CORRESPONDENCIA

1920

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas / Enero 12 de 1920

Gus Teltsch Lake Bay, Wash. Estimado camarada: Me refiero a tus dos cartas del 24 y 31 de diciembre último. Con la primera recibí seis dólares, querido camarada. Leí con emoción las tristes noticias que te trasmiten de Europa. La ruina, la miseria, el hambre, la muerte de millones y millones de personas inocentes, esa es la consecuencia de la carnicería colosal de cuatro años.1 Y al pensar en estos errores, no puedo llegar a comprender en dónde está nuestra llamada civilización. Te acompaño en tu legitima pena, querido amigo. Comprendo cuánto debe sufrir tu corazón cuando aquellos que más tiernamente amas sobre la tierra, son las víctimas de tan terrible situación, y deseo que tengas la fuerza moral necesaria para afrontar tan crueles males. Respecto a nuestro infortunado doctor Creaghe,2 siento mucho saber que esté otra vez en Steilacoom. Como describes que su mente está en buena condición, alerta y activa, esto hace que su suerte sea más deplorable. Te ruego que le des mis mejores recuerdos cuando tengas oportunidad de visitarlo. Tienes razón al quejarte contra el espíritu de intolerancia que reina entre los hombres. Pero es natural que exista la intolerancia, y seguirá existiendo mientras la raza humana quede dividida en clases. No hay un interés común por cuya causa los seres humanos crean indispensable permanecer unidos. El individualismo es la contraseña; y el individualismo ha madurado aun en sus formas más crudas. ¿Cómo podría florecer la tolerancia bajo tales circunstancias? ¿Cómo podría prosperar la indulgencia en este mundo, amplio infierno donde la única bandera que se mira es el de “cada uno para sí” ? ¡Pero no dejes que tu ánimo decaiga! Una flor blanca cultivada por tiernas manos, está en botón: la de la fraternidad universal; y cuando esta hermosa flor despliegue sus pétalos al sol y su fragancia a los vientos, la solidaridad substituirá al individualismo y la tolerancia será el resultado de la fraternidad. Termino con fraternales abrazos y saludos. Por la fraternidad universal,

Ricardo Flores Magón


1 Refiérase a la Primera Guerra Mundial. 2 Juan Creaghe, co-fundador de la revista de orientación anarquista La Protesta, Buenos Aires, Argentina.
Fuente: EIR

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas.
Febrero 5 de 1920

Gus Teltsch
Lake Bay, Wash.

Estimado camarada:

Me refiero a tus dos cartas del 25 y 28 de enero último.

La decisión tomada por la “Liga Internacional de Defensa de los Trabajadores” está muy justificada . Ciertamente nuestro caso está perdido, no porque la justicia no esté de nuestro lado, sino porque la conveniencia está en nuestra contra. Por esto es que desde un principio sabía yo cuál tendría que ser la resolución de la Corte de Apelaciones; pero si yo quería que se apelara la sentencia, era, por una parte, con el objeto de gozar de mi libertad mientras la causa pasaba por los diversos peldaños de los procedimientos legales, y, por otra, para demostrar, con la decisión final de la Suprema Corte de Justicia, que nunca dudé que sería adversa, que el Gobierno viola la ley que los funcionarios del mismo Gobierno juran sostener. Mis afirmaciones de que el Gobierno es una institución creada para impartir protección a los débiles estarían ampliamente justificadas.

Así es que ten ánimo y no pierdas las esperanzas. El futuro es nuestro y en mis sueños gozo de antemano. En verdad, viene lento, lento; pero viene, y recuérdalo: él es nuestro; y cuando al fin el futuro rosado se presente, ¡cuán grande será nuestra satisfacción! La misma satisfacción, con la que el jardinero corta el fruto del árbol que ha cultivado.

No hay nada que haga que estemos desanimados. La vida desenvuelve nuevas formas cada vez más hermosas. La vida nunca cesa de trabajar. La vida nunca pierde un solo movimiento del reloj. Mientras que tú duermes, ella trabaja industriosamente, infatigablemente, en el fondo del mar, en el aire azul, en la tierra fecunda, en los billones de cuerpos celestes que cintilan por dondequiera en el espacio infinito, y como la sociedad humana es parte de la vida eterna, ella obedece la misma ley, y trabaja y se desenvuelve,  adaptándose a nuevas formas, cada vez más hermosas, más de acuerdo con la Justicia, esto es, con la Libertad, porque la Justicia es la piedra angular de la Libertad.

Recibe un abrazo y mis saludos fraternales. Tuyo por la Justicia.

Ricardo Flores Magón


En carta del 22 de enero de 1920,  dirigida a Gus Teltsch,  Edward D. Nolan secretario de la Liga Internacional de Defensa de los Trabajadores (International Worker’s Defense League), con sede en San Francisco, California, informa de la decisión de no apelar las sentencias contra Ricardo Flores Magón y Librado Rivera ante la Suprema Corte de Justica de Estados Unidos por carecer de medios “debido a los cientos de casos a lo largo del país que han dejado exhaustos nuestros fondos” y por que “las acciones y decisiones de la Corte Suprema en este tipo de casos y los procesamientos anteriores de Magón y Rivera, no permiten abrigar la mínima esperanza razonable de que sea tomada en cuenta nuestra apelación”. E. D. Nolan a Gus Teltsch,  22 de enero 1920; (AJCV).


Fuente: EIR

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos, Leavenworth, Kansas
Marzo 1º de 1920

Gus Teltsch
Lake Bay, Wash.

Mi querido camarada:

Recibí tus amables cartas del 7 y 15 de febrero último, así como tres dólares que venían en tu anterior. Gracias. Como todavía no he recibido The Liberator,2 te ruego que escribas al editor pidiéndole me lo remita, y para que pueda yo hacer la investigación necesaria, sugiérele que me escriba una carta en que diga cúales son los números de la revista que me ha enviado.1

Sí; leí en La Vie Ouvrière3 que se publica en París, la muerte del camarada Domela Niewvenhuis.4 Su muerte es una gran pérdida, y es mucho mayor ahora que se necesitan hombres de su carácter.

Cuando recibí tu carta del 15, estaba yo en el hospital de esta institución sufriendo de un ataque de influenza y pulmonía.5 Sin embargo, fui atendido bien y prontamente. Por supuesto que me siento muy débil; pero la primavera entrante me ayudará a la completa restauración de mi salud. Ciertamente, mi querido camarada, el Progreso camina lentamente, pero camina; se mueve hacia adelante. No puede volar, porque tiene que llevar sobre sus espaldas la carga de las preocupaciones, traiciones y prejuicios que siglos de ignorancia han acumulado sobre ellas. Pero es un consuelo verlo mover, verlo vivir a pesar de los obstáculos casi inaccesibles arrojados a su paso. Estando vivo, alimenta y fortalece la esperanza de que al fin llegará a poder desembarazarse de la carga, y después de haberla arrojado al mar, acelerará su marcha hacia aquella Tierra Prometida que ahora sólo es un sueño de nuestro cerebro y un anhelo de nuestro corazón.

Tengo una gran fe en el progreso, porque el progreso es una ley natural, y siendo así, él mismo tiene que afirmarse. No hay poder capaz de estrangularlo.

Cuando se considera por un momento que el Hombre, esa maravilla de la Naturaleza es el descendiente directo de la humilde amiba, uno no puede dejar de tener fe en el progreso. Lo más natural es que uno se impaciente al ver el progreso con pasos de tortuga; pero puedes estar seguro, mi querido camarada, que está cerca el momento en que el progreso sacudirá sus espaldas para liberarlas de la pesada carga que lo hace bambolear. El progreso ha llegado a uno de los períodos históricos en que es imperativo efectuar una descarga de los males acumulados por siglos de ignorancia, y la descarga ya ha principiado: ¡el lastre ha comenzado a ser arrojado al mar!

Así es que hay que tener fe en el Progreso. A la tortuga pronto le saldrán alas para volar con la velocidad  con la que vuelan los sueños de nuestro cerebro y los anhelos de nuestro corazón.

Sírvete dar mis recuerdos a Librado, y de consiguiente a nuestra querida Jeanette, y a los camaradas que se acuerden de mí. Recibe un abrazo de Enrique [Flores Magón] y otro de tu camarada y hermano por un mundo mejor.

Ricardo Flores Magón

 

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas.
Marzo 25 de 1920

Gus Teltsch.
Lake Bay, Wash.

Mi querido camarada:

Me refiero a tu amable carta del 13 del coriente, con la que recibí tres dólares. Gacias, querido amigo.

Por tu carta me he enterado de que nuestro viejo amigo Creaghe falleció el 19 de febrero último. Ahora está libre y descansando. Los últimos años de este luchador por libertad fueron de tal naturaleza que hacen a uno estremecerse. Él, que amo a la humanidad, fue blanco de todos los tratamientos inhumanos. Él que soñó la libertad, fue privado de todos los privilegios humanos. Él, que luchó para que cada criatura humana pudiera tener un hogar, no tenía un albergue propio. ¡El pobre viejo veterano de la lucha de clases!

Ahora está libre y descansa. La muerte es la gran libertadora. Es un absurdo representar a la Muerte como una cosa terrible que inspira horror. Estoy cansado de ver a la Muerte pintada como un esqueleto humano, llevando en su mano una guadaña y en la otra un reloj de arena. Si yo fuera artista, representaría a la muerte completamente diferente, como una bella doncella, por ejemplo, en el acto de tirar una cortina que oculta una magnífica recámara, y con una dulce sonrisa en su faz amorosa ofreciendo la entrada a cada mortal. Nuestro querido Juan Creaghe es feliz ahora, como lo es el que goza de un sueño profundo.

Da mis mejores recuerdos al camarada Ballard. Jeanette no me ha escrito todavía. Dale mis recuerdos también cuando tengas oportunidad, así como a Zogg6 y a Rivera.

Ahora, querido amigo; debo terminar esta carta con mayores esperanzas que antes de un futuro mejor para la raza humana. Ese futuro ya viene. ¿No oyes sus pasos más cerca cada vez? Yo los oigo. ¡Animémonos, entonces! Va a levantarse el telón para que se represente el acto más solemne del drama humano.

Recibe un abrazo de tu hermano.

Ricardo Flores Magón


1 The Liberator, (Nueva York, N.Y.).
2 El reglamento carcelario sobre publicaciones periódicas exigía que las mismas fueran enviadas directamente al reo por el editor. (R. Flores Magón, Buerau of Prisons, Leavenworth, register no. 14596-L, KCFRC).
3 La Vie Ouvrière, (Paris, Francia).
4 Ferdinand Domela Niewvenhuis, fundador del anarcosindicalismo holandés y editor del periódico De Vrije Socialist. Escribió Socialism in Danger (1904); durante la Primera Guerra Mundial propagandizó el antibelicismo.
5 RFM entró al hospital el día 17 de febrero bajo el diagnósitco de gripe y permaneció en ese lugar hasta el día 23 de ese mismo mes. (Health Record of Ricardo Flores Magón, Prisoner No. 14596; R. Flores Magón, Buerau of Prisons, Leavenworth, register no. 14596-L, KCFRC).
6 Nicholas Zenn Zogg, mexicano de origen suizo,  en 1916 fue arrestado acusado de conspirar junto con el general B. Avilés y el empresario Harry Chandler para invadir Baja California. Zogg sostuvo que su intervención en el caso tenía por objeto allegarse fondos para una revuelta socialista en la península. Formó parte del Comité Internacional de Defensa de Ricardo Flores Magón y Librado Rivera; acusado junto con otros miembros de ese comité (María Brousse, Raúl Palma y E. Zavala), de violar el Acta de Espionaje,  fue enviado a la cárcel de Atlanta, Georgia, de donde salió libre hacia fines de 1922. Murió meses depués de tuberculosis.


Fuente: EIR

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas.
Marzo 25 de 1920

Gus Teltsch.
Lake Bay, Wash.

Mi querido camarada:

Me refiero a tu amable carta del 13 del corriente, con la que recibí tres dólares. Gracias, querido amigo.

Por tu carta me he enterado de que nuestro viejo amigo Creaghe falleció el 19 de febrero último. Ahora está libre y descansando. Los últimos años de este luchador por libertad fueron de tal naturaleza que hacen a uno estremecerse. Él, que amo a la humanidad, fue blanco de todos los tratamientos inhumanos. Él que soñó la libertad, fue privado de todos los privilegios humanos. Él, que luchó para que cada criatura humana pudiera tener un hogar, no tenía un albergue propio. ¡El pobre viejo veterano de la lucha de clases!

Ahora está libre y descansa. La muerte es la gran libertadora. Es un absurdo representar a la Muerte como una cosa terrible que inspira horror. Estoy cansado de ver a la Muerte pintada como un esqueleto humano, llevando en su mano una guadaña y en la otra un reloj de arena. Si yo fuera artista, representaría a la muerte completamente diferente, como una bella doncella, por ejemplo, en el acto de tirar una cortina que oculta una magnífica recámara, y con una dulce sonrisa en su faz amorosa ofreciendo la entrada a cada mortal. Nuestro querido Juan Creaghe es feliz ahora, como lo es el que goza de un sueño profundo.

Da mis mejores recuerdos al camarada Ballard. Jeanette no me ha escrito todavía. Dale mis recuerdos también cuando tengas oportunidad, así como a Zogg1 y a Rivera.

Ahora, querido amigo; debo terminar esta carta con mayores esperanzas que antes de un futuro mejor para la raza humana. Ese futuro ya viene. ¿No oyes sus pasos más cerca cada vez? Yo los oigo. ¡Animémonos, entonces! Va a levantarse el telón para que se represente el acto más solemne del drama humano.

Recibe un abrazo de tu hermano.

Ricardo Flores Magón


1 Nicholas Zenn Zogg, mexicano de origen suizo,  en 1916 fue arrestado acusado de conspirar junto con el general B. Avilés y el empresario Harry Chandler para invadir Baja California. Zogg sostuvo que su intervención en el caso tenía por objeto allegarse fondos para una revuelta socialista en la península. Formó parte del Comité Internacional de Defensa de Ricardo Flores Magón y Librado Rivera; acusado junto con otros miembros de ese comité (María Brousse, Raúl Palma y E. Zavala), de violar el Acta de Espionaje,  fue enviado a la cárcel de Atlanta, Georgia, de donde salió libre hacia fines de 1922. Murió meses después de tuberculosis.


Fuente: EIR

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas.
Mayo 4 de 1920

Gus Teltsch
Lake Bay, Wash.

Mi querido amigo:

Estoy avergonzado de no haber contestado más pronto tu amable carta del 9 de abril último; pero esto ha sido a causa de mi mala salud. Estuve muy enfermo durante todo el mes de abril y la última parte de marzo, y para coronar mi desgracia me estoy quedando ciego.1

Me siento mejor ahora, con excepción de la vista, que se me está poniendo más débil cada día. Estoy condenado a cegar, querido camarada; estoy condenado a ser un objeto cualquiera. El oculista de esta institución se ha tomado muchas molestias para tratar de encontrarme anteojos apropiados; pero sus esfuerzos han sido en vano. Mis ojos ya están demasiado dañados. Por lo tanto, estoy en espera de la eterna obscuridad que va a envolverme mientras viva…

Para mí, el no ver es una positiva desgracia. ¡No ver más la luz … ! ¿Has pensado tú alguna vez en esto, querido camarada? La sola idea hace que a uno se le revuelva la cabeza. La gente compara la ceguera con la noche. Sí, es la noche; pero sin el encanto de las estrellas. Es la noche, pero sin la poesía de la naturaleza vista a través de la obscuridad.

Pero pasemos a asuntos más placenteros. Tengo que darte buenas noticias. La semana pasada notificaron a Enrique que la orden de deportación que se había dado en su contra estaba revocada.2 Por lo mismo estoy agradecido por tu actividad en su favor, así como también a Anise y Ault, por su generosidad en tomar la defensa de mi hermano. Esta muestra de solidaridad de clase, de parte de Anise y Ault, merecen mi elogio.

