así como bendijo las asesinas armas francesas: ese funesto partido, que siempre ha sido amigo del desorden, ahora pretende serlo del orden, porque está en el poder.

En nombre de un mentido orden, de un discutible progreso y de una agobiadora paz, blasfema ese partido contra los trabajos del Gran Congreso Liberal, porque comprende que el Partido Liberal de la República cuenta con hombres de energía y de valor, que son una amenaza, entiéndalo bien el partido conservador, son una amenaza para los tiranos de bonete y sable.

Los desahogos clericales no son más que una prueba de su impotencia y de su cobardía, al emplear la calumnia y la difamación como armas de combate, pero esa calumnia y esa difamación harán resaltar toda la hiel que encierra la sucia y prostituida facción.

Continúen los clericales haciendo mofa del Gran Partido Liberal; continúen alarmando con sus necios aspavientos, hasta que triunfante el Partido del Progreso, tengan que exhibir su ignominia, pidiéndole desvergonzadamente empleos y canonjías, después de haberlo atacado con las únicas armas con que cuentan: la cobardía y la bajeza.


1 El tráfico, Guaymas, Nogales, Son. (1889-19??). Fernando Espriú. Fuerte sostenedor de posiciones xenófobas antichinas.

El. Lic. José Rivera, Juez de 1ª Instancia del Distrito de Teziutlán, Puebla, ha descarrilado su criterio jurídico y ha cruzado sus armas con nosotros. Aceptamos el reto, por más que nuestras armas sean desiguales: el Juez Rivera esgrime la denuncia torpe auxiliada por la chicana judicial y nosotros esgrimiremos la ley.

Parece que nuestro artículo » El Juez Modelo,”1 que se publicó en el número 17 de REGENERACIÓN, levantó ámpula en el Juez Rivera. Dejó pasar muchos días (nuestro artículo se publicó el 7 de Diciembre pasado) y después de consultar, probablemente, con el Gobernador Martínez, decidió presentar su querella ante un Juez complaciente que no tuvo escrúpulos para acogerla con benevolencia. Resultado: un exhorto que diligenció en esta Capital, con todo sigilo y con reticencias y misterios, el Juez 1º Correccional Lic. Wistano Velázquez. En virtud de ese exhorto, se recogió el original del párrafo denunciado y se llamo a declarar a los Directores de este periódico.

Mal camino escogió el Juez Rivera. Es el camino de todos los que no pueden defender sus actos. Promover una querella, es muy sencillo; probar que se cumple con un deber, es muy difícil, cuando este deber no se cumple. De estos dos caminos, se escogita el más llano, por más que no sea el más correcto: el de la denuncia. Y el Juez Rivera se presentó denunciando nuestro artículo «Un Juez Modelo.”

Por otra parte, esa misma denuncia abulta la escasa ilustración del Juez Rivera y del funcionario que le dio entrada. Ignoran estos Señores, a pesar de ser letrados, más aún, a pesar de ser funcionarios públicos, esto que es rudimentario: el Juez de Teziutlán no es competente para conocer de este asunto. Si el párrafo denunciado envolviera un delito, ese delito se cometió en esta Capital. Estos jueces son los competentes para juzgarlo, y no el de Teziutlán, que ante la ley es un advenedizo y un invasor de jurisdicciones.

Pero esta denuncia provocará el que, sin egoísmos que no conocemos, sepan por nuestro conducto, el Juez Rivera y su congénere el exhortante, que la Suprema Corte ha declarado, en una ejecutoria pronunciada el año anterior, que los delitos de imprenta no son continuos, sino instantáneos. Instantáneos, Sr. Juez, son aquellos que, una vez cometidos, cesan por este mismo hecho, sin poder prolongarse más allá; y continuos, aquellos que persisten durante un término más o menos largo, quizá indefinido. Los delitos de injuria, difamación y calumnia (que son el estribillo de todas las denuncias contra periodistas) son instantáneos porque la acción del agente concluye desde el momento en que se lanza la última frase, por más que la prensa la lleve hasta Teziutlán para prenderla en los oídos del Juez Rivera.

Decíamos, que la Suprema Corte ha declarado que esos delitos, cuando se cometen por la prensa, son instantáneos, porque la publicidad no es un elemento constitutivo de esos delitos, sino una circunstancia agravante, conforme a la ley, y no siendo la publicidad lo que constituye esos delitos, no puede sostenerse que la circulación de un periódico da competencia a los Jueces de los distintos lugares donde reciben los lectores del mismo, y donde mal desempeñan sus funciones los Riveras que abundan en la judicatura.

No creemos que el Juez Rivera y su congénere, tengan la pretensión de sobrepujar en conocimientos jurídicos a la Suprema Corte, y por lo mismo, esperamos que sus procedimientos abortarán, salvo el que se pretenda cometer una arbitrariedad, para las que son muy hábiles las  autoridades de Puebla. Por eso decimos que nuestras armas eran desiguales: ante la arbitrariedad, la ley es un juguete.

Esperamos que el Juez Rivera ocupe el tiempo que pierde en denuncias y en solazarse con el Agente de Distrito en los balcones del juzgado, en instruirse y encarrilar su criterio. De otra manera siempre será «Un Juez Modelo» entre los perniciosos de la República.


1 Véase supra, art. núm. 176.

Lo siguiente basta para formarse una idea, bien triste por cierto, de cómo se administra la Justicia en San Luis Potosí.

El 25 del pasado Febrero fueron puestos en libertad los reos Benito Posadas, Filiberto Noyola, Braulio Campeán y Herculano García procesados por complicidad en el homicidio del Diputado Luis Castro y sentenciados por el Tribunal de San Luis Potosí a sufrir la pena de  8 años, 9 meses y 28 días de prisión, conforme al fallo que acaban de pronunciar los Magistrados.

Esos hombres fueron aprehendidos en el siguiente orden: Posadas, el 7 de diciembre de 1891; Noyola, el 11 del mismo mes y año, y Compeán y García, el 13 de Diciembre de 1891.

De modo que a los 9 años, 2 meses, 12 días de la aprehensión de los delincuentes, los Magistrados potosinos dictaron una sentencia, según la que los desgraciados reos sufrieron 4 meses, 4 días más de prisión, y sin que antes hubieran podido obtener su libertad preparatoria, a la que tenían derecho, en virtud de haber observado un conducta ejemplar durante su prisión, como lo prueba el hecho de que los cuatro presos eran Jefes de crujía o macheteros.

¿Se pretenderá negar todavía que la administración potosina es pésima? ¿Habrá alguien que trate de defender al clerical Gobernador diciendo que ese Estado es modelo? Nosotros creemos que sí es modelo, en efecto; pero modelo entre los mal administrados.

Esos infelices que pudieron haber obtenido su libertad preparatoria, no sólo no la alcanzaron, sino que sufrieron unos meses más de encierro por obra y gracia de Magistrados negligentes y nada escrupulosos para cumplir con su deber.

Esos Magistrados no comprenden que la libertad del hombre es sagrada, como no comprende Carrizales que no está bien que sea apoderado de Montes de Oca.

Pero el verdadero culpable es el Gobernador Escontría, que sólo por favorecer a los clericales, pone en los puestos públicos a hombres para quienes es demasiado elevada la categoría del empleo que les da, cuando apenas podrían desempeñar, y no ventajosamente por cierto, el último de los juzgados de paz.

.”…..la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos de de otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados…..”

PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)
(CONTINÚA)

Como el presidente de la República abona la ausencia de ataques al individuo y esa información va a estrellarse en la impasibilidad de granito de las estadísticas de nuestro procurador de Justicia del Distrito, que se ha empeñado en hacernos figurar como los individuos más desalmados del mundo, y como por otra parte, la frecuencia de ataques al individuo va más de acuerdo con su número con las agrias estadísticas del Procurador, que con las risueñas frases del Primer  Magistrado, hemos decidido hacer constar en esta sección, únicamente los ataques a la propiedad, sin procurarnos de la frecuencia abrumadora de ataques al individuo.

De una maicería del callejón de Ureña, de esta Capital, un dependiente infiel, Erasmo Franco, robó a su patrón, D. Vicente Sánchez, 400 pesos. El dependiente fiel no ha sido capturado.

Varios individuos horadaron una tapia en una calle de esta Capital, y robaron un aparato para perforar pozos artesianos y algunas otras herramientas, todo de la propiedad de D. Jesús Daiza.

D. Carlos P. Ríos, al regresar a su casa de la calle de Villamil de esta Ciudad, vio que, allanada su morada, le habían robado toda su ropa de uso.

La noche del sábado anterior, la tienda situada en la plaza de Hidalgo de la Ciudad de Guadalupe, D. F., fue saqueada por los ladrones, quienes se llevaron todo lo que hubieron a mano, más alguna corta cantidad de dinero y empacaron una caja fuerte que contenía 2,000 pesos, con intención de llevársela también.

Cornelio Rodríguez, se robó a la hija de Dª Soledad Vázquez, más 400 pesos en efectivo. El hecho acaeció en esta Capital.

Con la mala intención de acentuar más lo infundado de los conceptos del Sr. Presidente de la República, José Muñoz se robó de la Secretaría de Relaciones, una cortina, tres libros, un timbre de níquel, dos secadores de metal, un sifón, una plegadera, unas tijeras y otros objetos más que han desaparecido. Ese robo se efectuó escalando los andamios de la obra que se ha emprendido en el costado Sur del Palacio Nacional.

Forzando la puerta de una platería de la calle de San Juan, de esta Ciudad, los bandidos se robaron varios relojes y alhajas por valor de 200 pesos.

Al Sr. Damián Enríquez de esta Capital, le fueron robados por dos caballeros de industria, un carruaje y un tronco de caballos.

La pared de unas bodegas situadas en la calle de Manuel González, de esta ciudad, fueron horadadas la noche del jueves pasado. Los ladrones se extrajeron cinco cajas con mercancías. No han sido aprehendidos.

A D. José María Flores, dueño de la hacienda de «los González,» le fueron incendiados unos depósitos de rastrojo estimado en 300 pesos. Casi año por año se registran en esta hacienda tan alarmantes atentados a la propiedad.

Valentín Rangel (a) Mancera, es el jefe de una cuadrilla de bandidos que merodea por Guanajuato. Hace pocos días asaltó la mina de la Fragua, robándose lo que quiso. Hubo tiroteo entre el velador de la mina y los bandidos.

De Guadalajara a Toluquilla iba un pobre viejo, que fue asaltado en el camino por unos bandidos que le robaron un burro y un pequeño bulto de naranjas. Esos caminos jaliscienses son inseguros.

(Continuará)

Nuestro querido, valiente y honrado colega El Combate, de Hermosillo, Sonora, ha circulado profusamente un alcance, en el que se refiere al alevoso atentado de que fue víctima el Sr. Lic. D. J. Jesús Pesqueira por parte de un individuo llamado Manuel R. Uruchurtu1, protegido del Gobierno de Sonora.

El Gobierno de Sonora trataba de ejercitar una innoble venganza en la persona del digno Sr. Pesqueira, porque este caballero, portándose como buen ciudadano, ha dado a conocer todo lo podrido y todo lo nauseabundo que esconde la funesta administración sonorense.

Pero el poder no podía poner preso al Sr. Lic. Pesqueira, en virtud de haber obrado dentro de los límites de un derecho justísimo. Para resolver la cuestión, se decidió a buscar un valiente y la elección recayó en Uruchurtu. Éste que conoce perfectamente la entereza de carácter del Sr. Pesqueira, temió salir mal librado de la empresa, y para darse el valor que le faltaba ahogó su cobardía en alcohol.

Envalentonado por la bebida, se dirigió a la casa del Sr. Pesqueira a quien provocó, y antes de que este caballero pudiera defenderse, Uruchurtu le asestó cuatro tremendos bastonazos.

Hay que tener en cuenta que el valiente estaba de acuerdo con el Prefecto Francisco M. Aguilar y el Cabo de la Policía, quienes se abalanzaron sobre el Sr. Pesqueira, asegurándolo como si él hubiera sido el golpeador y no Uruchurtu, a quien dejaron que se marchase tranquilamente a la casa del Gral. Luis E. Torres2, donde se negaba después a acatar la intimación del Juez para darse preso, diciendo, que ya era cosa arreglada con el referido general.

Por fin se le condujo a la cárcel y se le alojó en la alcaldía a donde le llevaron cama, mesa y cuantos muebles hubo a la mano para rodearlo de comodidades y de atenciones, al contrario de cómo se trata a los periodistas, que tienen que sufrir la ingrata compañía de los criminales más empedernidos, dormir en el suelo y sin abrigos y soportar toda una serie de vejaciones y atropellos.

Esa venganza ruin y cobarde, ejercida contra un ciudadano honrado y sin respetar a la esposa que estaba presente, ni la morada de la víctima, hace comprender todo lo tiránica y despótica que es la administración sonorense, a la vez que causa asco su modo de vengarse por medio de valientes, que por servir al amo, llegan a ejercer su felonía contra personas indefensas, cuyo delito ha sido desenmascarar a tiranos, flagelar a los déspotas y hacer ver al pueblo sonorense, que sobre él pesan autócratas que harían brillante papel mandando una horda de cafres.

La civilización exige que cuanto antes se vea libre Sonora de tanto tiranuelo, cuya labor se reduce a exhibirnos como un pueblo degradado, que camina a fuerza de estimularlo con el látigo del capataz.


1 Manuel R. Uruchurtu (1874-1912). Abogado sonorense. Magistrado Fiscal del Superior Tribunal de Justicia de Sonora, de 1901 a 1903. Autor de una biografía de Ramón Corral, publicada en 1910. Secretario de Joaquín D. Casasús; representante del gobierno mexicano en el juicio arbitral sobre  El Chamizal.
2 Luis E. Torres.(1844-1935). Militar chihuahense. Combatiente contra la intervención francesa. Partidario del Plan de la Noria en 1871. Elegido gobernador constitucional para el periodo 1879-81Volvió a ocupar el gobierno estatal en 1883-7, 1891, 1899-1903, 1907-11. Extendió su influencia política a Sinaloa, Tepic y Baja California, con la colaboración de Ramón Corral, Rafael Izábal y Lorenzo Torres. Ejecutor de la campaña contra los yaquis en 1899. Promovió la deportación de los rebeldes a Yucatán. En 1911 se exilió en Los Ángeles, donde murió.

Llamamos seriamente la atención del Presidente, ya que él se ha abrogado la facultad de nombrar Gobernadores, arrebatándosela al pueblo, sobre el hecho de que el Gobernador de Oaxaca, Martín González1, continúa gastando sus energías en el asfalto de nuestras avenidas, en lugar de marcharse a aquel infortunado Estado a enterarse de la marcha de los negocios públicos.

Desde que, para paladear la comida de los Alcaldes de Francia, vinieron todos los Gobernadores a fines de Noviembre anterior, con el objeto de asistir a las monárquicas fiestas que preparó el servilismo al Presidente por haberse éste reelegido, Martín González no ha vuelto a Oaxaca.

Como ese Gobernador inepto gusta de solazarse en la gran capital, bueno es que el Presidente, ya que al pueblo no se permite hacerlo, imponga otro funcionario, pues desde luego se nota la mala voluntad que Martín González tiene de seguir en su puesto.

En Oaxaca se desea que ya no vuelva, porque con su pésima administración nada adelanta el Estado suriano, por el contrario, camina para atrás.

Se necesita para el Estado un hombre progresista e ilustrado, circunstancias que no ocurren en el actual Gobernador. De ahí proviene que la instrucción pública esté tan deprimida y que haya una que otra escuela en todo el Estado.

La Justicia es allí exótica y los Jefes Políticos son otros tantos déspotas, que persiguen a los que no los admiran.

Todo el Estado desea, que cuanto antes, se destituya a Martín González para que termine su funesta administración.

También nosotros deseamos que se destituya a ese Gobernador, para que pueda progresar nuestro Estado que camina a la ruina, siendo digno de mejor suerte.

Ese Estado que ha producido dos inmensas figuras, Benito Juárez y Antonio León, parece que está condenado a no dar más hijos ilustres.


1 Martín González (1832-1908). Militar oaxaqueño combatiente contra la Intervención francesa. Jefe del Estado Mayor de Porfirio Díaz. En 1894 y hasta 1902 ocupó el Gobierno del estado de Oaxaca. Diputado por Chihuahua en varias ocasiones.

El Imparcial, El País y alguna otra hoja tan desprestigiada como las primeras, publican con fruición telegramas de Ciudad de Valles, S.L.P., en los que se anuncia que el clerical Escontría ha sido aclamado. Uno de sus empleados que le acompañan, es quien ha puesto los telegramas.

Nosotros sabemos perfectamente, que no ha habido tal cosa. Desde que Escontría fue puesto contra la voluntad del pueblo potosino, nunca se le ha tributado la menor muestra de simpatía, porque este gobernante no tiene más partido que el de su camarilla clerical, que esta desprestigiada en todo el Estado.

Las únicas ovaciones que legítimamente se ha ganado Escontría, ha sido las que le tributó el público ilustrado y el pueblo de San Luis, cuando aplaudían con un entusiasmo rayano en frenesí, las justas censuras que se le hacían en las sesiones del Gran Congreso Liberal, por su torpe y clerical administración.

En el Estado no tiene simpatías el Gobernador, porque es perfectamente inepto para el puesto que ocupa, y además, porque por vituperables complacencias sostiene en inmerecidos cargos a Niño, Carrizales y a otros igualmente ineptos y tan clericales como él.

La Nación no debe hacer aprecio de telegramas que se confecciona el mismo Escontría, pues debe saber que en San Luis, tiene la misma popularidad que disfrutaban Garza Galán en Coahuila, Peón en Yucatán, Mercenario en Guerrero y el funesto Cravioto en Hidalgo.

El Estado de Campeche, en el que jamás se han distinguido sus gobernantes por liberales y progresistas, resiente con frecuencia esos ataques burdos y repugnantes contra la libertad de imprenta. Este es el secreto de la falta de oposición en ese Estado. Si no se persigue directa y francamente al periodista, se le rodea de toda clase de trabas para impedir las publicaciones independientes.

Tenemos noticia de un caso de persecución a un periodista. El Sr. Arturo Shiels Durán, es un escritor público independiente que con honradez ha censurado siempre los actos indecorosos de los gobiernos campechanos. Dicho señor editaba en la Isla del Carmen un bisemanal independiente con el título de El Centinela. Las justas y sensatas apreciaciones del colega, ceñidas siempre a la verdad, le concitaron el odio de la administración campechana, el que se resolvió con el encarcelamiento del Sr. Shiels Durán y el decomiso de la imprenta en que se imprimía El Centinela.

Se tomó como pretexto un párrafo de gacetilla titulado “Salvajismo”, en el que se daba cuenta de un atropello cometido por un cabo de policía en la persona de un ciudadano honrado y juicioso.

Lo chocante del caso es que, en la causa seguida contra el Sr. Shiels, se comprobó que era cierto el hecho denunciado; pero que el motivo del proceso era la palabra “Salvajismo”, lo que implicaba un ultraje a un funcionario público.

Muy reprochable es el procedimiento seguido contra el Sr. Shiels Durán. Seguramente que no hay otro vocablo más venial que el de “salvajismo”, aplicado al policía arbitrario que maltrata ciudadanos sin motivo alguno. Y sin embargo, se procesa a un periodista honrado que procura el mejoramiento de un cuerpo, el de policía, que en Campeche adolece de gravísimos defectos, y se deja sin castigo al guardián de la seguridad que atropella brutalmente.

Estos detalles destruyen vigorosamente todas las oropeladas que dispersan los paniaguados del Gobernador Mac Gregor. Desde que se inició la administración de este señor, Campeche degenera cada día más, y se acentúa un malestar que irrita a las personas sensatas. Y es natural; un Gobierno que no escucha la voz honrada del periodismo independiente, que cierra los oídos a todas las quejas y voltea la espalda a todos los lamentos, no puede hacer prosperar a los gobernados, y cuando concluya su periodo administrativo y baje del poder, no llevará la satisfacción de haber cumplido con sus deberes y en vez del aplauso, tropezará con las agrias censuras de los hombres honrados.

Sentimos mucho las persecuciones de que es víctima el Sr. Shiels Durán. Para calmar sus penalidades, tenga en cuenta que las persecuciones sublimizan a la víctima y hacen odiables a los perseguidores.

Ya daremos más datos sobre este asunto.

El Gobernador Escontría ha nombrado nuevos Magistrados para el Tribunal de Justicia de San Luis Potosí.

Como era de esperarse, tenían que ser clericales unos, y acomodaticios los otros.

José María Aguirre y Fierro, es agiotista. De seguro que nunca fallará contra un individuo de su profesión, porque el espíritu de compañerismo hará que no haya justicia. Además, es admirador del Obispo Montes de Oca.

Joaquín Villalobos y José de Jesús Jiménez, están desprestigiadísimos como funcionarios. La Suprema Corte de Justicia ha amparado a un regular número de víctimas de los errores y torpezas de esos Magistrados, ineptos y arbitrarios.

Arnulfo Pedroza1, no es liberal, por esa razón lo hizo Magistrado el ultramontano Gobernador.

Francisco A. Noyola, no es liberal, ni conservador, ni católico, ni protestante, ni libre pensador, es sencillamente acomodaticio. Si el Gobierno es liberal, él llega al rojo vivo; si es conservador, como al que va a servir (porque hay que tener en cuenta que esos Magistrados servirán a Escontría, no al pueblo) se vuelve más papista que el Papa.

Juan N. Ruelas, es de gran prestigio… entre los frailes. Es el redactor más conspicuo de El Estandarte, periódico clerical y fanático. Esa es la razón por la que esa hoja es tan empalagosa. Ruelas tiene iguala de la Mitra lo mismo que del Monte de Piedad del Estado.

Respecto de los Magistrados supernumerarios, los que no son nulidades, son insignificantes medianías. Sin embargo, no escasearán los ditirambos dirigidos al Gobernador, alabando su imprudente elección de funcionarios judiciales como los anotados, que amenazan desprestigiar más y más a la Justicia por cuatro largos años.

Por esto en otra parte decíamos, que la justicia ha huido de San Luis Potosí como de un país apestado.


1 Arnulfo Pedroza (1858-1917) Abogado potosino. En 1909 resultó electo presidente del Supremo Tribunal de Justicia del estado, en las elecciones celebradas el 20 de abril de ese año. Huyendo de la persecución de que fue objeto después de un encarcelamiento, se fue a la ciudad de México en 1913.

Manuel Uruchurtu, que agredió al honorable Sr. Lic. Jesús Pesqueira, atentado del que nos ocupamos en otro lugar1, se sintió ofendido por el alcance  de «El Combate» que comentó el suceso, y lo denuncio ante el ya célebre Juez Germán Velasco, que es el instrumento de todos los atropellos a la prensa, tan frecuentes en Sonora.

Este Juez, siguiendo su práctica atentatoria y arbitraria, procedió a la clausura de la imprenta de El Demócrata, en donde se imprimía El Combate. Además, fueron reducidos a prisión y rigurosamente incomunicados, el Administrador de la Imprenta el Sr. Rafael J. Castro, el Regente de la misma, Sr. Antonio Hermosillo, y el cajista D. Gregorio Rodríguez.

No basta, pues, que los sonorenses, sufran con la imposición de un gobernante impopular como Izábal, ni que éste continúe al frente de una administración a pesar de no ser ya gobernante conforme a la Constitución local. Es necesario acentuar la impopularidad, con actos de agresión disfrazados con la ley. El Estado de Sonora es uno de los que más ha sufrido con esos atropellos. El sistema de cacicazgo impuesto por Torres e Izábal, produce hechos como el que se decomise a D. Jesús Z. Moreno su imprenta sin que haya tenido noticias de que se iba a publicar en ella un Alcance que la perspicacia de la autoridad juzgó delictuoso, y por ende, sin que hubiera prestado su consentimiento para la comisión del supuesto delito. Pero la arbitrariedad no se detiene y conculca la ley.

No dejaremos de mencionar un detalle bochornoso: el día anterior a la publicación del alcance de El Combate, es decir, al siguiente de la agresión de Uruchurtu, el Jefe de Policía, Francisco Carmelo, dijo al Sr. Rafael J. Castro, a nombre del General Luis Torres, que si nuestro colega hacía público el atentado cometido por su pariente Uruchurtu, mandaría clausurar la imprenta y encarcelar a los empleados de ella. La amenaza se cumplió. La imprenta fue clausurada y los empleados fueron encarcelados, por no haberse atendido la previa censura del Gral. Torres.

Ya irrita la arrogancia de esos caciques.


1 Véase supra, art. núm. 379.

La Redención1, seminario independiente y honrado que se publica en Mérida y que con notable valor civil, no bien quisto por el clerical Gobernador Cantón, delinea vigorosamente la situación asfixiante de Yucatán, nos dedica, después de copiar nuestro artículo titulado «La Misión de la Prensa,»2 los siguientes benévolos conceptos:

«Las anteriores líneas pertenecen a «REGENERACIÓN,» seminario de ideas firmes y levantadas, que se publica en la Capital de la República, bajo la hábil dirección de los hermanos D. Jesús y D. Ricardo Flores Magón»

Muy agradecidos estamos a nuestro inteligente y honrado colega, a quien deseamos una labor fructífera, ya que esa es la misión de la prensa.


1 Redención. ‘Semanario de altos ideales, netamente independiente’, Mérida, Yuc. (1901)
2 Véase supra, art. núm. 280.

El Juez 2º de Letras de Chihuahua, Ignacio Razón, que en sus actos oficiales gusta poco de ajustarse a la ley, y que, como cualquier Juez de Paz, se guía más por las impresiones que por los preceptos claros y terminantes de la Jurisprudencia, ha acusado de difamación y ultrajes ante el Juez 3º de Letras de Chihuahua, a nuestro ilustrado y sesudo colega La Evolución, de Durango.

Nuestro colega criticó la conducta de Razón, que no ha sido arreglada a derecho, en un asunto en que, sin notificar el fallo a la parte civil, mandó ejecutar su resolución.

Indignado Razón por la lección de Jurisprudencia que benévolamente le dio el colega, se creyó ofendido, y ya sea por la cólera que le acometió o por ignorar más de lo que La Evolución había creído, presentó su querella ante Juez incompetente como el de Chihuahua, siendo que el artículo denunciado pertenece a un periódico de Durango, y sólo los tribunales de esa entidad federativa son los competentes para conocer la denuncia de Razón.

Nosotros, que en cuanto a galantería no queremos ser de los últimos, nos permitimos darle a Razón una clase de derecho, y al efecto, le corremos traslado de nuestro artículo, que sale en este mismo número, y que se titula “El Juez Rivera nos denuncia.”1 En ese artículo podrá encontrar algunas saludables razones, que harán que en lo sucesivo obre con más cautela, para que sus promociones no sean tachadas de improcedentes.

Da pena, que la judicatura nacional esté integrada por personas que hayan olvidado (si alguna vez los han sabido) o ignoran los principios rudimentales de derecho.

Deseamos que nuestro colega La Evolución, salga bien librado en asunto tan enojoso.


1 Véase supra, art. núm. 376

Vamos a ver hasta qué grado de indiferencia política hemos llegado dejando pensar y obrar únicamente al Presidente Díaz, que se ha aprovechado de nuestro marasmo para hacer sentir más y más la Dictadura que pesa sobre la República.

Sin embargo, no está por demás indicar que si las instituciones se desquician, si los preceptos constitucionales se hacen a un lado y de la espada de la ley se hace un arma de dos filos, no somos del todo culpables. Los gobiernos tiránicos acostumbran dar a sus actos un barniz de legalidad que para los ciudadanos poco o nada observadores pasan como acciones meritorias cuando, en justicia, merecen la censura enérgica, si no es que un proceso, por la responsabilidad oficial que resulta.

Pero en el caso que vamos a tratar no se tuvo ninguna precaución y se hizo a un lado nuestra Constitución, como quien aparta un estorbo para expeditar el paso.

El artículo 84 de la Constitución de 1857 prescribe terminantemente que: “El Presidente no puede separarse del lugar de la residencia de los poderes federales, ni del ejercicio de sus funciones, sin motivo grave, calificado por el Congreso, y en sus recesos por la diputación permanente.”

Ahora bien, el Presidente Díaz no sometió a la calificación del Congreso el grave motivo por el que separó su despacho de la capital de la República. Él, de propia autoridad, se ha dado un permiso que ni siquiera solicitó, contraviniendo la disposición del artículo constitucional citado.

El hecho, que parece sencillo en sí, es de gran trascendencia y, además, es una desconsoladora revelación de nuestro anómalo modo de ser político.

El hecho es de trascendencia, porque con él se abren de par en par las puertas al abuso y a la arbitrariedad; con él se da un mal ejemplo a todos los demás servidores de la nación, que de hoy en adelante burlaran a su vez la ley, afianzándose en ellos más y más el torcido e inmoral criterio de que violarla es lícito; de hoy en adelante el Juez venal, el magistrado prevaricador, el Jefe Político asesino y cualquier otro mandatario abusador y corrompido, arrinconarán la ley para ajustar sus actos a su capricho y a su voluntad.

El hecho que apuntamos es una revelación, porque él nos quita la venda de los ojos para mostrarnos toda la triste verdad de nuestra condición; por ese hecho, los más ciegos y los más aferrados a la idea de que en México se respetan los preceptos legales, se convencerán de que no existe más ley que la voluntad, y que los preceptos que hay que obedecer los dicta el capricho.

Conforme al articulo constitucional citado, el Presidente ha contravenido alguna de sus dos partes, a saber: o el general Díaz despacha en Cuernavaca, y en ese caso hace mal, porque la residencia de los poderes es el Distrito Federal, y por otra parte, ha dado al Estado de Morelos supremacía sobre los demás de la Federación, o bien el Presidente no despacha, y entonces se ha separado del ejercicio de sus funciones, abandonándolas. La actitud del general Díaz en la actualidad está comprendida en alguna de las dos partes de este dilema. Cualquiera solución, la más torcida, que pretenda dársele, será de que ha infringido el articulo 84 de la Constitución.

La infracción de cualquiera de las dos partes del mencionado artículo es grave. Ella implica el desconocimiento de un precepto sagrado. Por el desconocimiento de ese artículo, el general Díaz se ha abrogado la facultad de cambiar la residencia de los poderes, si despacha en su actual residencia, o no desempeña sus funciones, en caso de que continúen en la capital esos mismos poderes, siendo físicamente imposible sostener lo contrario.

No tratando, por lo pronto, de los serios perjuicios que pueden originarse a la nación con tan anómala situación política, que por lo demás, fácil es calcularlos, porque si cuando el general Díaz preside los Consejos de los Secretarios de Estado, los negocios caminan mal, ¿cómo caminarán ahora que cada uno de los Secretarios, acostumbrados, como estaban, a no tener voluntad propia ni ninguna iniciativa, sino a tener la voluntad y la iniciativa del Presidente, tienen que obrar por sí mismos?

Si obran por sí mismos, si a su criterio tienen que ajustar las resoluciones de los diversos negocios que se les han encomendado, si sin jefe que los dirija y los guíe se ponen a obrar por su cuenta y riesgo, el sello personalista que el general Díaz imprimió a los asuntos políticos está, si no próximo, sí amenazado de perecer; porque por más que todos los Secretarios de Estado estén dispuestos a seguir trabajando inspirándose en la política del Presidente, no lograran hacerlo como si él hubiera guiado el despacho de los negocios, y no lo lograran, porque cada uno de ellos, con su temperamento y carácter particulares, dará a sus resoluciones el sello de su personalidad, por más que con toda su voluntad estén dispuestos a continuar la obra política del general Díaz. Tendrá, por lo tanto, que resultar, o una completa anarquía en la administración o una abrumadora paralización de los negocios públicos, en caso de que no encontrándose los Secretarios de Estado con las fuerzas suficientes para despachar por si solos los negocios prefieran despachar únicamente los asuntos de trivial resolución, los insignificantes, aquellos que rutinariamente despacha, y con ventaja, el último y más inepto de los escribientes de una oficina pública y en los que el Secretario no hace más que firmar.

Esos males son terribles. La paralización de los negocios tiene que producir una anemia profunda en la administración. Tal es lo que acontece con el abandono del ejercicio de las funciones del Presidente, aparte de otros trastornos de carácter político.

Estamos pues, frente a frente de una infracción a la Constitución que reviste suma gravedad. Falta ahora conocer la penalidad que arrastra tal infracción.

El artículo 1º de la ley de 3 de noviembre de I870 sobre delitos oficiales de altos funcionarios de la Federación dice: "Son delitos oficiales en los altos funcionarios de la Federación… cualquiera infracción a la Constitución o leyes federales en puntos de gravedad.”

Y el artículo 4º de la misma ley declara que: “El delito oficial se castigará con la destitución del encargo en cuyo desempeño se haya cometido, y con la inhabilidad para obtener el mismo u otro encargo o empleo de la Federación por un tiempo que no baje de cinco ni exceda de diez años.”

Ponemos en conocimiento del público todos estos datos para que se convenza de que en México se viola la ley y que los delitos quedan impunes.

¿Quién se atreverá a juzgar al Presidente? Nadie. Todos los empleados, entre ellos los diputados y senadores, que no son más que empleados del general Díaz en vez de ser representantes de la patria, se reirán al pensar que hemos hablado sin provecho alguno, por que nadie tiene el valor civil necesario para llamar a cuentas a la Dictadura, porque todo el mundo se inclina ante el sable, y se ha convertido en habito y avergüenza decirlo, casi es una obligación la sumisión servil e incondicional a los actos más autoritarios del poder.

Nadie se atreverá a llamar a cuentas a la Dictadura; nadie protestará; todos bajarán la cabeza ante el desacato cometido a los preceptos constitucionales, como si nada valiera la sangre de nuestros padres derramada por conquistarlos, como si nada valieran los sacrificios de la patria para obtenerlos. Con ese criterio, nuestro gran Juárez trabajó sin provecho; inútiles fueron los esfuerzos de Melchor Ocampo1; Leandro Valle2 bordó en el vacío; Zarco3, Mata4 y Ponciano Arriaga gastaron sin provecho sus energías, y de una vez puede borrarse impunemente del catálogo de nuestras leyes la gran obra del 57.

Si a ese grado de cobardía se ha llegado; si ya no se tienen fuerzas para levantar la voz, y sin valor y afeminados para la lucha nadie quiere protestar, nosotros, antes de cargar sobre nuestras conciencias el asentimiento servil a las transgresiones legales, protestamos enérgicamente contra esas transgresiones, contra esos desacatos, aunque sepamos que las protestas no cuadran bien bajo los regímenes despóticos y que la libre censura de los torpes actos oficiales es fruta prohibida en las Dictaduras.


1 Melchor Ocampo (1814-1861). Abogado michoacano; una de las figuras ideológicas centrales del liberalismo mexicano. Apoyó la lucha contra la intervención norteamericana; opositor a los tratados de Guadalupe-Hidalgo. Volvió a México al triunfo de la revolución de Ayutla. Diputado al Congreso Constituyente de 1856. Ministro de Gobernación, Relaciones y Hacienda, bajo la presidencia de Juárez. Promotor de las leyes de desamortización (1859). Firmante del tratado MacLane-Ocampo. Fue secuestrado y fusilado en 1861, por las fuerzas de Leonardo Márquez.
2 Leandro Valle (1833-1861). Militar liberal. Partidario del Plan de Ayutla. En 1856 participó en la campaña contra los rebeldes de Puebla. Participó en los combates de Salamanca, Santa Ana Acatlán, Cuevitas, Guadalajara, Silao y Calpulalpan, durante la Guerra de Tres Años. En 1861, en calidad de comandante general del DF, cayó preso en el Monte de las Cruces, donde fue fusilado por órdenes del Gral. Leonardo Márquez.
3 Francisco Zarco (1829-1869). Periodista y político liberal. Escritor de textos literarios, costumbristas y biográficos. Colaborador de El siglo XIX (1852), de Las cosquillas y del Presente amistoso, periódico dedicado a las damas. Representante de Durango en el Constituyente de 1856-1857. Ministro de Gobernación y de Relaciones bajo la presidencia de Juárez. Durante la intervención francesa huyó a San Luis Potosí, para luego refugiarse en Estados Unidos. Volvió a México al restaurarse la república.
4 José María Mata. (1810? -1895). Liberal veracruzano. Médico y militar. Combatió a los estadounidenses invasores. Santa Anna lo desterró a La Habana. Formó parte del grupo de Juárez refugiado en Nueva Orleáns. Fue uno de los más activos diputados en el Congreso Constituyente de 1856-7. Ministro plenipotenciario en Estados Unidos con Juárez  (1858-1860) y Porfirio Díaz (1876). Ministro de Relaciones Exteriores (1878-1879).

Todavía se reverencian con supersticioso respeto en el Juzgado 1º de lo Civil de esta Capital, algunas prácticas rutinarias banales y sin trascendencia.

En un juicio seguido por Da. María de J. Díaz contra D. Herminio Pérez, se presentó al Juez Lic. José H. Serret, para que lo firmara, un oficio dirigido a la Oficina de Contribuciones. El Juez se negó a firmarlo porque se había aprovechado desde el primer renglón de la hoja de papel, sin dejar arriba un amplio espacio que diera elegancia a lo escrito. El oficio fue repuesto, lo que significó gasto de tiempo y de trabajo.

Sería conveniente que el Juez 1º de lo Civil se alejase de prácticas tan pueriles y que en cambio, ilustrase su criterio para acallar la indignación de los litigantes provocadas por tantas resoluciones divorciadas de la ley. Un Juez no debe gastar su tiempo en observaciones caprichosas no catalogadas en el capítulo del Código relativo a formalidades judiciales, sino que debe custodiar y robustecer su talento con ejercicios jurídicos provechosos.

Tenemos a la vista una hoja que lleva por título "Lo que pasa en Mapimí." En esa hoja vibra la indignación de un ciudadano, el Lic. Juan N. Luna, inicuamente perseguido por dos caciques, Pedro y Francisco Moreno, que desempeñan la Jefatura Municipal de Mapimí. Dgo., respectivamente, uno como propietario y suplente del otro. El Sr. Lic. Luna está preso por orden de esos déspotas.

Según la hoja a la que nos referimos, estos caciques están en connivencia con la "Compañía Minera de Mapimí y Peñoles,” para obligar a los ciudadanos a prestar sus servicios personales en la gran fundición que la Compañía ha instalado en las goteras de la población.

Hay que decir antes, que la fundición se resiente de falta de operarios, por los males que ocasiona en su salud el humo envenenado que despiden las chimeneas, el cual contiene arsénico.

Como faltan brazos para esta negociación, sus directores en complicidad con la primera autoridad política, operan el odioso sistema de la leva, empleando para ello la fuerza bruta, identificada en la policía de Mapimí.

Esta policía, instrumento ciego de los caciquillos de Mapimí, se difunde por las calles armada de pistola y a cuanto ciudadano encuentra a su paso con tal de que sea pobre e ignorante, circunstancias indispensables para que no pueda protestar ni defender sus derechos, por medio de la fuerza es conducido a la fundición para que se utilicen sus trabajos en ella.

Las remesas, según la hija, se componen, desde diez hasta ochenta y más hombres, con gran escándalo de la sociedad, que tiene que presenciar el disolvente e inmoral espectáculo de los derechos del hombre ultrajados por la autoridad, que hace mofa de las garantías individuales, burla de la dignidad humana, arrebatando la libertad a los ciudadanos, sólo porque en mala hora y con deplorable tino se impuso tan corrupta autoridad al partido de Mapimí, para mengua de nuestro mentido progreso y vergüenza de la civilización.

Pero hay más; los tiranuelos de Mapimí, envían a trabajar a la fundición de los presos que pugnan condenas correccionales, cuando, además de ser ilegal la disposición, porque está prohibido terminantemente que las empresas particulares lucren con el trabajo de los presos, ese trabajo podría aprovecharse en la pavimentación de las calles y en tantas otras obras de utilidad pública que a gritos reclama la población.

Aparte de los medios de que se valen los autócratas de Mapimí para enviar trabajadores a la fundición, y para hacerse más odiosos y preñar más de rencores la densa atmósfera que se ha formado, a toda hora libran a sus esbirros órdenes verbales de prisión contra los ciudadanos, se les aprehende arbitrariamente y se les encarcela, consignándolos al juzgado  de Letras a cargo del Sr. Lic. José María Morales. Pero este letrado, no queriendo ser cómplice de las arbitrariedades de los Moreno, devuelve las consignaciones a la jefatura, por improcedentes, o dicta auto de libertad por no haber delito que perseguir.

El terror ha hecho huir de Mapimí infinidad de ciudadanos, que buscan, como es natural, un lugar en que haya autoridades propiamente dichas y no cacicazgos sin conciencia, voluntariosos y déspotas.

Mapimí, por algún tiempo floreciente, es ahora una población triste y miserable, no hay transacciones mercantiles y parece que la ciudad ha muerto. Y todo eso es obra de los Moreno, porque tales individuos han esparciendo el pánico entre las clases jornaleras, al grado de que ya nadie va a hacer sus compras a la ciudad por temor de ser víctimas de la arbitrariedad de esos hombres, que obligan a prestar trabajos forzados en la fundición de la "Compañía Minera de Mapimí y Peñoles.”

Dos años hace que mandatarios tan funestos pesan sobre el desdichado partido del Estado de Durango, y en ese espacio de tiempo, los hombres de verdadero mérito han tenido que emigrar de allí, en virtud de la manifiesta hostilidad que para ellos ha habido de parte de la autoridad política, como pasó con el Dr. Martínez y el Sr. D. Joaquín González, Presidente Municipal, que nunca pudo aceptar las prácticas y convencionalismos absurdos de los Moreno.

También refiere la hoja, que un individuo llamado Dolores Contreras funge como Juez 1º Municipal, y que en sus manos la justicia es más dúctil que una miga de pan.

Uno de los Moreno, mandó llamar a un digno y honrado comerciante, D. Jesús Delgado, para la práctica de una diligencia administrativa. No hubo tal diligencia. El propósito de sátrapa fue humillar al comerciante haciéndolo barrer las calles de la población. La disposición fue arbitraria porque en nada se fundó.

Los graves atentados que señalamos, horripilan. Horripila también que el Gobernador de Durango Lic. Juan Santa María permanezca sordo al clamor que levanta el oprimido pueblo de Mapimí, porque no se nos puede negar que los hechos que apuntamos ya los conocía, como conocía que su Estado es un monasterio en que medra el fraile con burla de nuestras leyes y escándalo de los hombres honrados.

Sobre que no sólo Veracruz sufre bajo prisión de Dehesa, Sinaloa bajo la de Cañedo Sonora bajo la de Izábal, etc. etc., sino que también Durango había de estar al unísono de desbarajustes administrativos que se extienden de Norte a Sur y de Oriente a Poniente de nuestra amada República, condenada a soportar amos, hasta que el pueblo siervo haga ver que es libre, rompa sus cadenas y convierta a la patria esclavizada en Nación próspera y feliz por medio de la libertad.

Ya es hora de que así sea.

En nuestro número anterior1 dijimos que corre sangre en Veracruz, ahora, según vemos en un periódico, diremos que corre sangre en Puebla.

Algunas autoridades de este Estado, gustan también de dejar un rastro de sangre, como horrible huella que sirve para hacer patentes la arbitrariedad y el crimen.

El Jefe Político de Tecamachalco, de quien nos hemos ocupado2 bastante para denunciar los abusos que comete, nos da materia para una nueva censura.

A principios de este mes y a unos cuantos kilómetros de Tecamachalco fue herido a balazos un indígena, que era reclamado por las autoridades de Tepexi. Ese indígena fue sacado de la prisión para conducirlo a donde le reclamaban, pero en el trayecto se le aplicó la ley fuga, después de lo cual lo dejaron abandonado en el camino.

El Jefe Político ordenó que se levantara el cadáver, pero entonces se vio que el indígena no había muerto, y tal vez se le hubiera rematado, si no hubieran estado presentes infinidad de personas.

El Hecho horroriza. Como ya lo hemos dicho, repugna que la autoridad, que es la encargada de velar por la seguridad personal, se desvíe de su misión para entregarse a prácticas que la civilización reprueba y la moral condena.

Si lo anterior es cierto, ¿Qué ejemplo de moralidad podrá darse a los bandoleros, cundo estos ven que sus crímenes pueden equiparse a los que cometen las autoridades? ¿Qué ejemplo de orden se dará a los pueblos que precisamente practican el desorden?

Si el hecho es cierto ¿Insistirá el Gobernador Martínez en tener a ese Jefe Político, que con su pésima administración sólo ha dado origen a siniestros rencores y mal comprimidos odios?

Creemos que tan complaciente Gobernador, debe hacer a un lado los lazos, que según sabemos, lo une al Jefe de Tecamachalco para que se aplique a éste el castigo que merece, y al mismo tiempo, Mucio Martínez mismo, debe poner su renuncia, porque está visto que bajo su funesta influencia, el Estado de Puebla retrocede en vez de avanzar.

Así lo piden a gritos los poblanos y el país en general, que necesita servidores y no autócratas.

Por lo demás, el salvaje expediente de la ley fuga sólo lo emplean los tiranos y como el pueblo no quiere ley fuga, no hacen falta los tiranos.


1 Véase supra, art. núm. 371.
2 Véanse supra, arts. núms. 246, 288 y 302.

El presidente Municipal de Candela, Coah., Ramón Barreda, es un déspota que trata de ahogar cuanta iniciativa democrática surja de su jurisdicción.

Esa autoridad, sabedora de que un grupo de dignos ciudadanos iba a instalar el Club Liberal «Ignacio Zaragoza,»1 dio órdenes terminantes a su sirviente Manuel Medina, habilitado de Comandante de policía por el arbitrario Alcalde, para que impidiera la instalación del Club encarcelando a los que intentaran instalarlo.

Ramón Barreda, no teniendo valor para cumplir él mismo su deseo, huyó a Monterrey pretextando serias ocupaciones, y dejó como responsable al testaferro Medina.

Los valientes miembros del club Lampacense, tan pronto como supieron lo que acaecía a sus vecinos de Candela, se apresuraron a darles auxilio, y al efecto, se presentaron el regidor 1º D. Jesús E. Santos, los enérgicos ciudadanos Ing. Francisco Naranjo, h., Vidal Garza Pérez, Luis G. Ávila2, Adolfo Rodríguez, Felipe Naranjo3 y Frumencio González.

El Sr. Ing. Francisco Naranjo, h., explicó al Regidor los elevados fines de la Asociación, persuadiéndole de que se trataba de una reunión lícita permitida por la ley, y que sólo al conservador Barreda parecía contraria al orden. Al fin se instaló el Club.

La conducta de este presidente arbitrario es digna de serios reproches, porque no solamente prohíbe reunirse a los ciudadanos, sino que llevando más adelante su absurdo poder, ejerce presión sobre ellos amenazándolos con la cárcel.

Autoridades de ese género desprestigian a la Nación, porque dan el burdo espectáculo de un absolutismo de cafres, en una República que debiera ser democrática.

Urge que se procese al autoritario Alcalde, para su escarmiento y el de tantos otros de que está plagada nuestra informada patria.


1 Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” de Candel, Coah., fundado por Luis Pérez y Francisco Guajardo.
2 Luis G. Ávila. Periodista. Miembro de la "Sociedad Juan Ignacio Ramón," punto de partida del grupo de liberales de Lampazos dirigidos por Francisco Naranjo Hijo. Colaboró en la revista Telémaco y en El Lampacense. Tuvo una trayectoria similar a la de Naranjo. Colaboró con el régimen de Huerta.
3 Felipe Naranjo (1881-1912). Poeta lampacense. Autor de Estampas líricas. Teniente de las fuerzas del coronel Francisco Naranjo, durante la campaña contra Zapata en Morelos (1911). Murió en combate.

Cuicatlán, Oaxaca, Marzo 4 de 1901.

Señores  Directores de «REGENERACIÓN.»-México

Muy distinguidos y estimados Señores:

Cuando todas y cada una de las señoras y señoritas que forman la junta Liberal de esta Villa, nos ocupamos de leer los patrióticos y bien escritos artículos de la prensa sensata de la República, dando verídicos informes del brillante éxito del Primer Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí, llegó a nuestras manos el periódico, que para irritante sarcasmo del buen criterio, se titula «La Voz de la Verdad,» y que para vergüenza y deshonra de la tierra del Gran Repúblico Benito Juárez, se publica en la capital de nuestro Estado. El desprecio que nos inspiró la lectura de los artículos que a nosotras se refiere, fue el mismo que inspira el repugnante reptil que encuentra uno a su paso, y al que, por asco, ni siquiera se le hace el honor de aplastarlo con el pie; pero toda vez que Uds., como cumplidos y dignos caballeros y como entusiastas admiradores de las que, como nosotras, han seguido el hermoso ejemplo de las libérrimas Damas de Zitácuaro, nos defienden de los rastreros e infames ataques de ese periódico, capaz de deshonrar por su historia al mismo partido a quien defiende, creemos de nuestro deber dirigir a Uds. la presente, para manifestarles públicamente nuestra profunda gratitud por su noble y leal proceder, protestando un vez más a la faz del mundo, la convicción y firmeza de nuestros principios liberales, para que el Sr, Lic. Lorenzo Mayoral o su amigo «Nemo,» sepan que sus hipócritas y ridículos consejos, propios de almas toscas y vulgares, encerradas en la ruindad de sus sentimientos incapaces de sentir jamás nobles aspiraciones por la Libertad, ni levantados afectos por la Patria, sólo harán eco en las mujeres insulsas, en aquellas pobres de espíritu que creen que su salvación está en saber de cuerito a cuerito el Ripalda, perder el tiempo al pie del confesionario a trueque de su honra, besarles las sucias manos a los frailes y ostentar en el pecho rosarios, cintajos y medallones de santos mal forjados; pero jamás en las que ese tiempo precioso lo invierte en leer la Prensa liberal de la República, la Constitución y Leyes de Reforma, la Historia Patria, La historia de los Papas y de los Reyes, la Revolución Francesa, obras de Dumas1, Flammarion2, Victor Hugo3, Eugenio Sué4 y otros. ¡Jamás!

Y sépalo el Lic. Mayoral y su amigo Nemo: si la luz indeficiente de la civilización ha hecho que al alumbrar los primeros albores del siglo XX, la Santa Católica España arroje a palos y pedradas a los Jesuitas, la Repúblicana México, cuya historia nada tiene que enviar a las demás naciones del mundo en favor de la Libertad, al hallarse plenamente alumbrada por la clarísima luz meridiana de este siglo, arrojará toda esta nefasta semilla, «porque los Jesuitas y los Clérigos, en general, han sido siempre, dice la Historia, la vanguardia de los ladrones de los Pueblos.»

Somos de Uds. Sus afectisimas y SS.SS.

-La presidenta del Club de Señoras, ADELA FIGUEROA DE ODRIOZOLA5.

-La Secretaria MARÍA LOPEZ.

Creemos que nada tienen que agradecernos  las patriotas damas de Cuicatlán, Oaxaca. No hicimos más que cumplir nuestro deber de periodistas, y el que cumple un deber, no hace gracia alguna porque sólo satisface una obligación. Nosotros creímos, creemos y seguiremos creyendo, que la personalidad de una dama es siempre digna de las mayores atenciones y de los más cumplidos respetos; que su personalidad, delicada y simpática, no debe ser objeto de feroces ataques so pretexto de atacar ideas, mucho menos que esos ataques provengan de parte del elemento masculino, que tiene por obligación prestar su apoyo y llamar al bello sexo a que se yerga haciendo a un lado necias preocupaciones; que se yerga para no seguir siendo víctima de la maldad del fraile, que con aviesos fines exalta la delicada influencia que la mujer tiene sobre el hombre, y para que, no corrompiéndose la mujer, se salve la sociedad. Felicitamos a  nuestras dignas paisanas por su actitud enérgica y por su inmenso valor civil, esa noble virtud que falta a tantos hombres, que prefieren la presión del yugo tiránico que agobia, la ultrajante ira del soldado y la irritante gazmoñería del fraile corruptor, a levantar la frente como lo hacen las nobles hijas de Cuicatlán, nacidas en el Estado que fue la cuna del Benemérito de las Américas, no pueden consentir, no pueden admitir bajezas de ninguna clase, porque tienen hermosos ideales, porque tienen muy grande el alma y su corazón es inmenso.


1 Alejandro Dumas (1903-1870). Novelista y dramaturgo francés, Autor prolífico universalmente conocido por Los tres Mosqueteros y El conde Montecristo.
2 Camille Flammarion  (1842-1925). Astrónomo francés, estudioso de la rotación de la tierra y los astros. Divulgó sus investigaciones en una Astronomía popular (1868) y un Atlas celeste (1877).
3 Victor Hugo (1802-1885). Poeta, novelista y dramaturgo francés cuyas obras (Los Miserables, 1862, El jorobado de Nuestra Señora de París, 1831, entre otras), así como sus actitudes políticas tuvieron una gran repercusión en Latinoamérica. Rechazó la intervención francesa en México.
4 Eugène Sue (1804-1857). Novelista francés. Célebre por su retrato folletinesco del mundo de los bajos fondos parisinos y su convicción de la necesidad de reformas sociales. Obras como Los misterios de París (1842-43), El judío errante (1844-45) y Los siete pecados capitales (1847-49), de carácter naturalista, le dieron popularidad en los círculos progresistas y radicales de Europa y América.
5 Esposa de Rafael Odriozola Herrera, vid., supra, n. 261.

.”…..la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos de otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados….”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)
(CONTINÚA)

Día a día se desmienten más los anteriores conceptos, con la empalagosa relación de la prensa diaria sobre robos rateros. De propósito no hemos relatado ni relataremos raterías.

De su enorme frecuencia habrán tenido una demostración práctica muchos de nuestros lectores al sentirse despojados de su propiedad. Pero no confundamos, como confunden muchos periódicos, la ratería con el robo cometido con la mediación de la violencia, del amago, del allanamiento de morada, del escalamiento, de la horadación, de la fractura, etc., etc., que son otros tanto ataques a la propiedad que se escaparon a la consideración del Informe Presidencial.

Cataloguemos.

Tres chiquillos, menores de diez años, escapando a la vigilancia que sobre la instrucción obligatoria pretende ejercer el Dr. Ruiz con afirmaciones tan dogmáticas como las del informe presidencial y tan virulentas como las de cualquier ganapán, escalaron la casa número 5 del 2o Callejón de López de esta ciudad y se robaron una caja de música de la propiedad de la Srita. Estela Monroy. El escalamiento se efectuó en la tarde.

Doña Juana Sánchez se quejó a la policía de que en su casa número 10 de la calle de san Geronimito, de esta capital, fue abierta con llave falsa una puerta, llevándose los ladrones ropa, dinero y dos pistolas.

Faustino Jiménez y Aurelio N., asaltaron la casa que D. Miguel Gil posee en la Calle del Progreso, de la colonia “Bravo”, en Tacubaya.

Diez individuos, ocultos en las sombras del Portal de Tecpam, de esta ciudad, asaltaron a dos hombres del pueblo con el objeto de robarles una miserable tilma y un modesto sombrero.

Unos individuos, sectarios de la cruzada de El Imparcial contra el vaseo, horadaron la azotea de la pulquería “¿Sí o No?” situada en el campo Florido de esta Ciudad. Para cortar de raíz el mal del vaseo, que eriza los cabellos y dilata de terror las pupilas de El Imparcial, se llevaron todos los vasos del despacho. Extraña que El Imparcial no hubiese dedicado un poma a sus correligionarios…

«El Imparcial» no hubiese dedicado un poema a sus correligionarios.
A un kilómetro de Cuernavaca, en el pueblo de Tlaltenango, diez individuos asaltaron al joven Pascario Cruz con el objeto de robarlo y asesinarlo, pues los bandidos dispararon sobre él sus armas. El asaltado se salvo gracias a la velocidad de su huida.

El Sr. José Prado, que vive en la esquina de las calles de la Mariscala y de los Gallos, se querelló ante la autoridad contra José Luz Cortés, de los delitos de allanamiento de morada y robo de doscientos pesos.

Aprehendido Cortés, fue consignado a la cárcel General.

Santos Sánchez, camarista de D. Carlos Sánchez Navarro, se apoderó de una sortija de brillantes, una valiosa dormilonas y algunas otras alhajas. El robó se efectuó en la casa número 635 de la calle de la Industria de la Ciudad.

Unos ladrones forzaron la puerta de Carpintería situada en la calle de Tornito de Regina. Se apoderaron de toda la herramienta y de algunos otros objetos, que no ha podido recuperar el dueño, D. Juan Vélez.

En Jizamar, pueblo de San Juan Evangelista, que pertenece al Cantón de Acayucan, Ver., acaba de producirse un terrible escándalo originado por el Presbítero Cristóbal Montejano.

Sucedió, que este individuo, que tiene la sangre más ardiente que la de un turco en canícula, so pretexto de dar sanos consejos a una hermosa joven que acaba de celebrar matrimonio eclesiástico con un hombre trabajador y honrado, la introdujo a un cuarto del curato en donde la derribó brutalmente, consumando en su persona un acto violento y asqueroso.

Voló la víctima de la lasciva del fraile a unirse a su marido, tratando de ocultarle la desgracia de que había sido objeto; pero el hombre, tal vez porque comprendió que su joven compañera había entregado sus primicias a otro o bien porque alguien le indicase lo que había sucedido, maltrató a su mujer, por cuyo delito fue llevado ante la autoridad de Jizamar, la que lo remitió a la autoridad correspondiente de San Juan Evangelista.

Allí declaró la ofendida, que el causante de la desavenencia con su esposo, era el Presbítero Montejano, a quien acuso formalmente. El Juez de 1ª Instancia de Acayucan, ordenó que se remitieran las primeras diligencias, así como el cura violador, pero el Juez 1º de Paz de San Juan Evangelista, retrógrado recalcitrante y amigo de Montejano, embrolló el asunto, tratando de persuadir a la víctima de que, si insistía en su acusación, ella, la víctima, sería la perjudicada.

Esto es inmoral. La autoridad debe hacer respetar la ley en todo caso, para no dar el disolvente ejemplo de dejar impunes los delitos, sólo por servir a la amistad o al partido, porque debe comprender, que al mismo tiempo que ella se desprestigia, se desprestigia también el partido o facción a que prestan un servicio ilegal y grosero.

Vea el Gobernador Dehesa cómo anda su administración de Justicia y convénzase, de que ya que se considera débil y complaciente, debe dimitir, para que ocupe su puesto un hombre de energía y de valor en lo que toca a actos oficiales.

Por otra parte, la hazaña de ese fraile pone a descubierto toda la maldad, toda la perversión que esconde la hipocresía clerical y toda la concupiscencia que alborota y ruge bajo la repugnante sotana del clérigo.

Los vecinos de Autlán, perteneciente al oprimido Jalisco, deseando arrojar la pesada carga de gobernantes ineptos, y en su ineptitud, despóticos, han formado una convención política permanente que trabaje por la emisión del libre sufragio.

Es altamente significativo el dato anterior. Las asociaciones políticas son exóticas en esta época de mansa resignación. Se ve con cierto desenfado todo lo que al ejercicio de los derechos políticos se refiere. Se alardea de un retraimiento que muchas veces linda con la cobardía, y cuando se nos habla de libertades públicas, de sufragio, de derechos y prerrogativas, nos encogemos de hombros, con la pasmosa indiferencia de ilotas. También es cierto que se ha abusado del candor del pueblo. También es cierto que se ha prometido regeneraciones políticas y el pueblo ha tropezado con el latigazo de autócratas audaces.

Pero el despertar a la vida pública es tremendo, y más tremendo aun en esta época de ilustración en que el pueblo no seguirá ya la audaz proclama del revolucionario ambicioso. En esta época, la lucha del Club, de la Convención, de la tribuna, de la prensa, será la que resuelva el pavoroso problema del porvenir y a ello se apresta, en un radio corto, es cierto, pero no por corto, despreciable, la Convención política permanente creada por los honrados y patriotas vecinos de Autlán.

Enviamos a dicha convención nuestros más calurosos aplausos. Llena una misión provechosa. El espíritu público vacilante y escéptico, necesita ejemplos de civismo que fortifiquen, si esos ejemplos no brotan de personalidades púgiles, México seguirá siendo una vasta congregación de hombres manejables por cualquier audaz que imponga su capricho por la ley y su voluntad por dogma.

No solamente se ejercita ya contra los periodistas jaliscienses la venganza política, que por innoble que sea, lleva el sello de una preocupación, más o menos desnuda de criterio, pero preocupación al fin. Parece que ahora se ejercita contra los mencionados periodistas, la venganza personal, que no es una preocupación, que no es una salvación de principios bien o mal entendidos, que no es una medida gubernamental imperiosa acalladora de disturbios, sino una florescencia morbosa de las tiranías.

No ha bastado que se siga contra los periodistas jaliscienses un procedimiento a solicitud del Ministerio Público, que en las querellas necesarias es un intruso si el ofendido no reclama contra la ofensa, sino que se facilitan medios, se emplean procedimientos, se torturan leyes y se pervierten principios, para ofender a los procesados, para molestarlos con procedimientos inquisitoriales, para herir su dignidad, más grande y más elocuente que la de sus verdugos.

Después de que dichos periodistas fueron declarados bien presos, no se permitió que sus defensores hablasen con ellos, sin que el Director de la Penitenciaría oyese lo que hablaban. A uno de los defensores se le impidió hablar con su defensa. No se permitirá a los reos, a pesar de no hallarse incomunicados, hablar con sus familias. Se les prohibió escribir y leer periódicos. Se les sujetó a una vigilancia continua y bochornosa. En fin, a la tropelía de la encarcelación arbitraria, se agregó la tropelía en la prisión.

Estos procedimientos, saturados de venganza, son el proceso de la funesta administración curielista.

Se ha efectuado la vista en este palpitante negocio, tres días de audiencia en que se hizo derroche de erudición. El Sr. Lic. Francisco A. Serralde, ventajosamente conocido por su energía y talento, destruyó con lógica inflexible y con argumentos jurídicos poderosos, ese fantasmón sofístico y antijurídico procreado por el Juez Emilio Pérez de León para no desmentir la influencia atávica y para congratularse con los poderosos, sin sospecharse que estos mismos reprocharían su conducta.

Fue llamado al orden el Sr. Lic. Serralde porque calificó de arbitrario al Juez, prohibiéndosele el que hiciera apreciaciones semejantes. El Sr. Serralde es un hombre de carácter y replicó que como defensor y como ciudadano, estaba en aptitud de calificar la conducta del Juez inferior y que la calificación de arbitrario era la más venial que hallaba a la mano.

El Sr. Remigio Mateos, hizo su defensa con talento y energía. No es abogado, pero tiene un criterio jurídico, ausente en muchos funcionarios judiciales. Campeó en la defensa un valor civil nada común. Solicitó de la sala, la consignación del Juez Pérez de León por ataques a la libertad de imprenta. Muy bien. Proceso por proceso con la diferencia de que el sufrido por Remigio, ha sido injusto y el que incoara a Pérez de León sería aplaudido en toda la República.

Estamos, pues en vísperas de conocer la resolución del tribunal. El público desea con ansia conocer el epílogo de esta combinación sucia en que figuraron solamente protegidos del ex gobernador Mercenario, de este hombre funesto que arrulla su ineptitud en una poltrona de la Cámara de Senadores.

No nos referimos a las argumentaciones de la defensa, con diferencia en ligeros detalles ha sido la que en varios números de REGENERACIÓN hemos expuesto. Únicamente para concluir, nos asociaremos a la petición de Remigio Mateos: exigimos de nuestras autoridades que se consigne al Juez Emilio Pérez de León a la autoridad competente, para que se averigüen los hechos denunciados en el número 742 de El Hijo del Ahuizote, en el artículo «El Hijo del Ahuizote»no dejará de publicarse (En serio.)» Si es cierto que el Juez Pérez de León se valió de medios reprobados para impedir que el simpático semanario dejase de publicarse, es forzoso que haya un escarmiento para evitar que autoridades desprovistas de criterio, de talento y de sentido común, hagan de las leyes una burla y de nuestras instituciones un escarnio. No debemos permitir que se juegue con nuestros derechos con burla y desprecio de nuestras garantías.

Srs. Magistrados, ¡urge un escarmiento!

Como si nuestros gobernantes no estuviesen cansados aún de abofetear a las instituciones democráticas, el Gobernador de Tamaulipas1 ha proyectado erigir un monumento al cien veces maldito traidor Agustín Iturbide, en el lugar que ensució con su sangre tan abominable monstruo.

Por otra parte el Gobierno general dispuso que se recibirá, con lujo de demostraciones amistosas y de bajezas políticas, a dos príncipes austriacos que vienen a la inauguración de la capilla expiatoria, que la traición y el crimen han levantado como un reto soez a nuestras legítimas glorias en el histórico Cerro de las Campanas.

Los dos hechos ameritan una formal y seria censura por parte de los verdaderos mexicanos, porque por ellos se llega al convencimiento de que realmente han muerto nuestras instituciones democráticas; por ellos comprendemos que las aspiraciones liberales del pueblo oprimido y befado, se estrellarán contra el inmundo contubernio de la Iglesia y el Estado, de esa unión ilícita que la maldad ha consagrado y que ha tenido por fruto un hijo espurio: la Dictadura.

Protestamos enérgicamente contra los dos hechos apuntados, pues no podemos soportar la vergüenza de que se glorifique a un tirano y traidor como Iturbide, y que se arrastre la dignidad nacional a los pies de unos individuos de sangre azul, hijos de esa nación orgullosa y déspota, Austria, cuyo orgullo mordió el polvo al haber hecho justicia nuestra Patria cortando la vida a ese anémico ambicioso, Maximiliano, que como Iturbide, también ensució con su inmunda sangre el territorio nacional.


1 Guadalupe Mainero Juárez. (1856-1901). Abogado y periodista Tamaulipeco. Gobernó su estado natal en 1888 y de 1896 a 1901.

Estábamos en un momento de exasperante ansiedad. En todas las clases sociales se notaba un malestar profundo. Los periódicos de noticias baratas y absurdas eran arrebatados de las manos de los vendedores para enterarse de la salud del Presidente, aunque después se arrojaran con desprecio esos papeles banales, como se vuelve la espalda al impostor que trata de explotar nuestra candidez. El trabajo de tales hojas, que sin rubor se titulan amigas del pueblo, consiste en dar a la situación un tinte tal de bienestar, que nos fingiríamos vivir en un paraíso si todos fuéramos lo suficientemente incautos para comulgar con las necias patrañas de esos papeles sin conciencia. Todo el mundo quería adquirir noticias de la salud del Presidente. Todo el mundo deseaba saber qué era lo que pensaba ese hombre esfinge que escogió la capital del vecino Estado de Morelos como lugar en donde guardar, más bien dicho, en donde esconder su debilidad física y moral. La achacosa decrepitud del Presidente Díaz no podía exhibirse en la metrópoli; no era decoroso por razones de Estado, como acontece en las apolilladas monarquías. Pero al mismo tiempo que fue a esconder sus seniles achaques a la tierra caliente, ha escondido, con celo de avaro, en lo más recóndito de su cerebro, el designio que elaboró en su largo período administrativo, designio que, según se afirma, sólo es conocido por el ministro Mariscal, nombrado ejecutor testamentario de la herencia política del general Díaz. Esa herencia política se ha dejado vislumbrar. El autocrático designio del Presidente, casi se ha hecho popular, y en vista de ese designio, y en atención a esa herencia, la cobardía política ha comenzado a hacer a sotto voce su propaganda de servilismo y de bajeza. Con pena, casi con asco porque repugna, vamos a exhibir el lívido fantasma de la cobardía política, arrancándolo vigorosamente de su voluntario encierro para arrojarlo sin piedad a la vergüenza pública, porque la hipocresía no merece ni siquiera compasión. Al anuncio del grave mal del Presidente Díaz, una gran peste inficionó la atmósfera política. ¿De dónde salió la pestilencia? ¿Qué horrible sepultura dejó escapar esa bocanada que marea y que enloquece? ¿En qué hora maldita las hienas políticas se entregaron a la ingrata tarea de exhumar sus inmundas pasiones? La peste se difundió, se extendió de uno a otro confín de la República y a todo el mundo hizo huir su repugnancia. Cuando el público tuvo la certeza de que el general Díaz se hallaba realmente enfermo de gravedad, los indiferentes, los escépticos, los convenencieros, los acomodaticios y toda una serie de individuos desprovistos de valor civil, ¡se buscaron, se encontraron y se unieron! ¿Qué quiere la unión de tanta miseria? ¿Qué aspiración tiene esa repugnante corte de los milagros que abandonó en masa su barrio tenebroso para tomar por asalto las antesalas de las secretarías de Guerra y Hacienda? Esa miseria husmeó que los probables futuros Presidentes de la República, por la dictatorial voluntad del Presidente Díaz, son el general Bernardo Reyes y el licenciado José Ives Limantour, y se presentó a esas dos personalidades a manifestarles su adhesión incondicional y prestarles su decidido apoyo…. Pasemos por alto tanta bajeza para no asquearnos el estómago, y entremos a ver por qué título, en virtud de qué prerrogativa o de qué ilimitada facultad puede el general Díaz nombrar su sucesor para cuando muera. No satisfecho el capricho del Presidente Díaz con haber dejado a la voluntad de las Cámaras la elección del Presidente sustituto; no satisfecho con habernos entregado maniatados a la voluntad de unos hombres que no tienen voluntad propia, y que, para colmo de desventuras, no son representantes del pueblo, porque éste no los ha elegido, ni se atrevería nunca a hacerlo, porque los votos recaen en ciudadanos de verdadero mérito por sus notorias virtudes cívicas, y los miembros de las Cámaras no han demostrado una sola vez su amor a la patria y a nuestras instituciones, sino su amor y adhesión a la Dictadura, que por el hecho de serlo es contraria a ellas y pone en peligro el porvenir de la nación; no satisfecho, repetimos con haber desvirtuado la obra de 1857 con la reforma que nos pone bajo la tutoría de los diputados y senadores, cuando esos funcionarios más necesitan ser tutoreados que tutores, porque, como en otra ocasión dijimos,1 no tienen iniciativa, ni voluntad, ni patriotismo, en virtud de permanecer indiferentes a la obra de nuestros principios, el general Díaz, y esto lo sabe más de medio México, quiere que lo sustituyan el licenciado Limantour o el general Reyes. Por eso decimos, que el Presidente, no conformándose con entregarnos a la voluntad del Congreso, pretende imponer su personalidad aún después de muerto. Para él, por lo visto, nada vale la voluntad nacional, porque sin contar con ella va a imponer dos personalidades que no cuentan con el apoyo moral del pueblo. De las dos personalidades, ninguna es simpática a la nación, porque no tienen aptitud para desempeñar el puesto supremo, ni en su hoja de servicios cuentan con hechos que puedan valerles para ascender a ocupar un puesto en el que, además de no tener de su parte el apoyo de la nación, nada bueno harían. El licenciado Limantour se dice que no es mexicano, de modo que, antes de ocupar la Presidencia, bueno sería que se deslindara la cuestión de su nacionalidad, porque sería vergonzoso en caso de que no sea mexicano, que un extranjero rigiera los destinos del país. Además, el licenciado Limantour, por tradición y por linaje, es conservador, y la patria está hastiada de conservadores. El general Reyes tiene una vida pública conocidísima. La frontera norte de nuestra República siente todavía la pesadumbre del ex gobernador de Nuevo León. Este Estado y los de Coahuila y Tamaulipas se estremecen al solo recuerdo del gobernador Bernardo Reyes, y los ciudadanos sienten calosfríos al imaginárselo de Presidente. El general Reyes, en la Presidencia, implantaría una Dictadura más deprimente que la actual, y por ese hecho, su presencia en el poder sería un peligro para la tranquilidad del país. El general Reyes, siendo Presidente, nunca había de querer dejar el puesto, como ha pasado con el general Díaz, que se ha perpetuado en el poder, según dicen los serviles, empeñado en hacer nuestra felicidad. El general Reyes también había de tener ese empeño, y como aún no llega a la senectud, fácil será imaginarse que pasarían sobre la patria largos años de absolutismo y de tiranía, que darían por resultado la total muerte de las energías de los ciudadanos. De modo que ninguna de las dos personalidades conviene a la nación, que quiere hombre de positivo mérito y acendrado patriotismo. El patriotismo del licenciado Limantour es dudoso, incierto como su nacionalidad misma. El del general Reyes no hay que tomarlo en consideración, porque a los hombres pasionales como él, por más amor que tengan a la patria, siempre se sobrepone el orgullo personal, siempre los acomete el amor propio, que, cegándolos, los conduce a cometer aberraciones políticas, que cuando colman la medida en la pasiva sumisión de los ciudadanos, los esclavos, los mansos corderos que aparentemente consentían en dejar jirones de su dignidad en las manos de los sátrapas, se desperezan, sacuden su indiferencia, y ese sacudimiento hace correr ríos de sangre y hace pedazos los cetros de los déspotas. Ese sacudimiento es lo que se llama revolución. Y los mexicanos ya no queremos revolución; por eso es que queremos que haya libertad, que se acabe el personalismo, que surja a practicar sus sublimes funciones el poder popular, y que el general Reyes no sea jamás Presidente de la República. Su presencia en el poder sería peligrosa, como sería desquiciadora la presencia en él del licenciado Limantour, que no es mexicano. Por otra parte, nos parece exageradamente tiránica la decisión del Presidente Díaz en lo que respecta a dejar sucesor. El no tiene derecho alguno para imponernos gobernantes para cuando muera. Esa autoritaria voluntad no puede dispensarse ni por razones de orden, porque, cumpliéndose, se cumpliría el desorden, y no es aventurado creer que se cumplirían también las necias jactancias de los norteamericanos de apropiarse de nuestro territorio, porque esos ambiciosos se aprovecharían del desorden para sentar sus reales en nuestra patria. Basta ya de tan agobiadora tutela; los mexicanos hemos crecido lo bastante para elegir nuestros funcionarios que satisfagan las aspiraciones populares, y como los que tenemos la desgracia de soportar, que sólo satisfacen el capricho y la voluntad del Presidente emanado del pueblo, un Presidente que no se reelija, un Presidente verdaderamente demócrata y liberal, que vea con asco las políticas conciliadoras, hijas de la debilidad y de las voluntades medrosas. Por ello excitamos a todos los buenos mexicanos a que fijen su atención en un hombre incorruptible. Excitamos a los buenos mexicanos para que formen agrupaciones compactas y viriles, de las que hayan huido el miedo, de las que se haya arrojado a la cobardía política que nos agobia y que nos mata, para dar cabida al valor civil y a la firmeza de carácter, únicas virtudes que, unidas al patriotismo, pueden hacer que un pueblo sea grande, respetable y respetado. Excitamos a los buenos mexicanos a que instalen agrupaciones políticas en las que se discutan los actos buenos o malos de los gobernantes, en las que se trate desde la arbitrariedad del primer magistrado de la nación hasta la burda alcaldía del más insignificante de los caciquillos de aldea. Cuando la patria cuente con un buen número de agrupaciones de esta índole podremos decir que estamos salvados, que nuestra República no correrá peligros interiores ni exteriores. En esas agrupaciones se aquilatarán los méritos de las personalidades abocadas a ocupar puestos públicos, y de ese modo no volveremos a pasar la vergüenza de que un mandatario, esto es, un servidor del pueblo, olvide su papel y trate de hacer su voluntad. No volveremos a pasar la vergüenza de que se nos impongan a nosotros, los mandantes, individuos que debieran ser nuestros servidores. Entonces, el pueblo hará su voluntad.    Unidos en agrupaciones políticas podemos contrabalancear los actos más autoritarios. Contando con esas agrupaciones podemos resolver el actual problema político, cuya sola enunciación es pavorosa, porque implica largos años más de tiranía en esta nación, que ha tenido el infortunio de estar siempre uncida al carro de los Césares de México y del extranjero. Ahora bien, ¿cuál es la mira del general Díaz para que sin consultar la voluntad nacional, él, motu propio, pretenda dejar un sucesor? Por más que queremos dar una razón de alto patriotismo a ese deseo del Presidente no la encontramos. Sólo vemos en ello el inmoderado afán de hacer sentir un poder omnímodo aun después de muerto. No es una razón de alto patriotismo, porque ya hemos visto que los futuros probables sucesores no son populares, no los deseamos, la nación no los apetece, porque no harían más que continuar de una manera rutinaria y servil la actual política opresora o bien implantarían algunas innovaciones para hacer sentir más la Dictadura. Unámonos los hombres de buena voluntad para hacer sentir nuestra opinión, para hacer pesar nuestro poder, porque si no lo hacemos corremos el grave riesgo de perder nuestra nacionalidad; si no lo hacemos declaremos en voz alta que hemos perdido nuestro tradicional valor, que hemos perdido totalmente la vergüenza y que estamos dispuestos a soportar sumisamente la marca bochornosa de los siervos, y en este caso vale más que desaparezca del mapa nuestro territorio y que los dos océanos se unan para esconder nuestra debilidad y nuestra cobardía bajo sus salobres ondas, siquiera sea para evitarnos el rubor de ser esclavos cuando de nosotros dependió el haber sido libres.


1 Véase supra, art. núm. 371

El Juez 1o de 1a Instancia de Hermosillo, Lic. Germán Velasco, ha sentenciado al Sr. Jesús Z. Moreno, inteligente periodista sonorense, a un año, un mes de prisión y mil pesos de multa, por los supuestos delitos de difamación e injurias cometidos por medio de la prensa. Prometemos ocuparnos en el análisis de ese fallo, que está ante el Tribunal en grado de apelación, tan carente de lógica, meditación y ciencia jurídica, como todos los del Juez Velasco.

Este Juez ordenó en su fallo que se abriera un nuevo proceso al Sr. Moreno, por ultrajes a la autoridad del Juez sentenciador, que, torpemente, se suponen cometidos en el alegato de defensa.

Por el asunto Pesqueira-Uruchurtu, que conocen nuestros lectores1, fue clausurada la imprenta de El Combate. Se pidió amparo contra ese atropello y la suspensión  del acto reclamado; pero desgraciadamente el Sr. Juez de Distrito de Nogales negó la suspensión. La Corte revocará ese auto denegatorio, dictado en un momento de ofuscación incomprensible.

Ha sido encarcelado en Hermosillo, por orden del ya célebre (celebridad no envidiable) Juez Germán Velasco, el inteligente y honorable Sr. Lic. Manuel R. Parada, uno de los más tenaces defensores de las libertades sonorenses. El pretexto de la aprehensión es tan burdo como innoble. Habiéndose consultado al Abogado referido, sobre si debía publicarse el alcance de El Combate, referente al asalto sufrido por el Sr. Lic. Pesqueira, contestó afirmativamente, manifestando que dicho alcance expresaba hechos que estaban en la conciencia de la sociedad de Hermosillo.

Tan banal pretexto, cubre la animosidad de la administración sonorense contra el Sr. Lic. Parada, que ha sido uno de los más infatigables acusadores de su desaciertos. Deseaba encarcelársele y se le encarceló. Nada importan los medios que, por reprobados que sean, conducen a un acto más reprobado aún.


1 Véanse supra, arts. núms. 379 y 384

La «Junta Patriótica Privada,» de Pachuca Hgo., se ha servido enviarnos una hoja impresa que contiene el Acta de las sesión que la Asamblea General verifico el Domingo 3 del corriente, bajo la presidencia del Sr. Fernando P. Tagle.

En esa sesión se trataron asuntos de sumo interés para la causa de la libertad.
Los miembros de la asociación, dando muestras de elevado patriotismo, acordaron unánimemente elevar una protesta contra el antipatriótico e inmoral proyecto de Gobierno de Tamaulipas, relativo a la erección de un monumento al traidor Agustín Iturbide. Por tan cuerdo proceder enviamos a los Señores miembros de la Junta Patriótica Privada nuestros calurosos aplausos.

Enseguida el Sr. Fernando P. Tagle pronunció un enérgico discurso, que con gusto reproduciríamos si nos lo permitieran las dimensiones de nuestro periódico, y en su discurso el Sr. Tagle rindió un informe detallado de la labor de los delegados al Congreso Liberal, reunido en San Luis Potosí el día 5 del pasado Febrero.

El Sr. Tagle, después de explicar la índole de las Resoluciones tomadas por el Congreso Liberal, hizo notar la necesidad que se tuvo en cuenta para redactar los artículos adicionales, y dijo lo siguiente:

«Señores: como no puede haber efecto sin causa, necesario era hacer saber a la Nación cuál causa era la generadora de ese efecto llamado Congreso Liberal. Y de allí nació la necesidad de esos artículos adicionales que terminan las Resoluciones que estudiamos. Todos sabemos, todos sentimos, que no habría habido necesidad de la reunión de San Luis; que nadie habría vuelto a revivir las antiguas denominaciones de liberal y conservador e indiferente, sin una política torpe que difícilmente puede concebirse en un gobernante de mediano tino siquiera, no hubiera abierto las puertas del poder a ese enemigo que nada aprende ni nada olvida, y que al llegar a él, sólo se ocupó de violar las leyes que a todos nos amparan. Esto explica los dos primeros artículos adicionales.»

Ojalá que todos los Clubs reanudaran sus trabajos tan pronto y de manera tan eficaz como lo ha hecho la Junta Patriótica, de Pachuca, a la que felicitamos por su civismo y su amor al trabajo.

Un funcionario público, de esos que hacen mofa de la ley y escarnio de la justicia, ha sido consignado por la Suprema Corte, para que responda ante la autoridad competente de sus actos arbitrarios.

El Jefe Político de Colima es el autócrata consignado. Ese individuo redujo a prisión a D. Tiburcio Ventura, por una asunto meramente civil. La esposa de Ventura ocurrió al amparo de la Unión y el Sr. Juez de Distrito del Estado, obrando honrada y legalmente, suspendió el acto reclamado, mandó poner en libertad al quejoso y en definitiva lo amparó.

La Suprema Corte confirmó la sentencia del inferior, y apreciando que el acto reclamado constituía un delito, decretó la consignación del arbitrario Jefe Político de Colima.

Muy elogiada ha sido la conducta de la Suprema Corte en este caso. Únicamente se ha sentido que en otros muchos semejantes que a diario desfilan ante dicho Tribunal, no tenga también ese correctivo enérgico. Cierto es, que la autoridad consignada podrá salvarse entre las sucias intrigas locales; pero también lo es que ya su nombre ha sido arrojado a la vergüenza pública, y cuando se tiene delicadeza, por más que sea en dosis homeopáticas, esto es un correctivo eficaz.

No cabe la menor duda de que la mujer ha despertado del anonadamiento en que la tenían sumida las hipócritas doctrinas conservadoras. La mujer, que por tradición parecía condenada a ser la víctima inevitable de la hipocresía del fraile, que escogía la penumbra de los confesionarios para poner en juego su obra de corrupción y de retroceso, esgrimiendo como arma formidable las necias doctrinas de una perdición eterna, para perturbar las conciencias por medio de mentidas penas de ultratumba, esa mujer se ha sobrepuesto a las preocupaciones y se levanta hoy valerosamente, haciendo huir de su cerebro los sofismas jesuíticos, para dar cabida a las sanas enseñanzas de la ciencia.

Las honorables damas de Pachuca están dando muestras de su ilustración, y muestras patentes, también, de sus ideales republicanos y progresistas.

Las damas de Pachuca, deseosas de que la Biblioteca Pública de la Junta Patriótica Privada, cuente con el mayor número posible de obras para la instrucción del pueblo, ha donado una considerable cantidad de libros de verdadero mérito, revelando esos donativos, no sólo el desprendimiento y libertad de tan honorables damas, sino también su alto grado de cultura.

Subyuga tan simpática acción del elemento femenino, porque por ella se llega al convencimiento de que el hombre no trabajará más sólo en esta dura lucha contra los enemigos de la luz, sino que tendrá como decidido aliado al bello sexo. Con tan noble acción, los campeones de la democracia sienten redoblar sus fuerzas al ver que no están solos, sino que la mujer hace causa común con ellos y comulga con las mismas sanas ideas de libertad y de progreso.

