ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS
Después de la forzada ausencia nos encontramos otra vez entre los libres. Entramos al presidio con la frente levantada, y salimos de él con la frente alta diciéndoles a todos, amigos y enemigos: “¡Aquí estamos!”.2
¡Aquí estamos! ¡Si el enemigo creyó aniquilarnos, hay que confesar que el enemigo ha fracasado. Los grillos torturaron nuestra carne; pero nuestra voluntad está entera y hoy somos los hombres de siempre, los rebeldes tenaces, los enemigos de la injusticia.
Al reanudar nuestros trabajos enviamos nuestro cordial saludo a los oprimidos de todo el mundo y nuestro desafío a los poderosos de la tierra. Para los oprimidos traemos nuestro amor y nuestra simpatía; para los poderosos traemos la maldición y el látigo.
Por medio de estas líneas queremos hacer constar la simpatía que sentimos por todos los compañeros y compañeras que con su contribución pecuniaria o con su trabajo personal ayudaron a los compañeros a sostener la publicación del periódico.
Ahora esperamos que todos continuarán ayudando, de la mejor manera posible, para que el periódico de los oprimidos pueda continuar su obra de propaganda. Las circunstancias en que hemos encontrado el periódico son verdaderamente terribles. El déficit ha ido creciendo de semana en semana y gracias a los heroicos esfuerzos de los compañeros hemos encontrado con vida al querido periódico; pero creemos muy difícil que esa vida se prolongue, a menos que todos y cada uno de los amigos y simpatizadores, hombres y mujeres, hagan algunos sacrificios y se empeñen no solamente en salvar la vida de “Regeneración”, sino también en que el periódico logre alcanzar, por lo menos, un tiro de cincuenta mil ejemplares semanarios.
Los que de veras tengan empeño en que el periódico viva, los que comprendan la necesidad de su publicación, deben hacer poderosos esfuerzos para sostenerlo. Nosotros estamos listos a sufrir el presidio o el asesinato; nosotros todo lo sacrificamos por la causa de los trabajadores, y esperamos que todos los pobres, hombres y mujeres, harán el sacrificio de dedicar unos cuantos centavos o pesos, cada vez que puedan, para sostener el periódico.
Ahora, a trabajar con el mismo brío de antes, hasta morir o vencer.
¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
Librado Rivera
Anselmo L. Figueroa
Enrique Flores Magón
1 Una traducción al inglés de Enrique Flores Magón, fue publicada bajo el título de “Back Again in Our Post” en el la sección en inglés del número 174 del 31 de enero de 1914.
2 Los integrantes de la JOPLM, RFM, Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Enrique Flores Magón, estuvieron presos en la penitenciaría de McNeil Island, Washington, desde junio de 1912 hasta el 19 de enero de 1914. Tras su liberación, en el trayecto de regreso a Los Ángeles, llevaron a cabo una serie de conferencias sobre la lucha del PLM en la costa oeste de los Estados Unidos. RFM participa al menos en la recepción masiva que los miembros del Social Science Club les ofrecen en Tacoma, Washington. Al día siguiente de su liberación
El porvenir revolucionario de México es más brillante cada día. Las tendencias del movimiento son cada vez más preciosas. Al principio, el pueblo oprimido se levantó en armas, cansado de sufrir la tiranía del cacique y del patrón; pero fue en la generalidad de los rebeldes el acto ciego del que, sintiendo en el cuello la presión de una mano estranguladora, emplea puños, y uñas y dientes para salvarse de la asfixia. Fue el movimiento del que, rodeado por una pendiente, se aferra al primer ramaje con que tropiezan sus manos. El movimiento causado por la desesperación pudo haber terminado en nueva tiranía, en un vulgar cambio de gobernantes, si la propaganda y ejemplo de los revolucionarios conscientes no hubieran logrado concretar en una aspiración común el ansia de libertad y de bienestar que animaban al pueblo. Esa aspiración común es la abolición de la propiedad individual de la tierra.
Por eso ahora el proletario que tiene un fusil en sus manos, aunque milite bajo las banderas de Zapata, Vázquez Gómez1 o Carranza, tiene una aspiración común: la toma de posesión de la tierra. La propaganda y el ejemplo de los libertarios del Partido Liberal Mexicano han producido ese saludable efecto, y los revolucionarios sinceros debemos sentirnos satisfechos del resultado. La sangre de Práxedis, de Ulíbarri,2 de Tanguma,3 de Pérez Peña,4 de Rincón5 y de tantos miles de los nuestros no ha sido regada en vano. El sacrificio de los buenos no ha sido estéril, y esto debe servirnos de estímulo para redoblar nuestros esfuerzos hasta lograr que la aspiración común no sea solamente la toma de posesión de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte, sino la abolición del principio de Autoridad, pues mientras la Autoridad exista serán un sueño la libertad económica, política y social del proletariado, como lo explicamos en nuestro Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911.6
Debemos llevar al cerebro de todos los desheredados la convicción de que ningún gobierno puede conducir al pueblo a la libertad, porque el gobierno es una institución necesaria para defender los intereses de la clase capitalista, y por lo mismo el gobierno es el enemigo natural, lógico, de la clase trabajadora. El interés del capitalista es aumentar sus ganancias, y no puede aumentarlas sin robar al trabajador el producto de su trabajo. El capitalista no podría efectuar ese robo sin el auxilio de la Autoridad, y es por eso por lo que la sostiene; pero los desheredados, los pobres, no tenemos necesidad alguna de autoridad, y debemos luchar por aniquilarla, considerándola como lo que en realidad es: el perro del Capital.
Cuando logremos llevar a la conciencia de los que luchan bajo banderías políticas, la convicción de que autoridad significa tiranía; de que los proletarios no debemos esperar nada del gobierno, como no sea opresión y miseria; cuando al empuñar el fusil el proletario se haga el propósito de tomar por sí mismo posesión de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte, sin esperar a que un gobernante bueno le haga ese favor, entonces la Revolución Social habrá sido consumada.
Acerquemos ese instante, hermanos de infortunios; desconozcamos a todos los jefes; hagámonos el propósito firmísimo de arreglar nuestros asuntos por nosotros mismos; no esperemos a que nos hagan el favor de darnos lo que nos pertenece, y, como hombres, pongamos nuestras manos sobre lo que siglos de ignorancia y de cobardía habían permitido que estuviera en poder de nuestros verdugos: la riqueza.
Ricardo Flores Magón
1 Emilio Vázquez Gómez (1858-1926). Abogado tamaulipeco. Durante 17 años ejerció su profesión en el bufete aludido. Publicó el folleto La reelección indefinida (1888). Presidente del Centro Antirreleccionista de México (1909). Participó en el derrocamiento de Porfirio Díaz y se opuso a los Tratados de Ciudad Juárez. Secretario de Gobernación (1911). Se alzó en armas contra el gobierno de Francisco I. Madero (1912).
2 Refiérese a Fidel Ulíbarri. Tipógrafo. Miembro del PLM radicado en Los Ángeles, Cal. Encargado de la tipografía del semanario Revolución. Fue arrestado el 27 de septiembre de 1907, junto con Lázaro Gutiérrez de Lara, Modesto Díaz y Federico Arizméndez, acusado de libelo. Salió libre bajo fianza para ser de nueva cuenta arrestado el 3 de febrero de 1908 bajo el mismo cargo. En abril del mismo año, junto con Arizméndez y Díaz, intentó infructuosamente sacar adelante el periódico al sufrir un tercer arresto
3 Refiérese a Higinio Tanguma Rodríguez (1860-1912). Gambusino. Militante del PLM nacido en China, N.L. Radicó en Altamira, Tamps., donde trabajó en las minas de sal. En 1906 se afilió al PLM. Fue encarcelado por las autoridades locales en 1907. Se fugó y refugió en la sierra tamaulipeca. En 1910, tomó la hacienda de Santa María, en Aldama, Tamps., propiedad del ex presidente Manuel González. En esas y otras haciendas de la región, propiedad del acaudalado español Íñigo Noriega, liberó a los peones endeudados. Firmó una proclama revolucionaria el 15 de febrero de 1911, desde Brownsville, Tex. Traicionado por Manuel Leal Escamilla, fue asesinado en octubre de 1912
4 Pedro Pérez Peña (ca. 1888-1913). Militante del PLM originario de Santander, España. En 1905 se estableció en Cuba, para pasar después a territorio mexicano. Participó en el movimiento insurreccional de 1908 en Las Vacas y colaboró en la planeación del segundo ataque a esa localidad proyectado para el año siguiente. Comandó una columna liberal que operó en la región de la Sierra del Burro, Coah., durante la primavera de 1911. Fue aprehendido por el capitán maderista Trinidad B. Ortiz y trasladado a la prisión de Piedras Negras, donde permaneció varios meses. Evitó la pena de muerte gracias a las gestiones de la colonia española de aquella ciudad. Tras la caída de Madero se trasladó al sur de Tamaulipas, donde organizó una guerrilla liberal compuesta por 20 hombres. Murió en combate contra el ejército federal, el 31 de agosto de 1913.
5 Juan Rincón. Fundador en 1911 del Grupo Regeneración de San Gabriel, Cal. Su esposa Refugio y sus hijos Juan y Juana Rincón fueron miembros activos del PLM en Los Ángeles. En la casa de Juan Rincón murió el 11 de agosto de 1913 Concepción de Rivera, la compañera de LR, a quien la familia Rincón alojó mientras su esposo estaba preso en la Isla McNeil. El hijo de Juan Rincón, del mismo nombre, se sumó al grupo revolucionario de José María Rangel y murió asesinado por los rangers de Texas que atacaron al grupo en Carrizo Springs el 13 de septiembre de 1913, cuando éste intentaba internarse en territorio mexicano. Suscribió el manifiesto “A los Trabajadores del Mundo”, que denuncia al grup Fraternidad de Boston, Mass., por propagar una serie de calumnias sobre lospelemistas a fines de 1915 (Regeneración, núm. 219, 1916, p. 1). También suscribió el manifiesto “A los I.W.W.”, en el que se pide a los trabajadores de esta organización que no secunden la postura de la Rama Latina de la Local 602, que acusaba a los pelemistas de ser enemigos de los wobblies (Regeneración, núm. 238, 1916, p. 1). Se adhirió al Programa de los Tres Puntos de 1916
6 Refiérese al “Manifiesto. La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano al pueblo de México”, suscrito en Los Ángeles, Cal., el 23 de septiembre de 1911, publicado en esa misma fecha en Regeneración, núm. 56. Se le considera un documento fundamental en la trayectoria ideológica del PLM, pues en él se asume una nueva plataforma política cifrada claramente en el pensamiento anarquista
Francisco Villa, el llamado general del Ejército Constitucionalista, está demostrando con hechos que no lucha por el bienestar de los pobres, sino para encumbrarse él y encumbrar a su amo Venustiano Carranza. La prensa burguesa nos informa que Villa, el bandido de antes, se ha vuelto un celoso defensor de la ley y el orden burgués. En todo el territorio dominado por sus fuerzas la propiedad es tan sagrada como lo ha sido siempre bajo todo gobierno. Si ha habido algunos atentados contra el derecho de propiedad, estos atentados no han sido cometidos con el objeto de entregar al pueblo la riqueza acaparada por unos cuantos ni como un desconocimiento del pretendido derecho de propiedad individual. Villa ha despojado de sus propiedades a algunos burgueses como Terrazas,2 Creel3 y otros; pero no los ha despojado por ser burgueses, sino porque son individuos que pertenecen al partido de Victoriano Huerta. Los burgueses partidarios del carrancismo no han sufrido el menor despojo, antes bien, han engrosado sus fortunas con los despojos de los otros burgueses. Pero los pobres en nada se han beneficiado con la revuelta de Villa; la miseria más espantosa reina en el territorio dominado por él y eso se debe al respeto que el constitucionalismo tiene al derecho de propiedad individual. Cuando un pobre, empujado por la miseria, toma lo que necesita, es fusilado en el acto. En cambio, los jefes carrancistas se embolsan grandes sumas de dinero y se vuelven más ricos cada día.
Los trabajadores deben tomar nota de estos hechos para no apoyar al movimiento carrancista. Hay que tomar las armas que ofrece el carrancismo; pero no para encumbrar a los jefes de ese movimiento, sino para apoderarse de toda la riqueza y hacerla propiedad de todos, hombres y mujeres. Lo mismo muere el proletario tratando de elevar a Carranza o a Villa, como luchando contra todo gobierno y expropiando la riqueza. ¿Por qué entonces los soldados carrancistas no vuelven sus fusiles contra sus jefes y toman posesión de la tierra, de las casas, de las minas, de las fábricas y de los medios de transporte?
No lo hacen así porque los políticos les han oscurecido la inteligencia con el opio político. Los políticos hacen creer al trabajador que todos sus males terminarán, como por arte de encantamiento, cuando un hombre bueno tome las riendas del gobierno, y el pobre pueblo, la eterna carne de cañón en tiempos de revuelta, la sufrida carne de presidio y de burdel en tiempos de paz, el esclavo de la mina y de la fábrica, del campo y del taller, da su sangre generosa para elevar al poder al hombre bueno que hará la felicidad de los pobres. Sobre mares de sangre proletaria sube al poder el hombre bueno, resplandeciente el pecho de medallas y cruces, envuelto en el incienso de la adulación y del aplauso. Éste es nuestro hombre, gritan los pobres y todas las manos se tienden hacia él pidiéndole lo que nadie puede dar: la libertad y el bienestar, y la desilusión no tarda en aparecer. El hombre bueno se vuelve hacia el pueblo y le dice: lo que pides es un imposible porque estoy obligado a respetar y a hacer respetar la ley y el orden. Para hacer tu felicidad tendría yo que poner en tus manos la tierra, las minas, las fábricas, los talleres, los ferrocarriles, los barcos, y eso no puede ser porque atacaría yo el derecho de propiedad de las personas que poseen esos bienes, y la ley protege el derecho de propiedad. Entonces la multitud demuestra su desagrado y los esbirros vienen y ametrallan al pueblo… para conservar el orden.
Proletarios que militáis bajo la bandera carrancista: ésta es la historia de las revoluciones políticas y para repetir una vez más esta triste historia os estáis matando a millares. Reflexionad un momento: ¿Qué gobierno en la historia de la humanidad entera ha hecho la felicidad de lo que los señores de la burguesía llaman plebe? En los siglos y siglos que lleva de existencia la especie humana, donde quiera que ha existido gobierno, el pueblo ha sufrido, ¿por qué, pues, insistir una vez más en tener un gobierno? ¿Por qué matarse para que un hombre derribe a otro y continúe la obra del destronado?
Pensad, proletarios carrancistas, en todo lo que os decimos. A nosotros no nos guía ninguna ambición de poder desde el momento en que negamos toda autoridad. Nosotros no pretendemos ser ni presidentes, ni diputados, ni senadores, ni jueces, ni alcaldes, ni esbirros: queremos la abolición de toda esa polilla. Así, pues, no podéis atribuir a ambición personal nuestra actitud de revolucionarios. Nuestra única ambición es ver a todos los mexicanos libres y felices, y esa libertad y esa felicidad no podrán ser obra de ningún gobierno, sino el resultado de este hecho único: la toma de posesión de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte por la clase trabajadora como lo expresamos en nuestro Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911.
Y eso debe hacerse sin pérdida de tiempo, sin consultar a los llamados jefes, antes bien contra la voluntad de ellos y sobre sus cadáveres, como lo hacen los yaquis, como lo efectúan los campesinos de Durango y de Michoacán, de Morelos y Guerrero. Ellos no esperan a que un hombre bueno suba al poder para que haga la felicidad de los pobres; ellos no confían en que un Congreso de señores de levita decrete su felicidad. Con el rifle o la bomba de dinamita en la mano, toman posesión de la tierra, la tierra querida que por largos años fue la esclava del hacendado y la hacen libre ahora con su trabajo de hombres libres.
¿Por qué no imitáis a esos valerosos hermanos, vosotros los proletarios carrancistas? ¿Por qué esperáis que un viejo barbón os haga libres y felices? ¿No sabéis que Venustiano Carranza es un hacendado como hacendado fue el estúpido Francisco I. Madero? ¿Creéis que un individuo que no es de vuestra clase trabaje por vosotros? ¿Creéis que Carranza va a deciros: tomad mis tierras y sed libres?
El carrancismo, hermanos proletarios, constituye un grave peligro para la libertad y el bienestar de los mexicanos. Venustiano Carranza, el viejo barbón, está vendido al gobierno de los Estados Unidos. Tiene tratados secretos con el gobierno americano para poner el país en las mismas condiciones en que se encontraba bajo el reinado de Porfirio Díaz. Carranza es un esbirro de la Casa Blanca y entregará el territorio mexicano a la explotación del capital yanqui. Con esa condición se le está ayudando de este lado de la línea. Grandes convoyes de armas y municiones pasan la frontera por las narices de los guardias americanos cuando son destinados al ejército de Carranza, mientras a los nuestros, a los verdaderos revolucionarios, se les asesina cuando pretenden pasar la línea para ir a luchar por la redención de la especie humana. En el último combate de Laredo,4 fueron oficiales del gobierno americano los que ayudaron a los carrancistas a pasar parque y armas. Las leyes de neutralidad existen solamente para castigar a los que queremos la abolición del Gobierno, del Capital y de la Iglesia; pero son letra muerta cuando se trata de carrancistas.
Oidlo bien, proletarios carrancistas: si continuáis apoyando a Carranza, sólo iréis a la muerte o a la esclavitud si sobrevivís. Imitad a vuestros hermanos de otras regiones del país tomando posesión de la riqueza, y si vuestros jefes se oponen, fusiladlos.
Ricardo Flores Magón
1 Una traducción al inglés de este artículo fue publicada bajo el título “What Can Carranza Give Them?”, en la sección en inglés del número 177, el 21 de febrero de 1914
2 Refiérese a Luis Terrazas (1829-1923). Militar, hacendado, ganadero y político chihuahuense. Participó en las campañas militares contra los apaches en su estado natal. Combatió en la guerra de Reforma y se opuso al imperio de Maximiliano. Tras la restauración de la República fue partidario de la reelección de Juárez y opositor del porfirismo, con el que pactó posteriormente. Figura prominente de la oligarquía regional, llegó a consolidar un inmenso emporio ganadero, y se desempeñó además como gobernador de Chihuahua en distintos momentos, senador de la república y gerente del Banco Minero de Chihuahua. Se le considera el patriarca del clan Terrazas-Creel, que rigió los destinos del estado a lo largo del régimen porfiriano
3 Enrique Clay Creel (1854-1931). Empresario y hacendado chihuahuense. Miembro del llamado clan Terrazas, encabezado por su suegro el general Luis Terrazas. Socio principal del Banco Minero de Chihuahua. Después de ocupar diversos puestos públicos, fue gobernador de Chihuahua de 1904 a abril de 1910. Embajador de México en los Estados Unidos de 1907 a 1910. Secretario de Relaciones Exteriores de mayo de 1910 a marzo del año siguiente. Condujo la persecución de los miembros del PLM en tierra norteamericana por medio de los cónsules mexicanos, la contratación de detectives privados y el cohecho de autoridades judiciales
4 Refiérese al ataque a Nuevo Laredo, efectuado del 1 al 2 enero de 1914, dirigido contra la guarnición huertista bajo el mando del coronel Gustavo Guardiola. Las fuerzas constitucionalistas eran comandadas por Pablo González. Durante la batalla, los heridos constitucionalistas fueron trasladados a territorio estadunidense para ser atendidos
El 18 de este mes es la fecha señalada para la vista en apelación de las causas de nuestros compañeros José Ángel Serrano,1 Lino González2 y Jesús González,3 sentenciados en los bárbaros tribunales de Texas a las penas de 25, 6 y 90 años de prisión, respectivamente.
Los abogados de nuestros compañeros nos escriben diciendo que lo que se necesita es dinero.
Todavía no se señala el día para la vista en apelación de la causa del compañero Leonardo L. Vázquez.4 Para este caso, igualmente, los abogados necesitan dinero.
De un momento a otro pueden ser juzgados los compañeros Jesús M. Rangel,5 Eugenio Alzalde,6 José Abraham Cisneros7 y demás, y los abogados piden dinero.
El Estado va a pedir la pena de muerte para los compañeros Rangel, Alzalde y Cisneros, según ha manifestado el Fiscal, un tal Walls.
Nuestros camaradas presos en San Antonio están incomunicados, pues los esbirros no les permiten ni siquiera leer periódicos. A esos camaradas se les está matando de hambre, se les tiene en calabozos impropios hasta para marranos, se les humilla de continuo. Se hace doblemente amarga su situación negándoseles el privilegio de recibir las visitas de sus amigos.
Tal es, en compendio, la situación de nuestros camaradas presos en el estado de Texas.
Nuestro deber, el deber de todo hombre y de toda mujer de sentimientos elevados, es ayudarlos. La justicia burguesa es una prostituta que otorga sus favores por dinero, pues el que no tiene dinero no puede defenderse. Tenemos, pues, todos, hombres y mujeres de todo el mundo que perseguimos altos ideales de libertad, que conseguir grandes sumas de dinero para rescatar de las garras de la injusticia burguesa a esos campeones de la libertad condenados, uno, a vivir toda su vida en el presidio, otros, a permanecer largos años en los calabozos, mientras a Rangel, Alzalde y Cisneros se les amenaza con la horca.
Trabajadores de todo el mundo: Rangel y compañeros han peleado vuestros combates, y se encaminaban nuevamente al campo de la acción, cuando ocurrió el ajusticiamiento del esbirro Candelario Ortiz por el compañero José Guerra8 y sin que ninguno de los compañeros presos hubiera intervenido en el asunto, pues Guerra obró individualmente sin que los demás se enterasen de lo sucedido.
Nuestros camaradas presos son absolutamente inocentes del acto; pero se trata de castigarlos por el hecho de dirigirse a México a contribuir con la propaganda y con la acción de la orientación del movimiento mexicano, tomándose como pretexto la muerte de un esbirro en manos de un justiciero.
En esa sombría aventura, dos de los libertarios más nobles, más valerosos y más desinteresados, Silvestre Lomas9 y Juanito Rincón, el último de ellos compañero nuestro de labores en esta oficina, perdieron sus vidas preciosas asesinados cobardemente por los esbirros americanos. Contra esos esbirros, contra esos asesinos que dispararon sus armas sin ser vistos, protegidos por la maleza, contra esos cobardes la justicia burguesa no ha ejercido acción alguna, ni la ejercerá, porque son los perros rabiosos que la burguesía tiene a sueldo para la protección de sus intereses. En cambio, a los nuestros, que nada tuvieron que ver con el ajusticiamiento de uno de esos perros, se les trata con dureza, y a Rangel, Alzalde y Cisneros se les amenaza con la sentencia de muerte, por el simple hecho de que son trabajadores que iban a luchar por los intereses de la clase trabajadora.
Es de desearse que la clase trabajadora de todo el mundo se una para tender la mano a los presos de Texas. Este caso no incumbe solamente a los mexicanos, sino a todos los explotados del mundo, porque se trata de una parte del formidable combate que el proletariado mundial tiene entablado contra el Capital. Abandonar a los presos de Texas es volver la espalda al problema obrero entero; abandonar a los compañeros de Texas es traicionar a la clase trabajadora, es estrujar nuestros ideales de justicia social, es pisotear nuestras afirmaciones de solidaridad. Solidaridad es lo que se necesita en este caso; solidaridad sin reservas; solidaridad franca y decidida. Sin solidaridad, todas nuestras protestas de amor por los que sufren se desvanecen como humo vano; sin practicar la solidaridad, nuestras más solemnes declaraciones de libertad y de justicia se dispersan sin gloria y sin hilo, como hojarasca castigada por el viento.
¡Solidaridad! Ésta es el arma del oprimido contra el opresor. La solidaridad debe ser el punto de apoyo de la palanca proletaria que ha de mover el mundo. La clase trabajadora lucha penosamente por su emancipación, por la falta de esa gran virtud. Solidaridad es condición de victoria.
La clase opresora nos domina por la solidaridad de sus componentes. El ataque a un burgués es un ataque a la burguesía entera, ¿por qué no considerar, pues, que el ataque a un trabajador es un ataque a la clase trabajadora?
Cuando vemos que la clase trabajadora sufre desde hace cientos de siglos y arde en cólera nuestro pecho contra el opresor, deberíamos ser más lógicos. No es el opresor el culpable de nuestra servidumbre y nuestras amarguras; somos nosotros, los que sentimos la vergüenza de la humillación, los que sufrimos las mordidas del hambre en nuestras tripas, los verdaderos culpables, porque no hemos sabido ser solidarios. Si ante la primera humillación sufrida por un ser humano nos hubiéramos unido para castigar al verdugo, hace miles de años que la humanidad entera viviera sin tiranos. Pero no; encasillados en nuestro egoísmo suicida nos hemos encogido de hombros ante el sufrimiento ajeno, sin pensar que el sufrimiento de otro tarde o temprano tiene que ser nuestro propio sufrimiento. Permitimos la arbitrariedad una vez, y estuvimos forzados a permitirla siempre.
Pero todo lo malo debe tener su término. Si nuestros males todos provienen del hecho de no haber practicado la solidaridad, de no habernos unido para extirparlos, volvamos sobre nuestros pasos, trabajadores de todas las razas, y comencemos a practicarla en el caso de nuestros compañeros de Texas.
Los abogados encargados de la defensa piden dinero, y, en realidad con dinero alcanzarán su libertad esos hermanos nuestros. En todo el mundo somos millones y millones los proletarios. Si cada uno, hombre o mujer, remite cualquier cantidad, por insignificante que la cantidad sea, en corto tiempo se habrá reunido una suma formidable para salvar la vida de ese puñado de héroes de la causa del Trabajo. A enviar, pues, todos, todos sin excepción, su óbolo para la generosa empresa. Los envíos de fondos pueden ser dirigidos a Víctor Cravello10 P.O. Box 1891. Los Ángeles, Cal., USA.
Pero si egoístas, los proletarios se muestran fríos ante el sincero llamamiento que se hace para que cumplan con su deber, que la sangre de Rangel, de Alzalde y de Cisneros, que las torturas de José Ángel Serrano, de Lino González, de Jesús González, y de Leonardo L. Vázquez, así como el llanto de las familias, de las viudas y de los huérfanos de esos mártires, caigan sobre sus cabezas como una maldición, y que sus cadenas se remachen para siempre, pues el hombre o la mujer que no se apiada de los sufrimientos de sus hermanos de miserias no merece redención.
Ricardo Flores Magón
1 José Ángel Serrano. Jornalero del algodón. Hacia 1914 contaba con 18 años de edad. Miembro de una partida revolucionaria encabezada por José María Rangel, capturada en Texas en septiembre de 1913. Él y sus compañeros presos serán conocidos como los Mártires de Texas. Fue sentenciado a 25 años de prisión
2 Lino González. Miembro de una partida revolucionaria encabezada por José María Rangel. Él y sus compañeros presos serán conocidos como los Mártires de Texas. Sentenciado a seis años de prisión y recluido en el penal de Pearsall, Tex. En la cárcel apoyó e hizo labor de educación con presos mexicanos, como Cipriano Amador
3 Jesús González. Formó parte del grupo de 14 hombres comandado por Jesús María Rangel. Él y sus compañeros presos serán conocidos como los Mártires de Texas. González fue uno de los primeros sentenciados a 99 años, y fue encarcelado en el penal de Perry Landing, Tex. Fue liberado en 1926, gracias a la intervención del abogado Harry Weinberger y del Comité Pro Presos de Tex., formado por los veteranos liberales Blas Lara y Gabriel Rubio
4 Refiérese a Leonardo López Vázquez (Múzquiz, Coah., 1893-¿?). Miembro de partida revolucionaria encabezada por José María Rangel, capturada en Texas en septiembre de 1913. Herido en una pierna en el enfrentamiento con rangers el 13 de septiembre en Carrizo Springs. En primera instancia fue sentenciado a 15 años de prisión por el asesinato de Candelario Ortiz, pese a que comprobó que no estaba en el lugar en el momento en que José Guerra ejecutó al ranger; sentencia que fue revocada por un tribunal de Austin en junio de 1914. Sometido a un nuevo juicio, fue sentenciado a 25 años en la cárcel de Huntsville, Tex. Probablemente fue liberado en 1926, gracias a la intervención del abogado Henry Weinberger y del Comité Pro Presos de Texas, formado por los veteranos liberales Blas Lara Cáceres y Gabriel Rubio
5 Jesús Méndez Rangel (a) Jesús María Rangel (San Luis de la Paz, Gto., 1860-México, D.F., 1952). Comerciante y militar. Emparentado políticamente con el general Trinidad García de la Cadena. A los 15 años se unió a los lerdistas que combatían a Porfirio Díaz. En 1890 migró a los Estados Unidos, y se estableció en Waco, Tex. En 1905 estableció contacto con la JOPLM de San Luis, Mo. Hacia junio de 1906 organizó el Club Liberal Melchor Ocampo de Waco que, igual que la Sociedad México Zaragoza, sesionaba en las casas de los miembros. En ese año ya formaba parte de la estructura clandestina del PLM que preparaba el levantamiento que debía iniciarse el 22 de septiembre. Nombrado jefe de la tercera zona del país, que comprendía Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, unas horas antes de incursionar en territorio mexicano fue aprehendido en Sam Fordyce, Tex. Liberado tres meses después, continuó con su participación en el brazo armado liberal introduciendo armas en Nuevo León. Durante la insurrección de 1908 participó en el ataque a Las Vacas, Coah., como segundo de Encarnación Díaz Guerra. Pasado el combate, Rangel regresó a territorio estadunidense y fue comisionado para hacer trabajo de organización y propaganda entre los mineros mexicanos de Oklahoma. Tras ello se unió con Práxedis G. Guerrero en El Paso, Tex., para preparar una nueva incursión armada en México. Acusado de bandolerismo junto a Tomás Sarabia Labrada, en 1909 fue encarcelado en Leavenworth, Kan., donde purgó una condena de 18 meses. Salió en abril de 1911, y se incorporó inmediatamente al grupo liberal de Eugenio Alzalde y Prisciliano y Benjamín Silva, que combatía al maderismo en Chihuahua. Capturado en la hacienda de Santo Domingo, en septiembre de ese año fue recluido en la cárcel de Belem de la ciudad de México. Al descubrirse que organizaba una fuga general de presos, en enero de 1913 fue trasladado a la Penitenciaría del Distrito Federal, de donde fue excarcelado en marzo del mismo año. Una vez libre, viajó a Morelos con la encomienda de establecer una alianza entre el zapatismo y el PLM. Una vez cumplida su misión regresó a los Estados Unidos. En septiembre de 1913 encabezó una nueva y última expedición armada integrada por 14 hombres que, al intentar internarse en territorio mexicano, tuvieron un enfrentamiento con militares estadunidenses en Carrizo Springs, Tex., en el que murieron los liberales Silvestre Lomas, Juan Rincón y José Guerra, así como el ayudante de sheriff Candelario Ortiz. Rangel fue capturado y condenado a 99 años. A partir de entonces, la causa de los Mártires de Texas, como los llamó el PLM, fue una de las más importantes para Regeneración y en la que no cejaría hasta su clausura final. Rangel fue, finalmente, liberado el 19 de agosto de 1926, gracias a la intervención del abogado Harry Weinberger y del Comité Pro Defensa de los Presos de Texas. El Congreso mexicano había solicitado su indulto desde cuatro años antes. A su salida de la cárcel viajó a México, donde se acercó a Plutarco Elías Calles y Álvaro Obregón, por lo que fue duramente criticado por LR, quien lo acusó de traidor en un agrio y dolido texto publicado en Avante, de Tampico, en 1928
6 Eugenio Alzalde (18??-1916). Coahuilense. Miembro del PLM radicado en San Antonio, Tex. Participó en los preparativos de los frustrados levantamientos liberales de 1906 y 1908, en Coahuila y Chihuahua, respectivamente. En 1911, formó parte de la guerrilla liberal encabezada por Prisciliano G. Silva. En agosto de ese año, su grupo fue diezmado por las fuerzas maderistas en Chihuahua. Permaneció en la cárcel de Belem en la ciudad de México hasta febrero de 1913, cuando el gobierno de Huerta liberó a los presos políticos del régimen anterior. En compañía de Jesús M. Rangel viajó de esa ciudad al estado de Morelos, donde ambos se entrevistaron con Emiliano Zapata. Regresó a los Estados Unidos y organizó con Rangel y Abraham Cisneros el grupo armado que buscó internarse a México en septiembre de 1913. Uno de los llamados Mártires de Texas, fue condenado a 99 años de prisión. Murió asesinado por un guardia en una prisión texana el 2 de septiembre de 1916
7 José Abraham Cisneros. Residente de San Gabriel, Cal. (1911-1913). Miembro del Grupo Regeneración de San Gabriel fundado en febrero de 1911. En su casa se celebró la primera reunión del Grupo. En marzo de 1911, con otros miembros de este Grupo, se adhiere a la postura del PLM que proclama que Francisco I. Madero es un traidor a la causa de la libertad, a raíz de la detención del pelemista Prisciliano G. Silva por las fuerzas maderistas en Guadalupe, Chih. Participa en la campaña de recolección de fondos para la defensa de León Cárdenas, el Niño Mártir. En noviembre de 1912, también con otros compañeros del Grupo de San Gabriel, se deslinda de Rafael Romero Palacios, a quien acusa de intentar sabotear a Regeneración. Envía numerosas aportaciones económicas para el órgano del PLM. Uno de los Mártires de Texas. A fines de 1923 estaba todavía en la prisión Wynne State Farm, en Huntersville, Texas.
8 José Guerra. Hijo de Calixto Guerra. En los primeros días de 1913, fue enviado a Morelos para entrevistarse con Emiliano Zapata y llevarle saludos de la JOPLM. Llega a la ciudad de México el 9 de febrero, día que estalla el cuartelazo militar contra Madero que culmina con golpe de Estado de Victoriano Huerta. Guerra se entrevista con Modesta Abascal, quien tiene contacto con los zapatistas. Tras ser arrestado y liberado por felicistas, se encuentra en Tlalpan con el jefe zapatista Francisco B. Pacheco. Acompañado por Fabián Padilla viaja a Morelos. El 2 de marzo se entrevista con Zapata y Manuel Palafox. La discusión se centra en dos puntos: la caracterización de Pascual Orozco, enfrentado a los liberales, pero con quien todavía tienen alianza los zapatistas y las propuestas del PLM. La crónica de su viaje a Morelos se publica en Regeneración el 26 de julio de 1913. En su reporte, describe entusiasmado el radicalismo zapatista, que le parece encarna en los hechos los planteamientos de la revolución económica que propone el PLM, así como su desprecio por los políticos. En su paso por México, Guerra envía a Paula Carmona, compañera de EFM, un voluminoso sobre con las cartas de Zapata para RFM, que confisca Francisco Moncaleano, que en esos momentos está intentado apoderarse de Regeneración, por lo que los documentos nunca llegan a manos de la JOPLM. Pocas semanas después de la estancia de Guerra en Morelos arribará José María Rangel, a quien Zapata le propone que la JOPLM se traslade a Morelos y continúe allí con la publicación de Regeneración. Guerra forma parte de la guerrilla de 12 hombres comandada por José María Rangel, la cual intenta internarse en México en septiembre del mismo año. El día 11, tres rangers de Texas cazan y ajustician a Silvestre Lomas, quien vigilaba el campamento liberal. Tras ser capturados los agresores, Guerra ordena la ejecución del ranger Candelario Ortiz. El día 13 los alzados tienen otro enfrentamiento con rangers texanos en Carrizo Springs, en el que muere Juan Rincón, y son hechos prisioneros Rangel y otros miembros de la partida. Guerra desaparece. Al respecto correrán dos versiones: que fue muerto en el enfrentamiento, aunque su cadáver no apareció, o que logró escapar, internarse en México y unirse a una partida revolucionaria.
9 Silvestre Lomas. Minero. Miembro del Club Juárez y Lerdo de Bridgeport, Tex. El 2 de julio de 1909 firma como representante del mismo una carta de protesta por la reelección de Díaz y Corral y cuatro puntos más. En abril de 1911, organiza el Grupo Regeneración Luis Rodríguez de Crusher, Okla. En julio de 1913, desde El Paso, firma la carta de protesta junto a José R. Aguilar y Jesús Méndez Rangel, en contra de la actitud de José Francisco Moncaleano con algunos miembros del PLM. El 11 de septiembre de 1913, 14 hombres bajo el mando de Jesús M. Rangel buscaron internarse en suelo mexicano desde la frontera texana, cerca del poblado de Carrizo Springs. Ese día tuvieron un altercado con autoridades del condado y tropa norteamericana regular. En esa refriega murió Silvestre Lomas
10 Vittorio Cravello. Anarquista de origen italiano. Hacia 1904 forma parte del Gruppo Diritto all’Esistenza de Paterson, N.J. En 1911 trabaja en la oficina de Regeneración en Los Ángeles. En el Italian Hall de esta ciudad, el 26 de marzo de 1911 presidió el mitin de protesta por la intervención del gobierno de los Estados Unidos en México. En mayo de ese año, participa en la formación del Comité Internacional del PLM, organismo integrado por Cravello, Ludovico Caminita y Andrea la Morticella (italianos); William C. Owen (norteamericano); Rudolph Wirth (alemán); A.P. Cherbak y P.H. Leiffert (rusos); K. Jozefoski y W. Lazicki (polacos), y por los mexicanos RFM, ALF, A.M. Ojeda, F. Velarde y Francisco Martínez. Este comité se propuso difundir internacionalmente la postura del PLM frente al gobierno de Francisco I. Madero, y su primera acción es publicar un “Llamamiento a los Trabajadores del Mundo”. En ese mismo año, Cravello comienza a publicar diversos artículos en la Sección Italiana de Regeneración, que dirige Ludovico Caminita. También envía a Italia notas y artículos sobre la Revolución mexicana que se publican en periódicos como L’Avvenire Anarchico, de Pisa. En 1913 fue miembro fundador de la Junta Consultiva de la Casa del Obrero Internacional de Los Ángeles. En ese mismo año se hace cargo de la secretaría del Fondo de Defensa Rangel-Cline. Cuando José María Rangel y Charles Cline enfrentaban la amenaza de ser condenados a muerte, el Fondo de Defensa se propuso no sólo reunir fondos para los presos de Texas, sino además encargarse de difundir su asunto y organizar las defensas jurídica y pública de los detenidos. La necesidad de reunir los 15 mil dólares que solicitaron los abogados para la defensa de los presos de Texas obligó a Cravello y la JOPLM a organizar una intensa campaña. Cravello insiste en que el Congreso Anarquista, a celebrarse en Londres del 29 de agosto al 6 de septiembre de 1914, aborde el caso de la Revolución mexicana, ya que muchos “anarquistas honestos” del mundo “todavía no creen que se trate de un movimiento libertario. Debemos ver que los anarquistas del mundo entiendan de una vez por todas que la lucha que se está dando en México es vital”
Con fecha 3 de este mes, el Presidente Woodrow Wilson ha abolido la prohibición de pasar armas y municiones de guerra a las facciones contendientes de México.1
Wilson dice en su decreto, que las condiciones actuales son enteramente distintas a las que existían cuando la prohibición fue decretada, pues que al presente no hay gobierno constitucional en México.
Este decreto es de grande importancia para los revolucionarios, pues ya no habrá necesidad de esconderse de los esbirros de este lado para pasar armas a México.
Ahora, a ponerse todos en movimiento para ayudar con fusiles y parque a los verdaderos revolucionarios. Antes, muchos no ayudaban porque veían que era peligroso el ayudar con armas y parque a los rebeldes. Tal peligro ha dejado de existir.
Que cada hombre y cada mujer procure adquirir el dinero necesario para equipar a un rebelde, y el movimiento adquirirá en breve proporciones gigantescas. Armas y parque es lo que se necesita. ¡A proveer de esos elementos a nuestros hermanos!
Esperamos que todos los que aman la causa de Tierra y Libertad se presentarán desde luego a ayudar en el sentido indicado.
Recordad las palabras de Práxedis:2 “Hay muchos impacientes por la hora de la libertad, pero ¿cuántos trabajan para acercarla?”
Muchos hay que quisiéramos que nuestros ideales triunfasen en un día; pero ¿hacemos algo por acelerar la llegada del triunfo?
El que tenga armas y municiones y no quiera o no pueda lanzarse al campo de la lucha, que las ceda para que las utilicen los que a gritos no piden otra cosa que un fusil para luchar por Tierra y Libertad.
No ayudar es un egoísmo sin nombre cuando como en el caso de México se trata del porvenir de nuestros hijos. ¿Nos lastima el yugo del Capital, el Gobierno y de la Iglesia?, pues a aflojar los cordones de la bolsa y a ayudar generosamente.
Ricardo Flores Magón
1 Refiérese a la prohibición de la venta de armas a México, decretada por el gobierno de Woodrow Wilson el 27 de agosto de 1913. La medida tenía la intención de presionar a Huerta para renunciar a la presidencia. El 3 de febrero de 1914 se levantó dicha prohibición
2 Refiérese a Práxedis G. Guerrero (1882-1910). Obrero, escritor y propagandista revolucionario guanajuatense, nacido en el seno de una familia de hacendados. Mostró afinidad con el protestantismo y posteriormente con el anarquismo. Al comenzar el siglo xx se estableció en San Luis Potosí, donde trabajó como operario en una cervecería y en una fundidora. En esa misma época envió algunas colaboraciones periodísticas a El Diario del Hogar. A fines de 1901 se incorporó a la Segunda Reserva, cuerpo militar al que renunció luego de la matanza del 2 de abril de 1903 en Monterrey, ordenada por Bernardo Reyes. En septiembre de 1904, junto con Francisco Manrique, partió rumbo a los Estados Unidos. Trabajó como minero, leñador, estibador y fundidor en Denver, Col., El Dorado y San Francisco, Cal., y Morenci, Ariz. En este último sitio, a partir de 1905, practicó el periodismo militante y se abocó a trabajos de organización obrera vinculándose con el PLM en junio de 1906, como activo integrante de la Junta Auxiliar Obreros Libres. Al año siguiente se instaló en Douglas, Ariz., y comenzó a colaborar con el semanario Revolución. Se incorporó a la JOPLM. Marchó a Los Ángeles y se hizo cargo de ese periódico liberal a partir del 23 de agosto de 1907, tras el encarcelamiento de RFM y los demás editores. En compañía de EFM, en julio de 1908, dirigió la expedición armada que partió de El Paso, Tex., hacia Palomas, Chih. En 1909 realizó giras propagandísticas por el centro y sur del país. En agosto de ese año volvió a El Paso, donde fundó el periódico Punto Rojo, clausurado en abril de 1910. Ante el estallido revolucionario de noviembre de ese mismo año, organizó una columna militar del PLM que tomó la población de Janos, Chih., el 30 de diciembre. Murió durante esta acción bélica, al parecer víctima de un francotirador. Tras su muerte fue ampliamente reivindicado como mártir de la causa del Partido Liberal Mexicano
R.W. Hudson,1 uno de los abogados de nuestros hermanos presos en Texas, nos escribe desde Austin, Tex., a donde ha ido a luchar por la libertad de los compañeros ya sentenciados ante la corte de apelaciones. Nos dice que él y el abogado Ramsey,2 del foro de Austin, han revisado los procesos y han llegado a la conclusión de que las sentencias serían revocadas. Parte de la carta dice así:
Como vosotros sabéis éste es el momento crítico en este caso, pues la revocación de las sentencias, si se llega a obtener, sería enteramente favorable a los procesados que aguardan sentencia en San Antonio, porque la persecución se desalentaría y se vería obligada a poner en libertad a todos. El abogado Ramsey me está ayudando en la confianza de que vosotros reuniréis los fondos que os he pedido anteriormente.