¡Es tan rara virtud la solidaridad! El rebaño humano a olvidado que debe a la solidaridad el haber salido victorioso sobre las otras criaturas de la selva. Para mí la solidaridad es la virtud de las virtudes. La materia existe por la solidaridad de los átomos. Sin esta virtud, todo el edificio del Universo se desplomaría y desaparecería en la obscuridad, como polvo esparcido por los vientos. La solidaridad es esencial a la existencia, es condición de la vida. Las especies que sobreviven en la lucha por la existencia no son, de ningún modo, las que están compuestas de los individuos más fuertes, sino aquellos cuyos componentes adoran más reverentemente la mayor de las virtudes: la solidaridad.

La solidaridad es fuerza. Se puede limpiar del dedo una gota de agua; pero se requiere de la fuerza del arrecife para resistir del empuje del océano. La solidaridad es progreso, pues la vida significa evolución, y la solidaridad es condición de la vida. La solidaridad es armonía, cooperación entre los seres humanos, gravitación para los cuerpos celestes. ¿Qué es la luz solar? La solidaridad de los siete colores del arco iris.

Ves, querido camarada, que tengo razón para amar la solidaridad, porque es fuente de vida. Amante de lo bello, adoro la solidaridad porque ella hace posible la existencia de lo bello. Gracias a la solidaridad existe la naturaleza y puede complacer mis sentidos con sus formas y colores, con su fragancia y su poesía, mientras que en mi cerebro se agitan sueños rosados de libertad, justicia y arte.

Ahora debo terminar esta carta, esperando que estés bueno cuando la recibas, querido camarada, y que pronto tenga noticias tuyas. Ten fe en el progreso. La madre Tierra se enorgullecerá dentro de poco al ser pisada por hombres en vez de rebaños. El sol comienza a besar sus frentes en lugar de quemar sus espaldas.

¡Ánimo, hermano!

Ricardo Flores Magón


1 Los días 20, 22 y 29 de abril de 1920, RFM fue examinado por el oculista de la prisión. El diagnóstico inicial fue glaucoma. (Íbid.).
2 El 20 de abril de 1920, el asistente del secretario del Trabajo de los Estados Unidos, Louis F. Post, revocó la orden de arresto y deportación en contra de Enrique Flores Magón girada por “por pertenecer o estar afiliado a una organización declarada ilegal por el Acta de Espionaje del 16 de octubre de 1918,”  y por declarase anarquista en contravención del Acta de Inmigración de 1917. Respecto al primer cargo la decisión señalaba: “El cargo por membresía se basa en que admitió su conección con el Partido Liberal Mexicano, una organización que apoya la revolución política e industrial de México. Para sostener el cargo bajo las leyes de inmigración debe aparecer que el Partido Liberal Mexicano 1) contempla y cree, predica y promueve el derrocamiento por la vía de la violencia del gobierno de los Estados Unidos; o 2) de todas las formas de la Ley; o 3) promueve y enseña el descreimiento o la oposición a toda organización gubernamental; o 4) sostiene la necesidad, el deber o la validez del asalto o asesinato de los oficiales del gobierno de los Estados Unidos o de cualquier gobierno organizado, por su o sus carácteres oficiales; o 5) proclame o enseñe la destrucción ilegal de la propiedad. No se ha demostrado que el Partido Liberal Mexicano entre dentro de estas cláusulas. La organización parece ser una organización destinada a revolucionar política e industrialmente las condiciones de México. Y si bien esto puede violar las leyes de neutralidad americanas, como otras organizaciones en este país hacen, no se le acusa de una cruzada en contra del gobierno de los Estados Unidos, o todos los gobiernos, o las vidas de los oficiales, o de la existencia de la propiedad o todas las formas de leyes, o todo gobierno organizado.” En cuanto a su autodefinición como anarquista, el subsecretario declaró: “Aunque el extranjero define su ideal de gobierno como anarquista, su descripción del ideal anarquista no lo es.” The Los Angeles Times, 18 de abril de 1920.


Fuente: EIR

Leavenworth, Kansas, July 20th, 1920

Mr. Harry Weinberger,1 Attorney at Law
New York, N. Y.

Dear Mr. Weinberger:

My dear comrade Erma Barsky2 asks me to write you all about the eye malady which afflicts me3, and I do it accordingly.

As my eyesight grows weaker, to the extent that now I see everything as through a mist, I went to see the doctor in charge of the optical department of this institution. He examined my eyes, and tried to find glasses for me, but I could not see with any of them. He declared I was afflicted with glaucoma, a malady consisting in the hardening of the eye-balls, and directed me to report sometime later to further examine my eyes. I reported last month, and then the doctor, after having examined my eyes again diagnosed cataracts, and told me that in six months, or perhaps in a year or so, I will be practically blind. He directed me again to report for time to time to have my eyes examined.

This is all the information I can give you. To get a statement from the doctor, is not easy matter for me, but I think you might get it through the Department of Justice.

Miss Barsky asks me whether may I be treated by an outside specialist. This is against the rules governing this institution, and I think the Department of Justice is the only authority that might grant such privilege.

Could I be granted to get released to have my sickness treated, to be sent again to prison after I got cured?

I pledge any word not to escape, but to go back to prison to pay my penalty, or part of it, for I think I shall not live long enough to pay my debt to bourgeoisie justice.

Hoping hear from you, I remain,

Sincerely yours,

Ricardo Flores Magón

 

Leavenworth, Kansas, a 20 de julio de 1920

Sr. Harry Weinberger, Abogado,
Nueva York, N.Y.

Estimado Sr. Weinberger16:

Mi querida camarada Erma Barsky17 me pide que le escriba a usted todo lo relativo a la enfermedad de los ojos que padezco18. Así lo hago.

Cuando mi vista comenzó a debilitarse, al grado de que, en la actualidad, todo lo veo como a través de una niebla, fui a ver al médico encargado del departamento de oftalmología de esta institución. El examinó mis ojos e intentó encontrar lentes para mí, pero con ninguno pude ver. Diagnosticó que yo padecía de glaucoma, una enfermedad que consiste en el endurecimiento del globo ocular, y me indicó que regresara al cabo de cierto tiempo para examinar mis ojos de nuevo. Volví a presentarme el mes pasado y, entonces, después de examinar nuevamente mis ojos, el doctor diagnosticó cataratas y me hizo saber que prácticamente quedaré ciego en un plazo de seis meses o, tal vez, de un año o algo así. Volvió a indicarme que me presentara de vez en cuando para examinar mis ojos.

Esto es todo cuanto puedo informarle. No es fácil para mí conseguir un certificado por parte del médico; pero, me parece, usted podrá obtenerlo del Departamento de Justicia.

La Srita. Barsky me pregunta si podría ser tratado por un especialista externo. Esto contravendría las normas que rigen esta institución, y me parece que el Departamento de Justicia es la única autoridad que podría autorizar ese privilegio.

¿Sería posible que se me permitiera salir de la cárcel para atender mi enfermedad y ser internado de nuevo en cuanto esté curado?

Doy mi palabra de que no escaparé, sino que regresaré a la cárcel para purgar mi condena, o parte de ella, porque no creo que viviré lo suficiente para pagar mi deuda a la justicia burguesa.

En espera de sus noticias, quedo de usted, atentamente.

Ricardo Flores Magón


1 Harry Weinberger, abogado neoyorquino especializado en derechos de autor, defensor de anarquistas y radicales como Emma Goldman y Alexander Berkman, durante y después de la Primera Guerra Mundial, y consejero legal de la Liga para la Amnistía de los Presos Políticos (League for the Amnesty of Political Prisoners); fue contratado en 1919 por el Comité de Defensa y Alivio de Presos Políticos (Political Prisoners Defense & Relif Committe), con sede Nueva York, para la defensa de los llamados Mártires de Texas  (José M. Rangel, Charles Cline, et al., miembros del PLM condenados a 50 años o más de cárcel a raíz del enfrentamiento que tuvieron con los rangers texanos al pretender ingresar a territorio mexicano en 1913), y posteriormente para ayudar a Ricardo Flores Magón en su búsqueda inicial de un permiso para ser examinado por un especialista exterior, punto de partida de su vínculo
2 Erma Barsky, seudónimo de Rose Bernstein, anarquista y obrera textil neoyorquina, miembro y posteriormente  funcionaria del Sindicato Internacional de Trabajadores de Ropa  para Damas (International Ladies’ Garment Workers’ Union),  fundó el Comité de Defensa y Alivio de Presos Políticos.
3 véase n. 15


Fuente: HWP

Mr. Ricardo Flores Magón,
Post Office Box 7, Leavenworth, Kansas.

My dear Mr. Magón:

Your letter of July 20th to hand re your eyes, and I am writing to the Department of Justice to-day as well as the U. S. Superintendent of Prisons. In addition I expect to go to Washington towards the end of this week, and shall take the matter up personally with the officials. You might in the meanwhile ask the Doctor if there is not some doctor who is an expert that you can be taken to, and your friends will arrange to pay for same.

Have you made any application for amnesty on your case? If not, do you object to same being made by yourself or friends? Write me about that.

Anything further I can do let me know. In the meanwhile I hope to hurry re the treatment of your eyes.
Sincerely yours,

Harry Weinberger

 

26 de julio [de 1920]

Sr. Ricardo Flores Magón,
Apartado Postal 7,
Leavenworth, Kansas

Mi estimado Sr. Magón:

Acuso recibo de su carta del 20 de julio referente a sus ojos, y estoy escribiendo hoy mismo al Departamento de Justicia, tanto como al Superintendente de Prisiones de los Estados Unidos. Espero, además, ir a Washington hacia fines de semana y tratar el asunto personalmente con los funcionarios. Usted podría, mientras tanto, preguntar al doctor si no hay ahí algún médico especialista al que pudieran llevarlo, y sus amigos se encargarían solventar los gastos.

¿Ha presentado usted alguna solicitud de amnistía para su caso? Si no es así, ¿se opondría usted a hacerlo personalmente o a que sus amigos la presentaran? Escríbame al respecto.

Infórmeme si hay algo más que pueda yo hacer. En tanto, espero apresurar lo referente al tratamiento de sus ojos.

Atentamente.

Harry Weinberger


Fuente: HWP

52 Union Square
July 30th, [1920]

Mr. Ricardo Flores Magón
PO Box 7, Leavenworth, Kansas.

My dear Mr. Magón:

I am glad to inform you that I was able to take up the matter of your eyes with the Asst. Superintendent of U. S. Prisons, Mr. McGlassen in person yesterday in Washington. He stated that whatever is necessary will be done for you, and that if their oculist cannot perform the operation, you would be taken to the best man in Kansas City1 to have an operation performed. He further stated that perhaps it would be best to wait until the cataracts come to a head before taking them out, but that is matters for you to decide. This morning I received a letter from Mr. Dickerson, the Supt. of Prisons, himself, and he says: “If Magón is in need of treatment or operation for his eyes, and the prison medial staff is unable to furnish the same, I have no doubt it could be arranged to have him treated by an outside specialist, or to remove him to a hospital if an operation is required.” Whatever further you desire on this matter, advise me.

I think that perhaps I could do something for a pardon for you and your brother. Write your attorney to send me a copy of the indictment, case on appeal if any, and any briefs that he may have on both your cases. Also send me a statement yourself, re age, nationality, married, children, physical condition and statement of charges and facts, and sentence. I know of course some of it, but want it all together, and perhaps we can perform the miracle and open the jail door for you.

Sincerely,

Harry Weinberger

52 Union Square
30 de julio [de 1920]

Sr. Ricardo Flores Magón,
Apdo. Postal 7,
Leavenworth, Kansas

Mi estimado Sr. Magón:

Tengo el gusto de informarle que ayer, en Washington, pude tratar el asunto de sus ojos con el Asistente del Superintendente de Prisiones de los Estados Unidos, el Sr. McGlassen en persona. Afirmó que se hará todo lo necesario en su caso, y que, si su oculista no puede llevar a cabo la operación, usted será llevado con el mejor médico de la ciudad de Kansas para que lo opere. Dijo también que tal vez fuera mejor esperar hasta que las cataratas lleguen a madurar antes de extirparlas, pero esa es decisión de usted. Esta mañana recibí una carta del Sr. Dickerson, el propio Superintendente de Prisiones; me dice: “Si Magón requiere un tratamiento o una operación de sus ojos y el personal médico del penal no puede proporcionárselos, indudablemente se podría tramitar que lo atienda un especialista externo o trasladarlo a un hospital si es preciso operarlo.” Hágame saber de cualquier otra cosa que usted desee al respecto.

Pienso que posiblemente yo pueda hacer algo en relación con un indulto para usted y su hermano. Escríbale a su abogado para que me envíe una copia de su acta de acusación, de su apelación si la hubiere, y de todo documento que pueda tener relevancia con cualquiera de sus casos. Envíeme también una declaración propia relativa a su edad, nacionalidad, estado civil, hijos, condición física y declaración de hechos y cargos, así como de la sentencia. Tengo conocimiento, por supuesto, de parte de lo anterior; pero quiero tenerlo todo junto y quizás podamos realizar el milagro de abrirles las puertas de la cárcel.

Atentamente.

Harry Weinberger


1 La ciudad más cercana a la penitenciaría de Leavenworth.


Fuente: HWP

Leavenworth, Kansas, August 5th, 1920

Mr. Harry Weinberger
New York, NY

Dear Mr. Weinberger:

It is with pleasure that I am referring to your esteemed letters of the 26th and 30th of July, by which I remain informed of your endeavor in my behalf. I thank you, Mr. Weinberger.

I was called to the oculist office this morning, and got examined once more. The report of this examination will be sent to the Superintendent of  U. S. Prisons.

Now, my dear Mr. Weinberger, I am going to state the facts in my case, but it is not with the purpose of my asking for clemency, for I will never ask for such a thing. It is for you and my friends to know why I am in prison. You and them will seek the best way to get me out of prison, without my having to humiliate myself asking for clemency.

I shall be forty-six years old on the 16th of this coming September; Mexican; married, and having two children. In the Department of Justice must be filed a report made on the last months of 1918 by the doctor of the Penitentiary of McNeil Island, wherein  is it is stated that I am afflicted with diabetes and rheumatism, being this the reason why I was transferred to this institution. In addition to this, I am going blind.

Enrique will be released on the 10th of next September, having by then his term expired. But here will remain Librado Rivera, who as you will see in the indictment, was charged with me of having violated the Espionage Act.1  Please ask for copy of the indictment, and all legal data, to Mr. J. H. Ryckman, Higgins Bldg., Los Angeles, Cal. Mr. Ryckman was one of my lawyers. I do not write him asking for the papers, because I have already written the number of letters I am entitled each week.

I was the Editor of “Regeneración”, a Spanish newspaper published in Los Angeles, Cal., and Librado was one of my associates. In the issue of March 16th, 1918, I published an appeal to the workers of all countries2; appeal which was signed by Rivera and my self.

The appeal of the manifesto had as its purpose to acquaint the workers of the world with the conditions prevailing at the time all over the world. It was an exposition of this facts: that the European war were a source of discontent and unrest among the masses of all countries, that this unrest were made evident by riots, strikes, and several others acts of protest taking place all over the world. Riots. strikes and acts of protest that will eventually culminate in a world-wide revolution, -that revolution involves chaos, as it is the blind effort of the masses to free themselves from intolerable conditions, and chaos offers to the unscrupulous, the charlatan, and the knave the most brilliant opportunity of enriching themselves, and of establishing a crueler tyranny than the one distroyed; that, however, the world-wide revolution were inevitable; that no one could stop or prevent it, for the revolutions are social phenomena which are begotten by causes that lie out of the control of the individual, like the storm, the cyclone, the eruption of a volcano are natural phenomena which one can predict, but not to prevent; and being it so that we workers were impotent to prevent the impending worldwide revolution, our duty were to avoid the ensuing chaos, to which  end we should prepare the mentality of the masses propagating the anarchist ideals of universal brotherhood and peace based on justice.