Con toda nuestra alma felicitamos a las patriotas damas de Pachuca por su enérgica resolución de hacer a un lado las preocupaciones fanáticas, para abrirse paso hacia el amplio campo de las ideas liberales, de las que estriba la redención del  pueblo. Al mismo tiempo hacemos votos fervientes porque no desmayen tan dignas damas en su empresa de procurar el civismo de las masas; que sigan adelante, como han comenzado, con la conciencia tranquila en virtud de prestar a la Patria tan valioso servicio, teniendo en cuenta que su acción tan noble les atrae los corazones de los verdaderos patriotas, porque si son simpáticas las voluntades enérgicas, si los actos heroicos cautivan, más cautivan y simpatizan más, cuando esas energías y esos heroísmos son desplegados por la mujer, ese ser que hace amable la vida porque es noble, es bello y es simpático.

En Casas Grandes, Chih., hay un Juez Menor, que aunque letrado, no desdeña las prácticas de los analfabetos Jueces de Paz.

No hace mucho que en un juicio seguido contra el Sr. Francisco Fausto Corona, condenó a este señor sin que hubiera habido emplazamiento, ni demanda, ni pruebas de parte del actor, pues que éste presentó tres testigos que nada declararon a su favor. A uno de ellos no le constaban los hechos que se le preguntaron, otro se produjo con notoria falsedad y el tercero habló de todo, menos de lo que se trataba.

El Sr. Fausto Corona le ha exigido responsabilidad a ese Juez, que se llama Agustín Terrazas, pero parece que no le aplicará castigo alguno, porque ha preparado su defensa por medio de testigos falsos, y, además, está emparentado con el Tesorero General del Estado de Chihuahua. Esta última circunstancia, por sí sola, basta para dejar que continúe en su puesto el Juez Terrazas, quien reanudará su labor de arbitrariedades, que hoy por hoy, constituyen los mejores méritos para ocupar un puesto público cualquiera.

De todos modos, felicitamos al Sr. Francisco Fausto Corona por su valor civil que ha revelado al acusar a ese funcionario, a quien si por complacencias y recomendaciones se declara que es inocente, el público ha fallado de antemano y lo ha colocado en el lugar que le corresponde, como mandatario inepto y caprichoso.

.”.. la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos en otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados.”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)

(Continúa)
Las calles de la Capital son propicias a los asaltos. Nuestra policía, ocupada en aprehender a ese 90 % que sale de la Cárcel de Belén con la patente de su inocencia justificada, descuida la vigilancia y persecución de los criminales. Quizá sea debido a que es más fácil y menos peligroso aprehender a ciudadanos pacíficos, que habérselas con criminales insolentes.

La Sra. Albundia López pasaba por la calle de Alcocer. A pesar de que aún era de día, dos individuos la asaltaron, la hirieron y la robaron, despojándola hasta de sus ropas. El hecho fue escandaloso y vivamente comentado. Se ha notado en público que coincide con el nombramiento de Inspector hecho en la persona del Coronel Villegas, el incremento de raterías y bandidajes en la capital. Esto hace suponer que al Sr. Villegas le viene holgado su empleo y que es forzoso removerlo del puesto que ocupa.

Unos individuos rompieron los cristales de un tragaluz de la casa no. 15 de la Colonia San Rafael de esta Capital, propiedad de D. Agustín Donneman, se introdujeron por dicho tragaluz, fracturaron las cerraduras de un ropero y robaron alhajas por valor de $400.

Los robos con fractura, en esta Capital, son de alarmante frecuencia. En la calle Cerrada de la Misericordia, unos ladrones rompieron las cerraduras de un estanquillo y extrajeron mercancías y ropa. Otros bandidos, fracturaron la cerradura de una barraca situada en la calle de la Mariscala y robaron una valiosa herramienta.

Ni los encargados de velar por la seguridad pública escapan del ataque de los malhechores. En el Monte de las Cruces fue asaltada una ronda de vigilancia, compuesta de un cabo y un soldado del Cuarto Escuadrón, en que se fraccionó la temible Brigada Gutiérrez. Los bandidos dejaron maltrechos a los guardianes de la seguridad y les robaron sus carabinas y sables.

Un infeliz mercachifle que recorría los pueblos vendiendo algunas mercancías, fue asaltado en la serranía del Ajusco. Se le asesinó y se le despojó de sus escasas mercancías y del insignificante producto de la venta de ellas.

Una cuadrilla de bandidos, asaltó la “Mojonera,” rancho que está a corta distancia de Zapopan, Jal. Se llevaron algunas reses.

La misma cuadrilla asaltó en el mismo camino entre Zapopan y el rancho del Zapote, a Francisco Ríos. Éste se defendió con su pistola; pero aparecieron otros bandidos que lo golpearon, lo despojaron de cuanto llevaba y lo amarraron a un árbol.

La cuadrilla que efectuó los dos asaltos anteriores se compone de ocho jinetes y otros tantos peatones, todos bien armados.

Otros enemigos del “Vasco,” ejercitando una cruzada práctica, horadaron una pulquería situada en la calle del Puente del Rosario de esta Ciudad, y se llevaron todos los vasos del establecimiento.

Nuestro buen amigo el Sr. Lic. Antonio Horcasitas, ha sufrido dos veces consecutivas el ataque de unos bandidos que, trepando la barda de la casa que dicho Abogado posee en San Pedro de los Pinos, robaron algunos objetos. El segundo asalto se efectuó por la impunidad del primero, pues por más que el Sr. Lic. Horcasitas se quejó del robo sufrido, las autoridades protegieron a los asaltantes desatendiendo la queja.
(Continuará)

El Gobernador Curiel escogió para director del Liceo de Varones, a un congénere del Lic. Castañeda y Nájera, Director de la Preparatoria. No tendrá el talento suficiente para ser un maestro; pero en cambio posee todas las cualidades necesarias para ser un autócrata.

El Director del Liceo ordenó que se impidiese a los alumnos salir del establecimiento antes de la una de la tarde. Esto molestó a los alumnos que tienen distintas ocupaciones que atender a la salida de sus quehaceres escolares, y como algunos de ellos protestaran, se ahoga esa protesta con la expulsión de los disidentes.

Este hecho revela una amarga y dolorosa verdad: por descabellada, por torpe, por necia que sea una disposición superior de esos autócratas, que por irrisión se llaman Directores de Escuelas que no saben dirigir, porque son ineptos, debe acatarse sumisa e incondicionalmente, con esa sumisión incondicional que esos Directores observan con sus protectores.

Decididamente, se pretende encallar a esta juventud, para hacerla en vez de levantada y noble, servil y degradada.

La impopular y despótica Administración de Izábal, ha sufrido otro rudo descalabro. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha amparado al inteligente y vigoroso periodista D. Belisario Valencia contra las tropelías inferidas por el conocido Juez Germán Velasco el instrumento de todas las chicanas judiciales que prohíja la administración referida.

El Sr. Valencia dirigía el importante periódico El Sol y en unión de otros valientes campeones, entre ellos El Demócrata del inteligente periodista D. Jesús Z. Moreno, sostuvo a mediados del año anterior una lucha noble y valiente contra los sucios procedimientos del elemento oficial que pretendía, y lo consiguió al fin por medio de la fuerza bruta y de insolente arbitrariedad, hacer que venciese en las elecciones municipales la candidatura impopular y aborrecida.

El Sr. Valencia descubrió los manejos ilegales del ayuntamiento, censuro sus actos bochornosos, delineó el enjuague oficial poniendo de bulto sus armas innobles y punibles y desenmascaró una situación política falsa, arrojando sobre el bufete de los torpes gobernantes el inventario de sus errores administrativos.

El Gobierno sonorense que burla todo lo franco y aborrece cordialmente todo lo justo, se sintió movido por un furor epiléptico y hundió en calabozos a todos los bravos paladines del sufragio popular, fue denunciado El Sol, decomisada la imprenta y encarcelado el Sr. Valencia.

El Sr. Valencia pidió amparo contra su prisión y el decomiso de la imprenta y el Sr. Juez de Distrito de Nogales lo amparó, declarando expresamente que la imprenta no es instrumento de delito. La Suprema Corte confirmó el fallo del inferior  y por telégrafo comunicó su decisión.

Felicitamos muy cordialmente al Sr. Valencia por la justicia que ha distribuido. Nuestra felicitación la extendemos también al independiente y entusiasta pueblo sonorense, tan oprimido y tiranizado, opresión y tiranía que en no lejano tiempo concluirá, gracias a la actitud levantada de la Corte que ha sabido destruir, como indudablemente  seguirá destruyendo todas las maquinaciones de los gobernantes déspotas.

Con profusión ha anunciado nuestro estimado colega  El Universal, que desde el próximo 1º de abril valdrá un centavo.

Nos congratulamos de que un periódico liberal e independiente, como El Universal, pueda reducir su precio, pues que de este modo será leído por todas las clases sociales al ponerse al alcance de todas las fortunas.

Ya era tiempo de que una empresa de buena voluntad hiciera formal competencia a nuestra actual prensa barata,1 que sólo se preocupa en alabar desmedidamente a la autocracia que oprime al pueblo, aunque a su vez el cuello pregona que se trabaja por el bien colectivo.

Un periódico verdaderamente independiente y barato, era necesario para contrarrestar la inmoral doctrina que viene predicando la prensa asalariada.

Felicitamos al colega y deseamos que continúe su patriótico programa para el bien del pueblo, y que el éxito corone sus laudables esfuerzos.


1 Refiérese a El Imparcial.

El Juez de 1ª Instancia de Tula, Tamaulipas, siguiendo las huellas de otros muchos jueces arbitrarios de la República, que odian el periodismo porque descubre y censura sus reprobados manejos, encarceló a D. Rubén Acuña por un supuesto delito de imprenta.

El Sr. Acuña demostró su inculpabilidad y en vista de que su arbitrario Juez se negó a ponerlo en libertad absoluta, ocurrió al amparo de la Unión. El Sr. Juez de Distrito lo amparó y la Suprema Corte confirmó el fallo, ordenando que el Juez de 1ª Instancia sea sometido a los rigores de un proceso.

Aplaudimos cordialmente esa resolución. El periodista independiente atraviesa por una época aciaga. Entre las iras de los poderosos y las burlas de los acomodaticios, va gastando sus energías para difundir ideas y conmover letargos, hasta que tropieza con el banquillo de los acusados, para oír una sentencia que brota de los impuros labios de una autoridad judicial, familiarizada con todas las genuflexiones y de criterio embotado en todas las conveniencias egoístas, y por egoístas, mezquinas.

La rehabilitación del periodista se espera de las autoridades judiciales superiores. La Corte ha comprendido ese deber, y lo ejercita. Nada importa que algún periodiquillo provinciano que se agazapa tras de las botas de un General de manejos torpes y gestión dudosa, desahogue en reproches las iras de su amo perdidoso.

Es forzoso continuar procesando autoridades arbitrarias. Lentamente, bien; de lo contrario, la República presentaría el espectáculo de un inmenso tribunal. Faltarían jueces.

Nos complace notificar una noticia que ratificara todo lo que sobre el asunto de «El Heraldo» hemos escrito números anteriores.1 No debe haberse olvidado que las Autoridades de Aguascalientes, siguiendo el rutinario y nada recomendable procedimiento de perseguir periodistas, denunciaron un número de nuestro valiente colega. Esa denuncia provocó la encarcelación del Sr. Lic. Aniceto Lomelí y la clausura de la imprenta. Contra el Sr. Lomelí se dicto un auto de formal prisión, que confirmó el Tribunal de Aguascalientes con fundamentos disolventes que rebatimos en este periódico.

El Sr. Lic. Lomelí pidió amparo contra dicho fallo y la suspensión del acto reclamado, y aun cuando el Juez de Distrito negó la suspensión, por no sabemos que complacencias de algunos funcionarios federales que se identifican con la política turbia de los Estados en que residen, la Suprema Corte revocó el auto del inferior y concedió la suspensión. Como el motivo de la prisión del Sr. Director de «El Heraldo» y el decomiso de la imprenta, es tan burdo, tan mal forjado, tan ilegal y atentatorio, la Suprema Corte ordenó por la vía telegráfica, que dicho señor fuera puesto en libertad desde luego y se le entregara la imprenta decomisada.

Queda, pues, demostrado que las autoridades judiciales de Aguascalientes no administran justicia, sino que obedecen únicamente los caprichosos ordenamientos del impopular Gobernador Sagredo2. La Suprema Corte se ha encargado de efectuar esa demostración y de ratificar lo que en números anteriores hemos asegurado: el proceso del Sr. Lic. Lomelí ha sido una vergüenza innoble contra el periodista honrado que ha descubierto las torpezas del Gobierno de Aguascalientes.

Felicitamos a nuestro colega  «El Heraldo» por el buen éxito en el juicio a que aludimos y deseamos verlo otra vez en la lucha, tan enérgico y tan sensato como ha sido.

Por la parte que nos corresponde como periodistas independientes, sujetos quizá en no lejano tiempo a las persecuciones de los déspotas, enviamos a la Suprema Corte nuestros aplausos por su noble y levantada actitud.


1 Véanse supra, arts. núms. 122, 143, 156, 230, 243, 282 y 332.
2 Carlos Sagredo. Gobernó Aguascalientes de 1899 a 1903.

En varios puntos de la República corre el rumor de que el Gral. Bernardo Reyes ha procurado que no se instalen nuevos clubs liberales en los Estados en que tiene cierta influencia.

En Monterrey y Saltillo, hace algún tiempo que se pensaba fundar varios clubs, pero se nos asegura que el Ministro ha interpuesto su influencia para impedirlo.

Nosotros pensábamos que el Gral. Reyes era demócrata, pero nuestra decepción ha sido grande al tener noticia de sus maquinaciones obstruccionistas para la causa liberal.

Su conducta es bien reprochable, porque debe saber, y si no lo sabe se lo decimos, que hay que respetar las ideas, máxime cuando esas ideas como las liberales, tienden a realizar el verdadero progreso de nuestra Patria, porque harán que el pueblo deseche el fanatismo religioso, que despierte el espíritu público y que ejercite ese mismo pueblo sus derechos para que ya no se le tiranice ni se le explote más.

¿Qué móvil indujo al Ministro a ejercer presión sobre los ciudadanos liberales de Monterrey y Saltillo? ¿A qué se debe su oposición para que los liberales ejerciten sus energías?

Insistimos en que es reprochable la conducta del Gral. Reyes, porque ella tiende a sofocar las manifestaciones democráticas. Por dicha conducta se muestra de bulto el poco o ningún amor que tiene al pueblo y a las instituciones, así como revela su afecto a los actos titánicos y opresores.

Decididamente el Gral. Reyes no podrá ser buen Presidente de la República, porque si ahora, que solamente es Ministro, ejerce actos de autócrata, estando en el Poder sofocará cuanto signifique actividad popular y matará todas las energías para convertirse en Dictador.

Nuestro estimado colega El Universal se lamenta, y con sobrada justicia, de que no obstante haber manifestado que en las casas de la calle de Leandro Valle, anexas a la Iglesia de Santo Domingo, se halla establecido un convento con todas las formalidades que exigen las reglas monásticas, no sólo no se da paso a disolver una agrupación que delinque, o a castigar a los asociados, sino que ni aún se procura averiguar la certeza o la inexactitud de la denuncia.

Tiene razón nuestro colega para quejarse. Al Gobierno poco le importa que se viole descaradamente la ley, si la violación sirve para robustecer al partido conservador del que es jefe. Desde el Presidente de la República, hasta el más insignificante mandatario, todos son adictos a tan funesto partido, puesto que todos siguen la misma turbia política que se llama de conciliación.

No esperamos, por tanto, que la actual administración tome medidas enérgicas para contrarrestar la influencia clerical. Tendremos que esperar mejores días para que nuestras instituciones estén en vigor; pero aún entonces, quién sabe si ya sea tarde; entonces, quién sabe si el mal haya atacado hasta la médula y tengamos que conformarnos con suspirar por nuestras  leyes muertas.

Pero si nuestro porvenir es éste último; si nunca hemos de librarnos de las garras del clero, porque nos toque en suerte tener gobernantes clericales; si estamos condenados a presenciar la transformación de nuestra Patria en un inmenso, monstruoso monasterio en el que el Presidente haga de Rector, sus Ministros sean los sacristanes y la prensa asalariada haga el ínfimo papel de monaguillo y nosotros seamos los fieles a quienes se explota y se envilece, protestamos con toda energía necesaria contra la complacencia del Gobierno al no suprimir los conventículos y dejar impune la infracción que hace a nuestras leyes. Protestamos contra la indiferencia del Gobierno que llamándose falsamente liberal, permite que los ensotanados manchen nuestras instituciones, al amparo de la torpe y necia política de conciliación.

Llegó por fin a esta capital el Gral. Díaz. La adulación y el servilismo se dieron cita para recibirlo y en el andén de la Estación del Central se encontraban los individuos que viven del Erario.

La mayor parte de los individuos que formaron la comisión que se presentó al Gral. Reyes a ofrecerle la Presidencia creyendo que el Gral. Díaz estaba agonizando, sin rubor se presentó a saludarlo.

Una turba de desarrapados escandalizó a la llegada del tren presidencial y corrió detrás del carruaje que condujo al Presidente a su casa de Cadena. Si se le hubiera permitido, la turba hubiera tirado del carruaje, como tiró del de Agustín de Iturbide.

Algunas casas de comercio se dignaron poner una que otra bandera en las fachadas de sus establecimientos.

El domingo 17 del corriente, estuvo de fiesta la progresiva ciudad de Lampazos, N.L.

El «Club Liberal Lampacense» celebró su primera conferencia pública en el Teatro «Juan Ignacio Ramón» de aquella cuidad, en cumplimiento del artículo 3º de sus Estatutos y de la Resolución 18ª del Primer Congreso del Gran Partido Liberal.

El programa fue escogido y ameno y todos sus números se cumplieron a conciencia, siendo calurosamente aplaudidos los números de concierto, en el que lucieron su maestría y delicado sentimiento artístico de las bellas señoritas Herlinda Garza, Matilde Iruegas, Prudenciana Martínez, Dolores Naranjo y María García Leal y el notable pianista Sr. Felipe Naranjo.

El socio Sr. Vidal Garza Pérez, disertó ampliamente sobre la «Importancia de la Constitución de 57 y Leyes de Reforma.» Su discurso inspirado en la más avanzada escuela filosófica y en el más puro patriotismo, cautivo y fue aplaudido estrepitosamente.

El socio Sr. Ing. Francisco Naranjo, h., escogió por tema el art. 1º de la Constitución de 57. «El pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales. En consecuencia, declara que todas las leyes y todas las autoridades del país deben respetar y sostener las garantías que otorga la presente Constitución.» Este discurso fue notable por la valentía del orador. Su estilo brillante, nervioso, lleno de imágenes felices, de comparaciones exactas y fáciles figuras retóricas y el sano patriotismo elocuente manifestado en la elegante pieza oratoria, valieron al orador una ovación ruidosa y merecida.

El socio Sr. Dr. Juan C. Fernández disertó sobre «Libertad de Enseñanza.» El discurso del Sr. Fernández reveló al pensador, al filósofo, al hombre que gasta los mejores años de su vida en el estudio y la observación. Su discurso, eminentemente práctico y de distinguido corte moderno, puso de relieve el seso y amplia ilustración del orador. Inspirado también en noble patriotismo, fue bastante aplaudido y celebrado tan bello discurso.

Después de esta fiesta intelectual, se verificó una animada kermesse con el loable fin de reunir fondos para cooperar en los gastos de la publicación del Libro de Actas del Primer Congreso Liberal y para el mejoramiento de la Biblioteca Pública del «Club Liberal Lampacense.»

Las más distinguidas señoras y señoritas se presentaron gustosas a ayudar a los socios del Club y su presencia sirvió para dar a la kermesse el tinte encantador y simpático que sólo a la mujer le es dado proporcionar en las fiestas.

Felicitamos a las distinguidas damas de Lampazos por una buena voluntad en dar animación a las reuniones  del «Club Liberal Lampacense.» Su presencia en muchas reuniones es la mejor prueba de su cultura y su amor al progreso.

Como liberales, enviamos a tan honorables damas nuestro respetuoso reconocimiento por la ayuda franca y desinteresada que presentan a la causa de la libertad. También hacemos constar nuestra admiración por su patriotismo por su indiscutible valor civil y energía, hermosas virtudes que las enaltecen y las ponen muy por encima de tantos hombres que no se ruborizan de ser cobardes.

Hemos recibido el siguiente telegrama que con gusto insertamos:

«San Juan Bautista, Tab., 18 de Marzo de 1901.- Directores de REGENERACIÓN.- México D.F.- Instalóse ayer con gran entusiasmo Club Liberal «Valentín Gómez Farías.»1 Participámoslo satisfactoriamente. Presidente, José Ventura Calderón.2– Secretarios, Clemente Souza Calderón y Cuauhtemotzin Vera.»

Ardientes partidarios como somos, de la causa liberal, nos congratula sobremanera que las ideas progresistas se abran paso no obstante la indiferencia  que se ha apoderado de los ciudadanos.

Ya era tiempo de que se fundara en San Juan Bautista un Club Liberal.

Nuestros aplausos a tan dignos ciudadanos por su patriotismo y su valor civil, y nos complacemos en manifestarles que ponemos REGENERACIÓN a sus ordenes.


1 Valentín Gómez Farías (1781-1858). Médico y político jaliciense. Diputado a las Cortes Españolas (1812).  En 1821 se adhirió al Plan de Iguala. Propagó las ideas liberales, especialmente en Zacatecas. Inició la Reforma. “Patriarca de la Revolución Liberal”. Vicepresidente de México en 1833  y 1846 y Presidente en 1833, 1834 y 1846-1847. Secundó el Plan de Ayutla. Diputado por su estado natal al Constituyente de 1856-1857. Inició la Reforma. “Patriarca de la Revolución Liberal”.
2 José Ventura Calderón. Periodista, masón. Publicó La Hoja Dominical, ‘periódico destinado al libre examen’, San Juan Bautista (hoy Villahermosa, Tab.) en 1894.Mantuvo relación con los redactores de Regeneración al menos hasta 1906.

El día 2 del próximo Abril, aparecerá en esta ciudad un nuevo órgano de combate que se titulará Pro-Patria1, y será redactado por inteligentes y aventajados estudiantes de Derecho.

El nuevo órgano será absolutamente independiente y su programa lo informarán los más avanzados principios liberales.

Pro-Patria 
será un periódico de porvenir, precisamente porque será redactado por el elemento joven, en el que no ha fructificado aún ni la simiente de la adulación al poderoso, ni el germen de la indiferencia que ha hecho de los ciudadanos otras tantas máquinas que no pueden funcionar por sí solas.

Recomendamos a nuestros lectores el referido periódico, en el que encontrarán todos los sanos ideales de la juventud independiente y digna; en él encontrarán también, la acre censura hecha a los Césares, sin reticencias, sin rodeos como saben hacerlo los hombres de energía y de valor, a los que nada importa la tranquilidad personal, cuando se trata de luchar por los principios.

Este órgano viene a aumentar el reducido número de periódicos verdaderamente independientes que se publican en la capital, por lo cual nos congratulamos, porque seremos más en la lucha y se hará algo de mayor provecho.

Buen éxito deseamos al futuro colega.


1 Periódico que no vio la luz.

Otra vez más circuló con insistencia el bello rumor de que el Lic. Joaquín Baranda se retiraría del Ministerio de Justicia, dejando el campo a nuevas aptitudes y energías que se preocupasen por la implantación de la justicia y el desarrollo de la instrucción pública en México. Otra vez se ha notado en el público, y especialmente entre los Abogados, una vibración de placer; pero han pasado días después de la prolongada entrevista en Cuernavaca con el Presidente y se ha comentado el paso del Lic. Pallares a dicha ciudad, sin que hasta ahora se haya redactado la renuncia del Lic. Baranda.

Creemos sinceramente que ésta urge. Debía convencerse de ello el Lic. Baranda. Sobre todo, debe convencerse de que es más patriótico dejar un puesto que no se puede servir, ya sea por falta de aptitudes o por carencia de voluntad, que continuar en él contra la protesta del público.

Pero si el Lic. Baranda tiene horror a las iniciativas y ese horror le impide poner su renuncia, creemos que el Presidente de la República podría hacer algo bueno, haciendo renunciar al Ministro de Justicia.

Unas personas de buen humor se reunieron en esta Capital, con el plausible fin de fundar una sociedad científica.

Todos estuvieron conformes en los vuelos más o menos altos que debía emprender la agrupación, y hasta se aprobó un reglamento al que debían sujetarse los socios.

Pero nadie se había fijado en que la agrupación no tenía nombre. Y se pusieron a buscarlo.

Uno propuso que la sociedad depusiera bajo la advocación de Lavoiser, otros que bajo la de Newton, otros más, que bajo la de Gabino Barreda1 y así sucesivamente, todos y cada uno de los socios, propusieron nombres de personajes más o menos ilustres que pudieran dar cierto prestigio a la naciente asociación científica.

Por fin, después de mucho discutir y de llevar a la arena del debate cuanto nombre se les vino a mientes, de común acuerdo convinieron en que la sociedad llevara el nombre de ¿Pascal? ¿Newton? ¿Lavoiser? ¿Barreda? No, el nombre de Vidal Castañeda y Nájera.

A nosotros nos parece que por muy honorable y perfecto caballero que no dudamos es el Sr. Castañeda y Nájera, no es su nombre lo suficientemente prestigioso, como perteneciente a un hombre de ciencia, para dar lustre a una sociedad científica.

El Sr. Castañeda y Nájera no se distingue por su sabiduría, y creemos, que sólo por hacer pasar un mal rato, se permitieron los asociados gastar con él una broma que resultó un tanto pesada.


1 Gabino Barreda (1818-1881). Médico, educador y filósofo poblano. Fundó la Escuela Nacional Preparatoria en 1867, año en que elaboró, con otros, la ley que implantó la enseñanza elemental obligatoria y gratuita y eliminó la instrucción religiosa. Impulsó el positivismo en México. Fundó la Sociedad Metodófila. Sus ideas inspiraron la formación del Partido Científico. Opúsculos, discusiones y discursos (1877).

El periódico semioficial, sin rubor alguno, dio la noticia de que en una casa de la calle de Santa María fueron aprehendidos quince hombres y ocho o diez mujeres que jugaban albures.

Nos parece que esa aprehensión, que pasó desapercibida al público, revela una deformidad en la aplicación de las leyes. Se juega públicamente en esta capital en casas que pagan una contribución que no figura en ningún presupuesto, y la policía y el Gobernador del Distrito lo saben y no se aprehende a los jugadores. Se juega en algún tugurio que no paga esa contribución, y la policía aprehende, y encarcelan los jueces. En uno y otros casos, se trata de un delito previsto y penado en nuestra legislación positiva; pero en un caso se paga una contribución misteriosa que tiene la virtud de atropellar al Código, y en el otro caso no se han pagado los derechos que sancionan la violación de la ley.

Esto es tremendo. En México, para vergüenza nuestra, se viola un precepto legal previa paga. Se compra la justicia por una contribución misteriosa no sancionada en ningún presupuesto.

La igualdad ante la ley, se borra por la desigualdad en el precio de la violación de esa ley.

Vamos a tratar una materia que nos apena, porque, estudiándola, nos convencemos de que nuestra República no es más que una autocracia solapada a la que se ha dado una mano de barniz para disimular las crudezas de una monarquía absoluta.

En efecto, a nadie se le escapa que la existencia del Congreso de la Unión es completamente inútil, y es inútil porque carece de iniciativa, y carece de iniciativa porque no es independiente, y no es independiente porque no emana del voto popular, y sucede esto último porque al pueblo no se le deja votar.

El general Díaz elige a los miembros del Congreso, y esa elección se hace no en atención a la intelectualidad oratoria de los escogidos ni a su patriotismo. Basta que un hombre demuestre su adhesión, no a las instituciones, sino al Presidente, para que éste lo haga diputado o senador; basta que el arzobispo Alarcón recomiende a un protegido suyo, o basta, por ultimo, que alguien milite en el bando conservador o presente los nada decorosos títulos que lo acrediten como servidor de Maximiliano para que desde luego tome asiento en una curul.

Y no mentimos; recórrase la lista de los miembros del Congreso y dígasenos después cuál de sus miembros ha sido elegido por el pueblo. Con seguridad que no se nos designará uno solo; todos han sido nombrados por el Presidente, y todos, por esa circunstancia, le sirven a él y no a la nación.

De todo lo anteriormente expuesto proviene que los miembros del Congreso no cumplan con su deber, porque es claro que el hombre que sin méritos propios llega a ocupar un puesto por favor, obedecerá al protector, a riesgo de pasar por ingrato si no lo hace. Las voluntades más firmes se apocan considerablemente cuando tienen la debilidad de aceptar un favor. El primer paso que el hombre da fuera de los limites de su firmeza, le impide retroceder, porque es mas fácil seguir adelante que regresar.

Por esa razón consideramos inmoral la manera de nombrar a los miembros del Congreso; de ese modo se pervierte en ellos hasta el sentimiento de amor a la patria, para dar cabida a una idea fija que atenacea y tortura, consistente en emplear todos los medios que haya al alcance para congraciarse con el hombre que les ha procurado un puesto, que no merecen por cierto, por su carencia de virtudes cívicas.

Y así vemos que esos funcionarios permanecen impasibles, inconmovibles ante la ruina de nuestras instituciones; permanecen indiferentes a toda iniciativa. Y ninguno de ellos es capaz de hacer oír la más débil protesta, limitándose a presenciar fría y serenamente la derrota de la Justicia y del Derecho.

El diputado y el senador nunca piensan en la patria; esta idea no les preocupa. Para ellos, la patria es el Presidente, el que ordena que se anoten sus nombres en la nómina frente a una partida de doscientos cincuenta pesos mensuales. Esos funcionarios han sido hasta aquí unas máquinas; hasta aquí han sido unos fonógrafos que repiten las impresiones que el poder les comunica, sin averiguar si la inspiración del poder es patriótica o no, si esa inspiración tiene por motivo el bien general o si proviene del malsano fermento de pasiones en que borbotan la ambición y el egoísmo, la sed de mando y el insaciable deseo de hacer pesar una voluntad única, con una pesadumbre tal, que abata aun a las voluntades más enérgicas.

Pero ya es tiempo de que los miembros del Congreso ejerciten sus energías; ya es tiempo de que piensen por sí propios, sin que hagan aprecio de otras inspiraciones que no provengan del pueblo ni obedezcan sus actos más mandatos que los de su conciencia.

Ha llegado la hora en que puedan romper ese lazo que los tiene atados a la voluntad de un solo hombre, para que, libremente, sin coacción alguna, trabajen por el restablecimiento de nuestras instituciones, arrancando con firmeza de nuestra mutilada Constitución esas adiciones y esas reformas que, a manera de parches grotescos, permitieron ellos mismos que se las aplicara la voluntad militar del general Díaz.

Esos parches grotescos que, con el pretexto de reformar y adicionar la obra que nos dejaron nuestros padres, se agregaron tan sólo para ir despojando al pueblo de sus libertades más caras a fin de acostumbrarlo a no tener derechos en atención a que los pueblos consienten las tiranías, pues, como los esclavos encuentran muy natural el yugo, y consideran, no como instrumento de tortura, sino como símbolo de la Justicia el látigo de los capataces.

En esto estriba la poderosa razón de las adiciones y de las reformas. Ellas no han sido hechas para elevar la condición del pueblo; no las motivó el deseo de darle mayor libertad ni de hacerlo más digno. Se quiso que el pueblo fuera sumiso, que fuera obediente; se quiso cerrarle los ojos para que no pudiera presenciar la ruina de la nación; se le cerró la boca para que no lanzara gritos de desaprobación y de protesta y se le enloqueció con el falso brillo de un progreso y de un bienestar que han resultado una mentira, porque el bienestar lo experimentan tan sólo los que viven sobre el desdichado pueblo.

En consideración a tanta miseria y en atención a tanta desgracia, excitamos a los miembros del Congreso a que cumplan con el deber, rompiendo, como arriba dijimos, ese nudo gordiano que los ata a la voluntad del general Díaz, para que, libremente, sin coacción alguna, trabajen por el restablecimiento de nuestras instituciones.

Debe tener en cuenta el Congreso que el hombre a quien sirve no es eterno; debe fijarse en que el general Díaz tiene que morir, obedeciendo su organismo a las leyes inmutables de la naturaleza, y que, muriendo su sostén, los miembros del Congreso serán arrastrados por la desaparición del Presidente, sin haber hecho a la Patria ningún beneficio que pueda granjearles la gratitud nacional.

Urge, pues, que se muestren independientes, patriotas e incorruptibles.

Continúan las alcaldadas en el Estado de Puebla. Los vecinos del pueblo de Amecac, Distrito de Atlixco, pidieron al Gobernador Mucio Martínez que no les impusiera como Presidente Municipal a un individuo que no quieren para ese puesto.

Mucio Martínez no tomó en cuenta la petición de los vecinos de Amecac e impuso al individuo temido, el que, en venganza de que no tiene simpatías en el pueblo, hostiliza a los que más trabajaron porque no fuera Presidente; los persigue y los consigna al servicio de las armas, teniendo que huir del pueblo los que prefieren desterrarse a soportar la insolente actitud del cacique.

¿Es eso justo? ¿Se ha llegado al momento crítico en que los ciudadanos no puedan impugnar necias candidaturas, que tienen por apoyo el capricho de los poderosos?

Se ha llegado a ese momento. Si alguien declara la inconveniencia de que determinado individuo ocupe un puesto público cualquiera, si triunfa este individuo, el que trabajó porque no subiera tiene que huir para poner a salvo no sólo la libertad, sino que quién sabe si hasta su vida.

Eso es bochornoso y es inmoral. Pero de todos modos así sucede en México para vergüenza nuestra.

Los miembros de Club Político «los hijos de Guerrero» y algunos otros caracterizados vecinos de Chilpancingo, han presentado a la Legislatura del Estado de Guerrero, un ocurso pidiendo se declaren nulas las elecciones efectuadas a fines del año anterior y de las que contra la voluntad popular y por medio de indecorosos procedimientos oficiales, resultó  electo Gobernador de Guerrero el tristemente celebre Mercenario.

Sentimos no publicar íntegro el ocurso, precioso documento histórico revelador del dislocamiento de los principios constitucionales sobre sufragio, pero tomaremos algunos datos para que conozca el público los manejos de uno de los gobernantes más impopulares y repudiados, por su torpe gestión administrativa; por su nacionalidad dudosa; por el desprestigio del grupo de que se rodeó y por su ineptitud proverbial.

El elemento independiente del Estado luchó infatigable, tenaz y valeroso por uniformar la opinión pública a favor de la personalidad del Sr. Lic. Rafael del Castillo C. Se establecieron Clubs políticos para sostener la candidatura de este Señor, haciendo una activa propaganda. Por su parte, el elemento oficial, con el objeto punible de desviar la opinión y aprovechando medios indignos como el suplantar nombres, comenzó su lucha de topo minando convicciones. Las autoridades políticas y otros varios empleados y agentes del Gobierno, llevaron su depravación al grado de formar Clubs apócrifos para introducir la desunión popular y ejercitaron la presión oficial, amenazando con encarcelamiento o consignación forzada al servicio de las armas para imponer a los ciudadanos la repudiada candidatura de Mercenario.

La lucha electoral fue reñidísima. El elemento oficial usó de nuevas armas. Acudió al cohecho, ofreciendo empleos políticos y dinero a los ciudadanos en cambio de su voto a Mercenario. No se repartieron oportunamente las boletas, sino hasta momentos antes de la elección y a muchas personas les fueron ruda y groseramente negadas. Las autoridades políticas y municipales se entregaron animosamente a respaldar boletas, falsificando votos. Las mesas electorales fueron instaladas clandestinamente en el interior de las habitaciones, con un personal designado de antemano e impuesto brutalmente, para burlar a los electores honrados, se adelantaron los relojes públicos, anticipándose, por tanto la hora de la elección.

Pero en los momentos precisos de esta función democrática, tan noble en principio y tan pervertida por el elemento oficial, la presión llegó al colmo, por medio de la fuerza armada se exigió la votación a favor de Mercenario, y este mismo, dirigía en Chilpancingo las maniobras reeleccionistas, tolerando y aun ordenando el ejercicio de las violencias y la portación de armas a todos los del círculo oficial que previamente fueron designados para integrar las mesas electorales. Los miembros de la 6ª Sección, en presencia del Gobernador y contando con la protección de éste, recorrieron las calles disparando balazos y amenazando de muerte a los electores honrados.

A pesar de estos incalificables atropellos y a pesar de la presión brutal del Gobierno, y a pesar de que fueron encarceladas multitud de personas, los antirreeleccionistas, con sus patrióticos esfuerzos, lograron hacer recaer la mayoría de los sufragios en todos los Distritos a favor del Sr. Lic. Rafael del Castillo C. Pero el elemento oficial, burdo en sus tramas y descarado en sus manejos, falsea la elección popular, destruyendo boletas y falsificando expedientes, y venció al fin la repugnante candidatura de Mercenario.

Estos son los hechos que refiere el ocurso. Sus signatarios, en vista de ellos, han pedido al Congreso declaración de nulidad de la elección efectuada el 2 de Diciembre del año próximo pasado. Estaremos pendientes de lo que ocurra.

No concluiremos sin felicitar muy cordialmente, por su actitud, a los dignos y honorables surianos que no pueden desmentir su altivez en los asuntos públicos. Se les burló, pero la revancha será tremenda. No deben descansar hasta ver al ex-Gobernador Mercenario en el banquillo de los acusados, respondiendo de sus actos ante la Soberanía Nacional.

Siguiendo el Gobernador Cañedo la rutina general en nuestro país de preferir las mejoras materiales, por más que las mejoras sean más urgentes en el orden intelectual, e imitando servilmente a nuestro Gobierno que ha dado en bautizar al sitio en el que se edificará el Palacio del Poder Legislativo, con el nombre pomposo de “Plaza de la República” cuando suspiramos por una República, también ha bautizado con igual mote un corral que sirva de paseo a los habitantes de Mazatlán.

Pero los referidos habitantes prefieren que se funden escuelas en el Puerto. Las que hay son insuficientes, pues tienen ya un número de alumnos superior al fijado por la ley. Sin embargo, los mazatlecos no pierden las esperanzas de ver realizados sus deseos, pues desde hace muchos años, el cerebro del Gobernador ha venido elaborando la idea de fundar dos escuelas más en ese puerto.

Ojalá concluya pronto tan laboriosa gestación en bien de la juventud Mazatleca.

No solamente en los Distritos del Estado de Puebla, torpemente gobernado por Jefes Políticos voluntariosos y déspotas (casi todos) se siente la asfixia que producen la presión oficial, cuando esa presión traspasa los límites de la arbitrariedad y el abuso, para arrebatar hasta el último guiñapo de libertad a que en los regímenes despóticos pueden aspirar los ciudadanos. En la misma capital de ese Estado se hace sentir el abuso, y la arbitrariedad ha salido de su escondite para escupir cínicamente el rostro de la dignidad humana.

Véase lo siguiente:

Es bien sabido que los mecánicos de los talleres ferrocarrileros de la República tienen formada una liga para hacer efectivo el valor de su trabajo frente al capital extranjero.

Los mecánicos del ferrocarril Interoceánico que forman parte importante de dicha liga, acordaron exigir de la Empresa la nivelación de sus sueldos con los que se pagan por las Empresas del Central y otros ferrocarriles, y así lo hicieron saber al Superintendente en Puebla, a quien fijaron un plazo para que les resolviera, manifestando su decisión de abandonar el taller al término de dicho plazo si no se les resolvía favorablemente.

El Superintendente, creyendo que los mecánicos no llevarían  adelante su propósito, los invitó a que se separasen desde luego, y así lo hicieron los trabajadores dando por resultado que el 19 del corriente le quedara vacío el departamento de Mecánica.

Hay que hacer constar, que todos los obreros se separaron voluntariamente, obedeciendo al espíritu de solidaridad en su agrupación. Pero mohíno el Superintendente por el chasco que se llevó por su poco tacto para atender sus justas exigencias de los trabajadores, se asoció a la autoridad para tratar de obligar a los mecánicos a trabajar por la mezquina y ruin retribución que la avara Superintendencia ha fijado, y en la noche del día 20, el Sr. Don Tomás Regalado, que es uno de los mecánicos más  prominentes, y según sabemos es el vicepresidente de la Sociedad de Mecánicos de Puebla, fue sorprendido en su casa habitación  cuando su familia y él estaban entregados al descanso, por una compañía de individuos de la policía secreta, enviada por no se sabe aún que despótica y arbitraria autoridad de Puebla para aprehenderlo, como lo hicieron con lujo de fuerza, de grosería y de escándalo, intimándolo a rendirse con burdas amenazas y soeces palabras. Indignada la esposa del Sr. Regalado, increpó enérgicamente a los esbirros echándoles en cara toda la cobardía y toda la vileza de que hacían alarde para ultrajar a su esposo. La presencia de ánimo del obrero lo salvó, y previa promesa de su parte de ir al siguiente día a entenderse con la autoridad, se le permitió dormir en su casa.

Sabemos, que con frecuencia cualquier tiranuelo de taller o de fábrica apela a este recurso de amedrentar con la complicidad de una autoridad complaciente y despótica, a los obreros que asumen la actitud digna de los hombres que conocen sus derechos, y saben que los patricios de 1857 ampararon al hombre contra la tiranía del dinero y del Poder, con el art. 5º de la Constitución.

A Don Marcos Silva, por el mismo motivo que al Sr. Regalado, se le vejó en su domicilio la misma noche.

Estos hechos, por sí solos, bastan para poner en caricatura a la administración pública de Puebla. Por ellos se ve que los ciudadanos no tienen garantías en ese Estado, que camina derecho a la ruina por la ineptitud del gobernante que en mala hora se le impuso. No basta que el pueblo sufra con la mezquindad de los jornales, no basta que el pueblo sude y que se agote labrando los campos, trabajando en las minas o en los talleres de extranjeros sin conciencia a cambio de una miserable retribución, sino que se necesita, además, que la autoridad subraye brutalmente tan inicua explotación de las energías individuales, con medidas arbitrarias que son un ultraje a la dignidad humana y una afrenta para la civilización.

Indignados se muestran los habitantes de Izúcar de Matamoros, Pue., Por las tropelías que comete el Jefe Político Antonio Peña Martínez asociado de un individuo llamado Teófilo Romero, miembro del Ayuntamiento de aquel Distrito.

Hace dos años que los vecinos de los barrios de Oriente y Poniente entregaron ochocientos pesos para el arreglo del testimonio de las aguas que surten a la población, y hasta la fecha ni el Jefe Político Peña y Martínez ni Romero han arreglado nada.

Se dice que por la influencia que Romero tiene con el jefe Político, los criminales más empedernidos, andan libres con sólo nombrarlo defensor.

Entre estas dos funestas personalidades y el clero, se celebran pactos para que mediante una multa, de la que no sabemos si se dará entrada a los libros de la Jefatura, se infrinjan las leyes de Reforma.

A los habitantes se les encarcela por motivos fútiles y se les cobran fuertes multas por supuestos delitos.

Ya varias veces se han quejado a la Superioridad los vecinos de Izúcar, pero el Jefe Político está apoyado por un individuo español llamado Enrique Yaca, amigo del

Gobernador Mucio Martínez.

Por lo visto,  las autoridades de Puebla son irregenerables.

Este Manifiesto1, lanzado sin reticencias por los dignos liberales potosinos, es de suma utilidad en los momentos actuales. Por él comprenderá el pueblo, que es necesario trabajar, no sólo para obtener el diario sustento, sino trabajar para llegar a fines más elevados, a resultados más altos, como son la salvación de nuestras instituciones, que con pasmosa indiferencia presenciamos su hundimiento, sin que de nuestros labios brote un solo grito de protesta; ni nos hagamos el ánimo de aventurar el más mínimo reproche a la Dictadura reinante, que en complicidad con la Iglesia ambiciosa y corrompida, ha minado nuestra grandeza para encadenarla a sus pies y ha hecho mofa de nuestra dignidad, cuando comprendió que éramos lo suficientemente pusilánimes para no atrevernos a encarárnosla.

Nos adherimos a los conceptos del manifiesto, porque él encarna la aspiración de los verdaderos liberales, esto es, de los que consideramos que el peligro para las instituciones, no consiste únicamente en el fraile inmoral, sino en el entronizamiento también de los renegados y de los traidores. El Manifiesto servirá para que los liberales se dediquen a algo más provechoso para la Patria que el ataque más o menos virulento al fraile, pues se fijarán que si el fraile medra, si sus adeptos suben al poder, el verdadero culpable de tanta desgracia es el Presidente, que más se ha preocupado de permanecer en un puesto en que la Nación no lo apetece (hablamos de la parte sana de la Nación, es decir, el verdadero Partido Liberal) más que de sostener las instituciones por las que el mismo luchó y que ha arrinconado ahora.

Busquemos, por lo tanto, los verdaderos liberales, un candidato para que dentro de tres años, que es cuando termina su periodo el Presidente Díaz, o antes, en caso de que este muera, podamos proponerlo a la Nación, y no se nos engañe más con la tosca superchería de que hay hombres necesarios. Es preciso convenir en que los hombres, a los que se titula de necesarios, lo son efectivamente para dislocar instituciones y para dar de comer a los serviles que los adulan.

Excitamos a la prensa liberal de toda la República, a que, haciendo a un lado vanos temores y femeniles cobardías, que sabemos que no tienen, pero que pudieran tener, reproduzcan el Manifiesto del Club Liberal «Ponciano Arriaga,» para que llegue a conocimiento de todos los mexicanos.

Hacemos presente a los liberales potosinos, nuestra admiración por el inmenso valor civil que han demostrado y que servirá de saludable ejemplo, para que los ciudadanos huyan del afeminamiento y puedan entrar de lleno a la discusión de los asuntos públicos ejercitando sus energías. De este modo no habrá ya tirano que se atreva a conculcar principios.


1 Manifiesto publicado en este número y reproducido en Florencio Barrera Fuentes, op. cit, pp. 65 y ss.

Hace poco se conmovía de indignación la sociedad liberal de Tepic, con uno de esos actos conciliadores de los gobernantes.

Celebrábase una gran misa en acción de gracias, y el púlpito fue ocupado por el obispo, no para comentar las máximas del Evangelio, ni para probar los misterios tenebrosos del catolicismo, ni para inyectar mansedumbre en la impaciencia de los fieles, sino para colmar de ultrajes y denuestos a El Combate y bendecir la política de conciliación.

Lo más grave del caso es, que el Jefe Político del territorio, Gral. Pablo Rocha y Portu, vistió uniforme de gala para asistir a la misa con la unción de un fanático. Y oyó, como música celestial, la disertación ultrajante del Obispo.

Juegan muy mal papel las leyes de Reforma, en manos de gobernantes como el Gral. Rocha. Quizá por eso, las dejó olvidadas en su oficina y empuñó el breviario con devota fruición.

Si chocan las locas y necias peroraciones del púlpito, más choca la sanción que les dan nuestras autoridades. Tienen razón los liberales tepiqueños en sentirse indignados.

Nuestro inteligente y activo corresponsal en la ciudad de Oaxaca, nos escribe acerca de un escándalo motivado por la arbitraria e ignorante policía de aquella capital.

Dice el corresponsal, que los estudiantes de Ciencias y Artes se reunieron en la Glorieta Juárez del paseo Netzahualcóyotl con el objeto de organizar un Comité que secundará los esfuerzos de los estudiantes de París, en su noble empresa de que se someta a arbitraje la cuestión del Transvaal1.

La idea fue acogida con el entusiasmo con que los jóvenes acogen toda idea sana que tenga por objeto un acto de humanidad y de justicia, siendo aplaudidos calurosamente los oradores.

Pero el entusiasmo juvenil disgustó a los esbirros del Gobernador Martín González, que quisieran que enmudeciera todo el mundo al solo eco de la bota fuerte del General, y apelando a la única y poderosa razón de todos los tiranos, pretendieron disolver la reunión por medio de la fuerza bruta, alegando que nadie había dado permiso a los estudiantes para que se reunieran.

He ahí el inconveniente de habilitar de policías a individuos rudos y desprovistos de la más rudimentaria instrucción. Esos individuos ignoran que el art. 9º de la Constitución, declara que a nadie se le puede coartar el derecho de asociarse o de reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito.

Los estudiantes hicieron notar a los polizontes la legitimidad de su reunión, pero sin parar mientes en los razonamientos de los jóvenes, los esbirros, para hacer pesar su autoridad sobre los estudiantes, con la satisfacción que experimenta el zafio cuando está investido de un cargo que no comprende, con lujo de fuerza y de poder condujeron a los alumnos a la Comisaría, donde para el colmo de males, tuvieron que tratar con un Comisario tan burdo como sus subordinados, que se encaprichó en detenerlos por el grave delito de haber hecho uso de una facultad que la Constitución otorga a todo hombre.

Ven nuestros lectores, que Oaxaca es una cafrería sobre la que pesa la más irritante de las tiranías. Allí la Constitución es letra muerta porque los torpes mandatarios hacen de ella un juego de niños.

No obstante lo mal parada que está la administración pública de nuestro infortunado Estado, Martín González distrae su fastidio en esta capital sin importarle un ardite que la entidad que mal gobierna avance cada día más hacia la ruina, como le sucede con su pésimo gobernador, que es pésimo entre los pésimos, por más que en cualquier banquete el Presidente, por mera humorada, exhume su gastado cliché: “Así se gobierna.”2

Urge que se destituya a Martín González para que ocupe su lugar un hombre ilustrado, de talento y que sea patriota.

Ya es tiempo de que progrese Oaxaca.


1 Refiérese a la antigua República Sudafricana, estado independiente fundado por los bóers o colonos holandeses emigrados de la colonia del Cabo. Entre 1898 y 1900 sostuvo una guerra feroz contra el Imperio Británico que finalmente lo incorporó.
2 Palabras de Porfirio Díaz dirigidas a Bernardo Reyes, durante una visita al gobernador de Nuevo León en diciembre de 1898. Las mismas sirvieron de acicate a las ambiciones políticas del neolonés y precipitaron su disputa con el grupo encabezado por Limantour.

Hace ya algún tiempo1 que nos referimos a un amparo, promovido por J. Guadalupe Ceballos ante el Juez de Distrito de Michoacán, contra su consignación al servicio de las armas, Hicimos también referencia a que el Prefecto de Distrito manifestó candorosamente en su informe justificativo, que Ceballos no estaba preso, sino que únicamente lo había puesto en depósito en la cárcel pública de Ario de Rosales.

A pesar de que han transcurrido más de tres meses de entonces acá, Ceballos sigue depositado en la cárcel y todas las activas gestiones del inteligente Sr. Lic. J. Trinidad Carrión, defensor del quejoso, se han estrellado en la morosidad del Juez de Distrito que no resuelve el amparo interpuesto.

Aconsejamos más actividad al Juez de Distrito mencionado, pues de lo contrario parece que se colude con el Prefecto de Ario de Rosales y que comulga con la extraña teoría de que el encarcelamiento de un individuo, es distinto a su depósito en la cárcel pública.


1 Véase supra, art. núm. 238.

El Periódico Oficial de Tamaulipas, después de referirse a los rudos ataques personales de que es víctima el Gobernador de dicho Estado por parte de un sucio papel que se publica en esta capital, ataques que tienen por careta el proyecto de monumento a Iturbide y por motivo real la supresión de las suscripciones, que entre algunos mercachifles de la prensa constituye la forma desvergonzada de vender conciencia y pluma, dice que somete esos datos a la apreciación de los hombres honrados y agrega: «No esperamos, sin embargo, que sean muchos los periódicos de la Capital que tomen nota de este caso tan significativo, porque desgraciadamente la experiencia demuestra que entre estos periódicos, con pocas y honrosas excepciones, parece que hay una especie de hermandad para disimularse recíprocamente ciertas faltas»

Como el Periódico Oficial no precisa esas excepciones, debiendo hacerlo, necesitamos contestar al colega.

Nos dolería, y mucho, como duele la ofensa y como hiere la injuria, que se nos supusiese hermanados con ese papel que combate con desahogos y ataca con denuestos. REGENERACIÓN  no injuria, ni difama, ni calumnia y aquel papel está amasado con todas las injurias, con todas las difamaciones, con todas las calumnias. Nunca hemos aprobado su conducta, ni la aprobaremos jamás. Menos aún puede existir hermandad con quienes somos antípodas.

Leímos con asco la condensación de injurias que en ese papel lanzó al Lic. Mainero; pero más nos asqueó ensuciar nuestras columnas con nombres propios, y por eso callamos. Ahora fue forzoso hablar, venciendo nuestra repugnancia.

Está pues, en un error el Periódico Oficial de Tamaulipas. Busque la hermandad entre las hojas congéneres, que alimentan sus apetitos cenagosos con la falta del miserable subsidio de unas cuantas suscripciones, que quizá pretenden reivindicar siguiendo las tortuosas veredas del chantage pero no confunda lastimosamente al resto de la prensa honorable de la Capital.

Por nuestra parte, hemos atacado y atacaremos siempre, quizá con cierta dureza, pero no con injurias, la idea del monumento a Iturbide porque creemos que es un acto de gubernamental desnudo de patriotismo.

El gobierno jalisciense continúa ennegreciendo las páginas de su funesta historia. Ahora el Congreso del Estado, que debe ser como todos los Congresos de la República, un hacinamiento de inutilidades movido por una voluntad superior, se sintió ultrajado por un artículo de nuestro valiente colega de Guadalajara «El Cuarto Poder;1» se puso en juego al Ministerio Público, y el Juez 2º de lo criminal, ansioso de hacer méritos, como sus colegas, mando reducir a prisión a D. Enrique Aldrete2, Director del semanario referido, y a D. Enrique Michelena, impresor de la publicación.

Siga el Gobernador Curiel atropellando la libertad de imprenta; la historia catalogará sus actos y en balance arrojará un inmenso superavit de atropellos y vejaciones. Convénzanse nuestros gobernantes de que habrá para ellos un tribunal justiciero y tremendo.


1 El Cuarto Poder, Guadalajara. Jal. (189?-1905). Periódico antigobiernista fundado en las postrimerías de la gestión de Curiel. Redactores: Juan S. Castro, Narciso Carrera, Enrique Aldrete y José Rivera Rosas.
2 Enrique Aldrete (1878-?). Oriundo de La Paz, B.C.S. Secretario de la jefatura política del Distrito Norte. Secretario particular del Cor. Celso Vega. Escribió Baja California heroica (1958).

El Prefecto del Distrito de Mina, Guerrero, Julio M. Vélez, tiene encima otra acusación por arbitrario.

D. Carlos León, honrado vecino de Coyuca de Catalán, se hallaba departiendo amigablemente con D. Luis Bedolla, cuando fue rodeado intempestivamente por varios gendarmes que, de orden del Prefecto, pretendieron reducirlo a prisión. Como el Sr. León considerase injustificado el procedimiento, toda vez que no se les mostraba la orden escrita que motivara el procedimiento, entró precipitadamente a su casa, de donde, contra las protestas del ofendido, y a los ruegos de su familia, y después de que el cabo Perfecto Beltrán le dio un golpe en la cara con el cañón de su pistola, fue sacado el Sr. León, amenazándosele con matarlo si se resistía. Ante la prisión brutal de los desalmados esbirros de Vélez y las súplicas de la familia, el Sr. León cedió y fue conducido a la Cárcel.

El Sr. León ha deseado no permanecer impasible ante este atropello, que debe sumarse a otros muchos que son el regocijo del Prefecto Vélez, y ha presentado una juiciosa y enérgica acusación, contra el mal funcionario aludido, ante el Supremo Tribunal de Justicia del Estado.

Si el Sr. Mora tiene buena voluntad de Gobernar y desea proceder con rectitud y Justicia, debe hacer que ese Prefecto sea escarmentado, o por lo menos destituirlo de un empleo que no encaja ni en sus facultades, ni en su carácter impetuoso y molesto. Será este un bello ejemplo para tantas otras autoridades políticas que confunden su empleo con el de un capataz de presidio.

Por nuestra parte, enviamos al Sr. León nuestras calurosas felicitaciones por su proceder enérgico. Repetimos y repetiremos siempre: para destruir esos elementos nocivos que se llaman Jefes Políticos, es forzoso acudir al juicio de responsabilidad acusándolos enérgicamente y arrojar su nombre a la vergüenza pública para escarmiento de arbitrarios.

Se dice que inmotivadamente ordenó el Gral. Luis E. Torres, que el Sr. Manuel R. Parada, una de las víctimas del cacicazgo sonorense, fuese sacado de la cárcel Pública. Así se hizo, y entre doble fila de soldados capitaneados por el Alcalde José Espinosa, se llevó al reo fuera de la población, se le hizo dar vueltas y revueltas y al fin se le encerró en el cuartel del 4º Batallón.

¿Qué significa este lujo de arbitrariedad? Creemos nosotros, que un cuartel no es el lugar legalmente designado para la prisión de un reo, y que se trata, por tanto, de un atropello a la a ley y de una molestia que no sabemos que objeto tendrá, pero que bien pudiere ser sospechosa.

Con razón se llama alarmada la sociedad hermosillense, y más aún la familia del Lic. Parada, la que ha acudido ya al amparo federal. Cuando los caciques de provincia violan con tanta frecuencia la ley, deben temerse muchas tropelías.

Como nos es conocida la honradez del Sr. Lic. Parada y es proverbial su respeto a la ley, y que cualquiera que sea la que se le aplique, la respetará sin violencia y sin rebelión, ese conocimiento nos obliga a declarar que el Sr. Lic. Parada NO TIENE INTENSIÓN DE FUGARSE, ni de rebelarse contra sus guardianes.

El Estado de Sinaloa se distingue por la pésima selección de su personal Administrativo. También es que, donde impera el favoritismo es imposible que los puestos públicos sean servidos por personas aptas y merecedoras de ellos.

El Alcalde de Escuinapa, José Ma. Robles, a más de ser despótico y desatender sus obligaciones, parece que gusta de procedimientos, no laudables por cierto. El Sr. Dr. D. Andrés Cantú se ha encargado de descorrer el velo, acusando a dicho alcalde de abuso de confianza, ante el Juzgado de 1ª Instancia del Rosario. Tras de esa acusación, vendrán otras más.

Muy sensible es que los puestos públicos, por secundarios que sean, se hallen servidos por personas que carezcan de una moralidad reconocida y aquilatada. Esto basta para desprestigiar Gobiernos y para hundir reputaciones.

Con el título “Que se le consigne”, apareció en el número 30 de nuestro periódico, un entrefilet que aludía a la evasión de unos presos motivada por las complacencias del Juez de Teziutlán, Puebla. La noticia, como indicamos en el antrefilet referido, la tomamos de un diario de esta ciudad, El Popular.

Ahora bien, nuestro sesudo e inteligente colega El Cuarto Poder, que se publica en Teziutlán y cuya honorabilidad no podemos poner en duda, nos invita, en términos caballerosos y correctos, a que rectifiquemos la noticia aludida, por ser inexacta en lo que se refiere a la culpabilidad que en la evasión de Pascual Camacho, achacamos al Juez de 1a Instancia Lic. D. José Rivera.

Los razonamientos de nuestro colega, a quien agradecemos cordialmente el buen concepto que de nuestra publicación tiene, nos han convencido, y por tanto, no tenemos empacho alguno, porque a ello nos impele nuestra conciencia, en rectificar nuestra noticia en el sentido de que, si bien es cierto el hecho de la fuga del reo Camacho, de ella no es culpable el Sr. Juez Rivera, por haber estado el procesado a disposición del Ejecutivo, cuando se fugó.

Quedan servidos los deseos de nuestro estimado colega, pudiendo asegurarle que cuando la justicia se impone, nuestro deber está por encima de cualquiera otra circunstancia extraña a ella.

La policía acaba de aprehender a 17 jugadores en el cuarto número 7 de la casa número 1 de la calle de la Amargura. En pocos días han sido descubiertos dos garitos clandestinos.

Muy loable sería la acción policiaca, si ella no subrayara la tremenda desigualdad a que aludimos en el número anterior. Pagando o no contribución alguna, el juego es un delito previsto y penado en nuestro Código. Debe, pues, encarcelarse a todos los jugadores y a todos los tahúres; pero no debe existir la desigualdad de encarcelar a los que no pagan y dejar en la impunidad a los que, con dinero, burlan la acción de la ley.

Procédase honorablemente. Si el juego no es delito, refórmese el Código y reglaméntese esa prostitución, como se reglamentan todas las prostituciones. Mientras esto no se haga, cúmplase con la ley y no se le burle.

Tenemos en cartera varias correspondencias que nos han llegado de Villaldama. N.L., en las que se hacen terribles cargos a las autoridades de ese lugar, despóticas, arbitrarias y negligentes a mayor abundamiento.

Se nos dice, que el Lic. Modesto Villareal, ex -Presidente  del Supremo Tribunal de Justicia de Nuevo León y actual Juez de Letras interino de la 6ª fracción judicial, sentenció en diciembre del año pasado a D. Emilio Treviño, vecino de Bustamante, a sufrir la pena de cinco años cuatro meses de prisión, según se nos informa, por el supuesto delito de haberse apropiado de unas reses ajenas para lucrar con ellas.

Lo escandaloso de este asunto está en que no hay prueba alguna contra Treviño y parece que la inquina que se observa contra él, proviene del sordo trabajo de algunos malquerientes, entre los que figura un tal Eduardo Zambrano, que se dice Doctor, y que están confabulados con el Juez Villarreal y el alcalde 1º Botello, para satisfacer innobles pasiones en la persona de Treviño.

El Juez Villarreal, imitando al ya célebre Juez Pérez de aquí, agravó la pena de cinco años cuatro meses de prisión con la prohibición de leer y escribir.1 Es más fácil de imitarse el mal que el bien.

El Sr. Treviño apeló de tan inicua sentencia, y el negoció pasó en grado de apelación a la 2ª Sala del Tribunal Superior de Nuevo León, para agravar más la situación del encausado, se ordenó que su correspondencia fuera revisada por el Alcalde Botello, antes de mandarla a su destino. Treviño escribía a sus defensores en Monterrey, pero a muchas de sus cartas, quizá las más interesantes para su defensa, no se les dio curso, en virtud de la censura que sobre ellas ejercía Botello.

Por lo que dejamos apuntado, se ve que no hay justicia en Nuevo León e impunemente puede encarcelarse a un hombre, atribuyéndole la comisión de delitos que ni siquiera ha imaginado cometer. Consta por un certificado del Alcalde 1º de Bustamante, que el autor del delito que se atribuye a Treviño, es un individuo bastante conocido en aquella población, y sin embargo, el Juez Villarreal no ha hecho aprecio del certificado.

Prometemos a nuestros lectores seguir informándolos de lo que pasa en Villaldama, para que se convenzan que en la República, no se administra justicia y que las autoridades hacen lo que les place.


1 Vid., supra, arts. 41 y 63.

Nuevas energías liberales se aprestan a la lucha. Cada día toma mayor incremento la causa de la libertad. Bastó que un grupo de patriotas diera en San Luis Potosí el grito de alarma, para que desde luego los buenos mexicanos se apresten y sigan aprestándose a luchar por nuestras instituciones, tan vejadas por la Dictadura actual.

En Tlacotlalpan, Ver., acaba de instalarse el Club Liberal «Valentín Gómez Farías» y sus fundadores, inspirados de noble patriotismo, en el Manifiesto que tenemos a la vista, formulan la más solemne de las protestas de secundar de una manera eficaz y constante las manifestaciones y trabajos del Gran Congreso Liberal de San Luis Potosí.

Con gusto damos la noticia anterior que por ella se ve que los ciudadanos se han hecho el ánimo de desechar la indiferencia que estaban poseídos, para preocuparse del porvenir de la Patria.

Felicitamos por su idea a los organizadores del Club «Valentín Gómez Farías,» y como correligionarios, aplaudimos su decisión, le deseamos el mejor de los éxitos en su propaganda, de civismo y ponemos «REGENERACIÓN» a sus órdenes.

Las autoridades de Villaldama no trabajan, lo cual no es raro si se tiene en cuenta que ahora pocos funcionarios son los que procuran cumplir con su deber pero lo que más choca a los vecinos, es que ninguna mejora se haya llevado a cabo en el pueblo, de nueve años a esta parte, no obstante que pagan sus contribuciones con toda escrupulosidad.

Cuando el Municipio quiso implantar una mejora, mandó levantar un edificio para el Rastro de la población, pero tan mal acondicionado, que los vecinos no pueden soportar más la horrible pestilencia que despide.

En nada se ocupa el Municipio que sea de provecho, y el Secretario, clerical recalcitrante, en lugar de copiar minutas, redactar informes, etc., etc., ocurre a la sacristía a perder el tiempo en sonsas y vacías pláticas con el cura.

El pueblo ya no soportará tan inepto Municipio que se le ha impuesto. Quiere tener uno formado de hombres de trabajo, que se preocupen por el bien general, pero cuando ha pretendido hacer uso del derecho que concede la Constitución, votando a favor de ciudadanos honrados, la presión oficial lo ha impedido, como con escarnio de nuestros derechos acontece en nuestra infortunada Patria.

Abruma ya tanta vejación y urge que tengamos derechos y no se nos convierta en juguetes ridículos de los déspotas. Ya es tiempo de que se nos considere como a ciudadanos y no como a esclavos.

El pueblo sonorense ha hecho una representación a la Cámara de Senadores del Congreso General, con el objeto de que se declare, que habiendo desaparecido los poderes Constitucionales de Sonora, debe nombrarse por el Ejecutivo Federal, con aprobación del Senado, un Gobernador provisional para que convoque a elecciones conforme a las leyes relativas del mismo Estado.

La cuestión puede plantearse sencillamente en estos términos:

Las faltas temporales del gobernador deben suplirse, conforme al art. 70 de la Constitución del Estado, por el Vice-gobernador; y según el art.67, frac. XXII, el Congreso local debe nombrar la persona, que interinamente se encargue del Gobierno, en caso de la falta absoluta del Gobernador y del Vice-Gobernador.

De acuerdo con estos preceptos Constitucionales y en vista de que el Gral. Luis E. Torres solamente ha sido un gobernador decorativo, pues nunca ha ocupado su puesto, tomó posesión del cargo el Vice-Gobernador, D. Celedonio Ortiz1; pero por causas gravísimas fue separado del puesto dicho señor, y entonces el Congreso local, de acuerdo con la frac. XXII. del art. 76 citado, nombró Gobernador interino a D. Rafael Izábal.

Estos hechos arrojan la siguiente conclusión: el Congreso consideró que legalmente había desaparecido el Gobernador y Vice-Gobernador del Estado y que, por lo tanto, llegaba el caso provisto de la frac. XXII del art. 67 referido, esto es, el del nombramiento de un interino por la falta absoluta de aquellos funcionarios.

Una vez hecho el nombramiento del gobernador interino, y en vista de que faltaban más de seis meses para que concluyera el periodo para el que fue nombrado el propietario, el congreso debió, de acuerdo con el art. 77 de la Constitución local, convocar a elecciones extraordinarias, que no ha hecho, rebelándose contra dicha Constitución.

Esta rebelión del Congreso ha tenido como consecuencia el que Izábal haya permanecido en el poder más de los seis meses que señala el art. 11 de la Ley Orgánica del Gobierno y Administración Interior del Estado de acuerdo con el art. 77 de la Constitución.

Ahora bien, el 24 del pasado Febrero concluyeron esos seis meses y desde este día el pueblo sonorense soporta un gobierno de hecho, toda vez que la permanencia de Izábal en el Poder no está sancionada legalmente.

Por otra parte los Poderes Legislativo y Judicial no pueden funcionar sin la concurrencia del Ejecutivo, y si legalmente no hay Gobernador, queda de hecho y de derecho interrumpido el orden constitucional, porque faltando una de las partes componentes del Supremo Poder del Estado, no puede tener existencia ese poder, con arreglo al art. 42 de la Constitución local.

En consecuencia, habiendo desaparecido los Poderes Constitucionales Legislativo y Ejecutivo del Estado Sonora, ha llegado el caso, de acuerdo con la frac. III, letra B, V inciso del art. 72 de la Constitución Federal, de nombrarle por el Ejecutivo de la Unión, con aprobación del Senado, un gobernador provisional que convoque a elecciones conforme a las leyes Constitucionales del mismo Estado.

La cuestión es de gran trascendencia y esperamos ansiosos la solución que al problema de la Cámara de Senadores.


1 Celedonio Ortiz (1860-1919). Cuatro veces diputado a las legislaturas locales por el 2º Distrito de Hermosillo. En 1895, fue oficial mayor de la Secretaría de Gobierno del estado; en 1899, fue nombrado secretario. Vicegobernador constitucional, ocupó el puesto del titular en 1899 hasta el 27 de agosto de 1900. Oficial mayor del congreso local en 1913.

La sociedad esta ahíta de sangre. Nuestra República es un mar encrespado en cuya superficie hierven espumas sanguinolentas. Algunas autoridades, más o menos importantes, se entregan a la ingrata labor de matar hombres, después de haber dado muerte a las libertades; matan a los individuos después de haber asesinado todas las energías y hecho añicos todas las conciencias.

Y este cuadro pavoroso, que parece desprendido de una escena del Apocalipsis, fulgura con los fatídicos fulgores de la muerte y de la barbarie.

En la sección informativa de nuestro periódico1 podrán enterarse nuestros lectores de cómo una autoridad asesina; de cómo una autoridad rebelde a los más rudimentarios sentimientos de humanidad escoge a su víctima, prepara el lugar en que deba representarse la tragedia, y no teniendo valor para empuñar ella misma el arma homicida, cede esa satisfacción a hombres de inclinaciones perversas, para que con pulso firme desgarren sin piedad la carne de un infeliz inmolado en aras de la maldad y el crimen.

Al crimen, que por sí sólo basta para causar náuseas y que con sólo imaginárselo estremece, se ha necesitado aumentar su horror, acrecentar su pavura, subrayándolo con el salvaje detalle de que una autoridad sea quien lo perpetre.

El hecho es de angustiosa trascendencia. Él abre un profundo surco en la convicción de que no hay seguridad en la República, porque no basta que el salteador de oficio permanezca como una amenaza a las vidas y haciendas de los caminantes; no basta que el valiente de arrabal atente contra la vida de los transeúntes, sino que se necesita, además, que algunas autoridades se coludan con los malhechores para el ejercicio de una carrera de infamia y de escándalo.

Creíamos que ya habían cesado las violencias, que nada perturbaría la calma de esta paz; de que tanto alarde se hace, y que el progreso y la felicidad de la nación no tendrían necesidad de sustentarse en los macabros cimientos formados con los cuerpos de sus hijos.

El hecho es de angustiosa trascendencia, repetimos. Es un ejemplo de inmoralidad para las naturalezas predispuestas al crimen, porque a fuerza de presenciar salvajes atentados, llegan a la convicción íntima, profunda, de que arrancar una vida es bueno, de que el oficio de verdugo es noble y de que todo hombre tiene derecho de matar a sus semejantes, porque así lo hacen ciertas autoridades, porque lo que hacen las autoridades es lícito, y se confirma, por lo tanto, la razón suprema de los caracteres patológicos: si lo que se considera como delito queda impune, no es tal delito.

Esto es bochornoso y es desquiciador, porque la autoridad está nombrada para guardar y hacer guardar el orden; la autoridad está nombrada para proteger a los habitantes de una aldea, de una ciudad, de un Estado, de una nación, y mal puede proteger a los habitantes cuando ella misma, esto es, el guardián, no se tienta el corazón para asestar una puñalada, no le tiembla el pulso para disparar un balazo ni su voz para ordenar con ánimo sereno el asesinato de un infeliz en las orillas de cualquier poblacho.

Tenemos que convenir forzosamente que para que haya verdadero progreso, para que la paz no tenga asiento en los sanguinolentos despojos de los ciudadanos, es necesario que todas las autoridades sean honradas, sin que haya alguna que para desembarazar de supuestos obstáculos el camino del despotismo se entregue a la cobarde obra de decretar la muerte o la proscripción de sus censores.

Seguramente que nadie tendrá confianza en la autoridad que asesina, pues si el forajido infunde terror, más grande es el terror que infunde la autoridad, porque el hombre que se encuentra frente a frente del forajido debe suponer que la defensa es forzosa, que si no lo hace perecerá indudablemente, pero cuando tiene que habérselas con la autoridad asesina, toda defensa es inútil, todo esfuerzo vano, en razón de que la autoridad todo lo puede.

Las crueldades de los encargados de velar por intereses de la sociedad dan por resultado que la autoridad pierda su prestigio y que se la tome no como una institución que requieren los pueblos para no vivir en la anarquía, y que, por lo mismo, es indispensable para la seguridad social, sino como un verdugo puesto siempre a descargar sus golpes mortales haya o no razón para ello. Entonces la autoridad será objeto de enojo para los hombres, que ven en ella un peligro más bien que un guardián, en virtud de ser una amenaza más bien que una garantía.

Y viene entonces una consecuencia terrible para el buen orden de la sociedad. Al no contar la autoridad con las simpatías de los ciudadanos, las conciencias se extravían, y comenzando por no respetarla, se producirá el caos y la disolución.

Bueno es que se evite ese antagonismo fatal entre la autoridad y los asociados, y para ello basta con que la autoridad respete los derechos de los ciudadanos, que comprenda que el pueblo la ha instituido no para que le agobie ni para que lo mate, sino para su seguridad y defensa.

Basta ya de sangre. Basta ya de asesinatos que nos ponen en caricatura ante la burlesca contemplación del extranjero, que terminen para siempre esos actos de barbarie por los que se hacen más temibles ciertas autoridades que el más desalmado de los bandoleros.

No queremos más sangre, y si se empeñan en que la haya, que así se nos diga con franqueza, para saber siquiera que si no morimos de alguna enfermedad infectocontagiosa caeremos al golpe de cualquiera autoridad brutal, o que, en suma, se haga saber que estamos condenados a perecer en un amargo mar de odios y venganzas oficiales a donde seremos arrastrados por una oleada de salvajismo y de barbarie.


1 Véase infra, art. núm. 445.

Ramón Barreda, el autócrata de Candela, Coah., aquel que ordenó a su mozo, improvisado de Comandante de Policía, que pusiera presos a los honrados ciudadanos que se propusieron instalar el Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” continúa dando muestras de su odio por las ideas liberales.
Barreda, dio permiso para que la banda municipal amenizara los entreactos de una función dramática realizada por el Club Liberal “Ignacio Zaragoza” a beneficio de la instrucción pública, pero después, amedrentado sin duda por la excomunión que sobre él recaería, faltó a su palabra.

Una comisión integrada por honorables personas de Candela, se acercó a Barreda a pedirle con toda corrección, que cumpliera su ofrecimiento, pero en lugar de lo ofrecido, sufrieron una tempestad de soeces denuestos que sobre ellos desató el colérico Alcalde.

Tan pagado está ese Alcalde de su inmerecido cargo y tan ignorante y arbitrario es, que infringiendo el art. 9 de la Constitución, impidió que se reunieran varios ciudadanos honrados, poniendo por pretexto que no tenían permiso de la autoridad para reunirse, por lo que se ve que Barreda es tan voluntarioso como la Policía de Oaxaca de que ya hemos hablado en números anteriores.

Los agraviados harían bien en acusar a esa autoridad, por las vejaciones que comete valiéndose de su mediocre cargo.

De modo, que no sólo el Coronel Ahumada y el Gral. Reyes odian a los Clubs liberales, sino que descendiendo a las últimas capas de la masa burocrática que oprime a la Nación, se encuentran en ellas sedimentos malsanos que fermentan en las obscuridades de los villorrios, y esos sedimentos, esas heces de la autocracia, producen extraños delirios en los obtusos cerebros de humildes sultancillos, que se crecen en sus puestos merced a las absurdas complacencias que los magnates gustan de dispensar a sus esbirros, aun a los más obscuros e insignificantes.

Conviene que los ciudadanos de Candela se pongan de acuerdo en un candidato para Presidente Municipal y ejerciten su poder en las próximas elecciones municipales.

De ese modo se libertarán de tan insufrible déspota.

El tristemente célebre Juez de 1ª Instancia de Hermosillo, Son., Lic. Germán Velasco, agobiado por tanta consigna y rendido a la fatiga de tantas dislocaciones y tortura de leyes, decidió gozar de una licencia de dos meses. Marchó a La Paz, B. C., seguido de su familia y de las maldiciones de sus innumerables víctimas.

Lo que desean los sonorenses, y muy especialmente los periodistas honrados, es que se conceda al Juez Velasco una licencia ilimitada, o más bien, que se le destituya, para evitar que siga dando el inmoral espectáculo de tan frecuentes transgresiones a las leyes

Pretendiendo imitar el cura de Lampazos, N. L., porque su cerebro entenebrecido por el Ripalda y atrofiado por la aridez de los misales, es incapaz de fecundas iniciativas, pretendiendo imitar, decimos, los trabajos del “Club Liberal Lampacense” a fin de arbitrarse recursos para la construcción de unas torres en la fea iglesia de aquella ciudad, se entrevistó con algunas beatas y algunos cuantos mojigatos para organizar una kermesse.

Las señoras y señoritas, considerando que la fiesta a que invitaba el cura, tenía por pretexto el allegar fondos para una obra ridícula, en lugar de destinarlos a la beneficencia o para fundar alguna escuela, y sospechando además, que la fiesta no sería tal, sino una reunión fría y desabrida con aspecto más monacal que un claustro, decidieron no asistir a la fiesta.

Resultado: la fea iglesia quedará sin torres y el cura tendrá que emigrar de una ciudad en donde no tiene adeptos.

Pero como nota desconsoladora en esa población netamente liberal, puede citarse un convento disfrazado de escuela, en el que sin pudor se infringe la ley, se blasfema contra nuestros héroes, y se hace mofa en tan repugnante lugar, de nuestras legítimas glorias.

Ponemos en conocimiento de las autoridades la existencia de ese convento, aunque sepamos que no se impondrá castigo a los transgresores de la ley, para no contrariar la necia política que el Presidente observa para con la sucia facción conservadora que a todos domina, porque lo domina a él.

El más pestilente de los rezumos de una cloaca, no produce indudablemente tanto asco, tan profunda repugnancia como el asco y la repugnancia que origina el asesinato, cuando la mano que corta una vida es dirigida por la autoridad. Por eso repugnó y escandalizó tanto el asesinato de Arnulfo Arroyo.

Se dice que el Jefe Político de un Distrito de Puebla mandó a asesinar, del modo más cobarde, a una persona bastante conocida en la localidad.

Para perpetrar el crimen, se escogieron verdugos avezados en la carrera del asesinato, desalmados, crueles y feroces; se escogió también para teatro de tan espeluznante suceso, un lugar situado fuera de la población. Los esbirros se apoderaron de la víctima, la vendaron y la condujeron por extraviados senderos al lugar del sacrificio, donde con alarde de saña, de vileza y de bestial furor, la acribillaron a balazos y puñaladas.

Los esbirros, creyendo muerto al infeliz hombre, regresaron tranquilamente, pero al siguiente día, alguien que acertó a pasar por el lugar del crimen, vio al hombre herido y marchó a dar aviso de su encuentro al Juez del lugar, el que recibió la declaración de la víctima.

El hecho es bastante significativo, el nos convence y convence a los individuos más optimistas, de que hay Jefes Políticos que a satisfacción desempeñarían las funciones de verdugo, y que, de la mejor buena voluntad, trocarían la forma humana que el capricho de la naturaleza plugo darles, por la manchada piel de la pantera o la elasticidad pasmosa del crótalo.

Hay Jefes Políticos formados de una pasta amasada por el rencor y el odio, con todas las hieles y todos los venenos. Para ellos, la vida del hombre nada significa, y ven con envidia a los tétricos mochuelos porque les irrita no tener la satisfacción de morar en los pantanos, para tener el gusto de vivir entre los muertos.

Y abundan asumiendo Jefaturas Políticas esos caracteres morbosos; los encontramos en esos puestos, sentados sobre la ley y teniendo en la mano no las balanzas de la Justicia, sino el puñal del condottieri.

La autoridad que se guía por sus pasiones y obedece al instinto bestial de la destrucción de la especie, es desquiciadora, y es inmoral que por sólo el deseo de desembarazarse de un enemigo, se le manda asesinar, reproduciendo con cárdenos tintes las siniestras escenas que han dado pavorosa fama a las sinuosidades de la Calabria.

Urge que el Gobernador Martínez, si es que quiere dejar algo bueno para la Historia de su funesta administración pública excite a las autoridades a que cumplan con su deber castigando severamente a los heridores de la persona a que nos referimos, y que ignoramos su nombre.

Ya es tiempo de que se orée la sangre que empapa el territorio del Estado de Puebla, sangre de víctimas inmoladas por autoridades.

La inmoralidad administrativa, como todo mal, continúa contagiando a los individuos predispuestos a contraer esa enfermedad.

En Tepecoacuilco, Gro., funge de Juez del Estado Civil un individuo apellidado Hernández, que se permite el lujo de cobrar honorarios por los registros que practica en los libros de la Oficina.

Hace poco que, obedeciendo a su indebida práctica, cobraba tres pesos como honorarios por la inscripción de un niño que nació muerto. El padre del niño no tuvo a la mano tal suma y sin duda hubiera quedado insepulto el cadáver, si una persona caritativa no hubiera facilitado la suma que el Juez cobraba.

La misma costumbre de cobrar honorarios tiene los demás Jueces del Estado Civil de Guerrero, según se nos informa.

Ese abuso debe ser corregido con severidad, porque trae serios perjuicios, pues si un gran número de habitantes de la República no asisten a las oficinas del Estado Civil a cumplir con la ley, aun sabiendo que no se necesita pagar honorario alguno a los empleados de dichas oficinas, menos asistirán, cuando, además de tener que vencer la repugnancia que en la gente ignorante produce todo lo que sea presentarse ante una autoridad, tienen que pagar por sufrir por lo que para el vulgo es una molestia.

Con tan torpes procedimientos, los Jueces del Estado Civil hacen odiosa una institución tan poco comprendida por el pueblo, y merecen ser castigados con energía, pues no solamente exigen la retribución de un trabajo que ya tienen retribuido, sino que causan un gran mal a la sociedad a favor de la cual se estableció la institución que desprestigian con su inmoral sed de lucro.

De desearse es que, para evitar más abusos de esa naturaleza, se fije en lugar visible de las Oficinas del Estado Civil la prevención relativa a que son gratuitos los actos del registro civil. Así no se abusará más de la ignorancia, ni se estafará al pueblo.

Con el título de «¡¡Sonora Peligra!!» pública nuestro valiente colega El Estado de Sonora, que se edita en Nogales, un enérgico artículo llamando la atención del Gobierno General de la República sobre la interminable serie de tropelías que se cometen en este lejano Estado, tropelías que nos desprestigian a los ojos de las naciones extranjeras y especialmente ante los del vecino del Norte, en donde comienza a comentarse en términos vivos y calientes la triste situación de ilotas del pueblo Sonorense.

Se trata principalmente de un hecho al que nos hemos referido ya en nuestro periódico: la esclavitud en Yucatán y la complicidad del gobierno de Sonora que, como un negrero vulgar, fomenta esa esclavitud con la remisión constante de los hombres, mujeres, niños y ancianos aprehendidos en calidad de yaquis, sin serlo algunos de ellos. Es bochornoso lo que pasa. La prensa Norte-americana censura ya agriamente ese procedimiento, por inmoral e inhumano y es forzoso contener esa serie de comentarios que nos desprestigian en medio a nuestra alharaquieta civilización.

El Gobierno de Sonora es el principal factor de este desprestigio, y a ese Gobierno se adhiere el federal que permite esas manifestaciones de salvajismo, y no solamente las permite y consiente, sino que presta su ayuda efectiva facilitando los medios de transporte de esta legión de infelices.