Se refiere a los quince mil dólares que se necesitan para la defensa. Sigue diciendo la carta:
El abogado Ramsey dice que vosotros debéis enviarme tanto dinero como podáis para el día 18 de este mes, día señalado para la apelación. Vuelvo a insistiros sobre el hecho de que la salvación de los acusados todos depende de tal manera en el éxito de la apelación que va a ventilarse el 18 de este mes, que no debéis, por ningún motivo, dejar de trabajar por reunirme lo más que se pueda de dinero para el 18, enviándomelo por telégrafo, siendo lo menos que necesito para esa fecha, dos mil dólares.
Esto es lo que a última hora nos comunica el abogado Hudson. Se necesitan dos mil dólares para el 18 de este mes, y de esa suma depende el futuro de nuestros hermanos. ¿No habrá dos mil manos generosas que alarguen un dólar cada una sin pérdida de tiempo? Por esa miserable suma de dinero, si no se consigue, quedarán en la prisión algunos de nuestros compañeros, mientras el resto subirá al cadalso.
No hay que olvidar que la suma total que se necesita son quince mil dólares de los cuales hay que entregar dos mil el 18 de este mes.
No os durmáis, proletarios. Mandad fondos sin pérdida de tiempo para salvar a nuestros hermanos.
Ricardo Flores Magón
1 R.W. Hudson. Abogado. Defensor de Jesús María Rangel, Charles Cline y los llamados Mártires de Texas
2 Refiérese al abogado William F. Ramsey
Por carta que tenemos del abogado R.W. Hudson, uno de los defensores de nuestros hermanos presos en Texas, recibimos esta desconsoladora noticia: “Necesitamos, dice Hudson, diez mil dólares como honorarios y cinco mil dólares para los gastos de los catorce procesos de los catorce prisioneros mexicanos”.
Total ¡quince mil dólares! ¡Todo un tesoro! ¡Todo un mundo de dinero!
¿No es desconsoladora la noticia? Se necesitan quince mil dólares, y de esa suma colosal no se han colectado ni mil.
Quince mil dólares es ciertamente una suma enorme; pero esa suma significa la vida libre de catorce trabajadores honrados, valientes y abnegados, o la prisión de unos de ellos y la muerte de los demás.
Con quince mil dólares todos quedarán en libertad; sin los quince mil dólares unos vivirán en el presidio el resto de sus días y otros, Rangel, Alzalde y Cisneros, terminarán su fecunda existencia en una horca del Estado de Texas.
¿Comprendéis, proletarios, lo que quince mil malditas monedas significan en estos momentos de angustia? ¿No hay en toda la extensión de la Tierra quince mil seres humanos que tengan el corazón en su lugar y un dólar disponible para sus hermanos de Texas?
¿No hay siquiera quince mil hombres y mujeres generosos que con la ayuda de sus amigos pueda cada cual reunir un dólar y mandarlo sin pérdida de tiempo, entiéndase bien, sin pérdida de tiempo, para rescatar de la muerte y del presidio a catorce trabajadores carne de su carne y sangre de su sangre?
Rangel, Alzalde y Cisneros y demás héroes de las luchas del trabajo aprisionados en Texas esperan en las sombras de sus calabozos, debilitados por el hambre, el maltrato y las cadenas, que la mano de los trabajadores abra las puertas de su encierro con esta llave milagrosa: ¡el dinero!
Rangel, Alzalde y Cisneros y demás héroes de la clase trabajadora presos en Texas se encaminaban a México a pelear vuestros combates, a luchar por Pan, Tierra y Libertad para todos, cuando fueron sorprendidos por los esbirros americanos, quienes asesinaron a dos de los más nobles luchadores que jamás haya habido, hirieron a otros dos y arrestaron al resto. Un compañero que logró escapar ajustició a uno de los asesinos, sin que los demás intervinieran en la ejecución que ni siquiera presenciaron, y si ahora el capitalismo americano hace cómplices a los presos de Texas, es porque son hombres conocidos como militantes, como abnegados, como sinceros defensores de los derechos del proletariado.
¡A salvarlos! Enviad dinero si tenéis sangre roja en vuestras venas. Recordad aquello de “ahora por ti; mañana por mí”.
¿O preferís, egoístas, malvados y tacaños que la sangre de Rangel, de Alzalde y de Cisneros caiga sobre vuestras cabezas? ¿Preferís que a toda hora, en todo momento, en la calle, en la mina, en la fábrica, en el paseo, en el teatro, en vuestro hogar, a la hora en que rodeados de vuestra compañera y de vuestros hijos disfrutáis del reposo y de la dulce calma; preferís que entonces contemplen los ojos de vuestra conciencia la terrible visión de Rangel, Alzalde y Cisneros agitándose en la horca?
Si queréis estar tranquilos, enviad dinero para la defensa de los presos de Texas, a Víctor Cravello, P.O. Box 1891, Los Ángeles, Cal., USA.
Ricardo Flores Magón
Soñadores, locos, utopistas, he aquí los términos que la imbecilidad andante nos arroja al rostro, cuando no se nos acaricia con estos otros: ambiciosos, vividores, mentirosos, despechados y otros del mismo o parecido calibre. Y sin embargo, parece que los locos, los soñadores, los utopistas tenemos razón, y que los prácticos, los fríos, los razonadores, los serios, los sensatos, no la tienen.
Woodrow Wilson, el actual presidente de los Estados Unidos de América, es tenido en el mundo intelectual casi como una lumbrera, un pozo de ciencia, y, a la vez, como hombre práctico, sensato, serio, talentoso, clarividente.
Pues bien este pozo de ciencia no sabe dónde tiene las narices, o lo que es lo mismo, no ha llegado a comprender la Revolución mexicana. Él sabe solamente que en México existe una situación caótica y que, en virtud de este caos o confusión, la vida de los negocios es raquítica y en muchos casos nula; pero no sabe o no quiere saber, que para el caso es lo mismo, qué es lo que ha producido ese caos o confusión, a qué se debe el fenómeno de que una parte del pueblo mexicano esté contra la otra parte, y de ahí que toda su política internacional, en lo que a México concierne, no haya sido otra cosa, hasta el presente, que un escandaloso fracaso.
Haciendo a un lado las declaraciones de pretendida honradez política que siempre han precedido a sus manejos con respecto a la cuestión mexicana, en todos los actos de Woodrow Wilson se ha visto claramente expresado el siguiente deseo: el establecimiento en México de un gobierno fuerte que dé garantías a cuanto aventurero se le ocurra ir a explotar el trabajo mexicano y la inagotable riqueza de aquel riquísimo país.
Para conseguir este fin, reconoció primeramente como gobierno de facto, que quiere decir “de hecho”, la imposición de Victoriano Huerta; permitió que pasaran por las aduanas americanas armas y municiones destinadas a Huerta, y, en suma, Huerta gozaba de los mismos privilegios de que goza un gobierno constituido legalmente en sus relaciones con los gobiernos de las demás naciones de la Tierra. Wilson pensó que, con semejante apoyo, se consolidaría el gobierno de Huerta y que bien pronto los rapaces aventureros americanos reanudarían su infame tarea de explotación y de extorsión del trabajador mexicano. Pero el cielo más limpio no está exento de verse de repente insultado por un nubarrón, y, en el cielo risueño de las esperanzas de Wilson apareció este nubarrón: las pretensiones de Pearson,1 apoyadas secretamente por el gobierno británico, sobre las fuentes de petróleo de la Huasteca, pretensiones absolutamente antagónicas a las de Rockefeller,2 o sea, la Standard Oil Company, apoyadas secretamente por el gobierno americano, sobre las mismas fuentes de petróleo.
Huerta apoyaba, y apoya aún las pretensiones inglesas. Wilson trató de atraerse a Huerta en beneficio de la Standard Oil, y envió a John Lind3 a conferenciar con el tirano. Huerta, testarudo, quiso seguir siendo fiel a sus amos los ingleses, y la misión de Lind terminó en medio de una carcajada universal. En su despecho, Wilson hizo que los matatías americanos de Wall Street apretaran los cordones de la bolsa, y bien pronto los matatías de Londres, París, Ámsterdam y Berlín siguieron el ejemplo de sus compinches yanquis al declarar el presidente americano que el gobierno de este país no reconocería ningún nuevo compromiso financiero contraído por Huerta en el extranjero. Wilson esperaba agarrar a Huerta con el dedo detrás de la puerta, y obligarlo, por medio de la falta de dinero, a rendirse sin condición a los caprichos de la Standard Oil. Al mismo tiempo, el pozo de ciencia, la lumbrera intelectual, comenzó a mariposear con el carrancismo, y obtuvo de Venustiano Carranza la seguridad de que las pretensiones de la Standard Oil Company serían preferidas; que los intereses y las vidas de los aventureros americanos serían protegidos; que con la ayuda americana, el país entraría bien pronto en un periodo más brillante para los negocios que como estaba bajo la dictadura de Porfirio Díaz.
El nubarrón que por algún tiempo enlutó el cielo de las risueñas esperanzas de Wilson se desvaneció al soplo de las promesas del bandido barbón, y desde entonces Carranza ha sido protegido más o menos abiertamente por la lumbrera intelectual, y el decreto de fecha 3 de este mes, aboliendo la prohibición de introducir armas y municiones a México, ha estado realmente en vigor para el carrancismo desde que la misión de Lind quedó aplastada sin lustre y sin gloria bajo las risotadas de los hombres sensatos de todo el mundo.
Y ahora, entra de cuerpo entero Wilson el utopista y el luminar de la inteligencia queda reducido modestamente a la categoría de la amarillenta lucecilla de un fósforo barato. Sí, porque Wilson cree que triunfando el carrancismo las uñas de la burguesía americana podrán fácilmente arrancar buenas tiras de pellejo al pobre trabajador mexicano, y tal creencia descubre su lastimosa ignorancia de lo que es una verdadera Revolución, y la mexicana es una verdadera Revolución.
La pacificación del país no depende de la exaltación de un caudillo a la Presidencia, sino de la realización de este hecho sencillísimo: la muerte del hambre y de la tiranía. El hambre y la tiranía fueron la causa de la Insurrección popular. El pueblo mexicano se levantó en armas contra la clase capitalista y el gobierno sostenedor de esa clase en busca de pan y de libertad. ¿Puede un gobierno garantizar a los pobres el pan y la libertad? Responda el mismo Wilson que ante sí tiene el inquietante problema de los desocupados; el gobierno de este país tiene ante sí una enorme masa de millones y millones de seres humanos que piden pan. ¿Puede este gobierno dar pan a esos hambrientos? Con centenares de millones de dólares en el tesoro, este gobierno es tan incapaz de llevar pan a las bocas de los hambrientos como otro cualquiera. Eso quiere decir que las funciones del gobierno, en cualquier parte del mundo, son otras que las del padre de familia que divide entre la prole y la compañera el pedazo de pan duramente ganado. El gobierno no es un padre, sino un verdugo. El gobierno no puede garantizar a cada uno el derecho de vivir, sino el derecho de vivir a costa del sufrimiento y de la esclavitud de los demás, siendo los más rapaces, los más astutos, los menos escrupulosos, los únicos que se benefician con ese derecho.
Y en cuanto a la libertad, no puede alardear Wilson de que en este país hay libertad, pues solamente una libertad existe en los Estados Unidos y ésa es… la de morirse de hambre. Y es ésta la República Modelo; pues un gobierno semejante al que aquí se sufre es lo que Wilson quiere que se sufra en México bajo la férula de un burgués idiota que se llama Venustiano Carranza.
¿No es ésa una utopía? Si el pueblo mexicano no se levantó en armas en busca de pan y de libertad, y si, como lo demuestra la Historia desde los tiempos más antiguos hasta el presente, ningún gobierno ha podido realizar el doble milagro de saciar el estómago del pueblo y darle libertad al mismo tiempo, es una esperanza de iluso ciertamente el esperar que Venustiano Carranza o cualquier otro mandón puedan dar al pueblo mexicano el pan y la libertad.
Si el pueblo mexicano fuera tan imbécil de deponer las armas cuando Venustiano tome la ciudad de México, bien pronto tendría que empuñarlas de nuevo al darse cuenta de que gobierno no significa panadería o fonda al alcance de todos, sino capataz brutal encargado por la clase capitalista de tener en eterna sujeción a la clase trabajadora; pero afortunadamente el trabajador mexicano ha despertado y ya son muchos los que ahora saben que la libertad económica, política y social no ha de caer del cielo sobre algún Sinaí y en manos de un farsante que la distribuya entre los oprimidos, sino que tiene que ser la conquista de los trabajadores alcanzada por su propio esfuerzo sin necesidad de Mesías de ninguna marca.
Carranza en el poder no es lo mismo que pacificación del país, señor Woodrow Wilson, y ésta será una de tantas planchas de su señoría.
Ricardo Flores Magón
1 Dickinson Weetman Pearson, Lord Cowdray (Yorkshire, Inglaterra, 1856-Londres, Inglaterra, 1927). Magnate inglés, propietario de la S. Pearson & Son Ltd., que en1900 empleaba a más de 20 mil hombres en la construcción de ferrocarriles, muelles, sistemas de drenajes, irrigación y otras obras de ingeniería en diversos lugares del planeta, señaladamente en Gran Bretaña, Irlanda, México y China. En 1889, Porfirio Díaz lo invitó a construir un ferrocarril para unir el Atlántico con el Pacífico. En México realizó innumerables negocios y sus empleados descubrieron una de las regiones petrolíferas más productivas del mundo en Potrero del Llano, Ver. Para explotarla, Lord Cowdray fundó El Águila Petroleum Company, que disputaría el petróleo del país a las compañías estadunidenses. Tras el asesinato de Francisco I. Madero, Cowdray apoyó a Victoriano Huerta. Propuso que una intervención internacional pusiera freno a la Revolución mexicana y que se ejerciera un protectorado en México. En 1917 se vio involucrado en planes conspirativos para derrocar al gobierno de Carranza. W.C. Owen, responsable de la sección inglesa de Regeneración, describió al magnate británico, “física y moralmente”, como un gorila humano, como “un hombre de las cavernas armado con las mortales armas de la riqueza y la ciencia moderna”, tan rico que ni “él mismo ni nadie sabe qué tanto”. Como el hombre que ha saqueado México y cuya sombra se notaba en las mujeres que suplican por pan en el país, y en las “demacradas miradas de los peones mexicanos que recorren las calles de los Estados Unidos solicitando inútilmente trabajo”.
2 John Davison Rockefeller (1839-1937). Fundador de la Standard Oil Company. Dicha compañía fue acusada de prácticas monopólicas y dividida hacia 1911. Creador del sistema moderno de la filantropía norteamericana
3 John Lind (Smaland, Suecia, 1854-Minneapolis, Estados Unidos, 1930). Abogado y político estadunidense. Miembro del Partido Demócrata. Gobernador de Minnesota, entre 1899 y 1901. Apoyó a Woodrow Wilson en su campaña para la presidencia en 1912. En 1913 fue nombrado como su representante personal en México, con la misión de negociar la renuncia de Victoriano Huerta. El dictador mexicano no reconoció su papel en México. En agosto aconsejó al presidente estadunidense levantar el embargo de armas para los revolucionarios y otorgarles el carácter de beligerantes. Por esos meses se estableció en Veracruz, donde permaneció hasta la intervención del puerto en abril de 1914. Sostuvo reuniones informales con representantes del gobierno mexicano y con emisarios de Carranza. Tras la disolución del Congreso en octubre de 1913, Lind consideró que la intervención militar era la única salida; aconsejó a Wilson ocupar Veracruz y organizó diversos planes conspirativos que nunca se realizaron, como la aprehensión de Huerta por soldados estadunidenses en la ciudad de México. Tras la ocupación de Veracruz continuó como consejero del presidente Wilson. En 1915 aconsejó otorgar reconocimiento al gobierno constitucionalista de Venustiano Carranza.
Aunque estoy segurísimo de que los que tienen “dudas” sobre el carácter de la Revolución mexicana no tienen tales dudas, y que están tan convencidos como yo mismo de que aquella Revolución es de carácter social, pero que, por varias razones, muy personales por cierto, se obstinan en desprestigiar aquel hermoso movimiento, copio hoy del diario católico de la ciudad de México, El País,1 correspondiente al 22 de enero último, la siguiente noticia que demuestra que los humildes revolucionarios mexicanos saben por qué luchan y que, más adelantados en sus tácticas que los inteligentísimos obreros de las naciones civilizadas del mundo, recurren al fusil como el medio único que hay que emplear en la lucha contra el sistema burgués.
Dice El País:
El cabecilla Buelna2 está repartiendo terrenos. Por una correspondencia recibida en esta capital (la ciudad de México) de la ciudad de Guadalajara, se sabe que las fuerzas del jefe revolucionario Rafael Buelna, que ocuparon la población de Santiago Ixcuintla (Territorio de Tepic), unos días, para evacuarla luego por la proximidad de los federales, cometieron durante su estancia en esa plaza miles de atrocidades.
Siguiendo con el lema de reivindicAción que se han impuesto los rebeldes y muy principalmente el cabecilla Buelna, éste dispuso que todos los propietarios de fincas de aquella localidad, así como de las comarcas, renunciaran a sus derechos de propiedad de terrenos, con el objeto de que fueran repartidas las tierras entre las fuerzas rebeldes.
Muchos vecinos, temerosos de ser víctimas de atentados de parte del cabecilla Buelna, optaron de buen grado ceder sus tierras a aquellos cafres, y otros que mostraron más entereza fueron amenazados en su vida.
La aquiescencia o inconformidad de los hacendados tepiqueños fue cuestión de poco interés para Buelna, quien procedió, ayudado eficazmente por varios ingenieros, al reparto de las tierras entre los individuos que formaban su gavilla.
Muchos de los improvisados propietarios dejaron, pues, por un día el fusil para dedicarse a las labores del campo. Éstas les fueron interrumpidas por las fuerzas federales que llegaron en cumplimiento de su deber a Santiago Ixcuintla, para rescatarla de los rebeldes.
Los hacendados de Santiago Ixcuintla se han dirigido al Jefe Político del Territorio de Tepic, general don Domingo Servín, pidiéndole que no sean retiradas las fuerzas de ese lugar y que, si es posible, aumente la guarnición, pues se tienen noticias de que Buelna, repuesto del desastre, se dispone de nuevo a atacar.
En tres años y tres meses que lleva de duración este movimiento hemos citado una infinidad de hechos revolucionarios que demuestran que la lucha que se desarrolla en México no es una lucha que tiene por objeto el cambio de un presidente por otro presidente, sino que se trata de un tremendo combate de la clase trabajadora contra la clase capitalista, una lucha tremenda, grandiosa, gigantesca del desheredado contra el propietario para conquistar el derecho a vivir.
Que en algunos casos como en el de Buelna no tenga el hecho una orientación francamente comunista anarquista, eso no quita al movimiento el carácter social que lo distingue de una lucha puramente política, y el deber de todo anarquista de verdad es prestar todo su apoyo, moral y material, al movimiento, no sólo para que no pierda su carácter social, sino para encauzarlo hacia el ideal anarquista. No hacerlo es traicionar el Ideal, y es doble traición y doble infamia la que se comete cuando con las “dudas” se deja abandonados a los verdaderos libertarios, a los rebeldes del Partido Liberal Mexicano que se encuentran en el terreno de la acción luchando penosamente, valerosamente, abnegadamente, por encausar el movimiento hacia el comunismo anarquista, lucha terrible de los nuestros en la que han perecido a millares ora en combates, ora traicionados, ora sorprendidos en la montaña, en la llanura, en la ciudad, en el cuartel enemigo al que fueron a propagar nuestro Ideal entre los soldados inconscientes.
Reflexionad un solo instante, anarquistas que “dudáis” y os avergonzaréis de no haber prestado apoyo al movimiento del Partido Liberal Mexicano. Si no hubiérais “dudado”, si con vuestras “dudas” no hubiérais enfriado los entusiasmos de la clase trabajadora de todo el mundo, ¡qué paso tan gigantesco habría dado este movimiento! Pero en lugar de ayudar habéis hecho obra obstruccionista: quitásteis a regeneración un apoyo que necesitaba para tirar más ejemplares y distribuirlos por todos los rincones de México, obra necesarísima para la orientación del movimiento; quitásteis a los grupos netamente libertarios que luchan con las armas en la mano tanto el apoyo moral como material, dando como resultado que, por la falta de elementos, algunos de esos grupos han caído en poder de la Autoridad, unos en México, otros en territorio americano mientras se preparaban para entrar a la lucha, y otros más exterminados en territorio mexicano, en plena lucha, por falta de elementos. Si Rangel y sus compañeros son ahorcados en Texas, la responsabilidad de esa terrible desgracia reposará en vosotros, porque si estos compañeros hubieran contado con el dinero para organizarse con facilidad, no habrían tenido tiempo los esbirros americanos de asesinar a dos de ellos, herir a otros dos y aprisionar al resto, sobre alguno de los cuales pesa la amenaza de la horca por la muerte del esbirro Ortiz.
¿Calculáis todo el mal que habéis hecho con vuestras “dudas”?
Sin embargo, compañeros que “dudáis”, todavía es tiempo para remediar el mal que habéis ocasionado. Ciertamente que no podéis resucitar a los queridos compañeros muertos; pero podréis evitar con un franco y generoso apoyo moral y material nuevas tragedias que, os lo digo con la mano puesta en el corazón, nos desprestigian a todos los anarquistas ante los ojos del enemigo común que, envalentonado por nuestra falta de solidaridad y de armonía, repite sus golpes y retarda el triunfo del Ideal.
Creo que no habrá necesidad de repetir una vez más estas quejas amargas. Que todos los periódicos libertarios de todos los idiomas y todos los países propaguen el movimiento mexicano y los esfuerzos del Partido Liberal Mexicano por encauzarlo por la senda libertaria; que todos los anarquistas sin excepción ayuden con dinero y moralmente al movimiento del Partido Liberal Mexicano.
¿Haréis esas cosas sencillas, hermanos en aspiraciones y sacrificios?
El porvenir lo dirá.
Ricardo Flores Magón
1 El País, “Pro aris et facis cetare”, México, D.F. (1889-1914). Directores fundadores: Trinidad Sánchez Santos, León Sánchez, José Elguero y Antonio Enríquez. Diario católico.
2 Rafael Buelna (1891-1924). Sinaloense. En su juventud se dedicó a la poesía, la literatura y el periodismo; colaboró en el Correo de la Tarde, de Mazatlán, Sin. En 1909 se afilió a la candidatura anticientífica de José Ferrel. Fue líder del Club Democrático de Mazatlán. Según los agentes de Porfirio Díaz, a fines de 1910, Rafael Buelna formaba parte del grupo que se reunía en la casa del liberal Trinidad N. Córdoba en Phoenix, Ariz., para conspirar contra la dictadura. En 1910 se levantó en armas bajo el mando de Martín Espinosa, en Jalisco. En la lucha contra Huerta capturó Tepic. En febrero de 1914, RFM escribe en Regeneración que un reparto de tierras realizado por Buelna en Santiago Ixcuintla, Nay., probaba lo auténtico de la Revolución: “Que en algunos casos como en el de Buelna, no tenga el hecho una orientación francamente comunista anarquista, eso no quita al movimiento el carácter social que lo distingue de una lucha meramente política”. En ese año se enfrentó a Obregón declarándose anticarrancista y antiobregonista y se unió a la Convención en el ala villista. En mayo se corrió el rumor (falso) de que había sido fusilado por órdenes de Carranza, según Regeneración debido a que “obraba no como un mentecato sino como un verdadero revolucionario”. Tras la derrota del convencionismo se exilió en los Estados Unidos. Volvió al país en 1919. Participó en la rebelión delahuertista. Murió en el intento de tomar Morelia el 12 de enero de 1924
La persecución iniciada contra el revolucionario Máximo Castillo, por carrancistas bajo las órdenes de Francisco Villa, continúa activísima en la región de Casas Grandes, Estado de Chihuahua.
Nuestros lectores están informados por nosotros de que Castillo, con el fin de detener el avance de los esbirros de Villa que lo perseguían de cerca, incendió el maderaje del túnel de La Cumbre. Pues bien, poco después, como para probar si el paso por el túnel no ofrecía peligros, y poder enviar en este caso un tren militar en persecución de Castillo y sus compañeros, Villa obligó a los empleados de un tren de pasajeros que llevaran el convoy a través del túnel, lo que dio por resultado que el tren se incendiara pereciendo cincuenta y una personas. El túnel continúa ardiendo y la responsabilidad del desastre recae directamente sobre Villa; pero este mentecato, para darse aires de justiciero ante la borregada americana, descarga la responsabilidad sobre Castillo, y ha jurado en cantinas, lupanares y garitos, sus predilectos lugares de esparcimiento, que castigará ejemplarmente a Castillo si logra capturarlo, pues según el telegrama que aparece en The Los Angeles Times,2 Villa se ha expresado así: “Todos los americanos y todos los mexicanos serán invitados para presenciar la ejecución; creo que ése es mi deber en este horrible desastre, porque he dado a los americanos mi promesa de protegerlos”.
Un buen número de los muertos en el desastre del túnel eran americanos que, hasta el presente, han sido los únicos adoradores del esbirro Francisco Villa, y, naturalmente, el esbirro se encuentra obligado hacia ellos.
Pero la razón principal de la persecución al revolucionario Máximo Castillo se debe al hecho de que Castillo está haciendo obra revolucionaria de verdad desde el momento que persigue a los burgueses y entrega sus propiedades a los pobres, siendo buen ejemplo de ello el terror que ha sembrado entre las colonias esclavistas mormonas a quienes ha expulsado del territorio y entregado sus tierras al pueblo, confiscando sus casas y útiles de labranza, que ahora utilizan los trabajadores para sí mismos. Esta actividad revolucionaria choca a Villa, a Carranza y a todos los embaucadores que han jurado exterminar a Castillo.
Castillo no es de ese tipo de aventureros que se embolsan el dinero y se aprovechan ellos solos de los frutos de la Revolución. Castillo, según las informaciones que tenemos, y son de buena fuente, entrega a los pobres de las comarcas que visita todo cuanto hay en ellas, mientras Villa y Carranza fusilan sin formación de causa al pobre que toma una pieza de pan o un pedazo de manta para llevarlos a su familia.
Los propietarios que militan a las órdenes de Francisco Villa deben negarse a perseguir a Máximo Castillo. En vez de perseguirlo, deben unírsele para volver sobre Villa y aplastarlo. El proletariado, el hombre pobre, debe considerar como una deshonra el sostener a Villa, que está contra la clase trabajadora, y perseguir, en cambio, a Máximo Castillo que está a favor de los pobres.
Justicieros: afilad vuestro puñal, y en la primera oportunidad, partido en dos el corazón de esa fiera que se llama Francisco Villa.
Ricardo Flores Magón
1 Máximo Castillo (San Nicolás de Carretas, Chih., 1864-Cuba, 1919). Labriego. Friedrich Katz lo define como “un auténtico anarquista” y como el “único zapatista genuino que produjo Chihuahua”. Según cuenta José María Rangel, Castillo tuvo contacto con el grupo de Práxedis Guerrero que, en 1910, se preparaba en El Paso para realizar una incursión armada en territorio mexicano, e incluso cita su participación en los levantamientos liberales de 1906 y 1908; sin embargo, al estallar la Revolución se unió a las fuerzas de Pascual Orozco y acompañó a Francisco I. Madero el 17 de noviembre de 1910 cuando éste cruzó el Río Grande para encabezar el movimiento. Salvó la vida del “apóstol de la democracia” en dos ocasiones: durante el ataque a Casas Grandes, donde Madero sufrió una herida en el brazo, y tras el famoso altercado con Villa y Orozco durante el cerco a Ciudad Juárez, por lo que fue nombrado jefe de su escolta personal. Cuando asistió a la entrevista de Madero con Emiliano Zapata de junio de 1911, reconoció en el Morelos zapatista sus anhelos revolucionarios y, al advertir que el flamante presidente no cumpliría sus promesas agrarias, se sumó a la revuelta de Pascual Orozco, pero pronto siguió su propia ruta, enarboló el Plan de Ayala y emprendió el reparto inmediato de tierras en la región de Casas Grandes. Tras el golpe de Huerta, continuó con sus actividades revolucionarias sin reconocer la jefatura de Francisco Villa. Acosado lo mismo por constitucionalistas que por federales, fue uno de los pocos revolucionarios que exigió a las compañías estadunidenses que pagaran impuesto revolucionario. En esta época Regeneración da cuenta de sus batallas llamándolo “un auténtico rebelde que no reconoce ni a Carranza ni a Huerta”. En febrero de 1914, fue acusado del sangriento incendio de un tren de pasajeros, que investigaciones posteriores atribuyen a un bandido que operaba en la región, en el que murieron 10 estadunidenses, lo que provocó un escándalo internacional que agudizó su persecución. Villa prometió ejecutarlo e invitar estadunidenses a presenciar su fusilamiento. Logró escapar a territorio estadunidense junto con su lugarteniente Jesús San Martín, donde fue finalmente aprehendido y recluido en Fort Bliss, Tex. RFM escribió varios artículos exigiendo su libertad. En octubre de 1915, el local del Partido Socialista de El Paso emprendió una campaña para cubrir los gastos de su defensa. Durante su encierro, Castillo redactó La simple historia de mi vida, buscando limpiar su nombre y honorabilidad. El manuscrito, “de 42 páginas redactadas a lápiz con una escritura muy apretada y letra pequeñísima”, fue localizado por el historiador chihuahuense Jesús Vargas, quien lo publicó en 2003, con el título Máximo Castillo y la Revolución en Chihuahua. Tras ser liberado, en 1916, Castillo se exilió en Cuba, donde falleció en 1919
2 The Los Angeles Times. Periódico fundado en 1881. Propiedad de Harrison Gray Otis, próspero empresario estadunidense, defendió la política de Porfirio Díaz. De tendencia conservadora, se caracterizó por combatir al movimiento obrero del sur de los Estados Unidos. Desde las columnas del diario emprendió una cruzada de desprestigio en contra de la causa del PLM, que se intensificó a partir de 1911, durante la campaña del PLM en Baja California, lugar en el que tenía grandes intereses por ser dueño de la Colorado River Land Company
Éste es el grito que se escucha por todas partes. Los verdaderos revolucionarios están escasos de armas, y muchos que quieren lanzarse a la pelea no cuentan ni con un revólver.
Armas y parque: este elemento indispensabilísimo cuesta miles, millones de dólares, y hay que conseguir esos miles y millones de dólares para armas y municiones si no queremos ver aplastado el movimiento puramente libertario que con tantos sacrificios ha podido sostenerse por tres años.
El carrancismo cuenta con millones y más millones que le dan los magnates americanos para derribar a Huerta. ¿Por qué los proletarios de todas las razas no nos unimos para armar a los nuestros?
Mientras Carranza está en tratos para la compra de barcos de guerra, los verdaderos revolucionarios no cuentan sino con los pocos fusiles que logran arrancar de las manos del enemigo.
Que se necesita igualar las fuerzas es indudable; pero eso no se consigue con buenos deseos simplemente, sino con dinero para comprar fusiles, parque, ametralladoras, cañones de todos calibres y barcos de guerra para sostener la captura de los puertos. Así se igualarán nuestras fuerzas a las del enemigo. Así, los grupos libertarios que ahora batallan penosamente se convertirán pronto en legiones que aplasten a Huerta a Carranza a Villa, a Vázquez Gómez, a Félix Díaz1 y encaucen el movimiento revolucionario por medio de la expropiación y del desconocimiento de los principios de Autoridad y propiedad individual hacia la emancipación económica, política y social del pueblo mexicano.
El decreto del 3 de febrero expedido por Wilson, el presidente de los Estados Unidos, levanta la prohibición de importar armas a México para cualquiera de las facciones contendientes. Aprovechémonos de esa circunstancia para dar un rifle con su buena dotación de cartuchos a cada uno de los nuestros. ¡Hagámoslo sin demora! No demos tiempo al enemigo de hacerse más fuerte.
Ricardo Flores Magón
1 Félix Díaz (1868-1945). Ingeniero militar oaxaqueño. Sobrino de Porfirio Díaz. A partir de 1901 formó parte del Estado Mayor presidencial. En diversas ocasiones fue diputado en la legislatura local y en el Congreso de la Unión. En 1902 fue frustrado candidato independiente a la gubernatura de su entidad natal y enviado a Chile como agregado militar. Estallada la revolución maderista, el 3 de mayo de 1911 fue nombrado por el Congreso local gobernador interino. En octubre de 1912, se rebeló en Veracruz contra el régimen maderista. Un consejo de guerra le dicta sentencia de muerte, la cual le fue conmutada por el presidente Madero. Fue uno de los cabecillas del golpe contra Madero. Distanciado de Huerta, se mantuvo fuera del país hasta 1916, cuando encabezó un movimiento con el apoyo de la jerarquía católica mexicana y estadunidense y el financiamiento de los exiliados científicos. Tras varios fracasos militares se estableció en territorio veracruzano, donde se mantuvo en armas hasta abril de 1920. Reacio a reconocer al obregonismo triunfante, se exilió en Nueva Orleans. Regresó al país en 1937
Proletario: si alguien, quienquiera que él sea, te dice que tu emancipación puede ser alcanzada dentro de la ley y el orden, escúpele el rostro con la seguridad de que habrás castigado a un embustero.
Dentro de la ley y el orden puedes ir a la esclavitud, nunca a la libertad. Es practicando la ilegalidad; es trastornando lo que la ley llama orden como se conquista la emancipación.
Y no puede ser de otra manera; la ley obliga a que respetemos las instituciones políticas y sociales que nosotros creemos malas, porque de ellas derivan la pobreza, el crimen y la esclavitud. Si queremos, pues, cambiar esas instituciones políticas y sociales que nos esclavizan, por otras que garanticen nuestra libertad y nuestra felicidad, tenemos forzosamente que desobedecer el mandato de la ley que nos obliga a respetar las instituciones existentes, y esa desobediencia trastorna el orden.
Por eso todo revolucionario sincero, honrado y valiente debe ser un ilegal. Y el revolucionario que proclama respetar la ley y el orden es un farsante.
O se es legalista, y entonces, hay que confundirse con la masa de carneros que sufren con paciencia todas las humillaciones del actual sistema, o se es ilegalista, irrespetuoso, desobediente, revolucionario.
Nosotros los revolucionarios vamos contra el Capital, el Gobierno y el Clero que forman las instituciones políticas y sociales que la ley ampara: ¿podríamos demoler esas instituciones sin tropezar siquiera con la ley? Claro está que no, porque la ley claramente ordena que las respetemos, y cualquier atentado que cometamos contra ellas es un crimen.
Así, pues, si no queremos cometer ese crimen, somos legalistas, pero no revolucionarios, aunque a voz en cuello gritemos que somos esto último. Si respetamos la ley y el orden seremos muy buenos borregos, pero muy malos revolucionarios.
A escupir el rostro de los llamados revolucionarios que respetan la ley y el orden.
Ricardo Flores Magón
La acción de nuestros queridos compañeros, los valerosos libertarios Juan F. Montero1 y Francisco Buelnamea,2 miembros del Partido Liberal Mexicano, está haciéndose sentir en el Estado de Sonora que es como si se dijera la fortaleza del carrancismo. Despreciando peligros, nuestros abnegados compañeros han prendido en el corazón mismo del carrancismo la Bandera Roja de Tierra y Libertad.
Juan F. Montero y Francisco Buelnamea, al ver que el carrancismo iba ganando adeptos entre los compañeros indios de la región del Yaqui, decidieron, con la abnegación de los verdaderos libertarios, volar en auxilio de nuestros heroicos hermanos para decirles que no creyeran más en promesas de políticos, que llegados al poder los esclavizarían de la misma manera que los había esclavizado Porfirio Díaz y trató de esclavizarlos Madero; que se unirán al Partido Liberal Mexicano dentro del cual cada miembro es su propio amo, aunque unidos todos en la común aspiración de arrebatar de las manos de los ricos la tierra, las aguas, los bosques, las minas, las casas, las fábricas, los talleres, los ferrocarriles y los barcos, para hacer de todos esos bienes la riqueza común, sin dueño individual, pues todo debe ser de todos, hombres y mujeres sin distinción de raza o color, para trabajar todos como hermanos y consumir cada uno según sus necesidades, sin reconocer a gobierno de ninguna clase y teniendo como base fundamental de las relaciones entre los seres humanos, esta máxima sencillísima y justa: “no hagas a otro lo que no quieras que te hagan a ti”.
Juan F. Montero y Francisco Buelnamea fueron escuchados con agrado por nuestros hermanos yaquis y un núcleo de libertarios se formó bien pronto, al que se han ido adhiriendo todos los que tienen oportunidad de conocer nuestro Ideal.
Que la acción de nuestros hermanos en Sonora se deja sentir, lo prueba el telegrama que traduzco del periódico The Los Angeles Times, del 11 de este mes y que dice:
Douglas, Ariz., feb. 10. Los atentados de los yaquis han llegado a ser tan comunes en Sonora, que el general Álvaro Obregón ha decidido proveer de escoltas militares a todos los viajeros, según dice un despacho especial que se recibió hoy en Hermosillo, la capital del constitucionalismo.
La primera escolta compuesta de veinticinco soldados constitucionalistas acompañó a un atajo de mulas cargadas de mercancías que salió el día de ayer de Hermosillo. El atajo va destinado a Ures en cuyas cercanías han sido más activas las operaciones criminales de los indios.
Así habla el periódico burgués; trata de criminales a nuestros hermanos que, a nuestra vista, son justicieros, son los demoledores del sistema criminal que nos oprime.
Nuestros hermanos indios no deben someterse a ningún gobierno; deben sí, por sus propias manos, tomar posesión de la riqueza de que fueron despojados, sin esperar a que ningún bicho suba al poder para que les haga entrega de esa riqueza, pues todo hombre que sube al poder es un bandido, cualquiera que sea su nombre y su filiación política.
¡Adelante, hermanos yaquis! Que pronto la riquísima región que os fue arrebatada quede en vuestro poder por vuestro propio esfuerzo.
No matéis a personas inocentes, cualquiera que sea su raza; matad, sí, a los ricos y a los representantes de la alcahueta Autoridad. Considerad a todos los pobres de cualquier raza como vuestros hermanos; pero si esos pobres toman el lado de vuestros opresores, entonces sí es necesario ajusticiarlos, considerándolos como traidores a la clase pobre.
Invitad a vuestras filas a todos aquellos yaquis que, ilusionados por las promesas de los carrancistas, se encuentran en los cuarteles de Carranza. Que deserten en masa con las armas en la mano y se os unan para tomar posesión de toda la riqueza, invitad a los pimas, a los pápagos y demás tribus a que se os unan, y unidos, como hermanos, haced de Sonora una comunidad libre para los hombres libres.
Ricardo Flores Magón
1 Juan F. Montero. Yaqui. En enero de 1911 organiza en el condado de Glendale, Ariz., junto con Trinidad N. Córdoba y E. Vázquez, una infructuosa incursión de una guerrilla liberal de 32 hombres a Sonora. Se trasladó a Caléxico para incorporarse a la lucha en Baja California. Ahí, en abril, se sumó a las fuerzas de Stanley Williams en el campamento de Algodones. En mayo participó en la toma de Tijuana. Desalojados los liberales de esta ciudad por los federales el 22 de ese mes, Montero cruzó la línea fronteriza, fue detenido y recluido en la Isla Rosencranz, cerca de San Diego. Obtuvo su libertad en julio de ese mismo año. Al mes siguiente, desde la población de Campo, Cal., Montero organiza un nuevo grupo para incursionar en la Baja California y lanza una proclama que circula profusamente por Caléxico, misma que es publicada en Regeneración. En ella afirma: “Mexicanos: la Baja California no es de México. Ved quiénes son los que tienen en su poder lo más rico de la Península: son los franceses de Santa Rosalía, los ingleses de la costa del Pacífico, los americanos del Distrito Norte. Para los mexicanos es la esclavitud; para los extranjeros la libertad y el bienestar. Unámonos y reconquistemos lo que es nuestro”. A principios de agosto fue secuestrado en una herrería cercana a Campo y pasado a territorio mexicano, de donde se le envío a Ensenada. Durante un tiempo, como lo testimonia este artículo, la JOPLM cree que Montero fue fusilado el 25 de agosto de 1911, pues ese día fue obligado a cavar su propia tumba. Al parecer, tras su secuestro logró fugarse de la cárcel de Ensenada y se internó en Arizona. En febrero de 1912 cruzó la frontera en Douglas, Ariz., con el fin de reforzar la guerrilla de Javier Buitimea. Llegó con siete liberales hasta Pénjamo, Gto., donde protegió a un grupo campesino que había tomado una tierras cuando su dirigente Irineo Andrade fue muerto por los rurales. Tras ello Montero y su grupo marcharon a Sonora y combatieron a los federales en Rancho de Gallardo. Derrotado, se refugió en territorio norteamericano el 1 de marzo de 1912. Fue arrestado en Douglas tres días después y encarcelado en Tucson. Montero fue deportado a México y recluido en la penitenciaría de Hermosillo, de donde fue liberado el 31 de agosto. Un mes después, se convierte en representante de la JOPLM en la región del Yaqui, se establece en el cuartel general de la tribu en Torocopobampo y participa en varios de los combates entre yaquis y carrancistas. El 15 de diciembre dos emisarios de la tribu hacen llegar a la JOPLM un llamado firmado por Montero y Francisco Buelnamea, en la que solicitan que se hable de la guerra social de los yaquis: “hablen de nosotros los pobres y olvidados indios; digan claro y fuerte que nosotros no luchamos por llevar a ningún hombre a la presidencia de la República Mexicana [que] el mundo entero sepa que o a los yaquis les dan sus tierras, o las conquistamos a sangre y fuego como ya hemos hecho en Tórin, Vícam y otros lugares del Río Yaqui”. El PLM hace suya la causa de la tribu. El 31 de agosto de 1914, Montero es herido cuando el general constitucionalista Benjamín Hill impide la entrada de los yaquis a Tórin. Para septiembre de 1917, Juan F. Montero todavía encabezará una importante guerrilla yaqui que operará en Sonora
2 Francisco Buelnamea. Lugarteniente del liberal Francisco Montero, al que acompañó en 1914, cuando el primero encabezó una guerrilla yaqui como representante de la JOPLM ante la tribu en Sonora
La Prensa,1 un papasal burgués que vegeta en esta ciudad y vive entregado en cuerpo y alma al carrancismo por obra y milagro de los dinerillos que le envía el bandido de Cuatro Ciénegas, trata de hacer tragar al pueblo algunas sandeces bajo el título de “Laconismo espartano de Carranza”.
Al leer eso de laconismo espartano de Carranza, cualquiera se imagina que se trata de una estupidez o de un puñado de estupideces dichas en unas cuantas palabras; pero no, el tal laconismo es una verdadera logorrea, como lo verá el lector que tenga la paciencia de leer estas Notas.
La Prensa se refiere a lo que dijo Carranza cuando recibió el telegrama del politicastro Luis Cabrera2 en que le anunciaba que, por fin, Wilson levantaba la prohibición de importar armas y municiones a territorio mexicano. Afilando la navaja para no escaldar la piel de su barbudo amo, dice el papasalillo: “Sin inmutarse (¿y qué necesidad había de inmutarse por una cosa tan sencilla?, pregunto yo), con esa serenidad que le es característica, el Jefe de la Revolución exclamó, sacando pausadamente su reloj: ya era tiempo. Nunca dudé de la integridad del Presidente Wilson, pues es un hombre reposado en su juicio y de miras muy elevadas”.
Tal vez esto sea lacónico; pero no es verdad. ¿Wilson, un hombre de miras elevadas? ¡Quiá! No hagas que me ría… en tus barbas, viejecito. Wilson podrá ser barrigón, dientón, cuasi esquelético y tal vez hasta regular maestrico para atiborrar a la juventud de los prejuicios que tanto combatimos los liberales; pero de eso a tener “miras muy elevadas” media toda una cumbre moral, mi viejo amigo, porque yo no creo que sea cuestión de “miras muy elevadas” eso de ayudarle para esclavizar al pueblo mexicano con el monopolio del petróleo y las cadenas del capital yanqui.