The foregoing is the essence of the manifesto or appeal. No one incitation to violence was made. I wrote the manifesto, and I had not in my mind the idea of making a revolution, but of counteracting the evils inherent to all popular upheavals. Even less was in my mind the idea of overthrowing the United States Government. I taught in conditions of the world at large, without having in my mind one particular country.

Nobody dares to prosecute the man who announces the coming of a storm, the eruption of a volcano, the toppling over an avalanche. On the contrary his prediction is seriously taken, and is considered useful, for by its means humanity is able to avoid, or, at least, to lessen the ravages of the catastrophe. However, Librado Rivera and myself were arrested on the 21st of March, 1918, and charged with violation of the espionage Act, tried and sentenced, Rivera to 15 years, and myself to 20 years imprisonment, for having predicted the revolution which to-day confront all the countries of the world, and for having advised the means at hand to lessen its ravages.

We appealed the sentence, but the Appellate Court of San Francisco sustained it13 , and having no money to carry the case to the Supreme Court, we could not fight any more for our freedom. Justice costs money even under democracy.

As you see, it has been committed against us a gross injustice, and cannot ask for pardon, because I am the victim.

Hoping to hear from you again, I remain,

Sincerely yours

Ricardo Flores Magón
P. S. Now that by request of the Superintendent of U. S. Prisons I have been examined, it will be easier for you to get from that authority information regarding the condition of my eyes.

 

Leavenworth, Kansas, a 5 de agosto de 1920.

Sr. Harry Weinberger,
Nueva York, N.Y.

Estimado Sr. Weinberger:

Me refiero con gusto a sus apreciables cartas del 26 y 30 de julio, en las que me informa de sus gestiones en mi nombre. Se lo agradezco, Sr. Weinberger.

Esta mañana me llamaron al consultorio del oculista y me examinaron de nuevo. El resultado del examen será enviado al Superintendente de Prisiones de los Estados Unidos.

Y ahora, mi estimado Sr. Weinberger, voy a establecer los hechos de mi caso; sin embargo, no lo hago con el propósito de solicitar clemencia, porque yo nunca solicitaría algo semejante. Lo hago para que usted y mis amigos sepan por qué estoy en la cárcel. Usted y ellos buscarán el mejor medio para sacarme de la prisión sin que yo tenga que sufrir la humillación de pedir clemencia.

El próximo 16 de septiembre cumpliré cuarenta y seis años, soy mexicano, casado y tengo dos hijos. En los archivos del Departamento de Justicia debe estar un certificado que firmó por el médico de la Penitenciaría de la Isla McNeil en los últimos meses de 1918, en el que se establece que padezco de diabetes y reumatismo, razón por la cual fui transferido a esta institución. Sumado a lo anterior, me estoy quedando ciego.

Enrique será puesto en libertad el próximo 10 de septiembre, fecha en la que habrá cumplido su sentencia. Sin embargo, aquí seguirá internado Librado Rivera, quien, como verá en el acta de acusación, fue responsabilizado conmigo de violar el Acta de Espionaje.20 Le ruego solicite copia del acta de acusación, así como del resto de los documentos legales, al Sr. J. H. Ryckman, Edificio Higgins, Los Angeles, Calif. El Sr. Ryckman fue uno de mis abogados. No le escribo yo para solicitar los documentos porque ya he escrito la cantidad de cartas a que tengo derecho cada semana.

Yo era el Director de “Regeneración“, un periódico en español publicado en Los Ángeles, Calif., y Librado era uno de mis socios. En la edición del 16 de marzo de 1918, publiqué un llamado a los trabajadores de todos los países;21 llamado que firmamos Rivera y yo.

El propósito de ese llamado o manifiesto era el de dar a conocer a los trabajadores de todos los países las condiciones prevalecientes en ese momento en el mundo. Se trataba de exponer los siguientes hechos: que la guerra europea era una fuente de inquietud y rechazo para las masas de todos los países, que tal rechazo se manifestaba en los disturbios, huelgas y otros actos de protesta que tenían lugar en todo el mundo; disturbios, huelgas y protestas que eventualmente podrían culminar en una revolución mundial; que tal revolución implicaba un caos, puesto que es el resultado de los esfuerzos ciegos de las masas por liberarse de condiciones intolerables, y que el caos ofrece a los inescrupulosos, charlatanes y bribones la más brillante oportunidad para enriquecerse y para instaurar una tiranía aún más cruel que la que se derroca; que, sin embargo, siendo la revolución mundial inevitable, nadie podría detenerla ni evitarla, puesto que las revoluciones son fenómenos sociales engendrados por causas que no son susceptibles al control del individuo, semejantes a la tormenta, el ciclón, la erupción de un volcán, que son fenómenos que uno puede prever, pero no impedir; y en virtud de que nosotros, los trabajadores, éramos impotentes para impedir la inminente revolución mundial, nuestro deber consistía en evitar el caos consecuente y, con ese fin, debíamos preparar la mentalidad de las masas difundiendo los ideales anarquistas de fraternidad universal y de paz basada en la justicia.

Lo anterior es la esencia de ese manifiesto o llamado. No se hizo ninguna incitación a la violencia. Yo escribí el manifiesto y no tenía en mente la idea de hacer una revolución, sino la de contrarrestar las consecuencias desastrosas de todos los levantamientos populares. Menos aún tenía en mente la idea de derrocar al gobierno de las Estados Unidos. Me referí a las condiciones del mundo en general, sin referirme a ningún país en particular.

Nadie osaría acusar al hombre que anuncia la inminencia de una tormenta, la erupción de un volcán, el desbordamiento de un alud. Por lo contrario, habría que tomar en serio su predicción, y considerarla útil porque, gracias a ella, la humanidad podría ser capaz de evitar o, por lo menos, de reducir los perjuicios de la catástrofe. No obstante, Librado Rivera y yo fuimos detenidos el 21 de marzo de 1918 y acusados de la violación del Acta de Espionaje, juzgados y sentenciados, Rivera a 15 años de cárcel y yo a 20, por haber predicho la revolución que hoy en día sufren todos los países del mundo, y por haber sugerido medios para reducir sus estragos.

Apelamos la sentencia, pero la Corte de Apelaciones de San Francisco la ratificó y, no contando con dinero para llevar el caso a la Suprema Corte, ya no pudimos seguir luchando por nuestra libertad. La justicia cuesta dinero, incluso en la democracia.

Como puede ver, se ha cometido una gran injusticia contra nosotros, y no puedo pedir perdón, porque la víctima soy yo.

En espera de sus noticias, quedo de usted,

atentamente.

Ricardo Flores Magón
P.S.: Ahora que, por orden del Superintendente de Prisiones de los Estados Unidos, he sido examinado, le será más fácil obtener de dicha autoridad la información relativa a la condición de mis ojos.


1 RFM y Rivera fueron procesados en mayo de 1918, por la violación del Acta de Espionaje (1917): “publicar falsos testimonios tendientes a interferir con el triunfo militar o naval de las fuerzas de Estados Unidos; intentar o causar insubordinación, amotinamiento  y rechazo al reclutamiento en las fuerzas armadas y navales de los Estados Unidos;”  por el Acta del Enemigo (1916): “usar el correo para transmitir material no enviable por el mismo; imprimir en lengua extranjera material sobre política del gobierno, sin haber entregado la traducción correspondiente al agente del correo;”  y por la violación de la enmienda de 1911 al Código Criminal de los Estados Unidos: “enviar por correo material indecente”. Todos los cargos se establecieron por la publicación y distribución del número 266 de Regeneración del 16 de marzo de 1918 que contenía el  manifiesto A los trabajadores del Mundo.
2 Véase nota anterior.
3 James H. Ryckman, abogado de RFM y Rivera durante el juicio de 1918, interpuso un recurso ante la Corte de Apelaciones de San Francisco, California el 6 de octubre de 1919, aduciendo que los cargos eran reiterativos y estaban fundados en un solo acto (la publicación del manifiesto del 16 de marzo) que en si mismo no podía ser considerado una ofensa en contra de los Estados Unidos. La apelación fue desechada el 19 de noviembre. “Magón et al. v. United States, Circuit Court of Appeals, Ninth Circuit” , Federal Reporter, núm. 260: serie 1 (noviembre de 1919-enero de 1920).


Fuente: HWP

August 9th, 1920

Ricardo Flores Magón,
P.O. Box 7,
Leavenworth, Ka.

Dear Sir:

Your letter of August 5th to hand, containing a statement re your eyes, and also re your case.

In reference to your eyes, I am glad that you have been reexamined, and you probably will be informed as to their report, and also what they will do or desire to do in reference to same. Unless you hear within the next few weeks as to what treatment or operation will be performed, write me, or, rather than use your weekly letter  for that purpose, have the one you write your letter to, write me that nothing further has been done and I shall take the matter up in Washington.

I note the general facts of your case, and will see what can be done besides the general question of amnesty 1, particularly in your case. I wonder if the time has expired to take an appeal to the United States Court from the decision from what I presume is the Circuit Court, and I will write Ryckman about it.

I had Librado Rivera transferred2 from McNeals [sic] Island to Leavenworth, and if you see him, give him my regards.
Sincerely yours,

[Harry Weinberger]

 

9 de agosto de 1920

Ricardo Flores Magón,
Apdo. Postal 7,
Leavenworth, Kansas.

Estimado Señor:

Me refiero a su carta del día 5, en la que incluye una declaración relativa a sus ojos, así como a su caso.

En relación con sus ojos, me alegro de que se los hayan vuelto a examinar; probablemente usted será informado, tanto de su diagnóstico, como de lo que vayan a hacer o tengan la intención de hacer al respecto. En caso de que, en el plazo de algunas semanas, usted no sea informado del tratamiento o de la operación que tengan previsto, escríbame o, para que no tenga que desperdiciar su carta semanal con tal propósito, pídale a quien envíe su carta que me escriba [informándome] que no se ha hecho nada más, y yo trataré el asunto en Washington.

Tomo nota de los detalles generales de su caso, y veré qué se puede hacer en su caso particular, independientemente de la cuestión general de la amnistía.23 No sé si haya expirado el plazo para apelar ante la Suprema Corte de los Estados Unidos la decisión de, supongo, el Tribunal de Circuito; escribiré a Ryckman al respecto.

Conseguí el traslado de Librado Rivera de [la Isla] McNeals [sic.] a Leavenworth24 y, si lo ve, dele mis saludos.

Atentamente.

[Harry Weinberger]


1 A partir de la firma del armisticio del 11 de noviembre de 1918 que dio por terminada la Primera Guerra Mundial, las agrupaciones de defensa de presos políticos y libertades cívicas de los Estados Unidos, impulsadas por la Liga para la Amnistía de Presos Políticos (League for the Amnesty of Political Prisoners), realizaron una larga e infructuosa campaña a favor de una amnistía general para los presos políticos en Estados Unidos acusados bajo las leyes de excepción relacionadas con aquella confragración. Estados Unidos fue el último país participante en la guerra que concedió la amnistía general, la que se firmó el 4 de marzo de 1933.
2 Lucía Norman, hijastra de RFM, en carta a Librado Rivera del 9 de febrero de 1920, escribió: “Lamentamos profundamente su mal estado de salud. Estoy solicitando por vía personal a Washington su traslado a Leavenworth, considerando inútil solicitar a los abogados que lo hagan […]Soy de la opinión de que si el Departamento de Justicia quiere considerar este pedido tomarán en cuenta mi carta”. El 16 de abril de 1920, en otra similar: “Respondo a su bienvenida del 3 del presente, por la cual fui informada del hecho de que usted será incluido en la lista de los próximos prisioneros a ser transferidos a la Penitenciaría Federal de Leavenworth, Kansas. Gracias por enviarme de vuelta la respuesta a mi solicitud hecha por el Departamento de Justicia.” La solicitud de Weinberger, por parte del Comité de Defensa de Presos Políticos tiene fecha del 6 de julio de 1920.


Fuente: HWP

Leavenworth, Kansas, October 6th, 1920

Miss Ellen White1
New York, N. Y.

My dear comrade:

Though expected, for I was sure you would write me, your dear letter of the 27th of last September was a surprise —and a sweet one— for me: it is so beautiful! And it is written with so rare sincerity!

Your admirable letter has had the power of setting my whole being quivering as I felt your soul vibrating in its pages. Thanks, many thanks, my dear comrade. How your letter has strengthened me! I feel so depressed that I need these kind of moral props; for you must know, kindly Ellen, that I cannot get accustomed to this life I am forced to live; my mind and my body protest against this sort of existence. Oh, if I only could not think! But I cannot stop thinking! I cannot! And, consequently, every detail of prison life hurts my feelings: the walls, erected to prevent my communion with my brothers in ideals, whit my fellow-beings, with Nature; the bars… which make me think of the fear and hatred of those who dread to see me free; the rules, which command me to obey, to obey, to obey…, the clubs, whose very sight hurt my dignity as though I were physically struck with them; all, in fine, in my dismal surroundings, makes me realize that I am not a man, but a thing, and this, when I feel myself to be a man yet!

Can you wonder now only why your letter made me so much good? Although a stern self-analysis, to which I subject myself once and again, makes me disagree with the poetic portrait you make of me, I nevertheless appreciate it as I appreciate everything delicate, noble, lovely, beautiful: the perfume of a flower, a kindly smile, a sympathetic feeling, the twinkling of a star; and your letter is all this. You poured in its pages all the perfume, and the light, and the warmth of your exquisite soul. To me, its lines and words are not such, but something yours, something detached from your own being, something that lived first in you, and which you most generously sent out to me to brighten, and comfort, and lighten my wretched condition. And you succeeded in it, my generous friend.

Don’t be afraid of writing me long. I beg you to do it. A good thing never tires me. I love beauty, and beauty is what I find in your letter, but….. please bow no more your gracious face made to be kissed by Father Sun. There in nothing for you to be ashamed of. It is true, I would have liked your letters to come earlier, but early or late they are welcome like a ray of sunshine. I have nothing to complain of. During the long winter months one does not blame the sun for its failing to warm our bodies and rise our spirits, and we are only too glad to see it coming to us again. Could have I blamed you for not having written me?

Write me, write me, my good comrade Ellen.

I have a letter from comrade Winnie Branstetter, chairman of the Prison Comfort Club, a branch of the National Socialist Party, with headquarters at 220 S. Ashland Blvd., Chicago, Ill. This comrade came to see me last week, and will visit N. York. I gave her our beloved Erma’s address, not knowing yours at the time, but I told her that our Erma would introduce her to the other comrades. She will call at 71 E. 100 St. Now this comrade writes me, and says in part: “When I go East I wish to visit Washington regarding your case. Will you instruct Mr. Weinberger to send details regarding your case to me at the Chicago Headquarters 220 So. Ashland, Chicago? I shall be in Washington before reaching N. York, hence the necessity of mailing information”.  Now, I can’t instruct  Mr. Weinberger to send her information, but I beg him to do it. Please, my kindly Ellen, to see Mr. Weinberger regarding comrade Branstetter’s request, as I can’t write him for having already written the letters I am allowed to send out every week.

I have to close this letter. I cannot, like you, work; but I dream and wait…….. Eagle without wings, alas, and without fangs, there is nothing more for me but to dream, and this I do.

Give our Erma my best regards and fraternal love.

As for you, the sweet emotions your inspiring letter stirred in my heart.

Fraternally yours,

Ricardo Flores Magón

Leavenworth, Kansas, a 6 de octubre de 1920

Srita. Ellen White,
Nueva York, N.Y.

Mi querida camarada:

Aunque esperada, pues tenía la seguridad de que usted me escribiría, su apreciable carta de 27 de septiembre último fue una sorpresa —y una muy agradable— para mí. ¡Es tan hermosa! ¡Y escrita con una sinceridad tan particular!