Y es muy notable que la saña de esos negreros se ejercita principalmente sobre mujeres y niños. Se necesita este toque crudo para subrayar esa infamia.

Felicitamos a nuestro querido colega por haber tocado con tanta energía este punto negro de nuestra historia contemporánea, y lo excitamos para que siga descubriendo las llagas de la funesta administración de Izábal.

”….la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos de otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados…..”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)

(CONTINÚA)
Por exceso de material, no apareció esta sección en nuestro último número, lo que ha motivado un recargo de notas, sobre la seguridad de la República. Muy a nuestro pesar, pasaremos por alto algunas de ellas, que vendrían a robustecer nuestra opinión sobre que es infundada la declaración dogmática de nuestro Presidente. Sin embargo, alinearemos algunas que, unidas a las anteriores lleven al ánimo de nuestros abonados, la convicción de la inexactitud, del Informe Presidencial.

De la hacienda de «La Encarnación,» cercana a la Villa de Nicolás Romero, antes (San Pedro  Atzcapotzaltongo) estado de México, se dirigía a su hogar un joven operario de esa finca de campo, cuando de improviso, en el punto llamado «El Mogote,» le salieron al encuentro dos hombres, que lo amenazaron con pistolas para robarle la raya que había obtenido en la Hacienda. Como el joven se resistiera, los asaltantes lo ataron de las manos, lo despojaron del dinero y lo arrojaron en una barranca, en donde se encontraban dos indígenas, amarrados también, víctimas de los mismos asaltantes. Estos no han sido aprehendidos.

La audacia de los bandidos ha llegado hasta despojar a los individuos investidos con los atavíos de la justicia. Al Lic. Federico Pereza Rosado, Juez de 1ª Instancia de Tlalpam, le allanaron su morada y le extrajeron objetos por valor de 200 pesos. La policía aprehendió, como lo acostumbra, a algunos sospechosos, que a la postre resultarán inocentes, pero con algunos meses o años de injustificada prisión.
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En la cuesta del Salitrillo, cercano a Pueblito de Rocha, Gto., fue asaltado el arriero Isabel Araujo, (a) El Inocente, por cuatro individuos, quienes lo golpearon, lo amarraron fuertemente, le quitaron dos pesos veinticinco centavos, su sombrero, su blusa y su gabán. El arriero no pudo defenderse por no llevar armas, pues en el Estado de Guanajuato se prohíbe la portación de ellas a los que no pagan una contribución. En cambio no se cuida de la seguridad de los caminos.
Parece que el prefecto de Tacubaya es inepto para cumplir con su deber, pues con mucha frecuencia se suceden unos a otros, en su jurisdicción, los ataques a la propiedad, sin que ello de margen a mayor vigilancia por parte de dicho Prefecto. En la 1ª calle de Chapultepec, perteneciente a Tacubaya, unos ladrones facturaron la cerradura de la puerta de la casa que habitaba el Sr. Pablo Salvatori, y se llevaron una cantidad de dinero y algunas valiosas prendas de ropa.

Al Sr. Bonifacio Conde, que habita en la Colonia Chapultepec, perteneciente a Tacubaya, le fue asaltada su casa, trepando los ladrones por una barda, y desaparecieron dos colchones, cinco almohadas, cuatro sabanas, cuatro frazadas, cinco gallinas y un gallo, además de otros objetos de poco valor.
La policía no se enteró de esa mudanza.  

Dos casos de robo con horadación se efectuaron últimamente. Uno en la calle de Vidal Alcocer, de esta capital, en una fábrica que tiene establecida el Sr. Santiago Villaseñor, a quien le robaron cuarenta metros de tela. Se aprehendieron sospechosos. El otro, en el pueblo, de San Gerónimo, de la prefectura de Coyoacán, D.F., en una casa que habita D. Andoquio Sánchez, a quien le robaron un reloj de pared, un cobertor, una petaca, cien pesos en plata, algunos documentos de propiedad y otros objetos de valor. Se libraron las ordenes de aprehensión  contra los culpables, pero no se sabe quienes sean ellos, ni se sabrá nunca. En cambio se aprehenderá a inocentes en calidad de sospechosos.
  (CONTINUARÁ)

El Club Liberal «Melchor Ocampo» de Puebla, trabaja activamente para formar su Biblioteca.

Numerosos donativos se han hecho por personas de buena voluntad, que quieren contribuir a la gran obra de la educación popular, siendo de notar que el elemento femenino, como ha sucedido en otros Estados, se muestra desprendido y entusiasta, contribuyendo con notables obras al enriquecimiento de la Biblioteca.

Digna de sincero elogio es la conducta patriótica de las damas de Puebla, a las que, como liberales que somos, hacemos presente nuestro reconocimiento por contribuir de manera eficaz a la difusión de los santos principios democráticos.

Ya otra vez lo hemos dicho: si simpatizan y admiran las manifestaciones patrióticas, admiran más y simpatizan y cautivan esas manifestaciones, cuando provienen por parte de las damas, porque llevan el prestigio y el delicado perfume femeninos.

Que tan estimables damas continúen en su empresa, por la que recibirán la admiración de los hombres honrados y la gratitud nacional.

El «Club Liberal Lampacense,» infatigable propagador de los principios liberales, celebrará hoy su segunda conferencia.

En ella disertará el socio Sr. Adolfo Rodríguez1, sobre el artículo 8º de la Constitución; los Sres. Luis G. Ávila y Mauricio González, sobre el artículo 9º, y otro de los socios sobre Derecho Municipal. Ya daremos a conocer el resultado de esta conferencia  para la que hay gran entusiasmo, preparándose el elemento femenino y el pueblo a asistir a ella para asimilar las sabias doctrinas democráticas.

Hoy también, en Asamblea general, se tratarán varios nobles asuntos. El Sr. Ing. Francisco Naranjo h., leerá una enérgica protesta contra las inscripciones que el Gobernador Mainero, pretende que se graben en el monumento que se proyecta levantar al traidor Iturbide.

Hay que notar, que a las sesiones públicas del «Club Lampacense,» asisten infinidad de personas, dando animación a estos actos el bello sexo, que se muestra entusiasta por la causa de la libertad.

Para obtener fondos con qué emprender innumerables trabajos de propaganda liberal, el Club Lampacense organiza fiestas, improvisa funciones dramáticas, conciertos, etc., etc. Y para todas estas fiestas contribuyen con una buena voluntad que las enaltece, las bellas damas de Lampazos, N. L. Próximamente se pondrá en escena la última obra de Pérez Galdós, ELÉCTRA2, que desempeñarán las más distinguidas damas y los Sres. Ing. Francisco Naranjo h. y Vidal Garza Pérez, personas que poseen las raras y envidiables facultades de dominar a conciencia el difícil arte de Bernard y Coquelin3.

Con actividad trabaja el Club para la fundación de una escuela de adultos y prepara también los elementos necesarios para publicar el órgano de la agrupación. Este periódico será uno de los mejores de la República, en virtud de que en él escribirán plumas avezadas en las luchas periodísticas y difundirán la sana doctrina que sólo son capaces de difundir los espíritus convencidos y los hombres de buena voluntad.

Felicitamos al «Club Liberal Lampacense» por su desempeño, bien loable por cierto, de trabajar sin descanso, por la regeneración política de nuestra patria.


1 Adolfo Rodríguez, editor de La Bandera Roja, El Paso, Texas, E. U. A. (1905?).
2 Benito Pérez Galdós. Electra. Obra teatral estrenada en Madrid el 30 de enero de 1901, causando gran revuelo en la pugna entre conservadores y liberales, por su punzante contenido político. A causa de su mensaje anticlerical fue prohibida en varias diócesis españolas. Dio origen a la revista literaria del mismo nombre.
3 Benoît-Constant Coquelin  (1841-1909). Actor francés; reconocido por su capacidad para interpretar diversos géneros dramáticos. Realizó una gira por Europa y América entre 1886 y 1890. Particularmente célebre fue su representación del Cyrano de Bergerac, de Rostand. De enero a abril de 1889, se presentó en México, con obras como TartufoThermidor y La dama de las camelias. En 1900 emprendió una nueva gira por Estados Unidos, acompañado de la actriz Sarah Bernhardt.

Correspondiendo a la invitación hecha por el CLUB LIBERAL «PONCIANO ARRIAGA» de San Luis Potosí, a los liberales de la República, para que nos organicemos en debida forma y velemos por el fiel cumplimiento de nuestras libérrimas instituciones: los liberales de esta ciudad, aceptando dicha invitación, hemos organizado un Club Liberal denominado «IGANACIO ZARAGOZA» cuyo programa se acomodará en todo lo posible a las Resoluciones tomadas por el Primer Congreso Liberal, cuya instalación se verificó en San Luis Potosí.

Y a fin de poder relacionarnos con los demás Clubs del mismo género, expedimos la presente circular, con objeto de ofrecer nuestros débiles esfuerzos para coadyuvar al noble fin de sostener y propagar nuestros principios liberales.

La Directiva de este naciente Club, está formada como sigue: Presidente, Ingeniero Luis Pérez. – 1er Vocal, Manuel Rodríguez.- 2º Vocal, Catarino Salinas.- 3º Pilar L. de Guevara.- 4º Vocal, Pablo Z. de Hoyos. -5º Vocal, Carlos S. Treviño.- 6º Vocal, Apolonio Santos.- Tesorero Narciso Romero.- Secretario, Atilano Rodríguez.- Prosecretario, M. L. de Guevara.
Libertad y Reforma. C. Romero Rubio. Marzo 31 de 1901.- El Presidente, Ingeniero Luis Pérez.- A los CC. Directores de REGENERACIÓN, México, D.F.

Felicitamos a los dignos ciudadanos de Candela (C. Romero Rubio), Coah., por el éxito que han alcanzado, fundando su club a pesar de las torpes amenazas del clerical Alcalde Barreda, tristemente célebre por su inquina contra todo lo que se refiere a manifestaciones populares.

Trabajen con entereza, fijándose en las causas que han motivado nuestra decadencia social y política, y que son, el entronizamiento de una Dictadura absorbente y el funesto maridaje de una Dictadura con el enemigo jurado de la libertad, el fraile.

Estos dos elementos, tienen que ser combatidos enérgica y virilmente por los verdaderos liberales, aquellos que no se concretan a desahogar sus iras sobre el fraile solamente, sino que escudriñan los orígenes de nuestro abatimiento y tienen valor para señalar las causas que lo han producido y que son las mismas de todas las épocas y todas las naciones, el contubernio de la Iglesia y el Estado, fomentado por el clero y visto con punible benevolencia por los gobiernos despóticos, que encuentran en tan inmundo consorcio el mejor de los sostenes para fraguar la muerte de las libertades públicas.

No pudiendo la administración curielista, ahogar las protestas de la prensa independiente, a recurrido a medios malsanos que descubren su impotencia a las abrumadoras y compactas argumentaciones de los periodistas honrados. Agotó esta administración las persecuciones por supuestos delitos de imprenta y se ha arrojado en brazos de los polizontes vengadores.

Se persigue al Sr. Notario Francisco L. Navarro1, Director del sesudo colega La Libertad, por supuestas injurias a un gendarme. Al joven Juan B. Villaseñor se le castiga por una falta semejante. Igual castigo sufre D. Cleofas Rodríguez, y con igual pretexto se arresta a D. Ramón Agredano.

Acaba de ser encarcelado D. Atilano Zavala, Director de La Linterna de Diógenes, y sentenciando a 30 días sin el beneficio de condonación de pena, por riña y escándalo en la vía pública, y el Sr. Zavala, como las otras personas mencionadas anteriormente, observan siempre una irreprochable conducta social, lo que es público y notorio en Guadalajara. Sobre la aprehensión del Sr. Zavala, tenemos preciosos detalles que hacen burdo y más innoble el procedimiento de los polizontes jaliscienses. El Sr. Zavala, reconvenía mesuradamente a un individuo por su torpeza al caminar, pues le había dado un fuerte empellón. Retirábase ya el Sr. Zavala cuando ese individuo le dio un golpe en la espalda. El Sr. Zavala llamó a un gendarme e hizo conducir al hombre que se fingía ebrio, a la Comisaría 3ª, retirándose a su casa. A poco rato el Sr. Zavala fue aprehendido, acusado de haber atropellado y golpeado a un individuo, contra lo que protestó; pero a pesar de sus protestas y de la declaración de una persona que había presenciado el caso, el Sr. Zavala  fue encerrado en un calabozo sentenciado y al día siguiente.

Este procedimiento contra los periodistas independientes, no puede ser ni más bochornoso, ni más innoble. A falta de argumento, se emplea el procedimiento soez y vulgar. Este es un borrón más en las páginas ya bien borroneadas de la historia de la administración curielista.


1 Francisco L. Navarro. Periodista jaliciense, en su bisemanario La Libertad, mantuvo posturas inicialmente liberales y anticlericales, luego reyistas y maderistas. Regresó a sus posturas iniciales.

La procacidad en la prensa, es un vicio que causa general desagrado, porque el periódico propiamente dicho no es lo más apropiado para estampar desahogos personales; para ello, está el libelo.

El lenguaje del periodista podrá ser más o menos vehemente, más o menos duro o severo y dirá con mayor o menor franqueza el concepto que se ha formado de una administración, pero sin llegar nunca al denuesto, que no es otra cosa que la injuria gratuita, el deseo de atacar sin motivo alguno justificado y noble, como el bien general, sino el ataque y la injuria, la injuria sobre todo, por el solo placer que en ello experimentan los hombres depravados.

Pero si el denuesto choca en el periodista vulgar, repugna cuando el periodista que redacta los periódicos oficiales de los gobiernos, se hecha en brazos de tan grave vicio.

Por esa razón hemos visto con profundo disgusto, el tono profundamente agresivo que ha alcanzado en sus últimos números el Periódico Oficial de Tamaulipas, con motivo de las vehementes, duras, severas, pero justísimas protestas de la prensa y clubs liberales, contra el imprudente proyecto del Gobernador Mainero de erigir un monumento al traidor Agustín de Iturbide.

El Periódico Oficial ha olvidado su papel, porque no se concreta a defender al antipatriótico proyecto, sino que, asumiendo el carácter que el periodismo de combate no se atreverá a asumir, ataca con furor, con pasión y con denuestos, como cualquier libelo, a todos los que sabiendo que el verdadero patriotismo no puede, no debe transigir con la idea de enaltecer a los traidores, han hecho oír la protesta que su honradez les exige que formulen.

La insignificancia es vanidosa; la rana ve con desprecio al buey y el salitre carcome el pedestal del coloso. El Periódico Oficial de Tamaulipas, insignificante, pequeño y anodino, se hincha hasta reventar y grita hasta enronquecerse, manifestando su desprecio a la prensa nacional, que patriota y honrada, ha protestado contra al antipatriótico proyecto ideado por el conservador gobernante.

Creemos que para ciertos escritores sin carácter y sin convicciones, el dinero sea una razón poderosa para defender entuertos, pero nunca nos habíamos imaginado que las plumas mexicanas, por unos cuantos cuartos, llegaran al extremo de hacer burla del patriotismo y de enaltecer los actos que están en abierta pugna con el buen nombre de la Patria. En suma, creíamos que por paga, los escritores faltos de escrúpulo, vendían sus conciencias pero no su amor a la Patria.

El Periódico Oficial de Tamaulipas, está fuera de su papel. Debe concentrarse a explicar el móvil de su gobierno para la erección del monumento, pero nunca debe atacar. El periódico oficial no debe ser periódico de combate. Su misión consiste más bien en conciliar los ánimos, que herirlos para exaltarlos más.

Haría bien el Gobernador de Tamaulipas en cerrarle la boca a su periódico, porque en lugar de defenderlo, lo desprestigia más de lo que está por su imprudente y antipatriótico proyecto.

Escribimos estas líneas agobiados por una decepción dolorosa, más dolorosa aún por lo inesperada. Creímos, torpemente, con esa torpe manía de suponer que sobre las conveniencias políticas o personales había de surgir e imponerse alguna vez la bella tradición de nuestras liberales instituciones, que la 2ª Sala del Tribunal Superior del Distrito cerrase en este asunto los oídos a consideraciones extrañas a la ley; pero contra nuestras prevenciones, contra las prevenciones del público sensato, contra las prevenciones de la ley, los Magistrados del Tribunal Superior han amalgamado sus aptitudes ocn las aptitudes del Juez Pérez de León. Con muy insignificantes discrepancias, caminan paralelos en criterio de los Magistrados del Tribunal Superior y el Juez Correccional. De manera que, cuando se trata de juzgar periodistas independientes, se toman del brazo Magistrados que debían permanecer siempre serenos, con Jueces que aventuran con torpeza sus servicios políticos (adhesión incondicional y defensas rabiosas del poder.)

La parte resolutiva de la sentencia que acaba de dictar el Tribunal en este asunto, es la siguiente:

El Sr. Remigio Mateos, Director que fue del semanario, sufrirá 1 año 2 meses de prisión, contados desde el 27 de Agosto y con deducción del tiempo que disfrutaron de libertad bajo caución.

El joven Alfonso Cabrera, que solamente estaba encargado de la contabilidad del periódico, sufrirá 7 meses de arresto desde la misma fecha y con la misma deducción del anterior.

El Regente Román Delvaille, 4 meses de arresto, contados desde la fecha en que ingrese a la prisión y Luis Mata, encargado de la tipografía literaria en la cual se tiró uno de los números denunciados, 2 meses de arresto.

Las prensas y piedras litográficas pertenecientes a D. Daniel Cabrera, fueron decomisadas, y la prensa de D. Luis Mata le será devuelta.

La sentencia deberá publicarse en «El Mundo,» «Popular» y «Universal,» a costa de los reos, por tres veces, y en «El Hijo del Ahuizote» por una sola vez.

Nos proponemos estudiar seria y detenidamente ese fallo inicuo para que el público vaya conociendo a los funcionarios en quienes está depositada la Justicia en el infeliz Distrito Federal.

Innumerables son las quejas que tenemos de arbitrariedades cometidas por las autoridades de Sinaloa. Los habitantes del Estado no pueden soportar más las vejaciones de que son víctimas, vejaciones que quedan impunes, pues cuando un ciudadano acusa a los funcionarios despóticos, en lugar de justicia, reciben con sangrienta burla a sus derechos ultrajados, la absolución del empleado corrompido y las persecuciones, que en ejercicio de mezquinas venganzas, ponen en juego los mandatarios que gustan de ceñir sus actos al capricho y la ley de la voluntad.

En Badiraguato, pesan cuatro funestas personalidades, que como en castigo de tremendas culpas han sido impuestas sobre de este Distrito, y son el Prefecto Abitia, el Juez de 1ª Instancia Pedro Cañedo, el Recaudador de Rentas y el Agente de Minería.

Los cuatro personajes se han confabulado para esquilmar al desgraciado pueblo.

Abitia cobra multas indebidas, persigue a las personas que no comulgan con sus ideas, las destierra o las consigna al servicio de las armas.

El recaudador grava inmoderadamente las negociaciones de los comerciantes que no son afectos a él, llegando a cobrar cantidades enormes por la elaboración de artículos que en la plaza tienen vil precio.

El Juez Cañedo, pariente del Gobernador, ha hecho a un lado las leyes y no aplica más principios que los de su conveniencia. Las causas duermen en los estantes bajo una gruesa capa de polvo, los presos de la cárcel, muchos inocentes, se resignan a sufrir injustas prisiones que se prolongan indefinidamente, hasta que el Juez está de humos para despachar.

El agente de Minería es a la vez Agente del Timbre, regidor del ayuntamiento y Tesorero Municipal, descuida la Agencia de Minería, no desempeña la del Timbre, en el Ayuntamiento nada hace de provecho y la tesorería Municipal no tiene principio ni fin.

Ninguno de todos estos funcionarios sirve para desempeñar debidamente los puestos que se le han encomendado, pero si sirven para infringir la ley a la sombra del complaciente Gobernador de Sinaloa.

Continúa en Chihuahua la presión del Gobierno sobre el Club Liberal «Esteban Coronado.»

Recordarán nuestros lectores que en uno de nuestros anteriores números1, dijimos que el Coronel Ahumada no le simpatiza el hecho de que se instalen Clubs liberales en Chihuahua y ejerce presión sobre los ciudadanos, para que no prosperen los ideales democráticos.

Se recordará también que dijimos, que el Presidente de la agrupación liberal que se había formado, en una persona desprovista de valor civil y que atiende más a las autoritarias indicaciones del Gobernador, que a las nobles exigencias de los principios liberales.

Los miembros del Club Liberal «Esteban Coronado» se muestran disgustadísimos con la conducta del Coronel Ahumada, quien no sólo ejerce una perniciosa influencia sobre el Presidente del Club, sino que él influyó para que fuera encomendado tan elevado cargo a este ciudadano falto de libertad y de energías.

Mientras las demás agrupaciones que forman parte de la gran confederación de Clubs liberales, hacen patentes sus deseos de trabajar por la regeneración social y política de nuestra Patria y establecen bibliotecas, organizan conferencias públicas, fundan periódicos, formulan excitativas, y hacen una propaganda activa, eficaz, honrada y valiente de las ideas liberales, el Club «Esteban Coronado» gracias a la falta de carácter de su Presidente y Vicepresidente, permanece inactivo por no disgustar al coronel Ahumada.

Conveniente nos parece, que ya que los miembros de dicho Club están descontentos con la mala dirección que a la agrupación imprimen su Presidente y Vicepresidente, elijan para desempeñar esos cargos a personas de arraigadas convicciones, para no verse obligados a soportar el bochorno de que dadas las inclinaciones de esas personas, el Club sólo vaya a servir para felicitar al Gobernador el día de su santo y llevar a cabo para con el Coronel Ahumada, las necias prácticas del Círculo de Amigos del Presidente.

En Chihuahua, como en toda la República, no hay libertad, sólo que en aquel Estado se ha llegado hasta el extremo de oponer obstáculos a los ciudadanos para que no ejerciten los mermados derechos que la Dictadura nos ha dejado como gracia.


1 Véase supra, art. núm. 359.

Es muy curioso el procedimiento del Juez Vea, de Culiacán. Confecciona leyes a su antojo y las lleva a la práctica a pesar de la rechifla pública. Cierto es que a ésta se hallan tan acostumbrados los funcionarios sinaloenses, que sienten la nostalgia de ella cuando no se les ovaciona.

Ante el Juzgado Menor que tiene a su cargo el Sr. Vea, cargo enorme en relación a su pequeña talla de jurista, fue demandada una persona por no haber podido cumplir una cuenta. El deudor, hombre honrado, pero escaso de elementos pecuniarios, confesó la deuda y fue condenado a saldarla.

Perfectamente; pero cuando se fijó un plazo al deudor para hacer el pago y no lo efectuara por continuar escaso de numerario y carecer de bienes, el Juez Vea le impuso una multa de cinco pesos por desobediencia a un mandato de la autoridad. No paró ahí todo, sino que ese Juez, en vista de que el demandado no pagaba la multa, se dirigió a la Prefectura pidiendo se le mandase aprehender y se le encarcelara.

Hay alcaldadas mayúsculas; pero ésta las sobrepuja hasta parece hiperbólica. Poco, escasísimo, casi ningún criterio jurídico debe tener el Juez Vea, lo que ameritaría su inmediata destitución si su alcaldada no fuese cubierta con el velo de la protección complaciente tan vulgar en Sinaloa.

En nuestro número anterior1 publicamos varias noticias relativas a Villaldama, N. L.

Esas noticias las entresacamos de varias cartas anónimas que hemos recibido de aquella población, y en las que se hacen cargos tremendos a las autoridades.

Las noticias las hemos publicado contra nuestro propósito de no hacer aprecio de anónimos, porque se nos ofreció que cuando viniera al caso, darían sus nombres los informantes.

Ahora hemos recibido varias cartas en que se desmienten, si bien es cierto que no todas, sí algunas de las noticias. Estas cartas vienen calzadas con firmas de personas que nos merecen toda consideración, y por lo tanto, deseamos saber si hemos sido engañados por los anónimos informantes, o bien si ellos son los que han dicho la verdad, y al efecto, los invitamos como hombres de honor que suponemos que son, a que se descubran y den sus nombres.

Hay que tener en cuenta que para ello se necesita tener valor civil, y así se los recomendamos, para que sin temor a persecuciones den sus nombres, pues cuando se defienden causas justas, nada importan las penalidades que por ellas puedan sufrirse.

Esperamos, pues, informes de una y otra parte para normar nuestro modo de proceder.


1 Véase supra, art. núm. 437.

La exasperaste monotonía del Periódico Oficial, del Estado de Guerrero, se ha roto para dar cabida a una noticia que ha producido inmenso júbilo a los patriotas hijos del Sur.

En dicho colega se anuncia que Mercenario ha renunciado a seguir haciendo la desgracia de Guerrero.

Sus paniaguados han quedado tristes y cariacontecidos, porque ya no habrá más individuos que fingiendo amistad al ex-Gobernador, obtengan como regalo un título profesional con que disimular personalidades perfectamente analfabetas, no podrán recibir subsidios a cambio de aplausos y vociferaciones.

A Mercenario lo hizo renunciar el Presidente, en vista de la enérgica actitud de los dignos surianos y para no dar edificante espectáculo de anular la elección que se hizo el mismo ex-Gobernador ayudado por el servilismo.

Enviamos a los hijos del Sur nuestros parabienes. Está demostrado que los gobiernos tiránicos tienen que ceder, cuando la voluntad del pueblo se manifiesta enérgica y resuelta y que gustan burlarse de ese mismo pueblo cuando lo encuentran débil y cobarde.

El ejemplo de valor dado por los surianos debe ser imitado por todos nuestros compatriotas para desembarazarse de tanto cacique y de tanto autócrata.
Ahora, bueno es que los hijos de Guerrero ejerciten sus derechos en los comicios, para elevar a la primera Magistratura del Estado a un ciudadano verdaderamente liberal que se preocupe por el progreso del Estado y que jamás piense en reelegirse.

Lo mismo debemos hacer todos los mexicanos para elegir Presidente de la República, dentro de tres años. Urge prepararse, porque el plazo, aunque parece largo, nada significa en atención a hay necesidad de uniformar la opinión.
Excitamos, pues, a todos los buenos mexicanos a que uniformen su opinión, para que el ciudadano que dentro de tres años ocupe la Presidencia de la República, sea patriota, liberal y progresista.

En mala hora se le ocurrió al Gobernador Cañedo visitar el puerto de Mazatlán, en donde, como en todo el Estado, no cuenta con la simpatía popular por su carácter agresivo, su pésima gestión y su temperamento arbitrario.

Concurrió el Gobernador a una corrida de toros, y tan luego como el pueblo se apercibió de su presencia, surgió de las gradas un inmenso vocerío ensordecedor, mezclado con la aguda gama de los silbidos. Fue la manifestación más ruidosa en que pudo traducirse el descontento popular.

El Gobernador se armó de prudencia y salió de la plaza seguido de tan elocuente manifestación.

Cuando el pueblo hace tan patentes muestras de desagrado a su mandatario, parece que la dignidad y el amor propio exigen la dimisión. Esperamos que el Gobernador Cañedo dimitirá inmediatamente.

Se apartaría de un cargo que no es para él y dejará de hacer la desgracia de Sinaloa.

El servilismo, que está a caza de oportunidades para patentizar su necio trabajo, logró sorprender a varias honorables personas de Nuevo Laredo para que calzaran con sus firmas, una hoja repleta de inmerecidas alabanzas al Gobernador Mainero de Tamaulipas.

El pretexto ha sido defender un descabellado proyecto del Gobernador de que se erija un monumento a la memoria del odioso traidor Iturbide, proyecto que ha sido duramente combatido por la prensa sensata y los clubs liberales de la República.

Tan rudo ha sido el criterio que informó al redactor de la hoja, como el criterio que informa al Periódico Oficial de Tamaulipas, aduladores ambos y sin más seso que para alabar sin ton ni son al clerical Gobernador del Estado.

La hoja, que se titula Voto de confianza al Gobernador del Estado, alaba el proyecto del Gobernador y dice: que es de saludable trascendencia para el buen nombre de Tamaulipas. Nosotros creemos lo contrario, y es que será de funesta trascendencia para el buen nombre de Tamaulipas, Estado que debe protestar enérgicamente, si no quiere verse complicado en el atentado que pretende perpetrar el Gobernador Mainero, apoyado por la Legislatura del Estado, obra suya y compuesta de instrumentos dóciles y complacientes, y encaprichado en torpes defensas por medio de su anodino Periódico Oficial, que no sirve sino para desprestigiarlo más.

Sentimos que los progresistas ciudadanos de Laredo, se hayan dejado sorprender por la audacia de los aduladores de oficio, que por medio de engañifas lograron conseguir una que otra firma.

El autor del Voto de Confianza, excita a los vecinos de las diversas municipalidades del Estado, para que secunden su servil proceder, pero con seguridad que ninguno se adherirá a él, pues los hombres honrados nunca se prestan a las farsas que gusta de organizar la adulación, y además, tienen buen sentido y son liberales, incapaces por lo tanto de honrar a los traidores, ni de dar votos de confianza a quien no los merece.

Está bueno que el autor de la hoja y el Periódico Oficial, defiendan los desaciertos de su jefe, porque después de todo, él les paga para que hablen, pero que no se pretenda malear con sus corruptoras doctrinas a los hombres honrados a quienes choca la bajeza.

La pobreza predicada por el Mártir del Calvario, está reñida con el sibaritismo del obispo de Tepic1. Hace diez años, cuando este Obispo ocupó su puesto, llevaba exhaustos sus apolillados arcones. Ahora, todo ha cambiado. Con el óbolo de los buenos y sencillos habitantes del Territorio, es propietario de trece fincas magníficas y se le reconocen hipotecas sobre veinte casas.

Muy censurable es la conducta de este Obispo que más se preocupa por su medro personal, que por el bienestar de sus feligreses. Nada importa que éstos sufran las consecuencias de la carestía de los artículos indispensables a la vida. El Obispo tiene repletos sus arcones y satisfechas sus necesidades las más insignificantes, las más pueriles.

Decididamente, el sacerdocio a pasado a la categoría de una profesión lucrativa.


1 Ignacio Díaz y Macedo (1853-1905). Jaliciense. Obispo de Tepic a partir de 1893. Durante su pontificado organizó la curia, el seminario, la catedral y las parroquias; fundó un orfanato, el Hospital de San Vicente de  Paul y el periódico El Orden..

No se crea que nos dirigimos a esta personalidad para adularla como lo acostumbra su servil “Círculo de Amigos.” Nosotros no conocemos la adulación y por tal motivo somos enemigos de la bajeza. Por eso la vapuleamos de continuo.

Nos dirigimos al Presidente para ponerle de manifiesto el grave mal que a la patria ha ocasionado con su sistema político dictatorial, absorbente, absoluto, autocrático.

El general Díaz, según declaran sus aduladores, ha querido que haya paz y que haya progreso. Excelente nos parece la idea, sólo que los medios para lograr su realización han resultado pésimos, por lo imprudentes.

Han sido imprudentes los medios empleados para obtener paz y progreso, porque ellos no fueron el producto, la consecuencia de un conjunto de verdades científicas, sino el resultado de una voluntad indomable, ciega, sorda a cualquiera insinuación hecha por el pueblo; ha sido el resultado de una voluntad dictatorial, en suma.

Con motivo de esa dictatorial voluntad, el pueblo no ha tenido derechos, los ciudadanos han vivido sin garantías, la libertad hace muchos años que murió, las instituciones también han muerto porque se mató a la Constitución del 57 a fuerza de tanto reformarla, inútilmente para el pueblo, con utilidad sólo para el elemento oficial que ve en esas reformas el aseguramiento indefinido de su bienestar personal, sin preocuparse del bienestar general.

Nosotros hemos atacado y seguiremos atacando todos los vicios administrativos, porque queremos el orden, queremos la paz, queremos el progreso y que a nuestra patria no la amenacen las revueltas interiores ni las reclamaciones exteriores.
Sin embargo, no faltan espíritus medrosos, esos espíritus timoratos que no se atreven a decir la verdad porque la consideran como vehículo de tormentos y crueles torturas, que trabajan por desanimar a los hombres de energías, para que no emitan con franqueza sus opiniones.

Cansados estamos de oír de labios de hombres sin vigor que la censura a los actos gubernamentales, aun a aquellos que son más tiránicos, constituye una labor revolucionaria.

Para esa clase de hombres, el ataque enérgico a los desmanes oficiales, la denuncia franca y real de los abusos del poder, la excitación al pueblo a que ejercite sus derechos para desembarazarse, por los medios legales, de los tiranos que lo oprimen, son trabajos de anarquistas o de furibundos demagogos.

Nada más absurdo que se nos considere como revolucionarios; pero si lo fuésemos, estén seguros los espíritus apocados y la tiranía misma que así lo declararíamos, lo confesaríamos con la misma entereza con que hoy rechazamos tan grosera e infundada calumnia, porque no estamos acostumbrados a mentir, nos repugna la hipocresía política y gustamos de las situaciones claras y francas.

Nosotros no queremos revolución, y por esta razón deseamos que haya moralidad administrativa. Por esta misma razón queremos que se eduque al pueblo y se le devuelvan sus libertades, para que en lugar de sostenerlas con ayuda de las armas y derrocar a los déspotas a fuerza de disparos, ahogando a los ambiciosos con su propia sangre, ese mismo pueblo se arme de la ley, para que sepa exigir al mismo tiempo que cumplir, y en vez de hacer tangible su soberanía decapitando Césares y ensangrentando el territorio nacional, pueda hacer pesar su voluntad por los medios que la humanidad y la civilización reclaman.

No somos revolucionarios, y por esa razón queremos que haya libertad y que termine la Dictadura, dejando obrar al pueblo según su voluntad. Nosotros queremos que ya no se persiga a los ciudadanos que con honradez manifiestan sus ideas; que terminen por completo las vejaciones y las arbitrariedades repugnantes, porque lo hemos dicho y lo repetimos: la represión es un peligro para la tranquilidad del país. Por esa razón, esto es, temiendo que la República volviera a sangrar, hemos tratado de demostrar lo imprudente que sería que el general Reyes ocupara la Presidencia de la República, porque esa responsabilidad, suficientemente experimentada por nuestros hermanos de la frontera norte de la República, es nociva como gobernante. El general Reyes ejercitaría un absolutismo exasperante, implementaría el terror y los ciudadanos tendrían que huir de la República, para ponerse a salvo de las odiosidades del poder, o, lo que sería mil veces peor, se levantarían en armas para librarse de la tiranía; y la hidra revolucionaria, con todos sus horrores, se cerniría sobre la patria, llevando la desolación y el luto a los hogares, paralizaría la industria, abatiría el comercio y provocaría infinidad de conflictos internacionales que, sólo de pensarlo irrita, se resolverían en la pérdida de nuestra nacionalidad.

Después de lo anteriormente expuesto vamos a dar la noticia que en estos momentos conmueve hondamente a todos los buenos mexicanos: el Estado de Guerrero se ha levantado en armas.

No conocemos todos los incidentes del movimiento revolucionario. Sólo sabemos que Quechultenango y otras poblaciones del Estado han tomado las armas.

Parece que el origen del levantamiento proviene de que, despechados los descontentos por no haberse hecho efectivos los ofrecimientos del general Díaz para dejar obrar en libertad al pueblo suriano, a fin de nombrar nuevo gobernador de Guerrero, quieren hacer cumplir ese ofrecimiento por medio de la fuerza.

Para evitar esos levantamientos precisamente es por lo que trabajamos, por lo que, con una insistencia que algunos pudieran traducir por necedad, hemos hablado en todos los tonos que es necesario que haya libertad, que se deje al pueblo obrar y no se le restrinjan sus derechos, que cese ese absolutismo que pesa sobre los ciudadanos, que se comprenda que el pueblo es el soberano y por lo tanto no se le puede escatimar su libertad, y que para ello no se necesita hacer ningún esfuerzo, basta con observar una conducta oficial ceñida a las instituciones liberales y democráticas.

Por otra parte, a los mexicanos se nos ha dicho, y se ha pretendido hacernos creer, que lo que ha informado el programa político del general Díaz es el deseo de que haya paz; que su insistencia en permanecer en el poder, ha tenido como único móvil la aspiración de que la paz se consolide; pero vemos con amargura que no obstante haber tolerado, aunque no sin repugnancia ciertamente, que a la Constitución se le agregara el precepto del continuismo, la paz se ha quebrantado.

Hemos sufrido, pues, las reformas innecesarias a la Constitución; hemos sufrido el relajamiento de nuestras instituciones, y sin embargo nos amenaza la revolución.

Nos amenaza la revolución. Es necesario tener en cuenta, que hay otros estados de la República que se asfixian bajo la pesadumbre de los déspotas: Jalisco no puede soportar más a Curiel, al grado de que está por segregarse del Estado uno de los cantones más simpáticos, Lagos de Moreno, que pretende ser territorio, prefiriendo el absolutismo del centro a la atroz tiranía del gobierno del Estado; Jalisco, como decimos, no soporta a Curiel; Sinaloa ve su ruina en su administración pública y se agota bajo la dinastía de Cañedo, que ha matado una a una las libertades públicas; Sonora se debate dolorosamente bajo el inconstitucional gobierno de Izábal, el más arbitrario que le ha tocado a ese Estado; Chihuahua carga sobre sus hombros a numerosos y arrogantes caciques, y tiene la desgracia de estar atado al solio de Ahumada, no puede tener clubes liberales ni la libertad de que sus hijos manifiesten claramente sus ideas; Nuevo León sucumbe a la influencia exasperante del general Reyes y tampoco puede tener clubes liberales, en Monterrey, porque no son gratos al ministro; Coahuila, tiene la pena de soportar un gobernador, que, cuando tiene obligación de hacer algo, dice que lo hace por espíritu de protección; además, cuenta con alcaldes como Barreda, el de Candela, y con la tutela del general Reyes, que impide la formación de clubes liberales en Saltillo; Tamaulipas sufre los desaciertos e imprudencias de su gobernante, allí no hay escuelas y la inseguridad pasea su bandera de horrores por todos los municipios; San Luis Potosí está entregado al clero y tiene como pontífice a Montes de Oca y como gobernador a Escontría, que entiende de política como lo relativo a la conciliación con los curas, y los distritos del Estado están en manos de autoridades sin conciencia; Aguascalientes gime por sus muertas libertades y no tiene más luces que las de los cirios de sus iglesias; Oaxaca camina prontamente a un precipicio en manos del más inepto de los gobernantes; Yucatán tiene en el poder hombres que sueñan con otro Maximiliano, y que sueñan tanto, que se olvidan de que en los plantíos de henequén gime por su libertad un ejército de esclavos; Veracruz murió hace tiempo bajo la presión de Dehesa, y muchos hombres se han afeminado, al extremo de aplaudir los desatinos del mal gobernante, sólo por no perder su tranquilidad; Puebla ya no soporta a Mucio Martínez, los abusos se cometen en la misma capital del Estado y no hay quien los reprima.

No citaremos más para no hacer cansada esta enumeración; baste con decir que no hay un solo Estado de la República en que haya justicia y que los gobernadores cumplan con su deber, pues todos éstos, sin excepción, son instrumentos ciegos del centro. Los periodistas pagan en las cárceles su amor a la patria y los ciudadanos callan tanto horror, convencidos de que tendrán que soportar, a despecho de sus protestas, a los hombres que los oprimen.

Hay, pues, que tener en cuenta ese descontento popular.

El levantamiento de Guerrero pudiera tener eco en tanto Estado oprimido, pudiera llegar a adquirir las simpatías de tanto ciudadano vejado, de tanta víctima de la tiranía, y entonces secundarían el movimiento suriano y tendríamos que ver sangrar a la nación haciéndose el caos en nuestra infortunada patria.

Y después de tanta desgracia, debilitados por la discordia, aniquilados por la miseria, tendríamos que sufrir la intervención del coloso del Norte, que tomaría por pretexto el aseguramiento de los intereses de los ciudadanos de los Estados Unidos para llevar a la práctica, en nosotros, sus aspiraciones de absorción, su insaciable imperialismo, y quedaríamos quizá para siempre sujetos al odioso yugo sajón.

Este es el fin que tendremos, si antes no se conjura el mal. Para conjurarlo basta con que el general Díaz de una tregua al absolutismo; basta con que haga cesar la Dictadura, que se devuelvan al pueblo sus libertades, que se le deje obrar, que ya no haya tutela oficial y que no se rebaje la dignidad de los ciudadanos.

Del general Díaz depende, pues, la tranquilidad de la nación. Que se despoje de cualquier idea personalista y que vea por el porvenir de la patria, haciendo a un lado el capricho. Que deje obrar al pueblo. A los surianos, que los deje elegir su gobernador, lo mismo que a los sonorenses, a los neoleoneses, a los oaxaqueños, a los veracruzanos, a los jaliscienses y a los habitantes de todos los estados.

Cuando se trata de salvar a la patria, hay que transigir, hay que desechar todo egoísmo, si no se quiere que la discordia se encienda más y que la nacionalidad perezca.

Rara vez nos ocupamos de la Administración pública del Estado de Tlaxcala, porque el Gobernador Cahuantzi1 no permite que se envíen correspondencias a la prensa, para de ese modo impedir que sus desatinos administrativos se exhiban a los cuatro vientos de la censura pública.

Se nos dice que el Jefe Político de Calpulapam, D. Silverio Morales, después de haber ejercido ese cargo en varios Distritos del Estado de Puebla, y una vez que se hubo acreditado como mandatario inepto, fue llamado por el Coronel Cahuantzi que tiene el mal tino de rodearse de todo lo malo en materia oficial, y lo impuso a los vecinos de Calpulalpam.

Calpulalpam entero clama contra el Jefe Político, que mortifica al pueblo con multas excesivas impuestas por motivos insignificantes, y las más de las veces sin motivo alguno.

Según se dice, quiere cubrir con esos procedimientos un déficit que hay en sus cuentas.

Llamamos la atención del Gobernador sobre este punto para que ponga el remedio, porque es inicuo y es vejatorio imponer penas indebidas a los ciudadanos. Urge que concluyan las extorsiones al pueblo, pues es demasiado duro que después de arruinarlo con tanta gabela para mantener un Ejército numerosísimo e inútil, se le explote injustamente con multas impuestas al antojo.


1 Próspero Cahuantzi (1834-1915). Militar tlaxcalteca. Destacó en la batalla de Tecóac contra las tropas leales a Lerdo de Tejada. Amigo cercano de Porfirio Díaz. Gobernó Tlaxcala de 1885 a 1911. Murió en la cárcel de Chihuahua.

Hemos llegado a una época de brutal opresión. Por todos lo ámbitos de la República se veja a los ciudadanos. Ya nadie es libre para emitir una idea, ni nadie es libre de exigir un derecho. Hemos llegado al triste resultado a que conducen las tiranías, al inflexible dilema en que la autocracia coloca a los ciudadanos; la pérdida de la vergüenza o las molestias arbitrarias y despóticas.

Colocados en ese diabólico dilema, tenemos que escoger; o hacemos a un lado la honradez, la dignidad y nuestro amor a la Patria, para convertirnos en sumisos esclavos, en instrumentos ciegos de un Poder aplastante que escupa nuestra dignidad y babee sobre nuestra honradez, o bien nos mostramos dignos y altivos a trueque de nuestra tranquilidad, nos mostramos honrados y patriotas, convencidos de que el ciudadano que tiene vergüenza es el blanco de la inquina oficial.

La opresión ha impreso su huella bestial en las conciencias, al grado de que los opacados y los que han perdido la noción de ciudadanía y de dignidad, creen que viven en algún paraíso en razón de que, perdida la vergüenza y el honor, poco les importa vivir atados a un poste, con tal de que se le arrojen algunos mendrugos con que saciar su apetito; poco les importa haber perdido sus derechos y ya no ser hombres, si en cambio la mano que los abofeteó les ofrece envuelto en su propia miseria el pan para calmar su hambre, aunque para devorarlo tengan que ablandarlo previamente con lágrimas.

Pero los que han conservado intacta su convicción de hombres; los que se han aferrado a la idea de que el ciudadano tiene derechos y obligaciones; los que creen que la misión del hombre en la tierra no consiste tan sólo en la satisfacción de apetitos animales, sino que por su propia naturaleza tiene algo más grande que cumplir, y se convencen de que la dignidad es su inseparable compañera, esos son perseguidos, son molestados por los mismos que pretenden que los habitantes de una nación, deben ser obedientes esclavos y no hombres libres; por los que quisieran que los ciudadanos anduvieron de rodillas y que les repugna ver que algunos, sin embargo, saben andar noblemente erguidos.

Como ejemplo de persecuciones a ciudadanos honrados y patriotas, citaremos las que en estos momentos se llevarán a efecto contra los miembros del “Club Liberal Lampacense.”

Ya en anteriores números1 hemos dicho que ni al Gobierno ni al Gral. Bernardo Reyes les simpatizan los clubs liberales en virtud de que éstos odian la tiranía y trabajan por la libertad. También hemos dicho que el Gral. Reyes ha impedido que se instalen clubs en Monterrey, Saltillo y otros lugares en que el Ministro tiene influencia, no entre el pueblo, porque este no lo quiere, como para corroborar nuestra tesis podíamos apelar al testimonio de los fronterizos del Norte, que todavía sienten el sofocante peso del absolutismo de esa personalidad, y estamos seguros de que los ciudadanos, vuelven a menudo el rostro temiendo a cada rato ser víctimas de vejaciones y arbitrariedades.

Pues bien, ahora, por las tendencias liberales y patrióticas del “Club Lampacense,” quiere aniquilársele encarcelando a sus miembros por supuestos delitos. Hasta llegan a inventarse actos delictuosos para dar visos de legalidad a las aprehensiones.

Vamos a dar a conocer a nuestros lectores los hechos tal y como se nos refieren, comentándolos según la impresión que nos han causado, aunque a reserva de rectificarlos o ratificarlos en su caso.

La tropa que guarnece a Lampazos, para distraer el tedio que se apodera del soldado por su vida inútil, ociosa y sin provecho, no pudiendo emplear sus enmohecidas energías en nada saludable, decidió solazarse como los chiquillos y los babiecas, ante el antiestético espectáculo que ofrece el arder de un muñeco de cartón encohetado, al que las gentes sencillas llaman Judas.

Con ahínco se puso a trabajar la bizarra tropa en la fabricación del muñeco, dirigiendo la operación el no menos bizarro Capitán 1º Aurelio Díaz.

Terminada la obra, que debía ser quemada el sábado de Gloria, la guardaron con cuidado en el interior del cuartel, pero alguien por imprudencia o por descuido incendió al Judas, antes del día fijado para quemarlo. Entonces se atribuyó la culpa a los miembros del “Club Liberal Lampacense,” que son personas de orden y enemigas de gastar chanzas y de mezclarse entre los reclutas, y sólo se les calumnió para que hubiera un pretexto a fin de poder perseguirlos.

Se les acusó por telégrafo e inmediatamente, con lujo de despotismo y de soberbia, se comenzaron a hacer aprehensiones de ciudadanos, dizque por perturbar el orden público.

En la noche del 5 del corriente aprehendieron a los Sres. Adolfo Rodríguez, Pro-Secretario del “Club Lampazos” y periodista independiente, Carlos Zertuche, Elpidio Canales2 y Ernesto Bravo, a este último caballero se le golpeó cobarde y alevosamente por mandato de un tal Pedro Hernández, Jefe de Rurales, en presencia de numerosos vecinos de Lampazos y del Alcalde 3º, quien en vano pretendió impedir la infamia, pues no fue obedecido porque en Lampazos las autoridades se ven ultrajadas por los esbirros. Pedro Hernández, que como dijimos es Jefe de Rurales, José Mª. Correa, que funge de segundo Comandante de Policía y el Jefe de las armas, que es el Capitán de que arriba hablamos y que gasta sus energías en la fabricación de muñecos.

A todos los aprehendidos, que son miembros del “Club Lampacense,” arbitrariamente se les condujo al cuartel, y al siguiente día, por orden del Gobernador de Nuevo León, fueron conducidos a Monterrey.

En camino para la Estación del Ferrocarril Nacional, se empleó tal alarde de fuerza y de villanía contra los arrestados, que se originó el consiguiente escándalo, porque el pueblo y las autoridades de Lampazos abrigan la más firme convicción de que son inocentes los caballeros a quienes se aprehendió, y que sólo la inquina oficial puede  inventar delitos para mortificar a los ciudadanos honrados.

A los esbirros correspondía provocar el escándalo y aumentarlo, pues ya en la Estación, porque varios amigos de los presos se despidieron de ellos, Pedro Hernández, el Jefe de Rurales, ordenó temblando como una doncella, que se guardara silencio, y como no es hombre de valor, y por lo tanto, es arbitrario, mandó que se hiciera fuego sobre el pueblo, y el mismo Hernández y José María Correa, el Comandante de Policía, dispararon sus armas.

Por fortuna, los soldados y rurales que escoltaban a los presos, no hicieron aprecio de la brutal orden de Hernández, comprendiendo que era inicuo disparar sobre personas indefensas.

El Capitán Aurelio Díaz, continúa aprehendiendo a los demás miembros del “Club Liberal Lampacense” y a golpes los conduce al cuartel, como aconteció con el Sr. D. Juan Wieman, que fue golpeado con felonía sólo porque contestó enérgicamente a las fanfarronadas del soldadón Díaz.

Han aprehendido, además, a los Sres. Juan Ignacio Martínez, Antonio Zepeda, Luis G. Ávila, redactor que va a ser del órgano del Club, y al impresor D. Tomás Hoyos, y todos serán remitidos a Monterrey.

Se busca activamente a los demás miembros del Club Liberal.

Ahora bien, si lo anterior es rigurosamente exacto, eso es, si de ese modo pasaron los hechos, desearíamos saber qué orden han perturbado los ciudadanos aprehendidos. El orden ha sido perturbado por los esbirros del Poder y a ellos es a quienes debe castigarse con toda energía.

Pero no se les castigará, y su impunidad servirá para que todos los mexicanos comprendan que en la República no hay garantías, y que la libertad y hasta la vida quizá, depende del capricho de voluntariosos mandatarios.

Indigna que los ciudadanos que trabajan por el bien del pueblo, sean perseguidos precisamente porque procuran el progreso de nuestra infortunada Patria, como si el amor a ella constituyera el más aborrecido de los delitos, como si desear la libertad fuera un crimen y el ser hombre honrado fuera un odioso y repugnante vicio.

Si los hechos se verificaron como se nos han referido, ¿qué se pretende con tanta persecución? Qué se obtiene o qué fin se persigue con esas vejaciones? Si por medio de arbitrariedades llevadas hasta el exceso, creen los déspotas que la doctrina liberal ha de perecer, se equivocan. Que recorran la historia de la humanidad y aprenderán que mientras más se escarnece a sus propagandistas y mientras más se les acosa, más se acrecienta el número de los adeptos, más profundamente arraigan las convicciones y fortalecen más los credos. Además, la condición humana es absolutamente impresionable por las víctimas; éstas se atraen las simpatías y de las simpatías se pasa a las creencias, y la fe en ellas que no es más que la convicción.

Vea pues la tiranía que ha escogido mal camino. Estamos en la Edad de la Razón, ¿por qué no se emplea la razón como arma de combate?

Decididamente retrogradamos, y si así seguimos, no será raro el día que se inicien contra los ciudadanos independientes, las repugnantes prácticas del Santo Oficio.

Protestamos con toda la energía de que son capaces nuestros pechos libres, contra las inicuas persecuciones de que son víctimas los patriotas ciudadanos del “Club Liberal Lampacense.” Protestamos con energía porque nos duele tanta injusticia y tan refinada maldad, y porque no queremos que algún día se nos tache de haber permanecido impasibles ante la burda calumnia que, se dice, se ha fraguado contra los miembros del Club Lampacense, de ser perturbadores del orden.


1 Véanse supra, arts. núms. 411, 442 y 463.
2 Elpidio Canales (1885?-1912). Liberal lampacense. Periodista opositor;  miembro del PLM. Vivio en el exilio (1902-1906). Aprehendido en Ciudad Juárez y encarcelado en San Juan de Ulúa (1906). Al salir de la cárcel se afilió al maderismo y después se unió a las fuerzas de Pascual Orozco, donde alcanzó el grado de coronel. Murió en la acción militar de Pedriceña, Dgo. Escribió para RegeneraciónEl Diario del Hogar, y El Hijo del Ahuizote.

Como colega verdaderamente independiente y honrado, tenemos el gusto de citar a El Cuarto Poder, de la ciudad de Teziutlán, Pue.

Este colega ha comprendido la inmensa significación que para el país tiene el Manifiesto que a la Nación dirigió el Club Liberal «Ponciano Arriaga,» de San Luis Potosí, y sin reprochables cobardías, va a darlo a conocer íntegro a sus lectores.

Aplaudimos el valor civil del colega, esa virtud que es tan rara en estos tiempos de pusilanimidad, en que se tiembla, ya no con decir sino con sólo oír censuras dirigidas a los tiranos, que en virtud de femeniles temores, se soporta la bajeza antes que alcanzar la frente, se prefiere sentir en el cuello el peso de la bota del soldado antes que aventurar librarse de ese peso, por temor a ser estropeado por el acicate.

El ejemplo de valor civil dado por El Cuarto Poder, debe ser imitado. Hay que convencerse de que cuando hay razón para manifestar algo, se debe hacer, pues es vergonzoso que por cobardía y nada más, se ahoguen los sentimientos.

Continúe nuestro estimado colega por el camino elegido, sin titubear ni retroceder. El  triunfo sólo puede ser alcanzado por las voluntades enérgicas.

Si es perseguido por el cesarismo, debe comprender el colega, que por cada atropello que se cometa con él, conquista una victoria; porque se comprueba lo que quiere demostrar: que no hay libertad y que la Dictadura hace su voluntad y con su capricho trabaja su ruina.

Mientras más persiguen los déspotas más odiosos son.

Es muy loable la actitud desplegada por el círculo independiente de Sonora, para hacer que venza su candidatura en las próximas elecciones de Diputados a la Legislatura local y de Ministerios del Supremo Tribunal de Justicia.

La candidatura del círculo independiente, es irreprochable. Su personal es ventajosamente conocido en el Estado y los buenos sonorenses deben ocurrir a los comicios para sostenerla y hacerla vencer contra las maquinaciones de Izábal y sus secuaces.

El elemento oficial, por su parte, ha publicado también su candidatura. En ella hace figurar a un Lic. Félix García de León, que nadie conoce en Sonora. Es un enigma de donde va a brotar este señor. También figura en la lista oficial el famoso Fiscal Ainslie1, aquel que fue a la cárcel pública a poner en libertad a D. Belisario Valencia, Director del El Sol, sin más motivo que el ordenamiento del Gobernador Izábal, dado al tiempo en que se regalaba con un banquete, que lo tenía de buen humor.

Veremos el resultado de esas elecciones.


1 Alejandro Ainslie.  Durante el régimen huertista fue cónsul en Tucson, Ariz.

Sí, como decíamos en el número anterior1, nos sentimos agobiados por una decepción inmensa, al saber que la Segunda Sala del Tribunal Superior había declarado que los procesados en este asunto, eran responsables de los delitos incubados en la imaginación siniestra de algunos individuos, esa decepción se acentúa y abruma al conocer la ejecutoria del Tribunal, que ni con mucho resiste el riguroso ataque de una crítica severa.

Después de muchos días, o de estudiar el negocio porque la ejecutoria se presenta desnuda de todo criterio y de toda consideración legal y de todo estudio jurídico, los Magistrados fallan con la fatiga calenturienta del que busca eludir la ley, del que no logra nivelar sus intereses personales con los intereses de una facción política encarnizada, del que lucha y se debate entre los severos, rígidos, adustos y ásperos preceptos legales y la amenazante actitud de no sabemos qué esfinge política, que pretende inmolar víctimas en el altar de una venganza innoble.

Los Magistrados sacudieron al fin la pesadilla, y sudorosos y jadeantes, con las pupilas dilatadas ante el espectro de la opinión pública, firmaron precipitadamente una sentencia, que REGENERACIÓN recoge para hundirle el bisturí de una crítica implacable.

Y bien: después de hojear esa sentencia, al lado de la que, y en honor a la verdad, hace mejor papel la firmada por el Juez Pérez de León, porque al menos éste se preocupó por barnizarla, es cierto, de legalidad, amontonando artículos y amasando doctrinas, tropezamos con una grave dificultad: no hay cuerpo  en donde pueda hundirse el bisturí de la crítica. Es un ropaje mal avenido, es una sucesión de líneas sin substancia, es una interminable sucesión de palabras sin objeto, es una continua protesta de la tinta tan mal empleada, es, en fin, la pesadilla que se resolvió en letras.

Cuando leemos (lectura que solamente la necesidad de servir al público puede imponernos) una sentencia como esa, tan fría, tan débil, tan mal pergeñada como para salir del paso, nos confirmamos en que hay hechos que son una revelación. Desde hace algunos años, un quinquenio quizá, no muy lejos, suena mal en los oídos de los Magistrados de la Segunda Sala de nuestro Tribunal Superior, esta palabra inofensiva que condensa gráficamente algunos actos oficiales: ARBITRARIEDAD. Pues bien, Sres. Magistrados: a trueque de vuestro enojo, os repetimos la palabra, la más venial para calificar en este caso vuestros actos de funcionarios públicos: la sentencia que habéis pronunciado ES UNA ARBITRARIEDAD.

Pasemos a probarlo.

LA PERSONALIDAD DE VALDÉS

Creemos, y en esta creencia abriga todo el que sienta impulsos a la rectitud y a la Justicia, que las sentencias deben ocuparse de las cuestiones jurídicas planteadas en el debate. Si una sentencia no se ocupa de ellas y no logra destruir con argumentaciones sólidas las objeciones opuestas, esa sentencia llevará el estigma de un auto arbitrario.

Una de las objeciones ha consistido en que Valdés no tuvo personalidad para promover, en nombre de Mercenario, la querella de calumnia extrajudicial en contra del personal de El Hijo del Ahuizote. Esta objeción tiene dos aspectos, el uno meramente jurídico; el otro sujeto a un hecho comprobado en autos. Es el primero, que en juicios criminales es inadmisible la procuración, la que no está debidamente reglamentada en las leyes. Es el segundo, que cuando Valdés promovió la querella, aún no era apoderado de Mercenario.

El primer aspecto de la cuestión, es de una resolución ceñida a escabrosos principios jurídicos de cuyo estudio relevamos a los Sres. Magistrados que, si no supieron apreciar el hecho comprobados en autos que entraña el segundo aspecto, menos aún podrán aventurarse en disquisiciones jurídicas, si no muy elevadas, al menos bien difíciles y peligrosas para cerebros poco ejercitados.

El segundo aspecto de la cuestión es más accesible. Podría resolverlo ventajosamente el más atrasado y bisoño estudiante de leyes. Puede plantearse sencillamente en estos términos: el 10 de Julio de 1900 presentó Valdés, diciéndose apoderado de Mercenario, una querella de calumnia extrajudicial contra los Redactores de El Hijo del Ahuizote. El poder no fue presentado con la querella, sino al día siguiente, 11 de Julio, (comprobado en autos por la diferencia de fechas que se nota en la querella y en el testimonio de poder). Sin embargo de que Valdés no comprobó su personalidad el 10 de Julio, se dio entrada a la querella y se tramitó desde luego.

No habiéndose presentado el poder juntamente con la querella, ésta no tenía, ni podía tener, subsistencia legal alguna. Es terminante el art. 658 del Código Penal: “No se podrá proceder contra el autor de una injuria, difamación o calumnia, sino por queja de la persona ofendida”. Se impone, pues, el vicio de la nulidad que anula todo el procedimiento, desde luego, que la querella fue promovida por un intruso, sin que valga la objeción que pudiera surgir sobre que, al presentarse el poder, se ratificó lo hecho, porque lo que es perfectamente nulo, lo que no existe, lo que es la nada jurídica, no puede ratificarse. La resolución es clarísima.

Al Tribunal, sin embargo, se le escapó esa claridad. Mejor dicho, no se le escapó, no hagamos la ofensa de que tres Magistrados en el último tercio de su vida, no hubiesen visto la prueba constante en autos y no hubiesen aplicado a un hecho sencillo, la prescripción, también sencilla, de la ley. Creemos que vieron la objeción, que vieron las pruebas, que conocieron el precepto legal; pero que pasaron sobre todo ello con supersticioso respeto, y por eso vemos en el Resultando Primero y en otros de los Resultandos, que les horrorizó la idea de asentar esa fecha tremenda, 10 DE JULIO, que se alzó como vigorosa protesta, y se redujeron a decir: “Que en Julio del año próximo pasado, se presentó Valdés, etc., etc.”

UNA GRAVE INEXACTITUD

Dice la Ejecutoria del Tribunal (Considerando 1º): “Que tanto el cuerpo del delito como la calumnia extrajudicial hecha al Sr. Antonio Mercenario… así como los delitos acumulados (los delitos nos se acumulan, Sres. Magistrados; se acumulan los procesos. Es forzoso no olvidar el trillado tecnicismo jurídico) de injurias al propio señor y de injurias al Sr. Lic. Arturo Paz… están comprobados, en los artículos relativos al Sr. Mercenario y caricatura relativa al Sr. Lic. Paz…”

Esta aseveración es radicalmente inexacta y nos admira cómo se ha asentado en la ejecutoria con las pretensiones de un dogma.

Estudiaremos ligeramente los párrafos denunciados.

En el párrafo denunciado como calumnioso, se dice que: “… de una manera misteriosa y eléctrica, asaltan, cuatro hombres en plena población y protegidos por la sombra de la noche, a un Sr. Caneda, disparándole sus pistolas e hiriéndolo de gravedad…” agregando que el agredido era poseedor de una hacienda en la que andaba interesado “el de sin fe de bautismo”, y concluía indicando que se aclarase el enigma.

Esto fue lo que consideró calumnioso Mercenario, esto fue lo que motivó epilépticamente al Juez Pérez de León, esto fue lo que motivó tantos trastornos, tantas vejaciones y tantas arbitrariedades. Y esto, sin embargo, no es calumnioso a Mercenario.

Puede verse en el párrafo aludido, que se imputa el asalto a cuatro individuos. No es posible suponer lógicamente que esos cuatro individuos fueran Mercenario.

Solamente el Juez Correccional y la Sala pueden identificar a unos con el otro, y al hacer esa identificación sui generis, afirman que se comprobó el delito de calumnia extrajudicial.

Por otra parte, el Sr. Remigio Mateos, autor de ese párrafo, jamás ha dicho que se había referido a Mercenario, jamás ha indicado que éste fuera el asaltante, jamás confesó que esos individuos hubieran sido instigados al asalto por Mercenario. Por el contrario, el mismo párrafo indica que se aclare el enigma. Si, pues, el párrafo no dice que este ex Gobernador haya sido el asaltante, y el autor de dicho párrafo no ha dicho que los cuatro individuos eran Mercenario o que éste los había instigado al asalto, no sabemos de dónde obtuvo la Sala su conclusión dogmática, de que se ha comprobado el delito de calumnia extrajudicial de que se quejó Mercenario.

Respecto a la injuria que se dice cometida y que Mercenario es la víctima de ella, veamos el párrafo denunciado. Dice: “Lo único que le falta a ese mandón, es un apellido, porque Mercenario no es un apellido ni cosa que lo parezca. Bien es que a D. Antonio le cae a las mil maravillas. Un Mercenario es siempre Mercenario. Y lo mismo es Mercenario gachupín que Mercenario judío. Solamente mexicano no puede ser, porque en México no hay mercenarios.”

Veamos ahora lo que a este respecto decía el Juez Pérez de León en su fallo y que la Sala patrocina en su ejecutoria: “Y como la palabra mercenario tiene un sentido injurioso, pues significa venal, sobornable, etc., es indudable que se profirió esa palabra con el ánimo de ofender al Sr. Gobernador del Estado de Guerrero…”

Triste es decirlo, pero ni el Juez Correccional ni los Magistrados de la 2ª Sala conocen el diccionario de la Academia Española, en donde hubieran podido ilustrar su criterio, leyendo: “Mercenario, m.- El trabajador o jornalero, que por un estipendio y jornal trabaja en el campo. Mercenarius operarius.- El que sirve por un estipendio. El que sirve, por otro, algún empleo o ministerio por el salario que le da.- Mercenaria, adj., que se aplica a la tropa que sirve en la guerra a un príncipe extranjero por cierto estipendio.- Religioso o religiosa de la real y militar orden la Merced.- Se usa también como sustantivo en ambas terminaciones.”

La palabra mercenario, no significa, pues, venal y sobornable. El Juez y la Sala son los que injurian a Mercenario con su torpe interpretación. Los Redactores de El Hijo del Ahuizote no lo han injuriado, y sin embargo, la Sala aprecia que las frases referidas constituyen el delito de injuria, y que, por tanto, éste se halla comprobado en autos.

Respecto a la querella de Arturo Paz, es tan insubstancial el motivo, que no gastaremos el tiempo hablando de ella, admirándonos únicamente cómo la Sala vio un delito en donde sólo existe un inofensivo pasatiempo.

Queda, pues, demostrado, contra la afirmación dogmática de la Sala, que no están comprobados en autos los delitos de que se acusa al personal de El Hijo del Ahuizote.

OTRA INEXACTITUD MÁS GRAVE

Dice el considerando 2º: “Que la culpabilidad del procesado Remigio Mateos, como autor de los delitos de calumnia extrajudicial e injurias al Sr. Antonio Mercenario y del de injurias al Lic. Arturo Paz, está comprobada por su propia confesión.

Esto es inexacto, siendo muy reprochable que los Magistrados de la Segunda Sala acudan a subterfugios para presentar una sentencia desnuda de fundamento y criterio. El laconismo de este considerando deja suponer que Mateos confesó que su deseo fue calumniar e injuriar a Mercenario e injuriar a Arturo Paz. Esta confesión no existe en autos. El Sr. Mateos dijo que era suyo el párrafo en que se daba cuenta del asalto a Caneda; pero que no imputaba ese asalto a Mercenario, sino que tal vez alguna persona quiso halagar estúpidamente a este señor cometiendo ese delito.

Como se ve, Mateos no dijo que Mercenario había sido el asaltante, y no lo dijo, porque solamente a la Sala y a su congénere el Juez Pérez de León, se les ocurre suponer que los cuatro individuos asaltantes de Caneda, son Mercenario.

Respecto a las injurias a Mercenario, que se dicen cometidas en el párrafo en que se llama a éste mercenario, Mateos declaró que no era suyo dicho párrafo. Por otra parte, ese párrafo inofensivo no entrañaría peligro alguno de proceso, si nuestros Magistrados, Jueces y Agentes del Ministerio Público, conociesen el significado de esa palabra que tanto les escuece.

Mateos declaró también, que había ideado la caricatura en que se representa a Arturo Paz en forma de reptil; pero por más que éste se haya sentido injuriado por esa caricatura, no puede decirse que sea injuriosa. Fue una humorada inofensiva, y nada más. Por otra parte, Mateos no dijo que con ella deseaba injuriar al referido Arturo Paz.

No es plausible, en nuestro concepto, sentar una afirmación lacónica como la del Considerando 2º. Las afirmaciones judiciales, para que no parezcan nacidas de un acto de mero arbitrio (arbitrariedad), deben fundarse amplia y sensatamente, debe recurrirse a la minuciosidad para justificar una actitud, deben hacerse ejercicios gramaticales, jurídicos y lógicos, para que el público pueda ser convencido. De lo contrario, la reputación profesional del funcionario estará sujeta a la acción severa e implacable de la crítica popular, que no se detendrá seguramente a discutir tan sólo la bondad de una sentencia, sino a escudriñar sus móviles o a fantasear sobre ellos.

CONCILIACIÓN

Cuando los Magistrados tomaron los autos para redactar su fallo, tropezaron, por una parte, con la formidable actitud de la opinión pública, que siempre ha simpatizado con los periodistas independientes, y por la otra con la amenazante y casi teatral actitud del Poder. Se sobrecogieron de temor, de ese temor indefinible y tenaz que se apodera de los que sienten que su situación bambolea entre dos fuerzas poderosas y contrarias, y recurrieron al término medio, a la conciliación.

Veamos el caso de D. Remigio Mateos, para explicar gráficamente nuestro aserto.

Mateos fue sentenciado por Pérez de León a dos años nueve meses, que se reducirían a dieciséis meses, quince días con el beneficio de la libertad preparatoria.

La Sala condenó a Mateos a sufrir catorce meses de prisión, sin el beneficio de la libertad preparatoria.

De manera que, la Sala concede únicamente al Director de El Hijo del Ahuizote, la disminución efectiva de dos meses quince días de prisión.

La composición es sagaz y despista, en efecto, a la parte de público que no gusta de indagaciones. Entre la pena de treinta y tres meses impuesta por Pérez de León, y la de catorce meses impuesta por la Sala, ésta se ha portado humanamente y quizá siguiendo los preceptos legales. El barniz de legalidad, por burdo que sea, produce su efecto a primera vista, a manera de los pintarrajeados telones de teatro; pero nuestro deber es acercar al público para que perciba la aspereza del barniz.

Como a pesar de nuestro deseo no disponemos de espacio suficiente para rebatir con amplitud, no los argumentos, porque ningunos presenta, sino la ejecutoria en sí, su trascendencia funesta, su incongruencia, su fin destructor de instituciones sabias, su carencia de criterio y su deformidad jurídica, y como, por otra parte, hemos tratado ya ampliamente todas las cuestiones jurídicas que entraña este asunto que va de puerta en puerta solicitando justicia cuando tiene el derecho de exigirla, nos remitimos a lo que hemos dicho en nuestros números 8, 10 y 11.2

Allí verán nuestros lectores que en este proceso no se ha comprobado el dolo, una de las constitutivas de los delitos de calumnia e injuria; que a pesar de haber sido recusado el Juez Pérez de León, continuó conociendo del negocio, previa calificación que hizo de dicha recusación, invadiendo las atribuciones del Tribunal, invasión que éste ha consentido, puesto que no la corrige; verán también que el delito de imprenta es sui generis y que, por tanto, no se puede encajar en el estrecho cartabón de los preceptos del Código Penal; que por tal motivo, debe aplicarse la Ley Orgánica de 31 de Enero de 1868, sancionada por legisladores que tenían una gran amplitud de miras y que no obedecían consignas como los actuales; que la imprenta no es instrumento de delito como lo han pretendido las tiranías absorbentes y los han declarado por medio de sus jueces que son sus empleados; en fin, verán nuestros lectores que tanto el Juez Correccional como los Magistrados de la Segunda Sala, han desobedecido los preceptos del art. 7º de la Constitución, han aplicado la ley a su arbitrio y han dado, en el siglo XX, en este siglo que torpemente quiere llamársele de la Justicia, el espectáculo indigno de pronunciar una sentencia hueca, insubstancial y arbitraria que desdeñaría la más despótica de las monarquías absolutas.


1 Véase supra, art. núm. 454.
2 Véanse supra, arts. núms. 63, 85 y 86.

El Club Liberal «Valentín Gómez Farías,» recientemente instalado en Tacotlalpam, Ver, acaba de publicar su órgano titulado La Idea Liberal1, y cuyo primer número tenemos a la vista.

La Idea Liberal es un periódico que reúne todos los requisitos de un periodismo moderno.

Este periódico ha comprendido perfectamente, que la misión del verdadero liberal no consiste tan sólo en el ataque más o menos duro dirigido al fraile prostituido, y observar una culpable y cobarde complacencia ante la autocracia que deprime las conciencias, tanto como la embota el fraile.

La Idea Liberal
 no viene a declamar tan sólo contra el partido del retroceso, sino que investigando las causas de las que deriva la fuerza y el poder de esa facción, combatirá con laudable energía el contubernio de la Iglesia y del Estado, la sucia amalgama de un poder tiránico con el partido del crimen.

Aplaudimos el programa de La Idea Liberal. Este colega es un formidable ariete destinado a quebrantar todas las necias preocupaciones que hacen al pueblo permanecer en las tinieblas, y será un decidido defensor de los principios liberales, atacando valerosamente a la autocracia, que ensoberbecida con éxito, ha hecho a un lado las instituciones que deberían regirnos, para alzarse en brazos de la más absorbente de las Dictaduras.

Muy larga vida deseamos al colega para el bien de nuestra querida Patria. Nosotros nos fortalecemos con la idea de que día a día prospera más el clero liberal, y que en la lucha que hemos emprendido estaremos acompañados de paladines enérgicos y dignos.


1 La Idea Liberal, Tlacotlapan, Ver. (1901). Dir.Cayetano Rodríguez Beltrán.

La arbitrariedad ha sentado plaza en el Estado de Guerrero. Parece que todos los Jefes Políticos de esa entidad federativa, se distinguen por su ignorancia y su tiranía.

Sabemos que en Huitzuco han sido encarcelados los miembros del Club político «Unión Democrática» por orden del Prefecto José María Lopetegui. El motivo aparente de la encarcelación de dichos ciudadanos, es el de que no solicitaron el permiso de la Autoridad para su instalación. El motivo real es de que dicho Club desea postular libremente, sin coacción oficial, para Gobernador del Estado a la persona que mejor le parezca.

Los ofendidos se preocupan de formular acusación por los delitos de ataques a la libertad individual, de abuso de autoridad y de violación al art. 9º de la Carta Magna, contra dicho funcionario.

El art. 9º de la Constitución es terminante: «A nadie se le puede coartar el derecho de asociarse o de reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito.» Y sin embargo el Prefecto Lopetegui se muestra iracundo, porque los miembros del Club político "Unión Democrática" se reúnen para tratar de un asunto de vital importancia y perfectamente lícito, como es el de discutir la personalidad, que debía ocupar el puesto de Gobernador de Guerrero.

Censuramos enérgicamente  la conducta antipatriótica e insultante del arbitrario Prefecto Lopetegui y deseamos que la legislatura local lo escarmiente.

La encarcelación de los miembros del Club político se efectuó el 9 del actual.

Tenemos que consignar a nuestros lectores una noticia profundamente alarmante: la paz de la República se ha quebrantado.

Hace tiempo que los hijos del Estado de Guerrero se han formado al propósito de trabajar con ardor en los comicios, con el objeto de elegir un Gobernador netamente popular.

El Gobernador Mercenario, como se recordará, pretendió reelegirse. Entonces el pueblo suriano trabajo activamente para impedirlo, instaló clubs políticos y tan eficaz fue su labor que tuvo como candidato al Sr. Lic. D. Rafael del Castillo Calderón1, para Gobernador del Estado. Pero el elemento oficial, azuzado por Mercenario, alteró las elecciones, de modo que, no obstante haber votado todos los ciudadanos del Estado a favor del Lic. Rafael del Castillo Calderón, con asombró de todos se vio que la votación recayó a favor de Mercenario.

Protestaron los surianos, pero la presión oficial sofocó las protestas. Entonces los ciudadanos se propusieron trabajar porque la elección de Mercenario se anulase, y al efecto, presentaron un ocurso a la Legislatura del Estado, fundando su petición relativa a que se declarasen nulas las elecciones.

Hubieran triunfado los hijos de Guerrero, pero el Presidente de la República hizo que renunciara a Mercenario.

Todo esto es conocido por nuestros lectores, porque de ello hemos y hablado en nuestros anteriores números.2

El pueblo estaba convocado a nuevas elecciones para el día 21 del corriente, y según informes que tenemos, se había prometido por el centro no imponer ningún candidato, dejando, en consecuencia, obrar al pueblo con entera libertad.

Ahora bien, tal vez porque notaran los ciudadanos que la promesa no se cumpliría, en virtud de actos concretos que hayan observado, se levantaron en armas en Quechultenango y otras dos poblaciones del corazón de la Sierra Madre Occidental, los Sres. Lic. Rafael del Castillo Calderón, Anselmo Bello3 y Manuel Vázquez, la noche del 9 del corriente. Por los datos que tenemos, el número de los pronunciados no es despreciable.

La Secretaría de Guerra y Marina ha ordenado que el batallón que guarnece a Chilpancingo, y que está al mando del Coronel Meredio, saliera a atacar a los pronunciados. Así mismo, según sabemos, ha mandado que el batallón que se encuentra en Hermosillo, Son., salga por el puerto de Guaymas para entrar por el de Acapulco, y que el tercer batallón u otro de los que se encuentran en esta plaza, salga para Guerrero.

Se asegura, que el tercer batallón sea el que salga, en vista de que este cuerpo estuvo como catorce años en el Estado de Guerrero, y, por lo tanto, sus soldados conocen mejor que los de cualquier otro batallón, la topografía de ese Estado.

Estas son las noticias que tenemos. Los comentarios los encontrara el lector en


1 Rafael del Castillo Calderón. Abogado guerrerense. Candidato de la oposición a l gobierno de la entidad (1901). El 8 de abril de 1901 inició en Mochitlán,  un movimiento armado. Derrotado por Victoriano Huerta, Díaz lo designó juez de distrito en Chihuahua. Maderista en 1911 y huertista en 1913. Como constitucionalista combatió a los zapatistas de Guerrero.
2 Véanse supra, arts. núms. 422 y 459.
3 Anselmo Bello. Hacendado guerrerense. Encabezó la revuelta de 1901. Formó el Plan Revolucionario del Zapote (abril de 1901), el cual incluía: "1. Desconocimiento del régimen porfirista, 2. Defensa del sufragio efectivo y oposición abierta a la reelección en los puestos públicos, 3. Necesidades de los campesinos y de los obreros, 4. Reparto de tierras y haciendas de los latifundistas, comenzando con la de Tepechicotlán, San Miguel, San Sebastián del distrito de Guerrero y demás existentes en el suelo mexicano, y 5. Acuerdo de la Junta Revolucionaria, de pregonar este plan, siendo deber de todos defenderlo".

En carta que hemos recibido, se nos comunican innumerables vejaciones cometidas por el Jefe Político de Tecamachalco, Pue.

Se nos dice, que tanto se persiguió a D. Pedro Monter, que este señor se vio obligado a emigrar del pueblo.

A D. Andrés Núñez, otra de las víctimas de la tiranía del Jefe Político, no se le permite salir de su casa, y los negocios de este señor se resienten y su salud se quebranta sólo porque no gusta de aplaudir al Jefe.

Siguiendo la conducta oficial del Centro, el Jefe Político se ha declarado Dictador. Nadie obra sin su venia.

Como hacendista, extorsiona al pueblo; habiéndose agotado los ramos industriales y mercantiles, y siendo las multas tan frecuentes como exorbitantes, ha ideado una disposición para acabar de esquilmar al pueblo, y consiste, en cobrar a los propietarios tres centavos mensuales por cada canal que tengan sus casas.

Como progresista, ha dado en apodar mejoras a los perjuicios que origina a la población. La plaza del mercado se encontraba en un lugar céntrico y accesible; pero el Jefe Político, para dar comodidad a los habitantes según él, trasladó el mercado a un barrio lejano de la población.

La gente huye de Tecamachalco a otros lugares en donde, fuera de la acción del Jefe Político y de la pesada atmósfera de la administración de Mucio Martínez, pueda entregarse al trabajo, libre de persecuciones injustas y de tantos atropellos como los hay a diario en el infortunado Estado de Puebla.

Lo hemos dicho, y no nos cansamos de repetirlo, Mucio Martínez debe renunciar para que con su caída arrastre a tanto cacique que su inexplicable complacencia ha elevado.

El día 4 del mes en curso, quedó constituido en esta ciudad el Club Liberal Jalisciense, formándose de una manera interina la Mesa directiva, como sigue:
Presidente, Lic. Jacinto López Martínez.- Vicepresidente, Lic. Samuel Gutiérrez Bejar.- Secretario, Lic. Carlos Jiménez Castro.- Pro-secretario, Prof. Aurelio Ortega.- Tesorero, Prof. Zenón E. Campos.

VOCALES

1º, Lic. Roberto Robles.- 2º. Ing. Regino Guzmán.- 3º, Mayor Medardo López.- 4º, Prof. Joaquín Gutiérrez  Hermosillo.- 5º, Próspero Jiménez.

Lo que tengo la honra de comunicar a Uds. Para su conocimiento. Ofreciéndoles las seguridades de mi distinguida consideración y aprecio.

Libertad y constitución.- Guadalajara, Abril 6 de 1901. – Presidente, J. LÓPEZ Martínez.- C. JIMENEZ CASTRO, secretario.- A los  C.C. Directores de

REGENERACIÓN.- México.- D.F.
______
Con gusto vemos que la buena semilla comienza a germinar en los Estados de Occidente. Los liberales potosinos deben estar satisfechos de su obra, al ver que no pusieron las simientes sobre guijarros, sino que por el contrario, el campo en que han sembrado es fertilísimo y sólo necesitaba que hombres de buena voluntad, como ellos, cargaran sobre sus hombros la noble tarea de incitar la obra de la regeneración política y social de nuestra Patria.

Con el alma deseamos que los valientes liberales de Jalisco trabajen con firmeza para que nuestras postergadas instituciones democráticas no sean un mito, ni sean la burla de la Dictadura, sino que sean lo que los buenos mexicanos quieren: el sostén de nuestra nacionalidad y el apoyo de nuestro progreso.

Enviamos nuestros aplausos a los liberales tapatíos por su honrada y patriótica actitud y ponemos REGENERACIÓN a sus ordenes.

La ley es infringida por los Gobernadores de los Estados con un descaro que irrita.

Mucio Martínez como Gobernador  de Puebla, es uno de los que más empeño toman en la empresa de abofetear las instituciones liberales. En su Estado, ha
implantado como única ley, la del capricho.

El último Sábado de Gloria, Mucio Martínez  tuvo la ocurrencia de disponer, que la banda del 7º batallón cooperase a dar mayor solemnidad a la función religiosa que se celebraba en la catedral de Puebla, y ordenó que a la hora en que todas las campanas se echaran a vuelo para festejar la Gloria, la banda se situara frente al templo para tocar la diana militar, contribuyendo de este modo a dar mayor solemnidad a la ceremonia religiosa.

Así se efectuó, y Mucio Martínez mismo asistió a la función para estrechar más los lazos que en nuestra época de corrupción política, deben tener en asqueroso ayuntamiento en las autoridades del país con el criminal partido conservador.

Mucio Martínez, tiene escandalizada a la sociedad poblana con su conducta, que hace presumir, que en la primera oportunidad, hará que la soldadesca asista a los templos a oír música, para segur las huellas del dictador Santa Ana.

Corría como válido el rumor de que el Presidente había exigido su renuncia al Ministro de Justicia Lic. Joaquín Baranda.

Como era halagadora la noticia, nos absteníamos de darle crédito, porque estamos habituados a ver desvanecerse nuestras más bellas ilusiones.

Sin embargo, el hecho es cierto, y nos apresuramos a felicitar al pueblo hambriento de justicia y de instrucción, porque con la caída del Ministro caerán también muchos jueces y no pocos Magistrados, que no tienen más mérito que la simpatía del ex Ministro.

La Justicia desentumecerá sus miembros y volverá a reinar, y la instrucción se verá libre de tanto dómine, cuya ciencia consiste en doblar las rodillas y su sabiduría está en razón directa de la flexibilidad de la espina dorsal.

Todo el mundo se felicita por la gratas nueva. Sólo algunas personas que protegía Baranda, se muestran cariacontecidas, así como muchos empleados de la
Administración de Justicia y no pocos individuos del ramo de instrucción pública.

Se dice que D. Vidal de Castañeda y Nájera renunciará dentro de algunos días, o lo harán renunciar si no lo hace por su voluntad. Se dice que la renuncia tendrá por motivo su notoria ineptitud para dirigir la Escuela N. Preparatoria.
También el Dr. Ruiz perderá su canongía. Castellanos León, Domingo León, Saunders, Wistano Velázquez, los dos Pérez de León1, Serret, Clímaco Aguirre, Patiño Suárez, los Magistrados de la 2ª Sala del Tribunal Superior, etc., etc., etc., también renunciarán, o mejor dicho, se les hará renunciar en virtud de que no son, ni con mucho, aptos para desempeñar los puestos en que la complacencia los colocó.

