El 12 de septiembre de 1909, Ricardo Flores Magón, Librado Rivera y Antonio I. Villarreal fueron trasladados de la cárcel de Yuma a la recién inaugurada penitenciaría de Florence, Arizona. En ella permanecerán hasta el 3 de agosto del año siguiente.

Esa mañana, a las puertas de la penitenciaría los esperaba una comisión de las Western Federation of Miners y el abogado socialista Job Harriman. El comité de la Western Federation of Miners, tenía como misión impedir que los excarcelados fueran secuestrados, dado que la recompensa ofrecida por el gobierno mexicano por su captura, seguía en pie. A su salida, los prisioneros tenían derecho a 12 dólares en ropa, cinco en efectivo y un boleto para trasladarse al lugar que dieran de residencia, siempre y cuando estuviera dentro de los Estados Unidos. Por su parte, Magón contaba con 15 dólares.

Ricardo declaró a la prensa: “Seguiremos promoviendo la revolución en un México bajo Díaz; no hay otro camino para las reformas, excepto la revolución […]. Aunque estamos a favor de la resistencia armada contra el tirano…no hemos tenido la intención de quebrantar ninguna de las leyes de este país. No creemos haber roto sus leyes en el pasado. Hemos sido perseguidos a instancias de ciertos intereses americanos que han estado recibiendo privilegios especiales de manos del gobierno mexicano. Sabemos que seremos objeto de nuevas persecuciones y dependeremos de la gente de espíritu justo y liberal de este país para no ser de nueva cuenta encarcelados”.