Todo mi ser se ha estremecido por obra de su admirable carta porque me hizo sentir su alma vibrando en sus páginas. Gracias, mi querida camarada, muchas gracias. ¡Qué reconfortantes han sido sus letras! Me siento tan deprimido que necesito esta clase de apoyos morales; porque debe saber, mi estimada Ellen, que no puedo adaptarme  a esta vida que estoy forzado a vivir; mi mente y mi cuerpo protestan contra esta forma de existencia. ¡Oh, si al menos pudiera dejar de pensar! Pero, ¡soy incapaz de no pensar! ¡no puedo hacerlo! Y, así, cada uno de los aspectos de la vida carcelaria agrede mi sensibilidad: los muros, levantados para impedir que me comunique con mis hermanos en el ideal, con mis congéneres, con la Naturaleza; las rejas … , que me sugieren el miedo y el odio de aquellos que se horrorizarían al verme libre; las reglas, que me conminan a obedecer, obedecer, obedecer … ; los garrotes, cuya sola vista ofende mi dignidad tanto como si me estuvieran golpeando físicamente con ellos; en fin, que en mi lúgubre entorno, todo me hace tomar consciencia de que he dejado de ser un hombre, para convertirme en una cosa, y esto, ¡a pesar de seguir considerándome yo mismo un hombre!

¿Comprende usted ahora por qué su carta me hizo tanto bien? Aunque el estricto auto-análisis al que yo me someto una y otra vez me obliga a discordar con el poético retrato que usted hace de mí, no puedo menos que agradecerlo, como agradezco todo aquello que es delicado, noble, adorable, hermoso: el perfume de una flor, una sonrisa amable, un sentimiento amistoso, el fulgor de una estrella; y su carta es todo eso. En sus páginas usted escanció todo el perfume y la luz y la calidez de su alma exquisita. Sus líneas, para mí, y sus palabras, no son tales, sino algo muy suyo, algo que pertenece a su propio ser, algo que antes vivió en usted y que usted, en un alarde de generosidad, me lo ha enviado para alegrar, para confortar, para iluminar mi condición miserable. Y lo logró, mi generosa amiga.

No tema escribirme extensamente. Le ruego que lo haga. Lo bueno nunca hostiga. Amo lo bello y belleza es lo que encuentro en su carta, pero … por favor, no vuelva a inclinar su gracioso rostro hecho para ser besado por el Padre Sol. No tiene usted nada de que sentirse avergonzada. Es verdad. Yo hubiera querido que sus cartas llegaran antes; pero, sea antes, sea después, son tan bienvenidas como un rayo de sol. De nada puedo quejarme. Durante los largos meses del invierno, uno no puede reprochar al sol que deje de calentar nuestros cuerpos y de elevar nuestros espíritus; y sí, en cambio, el verlo regresar a nosotros de nuevo, nos colma de alegría. ¿Cómo podría reprocharle el no haberme escrito?

Recibí una carta de la camarada Winnie Branstetter, Presidenta del Club de Asistencia a los Presos, rama del Partido Socialista Nacional, cuya sede está en el 220 S. Ashland Blvd., Chicago, III. Esta camarada vino a verme la semana pasada y va a pasar por Nueva York. Le di el domicilio de nuestra queridísima Erma, pues no sabía entonces el de usted; pero le aseguré que nuestra Erma le presentaría a otros camaradas. Irá al 71, E. 100 St. Entre otras cosas, esta camarada me escribe ahora: “Cuando vaya al Este, quisiera pasar por Washington para tratar su caso. ¿Podría dar instrucciones al Sr. Weinberger para que me envíe los detalles de su caso a la sede de Chicago, 220, So. Ashland, Chicago? Necesito que me envíe esa información por correo porque estaré en Washington antes de viajar a Nueva York.” Ahora bien, yo no puedo “darle instrucciones” al Sr. Weinberger para que le envíe esos datos, sino sólo rogarle que lo haga. Por favor, mi amable Ellen, ¿quiere usted plantearle al Sr. Weinberger la solicitud de la camarada Branstetter? No puedo escribirle yo mismo porque ya escribí las cartas que me permiten enviar cada semana.

Tengo que terminar esta carta. Yo no puedo, como usted, trabajar; sin embrago, sueño y espero … Águila sin alas —¡Ay!— y sin garras sólo puedo soñar, y es lo que hago.

Dele a Erma mis mejores recuerdos y mi afecto fraternal.

Y, para usted, las dulces emociones que su inspirada carta hizo florecer en mi corazón.

Fraternalmente.

Ricardo Flores Magón


1 Ellen White, seudónimo de Lilly Sarnoff. Nació en Rusia en 1899, testigo de los pogroms antijudios en aquel país emigro a Estados Unidos en 1905. En Nueva York se integró a los círculos anarquistas escribiendo poemas y artículos para revistas como The Road of Freedom y Man! Fundadora junto con Rose Bernstein y Hilda Kover del Comité de Defensa y Alivio de Presos Políticos.


Fuente: IIIS

Leavenworth, Kansas, October 26th, 1920

Miss Ellen White
New York, N. Y.

My dear comrade:

At last I am able to correspond to your very dear letter of the 15th of this month, which, as the first one you was so kind as to send me, has been very welcome. Accompanying the letter, I found a rose and a piece of fern. How mindful and good you are.

I read your letter with pleasure, and, to be true, with envy at your being able to use as many pages as you wish, while I have to content myself with my allowance of two pages to pour my soul in.

Your letters can never be too long, my dear friend. What you have to say is so dear, and so witty, and so inspiring; and the way you do it is so graceful, that I cannot get tired of your words. Thus, let that beautiful stream of your thoughts flow on, let it flow forth and reach me that I may steep myself in its charm and beauty, for I need ablutions of this sort to find inspiration. Do not be afraid, then, and let your Castalia flow…

Your hopes are strong, and so are mine. They are not idle hopes, oh, no! The air is fraught with possibilities… History is already writing the last lines of the period which had as its cradle the ruins of the Bastille, and is about to open a new period, whose first chapter will be known by generations to come, as the gropings of human race upon the road of freedom. A revaluation of social values is going on all over the word, and it is evident that what five or ten years ago was of negligible or no value, now is on the ascendancy, or, at least, ascending… The hour is approaching when the banknote and the silver or gold coins will have not the purchasing power that the callosities in a human hand will have. Already the heirs to certain thrones could not sell their rights of primogeniture for the classical plate of lentils… Within the hard cranium of the slave a spark has begun to gleam, a spark of the divine Promethean fire which the gods of heavens and earth were bent to extinguish, but that in many a proletarian head is already an unquenchable conflagration… We breathe an atmosphere of conflict and unrest; something is brewing in the dark; unheard of rumors float in the air, and from the four corners of the word livid vaporous ascend, and gather in the height in masses of dark clouds which forebode storms; the our of social liquidation is about to strike; one feels the solemnity of the moment, rather than understand it; our very instincts are warning our reason of the impeding birth of the new historical age. And I dream, and my dreams give me, dear Ellen, what you advice met to be in, that is, good cheer. How I love these sweet, good, faithful dreams. They never desert me. I hope, and dream, and wait, the attentive ear in the direction of the wind to catch the subtlest rumor the outside world may send in, and listen, now the jading of those striving to bring nearer the age-long expected birth, now the groans of the ones who try to perpetuate the conditions from which they derived their happiness and their power. The struggle must be keen, if one may judge so by the heat blowing at this face as though from the mouth of a raging volcano… And I dream, and see our Earth rocking herself in her orbit, this time proud of being the vehicle of a dignified race in her march around the Sun, under the sympathetic gaze of billions of other suns and other earths… And I lay my hand upon the breast of this our common mother to feel the pulsations of her heart, and know how happy she is at the sight of her redeemed sons, the last Cain being dead. And under the grip of a quasi-religious emotion. I kiss her, I kiss her…

Now, my dear, beloved comrade, I must close this letter. The two pages are already at an end; but before closing my scribble, I beg you to give my love to our beloved Erma, and the other comrades who through you did send me their salutations, regretting not knowing their names, though I imagine them to be beautiful, like Erma, like Ellen…

Hoping to hear from you soon; wishing to feel once more that sweet “whiff of your garden of feelings” —to use your own dear words— I remain in my iron cage as a nostalgic, captive eagle, dreaming, dreaming, dreaming.

Your comrade,

Ricardo Flores Magón

 

Leavenworth, Kansas, a 26 de octubre de 1920

Srita. Ellen White,
Nueva York, N.Y.

Mi querida camarada:

Por fin puedo responder a su muy apreciada carta del 15 de este mes, la cual, lo mismo que la primera que tan amablemente me envió, ha sido bienvenida en alto grado. Con su carta, recibí una rosa y una rama de helecho. ¡Qué atenta y bondadosa es usted!

Fue un placer la lectura de sus líneas; a decir verdad, las leí con envidia porque usted puede usar tantas hojas como quiera, mientras que yo tengo que restringirme a mi dotación de dos páginas para vertir en ellas mi alma.

Sus cartas, mi querida amiga, nunca serán demasiado largas. Lo que usted dice es tan amable, tan agudo, tan estimulante, y la forma en que lo expresa es tan graciosa, que nunca podría hastiarme de sus palabras. Así que deje fluir ese hermoso caudal de sus sentimientos y pensamientos, déjelo fluir libremente hasta llegar a mí y hacer posible que me sumerja en su encanto y su belleza, pues yo necesito esta clase de abluciones para inspirarme. No tema, pues, y deje correr su Castalia …

Firmes son sus esperanzas; así son las mías. No son vanas esperanzas, ¡oh, no! El aire está impregnado de posibilidades … La Historia ya está escribiendo los últimos renglones de una época cuya cuna fueron las ruinas de la Bastilla, y está a punto de iniciar una nueva era cuyo primer capítulo será conocido, por las generaciones venideras, como el de los primeros pasos titubeantes del género humano el sendero que conduce a la libertad. En todo el mundo está en marcha una revisión de los valores sociales, y es evidente que aquello que hace cinco o diez años era insignificante o despreciable, en la actualidad, está llegando al apogeo o, al menos aproximándose  … Se aproxima el momento en que los billetes de banco y las monedas de plata o de oro dejarán de tener el valor de compra que tendrán los callos de las manos del ser humano. Los herederos de algunos tronos han dejado de poder vender sus derechos de primogenitura por el clásico plato de lentejas … Dentro del duro cráneo del esclavo, ha empezado a brillar una chispa, la chispa del divino fuego prometeico que los dioses de los cielos y de la tierra se han empeñado en extinguir, pero que ha llegado a convertirse en un incendio devorador en muchas cabezas proletarias … Respiramos una atmósfera de conflicto y desasosiego; algo se está gestando en la oscuridad; flotan en el aire insólitos rumores, y, de los cuatro puntos cardinales del planeta, ascienden emanaciones intangibles que van formando en las alturas negras condensaciones de nubes que presagian la tormenta; está a punto de sonar la hora de la aniquilación social; más que entenderla, se siente la solemnidad del momento; son nuestros instintos propiamente dichos los que están advirtiendo a nuestra razón del nacimiento inevitable de la nueva era histórica. Y yo sueño, y mis sueños me proporcionan, querida Ellen, lo que usted me aconseja, es decir, entusiasmo. ¡Y cuánto disfruto de esos placenteros sueños, plenos de fe! Ellos nunca me abandonan. Cultivo mi esperanza y sueño y aguardo, con el oído atento contra el viento para captar hasta el más leve rumor que el mundo de afuera pueda enviarme, y escucho, una veces el jadeo de quienes luchan por precipitar ese advenimiento, por eras esperado; otras, los lamentos de los que se afanan en perpetuar las condiciones que les han proporcionado su felicidad y su poder. La lucha será atroz, a juzgar por el calor que abrasa su faz, semejante al que emana de las fauces de un volcán en erupción … Y yo sueño, y veo a nuestra Tierra meciéndose en su órbita en su marcha alrededor del Sol, orgullosa ahora de ser el vehículo de una raza digna, bajo la mirada sonriente de miles de millones de otros soles y otras Tierras … Y yo pongo mi mano sobre el pecho de ésta, nuestra madre común, para sentir los latidos de su corazón, y saber así cuán feliz es al ver redimidos a sus hijos, tras la muerte del último Caín. Y presa de una emoción casi religiosa, la beso, la beso …

Y ahora, mi querida, queridísima camarada, tengo que concluir esta carta. Han llegado a su fin estas dos páginas; pero antes de terminar mis garabatos, le ruego dé mi amor a nuestra querida Erma y a los demás camaradas que me enviaron saludos por su conducto, lamentando no conocer sus nombres, aunque los imagino tan bellos como Erma, como Ellen …

Esperando pronto saber de usted; con el deseo de sentir una vez más ese dulce “efluvio del jardín de sus sentimientos” —para usar sus amables palabras—, quedo en mi jaula de hierro como una águila nostálgica, cautiva, soñando, soñando, soñando.

Su camarada.

Ricardo Flores Magón


Fuente: IIIS

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos, Leavenworth, Kansas

Octubre 30 de 1920
Nicolás T. Bernal.
Oakland, Calif.

Mi querido Nicolás:

San Francisco debe estar ahora hermoso. Viví ahí en l907, cuando gran parte de la ciudad estaba en ruinas1 y uno de mis intentos revolucionarios en México también estaba en ruinas. Me oculté con mi pena entre las ruinas, cuando sobre mi cabeza pendía un premio de 10 000 dólares que se había ofrecido por mi arresto; el servicio secreto de las dos naciones me perseguía de un lugar a otro, de ciudad en ciudad. Era cuestión de vida o muerte para mí, porque mi arresto significaba mi paso inmediato a México y ser asesinado allí sin ninguna apariencia de juicio. Ya ves, mi querido hermano, cómo tengo muy buenas razones para recordar San Francisco. ¡Cuántos días pasé sin llevarme un pedazo de pan a la boca! Algunas veces me pasaba tres o cuatro días sin comer, y durante esos ayunos forzados pensaba en los miserables que matan por una pieza de pan, porque yo mismo me sentía asaltado por instintos asesinos, y habría matado si mis ideales no me hubieran apartado de esos pensamientos.

¡Cuán pronto pasa el tiempo, y cómo cambia la suerte de los hombres, excepto la mía! Mis camaradas de aquella época son ahora generales, gobernadores, secretarios de Estado, y  algunos de ellos han sido hasta presidentes de México2. Ellos están ricos, son famosos y poderosos, mientras yo estoy pobre, obscuro, enfermo, casi ciego, con un número por nombre, marcado como un felón, pudriéndome entre este rebaño humano, cuyo crimen fue el de haber sido tan ignorante y tan estúpido de haber robado una pieza de pan, cuando es una virtud robar millones. Pero mis antiguos camaradas son hombres prácticos, mientras que yo sólo soy un soñador, y, por lo tanto, es mi propia culpa. Ellos han sido la hormiga y yo la cigarra; mientras ellos han contado dólares, yo he gastado el tiempo contando las estrellas. Yo quería hacer un hombre de cada animal humano; ellos, más prácticos, han hecho un animal de cada hombre, y  se han hecho ellos mismos pastores del rebaño. Sin embargo, prefiero ser un soñador que un hombre práctico.

Con mis mejores deseos de fraternidad universal, quedo tu hermano.

Ricardo Flores Magón


1 Refiérase al terremoto e incendios que devastaron esa ciudad californiana el 18 de abril de 1906.
2 Alude, entre otros, a los antiguos miembros del Partido Liberal Mexicano (PLM) que habían alcanzado el grado de general en el ejército mexicano, Manuel M. Dieguez y Esteban Baca Calderón; al entonces gobernador del estado de Michoacán, Francisco J. Mújica— al Secretario de Agricultura en funciones Antonio I. Villarreal  y al expresidente provisional Eulalio L. Guitérrez.


Fuente: EIR

Leavenworth, Kansas, November 17th, 1920

Miss Ellen White
New York, N. Y.