Sigue hablando el “lacónico” Carranza, por boca de ganso, quiero decir, de La Prensa: “No podría (Wilson), sin faltar a sus deberes haber hecho otra cosa”.
Y en eso tienes mucha razón, viejecillo; has dicho una verdad del tamaño de tus barbas. El deber de Wilson es proteger la rapiña del capital yanqui invertido en México, y como tú le has prometido poner la riqueza mexicana en manos de los yanquis, nada más natural que Wilson te proteja, ¿pues si no fuese así, para qué serviría el compadrazgo?
Y echándose entre pecho y espalda un buen trago de bacanora, al mismo tiempo que, aunque La Prensa no lo diga yo me imagino que así ha de haber sido, guardaba “pausadamente su reloj”, pues ya hacía más de un minuto que: “pausadamente lo había sacado”, dijo el vejete: “Es la única solución en el conflicto”.
Sí, porque si Huerta se eterniza en el poder entonces los pozos de petróleo se quedarán entre las uñas de los ingleses, con perjuicio de tus primos gringos de la Standard Oil Company a quienes se los has prometido.
Después de haber guardado “pausadamente el reloj”, se yergue el viejo tanto como se lo permiten los callos y las reumas, tose militarmente, se acaricia las de macho cabrío y dando un puñetazo sobre la mesa, grita: “El partido Constitucionalista nunca ha solicitado favores de Washington…”
¡Alto ahí, amigote, que el suelo está parejo! ¿Para qué son tantos brincos? ¿No fuiste tú quien solicitó casi de rodillas, porque las reumas no te permiten que te hinques, que Wilson te mandara un enviado especial para decirle personalmente que la riqueza de México estaría a disposición del capitalismo yanqui si los yanquis te ayudaban a derribar a Huerta? ¿No fue en respuesta a tu llorosa petición que Wilson te envió a William Bayard Hale3 para que a él le expusieras tu traición al pueblo mexicano? ¡Vamos, que parece que ya chocheas!
Y, trocando la actitud cuasi heroica por una de niño cogido en falta, aligera de legañas sus viejos párpados con el dorso de ambas manos, al mismo tiempo que sus labios temblorosos sueltan estas palabras que escurren sin gracia como la baba por los bordes de un jarro de pulque: “Yo he procurado, por todos los medios posibles, en no crear alianzas o compromisos que pongan en peligro la integridad nacional”.
Si estuvieras al alcance de mis manos te daría unas cuantas nalgadas, por tu hipocresía. ¿Te parece poca cosa comprometer el futuro del pueblo mexicano por tu alianza con el capitalismo yanqui?
Casi llorando, agrega: “En nuestras filas no hay extranjeros, ni tampoco permitiremos que los extraños se mezclen en nuestros asuntos”.
Tocaste la cuerda patriótica, viejo bribón: pero afortunadamente, estoy fuera del presidio para desmentirte. Siéntate, que ya debes de sentirte cansado de estar en las cuatro patas y responde a estas preguntitas: ¿Didier Masson,4 el aviador francés que contrataste para desbaratar los barquitos de Huerta, es mexicano? ¿Holmdahl5 y Pupl, américoalemán el primero y alemán el segundo, que dirigieron los ataques de los carrancistas contra los federales en la batalla de Tierra Blanca6 el 23 de noviembre del año pasado, son mexicanos?
¿Los dos ingleses, soldados de fortuna, que tomaron parte en la misma batalla contra los federales, son mexicanos? ¿El ex oficial japonés que dirigió la artillería carrancista en la misma batalla es mexicano? Por el estilo podría citarte cientos y cientos de casos en que los combatientes carrancistas han sido extranjeros. ¿De qué nacionalidad eran los soldados que puso Villa para que custodiasen el hipódromo de Ciudad Juárez? ¿No eran americanos de raza negra? ¿Y el soldado americano que se presentó ante los oficiales constitucionalistas de Hermosillo hace unos cuarenta días, y a quien se sujetó a examen para ver si se podían utilizar sus servicios como instructor militar de los soldados carrancistas? ¿Pero para qué seguir enumerando cuando es público y notorio que en las filas carrancistas abundan los filibusteros? Y por lo que respecta a que no permitirás que los extranjeros se mezclen en los asuntos del país, ¿crees que Woodrow Wilson no es extranjero?
Ahora, el vejestorio se sienta —“pausadamente”, como es natural— levantando la vista al cielo, dicta a su escribientillo lo que sigue, con voz pegajosa, pero llena de santa unción: “No ambiciono la Presidencia de la República; pero si mis compatriotas me llaman a ocuparla por medio del sufragio, estoy dispuesto a obedecer la voluntad nacional”.
Sí; está listo el buen hombre a “sacrificarse” por el bien del pueblo, sufriendo el suplicio de ganar cien pesos diarios, sin contar con la terrible tortura de embolsarse más de un millón de pesos cada año por vía de “buscas”.
El viejo justifica su laconismo espartano hablando hasta por los codos sobre el atrevimiento del tiranuelo Huerta, quien le ha llamado bandido, a él, a Venustiano, el Mesías de México, la Virgen con barbas, el apóstol de la democracia que, suspirando, dice: “La guerra civil llega a sus fines, y muy pronto tendremos en México un gobierno estable, justiciero y progresista”.
Esto lo dice con el mismo hocico con que hace unos cuantos días declaró que la caída de Madero se debió a la debilidad del pobre Chato de permitir que los periódicos criticasen su gobiernito, y que él, Venustiano, no será tan… pues, tan bobo, de dar libertad a la prensa.
Sigue hablando como una chachalaca, animal que, para el eximio redactor de La Prensa, debe ser modelo de laconismo espartano, y no terminaría estas pobres Notas, si me pusiera a analizar línea por línea de su “lacónico” discurso. Me concretaré a decir que cerró su fastidiosa declaración con estas palabras, no sin antes haber consultado “pausadamente” su reloj: “Diré inicialmente que todos los jefes de la revolución constitucionalista han obrado con abnegado patriotismo, sin esperar más recompensa que la proporcionada en el cumplimiento de sus deberes”.
En efecto; hasta ahora, los señores jefes constitucionalistas no han esperado la recompensa. ¡Es tan fastidioso eso de esperar!, han de haberse dicho para su coleto, pues que, desde luego se han embolsado gruesas sumas de dinero que con nombres supuestos han depositado en los bancos americanos. ¿Para qué esperar la recompensa?
Basta ya de Carranza, pues tengo que hablar de otro carrancista, el famoso Antonio I. Villarreal,7 aquel personaje que escapó de ser achicharrado por la lumbre de Sodoma y que formó su nido de amores en Lampazos, Estado de Nuevo León, con aquel rapabarbas que arrullaba sus oídos con su vocecilla de falsete. El famoso Villarreal ha sido nombrado por Carranza Gobernador del Estado de Nuevo León.
Es lo más probable que el rapabarbas de marras sea nombrado por Villarreal Secretario General del Gobierno del Estado de Nuevo León, y que tanto los jefes de oficina como los escribientes y demás empleadillos serán reclutados en el barrio de San Juan de Dios de la ciudad de Guadalajara, donde abundan los Antonio I.
A esta Nota podría ponérsele el siguiente título: “El triunfo de los 41”.
Un pobre diablo que responde al nombre de Armando M. Ojeda,8 que la dragoneaba de revolucionario; que predicaba la huelga general, el sabotaje, el boicot y no sé qué tantas cosas más, se echó a temblar delante del Juez de Policía, un tal White, el día 7 de este mes, ante quien fue llevado con motivo del motín ocurrido el día de navidad en la Plaza de los Mexicanos de esta ciudad, y todo lloroso y pálido de puro miedo, dijo: “yo soy un creyente de la ley y el orden; yo hice cuanto pude por impedir que el pueblo golpease a la policía”.
La sentencia que le correspondía al miserable cobarde era de dos años de prisión; pero el Juez, en vista de que el llamado rebelde se humilló, le impuso solamente un año de prisión.
El deber del revolucionario es dar a las masas altos ejemplos de valor y de abnegación. El revolucionario muere lanzando vivas a su querido Ideal. Sólo los farsantes y los cobardes niegan delante de los jueces sus conversiones. Un rebelde debe morir maldiciendo la ley y el orden burgués.
Traduzco de un periódico americano de El Paso, Texas: “El Paso, Febrero 6.— Paralizadas las rentas de sus inmensas propiedades por la Revolución, el más joven de la familia Terrazas9 se ha visto forzado a trabajar”.
Será la primera vez en su vida de vampiro que lleve un pan honrado a su boca.
Ricardo Flores Magón
1 La Prensa. Diario en español publicado en San Antonio, Tex., entre 1913 y 1963. Fundado por Ignacio E. Lozano, duranguense que arribó a San Antonio en 1908. En torno a este periódico se reunieron porfiristas expulsados por la Revolución y ahí encontrarían acomodo huertistas como Querido Moheno y Nemesio García Naranjo. Se distinguió por su postura reaccionaria y escandalizada frente a la Revolución mexicana, y por su nacionalismo conservador e hispanista frente a la cultura liberal estadunidense. Su primer jefe de redacción fue Teodoro Torres. Tuvo una amplia circulación entre la población hispanoparlante del sur de los Estados Unidos y era leído también en el medio este y el norte. Fue el diario más importante en español editado en los Estados Unidos hasta la aparición de La Opinión de Los Ángeles, fundado también por Ignacio E. Lozano, como consecuencia del éxito de La Prensa. Pese a su conservadurismo, algunos escritores chicanos, como Rolando Hinojosa, plantean que fue “el vehículo principal que sostuvo la cultura hispánica por casi medio siglo” en Texas. Escribieron para La Prensa José Vasconcelos, Vito Alessio Robles, Gabriela Mistral y Rosario Sansores
2 Luis Cabrera (1876-1954). Abogado, periodista y político poblano. Partidario del maderismo, fue nombrado director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia en 1912. Tras la caída de Madero se adhirió a la revolución constitucionalista. Se desempeñó como agente de Venustiano Carranza ante el gobierno de los Estados Unidos, y posteriormente como secretario de Hacienda. Fue diputado en dos periodos legislativos. Se exilió en Guatemala durante la presidencia de Pascual Ortiz Rubio. Es considerado uno de los principales ideólogos del constitucionalismo
3 William Bayard Hale (1869-1924). Ministro de la iglesia episcopal y periodista. El 19 de abril de 1913 fue nombrado por el presidente Woodrow Wilson como agente especial en México. Había colaborado en la campaña presidencial del demócrata Wilson y escribía para The World. Su nombramiento respondió a la desconfianza que el presidente de los Estados Unidos —quien asumió el puesto tan sólo una semanas después del golpe de Estado de Victoriano Huerta— tenía en las fuentes gubernamentales heredadas de la administración republicana de William Taft, y en especial de su embajador en México, Lane Wilson. Su misión era investigar cuál había sido el papel de la embajada en el golpe y asesinato de Madero y cuál la legitimidad y apoyos con que contaba Huerta. Los informes abonaron en la decisión del gobierno estadunidense de no reconocer a Huerta y fueron totalmente desfavorables para el embajador, que fue removido de su puesto. Hale sirvió como asesor y ayudante de John Lind, el enviado del presidente a México con la misión de negociar la renuncia de Huerta y la solución del “problema mexicano”. Como enviado del presidente Wilson, Hale intentó negociar con Carranza una alianza entre el constitucionalismo y los Estados Unidos que fue rechazada por los mexicanos. A su regreso a los Estados Unidos fungió como asesor en propaganda de Washington
4 Didier Masson (Asnières, Francia, 1866-Mérida, Yuc., 1950). Piloto aviador. Poco antes de la caída de Díaz solicitó empleo como instructor de la aviación mexicana. Contratado por los constitucionalistas, Santiago Camberos y Joaquín Bauche Alcalde en Los Ángeles en 1913 para adquirir un avión destinado a combatir a Huerta, pasarlo de contrabando a México y efectuar bombardeos a las fuerzas federales. El avión sería bautizado como Biplano Sonora y utilizado en vuelos de observación y para atacar a los federales en Guaymas y Santa María. A finales de 1913 regresó a los Estados Unidos y adquirió la nacionalidad estadunidense. Su participación como piloto de guerra en la primera guerra mundial lo hizo un personaje legendario. En la década de 1940 regresó a México, se casó con una mexicana y se estableció como hotelero en Mérida, Yucatán
5 Refiérese a Emil Lewis Holmdahl (1883-1965). Militar estadunidense de ascendencia sueca. Se enroló en el ejército norteamericano en 1898, durante la guerra de Cuba. Fue enviado a Filipinas, donde combatió a las fuerzas de Emilio Aguinaldo. Concluida la guerra, se desempeñó como ayudante del general Edmund F. English, encargado de formar un cuerpo paramilitar al servicio del gobierno chino para combatir las rebeliones locales. Entre 1907 y 1908 fue enviado a Honduras y a Guatemala para integrarse a los alzamientos insurgentes apoyados por el gobierno de Roosevelt. En 1909 se estableció en México, donde obtuvo el grado de capitán de Rurales bajo el mando de Emilio Kosterlitzky. Durante el gobierno maderista se incorporó al ejército federal y tomó parte en las campañas contra el zapatismo en Morelos. Bajo las órdenes de Victoriano Huerta combatió la rebelión orozquista. Tras la caída de Huerta, se sumó al constitucionalismo, en las filas de la División del Norte, misma que abandonó en 1914 para integrarse a las fuerzas del general Benjamín Hill, bajo cuyas órdenes alcanzó el grado de mayor. Contrabandista de armas y enganchador de soldados en los Estados Unidos, actividades por las que sería juzgado en 1915, en El Paso, Tex. Al salir libre bajo fianza continuó contrabandeando armas al servicio del villismo. Al año siguiente, fue contratado como guía de la Expedición Punitiva, encabezada por Pershing. Fue enviado a Francia durante la primera guerra mundial. En 1926 fue arrestado, bajo sospecha de haber robado la cabeza de Pancho Villa. Nada se pudo demostrar
6 Refiérese a la batalla sostenida entre las tropas de Francisco Villa y las tropas huertistas comandadas por el ex liberal José Inés Salazar, a 16 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, Chih., del 23 al 25 de noviembre de 1913. Los huertistas buscaban recuperar la ciudad fronteriza. En su derrota fue decisiva la participación de la caballería villista
7 Antonio I. Villarreal (1879-1944). Nació en Lampazos del Naranjo, N.L. Como estudiante de la Escuela Normal de San Luis Potosí, estableció contacto con Camilo Arriaga. Secretario del Club Liberal Ponciano Arriaga de esa ciudad de 1896 a 1898. Regresó a Nuevo León y formó un Club Liberal en el poblado de Villaldama. Ahí publicó el semanario El Liberal. En 1901, fue encarcelado en la penitenciaría de Monterrey, acusado del asesinato de José Flores. Estuvo preso hasta 1904, año en el que se trasladó a los Estados Unidos, para reunirse con los editores de Regeneración. Participó activamente en la redacción del periódico. Probable redactor de las secciones agraria y de educación del programa liberal de 1906, fue secretario de la JOPLM, desde la constitución de ésta hasta su separación de la misma. Participó en el intento insurreccional de 1906. En compañía de RFM y LR, fue arrestado en agosto de 1907 en Los Ángeles, Cal., y trasladado a la penitenciaría de Yuma, Ariz., en 1909. De esa cárcel salió libre en agosto de 1910. Excluido de los asuntos confidenciales de la JOPLM desde1908, rompió relaciones con ella en 1911, cuando decidió unirse al movimiento maderista. Participó activamente en la campaña maderista de Chihuahua y buscó la incorporación de los liberales a la misma por todos los medios. Fue editor, en junio de 1911, junto con Juan Sarabia, de Regeneración (México, D.F.), órgano de la Junta Iniciadora de la Reorganización del Partido Liberal. Al triunfo de Francisco I. Madero, fue nombrado cónsul en Barcelona. Volvió a México en julio de 1913. Ese mismo año se unió a las fuerzas de Pablo González Garza al mando del Ejército del Noreste, con quien lo unían lazos familiares. En enero de 1914 fue nombrado comandante militar y gobernador de Nuevo León. Ese mismo año fue representante oficial de Venustiano Carranza, junto con Luis Cabrera y Juan Sarabia, en la firma del Pacto de Torreón, efectuado con Francisco Villa. Con el mismo carácter participó en una conferencia con Emiliano Zapata en busca de la conciliación al triunfo del constitucionalismo. En octubre de 1914, fue electo presidente de la Convención Revolucionaria. Sus diferencias con Carranza lo llevaron al exilio en Brownsville, Tex. Retornó a México tras la proclamación del Plan de Agua Prieta. Adolfo de la Huerta lo nombró secretario de Agricultura y Fomento en 1920. Continuó en el cargo bajo la presidencia de Álvaro Obregón, quien le encomendó la dirección de la Comisión Nacional Agraria. En 1922 emprendió una infructuosa campaña para llegar al Senado. Se incorporó a la rebelión delahuertista de 1923. La derrota de la rebelión lo llevó a vivir tanto en Monterrey como en la ciudad de México en la semiclandestinidad a lo largo de cuatro años. Ante las elecciones presidenciales de 1929, fue aprehendido y expatriado a los Estados Unidos, país del que regresó para unirse a la rebelión encabezada por el general José Gonzalo Escobar, contra el gobierno de Emilio Portes Gil. El fracaso de la misma, en abril de 1929, lo llevó a un nuevo exilio, esta vez en San Antonio, Tex. En 1933 volvió a México protegido por la Confederación Revolucionaria de Partidos Independientes, que lo postuló a la Presidencia de la República en las elecciones de 1934
8 Armando M. Ojeda. Residente de Los Ángeles, Cal. Miembro de los iww. En el local wobbly de la calle Towne, formó una escuela en 1911, donde impartía enseñanza elemental. Miembro del Grupo Regeneración de Los Ángeles, participa como orador en los mítines de dicho grupo realizados en el Italian Hall (1911). Suscribió la protesta en contra de la campaña de la mesa directiva del Club Maderista de la ciudad en contra de RFM (abril de 1911); en mayo de ese mismo año se integró al Comité Internacional de la JOPLM y suscribió su primer “Llamamiento a los Trabajadores del Mundo” y la protesta por la destrucción de las oficinas de Regeneración y la JOPLM, por parte de la policía, el 14 junio de 1911. Hacia 1913, escribió varios textos bajo el seudónimo 77371 en Huelga General, órgano de la rama latina de los iww, al parecer en contra de los miembros de la JOPLM; sin embargo, el 25 de diciembre de ese año, tanto el editor en inglés de Regeneración como el propio Ojeda fueron los únicos oradores en un mitin en la Plaza de Los Ángeles, promovido por los wobblies mexicanos y que terminó en zafarrancho por la intervención de la policía; el mitin terminó por conocerse como El Motín de Navidad. Ojeda fue arrestado, enjuiciado y condenado a un año de prisión. RFM recriminó la postura de Ojeda ante el juez: “Sólo los farsantes y los cobardes niegan delante de los jueces su convicciones”. Junto con Juan Francisco Moncaleano y Fernando Velarde, en 1915, buscó formar una confederación de grupos revolucionarios de Los Ángeles en la que RFM se negó a participar
9 Alberto Terrazas Cuilty (Chihuahua, Chih., 1869-El Paso, Tex., 1926). El más joven de los hijos del latifundista Luis Terrazas. Empresario, banquero y político. Fue nombrado gobernador de Chihuahua en diciembre de 1910. Renunció a la caída de Díaz. Fue militar huertista. Combatió a Villa al frente del regimiento Melchor Ocampo en las batallas de Chihuahua y Ojinaga. Se exilió en los Estados Unidos, donde murió en 1926
En estos momentos de angustia en que está para decidirse la suerte de nuestros bravos compañeros presos en Texas,1 quisiéramos que cada corazón sintiera como el nuestro; que cada pecho se sintiera oprimido como el nuestro ante la posible tragedia con que amenaza terminar el acto heroico de un puñado de trabajadores que, después de largos años de luchar contra el opresor capital, se disponía a lanzarse de nuevo al combate por los principios de Tierra y Libertad.
Quisiéramos que cada corazón sintiera como el nuestro para que no hubiera un solo hombre y mujer amante de la libertad que dejase de enviar su óbolo para la defensa de nuestros infortunados hermanos.
¿Por qué se cierran los bolsillos a nuestros hermanos que sufren por redimir a la humanidad de la esclavitud económica, política y social?
Es ésta una pregunta que yo quisiera que contestara uno por uno de los hombres y las mujeres pertenecientes a la clase trabajadora. Yo quisiera conocer la opinión de cada proletario sobre este caso. Yo quisiera saber si la solidaridad es algo real, o bien, si es solamente el sueño vano de generosos corazones, una utopía, un ensueño de suaves matices y nada más.
Yo quisiera saber si la solidaridad es un mito, quisiera saberlo porque tengo la convicción de que la transformación social que ardientemente anhelamos los avanzados necesita tener como base la solidaridad de los oprimidos. Sí; solidarios, iremos al triunfo. De lo contrario, preferible será que presentemos los lomos a nuestro verdugo para que nos los muela a palos.
En el número anterior de regeneración citamos los pocos periódicos obreros que se han ocupado en este asunto. La lista es tan pequeña, y la agitación tan mezquina, con excepción de la de unos cuantos colegas que han hecho y hacen esfuerzos sobrehumanos por romper la indiferencia, que no puede uno menos que sentirse entristecido y retorcerse las manos en medio de un silencio de muerte…
Ningún colega de España, ninguno de Francia ni de Alemania ni de Austria ni de… ¿para qué citar todas las naciones de Europa, cuando solamente un periódico de Inglaterra, The Middleton Guardian,2 y cuatro de Italia L’Avvenire Anarchico,3 Volontà,4 Gli Scamiciati,5 e Il Libertario,6 han hablado en favor de los compañeros arrestados en Texas?
¿Y qué diremos del Brasil, de la Argentina, del Uruguay, de Chile, del Paraguay, del Perú… en que la prensa obrera permanece muda, no da señales de vida en esta cuestión de vida o muerte para un grupo de trabajadores sinceros y abnegados?
Si la prensa obrera de todo el mundo permanece indiferente en el caso de los compañeros arrestados en Texas; si da esa muestra de falta de solidaridad, ¿con qué derecho puede llamarse la educadora de las masas inconscientes y la orientadora de las rebeldías del proletariado? Porque una de las primeras virtudes que hay que estimular es la solidaridad en la lucha de clases.
Parece que no escarmentamos; desde sus tumbas abiertas por nuestra falta de solidaridad, Kotoku,7 Parsons,8 Ferrer9 y toda una falange de mártires tienden hacia nosotros sus índices descarnados y nos gritan esta amarga sentencia: ¡No morimos a manos de los esbirros de la burguesía; fuisteis vosotros los que con vuestra indiferencia y falta de solidaridad tirásteis de la cuerda que nos estranguló y del martillo del rifle que abrió en dos el corazón que para vosotros latiera!
El caso está para repetirse, el caso se repetirá si no afianzamos la negra mano del verdugo y pagamos los gastos de la defensa de nuestros hermanos en peligro.
Bien sé yo que os repugna dar vuestro dinero para engordar abogados, ¿pero qué hacer en estos críticos momentos, sino vaciar nuestros bolsillos mejor que ver suspendidos de la horca maldita a los mejores de los nuestros?
Una vez más, excito a los compañeros que tienen a su cargo la redacción de los periódicos obreros de todos los matices, a que hagan a un lado escrupulillos, a que hagan a un lado diferencias de opinión, de táctica o de detalle, y que, como verdaderos educadores de las masas, insistan en que para triunfar es preciso ser solidarios antes que todo. Así, pues, colegas anarquistas, sindicalistas, socialistas, tradeunionistas y librepensadores, manos a la obra, pronto, manos a la obra, antes de que el verdugo tire de la cuerda que ya tienen en sus cuellos nuestros nobles hermanos Rangel, Alzalde y Cisneros y se cierren definitivamente las puertas del presidio para el resto de nuestros camaradas.
Publicad con constancia excitativas solicitando el apoyo moral y material de vuestros lectores, y enviad los productos de vuestros llamamientos a Víctor Cravello, P.O. Box 1891, Los Ángeles, Cal., USA.
Excitad a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a que envíen protestas contra la infamia de que son víctimas los presos de Texas, al gobernador de dicho Estado, Oscar B. Colquit, Austin, Texas, USA.
¡Agitad! ¡Agitad! Y no olvidéis que son quince mil dólares los que se necesitan para pagar a los abogados y sufragar los gastos de la defensa.
Ricardo Flores Magón
1 El grupo de miembros del PLM que estaba siendo juzgado en Texas lo conformaban: Jesús M. Rangel, Charles Cline, Eugenio Alzalde, Abraham Cisneros, Lino González, Domingo R. Rosas, José Ángel Serrato, Miguel Martínez, Jesús González, Leonardo L. Vázquez, Pedro Perales, Lucio Ortiz, José Guerra y Bernardino y Luz Mendoza, todos ellos conocidos como los Mártires de Texas
2 The Middleton Guardian, periódico socialista, Middleton, Inglaterra. Editor: John Bagot. A través de William C. Owen, entró en contacto con la causa del PLM desde mediados de 1912, solidarizándose con ella y mostrándola como una lucha contra las grandes corporaciones internacionales. Reprodujo en sus columnas el “Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911”, suscrito por la JOPLM. A partir de 1913, en la página inglesa de Regeneración se reprodujeron algunos escritos de carácter doctrinal, procedentes de este periódico. Se trata probablemente del periódico europeo en lengua inglesa con el que la dirigencia del PLM sostuvo una relación más estrecha. Mantuvo contacto con el órgano de la JOPLM al menos hasta finales de 1915. Se publicó hasta finales de la década de 1920
3 L’Avvenire Anarchico, Pisa, Italia (1910-1922). Director: Paolo Schicchi. Entró en contacto con la dirigencia del PLM a través de Vittorio Cravello; mantuvo este vínculo hasta 1914, y se solidarizó con los liberales presos en Texas
4 Volontà, Nueva York, N.Y. (1915). Publicación anarquista en la que colaboraba el italiano José Spagnoli. En 1916 desató una campaña de ataques a la idea de los pelemistas en el sentido de que en México se desarrollaba una revolución social y no una simple lucha por interés político, tal y como sostenía Spagnoli. En ese año la oficina postal de Nueva York revocó el permiso para que la publicación circulara por correo con los privilegios de la correspondencia de segunda clase
5 Gli Scamiciati, “Periodico quindicinale anarchico”, Novi Ligure, Italia (1913 1914, 1920). Colaboradores: Silvio Celestino Corio, Renzo Novatore, Giovanni Gavilli, entre otros
6 Il Libertario, “Giornale anarchico”, La Spezia, Italia. (1903-1922). Director fundador: Pasquale Binazzi. Administrador: Vittorio Cautarelli. Semanario anarquista, consagrado a la propaganda doctrinaria y a la difusión de las movilizaciones obreras en Italia. Asimismo, siguió de cerca los movimientos sociales internacionales, sobre todo los que tuvieron lugar en Argentina y España. Se mostró solidario con la causa del PLM y mantuvo estrecho contacto con Regeneración, al menos hasta finales de 1913
7 Denjiro Kotoku (1871-1911). Periodista librepensador, poeta y propagandista libertario japonés. Fundador del Partido Socialdemócrata Nipón y primer traductor del Manifiesto Comunista al japonés; introdujo los escritos de Kropotkin y Bakunin en su país natal, después de realizar un viaje a los Estados Unidos en los primeros años del siglo xx. Durante su estancia en la unión americana entró en contacto con el sindicalismo revolucionario de los iww, cuyas tácticas intentó introducir en Japón. El gobierno imperial japonés consideró que la difusión de estas doctrinas era una amenaza para la estabilidad social, por lo que acusó a Kotoku y a un grupo de correligionarios suyos (entre quienes se encontraba Sugako-Kano, editora del periódico Pensamiento Libre y compañera de Kotoku) de encabezar una conspiración contra el emperador de Japón, y los condenó a muerte. Su aprehensión desató una oleada de protestas en los medios libertarios de Europa y América contra las disposiciones del Mikado. El gobierno japonés accedió a indultar a gran parte de los procesados, pero Kotoku y su compañera fueron ejecutados el 24 de enero de 1911. Tras la ejecución, Kotoku fue reivindicado como un mártir por los anarquistas de diversas partes del mundo. En las páginas de Regeneración se dio seguimiento al caso entre noviembre de 1910 y febrero de 1911, y el Grupo Regeneración de Los Ángeles suscribió una protesta contra la ejecución
8 Refiérese a Albert Parsons (1848-1887). Escritor y propagandista ácrata, originario del estado de Alabama. Inició su activismo político pugnando por la abolición de la esclavitud. Radicado en Chicago, se dedicó a la defensa de los derechos de los trabajadores; junto con su esposa Lucy, editó el periódico Alarm, desde cuyas columnas difundió las doctrinas libertarias e hizo propaganda en favor de la jornada de ocho horas. En mayo de 1886 fue acusado, junto con un grupo de correligionarios, de instigar a los trabajadores a la revuelta de Haymarket y de arrojar una bomba contra la policía. Los inculpados, que pasarían a la historia como los Mártires de Chicago, fueron sometidos a un proceso judicial plagado de irregularidades, a resultas del cual Samuel Felden, Oscar Neebe y Michael Schwab fueron condenados a largas penas de reclusión; mientras que Parsons, Georg Engel, Adolf Fischer, August Spies y Louis Lingg fueron condenados a muerte. A partir de su ejecución, Parsons y compañeros se convirtieron, entre los medios libertarios, en símbolo de lucha contra la tiranía capitalista y la hipocresía republicana
9 Francisco Ferrer y Guardia (1859-1909). Pedagogo. Entusiasta de la primera República española, en 1884 se hace masón. Implicado en la sublevación republicana de Villacampa, en 1886 se asila en París. En 1892 asiste al Congreso Internacional de Librepensadores en Madrid y en 1897 al Congreso Socialista de Londres. Decepcionado de los republicanos, se aproximó a los círculos libertarios parisinos. Profesaba una concepción de la Revolución que combinaba una vanguardia profesional, la huelga general y la alianza con el proletariado. A partir de 1894 se le asocia, en calidad de financiero, con todos los movimientos insurreccionales, huelgas y magnicidios que suceden en España. En 1901 funda en Barcelona la Escuela Moderna, misma que le dará fama internacional como impulsor de la llamada Escuela Racionalista. Implicado en el atentado contra Alfonso XIII, que realiza Mateo Morral en Madrid, fue encarcelado. Al ser liberado en junio de 1907, continúa su labor de agitación dentro y fuera de la península ibérica. Arrestado de nueva cuenta tras la llamada Semana Trágica en Barcelona, fue ejecutado en esa misma ciudad en medio de un escándalo de alcances mundiales. Escribió, entre otros, La Escuela Moderna (1912) y Páginas para la historia (1910).
Si desconsuela ver que una gran parte de los estados mexicanos fronterizos con los Estados Unidos están casi por completo en poder de las fuerzas carrancistas, es consolador, en cambio, ver que la rica región del Yaqui, en el Estado de Sonora, está en poder de los habitantes de la comarca, los indios valerosos, dignos, honrados de la tribu Yaqui.
Estos hombres excepcionales, modelo de firmeza y de energía, que han estado en continua guerra desde hace cuatro siglos contra los conquistadores españoles primero, y después contra los diversos gobiernos que ha tenido México, defendiendo con una entereza digna de ser imitada la rica tierra que habitan; estos magníficos indios que han pasado sin perder las nobles características de su raza por suplicios, por persecuciones, por destierros, por asesinatos en masa, desde hace algunos meses están rebelados contra todo gobierno, y han tomado ya posesión de la tierra, la tierra que codició el conquistador español, la tierra que codiciaron el burgués mexicano y el aventurero americano, la rica tierra bañada por los ríos Yaqui y Mayo, territorio tan extenso, que podría contener una población de varios millones de habitantes.
Entre nuestros compañeros yaquis se encuentra el abnegado luchador libertario Juan F. Montero. En todos sus campamentos ondea orgullosa la Bandera Roja, así como en los pueblos de Bácum, Pótam, Cócorit, Torin y otros muchos. Toda la región está bajo su poder; con anticipación fijaron carteles declarando que iban a tomar posesión de sus tierras, bosques, aguas y montañas, advirtiéndose en esos carteles que los habitantes inocentes de los males que habían sufrido los miembros de la tribu no serían molestados; pero no habría compasión para aquellos que de alguna manera habían ayudado a los ricos a apoderarse de sus tierras. Esto dio por resultado que todo un ejército de carrancistas se lanzara sobre ellos, pero los yaquis, notables guerreros y estrategas, dieron bien pronto buena cuenta de las columnas carrancistas, matando a varios jefes y oficiales entre ellos al general Girón, y entrando a sangre y fuego a los pueblos de la comarca, a donde se habían replegado los esbirros carrancistas, hasta que los hicieron huir, conquistando de una vez para siempre la tierra codiciada por aventureros de todas marcas y de todas épocas.
Nuestro compañero Montero se ha encontrado en la mayor parte de los combates, en los cuales se ha distinguido por su arrojo, junto con los compañeros yaquis Luis Espinosa,1 Luis Matus,2 Ignacio Mori,3 José Gómez4 y Juan José Sibalaume.5
Ahora, nuestros queridos hermanos yaquis se encuentran en pleno período de reconstrucción social. Con el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911 como norma de conducta, nuestros abnegados compañeros están trabajando los campos, pues son agricultores por excelencia y así como se ve hambre y dolor en los territorios ocupados por los carrancistas, en el territorio del que se han apoderado los yaquis hay abundancia y libertad. Cada yaqui es un guerrero, pero es al mismo tiempo un trabajador, y en las campiñas hermosísimas del Yaqui podría inspirarse algún poeta revolucionario al contemplar a los habitantes con el fusil terciado a la espalda, fecundando la tierra con su trabajo honrado y libre.
Cuentan con víveres en abundancia tomados de todas partes, así es que mientras se llega el momento de levantar la cosecha de su trabajo actual, no hay temores de que carezcan de nada.
El compañero Juan F. Montero hace por nuestro conducto una fraternal invitación a Juan Grave,6 Enrique Malatesta7 y otros intelectuales que dudan de las tendencias del movimiento mexicano, para que ocurran al cuartel general de la tribu en Torocopobampo, Río Yaqui, Estado de Sonora, donde serán bien recibidos, y tendrán oportunidad de hacer un viaje por la extensa comarca, estudiando del natural lo que necesitan para no despreciar tanto el movimiento generoso de hombres sencillos que aspiran a vivir una vida libre y feliz. Ahí aprenderán que pueblos sencillos, pero dispuestos a ser libres y felices a cualquier costo, no han necesitado largos años de aprendizaje en liceos y universidades, ni saber lo que es boicot, sabotaje y huelga general, para tomar el rifle y tomar posesión por el hierro y por el fuego de la riqueza social acaparada por unos cuantos bandidos.
Ahí aprenderán esos filósofos que es preferible organizar a los trabajadores para la lucha armada contra el Capital, el Gobierno y el Clero, que pasarse lustros y lustros, declamando rebeldías dentro de las cuatro paredes de un salón.
Sin duda que es más peligroso organizar a los trabajadores para la lucha armada contra sus tres enemigos: el Capital, la Autoridad y la Iglesia; pero los resultados son mejores y se acelera el día de la total emancipación de la humanidad.
Las poblaciones del resto de la frontera del norte deben imitar a nuestros hermanos yaquis, tomando posesión de la riqueza, suprimiendo toda Autoridad y haciendo desaparecer a cuanto clérigo de cualquier religión asome las narices por las comunidades libres.
Adoptad todos como normas para regir vuestros actos el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911.
Enviamos un fuerte abrazo a nuestros queridos hermanos yaquis. Así es como se conquista Pan, Tierra y Libertad; así es como deben obrar todos los trabajadores que quieran ser libres de verdad.
Adelante, hermanos yaquis. Si de hoy en adelante se acerca a vosotros algún comisionado de algún gobierno proponiéndoos alianza, arrancadle la cabeza y mandádsela al gobernante con estas palabras: Ahora ven tú para arrancártela también.
No admitáis siquiera que pise territorio vuestro ningún político, pues éstos se dan maña para desvirtuar todo movimiento puro.
Ricardo Flores Magón
1 Luis Espinosa. Jefe yaqui. Con otros jefes de la tribu, como Juan José Sibalaume, Luis Matus, Juan José Gómez e Ignacio Mori, sostuvo la lucha por la tierra y por la autonomía durante los gobiernos de Díaz, De la Barra, Madero, Huerta y Carranza. Espinosa era de los yaquis caracterizados como kaujomes (o broncos), para diferenciarlos de los torocoyoris (o militaristas), que establecieron alianzas con el maderismo, el gobierno de José María Maytorena o con Álvaro Obregón. Los kaujomes, como Espinosa, sostuvieron ligas y alianzas con la JOPLM desde 1906 y hasta por lo menos 1914, a través de militantes del PLM como Javier Huitimea, el mayo Fernando Palomares o el yaqui Juan Montero, apodado El Magonista, e hicieron suyo el lema “Tierra y Libertad”. Luis Espinosa, a quien algunas fuentes califican como gobernador o general, mantuvo la independencia durante toda la etapa armada de la Revolución. En mayo de 1914 explicó en una carta a Regeneración haber roto su alianza militar con el constitucionalismo en la lucha contra Huerta: “Nuestra lucha se reduce a reconquistar nuestras tierras y nuestros pueblos arrebatados por la fuerza bruta”. En los meses siguientes los kaujomes recuperaron seis de los ocho pueblos yaquis, establecieron su cuartel general en Torocopobampo y se enfrentaron con las armas a las fuerzas carrancistas de Benjamín Hill y Roberto Cruz. En julio de ese año, Espinosa y otros jefes yaquis agradecieron, mediante carta firmada, al PLM por su apoyo, e invitaron a sus miembros a unirse al campamento yaqui, donde serían recibidos con “los brazos abiertos”. Fiel a la lucha por la reconquista de sus tierras y autonomía, Espinosa enfrentó a los gobiernos de Obregón y Calles
2 Luis Matus. Líder yaqui. Luego de la muerte de Tetabiate, en 1901, tomó la estafeta de la rebelión yaqui contra el gobierno sonorense, al lado de Luis Buli, Luis Espinosa e Ignacio Mori, pugnando por la restitución de tierras arrebatadas durante la prolongada guerra del Yaqui. Defendiendo esta postura combatió contra los gobiernos de Díaz, Madero, Huerta, Carranza y Obregón. En 1913 entró en contacto con los representantes del PLM en el estado de Sonora. Luchó brevemente bajo la bandera del constitucionalismo, misma que abandonó al advertir que se fraguaba una traición en contra de su causa. Se adhirió a la Convención de Aguascalientes en 1915. En 1920 negoció la paz con Adolfo de la Huerta, pero volvió a alzarse en armas ante el incumplimiento de sus demandas por parte del gobierno.
3 Ignacio Mori (ca. 1885-1929). Líder yaqui. Luego de la muerte de Tetabiate, y al lado de otros jefes como Luis Matus, Buli y Espinosa, continuó la lucha contra los gobiernos federal y estatal, por la restitución de tierras a los pueblos yaquis. Desde 1913 entró en contacto con la causa del PLM, a través de Juan F. Montero. Combatió al gobierno maderista bajo la bandera del orozquismo; se unió brevemente al constitucionalismo para enfrentar al gobierno de Huerta. En 1915 apoyó a la Convención de Aguascalientes. Se mantuvo en rebeldía durante el mandato presidencial de Carranza y la gubernatura de Calles. Junto con otros jefes yaquis, pactó la pacificación durante la presidencia provisional de Adolfo de la Huerta, sin embargo, se volvió a alzar en armas contra el gobierno de Obregón. Murió en combate
4 Juan José Gómez. Jefe yaqui vinculado con el grupo de los kaujomes, de Sibalaume y Luis Espinosa, que sostuvo vínculos esporádicos con la JOPLM, entre 1908 y 1914. Se adhirió brevemente al maderismo para enfrentar al ejército porfirista. Posteriormente se sumó a la rebelión orozquista de 1912. Al año siguiente entró en contacto con el PLM, a través de Juan F. Montero
5 Felipe Sierra (a) José María Sibalaume. Regeneración siguió sistemáticamente, a través de las notas de la prensa nacional y norteamericana, los pasos del general yaqui Sibalaume a partir de su incursión en las haciendas de Cruz Piedra y Jaimea en septiembre de 1911. Resaltó el fracaso de la conferencia del líder yaqui con Francisco I. Madero, a principios de octubre de 1911, la intransigencia del jefe yaqui ante los enviados maderistas, Viljoen y Maytorena, y señaló que la posterior rebelión de Sibalaume fue hecha “lanzando el grito de Tierra y Libertad”, alentado por los enviados del PLM en la región. A principios de 1912, Sibalaume formó un nuevo contingente cercano a los 200 hombres que operó cerca de Guaymas y atacó poblaciones como Huírivis, para trasladarse después a la región del Valle de Santa María, donde incursionó y atacó las haciendas propiedad del gobernador Maytorena. Para octubre de 1913, aprovechando la circunstancia provocada por el golpe huertista, junto con los jefes Mors y Espinosa, tomó los pueblos de Pótam, Cocorit y Tórin, deslindándose de cualquier autoridad, lo que Regeneración señaló como la puesta en marcha de la táctica de “acción directa”. A principios de 1914, uno de los enviados de PLM a la región, Juan F. Montero, informó que las fuerzas yaquis, entre ellas las de Sibalaume, usaban “el lema de Tierra y Libertad desde hace un año, tanto en la bandera como en los documentos que firman”. Calificó a Sibalaume como “compañero”, y afirmaba que en la región del yaqui se encontraba en “pleno periodo de reconstrucción social: (…) en el territorio del que se han apoderado los yaquis hay abundancia y libertad”; aunque las fuerzas de Sibalaume salieron prontamente de esa región para atacar de nueva cuenta la hacienda de Cruz Piedra, para la obtención de ganado. El 15 de julio de ese mismo año, el jefe yaqui envió, junto con otros jefes, un comunicado a la JOPLM, en el que, tras recordar los 40 años de “guerra desigual”, se les invitaba “a venir a este campamento, donde seréis recibidos con los brazos abiertos”. Todavía hacia 1917, Sibalaume y Montero continuaban en armas
6 Juan Grave. Anarquista francés. Editor de Le Révolté, después La Révolte y Les Temps Nouveaux, el más importante periódico francés anarquista. Publicó numerosos libros y panfletos, como La société mourante et l’anarchie (1893) y Le mouvement libertaire sous la république (1930).
7 Enrico Malatesta (Santa Maria Maggiore, Italia, 1853-Roma, Italia, 1932). En principio fue republicano, seguidor de Guiseppe Mazzini. A los 17 años visitó la cárcel por primera vez. Tras la represión a la Comuna de París se convirtió al anarquismo y se hizo discípulo de Bakunin. Viajó por varios países como agitador. En 1885, huyendo de la persecución que sufría en Europa, migró a Argentina, donde trabajó en la organización sindical y criticó el anarquismo individualista. En 1889 volvió a Italia y editó varias publicaciones anarquistas, entre las que destacan Volontà, Umanità Nova y Pensiero Volontà. En 1900, después de sufrir cárcel y arresto domiciliario, escapó de Italia e inició un largo periplo por La Habana, Nueva York y Londres. En 1911, se puso del lado de la JOPLM en la disputa entre ésta y algunos sectores del anarquismo internacional, en especial en contra de la postura de Luigi Galleani. A diferencia de otros anarquistas, Malatesta sostenía la necesidad de crear una organización política anarquista que no se redujese al sindicato. Se opuso a cualquier participación en la primera guerra mundial, lo que lo distanció de Kropotkin. Perseguido por Mussolini, Malatesta murió aislado en su casa de Roma el 22 de junio de 1932. Sus textos han sido recopilados en idioma español en varias ediciones, destacan: En el café: conversaciones sobre el anarquismo (Buenos Aires, 1926), La revolución en la práctica (Valencia, 1935), Ideario (Buenos Aires, 1974), Malatesta: pensamiento y acción revolucionaria (Madrid, 1977), Hacia una nueva humanidad (1969) y Anarquismo y Anarquía (Buenos Aires, 2000).
