Ricardo y Enrique Flores Magón permanecen incomunicados en la cárcel Militar de Santiago Tlatelolco a lo largo de 34 días, del 12 de septiembre al 16 de octubre de 1902. En una carta abierta dirigida a su abogado Francisco A. Serralde y firmada por Escorpión, seudónimo de Ricardo Flores Magón, relata lo siguiente: “Dichos señores han sido objeto de los mas burdos atropellos, han sido exhibidos en las calles de esta capital, marchando entre soldados, como si se tratase de criminales, y se les ha tenido 34 días incomunicados. Los Sres. R. y E. F. M., considerándose villanamente ultrajados con el hecho de ser exhibidos en cuerpo de patrulla en las calles, han lanzado en publico enérgicos mueras a la tiranía, y comprenden, además, que el modo de tratar a los periodistas en el país, no solo es brutal, sino deshonroso para la Nación”.

El 20 de noviembre el juez primero de instrucción militar les inicia un proceso por infringir la ley penal militar y el código penal. Para fines de ese mes, la Suprema Corte declara incompetentes a los Tribunales Militares para conocer de los hechos que se les imputan. Finalmente el 24 de enero de 1903 son puestos en libertad. Ricardo Flores Magón, escribe en El Hijo del Ahuizote: “Volvemos como entramos a la cárcel, llenos de ilusiones por un porvenir espléndido para nuestra hoy oprimida Patria. Las ilusiones no mueren en las cárceles, no. Allí, en las cárceles, se aprende a sufrir por esa Patria ideal que soñamos y por la que nosotros, los jóvenes, podemos dar nuestras energías, nuestra vida, si a cambio de todo eso para nosotros querido, pudiera romperse una cadena, destrozarse un cetro, derrumbarse un altar…”