My dear comrade:

It is with a feeling akin to remorse that I am writing you to-day. You have written me three letters; one on the 26th of last October, and two more on the 6th, and 7th of this month, respectively, and it is with this two-paged letter that I am able to meet the abundant stream of sweet feelings, and kindly thoughts you did let loose for my gratification and delight…

I fully understand, my dear comrade, your impatience at the slowness with which events drag along: are we so thirsty, and so hungry of what the future has in store for us! But how many are we who feel a real thirst, and a keen hunger of it? Only a few;  only those who know that the present state of affairs is not a permanent one, but a single scene of the myriad acts tragedy of life, and that there are more scenes, and more acts yet to be staged. And we are so few, that there are compelled to suffer the boredom of looking, and looking, and looking at the same thing, until our boredom —for boredom is contagious— should infect other people, and arouse in them the same thirst, and the very hunger with which we are afflicted. Then, and only then, the scene will be changed, the swiftness of the change depending on the amount of crusts of bread available to fill the bellies: the smaller the amount the quicker the change. It is sad to state this, but is the truth. Human dignity, and human pride… Words, words, words, as the Shakespearean character said. It is the stomach that rules to-day, as powerfully as it did when our ancestors creeped about in the jungle. We are not the man-type yet: we are the link between ape and man. For where is this dignity of which we boast so much? A man or a group of men can keep under his sway millions, and millions of so-called human beings; he can subject them to all imaginable or unimaginable indignities; he can dictate them what to do, and what to do not; he can intermeddle in the private and most intimate affairs of the individual; he can even prescribe what to say and what to think… and everybody submits, everybody gladly surrenders his dignity, his honor, his pride, his freedom if he only is allowed to get his allotted portion of crusts… Is not this simply animal? But the tyrant must be careful so as not to cause the dwindling of the amount of crusts. Crusts and moving pictures show keep nowadays the masses in submission, as effectively as bread and circus placated the sporadic furies of the Roman plebes. Thus, we have to be patient, dear Ellen, and wait for the scene to be changed. We have not to wait very long, as the crusts are dwindling, and dwindling, and dwindling, and in an  inverse ratio the number of those afflicted with or thirst, and tormented with our hunger and our yearnings, is growing, growing, growing,  and in the presence of this fact, from the depths of my being issues forth a sigh of relief: there is hope!

My dear, beloved comrade, I see with terror that only a few more lines are left, and many are the subjects in your amiable letters which I would like to refer to: your failure to meet comrade Winnie E Branstetter; your good taste in treating me with the golden lines of Gorky’s and Byron’s; the gracious slip of writing Vera instead of Erma; the flower, and what it means to those who understand the beautiful…, the “white-collar” yoke weighing upon your neck; John Reed’s death.1
How could I write you upon all this, and many other points of your  beautiful and dear letters, in these two pages? And then, I have so many things to say on my own account about my thoughts, about my dreams, about my feelings, and how my whole being vibrates under their influence, and how my blood races through my arteries spurred by their warmth; but I cannot say all this in two pages, and thus I suffer the double torture of getting my body hurt, if I move too freely within my narrow cage, and my mental wings injured, if I try to spread them beyond the limits of a two-paged letter.

Write me long, long letters, dear Ellen, and as often as you can, and I beg you not to say any more that perhaps I bid you to do so out of politeness. Your letters delight me.

The London Freedom2 may reach me if sent directly by the publishers. Thanks for the clipping.

My love to Erma, all the comrades, and you, my good friend.

Ricardo Flores Magón
PS. I need a tooth-brush, and two big, colored handkerchiefs.

 

Leavenworth, Kansas, a 17 de noviembre de 1920

Srita. Ellen White,
Nueva York, N.Y.

Mi querida camarada:

Hoy, y con una sensación casi de remordimiento, procedo a escribirle. Usted me ha enviado tres cartas: una el pasado 26 de octubre y otras dos los días 6 y 7, respectivamente, de este mes; y, por mi parte, sólo puedo corresponder con estas dos páginas al torrente caudaloso de dulces sentimientos y pensamientos amables que usted desbordó para mi satisfacción y delicia …

Comprendo perfectamente, mi querida camarada, su impaciencia por la parsimonia con que se arrastran los acontecimientos: ¡Tanta es nuestra hambre, tanta nuestra sed por lo que el futuro nos reserva! Pero, ¿cuántos de nosotros estamos verdaderamente sedientos, cuántos hambrientos auténticamente? Tan sólo un puñado; únicamente quienes sabemos que la presente situación no es inmutable, sino apenas una de las escenas de los innumerables actos de la tragedia de la vida, y que aún quedan por representarse muchas otras escenas, muchos otros actos. Pero, siendo tan poco numerosos, tenemos que sufrir el tedio de ver y ver y ver la misma escena, hasta comunicar nuestra impaciencia a los demás —porque la impaciencia es contagiosa— y los contagie de igual sed, de la misma hambre que padecemos nosotros. Entonces, y sólo entonces, cambiará la escena, dependiendo la agilidad del cambio de la cantidad de mendrugos disponible para colmar sus barrigas: entre menos haya, más rápido el cambio. Es lamentable tener que reconocerlo, pero así es. Dignidad humana, orgullo del hombre… palabras, palabras, palabras, como decía el personaje shakespeariano. El estómago es quien gobierna hoy en día, con igual poder que cuando nuestros ancestros se arrastraban en la selva. No hemos llegado a ser el paradigma de lo humano: somos apenas el eslabón entre el mono y el hombre; si no, ¿en dónde está esa dignidad de la que tanto nos vanagloriamos? Un hombre o un grupo de hombres son capaces de mantener bajo su férula a millones y millones de los llamados seres humanos; pueden someterlos a todas las indignidades imaginables e inimaginables; pueden dictarlos lo que pueden hacer y lo que no; tienen el poder de inmiscuirse hasta en las más privadas e íntimas acciones del individuo; pueden, incluso, prescribirles qué decir y qué pensar … y todos se someten, todos claudican de buen grado su dignidad, su honor, su orgullo, su libertad con tal de que se le permita tener acceso a su ración prescrita de mendrugos … Mendrugos y cine, hoy en día, mantienen tan perfectamente sumisas a las masas como el pan y el circo aplacaba la furia esporádica de la plebe romana. Por eso, querida Ellen, tenemos que ser pacientes, y aguardar hasta que cambie la escena. No tendremos que esperar mucho tiempo porque los mendrugos se están agotando, agotando, agotando; mientras que, en proporción inversa, el número de quienes comparten nuestra misma sed, de quienes padecen un hambre y una ansiedad semejantes a las nuestras, está creciendo, creciendo, creciendo. Y, ante la evidencia de este hecho, desde lo más profundo de mi ser brota un suspiro de alivio: ¡Hay esperanzas!

Mi querida, queridísima camarada, veo con horror que no me quedan más que unos cuantos renglones, y que hay demasiados temas en sus amables cartas a los que quisiera referirme: el no haber conseguido encontrarse con la camarada Winnie E. Branstetter; su buen gusto en haberme regalado con las doradas líneas de Gorky y de Byron; el gracioso lapsus de referirse a Vera en lugar de Erma; la flor y su significado para quien entiende lo bello … ; el yugo de “cuello blanco” que pesa sobre su cuello; la muerte de John Reed. … ¿Cómo podría comentar todo esto y tantos otros temas que usted menciona en sus hermosas y dilectas cartas en sólo dos páginas? Y, por si fuera poco, yo también tengo mucho que decir acerca de mis propios pensamientos, de mis sueños, de mis sentimientos; así como de la forma en que todo mi ser vibra bajo su influjo, y la sangre fluye por mis arterias por obra de su encanto. Pero soy incapaz de decir todo eso en dos páginas, sufro entonces la doble tortura de padecer en mi cuerpo las consecuencias de pretender moverme con demasiada libertad en el estrecho confinamiento de mi jaula, y, por otra parte, de romper mis alas mentales si intento abrirlas más allá de los límites de una carta de dos páginas.

Escríbame largas, largas cartas, querida Ellen, y con tanta frecuencia como le sea posible; y le ruego no vuelva a decirme que se lo pido por mera cortesía. Sus cartas me embelesan.

Puedo recibir el London Freedom si me lo envían directamente los editores. Gracias por el recorte.

Mi amor para Erma, para todos los camaradas y para usted, mi buena camarada.

Ricardo Flores Magón.
P.S.: Necesito un cepillo de dientes y dos pañuelos de color grandes.


1 John Reed, autor de las crónicas de las  revoluciones rusa (Diez días que conmovieron al mundo, 1919) y mexicana (México insurgente, 1914), murió en Moscú, Rusia, el 17 de octubre de 1920.
2 Freedom, publicación anarquista editada en Lóndres, Inglaterra, fundada por Piotr Kropotkine en 1886. En 1920 estaba dirigida por Thomas H. Keel y editada por William C. Owen, antiguo editor de la sección en inglés de Regeneración.


Fuente: IIIS

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas

Noviembre 24 de 1920
Nicolás T. Bernal
Oakland, Calif.

Querido Nicolás:

Son espléndidas tus noticias sobre la buena expectativa que hay de obtener ayuda de nuestros compañeros de México.1 Si abrigo alguna esperanza de salir de la prisión, esto se efectuará solamente por medio de la fuerza económica del trabajador mexicano, rehusándose a trabajar para empresas norteamericanas, y paralizando la carga que vaya y venga de los Estados Unidos. No creo haya otro medio, y la solución está en las manos del trabajador mexicano.

Cada vez veo menos; la niebla a través de la cual veo, va poniéndose más densa a medida que el tiempo transcurre.

Ha habido a causa de mi enfermedad algún movimiento en favor de mi excarcelamiento; pero nada se ha conseguido aún. ¡Tengo tan pocos amigos! La actitud que he asumido en la lucha de clases me ha atraído enemigos, pero no amigos. ¿Por qué? No lo sé. He sacrificado todo: riquezas, poder, fama, honores, por seguir un camino que lo creo, sinceramente, es el único que se puede conquistar para las sufridas masas víctimas de la justicia social, de la que tienen hambre y sed; he perjudicado mi salud y expuesto mi libertad para elevar al infeliz esclavo a la dignidad de hombre, y, sin embargo, solamente tengo unos cuanto amigos. Pero no lo lamento. Tal vez no tengo amigos porque las masas no comprenden la finalidad de mi esfuerzo, aunque siempre me he afanado en escribir sencilla y claramente para que me entiendan. Sin embargo, espero que algún día comprenderán, y que después de haber experimentado este sistema u otro, finalmente seguirán el camino que conduce a la libertad.

Entretanto, espero y observo. Aunque lentamente, el mundo marcha; y esto llena mi corazón con esperanzas y mi mente con sueños.

Hay cierta agitación entre la masa obscura del oprimido, que presagia un amenazante despertamiento; el aire está cargado con posibilidades; el momento es de expectativa e incertidumbre, como el que precede al nacimiento de un nuevo ser, o la muerte de un organismo decrépito del cual la vida se despide. Tal vez sean ambos fenómenos un nacimiento y una muerte: el nacimiento de una forma nueva de organización social y la muerte de la vieja. Que la vieja se está muriendo, es demasiado evidente; hasta mi calabozo puedo percibir el rechinido de su muerte, y puedo ver la tristeza reflejada en la cara de aquellos que se beneficiaron con su existencia, mientras en el semblante de aquellos que han sufrido por miles de años, brilla un rayo de esperanza… Mi corazón se regocija a la proximidad del prodigio y un suspiro de consuelo sale de lo hondo de mi ser, como si fuera la condensación de la amargura, la tristeza y las lágrimas del infortunado de todas las edades y de todos los pueblos.

Recibe un fuerte abrazo de tu hermano.

Ricardo Flores Magón


1 Días antes Bernal había informado a RFM, a través de una carta a Librado Rivera que “la convención de la Confederación Regional Obrera de México (CROM), bajo la presidencia de Antonio Díaz Soto y Gama había resuelto por unanimidad solicitar al gobierno mexicano que demandara al gobierno norteamericano la liberación de todos los presos por la guerra de clases de origen mexicano y ofrecerles las garantías necesarias para su regreso a México si ese era su deseo”. La misma  continúa: “Quizá llegue a usted esta carta antes de que Ricardo conteste la mía. Dígale que [Juan José] Hernández [ex-miembro del PLM y líder obrero en Tampico] quiere le envíe una carta en la que describa sus infortunios o cualquier cosa que considere pertinente para hacer un llamado indirecto a los trabajadores mexicanos. La idea de Hernández es imprimirla y distribuirla para atraer la simpatía del proletariado mexicano y su apoyo.” (Nicolás T. Bernal a Librado Rivera, 18 de noviembre de 1920; (AJCV).


Fuente: EIR

Leavenworth, Kansas, November 30th, 1920

Miss Ellen White
New York, N. Y.

My dear comrade:

Two are the letters I have had from you: one dated the 16th, and the other, the 24th of this month, and, as usual, they brought me that gaiety, and that strength, which it seems to me, from the essence of your soul—a very exquisite essence indeed, and very rare. You can be gay, my dear comrade, even under the grip of a tooth-ache! even when you are depriving your body of its due rest!

I fully agree with your conception of Art. “Art for Art’s sake” is nonsense, and its advocates have always set my nerves on edge. I feel for Art such reverential admiration, and love that it hurts me to see it prostituted by persons, who having not the power of making others feel what they feel, nor of making think what they think, hide their impotency under the motto of “Art for Art’s sake”; but fortunately, the number of the advocates of “Art for Art’s sake” is negligible, and there is no danger of Art ever foundering in its turbid waters. Life in its myriad manifestations is against that absurd school, and so long as man continues to be a being built up of blood, and sinews, with a heart, and brains, Art shall exist, the genuine Art which you conceive, my good comrade, “with meaning and depth, true and beautiful.”

I have not heard from Enrique since September, and as comrade Winnie E. Branstetter, I will transmit her your message and greetings this week, when I shall write to her.

Comrades Doctor Wm. H. Johnson, 314 N. Channing Ave., St. Louis, Mo., and his wife, visited me last Friday. They told me how interested you all are in getting for my eyes a good examination and treatment, and I felt so happy at hearing this, that the only thing I could do was to say “thanks…” My emotion was too deep, and too great, to allow me to say anything, but “thanks…” A word, a single, banal, worn out word, when my heart was full of those sweet melodies which only sympathy and love are able to snatch from its most delicate chords. And while they talked—the man-comrade’s face beaming with enthusiasm, and the woman-comrade’s eyes lost in I do not know what dreams of hers—I thought of you, and Erma, and all the generous friends whose hearts have a throb for those who suffer.

This visit was quite an event for me—this being the second time during my sojourn here that I see outside comrades—1 and naturally, it left a deep impression on my soul. The good comrades asked me whether I was in need of something… Oh, the candid souls! they did not realize the embarrassment their generous question caused me. I need so much … They, of course, must have meant those little things a prisoners allowed to get, that he may feel somewhat comfortable, but of which I have grown unaccustomed in my long, tedious, gray prison life, to the point of regarding them as luxuries. What I need, but they cannot give me, is my freedom. This is what I most imperiously need. Noticing, perhaps, my embarrassment, and enlivening with a smile her gracious brunette face, the woman-comrade asked me what book I would like to have… The candorous creature did not know how greedy I am for books, specially for good fiction and poetry, and when I said “good”, I mean mighty good.  Thus a new embarrassment gripped me: I want many books, I wanted all the good books, and my greed prevented me from choosing a single one. At length I flurted out the name Andreas Latzko2, meaning by it that I wanted to read the book “Men in War” written by that wonderful Hungarian poet, and this is the book the amiable comrade is going to send me. Happiness is not eternal, thus the hour struck when my new friends had to go… to the bosom of Life, to the one thousand cares, and pleasures, and sorrows, satisfactions and disappointments; in fine they had to go into that whirlwind which is called Life, and they went, laden, without their knowing it, with my love and appreciation. They went into Life,  while I sank into my coffin—my cell—waiting, like the dead leper, for the sacred words which have to send me forth into Live again, if ever…

Whenever you, or Erma, write to comrades Johnson, please send them my fraternal greetings.