Se insiste en que alguno de los Sres. Lics. Justo Sierra, Jacinto Pallares, Joaquín D. Casasús2 y José López Portillo y Rojas3, será nombrado para ocupar la vacante en el Ministerio.


1 Refiérese a Emilio y Juan Pérez de León, éste último ya famoso por su participación en el caso de El Demócrata de 1892 y el Tomóchic de Heriberto Frías.
2 Joaquín D. Casasús. (1858-1916). Abogado y empresario tabasqueño. Secretario del gobierno de Tabasco y embajador en Estados Unidos (1905-1907). Pieza clave del aparato financiero porfiriano. escribió, entre otras, Historia de la deuda contraída en LondresLas instituciones de crédito en MéxicoLos problemas monetarios y la Conferencia de Bruselas La reforma monetaria en México.
3 José López Portillo y Rojas (1850-1923). Abogado y novelista jalisciense. Diputado (1875-77 y 1880-82) y senador (1882-1886). Partidario de Bernardo Reyes. Gobernador maderista del estado de Jalisco 1911-13. Con Huerta fue Ministro de Educación Pública y de Relaciones. Autor prolífico. La parcela (1898). Elevación y caída del general Porfirio Díaz (1921).

El Imparcial y El Popular están en competencia y baten furiosamente el récord del servilismo. Ambos papeles, hipócrita, solapada y cobardemente atacan al señor ingeniero Francisco Naranjo y a los demás miembros del Club Liberal Lampacense, desvirtuándolo acaecido en Lampazos, y de cuyos sucesos ya nos ocupamos en nuestro anterior número con la amplitud requerida.1

La conducta de esas hojas es bien censurable. Los dos papeles saben perfectamente la burda calumnia de que son víctimas los caballeros que forman el club liberal citado y, sin embargo, hacen alarde de imprudencia y de felonía cebándose en las víctimas del despotismo, sólo por granjearse la miserable retribución que pudiera darles el general Reyes o cualquier otro.

Están en su puesto esas hojas, que son el sonrojo de la prensa nacional. Están en su papel al excitar las pasiones de la tiranía para que su odio caiga sobre indefensos ciudadanos. Desempeñan a la perfección su repugnante papel de tigelinos.

El Imparcial, por su parte, ataca ostensiblemente a la Confederación de Clubes Liberales, y con la perfidia que le caracteriza trata de azuzar al poder para que impida su desarrollo. La criminal conducta de ese desprestigiado diario no nos extraña. Siempre ha esgrimido las mismas armas: la difamación, la calumnia, la injuria.

Le duele que haya clubes liberales, porque éstos están encargados de hacer lo que el Gobierno no ha hecho; están encargados de la ilustración del pueblo, de levantar el espíritu público, que El Imparcial, en complicidad con el Gobierno, había abatido; de infiltrar las doctrinas liberales y democráticas, para que renazca el civismo. Y le lastima todo ello a la sucia hoja porque comprende que, una vez despierto el espíritu público, los ciudadanos no creerán más en la necia superchería de los hombres necesarios, y ejercitando sus derechos impondrán su voluntad a los déspotas, porque los pueblos ilustrados, viriles y altivos no soportan tiranías. Todo esto lo comprende ese papel y prevé que dentro de tres años ya no habrá más reelección, sino que ocupará la Presidencia un ciudadano liberal y amante de su patria, y no habiendo reelección presidencial dentro de tres años, la subvención se evapora y no se distraerán los fondos de la nación para sostener un ejercito inútil, ni para mantener periódicos venales y antipatrióticos, ni para dar empleos de diputados a tantos individuos que tienen por patria a la nómina y por Dios al Presidente, ni para despilfarrar esos mismos fondos en canonjías que sangran al país.

Todo esto pone malhumorado al repugnante papel y a la tiranía, y se erizan de púas y atacan furiosamente, descargando su hiel sobre los ciudadanos honrados, sin comprender, encastillados como están en su egoísmo, que los trabajos de los clubes liberales son saludables a la patria y que con las persecuciones a los mismos clubes exhiben su total carencia de patriotismo, precisamente porque tratan de aniquilar asociaciones que no tienen más fin que hacer de cada hombre un ciudadano.

¿Qué quieren, pues, la Dictadura y sus asquerosas hojas? ¿Qué fin antipatriótico se proponen?

Lo que quieren la Dictadura y sus bochornosos órganos es que no se le quite al pueblo la venda que cubre sus ojos; no quieren que se le instruya ni que se le forme un criterio; en suma, no quieren que se le despierte ni que se le haga salir del engaño en que vegeta.

¡Qué diferencia tan grande hay entre nuestros padres los reformistas y estos hombres de hoy! Aquellos representaban el desinterés y el amor a la patria, y éstos el egoísmo. ¿Quién, del Presidente abajo, podrá, ya no competir con aquellos grandes hombres, pero ni siquiera seguir sus huellas? Ni el Presidente ni sus ministros ni sus empleados (entre estos los diputados, senadores, gobernadores, generales, tropa, etc., etc.) serán capaces de declarar abiertamente que la patria necesita ciudadanos instruidos en sus deberes y derechos; ninguno de ellos se encontrará con fuerzas para declarar lo que

declaró el inmaculado reformista Melchor Ocampo: «La instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que EL MÁS SEGURO MEDIO DE HACER IMPOSIBLE LOS ABUSOS DEL PODER.»2

Y como el poder no quiere ilustrar al pueblo, por cálculo, porque le aterroriza la frase de Ocampo, los buenos liberales de la República, haciendo uso de las facultades que la Constitución les otorga, pues creen que la Carta Magna está vigente, no obstante que existe una Dictadura de hecho, se han agrupado en clubes para educar al pueblo a fin de que pueda ejercitar sus derechos e impida los abusos del poder.

Tarea tan noble, tan digna y tan levantada es la que ha emprendido el Partido Liberal, y esa tarea es la que trae desazonado al Gobierno en general y al ministro Reyes en particular, por calculo, y a sus necios periódicos por servilismo.

Por otra parte, y sépanlo de una vez por todas el Gobierno y el mismo ministro Reyes, el Partido Liberal siempre ha sido amigo del orden, precisamente porque ataca al desorden. ¿O creen el Gobierno y el aludido ministro que el orden es el clero? Se equivocan si tal cosa creen, o faltan a la verdad histórica si fingen creer en tal desatino.

El partido conservador ha sido el enemigo del orden. Ese partido lo componen el clero, sus fanáticos o convenencieros y el militarismo. No mentimos, recórrase nuestra historia para convencerse de que no calumniamos.

El clero ha dado dinero al soldado para luchar contra la libertad del pueblo. De ahí provino que los liberales, para desarmar al partido conservador, suprimieran los fueros, independizaran al Estado de la Iglesia, elaboraran la Constitución del 57, decretaran la

nacionalización de bienes eclesiásticos, proscribieran las órdenes religiosas, etc., etc. Por lo que se ve que el Partido Liberal ha sido y es amigo del orden.

Por esa razón, el Partido Liberal no puede ver con buenos ojos que el actual Gobierno sostenga al clero y concilie con los intereses del partido conservador la política netamente liberal que debía seguir, porque los progresistas creen que no puede haber conciliación posible entre dos políticas diametralmente opuestas, entre dos tendencias totalmente divergentes, cuales son: la liberal, sintetizada por el orden; la conservadora, por el desorden, la traición y la infamia.

Ahora bien, los efectos de esa política conciliadora, que no es tal, porque no se pueden conciliar principios que se repulsan, ha sido que, con el pretexto de la conciliación, se hayan desvirtuado las instituciones, porque no se nos podrá negar que es contrario al credo liberal todo lo que ataque a nuestras leyes netamente liberales, como es que para halagar a la funesta facción conservadora se permiten las órdenes religiosas, se tolere que el clero tenga bienes a nombre de idiotas testaferros, que las piezas de la máquina administrativa estén formadas de conservadores o de traidores y que se haya pasado por sobre los principios para implantar la Dictadura, que es sólo el disfraz, la careta que encubre las durezas de las monarquías absolutas, fin a que aspiran los conservadores de todo el mundo.

Y porque el Partido Liberal no quiere monarquías es por lo que se le ataca; porque enseña al pueblo a ejercitar sus derechos es por lo que se le persigue, por lo que se pretende desacreditarlo ante la opinión por medio de falsas informaciones de los periódicos venales, en que venenosamente se trata de hacerlo aparecer como el partido del desorden.

Por fortuna, el público, que es más sensato de lo que se imaginan el Gobierno, el ministro Reyes, toda la burocracia, entre los que, como hemos dicho, se encuentran los diputados, senadores, gobernadores, soldados, etc., etc., el público, decimos, es sensato y sabe apreciar la verdad. El público sabe que, en virtud de ser dictatorial, el Gobierno no es liberal, y por lo mismo odia al partido progresista, al partido de la libertad

Odia la Dictadura a los liberales, porque éstos no consienten tiranías; esto lo sabe bien el público y aprecia los esfuerzos de los buenos ciudadanos, a pesar de las calumnias y denuestos de los sucios y repugnantes papeles llamados El Popular y El Imparcial, hermanos en sentimientos de hipocresía y de bajeza.

La conducta de tales papeles repugna y asquea. Los dos se dirigen las más crueles injurias para ganar por medio de la desvergüenza el favor del Gobierno.

El pueblo conoce bien a esos dos periódicos y se ríe de sus necios alardes de patriotismo, porque no considera propio que los que tienen el gusto de ser siervos hablen en nombre de la libertad.

De extravagante tacha El Imparcial al manifiesto del centro director de la Confederación de Clubes Liberales. Desearíamos que nos dijera si a Juárez no le pareció extravagante el Plan de la Noria3 y a Lerdo el de Tuxtepec.


1 Véase supra, art. núm. 465.
2 Tomada del Manifiesto del Gobierno Constitucional a la Nación, firmado por Benito Juárez, Melchor Ocampo, Manuel Ruiz y Miguel Lerdo de Tejada, Veracruz, 7 de julio de 1859. Publicado por Ángel Pola en Melchor Ocampo. Escritos políticos. Tomo II, F. Vázquez Editor, México, 1901 (Biblioteca reformista vol. 3).
3 Proclamado el 8 de noviembre de 1871, por el general Porfirio Díaz, en oposición a la reelección presidencial de Juárez.  Le secundaron los generales Donato Guerra, Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo. La revuelta fue vencida por el general Sóstenes Rocha.

El Sr. Jesús Z: Moreno, honrado y valiente periodista de Sonora, sujeto a los rigores de un  proceso emanado de la tiranía del Gobernador Izábal y por supuestos delitos cometidos en el enérgico y sesudo colega El Demócrata, de Hermosillo, está siendo víctima de la incuria, y más que de la incuria, de la solidaridad de móviles que existe entre el Supremo Tribunal de Justicia de Sonora y el funesto Gobierno del Estado.

Desde Febrero pasado, y a pesar de las continuadas instancias del Sr. Moreno y de su inteligente defensor el Sr. Lic. Manuel R. Parada, están los autos en el Tribunal en grado de apelación, sin que hasta la fecha se hayan entregado al reo o a su defensor, para expresar agravios. Si las cosas continúan así, parece que será interminable (se inició hace ocho meses) y el Sr. Moreno permanecerá indefinidamente en la cárcel, sufriendo las molestias y vejaciones consiguientes.

Si es repugnante la tiranía, más repugnante es la complicidad con ella de los funcionarios judiciales. Si la justicia se distribuyera noble y lealmente, la tiranía podría soportarse. Al acto ultrajante se opondría el veto de las judicatura. Pero si a la despótica altivez del Gobernante se une el despotismo, más repugnante aún, de los funcionarios judiciales, no sabemos qué camino tomar para ejercitar la defensa.

Parece que se ha desatado una razzia sobre los clubs liberales. Los grandes y los pequeños déspotas se han mancomunado para emprender una cruzada contra dichas asociaciones, y por todas partes no se oye hablar de otra cosa que de los atentados que lleva a cabo la tiranía, inventando delitos para perseguir a los ciudadanos, o practicando esas persecuciones sin pretexto alguno que pudieran darles algunos visos de legalidad.

Después de lo ocurrido en Lampazos contra los miembros del “Club Liberal Lampacense,” viene a agregarse otro atentado que sirve para poner en relieve el odio que abriga el despotismo contra las manifestaciones democráticas.
El Partido de Cerritos, S. L. P., siempre se ha distinguido por el patriotismo y altas virtudes cívicas de sus habitantes.

Son tan dignos los ciudadanos de Cerritos y tienen en tal estima sus derechos, que en esta época de inmoralidad política en que los tiranos quisieran que los hombres fuesen maniquíes, ellos han defendido con vigor sus prerrogativas y en más de una ocasión han triunfado, porque los pueblos enérgicos triunfan sobre las pasiones de los autócratas.

Para confirmar nuestra tesis, diremos que en las últimas elecciones para diputados a la Legislatura de San Luis Potosí, los ciudadanos del Partido de Cerritos ejercitaron sus derechos en los comicios, y tan eficaz fue su acción, que obligó al Gobierno del Estado a entrar en transacciones con ellos, renunció a su candidato y se nombró uno del agrado del pueblo.

Estos ciudadanos, como se ve, son liberales, enérgicos y dignos, pero esas circunstancias no cuadran bien en nuestra sofocante Dictadura, y por lo mismo, aunque la Patria agradezca los heroicos esfuerzos de los pueblos para libertarla del yugo que la oprime, más agradece esos esfuerzos cuando ve que ya no todos sus hijos, sino unos cuantos son los que luchan por ella. Los tiranos, por el contrario, tratan de matar en los hombres hasta el último germen de civismo para llegar al logro monstruoso que se proponen: imperar sobre todas las conciencias y hacer burla de todas las dignidades.

Sentado lo anterior, vamos a ver como los caciquillos y tiranuelos del Estado de San Luis Potosí, siguen las prácticas de la Dictadura.

En San Nicolás Tolentino, del Partido de Cerritos, varios ciudadanos de buena voluntad tienen instalado el “Club Liberal Benemérito Juárez,” del que es digno Presidente el Sr. D. Nicolás Leal.

Este Club ha venido trabajando con ardor para infiltrar el civismo aun a los más reacios, pero el Presidente Municipal, considerando que la doctrina democrática es un peligro para su continuidad en el mando del pueblo, se ha propuesto perseguir sin descanso a los miembros del “Club Liberal Benemérito Juárez.”

El Alcalde mandó comparecer ante su presencia al Presidente del Club, Sr. Nicolás Leal, empleando para ello un uso desmedido de poder brutal. Ya en su presencia, el Alcalde manifestó lo que manifiestan todos los tiranos: que no eran de su agrado las reuniones que el club celebraba y estaba dispuesto a no tolerarlas por estar prohibidas por la ley.

El Presidente del Club, protestó enérgicamente contra tan insolente disposición objetándola, con toda justicia, de ilegal atentatoria, pero el Alcalde, hombre necio y arbitrario como casi todos los que desempeñan ese puesto, no quiso escuchar las razones que se le expusieron y ordenó al Sr. Leal que callase y obedeciese, amenazándolo con imponerle una multa en caso de que el Club volviera a celebrar una sesión.

Este es el colmo del despotismo. Sólo una refinada maldad pudo haber inspirado a ese Alcalde para prohibir que se reúnan los ciudadanos. La razón que dio es la razón de la tiranía: no son de su agrado las reuniones del Club. De modo que ahora se necesita la gracia de los magnos aun de los más obscuros e insignificantes como ese de San Nicolás Tolentino para ejercitar el derecho de reunión ampliamente amparado por el art. 9ª de nuestra Constitución Política. Pero tenga entendido la autoridad, que sobre su capricho está la ley y lo que está procurando es que se le acuse y se le castigue para escarmiento de caciques.

Excitamos a los socios del Club Liberal “Benemérito Juárez,” para que pidan amparo contra los arbitrarios actos del Presidente Municipal, para que comprenda este individuo que no impunemente se ultrajan los derechos y que las autoridades deben respetar a los ciudadanos, para que a su vez sean respetadas.

Éste es el nombre de un nuevo periódico liberal que acaba de salir a la luz en Tampico, Tam.

Guelatao, reprueba la necia política de conciliación, y tiene para ella frases de amarga censura, justificadísimas por cierto.

El nuevo órgano se presenta valiente y resuelto, y aunque modestamente manifiesta que sus redactores no son periodistas, no debemos creerlo porque está escrito en un estilo revelador de asombrosas aptitudes y hace presumir que las plumas mejor cortadas y los más equilibrados cerebros han cooperado para dar a luz Guelatao.

Sinceramente felicitamos al nuevo órgano, que viene a unirse a sus hermanos en la prensa, parta luchar por la integridad de nuestros principios tan inicuamente vulnerados por la tiranía de la sotana y del sable.

Deseamos que nuestro colega no desmaye en su empresa; que luche con brío; que no se contagie de la epidemia de cobardía que ha invadido a la República a fuerza de emplear el terror contra los ciudadanos, sino que siempre digno y altivo espere sereno los resultados de su arriesgada labor, porque sería sensible que se dijera que los hombres de carácter han muerto, que los hombres de voluntad firme han fallecido, pues entonces se aprovecharían los tiranos de la debilidad para oprimir a los ciudadanos hasta la desesperación.

El Jefe Político de Cuicatlán, Oax., es malo entre los malos. Persigue a todo el que no le sonríe.

Ni con mucho se parece al Sr. D. Javier Córdoba, que fue el Jefe Político por el año de 1888, pues que éste fue un funcionario trabajador y progresista, aunque el nuevo Jefe de quien hablamos, José Altamirano, reniegue de la memoria de aquel ciudadano pobre, sobre todo cuando se acuerda del campo «La Sabana,» cuyo solo nombre lo pone malhumorado y violento.

Si algún Jefe Político es arbitrario, Altamirano puede superarle. Alguna vez citó a los miembros del Ayuntamiento para tratar de la apertura de una zanja para evitar que se inundasen sus terrenos. Uno de los concejales se opuso a que se llevara a cabo la obra que pretendía el Jefe, alegando con justicia que no se trataba de una obra de utilidad pública sino particular de Altamirano, y además, porque el mismo Concejal, Sr. Hilario Escalante, se perjudicaba con la referida obra en virtud de tener que practicarse en su terreno. La dignidad del Sr. Escalante molestó al sultanillo, quien en unión del servil Presidente Municipal, Andrés Rubiños, convinieron en acusar al justamente renuente por irrespetuoso e injurias a la primera autoridad.

El Sr. Escalante sufrió dos meses de prisión, hasta que el Juez falló declarando inocente al dicho señor, víctima de las asechanzas de Altamirano y el servil Rubiños.

Entre el Jefe y su hijo Gregorio, que es secretario de la jefatura, Tesorero Municipal y funge a la vez de abogado, aunque su ilustración esté a la altura de la del Gobernador Martín González, hace muy buenos negocios, tantos que ya escandalizan a los habitantes de Cuicatlán. La capitación la aumentó a su antojo, y pasa, por ejemplo el pueblo de Dominguillo que tiene que pagar determinada cantidad conforme al último censo, y sin embargo, el Jefe cobra mensualmente nueve pesos y centavos de más.

Él y el cura esquilman al pueblo y viven en constantes relaciones para infringir las Leyes de Reforma.

Con los ladrones muestra una punible complacencia. Se le avisó que un mozo había sido víctima de un robo, despojándolo los ladrones de trescientos pesos; el Jefe se mostró enfadado y después, como concediendo un gran favor, se dignó a dar aviso al Juez, que tampoco hizo nada de provecho, pues no se persiguió a los ladrones y el dinero se perdió.

Pero si es apático para cumplir con sus obligaciones, se vuelve activo cuando trata de ejercitar una venganza. Hace como un mes llegó del pueblo de Chapulapa el Sr. Lauro Mendoza; se encontró a manos un ejemplar de un periódico en que se trataba del Jefe Político de conservador e inepto, y cuando regresó a su pueblo refirió lo que decía el periódico. Enterado de ello el Jefe, que para perseguir ladrones es tan perezoso, ordenó la aprehensión del Sr. Mendoza, tal fue la actividad que desplegó, que casi inmediatamente le presentaron al reo, a quien contra todo derecho, violando la Constitución y valiéndose de su puesto para cometer la infamia, lo tuvo preso once días, y para agravar la situación del Sr. Mendoza le impuso una multa de $12.50 cvs. haciendo de Juez y parte el despótico funcionario.

Pero así como se muestra tiránico y brutal con el débil, agota su servilismo para con el poderoso, el 11 del corriente dio un banquete en Tomellín al inepto Martín González. El Jefe nada puso para el banquete, sino que obligó a los empleados y a los Munícipes a que contribuyeran para dar la comida al Gobernador.

Con tal hecho se ha granjeado la buena voluntad de Martín González, que está dispuesto a dejar al Estado de Oaxaca en manos de insufribles caciques.

El Socialista1, semanario de San Diego, Texas E. U. A., muestra asombro porque censuramos a la Dictadura del general Díaz, y no se explica por qué nosotros atacamos cuando alguna parte de la prensa del país se deshace en halagos y serviles manifestaciones al poder. Dice también que la prensa extranjera habla mucho de que el general Díaz ha dado a México una vida nueva, un sorprendente desarrollo y envidiable progreso y un vasto crédito fabuloso en el extranjero.

Debemos decirle al colega que el general Díaz no ha hecho todo eso que se le atribuye. El pueblo, que ha querido conservar la paz, porque comprende que es benéfica, es quien ha trabajado por el adelanto de la patria, y aunque el servilismo y la adulación digan a voz en cuello que el general Díaz es el autor de la paz, no debemos creerlo, pues que si el pueblo no quisiera paz, por más esfuerzos que hiciera el Presidente para conservarla no lo lograría. El pueblo está convencido de que las revueltas sólo han servido para que se entronicen los tiranos; está convencido de que las revoluciones nada bueno le han producido. No hablamos de memoria; recórrase la lista de los revolucionarios que ha habido en México, y se verá que sólo unos cuantos han trabajado de buena fe sosteniendo sus principios con las armas en la mano. La inmensa mayoría de los revolucionarios han deslumbrado al pueblo con vanas promesas, que al fin y a la postre han permanecido con el carácter de tales promesas. Por esa razón no quiere ser burlado, esto es, no quiere que se le engañe otra vez con planes regeneradores que sirvan de pretexto a golpes de Estado para implantar Dictaduras.

Vea el colega que no es el Presidente el que ha hecho la paz, sino el pueblo.

El progreso, el desarrollo, el crédito, etc., etc., son consecuencias de la paz, y como hemos visto que la paz es hechura del pueblo, no se debe atribuir al Presidente Díaz la gloria que sólo pertenece al pueblo.

Por otra parte, ese progreso es material, ese desarrollo artificial y ese crédito claudicante; todo relativo y no de las proporciones que la prensa servil quiere darles, y nada significan, por el hecho de que el Gobierno no se ha preocupado por la justicia, la instrucción popular y el respeto a las instituciones.

Los monumentos grandiosos, ricos palacios, etc., no significan bienestar popular. Italia, en tiempo de los Césares tuvo también grandes monumentos y una Roma dorada; los faraones sembraron de palacios, esfinges, pirámides, etc., el territorio egipcio; Rusia también tiene palacios, etc., etc.; México, en la época de Santa Anna, tuvo también progreso material, y aún en la época virreinal misma; pero el pueblo no es feliz con sólo la contemplación de obras más o menos aparatosas que no le pertenecen; el pueblo no satisface sus necesidades con que haya millares que vivan de él en forma de empleados inútiles; no se mide la felicidad de un pueblo por el número de obras materiales que tenga; la verdadera felicidad, que consiste en un progreso seguro y viable, estriba en la educación de las masas, para que cada individuo sea un ciudadano que tenga la idea de que el esfuerzo unísono, el conjunto de voluntades encaminadas a un sólo fin, de energías llevadas a una meta, es lo que hace al progreso. Esa idea no la tenemos, en virtud de que carecemos de toda idea; el Gobierno no ha permitido que haya libertad de pensar ni de ejecutar lo que se piensa.

Y sin libertad, el progreso aparente que tenemos desaparecerá, porque el pueblo no ha sido educado para sostenerlo.

En efecto, al pueblo se le ha querido tutoreado, sin pensar que los tutores no son eternos; ellos tienen que morir, y como no enseñaron al pueblo a gobernarse por si sólo, nada podrá hacer, y entonces nuestros vecinos los sajones, que están atacados por la fiebre del imperialismo, se aprovecharán de nuestra debilidad para absorbernos.

Nuestro progreso de relumbrón desaparecerá con nuestra nacionalidad, a la invasión brutal de los hijos del Norte. Y esto debemos evitarlo.

Como ejemplo pondremos a la afeminada Roma. Sus Césares la condujeron a la ruina, porque, no obstante su progreso, los bárbaros la absorbieron, en virtud de que los romanos antes se habían transformado en maniquíes de los déspotas.

Las tiranías, por lo tanto, conducen a los pueblos a una sima. Por esa razón decimos en diferentes tonos que es necesario educar al pueblo para que aprenda a ser libre, y censuramos a la Dictadura porque ella impide a los ciudadanos ejercitar sus energías y no los educa, con el deliberado propósito de que la dejen continuar haciendo su capricho.

Acerca de la observación del colega, de que algunos periódicos que se dicen independientes alaban la política que conduce a la nación a su ruina, le diremos que esos periódicos están sostenidos por el gobierno para que aplaudan sus desaciertos. El colega, en razón de estar lejos de donde se publican esos papeles, no los conoce, pero los que tenemos la desgracia de tenerlos a la vista sabemos quiénes son. El Gobierno sostiene a la vez otras empresas periodísticas en el extranjero, y por esa razón las alabanzas a la tiranía se oyen en tierra extraña.

Acerca de que el actual gobierno es una Dictadura, no necesitamos demostrarlo porque eso salta a la vista.

Que como Dictadura ha conculcado los principios liberales y democráticos de nuestra Constitución, ya lo hemos demostrado hasta el fastidio.

Además, si se oyen alabanzas enderezadas al Presidente Díaz y apenas si se escuchan censuras porque su política ha sido la del terror, y todo el mundo tiembla ya no con decir, sino con sólo oír censurar al Gobierno. El país está atacado de cobardía, la prensa no se arriesga a censurar porque el periódico que tal cosa hace se suspende y sus responsables y hasta los cajistas y servidumbre paran en la cárcel.

Dice el colega que no debemos echarle en cara al Gobierno su imprudente pretensión de dejarnos sucesor, porque todavía no la ha manifestado ostensiblemente. Creemos nosotros que no debemos esperar a estar atacados por la enfermedad para combatirla. Es preferible evitarla que procurar, una vez atacados, su extirpación.

La idea del Presidente de dejar sucesor es, por otra parte, muy conocida y hasta se rumoran cambios en las Secretarías de Estado para llevar a la práctica la torpe idea.

Réstanos manifestar al colega que creemos que ha tratado la cuestión de buena fe, y por esa razón le hemos dado las anteriores razones.


1 El Socialista, San Diego, Tex. E. U. A. (1898-19??). Dir. Jesús M. de la Garza.

Mucho hemos hablado ya sobre el asunto Vázquez-Montes de Oca1, que ha escandalizado en San Luis Potosí por las impertinentes pretensiones de ese prelado.

Ahora tenemos que consignar que el ostentoso Obispo potosino ha sufrido un descalabro; el Sr. Juez de Distrito de aquel Estado concedió el amparo que solicitó D.

Francisco Vázquez, bajo el patrocinio del inteligente y activo Sr. Lic. Mauricio Dávalos, contra actos del Juez 1º Menor de aquella ciudad, que despojaba de sus propiedades al Sr. Vázquez.

Nos alegra dar la noticia de ese triunfo, porque él significa el quebrantamiento de una altivez desmedida y de un obstinado deseo de adquisiciones de bienes temporales, que no cuadran con la misión evangélica de un individuo, que se hace pasar por representante de Dios sobre la tierra.


1 Véanse supra, arts. núms. 52, 91, 109, 180, 204 y 240.

Los habitantes del Estado de Jalisco, deseando resolver en forma pacífica la situación tirante creada por la administración curielista, han presentado a la Cámara de Senadores una importante y bien razonada solicitud sobre que se declare que han desparecido los Poderes Constitucionales del Estado, y que, por tanto, es llegado el caso previsto en la frac. III, letra B, inciso V, del art. 72 de la Constitución, reforma 13 de noviembre de 1874, que se refiere a la intervención del Ejecutivo Federal para que, de acuerdo con el Senado, nombre un Gobernador interino que convoque a elecciones conforme a las leyes Constitucionales del referido Estado.

Los fundamentos del ocurso, son los siguientes:

La Constitución Política del Estado de Jalisco, en su artículo 46, establece que toda reforma a dicha Ley, deba ser “aprobada por la mayoría” de los Municipios de esa Entidad Federativa.

El artículo 8 de la propia Constitución dispone, que para la formación del Poder Legislativo local, habrá un representante por cada ochenta mil habitantes, o fracción que exceda los cuarenta mil.

La Ley Electoral vigente en Jalisco, Decreto 370, determina en sus artículos 7 y 8, la elección “no de un” Diputado por “cada” Distrito de ochenta mil o fracción que exceda de cuarenta mil habitantes, sino la elección “del Congreso, en una sola cédula por todos los habitantes del Estado.”

Ahora bien, esta ley electoral entraña una “verdadera reforma constitucional,” la cual no ha llenado el requisito esencial de ser “aprobada por la mayoría de los “Ayuntamientos” del Estado, como lo previene el artículo 46 ya citado de la Constitución local.

Además, el artículo 10 de la misma Constitución, confirma enteramente el verdadero sentido del citado artículo 8 de la misma, estableciendo que ni los Jefes ni los Directores Políticos podrán ser electos Diputados en el “punto” que desempeñan sus funciones; luego la Constitución establece y confirma de esa suerte, que la elección del Congreso debe hacerse designando “cada” Distrito su Diputado.

Sostener lo contrario, sería lo mismo que afirmar que sería constitucional la ley electoral que estableciera, que “todo” el país eligiera el Congreso o el Senado de la Unión en “una sola” cédula, en vez de asignar a “cada” Distrito la elección de su Representante, como así lo dispuso la ley federal electoral.

La Ley Electoral de Jalisco, pues, en los artículos citados, es contraria al espíritu de los principios fundamentales de la democracia y al precepto terminante de la Constitución del país, al tenor de la cual deben los Estados armonizar su forma de Gobierno, y el cual “debe ser republicano, representativo, popular,” artículo 119 de la Constitución General. Falta, pues, al Gobierno jalisciense, propiamente, la calidad de “representativo.”

Aceptando los razonamientos expresados, habrá que aceptar también sus últimas conclusiones, esto es, que el actual Congreso, no es Constitucional, y por tanto, el actual Gobernador, también carece de esa esencialísima calidad, porque no ha habido Congreso legítimo que lo declare tal, y siendo como es esto así, resulta que Jalisco se halla inconstituido.

Muy importante nos parece la cuestión presentada al debate del Senado, y deseamos cordialmente que la solución sea satisfactoria para los jaliscienses, pues en esa forma pacífica y legal obtendrían la separación de una personalidad funesta que pesa duramente sobre todas las actividades y sobre todas las conveniencias políticas. Este es el deseo de los solicitantes, que han puesto al pie del ocurso la siguiente expresiva nota:

“Aunque ya tiene algún tiempo de regir en Jalisco este sistema anómalo, no pretendemos anular todos los hechos consumados, en administraciones anteriores, sino especialmente buscamos un remedio pacífico a la situación actual, que como la prensa local y la de todo el país lo ha manifestado, es insostenible ya para los jaliscienses.”

Ya informaremos del curso de este negocio.

Con mucha frecuencia hemos visto en las informaciones de la prensa, que el Inspector General de Policía acostumbra someter a minuciosos interrogatorios a individuos que están ya bajo la jurisdicción del Juez penal competente. A muchos comentarios se presta esa invasión de funciones, y muchas torpezas deben ser la consecuencia de tales actos; pero lo que nos ha llamado más vivamente la atención, es una parte del último interrogatorio a que el referido Inspector sometió al ya famoso presidiario Treffel.

Este individuo pretendió estafar a dos personas con la supuesta fabricación de oro. El enjuague fue descubierto, se aprehendió a Treffel y se le condujo ante el Inspector. Éste no sólo interrogó respecto al hecho delictuoso, sino que se permitió preguntar a Treffel respecto al lugar en que depositó las alhajas que le tocaron, como producto del robo de La Profesa. Es forzoso hacer notar que este punto se trató ampliamente en el juicio penal respectivo, y que se pronunció sentencia definitiva sobre el particular. Sin embargo, el Inspector General de Policía resucita, sin competencia, un hecho fallado y pretende averiguar una circunstancia definida y calificada en el juicio. Más todavía, el Inspector, oficiosamente, sin que haya parte civil a quien interese la restitución de lo robado, hace una averiguación a todas luces reprochable.

Si el Inspector no pretendía descubrir algo que oficialmente le incumbiera descubrir, y a título de simple curiosidad interrogó a Treffel sobre las alhajas, nos parece muy pueril esa curiosidad, muy impropia al carácter serio de un Inspector de Policía, muy ajena a la gravedad de su misión oficial.

Desearíamos que dicho Inspector fuese más prudente y se circunscribiese a sus funciones de mero director de policía, sin invadir las atribuciones del poder judicial.

Los malhechores han sentado sus reales en el Cantón de Misantla, Ver., proponiéndose demostrar, que en la República no hay esa seguridad ideal de que se alaba el Presidente y que nadie cree.

En la Colonia Francesa de San Rafael, perteneciente al referido Cantón, ha ocurrido, entre otras cosas, lo siguiente:

El 4 de este mes penetraron unos ladrones en la casa habitación de D. Juan Deschose y cargaron una gran cantidad de hule en tasajo.

El 8, también de este mes, otros ladrones asaltaron la vivienda de la Sra. viuda de Roustan, y echando abajo la puerta, se llevaron ocho sacos de café, que constituían el único capital de la pobre señora.

El mismo día, otros forajidos asaltaron la finca de D. Eugenio Erizon, y entre muchos otros objetos cargaron con una valiosa escopeta fina.

Hace como tres meses, poco más o menos, unos ladrones se introdujeron en la bodega de los Sres. Masberg y se robaron doce latas de manteca.

Por el mismo tiempo D. Luis Mastret fue víctima de un robo.

No obstante esto, las autoridades no se han preocupado por la aprehensión de los bandidos. Y cuando se ponen a perseguirlos, aprehenden a infelices inocentes, como ya alguna vez lo hicimos notar, y se les aplica la ley fuga sin siquiera identificarlos.

Veracruz está perdido. Los ladrones roban a su sabor sin que sean molestados. Los habitantes pacíficos, honrados y trabajadores son aprehendidos por sospechosos y se les fusila sin formación de causa. Los curas roban honras de mujeres indefensas, como aquel sátiro de San Juan Evangelista. En todo el Estado se juega a más y mejor a pesar de las protestas del poeta Díaz Mirón, y en todo el Estado también se hace la voluntad de los mandatarios; no hay instrucción pública y cuando se designan obras de texto para las escuelas primarias, se ponen al estudio de la juventud los libros inmorales de José Ascensión Reyes, el famoso Anabasis.

El Cantón de Misantla está infestado de ladrones. Se ha formado una sociedad de bandidos para robar ganado vacuno y caballar, vainilla y bejucos de vainilla. Los agricultores, ganaderos y demás gente de trabajo están alarmadísimos y no pocos se preparan a emigrar del Cantón en busca de seguridad para sus personas y bienes, pues que las autoridades del Cantón, no son ni con mucho, una garantía para los hombres de trabajo.

Y tan mal anda en todo el Estado de Veracruz, que el Gobierno no ha dictado medida alguna para desinfectar los cementerios de San Rafael, Ojite y Mentidero, Nautla y Jicaltepec, y de ese modo evitar en algo los estragos que ocasiona el vómito enfermedad que amenaza recrudecer sus efectos este año en virtud de la escasez de lluvias. Urge que se desinfecten los referidos cementerios, porque bien sabido es lo poco escrupulosas que fueron las autoridades del año anterior, que sin preocuparse de la salubridad pública, mandaban inhumar a media vara de profundidad los cadáveres de las personas que fallecieron de vómito. De allí proviene la pestilencia de las inmediaciones del panteón de Ojite y Mentidero, y los habitantes temen, con razón, que antes del próximo Junio, la epidemia habrá invadido por completo a los pueblos que arriba citamos.

Por todo esto se ve que las autoridades de Veracruz quieren dejar desierto el Estado, porque el vómito, la ley fuga, las vejaciones y arbitrariedades, etc., etc., harán que merme la actual población del Estado costeño.

Vemos en un periódico que un oficial del ejército golpeó inhumanamente en Tacubaya a un soldado. El escándalo lo cometió en público ese oficial.

Un paisano, condolido por la suerte del infeliz soldado, se acercó al oficial para interceder a favor de la víctima, pero el militar, mohíno por la justa reclamación del paisano volvió su cólera en contra de él y lo maltrató cruelmente, llegando al grado de sacar la pistola, no se sabe si para matarlo o solamente para amedrentarlo, después de lo cual ordenó a sus reclutas que lo introdujeran al cuartel del 9º Regimiento, tal vez para castigarlo más a su sabor.

Dice el periódico aludido, que los sucesos fueron presenciados por uno de los Jefes del citado Regimiento, pero no dice si ese Jefe permaneció impasible ante el atentado cometido tanto con el soldado como con el paisano.

Esta noticia, vaga en sí, y en la que ni siquiera se citan nombres, fácil será comprobarla indagando la autoridad militar la verdad de lo ocurrido.

Si el oficial, como se dice, se cebó en el inerme soldado y el indefenso paisano, bueno es que se le castigue para que se aprenda a tratar a la gente y para ejemplo de otros muchos soldadones que hacen alarde de valor con los que están desarmados.

Ya que son tan valientes, conveniente es que se les mande a atacar a los indios rebeldes de Yucatán o que ejerciten su fiereza en las serranías de Sonora. También a esas partes debe llevarse a los bizarros soldados de Lampazos, que se entretienen en fabricar muñecos de cartón, a los que se les prende fuego para acusar a ciudadanos honrados.

Si el Gral. Curiel, a más de las expresivas manifestaciones a silbidos y protestas del pueblo que pacíficamente gobierna, efectuadas no hace mucho tiempo en la Estación de Ferrocarril, cierra los oídos a otra manifestación de que enseguida nos ocupamos, creemos que no habrá frases para calificar su conducta.

Las importantes poblaciones de Autlán, C. Guzmán, Sayula y San Gabriel, del Estado de Jalisco, han dirigido ocursos calzados con cerca de cinco mil firmas, al Congreso local para pedirle que exija al Gobernador Curiel, la dimisión del puesto con que se ha distinguido por su carencia de aptitudes gubernativas.

La petición se funda en que, así como el Gobernador ha ocupado el puesto, según se dice, por voluntad popular, hoy, que no tiene ya a su favor ni la confianza ni la voluntad del pueblo, debe respetar ésta y debe dejar el puesto para que lo ocupe el más apto.

Pero estamos seguros de que Curiel no dimitirá. Cualquiera otra persona pondría su renuncia en el acto y no permitiría que se le tratase como a un criado a quien se despide por inepto. El símil es un tanto rudo, pero gráfico. Un mal gobernante es un sirviente que ya no merece nuestra confianza. Ojalá que todos los habitantes honrados de Jalisco, hicieran pesar su disgusto sobre su sirviente, en la forma indicada por las poblaciones referidas.

Un periódico1 que gozaba (y que probablemente sigue gozando) de un insignificante subsidio del ex-Ministro Baranda, a trueque de incondicional adhesión, se regocija de que el Lic. Jacinto Pallares haya manifestado a sus alumnos que dicho ex-Ministro era el defensor de los más altos principios modernos, los que introdujo con tesón imperturbable y mano firme en la Escuela, y que la juventud debe al Sr. Baranda muchos esfuerzos en pro de la ilustración, desde la aceptación del principio de la escuela laica, obligatoria y gratuita, hasta la reforma de los programas escolares preparatorios, que tal vez en ningún país se ostenten semejantes, y que, con toda seguridad, México es el único país latinoamericano que los posee.

De todo punto inconveniente nos parece la apología hecha por el maestro Pallares. En la conciencia de todos está y los hechos lo demuestran rudamente, que el ex-Ministro Baranda poco o nada se ocupó de la instrucción pública, como no se ocupó del ramo de justicia. De ahí que se hayan falsificado Directores de Escuela, tan ineptos como Castañeda y Nájera y tan ultramontanos como Carmona y Valle2. Que se hayan improvisado profesores ineptos, como son la mayoría absoluta de los que sirven esos empleos. Que se haya entronizado un Director general de Instrucción Pública como Ruiz, que no tiene aptitudes, ni formas sociales, ni criterio educativo. Que los puestos del profesorado en Preparatoria, Jurisprudencia y Minería se adquieran por recomendaciones y no por oposición. Que a pesar de la instrucción laica, obligatoria y gratuita, los niños sigan pervirtiéndose en el arroyo y los que concurren a la Escuela salgan sin instrucción, porque es imposible estudiar textos cuya compra se hace para enriquecer a un librero. Que el programa escolar de la Preparatoria sea tan descabellado, razón por la que solamente dicha Escuela lo tiene y no lo prohíjen otras del mundo. Que haya complacencias con algunos profesores y a otros se les niegue en cambio lo más indispensable. Que la Escuela Preparatoria esté gobernada por un grupo de individuos que se portan como capataces. Que los alumnos dejen la Escuela después de haber sufrido la relajación de la voluntad y la hipertrofia de los cerebros. Que, en fin, haya profesores, como el maestro Pallares, que se ocupen en hacer la apología de los vivos, lo que inculca en los cerebros jóvenes ideas serviles.

Esto es lo que se debe al ex–Ministro Baranda en su larga gestión improductiva.


1 Probable referencia a El Diario, ‘Periódico nacional indpendiente.’ México, D. F. (1896-1903?). Dir. Manuel de la Torre.
2 Manuel Carmona y Valle (1832-1902). Médico iniciador de la oftalmología moderna en México. En 1892, fue nombrado director de la Escuela de Medicina, conservando el cargo hasta su muerte. Senador, presidente del Ayuntamiento de México y de la junta de Beneficencia.

El Gobierno del Estado de Oaxaca no se preocupa por el mejoramiento  intelectual y moral del pueblo. Es bien sabido que Martín González carece de ilustración y que no tiene criterio liberal ni conservador, y por lo tanto, se somete a la decisión del Presidente ante todo, y por ende, a la decisión del clericalismo.

Los honorables ciudadanos que integran el Club Liberal Regenerador “Benito Juárez,” de Cuicatlán, Oax., haciendo uso del derecho que otorga el art. 8º de la Constitución, elevaron un ocurso a la superioridad pidiendo la separación del preceptor de aquella villa, Emiliano García, pues este individuo en lugar de infundir una instrucción laica a la niñez, más la enseña a repasar el Ripalda que a resolver problemas de aritmética o a comprender los derechos y obligaciones del ciudadano.

Ha transcurrido más de un mes, y el Gobierno de Martín González en lugar de cumplir con lo prevenido en el art. 8º de la Constitución, acordando lo que procede al ocurso, envió confidencialmente al Preceptor y al cura una copia del escrito, y estos dos sujetos hacen alarde de impunidad diciendo que han recibido instrucciones para continuar su inmoral propaganda.

En vista de tan irrespetuoso proceder del Gobierno de Martín González, los miembros del Club Liberal elevaron nuevo ocurso en el que especificaban todos los anteriores datos, y el Gobierno se ha hecho sordo, pues que sólo ha dado promesas, de esas que nunca se cumplen.

Por lo asentado se ve el ningún empeño que toma el funesto Gobierno de Oaxaca, para atender las justas peticiones de los ciudadanos. También se deja comprender por ello, que ese Gobierno, como lo hemos dicho alguna vez, procura que Oaxaca se hunda.

Además, la conducta de Martín González es totalmente irrespetuosa para con los ciudadanos, y debe someterse a las decisiones de ellos, porque él, el Gobernador, no es más que un simple y sencillo servidor. De modo que debe comprender su papel de servidor, y mostrarse más respetuoso para con el pueblo a quien debe atender en sus quejas, y servirlo porque para eso está.

Este Gobernador es el peor que ha tenido Oaxaca; la prueba está en su impopularidad. No tiene ni siquiera un mediano talento para esconder sus torpezas administrativas.

Por cartas que hemos recibido, sabemos que en la frontera Norte de nuestra República corrió el rumor de que habían sido mandados recoger los ejemplares de REGENERACIÓN y que se había iniciado contra nosotros una brutal persecución. Hasta ahora, podemos decir que ningún tropiezo hemos sufrido. Alguna que otra molestia y nada más.

Sin embargo, no podemos cantar victoria, porque la Dictadura no se duerme y sabido es que se disgusta y contraataca cuando se le dice la verdad, y como nosotros no la hemos escatimado, sino que por el contrario hemos hecho derroche de ella, no tenemos la pretensión de que le simpaticemos, y por lo mismo creemos que no nos ha de querer bien.

Así sucede; al que da consejos y no engaña, se le aborrece.

Nuestro colega La Razón, de Veracruz, preocupándose, y con justicia, de la resolución de tremendo problema que encierra la situación anómala del país, en lo que al ejercicio del sufragio y a la responsabilidad de los gobernantes se refiere, ha solicitado la cooperación de los ciudadanos en ejercicio de sus derechos, para formar una agrupación que se dedique a sostener las declaraciones trigésima octava y cuadragésima cuarta, del Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí en Febrero pasado.

Muy noble y patriótica nos parece la iniciativa de nuestro colega. Las resoluciones mencionadas se contraen a la vigilancia sobre los funcionarios públicos; al ejercicio de la acción popular, acusando a los transgresores de la ley, sean de la categoría que fueren; a la iniciación de juicios de responsabilidad contra los funcionarios despóticos, instigando a los demás ciudadanos para que ejerciten ese derecho, y al ejercicio del sufragio concurriendo a los comicios electorales.

La indiscutible utilidad social y política que entraña el llamamiento del inteligente colega, hará sin duda que los buenos veracruzanos, los que no se han corrompido en el medio infeccioso de la Administración del Estado, acudan a agruparse en un poderoso núcleo, para contrarrestar eficazmente la nociva influencia del elemento oficial.

Aplaudimos cordialmente la iniciativa de nuestro estimado colega.

Continúan las persecuciones del actual gobierno conservador a los clubs liberales. A los ciudadanos se les encarcela como a los de Lampazos o se les prohíbe reunirse como a los de San Nicolás Tolentino.

También se emplea otro sistema, que consiste en separar de sus empleos a los miembros de los clubs que tienen alguna ocupación en las oficinas públicas.

El Gobernador de Nuevo León, hechura del Ministro Reyes, a cuya magnanimidad debe el puesto que ocupa, se muestra como su protector, colérico contra el actual movimiento liberal.

El Sr. Ezequiel Villarreal Argueta, desempeñaba el puesto de Secretario del Juzgado de Letras de Villaldama y a la vez, como buen ciudadano, tiene el cargo de Secretario del “Club Liberal Villaldamense.” Pero considerando el Gobernador del Estado que ambos cargos eran incompatibles, manifestó a alguien esa opinión que llegó hasta el Sr. Villarreal Argueta, a quien se le dijo que escogiera entre ambos cargos el que quisiera desempeñar.

Fiel a sus convicciones, el Sr. Villarreal Argueta no titubeó al declarar su preferencia al desempeño de la Secretaría del “Club Villaldamense” y se separó del empleo que tenía en el Juzgado de Letras.

El Sr. Villarreal es estudiante de último año de Derecho y su empleo le servía para continuar su carrera que quizá deje de concluir, porque así place a la opresión.

Para los déspotas, los empleos son gracias que conceden, y no pueden que los empleados sirven a la Nación o a los Estados, y no a los tiranos.

Quéjanse los potosinos de que el Gobernador Escontría se entrega cada día más al clero. Hasta en los más ínfimos detalles se descubre su decidido empeño conciliador.

Como Mucio Martínez, el de Puebla, procuró dar mayor esplendor a la fiesta Religiosa del Sábado de Gloria, ordenando que la banda de música de la Escuela Industrial del Estado, tocara tan pronto como se echaran a vuelo las campanas en señal de que la gloria había quedado abierta.

Hay que notar que no permitió que la banda de la Escuela Industrial tocase el Jueves y Viernes de la Semana Mayor, porque el Obispo Montes de Oca le hizo comprender que eran días de recogimiento, de oración y de penitencia, y el mismo Montes de Oca le indicó que el Sábado de Gloria sí era lícito que hubiera audición musical, pero siempre que, para no chocar con la liturgia católica, comenzase esa audición cuando las campanas de los templos anunciasen la gloria.

Así se hizo al pie de la letra, y ocurrió que en día de trabajo, como es el de gloria tocara la música, distrayendo a los hombres de trabajo, pero con gran contentamiento de la turba de molestos limpiabotas.

Bueno es que el Gobernador se fije en los Partidos del Estado que mal gobierna, y deje de dar oído a las necias insinuaciones del Obispo, que no teniendo nada noble en que emplear su tiempo, lo emplea en embrutecer al pueblo, en catequizar Gobernantes débiles, en comprar a la justicia y en injuriar a las musas con desabridos versos cojos, inválidos y maltrechos como su conciencia.

Quéjanse los potosinos de que el Gobernador Escontría se entrega cada día más al clero. Hasta en los más ínfimos detalles se descubre su decidido empeño conciliador.

Como Mucio Martínez, el de Puebla, procuró dar mayor esplendor a la fiesta Religiosa del Sábado de Gloria, ordenando que la banda de música de la Escuela Industrial del Estado, tocara tan pronto como se echaran a vuelo las campanas en señal de que la gloria había quedado abierta.

Hay que notar que no permitió que la banda de la Escuela Industrial tocase el Jueves y Viernes de la Semana Mayor, porque el Obispo Montes de Oca le hizo comprender que eran días de recogimiento, de oración y de penitencia, y el mismo Montes de Oca le indicó que el Sábado de Gloria sí era lícito que hubiera audición musical, pero siempre que, para no chocar con la liturgia católica, comenzase esa audición cuando las campanas de los templos anunciasen la gloria.

Así se hizo al pie de la letra, y ocurrió que en día de trabajo, como es el de gloria tocara la música, distrayendo a los hombres de trabajo, pero con gran contentamiento de la turba de molestos limpiabotas.

Bueno es que el Gobernador se fije en los Partidos del Estado que mal gobierna, y deje de dar oído a las necias insinuaciones del Obispo, que no teniendo nada noble en que emplear su tiempo, lo emplea en embrutecer al pueblo, en catequizar Gobernantes débiles, en comprar a la justicia y en injuriar a las musas con desabridos versos cojos, inválidos y maltrechos como su conciencia.

El cura de Villa de García, N. L., no se distingue por su temperancia ni por su humildad cristiana, ni por su mansedumbre evangélica.

Es intrigante y jesuítico y a los miembros del Ayuntamiento los trae dominados, al grado de hacerlos asistir a la iglesia para obligarlos a desempeñar ciertos oficios, como llevar el palio y ayudar en otros actos que la liturgia prescribe.

El cura, que se llama Gregorio Tesillo, ha ordenado a sus feligreses que cuanto periódico liberal tengan a manos, lo hagan añicos.

Está disgustadísimo porque nuestro colega El Monitor Liberal lo ha vapuleado exhibiendo sus abusos. Como el cura Arpón, de Monclova, que se desata en injurias contra los redactores del inteligente periódico La Unión Liberal, sin respetar el lugar en que vocifera, el de Villa de García desde el púlpito vomita su odio contra los liberales inspirándose con un vaso de cognac.

Si ese sacerdote no quiere que se hable de él, bueno es que modere su lenguaje y que se entregue al ejercicio de su ministerio, sin mezclarse en las cuestiones políticas.

Muchas personas de Villa de García se quejan del insolente cura y nos suplican que hagamos constar su descontento con la conducta que observa.

Y así lo hacemos para que su superior le de un jalón de orejas, que muy merecido lo tiene.

Estamos en plena época de sorpresas. Las asechanzas de que están siendo víctimas los clubs liberales, traen desazonados a los timoratos y ya nadie de éstos quiere confesar que es liberal. Mal camino es éste. Cuando se trata de ataques injustos dirigidos contra nuestros hermanos, mal papel hacemos si guardamos un vergonzoso silencio, y todavía es más reprochable nuestro proceder, si por cobardía abandonamos nuestra empresa de regeneración política y social.

Hay otra sorpresa. Es una noticia que corre vergonzosamente y solapadamente de corrillo a corrillo; es comunicada a sotto voce y volviendo de uno a otro lado el rostro, como si el que la comunica temiera ser escuchado por la indiscreción en persona. Esa noticia camina así, envuelta, velada y se escucha conteniendo la respiración; camina encubierta, porque si se descubriera causaría asco, y también, porque los que la propalan son cobardes.

Nosotros, porque odiamos todo lo que no sea franqueza y verdad, vamos a decir en que consiste esa noticia; también vamos a divulgarla, para que el Partido Liberal se ponga en guardia y no se deje engañar por politicastros desprestigiados.
Trátese de que se está formando un partido que se llama “barandista.”

A la caída del Ministro Baranda, sus protegidos se arremolinaron y en la sombra comenzaron a mostrar los dientes, como que la caída de su protector fue para esas pobres gentes el anuncio de que la miseria estaba muy cerca de sus puertas, y el hambre dejaba advertir sus angulosa silueta en el fondo de un porvenir sombrío.

Los cerebros de esos pobres individuos faltos de energías y de voluntad, de fuerzas y de aptitudes para emprender una lucha ventajosa, y de ese modo asegurar independientemente el pan, comenzaron a soñar con cuadros fatídicos de miseria y de hambre y entonces, el más audaz de ellos, pero el más despechado también, tuvo esta idea: hacer oposición al Gobierno, derrocarlo y poner al ex-Ministro de Presidente.

Pero se necesitaba una bandería para dar color político a ese nuevo partido, que podemos llamar del despecho, y considerando la turba barandista que el Partido Liberal reacciona en estos momentos, y, además, es simpático, tiene hombres de energía y de valor y a él están afiliados los más sanos cerebros, las voluntades más viriles y los hombres de más sanos principios; teniendo en cuenta todo esto los pobres barandistas, quieren servirse del Partido Liberal para llegar al logro de sus ambiciones, pues saben que los buenos liberales están disgustados con la actual Dictadura, y como es popular el partido, de ello quieren aprovecharse los protegidos del ex-Ministro haciéndose pasar por liberales.

Pero nosotros no podemos pasar desapercibidas esas locas maquinaciones de los barandistas; no podemos permanecer impasibles ante la miseria que quiere sacar la castaña con la mano del gato; no podemos resignarnos a ver el egoísmo abrazar la bandera liberal, y servirse de ella para sus fines personalistas y absurdos.
Es bien sabido, que los barandistas fueron reclutados entre los desperdicios de todos los partidos. Son hombres sin fe y sin principios políticos. Ellos no han hecho más, que agruparse al rededor de un hombre que tuvo el pésimo antojo de sacar de la nada a la insignificancia intelectual, para ponerle la toga del jurisconsulto, que cae muy mal por cierto, y hacer tristísimo y desairado papel amparando a las nulidades del intelecto, porque las cucurbitáceas merecen ser cubiertas sólo con esteras.

Los barandistas no tienen principios políticos. No son liberales ni conservadores; sencillamente son acomodaticios. Su única ley es el estómago. Muchos de ellos atacaron soezmente a Baranda, fingiendo de oposicionistas, y cuando el funcionario, en un momento de fácil y feliz digestión tuvo la humorada de arrojarles las migajas de su mesa, aquellos furibundos oposicionistas depusieron su inquina para saborear los despojos de un despilfarro ministerial, hecho efectivo por medio de subvenciones exiguas y de mezquinas canongías. Pero la insignificancia de los denostadores tenía que conformarse, y se conformó con unos cuantos dineros, porque las nulidades no tienen derecho a pedir ni a desear más.

Ese es el partido barandista, que ahora entrar a la lucha uniéndose a los liberales de convicción, como pudieran también unirse a los más recalcitrantes y fanáticos conservadores, pues que el egoísmo, sintetizado en el partido barandista, como dijimos, no tiene más ley que el estómago, y si comprendiera que el triunfo próximo estuviera con abrumadoras probabilidades  de parte de la facción conservadora, a ella uniría su desprestigio, pero como ha olfateado que el partido de la libertad es el que tiene que triunfar, a él piensa adherirse.

Huyamos de esa peste los buenos liberales; huyamos de tanta corrupción. Nuestro partido, para ser fuerte, no necesita ser integrado por gente sin patriotismo y sin pudor político. Nuestro partido por sí sólo se abona, sin tener necesidad de recurrir a los desperdicios de todos los partidos y a los apostatas de todas las banderías políticas.

Por otra parte, y consecuentes con nuestro carácter franco y descubierto, nos parece, ya no ridículo, sino nauseabundo el que los barandistas pretendan hacer oposición al Gobierno, porque mientras su ídolo ocupó su empleo de Ministro, para esos hombres no había Gobernante más progresista, más hábil, ni más íntegro, que el Gral. Díaz; no había política más sagaz, que la del Presidente, ni hombre de Estado sobre la tierra que alcanzara la talla del Presidente Díaz. ¿Por qué ahora no les parece lo mismo?

Está bueno que nosotros, que siempre hemos militado en las filas independientes y liberales, y que nos honramos con la circunstancia de no haber adulado nunca al Presidente, ni haber solicitado a trueque de nuestro carácter y de nuestra voluntad su ayuda para servirle, porque, aunque modestamente nos bastamos a nosotros mismos sin necesidad de implorar el favor de la Dictadura: está bueno que nosotros, repetimos, ataquemos formal y resueltamente al Gobierno en sus actos descabellados y despóticos; pero es inconsecuente, es bochornoso y hasta inmoral, pretender atacar al que se ha colmado de alabanzas, pretender escupir la mano que les dio de comer y a la personalidad a cuya sombra han podido satisfacer sus necesidades, sólo porque a ello incita su despecho.

Nosotros, no podemos nunca considerar unos correligionarios a esa clase de hombres, que se vuelven independientes y liberales cuando ya no se les protege.
Después de todo, ¿qué es el llamado partido barandista? ¿Cuántos adeptos tiene? ¿Qué programa político trata de desarrollar? El barandismo se compone de media docena de despechados, como ya lo dijimos, no tiene más programa que el medro personal.

Debemos, pues, huir de esos hombres que no son liberales, porque durante la larga y ambiciosa permanencia de su jefe en el Ministerio, consintieron en la relajación de nuestros principios, y hasta que cayó el ídolo pasaron de buen grado por cuanto atropello a las instituciones liberales ha cometido el actual Gobierno; se hicieron sordos a los clamores del pueblo que pide justicia, y ayudaron a la actual Dictadura a perseguir a los periodistas independientes.

Lo hemos dicho y lo repetimos: ningún hombre de los que están en el Poder puede ser liberal; unos son conservadores y otros oportunistas, pero ninguno es liberal del Presidente al último; y los barandistas no son liberales, porque ayudaron a imponerse a la actual Dictadura. Si el partido barandista tuviera buenas intenciones, no guardaría tanto silencio acerca de su intento, ni de manera tan misteriosa tratara sus asuntos, sino que declararía en voz alta sus aspiraciones; su política sería leal y franca; pero también es cierto que para eso se necesita valor y el barandismo es cobarde.

Sépanlo de una vez los barandistas: no podrán engañar al Partido Liberal, y el Partido Liberal sin necesidad de ellos, puede reconquistar los principios que el Gobierno ha desvirtuado; sin necesidad de los barandistas, puede defender los derechos del pueblo arrebatados por el absolutismo y las libertades encadenadas por la tiranía.

En los Distritos, Cantones o Partidos de los Estados de la República, medran a su sabor y a la sombra de gobiernos complacientes, ciertos parásitos que se llaman Jefes Políticos.

Esas autoridades son escogidas entre los hombres más rudos, y que una vez vistos en un puesto en que pueden mandar, ponen en juego todo un cargamento de pasiones que antes no se atrevían a hacer ostensibles, por temor al Juez y a la cárcel y tal vez hasta al verdugo.

Debe suponerse que hablamos en general, pues ha de haber algunos Jefes Políticos  honorables, aunque escasos.

Como el de Cuicatlán,1 el de Huajuapan de León, es arbitrario y déspota.

No hace mucho tiempo que al voluntarioso tiranuelo se le ocurrió que el camino que une a Huajuapan con Tezoatlán, se desviara de donde antes pasaba poniéndolo sobre una parte del terreno de D. Pioquinto Leyva. El Sr. Leyva expuso al Jefe Político, llamado Luis G. Córdova, que se perjudicaba con tal disposición, pero el Jefe contestó groseramente sosteniéndose en su capricho de perjudicar al Sr. Leyva. Entonces éste le manifestó decentemente, que él haría valer sus derechos ante la autoridad judicial.

Ante contestación tan correcta el jefe Político llamó en su auxilio todo su coraje, y hecho una fiera, golpeó cruelmente al Sr. Leyva con un fuerte bastón, hasta derribarlo y cubrirlo de sangre.

Ese hecho revela nuestro triste estado social. Ningún ciudadano puede hacer observaciones pacíficas a los mandatos de las autoridades, porque algunas de ellas, que son las más, consideran como ultrajante una simple indicación, y desahogan su furor de zafios sobre los hombres que estando en su derecho, hacen una petición de justicia.

Eso es escandaloso. Martín González debe castigar severamente a ese Jefe Político que no merece ser ni presidente de presidio, tan brutal es.

Seriamente llamamos la atención del Gobernador de Oaxaca acerca de la conducta del Jefe Córdova, pues es verdaderamente escandaloso lo que ha hecho, y que hace presumir, que en esa autoridad, rugen instintos salvajes, que encajan muy mal en nuestro alharaquiento y vano progreso.


1 Refierese a José Altamirano; vid., supra, art. núm. 480.

Nos comunican de Sonora, que desde el 17 del actual la gente pobre de Hermosillo está alarmadísima, porque sin llenar los requisitos legales, se ha reclutado gente para el servicio de las armas. De las prisiones se ha tomado también personal para las filas. Algunos sentenciados a quienes faltan aún 3 años de prisión, han sido también alistados.

El 18 se ordenó que los 25 hombres que habían sido reclutados, salieran para el Yaqui, y 19 salieron para el mismo punto los 200 hombres del 11º Batallón que estaban de destacamento en Hermosillo.

Parece que todo lo anterior es motivado por una derrota que en esos días sufrieron las fuerzas federales que operan en el Yaqui. De todas maneras, nos parece que debe ordenarse la cesación de tales medios ilegales de reclutamiento, para que cese también la alarma que reina entre la gente pobre de Hermosillo, por el temor de ser arrancada brutalmente de sus hogares.

Nuestros lectores saben1 que D. Gabriel M. Carrasco, acreditado comerciante veracruzano, presentó una acusación contra el ex Juez de 1ª Instancia de Túxpam, Lic.

Ismael Iriarte y Drusina. De los fundamentos de la acusación nos ocuparemos detenidamente en el número próximo; pero no dejaremos de indicar ahora, que desde el

21 de Diciembre pasado en que se presentó la acusación ante el Tribunal Superior de Justicia de Veracruz, no se ha hecho saber al acusador un solo trámite.

Tal demora es inexplicable. Esta clase de procesos deben tramitarse, si no con festinación, sí con rapidez, ya que para salvar la reputación del Juez acusado, ya para satisfacer las pretensiones del acusador. De otra manera la conducta del Tribunal se hace sospechosa y parece suponer que el Juez acusado es responsable, deseando ese elevado cuerpo dejar que el polvo del tiempo cubra el escándalo que se esconde en las páginas del proceso.

Es forzoso que el Tribunal, así como el Procurador de Justicia Lic. Joaquín Aguilar, procedan con actividad en este asunto. Las complacencias son nocivas. Acusan solidaridad de móviles entre acusado y Juez y señalan una patente de impunidad para los otros funcionarios judiciales, que gustan de ser arbitrarios.


1 Véase supra, art. núm. 235.

En Morelia, capital del Estado de Michoacán de Ocampo, no se respetan las leyes, y por lo tanto, es lícito infringirlas.

El pasado viernes de Dolores se puso la primera piedra de una capilla que se va a edificar en el Hospital Civil de aquella ciudad. El Arzobispo Atenógenes Silva, fue el encargado de poner esa piedra. Así lo hizo, vistiendo sus ornamentos con gran escándalo de los ciudadanos honrados.

Al Arzobispo lo recibieron el Director de la Escuela Médica, Dr. Aureliano Pérez, el Oficial Mayor de la Secretaría de Gobierno y otras varias personas, que han protestado guardar y hacer guardar nuestras leyes, pero que no tuvieron escrúpulos en quebrantar la protesta.

La ceremonia religiosa de que hablamos, fue pública y pomposa, constituyendo un reto injurioso a nuestros principios liberales.

Aparte de las graves infracciones cometidas con motivo de esa ceremonia religiosa, creemos nosotros que no se debe permitir, que en un establecimiento público se erija una capilla, porque ese hecho quiere decir que el Gobierno tiene una religión, cuando nuestras leyes liberales han prescrito la independencia de la Iglesia y el Estado. Esto es muy grave y de fatales consecuencias.

Como si no bastara lo anteriormente relatado para justificar nuestra tesis de que en Morelia es lícito infringir las leyes, sepan nuestros lectores que el jueves y viernes de la semana Mayor se infringieron con descaro. El viernes santo, se izó a media hasta el pabellón nacional en la Catedral, en señal de duelo por la muerte de Jesús.

Nosotros, en nuestra calidad de librepensadores, no hacemos burla de ninguna religión y respetamos sinceramente todas las creencias, como queremos que se respete nuestro libre modo de pensar. De modo, que no criticamos el hecho de que los creyentes católicos de buena fe sientan pena por los lutos de la Iglesia, sino el modo de manifestar esa pena, burlando las leyes que todos los habitantes de la República tienen la obligación de acatar.

En dichos días, jueves y viernes de la semana Mayor, el Arzobispo Silva hizo un alarde de desprecio a las leyes, y con inaudito cinismo se paseó por las calles de la ciudad vistiendo sotana morada, insignia de su jerarquía eclesiástica, sin que la autoridad le impusiese el castigo al que se hizo acreedor por su actitud insolente y su punible desacato.

Ya es tiempo de que se repriman esos alardes des vergüenza, que desacreditan a nuestras instituciones a ciencia y paciencia de los gobernantes conciliadores, y a pesar de las leyes que siguen siendo las mismas, como cínicamente dijo en París el Obispo Montes de Oca.

El numeroso círculo independiente de Jalisco, sigue siendo víctima de las innobles venganzas oficiales. Ya no sólo se encarcela a los periodistas honrados acumulándoles calumniosas acusaciones torpemente forjadas, sino que se atenta contra la vida de ciudadanos que dan a las autoridades ejemplos de civismo.

Hace algunos días se hallaba D. Benjamín Hernández en su establecimiento mercantil, ubicado en Zapotlanejo, del primer Cantón del Estado de Jalisco, cuando un individuo, que dicen es mediero del Director Político del lugar, le disparó desde la calle un balazo en el momento que el Sr. Hernández daba la espalda al agresor y el frente al Sr. Lic. Urbano Vázquez. Asegurase que la agresión fue motivada, por el hecho de haberse encargado el Sr. Hernández, de recoger firmas en un escrito que tenía por objeto solicitar de la Legislatura del Estado, la separación del Lic. Curiel del Gobierno, que no ha sabido, ni ha tenido voluntad de atender.

Este rumor se acentúa más, si se tiene en consideración que el Director Político se ha mostrado más lento que en otros casos, para obtener la aprehensión del culpable.

Es forzoso averiguar la verdad de lo que haya acontecido. Si alguna autoridad está complicada en ese alevoso procedimiento criminal, es forzoso también que se la castigue con la severidad que el caso requiere.

Es bien sabido que la política del Gral. Díaz, que los faltos de seso llaman “sagaz,” consiste en rodearse de hombres desprovistos de carácter, de patriotismo y de toda iniciativa.

El Presidente no tolera que se diga lo que él no dice, ni que se piense lo que él no piensa, y toda su sagacidad, si así quiere llamarse, estriba, como ya lo dijimos, en rodearse de autómatas.

Su Gabinete, por lo tanto, no tiene más trabajo que obedecer ciegamente las disposiciones del Jefe.

Así caminaba el Gabinete sin nada que alterase la exasperante rutina oficial; pero un día que el ex-Ministro Baranda quiso estar cuerdo, la paz ministerial se quebrantó y el Ministro quedó sin empleo.

Decimos esto, porque no falta quien asegure que D. Joaquín Baranda le dijo al Presidente, que no era correcto que el Ministro Limantour ocupara la presidencia de la República, porque no es mexicano que reúna las circunstancias que la Constitución prescribe para ocupar tan alto puesto, y que el Gral. Díaz, molesto por esa declaración de inconformidad con su calculado designio de dejar sucesor, le exigió su renuncia al Lic. Baranda.

De eso se desprende que el ex–Ministro, después de tanto tiempo de haber acatado sumisamente las órdenes de la Dictadura, tuvo un momento de lucidez que lo perdió, tal vez para que ganen la justicia y la instrucción, aunque forzoso es decir la verdad, no creemos que aventajes gran cosa esos ramos. Avanzarán, sin duda, un poco, porque es indudable que el ex–Ministro no hizo más que hacerlos retrogradar, en virtud de que no se preocupó, en su larga e inútil gestión administrativa, sino de favorecer a su circulillo compuesto de Abogados de favor; pero como decimos no avanzarán gran cosa los dichos ramos, porque para ello se necesita iniciativa y eso no lo permite el Presidente.

De todo corazón deseamos que nos equivoquemos, y que el nuevo personal de la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, se muestre independiente y liberal.

Se nos pasaba decir, que alguien dijo, que la sola presencia del ex–Ministro Baranda en el Gabinete, era una garantía para el Partido Liberal. Nosotros nos honramos con formar parte, muy insignificante es cierto, pero formamos parte del Partido Liberal de la República, y por tanto, como liberales, creemos oportuno que declarar que no es verdad tal aseveración.

Si el ex–Ministro fuese liberal, para honrar al partido, hubiera dejado de ser Ministro desde que se comenzó a destruir nuestra Constitución de 57 y desde que se comenzaron a tolerar las infracciones a las Leyes de Reforma. Si el ex–Ministro fuese liberal, hubiera renunciado al empleo desde que se comenzaron a notar los actos esencialmente monárquicos del Gral. Díaz; desde que se comenzó a matar al espíritu público; desde que se comenzó a implantar el favoritismo; desde que se impuso el silencio a las Cámaras y a la Prensa; desde el momento en que comenzaron las persecuciones a los ciudadanos que odian las tiranías; desde que se dio muerte al sufragio, etc., etc., etc.

No obstante todo eso, el ex–Ministro no renunció, pero ni siquiera mostró desagrado, como no lo mostró cuando se impuso la política de conciliación.

Y el hombre que acata sumisamente tales desmanes a los principios liberales y democráticos, no es liberal, ni nunca su híbrida personalidad podrá ser garantía para el partido que ha dejado que se escarnezca.

Se ha nombrado Administrador de Correos de Izúcar de Matamoros, Pue., a un sobrino del Jefe Político Peña Martínez. Inútil parece decir, que ese sobrino sigue las huellas de su tío. No cumple con su deber, concurre a la oficina cuando le place y se permite el lujo de leer los impresos antes de enviarlos a los destinatarios. Esa propensión a solazarse, causa innumerables perjuicios al público que vive de su trabajo, a la inversa de ese Administrador que vive del Erario sin devengar el sueldo.

Sería muy conveniente la destitución de ese Administrador, y la solicitaríamos desde luego, si no supiéramos que su proceder reprochable es la más valiosa recomendación cerca del Gobernador Martínez. Es un deleite para ese Gobernador tener empleados pésimos.

Para que los ciudadanos puedan ser dignos, es necesario que se respeten todas sus prerrogativas y no se les rebaje en su condición. Pero cuando en lugar de tratar a los hombres con las consideraciones a que tienen derecho los individuos de la especie humana, se trata de vejarlos y de hecho se escarnecen sus derechos y se ultraja su dignidad, los hombres débiles, los pusilánimes, los afeminados, pierden más aún su escaso vigor, hasta reducirse a la ínfima condición de bestias. En cambio, los hombres de temple, los que tienen la conciencia de su valor, los que saben que no son esclavos, sino señores, cuando se ven ultrajados en sus más caros sentimientos, en lugar de afeminarse como los pusilánimes y en lugar de reducirse a la ínfima condición de bestias, como los medrosos, redoblan su vigor, multiplican sus energías y enderezan sus protestas y sus censuras contra los tiranos, y entonces, se provoca una tirantez en las relaciones de los asociados con los mandatarios, que se traduce en un malestar profundo que tiene como consecuencia el desprestigio de los déspotas.

Ese malestar, esa tirantez de relaciones se hacen sentir ahora en toda la República, y los mandatarios, en lugar de procurar que se calme la excitación popular, encienden más y más la discordia por medio de actos que no titubeamos en llamar brutales.

Véase lo que se nos comunica de Campeche:

El sábado 13 del mes que termina, se encontraban en una tienda de abarrotes de dicha ciudad, los Sres. José del C. Mendicuti y Marcos Chan, personas muy conocidas en la población por su laboriosidad y honradez. Dichos señores, cambiaban unos billetes de banco en el despacho de la tienda para pagar a los jornaleros de una canoa que los primeros manejan.

Iban ya a repartir el dinero, cuando dos de los jornaleros, que se encontraban ebrios, se pusieron a reñir. Los Sres. Mendicuti y Chan, intervinieron para hacer cesar las diferencias de los rijosos de una manera pacífica y amigable. Pero un gendarme que pasaba por el lugar de la contienda, en lugar de aprehender a los jornaleros ebrios, obligó a los honrados caballeros Mendicuti y Chan a darse presos, conduciéndolos en tal calidad a la Estación.

Hasta aquí, el atropello, ya bastante serio de que fueron víctimas los estimables caballeros, no es ni con mucho comparable con las vejaciones de que siguieron siendo víctimas, por parte de esbirros brutales y soeces.

Apenas hubieron llegado a la prevención, el cuerpo de guardia se arrojó sobre ellos, y como canes famélicos, los guardianes comenzaron a registrarles los bolsillos husmeando un regular botín. Los Sres. Mendicuti y Chan se opusieron al vandálico proceder, protestando enérgicamente contra tan cínica rapiña, y ofrecieron entregar voluntariamente todo cuanto llevaban, con tal de que no se les ultraja por la plebe de los cuarteles.

Pero lejos de ceder, los guardianes se enfurecieron, y con la cobardía de los rufianes se arrojaron espumando como hienas coléricas sobre los indefensos ciudadanos, a quienes golpearon bárbara y cruelmente con las bayonetas de sus fusiles.

Golpearon tan y tan rudamente a sus víctimas, que una de ellas, el Sr. Chan, resultó con heridas sangrientas que cubren totalmente su espalda.

No contentos los desalmados verdugos con la odiosa pena infligida a dos hombres inermes, encerraron a los golpeados en inmundos calabozos.

Pero la felonía de los verdugos debía acentuarse con otra nota tan cobarde y villana como las ya relatadas.

El Sr. Mendicuti es cliente del Sr. Lic. Rodríguez, que es una persona que no ha podido ver con serenidad los desmanes del Gobierno de Campeche, porque los campechanos honrados están fastidiados con la opresión que ejercen los déspotas de aquel distante Estado.

Los esbirros pesaron esta circunstancia, y temerosos de que se les exigiera responsabilidad por sus criminales actos, apelaron a la calumnia y consignaron a los Sres. Mendicuti y Chan al Juzgado del crimen, imputándoles falsamente los delitos de resistencia a la autoridad y ultrajes a funcionarios públicos.

El Juez de lo Criminal, a quien tocó conocer de ese asunto, y que es un instrumento de las maquinaciones de los poderosos, dicto auto de formal prisión en contra de las víctimas de los polizontes campechanos.

Esos atentados no deben quedar impunes, porque la impunidad no haría más que abrir las puertas, para que el crimen de la autoridad pasease su repugnancia y su horror por sobre las víctimas de la inmoralidad administrativa.

Conviene reprimir enérgicamente esos atentados, que por desgracia son frecuentes, y de los que, cuando mejor libradas salen las víctimas, resultan como las de Campeche.

Hay que fijarse en que, con esa clase de procedimientos, fácilmente se llega al homicidio. ¡Cuántos hombres han muerto víctimas de las pasiones de los caciques! El territorio nacional está sembrando de despojos de ciudadanos caídos al golpe de la venganza de algunos funcionarios criminales. En este periódico hemos dado cuenta de individuos asesinados por el procedimiento, cómodo para las autoridades arbitrarias, que se llama vulgarmente ley fuga, y que consideramos nosotros como cobarde y vil.

Muy satisfecho viene diciendo El Imparcial, que el Coronel Victoriano Huerta, que está al mando del tercer Batallón, y que, además, funge de Jefe de las fuerzas que salieron para sofocar el levantamiento del Estado de Guerrero, ha ocupado sin resistencia los pueblos de Nejapa, Mochitlán y Mazatlán.

Sabemos que todos los varones de esos pueblos han tomado las armas abandonando sus hogares, de modo que, cuando el Jefe de referencia llegó a dichos lugares, estaban deshabitados. Desde luego se comprenderá, que no debe haber habido resistencia por parte de los revolucionarios, sin necesidad de que lo diga El Imparcial, que hace alarde de bien informado.

El pudor ha huido de ciertos periódicos, espantados de presenciar el cínico comercio de las conciencias.

El Imparcial, a propósito del manifiesto que publicó el Sr. Ing. D. Francisco Naranjo, h., en el que explica que los clubs liberales de la República trabajan honrada y notablemente por reconquistar nuestros derechos y por hacer que las instituciones liberales y democráticas vuelvan a imperar, para lo cual es indispensable la educación del pueblo y el restablecimiento de la moralidad administrativa, que hoy por hoy no existe, dice así dicho papel:

«En un diario de esta capital, ha aparecido un remitido del señor Francisco Naranjo, hijo, en que blasona de sus ideas liberales. Extraña mucho declaración semejante en los tiempos que alcanzamos, bajo un régimen constitucional y en pleno vigor las leyes de Reforma. El señor Naranjo pretende atacar enemigos que no existen. »

No se puede pedir mayor desparpajo para mentir. El gacetillero autor de esta mentira, cree tal vez que los mexicanos no sabemos en que consiste el régimen constitucional que deberíamos tener.

¿La Dictadura es constitucional para nosotros?  Que nos diga El Imparcial en qué artículo de la Constitución se faculta al Gral. Díaz, para que imponga a su arbitrio gobernadores en los Estados; que nos diga, también en virtud de qué precepto constitucional elige él mismo diputados y senadores, magistrados y jueces; que nos diga en qué se funda el Presidente para abandonar la Capital abandonando los negocios del despacho, o en virtud de que autorización trasladó los poderes a Cuernavaca, si es que allí despachó; que nos diga que facultad tiene para sostener con los fondos de la nación periódicos que son la vergüenza del país; que nos diga porque razón el Presidente hace las elecciones municipales, etc., etc.

No sabrá contestarnos El Imparcial, como no sabría contestarnos que fueron miembros del Estado Mayor del Presidente a recibir a los individuos de sangre azul que vinieron a mofarse soezmente de nuestras glorias, con la ridícula capilla expiatoria levantada en desagravio del acto de justicia nacional, llevando a cabo contra dos traidores y un ambicioso vulgar venido de Austria.

Las Leyes de Reforma no están en vigor, y la prueba está en que las autoridades se han hecho sordas con la denuncia que hizo El Universal de ciertos conventículos, y con otras muchas denuncias de la prensa y de los particulares, acerca de conventículos también, y de otras graves faltas cometidas por el clero al amparo de la Dictadura.

Vea, pues, El Imparcial, que el Sr. Naranjo y todos los liberales, no atacamos enemigos imaginarios, sino que existen y por desgracia numerosos.

No cabe duda que los periódicos venales han perdido toda noción de honradez, y quitada la careta, hace alarde de su impudencia.

Lo es, sin duda, el que revela la siguiente comunicación:

“Hermosillo, Sonora, Méx., Abril 15 de 1901.

“El que suscribe, con el respeto debido, tiene la honra de dirigirse a la ‘Asociación Liberal Reformista’1 de la Capital de la República. Solicitando ser admitido como miembro de ella, cuyos principios proclamados en su acta de instalación del 1º de Abril de año en curso y de los que de ellos emanen, protesto solemnemente cumplir y sostener.

“A la vez tengo el honor de ofrecer discrecionalmente a la ‘Asociación Liberal Reformista’ las humildes columnas de mi publicación El Demócrata, para todo lo que se estime de utilidad para el sostenimiento y propaganda de los elevados principios del gran Partido Liberal de la República.

“Protesto a esa H. Asociación, por el digno conducto de Ud., mi más distinguida consideración y respeto.

“Reforma, Unión y Libertad.— Jesús Z. Moreno.— Al C. Presidente de la Asociación Liberal Reformista.— México, D. F.”

No desmiente el Sr. Moreno la firmeza de sus principios y su bien templado carácter, en donde se han estrellado todas las persecuciones del Gobernador Izábal. El Sr. Moreno ha estado preso por cuestiones periodísticas desde Agosto del año pasado, y a pesar de que continúa el rigorismo de su prisión, sigue siendo el invencible defensor de las libertades públicas. La comunicación anterior mucho le honra y deseamos que los liberales de la República sigan el ejemplo trazado por el valiente Director de El Demócrata.


1 Asociación Liberal Reformista. Fundada en México, D. F., el 1 de abril de 1901. El acta de instalación fue firmada por Diódoro Batalla, Francisco O’Reilly, Eugenio L. Arnoux, Antonio Cervantes, RFM, José Manuel Villa, José P. Rivera, Salomé Botello, Avelino Espinosa, Lázaro Villarreal, Jesús Huelgas y Campos, JFM y Faustino Estrada. Reproducida en Regeneración, núm. 33. del 7 de abril de 1901.

Nos proponemos estudiar en el próximo número este asunto de vital importancia para el Estado fronterizo, que ha soportado desde hace algún tiempo un Gobierno de hecho.

Parece que no se desea ya ni guardar las formalidades legales, por perfectamente inútiles, y que nuestros gobernantes, encarrilados por el sendero de las violaciones a la ley, no se detienen ni ante las consideraciones de interés público, ni ante los severos y rígidos preceptos que regulan los organismos.

Desenmascarémonos: si no se han de cumplir las leyes, dígase así franca y lealmente, que esto será una atenuante para cuando la Historia severa, haga el balance de esta Administración pública.

Desde el 3 del corriente entregó el Lic. Iriarte y Drusina, bien conocido ya de nuestros lectores, el Juzgado de 1ª Instancia de Túxpam, Ver., al Juez de Paz, que es el substituto conforme a la ley. Ese Juez, como todos los de Paz del Estado, es lego y su cargo es concejil.

A pesar de que ya podría haberse hecho la elección de un Juez letrado, hasta ahora continúa funcionando el Juez lego, con perjuicio de los intereses de los litigantes y con perjuicio de los intereses sociales. El Juez lego consulta al Juez de 1ª Instancia de otro Cantón aun los proveídos de mero trámite, y esas consultas son desairadas, porque el Juez letrado dice que “tiene que ocuparse preferentemente de los negocios propios de su oficina.”

El Tribunal de Veracruz ha obrado con censurable apatía. Nada le importa la interrupción de los negocios. Poco le preocupa la desesperación de los litigantes. Bien pueden quedar paralizados los intereses sociales que se debaten en el Juzgado de Túxpam; el Tribunal se encoge de hombros con la indiferencia propia del que obtiene un empleo por gracia y no por sus méritos.