Ya para entrar en prensa regeneración, hemos recibido la noticia de haber sido capturado Máximo Castillo en la línea fronteriza, por un grupo de sabuesos americanos.
Como se sabe, Villa destacó sobre Castillo una nube de soldados. La fuerza de Castillo se componía solamente de cuatrocientos combatientes, y pudieron resistir durante semanas el ataque que por todos lados emprendieron las huestes carrancistas; pero cortada toda retirada por el número abrumador de perseguidores, diezmada la fuerza rebelde por las nutridas descargas de los carrancistas que con la ayuda de los americanos reponían su dotación de municiones de guerra, mientras Castillo y los suyos no tenían oportunidad de surtirse de parque para reponer los cartuchos quemados, el puñado de heroicos revolucionarios que lograron sobrevivir se vieron forzados a desbandarse en distintas direcciones, logrando cruzar las líneas enemigas.
Máximo Castillo pudo llegar a la línea fronteriza acompañado de su hermano, un corneta y tres mujeres; quiso continuar su marcha por territorio mexicano, pero los accidentes del terreno lo obligaron a rodear por territorio de los Estados Unidos, donde una fuerza de esbirros americanos que ha ayudado a Villa en la persecución de Máximo y compañeros le marcó el alto haciéndole prisionero.
Nuestros compañeros, los hermanos Epitacio y Cruz Treviño,1 que desde hace meses luchan en la región de Santa Rosalía, Estado de Chihuahua, contra federales y carrancistas, al saber que Máximo y compañeros se encontraban en aprietos rodeados de carrancistas, volaron en su auxilio, pero tenían que recorrer cerca de ochocientos kilómetros, y antes de que llegaran con una fuerza de quinientos compañeros aguerridos, ya Máximo y los suyos habían sido destrozados por la horda carrancista.
Proletarios carrancistas: ¿Sabéis lo que habéis hecho con la persecución llevada a cabo, contra Máximo y compañeros? Pues habéis ayudado a vuestros verdugos los ricos a aplastar a los hombres que luchaban también por vosotros, porque entendedlo, vosotros, sois pobres, y ellos luchaban por acabar con los ricos en beneficio de los pobres. ¿Volveréis a ser tan estúpidos de perseguir a los verdaderos revolucionarios?
Máximo, con la sinceridad de un verdadero revolucionario, ha declarado a la prostituta prensa capitalista que él es socialista y lucha con las armas en la mano para poner en práctica los ideales socialistas.
Como se ve, Máximo no es un anarquista, pero no por eso debemos dejarlo sin ayuda. Basta con que luche en favor de la clase trabajadora, para que lo consideremos nuestro hermano y le prestemos todo el apoyo que podamos. Nuestros compañeros residentes en El Paso, Texas, harán bien en visitarlo, y de todas maneras demostrarle que los liberales sabemos tender la mano a todos los campeones de la clase trabajadora caídos bajo las garras del enemigo común, ya sean socialistas, anarquistas, sindicalistas o simplemente trade-unionistas del tipo de la American Federation of Labor.2 Demostraremos con hechos, que no tenemos capitalistas, que somos verdaderos libertarios.
Así, pues, no dejemos solo a Máximo. El gobierno americano puede entregarlo a Villa, y este malvado lo asesinará. No lo permitamos. Envíense de todas partes telegramas a William J. Bryan,3 Washington, D.C., protestando contra la entrega de Máximo Castillo ya sea a Huerta, a Villa o a Carranza pues que a manos de cualquiera de esos bandidos, Máximo será asesinado. Nosotros enviamos el día 19 el siguiente telegrama en inglés:
Oficinas de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, 503 North Figueroa Street, Los Ángeles, Cal., Febrero 19 de 1914.— Mr. William J. Bryan. Secretary of State, Washington, D.C.— Esta Junta protesta enérgicamente contra cualquier acto del gobierno americano que tienda a negar a Máximo Castillo, recientemente arrestado cerca de Hachita. N.M., el derecho de asilo en los Estados Unidos, pues su entrega a cualquiera de las autoridades mexicanas, además de ser contra todo derecho, significaría la irremisible muerte del prisionero.— Por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. El Secretario Antonio de P. Araujo,4 rúbrica.
Al corriente estáis todos de la obra verdaderamente revolucionaria del luchador Máximo Castillo. Él ha dado la tierra a los campesinos; él ha abierto los almacenes para que los pobres se surtieran de lo que necesitaran; él ha perseguido a las autoridades de todas las denominaciones; él ha perseguido igualmente a los clérigos de todas las religiones; él ha quemado los archivos de la propiedad, los papeles de los juzgados y de los municipios; él ha dado las casas a las personas que las habitan, para que no paguen más renta a los llamados propietarios, y si se le odia tanto en los Estados Unidos, se debe a que él ha perseguido por igual a los burgueses, sean de la nacionalidad que fuesen, encontrándose entre esos burgueses algunos americanos que, con toda justicia, han sentido apretando sus pescuezos las manos de los trabajadores levantados contra los vampiros de la especie humana.
No dejemos solo a Máximo Castillo.
Ricardo Flores Magón
1 Epitacio y Cruz Treviño. Guerrilleros liberales chihuahuenses. Entre finales de 1912 y mediados de 1914 operaron en los estados de Chihuahua y Durango, al mando de una columna de 38 hombres que secundaban los principios del PLM. Se encargaronde recoger ejemplares del Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911 del lado estadunidense de la frontera para distribuirlos en los pueblos de Chihuahua. A lo largo de 1913 se publicaron en Regeneración algunos reportes sobre los avatares de su lucha, los que remitieron a la dirigencia del Partido. Véase La Bandera Roja, núm. 123, 11 de enero de 1913; núm. 136, 12 de abril de 1913, y núm. 166, 22 de noviembre de 1913
2 American Federation of Labor (Afl). Asociación obrera fundada por Samuel Gompers en 1886. Su orientación política apuntaba hacia un sindicalismo conservador. Junto a los iww y al Partido Socialista de los Estados Unidos, la Afl formó parte, entre 1905 y 1910, de una corriente de apoyo a la Revolución mexicana, por lo que mantuvo una relación cercana al PLM. Al hacerse patente el carácter radical de la propuesta revolucionaria liberal, esta central obrera rompió relaciones con la JOPLM y, en adelante, estrechó sus vínculos con el movimiento maderista. Durante la lucha revolucionaria mantuvo relación con la com, a partir de que ésta pactó una alianza con el gobierno de Venustiano Carranza. Al inicio de la primera guerra mundial, promovió la conformación de una central obrera panamericana, controlada desde los Estados Unidos, en la que México y el sindicalismo corporativo de la Confederación Regional Obrera de México (crom) cumplían un papel estratégico
3 William Jennings Bryan (1860-1925). Abogado norteamericano. Defensor del libre cambio, el bimetalismo y los intereses agrarios. Demócrata, rival del republicano William McKinley como candidato a la presidencia de los Estados Unidos. En 1900, basó en el antiimperialismo su segunda e infructuosa campaña presidencial. Secretario de Estado (1913-1915) durante la presidencia de Woodrow Wilson. Escribió: La Biblia y sus enemigos y El peligro del darwinismo
4 Antonio de Pío Araujo. Periodista y editor. Se vinculó con el PLM hacia 1905, cuando residía en Cananea, donde publicaba El Azote y repartía Regeneración. En una lista de 1906 aparece radicando en Ciudad Porfirio Díaz (Piedras Negras, Coah.). Ese mismo año se trasladó a Douglas, Ariz., donde formó el Club Liberal Libertad con mineros mexicanos de la región. Al año siguiente radicó en Texas y como delegado especial de la JOPLM buscó vincular a los grupos liberales del sur de ese estado norteamericano con vistas a las jornadas insurreccionales de ese verano. A decir del cónsul mexicano en Río Grande City, Tex., a mediados de 1906, Juan Flores, Juan de la Rosa y Araujo eran los principales cabecillas de la llamada Junta que trabajaba entre Waco, San Antonio, Laredo, Eagle Pass y El Paso. Su ficha era ésta: “Como entre 23 y 24 años de edad, de estatura regular, trigueño, ligero en sus movimientos, fogoso para hablar, tiene pelo negro y usa bigote y es delgado de cuerpo”. A fines de 1906 formó la Junta Defensora de Liberales y publicó El Progreso, en San Antonio, Tex. A mediados de 1907 recorrió México como agente de la Junta. Perseguido, regresó a Texas, donde publicó Reforma y Libertad y Justicia en la ciudad de Austin. El 14 de septiembre de 1908 fue arrestado en Waco, Tex., y acusado de violación de las leyes de neutralidad por su participación en los preparativos de la incursión liberal a Las Vacas, Chih. Purgó su condena en Leavenworth, Kan. A su salida se trasladó a Los Ángeles, Cal., y se integró a la JOPLM. Fue presidente de la comisión de gobierno del PLM en Tijuana, B.C. Desde esa población, en mayo de 1911, lanzó un manifiesto en el que invitaba a los mexicanos residentes en California a ir a Baja California a tomar posesión de la tierra. Al ser derrotado el ejército liberal en esa península y ser perseguido por las autoridades norteamericanas, se trasladó a Canadá. En marzo de 1911 se integró a la mesa de redacción de Regeneración y entre esa fecha y agosto de 1914, publicó cerca de 300 artículos. A fines de 1914, se separó del PLM. Trabajó como funcionario del gobierno de Venustiano Carranza en la región zapatista
Pocas fiestas del Trabajo han sido tan animadas, como la que tuvo lugar el último sábado, en el Mammoth Hall, bajo los auspicios del Centro de Estudios Racionales,1 de esta ciudad.
A las siete y media de la noche, no solamente no había una sola silla disponible en el amplio salón, sino que hasta los pasillos estaban llenos de una multitud ansiosa de que comenzara el acto.
Fue tal la afluencia de gente, que más del doble de las personas, que pensaron penetrar al salón, tuvieron que retirarse ante la imposibilidad, no ya de sentarse, sino de estar de pie. Fue una verdadera lástima que el salón no hubiera podido contener el gran número de personas que acudieron al llamado que se hizo para el mitin; pero estamos seguros de que para otra ocasión, los organizadores de esta clase de reuniones, en vista del éxito obtenido, procurarán adquirir un salón que pueda contener varios miles de personas. Nos consta que los compañeros organizadores hicieron cuanto esfuerzo estuvo de su parte para rentar un salón más grande; pero todos estaban contratados con anticipación por otras organizaciones.
El mitin fue de carácter internacional, habiéndose pronunciado discursos en inglés y en español; pero hay que hacer constar que el elemento mexicano predominó por su número, pues sabido es que los mexicanos son los más entusiastas para asistir a los mítines, ansiosos como están de oír una y mil veces los altos ideales de emancipación económica, política y social del proletariado.
Había, naturalmente, algunos esbirros disfrazados, contándose entre ellos un individuo que tomaba apuntes en un libraco, fingiéndose reportero de una sucia hojilla que de tiempo en tiempo aparece en esta ciudad, y que, diciéndose amiga de la clase trabajadora, no hace otra cosa que sembrar desconfianzas, asentar calumnias, denunciar solapadamente los actos ilegales de los verdaderos revolucionarios, para que el fiscal tome nota y persiga a los luchadores sinceros. El individuo en cuestión es un animal que no sabe dónde tiene las narices, pero que gusta de darse tono, el pobre diablo, trazando líneas sinuosas en el libraco, para dar a entender que sabe taquigrafía, cuando apenas si sabe mal poner su nombre según aseguran camaradas que tienen la desgracia de conocer a ese podenco.
Con excepción de cuatro o cinco esbirros de esa clase, el salón estaba lleno de compañeras y compañeros, que en su mayor parte portaban el botón del Partido Liberal Mexicano, en el que se ve al trabajador que acaba de romper las cadenas y se lanza a la lucha, llevando bien alta la Bandera Roja, con la inscripción de Tierra y Libertad.
Para los que por cerca de dos años estuvimos privados de estrechar las manos de nuestros compañeros, fue aquél un grato espectáculo, pues pudimos ver en una sola vez centenares y centenares de rostros con los cuales estamos familiarizados; de hombres y mujeres, ancianos y niños.
Dirigieron el acto los compañeros Pedro C. Paulet2 y Tomás Farrel Cordero3 sucesivamente.
Los compañeros alemanes dieron comienzo al acto cantando el himno de La Internacional y La Marsellesa anarquista. Nunca habíamos oído cantar tan bien esos hermosos cantos revolucionarios, como lo hicieron los compañeros alemanes. Por demás está decir que la audiencia aplaudió entusiasmada las notas heroicas de esos cantos que llaman a la acción rebelde, que invitan a cerrar los puños y descargarlos sobre los tiranos.
En segunda habló Blas Lara4 en español, siendo bien recibidas las sencillas y sinceras palabras de nuestro querido compañero.
Después fue cantado el himno revolucionario, Hijos del pueblo, el simpático himno que hace hervir la sangre y que tan popular es ya entre el elemento revolucionario mexicano.
Rosa Markus, la elocuente oradora revolucionaria, ocupó la tribuna y electrizó a la audiencia de idioma inglés con sus palabras rebosantes de santo fuego rebelde, y al acabar de hablar, cuando no se perdía aún el eco del último aplauso, se comenzó a cantar el himno revolucionario Tierra y Libertad, que despertó grandes entusiasmos en la audiencia.
Abordó entonces la tribuna Enrique Flores Magón, quien habló en inglés, siendo su discurso muy bien acogido, pues supo demostrar que la Revolución mexicana, quiérase o no se quiera, es una verdadera Revolución Social. Al terminar su discurso, fue cantado el himno revolucionario Bandera Roja en inglés.
Después hablé yo en español, se cantó La Marsellesa anarquista, en español, y terminó el mitin en medio del mayor entusiasmo y espíritu de fraternidad, yendo todos a sus humildes hogares con el corazón abierto para todo lo generoso y grande, y el pensamiento abierto igualmente para todo lo alto y noble.
Bienvenidos sean todos los mítines de esta clase.
Ricardo Flores Magón
1 Centro de Estudios Racionales (Los Ángeles, Cal.), fundado por Quirino Limón, Nicolás Becerra, Onofre A. Celaya y Pedro Paulet. Funcionó de 1912 a 1918. Sesionaba en la calle Boston 914, compartiendo un edificio con la Casa del Obrero Internacional
2 Pedro C. Paulet. Español, residente en Los Ángeles, Cal. (1910-1916). Colaboró con la campaña en favor de la madre de Juan Sarabia. Participó en el Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles, del que fue secretario en 1913. En agosto de ese año publicó el texto “La Paz” en Regeneración, donde pide al pueblo mexicano hacer oídos sordos a quienes lo llaman a abandonar las armas: “Al que te las pida, dale con la boca del máuser. Si quieres salvarte y ser dueño de ti mismo, sigue la guerra sin cuartel contra todos los déspotas pues sólo ellos con sus criminales instintos son los responsables de tus nobles reivindicaciones de hoy” (Regeneración, núm. 155, 1913, p. 1). Con J.U. Rodríguez, Genaro Alegría, León A. Signoret, Jesús A. Navarro, Donato Salerno y R.M. Álvarez suscribe el escrito “A los anarquistas miopes” que publica Cultura Obrera de Nueva York. El texto defiende la tesis de la JOPLM en torno a la Revolución en México y critica a los anarquistas de El porvenir Obrero de Mahon, y a Fuerza y Cerebro de El Paso, Tex., por sus calumnias contra los pelemistas. En marzo de 1914 se sumó y firmó las denuncias contra Rafael Romero Palacios “que con su conducta dejó mucho que desear cuando se le confió la administración de Regeneración, en cuyo puesto abusó de la confianza en él depositada por los compañeros de la Junta del Partido Liberal Mexicano” (Regeneración, núm. 179, 1914, p. 3). Promovió la campaña “Para matar el déficit de Regeneración”. Participó como orador en los funerales de Julia Monreal, celebrados el 20 de marzo de 1915. En diciembre de ese año hizo aportaciones para la defensa de Máximo Castillo. Suscribió el manifiesto “A los Trabajadores del Mundo”, en el que se denuncia al Grupo Fraternidad de Boston, Mass., a fines de 1915 (Regeneración, núm. 219, 1916, p. 1). Se adhirió al Plan de los Tres Puntos. En 1916 participó en la campaña por la libertad de Aniceto Pizaña. Suscribió el manifiesto “A los I.W.W.”, en el que se pide a los trabajadores de esta organización que no secunden la postura de la Rama Latina de la Local 602, que acusa a los pelemistas de ser enemigos de los wobblies (Regeneración, núm. 238, 1916, p. 1). Adherente al Plan de los Tres Puntos. Pedro C. Paulet murió de tuberculosis el 26 de mayo de 1916 en el Hospital del Condado de Los Ángeles. En su semblanza publicada en Regeneración se le recordó como un gran amigo de la Revolución Mexicana […] sincero amigo del rebelde peón que dedicó su vida de agitador a encausar este hermoso movimiento hacia el comunismo anárquico […] Pedro era un lingüista […] conocía bien el idioma español, hablaba el francés, inglés, portugués y algo de italiano. Viajó por todo el mundo sembrando el ideal emancipador de la Escuela Racionalista de Ferrer entre los trabajadores cuyos idiomas él hablaba; dedicando sus últimas energías al triunfo del gran cataclismo económico mexicano que él amaba con entusiasta admiración [Regeneración, núm. 239, 1916, p. 2].
3 Tomás Farrel Cordero. Estableció contacto con Lauro Aguirre en 1898 cuando residía en Nogales, Son. Ahí conoció El Hijo del Ahuizote: “aún me acuerdo de una caricatura de ese periódico en que se veía un sepulcro con escalones y un general con un enorme machete iba bajando, quedando parado en el último escalón. Al pie de la caricatura se leía: Ay reata no te revientes, que es el último jalón. O sea, la última elección de don Porfirio Díaz”. Llegó a Nogales, Ariz., a presentarse al periódico Heraldo de Roberto Bernal y Bernal T. Dávila; con ellos aprendió a parar tipo y manejar prensa. Luego se hizo de su imprenta y publicó El estado de Sonora, que combatía al cacicazgo de la familia Torres, la cual manejaba el gobierno de Sonora. A principios de 1905 se trasladó a Cananea, donde hizo contacto con Lázaro Gutiérrez de Lara (entonces presidente del Club Liberal de El ronquillo); publicaron El progreso, y ayudaron a Manuel M. Diéguez y Esteban Baca Calderón. Testigo y actor de la huelga del mineral. Tras la represión a la huelga residió en Villa Verde, Ariz. Trabajó entre Cananea y Naco, y, más tarde, viajó a Bisbee, Ariz., primero, y luego a San Francisco, Cal., donde hizo propaganda en favor del PLM. Marchó a Los Ángeles, y se vinculó con la JOPLM. Trabajó como propagandista en Clifton, Morenci, Metcalf, Louisbourg y otras partes de Arizona, Nuevo México y TexasHacía propaganda —afirma Farrel—, repartía Regeneración y después de aleccionar a algunos compañeros, quedaba en pie una escuelita que era atendida por alguno de ellos. Sigo pensando que nuestro Pueblo lo que más necesita es escuela […] Durante las veces que me tocó pasar a dar instrucción al lado mexicano a los grupos de Regeneración, enseñaba a leer a las chusmas en trozos de periódico viejo y hacer las letras con un palito en el suelo, por falta de otros utensilios. Por sus dotes de organizador y orador realizó múltiples giras de propaganda. Participó en el intento insurreccional liberal de 1908 como delegado para Sonora, Sinaloa y el suroeste de los Estados Unidos. En la Mina de la Cañada conoció a Lucio Blanco. De regreso en Los Ángeles, se integró a la redacción de Regeneración en abril de 1911. A principios de 1912 fue enviado a El Paso a entrevistarse con un delegado de Emiliano Zapata en casa de Matilde Mota. Entre los temas tratados destacaba el programa agrario de la Revolución. En junio de 1912, con Juan y José Olmos, hizo un llamado a todos los trabajadores y trabajadoras de Los Ángeles para reorganizar el Grupo Regeneración de Los Ángeles, mientras RFM, EFM y LR estaban en prisión. Los objetivos de este Grupo serían organizar un Centro Internacional de Estudios Sociales, apoyar y engrandecer la obra de Regeneración y el PLM, luchar por la libertad de los liberales presos y establecer una Escuela Racionalista. En ese año Farrel organizó una colecta en Los Ángeles para apoyar al Grupo Luz de la ciudad de México. En septiembre de 1912 bautizó con el nombre de Regeneración a la hija que tuvo con Rosa C. Farrel. En octubre ofició como cantante en un Mitin Internacional en honor de Francisco Ferrer Guardia, en Los Ángeles. En 1913, Farrel fue Miembro del Centro de Estudios Racionales y fundador de la Junta Consultiva de la Casa del Obrero Internacional de Los Ángeles. En septiembre emprendió una nueva gira de propaganda por Arizona en compañía de Charles Clifton, que buscaba conseguir apoyo de parte de los miembros del iww para los presos liberales; como parte de esta gira se organizó el Grupo Regeneración Armonía Ideal de Metcalf, Ariz.; en octubre, Farrel llegó a El Paso, donde participó en la campaña de defensa de José María Rangel y los presos de Texas, y por ello fue arrestado en diciembre y condenado a purgar una pena de cuatro meses de prisión. Regeneración temía que Farrel fuera enviado a México, pues se rumoraba que Francisco Villa había solicitado su extradición. Consiguió su liberación antes de cumplir su condena y se trasladó a Los Ángeles, donde condujo con Pedro C. Paulet un mitin multitudinario en el que tomó la palabra RFM, en febrero de 1914. En este periodo ayudó a la organización del Grupo Regeneración de San Gabriel, Cal.. Según EFM, en 1914 la JOPLM lo envió a que se contactara de nuevo con Zapata, pero fue apresado por Esteban Cantú en Baja California y puesto en libertad por falta de méritos. En 1916, Farrel suscribió el manifiesto “A los Trabajadores del Mundo”, en el que denunciaba por sus ataques al Grupo Fraternidad de Boston, Mass. Ese mismo año fraguó una conspiración armada en San Gabriel, Cal., para protestar por la invasión americana a México; la conspiración fue denunciada, pero logró escapar. A fines de 1916 realizó una nueva gira de propaganda por Arizona; fue arrestado en septiembre a petición de la Arizona State Federation of Labor, pero logró evadirse de la cárcel de Clifton el 18 de octubre. En mayo de 1917, fue de nuevo apresado al verse envuelto en una trifulca por oponerse al enganche de mexicanos para combatir en la primera guerra mundial. Fue recluido en la cárcel de Tombstone, Ariz., y deportado a México en 1918. En el país organizó cooperativas agraristas en Arizpe, Son. El presidente De la Huerta le otorgó una plaza como profesor de inglés en la Escuela Náutica de Mazatlán. Participó en la rebelión delahuertista de 1924. “Estuve obligado a unirme a él durante ese movimiento revolucionario y perdimos.” Regeneración publicó algunos artículos de Farrel
4 Blas Lara Cáceres. Obrero jalisciense. En Guadalajara fue repartidor del semanario Aurora Social de Roque Estrada y fundador de la Unión de Canteros y Albañiles. Emigró a los Estados Unidos en 1903. Dos años después se incorporó a la Liga Socialista de Fort Bragg, Cal. A través de Lázaro Gutiérrez de Lara estableció contacto con el PLM. En 1908, mientras vivía en San Francisco, Cal., colaboró con el Comité de Defensa de Presos Políticos de Chicago. En julio de 1911, se trasladó a Los Ángeles y se integró a la redacción de Regeneración. En este año realizó viajes de propaganda promoviendo la organización de Grupos Regeneración en Texas. En octubre publicó una carta titulada “Una carta para un leader”, en la que manifiesta su indignación por la adhesión al maderismo de Ramón Morales, su antiguo compañero y maestro: “por ud. conocí la lucha de clases”. En junio de 1912, Lara participó muy activamente en las movilizaciones de protesta que se realizaron cuando el juez Olin Wellborn sentenció a R y EFM, LR y ALF a un año y cuatro meses de cárcel en la penitenciaría de McNeil Island. Al conocerse la condena, una muchedumbre enardecida fue dispersada a macanazos. La muchedumbre marchó entonces hacia la calle Maine gritando consignas revolucionarias; ahí se les unió el contingente de la sección angloamericana de los iww. El zafarrancho duró una hora, pero aun después de que la policía dispersara a los manifestantes, algunos de ellos se dirigieron a La Platica donde se realizaba un mitin. Ahí Blas Lara tomó la palabra. En julio de 1912, Blas Lara, William Owen y Trinidad Villarreal realizaron diversos esfuerzos por obtener la revocación de la sentencia de los presos de la JOPLM. Apelaron el fallo, cuando la solicitud fue denegada. Intentaron presionar a Washington a través del senador por California John Nolan; éste les hizo vagas promesas, pero les dijo que en Washington cualquier asunto—según Lara— “avanza rápidamente si había mucho dinero, más lentamente si había poco y no avanzaría en lo absoluto si no había nada”. Mediante un texto manuscrito y firmado, R y EFM, LR y ALF delegaron la representación de Regeneración en Blas Lara, Francisca J. Mendoza y Rafael Romero Palacios, mientras ellos purgaban su condena en McNeil. En el semanario aparecieron algunos artículos firmados por Lara, como “Avanzando”, en el que saludaba a las guerrillas que se habían insurreccionado contra Madero, confiado en que pronto se deslindarían de jefes como Pascual Orozco. Tras la ruptura entre los seguidores de RFM, primero con Palacios, y luego con el grupo de Juan Francisco Moncaleano y Rómulo Carmona, Blas Lara trabajó para sostener e imprimir el semanario. Lo acompañaban en la tarea Teodoro Gaitán, Antonio P. Araujo y W.C. Owen. A la salida de la cárcel de los dirigentes del PLM, Lara hizo labor de organizador y propagandista: fomentó la creación de Grupos Regeneración en el área de Los Ángeles, como en Irwindale o el Puente, y participó como orador en diferentes mítines. A mediados de 1914, Blas Lara se movilizó a Arizona en “gira de agitación” y desarrolló intensa actividad por la libertad de Rangel, Guerra y los Mártires de Texas. A fines de 1916, se separó del grupo editor por conflictos con EFM. En enero de 1917, Lara actuó en el papel de Ramón en el estreno del drama “Tierra y Libertad” de RFM, en el T.M.A. Hall de Los Ángeles. Tras la separación de los hermanos Magón, Lara tomó partido por Ricardo. En marzo de 1918, participó en la campaña de defensa de Raúl Palma. En 1954 publicó sus memorias con el título La vida que yo viví. Novela histórico-liberal de la Revolución Mexicana
Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, estados fronterizos con los Estados Unidos, están casi por completo en poder de los constitucionalistas, los llamados revolucionarios que manda Venustiano Carranza, el terrateniente de Cuatro Ciénagas.
Pues bien, a los habitantes de estos estados quiero hacer algunas observaciones para que las mediten sin apasionamientos, hablándoles como un hermano que se duele del extravío de sus hermanos.
Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas han estado por largos meses bajo el dominio de las fuerzas carrancistas, y, sin embargo, en estos estados la miseria popular ha alcanzado un grado al que no había llegado bajo el dominio de Porfirio Díaz. Poblaciones enteras están sufriendo hambre y privaciones de todo género; los hombres no tienen trabajo; los hogares están fríos; los pobres vestidos cuelgan hechos hilachos de los cuerpos enflaquecidos; los niños canijos muestran al sol sus abdómenes hinchados; las tierras que en su huida han abandonado los terratenientes permanecen incultas; las casas se desploman faltas de calor de sus moradores; los corrales están vacíos de ganados, y en suma, un cuadro de desolación es lo que se ofrece a la vista en las comarcas dominadas por las fuerzas carrancistas.
Y estas cosas suceden en medio de bombásticas declaraciones de Carranza, de Villa, de Pablo González1 y hasta del degenerado de Lampazos,2 el de los absurdos amoríos con el rapabarbas aquel que tenía su barbería en Lampazos de Naranjo, de que la revuelta carrancista fue emprendida para beneficiar al pueblo mexicano.
Con franqueza os digo, habitantes de las regiones conquistadas por el carrancismo, que no veo en qué se haya mejorado vuestra situación. Si mala fue vuestra situación bajo el dominio de Porfirio Díaz, mala lo fue igualmente bajo la férula de Francisco I. Madero y peor es hoy bajo la espuela de Venustiano Carranza. Antes os costaba sudar sangre para conseguir vuestro pan y el de vuestras familias; hoy, ni sudando sangre podéis conseguirlo.
Esto quiere decir, pobres víctimas de ambiciones de caudillos sin conciencia, que los revolucionarios que luchan por tener un gobierno que haga la felicidad del pueblo son unos impostores. Existe de hecho el gobierno carrancista en la región que comprende los estados mencionados, y, sin embargo, la miseria, la injusticia, la tiranía florece en ellos con más rigor que antes. Se os habla de reparto de tierras para cuando Carranza ocupe el Palacio Nacional, y, ¡oh, inocentes personas!, creéis y esperáis a que se cumpla la oferta, sin reflexionar que los gobiernos no son capaces de atentar contra el derecho de propiedad individual, porque están precisamente encargados de velar porque se respete ese inhumano derecho.
Si la intención de Carranza fuera realmente la de dar tierras a los pobres, ya lo habría hecho desde hace mucho tiempo, pues nadie puede negar que domina la faja de estados fronterizos con los Estados Unidos. Pero no; Carranza, bien alimentado, rodeado de serviles que lo adulan, durmiendo en colchones de pluma, agasajado por mujeres lindísimas de la burguesía, y formalmente comprometido con el gobierno de los Estados Unidos a poner el país en la misma situación en que estuvo bajo el dominio de Porfirio Díaz, ve con indiferencia vuestros padecimientos, y, mientras vosotros sufrís hambre, frío, injusticia y luto, él, como un príncipe, se divierte en francachelas, se atraganta en banquetes, rodeado de una corte de hombres de frac y de mujerzuelas de la burguesía. ¿Es justo que él se atiborre de buenos manjares y excelentes vinos, mientras vosotros no tenéis un pedazo de pan que llevaros a la boca, una tortilla dura con qué engañar el hambre?
Si no tenéis compasión de vuestras compañeras y de vuestros hijos, ayudad a vuestro nuevo verdugo, encumbradlo, poned en sus manos el garrote con el cual os molerá los lomos; pero si tenéis compasión de vosotros mismos y de los vuestros, rebeláos contra el nuevo tirano y no volváis a apoyar a nadie que os ofrezca libertad y bienestar para cuando se siente en la silla dorada de la Presidencia. A todo aquel que se presente con las armas en la mano en las regiones que habitáis y os diga que lucha por poner en vuestras manos la tierra y no lo haga sin pérdida de tiempo, quemando los papelotes de las oficinas públicas, ponedle una emboscada y matadlo como si se tratara de un animal dañino. A todo aquel que os hable de Ley y de Gobierno, y os invite a seguirlo, tomadle las armas, pero para dirigirlas contra él en la primera oportunidad.
Seguid sí, y apoyad con todas vuestras fuerzas, al revolucionario que ponga en vuestras manos la tierra, los útiles de labranza, las casas, los bosques, las aguas, los efectos almacenados en las tiendas, en las bodegas, en las trojes; seguid, sí, y apoyad hasta con vuestro sacrificio si es necesario, al que ponga en vuestras manos, desde luego, toda la riqueza acaparada por los ricos, los sacerdotes y los representantes de la Autoridad; seguid y sostened a los que llevan una Bandera Roja, con este lema escrito en letras blancas: Tierra y Libertad; leed y aprendeos de memoria el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, expedido por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.
Si ahora sufrís, es porque respetáis la Autoridad y la Ley y todas esas zarandajas, y seguiréis sufriendo si continuáis creyendo en todas esas cosas que os enseñaron a respetar desde cuando erais niños. Nadie tiene derecho a mandar a nadie; nadie tiene derecho a tener pan en abundancia, mientras haya alguien que carece de medios de alimento. Entrad, pues, a saco a todas las tiendas, almacenes y trojes; tomad la tierra y útiles de trabajo y trabajad para vosotros y los vuestros, sin amos a quien rendir cuentas, sin autoridades que os maltraten y tiranicen, sin frailes que os ofrezcan el cielo para que os dejéis explotar en la Tierra. Comprended que si la Autoridad existe, no es para protejeros, sino para protejer a los ricos. ¿Para qué necesitáis al polizonte, si en vuestros hogares no hay nada digno de codicia? En vuestros siglos de esclavitud habéis tenido Reyes, Virreyes, Emperadores, Presidentes. Siempre padecisteis hambre; siempre sufristeis tiranía; sois perpetuos esclavos. El gobierno, quien quiera que sea el que lo represente, sirve solamente arrancaros del seno de vuestras familias para haceros soldados que defiendan no a los humildes, que protejan, no a los pobres, sino a vuestros propios verdugos: los ricos y los gobernantes. Y sois vosotros, entendedlo, los que tenéis que pagar la máquina que se llama gobierno.
Ea, amigos míos, hombres y mujeres de los estados fronterizos del norte, no ayudéis esa maldita revuelta carrancista. No esperéis que un gobierno os dé pan y libertad: ¡tomad con vuestras propias manos esos bienes! Y si alguien se opone, ¡matadlo!
No paguéis más alquileres de casas; tomadlas en nombre de la Revolución; romped los linderos de las tierras, y tomadlas para vosotros mismos, junto con las herramientas de trabajo, carros, automóviles, ganados; posesionáos de las minas y las fábricas, los ferrocarriles y los barcos, como se os indica en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, y gozad de hoy en adelante de una vida libre, sin burguesías, sin frailes, sin gobernantes.
Y si podéis agarrar a Carranza por las barbas, hacedlo y colgadlo sin pérdida de tiempo del primer mezquite o huizache que encontréis a la mano; afilad bien vuestros cuchillos para cortarle el pescuezo a Villa y a todos los jefecillos carrancistas que se opongan a vuestra obra justiciera de tomar posesión de toda la riqueza.
Solamente así seréis libres y felices.
Ricardo Flores Magón
1 Pablo González Garza (Lampazos, N.L., 1879-Monterrey, N.L., 1950). Hijo de un próspero comerciante, primo en tercer grado de Venustiano Carranza y pariente de AIV, con quien compartió los estudios primarios. En 1902, después de ejercer diversos empleos en Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, emigró a California, donde trabajó para el ferrocarril de Santa Fe. Regresó a México en 1907. Al parecer en su época estadunidense entabló relación con los liberales a través de su primo. Sus biógrafos, repitiendo lo que dice su hijo, Pablo González Miller, en El centinela fiel del Constitucionalismo, monumental biografía de su padre, afirman que fue un militante del PLM y que participó en la organización de trabajadores de origen mexicano en los Estados Unidos; sin embargo, la única prueba documental de la relación entre González y el PLM es una carta en la que RFM le informa a Villarreal que escribió una “carta a su primo para ver si suelta más”. En 1910 se afilió al antirreleccionismo y en 1911 se levantó en armas. En 1912, fue nombrado jefe de armas de Monclova y combatió la rebelión de Pascual Orozco. Tras el golpe de Huerta se puso a las órdenes de Carranza. Pese a que empezó a ser conocido como el “general que perdió todas las batallas”, Carranza terminó por darle el grado de general brigadier y lo nombró jefe del cuerpo del Ejército del Noreste. Asistió a la Convención de Aguascalientes, pero se mantuvo fiel a Carranza y combatió a los convencionistas. En 1915 recuperó la capital para el constitucionalismo. Fue acusado de estar ligado con la famosa Banda del Automóvil Gris, pero nunca fue encausado formalmente de ello. En 1919 orquestó el asesinato de Emiliano Zapata en Chinameca. En 1920 desconoció a Carranza, pero no se sumó al Plan de Agua Prieta. En ese año intentó levantarse en armas en Monterrey, por lo que fue aprehendido y sentenciado a muerte. Perdonado por Plutarco Elías Calles se exilió en los Estados Unidos, donde se dedicó a la banca, encabezando el Mexican American Banking Company, que quebró durante la crisis de 1929. Regresó a México en 1940, cuando el presidente Manuel Ávila Camacho lo reintegró al ejército reconociéndole el grado de general de división
2 Referencia homofóbica a Antonio I. Villareal
Estamos en plena efervescencia constitucionalista. Hay muchos, hay muchísimos constitucionalistas, y no falta quien se deje romper la crisma y esté dispuesto a romperla a su vez por defender un libraco que tiene por título “Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.
Este libraco fue promulgado el 5 de febrero de 1857. Para su promulgación corrió a torrentes la sangre del proletariado mexicano, y a torrentes siguió corriendo como resultado de la misma promulgación. Centenares de miles de vidas de trabajadores costó al pueblo mexicano la adquisición de ese libraco, y ¡oh, ironía! no fueron los trabajadores los beneficiados con él; los beneficiados fueron sus verdugos: el Capital, la Autoridad, el Clero.
Ese resultado no es de ninguna manera asombroso. Si la Constitución de 57 no benefició a la clase trabajadora, eso se debió a que el tal libraco no fue escrito para emancipar a la clase trabajadora, sino para legalizar el robo cometido por la clase patronal y robustecer la Autoridad.
Naturalmente que los jefes animaron a los proletarios a tomar las armas para tener una Constitución, diciéndoles que la Constitución les iba a hacer libres y felices, y los proletarios lucharon como buenos para… remachar sus cadenas, pues con su triunfo quedó legalizado el principio de propiedad individual, que es la base de todas las tiranías, de todas las explotaciones, de todas las imposiciones. La Constitución de 57 legalizó el robo cometido por el conquistador español con perjuicio del indio, y los robos de todos los burgueses de todas las épocas hasta su promulgación, y después siguió legalizando la explotación del burgués, a quien autoriza para que tome para su beneficio parte de lo que produce el trabajador, quedando éste reducido a la misma condición de siempre: esclavo del taller, de la fábrica, de la mina, del campo, a pesar de la sangre derramada a torrentes, a pesar de las promesas de los jefes, sucediendo todo esto por la sencilla razón de que, como antes dije, la Constitución no fue escrita para emancipar a la clase trabajadora, sino para garantizar a la burguesía el disfrute pacífico de sus rapiñas, y dar a la Autoridad el prestigio y la fuerza moral que tanto necesita para ser obedecida y temida.
Después del triunfo de la Constitución, triunfo que estuvo amenazado de muerte por la resistencia de los conservadores y las agresiones de la Intervención francesa y del Imperio de Maximiliano, pudo consolidarse el gobierno democrático de Benito Juárez, el notable gobernante, notable porque él fue la encarnación de la buena fe y de las intenciones sanas, pues pocos hombres como Juárez habrán escalado el Poder con el corazón todo abierto para lo que significa libertad y bienestar del pueblo, y, a pesar de todas las buenas intenciones, a pesar de la honradez indiscutible de Benito Juárez, la clase trabajadora mexicana sufrió hambre, escasez, miseria y esclavitud bajo el gobierno de ese hombre excepcional y al amparo de la flamante Constitución Política.
Preguntad a los ancianos si comieron más pan por medio de su trabajo, durante la sencilla democracia de Benito Juárez que bajo el Imperio de Maximiliano o la dictadura de Santa Anna, y os dirán que para el trabajador el pan ha sido escaso bajo todas las reformas de gobierno, y que, además, tan escasa fue la libertad bajo el Imperio como bajo la Dictadura.
Y es que, al amparar la Constitución de 57 el principio de la propiedad privada o individual, deja al pobre a merced del rico. La Constitución de 57 proclama la libertad política del ciudadano; garantiza a éste su libertad política, esto es, la libertad de hablar y de escribir sobre cualquier materia; la libertad de reunión, la libertad de moverse de un lugar a otro; prohíbe molestar a los ciudadanos en sus domicilios, papeles o personas; concede el derecho de votar y otras muchas cosas; pero descuida garantizar a todo ser humano el derecho de vivir, pues a nadie le garantiza el alimento, el vestido y el albergue, y de ahí que tan desgraciado sea el pobre bajo el amparo de la Constitución de 57 como bajo la Dictadura y el Imperio.
Y, a pesar de todo, miles de trabajadores, extraviados por las palabras sin sentido de los jefecillos y oradores carrancistas, se rompen la crisma por ver una vez más triunfante el pobre libraco que legaliza la esclavitud del proletario y la explotación del burgués.
Trabajadores carrancistas, dejad a vuestros pastores, que con palabras más o menos bonitas os ponen el yugo en la nuca. La libertad política garantizada por la Constitución de 57 es una mentira, y seguirá siendo una mentira mientras todos y cada uno de los seres humanos que residen en México, hombres y mujeres, no tengan garantizados el pan, el vestido y el albergue, que son los bienes que constituyen lo que se llama libertad económica. La libertad económica, entendedlo bien, es la base firme de todas las libertades. Un burgués es un hombre libre porque tiene asegurado el sustento, el vestido y el albergue, mientras que un pobre es un esclavo porque no tiene asegurados esos bienes, que son los esenciales, los necesarios para la vida humana.
No podéis disfrutar de los derechos, garantías o privilegios que al ciudadano concede la Constitución de 57, por la sencilla razón de que sois pobres. No podéis ejercitar el derecho de escribir y de hablar, porque no habéis tenido la oportunidad de educaros y de instruiros como lo han tenido los hijos de la burguesía, y aun cuando fuerais aptos para hablar y escribir sobre cualquier materia, tendríais que amoldaros a los gustos de vuestros señores, pues que si alguna vez hablaseis en contra de las leyes y de las instituciones existentes, y vuestra palabra o vuestros escritos pusieran de alguna manera en peligro la tranquilidad o los bienes del sacerdote, del rico o del representante de la autoridad, bien pronto ahogarían en vuestras gargantas las palabras y encadenarían vuestras manos para que no hablaseis ni escribieseis. Veis, pues, que esos derechos o libertades son una mentira cuando los que tratan de ejercitarlos son miembros de la clase trabajadora. ¿Para qué demonios sirve entonces ese libraco que se llama Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos?
El derecho de reunión garantizado por la Constitución, ¿pudiera ser ejercitado por los pobres? ¡Tampoco! Podéis reuniros ciertamente y aun tratar en vuestras reuniones asuntos de interés público o simplemente gremial; mas apenas tocáis alguna cuestión interesante para vuestra clase, pero que la clase capitalista considere como contraria a sus privilegios, vuestras reuniones son disueltas a balazos o a palos, y los más abnegados de los vuestros, fusilados, ahorcados o encarcelados.
¿Y qué me diréis del derecho de moverse de un lugar a otro? Como sois pobres, llegáis mal vestidos y de muy mal aspecto a cualquier lugar en busca de trabajo. Con lo primero que tropezáis es con ese perro del Capital que se llama policía, gendarme o “tecolote”, como queráis, y desde luego os encontráis abrumados por preguntas que con todo vuestro corazón quisierais contestar con una puñalada, tan impertinentes y ultrajantes así son, y si por vuestra mala fortuna no dais alguna contestación satisfactoria para el animal que os interroga acerca de vuestros antecedentes y de vuestros propósitos, vais derechitos a la cárcel como sospechosos o como vagos, y de ahí se os enviará al cuartel o a las plantaciones de los burgueses como esclavos, mientras vuestras familias perecen de hambre o se prostituyen para llevar a la boca un pedazo de pan. Eso sí, todo esto ocurrirá de una manera muy constitucional y democrática, bajo el amparo del libraco que ha costado torrentes de sangre al proletariado mexicano.