And now, my good, amiable, beloved comrade, I have to stop writing; my two pages are exhausted, and this when I have so much to tell you. Handkerchiefs, tooth brush and candy received. Many times thanks, thanks, thanks. I am a tropical plant, and this climate makes me suffer from colds. This is why I wanted the special handkerchiefs. With love to Erma, the other comrades, and you,

Ricardo Flores Magón

 

Leavenworth, Kansas, a 30 de noviembre de 1920

Srita. Ellen White,
Nueva York, N.Y.

Mi querida camarada:

Tengo dos cartas suyas: una fechada el 16, y otra, el 24 de este mes. Como siempre, ambas me aportaron esa alegría y esa fuerza que proviene, me parece, de la esencia de su espíritu —una esencia sumamente exquisita y rara en verdad. ¡Usted es capaz de conservar su alegría, mi querida camaradas, hasta cuando está sufriendo de dolor de muelas! ¡Incluso cuando está privando a su cuerpo del descanso que merece!

Estoy totalmente de acuerdo con su concepto de Arte. El “Arte por el Arte” es un absurdo, y sus defensores me han irritado siempre. Yo siento por el Arte una admiración y un amor tales, que me duele verlo prostituido por gente que, siendo incapaces de hacer sentir a los demás lo que ellos sienten, disimulan su impotencia escudándose tras el lema del “Arte por el Arte”. Afortunadamente es despreciable la cantidad de partidarios del “Arte por el Arte”, y no hay ningún peligro de que el Arte llegue a hundirse en sus turbias aguas. Vida, en sus infinitas manifestaciones, se opone a esa absurda escuela; y, mientras el hombre esté hecho de sangre y nervios, con un corazón y un cerebro, el Arte existirá, el Arte auténtico que usted concibe, mi buena camarada, “con sentido y profundidad, verdadero y bello”.

No he tenido noticias de Enrique desde septiembre, y con respecto a la camarada Winnie E. Branstetter, le haré llegar su mensaje y sus felicitaciones esta semana, cuando le escriba.

El viernes pasado me visitaron los camaradas Dr. William H. Johnson, del 314 de Channing Ave., en St. Louis, Mo., y su esposa. Me hablaron del interés que tienen todos ustedes para que mis ojos sean bien examinados y sometidos a un buen tratamiento. Me sentí tan feliz al saberlo que lo único que pude decir fue “gracias…” Mi emoción fue tan profunda, tan intensa que me impidió decir algo más que “gracias…” Palabra sencilla, banal, desgastada, cuando mi corazón estaba desbordante de esas dulces melodías que sólo la simpatía y el amor son capaces de extraer de sus cuerdas más delicadas. Mientras ellos hablaban —el rostro del camarada radiante de entusiasmo, y los ojos de la camarada perdidos en no sé qué sueños particulares—, yo pensaba en usted, en Erma y en todos los generosos amigos cuyos corazones palpitan por los que sufren.

Su visita fue todo un acontecimiento para mí, pues ésta es apenas la segunda vez, desde que estoy aquí, que veo camaradas del exterior, y naturalmente dejó una profunda impresión en mi espíritu. Los buenos camaradas me preguntaron si necesitaba algo… ¡Oh, almas ingenuas! No percibieron la turbación que me causó su generosa pregunta. ¡Tánto es lo que necesito…! Ellos, por supuesto, se referían a esas pequeñas cosas que le son permitidas a un preso para gozar de algunas comodidades; comodidades a las que he llegado a desacostumbrarme durante mi prolongada, tediosa y grisácea vida en cautiverio, al grado de considerarlas como un lujo. Lo que necesito, pero ellos no pueden dármela, es mi libertad. Eso es lo que necesito de una manera imperiosa. Quizás al advertir mi turbación, el gracioso rostro apiñonado de la camarada se iluminó con una sonrisa, y me preguntó qué libro me gustaría tener… La candorosa criatura no podía saber cuán codicioso soy por los libros, sobre todo los buenos libros de ficción y de poesía; y, cuando digo “buenos”, quiero decir excepcionalmente buenos. Así que, de nuevo, me sentí presa de la turbación: son tantos los libros que quisiera; hubiera querido todos los libros buenos; tantos, que mi codicia me impidió decidirme por uno solo. Al fin pude balbucear el nombre de Andreas Latzko, queriendo decir con ese nombre que me gustaría leer el libro “Men in War” [Hombres en Guerra], obra de ese magnífico poeta húngaro, y ese es el libro que va a enviarme esta gentil camarada. Como  Felicidad no es eterna, llegó el momento en que mis nuevos amigos tenían que marcharse… al seno de Vida, a los mil afanes y placeres y tristezas, satisfacciones y desengaños; en fin, tuvieron que regresar al torbellino que se llama Vida, y se fueron cargados, sin saberlo, con mi amor y mi gratitud. Retornaron a Vida, mientras yo volvía a hundirme en mi ataúd —mi celda— a esperar, como el cadáver del leproso, las divinas palabras que me devolverían a Vida…

Cuando usted o Erma escriban a los camaradas Johnson, por favor envíenles mis saludos fraternales.

Y ahora, mi buena, amable, querida camarada, tengo que detenerme; se han terminado mis dos páginas cuando aún tengo mucho que decirle. Recibí los pañuelos, el cepillo de dientes y los dulces. Muchas, muchas gracias, gracias, gracias. Soy una planta tropical, y este clima me provoca resfriados. Por eso quería pañuelos especiales. Con amor para Erma, para los demás camaradas y para usted.

Ricardo Flores Magón


1 Refiérese a la visita de Otto Branstetter, secretario ejecutivo de Partido Socialista Norteamericano, el 23 de noviembre de 1920. Vid. Winnie Branstetter a A. V. Anderson, alcaide de la prisión de Leavenworth, 16 de noviembre de 1920. (R. Flores Magón, Buerau of Prisons, Leavenworth, register no. 14596-L, KCFRC).
2 Andreas Latzko, Hombres en Guerra, (1917). Autor húngaro (1876-1943); proscrito en los países aliados durante la Primera Guerra Mundial, por sus posturas pacifistas y antibelicistas.


Fuente: IIIS

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas

Diciembre 6 de 1920
Nicolás T. Bernal
Oakland, Calif.

Mi querido Nicolás:

Me refiero a tu querida carta del 30 de noviembre último. Con ella recibí cinco dólares, enviados bondadosamente por el camarada Rubio; por tu mismo conducto hago manifiesta mi profunda estimación por el camarada, ya que el dinero es siempre una necesidad para un prisionero.  

La camarada Erma Barsky, de Nueva York, me escribió la semana pasada. Me dice que el Lic. Harry Weinberger fue a Washington la semana antepasada a urgir una decisión en mi asunto, pues sabe que muchos amigos y eminentes influencias han pedido al Gobierno mi libertad por razón de ir quedándome ciego rápidamente. En el Departamento de Justicia se dijo al Sr. Weinberger que nada puede hacerse en mi favor si no hago una solicitud de perdón… Esto sella mi destino; cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no voy a pedir perdón. ¡No lo haré! En mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido todo, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consumido muchos años de mi vida en las prisiones; he experimentado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfalleciendo de hambre; mi vida ha estado en peligro muchas veces; he perdido mi salud; en fin, he perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y conservo casi con celos fanáticos, y esa cosa es mi honra como luchador. Pedir perdón significaría que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al Capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la libre asociación de los trabajadores para producir y consumir, y no estoy arrepentido de ello; más bien me siento orgulloso de ello. Pedir perdón significaría que abdico de mis ideales anarquistas;  y no me retracto, afirmo, afirmo que si la especie humana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y libertad, y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo. Así pues, mi querido Nicolás, estoy condenado a cegar y morir en la prisión; más prefiero esto que volver la espalda a los trabajadores, y tener las puertas de la prisión abiertas a precio de mi vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: “Aquí yace un soñador,” y mis enemigos: “Aquí yace un loco.” Pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: “Aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas.“  

Con fraternal cariño para nuestros compañeros, se despide tu hermano.

Ricardo Flores Magón


Fuente: EIR

Leavenworth, Kansas, December 8th, 1920

Mr. Harry Weinberger, Counselor at Law
32 Union Square
New York, NY

Dear Mr. Weinberger:

Your welcome letter of the 3rd inst., to hand. You remind me my not having written you in answer to your always kindly letters, and as it is the truth, I feel ashamed, but then there is an extenuating circumstances which I beg to be so kind as to take it into consideration, (viz., my eyes trouble. Sometimes my eyes trouble me more than usual, so that I cannot read even with the magnifying glass I have for the propose[)].

Could you get from the authorities in Washington permission for me to be examined by, and receive treatment from an outside oculist? I want it, and I want also to get me eyes operated by an outside oculist when the time be proper for the operation.
As you see, it is not much what I want. Sight is perhaps the most precious gift we have received from Nature, and I regard it as valuable as life itself; hence my anxiety in getting it restored.
Good friends if mine are ready to make the necessary expenses to get my eyes treated and operated by an outside expert; but the permission from Washington is indispensable.

Hoping that you will get this permission, and begging your pardon for the trouble I cause you, I remain,

Sincerely yours.

Ricardo Flores Magón

 

Leavenworth, Kansas, a 8 de diciembre de 1920

Sr. Harry Weinberger, Abogado,
32 Union Square,
Nueva York, N.Y.

Estimado Sr. Weinberger:

Me es grato referirme a su carta del día 3. Me recuerda que no le he escrito en respuesta a sus siempre amables cartas, y me apena reconocer que es cierto; pero hay circunstancias atenuantes que le ruego tome en consideración (v.gr.: el problema de mis ojos. Hay  veces en que mis ojos fallan más que de costumbre, y no puedo entonces leer, ni siquiera con la lente de aumento que tengo con ese objeto [)].

¿Podría usted conseguir en Washington una autorización para que me examine y atienda un oculista externo? Eso quisiera y quisiera también que me operara los ojos un oftalmólogo externo, en cuanto llegue el momento oportuno para la intervención.

Como ve, no es mucho lo que quiero. La vista es quizás el don más preciado que recibimos de la Naturaleza, y yo la considero tan valiosa como la vida misma, de ahí mi ansiedad por recuperarla.

Mis buenos amigos están dispuestos a erogar los gastos que sean necesarios para el tratamiento y operación de mis ojos por parte de un especialista externo, pero es indispensable el permiso de Washington.

Deseando que usted pueda conseguir ese permiso, y rogándole disculpe las molestias que le doy, quedo de usted,

atentamente.

Ricardo Flores Magón


Fuente: HWP

Leavenworth, Kansas, December 14th, 1920

Miss Ellen White
New York, N. Y.

My very dear comrade:

I am in receipt of your dear, beautiful letters of the 1st and 5th of this month, both of them conveying to me your great hopes, and your dreams, and deliciously interwoven with all this, like flowers peeping out the verdure, that note of humor, of light-heartedness, or of love to those who suffer, which makes of your letters a real treat to the heart of this old rebel.

Your news regarding an early release of political prisoners is splendid,1 and whatever the outcome may be, I am thankful to you; I am thankful to you whether they should let loose my wings or not, for what I appreciate is that emotion born out in some exquisite corner of your heart which prompted you to rush the good tidings to your comrade. You felt happy at the receiving of the news, and wanting me to feel happy too, you opened your heart, and made it flow its delicate perfume for my satisfaction and comfort. Thanks, thanks, thanks good, dear Ellen.

Thinking upon the matter. I do not see any reason why we, class-war prisoners, should kept in bondage further on. To keep us pent up is, I Believe, an unnecessary and fruitless cruelty. We are kept apart from the rest of the mortals in the hope that our discontent should not infect others, but are we really a source of discontent? For my part I can say that I am not. I have not raised the price of the bread; I have not deprived any child of its milk; I have not thrown any family out into the gutter for lack of payment of the rent, because I have not a dwelling place even for myself; I have not deprived to anyone of the right of thinking with his own head, and of acting accordingly; I have not compelled anybody to sweat, and work, and even give his life for me; no one can point at me as the occasioner of his tatters, and his tears, and his despair. How, then, might I cause discontent? And if I an not a source of discontent, why is that they do not unfetter my wings, and let my fly to that spot on Earth where tender hearts pine away for my absence?

All this makes me suspect that they do not keep me in captivity because I am a source of discontent, but because I want so suppress it, I strive to extirpate from our Earth all the sorrow, and degradation, and misery which spring forth from every situation wherein there is one who commands, and another one who obeys. This is my fault, I think; this is my crime, and if it is so, I bless it, and cherish it, and am ready to commit it again with my whole heart, with my whole brain, with my whole body, for it responds to the appeals of a mysterious instinct of harmony, and beauty quivering somewhere in the inmost recesses of my being. I want everything to be beautiful, in harmony with Nature. Everything in Nature is beautiful, everything in her breathes beauty except man—the most privileged of her creatures. Is not this a shame for man, and an affront for Nature? Hatred, crime, sorrow, such is the lot of man in the midst of the grandeur and the splendor of Nature, and why? Because there is one who commands, and another one who obeys; one who exploits, and another one who is exploited, and in this guise we are a blot in the face of Nature, we are a disgrace to all things and beings, for we break all harmony and all beauty. When all living beings exult under the breath of Life, Man withers, and rusts, and sobs, and having brain does not pause to think that the stars resent to be seen through the veil of this tears, and that the roses, the golds, and the purples of dawns and sunsets get offended at the sight of this tatters and this mange. What Man needs that he may appreciate beauty, and avoid this jarring of his in the universal harmony, is to be free. Then, and only then he will introduce his note in the mighty concert of Life, and will find for his eyes a nobler function than that of a shedder of tears, and for his heart something better than being the shelter of hatred and grief.

As the space is getting shorter, I put a stop to my vagaries. I have been sick, very sick this past week. Colds always attack me in the most severe form, accompanied by fever, headache, toothache, rheumatic pains, and last winter, even by pneumonia. You see, dear Ellen, that this poor “tropical plant” withers under this cold, gray, frowning sky. I still am sick, but not much now, and I think that in two or three more days I shall be well.. to wait for another attack, and so on.

Now, I most close this letter, my good, dear Ellen, wishing you happy hours on this coming holy days, when the Christian world will celebrate the coming into life of a dreamer who got assassinated by the same ones who have made a god out of him, and grovel at his feet. Be happy, and forget for a few days that dreary prison in which you are wasting your youth and your health, two treasures that our masters buy for a crust of bread. Give my love to Erma and all the comrades, and you, my beloved friend, believe that you live in my heart with those whom I love, and play a part, sweet and lovely, in the fabric of my dreams.

Ricardo Flores Magón

Leavenworth, Kansas, a 14 de diciembre de 1920

Srita. Ellen White,
Nueva York, N.Y.

Mi muy querida camarada:

He recibido sus agradables, hermosas cartas del día 1o. y 5 de este mes, comunicándome ambas sus grandes esperanzas y sus sueños; y, entrelazadas deliciosamente con ellos, como florecillas atisbando entre el follaje, esa nota de humor, de alegría o de amor por quienes sufren, que hace de sus cartas un auténtico bálsamo para el corazón de este viejo rebelde.

Independientemente del resultado que puedan tener, le quedo muy agradecido por sus espléndidas noticias acerca de una pronta liberación de los presos políticos; agradecido, tanto si dejan libres mis alas como si no, porque lo que más aprecio es esa emoción nacida en alguna de las exquisitas facetas de su corazón que la movió a apresurarse a comunicar las buenas nuevas a su camarada. Usted se sintió feliz al saber las buenas noticias y, queriendo contagiarme de su felicidad, abrió su corazón y dejó emanar su delicado aroma para mi satisfacción y beneplácito. Gracias, gracias, gracias mi buena y querida Ellen.