Se dice también que esa apatía del Tribunal tiende a favorecer ciertas intrigas de unos cuantos que, con perjuicio de la mayoría honrada de Túxpam, pretenden imponer al referido Tribunal una candidatura que repugna por su falta de probidad y talento.

Ha llegado a Túxpam un Visitador de Hacienda que pondrá en claro, lo que el rumor popular llama un notable desfalco en los fondos de la Tesorería Municipal. El público espera con impaciencia el descubrimiento de esos sensacionales abusos, que oportunamente conocerán nuestros lectores.

En uno de nuestros números anteriores1 censuramos la conducta del Juez del Estado Civil de Tepecoacuilco, Gro., porque dicho funcionario tiene la mala costumbre de cobrara honorarios al público, que en cumplimiento de la ley ocurre a él para que se asiente algún registro.

Ahora sabemos que el de Orizaba, también cobra honorarios al público, y cuando las personas que tienen que tratar con él, en virtud de ser demasiado pobres para poder satisfacer las indebidas exigencias del empleado, no pueden pagarle por los registros que tiene la obligación de efectuar gratuitamente, pues que para eso le paga el Gobierno, dicho funcionario se niega a asentar acta alguna.

Por lo visto este abuso está muy generalizado y conviene ser reprimido despidiendo a esa clase de funcionarios, que transforman en establecimientos mercantiles las oficinas que se han fundado para servir al público. Es alarmante que los funcionarios públicos hagan odiosas instituciones como la del registro civil, por su afán de lucrar con un oficio por el que ya están ampliamente retribuidos.


1 Véase supra, art. núm. 446.

Como rumor corre lo que vamos a decir, que de ser cierto, pone de relieve la bizarría de ciertos militares que ponen en ridículo al dios Marte.

Dícese que con motivo del pronunciamiento del Estado de Guerrero, se ordenó por la autoridad militar respectiva la concentración de los diversos destacamentos que guarnecían distintas poblaciones del Estado.

El destacamento que estaba en Acapulco, compuesto de cien soldados y al mando de un capitán, para llegar a Chilpancingo tenía que pasar por donde los pronunciados tenían su campamento, y el oficial que mandaba el destacamento se encontró en aprietos, pues temió que los revolucionarios lo atacaran.

Para evitar dificultades, envió un emisario a conferenciar con el Sr. Lic. Castillo Calderón, en solicitud de permiso para pasar a Chilpancingo. El Sr. Castillo Calderón no tuvo inconveniente en conceder el permiso, y extendió un pasaporte para que la fuerza federal pasara sin peligro en medio del campamento revolucionario.

Si esto es exacto, muy mal papel jugó ese oficial porque debió haber intentado pasar sin solicitar permiso alguno, aun a costa de su vida. Eso le ordenaba su deber y el pundonor que se dice debe haber en todo militar, de recluta arriba.

A nadie se le ha ocurrido solicitar la ayuda del enemigo para acatar una orden o para moverse de un lugar a otro. El General Máximo Gómez1 no solicitó la ayuda de las fuerzas españolas para recorrer la Isla de Cuba de uno a otro extremo.

De modo y manera que la bizarría militar se ha reducido a fabricar peleles y perseguir a los hombres honrados como los de Lampazos; a golpear inhumanamente a hombres inermes, como el oficial de Tacubaya de que también hemos hablado; a escandalizar en los jacalones revolcando los kepís en sus innobles tablados; a solicitar gracia de los enemigos, como el oficial objeto de este laudatorio entrefilet, etc., etc., etc.

Castíguense severamente tales actos que ponen en caricatura al Ejército, pues no basta que éste sea inútil, sino que también lo desprestigien algunos de sus miembros.


1 Máximo Gómez. (1836-1905) Militar dominicano. Miembro del Partido Revolucionario Cubano, encabezado por José Martí. Jefe de las tropas patrióticas cubanas que combatían por la independencia contra España, durante la guerra de 1895-98. Opositor al gobierno de Estados Unidos en la isla. Rechazó la candidatura a la presidencia cubana aduciendo su condición de extranjero.

No obstante las inicuas persecuciones del poder, los liberales de convicciones firmes siguen agrupándose para formar clubs que combatan la necia política de conciliación, que ha acabado con las libertades públicas y dado muerte a las instituciones para ejercer la Dictadura.

En Morelia, foco infeccioso de la clerecía corrompida, acaba de instalarse un nuevo club liberal denominado “Liga Patriótica.”

La mesa directiva del naciente club está formada de las siguientes personas:

Presidente, C. Juan Medal; Vicepresidente, C. José M. Mendoza Alcázar; Secretario, C. Julián Pérez; Tesorero, C. Francisco Ramos; Vocales, CC. José Trinidad Silva, Dr. Miguel Tena y Lic. Macario L. Vázquez.

Este club, formado en el corazón del fanatismo, Morelia, debe su instalación a los heroicos esfuerzos de los apreciables Sres. José M. Mendoza Alcázar y Juan
Medal, liberales y patriotas de corazón, ayudados muy eficazmente por los ciudadanos que integran la mesa directiva.

Reciba nuestros parabienes la naciente agrupación, a la que deseamos que trabaje con denuedo por la reconquista de nuestras instituciones a despecho de las asechanzas de la tiranía.

Como correligionarios, nos ofrecemos a prestarle nuestros servicios, y al efecto, ponemos REGENERACIÓN a sus órdenes.

.”…la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos de otros periodos de otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados…”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)
(CONTINÚA)

Por recargo de material, habíamos omitido esta sección en números anteriores. Esa omisión ha originado una multitud de notas que nos sería imposible publicar. Tomaremos las más salientes, que, unidas a las anteriores, será la implacable gota de agua que desmorone lenta, pero eficazmente, el bello edificio imaginario que el Presidente forjó en los conceptos que sirven de epígrafe a esta sección.

Hipódromo de Peralvillo ha sufrido ya varios ataques de los bandidos; pero estos no habían llevado su audacia al último grado. Hace pocas noches el velador se vio rodeado por individuos que llevaban el rostro cubierto; lo amordazaron, lo amarraron y lo introdujeron en un cuarto. Los bandidos robaron cuatro lunas, dos planchas de mármol y seis pesas de la báscula. No fueron aprehendidos los asaltantes.

Una joven Julia González, ocupó un carruaje para dirigirse a Peralvillo. En el trayecto se durmió, y el cochero, sin detenerse en el sitio designado, siguió su camino por la calzada de Guadalupe. Cuando la joven despertó, el coche se había detenido en un lugar solitario y el auriga pretendía despojarla de sus ropas. Dio voces la asaltada, huyendo el cochero con un portamonedas que contenía $205 en billetes de banco. El cochero fue aprehendido; pero el portamonedas desapareció.

En Tacubaya reina la inseguridad. De la casa que ocupa D. José María Lavista, situada en la esquina de las calles del Maguey y la Palma, se extrajeron los malhechores, después de fracturar las cerraduras de las puertas, los objetos de más valor que encontraron.

Los ladrones no han sido capturados.

Horadando una bóveda del templo de Santa Cruz Acatlán, los bandidos acabaron con algunos ornamentos y vasos sagrados. La reposición de esos objetos será a cargo de los fieles.

En el templo de San Juan de Dios, un individuo, rompiendo la cerradura de una alcancía, introdujo la mano para apoderarse de las limosnas. Como los pastores no confían mucho en sus ovejas, habían combinado una trampa que, al meter el brazo el ladrón, funcionó y aprisionó al pillo.

En el camino que de San Luis conduce a Xochimilco, D. F., fueron asaltados los comerciantes Simón Montiel y Evaristo García. Los ladrones despojaron de un bulto de zarapes, de algunas mantas y del dinero que llevaban. La inseguridad es completa en el Distrito de Xochimilco.

En una calle de la Concepción, tres ladrones, escalaron paredes, robaron piezas de ropa, un par de aretes de oro, un reloj de níquel y algunos otros objetos, todos de la propiedad de la Sra. Florencia Zárate.

Forzando la reja de una ventana de la casa número 7 de la calle de Santa Ana varios bandidos robaron seis cajas de vino de la propiedad de D. Manuel Bustos. Los ladrones no fueron aprehendidos.

Gonzalo Jiménez estaba fracturando las cerraduras de un cuarto en la casa número 26 de la calle del Niño Perdido, cuando fue sorprendido por la policía y llevado a la cárcel.

(continuará)

Creía el público, y con especialidad el público que litiga, que, como una consecuencia encadenada a al rigidez de ciertas premisas, muchos de los empleados judiciales renunciarían a sus puestos tan luego como se supo oficialmente la renuncia del Ministro Baranda; pero la lógica se dislocó ante consideraciones que es forzoso desenmascarar y exhibir.

Por más que nos repugne recordar la torpe gestión administrativa del ex–Ministro Baranda, porque no faltarán espíritus suspicaces que nos supongan ensañados contra el caído, a pesar de que nuestros lectores saben, y el público todo también lo sabe, que durante el apogeo del Lic. Baranda señalamos sin temores, sin reticencias y sin cobardías su deficiente gestión, tendremos que hacer de paso algunas consideraciones penosas.

El Lic. Baranda se rodeó de un círculo especial que no se distinguió ni por su talento, ni por la pureza de sus actos oficiales, ni por la firmeza de sus convicciones políticas. Los reclutados de entre la enorme masa de ineptos que abundan en nuestro cuerpo social; los colectados sin talento y sin previsión de entre las nulidades que andan a caza de empleos porque carecen de fuerzas para la lucha; los recogidos del arroyo en que vagaban soñando con una partida en el Presupuesto de Egresos, ya que no podían obtenerla en el presupuesto social; los exhumados de la vida pública de donde habían sido arrojados después de agotada la casi inagotable complacencia de nuestro Gobierno; los convertidos de un oposicionismo intransigente cuando la sociedad cerró sus puertas al que la estafaba y no la defendía; todos estos elementos, encontraron abiertos los brazos del ex–Ministro Baranda y se afiliaron a una bandería política, llena de risueñas esperanzas de las necesidades satisfechas.

Todos estos individuos, de los que muchos ocupan empleos judiciales prodigados a manos llenas, formaban una liga apretada y tenebrosa, llevaban con el jefe una solidaridad de acción, un misma mira, ejecutaban un mismo trabajo sordo y sombrío. Para obtener un fallo favorable en ciertas oficinas judiciales, era forzoso ocurrir al apoyo de un barandista. La Justicia se estrellaba ante la recomendación oportuna. En la misma Suprema Corte había leaders que, levantando andamiajes sofísticos, torturando leyes, dislocando principios, defendían ruda y tenazmente los intereses del gremio.

Pues bien, todos esos lunares de la judicatura, todos esos apasionados admiradores del ex–Ministro Baranda, todos esos obstinados servidores incondicionales, todas esas tenebrosas personalidades entregadas al culto de una amistad sin límites, permanecen ocupando sus puestos públicos, sin rubor, como si cumplieran con su deber, y esperando que otra mano bienhechora continúe la protección perdida o que se les exija su renuncia, como se le exigió a su ex–Jefe.

Y es natural. Cuando se tiende la vista fuera de la Oficina que materialmente ha arrullado la ineptitud y la insignificancia, se tropieza con el pavoroso problema de la lucha diaria, en donde perece el que no es apto y se hunde el que no es honrado, Ante ese problema sombrío, retocado por antecedentes brumosos, los funcionarios judiciales barandistas retroceden aterrorizados, y como un Juez Correccional, buscan el padrino que los apoye ante el nuevo Ministro, o, como otro Juez Correccional, se permiten hacer públicamente apreciaciones desfavorables para el que, en su apogeo, lo encumbró a un puesto que le viene holgado.

Pero ya que falta delicadeza en esos funcionarios, ya que no tienen el valor de seguir los pasos de jefe, ya que niegan al Maestro, cuando el Maestro está perdido, el nuevo Ministro de Justicia merecería aplausos si pasase por algunas oficinas judiciales, un eficaz sahumerio que las desinfectase. Se impone la destitución de muchos funcionarios. Si el Sr. Ministro Fernández no los conoce, esperamos una indicación para señalarlos. Conoce a algunos de ellos el Sr. Lic. Novoa y creemos que conoce a todos el Sr. Lic. Víctor Manuel Castillo.

Dice el periódico que varios oficiales de los batallones de artillería que están alojados en los cuarteles cercanos a la Plazuela de San Juan, concurren diariamente a un jacalón que está establecido en dicha plazuela. Que esos bizarros soldados, sigue diciendo el periódico, arman grandes escándalos, porque han dado en la manía de hacer descaradamente el amor a las tiples y coristas, y a no pocas mujerzuelas que asisten a los espectáculos para darles animación. Que los oficiales de referencia cometen esos desórdenes sin respetar siquiera a los subalternos que van allí con sus familias. Que según se dice, la tarde del último domingo, uno de los oficiales, afecto al vaseo, se encontraba totalmente ebrio, y que en prueba de báquica admiración, arrojó con desenfado su kepí al escenario, pretendiendo que una tiple se lo calase, a lo que se opuso ella con más pudor que el hijo de Marte.

Conviene que a los militares juerguistas se les mande a batir a los yaquis, a los mayas, o que se les ordene dar un paseo de distracción por el Estado de Guerrero.

Suplicamos a este caballero ordene a los Sres. Empleados se haga llegar REGENERACIÓN a su destino, pues que son demasiado frecuentes las quejas que recibimos de nuestros estimables subscriptores en esa ciudad, acerca de que no reciben el periódico, siendo que, sin falta alguna, depositamos invariablemente en la oficina de Correos los ejemplares de nuestros subscriptores foráneos.

Los desaciertos administrativos del Jefe Político de Izúcar de Matamoros, Pue., Antonio Peña Martínez, de algunos de los cuales ya nos hemos ocupado, parece que no son corregidos, en razón de la alta estima que el Jefe goza por parte del Gobernador Mucio Martínez.

Ya hemos dicho que en Izúcar todo lo arreglan a su guisa dicho Jefe Político y el munícipe Teófilo Romero. Este último individuo ya hemos dicho que a sí mismo se da el título de representante de los barrios de Oriente y Poniente de la población. Ahora resulta, además, que es también representante de la Parroquia de Sto. Domingo.

Este nuevo cargo que se ha dado le ha servido para obligar por la fuerza a los ciudadanos a prestar sus servicios a la iglesia, condenando a los renuentes a privarlos de las tandas de agua que tienen derecho a disfrutar, alegando que el agua es de la iglesia y que solamente los que sirvan a ésta pueden aprovecharla.

El arbitrario y mojigato munícipe, no se preocupa de que las sementeras de los que él llama herejes se echen a perder, como ha sucedido con las del Sr. Ignacio C.
Espinosa y otros varios vecinos, víctimas del capricho de Teófilo Romero.

Si algún vecino reclama justicia contra tales abusos, el Jefe Peña Martínez no le hace aprecio y lo tacha de enredador y de revoltoso.

Siguiendo con la cuestión de aguas, diremos que el 28 de Marzo anterior, Teófilo Romero mandó preparar un banquete para obsequiar a varios Ingenieros, que según se dice mandó el Gobierno para estudiar el modo de introducir mayor volumen de agua a la población. Parece que esta versión sólo se hizo correr para engañar al pueblo, pues lo que se pretende es obsequiar los deseos del dueño de la hacienda de San Nicolás, Sebastián B. de Mier, que quiere reducir más la cantidad del agua que corresponde a la población, con perjuicio de ésta y provecho de él. Se dice que va a ordenar a sus operarios, que construyan un temaxcali en la toma de donde se introducen las aguas de los barrios de Oriente y Poniente, con lo que los vecinos quedarán reducidos a la más absoluta miseria.

Para el banquete de que arriba hablamos, Teófilo Romero extorsionó al pueblo haciéndolo contribuir, y engañándolo porque se dijo, que era dedicado a los Ingenieros, siendo que esos señores hacía algunos días que se habían retirado de la población. El banquete no fue más que un pretexto para que D. Juan E. Fuentes, Presidente Municipal, retirara un ocurso que tienen presentado los vecinos de los barrios ya citados, y en el que se pide la reglamentación de las aguas, para evitar los abusos del déspota Teófilo Romero.

El Sr. Fuentes, persona honorable y que no se presta a enjuagues de mala ley, no asistió al banquete, pues estima que es justa la petición de los vecinos.

Descontentos están los vecinos de Izúcar con el Jefe Político y el Munícipe Romero, que cometen cuanta arbitrariedad se proponen llevar a cabo, sin que Mucio Martínez fije su atención en el descontento de ese pueblo. Urge que se haga una limpia total de malos empleados que desprestigian al Estado y a la República.

Los vecinos pacíficos de San Nicolás Tolentino, S. L. P., están sumamente descontentos con las autoridades que en mala hora les tocó. Las infracciones a las Leyes de Reforma se llevan a cabo del modo más escandaloso.

En la Barranca de San Joaquín, fracción del Municipio de San Nicolás Tolentino, se celebra cada año en la semana de Pascua, una fiesta que los vecinos de aquella aldea dedican a la imagen de la Purísima. Este año, a fin de no perder la tradición, lucieron públicamente dicha imagen el día 10 del corriente, paseándola ostentosamente por la calle con velas encendidas, y rezando a más y mejor un interminable rosario durante el paseo.

No obstante esto, la autoridad no impuso pena alguna a los transgresores de la ley, porque en San Nicolás Tolentino las autoridades se coluden con los fanáticos para burlarse de nuestras instituciones, como pasa en toda la República.

Además, esa clase de fiestas siempre terminan con escándalos más o menos graves, y así concluyó la que estamos narrando.

Aurelio Muñoz, Agente de la policía de San Nicolás Tolentino, y hombre de pésimas costumbres, bebió más alcohol que de ordinario, y ya ebrio, disparó algunos balazos sobre el joven Evodio Lucio, sin que este señor hubiera dado motivo para la bárbara agresión del agente, y a no ser por la notable presencia de ánimo de dicho joven, que logró desarmar a la escandalosa autoridad, el lance hubiera sido de fatales consecuencias. Muñoz, el cobarde policía, huyó para evitar el castigo.

Sin embargo, las autoridades nada hacen por lograr la captura del prófugo, y de ese modo es como marcha la administración del Gobernador Escontría, que sólo sabe escuchar los consejos de Montes de Oca.

Desesperados están los habitantes de Iguala, Gro., con el Secretario del Juzgado de Letras, un tal Pedro Gómez. Este individuo extorsiona a todo infeliz que cae en sus manos. Ha hecho del Juzgado un bazar en donde remata justicia al mejor postor. Dirige y aconseja, previo pago, en negocios de la oficina. Cobra sumas exorbitantes, cuatro o cinco veces más de lo asignado por el Arancel, por derechos en asuntos notariales. Vive ligado a tinterillos. Gusta de cometer escándalos públicamente, y con frecuencia deja de ocurrir a la oficina.

Tal es el Secretario que los pobres habitantes de Iguala tienen que soportar. Inútil es decir, que a ese largo capítulo de defectos, impropios a una persona que desempeña un puesto público, se une el de un carácter arbitrario.

Pero no solamente el Secretario referido se solaza cometiendo escándalos. Toma ejemplo del superior, del Juez de Letras, que el 20 del actual penetró al “Casino
Caneda” injuriando gravemente a los que allí se encontraban. Por prudencia o por excesivo respeto al funcionario público que no sabe respetarse, ninguno contestó a las ofensas, y la mayor parte de los injuriados desocuparon el local. Solamente los Sres. Domingo Riveroll y Dr. Manuel N. Mora, llamaron enérgicamente la atención del Juez sobre lo inconveniente de su conducta, lo que disgustó al funcionario que, olvidándose de su empleo, empuñó su pistola y agredió a balazos a los dignas personas que reprochaban su falta de cultura. Afortunadamente y gracias a la excitación de que estaba poseído el Juez en ese momento, ninguna desgracia personal se registró.

Juez y Secretario, a quien acaba de abofetear D. Otilio Rivera indignado por algunas ofensas que dicho empleado le dirigió, son la pesadilla de los habitantes de Iguala.

Déspotas y arbitrarios, ineptos, ineducados y rudos, perezosos y lentos en el desempeño de sus funciones, altivos y dominadores, afectos al escándalo y provocadores de riñas callejeras y vulgares, tales son los distribuidores de Justicia.

Y esto es público y notorio en Iguala, sin que las autoridades superiores se preocupen un tanto en eliminar a esos elementos nocivos. Es natural. Un Gobierno que careció de moralidad administrativa, no pudo tener buenos subalternos.

Los gobiernos absolutos están acostumbrados al incienso y a la lisonja de los serviles, y acostumbrados también a la exasperante calma que reina en el mundo oficial, en el que nadie se mueve sin permiso del jefe y nadie osa alzar la voz por temor a la perdida de la gracia de los magnates; pero cuando esos gobiernos, acostumbrados a mandar, en lugar de servir al pueblo, notan que ese mismo pueblo comienza a dar señales de vida en el campo político; que ese pueblo al que han esclavizado hace esfuerzos por romper sus cadenas, porque después del pesado sueño en que había permanecido ha despertado con la conciencia de que es libre y con entereza reclama sus derechos; cuando el absolutismo observa y comprende que renacen las virtudes cívicas del pueblo, tiembla ante la expectativa de la interrupción de un sistema autocrático y opresor.

Los generales Díaz y Reyes se han sentido molestos por la benéfica reacción liberal que en estos momentos se opera en toda la República. Ambas personalidades han experimentado antipatía contra esa manifestación democrática que señala vigorosamente el renacimiento del espíritu público para luchar a favor de la regeneración política de nuestra patria. Pero hay que confesar que el sentimiento de repulsión que experimentan las dos personalidades dichas respecto de la reacción liberal, aunque conforme ese sentimiento en los fines de aniquilar a las nacientes energías, ha tenido por origen dos causas bien distintas, que sin temores ni cobardías vamos a señalar.

Al general Díaz le disgusta la reacción liberal y ve con enojo el rápido progreso de la Confederación de Clubes Liberales. Le disgusta la reacción liberal porque la considera peligrosa para su perpetuidad en el poder; porque sabe que la doctrina netamente liberal está en pugna con las Dictaduras y que los liberales de convicción no consienten tiranías; le disgusta la reacción liberal porque el mismo está convencido de que su conducta oficial no está ni con mucho ajustada a los principios democráticos, y tiene la firme convicción de que las reformas que ha ordenado hacer a la Constitución son innecesarias y perjudican a la República, satisfaciendo sólo sus deseos personalistas y absolutos. En suma, le molesta la reacción liberal porque él es conservador.

Al general Reyes le disgusta la reacción liberal por que él abriga la pretensión de llegar a ser Presidente. Se nos dirá que ese no es un motivo para odiar a los liberales, pero esa objeción será hecha por las personas que no están al tanto de la pésima administración del Estado de Nuevo León mientras esa personalidad hizo pesar su abrumadora y funesta influencia en el Estado fronterizo, influencia que se hizo palpable en ese y en los demás estados limítrofes por medio de una profunda sensación de malestar parecidísima al espanto, porque la opresión era sofocante, agobiada de tanto absolutismo.

Hoy, no obstante que el general Reyes ha dejado de estar al frente del Estado de Nuevo León, gobierna de hecho al Estado, y los limítrofes continúan sufriendo las consecuencias de un poder omnímodo.

Sentado esto, fácil será comprender que si el general Reyes aspira a la Presidencia de la República, ha de tratar de aniquilar, de disolver los clubes liberales de la República, y con especialidad los de la frontera Norte, porque éstos conocen, mejor que cualesquiera otros, el pasado político de esta personalidad, que fue el amo absoluto y el señor feudal de aquella apartada región de nuestra patria.

Los fronterizos del Norte sintieron de cerca el peso de la autocracia del general Reyes, y natural es que se opongan a que dicha personalidad ocupe la Presidencia porque su exaltación a la primera magistratura del país no sería más que el principio de una larga y no interrumpida tiranía, que tendría que acabar con la paciencia del pueblo, y por consiguiente, con la paz, con la tranquilidad de la nación, que se levantaría en armas para vengar su soberanía ultrajada, para reconquistar los derechos de sus hijos y para poner en lugar preferente las instituciones liberales y democráticas que el despotismo hubiera tratado de subvertir.

Esto lo comprenden perfectamente, no sólo los fronterizos del Norte, sino todos los habitantes de la República que estudian nuestra política y observan los actos de los malos gobernantes, pésele al sucio Imparcial. Esto lo comprenden todos los que no tienen necesidad de medrar a la sombra de los gobiernos, aun los más despóticos; lo comprenden todos los que verdaderamente trabajan por el engrandecimiento del país, y no como otros para obtener tal o cual ventaja, por miserable que sea, siempre que con ella puedan vivir como no lo hubieran logrado hacer dedicados a una labor independiente y honrada.

La actual reacción liberal trabaja para el engrandecimiento del país, para el restablecimiento de la moralidad administrativa, para que sea un hecho real y no una superchería grotesca el ejercicio del libre sufragio, en suma, para que se respeten la Constitución y Leyes de Reforma y no se las ultraje tan burdamente como hasta aquí. (Véanse las resoluciones del primer Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí el 5 de febrero del corriente año.)1

Y el general Reyes ve en todo esto una amenaza para sus fines de encumbramiento político. En las resoluciones del primer Congreso Liberal ve el general Reyes que tendrá por enemigo al gran Partido Liberal, que le impedirá satisfacer sus ambiciones, y por esta razón se ha declarado enemigo de los clubes liberales, si no abiertamente si de un modo solapado. No puede destruirlos todos, porque afortunadamente su influencia es nula en el resto de la República, pero deseos le sobran.

Hemos visto, pues, que la reacción liberal que se opera en la República molesta por motivos distintos al Presidente y a su ministro. Al primero, porque siendo conservador y amante del absolutismo, considera al movimiento liberal como un reproche que le hace el partido a que perteneció y que después abandonó para ejercer la autocracia. Al segundo, porque considera al mismo movimiento como una amenaza que esta dispuesto a desvanecer sus quiméricos ensueños de poderío absoluto y de mando omnímodo hasta la desesperación.

Así pues, ambas personalidades, encastilladas en las esferas de un personalismo abrumador, no pueden ver con buena voluntad el renacimiento del espíritu público, que es una amenaza para ese personalismo; pero ese despertar de las energías populares; ese esperezo del león que por tanto tiempo había estado entregado al más pesado de los sueños; ese movimiento, esa benéfica reacción, han sacado de quicio a los funcionarios que no cumplen con su deber y éstos han azuzado a sus esbirros, han estimulado a sus sabuesos para que hinquen rabiosamente sus dientes y ensucien con, su baba a los verdaderos liberales.

Pero el Partido Liberal vencerá a pesar de todo.


1 Las Resoluciones del Congreso fueron publicadas en Regeneración, no. 28, 28 de febrero, 1901. Pueden consultarse en Regeneración 1900-1918. La corriente más radical de la revolución mexicana de 1910 a través de su periódico de combate. Armando Bartra (prol., sel. y notas), México, Ediciones Era, 1977, pp. 96-105.

Los vecinos de Escuinapa, Sin., cansados de soportar los desaciertos de D. Rafael Guerra, Director Político de dicha Villa, acaban de elevar un ocurso al Gobernador Cañedo, en el que manifiestan que Guerra carece totalmente de dotes administrativas para ocupar el puesto que le otorgó la complacencia del Gobernador.

Como Guerra, además de los defectos de los que adolece, es arbitrario, los vecinos de Escuinapa han dado la noticia de su ocurso al Prefecto Político de Rosario, a fin de que este señor esté al tanto de lo que pueda ocurrir, pues que Guerra tiene por costumbre ejercitar innobles venganzas.

Muy justo es que se atienda la solicitud de los vecinos de Escuinapa, y el Gobernador Cañedo así debe hacerlo, siquiera sea para que en su enojosa administración haya algo que alabarle; aunque creemos que ningún aprecio hará Cañedo a los ocursantes, porque es bien sabido que en Sinaloa el pueblo nada significa.

De todos modos, felicitamos a los vecinos de Escuinapa por el valor civil que han demostrado, exhibiendo los defectos de su primera autoridad, y aplaudimos su prudencia al dar aviso de su resolución al Prefecto, a fin de evitar las innobles venganzas a que Guerra es afecto.

Cuando criticamos1 la elección de Magistrados que hizo el Gobernador Escontría, no faltó quien dijera que hablábamos por el solo deseo de hablar. Ahora vamos a demostrar, que no nos guió pasión alguna al reprochar al clerical gobernante su imprudente elección.

Tenemos en cartera varios datos que no los daremos a conocer de una vez por no fatigar a nuestros lectores, sino que los iremos dando a conocer en distintos números.

Recordarán nuestros lectores el sensacional asunto Aguirre-Amézcua, y por tal motivo no entramos en detalles, sólo diremos que, el Magistrado Arnulfo Pedroza hace cinco meses que conoce de la causa que se sigue contra D. Ramón Garibay. Durante todo ese tiempo ha asistido a las audiencias firmando autos, y, en suma, ha fungido de Ministro.

Hace dos meses que se le pasó el proceso en instrucción, para que lo estudiara escrupulosamente y formulase el fallo.

Antes diremos, que el Magistrado Pedroza está legalmente impedido para conocer de ese negocio. No obstante esta circunstancia el Magistrado no tuvo embarazo en conocer de él, y sólo últimamente ha caído en la cuenta de que no era decoroso seguir fungiendo de Ministro en el asunto, y se ha excusado.

Esto es reprochable, y sobre todo, da origen a una infinidad de interpretaciones más o menos desfavorables a la integridad del inepto funcionario, porque hace suponer que su deseo fue el de entorpecer con dilaciones la marcha del asunto, usando el trillado y vulgar procedimiento que ha dado triste fama a varios de nuestros inútiles jueces menores, si es que no a todos ellos.

El acusado, entretanto, ha sufrido todas las torturas de la incertidumbre, y tal vez hasta una prolongación indebida de su condena, porque con el fallo que él espera y que debió pronunciarse en término de ocho días, quizá ya hubiera sido puesto en libertad, en lugar de tener que esperar a que el Magistrado que sustituyó al Lic.

Pedroza, se tarde tanto o más que éste para pronunciar el fallo, o que, como el mismo Pedroza, después de dilatar la resolución, se excuse de conocer en el negocio.

No nos imaginamos por qué el Magistrado Pedroza, de quien se dice que tiene limpios y honrosos antecedentes, ha alegado tan fuera de tiempo y tan inoportunamente un impedimento que él conocía perfectamente de antemano, y que tiene su origen en hechos, que aunque es cierto que ocurrieron hace varios años, fueron de tal naturaleza que no es posible que se hubieran borrado de su memoria.

El Magistrado Pedroza debió haberse excusado desde un principio y no haber preferido prolongar la incertidumbre y las angustias de un hombre que espera el resultado de un proceso, y que, inocente o culpable, es de todos modos digno de compasión y misericordia. ¿Por qué llevó su ligereza hasta aceptar en instrucción un proceso cuyo conocimiento le estaba vedado? No se sabe si encontraría a última hora algún otro impedimento serio para fallar en determinado sentido.

La conducta oficial de este funcionario, sirve para irse formando una idea de que hemos dicho la verdad, cuando afirmamos que la justicia ha huido de San Luis Potosí como de un lugar apestado.

En San Luis Potosí, la suerte de los procesados depende de los individuos, todos, o los más, ineptos, que integran la judicatura, en lugar de depender de la ley.

También la administración potosina se desmorona de puro corrompida.


1 Véase supra, art. núm. 383.

Los funcionarios de Sinaloa siguen por el funesto camino que han elegido y que hace la desesperación del sufrido pueblo sinaloense.

Ahora se trata de un funcionario insignificante, pero no por serlo, han de pasar desapercibidos sus abusos, tanto más cuanto que si no se le corrige, es sólo porque al Gobierno del Estado se le ha ocurrido ser complaciente con él y tolerar sus mañas.

Trátase de Rafael Taboada, curandero de Culiacán, en donde a pesar de haber una infinidad de médicos facultados, sólo por socorrer a Taboada los Jueces y el
Tribunal Superior lo aceptan como perito, y con tal carácter se admiten sus informes y en ellas basan los jueces sus sentencias.

Taboada, además, es inspector del mercado, pero más que inspector es un déspota en virtud de que no existe un reglamento que determine clara y terminantemente sus atribuciones.

Este empleado llega al colmo del abuso, pues ha llegado hasta el extremo de cobrar una cuota a las personas que tienen la necesidad de proveerse del agua de una llave pública que existe en uno de los extremos del mercado. Se descubrió su punible falta y el Prefecto protestó contra tal abuso, pero no se castigó al explotado Taboada.

Tenemos en cartera otros abusos cometidos por empleados públicos de Sinaloa, pero a fin de no fatigar a nuestros lectores los iremos dando a conocer poco a poco, para que se confirmen en la idea de que reina un desbarajuste espantoso en la administración pública de Sinaloa, y que, además, parece que nunca se remediará, al menos mientras el Gral. Díaz se empeñe en sostener al Gobernador Cañedo y no le exija su renuncia como al ex Ministro Baranda, aunque viendo las cosas, el Gral. Díaz mismo debe renunciar.

Urge que se emplee en Sinaloa un activo sistema de saneamiento para desinfectar su administración que se cae de puro corrompida.

Para su publicación hemos recibido la siguiente comunicación, que con gusto damos a conocer a nuestros lectores, a fin de que se vea que los hijos de Oaxaca no han perdido su tradicional entereza, para protestar contra los atentados de la tiranía.

“Con la más profunda indignación, con ese indignación propia de los hombres que repugnan los actos de barbarie, hemos visto la alarmante noticia que trae consignada el entusiasta y valiente semanario “REGENERACIÓN,” acerca de los atropellos cometidos en varias personas de ese “Club Lampacense” por el esbirro y monstruo Pedro Hernández, que abusó de una manera bestial del cargo de agente del orden público, que en mala hora se le confió.

“Y como estamos plenamente persuadidos de que es una vil calumnia la que ha servido de pretexto para tan abominable como infame proceder, nos apresuramos a rechazarla con Uds., y protestamos con toda la energía de que son capaces nuestras almas de hombres libres y de patriotas ciudadanos, contra tales atropellos, dignos sólo de la desastrosa situación porque atraviesa nuestra infortunada Patria. Rogamos a Ud., pues, haga presente a todos sus dignos compañeros de infortunio, que sus hermanos que forman el Club Liberal Regenerador “Benito Juárez” de Cuicatlán, Oax., reprueban tan brutal acontecimiento  y estarán siempre con Uds., sean cuales fueren las contingencias del porvenir y las peligrosas peripecias de la santa y legítima causa que defendemos, porque en ella están vinculadas la honra y salvación de nuestra República.

“Libertad y Justicia.—Cuicatlán, Abril 23 de 1901. —El vicepresidente, RAFAEL ODRIZOLA.— El Secretario, J. ESCALANTE. — Al Sr. Presidente del “Club Liberal Lampacense.” — Lampazos. — N. L.”

El ejemplo de virilidad que acaban de dar los dignos liberales de Cuicatlán, Oax., debe ser imitado por todas las agrupaciones que forman la Confederación de Clubs Liberales de la República, porque traería funestos resultados el hecho de que en los momentos de prueba se abandonase a nuestros correligionarios, víctimas de la más injusta y escandalosa de las persecuciones. Con el silencio de los Clubs en asuntos de tanta importancia para su seguridad, porque el atentado cometido contra los miembros del “Club Liberal Lampacense” implica el principio de una serie de persecuciones y de atropellos por parte de la autocracia; con ese silencio, decimos, se hará comprender que el Partido Liberal es débil, que no tiene cohesión y que su solidaridad es nula.

En la conciencia pública está que los miembros del “Club Liberal Lampacense” han sido torpemente calumniados para que hubiera un pretexto con que disimular toda la crudeza de un atropello, que ha escandalizado a la Nación, siendo avivado el escándalo por los cobardes ataques que han dirigido a las víctimas dos repugnantes papeles El Popular y El Imparcial, seguidos de la jauría de hojas tan clericales y tan sucias como El PaísEl Tiempo y otras igualmente desprestigiadas. Y si está en la conciencia pública la convicción de que la tiranía ha cometido un atropello no debemos guardar un femenil silencio, por el temor de que esa misma tiranía ponga sobre nuestro cuello su pestilente planta; no debemos guardar silencio, porque con una actitud pasiva, no hacemos más que fabricar el desprestigio del Partido Liberal, pues que la Nación no tendría confianza en individuos pusilánimes, y los principios reclaman hombres de energía y no cobardes, que al tropiezo corrieran sólo por medio.

Protestemos todos dentro de la ley; protestemos todos con energía contra los atentados llevados a cabo en Lampazos, y si para ello nos faltan fuerzas, recordemos la frase de nuestro ilustre Ponciano Arriaga, que a través del tiempo todavía resuena en los oídos como un alerta formidable, dado para prevenir los atentados monstruosos y los inicuos atropellos: “¡Ojalá que todas las autoridades y los ciudadanos todos se levantaran como un solo hombre, creyendo que el ataque a las garantías de un individuo, es un ataque a la sociedad entera!”
Aplaudimos con entusiasmo la viril actitud nuestros patriotas paisanos de Cuicatlán, Oaxaca, actitud siempre levantada y noble, porque en el Sur no se conoce el miedo, y la pusilanimidad no se ha atrevido a franquear las montañas surianas para entronizarse en el corazón de sus viriles hijos.

En Monterrey, a la sombra del complaciente Gobierno, hechura del Ministro Reyes, se permite que se pisoteen las instituciones y que se haga burla a los principios liberales.

El 24 del mes pasado, una turba de beatos y de beatas llevaron a esa ciudad un santo que los naturales del pueblo de Guadalupe, N. L., llaman Señor del Pueblo. Las gentes sencillas, creen que dicho santo es muy dado a los milagros y que le bastan unas cuantas rogaciones para que las lluvias fecundicen los campos.

Los sacerdotes explotadores han tenido el buen cuidado de procurar que tan risible superchería, arraigue en las obscuras conciencias de los ignorantes, para exigir de ellos limosnas y otros muchos donativos que dejan pobre al pueblo y repletan los arcones de los frailes codiciosos.

Con el santo, se infringió la ley por permitir que el séquito de fanáticos fuera custodiándolo con ostentación de su fanatismo. Por en medio de las calles de Monterrey, escandalizando con su aparatosa devoción a las personas honradas.

Ningún castigo, que se sepa, se impuso a los transgresores de la ley, porque en Nuevo León se persigue a los ciudadanos liberales y hasta se les acusa de perturbadores del orden, pero se consienten manifestaciones de culto externo por más que hagan sonrojar a la justicia.

Bilioso se muestra El Imparcial contra nuestro periódico, porque hemos dado a conocer muchas verdades, amargas como todas las verdades que ponen a descubierto los malos manejos de los funcionarios públicos.

Este papel, El PaísEl TiempoEl Popular y algunos otros más de esta capital, entre los que se encuentran uno a quien sostenía el ex-Ministro Baranda, y que no queremos mencionar porque asfixia su peste,1 todos estos papeles vergonzantes y embaucadores nos atacan furiosamente, por la sencilla razón de que no somos serviles como ellos.

Todos nos hacen víctimas de sus injurias dirigidas a nuestras personas, porque saben perfectamente que no los hemos de llevar ante los tribunales, en virtud de que sabemos que en México no hay justicia, y fiados en su impunidad, hacen alarde de felonía y de impudencia.

Pero ninguno de esos repugnantes papeles se ha atrevido atacar nuestras afirmaciones; ninguno de ellos nos ha desmentido cuando hemos dicho que el Gobierno del General Díaz es una Dictadura militar de las más absorbentes; nadie nos ha desmentido cuando hemos dicho, que el General Díaz dispone Gobernadores en los Estados; que él mismo se reelige; que a su arbitrio nombra diputados, senadores, jueces, magistrados y municipios; que él hace todo en este remedo de República, y que todos los que los rodean son individuos sin carácter, sin iniciativa, sin voluntad, etc.

Nada de esto ha sido desmentido por esa hojas, y su silencio es la mejor prueba de que hemos dicho la verdad.

Por otra parte, se necesita talento para negar la verdad, y el talento hace falta en esos papeles que son el sonrojo de la Nación.

Que nos digan esos sucios papeles, en qué lugar de la República se acatan los principios liberales; que nos digan, también, si nuestras instituciones legitiman la autocracia que pesa sobre la República.

Mientras esos papeles no demuestren que estamos regidos por instituciones republicanas y democráticas, no cesaremos de creer que vivimos bajo el peso de la más absoluta de las monarquías.

El Imparcial, ha dicho infinidad de veces, con ese suficientismo propio de los cretinos, que en la República no existen partidos políticos. Sin embargo, para no desacreditar su fama de cretino, dice en uno de sus números que el gran Partido Liberal reconoce como jefe genuino al presidente Díaz…..

Este rasgo, si no es de candor, sí es de cinismo. Ningún liberal puede considerar al Presidente Díaz como jefe genuino del partido; ninguno considerará como liberal al funcionario que no ha tenido empacho en poner en los puestos públicos a los conservadores y a una infinidad de traidores, al funcionario que ha acallado las protestas de los ciudadanos dignos, con la cárcel, y que a muchos mercachifles de la política, que le hacían oposición, les ha dado empleos y les ha impuesto el silencio a fuerza de canongías, ganadas por esos mercachifles a trueque de indignidades y de bajezas.

El Partido Liberal no puede considerar como jefe al Presidente Díaz, porque no puede ser liberal el que mata la libertad; no pude ser liberal el que mata la democracia.

Nosotros no podemos considerar como liberal a la Dictadura, esa aberración sólo se le ocurre a uno que otro desequilibrado, que ha leído a Spencer, y como sucede a los individuos de estómago débil que se enferman cuando toman un alimento fuerte, a esos desequilibrados les acontece otro tanto cuando a sus débiles cerebros dan un trabajo superior a sus fuerzas: no pueden digerir a Spencer.

El Imparcial no ha destruido uno solo de los razonamientos que hemos aducido para llamarlo papel vergonzante, sino que con el descaro que le es característico, dice tres o cuatro necedades que dejan satisfecha su nulidad intelectual, y unas cuantas injurias que son de muy mal tono en un periódico que se dice pulcro, y sobre todo, en un periódico que el Gobierno protege para que lo acabe de desprestigiar.

Tampoco nos ha dado su opinión esa hoja, acerca de lo extravagante que a Juárez le haya parecido el plan de la Noria y a Lerdo el de Tuxtepec. Esperamos oír sus denuestos.

Esperamos que la Dictadura se muestre cuerda alguna vez y reprenda a sus siervos, porque como ya lo hemos dicho, no está bien que los que tienen el placer de ser esclavos, se atrevan a hablar en nombre de la libertad.

Hay que atar corto a los serviles.


1 Véase, supra, n. 359.

Agradecemos a los Sres. Admores. de Correos de Tampico, Tam., y Túxpam, Ver., se sirvan ordenar se entregue REGENERACIÓN a nuestros subscriptores en dichas localidades.

Numerosas son las quejas que recibimos a causa del mal servicio postal, y de desearse es que el despacho se regularice, pues como a nuestros subscriptores en
Pachuca, les falta continuamente el periódico, tal vez porque haya empleados de Correos que gustan leer sin que les cueste dinero.

Invitamos a los oficinistas que encuentren placer en la lectura de REGENERACIÓN, a que así nos lo digan con entera franqueza, y les obsequiaremos una subscripción a fin de que no estorben la circulación de nuestro periódico.

Igual indicación hacemos al Administrador de Tulancingo.

La administración de Dehesa continúa desprestigiándose por sus mismos hechos.

El Jefe Político y el Juez de 1ª Instancia de Misantla, Ver., parece que se han puesto de acuerdo para vejar a los ciudadanos que no gustan de tratar con esas personalidades afectas al abuso y amigas de la arbitrariedad. Las quejas caen una a una en la oficina del Gobierno del Estado, y los malos funcionarios no son castigados por sus torcidas maquinaciones, porque el Gobierno se conforma con pedir informes a las autoridades voluntariosas, y es natural que los informes se rindan al antojo de los despóticos funcionarios. A partir de esos informes, no se practica ninguna averiguación, conformándose cándidamente el Gobierno con la exposición de sus subordinados.

Como decimos, el Jefe Político y el Juez de 1ª Instancia son los caciquillos de Misantla, y hacen cuanto les viene a mientes para salvar a sus adeptos

Hace varios años que el Sr. D. Fernando Prom, persona admirable y de indiscutible rectitud, se hizo cargo del Juzgado de Paz de la población. EL Sr. Prom siempre ha desoído las necias pretensiones de los caciquillos de Misantla, y ha aplicado la ley en todo caso.

Ahora, con motivo de haber ordenado la aprehensión del rural Ismael Rosete, que violó a la joven Leonor Zárate en el rancho “EL Catalán,” los dos caciques arbitrariamente ordenaron que se suspendiera dicha aprehensión, sólo por salvar a uno de sus adictos, y separaron al Sr. Prom del cargo que desempeñaba a conciencia.

Con tal procedimientos, ningún empleado inferior, de esos que abundan faltos de escrúpulos, cumplirá con su deber, porque si lo hace, pierde el empleo. Esto es extremadamente inmoral.

Como remate a la nota relativa a la moral administrativa de Misantla, diremos, que los miembros del Ayuntamiento, que son personas tan respetables como el Sr. Prom, cansados de soportar las ridículas exigencias del Jefe Político y del Juez de 1ª Instancia, han puesto, en masa, su renuncia, pues no quieren que sus nombres sean manchados, por el solo hecho de figurar en una de las administraciones locales del Estado de Veracruz más corrompidas y más inmorales.

El rural Ismael Rosete, hace burla del Sr. Prom, como para darle a entender que el crimen que cometió en la persona de la joven Leonor, ha sido uno de los mejores méritos para atraerse la gracia de los caciques de quien es esbirro, a despecho de la ley y con mengua de la justicia.

El pueblo de Misantla está irritadísimo con tanta maldad y se teme, que ya que Dehesa se muestra complaciente con sus inferiores y no reprime sus abusos, el pueblo mismo se haga justicia y castigue a su antojo a los tiranuelos de aquel desdichado Cantón.

Esto es lo que se teme en Misantla y así se lo comunicamos al Gobernador, para que en bien de la tranquilidad pública, separe de sus puestos a los pésimos funcionarios de esa porción del Estado, que son un peligro para la paz de que tanto alarde se hace,  sin fijarse que la opresión sobre los pueblos nunca puede ser un factor de orden.

Si la paz se quebranta en el Cantón de Misantla, Dehesa es el único que tiene la culpa de ello, en virtud de no haber atendido las quejas del pueblo.

Gregorio Tesillo, el iracundo cura de Villa de García, N. L., el que obliga a las autoridades de esa población a cargar el palio y a ejercer otros oficios propios de sacristanes, pero indignos de un funcionario público que ha protestado la ley, tuvo la humorada de adornar dos coches con flores y cintajos para pasear en uno de ellos al “Santísimo,” no se sabe si en desagravio por su intemperancia de lenguaje y sus chabacanos modales, pues ya hemos dicho que este cura, como aquel famoso Arpón de Monclova, no desdeña la diatriba y gusta de la injuria para denostar a los liberales.

El paseo se efectuó, sin que las autoridades de Villa de García pusieran coto a tal desmán. Por el contrario, el Alcalde 1º y los munícipes gozaron místicamente con la infracción.

Esto es escandaloso, porque pone de manifiesto que en nuestra época conciliadora ni siquiera se llenan las fórmulas, sino que descaradamente se infringen las leyes merced a la tolerancia de los mismos que debieran hacerlas respetar.

El Centinela1, de Hermosillo, Son., es un libelo que sostiene Izábal, para avergonzar con él al Estado de Sonora.

Este libelo, nos ataca como el anodino Imparcial y sus hermanos El PopularEl Tiempo y demás prensa vergonzante, porque no acostumbramos la bajeza para con los déspotas de sotana y machete.

Mohíno nos hinca los dientes, tratando de ridiculizar nuestra actitud enérgica porque es bien sabido que el servilismo, como está acostumbrado a doblar el cuerpo ante sus amos, no puede permitir, le causa envidia, ver algunos hombres que conservan firme y resistente la espina dorsal.

El Centinela, nos censura porque atacamos al Gobierno General y a todos los Gobernadores de los Estados por sus actos despóticos, y nos quedamos perplejos ante tal censura, porque, aunque con repugnancia, ya estábamos casi acostumbrados a que hubiera hojas venales, pero nunca nos habíamos imaginado que llegaran a la desvergüenza y a la más repugnante de la bajezas.

Malo es que se venda la conciencia para ponerla al servicio de los tiranos, y que, en razón de ese vergonzoso comercio, se esté dispuesto a aplaudir y agasajar a los Césares sin ton ni son; pero escandaliza que haya periódicos totalmente desprovistos de pudor, que se enfaden porque a los déspotas se les eche en cara su mal comportamiento como funcionarios.

Entonces, esas hojas hacen el papel de apologistas de los desaciertos de sus amos y causan asco, como asquean los vendajes que disimulan la repugnancia de las llagas de un leproso. Causan asco esas hojas, porque conocedoras que son de la podredumbre administrativa, manejan sin sonrojos esa podredumbre para fabricar con ella nauseabundos panegíricos a sus protectores.

No sabemos con qué intención, el libelo de que tratamos, dice que nuestras ideas son las mismas de los que combatieron las maquinaciones oficiales en el famoso asunto de la deuda inglesa,2 y quiere dar a entender que nosotros también combatimos en aquella época.

Nuestras ideas, son las de los ciudadanos amantes de su patria y no nos ponemos a discutir si esas ideas son tan viejas como el mundo, pero no luchamos en la época de la deuda inglesa, por la sencilla razón de que no éramos ni adolescentes siquiera.

El Centinela, si quiere ser periódico honrado, debe aconsejar a Izábal que renuncie al puesto que está contra la voluntad de los sonorenses dignos y patriotas. Los periódicos que se dicen amigos de los tiranos, deben aconsejar a éstos que se porten como simples servidores del pueblo y no como autócratas. Pero como no es honrado ese insignificante papel, seguirá azuzando a su amo para que continúe ejerciendo la más exasperante de las opresiones, gracias a la benevolencia que el Presidente Díaz observa con todos sus maniquíes, que fungen de gobernadores en los Estados de esta monarquía.


1 El Centinela, ‘Periódico político, noticioso y de variedades’, Alamos, Son. (1898-1899), Hermosillo, Son. (1900-1901). Dir. Brígido Caro.
2 Deuda Inglesa. Refiérese al rechazó del Congreso de la Unión al convenio Noetzlin-Sheridan, que normaba el pago del adeudo mexicano a aquella nación, en noviembre de 1884, tras dos días de agitación popular y estudiantil.

Con motivo de las persecuciones de que han sido víctimas los ciudadanos honrados de Lampazos, N. L., la ciudad tiene el aspecto de un cementerio.

Nadie quiere salir de casa por temor a un atropello, y se nota en la ciudad esa tristeza propia de las poblaciones sobre las que pesa y hace estragos una enfermedad contagiosa.

Como en los cementerios, en donde el silencio sepulcral sólo es turbado por los graznidos de las lechuzas, en Lampazos sólo se oyen las recias pisadas de los reclutas, el ingrato chasquido de los marrazos, los sables y las bayonetas, y las agrias ordenes del capitán Aurelio Díaz que marcha y triunfante por las desiertas callejas de la contristada población.

Los ciudadanos se han puesto a salvo huyendo de la conquistada ciudad, a fin de evitar que se les ultraje.

Los bizarros militares, saben perfectamente que todos los hombres han salido de Lampazos, y que sólo las señoras, los ancianos y los niños han quedado ………

Esto no obstante, todas las noches se ven vagar las marciales sombras de los reclutas perturbando la calma de aquella muerta ciudad, con gran escándalo de los canes callejeros y los noctámbulos gatos.

Creemos que esos soldados hacen más falta en las serranías de Guerrero, y aconsejamos que allá se les lleve, para que al filo de los machetes surianos libren de la herrumbre sus ociosas armas.

Siquiera se conquistaran una muerte gloriosa.

La presión oficial ha llegado al colmo en el Estado de Guerrero. A pesar de las vergonzantes afirmaciones de El Imparcial, que dice que en la República se acatan las leyes, y a pesar, también, de los serviles asertos de El Popular, que sin pudor y sin honradez se atreve a llamar paternal a la Dictadura, en Guerrero, como se temían los dignos surianos, se ha ejercido la más escandalosa, la más inmoral y la más ignominiosa de las presiones sobre el pueblo, para que no eligiera Gobernador del Estado al patriota ciudadano Sr. Lic. D. Rafael del Castillo Calderón.

De antemano, el elemento oficial anduvo propalando que el Sr. Lic. Castillo Calderón estaba fuera de la ley, en virtud de haberse levantado en armas, y esa noticia la llevaron a las ciudades, haciendas, caseríos, aldehuelas, y poblachos, los agentes especiales de dicho elemento, para que el pueblo suriano desconfiara de un hombre que sólo ha procurado su felicidad y su provecho.

Bien enterados, sabemos que el Sr. Lic. Rafael del Castillo Calderón, no ha tomado las armas ni se ha levantado desconociendo la Dictadura, sino que todos esos embustes han sido fraguados maquiavélicamente, más bien dicho, cínicamente por el elemento oficial, para desprestigiar a un ciudadano honrado, popular y patriota, para que de ese modo el pueblo desconfiara de él.

También sabemos que, para dar mayores visos de verdad al embuste oficial, se hizo  salir violentamente de Chilpancingo al Sr. Castillo Calderón y hasta se pagó, no se sabe por quién, a algunos rufianes para que dispararan balazos y lanzaran piedras sobre el domicilio del candidato del pueblo.

Después de tan grotescos procedimientos, se ordenó a todos los Jefes Políticos, Presidentes Municipales y a algunas autoridades depravadas, que forzaran al pueblo para que Agustín Mora saliera electo Gobernador.

Llegó el 21 del pasado Abril, fecha señalada para las elecciones, y el elemento oficial, con más ardor que antes, pero también más arbitraria, más despótica y brutalmente comenzó su labor de alterar las elecciones. Entonces, con el mayor descaro se previno a los ciudadanos que si votaban a favor del Lic. Rafael del Castillo Calderón, serían reducidos a prisión, y amén de otros varios atropellos y de otras inicuas vejaciones,, se les condenaría en definitiva como perturbadores del orden público.

Hubo ciudadanos dignísimos y de indiscutible valor que sostuvieron la candidatura del pueblo, y no faltaron las autoridades criminales que los redujeran a prisión con lujo de crueldad y con alarde de bestial poder.

Concretando, diremos que en Acapulco funge de prefecto un tal Manuel García, funcionario servil que levantó Mercenario para que lo sostuviera y ahora sostiene a Agustín Mora. Este García amedrentó al pueblo para que no eligiera al Sr. castillo Calderón, sino a Mora.

Entre García y el Comandante Militar trabajaron desesperadamente porque saliera electo Mora. Al efecto, sabedores de que los Sres. Teniente Coronel D. Matías Flores Y Mayor Dr. D. Rafael Domínguez y Pastor, son personas de prestigio entre el pueblo, , y además, el Sr. Flores es muy popular en Acapulco y el Distrito de Galeana, no titubearon en detener a dichos caballeros en el castillo de San Diego, porque no hay mayor delito para los déspotas que la popularidad de los ciudadanos honrados.

El Comandante Militar, que lo es un tal Alejandro Cerisola, armó a los bogas para que lo protegieran, y a su antojo dispuso arbitrariamente que la policía Municipal también lo cuidase.

Sin embargo de la  presión oficial, así en Acapulco como en los demás Distritos del Estado de Guerrero, fueron a favor del Sr. Lic. D. Rafael del Castillo Calderón, pero las boletas del pueblo fueron hechas pedazos por los esbirros del poder.

Al Sr. profesor Antonio Martínez, lo encarcelaron en Acapulco, porque este señor, con raro y plausible valor civil, emitió su voto a favor del candidato del pueblo y se declaró su partidario.

En Teloloapam, también se ejerció presión sobre el pueblo, y al efecto, se reconcentraron en la población una fuerza de caballería y los rurales, que gustan más de andar en las poblaciones, que de cuidar los caminos para impedir los asaltos, los robos y asesinatos.

A un empleado del juzgado Menor de esta población, lo aprehendieron porque también tuvo el suficiente valor de declararse partidario del Lic. Castillo. A este empleado, se le quería enviar de soldado.

No entendemos por qué se persigue a las personas que se dicen partidarias del Lic. Castillo Calderón, cuando perfectamente se sabe que dicho señor no ha tomado las armas contra la Dictadura.

A varios ciudadanos de las rancherías próximas se les trató como a esclavos.

Esto que apuntamos de dos puntos solamente de Guerrero, se repitió con detalles más o menos escandalosos en todo el Estado, por lo que se ve, que en la República no hay garantías; que se veja a los ciudadanos; que se lastiman los derechos más caros del pueblo, y que, en resumen, se confirma la tesis que venimos sosteniendo con nuestro periódico: nuestra infortunada patria soporta la más abrumadora de las opresiones.

Ya no se toma el cuidado de guardar las formas democráticas; ya no preocupa que los desmanes se encubran siquiera con sofismas, sino que descaradamente y del modo más grosero se conculcan los principios y se atropellan los derechos.

¿Qué se pretende con tanta iniquidad? ¿Qué fin se persigue con tan monstruosos atentados?

Esas iniquidades, esos atropellos, esos atentados, ¿son indispensables para el progreso y bienestar del país? No, esos desmanes sólo sirven para la satisfacción de fines personales; esos desmanes sólo sirven para la consolidación de la Dictadura.

¡La Democracia ha muerto!

Sabemos que un numeroso grupo de alumnos de la Escuela Nacional Preparatoria, tienen proyectado elevar a la Secretaría de Justicia e Instrucción Pública, un ocurso pidiendo que se revoque la disposición que les impide sustentar examen cuando tienen determinado número de faltas de asistencia. La solicitud se fundará en lo inconveniente de esa disposición.

Tienen razón los alumnos mencionados. Muchos y muy variados motivos, que sería largo enumerar, pueden oponerse a que alumnos concurra a la hora de clase.

Cualquier impedimento de esos que surgen fortuitamente, y que, por su insignificancia o probanza difícil no son tomados en consideración para evitar que el maestro señale una falta de asistencia, pueden originar la pérdida del derecho a ser examinados, lo que implica la pérdida de un semestre, y por ende, la distracción de un lapso de tiempo que pudiera aprovecharse en lo futuro en la lucha diaria de la actividad social. Esta injusticia se acentúa más, si se tiene en cuenta que en algunas asignaturas del reglamento de estudios, basta que alumno falte cuatro veces en el semestre para que se pierda el derecho al examen. Y debe tenerse en consideración que la mayor parte de esas asignaturas son inútiles, y algunas de ellas totalmente ridículas.

Por otra parte, era natural que aquella disposición subsistiese durante la época del pasado Ministro, época en que se improvisó como director de la Escuela Preparatoria al Coronel Castañeda y Nájera, hombre sin antecedentes científicos y sin aptitudes para el magisterio; pero en la actualidad, parece que la situación ha cambiado, pues no creemos que el nuevo Ministro de Instrucción Pública permita que continúe desempeñando la Dirección de la Escuela esa personalidad funesta, ni creemos que continúen subsistiendo reglamentos de galeotes, ni disposiciones absurdas.

Parece, pues, que prosperará la solicitud de los alumnos referidos. Para ello, a más de las consideraciones anteriores, debe tomarse en cuenta que muchos alumnos tienen ocupaciones que atender, para que sus necesidades diarias se satisfagan, que no tienen más elementos de subsistencia que su trabajo, por lo que muchas veces se verán impedidos a concurrir a clases, pudiendo, sin embargo, presentar lucidos exámenes. Y más todavía: muchos de esos alumnos obtendrán un provecho más efectivo, que aquellos que concurran a escuchar las fútiles y tontas enseñanzas de tantos profesores ineptos, que se han improvisado para esa Escuela.

Esperamos que el Sr. Ministro de Justicia patrocinará la razonable solicitud de los alumnos.

La Evolución, colega durangueño que se distingue por su sensatez y energía, ha denunciado un grave delito que se cometió en el Partido de Mapimí, Estado de Durango.

El 13 del pasado Abril, entre 7 y 8 p. m., el Administrador y Rayador del rancho de Aedo, fungiendo aquel de Jefe de cuartel interino, acompañados por dos individuos, aprehendieron al caporal del rancho, Manuel Hernández, a Leandro Ruelas y a Antonio Estrada, so pretexto de que habían matado una res, hecho que no se ha justificado, y los encerraron en la galera.

En la noche del día siguiente, tres individuos, Benjamín Lavín, José Maruga y Felipe Valenzuela, sacaron de la prisión a Manuel Hernández y lo llevaron en dirección del Tajo, sin que hasta ahora se haya sabido qué hicieron de él.

Al mismo tiempo, el Administrador y Rayador referidos se dirigieron a la casa de Hernández, atropellando a su hermana, una anciana a quien sacaron al campo, y poniéndole las armas en el pecho, la amenazaron con matarla si no descubría el paradero de su hija, una bella joven de dieciocho años de edad, por la que se interesa vivamente Benjamín Lavín. Como la anciana se negase a complacer a los facinerosos, la llevaron a un cuarto oscuro y después a la galera, en donde permaneció hasta el día siguiente.

Como no ha aparecido Manuel Hernández, se teme que haya sido asesinado por esos malhechores. Las autoridades judiciales se han encargado de averiguar lo que haya, pues la valerosa y honrada denuncia de nuestra colega llegó al Gobierno del Estado y se ordenó la inmediata averiguación judicial de lo ocurrido.

Los hechos narrados indignan por el villano proceder, tanto de la autoridad que figura en ellos, como de sus coautores. Espanta saber que el Jefe de Cuartel interino, el que debía cuidar de la seguridad de los habitantes, el que tenía a su cargo velar por la vida y propiedades de ellos, se asocie a otros facinerosos como él, a otros desalmados, para satisfacer los innobles apetitos de un sátiro, sin detenerse en medios, arrollándolo todo, asesinando, quizá, a un hombre honrado y laborioso que no había cometido más delito que el de tener una bella sobrina.

La autoridad judicial que conozca de este asunto, debe portarse inflexible y severa, a pesar de las personalidades que en él intervengan. El escarmiento será provechoso, especialmente para ese Partido de Mapimí que se distingue por las garantías individuales. Felicitamos cordialmente a nuestro estimado colega La Evolución por su actitud noble y resuelta. Entre los deberes de la prensa honrada está el rasgar el velo de todas las infamias, y principalmente cuando esas infamias se cometen por autoridades que descienden de su solio para confundirse con el forajido.

Inútil nos parece decir a nuestro colega que estamos a sus órdenes para llevar a la lucha nuestro exiguo contingente.

Participamos a Uds. Que ayer se reunió un grupo de ciudadanos de las diversas clases sociales, en la casa número 14 de la calle cerrada de Jesús María, con el fin de fundar la Convención jalisciense «Resurrección Liberal,» y emprender pacíficamente y dentro de la ley, la propaganda doctrinaria de los verdaderos principios liberales, democráticos y republicanos, contenidos en nuestra Carta fundamental promulgada el 5 de febrero de 1857.

La Mesa Directiva de la expresada Convención, quedó formada de la manera siguiente:

Presidente, C. Félix L. Maldonado.- Vicepresidente C. Lic. Eduardo E. Medina.- Tesorero, C. Joaquín Montenegro.- Secretario, C. Joaquín Gutiérrez Hermosillo.- Subsecretario, C. Lic. Arnulfo M. Villaseñor.

VOCALES PROPIETARIOS:

1º, C. Manuel Cambre.- 2º, C. Lino Suárez.- 3º, Manuel Cerda Luquín.- 4º, c. David T. Gómez.-5º, C. Eucario G. Madrigal.- 6º, C. Dr. Pedro Valdivia.

VOCALES SUPLENTES:

1º, C. Jesús María Flores.- 2º, C. Espiridión García.- 3º, C. E. Delgadillo Gutiérrez.- 4º, C. Heriberto Flores.- 5º, C. Evaristo G. Rivera.- 6º, C. Lic. Salvador Bramblia y Sánchez.

Lo comunicamos a la docta redacción de ese interesante seminario, enviándoles a la vez a sus denodados campeones, una sincera manifestación de nuestra distinguida consideración y aprecio.

Patria, Constitución y Reforma.- Guadalajara, Abril 26 de 1901. – FÉLIX L. MALDONADO, Presidente.- JOAQUÍN GUTIÉRREZ HERMOSILLO, Secretario.- A los CC. RR. Del seminario «REGENERACIÓN»– México.

Vemos con gusto, que por todo el país se organizan nuevas agrupaciones liberales, y que no obstante las inicuas persecuciones que la tiranía ejerce contra los ciudadanos que reclamen sus derechos, surgen a la lucha nuevos campeones dispuestos a combatir por los sagrados principios liberales, que hoy pisotea el despotismo.

Deseamos a la Convención jalisciense «Resurrección Liberal,» el mayor éxito en su patriótica empresa, y al felicitar a sus iniciadores por su civismo, felicitamos al gran Partido Liberal porque sus adeptos no desmayan, sino que se multiplican a despecho del absolutismo.

Al saludar a la naciente agrupación «Resurrección Liberal,» nos es grato poner REGENERACIÓN a sus respetables órdenes.

A las damas y jóvenes liberales de ambos Laredos

Era justo y por eso ha sucedido así; la luz de la razón pugnando por descorrer el velo del nebuloso ayer, ha comenzado a alumbrar los antros donde el error se refugiaba, e hiriendo los párpados cerrados de los dormidos los ha despertado, les ha dado energía, fuerza y valor, para protestar enérgicamente contra los errores clericales y sus innumerables abusos pidiendo, una vez más, y buscando como todos los héroes mexicanos que han señalado con su sangre sus doctrinas, la manera de progresar en la vida.

La juventud es la edad más hermosa de la humanidad, es una actividad constante e inalcanzable, es la fuerza indomable, es el porvenir de la patria que hoy se levanta reclamando sus derechos y que debe unirse para defender, sostener y propagar sus principios liberales; y esta juventud entusiasta y patriota, esa juventud que siente hervir en sus venas las doctrinas del bendito Juárez y de otros tantos mexicanos liberales y librepensadores; esa juventud en cuyo cerebro anidan los ideales más santos de adelanto, de progreso y de perfección. ¿Por qué permanece insensible y sorda a la voz de la razón? ¿Por qué no se reúne formando Clubs para propagar y sostener los principios liberales que defiende? ¿Es miedo quizá? ¡Miedo! ¿Y de que? No es ventura justa, grandiosa y noble la causa que se defiende? ¿No queremos destrozar el fanatismo? ¿No queremos instruirnos y progresar en la vida? ¿No buscamos el modo de engrandecer a nuestra patria y de avivar y sostener al patriotismo innato en nuestra raza? ¡¡Miedo!! Para sostener la razón, no se tiene miedo; para decir la verdad no se ruborizan los labios, y para sostener la justicia, no se retrocede ante el sacrificio de la vida.

Ver formar a las damas, señoritas y jóvenes liberales sus respectivos Clubs, reunirse para conferenciar y buscar el bien, para instruirse y desarrollar sus facultades intelectuales y morales, es una obra magna, justa y sublime.

«La unión constituye la fuerza.»

Damas, señoritas y jóvenes entusiastas de ambos Laredos: yo os convoco en nombre de los sublimes mártires de nuestra patria, para que reunamos dos Clubs
Liberales en esta progresista ciudad, uno de jóvenes y otro de señoras y señoritas, para llevar por lema las sagradas instituciones de Juárez, para sostener sus ideas, para combatir la bajeza y para formar en un todo la poderosa e invencible palanca del progreso.

Las personas que deseen mandar sus nombres para organizar el Club, pueden dirigirse a

SARA E. RAMIREZ,

Redacción de «La Crónica.» Laredo, Texas, a 30 de Abril de 1901.

Hoy engalanamos nuestras columnas con la anterior convocatoria, redactada por la bella e inteligente Profesora Srita. Sara E. Ramírez1.

La Srita. Ramírez, es ventajosamente conocida en la República por sus inspiradas composiciones poéticas y su indiscutible patriotismo. Es una de las Damas liberales que mayor empeño han tomado en la noble tarea de levantar el espíritu público, y una de las que con mayor ardor han levantado la bandera liberal, apartándola valerosamente de las plantas de los déspotas en donde el partido de las sombras la había arrojado para profanarla y pisotearla a su favor.

Cuando vemos que una mujer, virtuosa y abnegada, emplea sus simpáticas energías en el bien del pueblo; cuando vemos que la belleza y el delicado pudor femeninos, no desdeñan la lucha, si esta lucha está encaminada a la regeneración política y social de nuestra querida Patria; cuando vemos que la mujer pone su prestigio al servicio de la causa de la libertad, no podemos dudar que tal causa es justa, no podemos dudar, tampoco, que tal causa es noble, digna, levantada y hermosa, y entonces los luchadores redoblan sus esfuerzos, cobran bríos los débiles y sólo los cobardes podrán seguir viviendo su vida de vergüenza y de ignominia.

Sírvase admitir la inteligente Srita. Sara Ramírez, aparte de nuestros respetos, nuestra admiración por la energía y noble patriotismo y su inmenso valor civil, que no tienen, avergüenza confesarlo, muchos hombres que prefieren vivir uncidos al carro de los Césares, que levantar la cabeza con energía, para hacer oír la protesta de los hombres libres que ven ultrajados sus derechos y abofeteada su dignidad.

Sinceramente felicitamos a la Srita. Ramírez por su actitud, pues ella le acarreará la simpatía de las personas honorables y las bendiciones del pueblo esclavizado.


1 Sara Estela Ramírez (1881-1910). Poetisa y periodista coahuilense. Emigró de México en 1898, maestra en Laredo, Texas, escribió en La crónica y El demócrata fronterizo. En 1901, publicó La Corregidora, impreso tanto en México, D. F. como en San Antonio y Laredo y en 1910 La Aurora. Mantuvo correspondencia con los editores de Regeneración de 1901 a 1904.

Dícese que el militar debe ser, entre otras muchas cosas, pundonoroso, recto, justo, valeroso, cumplido, etc., etc., etc.

Además debe ser caballeroso  y respetuoso para con las damas. Uno de estos caballerosos, pundonorosos, etc., olvidó aquello de “mi dios, mi dama y mi rey,” según se verá por lo que en seguida decimos.

Hastiado de la ociosa e inútil vida de cuartel, en donde se agotan miserablemente las energías y se embota la voluntad, ya que no el intelecto, porque pocos soldados lo tienen, un subteniente de Artillería decidió demostrar su bizarría, y en lugar de marchar rumbo a Sonora a pelear contra los yaquis o rumbo a Yucatán a batir a los mayas rebeldes, o bien rumbo a Guerrero a medir sus armas con las de los surianos, marchó a la casa de su esposa, y desenvainando la espada, golpeó con ella a la pobre señora hasta que el escándalo armado por el bizarro militar llamó la atención de los vecinos y de la policía, que tuvo a bien conducir al revoltoso ante la autoridad, a pesar del continente enérgico y bélico ademán del hijo de Marte.

Por lo asentado, se viene en conocimiento que ese oficial no desdeña medir sus fuerzas con las de una mujer, y hace uso de su espada, esa virgen espada de los militares de banqueta, que sirve para cintarear faldas femeninas en lugar de brillar en los campos de batalla defendiendo a la Patria.

Degeneramos; ya el soldado no es el sostén de las instituciones (nunca ha sido tal en nuestro país), ni es la esperanza de la Patria (¡pobre Patria si en él cifrara sus esperanzas!) ni da prestigio y lustre a la Nación, sino que se ha convertido, más bien dicho, siempre ha sido una carga pesada e inútil, que absorbe las rentas públicas en perjuicio de la instrucción pública, y que, además, para sostenerlo, se aumentan los impuestos, se implantan gabelas y se extorsiona al contribuyente con detrimento de la agricultura que muere de inanición.

El Prefecto de Mazatlán, Sin., Dr. Martiniano Carvajal, alentado por la protección del Gobernador Cañedo, que protege todo lo malo e incuba todo lo inepto, ha mostrado su saña de funcionario pasional en un asunto en que es parte.

El 31 de Mayo anterior se suscitó en la plaza de toros de Bellavista de aquella Ciudad, un escándalo motivado por la completa inutilidad para la lidia del ganado que se pretendió poner en juego. El público exigía que se asegurase el producto de las entradas para que fuese devuelto; pero no estando presente ningún funcionario superior que decidiese el conflicto, el empresario se marchó con el producto referido, lo que exasperó la indignación pública que se tradujo en la destrucción de la plaza.

Pocos momentos después se presentó el Prefecto ante un grupo de pueblo amotinado fuera de la plaza, y como pretendiese disolverlo por la fuerza, le arrojaron algunas piedras, de las que una le tocó en la nariz, produciéndole abundante hemorragia.

Los hechos se consignaron al Juez en turno y ante él comparecieron algunos individuos que el prefecto mandó aprehender, y otras personas a quienes este funcionario designó caprichosa y arbitrariamente como instigadoras de los delitos mencionados. Practicada por el Juez la averiguación, resolvió que los aprehendidos fuesen puestos en libertad y que los citados se retirasen, puesto que no aparecía dato alguno que comprobase su delincuencia.

Pero el Prefecto no se conformó con esa resolución judicial, sino que, convirtiéndose en Juez y parte, de lo que gustan mucho los funcionarios que llevan su arbitrariedad hasta el despotismo, y deseando vengar la cariñosa manifestación de que fue objeto, impuso multas de 25 a 30 pesos a todos los que tenían posibilidad de pagarla, escogidos entre los que el arbitrario Prefecto había designado caprichosamente como instigadores de los delitos.

Esa pena fue notificada formalmente a los interesados por el Comandante de Policía, advirtiéndoles que si no las enteraban en el término de cuatro horas, serían encarcelados y sufrirían de quince a treinta días de arresto. Las víctimas de las iras del Prefecto, para evitarse las vejaciones con que los amenazaba ese funcionario, enteraron las multas; pero dos de ellos, los Sres. Juan Canobbio y Ernesto Lorda, distinguidas personas del comercio de aquella plaza, advirtieron por escrito que hacían ese entero en depósito para los efectos del art. 788 del Código de Procedimientos Federales, pues desde luego ocurrirían, como ocurrieron al Juez de Distrito en demanda de amparo, y los demás pidieron que se revisara la pena por el Gobernador Cañedo, quien, complaciente y servicial con todo subordinado arbitrario, las confirmó, expresando en su resolución que el Prefecto había informado verbalmente que eran justificadas las multas. Gobernador y Prefecto son igualmente despóticos.

Mientras tanto, el amparo promovido por los Sres. Canobbio y Lorda, pasaba por un vía crucis en el Juzgado de Distrito. Bien saben nuestros lectores que este funcionario federal es uno de los más serviciales para con Cañedo cuando de tropelías se trata. A pesar de que el Prefecto Carvajal no justificó su informe demostrando la legal aplicación de la multa a un hecho que debió comprobar, el Juez de Distrito negó la suspensión del acto reclamado, fundándose en que ya se habían enterado las multas.

Cierto es que los quejosos, para evitar su encarcelamiento, habían enterado las multas antes de promover el amparo; pero al enterarlas pidieron a la autoridad ejecutora que las mantuviese en depósito para los efectos del 488 mencionado, pues conforme a este artículo, que no ha de conocer el Juez de Distrito, la suspensión no evita al entero de la cantidad, sino que, por el contrario, exige que se haga previamente para el efecto de quedar en depósito mientras se resuelve el juicio de amparo. Pero, repetimos, ese Juez de Distrito, o ignora la ley, o finge ignorarla para satisfacer torpes pasiones.

Afortunadamente, el auto del Juez está en revisión ante la Suprema Corte, la que sabrá puntualizar todos los atropellos de que se quejan los Sres. Canobbio y Lorda.

"En el número 26 del periódico anticlerical El Gorro Frigio se inserta un párrafo llamando la atención sobre lo que en él se dice y en que se asegura dogmáticamente que este centro director ha falseado el fin principal que tuvieron los clubes liberales establecidos en la República. Se añade además que el Club Ponciano Arriaga, al expedir su célebre manifiesto, no ha contado con la aprobación de los demás clubes del país.

Lo anterior amerita una declaración, pues ese periódico puede sorprender la buena fe de los liberales mexicanos o puede, él mismo, haber sido engañando por algún liberal conciliador o por algún malqueriente nuestro.

El Gorro Frigio, al asentar tamaños desatinos, o lo hizo a las volandas, o fue sorprendido como un niño, lo que de todas maneras deploramos, pues en estos tiempos en que la prensa semioficial, inmunda en todas sus manifestaciones; la clerical, dispuesta siempre a hacer el papel de corchete del arzobispado, y la otra prensa, la chantajista, la que ha convertido el periodismo nacional en una madriguera de bandidos, la que esgrime la difamación y la calumnia cotidianamente; en estos momentos en que todos esos periódicos nauseabundos y fétidos azuzan al poder en contra de los liberales de Lampazos perseguidos brutal y tiránicamente, y en contra de todos los clubes liberales, que no han cometido más delito que trabajar en pro de unas instituciones que juzgamos en vigor, es indigno, decimos, actualmente un periódico que se precia de liberal arroje al público versiones, no sólo estúpidas, sino falsas como a continuación lo probamos:

Las resoluciones tomadas por el primer Congreso Liberal contienen, en el número 7, la siguiente: Las conclusiones adoptadas para los temas del primer Congreso Liberal tendrán fuerza de ley, etc., etc. Por lo mismo, cuando este Centro Director, siguiendo al pie de la letra dichas resoluciones, ha tomado determinados acuerdos, ningún club podrá tachar éstos de contrarios a las tendencias que la confederación liberal propone. Vamos a ver ahora si el manifiesto, que tanto ha asustado a El Gorro Frigio, está o no conforme con dichas conclusiones.

La resolución 2, a la letra dice: Igualmente declara (el Congreso Liberal) que carece de tendencias políticas de carácter local o personal y que sus miras principales son:

I. El respeto y exacta observancia de las leyes.
III. El restablecimiento de la honradez política los funcionarios públicos.
IV. La abolición de toda tendencia personalista de los gobiernos que pueda juzgarse preferente a la Constitución de 1857 y Leyes de Reforma.

La resolución 38 dice: Todos los clubes constituidos en el país y los que en lo sucesivo se formen, deben vigilar los actos de los funcionarios públicos, como mera y principal obligación, y ejercitar con civismo la acción popular, acusando a los transgresores de la ley, sean de la categoría que fueren…

La número 39 está concebida en los siguientes términos: Los clubes alentarán el valor civil e inculcarán los principios cívicos en el pueblo, por medio de la tribuna, de las sesiones públicas y, muy especialmente, por medio de la prensa, etc., etc.

La resolución cuadragésima se expresa así: Los órganos que en la prensa tengan dichos clubes deben iniciar una vigorosa campaña contra la arbitrariedad y el despotismo, publicando, ya de las corporaciones de que son el portavoz, ya de las demás corporaciones liberales de la República, las denuncias fundadas contra los funcionarios culpables.

La 44, que por cierto es muy importante, dice a la letra: Los miembros de los clubes y los liberales de la República concurrirán a los comicios electorales, insinuando a los demás ciudadanos, para que los secunden, la imperiosa necesidad de ejercitar ese derecho.

Como se ve, por lo arriba expuesto, hemos obrado dentro del límite que a nuestra tarea de liberales honrados se señaló en el Congreso Liberal, reunión en la que, con seso y serenidad, se abordaron los problemas de la malhadada política de conciliación, resueltos en su mayoría por unanimidad de los representantes de las agrupaciones liberales hasta entonces fundadas en la República.

Ahora bien, el manifiesto que este Centro Directivo lanzó a la nación contenía la reseña de los trabajos concluidos por el Congreso Liberal y la línea de conducta que los clubes deberían seguir para librar al país de la ominosa tiranía que lo subyuga. En él aconsejamos a los liberales que se aprestaran a la elección presidencial, para que fuera elevado a la Presidencia de la República un patriota.

Tal cosa era nuestro deber, pues además de que en aquellos momentos la vida del general Díaz estaba en peligro, nosotros comprendemos, como todo el mundo lo comprende, que la causa de todos los males que nos afligen es la continuidad en el poder de la actual administración, que ha hecho de los puestos de gobierno una cosa de la única y exclusiva propiedad del que, en épocas no lejanas, pero por desgracia ya pasadas, fue el victorioso soldado de la República, el paladín de la democracia y de la no reelección.

Poco nos importaría la opinión de El Gorro Frigio sobre nuestro proceder, si ello no acarreara cierta desmoralización entre los timoratos y los pusilánimes. A estos, pues, nos dirigimos, y si, infelizmente, algún club participa de tales ideas, es decir, está descontento de los trabajos del Club Ponciano Arriaga, que nos lo diga, y si la mayoría de las agrupaciones nos censura, desde luego cederemos nuestro puesto a alguno de los tres centros directivos suplentes para que nos venzan en acierto, ya que no en patriotismo, pues ese amor sacrosanto de la patria es y ha sido el móvil de todos nuestros actos.

Nosotros, que venimos luchando por la libre censura del pueblo sobre las autoridades, por la alternabilidad en el poder, o su renuncia si para tales puestos no se tienen dotes, no podemos aferrarnos, como lo hacen los actuales mandatarios del pueblo, a un empleo que no sabríamos desempeñar con inteligencia y cordura. Creemos sinceramente que todos los clubes están conformes con nuestro modo de obrar; pero si así no es, que den muestras de valor civil y nos lo comuniquen con valentía y lealtad.

Bien se ve que en lo que dice El Gorro Frigio hay el despecho de algún sans-culotte agarrado a la nómina, que cree dar prueba de ridículo liberalismo atacando al cura idiota de algún poblacho o al chantre lascivo de alguna catedral. Nosotros nos hemos impuesto una tarea bien distinta. Traemos el fin político de combatir al clero, como facción política, y por ende, de poner en claro la conciliación del gobierno del general Díaz, esa conciliación turbia y bochornosa; tenemos la imprescindible obligación de infiltrar el valor civil en las masas y denunciar todos los abusos que cometan los empleados públicos, sean quienes fueren, y de acusar a aquellos que violen la Constitución y las Leyes de Reforma.

Por la prensa debemos ilustrar al pueblo para que no crea en ridículas paradojas, en imbecilidades infames, para que no se deje explotar por esa industria repugnante que se hace en la tierra de las gracias y privilegios de la otra vida.

Esa es nuestra labor; tal es nuestra tarea: desfanatizar al pueblo, hacerlo grande y dueño de sus libertades como lo es de su conciencia.

No queremos que el clero, ya bastante desacreditado en este siglo, que el clero que se arruina, se agarre a la protectora mano de un gobierno complaciente, ni que ambos se asocien para aherrojar el libre pensamiento y los derechos del hombre. Ya el clericalismo no es el monstruo que vio Gambetta ya está caduco y derrotado por los esplendores de la ciencia; ¡pero que no lo salve en su despeñadero el potente dique del despotismo que nos gobierna!

Reforma, Unión y Libertad. San Luis Potosí, a 9 de mayo de 1901.—Camilo Arriaga. José M. Facha, primer secretario.

A los Sres. Lic. Jesús Flores Magón y Ricardo Flores Magón, directores de Regeneración.—México, D. F."

Con gusto publicamos la anterior comunicación que se ha servido dirigirnos el sensato, enérgico y valiente Club Liberal Ponciano Arriaga, de San Luis Potosí Centro Director de la Confederación de Clubes Liberales

Los actos de dicho club no necesitan defensa alguna porque se justifican por sí mismos. No obstante, como el párrafo que publicó nuestro colega El Gorro Frigio encierra una afirmación que constituye un ataque, solapado, es cierto, pero no por eso menos peligroso para la solidaridad y buena armonía que debe existir entre todos los clubes de la confederación liberal; en vista de ese peligro, y en atención, también, a ese riesgo, estamos dispuestos a tratar de persuadir a nuestro colega sobre lo inconveniente de su conducta en estos momentos en que más se debe procurar la unión y firme alianza de los dispersos restos del Partido Liberal que provocar, por medio de enojosas e impropias discusiones, la disolución del naciente partido por la segregación de muchos de sus elementos.

