En el segundo piso del antiguo monasterio de San Antonio, en el número 11 de la actual calle Ernesto Pugibet, se había formado una populosa vecindad en la que las familias se hacinaban en las antiguas celdas de los monjes. Ahí vivió la familia Flores Magón a partir de 1877, en dos cuartos que les rentaba el compadre del coronel Flores, el general Luis Pérez Figueroa, dueño del edificio, que había adquirido “sin costo alguno”, al haberlo denunciado oportunamente como bien mostrenco al amparo de las Leyes de Reforma. En agosto de 1888, los Flores Magón se cambiaron al “Rincón de los Espantos”, una vivienda independiente situada al fondo del vecindario, misma que subarrendaban por 12 pesos. Al igual que su anterior vivienda, se diferenciaba de sus aledañas por su limpieza; también sus moradores se distinguían por el cuidado y pulcritud en su vestimenta.