Todo esto ha ocurrido en tiempo de Juárez, en tiempo de Santa Anna, en tiempo de Maximiliano, en tiempo de Lerdo, en tiempo de Díaz, en tiempo de De la Barra, en tiempo de Madero, en tiempo de Huerta y sucederá bajo el gobierno de Venustiano Carranza si sois tan necios de luchar por la Constitución en lugar de empuñar el rifle para conquistar vuestra libertad económica, tomando posesión de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte sin esperar a que nadie os dé esos bienes, sino tomándolos como hombres. Desafiáis la muerte para implantar la Constitución que os tiene en la esclavitud, ¿por qué no la desafiáis para conquistar la libertad económica?
Y en cuanto al derecho electoral, ¿qué bien os reporta el nombraros autoridades? ¿No sabéis que las autoridades tienen que respetar y hacer respetar el odioso libraco llamado Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el libraco que remacha vuestras cadenas, el libraco que os hace esclavos?
¡La Autoridad! Yo quisiera que me dijérais en qué os beneficia la Autoridad, a no ser que tengáis como benéfico el que os tome de soldados, el que os entierre en las prisiones, el que auxilie a vuestros amos para que se os explote mejor. Yo quisiera que me dijeseis para qué os sirve el “tecolote”, a no ser que consideréis como protección el acto de romperos el cráneo o las costillas de un garrotazo y arrearos a patadas a la cárcel por el solo delito de ser pobres.
Si peleáis por ganar el voto, seréis como dice Mirabeau: “más estúpidos que las reses”, porque siquiera esos dignos animales no eligen al carnicero que ha de degollarlos.
Sabedlo, proletarios carrancistas: con vuestra actitud estáis remachando vuestras cadenas. Ilusionados por las promesas de que se os darán tierras “después del triunfo”, seguís la maldita bandera del constitucionalismo; pero por el mismo hecho de apoyar la Constitución os suicidáis, porque la Constitución es vuestro peor verdugo, la Constitución prohíbe terminantemente que se ataque el derecho de propiedad de los ricos.
Volved los fusiles sobre vuestros jefes y oficiales, proletarios carrancistas, y gritad con toda la fuerza de vuestros pulmones: ¡Muera la Constitución! ¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
W.F. Ramsey, abogado del foro de Austin, Texas, a quien se ha asociado W.R. Hudson, defensor de nuestros compañeros presos en Texas, para luchar ante la corte de apelaciones, por la absoluta libertad de los compañeros Jesús Ángel Serrato1 y Lino González, que fueron los primeros en ser sentenciados, escribe a Hudson una carta en la cual muestra su optimismo sobre el resultado final de las apelaciones, pero siempre que se cuente con dinero para los gastos de la defensa.
Dice en parte la carta del abogado Ramsey:
Yo creo que tenemos una brillante oportunidad para que las dos sentencias (la de Serrato y González) sean revocadas. Como quiera que sea, el abogado defensor de estos hombres infortunados ha prestado un servicio incalculable a hombres colocados en una situación desesperada, y si los simpatizadores de estos hombres no corresponden a ese servicio con su ayuda monetaria, son dignos de la más severa censura.
Si hay dinero, las sentencias ya pronunciadas serán revocadas, y el efecto probable de esa revocación será que el Estado deje de perseguir a los que están esperando ser juzgados.
Se ve, pues, la necesidad de ayudar con fondos para la defensa de nuestros presos en Texas.
Las entradas de fondos para la defensa de nuestros hermanos han estado muy flojas, según puede verse en los resúmenes semanarios, al grado de no haber podido reunir para los abogados la suma de dos mil dólares que pidieron solamente para las apelaciones de Serrato y González. Eso puede dar como resultado que los abogados descuiden la defensa de todos los presos. Los males, entonces, serán de tal naturaleza, que tal vez no tendrían remedio.
Urge que a la mayor brevedad se envíen fondos para la defensa de los presos de Texas. Los fondos para la defensa deben de ser enviados a Víctor Cravello, P.O. Box 1891, Los Ángeles, Cal., USA.
A enviar fondos, camaradas, antes de que sea demasiado tarde.
Ricardo Flores Magón
1 Jesús Ángel Serrato. Miembro del Grupo Regeneración Amigos del Trabajo de Staples, Tex. En agosto de 1913 se adhirió a la Unión Defensiva, que, para enfrentar los abusos que sufrían los trabajadores mexicanos, conjuntó a los Grupos Regeneración de San Marcos, Staples y Frentess. En septiembre se unió a la partida encabezada por José María Rangel, que al intentar internarse en territorio mexicano para participar en la Revolución, enfrentó a rangers de Texas, resultando tres liberales muertos y presos los restantes 14 miembros del grupo libertario. Fue el primero de los Mártires de Texas —como se conoció al grupo— en ser juzgado y condenado a 25 años de prisión. Según informó Regeneración en enero de 1916, Serrato logró fugarse de la prisión e internarse en México, donde se unió al zapatismo
Los abogados de nuestros compañeros presos en Texas nos telegrafían diciéndonos que ha sido rechazada la petición que hicieron para que se viera nuevamente ante jurado la causa del compañero Leonardo L. Vázquez. Ésta es una derrota jurídica debida a la falta de fondos para pagar los gastos de la defensa.
Nos telegrafían igualmente los abogados, que la vista en apelación de las sentencias de los compañeros Serrato y González se verificó ya en Austin, Tex., ante el tribunal de apelaciones, y que sólo se espera la decisión del tribunal.
Si esa apelación se pierde, la responsabilidad caerá sobre todos aquellos que, pudiendo haber enviado su ayuda para rescatar de las garras de la justicia burguesa a dichos compañeros, no lo hicieron. Solamente para los gastos y honorarios de los abogados para esta apelación, se necesitaron dos mil dólAres, de los cuales se logró reunir una cantidad irrisoria.
Están por venir los jurados de los compañeros Rangel, Alzalde, Cisneros y demás, y los fondos para la defensa no llegan con la prontitud que las circunstancias reclaman.
¿Dejaremos perecer a nuestros compañeros?
A la lista de los periódicos obreros que han tratado el caso de los compañeros arrestados en Texas, agregamos hoy solamente uno Volné Listy, de Nueva York, excitando dicha colega a sus lectores a que envíen fondos para la defensa de los prisioneros.
Compañeros de la prensa obrera: contra Rangel, Alzalde y Cisneros va a pedir el fiscal la pena de muerte, y los defensores de los compañeros piden quince mil dólares para defenderlos, garantizando ponerlos en libertad. ¿Por qué no excitáis a vuestros lectores a que envíen dinero para librar de la muerte a unos y de largos años de prisión a los otros?
Háganse las remisiones de dinero a Víctor Cravello, P.O. Box 1891, Los Ángeles, California.
Hay que hacerlo sin pérdida de tiempo, compañeros, antes de que lamentemos las consecuencias de nuestra apatía. Entended que se trata de la vida y de la libertad de un puñado de los mejores campeones de la clase trabajadora.
Ricardo Flores Magón
Sí, una vez más hacemos un solemne llamamiento a nuestros compañeros y simpatizadores para que vengan en auxilio de regeneración.
El déficit del periódico, como puede verse en la Sección de Administración, llega a la inquietante suma de $830.89.
Esta suma tiene que ser pagada a nuestros acreedores, y pagada sin pérdida de tiempo o perece nuestro periódico.
Nosotros no tenemos bienes de fortuna. Todo lo que hemos tenido y hasta nuestra salud y nuestro bienestar han sido sacrificados a la lucha. No tenemos, pues, otra cosa que dar que nuestro trabajo personal y nuestra libertad o nuestra vida.
Regeneración se ha salvado hasta ahora, gracias a nuestra honradez, nuestra laboriosidad, nuestra lealtad a la causa de la clase trabajadora; pero la situación ha llegado a un grado que, a pesar de nuestro amor al trabajo, de nuestra honradez y de nuestra lealtad a la clase trabajadora, es imposible, materialmente imposible sostener por más tiempo la vida del periódico si no se nos ayuda con dinero, porque es dinero lo que nos pide el impresor para hacer el periódico; es dinero lo que nos pide la fábrica de papel; es dinero lo que nos pide el Correo para distribuir el periódico; es dinero lo que nos pide el burgués por los cuartos que ocupamos para las oficinas del periódico; dinero nos cuesta el alumbrado; dinero el acarreo de las formas y de los paquetes; dinero el franqueo de la correspondencia; dinero nos cuesta todo, todo, todo.
Si no recibimos ese dinero, nos veremos obligados a suspender la publicación del periódico, y lo que no han logrado con sus persecuciones los tiranos, lo hará la clase trabajadora por su indiferencia. El día que regeneración muera, será día de fiesta para todos los opresores. Ese día dirán: hace catorce largos años que hemos perseguido a regeneración, y lo que no hemos logrado con nuestros esbirros, con nuestros calabozos, con nuestros jueces, con nuestros soldados, con nuestros rufianes, con nuestros asesinos, se ha conseguido en un día con el egoísmo de los mismos esclavos. Y reirán, y festejarán con carcajadas ese fácil e inesperado triunfo bebiendo champaña y alistando las cadenas que sujetarán para siempre a los trabajadores.
Hemos estado haciendo una excitativa para que se nos ayude a aumentar el tiro de regeneración a cincuenta mil ejemplares semanarios, lo que se conseguiría fácilmente si cada hombre y mujer consiguiera cinco suscripciones pagadas por un año. El silencio ha respondido a tales excitativas. ¿Quién, con un poco de buena voluntad, no puede conseguir cinco suscripciones pagadas por un año? Que la crisis monetaria es terrible en estos momentos por todas partes, no cabe duda; pero no todos están faltos de trabajo, y los que lo estén, tienen tiempo de sobra para trabajar por el periódico. ¿Por qué no se hace? Preguntas son estas que deben contestar todo hombre y toda mujer que digan ser miembros de la clase trabajadora.
Confesemos la verdad por amarga que sea: no es que los tiempos sean duros, es que hay mucha indiferencia, mucho egoísmo. Eso es todo. Los tiempos son más duros todavía para los que escribimos el periódico, y sin embargo, no nos cruzamos de brazos. Trabajamos para sostenerlo a costa de nuestro bienestar, de nuestra libertad y de nuestra vida.
Ocurre otra cosa: excitamos a que se envíe dinero tanto para la defensa de nuestros compañeros presos en Texas, como para regeneración. Lo que resulta de esto es que, lo que se pensaba enviar para el periódico se envía para la defensa de los compañeros y a regeneración se le abandona, sin pensar que, si regeneración falta, los compañeros de Texas quedarán sin ayuda del periódico que más esfuerzos hace en favor de ellos.
Esperamos que todos se pondrán a reflexionar sobre lo que decimos, y que, sin vacilaciones, enviarán pronto fondos para el periódico, hasta acabar con el déficit y aumentar el tiro a cincuenta mil ejemplares semanarios, que tanto se necesitan para el rápido avance del movimiento revolucionario sobre la ruta de nuestros ideales.
Si no se nos ayuda como se debe, suspenderemos la publicación del periódico, porque el periódico se hace con dinero y no con buena voluntad solamente.
Ricardo Flores Magón
William S. Benton,1 un inglés, tuvo el valor de decirle a Francisco Villa, en sus propias narices, que era un bandido. Villa, enfurecido, sacó su revólver y mató a Benton.
Benton fue culpable de su propia muerte, pues para enfrentarse a un degenerado como Francisco Villa, hay que hacerlo con un puñal bien afilado, con un revólver o con una bomba de dinamita.
El caso de Benton debe servir de ejemplo a cuantos sientan agravio contra Francisco Villa. A esa alimaña hay que aplastarla si no se quiere correr el riesgo de ser aplastado por ella.
La muerte de Benton es ahora el pretexto de una tremenda agitación europea contra el constitucionalismo, pues como ya lo hemos dicho, Europa está a favor de Huerta, y los Estados Unidos a favor de Carranza.
Los proletarios debemos despreciar todas esas tormentas diplomáticas y, a pesar de ellas, debemos continuar nuestra acción contra todos los opresores, todos los explotadores y todos los embaucadores. No esperemos, como lo esperan Huerta y Carranza, recibir la sanción y el apoyo de Europa o los Estados Unidos; contra las protestas de todo el mundo tomemos la tierra, la maquinaria y los medios de transporte imitando a nuestros hermanos, los desheredados del Yaqui, de Durango, de Guanajuato, de Michoacán, de Guerrero y de Morelos, quienes no han esperado a que se consolide un gobierno para que se les dé la libertad y el bienestar, sino que ellos han tomado esos bienes sabiendo que ningún gobierno los dará al pueblo.
“Contra los bandoleros.” Éste es el título de una circular firmada por varios jefecillos constitucionalistas entre los que se encuentra el famoso Antonio I. Villarreal, el amante del barbero de Lampazos, y en la cual se ordena que se aplique la pena de muerte a los revolucionarios que operan en los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, si no se unen a las fuerzas constitucionalistas.
Esos revolucionarios amenazados de muerte son los que han comprendido que el constitucionalismo no es otra cosa que el maderismo, representado ahora por el hacendado de Cuatro Ciénagas, Venustiano Carranza.
Esos revolucionarios recuerdan que el pobre loco llamado Francisco I. Madero, una vez llegado al poder, y cuando el pueblo le exigía que le diera tierra, dijo encogiéndose de brazos “esas promesas no pueden ser cumplidas por mi gobierno”. Esos revolucionarios son los verdaderos revolucionarios, porque comprendiendo la impotencia de los gobiernos para hacer la felicidad de los pobres, quieren hacerse justicia por su propia mano. Son, por lo mismo, verdaderos redentores, mientras que los jefecillos constitucionalistas son los bandidos.
La burguesía maderista-carrancista residente en esta ciudad, escogió la tarde del domingo 22 de febrero para echar el moco por la muerte de Madero y Pino Suárez. Unos cuantos gatos asistieron a la mojiganga. Allí se lloró, se moqueó, se tocaron “Ave Marías” y se ha de haber rezado el rosario por el “alma de los finados”. Dijeron cuatro disparates Adolfo Carrillo,2 Heriberto Frías3 y un “general”. Total: la gran lata.
Burgueses y burguesas formaron la gran audiencia. El pueblo trabajador, el proletario, huye de esas pantomimas de sus verdugos. Que lloren a Madero y a Pino Suárez los que con su muerte perdieron los sueldos que aquellos tiranuelos les regalaban; pero el trabajador, el desheredado, no tienen por qué llorar la muerte de dos embaucadores que no supieron hacer otra cosa que empujar al pueblo a la matanza, para ellos aprovecharse de su sacrificio.
Ricardo Flores Magón
1 William S. Benton (1860-1914). Ciudadano británico nacido en Escocia, avecindado en Chihuahua, donde se convirtió en importante latifundista. Tras el golpe de Victoriano Huerta sus propiedades y ganado fueron afectados por la Revolución. En febrero de 1914, con motivo de la confiscación de unas cabezas de ganado, acudió para reclamar al cuartel general de Villa en Ciudad Juárez, de donde no salió con vida. El caso desató una campaña contra el jefe de la División del Norte en periódicos británicos y estadunidenses, y el gobierno inglés demandó la intervención de Washington, a quien correspondía exigir el cumplimiento de las leyes internacionales en los países latinoamericanos de acuerdo con la Doctrina Monroe. Villa actuó con torpeza y estuvo a punto de acceder a enviar el cadáver de Benton a los Estados Unidos para que se le hiciera la autopsia, admitiendo con ello la legalidad de la intervención extranjera. Venustiano Carranza lo impidió. Como jefe del constitucionalismo hizo a un lado a Villa y contestó al Departamento de Estado que sólo respondería a los reclamos del gobierno inglés si éste se dirigía a él apropiadamente, como jefe legítimo del Estado mexicano. Con ello desconocía en la práctica la validez de la Doctrina Monroe
2 Adolfo Rogaciano Carrillo (Sayula, Jal., 1865-Estados Unidos, 1926). Periodista y escritor. En su estado natal editó La Picota (1877) y La Unión Mercantil (1878). En la Capital de México publicó El correo del lunes, semanario antiporfirista clausurado en 1886. Tras pasar unos meses en prisión, salió del país, al que jamás regresaría. Protegido por Sebastián Lerdo de Tejada, se estableció en Nueva York, donde redactó las famosas Memorias inéditas de Sebastián Lerdo de Tejada, basadas en las conversaciones que tuvo con el ex presidente mexicano, mismas que aparecieron sin su firma al ser publicadas por primera vez en 1890 por el periódico antiporfirista El Mundo, de Laredo, Tex., cuyo editor, Ignacio Martínez, fue asesinado poco después, a decir de Carrillo, por agentes de Bernardo Reyes. En 1910 se unió al antirreeleccionismo en California. Intentó que Madero lo nombrara cónsul en Los Ángeles, pero fue Carranza quien le dio el puesto en 1914, mismo del que fue despedido por supuestos manejos fraudulentos en 1916. Los últimos 10 años de su vida intentó infructuosamente que el gobierno mexicano publicara sus Memorias de Lerdo, reclamando una autoría que no se atrevió a asumir originalmente
3 Heriberto Frías (Querétaro, 1870-México, D.F., 1925). Escritor y periodista. Como soldado participó en la matanza de Tomochic en 1892. Con base en su experiencia escribió la novela Tomochic, publicada por entregas en El Demócrata, por lo que fue perseguido y sometido al consejo de guerra y expulsado del ejército. En adelante se dedicó al periodismo en Chihuahua y Sinaloa. Apoyó a Madero, y tras el golpe de Huerta se trasladó a Hermosillo, donde dirigió La Voz de Sonora. Fue subsecretario de Relaciones Exteriores del gobierno de la Convención en 1915. Tras el triunfo de Carranza salió del país y regresó con la victoria de Obregón, quien lo nombró cónsul en Cádiz, España. Escribió entre otras novelas la anticarrancista ¿Águila o Sol? Fue autor de una larga serie de lecturas históricas para jóvenes, publicadas por la casa Maucci en 1900 con portadas de José Guadalupe Posada
Leo en La Prensa una arenga de un Domingo Pérez Abreu, dirigida a la carne de cañón carrancista en un pueblo de la costa occidental de México.
Don Domingo tose, se contonea, se estira las solapas de la levita, se alinea el pelo lacio que se le escurre hasta los ojos, levanta éstos al cielo y comienza de esta manera: “Soldados de la Patria: a Vosotros los defensores de la Ley, de la Justicia y de la dignidad nacional…”
Aquí le corto a la arenga para hacer algunas reflexiones. Como se ve se dirige a la pobre carne de cañón, a la que da el bombástico título de “Soldados de la Patria,” y los pobres “juanes” constitucionalistas se han de haber estirado al oír este título, ¡Soldados de la Patria! Tal vez Venustiano será la Patria; una Patria barbona, vieja y fea; y digo que Venustiano será la Patria; porque los soldaditos arengados son los soldaditos de don Venustiano.
Y, después de todo, ¿qué es la Patria? La Patria, para el leopardo, es la caverna que habita y el territorio en que hace sus correrías; pero, para el trabajador, ¿qué es la Patria si no tiene ni en qué caerse muerto? Está bien que el burgués hable de Patria, porque él tiene bienes de fortuna que es lo que constituye la Patria; pero el pobre diablo que no tiene un terrón donde reclinar la cabeza, ¿qué Patria tiene? Si es para defender la Patria para lo que toma las armas el proletariado carrancista, se lleva buen chasco, porque la Patria, esto es, los bienes materiales, es de los burgueses, y por lo mismo, ese proletario derrama su sangre por defender los intereses de los ricos, y como el interés del rico es diametralmente opuesto al interés del pobre, resulta que el proletario carrancista está derramando su sangre en beneficio de sus verdugos.
“A vosotros los defensores de la Ley, de la Justicia y de la dignidad nacional…” dice el tieso orador burgués… y los pobres soldaditos, al oír esas palabras, deben haberse estirado todavía más, sin saber los pobrecitos que la Ley es la cadena maldita que sujeta a la humanidad para que los ricos, entre ellos el de las barbas de macho cabrío, puedan, sin peligro, meter las manos en los bolsillos de los pobres, y comerse tranquilamente el producto de sus rapiñas, pues la Ley, al proteger el derecho de propiedad individual, da manga ancha al rico para que atesore lo que roba al pobre, y tiene a éste a raya de posibles reivindicaciones, siendo esto la Justicia a que se refiere don Nadie, o sea don Domingo. Y en cuanto a la dignidad nacional, ésta ha quedado muy mal parada con los compromisos de don Venustiano con los yanquis. ¡Qué dignidad nacional, ni qué niño muerto!
Después de muchos gritos por el estilo, repara en que el propio don Venustiano le mira con una mirada que quiere decir: habla algo de mí, compadre, que para eso soy el pagano. Y entonces, comienza por echar lagrimones del grueso de una nuez recordando la muerte de Madero, a quien llama apóstol… al pobre payaso del Sufragio, mientras al Huerta le da el nombre de asesino, malvado, traidor, con lo que sí estoy de acuerdo, y levantando la voz más de lo que es conveniente, dice lo siguiente de Carranza con lo que si no estoy de acuerdo: “Ante el cadáver de Madero, Huerta es el odio que ruge, el crimen que oprime, y Carranza, la Ley que juzga y la justicia que reivindica y que redime”.
Carranza puede ser la Ley, porque oprime; pero no puede ser la Justicia que nada tiene que ver con esa alcahueta de la burguesía que se llama Ley.
Sin embargo, parece que a Venustiano le cae bien el elogio, pues al oír que se le aplican los nombres de Ley y de Justicia, sacude de la manga de su chaquetín una partícula de ceniza caída de su cigarro, cruzado de piernas en actitud militar y mirando alrededor suyo de una manera que significa: ahora, estúpidos, es cuando debéis aplaudir, y los estúpidos aplauden a rabiar hasta que se les desuellan las manos, y el orador enardecido por el aplauso, se tira por todo lo alto de la manera siguiente: “Los Estados Unidos, la primera potencia de la América, han reconocido nuestro derecho a la lucha armada…”
Eso prueba que Wilson espera que Carranza ponga en poder del capitalismo yanqui la riqueza de México, conforme a lo prometido por el de las barbas.
Parece que lo anterior no cae muy bien a los “soldados de la Patria”, pues no hay aplauso, y a Carranza le tiemblan las mandíbulas; lo que hace que las ya famosas barbas se alboroten hasta obligar a su dueño a sujetarlas, como es natural, “pausadamente”. El orador, sogolfado en su elocuencia, no advierte el mal efecto causado por sus palabras, y se tira entre pitón y pitón de este modo: “Los Estados Unidos han reconocido la razón y la justicia de nuestra causa y el gran pueblo americano es nuestro amigo”.
Nadie aplaude, pues todos recuerdan que esa gran amistad, no del pueblo, sino de los especuladores americanos, ha costado muy caro, desde la injusta guerra de los Estados Unidos contra México, a mediados del siglo pasado, hasta la dependencia económica y política de México a los especuladores americanos en nuestros días, dependencia que ha remachado con clavos de acero, el compromiso contraído por Carranza con la lumbrera de la Casa Blanca.
El público empieza a bostezar, pues la lata se alarga, se alarga. Un viejo ronca estentóreamente; las mujeres se abanican para despabilarse un tantito; un perro llora desesperadamente creyendo, el inocente, que se trata de un velorio; Venustiano suspira por un trago aunque sea de sotol para disipar la murria, y el orador ante el desastre de su elocuencia, trata de levantar los ánimos ofreciendo grandes honores, a la hora del triunfo, para el Barbón y sus satélites, mientras que a la pobre carne de cañón no tiene otra cosa que ofrecerle que el darles las gracias por haber sido tan estúpidos de exponer su vida para encumbrar a un nuevo verdugo, pues dirijiéndose a los soldados dice: “Y vosotros, que regáis con vuestra sangre generosa los épicos laureles y dais vuestros heroísmos anónimos a la gloria, recibid las bendiciones de la Patria”.
Con bendiciones van a comer y darán de comer a sus familias los pobres “soldados de la Patria”. ¡Allá ellos!
Ricardo Flores Magón
Rafael Romero Palacios y su interesante consorte, Francisca J. Mendoza,2 no se resignan a vivir la oscura, aunque fecunda vida del proletario, sino que quieren figurar, anhelan distinguirse de cualquier manera, chorreando lodo, chapoteando entre cieno y a ese efecto, escogen el primer charco que encuentran a la mano y se echan de cabeza.
Este par de tortolillos tiene colgado su nido de amores en Tampa y desde allá trabajan subterráneamente escribiendo cartas, distribuyendo hojitas y memoriales entre individuos y organizaciones obreras, pero cuidándose de no enviar nada a esta redacción, con la esperanza de que no llegue a nuestro conocimiento su trabajito de hormiga, y poder así ir minando el prestigio del Partido Liberal Mexicano, al que odian con verdadero odio de burgueses, con el mismo odio que le profesan los tiranos de este país y de México, con el mismo encono que contra él sienten los burgueses de México y los piratas de Wall Street.
La labor de Rafael Romero Palacios y de Francisca J. Mendoza es una parte de la labor de los ricos de los Estados Unidos y de México, y, también, una parte de la persecución de los gobiernos de ambos países, pues todos ellos tienden a restar fuerza al Partido Liberal Mexicano, a debilitarlo por medio de la intriga, de la difamación, de la calumnia y de la persecución. Todos ellos quisieran que muriera regeneración y que el Partido Liberal Mexicano quedase aplastado, que terminase toda protesta y toda agitación contra el Capital, la Autoridad y el Clero.
Que la labor de ese par de mequetrefes es mal recibida, lo prueba el hecho de que han quedado aislados como animales sarnosos, como verdaderos leprosos que son, y lo prueba, también, el hecho de que las personas y organismos obreros que reciben sus cartas, hojitas y memoriales nos los envían con su protesta contra el proceder bajo, cobarde, ruin y mezquino del par de esbirros del capitalismo.
Debiera haber comprendido el par de despechados, desde tiempo ha, que están predicando en desierto, que el vacío se ha hecho en torno suyo, que nadie les escucha, como no sean los interesados en ver desaparecer el azote de todos los malvados, regeneración, y la firme organización proletaria conocida con el nombre de Partido Liberal Mexicano, la organización obrera militante que más temen todos los que tienen interés en que perdure el sistema capitalista basado en la propiedad individual.
Debieran haber comprendido todo eso Palacios y la Mendoza; pero no se resignan a vivir en la oscuridad y quieren salir a luz, quieren distinguirse y, ya que tal es su ambición, voy a darles gusto, pues considero injusto que permanezcan en la sombra alhajas de tanto precio como Rafael Romero Palacios y Francisca J. Mendoza, y así como Romeo y Julieta tuvieron un canto, ¿por qué no habían de tenerlo Rafael y Francisca?
No me parece malo prologar, y, a modo de prólogo, comenzaré por dar a conocer la opinión que se tiene del par de tortolillos. He aquí una comunicación que nos envía el “Centro de Estudios Racionales”, el simpático organismo compuesto de los elementos más radicales y puros de esta ciudad. Dice así:
El Centro de Estudios Racionales de esta ciudad protesta contra los conceptos sucios y calumniosos que en folleto escrito a máquina vierte Rafael Romero Palacios y que tuvo la desfachatez de remitir a esta institución, cuyos miembros están reñidos con los chanchullos denigrantes de carácter personal, por estar hechos en pugna con lo racional que es el lema de este Centro y por lo cual lleva por nombre: “Centro de Estudios Racionales”.
Los desahogos necios y petulantes de Rafael Romero Palacios huelen a fango y están reñidos con nuestros ideales libertarios y con nuestro decoro moral por lo que, reunidos en asamblea, resolvemos ver con absoluto desprecio todo lo que viene estampado en dicho folleto, y protestamos de una vez por todas, contra ese proceder propio de degenerados.
Por lo que respecta a regeneración y sus presentes editores, recientemente salidos del presidio, tenemos formado nuestro juicio. A regenera ción lo hemos ayudado y lo seguimos ayudando, porque con conocimiento de causa tenemos la convicción de que es el encauzador de la Revolución mexicana hacia la libertad económica, política y social del proletariado. Respecto de los compañeros que están trabajando en rege neración, Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón, Librado Rivera3 y Anselmo L. Figueroa,4 la naturaleza de sus trabajos trasluce en sus escritos, y si esos escritos no fueran beneficiosos a nosotros los proletarios, sus autores no hubieran sido huéspedes tantas veces de los presidios, donde han sabido empuñar, entiéndase bien, la herramienta del obrero. Ellos han sido puestos en los presidios por la tiranía burguesa como un castigo por el miedo que se tiene a su obra revolucionaria. Mientras que en el “haber” de ese despechado Palacios, no se encuentran actos revolucionarios a no ser que se dé el título de tales a su inmundo folleto en que trata de denigrar los actos de los verdaderos revolucionarios. Por eso, mientras a los miembros de la Junta y a su secretario Antonio de P. Araujo los consideramos compañeros en ideales y sufrimientos; a ti, Palacios, ente despreciable, te consideramos asquerosa sabandija que no vales la pena de que te escupamos nosotros los miembros del “Centro de Estudios Racionales” porque emporcaríamos nuestra saliva.
¡Mueran los farsantes! ¡Mueran los petulantes! Luchemos por la Revolución Social al grito de ¡Tierra y libertad!
Por el “Centro de Estudios Racionales” el secretario, Odilón Luna.5
Los Ángeles, Cal., Febrero 22 de 1914. (Domicilio social 767 San Fernando St., Los Ángeles, California.)
Como el asunto es extenso y no quiero que robe mucho espacio a regeneración, cada semana iré desarrollándolo. En el próximo número publicaré una carta protesta del querido compañero Pedro C. Paulet, sobre el mismo asunto, así como algunos hermosos datos sobre lo “industrioso” que es Palacios para hacerse de dinero, su pasión mortal, y en números subsecuentes, hablaré de su persona moral que bien merece ser descrita en su deseo de hacerse dueño de regeneración, de sus amenazas de poner a los esbirros sobre la pista de Araujo y de comunicar a las autoridades los actos contrarios a la ley burguesa cometidos por la Junta y del robo del dinero de regene ración cometido por él y la Mendoza.
Así, pues, hay que tener algo de paciencia, que hay mucho género de donde cortar.
(Continuará)
Ricardo Flores Magón
1 Rafael Romero Palacios. Originario de Puebla. Obrero tabacalero y activista de filiación anarquista. Residió en El Paso, Tex. (1905-?), San Francisco, Cal. (1906-1908), Milwaukee, Wis. (1910-1911), Los Ángeles (1911-1912), Tampa, Fla. (1913) y Nueva York, N.Y. (1913). Se desconoce la fecha de su vinculación con la JOPLM. Desarrolló una fuerte campaña de recolección de fondos para Regeneración en Milwaukee a principios de 1911. En julio de ese año se integró al grupo editor de Regeneración, y se dedicó a la administración del mismo. Cuando RFM, LR y ALF fueron encarcelados en junio de 1912 se le designó director del periódico, puesto en el que permaneció hasta el 13 de octubre de ese mismo año, tras ser acusado de haber publicado en el periódico que “los compañeros presos estaban contentos con su sentencia” y de robo, malversación de fondos y autoritarismo por el resto de los encargados del periódico, mismos que fueron respaldados por los editores presos. Para esos momentos mantenía ya contacto con el consulado mexicano. Palacios emigró a Tampa junto con Francisca J. Mendoza. Desde ahí publicó un libelo en contra de los miembros de la JOPLM. Francisca J. Mendoza se deslindó de la publicación del libelo. Posteriormente marchó a Nueva York, donde se vinculó con el grupo de Cultura Obrera dirigido por Pedro Esteve. Luego regresó a México
2 Francisca J. Mendoza. Secretaria del Grupo Regeneración de Thurber, Tex., fundado el 16 de julio de 1911. “Una de las que más se han distinguido desde el principio de nuestro grandioso movimiento y cada día trabaja con más ardor y entusiasmo de palabra y obra.” Regeneración reprodujo más de una treintena de escritos de Mendoza entre 1911 y 1912; el primero, con un claro contenido antiintervencionista, “¡Atrás, tío Samuel!” Envió una carta deslindándose de El Monitor Democrático de Paulino Martínez, y otra deslindándose del Regeneración publicado en la ciudad de México por Juan Sarabia y otros, suscrita el 17 de agosto de 1911 y firmada todavía en Thurber, población que dejó para incorporarse al grupo redactor de Regeneración en Los Ángeles. Al anunciarse su viaje, se le caracterizaba como “inteligente, firme, resuelta, oradora de fácil y persuasiva palabra”; hizo de su recorrido hacia la ciudad angelina una gira de propaganda; los fondos reunidos en la misma y el recorrido mismo pueden seguirse por medio de la sección “Administración” de ese periódico a partir del número 60, del 21 de octubre de 1911. Tenía tres hijas y mantenía a sus padres ancianos. De Bridgport, Tex., donde radicaba, viajó a Alba y a Como. En ese lugar minero se encontraba el 9 de diciembre de 1911, donde escribe la excitativa reproducida más arriba. Francisca J. Mendoza había escuchado a Práxedis G. Guerrero en Bridgport durante la gira que éste realizó en ese estado en 1907. De ese encuentro recordaría “aquellas palabras que por última vez escuchamos de tus labios: Compañeras y compañeros: esta vida, así como la arrastramos los pobres, no es digna de vivirla, ¡es preferible dormir en el sepulcro!” A mediados de abril de 1912, llegó finalmente a Los Ángeles, gracias a una colecta organizada en Seguin, Tex., donde radicaba un grueso número de liberales encabezados por Lamberto Castañón y Juan Ricondo. En aquella ciudad californiana conoció a Ricardo, en ese momento en libertad bajo caución; de ella escribió: “Francisca no es una desconocida para nosotros. Por largos años ha estado en contacto con la Junta, ha propagado nuestros ideales, ha iluminado conciencias, ha recaudado fondos para el periódico”. Inmediatamente emprendió, al parecer impulsada por Rafael Romero Palacios, entonces a cargo de Regeneración, una gira por el sur de California, comenzando con una conferencia en casa de José Cisneros, en San Gabriel
3 Librado Rivera (LR; 1864-1932). Originario de Aguacatillos, S.L.P.. Educado por el liberal espiritista y profesor Jesús Sáenz y el pastor metodista Hexiquio Forcada. Profesor normalista y periodista. Participó en el Primer Congreso Liberal de 1901, como miembro del Club Ponciano Arriaga de esa ciudad. Siendo secretario del club, fue encarcelado junto con Juan Sarabia y Camilo Arriaga en enero de 1902. Con ellos y en la cárcel fundó El Demófilo. En agosto se trasladó a México y colaboró en El Hijo del Ahuizote. Aprehendido junto con RFM y los demás redactores el 16 de abril, salió de nueva cuenta de Belem y pasó a la clandestinidad, emigrando con sus compañeros a los Estados Unidos. Siguió el periplo de aquéllos por las ciudades de Laredo y San Antonio, Tex., y San Luis, Mo. Al formarse la JOPLM, el 28 de septiembre de 1905, fue nombrado primer vocal. Un año después, el 12 septiembre de 1906 fue aprehendido junto con Aarón López Manzano a petición del empresario William Greene. Al frustrarse el intento de llevarlo clandestinamente a México, fue liberado a fines de noviembre. A mediados de 1907, se reunió con RFM y AIV en la ciudad de Los Ángeles. Fue aprehendido junto con R y EFM el 23 de agosto de 1907. Sentenciado por violación de las leyes de neutralidad, permaneció en la penitenciaría de Florence, Ariz., hasta agosto de 1910. En 1911 fue nuevamente arrestado bajo la misma acusación y pasó a la cárcel de McNeil, Wash., junto con R y EFM y ALF. Libre en 1914, regresó a Los Ángeles y se reincorporó a la redacción de Regeneración. Permaneció al lado de RFM cuando el grupo se dividió en 1917 y firmó junto con él el manifiesto “A los Trabajadores del Mundo”, de marzo de 1918, por lo que fue acusado de infringir las leyes de espionaje vigentes durante la primera guerra mundial. Fue enviado junto con RFM a la penitenciaría de Leavenworth, Kan., a purgar una condena de 15 años. Salió libre el 6 de octubre de 1923, al conmutársele su pena por la deportación. De regreso en México, organizó el Grupo Tierra y Libertad en su natal San Luis Potosí. Publicó Sagitario, órgano del Grupo Hermanos Rojos. En 1928, desde Doña Cecilia (hoy Ciudad Madero), publicó Avante, periódico suprimido por el gobierno estatal. En 1931 publicó ¡Paso! en la ciudad de México, como órgano del Grupo Ideas y Acción. Murió atropellado el año siguiente
4 Anselmo L. Figueroa (ALF; 1870-1915). Originario de Yuma, Ariz. Miembro y líder de la Sección de Hispanoparlantes del Partido Socialista en Los Ángeles, Cal. En 1907, promovió que los abogados socialistas Job Harriman y R. Holston se hicieran cargo de la defensa de los miembros de la JOPLM presos en esa ciudad. Articuló los vínculos del PLM con grupos socialistas y radicales californianos. Miembro del Grupo de Regeneración de la ciudad de Los Ángeles desde octubre de 1910. Hacia 1911 se integró a la JOPLM. Editor de Regeneración desde el número 1 del 3 de septiembre de 1910 hasta el número 205 del 6 de marzo de 1915, de la última época del semanario. Fue arrestado junto con R y EFM el 14 de junio de 1911, permaneció en prisión hasta septiembre de ese año. En 1912 se le enjuició y fue declarado culpable de violación a las leyes de neutralidad. Murió el 14 de junio de 1915, dos meses después de haber salido de la cárcel de McNeil Island, donde purgó una condena de 23 meses. Mantuvo siempre una actitud discreta dentro de la junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano
5 Odilón Luna. Residente de Los Ángeles. Firmó la protesta por la detención de R y EFM, ALF y LR el 14 de junio de 1911. En ese año publicó varios textos en Regeneración como “Atrás payasos” en el que fustiga a “supuestos libertarios” como Juan Sarabia. En noviembre escribió un artículo recordando el sacrificio de Práxedis G. Guerrero. Participó como orador en los funerales de Joseph Mikolasek, militante de los iww asesinado por la policía de San Diego en mayo de 1912. El funeral fue motivo de una gran manifestación por las calles de Los Ángeles. En el acto, Luna pronunció el siguiente discurso:
Éste es nuestro hermano […] porque aunque no era de nuestra raza, era un trabajador, pertenecía a nuestra clase, sudó en provecho de nuestro enemigo común: la burguesía. No vengo ciertamente a llorar ni a manifestar sentimiento o dolor. La muerte de este hermano de cadenas no me entristece: ¡me indigna! No vengo a derramar lágrimas ni a sollozar: ¡vengo a rugir! La cólera no vibra como cuerda delicada: ¡truena! ¡Truena como la tempestad! Y cólera es la que siento al ver los despojos de un proletario que no cometió otro crimen que el de educar a sus hermanos para que, unidos todos los hambrientos, acabar con la desigualdad entre la especie humana [Regeneración, núm. 90, 1912, p. 1]. En noviembre de ese año participó en el Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles. Escribió poemas, como el que dedica a Francisco Ferrer Guardia en noviembre de1912 (“No fue vana tu obra a los obreros, / esos que veías sufrir con hambre tanta, / porque ahora ya miran altaneros / y a los tiranos, su altivez espanta. / Moriste convencido de los frutos / que tu obra sublime había de dar, / y no te equivocaste, ve los lutos / de tantos que siguen tu obra colosal”. Regeneración, núm. 114, 1912, p. 2). Miembro fundador de la Junta Consultiva de la Casa del Obrero Internacional de Los Ángeles. En mayo de 1913 fue nombrado secretario del Grupo Regeneración Los Rebeldes, de Los Ángeles, que se instaló el día 6 del citado mes. Su compañera María Martínez murió atropellada por un tranvía en Los Ángeles en octubre de 1913. Para febrero de1914, Luna era secretario del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles, y como tal denunció a Rafael Romero Palacios como traidor, calificándolo como “asquerosa sabandija”. Luna envió diversas colaboraciones a la prensa libertaria: cuentos que publicó en Fuerza Consciente de San Francisco, y poemas como “Épica Azteca”, que apareció en Fiat Lux de La Habana, Cuba. Con la entrada de los Estados Unidos en la guerra contra Alemania se desató al interior del país la persecución contra comunistas, socialistas, sindicalistas, anarquistas, pacifistas y todo tipo de opositores a la guerra. La ley del 5 de febrero condenaba a la expulsión a todo extranjero que propagase ideas antinacionales, particularmente a los anarquistas. La prensa socialista de todos los tintes fue perseguida en todo el país y se detuvo a numerosos militantes de izquierda, entre ellos, algunos miembros del PLM, como Odilón Luna y Raúl Palma, aprehendidos en mayo de ese año en Los Ángeles. Estando preso, Luna entró en conflicto con el grupo editor de Regeneración, al que acusaba de mal manejo de los fondos que se reunían para su defensa, pese a que esos fondos eran manejados por el Comité Latino de la Liga Internacional para la Defensa de los Trabajadores. El conflicto se hizo particularmente áspero: las partes intercambiaban insultos y Regeneración acusó a Luna de traicionar los principios anarquistas, en particular por haber declarado ante las autoridades de migración norteamericanas no ser anarquista, cuando, según EFM: “un anarquista nunca, ni ante el pelotón de ejecución, niega sus convicciones”
La propaganda y la acción de los revolucionarios que siguen nuestros principios están forzando al carrancismo a declarar que el pueblo mexicano se ha levantado en armas para conquistar la tierra que, al menos en territorio dominado por carrancistas o huertistas, permanece todavía en poder de unas cuantas personas.
El plan de Carranza es el mismo plan de Madero: derribar al presidente que se encuentra en el poder; convocar a elecciones de presidente, magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de jueces de distrito y magistrados de circuito, de diputados y de senadores al Congreso de la Unión. Una vez reorganizada de ese modo la máquina gubernamental, el Congreso se ocuparía en legislar sobre el asunto de tierras y en discursos y discusiones de los señores diputados y senadores, se pasarían años, la tierra continuaría siendo la propiedad de unos cuantos hacendados, y el pueblo seguiría sufriendo miseria y tiranía. Y si al cabo de los años, los señores diputados y senadores se ponían de acuerdo en alguna ley agraria, ésta tendría forzosamente que sustentarse en la base de la propiedad privada, principio que tiene que respetar todo gobierno democrático so pena de perecer.
Así, pues, se declararía que todo aquel que quisiera trabajar la tierra tendría que hacer una solicitud al gobierno, y éste proveería al solicitante de la tierra apetecida mediante una cantidad que representase el valor de la tierra, cantidad que se reembolsaría al hacendado por el pedazo de terreno dado al solicitante.
Éste fue el plan de Madero, plan que no pudo ser aprobado por su Congreso a pesar de ser absolutamente conservador, y que no será aprobado por ningún otro gobierno, pero suponiendo que se aprobase este plan ¿vale la pena que se derrame tanta sangre por realizarlo?
Sin necesidad de tanto sacrificio, hoy mismo, en el momento presente, se puede comprar tierra a pagar a largos plazos, no solamente en México, sino también en los Estados Unidos.
Los carrancistas deberían forzar a sus jefes a que declarasen terminantemente y desde ahora, antes de que se siga derramando más sangre, de qué manera van a dar tierra a los trabajadores. No hay que conformarse con vanas promesas y sonoras palabras. Hay que recordar que Madero no pudo dar la tierra a los trabajadores, y que, cuando se ve estrechado por las demandas del pueblo para que hiciera efectivas sus promesas, volvió la espalda y dijo con desprecio a las muchedumbres hambrientas: “el gobierno no puede cumplir esas promesas”. Lo mismo va a decir Carranza; lo mismo dirá cualquier otro aspirante a la Presidencia, y el derramamiento de sangre continuará por la estupidez de los que todavía creen que un gobierno se acordará de los que fueron tan imbéciles de dar su sangre por constituirlo.