Mal camino toma el colega; desairado papel hace encendiendo la discordia entre las nacientes agrupaciones liberales, cuando su obligación consiste, si ciertamente es liberal, en procurar la unión, en hacer efectiva la fraternidad.

El Club Liberal Ponciano Arriaga estuvo consecuente con las resoluciones tomadas por el primer Congreso Liberal al expedir su manifiesto, como lo demuestran las razones expuestas en la comunicación que nos ocupa, motivada por la lamentable actitud de nuestro colega El Gorro Frigio.

La alarma del colega tiene por origen ese reprochable sentimiento que ha debilitado las energías de los hombres de acción, que han consentido, sintiéndose impotentes, la implantación de la tiranía; ese sentimiento se llama cobardía política.

En efecto, por todas partes se hace un escandaloso alarde de liberalismo porque se odia una secta: la católica. Antes nos parece oportuno declarar que nosotros no pertenecemos a ninguna secta religiosa, somos librepensadores y no comulgamos con ninguna de ellas. Esta explicación la hacemos porque no han de faltar maliciosos que supongan que somos adeptos a tal o cual religión; pero sépanlo los maliciosos y los suspicaces, ya sean católicos, protestantes, judíos, mahometanos, etc., etc., que creemos comprender el sentido de la palabra "liberal" y, por lo tanto, no preferimos una religión a cualquiera otra, siendo nuestra cualidad de libres pensadores la mejor garantía de nuestra imparcialidad en lo que a dogmas religiosos se refiere.

Por todas partes se hace alarde de liberalismo por los que odian la religión católica y creen que el credo liberal obliga a ese odio. Nada más inexacto.

El credo liberal tiene tal nombre porque precisamente ampara la libertad de conciencia, de modo que los que ejercitan su odio contra el catolicismo, o contra cualquiera otra religión, lo ejercitan contra la libertad de conciencia y por lo tanto, son antiliberales.

El verdadero liberal no debe ensañarse contra los dogmas religiosos sino que debe procurar que los ministros de las diversas religiones no tengan ingerencia alguna en los asuntos políticos; el verdadero liberal está obligado a destruir las ambiciones de los sacerdotes corrompidos, ya sean católicos, protestantes, etc., etc.; el verdadero liberal tiene la obligación de impedir al clero el embrutecimiento y la esclavitud de los hombres; debe impedir al clero que se mancomune con los tiranos para hacer más eficaz ese embrutecimiento y esa esclavitud; el verdadero liberal, por lo mismo que odia la esclavitud del hombre por la Iglesia, odia la esclavitud del hombre por el César, odia cualquiera maquinación que tienda a embrutecer al hombre, a envilecerlo, a arrancarle su libertad, ya provenga esa maquinación del clero católico, del ministro de cualquier otro culto o del tirano entronizado. El liberal quiere la libertad y lucha por ella contra cualquiera que pretenda detentarla, sea sacerdote, emperador, rey, presidente, etcétera.

Ese es el verdadero liberal; ese es el que ama la libertad y odia la opresión, odia el envilecimiento del hombre.

Pero entre nosotros está pasando algo que avergüenza, que mortifica sobremanera. Nosotros estamos respirando con dificultad una atmósfera viciada por la más absoluta de las opresiones, por el más disolvente de los personalismos; nos asfixiamos en un medio de corrupción política.

Nosotros no sólo somos víctimas de la tiranía del fraile; no sólo somos víctimas de la absurda e inmoral opresión de la sotana; no sólo nos domina el bonete sino que, para agravar nuestra mísera condición, tenemos la desgracia de estar pisoteados por el militarismo, tenemos la vergüenza de presenciar el suplicio de nuestras instituciones y soportamos el bochorno de ser esclavos de la Dictadura militar del Presidente Díaz.

Y esta opresión ejercida por dos elementos igualmente agobiadores; esta tiranía compleja no es observada por esa clase de individuos que, llamándose liberales, hacen alarde de valor atacando ruda y furiosamente al fraile corruptor y no tienen una palabra de reproche para el funesto despotismo; hacen alarde de valor atacando al fraile, porque saben muy bien que el cura estafador, ladrón, embaucador y libidinoso no los ha de perseguir, no los ha de encarcelar; porque ladrones, prostituidos o lo que se quiera, los frailes tienen la obligación, según su dogma, de hacer hipócrita alarde de mansedumbre evangélica. Y si algún día, que creemos que no llegara, pero si llegará día en que el clero tuviera la misma fuerza y poder que en la Edad Media, e implantase de nuevo su criminal sistema de la Inquisición sería de ver a los que hoy sólo se dedican a atacarlo sin atacar a los déspotas del poder desistir de todo ataque, deponer todo su odio para acatar sumisos las necias y ridículas fórmulas de los ensotanados.

Hay que ser valerosos y nobles en la cruzada que tenemos emprendida contra el oscurantismo y el cesarismo. Hay que trinar contra la corrupción clerical, pero hay que atacar igualmente a la tiranía del sable. De ese modo seremos dignos y honrados y cumpliremos con nuestro deber. Del otro modo pasaremos por declamadores tan vulgares como cobardes.

¡EI Club Liberal Ponciano Arriaga ha estado noble, levantado y valiente!

Acerca de los sucesos de Lampazos y San Nicolás Tolentino

Impresionados profundamente por las alarmantes noticias dadas por el clerical, asalariado e hipócrita periódico «El Imparcial,» sobre los sucesos de Lampazos de Naranjo, esperábamos con ansia que la verdad se hiciera, para aquilatar la conducta de nuestros correligionarios.

La trama burda, la calumnia para granjear más el mendrugo arrojado a seres que no pudieron vivir como hombres, viven como prostitutas del pensamiento, ha sido destruida, y sabe la Nación toda que, la fermentación del odio se desbordó para manchar con sus miasmas a honrados y pacíficos ciudadanos.

Los ultrajados en su dignidad de hombres, los humillados en su calidad de ciudadanos, por una soldadesca arbitraria que, pisoteando los fueros que concede la Constitución, se abrogó poderes que sólo competen a las autoridades civiles, y arroja con su conducta, un solemne mentís a las siguientes palabras del Presidente: «La ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos en otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos civilizados.» Ellos, como nosotros sienten la urgente necesidad de poner la energía liberal, frente al avance solapado y cobarde del siempre ambicioso y corrompido clero católico. Piensan, y se preocupan, aleccionados por la Historia Universal, porque se desvanezca la mareante atmósfera creada por el clericalismo y sus paniaguados, en las altas y bajas regiones del poder, porque ella será la causa de nuestra muerte nacional.

Como nosotros, también desean la educación popular para preparar espíritus conscientes del lugar que ocupan en  la naturaleza; seres capaces de lo bueno y aptos para la lucha social, que cree a medias que la ilustración avanza, y en cuya brega, sucumben los pueblos que, como el nuestro, no saben ni el a.b.c. de esa suprema y urgente condición. Seres en fin que no consiguen arrastrándose, lo que debe conquistarse de pie.

Queremos la abolición de toda Dictadura, porque las Dictaduras menoscaban o matan los derechos de los pueblos.

Y por ese natural deseo, se nos calumnia a todos los que integramos el nuevo equipo cuyas aspiraciones, bien definidas están en las Bases promulgadas por nuestro Primer Congreso Liberal.

Más esa hermosa y saludable labor no cuadra con los que sólo conciben el servilismo, y sólo sirven para instrumentos, desempeñando la baja misión del sabueso; de allí que, en Lampazos se hiciera recaer sobre el grupo liberal de aquel lugar, la comisión de un hecho, en si baladí, pero sobre el cual se parapetó una soldadesca ociosa e ignorante, descargando toda su cólera sobre seres mil veces superiores a ella. Allí se ha cometido un delito que la Justicia Federal debe castigar.

¿Con qué orden? ¿Con qué derecho un capitán de soldados, saca de lo íntimo, de lo sagrado del hogar, a ciudadanos pacíficos, los golpea, amarra y los lleva a la Capital del Estado de Nuevo León? Las autoridades civiles se quedan expectantes ante el anticonstitucional proceder de un soldado.

¿Adónde camina la República, o a que abismo la empujan los encargados de velar por su decoro?

Con estas dragonadas, por ineludible hecho sociológico, se creará el anarquismo, pues que en la naturaleza, la reacción es igual a la acción en todo lo vibrante de ella. Hay que conjurar ese peligro, antes que desconocerle por la ofuscación del odio. Es un hecho que el disgusto existe en casi todo el pueblo, y en lo intimo, en la conversación privada se pregunta constantemente: ¿Qué hemos ganado con la Paz?

Tenemos más de ocho millones de analfabetas; los privilegios y garantías son para el extranjero; la escuela abandonada; el profesorado, con muy raras excepciones, entregado a la adulación y preparando espíritus sólo capaces para arquear el dorso.

Somos testigos de las profundas abyecciones de nuestras masas, a quienes después de más de 20 años de paz no se han hecho aptas para ser tenidas como respetables, naciendo de ahí, el porqué se crée que será peligroso devolverles sus derechos para que los ejerzan libremente.

Puesto que no se les ha educado, eduquémoslas y preparémoslas para el porvenir, el cual se presenta hoy, más que nunca tenebroso.

Para ello, hay que hundir la pasión de mando absoluto, si queremos tener una República digna de tal hombre.

La verdadera regeneración de los pueblos no se consigue por medio de actos neronianos, flagelando con ellos la dignidad nacional, negando sus derechos a los ciudadanos, como se ha hecho en San Nicolás Tolentino. No se prepara así el verdadero sedimento para la creación de la República, porque en la actualidad, hay que decirlo: no existe la República más que de nombre, puesto que el capricho de un dizque Presidente Municipal, basta para suprimir de golpe todo un código que costó preciosa substancia gris de pensadores y sacrificios de nobles hijos de México, y sangre de lo más selecto de esta querida Patria de Hidalgo, de Juárez, de Ocampo de Zaragoza, de los Lerdo, de Ramírez y de Altamirano.

Otro de los desequilibrantes efectos de la tiranía ejercida sobre el pueblo, es y será la emigración para allende el Bravo, y la suma de disgustos de los seres que efectúan, junto con la de muchos que ya están allá, aumentará la crítica más o menos encubierta que con respecto a nuestro actual sistema de gobierno, hacen propios y extraños.

Allá se dice: a qué volver a México, cuando allí no hay garantías; y el yankee se ríe y acecha el momento oportuno de suma debilidad, para realizar su imperialismo.

Las simpatías de un pueblo hacia otro, no se deben medir por las genuflexiones estudiadas, al presentar una credencial o al solicitar una concesión, se debe estudiar en el trato diario de individuo a individuo o de grupo a grupo, por lo que se respecta a nosotros, sólo vemos de los extranjeros, la altanería del español, sentimos la patada del americano y el más o menos demostrado odio y desprecio, hasta del degradado chino.

No es dando oído a la prensa alquilada, como se sabe donde radican las necesidades de los gobernados. No es sofocando la palabra del ciudadano, como se saben las aspiraciones del conjunto.

Volvemos a repetir, las vejaciones efectuadas en Lampazos y San Nicolás Tolentino, con nuestros correligionarios, entrañan un germen de inmoralidad perjudicial a la salud nacional, por cuya razón, excitamos a los Clubs a construir una sólida cohesión, si no queremos que justamente con nuestros derechos, perdamos hasta lo más caro, la Patria.

Clubs Liberales: El deber no está cumplido con sólo haber mandado representantes al Gran Congreso, falta mucho qué hacer. La verdadera regeneración y engrandecimiento de la Patria será cuando borremos la abrumadora cifra de analfabetas, de abyectos, y seres cosas.

Hagamos entender que, nuestra brega no es por la satisfacción personal, no, es la aspiración por la elevación cierta, palpable del grupo humano del cual somos una yuxtaposición.

Si hemos comprendido nuestros deberes y derechos, entremos resueltamente en la obra y tengamos presentes estas palabras:

Podrán abatir la materia, más la suprema función y transmigración de la idea, incubará, hoy, mañana, y siempre que haya seres inteligentes.

Para la realización de los grandes ideales, el sacrificio es la primera condición.

Matehuala, Mayo 5 de 1901.- POR EL CLUB LIBERAL  «JUAN VILLERÍAS.»

-ARTURO ALVARADO, Presidente interino- GABRIEL M. BARBA, Tesorero.- ISIDORO ALVARADO, Pro- tesorero.- MANUEL RANGEL, Secretario.

Admiramos al inmenso valor civil desplegado por los dignos miembros del Club Liberal «Juan Villerías» de Matehuala, S. L. P., cuya actitud viril y enérgica se hace simpática y digna del aplauso de los hombres honrados.

Esa actitud valiente y vibrante de patriotismo; esa entereza de los buenos liberales de Matehuala, justifica la bondad de nuestra causa, porque los entusiasmos y los heroísmos siempre han tenido su asiento en la fe y el amor por los grandes principios.

Los liberales están en su puesto al protestar contra los inauditos atentados de que han sido víctimas los clubs de Lampazos y San Nicolás Tolentino, porque su silencio significaría que están conformes con actos que reprueba la dignidad ultrajada.

Excitamos a los demás clubs liberales a que asuman igual actitud a la asumida por los clubs liberales Regenerador «Benito Juárez,» de Cuicatlán Oax., y «Juan Villerías,» de Matehuala, S. L. P., pues daría lugar a torcidas interpretaciones su sepulcral silencio.

Con sobra de razón el Club Liberal «Juan Villerías,» excita a los Clubs a construir y hacer efectiva una sólida cohesión destinada a la defensa de los derechos, que hoy por hoy son el juguete del despotismo.

Ahora que muchos hombres flaquean y por cobardía se retiran de la lucha, por considerarse sin fuerzas para el combate encaminado a la reivindicación de nuestras libertades; ahora que muchos hombres sin vigor retroceden espantados ante el fantasma de la tiranía, y llenos de terror abandonan la bandera liberal para evitarse las fatigas de la lucha noble y levantada, aparece la mujer, animosa y valiente, dispuesta a luchar por nuestros principios, que la debilidad de muchos hombres ha permitido que se les pisotee y se les escupa.

La Sra. Juana B. Gutiérrez de Mendoza, acaba de fundar en Guanajuato un periódico liberal, Vésper, destinado a la defensa de las instituciones liberales y democráticas.

Los dos primeros números que tenemos a la vista desbordan entusiasmo y fe por la sagrada causa de la libertad.

Vésper
, está destinado a desempeñar importante papel en este momento en que los buenos mexicanos luchan contra el personalismo entronizado, para preparar el advenimiento de una era de progreso para nuestra Patria, que hasta ahora ha sido engañada por todos los que con las armas en la mano lanzaron planes regeneradores, como los de Tuxtepec y la Noria.

Sírvase el nuevo colega aceptar nuestras sinceras felicitaciones, siendo nuestros deseos, que Vésper no desmaye en su empresa, sino que, por el contrario, cada día cobre nuevos bríos que redundarán en bien del pueblo hambriento de libertad.

El detalle siguiente puede ratificar en el ánimo de nuestros lectores, la idea que sin duda tendrán sobre que los funcionarios judiciales de Sonora, no obran de buena fe, sino que recurren a subterfugios e indignas supercherías para desvirtuar los actos de severa justicia que, emanados de la Suprema Corte Federal, llegan a esa lejana frontera para destruir las maquinaciones de un Gobierno inmoral y repudiado.

Con motivo del alcance que publicó nuestro valiente colega El Combate, de Hermosillo, en el Asunto Uruchurtu-Pesqueira, fueron reducidos a prisión, a más del director del periódico, D. Belisario Valencia, y Administrador de la imprenta, D. Rafael J. Castro, los Sres. Gregorio Rodríguez y Antonio Hermosillo, cajistas que con su trabajo obtienen los medios de subsistencia, con más honradez que muchos empleados de la Administración sonorense.

Los referidos cajistas solicitaron el amparo federal y la suspensión del acto reclamado, contra el auto de formal prisión dictado por el Juez de 1ª Instancia. El Juez de Distrito negó la suspensión; pero la Suprema Corte revocó ese auto, ordenando por la vía telegráfica que se pusiera en libertad a los quejosos.

El Juez de 1ª Instancia recibió la orden de libertad e hizo poner fuera de la cárcel, por una simple orden comunicada al Alcaide de la prisión, a los referidos Srs. Rodríguez y Hermosillo; pero sin indicarles que la Suprema Corte había suspendido el acto reclamado, sino antes bien, dando a entender que era un acto benévolo de su parte, en vista de que se habían desvanecido los datos que sirvieron de fundamento al auto de formal prisión.

Este procedimiento indecoroso, es el que acostumbran todos aquellos que, no teniendo el suficiente valor y la probidad necesaria para confesar sus yerros, sus preocupaciones o sus actos indignos, procuran ocultar la verdad con el ropaje de una mentira o con un silencio bochornoso. El procedimiento de la autoridad responsable, no puede tener una explicación satisfactoria que satisfaga a los espíritus rectos. Ese procedimiento, nacido de la torpeza y sugerido por una situación anómala, se encaminó a despistar al público sonorense que está pendiente de tanta tropelía oficial; pero ya nos encargamos de desenmascarar la situación, para presentar, con su desnudez repugnante, el acto oficial arbitrario que se ha pretendido ocultar a las miradas públicas, con el manto de una mentira bordada sin talento y sin pudor.

El robo y el asesinato, sazonados con los brutales estimulantes de la ferocidad y la violencia, pasean su impunidad de uno a otro confín de la República, dejando por todas partes sus inevitables huellas de desolación y de luto.

Ya el crimen no trabaja de un modo sordo y cauteloso, no corre solapado e hipócrita en acecho de su víctima, sino que ha hecho pedazos la careta, ha mostrado su rostro y se dedica a su labor tranquila y fríamente, como que cuenta con la punible negligencia de las autoridades.

En vano se esforzó el Presidente por convencer al público alardeando de una seguridad que no existe; en vano pintó a su guisa un cuadro risueño de bienestar social, pues que nadie tomó en serio esa pintura, porque están convencidos de que el crimen ha abandonado las soledades de las llanuras y rehusado vivir en los vericuetos de las montañas, para sentar sus reales con descaro y desvergüenza en los centros populosos y a cuatro pasos de los guardianes del orden público.

El último y sensacional crimen perpetrado en la persona del honrado y laborioso alemán Sr. Federico Dael y acaecido con universal escándalo en Hidalgo del Parral, Chih., ha logrado convencer a los candorosos, que habían tomado a pecho la afirmación del Presidente, que esa afirmación no fue más que una de tantas frases huecas que se ha dado en aventurar para hacer creer a los babiecas que avanzamos, que estamos en la vía del progreso, gracias a una administración que no se escatima elogios y que se hace aplaudir para deslumbrar idiotas.

Todo el mundo conoce los espeluznantes detalles del crimen cometido en Hidalgo del Parral para robar las alhajas del Sr. Dael. Todos saben que el Sr. Dael era dueño de una joyería situada a veinte metros de la Plaza Principal de dicha ciudad, y en donde es racional suponer que se vive rodeado de toda clase de garantías, pues la calle en que está la joyería es de las de mayor tráfico a toda hora del día y de la noche, porque en ella están situadas las principales boticas y el sitio de coches, y no obstante, el referido alemán ha muerto degollado a las primeras horas de la noche, desplegando los bandidos un lujo repugnante de cinismo y de perversidad. Ejecutan el crimen, despojan a Dael de todo lo que les viene en gana, y sin ser molestados se lavan tranquilamente las manos enrojecidas por la sangre de la víctima en el lavabo del asesinado mismo. Después, dejan sin cerraduras el establecimiento y la policía se entera de los hechos hasta que han transcurrido veinticuatro horas y cuando el cadáver estaba en el periodo de putrefacción.

Ahora bien, no es este el único crimen que se ha cometido en Hidalgo del Parral desde que un tal Fuentes ha tenido a su cargo la Jefatura Política, como podrán cerciorarse a nuestros lectores por lo que vamos a relatar.

El 12 de Mayo del año pasado, a las nueve de la mañana y en una casa que no dista cincuenta metros de la del Jefe Político, fue villanamente ahorcada y robada la Sra. Doña Guadalupe Ornelas, sin que hasta ahora se haya logrado descubrir ni la más leve huella de los malhechores, no obstante haber tenido noticia del crimen la Jefatura Política, unos cuantos minutos después de cometido.

Hace menos de seis meses, una partida de bandoleros intentó el asalto de la Hacienda de Beneficio de la casa T. Stallforth y Hnos. Sucs. y Cia. Los salteadores hicieron fuego sobre los pocos gendarmes que ocurrieron en auxilio de la finca, muriendo en la refriega un cabo de la policía. Uno de los asaltantes fue reducido a prisión, y sin embargo, hasta la fecha no se ha logrado saber siquiera el nombre de los otros bandoleros.

La Agencia compradora de metales por cuenta de la Gran Fundición, fue también visitada por los ladrones, que horadaron las paredes, y hasta ahora no se ha llegado a obtener ni el dato más insignificante que pudiera servir de indicio para la captura de los bandidos.

Hace menos de dos meses que fueron asaltadas las oficinas de la Moctezuma Leal Co., en Santa Bárbara, y como los anteriores, este hecho ha quedado impune.

Los robos, los homicidios y cuanto delito hay contra la propiedad y contra la persona, son cometidos con alarmante frecuencia, como puede verse en la estadística de los juzgados de Hidalgo del Parral. Tan abrumador es el número de expedientes de causas criminales, que los jueces no tienen tiempo bastante para tramitarlos, y menos cuando cada día aumenta el número en colosales proporciones.

Para dar una idea de la inseguridad que hay en Hidalgo del Parral, baste saber que en una de las calles más céntricas de dicha ciudad, se han llevado a cabo en menos de una semana tres robos con fractura, y que aun la propia casa del Jefe Político, donde constantemente hay policía, ha sido visitada por los ladrones.

Esta inseguridad que hay en Hidalgo del Parral, proviene de que Fuentes es un individuo totalmente falto de dotes administrativas, pues es inepto para desempeñar el puesto que debe a la complacencia del gobernador.

Fuentes, ve con indiferencia que la ciudad sea un foco infeccioso, merced al absoluto desaseo que hay en ella, llegando la indiferencia del Jefe Político para lo que sea seguridad y orden, hasta el grado de que varias veces han fungido de gendarmes, los individuos que han sido condenados a varios años de presidio por sus escandalosos delitos.

La apatía de Fuentes es proverbial, su descuido es generalmente conocido, y sucede que se lleva con mayor escrupulosidad el registro de animales mostrencos, que el de los presos por faltas correccionales. Hace unos cuantos meses desapareció un cerdo del corral de consejo, y creyendo que habría caído en el excusado que en él existe, en lugar de los restos del animal perdido extrajo la policía el cadáver de un individuo, panadero de oficio, que había sido reducido a prisión unos días antes, y de cuya desaparición nadie se había apercibido.

Por todo lo anterior, se comprende que Fuentes es indigno de ocupar un puesto, al que solamente pueden aspirar los hombre de energías, activos y empeñosos por el bienestar de los asociados.

Hidalgo del Parral es la segunda población del Estado de Chihuahua y sería una desgracia que sólo por la ineptitud de su Jefe Político y la complacencia del Gobernador, viera decaer la grandeza a que ha llegado y que constituye el justo y legítimo orgullo de sus hijos, que tanto han trabajado para conquistar y afianzar dicha grandeza.

Para lograr la destitución del Jefe Político, se acercó al Gobernador una comisión compuesta de los Sres. Alejandro Elguezabal, Pedro Maynez e Ignacio Gallardo, y le entregó un ocurso firmado por más de cien personas prominentes de Hidalgo del Parral, y según sabemos, el Coronel Ahumada prometió despedir a Fuentes de su empleo en el término de veinticuatro horas.

Nosotros deseamos que el Gobernador cumpla su ofrecimiento de destituir a Fuentes del cargo que tiene, porque es vergonzoso que el bandidaje se ejerza en los centros populosos, en donde debería haber seguridad, y que ésta no existe sólo porque en mala hora pluge a un gobernante agraciar con un inmerecido puesto, a un individuo desprovisto de dotes administrativas.

Sabemos que el Gobernador Ahumada, la última vez que vino para asistir a las ridículas fiestas que los serviles organizaron en honor del entronizamiento del Gral. Díaz, anduvo propalando a voz en cuello que iba a destituir al inepto Fuentes, que gusta más de perder su tiempo en inútiles e insubstanciales charlas de comadres, que de desempeñar las funciones de Jefe Político, harto holgadas para su mediocridad administrativa. No obstante las ruidosas promesas del Gobernador, Fuentes no fue destituido. Quizá se esperaba que se cometiera un nuevo atentado para despedirlo.

Dícese que el Ministro alemán ha tomado cartas en el asunto y que va a exigir la persecución de los culpables. Si este personaje no se interesa por el castigo de los malhechores, nada se hará, porque en la República no se hace más que ofrecer. Aquí, cualquiera dice: “hay que tener fe en la justicia.” Sólo que la venerable matrona ha mucho tiempo que huyó de México.

El sucio Imparcial, tal vez para hacer burla de la pésima redacción del telegrama que el Presidente Díaz dirigió al Presidente McKinley1, lo inserta es sus columnas bajo el mote de “interesante.”

He aquí el interesante telegrama, que es una injuria para la gramática:

“Señor Presidente de los Estados Unidos de América.- El Paso, Texas.

“Al tocar V. E. en este día la frontera de México, quisiera poder estrecharle la mano y le envío un saludo tan expresivo cual corresponde a las cordiales relaciones entre las dos Repúblicas de Norte América. He enviado también al General Hernández para expresar a V. E. estos sentimientos.- Porfirio Díaz.”

Ese “quisiera poder estrecharle la mano y le envío un saludo,” nos trae preocupados, pero nuestra  preocupación se transforma en alarma, cuando vemos, que empacado junto con el saludo se envió también al General Hernández.

De modo, que se han desvirtuado las instituciones, y no habiendo ya que desvirtuar, como continúa, sin embargo, la fiebre destructora, se comienza a destruir el lenguaje.

Se conoce que se quiere aventajar a D. Joaquín Baranda, en eso de disparates gramaticales.


1 William McKinley (1843-1901). Político republicano estadounidense, presidente de la Unión Americana entre 1897 y 1901. Su gobierno se caracterizó por una política exterior agresiva y por la adopción de medidas económicas proteccionistas. Impulsor de la expansión imperialista tras la guerra de 1898 contra España. Murió asesinado, mientras se hallaba de gira en Buffalo, por el anarquista polaco León Czolgosz.

La administración de Dehesa se parece a esos leprosos que por cualquier parte que se les descubra están plagados de úlceras.

La administración veracruzana, en pequeño, no es más que un reflejo de la administración del centro, porque a los Gobernantes de los Estados no les está permitido hacer otra cosa que lo que el General Díaz dispone, contrario todo a los principios democráticos.

Resulta, que los gobiernos de los Estados, copian servilmente la pésima administración central, hasta en los detalles.

Como la de aquí, la Escuela Preparatoria de Orizaba sirve para embrutecer a los alumnos. Allí se expulsa a los estudiantes por motivos fútiles.

Un alumno mostraba a otro una composición poética que publicó un periódico liberal, y por esa razón el despótico Director acordó expulsar al joven estudiante.

En esa escuela hay un profesor que da lecciones de religión católica y con aire de pedante vomita las más crueles injurias contra las demás religiones.

A los alumnos se les prohíbe asistir a la biblioteca del establecimiento y se les trata como a presidiarios, haciendo el papel de esbirro un prefecto altanero y soez.

Se ejercita un despotismo atroz contra los estudiantes liberales. Entre los liberales hubo uno que es protestante, y por ese solo hecho se le molestó a tal grado, que el joven tuvo que separarse del plantel, prefiriendo cortar su carrera a soportar la desesperante tiranía del Director y los fanáticos profesores, que tienen por sabio a Asención Reyes, individuo bastante conocido por sus tontos escritos.

Se obliga a los alumnos a contribuir para los gastos de la iglesia y sólo uno de los profesores es liberal, los demás son fanáticos recalcitrantes.

Así se instruye al pueblo de Orizaba y se le protege por un policía que se hace llamar Carlos Arrillaga. Este individuo parece que oculta su nombre, pues varias personas saben que es un tal Trinidad Elizalde, bastante conocido en Huatusco y Córdoba, donde con horror se acuerdan de él. Es arbitrario y brutal; aprehende a todo el que se le ocurre; persigue con furor a los vendedores ambulantes y les destroza sus humildes mercancías, sin hacer aprecio del permiso que por escrito les da a los comerciantes pobres el Regidor de policía, porque el polizonte rompe el papel y golpea cruelmente a los vendedores. En la comandancia de policía y en la Jefatura Política llueven las quejas contra tal policía y no se le corrige. Un duro reproche merecen ese Comandante y ese Jefe complacientes y debe sustituírseles por vía de castigo, así como a su favorito Arrillaga o Elizalde.

Este individuo hace alarde de su impunidad, jactándose de contar con la protección de un encumbrado personaje de la pestilente política veracruzana.

¡No hay que tener fe en la justicia!

El Imparcial y El Popular, que en estos momentos se disputan el campeonato de la bajeza y de la ignominia, hacen alarde de adhesión a la autocracia, sin pensar que el Presidente por más envanecido que esté con los halagos de los serviles, ha de tener instantes de lucidez en que comprenda que no es liberal, ni republicano, ni demócrata; que la República no es tal sino una monarquía absoluta, y que no hay más ley que su autocrática voluntad.

Estos dos papeles se enronquecen gritando, alabando y aplaudiendo la heroica toma de Chan Santa Cruz1. Los dos exhiben su histerismo y muy ufanados dicen que se trata de “la primera campaña científica” que se lleva a cabo en nuestro país, y que, el éxito de “la campaña contra los mayas ha venido (expresamente) a dar la razón al General Díaz y de rechazo (sic) a sus humildes (dirán serviles) comentadores.”

Según esta clase de comentadores serviles, el General Díaz ha dicho que la guerra actual debe ser “científica” y que no tiene razón de ser “el golpe de mano impetuoso e impremeditado,” ni el derramamiento de sangre. Sin embargo, en la dictatorial administración, no todos opinan del mismo modo. El General Reyes, según puede verse en el telegrama que dirigió al General en Jefe de la 12ª Zona, con motivo de la heroica ocupación de Chan Santa Cruz se lamenta y se duele de que no haya habido combate, y en consecuencia, que no haya habido “golpes de fortuna y rasgos de audacia que hayan dado triunfos y glorias” ni se hayan hecho tangibles “el valor puro y simple, el heroísmo llevado hasta la temeridad, el sacrificio de la vida, la prodigalidad de la sangre generosa, eternamente admirables.” No, el General Reyes no piensa del mismo modo que los serviles comentadores de la Dictadura, pues cree que “es sensible que el enemigo no haya hecho defensa y haya fraccionádose al huir” sin que hubiera habido siquiera una docena de bizarros muertos.

Se ve pues, que existe un cisma en las altas esferas de la autocrática política, y así, mientras el Presidente Díaz quiere que el triunfo lo pidamos “al cálculo exacto, a la ciencia precisa (!), a la disciplina inflexible,” para “merecer la aprobación del Estado Mayor Alemán,” que ya es mucho merecer, el Ministro Reyes quiere por el contrario “conmover e impresionar al Cid y a Ricardo Corazón de León.” Uno, quiere “ciencia y disciplina,” y el otro, sueña con “el valor desarmado, el heroísmo hambriento y el ímpetu solo, pobre y desnudo.”

No se sabe a dónde nos conducirá esa divergencia de opiniones, sólo sabemos que los serviles papeles El Imparcial y El Popular, para defender a sus amos se desatarán contra nosotros en injurias, hasta acalambrarse.

No sabemos si para someter a los revolucionarios surianos,2 se pondrá también en práctica aquello de “el cálculo exacto, la ciencia precisa y la disciplina inflexible;” según se nos informa, esa campaña no “merecerá la aprobación del Estado Mayor Alemán,” pero sí “conmoverá e impresionará al Cid y a Ricardo Corazón de León.”

Sabemos que se ha fusilado a no pocos surianos, y como rasgo de notoria y ejemplar bizarría militar, no pudiendo aprehender al Sr. Anselmo Bello, se aprehendió a su esposa, a la que, no se sabe quién, por vía de represalias ordenó se le cortase a rape el cabello.

Lo que choca en todo esto, es el servilismo de las hojas gobiernistas que no desperdician ocasión, por banal que sea, para hacer alarde de bajeza.

La toma de Chan Santa Cruz no tiene significación militar alguna, y mucho menos social. La campaña en Yucatán ha costado mucho dinero a la Nación y no se ha conseguido más que la toma de Chan Santa Cruz. Se nos dirá que con la ocupación de la ciudad rebelde, se ha dado el golpe de gracia a la rebeldía, y no es cierto; Chan Santa Cruz ha sido abandonada por los rebeldes, y lo que han hecho los bizarros militares ha sido apresar un cascarón, conquistar un despojo, un harapo, una insignificante y miserable piltrafa a costa del dinero de los contribuyentes, a costa del sacrificado pueblo, que apenas puede soportar tanta gabela con que se le extorsiona para mantener el enorme ejército, que consume y no produce y sólo sirve para recoger como botín de guerra, el esqueleto de una ciudad rebelde.

Es fácil inferir lo que seguirá costando esa campaña contra los mayas, quienes retirados a los bosques, continuarán su hostilidad, quién sabe hasta cuando.


1 Toma de Chan Santa Cruz  (hoy Carrillo Puerto, Q. R.) por las tropas del general Ignacio A. Bravo el 4 de mayo de 1901. Marcó el fin de la Guerra de Castas iniciada en 1847.
2 Véanse, supra, arts. 471 y 504.

En el Estado de Tamaulipas se observa la misma práctica que en los demás Estados, para ejercer presión sobre el pueblo y hacer que los favoritos de los gobernantes sean los que funjan de autoridades.

El mal ejemplo dado por el Presidente para hacer que impere su voluntad, ha sido imitado por los Gobernadores  y seguido hasta por el más humilde e insignificante de los caciquillos de cualquier poblacho o caserío.

Nos escriben de C. Guerrero, Tam., que esa población tiene la desgracia de soportar  autoridades, que como el Presidente, no tienen más ley que su voluntad. Continúa   diciéndonos nuestro informante, que cansados de sufrir el despotismo de aquellos tiranuelos, los ciudadanos honrados se reunieron a mediados del año pasado para ver de mejorar la angustiosa situación en que se encontraban, logrando llegar al siguiente acuerdo: 1º Nombrar una comisión que se acercase al Gobernador Mainero, para ponerlo al tanto de los abusos que cometen sus protegidos; dicha comisión estuvo formada por los Sres: Servando Benavides, Filemón Flores y Secundino Valdéz; 2º Uniformar la opinión del pueblo para la elección de las autoridades que debían fungir de tales al presente año; y 3º Instalar un Club político liberal que se encargaría de la dirección de los trabajos electorales.

La comisión se acercó a conferenciar con el Gobernador, y éste no sólo aprobó las pretensiones del pueblo, sino que ofreció su ayuda. Pero la aprobación y los ofrecimientos fueron vanas palabras, pues cuando se efectuaron las elecciones, toleró el Gobernador que se pisotearan los derechos del pueblo, impidiendo que votasen los ciudadanos por cuantos medios es capaz de hacer la tiranía.

Protestaron los ciudadanos de C. Guerrero contra el atropello y ocurrieron a la torpe y servil Legislatura del Estado, pidiendo se declararan nulas las elecciones, pero ese cuerpo, obediente al mandato de su amo, con mengua de la justicia y del derecho, declaró válidas dichas elecciones. De modo que a despecho del pueblo, el día 1º de enero del corriente año se recibieron de sus inmerecidos puestos las autoridades nombradas por el Gobernador Mainero, y desde esta fecha, una no interrumpida serie de inicuas persecuciones contra los ciudadanos que se opusieron al encumbramiento de estos sultancillos. A unos se les encarcela injustamente y a los más se les multa de la misma manera. En cambio, a los partidarios de los sultancillos no se les molesta aun cuando cometan algún delito. Una persona del círculo independiente acusó de robar a uno de los partidarios de los caciques, a quien se le dio en premio de su hazaña el cargo de policía, y, naturalmente, ese individuo es una constante amenaza contra los hombres honrados.

Hace unos días unos cuantos individuos tuvieron un disgusto entre sí, porque unos pertenecían al elemento oficial y otros al independiente, a estos últimos se les arrestó y se les impuso una multa: a los primeros se les detuvo y se fingió imponerles multa.

Sin embargo, entre toda esta inmoralidad administrativa, hay excepciones honrosas, sólo que las personas que son honradas, tienen el gravísimo defecto de carecer de iniciativa  y de voluntad. Respecto de los empleados, hay unos que son acreedores a ocupar el puesto que tienen pero hay otros que son indignos para ello por sus pésimos antecedentes, ignorancia y malas costumbres, al grado que algunos de ellos merecen ser alojados en una Penitenciaria.

Uno de estos, es el Inspector de fierros, marcas y señales que los criadores usan para sus ganados. Este individuo cobra la inspección a su antojo, exigiendo de doce a veinticinco centavos por cabeza de ganado mayor del que se sacrifica diariamente para el abasto de la población y medio o un centavo por cabeza de ganado menor. También cobra lo que a bien tiene por ganado que sale de la jurisdicción, y a los compradores de pieles por las que exportan o remiten al interior del país. Este empleado obra de acuerdo con el municipio y muy especialmente con el Presidente Municipal, para esquilmar al pueblo, que sufre innumerables gabelas.

Ven los amigos del Gobernador que no nos hemos equivocado al decir que Tamaulipas esta torpemente administrado.

C. Guerrero nos a dado tema para este largo artículo, y no hemos referido todo lo que hay de malo en este punto. Pronto daremos noticias de otras Municipalidades en comprobación de nuestra tesis, de que la autocracia del Presidente Díaz es funesta para la República y nos conduce a la ruina.

Los pueblos más viriles, más patriotas y altivos, tienen épocas de mortal postración, y sucede que los que han sido altivos y dignos y celosos por el bien de la Patria, pueden llegar, en un momento dado, a considerar como hechos triviales e insignificantes las mayores indignidades y la más disolvente de las corrupciones a que se presta una era de inmoralidad política.

En esas épocas de total agotamiento popular, en las que aparece que se ha exprimido brutalmente a las masas para extraerles hasta la última gota de sus energías, harto mermadas por cierto, y en las que también parece que se han oprimido todos los cerebros o se ha buscado en ellos con una tenacidad salvaje y para extirparla hasta la última y más insignificante de las celdillas de la volición; en esas épocas penosas en la historia de los pueblos, en las que la férrea mano del César ha arrancado sin piedad el carácter  individual, el carácter propio, único y exclusivo de cada individuo, para poner en su lugar la enfermiza idea de las voluntades pasivas; en esas épocas, cuidadosamente procuradas por los  tiranos de todos los tiempos, de todos los pueblos y de todos los continentes, en esas épocas, decimos, se llevan a cabo hechos, se realizan planes y se ponen en práctica teorías de cuyos hechos, planes y teorías se avergonzarán después los pueblos, al recordar tan sólo la funesta etapa en que se les burló y en que se les hizo víctimas de la mofa más sangrienta, y del más cruel, más ultrajante y desquiciador de los sarcasmos.

Una de las mayores burlas de que pueden ser objeto los pueblos, es la que consiste en la erección de estatuas a los hombres vivos, y principalmente cuando esos hombres son reyes, emperadores, presidentes, dictadores o de cualquier modo puedan tener influencia en un pueblo; pudiendo provenir esa influencia del hecho de que ajustan sus actos a la ley y por esa circunstancia son estimados por el pueblo y él los sostiene, o bien su influencia depende de la opresión que ejercen sobre el mismo pueblo, al que han sometido por medio de órdenes clavadas en las puntas de las bayonetas. En ninguno de los dos casos, esto es, ni al gobernante justiciero que respeta la ley, ni al gobernante déspota que hace burla de ella, es lícito levantar estatuas durante su vida, porque si es justo, y por lo mismo simpático, erigir estatuas a los héroes muertos, es vergonzoso y repugnante levantar monumentos a los vivos.

Del héroe muerto no se espera recompensa alguna, y por esa razón se hace simpática la veneración que por él se tenga, porque se ve el amor que se le profesa despojado de toda idea mezquina, de cualquiera especulación vil, en suma, se ve el desinterés. Pero cuando el hombre a quien se dedica una estatua, no ha muerto, sino que vive y además es poderoso y es omnipotente, no porque tenga a su favor la voluntad del pueblo, sino porque cuenta con la fuerza material y con el apoyo de las culatas de los fusiles, es indigno todo acto encaminado a hacer ostentación de la negativa gratitud de un pueblo.

El Gobernador del Estado de Yucatán acaba de expedir un decreto que tiene justamente ofendidos a los yucatecos honrados. Por ese decreto se erigirá una estatua del Gral. Díaz, en el paseo “Montejo” de Mérida. El decreto ha tenido como pretexto la toma de Chan Santa Cruz, pero en realidad, sólo se trata de hacer una pública y escandalosa manifestación de servilismo.

El Gobernador de Yucatán, hombre totalmente falto de dotes administrativos y carente en lo absoluto de las simpatías del pueblo yucateco, porque ese gobernante sirvió al iluso Maximiliano de Habsburgo; ese funcionario, encontrándose sin méritos para ocupar un puesto al que sólo pueden ascender los hombres de energía y de vastos ideales progresistas, ha tenido la ocurrencia de ordenar la erección de una estatua, para granjearse la buena voluntad del poderoso.

El hecho indigna, porque como hemos dicho, es vergonzoso erigir estatuas a los vivos, y sólo es explicable por ese fermento que producen las malas administraciones en que hierve el servilismo político. En malas administraciones el mérito está en el aplauso incondicional y ciego. Para sostenerse en un puesto cualquiera, basta con ejercitar hasta el sufrimiento el sin fin de penosas desarticulaciones y tener por patria y por dios al hombre que se encuentran en el poder.

Basta ya de tan ingratos procedimientos que son un bochorno para el pueblo. El Presidente mismo debe sentirse mortificado por tanta y tan repugnante adulación y estamos seguros de que él, ordenará a su empleado el clerical e imperialista Gobernador Cantón, que se abstenga de llevar a la práctica su servil decreto.

En nuestra época, el acto más insignificante sirve de pretexto para que el servilismo se deshaga en aplausos. La ocupación de un poblado deshabitado y ruinoso ha dado tema a los papeles vergonzantes El Popular y El Imparcial para hacer ostentoso alarde de su impúdica bajeza.

Es ridículo para la Nación la erección de semejantes estatuas. Esos actos son esencialmente monárquicos y nunca tienen la aprobación del pueblo. Que se pregunte a los ciudadanos si desean que se erija un monumento al Gral. Díaz y contestarán negativamente, por dos razones 1º porque es odiosa la bajeza, 2º, porque el Presidente no ha hecho méritos para granjearse ese símbolo de la gratitud popular.

Excitamos al pueblo yucateco a que proteste enérgicamente contra la erección de la estatua del Gral. Díaz, a fin de que se libre de la mancha que se pretende echarle encima. Ha pasado la época en que era lícito levantar estatuas a los monarcas vivos.

En nada se remedia la administración de Justicia de San Luis Potosí. Como no somos declamadores vamos a ver hechos.

Hace mucho tiempo que el Juez 1º de lo civil de San Luis Potosí dictó un auto descabellado, por el que se excluía al cónyuge supérstite de toda participación en la administración de los bienes de un intestado. Como es absurdo el auto, se apeló de él a mediados de 1899 y desde esa fecha la 2ª Sala del Supremo Tribunal no ha podido fallar. El punto es sencillísimo y sólo a la pereza de los Magistrales se debe tal entorpecimiento en el negocio.

Estos funcionarios debían comprender que una de las cualidades más importantes por cierto de la justicia, es la de que sea expedita, pronta y oportuna. Debían comprender, por supuesto siempre que fueran escrupulosos, que el Erario de Estado los sostiene para que impartan justicia y sirvan al público con laboriosidad y empeño. No trabajando, defraudan ala Erario cobrando sueldos que no han devengado y que no se merecen.

En el caso de que nos ocupamos, la morosidad de los Magistrados a dado margen a que, el representante del intestado haga y deshaga a su antojo sin contar con la anuencia del cónyuge supérstite, y quien sabe si llegue a comprometer los intereses de éste con una gestión poco idónea.

Las partes interesadas en el referido asunto, lo son las Sra. Jesusa Dávalos vda. de Lorenzo, y el Sr. Camilo Lorenzo, albacea de la sucesión.

Este abandono punible, sólo nos lo explicamos por el hecho que, contra toda ley y al despecho de todas las severas penas con que la Constitución del Estado castiga el grave abuso, que consiste en que los magistrados y Jueces ejerzan su profesión cuándo y cómo les parezca, varios de estos funcionarios aceptan el patrocinio de muchos negocios judiciales, sin escrúpulo de ninguna clase y sin ser molestados por nadie. No sabemos que alguno de los Magistrados de la 2ª Sala patrocine a alguna de las partes interesadas en el negocio de que nos venimos ocupando, paro si sucede que por atender a sus negocios particulares abandonan el despacho de los asuntos de su incumbencia.

Avergüenza ver al Escribano de diligencias, que día con día se presenta en las Salas del Supremo Tribunal, con el objeto de notificar a varios de los magistrados los proveídos que se han dictado en algún negocio, que ellos patrocinan como abogados postulantes.

Estos delitos parece que nunca serán reprimidos, mientras el Gobernador Escontría continúe al frente del Estado de San Luis Potosí, o lo que es lo mismo, mientras el Presidente Díaz continúe afianzado al capricho de impedir que el pueblo haga su voluntad para que elija funcionarios probos.

El Gobernador Escontría, por su parte, hace cuanto puede por empeorar la situación del pueblo potosino. Se dice que en las recientes elecciones de Jueces que hizo el Supremo Tribunal, no se nombró un solo Juez propietario para el partido de la capital, sino que todos los nombrados lo han sido por el carácter de interinos. Se trata en ello de una combinación maliciosa, porque de este modo, el Juez que cumpla con su deber sin dar oídos a influencias extrañas a la ley, será eliminado fácilmente por honrado.

Alarma tanta corrupción y tan punible morosidad como hay en la judicatura potosina. Hace seis años se inicio un proceso contra Mauricio Jiménez por el delito de lesiones. La sentencia de primera instancia impuso al reo la pena de cinco años de prisión; apeló al reo, y en segunda instancia se le condenó a sufrir dieciséis años de cárcel, diferencia enorme que acredita, o la notoria ineptitud del Juez de primera instancia o la suprema ignorancia del Tribunal Supremo.

Esta causa se halla casualmente en casación, y ha estado en poder del fiscal año y medio sin que la Sala respectiva se preocupe por el asunto. Hay que hacer constar que el negocio es sencillísimo.

El reo entre tanto, lleva ya sufridos seis años de encierro y se consuela con la esperanza de que dentro de nueve o diez meses los ineptos magistrados lo condenen a sufrir tres o cuatro años de prisión.

Espanta tan refinada negligencia, que redunda en prejuicio de los reos. Al que nos ocupa, se le habrá hecho sufrir el doble o el triple de la pena que marca la ley.

El desventurado preso ha dirigido dos ocursos rebosantes de amargura, para que el Tribunal excite al fiscal a que cumpla con su deber, pero este cuerpo ha desatendido la petición del reo.

Quisiéramos que el sucio Imparcial y su consanguíneo El Popular, nos dijesen si estos hechos son los que dan lustre a la torpe administración del Gral. Díaz, y no hablamos sólo de Escontría, porque este Gobernador, como todos, absolutamente, todos los de esta monarquía que no son más que instrumentos de la Dictadura, de modo que si estos instrumentos obran mal, la culpa la tiene el Presidente, que es quien los maneja.

En nuestro número correspondiente al día 30 del próximo pasado Abril1, nos referimos a la conducta inconveniente que observaban el juez de 1ª Instancia de Iguala, Gro., y su Secretario. Debemos comunicar a nuestros lectores que esos individuos fueron separados últimamente de los empleos que tenían, por exigirlo así la tranquilidad de los vecinos de Iguala.

Tal vez en algo hayan podido servir nuestras informaciones para llevar a cabo esa separación. Si así fuere, nos congratularíamos de ello; pero cualquiera que haya sido el conducto por el que el Gobierno  del Estado y el Tribunal Superior, tuvieron conocimiento de los escándalos de aquellos dos empleados, creemos justo, en vista de la feliz conclusión de ese incidente, enviar a la superioridad que ordenó la destitución, nuestras cordiales felicitaciones por su actitud. Si este camino siguiera en lo futuro el Sr. Mora2 en su gestión administrativa, creemos que mucho ganaría la voluntad popular, que por ahora le es hostil en virtud de las depredaciones que se han cometido y se están cometiendo en el Estado de Guerrero. Cualquier gobernante, el mismo Izábal en Sonora, Dehesa en Veracruz, Cañedo en Sinaloa, Curiel en Jalisco y Martín González en Oaxaca, conquistarían el amor de sus gobernados, si en vez de hacer imperar su capricho, oyeran la voz de la prensa que les hace conocer sus desaciertos administrativos y corrigieran sus errores.


1 Véase supra, art. núm. 518.
2 Agustín Mora (18??-1904). Gobernó interina e intermitentemente Guerrero del 16 de enero de 1901 al 3 de enero de 1904.

Por recargo de material nos habíamos visto impedidos dar a conocer a nuestros lectores, el atropello incalificable, de que fue autor en Tampico, el presidente Municipal Vicente Fusco siendo la víctima el Sr. D. Miguel Delgado.

Aunque sentimos no haber podido dar a conocer oportunamente, la noticia, no estamos descontentos de hacerlo hoy, en virtud de que hemos tenido oportunidad de ilustrar nuestro criterio acerca de tan escandaloso asunto.

El Sr. D. Eliezer F. Medellín, comerciante de Tampico, nos dirigió una carta que en extracto dice lo siguiente:

Como a las cuatro de la tarde del día 4 del corriente, recibió el Sr. Medellín una orden de Agustín Violante, celador del Mercado para que retirara diez sacos de maíz que tenía en el exterior del Mercado, y frente al puesto que ocupa dicho señor. El señor Medellín contestó que no los podía retirar en el acto, por la circunstancia de tener en estos momentos ocupados los depósitos, pero que al día siguiente por la mañana lo haría.

Parecía que Violante no había de insistir más en su pretensión y que se había conformado con la cuerda y sensata razón del Sr. Medellín, pues que el celador permite que algunas personas tengan fuera de sus puestos mayor número de cargas, sin que ose molestarlas. Pero no sucedió así, sino que Violante, por mala voluntad que tiene, para con el Sr. Medellín o por cualquiera otra causa, dio aviso de lo ocurrido al Presidente Municipal, Vicente Fusco. Este funcionario, que, según se nos informa, es aficionado a satisfacer su capricho sobre toda razón y que está acostumbrado a hacer su voluntad sobre todo derecho, ocurrió acompañado del gendarme número 38 al puesto del Sr. Medellín. Este señor había salido y se encontraba sólo su dependiente D. Miguel Delgado, a quien reconvino Fusco por no haber retirado los sacos de maíz, instándolo a que lo hiciera, a lo que el empleado replicó dando la misma razón que su principal, y al mismo tiempo indicó la conveniencia de esperar a que llegara éste, para que con él se arreglara el asunto.

Tan justa indicación montó en coraje a Fusco, quien con voces destempladas y violentos ademanes, ordenó al gendarme que sacara del puesto al Sr. Delgado para golpearlo y conducirlo a la cárcel.

Tanto y de tan cruel modo golpeó el gendarme al Sr. Delgado, que lo cubrió de sangre, resultando la víctima con varias heridas de gravedad. Fusco, sin inmutarse presenció tranquilo el suplicio. Violante, aseguró los pies a Delgado para que fuera golpeado con más eficacia.

Fusco, sabiendo que los puesteros del bajo Mercado, se proponían acusarlo por sus crueldades y vejaciones, amenazó hostigarlos con multas cada veinticuatro horas.

EL Sr. Medellín pidió amparo ante el Sr. Juez de Distrito, Lic. D. Rodrigo Gutiérrez Azcúe, y este señor lo concedió.

Los hechos, a nuestro juicio, han pasado tal como se los pinta el Sr. Medellín y cuyo relato es el anterior. Sin embargo, nuestro colega El Cronista, de Tampico, quizá sorprendido de su buena fe, habla del asunto de diversa manera. Sentimos no estar de acuerdo con nuestro colega, y no lo estamos, porque sabemos que un Regidor reelecto tres veces sin la voluntad del pueblo, es el autor de la defensa que se hace de Vicente Fusco.

Tenemos sobra de datos que nos inducen a creer lo que refiere el Sr. Medellín, y como arriba dijimos, no estamos descontentos de dar a conocer hasta hoy el escándalo de Tampico, en virtud de haber tenido oportunidad de ilustrar nuestro criterio acerca de tan importante asunto.

Lo llamamos importante, porque este asunto ha venido a aclarar el carácter de las relaciones que hay entre los asociados y las autoridades. En efecto, la situación esta despejada; las autoridades creen que son amos y señores del pueblo trabajador, y se equivocan. Creen las autoridades que les es lícito ejercer una forma de dominio absoluto sobre las personas, y de allí viene que se den espectáculos disolventes por medio de azotes infringidos a los mandantes. Este hecho es escandaloso y pone de manifiesto nuestra mísera condición social, porque no basta que el pueblo este dominado en todos los sentidos; no basta que el pueblo trabaje para pagar enormes impuestos y se le agobie con fuertes contribuciones y se le sangre con mil clases de gabelas; no basta que se haya conseguido la idiotización del pueblo, dejándolo ignorante, para que no comprenda sus derechos; no basta la explotación de que es víctima, ni las vejaciones y las atribuciones de que es objeto; no basta que a ciencia y paciencia de las autoridades se les explote por negreros desalmados, que los llevan a lugares en que a cambio de un miserable jornal, trabajen para enriquecer a negociantes rapaces; y por último, no basta que el militarismo paseé su pujanza por todos los pueblos de la República, arrancando del trabajo y de las ocupaciones útiles y de los hogares honrados a tantas energías, para amodorrarlas, prostituirlas y embotarlas en la promiscuidad repugnante de los cuarteles, sino que es necesario, se hacía indispensable coronar la obra desquiciadora con penas infamantes, como la de los azotes que públicamente fueron aplicados a D. Miguel Delgado por orden del Presidente Municipal de Tampico, Vicente Fusco.

Como ya dijimos, el Sr. Medellín ocurrió al Juez de Distrito Sr. Lic. D. Rodrigo Gutiérrez Azcúe en demanda de amparo, y con gusto lo comunicamos, este funcionario, con la conciencia de su elevado encargado, concedió el amparo a despecho de la autoridad violadora y de los amigos de ésta, que pusieron cuanto estuvo de su parte para que el amparo no prosperase. Este hecho honra al Sr. Lic. Gutiérrez Azcúe y nos congratulamos en hacerlo público, porque era necesario que en el pestilente medio de corrupción política en que se encuentran los habitantes de la república, hubiera un funcionario que cumpla con su deber.

Pero la correcta conducta del Juez de Distrito le ha concitado la enemistad de las autoridades voluntariosas, y de algunos individuos que medran a la sombra del despilfarro oficial, pues según sabemos, estas autoridades, y tales individuos se proponen acusar al Sr. Gutiérrez Azcúe, por el escandaloso delito de haberse portado con honradez, porque en las administraciones inmorales, la honradez deja de ser virtud y se la considera como vicio, como crimen. De todos modos la acusación no prosperará, y sí, en cambio, se castigará a Fusco así como a sus esbirros Violante y el gendarme verdugo, como merecen el castigo, duro y severo. Alguna vez debe confirmarse la hueca frase: «hay que tener fe en la justicia.»

Urge que se castigue sin demora a esas autoridades. De lo que ocurra daremos cuenta a nuestros ilustrados lectores.

La inmoral doctrina predicada día a día por los asalariados papeles El Popular y El Imparcial, está dando sus frutos de educación y servilismo.

El descabellado proyecto del Gobernador Mainero que consiste en erigir un monumento al traidor y clerical Iturbide, ha dado motivo a los aduladores para continuar publicando necios votos de confianza.

Algunas personas de Reynosa, Tam., han sido obligadas a publicar un ridículo voto de confianza, en el que se dice candorosamente que el pueblo ha puesto el porvenir de Tamaulipas en manos del Gobernador Mainero. Eso no es cierto, porque se necesita ser muy inocente para dejar de comprender que el Presidente Díaz es quien dio a Mainero la canongía del Gobierno de Tamaulipas. Que nos digan los firmantes del servil voto de confianza, si en Reynosa se efectuaron las elecciones de ley para nombrar a Mainero Gobernador del Estado. No nos contestarán, porque ni en Reynosa ni en ninguna otra Municipalidad de Tamaulipas se eligió al Lic. Mainero, como en ningún Estado de la Nación se ha elegido a los ineptos funcionarios que pesan sobre nuestra Patria. El Presidente Díaz, en uso de sus autocrática y dictatorial voluntad, es quien nombra a todos los funcionarios; así como también él mismo se elige y se reelige y esa es una de las razones por la que se le reprueba su falta de atención a nuestras instituciones liberales.

Irrisorios, repugnantes más bien nos parecen esos votos de confianza dados a personalidades, como la del Gobernador Mainero, que no obran por sí solas, sino que dependen absolutamente, óiganlo bien los serviles, absolutamente de las decisiones de la Dictadura, y puede llegar el caso, que por más votos de confianza que den a los gobernadores o a cualquier otro empleado, sobre esos votos, sobre todas las lisonjas y a pesar de un sinnúmero de agasajos la Dictadura destituirá al Lic. Mainero de su empleo para dárselo a quien le venga en gana. Ya que quieren ser serviles y no les choca ese horrible vicio, los que dan votos de confianza deben de darlos al General Díaz, y para obrar con mayor seguridad, pueden consultar el caso con El Popular y El Imparcial, que son maestros en la escuela de la bajeza.

El voto de confianza de que nos venimos ocupando está firmado por empleados y protegidos del Gobernador Mainero, así como por miembros del Ayuntamiento, como vamos a demostrarlo, para que se vea la imparcialidad de tales oficiosos.

Ramón Garza Cantú, es Regidor. Leoncio Longoria, es Agente del Timbre, Tesorero Municipal, Recaudador de Instrucción Pública, Colector de Rentas del Estado, ahijado de casamiento de Mainero, y compadre de éste; además, es un insufrible cacique, que hace lo que le place seguro de su impunidad; es de Matamoros, tierra de Mainero. M. G. de la Villa, es Presidente del Ayuntamiento y hermano de Plutarco, socio de Mainero el del proceso. Hexiquio de la Garza, es Alcalde 1º y compadre del Tesorero General del Estado. Zeferino Saenz Pérez, es Comandante de policía y favorito del ex-Coronel Mainero. J. de la Garza, es Secretario del Ayuntamiento y nació en Matamoros, que como dijimos, es la tierra de Mainero. J. M. Domínguez, es Juez del Registro Civil y compadre del ex-Coronel Mainero. J. S. Longoria, es Tesorero de Instrucción Pública. Pablo Herrera, es Director de los Juzgados. Vicente Sánchez, es escribiente de una oficina pública. Bibiano Garza, es Síndico del Ayuntamiento y nació en Matamoros. Crescencio López Hernández, es agente de policía. Manuel M. Isais, es ahijado del ex-Coronel Mainero, quien lo colocó como empleado del Resguardo; es además  hijo del finado Administrador de Correos que figuró en el proceso Mainero. Adolfo Paredes, es Director de la Escuela e hijo de Matamoros. Gerardo Gutiérrez, es Sub-Presidente Municipal en la Congregación de Charco Escondido. Leonardo G. de la Cruz, es Secretario del anterior. Manuel Herrera, es hermano de Pablo y Maestro de Escuela en Charco Escondido. Benito Peña, es Ayudante de Escuela. Ignacio N. Cárdenas y José Méndez, son murguistas allegados de las autoridades. Primitivo Ballí, es el que hace el pan para las mismas autoridades. Máximo Domínguez, es Regidor.

El voto de confianza está subscripto por las firmas de treinta y dos individuos, de esos treinta y dos deducimos los veinticinco anteriores y nos quedan once, que son tan insignificantes que ni los mencionamos.

Estos son los votos de confianza de que tanto alarde hacen los que quieren salvar a Mainero del desprestigio que él mismo se labró. Se comprende que por su total falta de independencia los firmantes no obran con sinceridad. Y sin embargo, no faltará quien diga que la posición independiente de los aduladores, es la mejor prueba de la popularidad del Gobernado Mainero.

Cuando para cubrir las apariencias de una falsa popularidad, se organizan las manifestaciones entre el elemento oficial, como pasa en México cuando se pretende hacer creer en la popularidad del Presidente, es ridículo que se quiera hacer creer en esa popularidad hueca y vana, porque el pueblo está cansando de toscas pantomimas.

La tiránica opresión del Gobernador Izábal, no ha podido, ni podrá, sofocar en el Estado de Sonora las manifestaciones honradas y viriles de la prensa independiente. Las persecuciones son un poderoso incentivo para la lucha en que la convicción juega el principal papel, y por eso no hemos extrañado hallar de nuevo entre nuestro cambio periodístico a El Combate, gladiador sesudo, honrado y valiente que ocupa el primer lugar entre la falange de periódicos independientes de nuestra Frontera Norte.

Reaparece El Combate bajo la hábil dirección de un honorable batallador, el Sr. Lic. Manuel R. Parada, y figurando como redactor responsable un periodista de gran empuje, D. Jesús Z. Moreno. Con estos dos poderosos elementos, EL Combate seguirá siendo el mismo paladín infatigable que llenará de pavor a la administración sonorense, tan plagada de llagas.

Deseamos larga vida a nuestro querido colega, así como que logre el triunfo de sus ideales en la lucha desigual que ha emprendido. REGENERACIÓN estará a su lado en esa lucha.

CLUB LIBERAL «PONCIANO ARRIAGA». CENTRO DIRECTOR DE LA CONFEDERACIÓN DE CLUBS LIBERALES.

La persecución de los Clubs Liberales

La férrea mano de la tiranía, que no puede tolerar el civismo ni la energía ni el ejercicio de los más sagrados derechos, está procurando acogotar al naciente Partido Liberal Constitucionalista1, en su cuna. 

La persecución se ha iniciado de una manera brusca y tenaz en los Estados de Nuevo León y Coahuila, que es en donde el militarismo se hace sentir con más frecuencia.

Por más que sea inexacto cuanto dice la prensa timorata o la que alardea  de científica, por más que sea una afirmación gratuita al suponer que si no hay Clubs liberales  en la Frontera, es que ahí no hay clero que combatir; el hecho es que el miedo cerval que inspira un soldadón, ha impedido por completo la reunión de pacíficos ciudadanos, que, valiéndose  de la ley y del orden, pretenden no se lleve adelante esa mancebía entre la Iglesia y el Estado, mancebía que por lo vergonzosa tiene sus inmundos ayuntamientos en la sombra; y que, vigilando la vigencia de las leyes, cuidan al mismo tiempo la conducta de los mandatarios del pueblo, ya que estos, por regla general, no buscan sino el provecho más monstruoso, así se despeñe la Nación por la pendiente de la cobardía política o lo que es peor, por la sima de la ignorancia nacional.

Es perfectamente sabido que la malhadada Compañía de Jesús (esa orden político-religiosa  que hasta los mismos pontífices han tenido que suprimir en prestigio y decoro de la iglesia católica) que esa orden posee un colegio perfectamente bien montado en el Saltillo, el Colegio de San Juan Nepomuceno, y que, por consiguiente, tiene en sus manos la educación de la juventud, que será el futuro germen de las tinieblas y del error. Es bien sabido que la conducta de los Gobiernos de Coahuila y Nuevo León deja mucho que desear, porque aparte de que esos gobernantes no han sido elegidos por el pueblo, sino colocados por fas o por nefas en sus tronos de caciques, contra la voluntad de los pueblos, , dichos impopulares individuos son hechuras completas de la tiranía dictatorial que ha arrastrado por el suelo el pabellón de la Reforma, aliándose al clero y a los traidores de otros tiempos, hasta besar las plantas burguesas de los príncipes austríacos.

Los liberales de Lampazos han sido las primeras víctimas.

Periódicamente se reunían con las sanas y pacíficas intenciones, creyendo en la verdad de los derechos políticos y haciéndose ilusiones sobre la existencia del régimen constitucional, se reunían para discutir los mejores medios de propaganda, para proponer las medidas legislativas más idóneas para la conservación incólume de nuestras conquistas sociales y políticas; sus fines eran el aseguramiento del orden y el respeto efectivo de la ley; sus tendencias, las del ciudadano que no cree en la paz de la esclavitud, pero que sí confía en la paz de la democracia; y sin embargo, la ojeriza del Poder desde un principio se desata contra ellos. La autoridad militar, extralimitando sus funciones,  y con una oficiosidad , por sí sola sospechosa y equívoca, se permite tomar cartas en el asunto, e invadiendo una esfera que bajo todos conceptos le está vedada, obliga a las autoridades civiles a desempeñar las funciones, nada gratas por cierto, del vigilante y del delator. Por conducto de ellas, los acecha, los espía, se informa con avidez inexplicable de los asuntos que se proponen discutir, minuciosamente se entera de los debates que sostienen, saca copias literales de los discursos como si fuesen planes de campaña ideados por potencia enemiga, indaga, curiosea los ulteriores propósitos del Club; y cuando se ha convencido de que nada hay de ilícito, , nada de atentatorio contra el sosiego público, y sí todo de acuerdo con los principios de la libertad y del civismo, como último recurso echa mano de la intriga burda y de la calumnia rastrera.

Se aprovecha el militarismo y torpemente explota un incidente chusco. Hace explosión un judas, que una mano desconocida prende, y con alarma digna de ser reservada para cuando se presente formidable e incontenible invasión extranjera, se presenta en el lugar del suceso, del grotesco suceso, un cabo de rurales cuyo nombre fue conocido durante el voluntario destierro del valiente Dr. Ignacio Martínez, y el famoso cabo no tiene empacho en ejercer penosamente las funciones que en todo pueblo culto corresponden al policía de la ciudad o a la ronda del barrio. Acude acompañado de varios de sus subalternos, pertenecientes todos al ejército federal, sin reparar en el ridículo imborrable que sobre éste arroja, desde el momento en que los destina a reprimir, como si se tratara de un motín y los curiosos vecinos fuesen feroces revolucionarios, lo que en todo caso a las autoridades locales, a los gendarmes municipales de la población tocaba castigar con la naturalidad, con la calma con que se castiga una sencilla falta de policía, que no tuvo más consecuencias que hacer saltar de sus lechos, con el sobresalto del insomnio, a los vecinos que dormían tranquilamente, o provocar la curiosidad inofensiva de los restantes moradores del pueblo.

Y  para ello, para punir una simple contravención se pide a Monterrey un refuerzo de 250 hombres, se hace entrar en alarma a la población y se trata de conducir, y con grande aparato se conduce a la Estación de Ferrocarril, a cuatro liberales que, por simples sospechas de haber cometido una travesura de mal gusto, se juzga acreedores a ser sometidos en la misma Capital del Estado a un Consejo Militar, que en nombre de la Federación los juzgue. ¡Consejo Militar para quienes encendieron un judas a media noche!

Acude el pueblo, legítimamente alarmado ahora por el alboroto que los mismos defensores de la paz improvisaran; se atreve a hacer demostraciones de simpatía en favor de aquellos a quienes claramente se trata de atropellar sin otra causa que ese enfermizo prurito de persecución de que los tiranos medrosos adolecen; y cuando el Presidente del Club y distinguido caballero D. Francisco Naranjo (h), haciéndose intérprete de sentimientos que palpitaban en todos los pechos, con franqueza declara a los prisioneros que su aprehensión es honrosa, y segura su pronta libertad; el mismo cabo de rurales siempre pronto a trastornar el orden que debía guardar y a poner en peligro derechos que se han colocado bajo su protección; con voz altanera y estentórea da la arbitraria orden de “¡silencio!,” como si para él y sus inspiradores fuese una necesidad de vida o muerte el sofocar todas las lamentaciones de indignación, todos los sentimientos que revelen vigor y valentía, y todos los gritos que simulen una protesta o sean eco del descontento público.

Se oyen dos disparos que lanza el mismo oficioso cabo de rurales. La alarma cunde y el escándalo se improvisa, porque así lo quisieron los guardianes del orden.

Y como si no bastara tanto exceso y torpeza tanta para dar gusto al elevado personaje cuyas secretas instrucciones se ejecutaban, amarrándose con fuertes cordeles a los presuntos responsables de la explosión de un “judas.” Ya antes habían sido abofeteados y cubiertos  de improperios, en castigo de su enorme delito, de la tremenda falta de haber incurrido en el desagrado de un mandarín suspicaz y voluntarioso.

Pero los propósitos de los guardianes del orden iban muchos más lejos y de seguro no se saciarían con tan poco. Breves instantes después la casa del Sr. Ing. Naranjo se hallaba literalmente sitiada por las fuerzas federales; compactas patrullas recorrían las calles inmediatas, y no se dejaba el paso libre a ningún transeúnte sin haberlo examinado cuidadosamente a la luz de una linterna. Se esperaba reconocer en alguno de ellos al Sr. Naranjo, a quien seguramente no estaba reservada ninguna feliz aventura. El enigma se aclaró bien pronto. Con voz perfectamente perceptible y que muchas personas escucharon, entre ellas el mismo aludido, tuvo uno de los hombres que militaban en las fuerzas sitiadas, la franqueza de exclamar frente a la casa de Naranjo: “Si intenta entrar o salir el Sr. Naranjo, se le hace fuego sin más consideraciones y se le mata como a un perro.” Afortunadamente, el ciudadano amenazado de un modo tan feroz, se hallaba en su casa, a donde había llegado en coche. Si no hubiera sido por esto, si el Sr. Naranjo se hubiera dirigido a pie de la Estación a su casa, muy probablemente los sitiadores hubieran conseguido su objeto.

48 horas duró el asedio. El Sr. Naranjo se rindió tan luego como hubieron presentado orden escrita de autoridad competente, y desde luego con toda pompa y oficial regocijo, fue conducido a la Ciudad de Monterrey, tan conocida en la historia de nuestras tiranías.

Complicándose entre tanto los sucesos como en trama infernal y sucediéndose con rapidez creciente, eran cateadas las casas de los principales liberales. del pueblo, registradas sus cartas más íntimas y villanamente turbada la tranquilidad de sus hogares.

Estos detalles rudos y saturados de encono, como lo son la mano y la conciencia de quien los combinó y mandó ejecutar, se traducen dos solas palabras: persecución gratuita. Sólo atribuyéndolos a un apasionamiento desbordante, a una explosión violenta de rencores, a una ojeriza desenfrenada y brutal, puede comprenderse el por qué de tantas vejaciones injustificadas, de un derroche tan malsano de arbitrariedades y de violencias, y de un procedimiento que por lo cínico y por lo necio, ha de recordarse siempre cuando la posteridad fije sus ojos en este lúgubre periodo de cesarismo.

Nada en ese procedimiento puede justificarse: ni la causa de él, fútil e insuficiente en grado supremo; ni los pormenores de la ejecución, que rebozan torpeza y cinismo, insolente capricho y absoluto e irritante desdén por el derecho.

O si no, que nos diga el Poder, o en su lugar, la prensa que lo adula y lo agasaja, ¿prender un cohete a media noche es un delito? y aunque lo fuese, ¿a las autoridades militares correspondería su represión? ¿Será tan grave ese delito que amerite la intervención de las fuerzas federales, la llegada de refuerzos a una guarnición que con aquel se siente amenazada, y el transporte de los delincuentes a la Capital de un Estado para confinarlos en pavoroso cuartel?

Que también se nos diga si es verosímil que hallándose la ciudad de Lampazos, rebosante de tropas, recién venidas de Monterrey, es verosímil que un pequeño grupo de vecinos se haya arrojado con temeridad de idiotas sobre la escolta que custodiaba a los presos, y si nada significa en el presente caso el dicho de un alcalde, de un banquero y de muchos, muchísimos distinguidos ciudadanos, dignos de toda fe, que aseguran precisamente lo contrario que aseguran a voz en cuello declaran por todos los ámbitos de nuevo León, que quien provocó el desorden y agrió los ánimos e hizo cundir la alarma, fue el Cabo de rurales con su peregrina ocurrencia de disparar al aire la pistola.

Mientras no se nos aclare tanto misterio y tanto enigma estamos en nuestro derecho para afirmar lo que hemos dicho, y con nosotros toda la prensa honrada; que el poder ha necesitado saciarse, y se ha saciado, ha pretendido detener en su curso un movimiento que le espanta, y ha hecho cuanto en su mano estaba; ha querido intimidar y no ha intimidado a nadie.

Porque los liberales lo sabemos, y los Clubs lo predican; es impotente el despotismo para sofocar el hábito de las libertades que en los pechos mexicanos palpitan, y es necio el militarismo si se cree capaz de destruir lo que han creado generaciones de valientes y sostienen ahora los patriotas: el espíritu público que salvó a México en la desgracia y lo ha de salvar también en nuestra época de mentido progreso.

protestamos con toda nuestra fuerza y con toda la indignación que en nuestras almas cabe, contra esa indigna farsa con que se ha pretendido arrojar lodo sobre un grupo de ciudadanos honrados, sin imaginarse que la mancha y el ridículo habían de caer sobre la reputación equívoca de nuestros hombres públicos y sobre su conducta turbia y escandalosa.

Y como nosotros venimos a luchar honradamente y con la ley en la mano por el pueblo y para el pueblo, y no por el triunfo de tal o cual candidato, lo que procuramos es, dentro del orden, la vigencia de las leyes. No somos oposicionistas sistemáticos como lo dicen esos periodistas sin pudor, que renuncian a tener criterio con tal de conseguir una partida en el presupuesto, y que están acostumbrados a servir a todos los gobiernos, como una prostituta se acomoda al mejor postor. Pero sí queremos que se vuelvan al pueblo sus derechos arrebatados y que el gobierno adopte una situación franca. Que si es, como lo es, Dictadura, y de las peores, borre del catálogo de las libertades públicas todas aquellas que perjudican al Hombre Necesario, pero no que, siguiendo las máximas tenebrosas del jesuitismo y los consejos hipócritas de Maquiavelo, aparezca ante las naciones cultas como una democracia perfecta. Descarándose el actual Gobierno, quitándose del rostro esa careta que no indica sino pavor e hipocresía, sabremos a qué atenernos, y el pueblo mexicano o ejercita sus derechos electorales y se muestra digno de su historia, o aparece como una nación degenerada y femenil, presa fatal de una tiranía que sabe aliarse con el Clero para afianzar su oprobiosa dominación sobre trece millones de hombres.

Pero a despecho de todo y a pesar de todo, hemos de seguir luchando por el triunfo de la ley sobre el capricho de unos pocos, y por el reinado del orden constitucional, que ventajosamente reemplace la presión mecánica de la tiranía sobre las conciencias, sobre las energías y sobre los sanos entusiasmos.

Precisamente porque somos patriotas, no somos ni podremos ser revolucionarios, y si queremos que con la aplicación del condigno castigo al funcionario que falte y con la vigilancia y censura libre del pueblo sobre sus autoridades, se haga justicia, se respete el derecho, haya salud en el cuerpo social y apacible tranquilidad en las manifestaciones de su existencia.

Ing. Camilo Arriaga, Presidente. Lic. Antonio Díaz Soto y Gama, Vicepresidente José M. Facha, 1er. Secretario. Prof. Blas E. Rodríguez, 2o secretario. Lic. Moisés García, 3er. Secretario. Genaro López Zapata 4o Secretario.

Como esperábamos, los liberales no habían de permanecer impasibles ante la inicua persecución de que están siendo víctimas los ciudadanos, que dentro de la ley se han propuesto trabajar en favor de la regeneración política y social de nuestra infortunada Patria.

A despecho de la corrompida prensa clerical y gobiernista, que tiene como leaders de escándalo y oprobio a El PaísEl Popular y El Imparcial, se ha hecho la luz en el asunto de Lampazos, y se ha llegado al convencimiento que la Dictadura odia toda manifestación de las energías individuales, que tiendan al ejercicio de los derechos que la Constitución otorga a los ciudadanos.

Pueden continuar esas hojas su bochornosa labor; pueden seguir adelante encharcándose en las cenegosidades de su antipatriótico y deshonroso trabajo; pueden seguir trabajando por llegar a la ignominiosa meta que se proponen, que ya el público sensato, el que no adula, el que se avergonzaría de sonreír a los césares, ese público ha dado su fallo a favor de los ciudadanos perseguidos y en contra de las asechanzas de los magnates.

Aplaudimos la actitud asumida por el Centro Director de la Confederación de clubs Liberales, por ser la que deben adoptar los ciudadanos que se precian de patriotas. Quédese para los hombres sin pudor la vergüenza de vivir agarrados a las pestilentes plantas del militarismo.

Es difícil encontrar periódicos verdaderamente honrados, que hagan a un lado los lazos de amistad para rendir culto a la justicia.

Nuestro querido colega El Paladín, no obstante ser amigo de El Popular ha dado muestra de incorruptible honradez al juzgar la conducta de este último periódico, que no obstante que declara en voz alta que es amigo del pueblo, hace una defensa torpe y ridícula de la Dictadura del Gral. Díaz.

Hacemos presente a nuestro colega El Paladín nuestro agradecimiento por la defensa que se ha servido hacer de nosotros con motivo de los ataques de que hemos sido objeto por parte de EL Popular, que se muestra colérico por nuestra actitud respecto de la inmoralidad política.

Tiene razón El Paladín de estar irritado contra El Popular, a nadie se le escapa que a este sucio papel lo protege el Ministro Reyes para que se desprestigie a la Confederación de Clubs Liberales y no será difícil que el valiente Pedro Hernández se encargue de la dirección política de esa hoja o de la de El Imparcial.

No hemos mentido cuando afirmamos que es inútil el Ejército y que se derrocha el dinero de la nación que se dedica a él.

Tan inútil es el Ejército, que a algunos de sus miembros se les dan comisiones, que por cierto, dejan muy mal sentado “el nervio de la guerra.”

No sabemos si lo que vamos a referir habrá “merecido la aprobación del Estado Mayor Alemán,” pero con seguridad ha erizado los cabellos de los manes “del Cid y de Ricardo Corazón de León.”

El Coronel Victoriano Huerta tiene unas gallinas y otras aves de corral y puso esos animales bajo la custodia del soldado Domingo Santiago.

Este valiente, fastidiado de gastar sus energías en tan poco marcial ocupación, decidió abandonar las gallinas y demás aves. Descubierto su crimen, fue acusado de deserción en actos del servicio.

La milicia decae. Los oficios más ingratos son desempeñados por soldados, la Bizarría de éstos ya no se ejercita en los campos de batalla y no es raro encontrar algún soldado, como Domingo Santiago, que nunca habrá olido la pólvora, pero en cambio ha desempeñado las trascendentales funciones de las fámulas y respirado la acre atmósfera de los gallineros.

Los Jefes Políticos de la República, si no todos, sí la mayor parte están acostumbrados a ser déspotas, arbitrarios y crueles.

El de San Luis Potosí, para no desmentir tan odiosa fama, tuvo presa cinco días a Alejandra Pardo. Esta mujer fue aprehendida el día 6 del corriente por los agentes de la Jefatura, que hacen las veces de esbirros, y sólo después de tan incomprensible y extraña dilación fue consignada al Juez competente que lo es el 1º de lo criminal.

Este funcionario, hastiado de ver que en San Luis Potosí no hay justicia, quiso dar muestras de justificación, que en verdad lo honra y lo distingue de sus ineptos colegas y a interpelado seria y formalmente al Jefe Político, acerca del motivo de esa detención prolongada contra derecho, pues según la Legislación vigente en el Estado, el jefe Político debió haber hecho la consignación a la mayor brevedad.

La  autoridad política, viéndose acorralada por la justísima exigencia del Sr. juez 1º de lo Criminal y comprendiendo la enormidad de su falta, ha salido en tontas evasivas, y como argumento de defensa, dice que no hizo a tiempo la consignación, porque se estuvo esperando al Comandante para que “ampliase los datos.”

Ese Jefe Político que gusta de burlar la ley, debe ser destituido inmediatamente, y creemos que así se hará. El ultramontano Gobernador Escontría debe ser severo para con esa autoridad. Es necesario que deje a un lado al Obispo Montes de Oca dedicado a la vandálica explotación de los necios, y que se preocupe más por el bien del pueblo.

También debe destituir Escontría, al Director de la Escuela Industrial militar, D. Manuel Palacios, pues que este empleado es un recalcitrante clerical que con sus inmorales prácticas corrompe a la niñez. Personalmente condujo a diez o quince alumnos de su establecimiento, debidamente uniformados a una de las peregrinaciones que en honor del año santo y para ganar el santo jubileo se han estado organizando en San Luis Potosí, como un sistema cómodo de rapiña eclesiástica.

Desearíamos conocer la opinión de Spíndola1 y Montes de Oca2 y Dufóo3.


1 Rafael Reyes Spíndola. (1860-1922). Abogado y empresario oaxaqueño. Fue secretario de gobierno en Michoacán (1885). Dueño de los periódicos Don ManuelEl Universal (1888), El Mundo Ilustrado y El Imparcial (1896-1914).
2 Francisco Montes de Oca. Periodista capitalino. Director de Gil Blas. ‘Periódico jocoserio ilustrado’ (1892-1896) y Gil Blas Cómico (1896-19??).
3 Carlos Díaz Dufóo. (1861-1941). Periodista y literato veracruzano. Dirigió El Ferrocarril de Veracruz y La Bandera Veracruzana. Fundador de El Imparcial junto Reyes Spíndola (1896) y de la Revista Azul (1894) con Manuel Gutiérrez Nájera. Publicó: "La evolución industrial de México", en México y su evolución socialRobinson mexicanoMéxico y los capitales extranjerosLa cuestión del petróleoLimantour y México, 1876-1892.

Los gobiernos justificados, aquellos cuyos actos y cuya conducta responden a la opinión general y al sentimiento público, no temen ni pueden temer a la prensa. Esta puede reducirse a dos clases: periódicos que se inspiran en las ideas generales, que censuran lo que pugna con el modo de pensar del país y enderezan sus vuelos hacia aquellos ideales que representan las aspiraciones nacionales, y periódicos que, haciéndose eco de sentimientos personalistas, representan una pasión y no una idea: los primeros no son de temer para un gobierno honrado; los segundos, por si solos, y sin necesidad de presiones, de persecuciones, de atropellos a la ley, caen en el desprestigio y sólo llevan consigo la simpatía de los apasionados.

Pero cuando los gobiernos son oligárquicos; cuando representan sólo una banda famélica, enseñoreada de los asuntos públicos, cuando la opinión es menospreciada y las libertades sólo existen en el papel, entonces el periódico de combate significa una impertinente censura que es preciso enmudecer, porque la verdad suena mal siempre en los oídos de los culpables por alto que sea su pedestal, por acostumbrados que estén a la lisonja, por refinada que esté la adulación y por desposeído que este el país del sentimiento del honor y de la corrección en asuntos públicos.

