RUTA MAGÓN

Oficinas de la Diputación
Ciudad de México

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En la tercera y última de las jornadas de protesta de 1892, el 17 de mayo, los estudiantes salieron, esta vez, de los patios de Escuela Nacional Preparatoria. Ante la presencia de la policía, los estudiantes se disgregaron en grupos que buscaban agitar y hacer mítines relámpago en distintos puntos de la ciudad, mismos que fueron disueltos y sus promotores arrestados: “Comenzaba yo un discurso en contra del dictador, cuando dos revólveres me fueron puestos en el pecho, listos para ser disparados ante la más mínima resistencia. Interrumpido salvajemente intenté continuar, cuando los esbirros me rodearon y me condujeron a las azoteas del Palacio Nacional donde me encontré con media docena de estudiantes allí detenidos. En ese entonces contaba yo con dieciséis años y estaba en quinto grado de la Escuela Nacional Preparatoria. Mis compañeros me informaron que mi hermano Jesús había sido arrestado y llevado, junto con muchos otros, a una estación de policía…. En esos momentos, unos policías de mirada furiosa desmontaron de sus cabalgaduras, dejaron sus caballos en el patio del edificio y subieron a la azotea a interrogarnos. Nos dijeron que por la noche ‘se nos daría agua’.

“De noche nuevamente oímos el ruido provocado por el intento de la gente por rescatarnos. La multitud desperdigada por la mañana, armada con cuchillos, palos y piedras, había regresado por la noche para sacarnos de allí. Escuchamos el revuelco de los cañones listos para ser disparados sobre el lugar. Sable en mano, los jinetes galopaban hacia los barrios más turbulentos y las barricadas, ahí donde los estudiantes las habían situado. Los ciudadanos dejaron la Plaza de la Constitución y su lugar fue ocupado por la infantería y la artillería. La gente rechazaba a la gendarmería. Los soldados mataban al pueblo con sables y bayonetas, pero nuevas víctimas remplazaban a los caídos, y la sangre de los oprimidos y de los agentes opresores, corría mezclada por las calles.

“No se nos ‘dio agua’ esa noche. La protesta de esas masas nos salvó, obligando al dictador a comprender  que el pueblo no toleraría la masacre de estudiantes”.