Todo soldado carrancista debe, sin pérdida de tiempo, estrechar a Carranza y los demás jefecillos a que declaren con franqueza cómo se va a hacer ese reparto de tierras a todos los habitantes de México, y si se les contesta que “después del triunfo” se estudiará esa cuestión de las tierras para ver la mejor manera de entregarla a los trabajadores, no hay que vacilar, a vaciar todos los tiros de las pistolas sobre esos embaucadores, y a tomar por sí mismos la tierra como hombres, para no seguir siendo por más tiempo el juguete de caudillos que no aspiran a otra cosa que adueñarse del poder para ser ellos los opresores del pueblo mexicano.
Si dicen esos jefecillos que un Congreso dará una ley para proceder al reparto de tierras, a matar como perros rabiosos a esos jefecillos, pues el tal Congreso no estará formado por hombres de huarache y sombrero de palma, esto es, por proletarios, sino por señorones de levita y bombín, que son los enemigos del proletariado, y esos señorones no van a dar leyes en contra de los hacendados.
Entendedlo, proletarios carrancistas, en todo el mundo hay dos clases sociales: la clase capitalista y la clase trabajadora, la clase rica y la clase pobre. Entre estas dos clases no puede haber armonía ni buena voluntad, porque el interés de una de ellas es contrario al interés de la otra. El gobierno está formado por individuos de la clase capitalista, y por lo mismo no hay que esperar que beneficie a la clase trabajadora. Los trabajadores, los pobres, son los que por sí mismos deben luchar por su libertad y su bienestar, y el único medio que hay para conseguir esos dos bienes es el siguiente: tomar posesión de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte para el beneficio de todos los habitantes de México, hombres y mujeres. Eso debe hacerse dentro del movimiento armado, sin esperar a que un hombre dé la orden de hacerlo.
Ahora, queda a vosotros, proletarios carrancistas, el hacer lo que os aconsejamos. Si lo hacéis en este momento, cuando estáis armados y podéis defender vuestra conquista, la Revolución habrá triunfado; si no lo hacéis, la Revolución habrá fracasado.
Alzad, pues, la Bandera Roja de Tierra y Libertad y expropiad y haceos libres por vosotros mismos.
Ricardo Flores Magón
Parece que está para confirmarse lo que temíamos: ¡La muerte de Regeneración!
Hoy pudo salir a luz en pequeñas dimensiones, ¿pero quién podrá asegurar que salga la semana próxima?
Nuestros amigos podrán imaginarse el estado de ánimo en que nos encontramos al ver la penosa existencia de este periódico al que amamos como si fuera un hijo nuestro. Por él hemos sufrido tormentos indescriptibles de los calabozos del Nerón Porfirio Díaz; por sostenerlo con vida han apuntado a nuestro pecho los fusiles de la tiranía en México; por publicarlo perdimos bienes materiales, rompimos con lazos de familia, quebramos relaciones amistosas y, firmes en la lucha, habitamos por largo tiempo aquellos negros pozos de podredumbre, de enfermedad y de miseria que se llaman bartolinas de Belem y, cuando se borraron de una plumada para nosotros las garantías constitucionales y tuvimos que emigrar a los Estados Unidos en San Antonio, Texas, el puñal del sicario porfirista buscó nuestro corazón y los calabozos abrieron de nuevo sus negras bocas ahí y en San Louis, Missouri y los sicarios nos persiguieron hasta el Canadá, y nos siguieron la pista en nuestro regreso a territorio americano, empujándonos de un lugar a otro, sin descanso, sin reposo, sin tregua, sin cuartel, tendiéndonos celadas aquí y acullá y en todas partes, encarcelándonos en Los Ángeles, en Tucson, en Tombstone, en Yuma, en Florence, y otra vez en Los Ángeles hasta terminar la última condena en la Isla de McNeil. En toda esta triste odisea de tantos años, hemos dejado nuestra juventud, hemos dejado sepultada muy hondo nuestra tranquilidad, nuestras cabelleras blanquean y nos debilitan las enfermedades contraídas en el presidio, en la aridez de los desiertos, en el trabajo asalariado bajo la vigilancia de los patronos, o por dormir a la intemperie bajo temperaturas insoportables, sin abrigos, ni fuego para no denunciar nuestra presencia al enemigo, sufriendo hambre, sed y fatiga. Volúmenes gruesos serían necesarios para describir nuestras aventuras, nuestros dolores, nuestras angustias; pero ninguna tortura, ningún dolor es para nosotros tan grande como el de ver a regeneración, nuestro hijo, el querido periódico que ha logrado salir victorioso de todas las tempestades; que ha logrado surcar los mares más embravecidos; ningún dolor es tan grande para nosotros, como el de ver a regeneración luchando penosamente entre la vida y la muerte, cuando todavía tiene bastante savia en su cuerpo, cuando todavía es joven a pesar de los años, cuando se encuentra en plena salud y vigor, cuando todavía puede ser ariete y bomba y metralla para demoler las trincheras del enemigo.
Este periódico, que no hace mucho aún marchaba en medio del aplauso de todos los corazones buenos, está para morir, ¡está para morir ahogado en un mar de indiferencia y de hielo, como una florecilla arrojada por el viento contra las nieves del polo!
¿La causa de su agonía?: ¡La falta de dinero!
¿Quién vendrá a rescatar de la muerte esta vida fecunda? ¿Cuál será la mano que se abra generosa para venir en su auxilio? ¿Será la mano sedosa del burgués? ¿O será acaso, la del fraile? ¿Será la del representante de la autoridad? No, porque éstos son los enemigos de regeneración, y éstos desean su muerte.
¿Cuál será entonces la mano robusta que detenga el cuerpo al borde de la tumba?
Todas las excitativas que hacemos para que se ayude a Regeneración han resultado hasta aquí ser solamente palabras dichas en el desierto. Pues, bien, resultará lo que nos temíamos: que Regeneración moriría mejor por la indiferencia, la apatía y el egoísmo de los pobres que por la persecución de la tiranía burguesa.
La muerte de regeneración sería una vergüenza para el proletariado, una vergüenza más unida a la ya grande y amarga vergüenza de ser esclavo en este siglo en que luce esplendente esta verdad: todo ser humano tiene derecho a vivir, y ésta otra: nadie tiene derecho a mandar o explotar a otro.
Trabajadores: a cumplir con vuestro deber sosteniendo dignamente, sin tacañerías ni egoísmos, al periódico que os defiende y os educa. Si no lo hacéis, merecéis vuestras cadenas.
Ricardo Flores Magón
Ahora es La República,1 otro de los papasales que se editan de este lado de la línea con dinero que envía Venustiano Carranza, quien me da material para estas Notas. Se trata de un discursejo que en el pueblo de Los Aldamas, Estado de Nuevo León, pronunció el conocidísimo Antonio I. Villarreal al tomar posesión del gobierno del estado. No dice la crónica si Villarreal estuvo rodeado esa vez de los magníficos ejemplares de la célebre brigada reclutada en el barrio de San Juan de Dios, Guadalajara, ni si los famosos “41” fueron los que dieron la guardia de “honor” en tal ocasión, pero es de suponerse que desde el barbero de Lampazos abajo, toda esa interesante tropa celebró el día de gloria de su digno jefe.
Villarreal, “enfermo y pálido de tanto amar” barberos, sube a la tribuna, obsequia con una sonrisita a su “brigada” —pues hay que saber que además de Gobernador es General Brigadier—; asegura en la solapa un clavel que le ha regalado uno “del arma”, y dice con voz estropajosa: “Los jefes revolucionarios deben preocuparse no sólo por el triunfo de las armas, sino que después, dentro de la paz, deben luchar por la plena conquista de los derechos naturales que están primero que los derechos políticos”.
La señorita Villarreal dice bien: “de los derechos naturales que están primero que los derechos políticos”, y yo añadiría: porque los derechos políticos no son otra cosa que el resultado de los derechos naturales, son el efecto natural, lógico, de la posesión de los derechos naturales. Y si Villarreal reconoce esta verdad, ¿por qué deja para “después del triunfo” la lucha por los derechos naturales? Perdóneme la interesante señorita, pero la verdad es que yo no veo sinceridad en sus palabras. El derecho natural es lo que se llama el derecho a la vida, esto es, el derecho que tiene, por el sólo hecho de venir a la vida, de comer, vestirse, educarse y tener un albergue, y si este derecho está primero que el derecho político, ¿por qué derramar sangre para conquistar derechos políticos? ¿Por qué no mejor, más lógicos y sinceros, derramar sangre para conquistar el primero de todos los derechos, el derecho de vida? Nada, que la señorita es una embaucadora.
Como nadie aplaudiera, con excepción de uno que otro de la “brigada”, Toñita2 hace un mohín, la mar de gracioso, mueve cadenciosamente las caderas, da una patadita y abriendo las mandíbulas hace que el chicle truene como un beso y dice con voz tan dulce como una melcocha: “Hay que conquistar para los habitantes de México el derecho a la vida y esto se conseguirá ‘después del triunfo’ de las armas constitucionalistas, resolviendo entonces con sabiduría y honradez los problemas económicos”.
Ya lo sabéis, trabajadores, cuando los jefes constitucionalistas estén en el Poder, “dentro de la paz”, según propia confesión de la estimable señorita, se resolverá con sabiduría y honradez el derecho de vivir, que no otra cosa envuelve el problema económico. Tenéis, pues, que esperar a que esos brillantes jefes, después de saborear suculentos manjares y sabrosos vinos, se acuerden de vosotros, los hambrientos, los explotados, los parias, y tendréis que esperar eternamente si desde ahora no aprovecháis la oportunidad de tener las armas en la mano, para arrebatar al rico la tierra, la máquina, el ferrocarril y el barco para poneros a trabajar por vuestra cuenta, antes de que vuestros verdugos resuelvan con “sabiduría y honradez” lo que vosotros tenéis que resolver por vosotros mismos: el problema de vuestro bienestar y vuestra libertad.
Nadie aplaude. Arriba, en el espacio, un zopilote deshonra la gloria del día paseando su fealdad en espirales amplísimas, mientras abajo el torpe ganado humano sacude inquieto los lomos castigados por el sol, y las orejas fatigadas de oír la voz desagradable del flamante Gobernador. Éste, como fino embaucador, siguió disertando sobre el derecho a vivir, no como una conquista de los pobres, sino como una dádiva de los jefes constitucionalistas otorgada cuando éstos se encuentren en las altas esferas del gobierno, y entornando los ojos como si el tibio aliento del ya famoso barbero le acariciase los oídos, dijo: “Os exhorto (a los jefecillos constitucionalistas) a que no olvidemos los compromisos contraídos por la Revolución para con el pueblo”.
Esto puede hacer creer que los jefecillos son la Revolución. No, Toñita, ni tú, ni nadie son la Revolución. La Revolución no puede ser un hombre ni un grupo de hombres ni una legión de hombres. La Revolución es un hecho, es un fenómeno social que no contrae compromisos con nadie, ni está obligada a hacer tal o cual cosa. La Revolución es el desbordamiento de las aguas que buscan espacio mayor para su volumen; es la explosión del gas comprimido en un receptáculo; es el fuego interior de la tierra que desahoga su cólera por la boca del volcán; es el rayo incendiando el bosque; es la montaña que se desploma; es el pueblo que rompe sus cadenas y oprime la garganta de sus verdugos. La Revolución es, pues, un hecho, un fenómeno y no una persona, y todo lo que no haga la Revolución dentro de su curso, durante su marcha de tempestad y de incendio, no lo hará después un hombre ni un grupo de hombres ni una legión de hombres. Esta Revolución es el resultado de siglos de miseria y tiranía, y si ella no barre, no incendia, no mata, no extermina las causas de esa miseria y de esa tiranía durante esa marcha; si quedan en pie el Gobierno, el Capital y el Clero, que son la base de la opresión y la explotación, después de ella, durante la paz, no habrá poder que rompa en mil pedazos esa base, y la Revolución, por lo mismo, no habrá sido más que un fracaso, un ruidoso fracaso si se quiere, pero un fracaso al fin.
Ricardo Flores Magón
1 Probable referencia a La República, San Antonio, Tex. (1913-¿?). Director: Rafael Martínez
2 Referencia homofóbica a Antonio I. Villareal
Hoy continúa el prólogo de la contestación que voy a dar al memorial de Rafael Romero Palacios. He aquí el escrito prometido en el número anterior de regeneración:
Los abajo firmantes protestamos contra las calumnias y difamaciones incluidas en un memorial que Rafael Romero Palacios está enviando a algunos compañeros y agrupaciones obreras, memorial que tiende a perjudicar a la Revolución mexicana, sin acordarse Palacios que su conducta dejó mucho que desear cuando se le confió la administración de regene ración, en cuyo puesto abusó de la confianza en él depositada por los compañeros de la Junta del Partido Liberal Mexicano. Tampoco se recuerda Palacios del poco respeto que tuvo para la causa que perseguimos, cuando trató de matar a regeneración apoderándose de todo lo perteneciente al periódico y negándose a hacer entrega de ello, hasta que obligó a los compañeros Teodoro M. Gaytán1 y Blas Lara a firmar un recibo, extendido forzadamente para evitar mayores daños a la causa, lo que hace que ese documento no tenga valor para nosotros.
La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano demostró tener clara inteligencia y acierto en hacer evolucionar el Partido hasta llevarlo al sublime ideal anarquista, y de no haber habido tantos miopes, despechados y traidores, la Revolución mexicana, que es social en su esencia, habría ya llegado a la cúspide del fin deseado por sus iniciadores, propagadores y encauzadores de ella, que no son otros que los expedidores del Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911. Si hubiera habido algo de desinterés y altruismo entre los llamados conscientes, y menos vanidad, amor propio y egoísmo, se habría evitado derramar mucha sangre de los abnegados compañeros que han ido a los campos de batalla mexicanos a romper las cadenas con que los tiranos martirizan al pueblo productor. Si el avance de la Revolución no se debe a los sinceros propagandistas, menos se deberá a los envidiosos obstruccionistas. Vemos que Palacios nos pondera los beneficios que hizo a la causa; pero nada nos dice de los perjuicios que haya ocasionado. ¿Qué falta nos hacía saber las chismografías de las familias para demostrar su sinceridad? Lo que hay es que Palacios quiere negar los sacrificios de la muy sufrida e infatigable Junta, aumentándole, además, el número de los disgustos y queriéndose acreditar los méritos de la misma. ¡Por poco nos quiere hacer creer que él fue el autor del Manifiesto de 23 de Septiembre, o sea el alma de la Revolución Libertaria! Pero lo que vemos solamente es que Palacios hizo todo el daño que pudo al movimiento mexicano desde que salió de editor, sin importarle un bledo la Revolución. Nos parece que Palacios demuestra muy poco criterio o mucha mala fe al negar que Madero ofreciera a la Junta por conducto de Jesús Flores Magón2 y Juan Sarabia,3 altos puestos en el gobierno de la nación si deponían su actitud, pues nos parece que para ofrecerles cosa tan baladí como él supone, hubiera sido bastante con que les hubiera ido a visitar el cónsul mexicano en esta ciudad, sin necesidad de mandar dos emisarios. Dice Palacios que los miembros de la Junta son inofensivos, pero si eso fuera así, ¿para qué tanto empeño en procesarlos y encarcelarlos? ¿Son las diatribas de un Palacios que se merecen los miembros de la Junta por sus constantes peligros, sufrimientos y miseria?
Creemos que nadie podrá negar que regeneración ha sido y es el periódico mejor escrito para la educación del laborioso pueblo, y por lo mismo, el más odiado por los tiranos, quienes siempre han procurado su destrucción. ¿Debemos desear lo mismo los tiranizados?
En cuanto al compañero Owen, fue sorprendido por el jesuitismo de Palacios; pero comprendió su error y volvió a ocupar su puesto como hombre honrado que es.
En fin, lo que vemos en este asunto, es que Palacios quiere que muera Regeneración, haciendo causa común con los verdugos del Pueblo.
Los Angeles, Cal., Febrero 25 de 1914.
Franco L. Saturas, Rómulo Hernández,4 Pedro Sánchez, Bonifacio Elizondo,5 Pedro C. Paulet, Adelaido Grajeda, Antonio Ramírez,6 Juan Urenda, Pedro Romero, Fernando Mares, Crescencio Flecha, Natividad Reed, Pablo García,7 Luis Rojas,8 Pedro Alcalá, J.U. Rodríguez,9 Salvador Velasco, Gregorio Botello, David R. Villa, Faustino Murillo, M. P. Ávalos, N. Massaro, Agustín Medrano, V.I. Santillán, Victorio Hernández, L. Baker, N. Rebolledo, J. Marrufo, S. Valdés, Rosario Cermeño, Francisco Sapién,10 Antonio Monreal,11 Ramón Echegaray, J.M. Chacón,12 J.M. García, E. Dinthani, Jesús Escobar, A. Lucero, R. Vázquez,13 José Martínez,14 Concepción Flores, José Flores.15 El memorial de Palacios comienza con llamamiento al proletariado del mundo entero, haciéndose pasar el mismo como trabajador, como perteneciente a la clase explotada, cuando en realidad él, Palacios, no puede ser considerado como explotado, sino como explotador, y explotador de la más baja estofa. He aquí una carta del compañero Tomás Farrell Cordero a Palacios, en la que le recuerda sus chanchullos cuando trabajaba en la fábrica de tabacos La Natividad en San Francisco, Calf., por los años de 1906, 1907 y 1908. Dice así la carta:
Para R.R. Palacios—recordarás que en este tiempo (los años citados) trabajabas en esta casa “La Natividad” y que, además del trabajo de los puros tenías un alambique para fabricar licor, a más de una fondita y casa de juego. Recordarás que obligabas a golpes y palabrotas a tu pobre esposa a que regenteara la fonda y la cantina. En la fábrica la pasabas por obrerón, echando pestes contra los burgueses explotadores, contra los verdugos del pueblo. Nos declamabas que el mayor crimen era el explotar al trabajador, y en tu casa tenías todo lo que se llama un “casino”. Allí se jugaba pocker, de la cual tú cobrabas los “pares” o “sica”. Echabas “monte” con más habilidad que Birján, en compañía de otros individuos de tu calaña, listos para “manejar la cera”, “20 y 20”, “el arpón” y demás lindezas de los fulleros, quedándote con las pocas monedas que el burgués da a los trabajadores.
Sigue diciendo Farrell Cordero:
No era mi intención decir nada de estas cosas porque creía que ya estabas regenerado y que en realidad te preocupaba la situación del trabajador; pero estoy arrepentido de no haberte denunciado ante los compañeros de la Junta cuando vi que te introdujiste entre ellos a mediados de 1911. Si te hubiera denunciado ante ellos, se habrían evitado muchos males a la causa de los trabajadores, pues no te habrían admitido en su seno. Callé creyéndote ya regenerado, y por callar hiciste la marranada de llevarte los fondos de regeneración. Ahora, para cubrir tu porquería hasta disculpas a Villarreal, Alanís,16 Salazar17 y otros de tu misma marca, echando en cambio lodo sobre gente honrada que bastantes pruebas han dado de su honradez, con hechos y no con palabras nada más, gente que sabe imponerse a los ladrones como tú que careciendo de nervio suficiente para expropiar al burgués te pones la máscara de trabajador para explotar a los trabajadores envenenándolos con licores malsanos. Recuerda que el whiskey que vendías en tu “casino” no era otra cosa que alcohol de la peor clase, al que mezclabas agua, azúcar, alumbre y jugo de tabaco. Sobre este asunto hay centenares de testigos. ¿Y qué me dices de la paliza que le diste a aquel pobre viejecito de sesenta años, Eduwiges Flores, alias El Vique, porque no te quiso pagar el precio exorbitante que le pediste por el licor que se tomó en tu taberna? Ese pobre viejecito estuvo tres semanas en cama, a consecuencia de la golpiza que le propinaste, y no pudo trabajar por mucho tiempo. Acuérdate que esa misma vez apaleaste a tu pobre esposa, porque le vendió el licor al Vique, sin cobrar por adelantado el precio del bebistrajo.
(Continuará)
Ricardo Flores Magón
1 Teodoro M. Gaitán. Residente de Phoenix, Ariz.; Tumco, Cal.; Albuquerque, N.M.; y Los Ángeles, Cal. En 1908, tras los acontecimientos de Viesca, Las Vacas y Palomas, vivió clandestinamente en Albuquerque con su esposa Carmen Castillo, Práxedis Guerrero y EFM. Los cuatro liberales se hacían pasar como la familia Morán. Gaitán y Enrique trabajan como peones de albañil. En enero de 1911 se encontraba en California, donde participó en la organización del Grupo Regeneración Práxedis Guerrero de Tumco; desde ahí envió a Regeneración un texto en tributo a la memoria de Guerrero. Participó en la toma de Tijuana, B.C., el 22 de mayo de ese mismo año. Junto con Antonio de P. Araujo, formó la comisión de gobierno designada por la JOPLM para tratar las cuestiones civiles en esa plaza. En diciembre, realizó una gira por la franja minera de Arizona, haciendo los preparativos para una incursión armada en Sonora. Sus movimientos fueron seguidos de cerca por los agentes del gobierno mexicano, como Julio Mancillas, infiltrado en el Grupo Liberal de Phoenix. A partir de 1912 se integró a la redacción de Regeneración. Mientras R y EFM, LR y ALF estuvieron presos en McNeil Island, y tras la salida de Rafael Romero Palacios entre junio de 1912 y junio de 1914 se encargó de la administración del semanario. En marzo de 1913, Juan F. Moncaleano, Pilar A. Robledo, Pedro Soto Ramírez y Rómulo S. Carmona intentaron arrebatar la administración del semanario a Blas Lara y Teodoro M. Gaitán, quienes recibieron el apoyo de los presos de McNeil. En noviembre de 1913, Gaitán publicó una protesta por el silencio que sobre la Revolución mexicana sostenía la prensa ácrata de distintos países: “Hemos venido observando desde hace tiempo que tanto los anarquistas como parte de la prensa ácrata, han guardado el silencio más sepulcral acerca de la Revolución mexicana (…) ¿Por qué ese silencio? ¿Por qué esa acción? Es muy fácil comprenderlo. Porque, el movimiento que actualmente está en toda su fuerza en desarrollo en México fue comenzado por mexicanos”. Gaitán fue tesorero del “Rangel-Cline Defense Found”. Autor de The Mexican Revolution 1906-1914, un folleto de 32 páginas que distribuía el PLM. Organizó la publicación de la declaración de Paul Smith, acerca de los falsos testimonios orquestados por la fiscalía en contra de los miembros de la JOPLM. Se separó de la redacción de Regeneración en junio de 1914 para “atender su quebrantada salud” y viajó a Phoenix. Tan sólo un mes después, Gaitán fue detenido, acusado de participar en los preparativos de una insurrección en Phoenix. Salió libre en noviembre del mismo año. Mantuvo contacto con la JOPLM hasta 1918
2 Jesús Flores Magón (1872-1930). Abogado, periodista y político oaxaqueño Participó en las movilizaciones estudiantiles contra la reelección de Porfirio Díaz en 1892. Director de Regeneración durante su primera época (México, D.F., 1900-1901). Encarcelado en 1901 junto con RFM, tomó distancia de la lucha política contra el régimen. Se sumó al maderismo en 1911 y, junto con Juan Sarabia, se le comisionó para convencer a la dirigencia del PLM de que depusiera su hostilidad hacia el nuevo gobierno. Durante el interinato de Francisco León de la Barra se desempeñó como subsecretario de Justicia. Al iniciarse la administración de Madero ocupó brevemente las carteras de Gobernación y Fomento. Distanciado del maderismo, se afilió al Partido Nacional Felicista. En 1913, se enemistó con el régimen de Huerta, por lo que hubo de exiliarse en Cuba. Volvió a México en la década de 1920
3 Juan Sarabia Díaz (1881-1920). Minero, poeta y periodista, originario de San Luis Potosí. Editó El Demócrata (1889-1902). Secretario del Club Ponciano Arriagaen 1901. Participó en el Primer Congreso Liberal. Con Camilo Arriaga publicó el semanario Renacimiento. Aprehendido junto con Arriaga y LR, por sedición y ultrajes a funcionarios públicos, fundó con ellos El Demófilo en la cárcel. Libre en septiembre de 1902, emigró a la ciudad de México, donde colaboró en El Hijo del Ahuizote y reinstaló, con Arriaga, Rivera y otros, el Club Ponciano Arriaga. Fue arrestado de nuevo en abril 16 de 1903, junto con Manuel Sarabia, Alfonso Cravioto, Santiago R. de la Vega, R y EFM por la campaña antirreeleccionista emprendida en Excélsior y EHA. Al salir de la cárcel de Belem emigró a los Estados Unidos junto con R y EFM y se incorporó a la redacción de Regeneración. Al establecerse la JOPLM en la ciudad de San Luis, fue nombrado vicepresidente de la misma. Redactó parte del programa del PLM de 1906. Estuvo preso por la acusación de Manuel Esperón y de la Flor de octubre a diciembre de 1905. Fue arrestado en Ciudad Juárez el 19 de octubre de 1906, mientras preparaba la toma de dicha ciudad. Procesado en Chihuahua en enero de 1907, fue sentenciado a siete años de prisión en San Juan de Ulúa. Salió de ese lugar en junio de 1911. Se publicó su defensa. Distanciado ya de la JOPLM, al lado de AIV, formó la Junta Iniciadora de la Reorganización del Partido Liberal Mexicano en la ciudad de México. En 1912, fue elegido diputado por el primer distrito de su estado natal. En octubre de 1913, al disolverse las cámaras federales por orden de Victoriano Huerta, fue encarcelado. Al salir en abril de 1914, se refugió en El Paso, Tex. Al regresar a México trabajó en la Biblioteca Nacional. En 1917 fue candidato a gobernador de su estado natal. Murió de tuberculosis en la ciudad de México
4 Rómulo Hernández. Residente de Los Ángeles, Cal. Miembro del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles. En febrero de 1916 se adhirió al Plan de los Tres Puntos
5 Bonifacio Elizondo. Miembro del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles, Cal. El 16 de febrero de 1913 participó en el mitin de protesta por la negativa del gobierno estadunidense a otorgar la libertad provisional a R y EFM, LR y ALF, presos en la isla McNeil. En marzo de 1913 firmó una protesta por la represión del gobierno cubano contra los anarquistas de la isla. Firmante del manifiesto “A los trabajadores del mundo”. En 1916 se sumó a la campaña que exige la libertad de Aniceto Pizaña
6 Antonio Ramírez. Firmó la protesta que exige la libertad de los presos de McNeil, recogida tras el mitin celebrado el 16 de febrero de 1913 en el edificio de la Casa del Obrero Internacional. En junio se enganchó, con otros mexicanos residentes de Los Ángeles, para trabajar en unos campos de Walton, Ore. Desde aquí, el grupo envió una carta a Regeneración advirtiendo que no acudieran al llamado que hace la oficina de empleos Murray y Ready, ya que la experiencia es terrible, por las pésimas condiciones de trabajo y los tratos vejatorios
7 Pablo García. Miembro del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles, Cal. Suscribió el manifiesto “A los I.W.W.” en el que se pide a los trabajadores de esta organización que no secunden la postura la Rama Latina de la Local 602, que acusa a los magonistas de ser enemigos de los wobblies en 1916
8 Luis Rojas. Miembro del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles, Cal. En marzo de 1913 firmó una protesta por la represión del gobierno cubano contra los anarquistas de la isla
9 J.U. Rodríguez. Miembro del Grupo Regeneración Los Rebeldes de Los Ángeles, Cal. (1913, partidario de la Acción Directa), y del Centro de Estudios Racionales de la misma ciudad. Suscribió el comunicado “A los anarquistas miopes”, publicado en Cultura Obrera de Nueva York (1914), defendiendo la postura de la JOPLM en torno a la Revolución en México. Mantuvo contacto con Regeneración hasta 1918
10 Francisco Sapién. Miembro del Centro de Estudios Racionales, de Los Ángeles. En 1914 se deslindó de Romero Palacios. Suscribió el manifiesto “A los Trabajadores del Mundo”, en el que se denuncia al Grupo Fraternidad de Boston, Mass., por propagar una serie de calumnias sobre la JOPLM a fines de 1915. Se adhirió al Programa de los Tres Puntos. Suscribió el manifiesto “A los I.W.W.” en el que se pide a los trabajadores de esta organización que no secunden la postura la Rama Latina de la Local 602, que acusa a los liberales de ser enemigos de los wobblies. En 1918 colaboró con la defensa de Palma
11 Antonio Monreal. Residente de Santa Paula, Los Ángeles, Cal. Hijo de Santana y Justa Monreal. Participó en los actos y protestas del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles. En 1914 sus padres, residentes de Florence, Cal., lo buscaron a través de un comunicado que se publicó en Regeneración. En 1916 suscribió el manifiesto “A los Trabajadores del Mundo”.
12 J.M. Chacón. Miembro del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles, Cal. Firmó la protesta que exige la libertad de los presos de McNeil, recogida tras el mitin celebrado el 16 de febrero de 1913 en el edificio de la Casa del Obrero Internacional
13 R. Vázquez. Miembro del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles, Cal. En 1916 suscribió los manifiestos “A los Trabajadores del Mundo” y “A los I.W.W.”, en el que se pide a los trabajadores de esta organización que no secunden la postura la Rama Latina de la Local 602, que acusa a los liberales de ser enemigos de los wobblies. En 1918 colabora con la defensa de Palma
14 José Martínez. Miembro del Grupo Regeneración Juvenil Libertario de Los Ángeles. Adherente al Programa de los Tres Puntos
15 José Flores (Los Ángeles, Cal.). Miembro del PLM desde 1911. Participó en el Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles. Firmó la protesta por el asalto a las oficinas de Regeneración y la detención de R y EFM, LR y ALF efectuadas por la policía de Los Ángeles el 14 de junio de 1911. Firmó también la protesta que exigía la libertad de los presos de McNeil, recogida tras el mitin celebrado el 16 de febrero de 1913 en el edificio de la Casa del Obrero Internacional. En marzo de 1914 se deslindó de Rafael Romero Palacios. Suscribió los manifiestos de 1916 “A los Trabajadores del Mundo” y “A los I.W.W.”. En febrero de 1918, José Flores siguió a EFM, Trinidad Villarreal, Rafael B. García y Teresa Flores Magón, quienes se separan del grupo editor de Regeneración para formar el Grupo Adelante
16 Lázaro S. Alanís (¿?-1923). Originario de Casas Grandes, Chih. Participó con el grado de coronel en la expedición armada a Las Vacas, Coah., del 26 de junio de 1908, donde resultó herido. A lo largo del siguiente año, junto con Jesús M. Rangel, hizo labor proselitista en las cercanías de San Angelo, Tex. Convocado por Práxedis G. Guerrero se trasladó a El Paso, en noviembre de 1910, y participó, junto con Prisciliano G. Silva, José Inés Salazar, Antonio Rojas, Máximo Castillo, Emilio P. Campa y, a decir de las memorias de Jesús M. Rangel, Gildardo Magaña, en las reuniones preparativas de la siguiente insurrección. Días después, Alanís, al mando de un grupo de cerca de 40 hombres entró a territorio mexicano y operó en coordinación con las fuerzas maderistas. Sin embargo, para principios de marzo las relaciones entre ambos grupos se tensaron. Junto con Luis B. García, Tomás Loza, Inés Salazar, Lucio Ortiz, Ramón Rivera, Leonides Zapata, José C. Padua, Santiago Pacheco y Félix González, “representantes de las fuerzas revolucionarias del PLM”, envió un oficio dirigido a Francisco I. Madero, manifestando que, “en vista del desprecio con que eran tratados en las filas se veían obligados a retirar su concurso si no se declaraba la legalidad del partido y en lo militar, se les consideraba en igualdad de circunstancias”. El 6 de abril fue herido y derrotado en el intento de toma de Casas Grandes junto con las tropas maderistas. Días después entró a dicha población y realizó labores de proselitismo en favor del PLM. El 13 de abril, a raíz de una disputa en torno a provisiones tomadas en esa población con la anuencia disimulada del proveedor general, Luis A. García, las relaciones de las tropas liberales con Madero se tensan aún más y llegan al rompimiento dos días más tarde cuando junto con Luis A. García, José Inés Salazar, Leonides Zapata y Tomás Loza, Alanís solicita su separación a Madero, alegando “la poca voluntad” que se ha mostrado con todos ellos. Al escrito de los líderes, Madero contestó, entre otras cosas:
El hecho de haberse puesto ustedes el distintivo rojo y habérselo puesto a sus soldados, lo considero desde luego un acto de rebelión contra mi gobierno, pues si el partido liberal o mejor dicho socialista de que ustedes forman parte, lo reconozco como un partido político militante y tanto a él como a sus miembros les respeto sus derechos, por ningún motivo puedo reconocerles el derecho de beligerancia en la actual lucha y menos a ustedes que eran oficiales de mi ejército y habían reconocido a mi gobierno
Los jefes liberales que suscribieron el escrito fueron desarmados y encarcelados por conducto de Pascual Orozco y Francisco Villa, acusados de insubordinación. Sin embargo, al ser trasladados a la cárcel municipal de Ciudad Guerrero, Alanís y Salazar se fugaron en Estación Mata Ortiz y los cuatro restantes lo hicieron pocos días después, en Ciudad Guerrero. A partir de ese momento Alanís actuará en coordinación con Salazar que para fines de mayo de 1911 contaba con un ejército de 700 hombres que operaba en la región de Casas Grandes y Galeana. Tras la renuncia de Porfirio Díaz, el antiguo liberal y ya entonces general maderista José de la Luz Blanco salió en su persecución. A pesar de que, para esos momentos, la mayoría de las tropas liberales de la región había creado un ejército independiente de otras banderías, conocido como Los Colorados, y que finalmente habría de integrarse al ejército orozquista, Alanís continuó manteniendo vínculos con la JOPLM, pues se le imputa la distribución del Manifiesto de 23 de Septiembre entre dichas tropas. Por intermedio de Abraham González y AIV, tanto Alanís como Luis García buscaron negociar su pacificación con el gobierno interino de Francisco L. de la Barra, y se les envió a la Capital del país, donde fueron retenidos. De regreso a Casas Grandes, Chih., Alanís administró una cantina, la que, considerada centro de conspiración, fue atacada por las fuerzas federales. Poco tiempo después se reintegró a las fuerzas orozquistas, y fue uno de los firmantes del Pacto de la Empacadora. En 1913 reconoció al gobierno de Huerta, mismo que le otorgó el grado de general. Al caer el régimen emigró a los Estados Unidos. En 1916 prestó sus servicios en las fuerzas del general Jacinto B. Treviño, con quien combatió a Francisco Villa. En 1920 se unió al Plan de Agua Prieta, ratificándosele el grado de general. Tres años después, comprometido con la rebelión delahuertista, fue fusilado por órdenes de Arnulfo Gómez
17 José Inés Salazar. Nativo de Casas Grandes, Chih. Miembro del Club Liberal Santos Degollado de Metcalf, Ariz., en diciembre de 1907. Participó en el ataque a Palomas, Chih., el 1 de julio de 1908 con el grupo de Práxedis G. Guerrero. De nuevo con él, se levantó en diciembre de 1910. Tras la muerte de Guerrero, el 29 de diciembre de ese año en Janos, Chih., Salazar se convirtió en el jefe de la partida revolucionaria. Se incorporó a la fuerzas de Francisco I. Madero el 5 de marzo de 1911, y participó en la batalla de Casas Grandes. A mediados de julio, con otros jefes de antigua filiación liberal, como Lázaro Alanís, Luis A. García, José C. Parra, Leonides Zapata y Tomás Loza, decidió romper con Madero, alegando “la poca voluntad” que se había mostrado con ellos y pidió su separación del ejército. La respuesta de Madero fue desarmarlos y encarcelarlos por conducto de Orozco y Villa. Los argumentos del presidente provisional fueron que hacían proselitismo para un partido “socialista” y que por ello merecían que se les celebrara consejo de guerra. Cuando se les trasladaba a la cárcel de Ciudad Guerrero, Alanís y Salazar escaparon en Estación Mata Ortiz. Tras lo cual, Salazar desconoció los tratados de Ciudad Juárez y con Alanís y Jesús M. Rangel atacó Ojinaga en junio de 1911 y tomó Boquilla de San Antonio y El Sabinal, Chih. A principios del año siguiente, Salazar, Alanís, Campa, Demetrio Ponce y Antonio Rojas encabezaron el grupo conocido como Los Colorados, mismo que todavía se asumía como guerrilla del PLM. En febrero de 1912, las fuerzas de Salazar se unieron a las de Pascual Orozco, y cuando la JOPLM se deslinda de éste, no sólo desconoce tal decisión, sino que proclama a Orozco jefe del ejército libertador. En marzo de 1913, Salazar reconoció la presidencia de Victoriano Huerta y defendió Chihuahua de las fuerzas villistas. Cuando intentó reclutar en sus filas a antiguos militantes del PLM de la franja fronteriza, Regeneración lo denunció, acusándolo de haberse vendido a los Terrazas, “señores feudales de Chihuahua”, por 12 mil pesos. En las páginas del órgano del PLM, Araujo escribe: “Salazar, Campa y Alanís son tan criminales como lo fue Madero, como lo es Félix Díaz, y por lo tanto, hay que combatirlos sin piedad (…) Compañeros liberales: Hacemos constar clara y terminantemente que Emilio P. Campa, Inés Salazar y Lázaro S. Alanís no tienen ningún acuerdo con esta Junta ni pueden pertenecer al PLM, por sus traiciones y su reconocimiento á las instituciones gubernamentales”. Tras la toma de Ojinaga por las fuerzas de la División del Norte, en enero de 1914, Salazar se refugió en los Estados Unidos, donde fue apresado y acusado de violación de las leyes de neutralidad. En marzo del mismo año, y mientras estaba en prisión, el gobierno de Huerta le otorgó el grado de general de división. Regresó a México en 1916 para combatir a Carranza y fue hecho prisionero en Chihuahua. En septiembre de ese año, fue liberado por Pancho Villa. Se refugió otra vez en los Estados Unidos, donde nuevamente fue aprehendido. En agosto de 1917 ingresó por última vez al país; se unió al villismo y murió asesinado en agosto en las cercanías de la hacienda de Nogales, Chihuahua.
El embrollo mexicano se complica más cada día para las fracciones burguesas que se disputan el dominio de los grandes negocios. El huertismo, el carrancismo, el vazquismo, el felicismo y tantas otras facciones burguesas se despedazan, mientras las masas trabajadoras se apoderan de la rica región Yaqui, de las praderas de Cuencamé, de las vegas de Tepic, de los campos de Guanajuato y de Michoacán, de los valles de Guerrero y del sur de Puebla. Ajenas a las ambiciones de los caudillos, las poblaciones rurales queman las haciendas, cuelgan a los dueños y a los administradores de las fincas de campo, se apoderan de los graneros y de los útiles de trabajo y se entregan a una vida libre, sin importarles si Huerta se cuenta aún entre los vivos, o si Carranza ha llegado a Chihuahua, o si las huestes de Félix Díaz mueren ametralladas en las cañadas oaxaqueñas, o si bien Vázquez Gómez ha continuado lanzando decreto sobre decreto.
Entre tanto, las facciones burguesas no pueden desenredar la madeja formada por ellas mismas en sus relaciones internacionales: Huerta está comprometido con Estados Unidos por la muerte del méxicotexano Clemente Vergara,1 mientras Carranza se estira la barba ante los gruñidos de Inglaterra por la muerte del burgués William S. Benton, y Félix Díaz denuncia al oído del Senado americano las perrerías de Francisco Villa y del propio Carranza y aún de Vázquez Gómez y Huerta. Francia, España, Italia, Alemania e Inglaterra, desde la barrera, empujan al acobardado tío Samuel a que saque la castaña del fuego interviniendo en los asuntos de México. Total: todo un lío.
Un lío para las facciones burguesas que tienen el compromiso de poner a México en las mismas condiciones en que estaba bajo la Dictadura de Porfirio Díaz. El caos para todos los aspirantes a puestos públicos; pero una era preñada de esperanzas para los pobres que se aprovechan de las riñas de sus amos, para tomar lo que les pertenece y clavar cada vez que la ocasión lo permite el puñal en el corazón de los verdugos del pueblo.
La vida de los negocios agoniza por la falta del fecundo sudor del proletariado que ahora empuña las armas para su propia liberación, cuando no puede empuñar la azada o guiar el arado para su propio beneficio. Los bancos cierran sus puertas porque el metal, o ha sido gastado en armas, o bien ha sido escondido por la burguesía, o porque no tiene uso en las regiones en que impera el intercambio de productos.
Ésta es, a grandes rasgos, la situación actual de México, situación tristísima para los que tienen algo que perder, situación hermosa para aquellos que tienen la oportunidad al fin de agarrar por el pescuezo a sus amos debilitados y arrojarlos de un puntapié a la fosa común.
El derecho de propiedad privada ha perdido su prestigio, y el principio de Autoridad vacila como un borracho al borde de una tumba esperando el golpe final, mientras la clerecía trata de contener el turbión revolucionario con castillos de naipes, o sea, anatemas, excomuniones y pinturas del infierno que hacen sonreír a las mentes que razonan.
Y en medio de esta catástrofe se alza escuálida y anémica como prostituta enferma, la Ley, blandiendo en la huesuda mano la espada mohosa y sin filo, terror ayer del humilde, escarnio hoy del rebelde.
¡Adelante! ¡Adelante! ¡A poner las manos sobre lo que la burguesía considera respetable y sagrado! ¡Adelante!
Ricardo Flores Magón
1 Clemente Vergara (¿?-1914). Ganadero méxico-texano asesinado el 15 de febrero de 1914 por tropas federales. Su cadáver fue recuperado el 8 de marzo siguiente por los rangers texanos al mando del capitán J.J. Sanders, del lado mexicano de la frontera
La primera y más importante necesidad del ser humano es vivir. Ninguna necesidad es tan imperiosa como la de vivir, pues que sin satisfacerla no puede existir lo que se llama ser humano. El ser humano tiene, por lo mismo, que emprender una lucha tenaz, vigorosa, viril, para satisfacer esa necesidad y para asegurar su satisfacción, pues poca cosa sería el tener hoy una pieza de pan si no hay la seguridad de tenerla siempre.
Vivir: esto es lo esencial, esto es lo primero. Vivir, para el hombre de nuestra época, no es solamente atiborrarse de manjares más o menos buenos, sino que es, además, contar con vestidos para abrigar su cuerpo, con casa para guarecerse de la intemperie, y con alimentación intelectual que le ilumine la inteligencia.
Vivir es, pues, una necesidad, y, como necesidad, es el fundamento de un derecho, porque derecho no es otra cosa que sanción, que aprobación de una necesidad. El derecho a la vida, o en otras palabras, el derecho de vivir, es, por lo tanto, el primero de todos los derechos, el derecho sin el cual no puede existir la especie humana, derecho que debe ser gozado en toda su plenitud, en toda su extensión, sin más obstáculo que el que oponga la naturaleza en los casos en que la inteligencia y los brazos del hombre no puedan dominarla: derecho que en ningún caso debe ser restringido, amenguado o negado por ningún hombre pues restringirlo, amenguarlo, o negarlo es tanto como atentar a la existencia de la especie humana.
El Partido Liberal Mexicano reconoce la importancia de este derecho, del derecho de vivir que tiene todo ser humano desde que se encuentra en el seno materno hasta que nace y se desarrolla, acompañándolo mientras vive con él y muriendo con él cuando deja de existir como ser viviente, y por eso el Partido Liberal Mexicano lucha sin descanso, sin tregua, sin cuartel, por conquistarlo.