El general Díaz, en sus veinticinco años de gobierno duramente opresor, ha llevado siempre inscrita en su bandera la persecución a la prensa; de tarde en tarde, la levadura de honor, que a pesar de todo subsiste en algunos espíritus bien templados, surge y se manifiesta; pero cuando esas manifestaciones se hacen algo vigorosas no falta un Juez desprovisto de conciencia, ajeno a todo sentimiento profesional, que a trueque de unos cuantos pesos mensuales, que significan el dinero de Judas, consienta en ser el verdugo de los hombres libres, de los que alientan aún en los sentimientos que hacen a los ciudadanos libres y a los pueblos fuertes. Entonces se organiza un ojeo, se hace una cacería tenaz de todo lo que respira independencia, y al final de esas odiosas maniobras, cuando las cárceles están llenas de hombres honrados y las redacciones vacías, un ministro complaciente puede informar al supremo imperator que “la paz reina en Varsovia.”

No es envidiable la suerte de los unos ni la de los otros: el Juez lleva a su casa un pan amargo, el Gobierno cumple una obra de tiranía…; pero esperemos la historia, ella hablara cuando la adulación haya callado y ella dirá que sólo acallan la voz de la prensa los gobiernos que la temen.

En todos los países regidos por instituciones libres, dondequiera que la ley es señora, la prensa es fuerza directiva, en cierto modo, de los actos gubernativos; ejemplo de ello lo que sucede en Inglaterra, en Estados Unidos y aun en la misma España; ¿pero entre nosotros? aun cuando se afirma que nuestras instituciones son las de un pueblo civilizado, y aun cuando nuestras leyes estén en concordancia con esa afirmación, se menosprecia la ley, se prescinde de la opinión y se las sustituye con el más férreo y brutal de los absolutismos.

Por dondequiera se nos habla de Estados Unidos como de un pueblo cuyo ejemplo debiéramos seguir, como una nación cuyos actos debieran normar los nuestros; pero si ese consejo fuera seguido, si ese ejemplo lo tratáramos de imitar, si ese pueblo fuese nuestro modelo, tiempo ha que se habría hecho justicia en nuestro orden político y que se hubiese iniciado el imperio de la ley y el dominio de la libertad.

La República del Norte, como lo aconsejaba Bryan en su famoso discurso en Nueva York, tiene como enseña la estatua de la libertad iluminando al mundo. Nuestros viejos antepasados, los aztecas, formaron su escudo con un águila devoradora de serpientes; mas si hubiésemos de forjar un pendón para esta generación caduca y envilecida, sólo podríamos exhibir un Juez correccional encarcelando periodistas y un cabo de rurales ejecutando seres indefensos en una oculta barranca.

Han llegado a nosotros datos curiosísimos que demuestran el concubinato asqueroso de un Juez complaciente y de un Jefe Político como hay muchos, cuya unión está autorizada por el Gobernador del Estado.

Hace algún tiempo toda la prensa de la República se ocupó de un asqueroso delito cometido en el Rancho del Catalán, perteneciente a aquel infortunado Cantón. El cabo de rurales, Ismael Rosete, violó a una joven de quince años llamada Leonor Zárate; los periódicos de esta capital lanzaron la noticia y aun tenemos entendido que alguno de ellos hizo formal denuncia del hecho al Juez de primera Instancia, Lic. Joaquín María Zárate, a quien se le citó como prueba, un testigo presencial de la monstruosidad de Rosete, que se llama Antonio Ortega, y hasta la fecha el complaciente Juez no se ha ocupado del asunto.

Nuestro informante nos asegura que la causa de esa complacencia es la amistad íntima que Rosete tiene con el Jefe Político Pascual Villarauz y éste a su vez la tiene con el Juez; pero lo que no nos dice nuestro informante y que claro se desprende de todo eso, es el vergonzoso silencio del Gobierno del Estado y del tribunal Superior y la pésima administración de aquel.

¿Qué el Licenciado Aguilar, Procurador General del Estado, irá a formar parte de aquel concubinato?

Día a día aparecen más descarados los ataques a nuestras leyes de reforma infieren los sabuesos de Don Próspero María Alarcón en connivencia con las autoridades complacientes. En General Cepeda, Coah., los ataques a las Leyes de Reforma se cometen cada vez con más escándalo teniendo justamente alarmadas a las personas de sano criterio de aquella localidad. Un último atentado acaba de verificarse en dicha Villa a ciencia y paciencia del Presidente Sr. Fernando Cárdenas. El día 19 de mayo, con todo el alarde de cinismo que caracteriza a la clerigalla de sotana, se sacó de la iglesia en suntuosa procesión a San Isidro para llevarlo a una de las apartadas calles del mismo pueblo, a donde se tenía preparado ostentoso altar para la recepción del referido Santo; después de danzar toda la tarde con tan estúpido pretexto, se volvió con la misma suntuosidad y en plena procesión a la iglesia de la localidad.

Sería bueno que el Gobernador Cárdenas llamase la atención del Presidente aludido para que no se repitan actos que nos ponen muy abajo de las naciones civilizadas y con las cuales se mofan de una manera descarada los principios que están en el deber de respetar todas las autoridades.

La falta de aptitud de los Gobernantes es la causa principal de la corrupción que reina en los empleados de orden inferior. La tolerancia o los compromisos personales que motivan el que se hallen desempeñando funciones públicas individuos que carecen por completo de las cualidades de honradez y aptitud que debe llenar todo funcionario público, son las que traen a cada paso descalabros que evidencian a esos Gobiernos complacientes.

Parece que a la arbitrariedad e ignorancia en que abundan los servidores de Gobiernos por sí ineptos, ha venido a agregarse la mala fe de los encargados del manejo de fondos públicos (entiéndase que hablamos en tesis general, pues entre estos, aunque con raras excepciones, hay personalidades de notoria honradez); los casos de desfalco se suceden de día a día como una consecuencia forzosa de la pésima administración por que atravesamos.

Hoy podemos consignar un nuevo caso del mal que apuntamos, efectuado en Tuxpan, Territorio de Tepic, en donde según noticias que han llegado hasta nosotros se acaba de cometer un desfalco escandaloso que trae alarmadas a las personas honradas de aquel lugar, por haber sido reducidos a prisión todos los empleados de la administración principal de rentas o contribuciones, inclusive el administrador principal D. Luis Rivas Gómez. El desfalco fue efectuado en fondos de Aduanas y de las Penitenciarías en cuyo delito aparecen complicadas varias autoridades.

Con oportunidad informaremos a nuestros lectores del sesgo y resultado que tenga este escandaloso asunto, que esperamos no se resolverá en el olvido como acontece cuando los responsables cuentan con el apoyo de las mismas autoridades que debían vigilar su conducta e imponerles el castigo a sus delitos.

Indignadísimos se muestran los neoleoneses honrados por el ridículo en que los puso el llamado Círculo “Unión y Progreso.” EL descontento no sólo se nota en determinada clase social, sino que en todas se oyen protestas, más o menos agrias, contra la adulación y el servilismo.

Un digno hijo de Nuevo León, residente en Monterrey, y que es una persona merecedora de todo respeto por su vasta ilustración, su claro talento y la independencia de su posición social, garantizada por su riqueza, nos escribe una carta en la que nos hacen las más curiosas revelaciones acerca de la repugnante manifestación del impudente Círculo.

He aquí una parte de dicha carta:

“El Domingo se reunieron en el Teatro Juárez de esta ciudad (Monterrey) todos los empleados que deben su comida y cuanto valen al Gral. Reyes, con el objeto de formular una protesta contra los artículos justísimos que ha publicado REGENERACIÓN en los que pinta y retrata el carácter y modo de ser del Gral. Reyes.

“Se ha tratado de mistificar la opinión pública, haciendo aparecer como pueblo a la turba venal de empleadillos de poca monta, y a fin de que REGENERACIÓN tenga armas con que defenderse de la burda trama armada en su contra por el mismo Gral. Reyes, envío a los heroicos Directores de REGENERACIÓN los siguientes datos muy interesantes.

“El Círculo ‘Unión y Progreso’ que quiere aparecer formulando la protesta, no existe ni ha existido nunca. Cada vez que el Gral. Reyes ha necesitado de un cuerpo de coro amaestrado para hacer sus comedias políticas, reúne a sus empleados y los constituye en Club, como paso a demostrarlo.

“El acta que levantó ese famoso (por lo ridículo) Club, está firmada, en primer lugar, por el Lic. Madrigal que es cuñado del Gral. Reyes. En segundo lugar por D. Miguel F. Martínez, que tiene en Nuevo León los siguientes empleos: Director del Colegio Civil, Director de la Escuela Normal, Director de Instrucción Pública en el Estado y cuatro cátedras en los institutos que dirige; todo hace un total de SIETE EMPLEOS. Firma también el Dr. R. E. Treviño, que es Diputado al Congreso del Estado y Médico Municipal. Firma un Sr. Martín Peña, Director de la Penitenciaría, contratista del Palacio de Gobierno en Construcción y Regidor del Municipio. Firma un tal Lartigue, que es Diputado al Congreso del Estado y emborronador de cuartillas del periódico del Gral. Reyes La Voz de Nuevo León, y un D. Margarito Garza, ex Alcalde 1º.

“Los oradores que enardecieron al público, fueron:

“Celedonio Junco de la Vega, tamaulipeco de origen y Diputado suplente en Nuevo León; emborronador de cuartillas del libelo El Espectador, propiedad del Diputado R. E. Treviño.

“Manuel Barrero Argüelles desempeña el importantísimo y trascendental cargo de Inspector de rótulos (sin saber ortografía). Es también tamaulipeco y garrapatea en el citado libelo El Espectador, Ignacio Morelos Zaragoza que ha sido Munícipe Ingeniero de Ciudad.

“También debo decir a REGENERACIÓN que la manifestación-protesta estuvo mal hecha por falta de talento de los ejecutantes, pues se puede asegurar que hubieran podido hacer aparecer a todo lo más granado de Monterrey protestando contra REGENERACIÓN si hubieran querido, porque es tal el miedo que infunde el solo nombre del Gral. Reyes, que no hubiera habido un solo neoleonés que se hubiera negado a firmar la protesta, porque de los contrario podía prepararse para sufrir una persecución sin cuartel, sin perdón…

“Afortunadamente en el Estado ya se sabe eso y no tiene significación alguna la famosa protesta, tanto por los insignificante de las personalidades que en ella intervinieron, cuanto porque son golpes teatrales… de una comedia que nos sabemos de memoria.

“Nuevo León no ha protestado, pues, contra REGENERACIÓN, al contrario, la aplaude. Los empleados, esos sí la odian y la detestan, y para ser verdaderamente francos, ni los empleados la odian, fingen odiarla para complacer a su amo.”

Por lo anterior comprenderán nuestros estimados lectores, que la manifestación que en nuestra contra se efectuó en Monterrey, no fue más que una de tantas pantomimas que acostumbra la Dictadura para hacer creer a los bobalicones que es popular y se la aprecia, cuando en realidad las más amargas censuras corren de boca en boca contra el absolutismo del Presidente y la ambicioncilla que alienta al Ministro Reyes de llegar a ser Presidente de la República.

Ambas personalidades preparan su postiza popularidad, para seguir en su puesto la primera contra la voluntad del pueblo y para llegar a ese puesto la segunda.

Por fortuna el partido liberal está en guardia y no permitirá que se ultraje más a la Constitución.

Como las autoridades de General Cepeda, Coahuila, las del Municipio de Armadillo del Estado de San Luis Potosí, se han entregado a rendirle culto a San Isidro, olvidando que la ley está sobre todas estas supercherías, y que su deber es vigilar que se cumpla con las Leyes de Reforma.

El día quince del presente, a ciencia y paciencia de las autoridades, la clerigalla sacó en procesión, en medio de profusión de estandartes y cirios, al famoso San Isidro, que dio la vuelta por toda la ciudad con gran regocijo de las autoridades complacientes.

Es necesario que el Gobernador del estado se fije en estos atentados a las Leyes de Reforma y destituya a esas autoridades tan complacientes, para que el cargo que desempeñan no les quite el tiempo precioso que deben consagrar a sus oraciones.

De Villaldama se nos comunica que el Juez de Letras Modesto Villarreal, ex secretario de Gobierno y ex presidente del Tribunal Superior de Nuevo León, será trasladado a Monterrey a ocupar el cargo de Juez 2º criminal de la primera fracción judicial. Decididamente, el Juez Villarreal marcha como los cangrejos, y no puede ser de otro modo, dadas sus escasas aptitudes para desempeñar cargos públicos. Solamente es de lamentarse que, aunque esta marcha sea para atrás, siga marchando, pues más valiera que conocidas ya sus pocas aptitudes para el caso, lo detuvieran en esta marcha y lo relegaran al olvido, pues en todos los cargos que ha desempeñado siempre ha procurado imitar lo malo, lo absurdo, lo insostenible, jamás lo bueno de sus antecesores. En sus últimos actos parece que ha tomado como maestro a nuestro famoso Secretario del Juzgado Primero Correccional de esta Ciudad, habilitado por algún tiempo de Juez, pues a imitación de este preclaro funcionario, condenó al Sr. D. Emilio Treviño a sufrir la pena de cinco años cuatro meses de prisión por un supuesto delito que se le atribuyó, y esta pena fue agravada con la terminante prohibición de leer y escribir mientras extinguiera su condena. No puede quejarse el esclarecido jurisconsulto Pérez. Ya forma escuela.

Como nota complementaria para que se juzgue del Juez aludido en su manera de esclarecer los delitos, daremos la siguiente: En el proceso por falsificación imputada a los Sres. Juan Zamora y su hijo Melchor y los Sres. Daniel Gutiérrez y Emilio Galindo, habilitó de peritos calígrafos a un carpintero y a un vinatero que por milagro escriben la a y basado en tan científico dictamen pericial, dictó su fallo condenando a los inculpados por el delito imputado.

Es necesario que el Gobernador de Nuevo León se convenza de que con autoridades como Villarreal, no se llega a adquirir el crédito administrativo.

Parece que el funesto Gobernador, del digno de mejor suerte Estado de Sonora, se empeña en mantener en el poder a sus favoritos a trueque del disgusto con que estos son vistos por las personas que tienen la desgracia de estar bajo su férula. Los honrados vecinos de Álamos suspiran sin cesar porque se destituya al Juez Tapia, por su ineptitud y carácter arbitrario; pero el Gobernador Izábal, no oye o no quiere oír las justas quejas de los alamenses contra el referido Juez. Tres son las acusaciones que se han presentado contra el referido funcionario de las cuales dos se han resuelto en multa, y la tercera, por ser la más grave y a la cual no podía dársele un sesgo de esta naturaleza se le ha dado el que se acostumbra en todos los casos, carpetazo.  Nos referimos a la acusación presentada contra el referido funcionario por la prisión arbitraria que hizo sufrir a la Señorita Paz Martínez. Tres años hace que duerme el sueño del justo en el Tribunal Superior de Sonora dicha acusación sin que a la fecha se resuelva, así como un auto apelado en la acusación criminal que por los delitos de difamación y calumnia se sigue contra el mismo Juez.

Sería muy bueno que el Gobernador Izábal comprendiese, si acaso no lo tiene comprendido ya, su notoria ineptitud para el cargo que desempeña contra la voluntad del pueblo que gobierna y que sólo la dictadura del Presidente Díaz ha hecho que ese inepto gobernante permanezca en el puesto contra la voluntad de los sonorenses, y dándonos un rasgo de cordura renuncie al cargo que le viene muy holgado y ceda su puesto a quien sin compromiso ninguno con estos tiranuelos de provincia, pueda aplicarles las penas a que por su arbitrariedad y despotismo se hacen acreedores.

Tenemos a la vista una circular firmada por los señores Belisario Valencia y Jesús Z. Moreno, en la cual se invita a los liberales de Hermosillo para la instalación de un Club Liberal en aquella población. Felicitamos sinceramente a los señores Valencia y Moreno que sin arredrarse por los tropiezos con que en la actualidad caminan todas las personalidades que trabajan en pro de la conquista de los principios de libertad, se han levantado proclamando estos principios a su derredor a los que sin temores a las persecuciones actuales tengan el valor civil suficiente para proclamar en alta voz, los fueros de la razón y de la justicia.

La prensa de alquiler, la que da tandas de adulación, según dirá el diputado Talavera, nos ha ensordecido en estos últimos días con el bombo hecho sobre una manifestación que el agradecido pueblo de Monterrey organizó en favor de los señores generales Porfirio Díaz y Bernardo Reyes; parece que el espectáculo estuvo conmovedor, que la mise en scéne nada dejó qué desear y que los hombres que algo esperan o que algo temen, echaron el resto a fin de que el empuje adulatorio excediese a los antes visto.

Nada nos dicen sobre el costo de esa manifestación y nosotros que ignoramos el precio de los jornales en Nuevo León nada podemos afirmar a ese respecto, pero si se nos facilitasen por breves momentos las cuentas de la Tesorería de aquel, algo diríamos al oído a nuestros lectores; la reunión estuvo numerosa según se afirma por la vocinglería de los que siempre encuentran algo bueno para elogiar a reserva de tender en seguida la mano.

Recurso muy gastado es el de esas manifestaciones, farolillos y marmotas inclusive y demuestra poca fecundidad y estrechez cerebral en los que no pudieron discurrir cosa mejor; nosotros sólo haremos dos observaciones: que si esa manifestación es de desagrado en contra de nuestro periódico, el servilismo no ha estado a la altura de los sentimientos generosos, pues nada de noble tiene organizar manifestaciones contra los que están encarcelados; y que si se pretende con esas manifestaciones de género chico, demostrar la justificación de los actos que hemos censurado, se recuerde que manifestaciones igualmente numerosas e igualmente espontáneas acogieron la llegada de Maximiliano y de Carlota, la presidencia de Santa Ana y los triunfos del inolvidable torero Ponciano Díaz1.

Por lo demás y como observación curiosa hagamos notar que es la primera vez que en esas manifestaciones se asocia el nombre del Presidente con el de alguno de sus subalternos, pues hasta ahora los círculos de amigos sólo habían cortejado al Gral. Díaz ¿qué significa esto? ¿será nuestro Gobierno una sociedad colectiva según últimas escrituras que desconocemos?

¿Se habrá roto el viejo sistema de un solo hombre y una sola dirección en beneficio de la Paz y del Orden?


1 Ponciano Díaz (1858-1899). Matador de toros mexiquense. Recibió la alternativa en Madrid (1889). Cuando regresó a México, el grito de "¡Ora, Ponciano!" se convirtió en expresión de nacionalismo.

Esta es una de las llagas sociales que por prescripción ha adquirido en nuestro modo de ser, carta de nacionalidad; es ya punto averiguado y que nadie discute, que se debe jugar ostensible y descaradamente, que la ley en ese respecto debe ser considerada como no existente y que el dinero que esa tolerancia punible produce debe continuar con un ignorado destino dentro de cuya ignorancia caben todas las suposiciones, desde creer que ese Pactolo corre hacia las oficinas y allí se invierte en Penitenciarías y obras públicas hasta suponer que esa fuerte contribución de la manos izquierda contribuye a acrecentar fortunas privadas ya ahítas por otros diversos conceptos.

Pero lo que resulta inconcebible es, cómo empleados públicos, de los que debieran ser modelo de honorabilidad concurren a las casas de juego, y cómo van a allí aun los que manejan fondos públicos; pero es aún más inconcebible cómo se consiente que empleados públicos dediquen las horas que sus oficinas les dejan libres en asistir a esos garitos, los unos como víctimas, como dependientes asalariados los otros. Podríamos enumerar quiénes son los empleados a los cuales nos referimos, pero si alguno de nuestros altos funcionarios duda de nuestro aserto, que establezca una mediana vigilancia y verá cómo ese ejército de empleados que llena las bartolinas y ocupa con causas de peculado las atenciones de los Jueces de Distrito, ha asistido a las casas de juego algunos meses antes de que sus desfalcos fuesen descubiertos.

La compañía americana de fianzas, que se cuida de sus intereses, vigila a ese respecto, y en más de un caso ha retirado su garantía al empleado de quien su policía le informa que es súbdito de Martel.

Por orden superior queda prohibido a los ciudadanos de Bustamante, Nuevo León, formar un Club Liberal. No puede ser más escandalosa la franqueza del Alcalde primero de Bustamante, Ignacio Flores Sobrevilla, con los liberales de esa población al hacerles la anterior manifestación. En días pasados se reunieron varias personas con el objeto de formar un Club Liberal que llevase el nombre de Ignacio Ramírez, y al pretenderlo, el alcalde ordenó a la policía avisara a los congregados que tenía orden superior de aprehenderlos y consignarlos al Juez de Letras como trastornadores del orden público si insistían en su propósito de formar Clubs. No contento el arbitrario alcalde con la hostilización hecha a los liberales de Bustamante, mandó llevar a su presencia al Capitán Carlos Thompson, iniciador de la formación del Club, y después de llenarlo de improperios se le destituyó del cargo de Jefe de Policía Rural por el grave delito de mostrarse enérgico sosteniendo sus ideas liberales.

Solamente las autoridades y gobiernos que obran mal impiden la formación de estos clubs; no deben pues tener mucha confianza en la bondad de sus actos desde el momento en que a toda costa tratan de impedir la reunión de los hombres honrados que pueden censurar su conducta; pero sépanlo esos torpes gobiernos y autoridades a pesar de sus esfuerzos para ocultar sus manejos, pronto daremos a conocer al público las notas de sus ilegales actos, que ya tenemos en cartera.

No podía esperarse menos de un Juez como Velázquez. Todo el mundo lo conoce, todo el mundo sabe quién es, pues ya nuestra publicación en el asunto Diez de Bonilla, hizo un retrato completo y acabado del Juez1 que hoy conoce de la causa de los Directores de este periódico.

El azote de la prensa, que es el título que en la actualidad tiene en todos los círculos por la inquina que ha desarrollado contra ella, no ha desperdiciado medio ninguno para hacerse acreedor al título con que hoy se le conoce. Perdido por mucho tiempo en la oscuridad, de su escaso intelecto, hoy ha figurado con la misión de patentizar la fuerza de la arbitrariedad y el despotismo.

Perdonable sería si la conducta observada con los Directores de este periódico fuera debida únicamente a las exiguas dotes intelectuales de un abogado de título incierto que por uno de tantos azares de la vida ha llegado a encumbrarse; pero en este proceso no ha jugado solamente la escasez de ilustración pues en él no se ventilan grandes problemas de derecho.

Hay algo más que está en la conciencia del Juez juzgador y del público que a él juzga: el proceso tiene visos de represalia y para mostrarlo vamos a dar a conocer a nuestros lectores algunos detalles.

La acusación proviene de un cacique de provincia, de un tal Córdova, Jefe Político de Huajuapan, Oaxaca, a quien levantó ámpula el que se le hubiera llamado arbitrario y déspota. No pudo soportar estos justos epítetos y envuelto en el impenetrable manto de la difamación, quiso pulverizar a quienes habían osado reprocharle su conducta oficial. Busca quien le represente en esta ciudad para desahogar su bilis y al fin encuentra quien abundando en sus ideas se presente a fulminar ante una autoridad bien escogida, un anatema de guerra sin cuartel. Este representante es un tal Quevedo, dizque Abogado, individuo que busca elementos de vida en la penumbra de los Juzgados Menores. Dicen algunos que solamente es tinterillo. No garantizamos la verdad de esta aserción; pero basta para conocerlo, saber que es el representante de Córdova y el acusador de los directores de “REGENERACIÓN.”

Quevedo anduvo peregrinando por todos los Juzgados Correccionales con su torpe querella de difamación, doblemente torpe por la causa en que se hace consistir y la forma de representarla; ninguno la aceptó, hasta que tropezó con Velázquez, quien ansiaba una oportunidad para descargar sus iras en contra de nuestros directores, y sin examen de ninguna naturaleza, preocupándose poco de analizar si había o no delito en el párrafo denunciado, dictó auto de aprehensión contra los Directores de este periódico.

Desde la primera declaración que los referidos directores rindieron, el Sr. D. Ricardo Flores Magón manifestó a Velázquez que él era el autor del artículo denunciado y que por lo tanto la prisión del Sr. Lic. D. Jesús Flores Magón era improcedente; pero Velázquez recordando nuestras amargas censuras en el escandaloso asunto Diez de Bonilla, dictó la formal prisión de ambos. La Suprema Corte de Justicia se encargará una vez más de dar a Velázquez la prueba de que procede ilegalmente.

Rendida la declaración de los Directores y aclarado lo que el Juzgado deseaba aclarar, la incomunicación era inútil, pero Velázquez ordenó una nueva incomunicación por diez días más, con el lujo de poner a las bartolinas una doble cerradura.

El Sr. Lic. Eugenio L. Arnoux2, defensor de los Directores, solicitó la libertad bajo caución de ambos y además la libertad protestatoria del Sr. Lic. Jesús Flores Magón, y el Juez Velázquez negó aquella PORQUE TENÍA TEMORES DE QUE SE FUGARAN. Aunque de antemano se suponía el Sr. Lic. Arnoux que ese incidente se tenía que resolver en sentido desfavorable, se necesitaba una prueba más de la tesis que venimos sosteniendo: que se está ejercitando una represalia.

Seguiremos publicando todas las arbitrariedades que cometa Velázquez en este asunto. Este Juez está ya juzgado en el asunto Diez de Bonilla. Sus tendencias están bien definidas.


1 Véase la serie “El Ministerio Público en la causa Velázquez”, Regeneración, no. 1, 7 de agosto, 1900; no. 2, 15 de agosto, 1900; no. 3, 23 de agosto, 1900 (firmado por A. Horcasitas); no. 4, 31 de agosto, 1900; no. 8 30 de septiembre, 1900. Véase también “El proceso Velázquez” en Regeneración, no. 6, 15 de septiembre, 1900, y “Wistano Velázquez perdonado” en Regeneración, no. 9, 7 de octubre, 1900.
2 Eugenio Arnoux. Abogado. Colaborador de Regeneración, primera época. Miembro de la “Asociación Liberal Reformista”.

Suplicamos a nuestros suscriptores se sirvan disculpar las deficiencias que se encuentren en este número, así como el atraso con que había salido.

Creemos que se nos perdonarán estas faltas involuntarias debidas tan sólo a la actual tiranía. A los Césares hay que culpar de nuestra falta de cumplimiento.

Es frecuente encontrar en los terrenos mejor cultivados o en las sementeras más meticulosamente trabajadas, algunos hierbajos que roban a la gleba, sus mejores jugos con detrimento de las plantas útiles.

En los pueblos pasa idéntica cosa con las personas. Los pueblos que por su ilustración, por su patriotismo y sus laudables ideales progresistas creeríase que eran incapaces de producir elementos disolventes, elementos contrarios a las aspiraciones liberales, y por lo mismo contrarios al orden y amigos de la anarquía; en esos pueblos, preparados para dar los mejores frutos, se encuentran como en gleba fecunda los hierbajos malditos, individuos que sin producir viven como parásitos agarrados febrilmente a la masa productora para crecer sin esfuerzo y para medrar sin trabajo.

En Monterrey, la Capital del Estado de Nuevo León, ciudad progresista y de indiscutible prestigio liberal, que cuenta con un pueblo trabajador patriota, valiente y digno, en esa ciudad en donde el cosmopolitismo ha disipado las preocupaciones añejas y las oscurantistas doctrinas, para dar lugar a las amplias ideas de progreso y de libertad, en esa ciudad y en medio del torbellino de un pueblo trabajador y activo, ha vivido su vida de reptil una asociación tenebrosa, que agazapada en la sombra para disimular su fealdad y su vergüenza, esperaba el momento oportuno de salir a luz y enloquecer con su peste a los hombres honrados.

Nos referimos a la vergonzante asociación que como un ultraje, como un grosero y soez sarcasmo a la honradez y a la virtud, lleva por mote “Unión y Progreso.”

Como por virtud de un conjuro, ese monstruo aguzó su lanceta, distendió sus anillos y preparó su veneno. Y el reptil salió a la luz, paseó por calles y plazas y exhibió su inmundicia.

Este monstruo, no podía, no puede tener bellos ideales; por esa razón deificó al absolutismo, hizo la apología de los tiranos.

Nosotros hemos dicho y sostenemos nuestro aserto: el Gral. Díaz no es liberal. Nuestra afirmación es fundada. El hombre que como el Presidente Díaz, hace a un lado la ley para ejecutar sus actos a su voluntad; que como el mismo Presidente, se impone y a su guisa aplica la ley, nunca puede ser liberal. Habrá sido liberal alguna vez, pero ha dejado de serlo desde el momento en que ha hecho trizas la Constitución para poder implantar la Dictadura; desde el momento en que mató el sufragio para poder reelegirse y elegir y reelegir a su antojo a todos, absolutamente a todos los funcionarios que debieran ocupar sus puestos por el voto popular y desde que mató las libertades amordazando a la prensa y persiguiendo tenazmente a los ciudadanos por el risible delito de ejercitar sus derechos. Ha usado, pues, la violencia, y ésta sólo es usada por las tiranías ¿y una tiranía puede ser liberal? No pude concebirse el maridaje de la virtud y el vicio.

Hemos estado en lo justo al declarar que el Presidente Díaz es conservador y que lo que llamamos República, no es más que una monarquía absoluta. Nuestro sistema de gobierno es una Dictadura militar de las más opresoras, y los ciudadanos son esclavos, son siervos.

El Ministro Reyes, por su parte tampoco es liberal. No puede ser liberal, y para cerciorarse de esta afirmación basta saber que fue un pequeño rey de las fronteras Norte de la República. Si el Presidente Díaz ha mantenido a la prensa independiente el Gral. Reyes la ha maniatado también y ha perseguido a los ciudadanos honrados reos del delito de conocer y ejercitar sus derechos.

Para destruir lo que está en la conciencia pública, no basta el vil cacareo de un círculo sin pudor, de un círculo como el de Monterrey que asombra por su bajeza.

Se concibe que el individuo que ha obtenido beneficios de cualquier tiranía, una vez que ha perdido toda noción de dignidad, porque es requisito indispensable en los regímenes despóticos que para obtener una gracia hay que hacer a un lado la honradez; se concibe, decimos, que el beneficiado pueda mostrar gratitud, pero por más que torturamos nuestro cerebro, no podemos comprender que el tiranizado, el befado, el escarnecido, el ultrajado o el escupido, pueda hacer alarde de reconocimiento por el ultraje de que ha sido víctima o por el escarnio de que ha sido objeto. Eso es imposible, y por lo mismo que es imposible, mueven a risa los esfuerzos que el vergonzante Círculo Unión y Progreso, hace para que se crea que la administración del Gral. Reyes fue una bendición, cuando todos los habitantes honrados de Nuevo León recuerdan con espanto tan desastrosa tiranía.

Durante esa espeluznante tiranía, todos medraron, menos los hijos del Estado; para todos hubo franquicias, y las extorsiones quedaron para los neoleoneses. El terror selló todos los labios y el militarismo implantó su rudo sistema; el de la fuerza bruta; y los caminos no produjeron trigo, sembrados como estaban de bayonetas.

El militarismo por el solo hecho de representar la fuerza material, inconsciente e irracional, es la representación de la tiranía, la síntesis de la violencia, y sabemos, además que las tiranías no son liberales.

Nunca pudo haber sido liberal el Ministro Reyes ni pudo haber libertad en la frontera Norte cuando los Pedro Hernández se multiplicaban en ambas márgenes del río Bravo…..

Con tales antecedentes administrativos, se comprenderá que es nula la simpatía que los neoleneses puedan sentir por el Ministro Reyes y los dignos fronterizos se malhumoran al recordar tan funesta administración.

El pueblo de Nuevo León, y en general toda la frontera Norte del país, se encuentra indignado por el ridículo en que ha pretendido ponerlo el Círculo Unión y Progreso de Monterrey, tomando su nombre para hacer pública y repugnante ostentación de impudicia. Ese pueblo reprueba los actos de servilismo efectuados por ese Círculo del Gral. Reyes, que ahora adula a este personaje y lo aclama para abandonarlo mañana, cuando el Partido Liberal triunfe.

Asquea la bajeza de ese desprestigiado Círculo que quiere el encumbramiento político para salir de su despreciable insignificancia, aunque para conseguir su objeto haya necesidad de escupir la dignidad y encubrir su crimen con un barniz de vergonzante honradez.

Triste es el papel de ese Círculo que tiene la canina resignación de lamer las plantas del amo que lo azota, y triste es también la situación del pueblo fronterizo que tiene la desgracia de perder su vigor y su fuerza para nutrir a esa hierba Maldita.

De buena o de mala fe, cree la Dictadura, más bien dicho pretende hacer creer que el escándalo motivado en Lampazos por la servil soldadesca, fue obra de una conspiración política o cosa parecida.

Nuestros lectores saben perfectamente que los clericales aliados a la tiranía, tuvieron el mal gusto de calumniar a los honrados ciudadanos que forman el “Club Liberal Lampacense” y que por virtud de esa calumnia se encuentran sujetos a proceso el Sr. Ing. Naranjo [Hijo] y sus estimables compañeros, todos ellos distinguidos liberales fronterizos.

Los perseguidores, para explicar su incalificable conducta, andan propalando la especie de que los miembros del “Club Lampacense” estaban de acuerdo con los ciudadanos que tomaron las armas en el Estado de Guerrero para evitar la presión oficial en las elecciones.

Tan burda calumnia ha sido acogida favorablemente por los periódicos asalariados y parece que ha dado por resultado un sinnúmero de pesquisas atentatorias.

Al Sr. D. Filomeno Mata, se le molestó en sus papeles con cualquier pretexto, pero con el fin de encontrar documentos relativos a lo que los desvergonzados aduladores llaman la “Revolución de Lampazos.” La comisión, como era de esperarse, se encomendó al inepto Juez Wistano Velázquez, quien está a caza de oportunidades para distinguirse por su manía aduladora, ya que su insignificante ilustración y su dudosa inteligencia, lo ponen en el último lugar de los funcionarios mediocres.

Con lujo de precauciones, Wistano Velázquez se presentó en las oficinas de nuestro apreciable colega  el “Diario del Hogar” y dicho individuo indico al Sr. Mata que se le entregara la correspondencia de Lampazos, sin duda para formarse una idea de toda la magnitud de tan importante resolución iniciada con los atronadores estallidos y el formidable estruendo…………… de un Judas incendiado.

Por supuesto que Wistano no encontró los planes revolucionarios por más que hurgó por todos los rincones.

Es ridículo que se pretenda dar seriedad al trivial hecho de la quemazón de un pelele.

Importancia y mucha debe darse a las vejaciones de que son objeto los hombres honrados, suma importancia debe darse también al escándalo provocado por la soldadesca, para decir después que el escándalo fue provocado por ciudadanos de orden.

En vano se pretende paliar la rudeza del atentado llevado acabo en la en la persona de los patriotas lamapacenses, con procedimientos entresacados de la necia urdimbre de cualquier novela por entregas.

El Popular, vergonzosamente papel que quiere arrebatar a su colega El Imparcial la subvención, que, a cambio de su honradez recibe de la pésima administración del Presidente Díaz, descarga su ira sobre nosotros, pretendiendo ahogarnos con su hiel.

Recordarán1 nuestros ilustrados y dignos lectores, que censuramos con la dureza requerida el servil proyecto del imperialista Gobernador Cantón, que consiste en la erección de una estatua al Presidente.

Dijimos que es ridículo levantar estatuas a los monarcas vivos y que el Gral. Díaz no ha hecho mérito para granjearse ese símbolo de la gratitud nacional.

Estuvimos en lo justo, porque nos parece un si es no es burlesco el hecho de que el pueblo esclavizado levante estatuas a quien le ha puesto las cadenas.

Esto, o no lo comprende El Popular o ha llegado al colmo del cinismo.

Sólo cuando hallamos llegado al último extremo de la degradación, podremos cantar himnos a la tiranía, pero mientras conservemos, aunque sea un resto de nuestra dignidad de hombres, estaremos dispuestos a luchar por la reconquista de nuestros derechos, más bien que aplaudir al que nos los ha arrebatado.

Continúe El Popular y los demás compañeros suyos agasajando al Poder, pues que para eso lo mantiene el Gobierno, pero le advertimos que el pueblo sabe bien lo que es ese papel y no se deja engañar.

El desprecio del público le hará comprender lo desairado e innoble de su empresa.

Debe saber El Popular que cuando los tiranos mueren, mueren también sus estatuas y que los primeros demoledores de esos monumentos son los que los levantaron.


1 Véase supra, art. núm. 547.

A despecho de las afirmaciones que la prensa gobiernista hace acerca del estado en que se encuentra la República, y que esta prensa corrompida se esfuerza en demostrar que es uno de los más bonancibles periodos de la vida nacional, vamos a manifestar el malestar que por todas partes se hace patente.

Campeche, como los demás Estados de nuestra infortunada Patria sufre las consecuencias del más agobiador de los nepotismos.

La tiranía se ha acentuado en ese Estado de un modo alarmante, tanto, que el Partido de Carmen pretende separarse del Estado para quedar reducido a Territorio Federal, prefiriendo la abrumadora tiranía del Centro, a la escandalosa opresión de los caciquillos de provincia.

Campeche está arruinado. Por el último censo se ve que su población ha disminuido. En cinco años se nota una diferencia de tres mil quinientos ochenta y cuatro habitantes.

La ciudad del Carmen que por su comercio era de mayor importancia que la de Campeche, está muerta y sus habitantes huyen de ella como de un lugar apestado.

Todas las desgracias de Campeche, se deben a la perniciosa influencia que ejerce el ex ministro Baranda y toda la camarilla de su pariente Mac Gregor que ha pesado sobre el Estado como una plaga.

Contentísimos estaban los sufridos campechanos con la caída política de D. Joaquín Baranda, creyendo que con este motivo caería también la tiranía de Gutiérrez Mac Gregor, que se ha hecho odiosa. Pero con gran disgusto de los buenos ciudadanos, se supuso que el cacique había obtenido el consentimiento de la Dictadura para continuar haciendo la desgracia de Campeche.

Los Campechanos están hastiados de tanta tiranía. Las persecuciones injustas se suceden con escandalosa frecuencia, y el desbarajuste administrativo no tiene trazas de concluir.

Sin embargo de tanta opresión y a pasar de tan bochornosa tiranía, los aduladores seguirán entonando alabanzas al cesarismo.

Con estos datos, todavía tendrán los aduladores el descaro de declarar que tenemos un régimen paternal y que sólo los turbulentos nos atrevemos a atacar una administración, como la del Gral. Díaz, para la que la historia nomás tendrá frases de justo reproche.

Desearíamos saber si esta conducta del cesarismo es uno de los méritos para levantarle estatuas.

Campeche se arruina y la culpa la tiene el Presidente por su afán de impedir que el pueblo ejercite sus derechos. Estos serán los méritos que invocará para pretender reelegirse dentro de tres años, pero el civismo comenzara a dar señales de vida y no permitirá que se entronice más en el poder, nombrando, en cambio, a un ciudadano que respete la ley y que no será, por cierto el ex Gobernador de Nuevo León, Bernardo Reyes.

Basta de ya de hablar. La Nación necesita hombres de seso, considerando anacrónica la imposición de los hombres de machete.

Cansados estamos de decir que el Ministro Reyes odia a los Clubes liberales, y principalmente a los de la Frontera Norte de la República, porque son los mejor informados de sus desmanes políticos y los que mejor comprenden el peligro que amenazaría al país con la imposición de una tiranía más agobiadora que la del Presidente Díaz, o al menos como la de éste, en caso de que para desgracia de nuestra Patria, el ex Gobernador de Nuevo León llegase a ocupar la Presidencia de la República.

Hicimos saber al público en varios de nuestros anteriores números1, que Barreda, el famoso caciquillo de Candela, Coah., llevó hasta el exceso su servilismo y su adulación a la Dictadura persiguiendo y modificando a los miembros del Club Liberal Ignacio Zaragoza.

Los miembros del citado club han sido víctimas de las más ultrajantes vejaciones. El Vicepresidente desempeñaba el cargo de preceptor de la de la escuela Oficial y se le destituyó  porque es honrado y además, ser liberal. Uno de los vocales, también era preceptor, fue destituido por el mismo horrible delito de amar a la Patria. A estas dos personas se les ordenó que en el término de tres días salieran de la población.

A la administradora de correos se le destituyo por el delito de ser esposa del digno liberal Sr. Catarino Salinas, miembro del Club de Candela. En su lugar fue colocado un sobrino de Barreda.

Tan brutal inquina, motivó no la disolución del Club de Candela sino la separación de sus miembros de esta población en la que sus personas estaban a merced del cacique Barreda, instrumento ciego del Ministro Reyes.

No ha habido pues tal disolución del club Liberal Ignacio Zaragoza, como venenosamente lo anunció el Imparcial.

Sabemos que la carta que apareció en este sucio papel como dirigida por el Sr. Ingeniero Pérez, Presidente del Club de Candela, fue arrancada de dicho señor  apremiándolo a firmarla.

Por lo anterior vemos que toda la alharaca que El Imparcial y sus congéneres armaron acerca de la disolución del Club de Candela, no ha sido más que una superchería para poner en ridículo al Partido Liberal.

Pero la Dictadura no ha conseguido su objeto, por el contrario, con tales abusos cometidos contra los ciudadanos honrados, no ha hecho más que acabarse de desprestigiar, si es que todavía pudo desprestigiarse más.

No nos parece cuerdo el procedimiento empleado por la tiranía para amedrentar a sus enemigos. El terror es ineficaz para sojuzgar conciencias porque lo que se hace es crear el odio.

Decididamente sólo el pestilente Círculo Unión y Progreso, pueden tener la desfachatez de organizar pantomimas para pretender hacer creer a los ciudadanos, que los militares Díaz y Reyes son liberales.


1 Véanse supra, arts. núms. 391, 442 y 451.

La tiranía del Centro en general y la de Izábal en particular, se han sentido ofendidas con la creación del Club Liberal “Ignacio Pesqueira.”

La organización de dicho club se debe a los distinguidos ciudadanos y enérgicos periodistas sonorenses, Sres. Lic. Manuel R. Parada, Jesús Z. Moreno y Belisario Valencia, y su instalación se efectuó en Hermosillo, capital del oprimido Estado de Sonora.

La instalación de dicho club, ha dado tema a los periódicos del Gobierno para desahogar la rabia que se apodera de ellos, cuando ven que a despecho de la brutal opresión del Poder, los hombres de firmes convicciones no transigen con el abuso y saben luchar con entereza desafiando la inquina oficial.

Pueden hablar cuanto gusten esos papeles venales: el pueblo no hace aprecio de sus vociferaciones.

Felicitamos a los apreciables caballeros Lic. Manuel R. Parada, Jesús Z. Moreno y Belisario Valencia y demás miembros del naciente Club Liberal “Ignacio Pesqueira” por la instalación de la nueva agrupación que ejercerá benéfica influencia haciendo que el pueblo conozca sus derechos.

Felicitamos igualmente al gran Partido Liberal de la República por contar por una corporación compuesta de ciudadanos avezados en las luchas políticas.

Por nuestra parte, ponemos “Regeneración” a las respetables órdenes del Club Liberal “Ignacio Pesqueira.”

Enérgico y valiente como siempre ha vuelto a la lucha nuestro apreciable colega sonorense, El Sol de Hermosillo, que por algunos meses se suspendió en virtud de las inicuas persecuciones de que fue víctima su inteligente Director Sr. Belisario Valencia.

Con gusto hemos recibido su visita, pues paladines como este, siempre son leídos con agrado, admirando el valor civil que campea en sus escritos.

Felicitamos al Sr. Valencia por su constancia y ánimo inquebrantables. Luchadores como él necesita la causa de la libertad, esto es, infatigables y valientes.

Deseamos que el colega, en su nueva época, sea más afortunado sufriendo menos persecuciones, y decimos menos, porque en esta época de relajación política, los hombres no tienen garantías.

A luchar, valiente colega, que sólo con brío se triunfa. No hay que desmayar sino seguir adelante, siempre adelante.

Es forzoso que informemos al público de algunos detalles de nuestro proceso, para subrayar las arbitrariedades desplegadas por el Juez primero correccional Wistano Velázquez.

Un tal Enrique A. Quevedo, sujeto ventajosamente conocido por los tinterillos que merodean por los juzgados menores, presentó querella de difamación contra nosotros como apoderado de un individuo, Luis G. Córdoba, ex Jefe Político de Huajuapam de León, Oaxaca. El delito se hizo consistir en un párrafo que se publicó en el número 36 de nuestro periódico con el título de Instintos salvajes1. Se informaba al público en ese párrafo que Córdoba había apaleado, sin consideración alguna y abusando de su carácter de Jefe Político, a un señor Leyva, porque este señor se opuso a que se le despojara de una parte de su propiedad que Córdoba pretendía ocupar con un camino público, sin las solemnidades legales.

Lo anterior delinea la fisonomía moral de Córdoba: si un particular se opone al despojo, lo apalean; si un periódico denuncia esos actos, se querella. Y tropieza con un abogado que siente la nostalgia de los negocios y con un Juez adolorido como Velázquez, que acoge la querella con una sonrisa de triunfo, querella que pasó vergonzante y fustigada por los demás juzgados correccionales. Los malos funcionarios se prestan mutua ayuda.

A pesar de nuestras alegaciones en la declaración preparatoria, el Juez pronunció auto de formal prisión contra nosotros, irritado, quizá, por nuestra franca declaración sobre que no tenemos fe en la justicia, declaración que pugna con la vulgaridad de que hay que tener fe en ella. Ese auto confirmó la arbitrariedad de nuestra aprehensión.

En efecto, el Juez Velázquez ignora que las órdenes de aprehensión deben fundarse y motivarse, por lo que la suya llegó al bufete del Inspector General de Policía desligada de todo compromiso con la ley constitucional.

Además, el Juez debió, antes de proceder contra nuestras personas, exigir del querellante que se comprobase el dolo, que es una de las constitutivas del delito de difamación. Sin esa comprobación previa, el Juez se manifestó ligero (ligereza que se acostumbra con los periodistas) al dictar la aprehensión y al pronunciar su burdo auto de prisión formal.

Pero no solamente obró de ligero Velázquez en este punto, sino también en el de admitir una querella que no promovía directamente el querellante. En las querellas de parte no es admisible el poder, y no lo es porque, en primer lugar, las leyes penal y civil lo prohíben cuando ordenan que dichas querellas deben promoverse solamente por la parte interesada y que los actos personalísimos no son susceptibles de ejercitarse por medio de mandatario, y en segundo lugar, porque no estando reglamentado por la ley el mandato en materia penal se ignora cuáles sean las condiciones jurídicas que deban llenar las respectivas escrituras y cuáles las solemnidades externas que deban cumplirse para que surtan efectos contra terceros.

Pero sería exigencia nuestra si pidiéramos del nebuloso cerebro del Juez primero correccional la gestación y desarrollo de esos raciocinios jurídicos ligeramente expuestos, y veamos si ha tenido algún rasgo de inspiración en las dolorosas convulsiones de su estreñimiento intelectual.

Ha pasado entre nosotros, como una tradición bochornosa emanada de la reforma del articulo 7º constitucional, que la ley aplicable a los delitos de imprenta es el Código penal. Así se ha practicado por los muchos Velázquez y Pérez que han abundado en la judicatura, y así se sigue practicando por los que sienten bambolear su situación y desean apuntalarla con servicios políticos.

La ley aplicable es la Orgánica de Libertad de Imprenta. En efecto, la sospechosa reforma del articulo 7º constitucional, forjada en términos vagos para que por ella se introdujese la vulgar chicana del tinterillo, despojó a los periodistas del fuero que gozaban de ser juzgados por tribunales populares. La medida fue de alta política, de política turbia, por desgracia. El tribunal del pueblo era una amenaza para un Gobierno que empezaba a tener en contra la opinión del pueblo. Los periodistas podrían ser juzgados en justicia por ese tribunal. Para evitarlo se ocurrió a la reforma y se depositaron los procesos de los periodistas en manos de jueces que, si bien deben ser elegidos por el pueblo conforme a la ley, de hecho son impuestos por el Gobierno, quien tiene en ellos (los hay honrados y probos) instrumentos manejables a capricho, y más aun en esta clase de asuntos, cuando la aspiración dictatorial de nuestros mandatarios (vocablo anacrónico e irrisorio) es la supresión de todo lo que significa independencia y carácter.

Pero esa reforma no se atrevió a escandalizar destruyendo el principio. Éste quedó vivo y palpitante, como una protesta a la chicana que a guisa de grillete se ciñó al pie del articulo 7º constitucional. De tres partes se compone este precepto. La primera se refiere a la inviolabilidad de escribir y publicar escritos sobre cualquiera materia. Principio amplio y liberal que tiene tres taxativas en el periodo siguiente del mencionado artículo: el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. La última parte del articulo, la que sufrió la imprudente reforma referida, señala el procedimiento, es decir, prevé la forma o modo de juzgar a los que, violen las taxativas indicadas. La reforma, pues, se refirió al procedimiento únicamente, dejando en pleno vigor el liberal principio conquistado después de sangrientas luchas con la tiranía.

Si se compara el articulo 7º de la Constitución con la ley orgánica de la libertad de la prensa, reglamentaria de los artículos 6º y 7º de la Constitución Federal de 4 de febrero de I868, podrá observarse lo siguiente: El articulo Iº de dicha ley es la transcripción del articulo 7º constitucional; esto es: comienza la ley orgánica por plantear el principio liberal sobre inviolabilidad de escribir y publicar escritos sobre cualquiera materia, por señalar las taxativas que esa libertad tiene y por señalar el procedimiento. En seguida, en los artículos 3º, 4º y 5º, precisa en que consisten las faltas a la vida privada y a la moral y el ataque al orden público y en los artículos 6º, 7º y 8º sanciona la penalidad que corresponde a los violadores de las tres taxativas mencionadas. En los artículos 3º a 8º se refiere, pues, a la segunda parte del articulo 7º constitucional. En los artículos 9º y siguientes determina el procedimiento que debe seguirse en los casos en que no se respeten las tres taxativas mencionadas.

De manera que la ley orgánica referida es congruente en todo con el artículo 7º, y si la reforma que este sufrió se refiere únicamente a su tercera parte, la ley orgánica quedó derogada parcialmente, esto es, quedaron derogados los artículos 9º y siguientes, que corresponden exactamente a lo reformado de la disposición constitucional.

Pero es imposible que el Juez Velázquez pueda comprender lo anteriormente expuesto, y menos aún lo que sigue.

En nuestra información nos hemos referido a Luis G. Córdoba en su carácter de Jefe Político de Huajuapam de León. Con tal carácter pretendió despojar a Leyva de un terreno para dedicarlo a un camino público, y como Leyva se opusiera a ser despojado, lo apaleó Córdoba. Esto fue público en Huajuapam. No relatamos pues, un acto de la vida privada de Córdoba. Pero para discernir esto y precisar el limite entre la vida privada y la pública de los individuos es insuficiente el mediocre intelecto del Juez Velázquez, que jamás se ha distinguido (como funcionario, conste) por su sabiduría y prudencia.

Aconsejamos al Juez Velázquez venza su repugnancia de hojear libros e ilustre su criterio leyendo en el Diccionario de la Lengua Castellana: “Vida privada: la que se pasa con quietud y sosiego, cuidando sólo de su familia e intereses domésticos, sin entrometerse en negocios ni en dependencias públicas.”

No puede ser más clara y terminante la definición anterior. Desde el momento que el individuo entra a la vida pública social o política, los actos que ejercite caen bajo la censura del público, y el periódico puede recogerlos y comentarlos en cumplimiento de una función moralizadora que el Juez primero correccional se niega a comprender y analizar.

Si cualquiera individuo que entra a la vida pública social está sujeto a censura, ¡con cuánta más razón debe estarlo el funcionario público que ya no solamente se olvida del respeto que debe conquistarse como hombre, sino que no sabe respetarse como funcionario! Cuando esto acontece, la critica implacable moralizadora de la prensa no debe retroceder, porque ejercita un derecho que le confiere un artículo constitucional, y el funcionario que se atreva, como Velázquez se ha atrevido, a violar ese derecho, debe estar sujeto a la más acre de las censuras, mientras un tribunal corrija sus desmanes por exigirlo así la conveniencia social y el prestigio de la autoridad.

Suplicamos a nuestros lectores se sirvan perdonarnos que nos ocupemos de nosotros en este ligero bosquejo de la causa judicial que se nos instruye; pero era forzoso, repetimos, subrayar las arbitrariedades del Juez primero correccional. Ya nos ocuparemos de otros detalles interesantes.


1 Véase supra, art. núm. 496.

El Juez 1º Correccional, ansioso de dar un toque más crudo a sus actos arbitrarios, no quedó conforme con habernos aprehendido y tenernos sin motivo legal alguno, rigurosamente incomunicados durante trece días, con la especial recomendación de que nuestras bartolinas estuviesen cerradas con cerrojos y llaves, lo que con ningún otro procesado se acostumbra. Necesitaba otra víctima y ordenó la aprehensión de D. Filomeno Mata y la clausura de su establecimiento tipográfico.

La orden se llevó a efecto y el Sr. Mata fue conducido a la cárcel General rigurosamente incomunicado y el establecimiento tipográfico clausurado. Estos hechos arbitrariamente, se efectuaron el día 5 del corriente.

Se procesa al Sr. Mata por haber publicado en su tipografía el número de «REGENERACIÓN» que denunció Córdova.  En otra parte de este número1 podrán ver nuestros lectores que no hemos cometido delito alguno, por lo tanto, el Sr. Mata sufre una prisión arbitraria.

Pero lo más grave, lo que indigna, lo que abofetea, lo que infiere una ofensa tremenda a la ley y un agravió escandaloso a la sociedad, es la clausura del establecimiento tipográfico, y por ende la supresión de nuestro colega «El Diario del Hogar.”

Parece que el Juez Velázquez desea vengarse de la Suprema Corte1 al ejecutar un auto contrario a la jurisprudencia de este elevado Tribunal.

En efecto: la corte ha ordenado libremente en multitud de casos, la devolución de las imprentas que la torpeza de los jueces, azuzada por el deseo de prestar servicios políticos para asegurar un puesto vacilante a fuerza de ineptitud, había ordenado clausurar. Repetiremos únicamente los fundamentos que ha tenido el Primer Tribunal de la República para ordenar esas devoluciones.

1º- La Corte ha  declarado que la publicidad no es una constitutiva del delito de difamación, sino una circunstancia agravante. Esta declaración está sancionada por el artículo 656 del Código penal. Si, pues la publicidad no constituye el delito y lo que debe decomisarse, conforme al artículo 196 del máximo código, es el instrumento del delito, a la imprenta no es aplicable esta designación legal, toda vez que ella no sirve para cometer el delito, sino para construir la agravante.

2º- La Corte ha declarado que, en el falso supuesto de que la imprenta fuera instrumento de delito de difamación, ella no podría ser decomisada antes de que se pronuncie sentencia definitiva ordenando este decomisó. En efecto: se trata de un objeto de uso lícito, por más que el Juez Velázquez, despechado por haber figurado en las columnas periodísticas durante largo tiempo, pretendía tachar de ilicitud la nobleza de la imprenta. Como objeto de uso lícito, solamente podría decomisarse con el concurso de dos circunstancias (artículo 107 del Código Penal): que se haya pronunciado sentencia definitiva y que el objeto sea de la propiedad del delincuente o de otro, si lo complicó con conocimiento de este. En este caso no han intervenido estas dos circunstancias y como no hay artículo alguno que autorice al Juez para embargar, intervenir o secuestrar el instrumento de delito de uso lícito, Velázquez ha cometido una arbitrariedad  atropellando los derechos que al Sr. Mata confiere el artículo 27 Constitucional.

3º- La Corte ha declarado, al suspender los atropellos que al clausurar cometen los Wistanos que abundan en la judicatura nacional, que mayores perjuicios se causan al individuo con el decomiso de las imprentas, que los que pudieran originarse a la sociedad con el funcionamiento de esas máquinas del progreso. Esta declaración no puede ser más liberal, ni más antagónica con las teorías retrógradas de los Jueces Velázquez. Viendo el caso especial del Sr. Mata, en el que la monstruosidad del procedimiento se abulta por la torpeza del funcionario, veremos que el Juez Velázquez clausura todo un establecimiento tipográfico, una casa editorial, de cuyas prensas no solamente brotaba REGENERACIÓN fustigando a los funcionarios pésimos, sino que surgía nuestro colega El Diario del Hogar haciendo su liberal propaganda y multitud de trabajos de tipografía conquistados a fuerza de laboriosa constancia. La clausura del establecimiento cegó esta corriente de difusión doctrinaria liberal y progresista y deja cruzado de brazos y despojado de recursos a un propietario honorable. Esta es la arbitrariedad más burda del Juez Velázquez. Esto es lo que irrita y abofetea, esto es lo que ultraja al individuo, a la ley, a la sociedad, a la justicia, al sentido común.

Porque no puede explicarse satisfactoriamente el procedimiento abusivo de este Juez arbitrario. Si la imprenta fuera instrumento de delito y el Juez tuviera facultad para secuestrarla, no sabemos en que estrecho y rudimentario cerebro puede concebirse que varias prensas, centenares de cajas de letra y multitud de útiles indispensables a una casa editorial, hubieran servido para la publicación de un semanario. El Juez ha cometido un atropello a la sociedad y a la ley. Esperamos que la vindicta pública sea inexorable, cuando haciendo uso del consejo que nos dio el Juez al tomarnos la declaración preparatoria, exijamos, implacables, la responsabilidad que le resulte por sus actos cruelmente arbitrarios y atentatorios para ejemplar escarmiento de funcionarios sin conciencia.


1 Véase supra, art. núm. 578.

Hemos llegado al extremo de la más apremiante tiranía. Creíamos que la Dictadura había de tener el pudor, ya que está vieja y caduca, de permitir a los ciudadanos la libre manifestación de sus ideales; creíamos que el tiempo de las inicuas persecuciones había concluido y que la justicia ampararía ampliamente a los hombres honrados. Pero nuestra creencia se ha desvanecido y el estupor ha ocupado el lugar de la confianza, al ver que la Dictadura se ha quitado la careta y que la Justicia ha trocado su espada por el asesino alfanje del sarraceno.

La Dictadura se ha quitado la careta y encuentra cierta voluptuosidad morbosa mostrando su deformidad.

Durante más de veinte años, esa deformidad, esa lamentable fealdad, se nos presentó con el dorado barniz de las democracias. Los más atroces atentados a las garantías individuales, se nos explicaban de un modo tal que los idiotas no titubeaban en dar la razón a los más absurdos desmanes del Poder.

Pero la parte sana del País comenzó a hacer ostensible su disgusto, ya los hombres de seso no podían soportar por mayor tiempo tan burda mistificación, y con el valor que se comunican los grandes ideales un grupo de dignos ciudadanos dio en San Luis Potosí la voz de alarma y convocó a los hombres de buena voluntad a congregarse a fin de evitar los avances del clericalismo que desafortunadamente ha tenido como decidido aliado al actual Presidente de este remedo de República, porque el clericalismo y la milicia siempre se han ayuntado para oprimir a los pueblos. La tiranía no es otra cosa que la amalgama del bonete y del sable.

Para impedir los desastrosos efectos de esa tenebrosa alianza, para destruir el embrión maldito que el monstruoso contubernio produjera y para evitar que un pueblo libre como el nuestro cayera en la abyección de una vergonzosa servidumbre, los ciudadanos honrados de San Luis Potosí se agruparon, formaron un Club liberal, el enérgico y viril Club “Ponciano Arriaga,” y hablaron a los hombres de buena voluntad para que unidos, trabajando conjuntamente por las mismas ideas democráticas, se tratara de ilustrar al pueblo en sus derechos para impedir los abusos del Poder, excitando a las autoridades a cumplir con las disposiciones legales.

La voz de los potosinos fue escuchada y los clubs se multiplicaron en la vasta extensión del territorio nacional, y siguen multiplicándose actualmente.

El avance de las doctrinas democráticas chocó al Ministro Reyes y al conservador Presidente de nuestra oprimida República. Las liberales ideas de los hombres honrados no pueden conciliarse con la personalista conducta de la Dictadura, y ésta azuzó a sus papeles para que vomitando injurias hicieran desistir de su empresa a las nacientes agrupaciones patrióticas.

Antes, como arriba decimos, la tiranía oropelada sus maquinaciones y hacía creer a los cándidos que la libertad era un hecho. Ahora ante el formidable progreso de las ideas liberales, la opresión ha temblado, porque ha comprendido que el pueblo no se dejará engañar más y se arma de la ley para exigir sus derechos. Viendo que es imposible el engaño, la tiranía comienza a blandir sus gastadas armas sintetizadas por el terror. Los papeles semioficiales han declarado que la tiranía es necesaria y que la labor de los clubs liberales es desquiciadora. A ese resultado hemos llegado. Ya no se ocultan las tendencias monárquicas, sino que, por el contrario, se hace la apología de ellas.

Los liberales, ya que nos preciamos de serlo, debemos exigir al Gobierno, que sea franco. Las hojas pagadas por el Tesorero de la Nación, han dicho que existe una Dictadura y como ella es contraria a nuestras instituciones y demás, la declaración es semioficial, inferimos lógicamente que el actual Gobierno ha insinuado tal declaración, pues sabemos que las hojas semioficiales no obran sin indicación del Poder.

El Imparcial en su número de 27 del pasado de Mayo da a comprender que la tiranía es necesaria. Basta leer el editorial titulado: “Los Clubs y la Democracia.—Los principios y los intereses,” para cerciorarse de que la Dictadura se ha quitado la careta.

Pero los ciudadanos necesitamos que la misma Dictadura obre con franqueza, y si está dispuesto el Presidente Díaz a continuar impidiendo a los ciudadanos que ejerciten sus derechos, que así lo declare por medio del Diario Oficial y nosotros, con la entereza con que acostumbramos abordar los más espinosos asuntos de su autocrática política, enérgicamente exigimos que manifieste sin reticencias ni rodeos si está conforme con lo asentado por El Imparcial, pues, repetimos, ese periódico no obra conforme a su conciencia, porque no la tiene, sino que recibe las inspiraciones del Poder, da a conocer los propósitos del Gobierno.

Ya es necesario que no vivamos engañados y por tal motivo formalmente interpelamos al Diario Oficial, para que nos diga si considera buena la actual tiranía; si considera maléfica la propaganda democrática, entiéndase bien, democrática; si la situación de los clubs es peligrosa para el país y si estamos condenados a soportar indefinidamente la Dictadura.

Hable con franqueza el Diario Oficial para saber a qué atenernos y sépase de una vez, que por más que se diga que es necesaria la tiranía, no estamos dispuestos a soportarla porque es indigno de hombres acatar imposiciones que rebajen la dignidad.

El espíritu menos observador puede notar en las columnas de los periódicos asalariados un afán, un deseo vergonzante de torpe engaño, pretendiendo hacer creer al pueblo que la situación política y económica de nación es halagüeña y el porvenir espléndido.

Se nos pretende hacer creer que las libertades son respetadas y que solamente una docena de inquietos no estamos conformes con la marcha de la administración actual.

En medio de todas esas noticias, de todas esas apreciaciones favorables al Gobierno opresor que nos está preparando la ruina, al tiránico Gobierno que nos ha arrebatado nuestras libertades, se ve correr solapadamente, con discretas ondulaciones de culebra, un repugnante deseo egoísta.

Ese deseo egoísta es el alma de todas las informaciones de los periódicos gobiernistas, que queriendo parecer honrados, ocultan, como el ladrón oculta su delito, el deseo que tienen de que el general Díaz continúe en la Presidencia aun después que concluya el periodo actual.

Y ese deseo se agazapa en todos los artículos sin atreverse a salir francamente. Esa pasión servil anima los editoriales y se asoma en las gacetillas y corre de un lugar a otro del periódico venal siempre precavido siempre vergonzante, siempre oculto como el delito de ladrón.

Y es natural. La pretensión servil, que consiste en el deseo que el general Díaz continúe por más tiempo ocupando la Presidencia, como hasta aquí, contra la voluntad de los hombres honrados, no puede mostrarse con franqueza porque esa pretensión está desprestigiada; la idea no prosperará más.

El pueblo está harto de opresión. Sus hombros no son ya aquellos robustos hombros que gracias a las pasivas voluntades de los oprimidos podían soportar la rudeza supina del látigo del encomendero. El pueblo está harto de opresión, ya no soporta la tiranía. El pueblo quiere libertad, y dentro de la ley se apresta a trabajar por ella; dentro del orden quiere ejercitar sus derechos. Pero tan noble deseo no es comprendido; a la labor honrada se la considera labor revolucionaria, labor anarquista, disolvente e inmoral.

Y para combatir tan noble trabajo se le calumnia y se deja entrever, se deja sentir ese deseo egoísta que corre vergonzante de uno a otro lado del periódico, agazapándose en todos los artículos y asomándose en todas las gacetillas, el deseo que consiste en que el Gral. Díaz continúe por más tiempo, aun después de este período, ocupando la Presidencia de la República para hacer la desgracia de la Nación; pero, como decimos, el repugnante deseo vive solapado, oculto, como el delito del ladrón.

Y en verdad que el solo deseo es un crimen. La pretensión, por sí sola, es un atentado, una injuria a la libertad, porque se pretende hacer interminable la etapa más obscura más opresora y tiránica de nuestra vida nacional. Se quiere extender, hacer más grande el opresor período, aunque con tanta tiranía acaben de afeminarse los caracteres y no haya una sola voluntad que se alce airada en contra del Poder.

En eso consiste el deseo, y por tal motivo no se atreve a declararse con franqueza, y, como los reptiles, procura deslizarse prudentemente por temor a que hagan ruido sus escamas. Vive de engaños porque la idea esta desprestigiada y es vista con desprecio.

Por fortuna, el espíritu político comienza a despertar y cuando el caso así lo requiera hará sentirse la voluntad nacional. El espíritu público se encuentra en estos momentos como el organismo que sale de un largo descanso. Necesita orientarse, y a tal fin debemos emplear todas nuestras energías, para que dentro de tres años, cuando se trate de burlar el voto de la nación los ciudadanos no se dejen sorprender y den su voto por un hombre honrado, liberal y patriota, que tenga firmes convicciones liberales y no sea afecto a tiranizar como el ministro Reyes, ni aristócrata y de nacionalidad dudosa como su colega Limantour.

Nosotros, a fin de no dejar que se sorprenda a los ciudadanos, damos a conocer la criminal intención de los periódicos gobiernistas. No podemos permanecer in diferentes a la idea de que el general Díaz pudiera reelegirse otra vez, pues creemos que basta con la burla que se ha hecho a la democracia reeligiéndose hasta que ha querido.

La nación ha soportado tanta opresión, creyendo, equivocadamente, que ella sería benéfica al país y hasta se tuvo como verdad la absurda teoría de las autocracias necesarias; llegó a darse la razón a la imposible y desquiciadora doctrina de los hombres necesarios.

Desgraciadamente nuestra obcecación tuvo la necesidad de comprobar el absurdo de un modo que nos ha arruinado. Se creyó que era necesaria la tiranía y estamos palpando que, en efecto, ha sido necesaria para embrutecer al pueblo, para agotar voluntades, único fin a que aspiran las tiranías para ejercitar sin riesgo su imprudente opresión. Muerto el espíritu público, la imposición de cualquiera autocracia es cosa fácil.

Y ahora, cuando se han despejado las inteligencias y se ha hecho la luz en la obscura idea, en la negra obsesión de la necesidad de la tiranía, nos encontramos con la amarga visión de un pueblo degradado, hecho para la pasividad y reacio a todo lo activo, a todo lo que sea movimiento, y que en medio de su atrofia cerebral conserva aun algo de dignidad que es necesario estimular, que es forzoso robustecer si no queremos vernos absorbidos por la implacable sed de absorción de nuestros audaces vecinos.

Necesitamos trabajar para que despierte el pueblo, y para ello necesitamos también de la ayuda de las autoridades, la ayuda del Gobierno, pero no esperamos tal ayuda del actual Gobierno, sino del que sea emanado del pueblo. El Gobierno del general Díaz, hermanado con el clericalismo vicioso y la soldadesca ensoberbecida, este Gobierno, que es el representante genuino del partido de las sombras, nunca educará al pueblo. Por eso los hombres de buena voluntad debemos trabajar porque el actual Presidente no se reelija dentro de tres años, sino que salga y con él caiga también el necio partido conservador para no volverse a levantar jamás.

Trabajemos porque ya no haya reelección, que no se haga más burla de la democracia y pongamos en la Presidencia a un ciudadano que sea liberal, honrado, patriota y progresista, sin dar oídos a los consejos de los serviles, que no se han conformado con medrar a la sombra de un Gobierno opresor, sino que tienen el antipatriótico proyecto de derrumbar nuestra nacionalidad, que no a otra cosa nos arrastrará una autocracia barnizada de legalidad, como la que tenemos el infortunio de soportar.

Trabajemos los hombres de buena voluntad sin temor a que la soldadesca atropelle. Podremos ser perseguidos y befados, pero nuestros ideales no perecerán por el contrario, acrecerán en vigor y serán potentes e irresistibles a la hora de las represalias.

En la Ciudad de Iguala, a los quince días del mes de mayo de mil novecientos uno, reunidos los que suscribimos en la casa del Señor Miguel Montúfar con objeto de establecer un Club Liberal dependiente del Club "Ponciano Arriaga" de San Luis Potosí que secunde en un todo en esta región los trabajos que se tiene emprendidos para hacer reales nuestras instituciones republicanas y democráticas y efectivos nuestros derechos individuales en la vía pacífica y dentro de la ley; se procedió al nombramiento de la junta directiva y por aclamación quedó establecida de está forma: Presidente, Lic. Mariano Herrera; Vicepresidente, Ing. Miguel Montúfar; primer vocal, Don Genaro Olea; segundo vocal, Dr. Manuel N. Mora; tercer vocal, Lic. Eutimio Roldán; cuarto vocal, Don Domingo Riveroll; secretario, José Ma. Caneda; Tesorero, Emilio Corin. Enseguida se aprobaron las dos siguientes proposiciones que fueron discutidas convencionalmente.

Primera: se establece en esta Ciudad un Club liberal que se titula "ASOCIACIÓN LIBERAL DE IGUALA" con el fin de procurarse por todos los medios legales que se cumplan por quien corresponda los preceptos de la Constitución Federal de 5 de Febrero de 1857.

Segunda: Dése conocimiento de esta instalación a la CONVENCIÓN LIBERAL de San Luis Potosí y al ilustrado semanario "REGENERACIÓN.” – M. Herrera.- Miguel Montúfar.- G. Olea.- M.N. Mora.- Eutemio Roldán.- D. Riveroll.- J.Ma. Caneda.- E. Corin. Rubricados, José M. Caneda, Secretario.

Con gusto publicamos la anterior acta. Entusiastas por la causa liberal, felicitamos a los surianos por su amor a nuestras instituciones y por su valor civil para entrar a las luchas políticas.

El fin que se propone la institución es sugestivo: "Procurar por todos los medios legales que se cumplan por quien corresponda los preceptos de la Constitución Federal de 5 de Febrero de 1857."

La Asociación Liberal de Iguala se impone un trabajo heroico, un trabajo grandioso, porque si nuestros mandatarios fueran liberales, el trabajo de la nueva corporación dejaría de tener las proporciones que tendrá en vista de la tenaz oposición del Gobierno a todo lo que sea civismo. Al Gobierno del Gral. Díaz le disgusta la actual reacción liberal, porque ha sido un gobierno personalista en la que no ha habido más cabeza que la del Dictador, y como la democracia prohíbe la autocracia, natural es que ésta procure matar a aquella.

Sin embargo de ello y a pesar de todo, los buenos mexicanos debemos luchar por apartar de nosotros por cuantos medios legales estén a nuestro alcance, la perniciosa tutela que sobre nosotros ejerce la tiranía.

La labor es ruda, pero hay que convenir que el triunfo sólo puede ser aspirado por los abnegados, por los que desechamos pueriles temores, tienen la conciencia de sus derechos y la energía suficiente para defenderlos.

A luchar pues, que las buenas causas nunca mueren. Podrán abatirse momentáneamente, pero siempre hay en los cerebros de los buenos patriotas, siempre existe en las inteligencias sanas un pensamiento de libertad nacido de la dignidad humana ofendida y de las prerrogativas de hombres mancillados.

Felicitamos a los surianos por su honrada actitud, y nos halagamos en manifestarles que siempre estaremos al lado de los buenos liberales cualquiera que sea la parte que en la lucha nos toque.

¡Adelante!

Por más que el general Díaz se empeña en hacernos creer que la tranquilidad en la República y la seguridad es un hecho, una verdad desconsoladora, una realidad monstruosa nos saca del engaño en que caímos deslumbrados por la afirmación del Presidente para hacernos contemplar a la amplia rapiña que se ejercita de uno a otro extremo de nuestro país.

Los periódicos vienen repletos de atentados más o menos graves cometidos en las personas y bienes de los habitantes y nuestros corresponsales en extensos y horroríficos informes, nos ponen al corriente de más y más atentados que vienen a destruir la ilusión provocada por la risueña situación que el Presidente tuvo la humorada de pintarnos.

El bandidaje pasea su cinismo por toda la República; y amargo es confesarlo, en muchos casos no faltan autoridades sin escrúpulos que protegen el bandolerismo y otras que no se preocupan de perseguirlo.

Las autoridades de Jamiletepec Oax., son de las que no se preocupan de perseguir a los bandidos. El correo Eulalio Rojas fue asesinado, asaltado y robado. Los ladrones se apoderaron de la correspondencia y de los mil pesos que Rojas conducía a Juquita.

No se descubrió a los ladrones, pero ni siquiera se les persiguió, no obstante haber en Jamiltepec, una fuerza de rurales y suficiente número de guardianes del orden, que sólo se preocupan de pasear y divertirse.

Para hacer más patente la inutilidad de las autoridades de Jamiltepec, no está por demás consignar que los ciudadanos son esclavos de los capitalistas que los explotan a su antojo, sin que se atiendan sus justas quejas.

No obstante todo esto, que por sí solo basta para formarse una idea del ningún aprecio que las autoridades hacen a las quejas de los pueblos, se dice que progresamos.

Efectivamente, progresamos violentamente a la ruina.

El Paladín fue nuestro primer defensor y hacemos pública nuestra gratitud por su amable defensa.

El Hijo del Ahuizote, fiel a su honrado y liberal programa, y que se ha distinguido por la virilidad con que sostiene sus hermosos ideales, también nos defendió.

El genial colega no puede ver tranquilamente los actos arbitrarios, porque su doctrina la prescribe el ataque a todo lo innoble, a todo lo que se arrastra y babea.

Nacido para el combate lucha con energía y le repugnan las injusticias. Por eso nos defendió en brillantes artículos serios, o en sus chispeantes y notables e ingeniosas caricaturas. Reciba nuestro querido colega nuestros más expresivos agradecimientos y tenga la seguridad, lo mismo que nuestro no menos querido colega El Paladín, que nunca olvidaremos su noble y levantada conducta.

El Barretero, de Guanajuato, órgano que defiende la dignidad del pueblo trabajador, del honrado pueblo que gasta sus energías y agota su salud, en rudos trabajos, de los que obtiene la miseria de un exiguo jornal, que es arrebatado enseguida por la voracidad del Fisco en forma de impuestos que son gabelas y de contribuciones onerosas con las que se le extorsiona para mantener un ejercito de empleados y también otro ejercito de inútiles y ociosos soldados. Este apreciablísimo colega también tomó nuestra defensa, por cuya acción le estamos plenamente agradecidos.

La Libertad, de Guadalajara, Jal., valiente periódico que lucha tenazmente contra el absolutismo  y cuyo programa independiente y honrado cumple a satisfacción, también nos ha definido. Este colega que también ha sido inicuamente perseguido por los tiranos, por los implacables déspotas que siendo unos sencillos servidores del pueblo, se crecen, y burlando la ley arrebatan la libertad poniendo el grillete al soberano, al pueblo. Nuestro colega, estamos seguros, aceptara nuestro agradecimiento.

El Combate, de Hermosillo, Son., honrado y heroico paladín de la libertad y cuyos robustos pulmones no han podido ser asfixiados por la atmósfera de inmoralidad administrativa que sirve de incienso a Izábal; este colega de verdadero combate, que ha luchado y lucha sin tregua, cien veces abatido y triunfante y altivo otras cien; este colega apostrofó como lo hacen los hombres de mérito a un libelo que para sonrojo de su corrompida administración, sostiene Izábal, y que se permitió ostentar su felonía, como otros libelos de esta ciudad, atacándonos y festejando nuestra injusta y arbitraria prisión. Sólo tenemos para nuestro amable defensor, sentimientos de sincera gratitud.

El siglo XX, de Chihuahua, estimado colega de altruistas ideales que ve con tristeza cómo se han mancillado los principios y se asquea, le causa nauseas, la bajeza de los serviles; El Siglo XX que se encuentra oprimido por la autocracia del Gobernador Ahumada, luchando penosamente por poner a salvo la integridad de sus ideales en un medio en que la virtud se emponzoña y sólo crece, se fortalece y fructifica el servilismo, este colega, tuvo la bondad de salir a nuestra defensa censurando la cobarde conducta de un pasquín, El Norte, que se envalentonó cuando supo que estábamos presos entre las traidoras mallas de la tiranía. Agradecemos la defensa tan bondadosa que se sirvió hacer el estimable colega.

La Nueva Era. De Hidalgo del Parral, Chih., periódico de elevados vuelos, que vive su fecunda vida para el bien del pueblo, y consagra sus mejores energías a la defensa de los intereses mercantiles y canta con entusiasmo los progresos económicos del Distrito de Hidalgo del Parral, que es el emporio comercial del Estado de Chihuahua, y que, como periódico de empuje y de viril voluntad exhibe la ineptitud de los malos funcionarios; este colega honrado y patriota, tuvo para nosotros frases de simpatía que en el alma le agradecemos.

El Cuarto Poder de Teziutlán, Pue., colega valiente entre los valientes, que sin fijarse en la inquina que un Gobierno como el de Mucio Martínez descarga sobre los hombres altivos que no soportaran la bajeza, lucha contra la opresión que mata a nuestra Patria; El Cuarto Poder, periódico de tanto seso como de superabundante energía, liberal ardiente y democrático sin tacha, se ocupó de nuestro torpe encarcelamiento en términos que nos obligan a él y así hacemos constar nuestra gratitud.

Jalisco Libre, dignísimo colega que ataca con denuedo el desbarajuste  administrativo del Gobernador de Jalisco, y que por ser honrado sufre persecuciones y los envenenados dicterios de la prensa que asalaria Curiel para hacer más ostensible la corrupción política que hay en Jalisco, este estimabilísimo colega presenta la ley, no acordándose tal vez que en México no hay más ley que la olímpica voluntad del Presidente Díaz, ni más justicia que el atropello, la vejación, la arbitrariedad …….. Nuestro querido colega se amarra de la ley para defendernos, pero la ley se embota en los estrechos cerebros de los Wistano Velázquez y los Pérez. Siempre nos acordaremos, agradecidos, de la brillante defensa del valiente Jalisco Libre de Guadalajara.

El Monitor Liberal, semanario metropolitano de armas limpias y que tiene por escudo la firmeza de una voluntad indomable, se escandaliza de tanta vejación, y levanta su autorizada voz en contra del atropello. El colega, acostumbrado a las luchas en que se combate con nobleza, no pude concebir que en nuestra cafrería democrática, se emplee la campaña innoble llevada a cabo contra enemigos que no tienen más armas que las herrumbrosas y melladas de la ley. Lamentamos nuestra prisión y agradecemos su amabilidad.

La Flor de la Esperanza, de Tulancingo, Hgo., querido colega dirigido por un intelecto superior y animado por un vigor juvenil, y que revela el desinterés y la energía características de la adolescencia pletórica de generosos sentimientos, el simpático colega no tolera que la brutal mordacidad hinque sus dientes en nosotros y reprocha la necia conducta de los papeles vergonzantes que nos atacan cuando estamos inermes. La Flor de la Esperanza, fresca flor de perfumes fuertes y enérgicos, nos ha fortalecido en su esencia y la vivimos sinceramente agradecidos.

El Voto Libre, patriota colega fronterizo, que se edita en C. Guerrero, Tam., y que en un medio de miseria servil no se ha contagiado del terrible mal que aqueja a los ciudadanos: la cobardía política. Este enérgico colega que entiende de la palabra liberal porque su criterio es amplio y defiende los derechos del pueblo restringidos por veinticinco años de inmoral opresión, porque sus convenciones democráticas no han sufrido mengua,  El Voto Libre deplora el atentado de que hemos sido víctimas inmoladas en aras de absolutismo, del cesarismo ….. El Voto Libre es honrado y está en pugna con los actos injustos que deshonran al país. Gracias colega.

El País, ultramontano colega, que por sus conservadoras ideas pudiera decirse que aplaudiría nuestra prisión, se ha mostrado noble y honrado. El País es uno de los órganos clericales  que con mayor tesón defiende sus obscurantistas doctrinas, y no obstante esto, y a pesar de ser nosotros enemigos suyos por profesar ideas absolutamente opuestas y antagónicas, ha tratado nuestra prisión de una manera imparcial, netamente informativa. Por el contrario de algunos periódicos sin convicciones, porque se titulan de liberales, y que siendo nosotros liberales nos han atacado encarnizadamente, El País se ha portado en nuestro asunto con una honradez que le estimamos.

El Diario del Hogar, el viejo defensor de nuestras instituciones, fogueado en todas las ideas del pensamiento, habló del atropello a la justicia cometido por Wistano Velázquez. El derecho que quedó lesionado a consecuencia del atentado y espera impasible a que llegue la hora de las responsabilidades en la que los perseguidos, los vejados ejercitarán su justa acción como legitima y saludable represalia. El Diario del Hogar, protestó, pero su protesta de la honradez contra el vicio, se estrelló sin eco sin resultado. Mucho agradecemos la deferencia.

El Defensor del Pueblo, de Lagos de Moreno, (Jalisco,) periódico que honra su título y que se duele de que se explote al pueblo y la lucha por la justicia, habla favorablemente respecto de nosotros, así como nuestro colega del mismo nombre que se edita en Alvarado,Veracruz y  La Libertad de Alice, Nueces, Co. Texas, E.U.A., La Evolución de Durango, El Sol de Hermosillo, Sonora, El Diario Comercial, de Veracruz, La Linterna de Diógenes y Juan Panadero, de Guadalajara, Jalisco, El Correo Mexicano de San Antonio Texas E.U.A., la Unión Liberal, de Monclova, Coahuila y otros muchos colegas, también se han servido hablar en términos favorables acerca de nosotros. A todos ellos damos las gracias, por habernos dedicado un recuerdo en los momentos de prueba.

La franca manifestación de nuestros apreciables colegas nos fortalece para continuar  la lucha, quizá con mayor vigor que antes, pero entre todas esas manifestaciones de amable diferencia o de sincera simpatía, hay una que nos alienta más y nos da mayor energía y es la de nuestro nuevo y flamante colega La Corregidora de Laredo Texas.

"La Corregidora," periódico de empuje hábilmente dirigido por la inteligente y bella Señorita, la inspirada escritora Sara E. Ramírez, nos dedica frases de noble aliento que reaniman nuestro espíritu de combate.

Ningún consuelo puede compararse al que sólo la delicadeza femenina es capaz de prodigar y el hombre encuentra el mejor de los bálsamos espirituales en el perfume de la mujer buena.

Agradecemos de todo corazón las frases que nos dedica la Señorita Sara E. Ramírez en su valiente periódico La Corregidora.

Suplicamos a nuestros apreciables corresponsales, se sirvan disculparnos de no publicar todas las correspondencias que se nos han enviado. Esto depende del trastorno que ha motivado en nuestros asuntos la arbitraria prisión que contra nosotros ordenó Wistano Velázquez.

Igualmente suplicamos a todos nuestros apreciables amigos que nos han escrito nos dispensen de no contestarles con la oportunidad que deseamos por el mismo motivo que lo anterior.

Poco a poco iremos publicando las noticias de nuestros apreciables corresponsales y contestando a nuestros amigos con quienes tenemos relaciones.

