Durante uno de los recesos del Congreso Liberal de San Luis Potosí, Ricardo Flores Magón visitó la biblioteca de Camilo Arriaga, aledaña al Hotel del Bosque. Ricardo señaló una copia de la Constitución de 1857 y dijo: «Mire, Camilo, ¡qué cosa tan hermosa! Pero es letra muerta… Tendremos que acudir a las armas para hacer frente a Porfirio Díaz, pues este viejo no soltará el poder por su voluntad y aunque él quisiera, no se lo permitiría la camarilla que lo rodea». Arriaga, quien guardaba un gran respeto por Ricardo aun después de que se dividieron políticamente en 1904-1905, quedó muy impresionado por la aguda visión política de Ricardo: «[…] sus exhortaciones y advertencias posteriores son también una extensión de sus temores de entonces de que la Revolución fuera aprovechada por los pícaros. Yo nunca dejé de admirar y querer a Ricardo. ¡Pero era un bárbaro!”. En esa biblioteca, Ricardo refrendó su interés y conocimiento de la bibliografía radical de corte socialista y anarquista que circulaba en el país gracias a ediciones españolas, mismas que llegaban como lastre en los buques mercantiles españoles que recalaban en Veracruz.