El derecho de propiedad privada o individual de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transportación es el obstáculo con que tropieza el ser humano para gozar del derecho de vivir, porque, encontrándose todos esos bienes en poder de unos cuantos, la mayor parte de los seres humanos se ve forzada a alquilar sus brazos para conseguir un miserable sustento, viéndose imposibilitada de gozar en toda su plenitud, en toda su extensión, del derecho de vivir. Es por esto por lo que el Partido Liberal Mexicano lucha sin descanso, sin tregua, sin cuartel, contra el llamado derecho de propiedad individual, aconsejando la expropiación de los bienes de los usurpadores para el beneficio de todos.
El derecho de propiedad privada puede existir porque cuenta con el apoyo decidido de la institución llamada gobierno, cuya maquinaria está formada por los congresos, los jueces, los soldados, los polizontes, los carceleros y los verdugos. Sin el apoyo del gobierno, el capitalista no podría sostener su pretendido derecho de tomar, para su beneficio exclusivo, parte de lo que produce el trabajador. Así pues, mientras exista un gobierno, cualquiera que sea su forma: República, monarquía constitucional o monarquía absoluta, los seres humanos que no poseen bienes de fortuna se encontrarán siempre en un estado de dependencia económica, que es lo mismo que esclavitud, porque para vivir necesitan que el rico explote sus brazos. Por eso el Partido Liberal Mexicano lucha sin descanso, sin tregua, sin cuartel, contra la institución llamada gobierno.
El derecho de propiedad privada y la institución llamada gobierno puede existir por el apoyo que les presta la Iglesia, entendiendo por Iglesia los sacerdotes, de todas las religiones. La Iglesia por medio de sus sacerdotes detiene en el ser humano los impulsos más nobles, los sentimientos más viriles. Ella enseña que hay que portar con paciencia los mayores abusos, que hay que conformarse con la pobreza, que no hay que envidiar los bienes de otros, que hay que respetar y obedecer al gobernante y al rico, so pena de morar eternamente, después de la muerte, entre las llamas de un lugar llamado infierno, y que, de existir, sería con más justicia el lugar de residencia del burgués, del sacerdote y del representante de la autoridad. Por esta razón el Partido Liberal Mexicano lucha sin descanso, sin tregua, sin cuartel, contra el Clero de todas las religiones.
El Partido Liberal Mexicano, lógico en su modo de razonar y de obrar, lucha contra los tres enemigos de la humanidad: Capital, Autoridad, Clero, y tarde o temprano, a despecho de todos los obstruccionistas, a despecho de todos los interesados en que no cambien las actuales condiciones que les permiten llevar una vida privilegiada a costa del sufrimiento, de la esclavitud y de la ignorancia de la clase trabajadora, hará triunfar sus ideales en toda la extensión de lo que hoy se llama República Mexicana, cuando en cada jefe se haya clavado un puñal, cuando cada burgués descanse a un metro debajo de tierra y cuando el último sacerdote dé las últimas patadas suspendido de un poste telegráfico.
Ricardo Flores Magón
Hemos publicado extensas informaciones sobre la actividad de nuestros compañeros de la región del Yaqui. Hemos dicho cómo esos hombres se han apoderado de la extensa región del Estado de Sonora conocida con el nombre del Yaqui; hemos dicho que la Bandera Roja, de Tierra y Libertad, la bandera del Partido Liberal Mexicano, ondea victoriosa en los poblados de la rica comarca; hemos detallado los combates habidos entre nuestros compañeros y los llamados revolucionarios carrancistas, y, por último, hemos dado una idea de cómo esos guerreros saben trabajar sus campos conquistados a sangre y fuego, llevando colgado a la espalda el fusil libertador. Hemos dicho también, cumpliendo con la indicación del representante de esta Junta en la región, el compañero Juan F. Montero, que este digno revolucionario invita a los intelectuales Juan Grave, Enrique Malatesta y otros, a que hagan una visita a la región para que vean con sus propios ojos cómo una población de hombres y mujeres sencillos, saben practicar la expropiación y utilizar para la comunidad los bienes expropiados.
Ahora es El País, diario católico de la ciudad de México, el que confirma nuestras informaciones. He aquí lo que dice ese periódico en su edición del 19 de febrero último:
La intromisión de los indios yaquis y mayos en la revuelta del estado de Sonora, ha sido de fatales consecuencias para los revolucionarios (los carrancistas), que tienen ahora enfrente un enemigo formidable. Por noticias que se han recibido en esta capital, se sabe que los indios, que desde hace tiempo se separaron del movimiento rebelde (el movimiento carrancista) porque no se les cumplía lo ofrecido, es decir, porque no vieron cubiertos sus haberes ni entraron en posesión de terrenos, están hostilizando a los enemigos del orden (el País es huertista y llama enemigos del orden huertista a los carrancistas). Es sabido que las regiones que los indios habitan y que son las márgenes de los ríos Yaqui y Mayo, y los extensos valles entre ellos situados, son las más ricas del estado. Los indígenas, que se consideran propietarios de esos terrenos, los están ocupando actualmente y no permiten que a ellos se acerquen los revolucionarios (carrancistas), pues inmediatamente los baten. Son más de quince mil los indios yaquis y mayos que existen en Sonora y si se tiene en cuenta que son magníficos tiradores, y que permanecen siempre estoicos ante el peligro, se comprenderá que se trata de un enemigo terrible, que no podrá ser combatido fácilmente por los revolucionarios (carrancistas).
Que el movimiento revolucionario es esencialmente económico, y ése es el resultado del deseo de las masas proletarias de apoderarse de la tierra como base firme de su libertad económica, lo prueban los esfuerzos mismos de los distintos gobernantes y de los aspirantes a gobernantes desde las postrimerías del reinado de Porfirio Díaz hasta el presente, por calmar con diversos paliativos la gran aspiración popular que en muchas partes de la República, como en el Yaqui, se ha materializado en hechos sin precedente en la Historia.
Victoriano Huerta, el pobre general de zarzuela, quiere también “resolver el problema agrario”, y al efecto ha creado un nuevo ministerio, el de Agricultura, poniendo al frente del mismo a Eduardo Tamariz,1 quien desde luego se ha puesto a estudiar el asunto, estudio que ningún resultado dará porque, como era de esperarse de un gobierno, no ataca el derecho de propiedad individual, base de la esclavitud económica, política y social. Tamariz declara solemnemente que “no lesionará derechos adquiridos”, sino que quiere la transformación del trabajador en mediero, sistema bastante desprestigiado en México por los abusos de los terratenientes para con los medieros, y, según El País de 27 del pasado febrero, el proyecto de Tamariz, (palabras textuales) “es el único que nos parece más fácil de realizarse, y, que, además, sirve como calmante a cierto grupo revolucionario que pide tierras o que se levanta en armas so pretexto de que las necesita”.
Naturalmente que no es el tiempo propicio para los paliativos, y que los esfuerzos de Victoriano Huerta para contener el empuje revolucionario por medio de ellos son completamente infructuosos.
La Revolución ha llegado a un estado en que solamente podría calmarse con la total entrega de la tierra a los trabajadores sin condición de ninguna clase. Nuestro deber es trabajar para que no retroceda de ese punto, sino mejor, que vaya más adelante en sus aspiraciones. ¡Adelante!
Ricardo Flores Magón
1 Eduardo Tamariz y Sánchez (1882-1957). Abogado y político poblano. Entre 1911 y 1912 se desempeñó como diputado en la XXVI Legislatura, en representación de su estado natal. Fue subsecretario de Educación Pública y ministro de Agricultura durante el gobierno de Victoriano Huerta. En 1914 se exilió en los Estados Unidos, de donde retornó en 1920. Presidió varias instituciones de beneficencia y fue miembro del consejo de la Cruz Roja Mexicana
Después de hacer el compañero Farell Cordero otros cargos a Palacios, cargos que son semejantes a otros que haré yo mismo en el curso de esta interesante historia, termina diciéndole que se acuerde del robo de camas que cometió y otras marrullerías por el estilo en que los perjudicados no eran burgueses, sino proletarios, desheredados, miembros de la clase trabajadora a la que Palacios dice pertenecer. Ahora, veamos lo que dice otro testigo de las porquerías de Rafael Romero Palacios. El testigo 1o. es el compañero Hilario Robles,1 obrero, residente en San Francisco, Calf., y muy conocido por sus altos ideales en los centros revolucionarios de Los Ángeles, San Francisco y en la costa occidental de México.
Rafael Romero Palacios era miembro de la Unión de Tabaqueros y, como miembro, solicitó de la Unión un préstamo de dinero, dinero que le fue suministrado de los fondos de la Unión. Nunca pagó Palacios ese dinero, y a eso se debe que no haya podido volver a ingresar a la Unión. Ese dinero era el producto de las cuotas que los obreros dan para el sostenimiento de la Unión; ese dinero es, por lo mismo, el producto del trabajo de los trabajadores tabaqueros; dinero que consiguen esos hermanos de explotación por medio de un trabajo malsano que mina su salud y los hace víctimas de la tuberculosis, enfermedad que arroja a la tumba a millares de tabaqueros; pues bien, ese dinero tan duramente ganado; ese dinero que fue puesto en poder de la Unión por los abnegados obreros, acortando la ración de comida a sus familias, arrebatando de las boquitas de los niños el mendrugo, para cumplir con sus deberes para con la Unión de los de su clase, fue robado por Palacios por el hipócrita vampiro que lo consumió atiborrándose de suculentos manjares, mientras que en más de un hogar obrero se carecía de un pedazo de pan duro.
Dice Hilario Robles en la parte relativa de una carta que tengo a la vista: “es verdad que él (Palacios) pidió un dinero (a la Unión) y el cual no lo pagó, y por eso él no pudo entrar de nuevo a la Unión; esos préstamos son privados que la Unión hace a los miembros, pero ya te digo, él no lo pagó; de eso estoy muy seguro”.
Sigue diciendo el compañero Hilario en su carta:
Cuando yo vine a ésta (San Francisco) encontré que Antonio Velarde,2 hoy muerto, no le hablaba (a Palacios) debido a que Palacios estaba haciendo negocio explotando a los trabajadores, pues compraba un galón de whiskey en peso y medio, le revolvía agua y otras cosas y le sacaba, cuando menos, siete pesos. Ya borrachos y dormidos los pobres trabajadores, les sacaba de los bolsillos los sobres en que recibían sus pagos en la fábrica. Todo esto yo lo vi con mis propios ojos, y por esto nunca creí que él fuera libertario.
Antonio Velarde fue un excelente compañero anarquista que murió en esta ciudad el año 1911, víctima de la tuberculosis que contrajo como obrero tabaquero. Velarde fue uno de los hombres rectos que hacen honor a una causa. Luchó educando a la clase trabajadora, y murió fiel a sus principios anarquistas como mueren todos los buenos: en la miseria y enseñando a sus hermanos de clase el camino de su emancipación. El movimiento revolucionario perdió en Velarde a uno de sus más sinceros y abnegados luchadores.
Por estos datos se ve que a Palacios lo domina la pasión del dinero; se ve igualmente que, para obtener el codiciado dinero no repara en medios, y que, como muy bien dice el estimado camarada Tomás Farrell Cordero, falto de valor para expropiar del burgués, desvalija a nuestros hermanos de clase, a los trabajadores. Palacios es, por lo mismo, un explotador y no un explotado como el pretende aparecer; es un bribón que deja sin pan a las familias proletarias robando a los trabajadores, cuando están borrachos, los sobres en que reciben el dinero tan duramente ganado.
¿Qué de extraño tiene, pues, que Palacios se haya robado el dinero de regeneración? Voy a probar con número y con hechos que Palacios abusó de la confianza que en él depositamos, y que, al arrojarlo de las oficinas del periódico no hicimos otra cosa que detener un abuso, que impedir que se siguiera cometiendo el crimen de gastar el dinero de los trabajadores en cosas muy distintas de la lucha. El pueblo trabajador, por el solo hecho de aceptar regeneración y de ayudar a su sostenimiento, había depositado en nosotros su confianza; al ingresar nosotros al presidio teníamos el compromiso de dejar el periódico en manos puras, y al comprobar después que el manejo de los fondos no era hecho con honradez, habría sido criminal de nuestra parte el sostener a un bribón en un puesto que no se merecía y del cual se aprovechaba para su provecho personal y el provecho de su consorte Francisca J. Mendoza, quien le ayudó en sus robos.
Pero antes de demostrar a Palacios con números y con hechos que robó en compañía de la Mendoza los fondos de regeneración, bueno es explicar la maña que el par de tortolitos se dio para arrancar de los compañeros Blas Lara y Teodoro M. Gaitán un recibo, en que dichos compañeros dicen haber recibido los objetos pertenecientes a regeneración, así como las cuentas del Gran Capitán hechas por Palacios.
Para conseguir ese recibo y que se le dejase publicar el número 113 de regeneración, Palacios amenazó con denunciar a las autoridades el paradero de nuestro abnegado compañero Antonio de P. Araujo. Palacios, además, amenazó con denunciar a las autoridades los conflictos revolucionarios de la Junta que, por su naturaleza, son contrarios a la ley, actos que a él le constan por haber sido favorecido en mala hora con la confianza de la Junta, creyéndolo un buen anarquista.
Ante tal amenaza, Blas y Teodoro, tratando de evitar que fuera descubierto el paradero de Araujo y nuevas persecuciones para los que estábamos en el presidio, persecuciones que trastornan la agitación revolucionaria y entorpecen la marcha del movimiento, pues resta a éste nuestra participación directa; Blas y Teodoro, como digo, con el fin de evitar trastornos con las delaciones de Palacios y de la Mendoza, consintieron en firmar el recibo y en que publicaran los traidores el número 113 de regeneración.
La precaución de nuestros dignísimos, honrados y abnegados compañeros Blas y Teodoro no dio resultado, sin embargo, por la deslealtad de Palacios quien ya había tenido conferencias con el Cónsul mexicano en Los Ángeles, denunciando los actos de la Junta contrarios a la ley burguesa, como lo aseguran testigos de haber visto a Palacios y al Cónsul mexicano hablando misteriosamente en las oficinas del Consulado. Durante esas entrevistas, Palacios entregaba al Cónsul gruesos paquetes conteniendo documentación de importancia del Partido Liberal Mexicano, y, lo que nuestros informantes observaron en Los Ángeles, lo confirma y ratifica el Cónsul mexicano en San Antonio, Texas, como puede verse por una carta que León Cárdenas Martínez3 escribió a Teodoro M. Gaitán el 12 de enero de 1913, carta que tengo a la vista en estos momentos. En dicha carta dice Cárdenas Martínez que su esposa tuvo que ir a San Antonio, Texas, a ver al Cónsul mexicano para exponerle el caso del jovencito León Cárdenas Martínez hijo,4 que como se sabe fue condenado a muerte hace algunos años. Dice en la parte relativa la carta de Cárdenas Martínez:
Apersonada mi esposa con el Cónsul la recibió con un sinnúmero de altanerías e insultos; resultando que, después de negativas (de hacer algo en favor del jovencito León) y groserías, le increpó la oposición que yo hago al gobierno llegando su estupidez al grado de decirle, que ese consulado guarda en su poder cierta documentación que Rafael romero PalAaios había facilitado al Cónsul de Los Ángeles, documentación que aprovecharía en tiempo oportuno. Por supuesto que para que tal declaración surgiera fue después de lanzar anatemas contra los compañeros presos, y otras sandeces por el estilo.
Se ve por todo esto que Palacios no solamente es ladrón del dinero de los trabajadores, sino un delator, un denunciante, un polizonte que no ha de servir a sus amos los gobernantes por puro amor, sino que ha de sacar como producto de su traición, algunas migajas que de lástima le tiren, porque individuos de la ralea de Palacios son capaces de vender en tres cuartillas a la madre que los parió.
(Continuará)
Ricardo Flores Magón
1 Hilario Robles. Originario de Tepic, Nay. Tabacalero (Los Ángeles; San Francisco, Cal.). Promovió la solidaridad con el PLM en la fábrica angelina San Elmo Cigar Co. Miembro de la Unión de Tabacaleros. Tras la muerte de su esposa, Manuela Velarde, por el maltrato recibido en el hospital de Sunset Boulevard, emigró a San Francisco, donde fue socio fundador del Grupo Regeneración Igualitarios. En 1913, distribuyó el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911 en su natal Nayarit. Denunció las prácticas deshonestas de Rafael Romero Palacios. Mantuvo vínculos con el PLM desde febrero de 1911 hasta marzo de 1918. A partir de septiembre de 1916, cuando el semanario perdió sus derechos postales, ayudó a su distribución clandestina
2 Refiérese a Antonio B. Velarde (1874-1911). Residente de El Paso, Tex., y Los Ángeles, Cal. Obrero tabacalero y sindicalista. Miembro del PLM; de la Internacional de Tabacaleros, de la que fue presidente y/o secretario; de las secciones de El Paso y Los Ángeles, y de la Orden de los Leñadores de América. Miembro de la Sociedad Mutualista Mexicana La Protectora de El Paso. Trabajó en San Elmo Cigar Co. de Los Ángeles. “Trabajador incansable de la Idea”, a decir de Ricardo Flores Magón
3 León Cárdenas Martínez. Periodista. Masón. Editor de Evolución Social, Toyah, Tex. Aparece en las listas de suscriptores desde 1906 viviendo en Mapimí, Dgo. Miembro del PLM, partidario y cercano a las posiciones de Práxedis G. Guerrero. Se le imputó la versión anarcocomunista del Plan de San Diego fechado el 20 de febrero de 1915. Envió una copia del mismo al semanario anarquista español Solidaridad Obrera. Aparece como delegado especial de la JOPLM junto con Salvador Medrano
4 León Cárdenas Martínez Jr. (ca. 1895-1914). Hijo del simpatizante del PLM León Cárdenas Martínez. En 1911 fue inculpado del asesinato de la norteamericana Emma Brown; luego de un juicio lleno de irregularidades y bajo la constante amenaza de linchamiento, se le condenó a muerte. El jurado desechó las pruebas de su inocencia y en su defensa se alegó que el acusado era menor de edad para evitar la pena capital. Durante el proceso se le apodó el Niño Mártir. Finalmente fue ejecutado en 1914. RFM se ocupó ampliamente del caso desde 1911, y en las páginas de Regeneración se apoyó la campaña en apoyo del Niño Mártir
Los borricos del ramajo latino andan catequizando trabajadores mexicanos para que, unidos a centenares de miles de hombres sin trabajo, emprendan una peregrinación a Washington, donde de rodillas pedirán a Wilson que les dé trabajo.
Los trabajadores mexicanos no son de los farsantes que andan en mojigangas de esa clase; los trabajadores mexicanos son hombres de vergüenza que no saben pedir. Ellos, los trabajadores mexicanos, cuando se ven apretados por el hambre, tienen el valor suficiente de empuñar un fusil y abocarlo a sus verdugos. Ellos, los trabajadores mexicanos, no piden de rodillas: toman como hombres lo que necesitan.
Los trabajadores mexicanos se ríen de esos badulaques que quieren hacerlos tomar parte en manifestaciones degradantes, como esas de los desocupados a las cuales los invitan los burros del yerbajo latino.
No, amigotes; id vosotros a que os apaleen los esbirros y os ametrallen los soldaditos de cartón mientras estáis con los brazos cruzados implorando la misericordia de Woodrow Wilson; los trabajadores mexicanos no son farsantes, son hombres, y cuando quieren reclamar un derecho lo hacen con el fusil en la mano, vendiendo caras sus vidas.
Trabajadores mexicanos: cuando os hable algún bicho del ramajo, escupidle el rostro.
Ricardo Flores Magón
Querer jefes y querer al mismo tiempo ser libres es querer un imposible. Hay que escoger de una vez una de dos cosas: o ser libres, enteramente libres, negando toda autoridad, o ser esclavos perpetuando el mando del hombre sobre el hombre.
El jefe o gobierno son necesarios solamente bajo un sistema de desigualdad económica. Si yo tengo más que Pedro, temo, naturalmente, que Pedro me agarre por el cuello y me quite lo que él necesite. En este caso necesito que un gobernante o jefe me proteja contra los posibles ataques de Pedro; pero si Pedro y yo somos iguales económicamente; si los dos tenemos la misma oportunidad de aprovechar las riquezas naturales, tales como la tierra, el agua, los bosques, las minas y demás, así como la riqueza creada por la mano del hombre, como la maquinaria, las casas, los ferrocarriles y los mil y un objetos manufacturados, la razón dice que sería imposible que Pedro y yo nos agarrásemos por los cabellos para disputarnos cosas que a ambos nos aprovechan por igual, y en este caso no hay necesidad de tener un jefe.
Hablar de jefe entre iguales es un contrasentido, a no ser que se trate de iguales en servidumbre, de hermanos de cadenas, como somos actualmente los trabajadores.
Muchos son los que dicen que es imposible vivir sin jefe o gobierno; si son burgueses los que tal cosa dicen, les concedo razón, porque temen que los pobres se les echen al cuello y les arrebaten la riqueza que amasaron haciendo sudar al trabajador; pero ¿para qué necesitan los pobres al jefe o gobierno?
En México hemos tenido y tenemos centenares de pruebas de que la humanidad no necesita de jefe o gobierno sino en los casos en que hay desigualdad económica.
En los poblados o comunidades rurales, los habitantes no han sentido la necesidad de tener un gobierno. Las tierras, los bosques, las aguas y los pastos han sido, hasta fecha reciente, la propiedad común de los habitantes de la comarca. Cuando se hablaba de gobierno a esos sencillos habitantes, se echaban a temblar porque gobierno, para ellos, era lo mismo que verdugo; significaba lo mismo que tiranía. Vivían felices en su libertad, sin saber en muchos casos ni siquiera el nombre del Presidente de la República, y solamente sabían que existía un gobierno cuando los jefes militares pasaban por la comarca en busca de varones que convertir en soldados, o cuando el recaudador de rentas del gobierno hacía sus visitas para cobrar los impuestos. El gobierno era pues, para una gran parte de la población mexicana, el tirano que arrancaba de sus hogares a los hombres laboriosos para convertirlos en soldados, o el explotador brutal que iba a arrebatarles el tributo en nombre del fisco.
¿Podían sentir esas poblaciones la necesidad de tener un gobierno? Para nada lo necesitaban, y así pudieron vivir cientos de años, hasta que les fueron arrebatadas las riquezas naturales para provecho de los hacendados colindantes. No se comían unos a los otros, como temen que ocurra los que solamente han conocido el sistema capitalista en que cada ser humano tiene que competir con los demás para llevarse a la boca un pedazo de pan; no tiranizaban los fuertes a los débiles, como ocurre bajo la civilización capitalista, en que los más bribones, los más codiciosos y los más listos tienen dominados a los honrados y los buenos. Todos eran hermanos en esas comunidades; todos se ayudaban, y sintiéndose todos iguales, como lo eran realmente, no necesitaban que autoridad alguna velase por los intereses de los que tenían, temiendo posibles asaltos de los que no tenían.
En estos momentos ¿para qué necesitan gobierno las comunidades libres del Yaqui, de Durango, del sur de México y de tantas otras regiones en que los habitantes han tomado posesión de la tierra? Desde el momento en que se consideran iguales, con el mismo derecho a la madre Tierra, no necesitan un jefe que proteja privilegios en contra de los que no tienen privilegios, pues todos son privilegiados.
Desengañémonos, proletarios: el gobierno solamente debe existir cuando hay desigualdad económica. Adoptad, pues, todos, como guía moral, el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911.
Ricardo Flores Magón
1 Una traducción al inglés, con el título “Freedom or Slavery; Our is the Choice”, fue publicada en la sección de inglés del número 188, del 9 de mayo de 1914
Para cada Aquiles, su Homero. Un par de bueyes del ganado carrancista, Carlos M. Samper1 y José Ugarte,2 levantan los respectivos testuces y con toda la fuerza de sus pulmones hacen ¡muuu!, en defensa de Carranza, Villa y hasta de Villarreal, el célebre Brigadier de los “41”. Dice el par de bueyes que forjamos burdas y malintencionadas especies contra esos eminentes ciudadanos.
De manera que para ese par de bueyes no es cierto que Carranza haya pactado con Wilson poner el país en las mismas condiciones en que estuvo bajo la bota de Porfirio Díaz, como tampoco es cierto que Villa es un bandido vulgar y que Villarreal no es un degenerado que tuvo por amante a un barbero en Lampazos.
Esos bueyes, al corral.
Y ya que de bueyes se trata, hablaré de otros animales. Estos son mulos que relinchan y hacen santiaguitos como si caminaran por un pedregal. Me refiero a los “cuatro gatos” que forman el ramajo o yerbajo latino de la Unión iww de esta ciudad.3 Estos bichos, al contrario de la actitud amistosa que para regeneración mantienen las locales de esa Unión en general, se han distinguido siempre por su pobre labor de bilis y de envidia por la favorable acogida que los trabajadores mexicanos dan a los trabajos del Partido Liberal Mexicano.
Dicen esos pobres diablos que nosotros somos explotadores. ¡Alto ahí, señores burros! Ninguno de nosotros gana los espléndidos sueldos que se hacen pagar los secretarios de la Unión y sus propagandistas, quienes ganan no menos de noventa dólares al mes, y esos sueldos, señores asnos, son el producto de las cuotas de los trabajadores. No por esto se crea que llamamos explotadores a los funcionarios de las locales iww; pero sí queremos hacer constar que nosotros trabajamos día y noche no sólo para regeneración, pues que, además, tenemos que desempeñar las difíciles, complicadas, y sobre todo peligrosas labores del Partido Liberal Mexicano, y por todo ese trabajo y todo ese peligro, no ganamos sueldo alguno, pues no puede llamarse sueldo el sacar cada semana lo estrictamente necesario para no caerse muerto de hambre, sin exigir a nadie que nos pague sueldos de a noventa pesos al mes.
Nada, pobres asnos, que lo que hacéis es desprestigiar una Unión que no crece en Los Ángeles, porque los que la regentean son unos pobres idiotas que siembran la división y la discordia entre el proletariado, en vez de procurar su Unión, y mientras estéis vosotros al frente de los trabajos del ramajo, no prosperará, como no ha prosperado en siete u ocho años que lleva de fundado. El pueblo trabajador os ve con desconfianza, y tiene razón, porque queréis desprestigiar los trabajos del Partido Liberal Mexicano que gozan de generales simpatías.
Y ahora, hasta la otra.
Cuando pasó Venustiano Carranza por Agua Prieta, Sonora, en su marcha hacia Chihuahua, algunos proletarios le pidieron que hiciera un repartito de tierras, a lo que el insigne barbón replicó: “tan pronto como esté yo en el Poder, les daré tierras”.
Cuando Venustiano esté en el Poder dirá lo mismo que dijo el pobre Madero: “Mi Gobierno no puede cumplir las promesas que se os hicieron sobre repartos de tierras”.
Nada, proletarios; cosas son esas que vosotros mismos tenéis que arreglar. Dad de puñaladas a Carranza y a todos los jefecillos y oficialetes carrancistas y tomad posesión de la tierra apetecida. Si no lo hacéis hoy, aprovechándoos de la debilidad del principio de Autoridad, después será imposible.
El porvenir del carrancismo se está poniendo color de hormiga, porque los huertistas están filtrándose por la frontera de los Estados Unidos y agrupándose en guerrillas. Una de estas guerrillas se ha apoderado de Casas Grandes, Estado de Chihuahua, mientras otras se han tendido a lo largo del trayecto que tiene que recorrer Carranza en su viaje a Chihuahua, para ver si lo pescan por las barbas.
Aparte de esto, los huertistas de Torreón han tomado la ofensiva y se dirigen por la vía del Central sobre Chihuahua, mientras nuestros compañeros con los hermanos Treviño hacen la guerra por igual a huertistas y carrancistas.
Un papasal huertista de Laredo, Texas, se espanta del “radicalismo” de los carrancistas que, en distintas regiones y para apaciguar al pueblo, han repartido terrenos a los proletarios, y trata de confundirlos con los nuestros.
Nada de enredar la pita, amigos huertistas. Los nuestros no dan tierritas para que los trabajadores las paguen al gobierno a plazos; los nuestros entregan la tierra a los habitantes de las regiones por donde operan, sin esperar pago de ninguna clase, pues consideran que la tierra es propiedad de todos los seres humanos, y por lo mismo, el que la trabaja no tiene la obligación de pagar el precio de una cosa que le pertenece.
No hay que enredar la pita tratando de confundir a los nuestros con los carrancistas.
Ricardo Flores Magón
1 Carlos M. Samper. Escritor y político. Editor de El Progreso (1913-1915). Asistió a la Soberana Convención de Aguascalientes en 1915 como representante del constitucionalismo. Formó parte de la mesa directiva de la Convención durante julio de 1915 como 2do. secretario. Autor, junto con Rafael Martínez y José P. Lomelín, de La Revolución y sus hombres (1912)
2 José Ugarte. Abogado y periodista michoacano. Se desempeñó como redactor de El Mundo Ilustrado en 1906. Fue colaborador del periódico constitucionalista El Pueblo (Veracruz, 1914).
3 Refiérese a la Unión de los Trabajadores Industriales del Mundo número 23, de Los Ángeles, Cal., conocida como Rama Latina de la iww. Esta unión local mantuvo, desde 1913, una relación tensa con la dirigencia del Partido Liberal Mexicano
Veamos qué nos dicen los números y el raciocinio sobre el robo de fondos de regeneración llevado al cabo por Palacios y su consorte Mendoza. No necesitaremos ver número por número de regenera ción, pues sería eso una labor muy dilatada que nos robaría un tiempo precioso que necesitamos para los trabajos de la organización revolucionaria. Nos bastará con examinar las cuentas de los últimos números de regeneración en los que todavía intervino Palacios como administrador, para darnos cuenta de cómo este individuo estuvo sustrayendo semanariamente diversas cantidades para su provecho personal, y el provecho personal de la Mendoza.
Si hacemos la suma de las cantidades recibidas para el número 110 de regeneración, obtendremos un total de $208.16, mientras que Palacios sólo da como entrada la suma de $176.46. Resulta pues que Palacios se embolsó por esa sola vez la cantidad de $32.70 que es la diferencia entre esas dos sumas.
Si revisamos ahora las cantidades recibidas para el número 111 de regeneración, encontramos que Palacios da como recibida la suma de $137.83, cuando en realidad la entrada de dinero fue de $140.13, habiéndose robado Palacios la diferencia, o sea la cantidad de $2.30.
Las entradas de dinero para el número 112 de regeneración ascienden a la suma de $249.23, mientras Palacios sólo da como recibida la cantidad de $203.58. Por lo mismo Palacios se robó esa vez la cantidad $45.75.
Vemos, pues, que solamente en esos tres números, Palacios se hizo de la suma de $94.97.
Tal vez se haga esta objeción: “está muy bien; concedemos que Palacios se robó el dinero de regeneración; pero eso no quiere decir que la Mendoza se lo haya robado igualmente”.
Esta objeción se desbarata fácilmente si se tiene en cuenta que Palacios y la Mendoza trabajaban lado a lado en la oficina del periódico, y hacían vida matrimonial en el mismo cuarto de un hotel. Cuando la Mendoza arribó a esta ciudad, no contaba más que con tres o cuatro vestidos humildísimos; pero poco después de haber sido nosotros encarcelados, ostentaba sombreros de más de veinte pesos, abrigos de pieles y ropajes lujosos, adornándose, además, con brazaletes y collares. Todo ese lujo salía del dinero que los trabajadores daban para regeneración, como se demuestra por la revisión de las cuentas de Palacios en tres números del periódico solamente.
Investigaciones posteriores han venido a arrojar más luz sobre el robo que ambos venían cometiendo de los fondos del periódico. La compañera Manuela Gutiérrez de Moreno,1 con residencia en la casa número 125 1/2 North Río St., en esta ciudad, nos informa que a raíz de haber sido llevados nosotros a la Penitenciaría de la isla de McNeil, en los primeros días de julio de 1912, ocurrió a las oficinas del periódico, que estaba entonces en 914 Boston St., a dar cinco pesos para Regeneración. Dicha cantidad, la compañera Moreno dice, fue recibida personalmente por Palacios y la Mendoza, pero nunca la vio publicada en el periódico. Hemos revisado minuciosamente el libro de entradas, y no consta que se hubiera recibido dicha cantidad, lo que demuestra que Palacios y la Mendoza se la robaron.
La compañera Guadalupe R. de Martínez, residente en Irwindale, Calf., nos informa que en uno de los días de la primera semana de octubre de 1912, dio la cantidad de cinco pesos para Regeneración. Nunca vio esa remesa publicada en el periódico. Nosotros hemos buscado minuciosamente dicha suma en el libro, y no la hemos encontrado. Dicha suma fue entregada personalmente a Palacios por la compañera Martínez.
Esto demuestra que Palacios no solamente hacía sumas falsas semanariamente para robarse el dinero, sino que, además, dejaba de dar entrada a cantidades que tranquilamente se embolsaba. La circunstancia de que esos robos descubiertos fueron cometidos en julio y octubre de 1912, hace presumir que la misma táctica fue observada por Palacios en los meses intermedios.
En la liquidación que hace Palacios de sus cuentas, se ve que reduce el déficit del periódico pagando deudas que no eran de carácter urgente; pero que él hizo ese desembolso para dejar sin dinero a los nuevos administradores de regeneración. Además, en esa liquidación se hace notable la reducción del déficit en la suma de $279.96 que, según Palacios, donó un acreedor anónimo a quien nadie conoce, con lo que se demuestra que sobre el déficit real, había un déficit imaginario creado por Palacios para poder robar con toda comodidad el dinero del periódico, pues que de esa manera, en lugar de abonar cantidades al déficit real, lo podía abonar al déficit imaginario, o sea, su bolsillo, y ya al fin, cuando se vio obligado a entregar cuentas, y al ver que se iba a descubrir que el periódico no tenía la deuda que él hacia figurar, inventó la patraña infantil del acreedor anónimo para no verse descubierto en sus manipulaciones.
(Continuará)
Ricardo Flores Magón
1 Manuela Gutiérrez de Moreno. Activa liberal de Los Ángeles. Acusó a Rafael Romero Palacios de no entregar una colaboración pecuniaria que hizo en las oficinas de Regeneración en los primeros días de julio de 1912
Ya hemos visto que en una sociedad de iguales, en que todos tengan los mismos derechos, no se necesita la autoridad, porque la función de ésta es proteger intereses de los que tienen bienes de fortuna de posibles ataques de los que no los tienen.
Sin embargo, muchas personas creen que es indispensable que exista la autoridad, tanto para impedir como para castigar lo que se llama crimen. Esas personas tienen razón si se consideran las cosas desde el punto de vista del sistema capitalista, basado en la desigualdad económica; pero no la tienen cuando se trata de las relaciones de los seres humanos entre sí en una sociedad de iguales. Lo que hoy llamamos crimen, no es otra cosa que el resultado directo o indirecto de causas que tienen su raíz en la desigualdad económica que resulta del principio de la propiedad privada o individual. La desigualdad económica produce la miseria, y ésta empuja, a los que no tienen bienes de fortuna, a tomar, de donde lo hay, lo que necesitan para no morir ellos de hambre ni dejar que mueran los suyos. A eso es a lo que la ley llama robo, y este delito, así como el fraude, la estafa y todos los demás actos cometidos contra el llamado derecho de propiedad son los que dan el mayor contingente de prisioneros a las prisiones, pudiendo asegurarse que casi el noventa por ciento de los reclusos de los presidios son individuos que violaron la ley empujados por circunstancias económicas.
En una sociedad de iguales, como la que pregona el Partido Liberal
Mexicano en su Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, dejan de existir las causas que obran para empujar al ser humano a cometer delitos contra la propiedad, y, por lo mismo, sale sobrando la autoridad, o sean el rey o presidente, los ministros, los jueces, los soldados, los gendarmes y los carceleros.
Pero, se dirá, “quedan los delitos contra las personas, como el homicidio, las lesiones, la violación, el estupro, el adulterio y otros”. Pues bien, el homicidio y las lesiones tienen sus raíces, al menos la mayor parte de sus raíces, en causas económicas. El ser humano está acostumbrado a ver en su semejante, cualquiera que sea la clase social a que pertenezca, un competidor que, si es burgués, puede arruinarle en sus empresas financieras, y si es proletario, puede arrebatarle el pan de la boca, ya alquilándose por menos precio, o bien obligándole a permanecer en forzada huelga porque hay abundancia de brazos. Por otra parte, el pobre vive en continua zozobra; no tiene la certidumbre de poder llevarse mañana un pedazo de pan a la boca; su mísera existencia contrasta con el lujo, los hartazgos y las fiestas de sus señores; su condición de inferioridad social le irrita y le predispone a intemperancias de carácter; y todo el ambiente social, preñado de injusticias y de iniquidades, de contrastes que lastiman sus sentimientos de justicia y de equidad, de atentados cometidos a cada paso por la maquinaria gubernamental contra la libertad de las personas, hace que el hombre viva en continua sobreexcitación nerviosa y esté pronto a la riña y a la violencia, contestando con una puñalada una palabra o un acto baladíes.
Actos de esta clase no pueden ser efectuados en un medio de justicia y de libertad en que el ser humano tiene satisfechas sus necesidades y no tiene ya la incertidumbre del pan de mañana ni el desmoralizador espectáculo de sufrir privación, miseria o injusticia cuando todo lo produce, y tiene derecho, por lo mismo, a todos los goces de la vida. En un medio de libertad y de bienestar, el ser humano está más dispuesto a la bondad y a fraternizar con sus semejantes que bajo condiciones de tiranía y de miseria. “Estómago lleno, corazón contento”, decían nuestros abuelos, y decían una verdad, pues los hombres de carácter más intratable son más benévolos y más tratables cuando se encuentran bajo la influencia de una grata digestión.
Quedan solamente los casos excepcionales en que el autor de un acto contra sus semejantes es un individuo de mentalidad defectuosa; pero estos casos entran en el dominio de la ciencia médica, y a una sociedad de iguales no le han de faltar recursos para tratar a sus enfermos, quienes necesitan mejor de los cuidados paternales de médicos y nodrizas que de los garrotazos del polizonte y la crueldad de jueces y carceleros.
La violación de mujeres, el estupro, el llamado adulterio y otros actos que aterrorizan a muchas personas, productos son del sistema capitalista, como lo veremos en otro artículo, y por lo mismo, para evitar esos males, debemos acabar con la desigualdad social y el principio de Autoridad, pues éstos son sus padres legítimos.
Hemos venido viendo que la humanidad no necesita de jefe o gobierno; antes, por lo contrario, el jefe o gobierno, como sostenedor que es de la desigualdad social, es el responsable directo de todos los males que nos aquejan, y por eso nosotros, al aconsejar a los trabajadores la expropiación de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transportación, aconsejamos igualmente que no se deje un solo representante de la autoridad, pues ésta es la defensora del privilegio y el verdugo de los desheredados.
Ricardo Flores Magón
Ésta será la última vez que me ocupe en tratar con alguna extensión el asqueroso asunto Palacios-Mendoza. He demostrado que Palacios se robó el dinero de regeneración; que traicionó la causa de los trabajadores suministrando papeles del movimiento revolucionario mexicano a las autoridades, que iba a denunciar el paradero del compañero Antonio de P. Araujo, para que los esbirros le echaran el guante, que para hacerse de dinero recurre a medios bajos, indignos de un hombre.
Palacios, además, es un déspota. Cuando fuimos llevados al presidio, él y la Mendoza hostilizaron a nuestros compañeros de labores como lo haría cualquier burgués. Se permitían el lujo de tratarles con palabras y actitudes altaneras, impropias de individuos que profesan ideales libertarios.
Con el dinero que se robaron los angelitos, se marcharon en carro Pullman a San Francisco, donde se les vio pasear en automóvil, como grandes señores, y de allí se marcharon, en Pullman, Palacios a Florida y la Mendoza a Texas, yendo después a reunírsele a Tampa. Estos gastos salieron de los fondos de regeneración y de floretazos que echaron a compañeros que no los conocían bien.
Despechados porque fueron lanzados a patadas de las oficinas de regeneración, emprendieron una tarea digna de ellos, tratando de desprestigiar los trabajos de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, tarea de desprestigio que ninguna influencia tiene en el movimiento revolucionario de México, donde nuestros trabajos y esfuerzos por encauzar la Revolución por el sendero antiautoritario y anticapitalista son bien apreciados por los trabajadores que se encuentran luchando con las armas en la mano.
No son Palacios y la Mendoza los únicos reptiles con que se han tropezado los trabajos de la Junta, pues bichos de la clase de los Moncaleano,1 de los Carmona2 o Robledo3 y demás, forman legión; pero los esfuerzos de esos enanos nada pueden para detener un movimiento cuyo impulso, quiérase o no se quiera admitirlo, se debe a los trabajos y sacrificios de los miembros del Partido Liberal Mexicano.
Mientras Palacios, la Mendoza, Moncaleano, Carmona, Cárdenas Martínez y otros tantos gesticulan, se retuercen y hacen piruetas para llamar la atención, los revolucionarios trabajamos sin cesar por encausar el movimiento revolucionario mexicano hacia el comunismo anárquico.
Ricardo Flores Magón
1 Juan Francisco Moncaleano. Anarquista colombiano, seguidor de las tesis de Francisco Ferrer Guardia. La primera vez que se le citó en Regeneración fue con motivo de la lectura de un escrito suyo en un mitin celebrado en Anson, Tex., en noviembre de1911. El año anterior había fundado en Bogotá, Colombia, el periódico Ravachol. Expulsado de su país, se afincó en La Habana, donde buscó establecer una escuela racionalista al lado de su compañera Blanca de Moncaleano. En 1912 fundó en la ciudad de México, con Jacinto Huitrón, la sociedad anarquista La Luz, grupo que participaría en la organización de la com, misma que publicaba un periódico de igual título; en éste Moncaleano publicó el artículo “Ricardo Flores Magón en la prisión”, que reprodujo Regeneración. El 1 de septiembre de 1912 las oficinas de La Luz fueron asaltadas por la policía y Moncaleano deportado por el gobierno maderista. El día 11 fue embarcado en Veracruz con rumbo a Santander, España. Regeneración organizó de inmediato una campaña para apoyar económicamente a Blanca de Moncaleano y a sus cuatro hijos, que permanecían en la ciudad de México. A raíz de su deportación aparece en el semanario de Los Ángeles una semblanza del colombiano en la que se reseñan sus principales actividades en México:
El grupo “Luz” fue la primera organización que fundó Moncaleano en México y que tuvo aceptación mundial. No conforme con esos triunfos, fundó la primera Escuela Racionalista apoyado por todos los que aspiramos al triunfo del ideal redentor. Una de sus grandes ideas fue el establecimiento de la Casa del Obrero, con su biblioteca y dormitorio para que en común fuera habitada por los compañeros que quisieran emigrar a México para que residieran con comodidad viviendo unidos y fuertes. La casa se estableció y en sus salones pueden reunirse varios gremios. Uno de sus ideales que quedó por realizarse fue La Confederación Internacional de Obreros Libertarios.