Nuestra falta de atención depende de la tiranía que nos agobia. Como dijimos en alguno de nuestros anteriores números a los Césares hay que culpar de todo.

Ayer a las 3 y 55 minutos de la tarde, falleció en el vecino pueblo de Mixcoac, nuestra querida madre Margarita Magón, Vda. de Flores.

Con motivo de tan triste acontecimiento, nuestros amigos nos han dado muestra de sincera condolencia, que mucho les estimamos, alentándonos en tan difícil situación sus amables frases de consuelo.

Suplicamos a nuestros suscriptores nos dispensen la tardanza con que sale el número. Por más esfuerzos que hemos hecho, nos ha sido imposible ponernos al corriente; pero creemos que en el término de un mes, o antes quizás, habremos pagado los números que debemos, siempre que la tiranía opresora y violenta no nos impida cumplir nuestros ofrecimientos, aunque de cualquier manera nos esforzaremos en cumplir a despecho de la tiranía.

Esta explicación la hacemos a nuestros suscriptores para que se sirvan cubrir nuestros giros.

El bonete y el sable, símbolos de las dos obscuras y embrutecedoras fuerzas del clericalismo y el militarismo, cuyo maridaje pesa sobre la nación, pesa sobre los individuos y sobre las conciencias en forma de fanatismo religioso o de brutal tiranía, el sable y el bonete acaban de sufrir una derrota.

La indignación que se apoderó de todos los liberales con motivo del atropello de que han sido víctimas los patriotas lampacenses, que han tenido que pagar en las asquerosidades de los presidios su santo amor a la patria, esa justa indignación ha sido satisfecha en parte.

El Primer Tribunal de Circuito ha puesto las cosas en claro. Por su fallo dado en el escandaloso asunto de Lampazos sabemos que la inquina oficial, el desmedido orgullo del tiránico poder, el amor propio de la autocracia llevado hasta el extremo, ese orgullo desmedido, ese amor propio exagerado y la funesta inquina oficial fueron los causantes del escándalo que la soldadesca irreflexiva consumó abofeteando sin piedad los derechos de los hombres honrados.

En Lampazos el militarismo escupió la ley y ultrajó la dignidad humana. Allí, la representación de la fuerza ciega, de la fuerza material, de la brutal pujanza arrebató de sus honrados hogares a ciudadanos patriotas para satisfacer una venganza, para acallar, para someter, complaciéndolos los instintos egoístas que animan y dan calor a las tiranías, instintos que se habían rebelado en virtud de los progresos que el gran Partido Liberal hace a despecho de las amenazas y de las inicuas persecuciones.

Los honrados lampacenses, que, como pocos, habían emprendido la regeneradora tarea de desfanatizar al pueblo y de hacer sacudir sus nervios, galvanizándolo con la propaganda de los principios liberales, abatido maliciosamente por la Dictadura del general Díaz con el deliberado objeto de prolongar indefinidamente esa tal Dictadura; los lampacenses, que por medio de la acción colectiva habían emprendido, dentro de la moralizadora tarea de educar al pueblo en sus obligaciones y derechos, y que por el noble fin que se ponían se habían hecho acreedores al aplauso de la parte sana de la nación, fueron atisbados por el poder que odia con todas sus fuerzas las manifestaciones de vida que pueda dar el espíritu público; ahora que, fallecido como está, sólo logra manifestarse de vez en cuando mostrando el raquitismo moral de un pueblo, heroico antes y afeminado y cobarde hoy.

Mermado y todo el espíritu publico, atemorizado y acobardado como está el pueblo, pues que, cuando pugna por hacerse sentir, sólo logra hacer más evidente y palpable el desconsolador cuadro que presentan un país cuyos ciudadanos en vez de hombres son máquinas, son instrumentos pacientes de la tiranía; mermado todo, decimos, el espíritu público, el Gobierno quiere que desaparezca por completo, y de ahí su afán por destruir, por matar hasta la última y más insignificante brizna de voluntad popular.

Por eso el Gobierno del general Díaz, que es la representación de aquellas obscuras fuerzas a que arriba aludimos, el militarismo y el clericalismo sintetizados por el bonete y el sable, o sea el fanatismo y la fuerza inconsciente e irracional; el Gobierno del general Díaz, o lo que es lo mismo, su Dictadura militar, absorbente y conservadora, no podía soportar el trabajo, la honrada labor de los progresistas y dignos lampacenses.

Educar al pueblo para que sepa respetarse y hacerse respetar es obra que pugna con toda tiranía. Educar al pueblo para que se aparte de toda idea de fanatismo, es labor contraria a las doctrinas clericales. La labor de los lampacenses, por lo mismo, debía contar con formidables enemigos.

Pero la propaganda de esos patriotas se efectuaba dentro de la ley. El trabajo de los honrados fronterizos estaba de acuerdo con nuestras instituciones y se llevaba a cabo de manera ordenada y pacifica. No podía, pues, la Dictadura impedir la saludable propaganda liberal sin cometer un monstruoso atentado, que se comentaría desfavorablemente, no ya en cualquier país medianamente civilizado, sino aun en el seno de la horda mas salvaje del África Central.

No pudiendo impedir la propaganda liberal, porque para ello no había motivo, se recurrió al embuste, se echo mano a la calumnia. Sólo hacía falta un instrumento, un maniquí que recibiendo inspiraciones obrara. El maniquí obró, el instrumento ejecutó su trabajo. Pedro Hernández calumnió….

Y los patriotas lampacenses, los honrados ciudadanos que aman la libertad y odian la opresión; los viriles miembros del Club Liberal Lampacense, que emplean sus raras energías en desfanatizar al pueblo, ilustrándolo, para hacer de cada hombre un ciudadano, esos patriotas que trabajan dentro del orden y que obran dentro de la ley fueron calumniados por la corrompida soldadesca, fueron acusados de sedición, de conspiración, de falsa alarma, de asalto a una escolta y de todo cuanto delito cupo en el duro cerebro del esbirro Pedro Hernández y de otros asustadizos soldadines que se llenan de pavor cuando un Judas en sus sacudidas epilépticas atruena el espacio con el estallido de inofensivas bombas que son el deleite de los bobalicones, vehículo de terror para las doncellas nerviosas de femenil espanto, para la valiente guarnición de Lampazos.

Con escandalosa festinación y atropellando la jurisdicción de las autoridades lampacenses, los liberales fueron conducidos a Monterrey, en donde no faltó un Juez de distrito, inepto y complaciente, que quisiera obtener la triste celebridad de ser instrumento de la tiranía, y ese Juez de Distrito no tuvo empacho en dicta auto de formal prisión en contra de varios de los liberales calumniados por Pedro Hernández. El resto de lo calumniados, entre los que se encuentran los honrados y enérgicos ciudadanos Ing. Francisco Naranjo hijo, Vidal Garza Zubia, Juan Wiemann y otros igualmente dignos y honrados, cayeron bajo la férula de los analfabetos tribunales militares, saturados de ignorancia y rebosantes del agrio rigor que se acostumbra emplear con los reclutas.

El primer tribunal de circuito no quiso encubrir con su autoridad toda la podredumbre que cobija ese negocio que se ha hecho celebre y que recordará, después de muchos años, la época en que el pueblo mexicano sufrió la más opresora de las tiranías, la del Presidente Díaz. El asunto de Lampazos será recordado siempre que se trate de subrayar las dolorosas etapas que de tiempo en tiempo recorren los pueblos y se pondrá como ejemplo a nuestros hijos o a nuestros nietos para que, comprendiendo los males que nos aquejan, descubriendo nuestra miseria, ocasionada por la tiranía y por nuestra punible indiferencia para lo que se refiere a los asuntos públicos, se pongan en guardia a fin de defender sus derechos y hacer respetar las prerrogativas que al hombre pertenecen.

El alto tribunal federal revocó el torpe auto del Juez de Distrito de Nuevo León y mandó poner en libertad a tres de los acusados, los Sres. Bravo, Zertuche y Canales. Los otros lampacenses procesados y que dependen de los tribunales militares también serán puestos en libertad.

Ese triunfo parcial de la justicia en tan escandaloso asunto, y decimos parcial porque creemos que no se procederá contra el calumniador Pedro Hernández,  dará valor a los miembros de los demás clubes liberales de la Republica que se habían resfriado en su entusiasmo de propaganda democrática.

Los clubes liberales deben comprender que por más corrompida que esté, como en efecto lo está, la administración de justicia de la Republica, en la que los jueces son venales y corrompidos y trafican con la justicia, expulsando uno que otro que se aparta de tan criminal manejo; deben comprender los clubes liberales que, no obstante esa corrupción inmoral, hay casos en que la misma desvergüenza siente rubor y en que el criminal se siente culpable.

Los clubes liberales deben continuar trabajando. No deben retroceder ante el golpe que sufrieron nuestros hermanos los fronterizos, golpe que, a la postre, ha sido uno de los mejores triunfos de nuestra santa causa, pues que él ha acabado de demostrar que nuestro gobierno es tiránico y que no gusta de las manifestaciones democráticas; ha demostrado que nuestro Gobierno es conservador y que tiene marcadas inclinaciones monárquicas, todo lo contrario al credo liberal.

Nosotros, como humildes miembros del gran Partido Liberal, nos congratulamos del triunfo obtenido. Conforme a nuestro criterio, no importa que la conquista de nuestros ideales sea dolorosa, siempre que logremos conquistarlos.

Debemos despojarnos de todo egoísmo para trabajar por el bien de nuestra querida patria y debemos trabajar con valor. Si recibimos algún golpe, ese golpe no será por cierto un fracaso, sino que será la victoria. Habremos logrado desenmascarar déspotas.

¡Adelante!

Volvemos a suplicar a nuestros distinguidos suscriptores nos perdonen la tardanza con que sale este número.

Estamos trabajando por ponernos al corriente y pronto lo lograremos, pero esperamos de nuestros favorecedores que nos ayuden pagando nuestros giros. Este favor nos servirá de mucho para reponer lo que hemos dejado de servir.

En este mes, Julio, nos  pondremos al corriente y publicaremos los números de Junio y los que corresponden al presente.

Deben tener en cuenta nuestros suscriptores que si se les priva de leer con oportunidad nuestro humilde semanario, esto depende de que vivimos en un  país en el que no hay garantías ni leyes  y que todo se subordina a la autocrática voluntad del Presidente Díaz.

Sin embargo nos esforzamos por cumplir nuestro compromiso.

Secretaría del Club Liberal  de Sras. y Sritas. "Antonia Nava" Calle de la Cruz núm. 4, Matehuala, S.L.P.  Sres. Directores de "REGENERACIÓN."

México.

Las subscriptas, vecinas de esta Ciudad, tenemos el honor de participar a ustedes que con fecha 29 del ppdo. Mayo, hemos instalado un Club Liberal de Señoras y Señoritas que lleva por nombre el de la heroína mexicana "ANTONIA NAVA" cuyo personal de su mesa Directiva se hace constar al calce.

Somos mexicanas, y como tales, nos creemos con el derecho de cumplir con el deber sagrado de velar por los intereses de nuestra querida patria, pues ya que el siglo XIX nos legó la luz refulgente de la libertad y de la civilización, debemos manifestar nuestra viril actitud en la presente vigésima centuria.

El clericalismo, ese monstruoso corrupto que ha infestado toda la humanidad con su impúdico aliento, colado por el cedazo del confesionario, no ha cesado, ni cesa aún, de trabajar por conservar la presa de que se ha hecho dueño desde los pasados siglos, ofuscando así el carácter virgíneo de la mujer a quien se ha creído como el sexo débil; ésta, poseída hoy del derecho que le incumbe como fiel patriota, se apresta desde luego a aumentar las fuerzas del ejército.

Sres. Directores de "REGENERACIÓN" os saludamos con un corazón sincero y abnegado en el nombre de Dios, y del pueblo mexicano, suplicandoos vuestro valioso contingente, que nos servirá mucho para la nueva obra que hemos emprendido. Comprendemos nuestra insuficiencia, pero el deber nos impele a seguir el ejemplo de la ilustre heroína cuando ésta dijo al Gral. N. Bravo en la batalla verificada en la "Sierra de Xalaca:" "Venimos porque hemos hallado la manera de ser útiles a nuestra patria.”

¡No podemos pelear pero podemos servir de aliento!" -Este es nuestro anhelo, ayudar al hombre y secundar a éste en las levantadas ideas del Partido Liberal llevando al terreno de la práctica el espíritu del bello ideal de las Leyes de Reforma.

El Club Liberal "Juan Villerías" de esta Ciudad nos participó que Uds. sufren actualmente las consecuencias de su activa campaña por el ideal que perseguís cuyo caso lamentamos de todo corazón. Ojalá que pronto estén Uds. libres para que se sirvan impartirnos vuestra ayuda, que tanto necesitamos.

No os arredréis, Señores, que si la causa es justa, Dios la premiará, esperemos. ¡Adelante y no temáis! Unión Libertad y Reforma.

Matehuala, Junio 5 de 1901.-Presidenta Honoraria, T. Bolado, Presidenta Activa, Srita. María Medellín, Sria. Activa, Srita. Jacinta Castro; Vicepresidenta, Sra. F. L. de Alvarado; Tesorera activa, T. Bolado; Sria. adjunta, Srita. Luz C. Vargas; Tesorera adjunta, Srita. Venustiana Mendoza.

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Gustosos insertamos la anterior comunicación. La idea lanzada por los liberales potosinos ha sido acogida con valor por todas las personas que aman a la Patria y se duelen de las desgracias de que es víctima. Y así debió ser; más de veinte años de angustiosa opresión, soportándola, sufrida tranquilamente por un pueblo, como el mexicano, batallador, inteligente y altivo, en espera de un bienestar con que se le engañó, esos veinte años han sido más que suficientes para comprender que ha sido burlado por el que arrancándolo de sus hogares, apartándolo de la vida quieta y fecunda del trabajo regenerador, lo comprometió, en una guerra civil en la que derramó a torrentes su sangre, perdió a sus mejores hijos y quedó pobre y hambriento en espera de la mentida felicidad y de la falsa regeneración política y social, por la que aventuró su tranquilidad para quedar a la postre en la triste condición de esclavo.

Por eso es que la voz de los potosinos ha sido escuchada. Tenemos hambre de libertad. El militarismo y el clericalismo, en repugnante consorcio, labran la desventura de la nación y claro es que los buenos mexicanos habían de oponerse a la ambición de los monstruos, y como sucede en los momentos difíciles, en los terribles momentos de prueba, la mujer mexicana, modelo de abnegación y de virtudes se ha mostrado heroica y digna de su raza y de su historia. Los Clubs liberales aumentan de día en día y lo que más cautiva es que la mujer se presta gustosa a fundar los suyos en ayuda de sus hijos, de sus hermanos, de sus esposos, de sus padres, sosteniendo siempre las buenas causas porque los corazones femeninos son ajenos a la traición y a la infamia.

Saludamos afectuosamente a las damas de Matehuala. S. L. P. y agradeciendo la benevolencia con que se sirven dirigirse a nosotros, pobres defensores de las ideas democráticas, hacemos fervientes votos por el engrandecimiento de la mujer, vinculado en su emancipación.

"REGENERACIÓN" está a las órdenes de tan dignas damas para todo lo que a bien tengan encomendarnos.

La nula intelectualidad del Juez Velázquez se delinea vigorosamente en el informe que rindió al Juez de 2º Distrito en el amparo que promovieron nuestros inteligentes defensores Lics. Francisco A. Serralde y Emilio L. Arnoux. Es necesario que nuestros lectores, conozcan ese informe de pesados vuelos jurídicos. Lo comentaremos, a pesar del horror que causan al Juez los comentarios de la prensa, horror propio de toda la tiranía y más aún cuando esa tiranía incuba en cerebros perezosos y tímidos.

Comienza el informe del Juez por la transcripción de todo el entrefilet titulado “Instintos Salvajes”1 que fue por el que nos “acusó” (extraña terminología jurídica usada por Velázquez) Quevedo con poder de Córdova. No es exacto que el querellante hubiese conceptuado difamatorio todo el entrefilet referido. La querella se basa en los conceptos vertidos desde donde dice: “como el de Cuicatlán… hasta donde concluyen el periodo: Ante contestación tan correcta, etc.”

El Juez recurre a elementos que no figuran en la querella y sobre esos elementos borda su incongruente informe. Indigna que una autoridad judicial ocurra a subterfugios para sostener sus caprichosos procedimientos, y la indignación se acrecienta cuando el mismo Juez, para pretender demostrar que obramos con dolo, comenta precisamente las frases que no se tomaron en consideración por el querellante. Este no ha dicho que se le difama con los siguientes conceptos: “ciertos parásitos.”…. “Por temor al Juez y a la cárcel y tal vez hasta al verdugo.”…. “a ese Jefe Político que no merece ser ni presidente de presidio, tan brutal es.”…. “que en esa autoridad rugen instintos salvajes.” Y sin embargo, Velázquez asegura que esos conceptos encierran el dolo, y para afirmarlo, rebasa sus facultades de Juez, burla el Código Penal y agravia a la Justicia, cuando sin petición de parte, toma en consideración, de oficio, conceptos que no constituyen el motivo de la querella.

Con este procedimiento arbitrario, se desea cubrir una arbitrariedad, que en definitiva resulta más monstruosa.

Pero si es alarmante que un Juez trastorne y sacrifique las actuaciones judiciales, más alarmante es oír de sus labios esta verdad innegable, con tanta frecuencia burlada: “la base de todo procedimiento en materia penal es la comprobación del cuerpo del delito.” Y para comprobar que respetó ese principio, se pierde en una maraña de la que no puede salir sin asentar una inexactitud: “Luego está comprobado el delito de difamación.” ¡Cuantas contorsiones cerebrales para llegar a esta consecuencia! Veamos las premisas, no sin vencernos a la tentación de dar a conocer al público un sabroso periodo de literatura judicial.

Después de la transcripción inútil del artículo 642 del Código Penal que define el delito de difamación y después de asegurar que hemos comunicado al público los hechos a que se refiere nuestro entrefilet, vienen estos infantiles escarceos: “Supongamos, Sr. Juez, que el hecho es cierto, pues a pesar de ésto, hay difamación (ya lo dijo el artículo 642; la explicación es inútil). Supongamos que el hecho es falso; hay difamación. Supongamos que el hecho es determinado o indeterminado; hay difamación, y ¿por qué? porque con la comunicación de esos hechos se causa al que se le imputan, deshonra, descrédito y lo exponen (la falta de enlace gramatical nos impide saber a quien se expone) al desprecio de cuantos lean el párrafo preinserto.” Después de tan sagaz comentario del artículo 642, viene la demostración de que obramos con dolo, expuesta en igual forma de catecismos para párvulos, temeroso el Juez común de que el de Distrito no comprendiera la importancia de su argumentación: “¿Pero puede decirse que a pesar de que se hayan comunicado esos hechos, el que hizo la comunicación, no obró con dolo? pues si obró con dolo, porque hay diferencia entre narrar simplemente en hecho y comentarlo y calificarlo; pues los Sres. Magón, no sólo han narrado un hecho, sino que lo han calificado y esa calificación demuestra que lo hicieron con encono, con mala voluntad (frase a más de vulgar, inexpresiva); y esto que es puramente subjetivo, se demuestra por las palabras, que son las que revelan el estado del ánimo,” y se desliza el Juez transcribiendo los conceptos a que ya nos hemos referido y que no constituyeron la base de la querella. Concluye esa empalagosa exposición con esta afirmación dogmática: “Luego está comprobado el cuerpo del delito.”

En medio a sus contorsiones intelectuales, y después por el cansancio de una fastidiosa labor inusitada, no se fijó Velázquez en que su palabra anterior nada demuestra sino es la nula intelectualidad de este funcionario público.

En primer lugar, el Juez hace consistir el dolo, en que no narramos simplemente el hecho sino que lo comentamos y calificamos. Nos habían sorprendido algunos jueces con doctrinas impertinentes; pero no conocíamos una como la anterior. Narrar, por ejemplo que un Juez es venal y burla la ley, no es difamatorio; pero decir, que un Juez es venal porque recibe consignas y burla la ley a sabiendas por complacer a alguien y que esto es totalmente bochornoso y desmoralizador, si es difamatoria. Narrar que un hombre es ladrón, no es difamatorio; pero decir que ese hombre es ladrón y que debe ser castigado severamente por indigno, sí es difamatorio. Se necesita muy escasa educación intelectual para sostener tal teoría.

Entre los derechos del hombre se ha inscrito la libre manifestación de las ideas, y estas, Sr. Juez, no se reducen a la simple narración de hechos. Tienen mayor espacio en el campo de la intelectualidad, juegan en todas las discusiones científicas, religiosas, políticas, sociales, etc., no viven una vida miserable circuida por el estrecho cartabón que pretenda imponer un modesto Juez Correccional. Las ideas tienen toda la amplitud de narración y comentario que plazca, mientras respeten la vida privada, la moral y la paz pública, y como nosotros no hemos atacado la vida privada de Córdoba, y éste mismo asegura en su querella que se le difama como funcionario público y con tal calidad se querella, ésta es insubstancial y calumniosa y el Juez Velázquez arbitrariamente y burlador de la Constitución, que está sobre todos los Jueces, ya sean Pérez o Wistanos y sobre todos los Códigos.

Debemos hacer un paréntesis para abultar la arbitrariedad de Velázquez, y recoger una frase perdida en la mañana de la querella calumniosa que se nos ha promovido. Quevedo, como apoderado de Córdova, presentó la querella en el concepto de que se difamaba a éste como funcionario público, y como tal funcionario público, promueve la querella. No habíamos visto una burla más tosca, desmañada y más necia a la Ley Fundamental. Esta sanciona el respeto a la vida privada. Las funciones públicas del destituido Jefe Político Córdova, jamás podrán escapar dentro del límite legal de la vida privada de ese individuo. Por otra parte, si dicho sujeto se queja de que lo hemos difamado como funcionario público, la querella se ha presentado con ese carácter. Si es así, no es delegable el cargo de Jefe Político en la persona de un apoderado, pues delegación y no otra cosa es lo que ha pretendido hacer Córdoba en la persona de Quevedo para que promoviese la querella. En consecuencia, Quevedo es en este caso un intruso contra terminantes preceptos legales.

Dejemos esta digresión para hacerla valer en su oportunidad, y continuemos peregrinando por el tortuoso informe del Juez Velázquez.

Como el Lic. Flores Magón declarara que no era el autor del párrafo denunciado y que si no tuvo conocimiento de él antes de su publicación, era sencillamente porque esta publicación tiene dos Directores, quienes, precisamente por su calidad de Directores, tienen libertad de acción el uno respecto del otro, por lo que cada uno envía independientemente sus originales a las cajas, el Juez Velázquez, que no es capaz de comprender esa verdad innegable, porque no puede trabajar sin el consejo de su secretario Pérez, dice en su informe: “El que afirma, Sr. Juez, está obligado a probar, y el Sr. Lic. Jesús Flores Magón no ha comprobado sus afirmaciones, hasta este momento. “Estamos en presencia de una burda chicana judicial aprendida en el drama de Mr. Brieux, La Toga Roja.”

¿Qué es lo que debió probar el Lic. Flores Magón? Analicemos, por más que no lleguemos a descubrir cuál ha sido la idea que atenaceó al pesado y lento cerebro del Juez.

El referido abogado dijo que no era suyo el párrafo: negación que no debe probarse. Que no tuvo conocimiento de él antes de su publicación: otra negación que no debe probarse. Que el periódico tiene dos directores; puede verse en la carátula de dicho periódico y no se necesita demostrarlo. Después de mucho escudriñar, nos aventuramos a suponer, por más que parezca increíble por lo pueril, que lo que desea Velázquez es que probemos que cada uno de nosotros envía sus cuartillas a la imprenta sin previo conocimiento del otro. Es decir, tenemos que comprobar que no hemos cometido el delito, en vez de que se nos pruebe que lo hemos cometido. Con este sistema inquisitorial, propio de un Juez Velázquez que hubiera hecho magnífico papel en los tenebrosos tribunales de la Edad Media, el reo tiene que probar su inocencia y todo individuo que pasa las puertas de la Cárcel General en calidad de procesado, es delincuente, mientras no pruebe lo contrario. El Juez Velázquez convierte en irrisión el art. 8º del Código Penal que sabiamente dispone “Todo acusado será tenido como inocente mientras no se pruebe que se cometió el delito que se le imputa y que él lo perpetró.”

Pasamos por alto la interpretación que en el informe da el Juez al art. 7º de la Constitución, porque nos avergüenza que nuestro país tenga Jueces que, a más de no respetar ese sabio precepto, pretendan desvirtuarlo con un andamiaje sofisticado, vulgarísimo e irritante. Solamente haremos notar que Velázquez nos juzga antes de pronunciar sentencia definitiva, diciendo:….. “y los Sres. Magón, al publicar ese hecho, comentarlo y servirse de palabras como las preinsertas, no han hecho más que ofender, insultar, deshonrar, desprestigiar al Sr. Córdoba, bien como hombre, bien como funcionario público,” Dura, muy dura sería la calificación que hiciéramos de la conducta oficial de ese Juez que se permite calumniarnos, contra lo dispuesto en el art. 8º preinserto. El público sabrá calificar mejor esa conducta de un funcionario apasionado y virulento, que todavía siente el acíbar de nuestras críticas, cuando la Suprema Corte lo consignó a un tribunal que lo juzga por exigirlo así “LA CONVENIENCIA SOCIAL Y EL PRESTIGIO DE LA AUTORIDAD.”

Al pretender el Juez demostrar que no se ha violado el art. 14 de la Constitución, se permite también despojarse de su carácter sereno de autoridad judicial, para caer en la vulgaridad siguiente….. “porque, ya se ha dicho, que el párrafo denunciado contiene frases y conceptos difamatorios…..” Esta frase y la anterior, delinean la fisonomía moral de este Juez, que por un raro capricho sigue ocupando un puesto que no merece. Esperamos que no tardará mucho el día en que la Justicia rompa las ligaduras que la atan a nuestra situación política dictatorial, y que entonces el Juez Velázquez sea destituido del empleo que mal desempeña y del que tanto abusa.

Dice el Juez en otro periodo de su informe, que “el art. 229 del Código de Procedimientos Penales lo faculta para incomunicar a los procesados, dejándole que haga  uso de ese arbitrio, si así procede, para los fines de la averiguación.” El informe nos lleva de sorpresa en sorpresa; pero hay momentos en que esa sorpresa, se resuelve en indignación. Es cierto, desgraciadamente, que el artículo 229 mencionado faculta al Juez, para reincomunicar al procesado; es cierto que el Juez puede usar ese arbitrio, “si así procede, para los fines de la averiguación,” como dice el Juez con alarmante desenvoltura; pero también es cierto que los legisladores no preveían una época en que los residuos del Barandismo convirtieran en arbitrariedad el arbitrio emanado de la ley y que abusaran de una facultad depositada en las manos torpes de los Velázquez y de los Pérez.

Desenmascaremos la actitud del Juez Velázquez, que pretende ocultar su arbitrariedad tras de un precepto legal. El 25 de Mayo, a los tres días de rigurosa incomunicación, dictó el Juez el auto de prisión formal y en ese mismo auto proveyó que permaneciésemos incomunicados por diez días más, pretextando que era forzoso practicar un careo entre nosotros. La arbitrariedad se cubrió con una superchería. La necesidad del careo surge únicamente cuando las declaraciones de los procesados son contradictorias cuando varían en puntos substanciales, cuando hay divergencias que afecten a la averiguación que se practican; pero cuando, como en este caso, no hubo contradicciones ni divergencias y las declaraciones se rindieron tal y como la verdad exigía que se rindiesen, cuando no hubo discrepancias ni en lo más mínimo, la incomunicación era innecesaria y revelaba únicamente la saña judicial que no desperdició oportunidad para manifestarse cruel y arbitraria.

Pero la arbitrariedad cometida no pudo agazaparse ya tras de un precepto legal y exhibió su deformidad, cuando, cumplimos los diez días más de incomunicación, el Juez ordenó que nos comunicaran, sin que en ese lapso de diez días se hubiese efectuado el careo. De manera que, o el Juez se mostró negligente en nuestro proceso y no cumplió con su deber al no bastarle diez días para efectuar un supuesto careo, o lo que pretendió fue cometer una arbitrariedad más. En uno y en otro caso, a Velázquez le viene holgada la toga judicial y le ajusta perfectamente “La Toga Roja.” Quizá el Juez pretendió, ya que manifestamos en autos que no teníamos fe en la justicia, imbuirnos esa fe por medio de las bartolinas. El Jurado de responsabilidades descubrirá el móvil de esa incomunicación.

Dice el Juez que nuestros defensores se preocupan de nuestra reputación y que nosotros no nos preocupamos de la reputación de Córdova. Este reproche dirigido a  los Sres. Lics. Serralde y Arnoux debemos contestarlo nosotros, haciendo constar que el Juez Velázquez es el que menos puede presentar a discusión la conducta de nuestros defensores, que es antitética a la conducta de ese Juez. Los Sres. Serralde y Arnoux no se han preocupado de la reputación de Córdova, desde el momento en que éste está juzgado por el público que conoce la destitución que sufrió y los procesos que pesan sobre él. Un individuo como Córdova solamente podría tener como defensores a Quevedo, Velázquez y Pérez y no a los Sres. Serralde y Arnoux, que saben respetarse y conducirse irreprochablemente en su vida pública.

Como final a su informe dice el Juez en un párrafo que en seguida publicamos sin corregir las dislocaciones gramaticales de que adolece, para que el público juzgue y califique a ese funcionario: “Finalmente, el defensor de los procesados cree que porque, el periódico “REGENERACIÓN” atacó al informante, cuando éste fue acusado como Juez y suspendido en el ejercicio de sus funciones por el jurado, la incomunicación la toma como un pretexto de venganza. Declaro a Ud., francamente, Sr. Juez, que nunca he leído ese periódico y que el primer número que leí es el denunciado. Y, sobre todo, si los Sres. Magón y Arnoux, creen que infrinjo alguna ley, ésta les da camino abierto para toda reparación.” Y bien, Sr. Juez, si que seguiremos ese camino que la ley da abierto, como Ud., dice, y lo llamaremos oportunamente al tribunal de responsabilidades, POR EXIGIRLO ASÍ LA CONVENIENCIA SOCIAL Y EL PRESTIGIO DE LA AUTORIDAD.

Para concluir, haremos notar que Wistano Velázquez ha procedido en este proceso, no como un Juez sereno que cumple con su deber averiguando la comisión de un delito, sino como un encarnizado Agente del Ministerio Público de la escuela del Procurador Álvarez. Juzga y acusa, como se ha visto en los párrafos que hemos transcripto. Desea abarcar dos funciones, sin tener aptitudes para alguna de ellas. Más aún: invade las funciones del Juez de Distrito y del Ministerio Público Federal, al decir en su mal pergeñado informe, que redactó asesorado por su secretario Pérez: y por este motivo, no produce el amparo que su defensor ha presentado,” (solicitado, imprecado o pedido, Sr. Juez; pero no presentado. No sabemos qué entenderá Ud. por amparo.) El Juez común debe rendir su informe con su justificación, sin aventurarse a que se le tache de intruso por inmiscuirse en funciones que no le pertenecen. No creemos que el Juez Velázquez pretenda imponer su opinión allí en donde, por muy torpe que sea el Juez de Distrito, hay alguna ilustración de que carecen Wistano y su digno Secretario Pérez, famosos por su enana intelectualidad.


1 Véase supra, art. núm. 496.

Nuestros apreciables corresponsales en Orizaba, Ver., nos dicen que hay en esa población tres conventos, dos de los cuales tienen la apariencia de colegios.

Uno de esos lugares de prostitución está situado a un lado del Colegio Preparatoriano, y se sostiene por la longanimidad de algunos capitales fanáticos.

Este convento es conocido por las autoridades, y sin embargo, prospera a ciencia y paciencia de ellas.

Las autoridades de Orizaba, siguiendo el ejemplo inmoral de las del Distrito, no hacen aprecio de las transgresiones que con la existencia de tales conventículos sufren las leyes.

El hecho de que haya en Orizaba esos antros de relajación moral, no nos asombra. Estamos acostumbrados a que se burle la ley. No hay una sola autoridad que haga aprecio de ella, porque siendo el Presidente Díaz el primero en hacer su voluntad, todos los demás se esfuerzan en igualarle.

Pero Orizaba no sólo sufre las consecuencias de las retrógradas ideas de sus caciques, sino que, además sufre las arbitrariedades y los abusos que acostumbran los malos mandatarios.

El Jefe Político, hechura del pésimo Gobernador Dehesa, según se nos informa encarcela sin motivo e impone multas sin ton ni son.

Su favorito Arrillaga, que es el jurado enemigo de los vendedores pobres, está crecidísimo con su insignificante puesto. Cuando denunciamos en uno de nuestros anteriores números1 algunos de los abusos que comete amparado por su empleo de polizonte, en lugar de corregirse o de que el complaciente Jefe Político lo corrigiese, juró en público abusar más de su puesto, y sucedió que los encarcelamientos y las multas se aplicaron con más tesón.

Los comerciantes ambulantes se vieron acometidos durante varios días por la ferocidad de Arrillaga siendo maltratadas por él hasta las infelices tortilleras por el delito de ser pobres y no poder traficar con otra cosa que su humilde mercancía. Tanta infamia despliega con las tortilleras que el pueblo le ha puesto por mote “El Tortillero.”

En Orizaba se infringen descaradamente las leyes. En esa población existe un Club Liberal y nos parece conveniente que trabaje por hacer respetar nuestras instituciones.

Los clubs liberales tienen la obligación de denunciar tanto los abusos del clero corrompido como los de las autoridades arbitrarias. Tienen también la obligación de infiltrar, por cuantos medios estén a su alcance, el liberalismo en las masas, así como ilustrar al pueblo en sus obligaciones y derechos por medio de la cátedra, del folleto, del periódico o del libro.

Si queremos que el Partido Liberal triunfe, debemos trabajar, sacudir la indolencia que nos maniata y la cobardía que nos afemina. El liberal debe  ser valiente y resuelto si quiere triunfar. La tiranía clérigo-militar que nos abruma se burla de los cobardes.

Nos asegura nuestro informante, que con motivo de los abusos que se cometen en el Colegio Preparatoriano, y que denunciamos con la misma energía con que descubrimos y mostramos a la vergüenza pública los abusos del Poder, las arbitrariedades de la Dictadura Militar que impera, los ultramontanos profesores de dicho plantel andaban cariacontecidos.

Dehesa, que como todos los malos funcionarios quiere hacer alarde de una justificación de que carece, pidió informe acerca de lo que anunciamos a los mismos culpables, y como tenía que ser, de babiecas se hubieran pasado los profesores si ellos mismos no se declarasen inocentes, esos profesores se dijeron calumniados y nada, por lo mismo, se logró con el tonto procedimiento de la administración de Dehesa de pedir informe a los culpables y atenerse a ellos.

Mientras no haya un buen Presidente de la República y se limpie a la administración de todos los elementos nocivos que hoy la integran, nunca hemos de mejorar.

Sépanlo los buenos ciudadanos para que se apresuren a uniformar la opinión y no dejen reelegirse más al Presidente Díaz.


1 Véase supra, art. núm. 544.

Nos hacen compañía en la prisión, el Sr. Abraham Sánchez Arce, Director  del semanario humorístico "Onoffrof" y D. Adrián Fernández, Administrador de dicho semanario. Fueron aprehendidos  estos señores el 6 de Mayo próximo pasado en virtud de la querella por difamación promovida por el  Lic. Emeterio de la Garza  (jr.), como apoderado del Sr. General José Vicente Villada, Gobernador del Estado de México.

De este proceso conoce el inevitable Wistano Velázquez, Juez que está adquiriendo la misma triste celebridad de Juan y Emilio Pérez de León, Gabriel Z. Hernández y otros igualmente ineptos que han hecho guiñapos el artículo 7º constitucional.

A pesar de que el Sr. Sánchez Arce confesó desde luego ser el autor de los artículos denunciados, el Juez Velázquez prolongó arbitrariamente la incomunicación de los procesados por 19 días, con cualquier pretexto pueril de los que tienen buen arsenal ese Juez, pero en realidad porque el Sr. Sánchez Arce se negó a indicar en que imprenta se imprimía el periódico, como si la negativa de entregar el instrumento del delito sancionara el inquisitorial procedimiento de la incomunicación del procesado. El Juez Velázquez pretende, a falta de recursos intelectuales, hacer que los procesados cumplan sus caprichos a fuerza de incomunicaciones. Para que nosotros tuviéramos fe en la justicia, prolongó nuestro encierro en bartolinas.

Pero no se detuvo ahí Velázquez. Después de que los Srs. Sánchez Arce y Fernández fueron comunicados, el Juez, haciendo alarde de una arbitrariedad repugnante, ordenó nuevamente que fueran incomunicados dichos señores por cinco días y para acentuar más su arbitraria disposición, indicó que se pusiera a los procesados en las bartolinas obscuras. Estas bartolinas tienen para su ventilación, un boquete de veinte centímetros de diámetro, que es insignificante en una pared de un metro de espesor. Como es natural, la obscuridad y la hediondez tienen ahí su reinado.

Irrita el procedimiento inquisitorial de ese Juez arbitrario, y más irrita, cuando este procedimiento no se motiva legalmente. Hasta ahora los Sres. Sánchez Arce y Fernández ignoran el motivo legal de esta incomunicación, pues ningún auto referente ha ella se ha notificado. Se sospecha que ese rigor se motivó por un párrafo publicado en El Universal, anunciando la reaparición de "Onofroff.” Si así fuere no habría censura suficientemente enérgica para calificar la conducta de un Juez como Velázquez.

Sabemos que los Sres. Sánchez Arce y Fernández acudirán oportunamente en demanda de justicia por esos atropellos, y esperan que el Tribunal de responsabilidades sabrá castigar a ese Juez, POR EXIGIRLO ASÍ LA CONVENIENCIA SOCIAL Y EL PRESTIGIO DE LA AUTORIDAD, como ha dicho la Suprema Corte de Justicia con motivo de actos oficiales de Velázquez.

También nos hacen compañía en la prisión los Sres. Telésforo Gómez San Pedro, Antonio P. González e Isidro de la Maza, procesados por un artículo que se publicó en La Nación Española, referente al Marqués de Corbera, ex -Ministro Plenipotenciario de España en esta República.

Dichos señores fueron aprehendidos el 15 del pasado Abril, por orden del Juez 1º de Distrito Juan Pérez de León, que conoce de este asunto, y el 19 del mismo se les declaró formalmente presos, auto del que apelaron, sin que hasta la fecha se haya señalado día para la vista.

Como es natural, la intervención del Lic. Pérez de León en ese asunto, es una garantía para que los procesados no tengan garantías constitucionales. Bastante conocido es ese funcionario, a quien desean ofuscar en su no envidiable gloria, su hijo Emilio, revelador de un atavismo que desconsuela, y Wistano Velázquez, Juez que comienza a ostentar ventajosamente sus cualidades tiránicas. Juan Pérez de León, fue un funcionario judicial que, despreciando la ley y pisoteando la justicia, inició las persecuciones a la prensa. No es envidiable el lugar que ocupa en la historia.

En este proceso el Juez no dio a conocer los procesados quien era su acusador, a pesar del precepto Constitucional que eleva a la categoría de derechos del hombre ese conocimiento; los procesados han solicitado varias audiencias para promover diligencias que les favorezcan, y no se les han concebido.

El Sr. Gómez San Pedro, Director de la publicación, nombró a un Defensor de oficio, y a pesar de haber transcurrido más de un mes desde la fecha de este nombramiento, no se sabe si ese Defensor ha aceptado o no el cargo. Muchas otras irregularidades hay en ese proceso.

Pero hay algo más serio en él y es la incompetencia de Juez de Distrito para instruirlo. Cuando en La Nación Española se publicó el párrafo que tanto hirió al Marqués de Corbera o al Gobierno Español, ese señor no era ya representante de España en México. Hacía más de un mes que había renunciado el puesto y se hallaba en Nueva York, disponiendo su viaje a Madrid. No tenía ya carácter oficial alguno. Era un simple particular, y por lo mismo, la querella debía haberla presentado personalmente y ante un Juez Correccional, Wistano Velázquez, por ejemplo, pues ningún otro le hubiera dado curso por infundada. Pero el Juez Pérez de León no se detiene en consideraciones de ningún género, y más aún cuando como se ha rumorado, el presidente  de la República efectuó la consignación del párrafo que se dice delictuoso. Sobre ese particular tomaremos datos para averiguar si fue fundada la denuncia del Presidente o la motivó el deseo de halagar al Gobierno Español, como se rumora en público.

Inútil parece deducir que los procesados promovieron oportunamente su libertad bajo caución y que se le negó ese beneficio, por tener el Juez temor de que se fugaran, porque son extranjeros. A falta de un argumento sólido, se recurre a una puerilidad asombrosa.

En fin; en ese asunto, en que la justicia está toda de parte de los procesados, se descubre solamente la inquina contra las personas que tuvieron el valor civil suficiente de llamar a cuentas a los que colectaron los fondos que produjo la subscripción patriótica, abierta con motivo de la última guerra colonial.

No nos parece correcto del procedimiento empleado. Si el Marqués de Corbera no merecía los reproches, debió haber presentado sus cuentas y hacerlas públicas, ya que pública fue la colecta. Obrando así, hubiera confundido a sus detractores. No obrando así, la opinión pública no verá en el procedimiento contra los redactores de La Nación Española, sino la opresión oficial admirablemente simbolizada por el Juez Pérez de León.

Por último, los Sres. Redactores de La Nación Española, con motivo de los serios perjuicios que han sufrido en sus intereses y de las dificultades para publicar su diario, lo han suspendido en espera de que se le haga justicia.

Sentimos cordialmente las dificultades porque atraviesan estos caballeros. Tienen esperanza de que se les haga justicia, aquí en donde es necesario grabar en la fachada del Palacio respectivo: " NO HAY QUE TENER FE EN LA JUSTICIA."


1 La Nación Española, México, D.F. (1900-190?). Dir. Telésforo Gómez Sampedro.

En otro artículo1 nos referimos a los acontecimientos de Lampazos, motivados por la explosión de un judas y la torpeza, oficiosidad y mala fe de unos soldadones desalmados que, ridiculizando al ejército, fraguaron una escena que la severidad de una ejecutoria ha desnudado del atavío epopéyico que se pretendió darle. La ridícula farsa fue desenmascarada por dicha ejecutoria, que dice:

“México, Junio 21 veintiuno de 1901 mil novecientos uno.—Visto en grado de apelación el auto de 11 once de abril último en que el Juez de distrito del Estado de Nuevo León declaró bien presos a Carlos Zertuche, Ernesto Bravo y Elpidio Canales en la causa que les instruye por el delito de sedición, de cuyo auto apelaron los procesados. Vistas las constancias del certificado respectivo, la expresión de agravios y conformidad con ellos del Ministerio Público, con cuanto más se tuvo presente y ver convino.

“Resultando, primero: que a consecuencia de unas detonaciones oídas en la noche del 5 de Abril en la población de Lampazos se produjo grande alarma y ocurrieron al lugar respectivo tropa armada y policía.

“Resultando, segundo: que dichas detonaciones fueron producidas por haber quemado un muñeco de los llamados judas, sin haberse sabido quién le prendió fuego.

“Resultando, tercero: que con tales motivos hubo vociferaciones y echando a correr la gente fueron aprehendidos los expresados Zertuche, Bravo y Canales.

“Resultando, cuarto: que tomadas sus inquisitivas a los procesados y declaraciones a varios testigos se conforman los referidos hechos, sin aparecer que los procesados hubieran vociferado palabra alguna ni dado fuego al judas.

“Resultando, quinto: que practicadas esa diligencias, se pronunció el citado auto del cual apelaron los procesados.

“Resultando, sexto: que los defensores expusieron como agravios la violación de varias leyes, entre otras los artículos 16, 17 y 18 de la Constitución y el decreto de once de Septiembre de mil ochocientos veinte; con lo que estuvo conforme el Ministerio Público.

“Considerando, primero: que ni por las declaraciones de los testigos ni por ninguna constancia del certificado aparece que Carlos Zertuche, Ernesto Bravo y Elpidio Canales hayan preferido voces de sedición ni tratado de conspirar.

“Considerando, segundo: que tampoco aparece que hayan tomado participado en las detonaciones mencionadas.

“Considerando, tercero: que no hay ni indicios de haberse cometido, pero ni intentando cometer el delito de sedición que define el artículo 1123 mil ciento veintitrés del Código Penal.

“Por lo expuesto y con fundamento de las disposiciones citadas, se resuelve lo contenido en las siguientes proposiciones:

“Primera.—Se revoca el citado auto de 11 de Abril último y se declara que por las circunstancias mencionadas no ha habido mérito para decretar la formal prisión de Carlos Zertuche, Ernesto Bravo y Elpidio Canales, poniéndoseles por tanto en absoluta libertad.

“Segunda.—Notifíquese a los defensores y al Ministerio Público y remítase testimonio de esta resolución al inferior para su debido cumplimiento, reservándose el toca a fin de enviarlo en su oportunidad a la Suprema Corte de Justicia.

“Lo determinó y firmó el magistrado interino del Tribunal del Primer Circuito. Doy fe, — R. Cícero. —José Ortíz Monasterio. Srio. — Rúbricas.”


1 Véase supra, art. núm. 572.

La persecución política siempre ha sido motivo de amargas censuras por parte de los hombres sensatos. Los gobiernos despóticos, siempre se han distinguido por su manía de perseguir a los que considerando ultraje la imposición de una Dictadura militar en un pueblo, que debería ser libre, tienen el valor de llamar tirano al tirano y ladrón al ladrón.

La persecución política, no es otra cosa que la rebeldía de los mandatarios, la insurrección de los servidores, que trastornando el orden administrativo se vuelven contra el soberano, contra el pueblo a quien han protestado felicidad y obediencia, como entre nosotros ha acontecido, que los servidores del pueblo, esto es, desde el Presidente hasta el último de los servidores públicos, se han levantado contra el pueblo, contra el mandante, imponiendo su voluntad sobre la voluntad de este último.

Esta situación anárquica creada por la rebeldía de los mandantes, es la que da origen a las persecuciones políticas. El pueblo quiere ejercitar sus derechos, quiere hacer valer sus prerrogativas de soberano, pero ante la voluntad soberana del Pueblo se levanta la voluntad rebelde de los servidores, dando por resultado que la servidumbre armada con las investiduras conque el amo le hizo gracia, se imponga y triunfe sobre el amo con las mismas armas que éste dio para su defensa.

La persecución política cuando se ejercita poniendo en práctica medios barnizados de legalidad, puede tener visos de razón con que deslumbrar a los idiotas, y hasta se llega a creer que la persecución es justa; pero cuando para ejercitar una venganza no se discuten los medios, entonces no hay uno solo que apruebe los atentados contra el individuo, y todos, aún los más celosos defensores de la tiranía sienten asco en presencia de las represalias injustas.

Esto es lo que ha sucedido con el asunto de Lampazos. La calumnia fue la primera en entrar en juego en tan escandaloso negocio. La plebe de cuartel hizo su politiquilla turbia y necia, como que el rudo cerebro del recluta saturado con el humo de la marihuana y embrutecido con el servilismo de la disciplina, nunca podrá tener nobles ideales.

Esa calumnia producida por la degeneración intelectual de los reclutas, fue prohijada por sucios papeles que hicieron causa común con los calumniadores y repletaron el albañal de sus columnas con la inmundicia de sus envenenadas imputaciones. Todo el odio que los papeles pagados por el Gobierno abrigan contra la libertad, borbotó en sus columnas y El ImparcialEl Popular y otros vergonzantes papeles pretendieron empañar con su baba las limpias labores de los patriotas lampacenses.

La calumnia no podía sostenerse por sí sola. Se necesitaba probar la imputación. Y entonces se recurrió a la más grosera de las chicanas y se empleó el crimen de ejercer coacción sobre los testigos de cargo.

Varios lustros hace que los fronterizos del Norte han visto pasear muy cerca el horror de la muerte. El luto ha entrado a muchos hogares y el estupor se ha apoderado de los ciudadanos.

Según se nos informa, se ejerció coacción sobre uno de los testigos que declararon en contra de los liberales lampacenses. Se dice que el sargento Villaseñor declaró en un careo que se practicó entre él y el joven Ingeniero Francisco Naranjo hijo, que se le había amenazado de muerte si no declaraba en contra de los procesados.

El hecho hace temblar; no de terror sino de indignación. Los espíritus fuertes no se espantan con la muerte, sino se indignan con la brutal amenaza.

¿Es cierto que se amenazó a Villaseñor? ¿quién hizo la amenaza? Estas dos preguntas deben ser objeto de una contestación categórica por parte de Villaseñor y el Juez instructor, Coronel Mena, debe hacer la luz en este asunto, siempre que, como se nos dice, sea cierta la manifestación del sargento.

La ley castiga severamente a los criminales que por medio del terror pretenden que los testigos mientan. El Juez Mena debe inquirir quién o quiénes han sido los criminales que ejercieron coacción sobre Villaseñor para que se produjera con falsedad. Debe hacerlo en honor de la justicia.

La justicia atraviesa por un periodo crítico. Se trafica con ella. Con ella se enriquecen muchos jueces sin pudor y de la ley se ha hecho una arma de dos filos con la que se hiere al inocente.

Se necesita que haya justicia. Se necesita que la ley sea igual para todos, y por lo mismo, el Juez Mena debe hacerla triunfar sin consideración a que caigan bajo su acción las más encumbradas personalidades o los más humildes ciudadanos.

Si la declaración de Villaseñor es exacta, esto es, si se ejerció coacción sobre él, el Juez Mena debe mostrarse inflexible para que si quiere hoy, después de muchos años de atropellos y de violaciones a la ley se haga justicia castigando a los calumniadores y haciendo sentir el rigor de la ley a los que se atreven a amenazar a los individuos para que se ultraje a la justicia.

Es bueno que algún día se tome en serio la hueca frase del Presidente: “Hay que tener fe en la Justicia.”

En medio de la indiferencia que para los asuntos políticos y sociales existe en el público, se levanta de vez en cuando un grito de indignación y de protesta contra los abusos de los tiranos, que no satisfechos con haber despojado al pueblo de la mayor parte de sus derechos, todavía pretenden, en su desmesurado afán de opresión, hacer que desaparezcan hasta los últimos átomos de libertad para ejercer más a su sabor el despotismo y remachar las cadenas que maniatan al pueblo esclavizado.

La Legislatura del Estado de Zacatecas expidió una ley por la cual se priva a los municipios del derecho de recaudar y administrar sus fondos. Este bofetón aplicado al principio de libertad Municipal, lastimó a todos los ciudadanos que tienen en alta estima su dignidad de hombres libres y piensan que la felicidad de la patria depende de la mayor suma de libertades con que cuente el pueblo; pero da vergüenza consignar un hecho doloroso, una implacable verdad. Si es cierto que los ciudadanos se indignaron con motivo del brutal desacato oficial, también lo es, que esta indignación murió en todos los pechos y que las frases de protesta sólo se pensaron, porque cuando pretendieron formularse, el miedo, el horrible miedo que nos aqueja a los mexicanos, heló en los labios las palabras de protesta y la prisión de la tiranía destruyó las menguadas voluntades que pueden abrigar los hombres sin carácter.

Pero el Ayuntamiento de García (Jerez) Zac., no se conformó con el ultraje  indefinido a las libertades Municipales; los honorables regidores de aquella corporación se reunieron y con la energía propia de los hombres heridos en su dignidad, atacados en su honor, se pusieron de acuerdo para protestar contra el ultrajante decreto que trata de subordinar la soberanía del pueblo a la voluntad de los déspotas.

Reunidos los regidores, el dignísimo ciudadano Dr. Enrique Herrera, dijo aproximadamente lo que sigue:

"Hemos pedido se convoque a esta sesión, con objeto de proponer a ustedes que esta Asamblea proteste contra la ley que refunde las Tesorerías municipales en las oficinas de rentas del Estado, pues creemos que dicho decreto es ilegal y atentatorio a los derechos de los Municipios. Después de despojar a éstos de toda intervención en el ramo de Instrucción pública, después de sujetarlos en sus menores actos a la inconveniente tutela de Gobierno, se pretende hoy privarlos de la recaudación, administración e inversión de sus rentas, lo que significa el aniquilamiento de la Institución Municipal, fuente de las libertades públicas; y nosotros como representantes directos de los intereses del pueblo, no debemos consentirlo, no debemos autorizarlo con nuestro silencio, debemos protestar contra esta ley, pedir por los medios legales su derogación y excitar a todos los Municipios del Estado a que nos secunden, en interés de los futuros destinos de la Patria."

La peroración del Dr. Herrera fue recibida con entusiasmo y desde luego se procedió a discutir el modo y forma en que debía hacerse la protesta. La discusión llegó a un alto grado de calor, según nuestro estimado colega El Centinela1 de Zacatecas, de quien tomamos todos los datos necesarios para este artículo, el Jefe Político, que presidía la sesión, creyó prudente suspenderla.

No sabemos que facultades tenga el Jefe Político para presidir las sesiones del Ayuntamiento, ni menos para suspenderlas.

En otro número de nuestro mismo apreciable colega, vemos la protesta, que por la virilidad y talento que en ella brillan, honra a su autor o autores.

Dice así:

"Las escasísimas libertades de que gozan actualmente los municipios y que son sin lugar a duda, una de las causas determinantes de la falta de espíritu público en los ciudadanos y del atraso de las poblaciones del Estado, acaban de recibir un golpe mortal, que tiene que producir dentro de tiempo no muy largo los más funestos resultados. Nos referimos al decreto fecha 27 de Febrero del año en curso, por el cual se ha quitado a los municipios toda intervención en el nombramiento y vigilancia de los empleados encargados de colectar los fondos municipales, subordinando dichos empleados al Ejecutivo del Estado.

"En vez de tratar de ampliar las libertades municipales se restringen; en vez de tratar de educar para el gobierno libre, por medio del municipio, fuente de todo progreso y escuela de la verdadera libertad, se acaba de un plumazo con un derecho que ni los gobiernos más despóticos han negado a los municipios, no digamos ya en la época que lleva el país de ser independiente; pero ni aún en los tiempos en que México era una colonia de España gobernada por delegados de Felipe II, tan enemigo de las libertades públicas, pues desde entonces en las poblaciones que había ayuntamientos, éstos fueron quienes nombraron y removieron libremente a los empleados encargados de la recaudación y administración de sus fondos municipales.

"Así pues hoy, que nuestros legisladores, quieren destruir por medio de un decreto dictado sin el estudio necesario, las pequeñas libertades que los cuerpos municipales habían conservado, nosotros, como ciudadanos y como munícipes del Ayuntamiento de Ciudad García, no podemos dejar pasar desapercibido ese decreto de tan fatales como trascendentales resultados, no sólo para el presente, no sólo para los intereses municipales, sino también para la futura educación política de los ciudadanos, ya que de hoy en adelante, ningún participio tendrán de hecho en la cosa pública, ni los munícipes podrán hacer nada de provecho en beneficio de sus poblaciones, ya que, aún para los gastos más pequeños e indispensables, gastos que muchas veces, son de urgencia, será preciso pasar por una larguísisma escala administrativa que alcanza en el sub-recaudador y termina nada menos que en el gobernador del Estado. Por todo lo expuesto, no podemos menos de protestar enérgicamente contra tan monstruosa ley, monstruosa de verdad ya que dará por resultado que el día que se halle al frente del ejecutivo un individuo poco honrado podrá disponer libremente de todos los fondos municipales del Estado, casi con responsabilidad; la ley contraria no digamos ya a los principios admitidos en todos los países verdaderamente libres e ilustrados; sino a aún a las máximas más elementales del derecho Administrativo y Constitucional.

"Esperamos que el H. Congreso, tomando en cuenta nuestra propuesta, y el disgusto que en todo el Estado ha producido el decreto que venimos tratando, vuelva a la verdadera senda de la libertad y del progreso, derogando una ley que, de llevarse a la práctica será un baldón para el Estado de Zacatecas, siempre tan amante y celoso de las libertades públicas.

"Deseando pues conseguir ese fin excitamos a todos los Ayuntamientos del Estado para que se sirvan secundar nuestra protesta, haciendo patente el disgusto que esta ley ha causado a los ciudadanos que conocen sus derechos y gestionando de quien corresponda, siempre al amparo del orden y la ley, la derogación de tan trascendente como nefasto decreto: así lo reclama la conservación de las pocas libertades dejadas a los municipios,  primera manifestación de la soberanía individual, generadora de la soberanía  e independencia nacional."

Los regidores del Ayuntamiento de C. García (Jerez), Zac. merecen el aplauso de todos los buenos mexicanos y la ayuda de los ciudadanos que se precien de patriotas.

No sólo los zacatecanos deben influir para que el absurdo y tiránico decreto sea derogado, sino todos los que amemos la libertad y la democracia.

La actitud del Ayuntamiento de Jerez debe ser secundada por los demás ayuntamientos del Estado, y los clubs liberales de la República y la prensa liberal toda, deben de trabajar porque triunfen los dignos Jerezanos.

El Ayuntamiento de Jerez se ha portado como no lo ha hecho ningún otro Ayuntamiento  de la República. Nosotros, los habitantes del Distrito Federal, hemos sido despojados de la libertad Municipal, y hemos permanecido impasibles, porque aunque nos de pena confesarlo, los habitantes del Distrito carecemos de valor civil. Aquí impera el servilismo, y la degradación ha llegado al extremo de soportar pacientemente las más vergonzosas vejaciones, siempre que la vejación provenga el Gobierno tiránico, que, para desgracia del país, nos rige.

Cuando se aprobó por las Cámaras el monárquico decreto por el que se suprimen los municipios en el Distrito y Territorios, no hubo una voz que se dejara oír en defensa de los intereses del pueblo. Algunos hablaron, pero de un modo tan cobarde, que la voluntad de la autocracia se creció ante tal debilidad y el funesto decreto fue expedido.

Pero tomando como ejemplo la valiente actitud de los ciudadanos de Jerez, debemos trabajar porque se derogue el decreto por el que se nos arrebató la institución municipal.

Nosotros, como miembros de la “Asociación Liberal Reformista.” del Distrito Federal, excitamos a esa agrupación patriótica a que trabaje en el sentido indicado.

Es necesario que nuestra agrupación trabaje con empeño en asuntos de importancia, pues sería bochornoso, que no obstante estar constituidos en club liberal, permaneciéramos indiferentes a los actos despóticos del Gobierno. Debemos recordar, que el primer Congreso Liberal entre otras de las obligaciones que aprobó para los clubs que formaran parte de la Confederación de Clubs Liberales de la República, está el principio de velar por la integridad de nuestras instituciones liberales y el ejercicio del civismo.

Así pues, hacemos formal invitación a la H. “Asociación Liberal Reformista” a que trabaje por la derogación del ultrajante  decreto que mató de un golpe a institución municipal para entregarnos de una vez atados de pies y manos a la voluntad de la Dictadura del Presidente Díaz.

No nos hemos constituido en clubs por mera imitación o por la femenil satisfacción de hacer alarde de las ideas puras y bellas sin exteriorizarlas jamás. Nosotros nos hemos agrupado para trabajar en defensa de nuestras instituciones, defensa que tenemos que hacer sin contemplaciones ni cobardías.

Réstanos enviar nuestras calurosas felicitaciones al digno municipio de Jerez por su honrada, patriota y valiente actitud, y como se trata de una causa noble y justa, ponemos "REGENERACIÓN" a sus estimables órdenes.


1 El Centinela. ‘Periódico hebdomadario de política, literatura y anuncios’. Zacatecas, Zac. (1887-190?). Dir. Fernando Calderón.

Suplicamos a nuestros ilustrados abonados, que nos perdonen el que con esta fecha publiquemos la noticia de un hecho ocurrido el 20 de Julio1. Pero la noticia es de tal manera escandalosa; el atropello llevado a cabo en la persona de un ciudadano honrado es tan irritante, que no podemos dejar correr el tiempo sobre dicho atentado, no podemos esperar a que llegue la época de la publicación de esta noticia, que debe darse a luz para que el pueblo conozca la clase de mandatarios que lo oprimen y maniatan.

En Pinos, Zac., autoridades arbitrarias y violentas han forzado la Ley, la han violado.

Conocidísimo es de todos los buenos liberales el enérgico ciudadano e inteligente abogado Sr. D. Antonio Díaz Soto y Gama. El nombre de este patriota, que reside en San Luis Potosí, es pronunciado con cariño por todos los que conocen su bien templado espíritu y los que además tenemos la fortuna de conocerlo personalmente, nos honramos con titularnos sus amigos.

Antonio Díaz Soto y Gama es un joven de empuje. En unión de los buenos liberales Camilo Arriaga y José María Facha, tan abnegados y patriotas como él, ha trabajado por la ilustración del pueblo para que haga a un lado el fanatismo religioso, y, como pocos, hace ardorosamente la propaganda de los principios liberales, para que el pueblo conozca sus derechos políticos y no se deje engañar, como hasta aquí, por tiranías disfrazadas de democracias.

Pero la tiranía, la Dictadura militar que adopta el disfraz de las democracias para deslumbrar con los oropeles de un republicanismo cuyo corazón tiene todas las durezas y las asperezas todas de los cesarismos, no podría ver tranquila la actitud de Antonio Díaz Soto y Gama, y lo espiaba…

Soto y Gama tuvo que abandonar San Luis Potosí para desempeñar algunos asuntos profesionales en Pinos, Zac. Arreglando ese negocio se encontraba el inteligente letrado, cuando en toda la República se esforzaba el elemento sano, el elemento liberal para conmemorar dignamente el fúnebre aniversario de la muerte del Gran Juárez, el 18 de Julio.

En Pinos reside el Club Liberal "González Ortega," uno de los que integran la Confederación de Liberales de la República, que tienen como Centro Director el Club Liberal "Ponciano Arriaga," de San Luis Potosí.

El Club Liberal "González Ortega," como todas las demás agrupaciones organizó su programa para conmemorar la muerte del Benemérito y teniendo en cuenta el prestigio del joven Soto y Gama, su talento e indomable energía, lo nombró orador oficial.

Aceptó el buen ciudadano y el 18 de Julio conmovió al pueblo de Pinos con su discurso en el que palpitaba  la emoción, gemía el dolor causado por la muerte del grande hombre, y en el que el análisis frío, rígido como el acero, desmenuzó la vana ampulosidad de la actual política en la que dignidad se ha convertido en servilismo, en la que el machete ha destruido la ley y la sotana y el bonete celebran la más sucia de las saturnales con el sable, manchando con su inmundicia la primera de nuestras instituciones.

El pueblo aplaudió frenético cada una de las valientes e inspiradas frases del joven orador. El pueblo sediento de verdad apagó su sed en el torrente patriótico y viril que produjo el numen de tribuno. El Pueblo, cansado de sufrir, cansado de ser siervo, se sintió por un momento libre de la odiosa carga de la tiranía y por un momento, también se sintió sano y feliz. Su debilidad se creyó fuerte a efecto del entusiasmo. ¡Son tan pocas las veces que oye el pueblo la verdad!…

Y aquí entra la parte negra de esta patriótica narración. El Jefe Político de Pinos, embebido del clericalismo cenagoso y de un servilismo hediondo, estalló de indignación al saber que el Lic. Soto y Gama iban a pronunciar un discurso y puso una comunicación al Comandante de Policía, un tal Evaristo Troncoso, temible guerrillero Tuxtepecano, para que interrumpiera la oración fúnebre, si el orador llegaba a lanzar cualquier "insulto contra los Supremos  Poderes [sic]  de la Federación o del Estado," esto es, quiso ejercer, respecto del discurso, la previa censura, la brutal y tiránica previa censura, como si se tratase de un discurso que hubiera de pronunciarse en un país de cafres.

Pero lo más bestial, es que la calificación de los términos fue encomendada al Comandante de Policía, que es incapaz, como lo demostró, de distinguir una injuria de una crítica razonada. Además el Sr. Jefe Político no tiene derecho ninguno para coartar con su criterio de piedra, la facultad que otorga la Constitución para la libre y franca emisión de las ideas.

Esto es atrozmente monstruoso. El Jefe Político consideró que el discurso contenía terribles ultrajes al Presidente Díaz, al inepto Ministro Reyes, al clerical Blas Escontría, al ultramontano Genaro García2 y no se sabe qué otros individuos tan antipopulares como los anteriores, y consignó al orador al Juez local para que arbitrariamente procediera en su contra, como lo ha hecho el arbitrario funcionario judicial, porque los Wistanos Velázquez y los Pérez abundan en la corrompida administración de justicia nacional.

Naturalmente, y decimos naturalmente porque sabemos todos que los funcionarios judiciales no obran por inspiración propia, naturalmente que en ese asunto había de haber consigna del Gobernador Genaro García, y no será remoto que también la haya del Gobierno Central.

El Jefe Político corrió a la Oficina Telegráfica y jadeante, azorado y fuera de sí, puso un mensaje al ya citado y ultramontano Gobernador Genaro García, comunicándole lo ocurrido y García, por carta, comunicó terribles instrucciones en contra del Sr. Lic. Antonio Díaz Soto y Gama. Y este señor fue encarcelado y actualmente permanece víctima de su honradez y patriotismo.

Entre la infinidad de violaciones flagrantes de la ley, consignamos la de que un Juez incompetente, como es el de los Pinos, instruye un proceso de orden federal sin que hubiera habido requerimiento por parte del Juez de Distrito de Zacatecas.

Todo lo anteriormente expuesto nos presenta la realidad terrible y desnuda. Nadie es libre para manifestar sus ideas. La crítica razonada de los actos de los funcionarios se han convertido en ultraje en esta época de oprobio. La actual política, inmoral y turbia, no tiene razón para su defensa y usa el trillado e inquisitorial argumento: la cárcel. Para la tiranía, la objeción es lo mismo que persecución. No hay debate; la réplica es la bartolina. La razón más contundente para los déspotas, es la fuerza armada y brutal. El derecho es rechazado por la bayoneta. La soberanía del pueblo es recibida a sablazos. La dignidad del hombre tiene por premio el grillete.

Y así vivimos. La libertad es una esclava. Las prerrogativas del ciudadano arrastran las cadenas del Galeote. Y así vivimos……

Nuestros padres lucharon por hacernos libres. La sangre corrió a torrentes para que nosotros no fuéramos esclavos. Esa sangre fue infecunda. El derroche de vidas sagradas en gracia de la libertad, fue inútil, porque seguimos siendo esclavos.

Nosotros, no obstante que sabemos que nuestra voz se ahogará, y nuestros esfuerzos naufragarán en el océano de la indiferencia pública, y que nuestras energías se estrellaran en la impenetrable coraza del miedo, levantamos nuestra voz, tan alto como nos lo permite nuestro pecho de hombres libres, para protestar enérgicamente contra el atentado que las autoridades de Pinos han cometido atropellando la libertad individual, violando brutalmente el derecho de los ciudadanos, sólo por obtener la gracia de la Dictadura clérico-militar que nos abruma.

Protestamos enérgicamente contra el inicuo encarcelamiento del joven abogado Antonio Díaz Soto y Gama y exigimos con la misma energía que se le ponga en libertad siquiera sea para que en el Extranjero no se nos tache de salvajes.

Además, el joven Soto y Gama corre el peligro de perder la vida a manos de despiadados y verdaderos esbirros. No queremos decir que sean asesinas las autoridades de Pinos, pero los habitantes de esta cafrería tenemos la dolorosa convicción de que no hay garantías individuales y de que el asesinato político es cosa común y corriente, ya por la venganza de cualquier caciquillo, ya por halagar a cualquier poderoso o por cualquier otro capítulo. Los asesinos abundan en la República; algunos son militares; paisanos los otros; pero todos desalmados.

Es indispensable, para que la paz sea viable, que haya libertad. Es necesario, para que la paz se sostenga que no haya más persecuciones. La paz debe sostenerse por el convencimiento de los ciudadanos y no como hasta aquí por medio de la persecución y a fuerza de la violencia. La violencia tiene forzosamente por opositora otra violencia y de aquí el choque o sea la revolución. Eso debe ver el gobierno ya que se dice tan amante de la paz.

Nosotros como periodistas que amamos a la Patria y que nos dolería verla sangrando otra vez más, damos ese consejo al Gobierno, para que se deje de tiranizar, de hostigar a los hombres honrados y dé amplia libertad. Que deje al pueblo ejercitar sus derechos, porque, es claro, lo que se comprime tiene que estallar. No es el pueblo una miga de pan que se comprima y pierda su forma con la opresión. El pueblo es un explosivo que con determinado choque estalla. Procure el Gobierno evitar ese choque. Así lo exige la salud, la independencia e integridad de la Nación.


1 Refierese a la incongruencia cronológica entre la fecha del periódico (30 de junio) y la del acontecimiento referido (20 de julio).
2 Genaro G. García. Gobernador de Zacatecas de 1900 a 1904.

Dando tumbos en las sinuosidades de nuestro proceso, el Juez Wistano Velázquez ordenó la aprehensión de Don Filomeno Mata y la clausura del establecimiento tipográfico en que se imprimía “REGENERACIÓN.” El Sr. Mata solicitó el amparo de la Unión contra esos atropellos a la libertad individual, a la libertad de imprenta y al derecho de propiedad.

En ese amparo, el Juez Velázquez, después de una larga y penosa elaboración, rindió un informe que ha escandalizado a la ley y al sentido común.

La animosidad apasionada y violenta de un funcionario se descubre en la parcialidad de sus actos oficiales. El informe del Juez Velázquez, preñado de ese rabioso prurito de defensa de sus actos indefinibles, es una muestra de esa animosidad que se enrosca para ahogar, ya que no tiene argumentos sanos para vencer convenciendo.

Dice el Juez que nuestro periódico se imprimía en la imprenta del Sr. Mata y “como el párrafo denunciado es difamatorio y por este motivo comprobado el cuerpo del delito, el Juzgado tiene sospechas que el Sr. Mata tuviera responsabilidad en la publicación de dicho párrafo, etc.” Desde luego, protestamos enérgicamente contra la imputación que nos hace el Juez Velázquez. A ese Juez no lo autoriza la ley para designarnos como difamadores, si aún no se pronuncia la sentencia ejecutiva que así lo declare. Por el contrario, el art. 8º del Código Penal le ordena el considerarnos como inocentes, y el Juez Velázquez debe respetar el precepto legal, si no desea que se le juzgue como Juez apasionado y arbitrario. Muy severa sería nuestra censura de los actos de ese Juez que extrema su opinión, si tuviéramos fe en la Justicia.

Sienta el Juez una premisa falsa para fundar su sospecha de que el Sr. Mata tuviera responsabilidad en la publicación del párrafo denunciando. Si bien es cierto que el art. 105 del Código de Procedimientos Penales deja al criterio del Juez la sospecha de que una persona tiene responsabilidad criminal en un delito, también lo es que el legislador no creyó que llegase una época de desmoralización judicial en que los jueces como Velázquez careciesen de criterio y recibiesen inspiraciones contrarias a la ley. Cuando la ley deja al criterio judicial la calificación de un hecho o de una circunstancia es peligroso que haya Jueces, como Velázquez y Pérez, que abusando de su investidura de funcionarios, desahoguen sus pasiones en las mal pergeñadas páginas de un proceso. Para ser Juez, se necesita un criterio recto y no un criterio maleable y pavoroso con crispamientos de un rencor mal oculto.

Comprobemos nuestras aserciones. Dice el Juez: “Ahora bien; los motivos que tuvo el Juzgado para haber procedido en contra del Sr. Mata, o como dice el artículo 105 citado, la sospecha que tuvo el Juzgado, fue la de que el Sr. Mata celebró un contrato con el Sr. Ricardo Magón para imprimir el periódico intitulado “REGENERACIÓN”” y en la cláusula 4º de ese contrato se dice: que si por “causa del Sr. Magón el periódico del Sr. Magón fuese denunciado,” “dicho Sr. Magón” estaría obligado “a la reparación.” Antes de pasar adelante haremos constar que ni el Sr. Mata, ni nosotros, somos los autores de esa disparatada cláusula 4ª, reñida con toda conveniencia gramatical. La cláusula existe; pero con otra redacción, no con las dislocaciones de sentido común a que es tan efecto el Juez Velázquez, a quien nunca disputaremos la paternidad de la redacción de esa cláusula.

Por otra parte, también haremos constar que el Juez Velázquez ocurre a medios reprobados para apuntar su vacilante andamiaje y arbitrariedades. Un Juez que se respete, para ser respetado, debe fundar sus actos e informaciones en constancias que obren en autos. Fuera de ese círculo estrecho y rígido, el funcionario caminará a ciegas tropezando con embustes y testereando falsedades. En los autos del proceso que se nos instruye, no consta el contrato a que el Juez se refiere; no aparece allí glosado, no forma parte de las pruebas ni los medios de convicción, y sin embargo, Velázquez se refiere a él para barnizar de legalidad sus actos atentatorios. En ese contrato se funda para sospechar la culpabilidad del Sr. Mata y ese contrato no corre agregado a los autos. Quizá tuvo conocimiento de él cuando huroneaba por las oficinas del Diario del Hogar, en busca de las cartas que se relacionaron con la Revolución de Lampazos; pero que el Juez haya visto un contrato, ello no lo autoriza a basar en él una argumentación, sino existe en autos ese contrato.

Enseguida asienta Velázquez: “Ahora bien, Sr. Juez, de esta cláusula resulta que el Sr. Mata previó la posibilidad de que dicho periódico fuera denunciado, en cuya posibilidad de denuncia estuvo también conforme el Sr. Magón; luego ambos señores no se propusieron un fin noble y bueno, como es el que debe tener todo periodista, sino que se propusieron atacar a las personas y a los funcionarios.” Necesitamos hacer un poderoso esfuerzo para no contestar injuria con injuria e insulto con insulto. Deseamos tener expeditos nuestros derechos para ejercitarlos en contra del Juez Velázquez cuando lo juzguemos oportuno, y por ello nos vemos obligados a callar ante la imputación de innobleza y maldad que en ningún terreno podría sostener ese Juez arbitrario y virulento.

Dice el Juez que con fundamento en los arts. 83 del Código de Procedimientos Penales y 106 del Penal clausuró el establecimiento tipográfico del Sr. Mata. Ya hemos probado en un número anterior que el atentado más escandaloso cometido por el Juez en este proceso, ha sido la clausura de la imprenta del Sr. Mata; pero no conocíamos los fundamentos legales del Juez para sancionar su procedimiento. Los dos artículos referidos son inaplicables y agigantan el atentado.

El art. 83 del Código de Procedimientos Penales se refiere a la diligencia de descripción del objeto material del delito y de las reglas necesarias a esa descripción; pero no se refiere a la clausura de imprentas, ni a la facultad de decomisar los instrumentos del delito. El Juez invocó un precepto legal  inaplicable, porque ignora su aplicación y además porque ignora también que la publicidad no es un elemento constitutivo del delito de difamación, sino únicamente  una circunstancia agravante de ese delito, conforme al art. 656 del Código Penal.

El art. 106 del mismo Código se refiere al decomiso de los instrumentos del delito, si fueren de uso prohibido. Para el Juez Velázquez, como para todos los funcionarios que sufren la obsesión de la arbitrariedad y temen la censura de la prensa, la imprenta o los útiles de ella, son de uso prohibido; pero, al contrario, para las personas sensatas, para las que cumplen con su deber, para las que no temen a la prensa porque su vida pública es intocable y respetada, para ellas la imprenta es de uso lícito. Por eso Velázquez, en vez de apoyarse en el art. 107 del Código Penal, que se refiere a los instrumentos de delito de uso lícito, se fundó en el 106 que se refiere a los instrumentos de delito de uso prohibido. Y se fundó en el 106, porque el 107 le prohíbe cometer la arbitrariedad de clausurar una imprenta. Para ello, se requiere que haya  sido condenado el reo, circunstancia que no mediaba en este caso.

Después de la anterior manifestación de oscurantismo y retroceso, da el Juez a su informe otra nota inquisitorial: reincomunicó al Sr. Mata por cinco días, “porque así convenía al proceso,” dice en su informe. No hemos podido saber cuál era esa conveniencia. Después de dictado el auto de formal prisión contra el Sr. Mata, no se practicó diligencia alguna, para la que fuera necesaria la incomunicación. Esta fue una arbitrariedad más, esa conveniencia era una superchería. Tenemos un dato precioso. Pocos momentos antes de que el Juez Velázquez reincomunicara al Sr. Mata, había decretado la reincomunicación del encargado de la imprenta en que se imprimía Onofroff. Como el Sr. Mata advirtiese al Juez que su reincomunicación (del Sr. Mata) era innecesaria, toda vez que había declarado todo lo que tenía que declarar, Velázquez le contestó: “Si comunico a  Ud. ¿qué disculpa daría por haber reincomunicado al otro impresor?” esta equidad rudimentaria, se halla vestida en el informe con la ampulosa frase “así convenía al proceso.”

Concluye el Juez su informe con una confesión que horroriza en labios de un Juez arbitrario: .”…. ellos (los preceptos constitucionales) consagran la libertad de trabajo y la libre manifestación del pensamiento,” conceptos, que no deben ser profanados por Jueces como Velázquez.

El público irá conociendo paulatinamente al Juez y el proceso que ha mal pergeñado. En los llamados delitos de imprenta, no debe haber más Juez que el público. Nosotros, esperamos el fallo tranquilamente. Velázquez lo esperará con la misma incertidumbre e idénticas vacilaciones y temores que en el asunto Diez de Bonilla. Como que pudiera haber otro Tribunal que lo procesara “POR EXIGIRLO ASÍ LA CONVENIENCIA SOCIAL Y EL PRESTIGIO DE LA AUTORIDAD."

Seminario liberal que se edita en Laredo, Texas, E. U. A. bajo la inteligente dirección de la Srita. Sara E. Ramírez.

Este periódico debe ser leído por todo buen mexicano, pues en él se tratan asuntos de palpitante interés para el Gran Partido Liberal.  "La Corregidora" es  uno de los pocos periódicos que pueden llamarse verdaderamente liberales; sus ideas avanzadas ilustran a la vez que fortifican las convicciones, y el sano patriotismo que informa sus artículos entusiasma, aumentando el amor a la Patria que sufre tanto bajo el yugo de los déspotas.

La suscripción vale por un año un peso oro. Para todo asunto dirigirse a la Srita. E. Ramírez, calle de Lincoln 1203, Laredo Texas, E. U. A.


1 La Corregidora. México, D.F.; Laredo y San Antonio, Tex. (1901-1904). Dir. Sara Estela Ramírez.

Como ven nuestros amables suscriptores, estamos reponiendo los números que no se publicaron en su oportunidad por virtud de la inicua persecución que somos objeto.

Creemos que dentro de pocos días ya estaremos al corriente. Por lo pronto suplicamos a nuestros suscriptores se sirvan disculpar el atraso con que sale REGENERACIÓN.

El público debe tener en cuenta que en un país como el nuestro, en el que no hay garantías y los ciudadanos ven a cada momento atropellados sus derechos, el Poder descarga toda su ira sobre los que, como nosotros, se atreven a discutir los malos actos de los funcionarios y hacen blanco de sus críticas al desajuste administrativo que reina en esta época de tiranía.

Esperamos que nuestros suscriptores se sirvan cubrir el importe de las libranzas que nos permitimos girarles.

La sociedad está hondamente impresionada con una noticia.

Anda de boca en boca el rumor de que han sido fusiladas en el Estado de Guerrero veintisiete personas sin formación de causa. Entre las personas muertas de tan atroz modo, se dice que se encontraban el Dr. Eusebio S. Almonte y el Lic. Génaro Ramírez.

Según sabemos, los motivos que se tuvieron para la ejecución fue una orden dada por el Ministro de la Guerra para que se fusilase a cuanta persona se creyera comprometida con los revolucionarios surianos.

Queremos saber, y la sociedad toda también quiere saberlo:

1º. Si es cierta la noticia del fusilamiento de veintisiete personas de Guerrero.

2º. Si también es cierto que se las fusiló sin formación de causa.

3º. Si igualmente es cierto que se las fusiló por orden de la Secretaría de Guerra.

La República está interesada en este asunto, porque los ciudadanos desean saber si están suprimidas las garantías individuales.

Por otra parte, está prohibida la pena de muerte para los delitos políticos.

La justicia reclama que se haga la luz en este sangriento asunto. Si las vidas de estas veintisiete personas fueron arrancadas con las siniestras formalidades que marca la ley, menos mal que fue así; pero si fueron abatidas estas existencias sólo por satisfacer alguna venganza o por virtud de crueles represalias, no tenemos sino frases de amargo reproche para fustigar esas ejecuciones.

Por el decoro del Gobierno, por el sagrado honor de la Patria, debe abrirse una averiguación para saber si ha habido en Guerrero ejecuciones efectuadas conforme a derecho o se han llevado a efecto en contra de los surianos furiosas venganzas y sangrientas hecatombes.

El buen nombre de la Patria está interesado en la averiguación y nosotros con la energía de que somos capaces exigimos que se mande practicar, pues que si en la República no ha sido nada la anterior noticia porque atacados de cobardía como están los ciudadanos, habían callado ante tanto horror, nosotros que no abrigamos más que un temor, el que podamos mentir algún día y el que acobardados y débiles callemos, levantamos nuestra voz, sin importarnos que llegue como caricia o hiera como un azote, siempre que una voz se alce para exigir un derecho o para reclamar una reparación.

El Diario Oficial tiene la obligación de satisfacer la ansiedad pública. En el extranjero no se habla de otra cosa que de los asesinatos de Guerrero, como dicen los periódicos del otro lado del Bravo.

Para que nuestros estimados lectores se formen una idea del miedo que reina en la frontera Norte del país, para decir la verdad, básteles saber que el sargento Villaseñor declaró primero en contra de los procesados por el escándalo que los valientes soldados armaron en Lampazos, cuando se les heló la sangre al escuchar el estruendo de un judas ardiendo. Sabemos que Villaseñor cuando fue careado con el enérgico joven Ing. Francisco Naranjo hijo, declaró que los cargos que había hecho en su primera declaración eran falsos y que se vio obligados a mentir por temor a que se les matase.

Esta declaración hecha por Villaseñor hace erizar los cabellos, pues por lo visto, la vida en la frontera depende del servilismo de los individuos.

El juez instructor debe averiguar quién o quiénes amenazaron con la muerte del agente Villaseñor, para juzgarlo debidamente e imponerle un severo castigo sin consideración a la categoría social o política de que se haya atrevido a ejercer coacción sobre los testigos de cargo.

Es necesario que haya justicia en el país para escarmiento de brutales malhechores, y por esta razón queremos que el Juez instructor consigne al que aparezca responsable de la coacción ejercida sobre Villaseñor.

El ex-Ministro Baranda, aquel que inició la brutal cruzada, contra la prensa independiente, cruzada que por virtud de la inercia sufrimos aun en todo su vigor, ha dicho a algún necio reporter de los Estados Unidos con un desparpajo que ilustra, lo que sigue:

Aquí sí hay verdadera libertad de imprenta; aquí sí se puede juzgar los actos de gobernantes y funcionarios, ya con la pluma, ya con la caricatura, sin que nadie ponga trabas a la libre emisión del pensamiento.”

Al ex-Ministro Baranda, tocaba hacer la apología de la libertad de imprenta; a él que durante su funesta gestión en el Ministerio encadenó al pensamiento y persiguió a los periodistas independientes.

Al ex-Ministro Baranda tocaba criticar la tiranía de que somos víctimas y que el ayudó a implantar. Nadie tomará en serio la declaración del ex-Ministro que fue el verdugo de la prensa y el que inició a todos los despojos de México en los tenebrosos ardides de que se vale la tiranía para esclavizar a los hombres.

Muchos de los venales que fueron los instrumentos de Baranda, y de los que para deshonra de la Nación queda buena parte, serán los primeros en criticar los empalagosos conceptos que el ex-Ministro comunicó al necio reporter de los Estados Unidos.