Porque, pensándolo bien, no veo ninguna razón para que nosotros, prisioneros de la lucha de clases, tengamos que seguir encarcelados por más tiempo. Pienso que mantenernos en cautiverio es una crueldad gratuita y estéril. Nos mantienen aislados del resto de los mortales con la intención de que nuestra insatisfacción no infecte a otros; sin embargo, ¿somos en realidad una fuente de descontento? En lo que a mi concierne, declaro que no lo soy. Yo jamás he aumentado el precio del pan; nunca he privado a un niño de su leche; en mi vida he arrojado al arroyo a ninguna familia por no haber pagado su alquiler, puesto que yo mismo carezco de un techo que me cubra; nunca he coartado a nadie su derecho a pensar con su propia cabeza y a actuar en consecuencia; jamás he obligado a sudar ni a trabajar ni a dar su vida en mi provecho; nadie puede señalarme como el causante de su miseria ni de sus lágrimas ni de su desesperación. ¿Yo, entonces como puedo ser el causante del descontento? Y, entonces, si no soy una fuente de descontento, ¿por qué no dejan en libertad mis alas para que pueda volar hasta ese confín de la Tierra en donde hay corazones amorosos que languidecen por mi ausencia?

Todo esto me hace sospechar que no me mantienen en cautiverio por ser una fuente de descontento, sino porque intento aliviarlo. Lucho para extirpar de nuestro planeta la pesadumbre, la degradación, la miseria que se manifiestan mientras haya alguien que ordene y otro que obedezca. Ese es mi delito, mi crimen es ese; y, si es así, ¡bendito sea! Lo venero y estoy dispuesto a cometerlo de nuevo con todo mi corazón, con todo mi cerebro, con mi cuerpo todo porque responde al imperativo de ese misterioso instinto de armonía y de belleza que cintila en algún recanto de las profundidades de mi ser. Quisiera que todo fuese bello y en armonía con Naturaleza. Todo en Naturaleza es hermoso, todo en ella transpira belleza, salvo el Hombre, la más privilegiada de las criaturas. ¿No es esto un motivo de vergüenza para el ser humano y un insulto para Naturaleza? Inmerso en la grandeza y el esplendor de Natura, el odio y el crimen y la pesadumbre parecen ser el destino del Hombre ¿Por qué? Porque hay uno que ordena y otro que obedece; uno que explota y otro que es explotado. De esta manera, nos convertimos en una mancha en la faz de Natura; somos la vergüenza de todas las cosas y todos los seres porque destruimos toda belleza y toda armonía. Mientras que todos los seres vivos se regocijan ante el aliento de Vida, el Hombre se marchita, se corroe, solloza y, a pesar de gozar de un cerebro, no se detiene a pensar que las estrellas sufren cuando son vistas a través de un velo de lágrimas, que el espectáculo de sus harapos y de su sarna ofende a los rosas y a los dorados y violetas de alboradas y crepúsculos. Para poder apreciar la belleza y evitar ser discordante en la armonía universal, el Hombre tiene que ser libre. Así, y sólo así, podrá el Hombre aportar su nota propia al concierto majestuoso de Vida, y otorgar a sus ojos una función más noble que la de ser un manantial de lágrimas, y conceder a su corazón mejor propósito que el de ser simplemente el tugurio del odio y de la aflicción.

Viendo que el espacio se agota, pongo fin a mis divagaciones. La semana pasada estuve enfermo, muy enfermo. Me dan unos resfriados severísimos, acompañados de fiebres, jaquecas, dolores de muelas y reumáticos e, incluso, el invierno pasado, hasta de neumonía. Como usted puede ver, mi querida Ellen, esta pobre “planta tropical” se marchita bajo este cielo gélido, plomizo, amenazador. Sigo enfermo, pero ya estoy mejor; creo que en dos o tres días ya estaré bien … listo para la próxima. Y así sucesivamente.

Y ahora, mi buena y querida Ellen, ha llegado el momento de concluir esta carta, deseándole momentos de felicidad en estas fiestas que se avecinan, con las que el mundo cristiano celebra el advenimiento de un soñador que habría de ser asesinado por los mismos que lo convertirían más tarde en dios y se postrarían a sus pies. Sea feliz y olvide por unos días esa prisión siniestra en la que está usted dilapidando su juventud y su salud, esos dos tesoros que nuestros amos compran por un mendrugo de pan. Transmítale mi amor a Erma y a todos los camaradas, y usted, mi queridísima amiga, tenga la seguridad de que comparte mi corazón con quienes amo, y que representa un papel dulce y adorable en la trama de mis sueños.

Ricardo Flores Magón


1 Refiérase a la amnistía general de presos políticos que las organizaciones de defensa de derechos políticos y civiles norteamericanas esperaban con motivo de las fiestas de fin año.


Fuente: HWP

December 14, 1920

Mr. Ricardo Flores Magón,
P. O. Box 7,
Leavenworth, Kansas

My dear Mr. Magón:

I am write this day to Washington for special permission to have your eyes examined by an outside oculist and to allow for an operation by an outside oculist.

I hope to be able to get a reply before the 21st of this month and if I do not, my office will advise you while I am absent from New York for about two weeks.

If by any chance they should refuse because of my making the request by mail, as soon as I return to New York I will take the matter up in person at Washington, all of which may be unnecessary, of course, if should be included among those who will be amnestied before Christmas, as I am hoping.

My very best wishes and compliments of the season to you and all those with you, and may the New Year bring at least a little bit of justice and liberty back to the world.
Sincerely yours,

[Harry Weinberger]

 

14 de diciembre de 1920

Sr. Ricardo Flores Magón,
Apdo. Postal 7,
Leavenworth, Kansas

Mi estimado Sr. Magón:

El día de hoy, estoy escribiendo a Washington [solicitando] una autorización especial para que un oculista externo examine sus ojos y le permitan que lo opere un especialista del exterior.

Espero tener respuesta antes del 21 de este mes; pero, si no es así, mi despacho lo mantendrá informado mientras estoy ausente de Nueva York durante unas dos semanas.

Si acaso rechazaran mi solicitud por haberla enviado por correo, me ocuparé personalmente del asunto en Washington en cuanto regrese a Nueva York; todo lo cual, por supuesto, pudiera ser innecesario, si, como espero, usted quedara incluido entre quienes serán amnistiados antes de Navidad.

Mis mejores deseos y felicitaciones para usted y para todos aquellos que lo acompañan por estas fiestas, y que el Año Nuevo traiga al mundo por lo menos un poco de justicia y libertad.

Atentamente.

[Harry Weinberger]


Fuente: IIIS

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas.

Diciembre 15 de 1920
Gus Teltsch.
Lake Bay, Wash.

Mi muy querido camarada:

Recibí tu amable carta del 17 de noviembre último, así como tres dólares, tres onzas de plata, y pené: “ésta es la sangre de Gus”; pues este dinero, ganado tan penosamente, es tu sangre, querido hermano; la sangre que te extraen los amos de nuestra libertad y de nuestras vidas. No te asombres de que estas tres piezas de metal blanco sean preciosas para mi, porque representan tu sacrificio. ¡Si estas onzas de plata pudieran decir cómo llegaron a tus manos! Fue en verano, cuando la Naturaleza ofrece sus rebosantes pechos a sus hijos, y cuando todos los seres vivientes, plantas y árboles, bestias y pájaros, gozan de su generosidad y un himno de gozo a la Vida  levanta de toda la creación hacia lo azul, excepto de los labios del hombre…  El hombre es la única nota discordante en este festín de los hijos de la Naturaleza, porque el hombre es el único esclavo que respira sobre la Tierra, y por tanto, mientras todas las criaturas nutren su vida libremente del hermoso y robusto pechó de nuestra madre común, el hombre tiene la repugnante tarea de ordeñar de las tetas de la Naturaleza para labios que no son suyos. Fue en verano, en medio de la fiesta universal en la cual toman parte todas las criaturas de la Naturaleza, que tú, mi querido amigo, sudabas y te afanabas por obtener para tu amo el fluido vital de la Naturaleza. A tu alrededor continuaba la orgía de los vivos bajo los besos del padre Sol, y el arrullo sensual del mar, cuyo poderoso seno se hinchaba como si fuera impulsado por los latidos de su amoroso corazón. A tu alrededor, las criaturas estaban ebrias de amor, y belleza y libertad. Billones de galanteos y billones de matrimonios tenían lugar, ya en las ramas de los árboles, ya en los arbustos floridos o en algún discreto rincón. En algún lugar de la Tierra, los pájaros cantan o se arrullan, los insectos se cazan unos a otros a través del aire límpido en sus esfuerzos eróticos, resplandeciendo al sol como joyas voladoras escapadas de no sé qué misterioso tesoro…. Y tú, mi buen amigo, trabajando, trabajando, trabajando por una rebanada de pan, y de este pan consagrado por tu angustia y tus sufrimientos, tu generoso corazón toma una parte para participármela. ¡Esto hace valioso el obsequio! Por esto aprecio tu regalo con todo mi corazón. Gracias, mil veces gracias.   

Algunas organizaciones y otras personas amigas en diversas partes del país han hecho trabajos para obtener mi libertad a causa de mi inminente ceguera, y solicitaron de las autoridades se me pusiera libre. Hace dos semanas un amigo mío me informó con profundo disgusto, después de un viaje que hizo a Washington para saber del resultado, que los hombres en el Poder manifestaron que nada se podía hacer en mi favor, salvo que yo personalmente pidiera perdón. Por lo tanto, los argumentos humanitarios no tienen valor alguno para que se me ponga libre; lo que se necesita es mi degradación moral, pues es inmoral para la víctima el apelar a la merced de quien lo tiene injustamente en cautiverio. El pedir perdón significa arrepentimiento,  yo no estoy arrepentido de lo que he hecho. ¿Qué fue lo que hice? Cuando todo el mundo fijó la vista, horrorizado, en la carnicería europea, y el dolor se intensificaba en las cabañas de los de los humildes, y el duelo por la ausencia o la muerte de un hijo, o un padre, o un esposo, o un hermano, y escaseaba o faltaba el pan, y vacío el lugar favorito que acostumbraba ocupar en la choza el ausente, únicamente acentuaba esa soledad que se siente en un hogar del que ha desaparecido para siempre un ser amado; cuando todo era tristeza y la vida parecía imposible para los caídos, para quienes el cielo no tenía estrellas, porque no podían verlas a través de la niebla de sus lágrimas, y el arroyuelo no tenía música, porque el rugido de sus tormentos les impedía oírla; muriéndome de hambre como estaba, no podía darles pan, pero le doné amorosamente mi entusiasmo, y mis esperanzas, y mis sueños, y percibieron una sonrisa en cada estrella, y encanto en cada flor, y melodías dulces en cada fuente, y prestaron oído atento al voluptuoso susurro de la brisa. Comprendieron que la Vida es hermosa, y cuando antes ellos querían morir para poner fin a sus sufrimientos, ahora deseaban vivir para conquistar la Vida para sí y ansiosamente esperaban que sonara la hora de la libertad. Esto fue interpretado como contrario a la Ley y al Orden, y fui enviado para pudrirme y morir en una prisión, pues una sentencia de 21 años es una sentencia por vida para un hombre, viejo y aniquilado como yo. Tal fue mi crimen y no estoy arrepentido de ello.

Con cariño para ti y todos los camaradas.

Ricardo Flores Magón


Fuente: EIR

Dec. 18, 1920

Mr. Ricardo Flores Magón,
PO Box 7,
Leavenworth, Kansas

My dear Mr. Magón:

I enclose a copy of a letter received this day from the Superintendent of Prisons1

I am informing your friends and they will proceed to make arrangements to have your eyes examined at the prison. You can then determine from the doctor whether there are sufficient facilities at the prison to perform the operation and also the time. If you should determine that the operation must be done outside, fix the possible date and advice me, and upon my return to New York, which will be about January 10th, I will take the matter up further in Washington. At least, this settles the matter as far as your being taken care of by your own physician.

Of course, if there should be a general jail delivery by Christmas, known as amnesty for political prisoners, and you should be included, you will be able to take care of everything outside.

Wishing you the compliments of the season and extending the same to all your friends there, I am

Sincerely yours,

Harry Weinberger

 

18 de diciembre de 1920

Sr. Ricardo Flores Magón,
Apdo. Postal 7,
Leavenworth, Kansas.

Mi estimado Sr. Magón:

Adjunto copia de la carta del Superintendente de Prisiones recibida hoy.

Estoy informando a sus amigos y ellos procederán a hacer los arreglos [necesarios] para que le examinen sus ojos en la cárcel. Podrá usted entonces determinar con el médico si la cárcel cuenta con las instalaciones adecuadas para llevar a cabo ahí la operación, así como la fecha. En caso de que usted considere que la operación deba tener lugar en el exterior, determine una posible fecha y hágamela saber; en cuanto regrese a Nueva York, lo que será hacia el 10 de enero, tramitaré los detalles en Washington. Esto resuelve, por lo menos, el problema de que usted sea atendido por su médico particular.

Por supuesto, si, por Navidades, llegase a haber una liberación general, denominada amnistía para presos políticos, y usted quedase incluido, podrá ocuparse de todo esto en el exterior.

Deseándole las felicidades propias de estas fechas, extensivas a todos sus amigos de ahí, quedo de usted,

atentamente.

[Harry Weinberger]


1 “I have your letter of December 14th, referring again to the operation on the eyes of Ricardo Flores Magon. In answer I desire to inform you that the Department will have no objection to this operation being performed by an outside physician, if Magon and his friends desire this to be done and are willing to pay for the same, but it will be impossible to allow to leave the penitentiary for this purpose. The operation will have to be performed at the penitentiary.” Trad. “Recibí su carta del 14 de diciembre con la que se refiere nuevamente a la operación de ojos de Ricardo Flores Magón. En respuesta deseo informarle que este Departamento no tiene objeción a que la operación sea realizada por un doctor externo, si Magón y sus amigos así lo desean, y están dispuestos a sufragarla, pero será imposible permitirle abandonar la penitenciaría con ese propósito. La operación deberá realizarse en la penitenciaría”. ( D. S Dickerson, Superintendente de prisiones a Harry Weinberger, 16 de diciembre de 1920; HWP, caja 22).
RFM fue enviado a la enfermería de la penitenciaría los días 8, 10 y 11 de diciembre de 1920 (Health Record of Ricardo Flores Magón, Prisoner No. 14596; R. Flores Magón, Bureau of Prisons, Leavenworth, register no. 14596-L, KCFRC).


Fuente: HWP

Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas

Diciembre 20 de 1920
Nicolás T. Bernal.
Oakland, Calif.

Mi querido Nicolás:

Es inútil decir cuán bien recibidas son tus gratas cartas, porque ellas siempre traen en una u otra forma la expresión de tus sentimientos, o las noticias referentes al trabajo llevado a cabo para promover el advenimiento de la por tanto tiempo suspirada justicia social; o detalles del trabajo especial que mis amigos han emprendido para conseguir mi libertad, o el aliento fraternal de los trabajadores mexicanos, aliento que llena el corazón de uno con alegría, vigor y esperanza. Así, pues, tu querida carta del 13 del actual ha sido bien recibida, muy bien recibida.

El mensaje del Sindicato de Obreros Panaderos de San Luis Potosí es conmovedor y animador. Te suplico hagas saber a estos generosos compañeros cuánto aprecio sus alentadoras palabras, en las cuales respira la sinceridad de los hombres honrados del trabajo. El saludo de estos hermanos ha llenado mi corazón de esperanzas, de esperanzas en ese futuro en que sueño, cuando cada uno sea su propio amo y cuando el único código de leyes que gobierne las relaciones entre los seres humanos esté contenido en estas simples palabras: “No hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti. “ Estaba yo muy enfermo1, cuando aquel cariñoso saludo llegó a mis manos. Enfermo del cuerpo y enfermo del alma; pero hay cierto encanto en la fraseología que lo anima, que tuvo el mérito de mitigar un poco mi adolorido corazón, así como mi cuerpo envejecido y estrujado por las inclemencias del tiempo, haciendo que ello duplicase mi reconocimiento a estos generosos y queridos compañeros.

¡Oh, si ellos supieran que mi libertad está en sus manos!

Después de escrito lo anterior, llegó a mis manos tu carta del l6 del actual, en la que transcribiste la carta que2… te escribió refiriéndose a la pensión que la Cámara de Diputados3, generosamente, acordó para Librado y para mí.

No puedo escribir directamente a México por razones que te expliqué en mi última carta.4 Así, pues, dile a5… que yo no sé lo que Librado piense acerca de esta pensión, y hablo solamente en mi nombre. Soy anarquista, y no podría sin remordimiento y vergüenza, recibir el dinero arrebatado al pueblo por el Gobierno.

Agradezco los sentimientos generosos que impulsaron a la Cámara de Diputados a acordar dicha pensión. Ellos tienen razón porque creen en el Estado, y consideran honesto imponer contribuciones al pueblo para el sostenimiento del Estado; pero mi punto de vista es diferente. Yo no creo en el Estado; sostengo la abolición de las fronteras internacionales; lucho por la fraternidad universal del hombre; considero el Estado como una institución creada por el capitalismo para garantizar la explotación y subyugación de las masas. Por consiguiente, todo dinero obtenido por el Estado representa el sudor, la angustia y el sacrificio de los trabajadores. Si el dinero viniera directamente de los trabajadores, gustosamente, y hasta con orgullo, lo aceptaría, porque son mis hermanos. Pero viniendo por intervención del Estado, después de haber sido exigido—según mi convicción—del pueblo, es un dinero que quemaría mis manos, y llenaría mi corazón de remordimiento. Mis agradecimientos a Antonio Díaz Soto y Gama  en particular, y a los generosos diputados en general. Ellos pueden estar seguros que con todo mi corazón aprecio sus buenos deseos; pero yo no puedo aceptar el dinero. Recibe un fuerte abrazo de tu hermano.

Ricardo Flores Magón


1 RFM fue enviado a la enfermería de la penitenciaría los días 8, 10 y 11 de diciembre de 1920 (Health Record of Ricardo Flores Magón, Prisoner No. 14596; R. Flores Magón, Bureau of Prisons, Leavenworth, register no. 14596-L, KCFRC).
2 Nombre suprimido por los editores en la primera edición, VidEpistolario revolucionario e íntimo, México, Grupo Cultural “Ricardo Flores Magón”, 1925, t. I, p. 30.
3 En el mes de diciembre, a petición del entonces diputado Antonio Díaz Soto y Gama, la Cámara de Diputados de México otorgó una pensión alimenticia a RFM y a Librado Rivera, que duraría el tiempo que ambos permanecieran en la cárcel. El antecedente inmediato a esa resolución es la carta aclaratoria enviada a la cámara por Nicolás T. Bernal el 15 de octubre del mismo año, a propósito de la publicitación,  el 23 de septiembre, de la resolución del gobierno mexicano “de acuerdo con los deseos de la Cámara de diputados, [de] hacer gestiones cerca del gobierno americano para que se ponga en libertad o, por lo menos, se reduzca la sentencia de 25 años de prisión que fue dictada en contra de Enrique Flores Magón y del general Cabral,  por delitos de prensa.” En esa carta Bernal señalaba a los diputados que quienes estaban presos eran RFM y Librado Rivera, pues Enrique había sido liberado días antes de la firma de dicha resolución. (Diario de debataes de la Cámara de diputados del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos, año II, período ordinario, XXIX Legislatura, tomo I, p. 41.) Días después,  una comisión de diputados se entrevistó con el subsecretario de Relaciones Exteriores, solicitándole “los datos acerca del lugar y del motivo de su prisión, y en su caso, hacer las representaciones procedentes para conseguir su libertad” (C. Hidalgo a Embajada Mexicana en Washington, 12 de octubre de 1920, AHSRE-AHEMBWASH, s..f.) Una semana después el encargado de negocios ad interim de la embajada, Manuel Téllez, respondió: “según tengo entendido, los señores Magón fueron sentenciados a términos de prisión por haber violado las leyes de neutralidad de los Estados Unidos y que se encuentran detenidos Ricardo en la prisión de Los Ángeles, California y Enrique, en la penitenciaría de Leavenworth.” (íbid.)
4 Restricción no contemplada en “Reglas que regulan los privilegios de escritura de los prisioneros”; vid. supra, n. 5.
5 Nombre suprimido por los editores de la primera versión. VidEpistolario revolucionario e íntimo, México, Grupo Cultural “Ricardo Flores Magón”, 1925, t. I, p. 32.


Fuente: EIR

[Fragmento]
[20 de diciembre de 1920]

[María Brousse:]

[…] El tiempo rueda despacio, mi querida María, tan despacio que parece que no se mueve. Nadie me escribe y me siento como habitante de un lejano planeta.

Como mi juicio fue casi secreto y no hubo personas interesadas en informar a mis amigos de su curso, nadie sabe donde estoy ¡Así es la vida! Cuando estaba yo libre toda persona necesitada acudía a mi en busca de ayuda y tuve que sacrificarlo todo, trabajar a muerte, pelear contra mi propia gente, exponer mi libertad, para complacer las demandas de ayuda, y ahora que estoy atribulado nadie se acuerda de mi. Así ha sido siempre. El egoísmo es un veneno que permanece en la profundidad de nuestros huesos. Es el resultado natural de siglos y siglos de educación individualista y de entrenamiento de las masas en ese sentido. El instinto humano, primordial, de cooperación y ayuda mutua, ha ido suprimido por la educación individualista […]


Fuente: ARL

Leavenworth, Kansas, December 28th, 1920

Miss Ellen White
New York, N. Y.

My dear comrade:

Have you ever seen a blade of grass all a-trembling under the kisses of the sun, and the whispers of the breeze, and that seems to respond with a quiver to the breath of the flowers and the song of the birds, yet dumb to utter a word of appreciation and thankfulness for the undeserved blessing bestowed upon it? I am that blade of grass —a common mortal sharing the joys reserved to  gods, and this is why at the reading of your letters of the 14th and 19th of this month, I could only quiver, full of emotion and gratitude for the undeserved blessings I had been made the object by you, generous, beloved friend. Your two letters brought me all what sets he lowly blade of grass a-tremble; and here I am, dumb to utter the words which should articulate and give form and colour to this sensation of well-being gliding through my flesh, and this exultation of my soul before the light of your brain, and at the warmth of your heart, and the whispers and the perfumes, and the music of your soul. I receive light from you, even when knitting your brows you evoke those transitory nights of your soul, from which you cannot succeed in putting out all its stars, for there gleams your inexhaustible humor, while the charm of your youth like “a rosy cloud drifts by…”  Thanks, thanks, thanks.

A year ago two of my most beloved friends, Emma Goldman and Alexander Berkman were put to the sea for the rulers of this country,1 once the land of the free, and the home of the brave, considered them unfit to share the joys and the sorrows of the American people, and altogether too free, and too brave to allow them to pitch their tent on the soil which Tradition bestowed to the rebels of the word… That was a moment of anguish, when Emma and Alexander set their feet on the deck of he Bufford2: Justice let her arms hang in utter despair; Freedom thought herself to be under the grip of a nightmare; the domicile of the foreign-born cased to be sacred, and on the dead of night he were torn away from the arms of his family, and put in chains; a breath of tragedy and terror poisoned the air; Torquemada grinned, and the bones at Plymouth Rock3reddened with shame… And now, as I remember the outrage, huddled up in a corner of my cell, I ponder, and ponder, and ponder, and ask to myself: what is the object aimed at by means the these banishments, and incarcerations, and even lynchings of those who cherish an ideal different to that sustained by those in power? And after thinking and thinking until my head aches. I can find but one answer: to kill the ideal! How far we are from the cave-man, and yet how near, too. We can sail the air; we are able to talk each other through space; we know how to wind up the lightning round a spool, and compel it to work for us; we have even  chased the goods away from the heavens, and have suspended from the stars the silvery hammock of our dreams to voluptuously rock into the blue… Yet, our jurisprudence does not differ in essence to that founded on the night of time by a thief at the shout:  “this is mine!” All our social and political life, and international relations gravitate around the crime consecrated as principle by the armed hand of the first robber who berthed on Earth…… And so, when through the alchemy of humane suffering and sorrow there springs forth the white flower of a white ideal of justice, the whole social, political and international forces vie with each other to pluck it up, believing, oh, insensates! that in so doing they allay all danger which might put in jeopardy the sacredness of crime, while they leave alive the grim plant bearer of the divine flower.  So it was that Emma and Alexander were delivered to the ocean a year ago, yet humane suffering and sorrow have not discontinued their yielding of white flowers…

How beautiful verse you write, my good Ellen. Even Byron would admire the poetry contained in the few lines you wrote in verse expressing your mood at that particular moment. Could I aspire to a better Christmas present than this flower of your being? Were not the throbs of your heart which gave its cadence to these verses? and the soft flowing of your generous blood through your arteries which lend to these rhythmic lines its melancholy languor? Thanks, divine poetess, for the splendid gift…

Yes, if I ever leave this inferno I will write a drama in English, and I will dedicate it to you.

My cold? It gives me a two or three-weeks’ truce, and then charges again with great fury making my life miserable.

1921 is already at our thresholds, and raising his hand to knock at the doors. He is loaded with happiness and sorrows, and I am praying him to leave at your door a huge parcel of happiness to last you the three-hundred-and-five coming days, and to spare you of his sorrows which he may put on my shoulders, for I have grown used to them….

With love to our Erma and all the comrades, and more love and admiration for you, Ellen, I remain,

Your comrade

Ricardo Flores Magón
PS Please note that Ricardo has only one ¨ c¨ .

 

                                    Leavenworth, Kansas, a 28 de diciembre de 1920

Srita. Ellen White,
Nueva York, N.Y.

Mi querida camarada:

¿Alguna vez ha observado cómo se estremece una brizna de yerba cuando la besa el sol y la brisa le susurra; cómo parece corresponder al aliento de las flores y al canto de las aves con un sobresalto, incapaz de pronunciar siquiera una palabra de aprecio y gratitud por las inmerecidas bendiciones que la colman? Yo soy esa brizna de yerba, un simple mortal que comparte la dicha reservada a los dioses; y es por ello por lo que, al leer sus cartas del 14 y el 19 de este mes, tan sólo soy capaz de estremecerme, colmado de emoción y de gratitud, por las inmerecidas bendiciones de que usted, generosa y queridísima amiga, me hace objeto. Sus dos cartas me trajeron todo lo que hace estremecer a la humilde brizna de yerba; y, aquí me tiene, corto de palabras para expresar y dar forma y color a esta sensación de bienestar que inunda mi cuerpo, de exaltación espiritual ante su deslumbrante inteligencia, ante la calidez de su corazón, ante los murmullos y los perfumes y la música de su alma. Usted me ilumina, incluso cuando arruga el ceño al evocar esas fugaces noches de su espíritu, en la cuales no puede usted impedir que brillen todas sus estrellas; porque, hasta en esas circunstancias, fulgura su inagotable humor y, como “una rosada nube flota…”, el encanto de su juventud. Gracias, gracias, gracias.

Hace un año, dos de mis amigos más queridos, Emma Goldman y Alexander Berkman, fueron obligados a hacerse a la mar porque los soberanos de este país, antaño patria de los libres y hogar de los valientes, los consideraron indignos de compartir las alegrías y las tristezas del pueblo norteamericano, así como por ser demasiado libres, valientes en demasía, para permitirles plantar sus tiendas en este suelo que la Tradición consagró para los rebeldes del mundo … Fue ese un momento de angustia, cuando Emma y Alexander pusieron pie en la cubierta del Bufford: Justicia dejó caer sus brazos, presa de profunda desesperación; Libertad se creyó en las garras de una pesadilla; la morada del extranjero dejó de ser sagrada y, en lo profundo de la noche, fue arrancado de los brazos de su familia y cargado de cadenas; un tufo de tragedia y terror envenenó el aire; Torquemada gesticulaba, mientras las osamentas de Plymouth Rock enrojecían de vergüenza … Y, ahora, al recordar la ignominia, encogido en un rincón de mi celda, reflexiono, reflexiono, reflexiono, y me pregunto: ¿cuál es el propósito que se persigue por medio de estos destierros y encarcelamientos y hasta linchamientos de quienes anhelan un ideal diferente del de aquellos que detentan el poder? Y, después de pensar y pensar, hasta que me duele la cabeza, sólo consigo responderme: ¡matar el ideal! ¡Cuán lejos estamos del hombre de las cavernas y, al mismo tiempo, cuán cerca! Podemos navegar por los aires, podemos conversar unos con otros a través del espacio, sabemos cómo enredar al rayo en torno a una bobina para obligarlo a trabajar para nosotros, incluso hemos expulsado a los dioses de los cielos y hemos podido colgar de las estrellas nuestras argentadas hamacas para mecernos voluptuosamente en el azur …  Y, sin embargo, nuestra jurisprudencia no difiere en esencia de la que, en la noche de los tiempos, un ladrón estableció al grito de “¡Esto es mío!” Toda nuestra vida social y política, así como las relaciones internacionales, gravitan alrededor del crimen consagrado como principio por la mano armada del primer forajido que apareció en la Tierra … Y, así, cuando, gracias a la alquimia del dolor y la tristeza humana, aparece la flor blanca del blanco ideal de justicia, el conjunto de las fuerzas sociales, políticas e internacionales se alían unas con otras para arrancarla, creyendo que al hacerlo —¡Oh insensatos!— eliminan todo peligro que pudiera poner en riesgo la sacralidad del crimen, dejando sin embargo en libertad a la inexorable planta portadora de la flor divina. Así fue como Emma y  Alexander fueron arrojados al océano hace un año y, pese a ello, el sufrimiento y las tristezas de los hombres no han dejado de producir sus flores blancas…

¡Qué hermosos poemas escribe usted, mi buena Ellen! El propio Byron admiraría lo poético encerrado en esas pocas líneas que usted escribió en verso para expresar su estado de ánimo en ese momento peculiar. ¿Podría yo ambicionar mejor regalo de Navidad que esa flor de su ser? ¿Acaso no fueron los latidos de su corazón los que prestaron cadencia a esos versos? ¿Acaso el fluir tranquilo de su sangre generosa a través de sus arterias no fue quien impregnó de lánguida melancolía al ritmo de esas líneas? Gracias, divina poetisa, por tan espléndido regalo.

Sí, si algún día llego a salir de este infierno, escribiré un drama en inglés y se lo dedicaré a usted.

¿Mi resfriado? Me da una tregua de dos o tres semanas para volver después a la carga con tan grande furor que hace mi vida miserable.

1921 ya está en el umbral, levantando la mano para llamar a las puertas. Está cargado de felicidad y de tristezas, y yo le estoy rogando que, a su puerta deje un rico caudal de felicidad que le dure para los trescientos sesenta y cinco días por venir y que la libre de las tristezas que prefiero coloque sobre mis espaldas, puesto que yo estoy acostumbrado a ellas…

Con amor para Erma y para todos los camaradas, con más amor y admiración para usted, me suscribo,

Su camarada

Ricardo Flores Magón.
P.S.: Le ruego observar que “Ricardo” lleva una sola “c”.


1 Emma Goldman y Alexander Berkman, las figuras más prominentes del anarquismo en los Estados Unidos, editores de Mother Earth (Nueva York) y The Blast (San Francisco, California), publicaciones que reprodujeron cartas y escritos de RFM, fueron deportados a Rusia el 21 de diciembre de 1919.
2 El nombre del buque es Buford.
3 Refiere a colonos ingleses del “Mayflower”,  muertos en Plymouth Rock en su primer invierno en tierra americana.


Fuente: IIIS