En España escribió el artículo “La Revolución Mexicana. Lo que un testigo ocular dice a los Libertarios del Mundo”, en el que coincide con la interpretación que la JOPLM hace de la situación nacional. Éste y algunos de los textos inicialmente publicados en Luz por Moncaleano se reproducen en Regeneración. Para enero de 1913 Moncaleano se trasladó a Los Ángeles, Cal., y participó enérgicamente en las actividades del PLM. Escribió a todos los grupos libertarios del mundo invitándolos a manifestarse en favor de su causa. A principios de 1913, mientras los dirigentes de la JOPLM estaban presos en la isla de McNeill, el colombiano promovía con Rómulo Carmona Robledo—con cuya hija Paula se había casado EFM— la idea de trasladar las oficinas del semanario a un edificio muy amplio que disponía de salón de actos y habitaciones para alojar invitados. Ahí se estableció la Casa del Obrero Internacional —con un planteamiento similar al de la com de México—, en la que se estableció también una Escuela Racionalista. La Casa del Obrero Internacional, si bien fue saboteada por la sección latina de los iww, era frecuentada por la comunidad mexicana de Los Ángeles. Dado el primer paso, Moncaleano y Carmona propusieron comprar el edificio y adquirir una imprenta para el periódico. La pareja se propuso tomar el control político sobre la organización y su prensa por la vía de adueñarse de la infraestructura física en que se sustenta: local e imprenta. La situación estalló en abril de 1913, cuando Carmona mandó el siguiente telegrama a RFM: “Regeneración vísperas de morir. Mándeme poderes hacerme cargo y comprar imprenta. Robledo”. En un principio los presos desconfiaban de la autenticidad del comunicado, pero salieron de dudas cuando Enrique recibió un telegrama de su esposa, inspirado, sin duda, por su suegro: “¿Qué prefieres más, tus amigos por quienes estás preso, o mujer e hijos?” El resultado fue la ruptura política entre la junta y la mancuerna Moncaleano-Carmona; la ruptura familiar entre Enrique y su esposa Paula y el regreso de Regeneración a su modesto local en la calle de Boston. La historia de la Casa del Obrero Internacional es efímera: poco después de su fundación se desarrolló una fuerte campaña de The Los Angeles Times, que la calificaba de “nido de ratas subversivas de filiación roja furibunda”. Posteriormente los inspectores del Departamento de Bomberos inspeccionaron el local y lo declararon inadecuado “por no ofrecer garantías contra incendios”. Cuando el semanario regresó a su antiguo domicilio, Carmona conservó el local aún por unos meses y, finalmente, lo abandonó. Tras la ruptura, Moncaleano editó, con León Cárdenas Martínez, el periódico Fuerza y Cerebro de El Paso, Tex., desde el que ataca a los miembros de la JOPLM. Murió el 1 de enero de 1916 a la edad de 33 años
2 Rómulo S. Carmona (a) Pilar A. Robledo. Agente de Regeneración en El Paso. Miembro fundador del Club Liberal Santiago de la Hoz (marzo de 1906). Orador en la velada en honor a De la Hoz, el 30 de marzo del mismo año. Para 1910, Carmona se trasladó a Los Ángeles, Cal., donde abrió la Librería Mexicana La Aurora, misma que se alimenta con ediciones españolas de corte libertario, diccionarios y novelas. En 1910, editó el libro de poemas de Juan Sarabia. Participó en la campaña en favor del Niño León Cárdenas. En 1911 formó la Biblioteca Sociológica Regeneración. Estableció una segunda librería en El Paso. Hizo fuertes donativos durante el encarcelamiento y juicio de los miembros de la JOPLM, entre 1912 y 1913. Impulsó las escuelas racionalistas, a través del Centro de Estudios Racionales de Los Ángeles. En 1913, fue nombrado tesorero de la Casa del Obrero Internacional. El 9 de abril de ese mismo año, Carmona solicitó por telegrama a RFM, entonces en McNeil Island, la sustitución de Teodoro M. Gaitán y Blas Lara Cáceres como encargados de Regeneración por él, Juan F. Moncaleano y Pedro Soto Ramírez, como paso previo para la compra de una imprenta, trato que RFM no aceptó. Los entonces editores de Regeneración (Teodoro M. Gaitán, Blas Lara Cáceres, William C. Owen, Juan Rincón y Alberto Téllez), convencidos de que Moncaleano era quien estaba detrás de la petición, respondieron: “Sentimos infinitamente que Pilar A. Robledo, o sea Rómulo S. Carmona se haya dejado sugestionar para caer en un lazo de tan estúpidas pretensiones”. Tras ese fracaso, buscó que Jaime Vidal, antiguo editor de Cultura Proletaria de Nueva York, se hiciera cargo del semanario. A partir de ese momento fue considerado “obstruccionista”. José Guerra le acusó de haber retenido las comunicaciones que Emiliano Zapata envió a la JOPLM. A fines de 1913, Carmona expulsó de la Casa del Obrero Internacional a Juan F. Moncaleano
3 Pilar A. Robledo, seudónimo de Rómulo S. Carmona
Ya vimos que la Autoridad es necesaria solamente para perpetuar el sistema social basado en la desigualdad económica, y que el crimen es el resultado de ese sistema inicuo en que forzosamente el hombre tiene que ser el enemigo del hombre. No habría delitos contra la propiedad si todos los seres humanos tuvieran la misma oportunidad de aprovecharse del uso de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transportación, así como de todo lo que ha sido producido por la mano y creado por la inteligencia del hombre; no habría delitos contra las personas si un medio de igualdad y de justicia dulcificara el carácter de los seres humanos, haciéndolos más propensos a fraternizar los unos con los otros que a vivir en continua lucha, considerándose recíprocamente como enemigos.
El estupro, la violación de mujeres, el adulterio, productos son igualmente del sistema social que combatimos, en que una falsa moral hace hipócritas a hombres y mujeres en sus relaciones sexuales, y esa hipocresía conduce a histerismos y aberraciones que no existirían en un medio de libertad y de igualdad en que el hombre y la mujer se unieran libremente, sin otro interés que la satisfacción de ese conjunto de necesidades morales y físicas que se llama amor. Pero lejos de esta satisfacción, libre de necesidades naturales, encontramos en la sociedad actual mil trabas al amor, debidas unas a preocupaciones sociales, a preocupaciones religiosas otras y a dificultades económicas las más.
Los partidarios de la Autoridad consideran que ésta es necesaria, al menos para obligar a los perezosos a trabajar. En una sociedad de seres humanos, libres e iguales, no podrá haber perezosos. La pereza es una enfermedad y pocos son, realmente, los que están atacados de ella. Lo que se llama actualmente pereza es más bien el disgusto que siente el hombre de tener que deslomarse por un salario de mendigo, siendo, además, mal visto y despreciado por la clase social que lo explota, mientras los que no hacen nada útil se dan vida de príncipe y son considerados y respetados por todos. Ese disgusto hace que el hombre sienta aversión por el trabajo; pero en una sociedad de iguales, en que el trabajador ve que su trabajo no es aprovechado por otro en perjuicio suyo; en que cada uno se sentirá amo de sí mismo, en que por el solo hecho de no haber más parásitos y de estar todos obligados a producir algo útil, la producción será tan grande que bastarán unas tres horas de trabajo agradable diario para tener satisfechas todas las necesidades, ¿quién será aquel que deje de dar su contingente a la producción? Y suponiendo que lo hubiera, ¿no encontrarían los trabajadores la manera de deshacerse de semejante zángano sin necesidad de tener que pagar a un juez que lo juzgase y le impusiese una pena?
¿Para qué sirve, pues, la Autoridad? La Autoridad sirve, trabajadores, para humillaros a cada paso, para apalearos, para ametrallaros cuando pedís unos cuantos centavos de aumento en vuestro salario o la disminución de unos cuantos minutos de las largas horas de trabajo. La Autoridad sirve para echaros el guante y encerraros en presidio por el delito de ser pobres; pues bien sabéis que vuestros amos pueden cometer toda clase de excesos sin pisar nunca los umbrales de una cárcel. La Autoridad sirve para asegurar a vuestros verdugos el disfrute político de lo que os roban en vuestro trabajo.
Entendedlo de una vez, proletarios: la Autoridad es el perro guardián de vuestros amos, y, por lo mismo, no puede ser jamás la protectora del débil, sino el sicario, el esbirro dispuesto siempre y a todas horas a hundir el cráneo del desheredado que en un momento de desesperación ose levantar la mano contra sus opresores.
El carrancismo quiere perpetuar el sistema que os ha empujado a empuñar las armas y es por eso por lo que os aconsejamos que disparéis vuestros fusiles contra Carranza, contra Villa, contra todos los caudillos que os hablan de ley, de gobierno, de propiedad privada.
Si queréis ser libres y felices, haced vuestros los principios expresados en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, declarando guerra a muerte a todo aquel que quiera hacerla de jefe e impida que la tierra, la maquinaria y los medios de transporte queden en poder de los habitantes de las regiones que visitéis. Hacedlo así si no queréis ser esclavos.
Ricardo Flores Magón
La prensa burguesa americana habla mucho y habla poco de la Revolución mexicana. Habla mucho de los choques que los ejércitos de Huerta y de Carranza están sosteniendo en la vecindad de Torreón, como si de la toma de dicha ciudad por los carrancistas o de su permanencia bajo el poder huertista dependiera el futuro del pueblo mexicano; habla poco del espíritu que anima ese fuego que se llama movimiento mexicano.
Y bien; Torreón en poder de Huerta o de Carranza no añade ni quita fuerza al verdadero movimiento revolucionario, el movimiento popular por arrancar la tierra de las manos de los hacendados para hacerla propiedad de los que la riegan con su sudor y la cultivan con sus brazos. El porvenir de la Revolución no depende de la caída de Torreón en manos de Villa, como el porvenir del sistema capitalista no quedará asegurado con el dominio huertista sobre dicha plaza.
Cualquiera que sea la rudeza del choque de los dos ejércitos que se disputan la posesión de Torreón; por grande y horrible que sea la carnicería; por admirable que sea el valor de las dos facciones contendientes, quedará en pie esta verdad: el pueblo mexicano se ha levantado en armas para librarse de la miseria y de la tiranía, y continuará con las armas en la mano hasta que la miseria y la tiranía hayan desaparecido. La caída de Torreón en manos del carrancismo o su permanencia en poder del huertismo no resolverá esta cuestión capital: la muerte de la tiranía y la miseria.
Así, pues, cualquiera que sea la suerte de la ciudad tan ardientemente disputada, la causa de la Revolución quedará en pie, y, por lo mismo, la Revolución continuará su marcha. Torreón es un incidente militar sin importancia en el gran movimiento social, como la bofetada que cae en el rostro de uno de los contrincantes en una querella no resuelve de parte de quién está la razón. Torreón significa, cuando mucho, un galón más para Villa si éste queda dueño de la plaza; pero ese galón no dará pan a los hambrientos, ni abrigo al que siente frío, ni libertad al que se mueve en el último peldaño de la escala social.
Torreón es nada para la presente lucha del pobre contra el rico.
¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
Siempre he tenido fe en que la Justicia y la Verdad triunfan después de cada crisis.
Nuestro último encierro en el presidio fue la señal para que se desbordase sobre regeneración, sobre el Partido Liberal Mexicano y sobre los individuos que formamos la Junta Organizadora del mismo, un individuo de enconos, de calumnias, de tergiversaciones de hechos y de propósitos; a los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, se nos llamó farsantes, vividores, ambiciosos, mentirosos, embaucadores y no sé qué tantas otras cosas; a nuestra labor de encauzamiento de la Revolución mexicana se la llamó timo grosero de políticos fracasados.
Toda nuestra buena fe, todo nuestro desinterés demostrado con sacrificios, probado con nuestro sufrimiento físico y moral, mueren negados por nuestros detractores, tratando de hacernos aparecer como unos mentecatos que buscamos enriquecernos a costa del sacrificio de los demás.
Entre el elemento revolucionario mexicano, las calumnias y los ataques de que fuimos víctimas no tuvieron otro efecto que levantar una tempestad de propuestas contra nuestros gratuitos detractores. Eso se explican los revolucionarios mexicanos: nos conocen; saben nuestra historia. Ellos están al corriente de que somos incorruptibles como luchadores; ellos recuerdan que el que estas líneas escribe hizo su primer ingreso al calabozo hace veintidós años, por el delito de ser rebelde cuando el pueblo mexicano vivía postrado a las plantas de Porfirio Díaz. Ellos saben que todo cuanto en México poseíamos fue confiscado por el tirano. Ellos saben cuántas veces hemos servido términos penitenciarios; cuántas veces hemos sido maltratados por los esbirros; cuántas veces nos ha espiado el puñal. Y ellos nos han visto siempre firmes y dispuestos a perder nuestra vida, ya que nuestra tranquilidad y nuestro bienestar hace muchos años que murieron…
Por eso, entre el elemento mexicano no tuvieron las calumnias el efecto que se propusieron sus autores, y se siguió prestándonos solidaridad; pero no sucedió lo mismo con el elemento revolucionario de otros países, una parte del cual dejó de prestar su apoyo a regenera ción, sorprendido por la audacia y el cinismo de nuestros enemigos.
Una buena parte, sin embargo, de ese elemento revolucionario, no se dejó sorprender, y, al aparecer nuevos ataques contra nosotros, se levanta airado para repeler la injusticia y poner las cosas en su lugar. El elemento revolucionario de Tampa en el que abundan las individualidades sanas y fuertes, sale a nuestra defensa y ha hecho circular una hoja de la cual recibimos un ejemplar, que a continuación insertamos.1 Invitamos a los trabajadores sinceros de todo el mundo a que lean esa hoja, mediten sus conceptos y se apresten a prestar a los trabajos del Partido Liberal Mexicano el apoyo que se necesita.
Por nuestra parte, queremos hacer constar a nuestros queridos hermanos de Tampa, que nuestro corazón siente júbilo por esa muestra de simpatía que ha caído en nuestros pechos oprimidos por la tristeza, como un rocío benéfico. Gracias, queridos hermanos.
Ricardo Flores Magón
1 Refiérese al manifiesto titulado Por la verdad. Reaccionemos, suscrito en Tampa, en marzo de 1914, por Manuel Suárez Menéndez, Amaranto Marín, Rafael Espina, A. Llano, Lorenzo López, F. Menéndez, V.M. Córdoba, G. Suárez Álvarez, R.B. Sánchez, Regino García, Manuel Fernández, Manuel Morán, A.C. Albela, Rafael Vílchez, José Gómez, Alfredo Fernández, Francisco Rivera, Vicente Ferrer, H. González, G. Cacciatore y Antonio Pla. Todos ellos formaban parte del Grupo Pro Regeneración de aquella ciudad. Fue reproducido en Regeneración
Traduzco de The Los Angeles Tribune,1 del 6 de este mes:
Una vez más señalan los escritores de la prensa del Este la manera de terminar con las dificultades que ocurren en México. Su método consiste ahora en la eliminación de Villa. Ellos no quieren a Villa. Ellos dicen que no es un caballero y que no está animado de los buenos principios de la guerra civilizada. Que esos periodistas tienen razón, nadie puede negarlo. Personalmente, Villa no está animado de peores impulsos que los que animan al enemigo contra el cual pelea. Su eliminación, sin embargo, podría tener sólo un efecto temporal. Un nuevo Villa tomaría su lugar. No es la lucha de un hombre, esta lucha de los peones. Ellos han iniciado una lucha por su libertad y pelearán hasta el fin. No hay duda de que el espíritu de rebeldía está en el corazón del pueblo. El aplastamiento de la Revolución no significaría otra cosa que el comienzo de una nueva revolución. México no puede volver a su antigua situación. Los grandes señoríos territoriales han terminado. El terrateniente no volverá a pasear sobre sus millones de acres, como un monarca entre sus súbditos, porque los súbditos se han quitado el yugo y morirá el último hombre mejor que soportar el yugo como antes. La eliminación de Villa puede ocurrir en cualquier tiempo. Si eso llegase a ocurrir, no sería sino un mero incidente sin importancia para la duración de la Revolución.
Nos gusta ver confirmado por la prensa capitalista lo que tanto hemos dicho: la Revolución mexicana no es Villa, no es Carranza, no es Félix Díaz, no es un caudillo, ni un grupo de caudillos. La Revolución mexicana es el producto del choque de intereses opuestos: los intereses de la clase capitalista y los intereses de la clase trabajadora. Es la lucha del pobre contra el rico; del oprimido contra el Capital. Pueden desaparecer todos los caudillos que actualmente figuran en el escenario mexicano; pero la Revolución continuará en pie por tanto tiempo cuanto queden con vida los motivos que la encendieron y que no son otros que la miseria y la tiranía, y esa miseria y esa tiranía existirán mientras la tierra, la maquinaria y los medios de transportación continúen siendo la propiedad de unos cuantos.
Que el pueblo mexicano está dispuesto a luchar hasta el fin por la conquista de su libertad política, económica y social, lo demuestra el hecho de que se rebeló contra Madero cuando éste no pudo cumplirlas promesas que hizo de bienestar y de libertad. Lo mismo ocurrirá si Carranza o cualquier otro caudillo llega a la Presidencia: como no podrá dar la felicidad y el bienestar al pueblo, porque para obtener esos bienes precisa hacer propiedad común de la tierra, la maquinaria y los medios de transportación, el pueblo decepcionado se levantará en armas contra el nuevo régimen, y así seguirán las cosas hasta que la mayoría de los trabajadores inconscientes sea arrastrada a la expropiación por la minoría de los trabajadores conscientes que se robustece día con día.
Los miembros del Partido Liberal Mexicano esparcidos en México hacen esfuerzos inauditos por arrastrar a las masas trabajadoras hacia la expropiación de la tierra y de la maquinaria, y esa acción generosa de hombres y mujeres generosos tendrá que dar su fruto en día no lejano si nadie desmaya, si ninguno retrocede, si cada quien persiste en su propósito de encausar el movimiento revolucionario hacia el comunismo anarquista.
La primera piedra de esta gran Revolución está puesta: todos los combatientes proletarios, cualquiera que sea su bandería, tienen como objetivo la posesión de la tierra por el que la cultiva. Es un gran paso ciertamente. Ahora, hay que hacer entender a todos los que luchan que el único medio para obtener la posesión de la tierra es la expropiación de la misma de las manos de los burgueses, llevada al cabo por los trabajadores mismos, sin necesidad de esperar a que un gobierno se digne a hacer justicia a los oprimidos, pues no puede esperarse nada bueno para los explotados de una institución, como el gobierno, que ha sido creada precisamente para conservar el orden social actual basado en la explotación del pobre por el rico.
Compañeros: redoblemos nuestros esfuerzos. La lucha requiere constancia y abnegación. No nos cansemos, no desesperemos, no vacilemos.
Ricardo Flores Magón
1 The Los Angeles Tribune. Diario fundado en 1912 con el nombre de Daily Tribune. A partir de 1916 fue rebautizado como Morning Tribune.
Ya lo hemos dicho hasta el cansancio: el proletariado que sigue a Carranza con la esperanza de que cuando ese bribón suba a la Presidencia de la República, la tierra quedará en poder del que la cultive, sufrirá el mismo chasco que sufrió con Madero. Carranza no hará nada en favor de la clase trabajadora, y será el peor verdugo de los desheredados.
Pruebas de su odio por los humildes abundan; pero si se quiere una reciente, allá va: hace pocos días, en su tránsito de Sonora a Chihuahua, Carranza fue enterado de que los actuales residentes de la Colonia Morelos1 son los proletarios que, al generalizarse la insurrección contra Francisco I. Madero, hicieron huir a los burgueses mormones y tomaron posesión de la tierra, de los útiles de trabajo y de las casas que éstos tenían en su poder. De entonces a esta parte, los proletarios han estado trabajando por su cuenta las tierras de la Colonia, y han estado viviendo en las casas de los ausentados burgueses. Carranza, de paso para Chihuahua, se detuvo en la Colonia Morelos y allí desaprobó la acción reivindicadora de los trabajadores, declarando que él no permitiría esa clase de atentados y que los culpables serían castigados con todo el rigor de la ley.
No sabemos qué contestarían los proletarios de la Colonia Morelos; pero es bueno que los desheredados sepan que, mientras esperen de un hombre su libertad y su bienestar, siempre serán burlados. Lo que debe hacerse es luchar contra todos los caudillos, aplastarlos, no dejar en pie un solo jefe que diga que después del triunfo hará feliz al pueblo, y, sin esperar a que nadie dé, tomarlo todo de las manos de la burguesía para convertirlo en propiedad de todos, hombres y mujeres.
Mientras no se haga eso, no faltarán Carranzas que se atrevan a insultar al proletariado amenazando castigar un hecho santo, un hecho sublime, un hecho altamente honrado como es el de arrebatar de las manos de nuestros verdugos los bienes que detentan.
Carranza ha amenazado fusilar a todos los que expropien del burgués. Una bomba de dinamita merece ese farsante.
Ricardo Flores Magón
1 Colonia Morelos, Chih. Constituida por trabajadores que expropiaron las tierras de los mormones que huyeron de la región durante la revolución maderista Fue fundada en 1900 por mormones originarios de los Estados Unidos, en la confluencia de los ríos Bavispe y Batepito, a 80 kilómetros al suroeste de Agua Prieta, Son. En el verano de 1912, fue tomada por una partida de revolucionarios comandada por el cabecilla orozquista Luis Fernández. Los colonos se refugiaron en Douglas, Arizona
Ser soldado es ser máquina, y ser máquina es degradante para el ser humano: mandar es malo; obedecer es peor.
Soldado de Huerta o soldado de Carranza, he aquí dos máquinas que son la misma máquina, porque las dos sirven para lo mismo: matar para sostener en el gobierno a un bandido que defiende los
intereses de la clase capitalista.
El principal deber del soldado: la obediencia a sus superiores. ¡A sus superiores! El hombre de honor debe primero preferir ser muerto que renunciar a su dignidad considerando a otro hombre su superior.
¡Superior! ¿Y por qué es superior un muñeco vestido de una manera que haría morir de vergüenza a un hombre sensato? ¡Superior!
¿Puede ser superior un títere por el solo hecho de arrastrar una espada y adornar su persona con cintajos relucientes como lo haría cualquier payaso de circo?
No: esos mequetrefes no pueden ser superiores. Esos oficialetes y esos jefecillos no son superiores a los soldados. Ellos, los llamados superiores, comen, duermen y… de la misma manera que lo hace cualquier mortal. Ellos son de carne y hueso, como el soldado; nacen, se desarrollan y mueren, como el soldado. ¿De dónde puede venirles la superioridad a esos mamarrachos? Tal vez sepan mejor que el soldado el nada dignificante arte de matar; pero el soldado, proletario que es, sabe, en cambio, roturar la tierra, sembrar el grano, levantar la cosecha, tender el camino de acero, ir al fondo de la mina en busca de metales útiles, tejer las telas, hacer los vestidos, edificar las casas; en una palabra, sabe hacerlo todo, y todo cuanto existe ha salido de sus manos creadoras y lo que hace agradable o menos disgustante la vida se le debe a él, al proletario, el verdadero dueño de la tierra.
El soldado no debe considerar como superior a ningún hombre: todos los hombres somos iguales, y es vergonzoso someterse a la voluntad de otro hombre. El deber del soldado es matar —como si se tratara de una sabandija venenosa— a todo aquel que se considere superior a él.
Conque, ¡a ajusticiar a todos los superiores!
Ricardo Flores Magón
La compañera de Pedro Robles,1 con domicilio en 1715 Atlantic St., en esta ciudad, recogía algunos desperdicios de comida frente a la bodega número 3 del mercado que se encuentra en la esquina de las calles Sexta y Alameda, el día 8 de este mes, cuando se la enfrentó un individuo, quien, según la querellante, la estrujó y la expulsó del lugar, siendo tan brutal la acometida, que la infortunada proletaria sufrió la dislocación del brazo izquierdo.
La compañera Robles recogía los desperdicios de comida para llevarlos a su humilde hogar, donde tiernas boquitas la esperaban pidiendo pan. En el desolado hogar de la compañera Robles, hace largos meses que impera la miseria, pues nuestro compañero Pedro Robles está enfermo e imposibilitado de poder atender a su familia. A los perros callejeros se les permite que escarben con el hocico en basureros y depósitos de desperdicios en busca de alguna piltrafa que calme los ardores del hambre. A un ser humano, en este siglo y en esta ciudad, se le impide que recoja del arroyo un mendrugo que el burgués hastiado no terminó de comerlo y mandó a sus criados que lo tiraran a los perros… Un mendrugo que habría llevado el consuelo a un puñado de criaturas hambrientas; un mendrugo que la tierna madre recogía para los pedazos de sus entrañas que en el humildísimo hogar la esperaban pidiendo pan…; un mendrugo; basura para el burgués; vida para el pobre.
La compañera Robles ocurrió a la Autoridad para que se la curara el brazo dislocado por el burgués, y, la Autoridad, naturalmente, dijo que no podía hacer nada por ella, a pesar de que los representantes de la Autoridad engullen suculentos manjares, visten confortables trajes y duermen en blandos lechos con el producto del sudor de los trabajadores que se desloman trabajando para enriquecer al burgués y pagar los gastos del representante de la Autoridad, encargado de velar por los intereses de la clase capitalista.
Ahora, el hogar de los compañeros Robles está más triste; Pedro, agotado por las enfermedades contraídas por enriquecer al burgués, se retuerce los brazos con desesperación ante la agonía de los suyos, mientras el burgués que agravó el mal continúa mandando arrojar desperdicios al arroyo para que se los coman los perros, y espía la llegada de algún otro proletario que se acerque a levantarlos, para romperle el cráneo ante la señora Autoridad, que, cruzada de brazos, contempla el crimen sin un crispamiento de nervios, sin que se aceleren los latidos de su corazón…
¿Para qué sirve la Autoridad, hermanos desheredados?
Ricardo Flores Magón
1 Pedro Robles. Minero originario de Zacatecas. Trabajó por un tiempo en la región de La Laguna, en las propiedades de los Madero. Entró en contacto con el PLM hacia 1911, cuando residía en Primm, Tex. Se estableció en Los Ángeles en 1912 y participó activamente en las labores de agitación y propaganda para exigir la liberación de los miembros de la JOPLM presos en McNeil Island. Se afilió a la Casa del Obrero Internacional. Se mantuvo en contacto con la causa del PLM al menos hasta 1914. En el número 122 de Regeneración se publicó una foto de él y sus cinco hijos, para evidenciar la miserable condición en que se encontraban, en contraste con la boyante situación de la familia Madero
Después de cada hecatombe, en que miles de borregos constitucionalistas pierden la vida, Carranza levanta los ojos al cielo y dice con voz llena de santa unción patriótica: “La Patria quiere sacrificios”.
Huerta, al saber que en tal o cual combate han rendido su existencia miles de borregos federales, entorna la mirada y dice suspirando: “Todo por la Patria”.
Lo mismo dijo Iturbide cuando la borrachera de Pío Marcha lo llevó al trono; Santa Anna pronunció idénticas palabras cuando la borrachera de la plebe lo llevó a la dictadura; Bustamante profirió idénticas palabras cuando el último estertor de Guerrero se perdió en los jacales de Cuilapa; santiguándose como una cucaracha de iglesia, “todo por la Patria”, dijo Porfirio Díaz cuando su brutal lugarteniente cumplió al pie de la letra esta sentencia de hiena: “¡Mátalos en caliente!”; invocando a los espíritus balbuceó algo parecido aquel pobre idiota que se llamó Francisco I. Madero cuando las arenas de Rellano y de Conejos se enrojecieron con la sangre de maderistas y orozquistas; las mismas palabras abrieron paso a las balas que cortaron la estéril existencia de Madero y Pino Suárez…
¡Todo por la Patria! ¡La Patria quiere sacrificios! Palabras estúpidas que han servido de pretexto para que legiones de brutos se rompan la cabeza.
Y bien, ¿qué es la Patria? La Patria es una mezcolanza de cosas, de ideas, de tradiciones, de prejuicios que muy pocos entienden, y, sin embargo, tal vez por ser incomprensible muchos son los que ponen la panza a las balas enemigas por defender eso que no conocen y que ningún beneficio les reporta.
“La Patria, se dice, es, en primer lugar, la tierra en que nacimos con la añadidura de las gentes que pueblan esa tierra, las leyes que rigen las relaciones de esos habitantes, las tradiciones comunes de la raza. Eso es la Patria, y por eso miles de hombres pierden la vida.”
El presidiario que consume su existencia en las penumbras del calabozo no puede decir que el presidio es su Patria. Y los hombres que agonizan en el surco que no es suyo; los trabajadores que pierden la sangre en las fábricas ajenas; los mineros que socavan las minas de otros; todos los que trabajan para beneficiar al burgués, ¿qué Patria tienen? Si la Patria es la tierra en que nacimos, esa tierra debería ser de todos; pero no es así: esa tierra es la propiedad de unos cuantos, y esos pocos son los que ponen el fusil en nuestras manos para defender la Patria. ¿No sería más lógico que, siendo ellos los dueños de la Patria, fueran sus manos las que empuñaran el fusil y no las manos de los que no tienen más tierra que la que pueden recoger en los zapatos?
La Patria, proletarios, es algo que no es nuestro, y, por lo mismo, en nada nos beneficia. La Patria es de los burgueses, y, por eso, a ellos únicamente beneficia. La Patria fue inventada por la clase parasitaria, por la clase que vive sin trabajar, para tener divididos a los trabajadores en nacionalidades y evitar, o al menos entorpecer por ese medio su unión en una sola organización mundial que diera por tierra el viejo sistema que nos oprime.
En los libros de las escuelas, la burguesía fomenta el patriotismo entre la niñez, sembrando así en los tiernos pechos el odio a las demás razas que pueblan el mundo. Las fiestas patrióticas abundan en todas las naciones del mundo; el culto a la bandera raya en fanatismo en todos los países; las tradiciones nacionales encuentran poetas y literatos que las narran, inflamando en los pechos de la gente soberbias insensatas, vanos orgullos de raza, pues esos literatos burgueses se dan maña para hacer entender que no hay raza más grande, más valiente, más inteligente que aquella a la que se dirigen. De esta manera la burguesía divide en razas y en nacionalidades a los habitantes de la tierra; y el trabajador ruso se considera más valiente que su hermano el trabajador francés, mientras el proletario inglés cree que no hay en la tierra un hombre como él; y el español, por su parte, se jacta de ser la obra más perfecta del mundo; y el japonés, el alemán, el italiano, el mexicano, los individuos de todas las razas, se consideran siempre mejores que los demás de las otras razas. De esta división profunda entre el proletariado de todas las razas se aprovecha la burguesía para dominar a sus anchas, pues la división por nacionalidades y razas impide que los trabajadores se pongan de acuerdo para derribar el sistema que nos ahoga.
El pobre no tiene Patria porque nada tiene, a no ser su mísera existencia. Son los burgueses los únicos que pueden decir: “ésta es mi Patria”, porque ellos son los dueños de todo. Los pobres son el ganado encerrado en los grandes corrales llamados naciones, y ¡oh, ironía! a ese ganado se le obliga a defender la Patria, esto es, la propiedad de los burgueses, y al caer por millares en los campos de batalla donde se deciden vulgares querellas de patrias de la política, gritan los jefes: “Todo por la Patria”.
Basta de comedias, hermanos proletarios. Cualquiera que sea la bandería política por la cual empuñáis las armas, recordad que siempre habéis sido la carne de cañón sacrificada en aras de esa cosa que no existe para vosotros: la Patria. ¡Basta de farsas! Matad a Huerta, a Carranza, a Villa, a todo aquel que os hable de Patria, de ley, de gobierno paternal, y, como hombres, aprovechad los fusiles que tenéis en las manos para arrebatar del rico la tierra, las casas, las minas, los barcos, los ferrocarriles, haciendo de todo ello propiedad común para que lo aprovechen por igual hombres y mujeres.
Ricardo Flores Magón
Éste podía ser el título de un sainete a diez centavos la entrada, y es, a la hora presente, el centro de todo un lío internacional.
Unos marinos de guerra americanos, cargaditos de whisky según yo creo, pusieron la planta en territorio mexicano, en Tampico, dizque para conseguir provisiones. Los huertistas de Tampico les echaron el guante, y con el rabo entre las piernas fueron llevados a la cárcel. Woodrow Wilson despierta al ruido del mitote y pide una satisfacción a Huerta, Huerta explica el caso y dice que, por equivocación, fueron arrestados esos marinos, prometiendo juzgar conforme a las señoras leyes al oficial que cometió el crimen de llevar a la cárcel a un puñado de mercenarios. Wilson iba a darse por satisfecho con la explicación, cuando los marranos de Wall Street le dan con el codo por las costillas y le dicen: “Ahora es tiempo de que le des el tiro de gracia a Huerta, en favor del chivo de Cuatro Ciénegas” y Wilson se crece, y enronqueciendo un tanto la aflautada voz de maestrillo de escuela, dice a Huerta: “Ahora, ¡bésame las patas!… digo, ¡saluda a la bandera americana con veintiún cañonazos o te hago cisco!” A lo que Huerta, crudo de una tranca de pulque dice: “¡Anda y… muele a tu abuela!”
Los periódicos burgueses llenan planas anunciando la guerra entre México y los Estados Unidos; se hacen cálculos de con cuántos soldados amarillos se dominará México; todos los que tienen interés en que México vuelva a ser presa impotente de todos los buitres; Wilson despacha veintiún barcos de guerra sobre Tampico, y en el aire flotan rumores que anuncian guerra…
Según Wilson, el “ultraje” de que fueron víctimas los marinos, debe ser lavado haciendo la guarnición huertista de Tampico un saludo de veintiún cañonazos a la bandera de las barras y las estrellas…
Parece mentira que se gaste energía, talento, tiempo, y dinero en tales pamplinas.
Los tiempos que corren son bárbaros, bárbaros. Tanto mitote y… ¡Todo por un trapo!
Ricardo Flores Magón
1 El incidente aludido tuvo lugar el 9 de abril de 1914 en el puerto de Tampico. Un grupo de marinos estadunidenses del buque de guerra Dolphin bajó a tierra en busca de provisiones y fue aprehendido por el ejército federal. Este acontecimiento abrió la puerta a la administración de Wilson para aumentar la presión sobre el gobierno huertista. La representación de los Estados Unidos en México exigió la reparación del supuesto agravio, solicitando una excusa formal, un castigo ejemplar al oficial responsable de la aprehensión y el izamiento de la bandera norteamericana, saludado con 21 cañonazos. La negativa del gobierno huertista acrecentó las tensiones diplomáticas entre ambos países, que desembocarían en la intervención militar norteamericana en el puerto de Veracruz
Pedro Castorena,1 el espíritu más altivo y más puro de cuantos cayeron bajo las garras de la Ley con motivo del motín provocado por los esbirros el día de Navidad en la Plaza de los Mexicanos, de esta ciudad, se encuentra agonizante en el Campo número 1 de la Sección Penal de Topanga Canyon, Santa Mónica, donde se encuentra cumpliendo la sentencia de dos años que se le impuso, no por participar en una refriega provocada por los llamados guardianes del orden, sino por sustentar con singular valor ideas anarquistas. Nuestro camarada Pedro, desde que fue conducido al presidio, comenzó a sufrir una serie no interrumpida de torturas. Los primeros días los pasó suspendido de las manos de un árbol, privado de todo alimento, a los rayos del sol en el día, entumecido de frío durante la noche; contando las horas de su sufrimiento, que deben haber sido siglos para él, sin ver un rostro amigo en derredor suyo, sin poder contar con una mano generosa que, a hurtadillas, pudiera llevar una poca de agua a sus labios agrietados por la fiebre.
Después, continuaron las torturas de diferentes modos, ya porque Pedro, como hombre que es, no obedecía las órdenes de algún capataz; o bien porque, como consciente, se negaba a construir caminos por donde más tarde pasarían los automóviles de los burgueses enfrascados con sus queridas; otras veces, porque su dignidad se rebelaba contra el salvaje reglamento de la institución penal. Tantos han sido los sufrimientos de Pedro, que ha enflaquecido al grado de marcársele los huesos en la piel, y todavía, a pesar de lo delicado de su estado, se le está martirizando. Para el sábado pasado, hacía trece días que no le daban alimento y su situación era crítica. De entonces a esta parte, no hemos sabido nada de él. ¿Habrá muerto? ¿Habrá dejado de existir ese hombre extraordinario que no conoció el miedo, que no supo doblegarse, que fue todo corazón para el que sufre como fue látigo y castigo para los verdugos de la humanidad?
Según se dice, para continuar torturándolo, se piensa enviarlo al hospital de dementes de Patton. Allí, las brutalidades del loquero acabarán con el desfallecido cuerpo de Pedro si es que logra salir con vida de la Siberia de Topanga Canyon.
Y mientras este altivo trabajador sufre por haber defendido los derechos de sus hermanos de clase, ¿qué hacen los trabajadores por él? ¿Imitan, siquiera, la energía de ese gran corazón? ¿Hacen algo para salvarlo? No, nada se imita ni nada se hace.
En la Plaza de los Mexicanos se reúnen los domingos miles de trabajadores mexicanos, ¿por qué no se unen esos miles de proletarios como un solo hombre y formulan una enérgica protesta contra las brutalidades de que está siendo víctima un hermano de trabajo, un proletario, un desheredado que no ha cometido otro delito que salir al frente para decirle al enemigo ¡atrás, mi clase es respetable, porque lo produce todo, y ella será dueña del mundo!
Los proletarios mexicanos que se reúnen todos los domingos en la Plaza deberían ocuparse en estudiar los problemas sociológicos que hay que resolver para hacer de este triste mundo un paraíso para todos los hombres y todas las mujeres de buena voluntad, como lo desea Castorena, en lugar de entregarse a una estéril lucha de chismes sobre personalidades. Hermanos mexicanos: haced algo útil en pro de vuestra propia clase.
Ricardo Flores Magón
1 Pedro Castorena. Los Ángeles, Cal. (1913-1916). Miembro de la Casa del Obrero Internacional de Los Ángeles. Detenido el 25 de diciembre de 1913 con otros trabajadores mexicanos que resistieron la represión de que fueron objeto por parte de la policía de Los Ángeles cuando celebraban un mitin en la Plaza de los Mexicanos. Acusado de herir a uno de los agresores, Castorena fue sentenciado a una pena de dos años de prisión. Según EFM, lo riguroso de la pena se debió a que “ese buen camarada, obrando como todo hombre de convicciones debe obrar, dijo virilmente a los representantes de la Autoridad que él no creía en leyes, tribunales y demás estupideces burguesas” (Regeneración, núm. 176, 1914, p. 3). Castorena fue obligado a trabajar con grilletes en el campo de trabajos forzados de Topanga Canyon, Santa Mónica, donde padeció tortura y tratos vejatorios por resistirse a trabajar en condiciones inhumanas. Tres años después Castorena apareció como uno de los firmantes del manifiesto “A los I.W.W.”.
La guerra entre México y los Estados Unidos ha comenzado. Los primeros combates de esta magna lucha están teniendo lugar en Veracruz, el puerto histórico cuyas calles, cuyas plazas, cuyos parques han sido teatro otras veces de tremendos conflictos armados en que se ha disputado ya una razón, ya una injusticia, ya un derecho, ya una tiranía. Por mil motivos, la sangre humana ha regado el suelo de esa ciudad y hoy vuelve a regarlo en beneficio de los grandes señores del dinero que ven que México se escapa a su voracidad, que el trabajador mexicano no quiere ser más un explotado, que el proletariado de México quiere la tierra libre como base de su total emancipación económica, política y social.
El asunto del saludo a la bandera americana ha sido el pretexto para que fuerzas de los Estados Unidos desembarcasen en Veracruz el 21 de este mes. Como se sabe, Huerta se negó a saludar la bandera americana sin que la bandera mexicana fuera correspondida por un saludo igual y simultáneo por parte de los Estados Unidos. Wilson sometió el caso al Congreso de los Estados Unidos, y el Congreso lo facultó para que usase la fuerza armada de los Estados Unidos para obligar a Huerta a saludar la bandera.
Como resultado de todo eso, el contralmirante Fletcher1 pidió la rendición de Veracruz, por “medio” del cónsul americano Canada.2
El cónsul pidió la rendición por teléfono, de las fuerzas federales al mando del General Gustavo Maas,3 comandante militar de Veracruz, diciéndole que fuerzas de los Estados Unidos iban a ocupar la ciudad e intimándole a rendirse. Maas respondió que lo que se le pedía era imposible, y entonces, el contralmirante Fletcher que a bordo del buque insignia “Florida” estaba en comunicación con el contralmirante Badger, comandante en jefe de la flota del Atlántico que se dirigía hacia Veracruz con cinco buques de guerra, inició la acción hostil contra México despachando gran cantidad de marinos del buque “Prairie”, poco después de las once de la mañana, los que desembarcaron en la aduana y en el muelle número cuatro. Los marinos tomaron posiciones, numerando, según la prensa americana, ciento cincuenta del “Florida”, trescientos noventa del “Prairie” y sesenta y cinco más de otro buque. Poco después, esta fuerza fue aumentada por un destacamento del “Utah”. Los marinos marcharon a través de las calles que parten de la playa y a lo largo de los patios de las estaciones de ferrocarril. Otros marcharon hacia el consulado americano, mientras otros fueron desplegados en las inmediaciones de la plaza central, en la cual el General Maas había concentrado sus fuerzas. Las fuerzas mexicanas hicieron entonces su primera descarga. Los marinos replicaron inmediatamente, habiendo después una tregua de diez minutos, para reanudarse el fuego por la posición mexicana de la calle Montesinos. A las doce y media del día, el fuego se hizo general y a la una de la tarde los cañones del “Prairie” comenzaron a accionar. La vieja torre de un faro abandonado, desde donde excelentes tiradores mexicanos dirigían sus certeros tiros sobre los invasores, fue derribada a cañonazos por los americanos. La oficina de correos, la del cable y telégrafos fueron ocupadas por las fuerzas americanas. No contando las fuerzas mexicanas con cañones para silenciar las bocas de fuego del “Prairie”, se retiraron de la plaza, y entonces los soldados americanos se encontraron con otra oposición: la del pueblo. De las azoteas de las casas, de las rendijas de las puertas, desde las ventanas, de todas partes, los paisanos dispararon armas contra las fuerzas invasoras, y los que no contaban con armas de fuego lanzaron piedras, ladrillos, cuanto a la mano encontraron, ofreciendo una resistencia heroica al avance de las fuerzas americanas.
El combate se prolongó por varias horas. Las fuerzas mexicanas se replegaron hacia los Médanos, donde se encuentran ahora hostilizando desde ahí a las fuerzas americanas que ocupan la ciudad. Los Médanos se encuentran en las orillas de la ciudad de Veracruz.
La prensa americana dice que murieron cuatro marinos y veinte resultaron heridos. De parte de los mexicanos, no se sabe el número de muertos y heridos que haya resultado.
Hasta aquí las operaciones militares. Ahora, veamos sus probables consecuencias. Wilson contaba con Carranza para dominar a Huerta por medio de un bloqueo de los puertos, de manera de quitar a Huerta todo auxilio exterior de armas y municiones de guerra. Carranza y los más conspicuos jefes carrancistas habían manifestado que en caso de conflicto armado entre Huerta y los Estados Unidos, el carrancismo permanecería a la expectativa, sin intervenir entre las fuerzas contendientes. Wilson y el Congreso americano, al declarar que la guerra era contra Huerta, creían que podía ser fácil cosa hacer que los mexicanos no tomasen como un acto hostil contra todos la agresión contra una parte de ellos. Carranza mismo pensaba poder hacer creer a las masas populares que los Estados Unidos eran amigos de México. Pero tan pronto como se supo que las fuerzas americanas habían tomado Veracruz, un sacudimiento terrible se produjo en todo el pueblo mexicano, y Carranza, temeroso de ser ajusticiado por sus mismos partidarios, se ha apresurado a manifestar a Washington que no está de acuerdo con la toma de Veracruz por las fuerzas de los Estados Unidos.
Esta nueva fase de la cuestión ha producido una gran confusión en el gobierno de la Casa Blanca. Todos los planes que se habían hecho para la movilización de fuerzas no sirven ya. El gobierno americano contaba con la pasividad del carrancismo para quitar a Huerta del poder. Carranza y los jefes carrancistas estaban de acuerdo con los Estados Unidos; pero el pueblo se indigna, y Carranza tiene que conformar al pueblo protestando contra la invasión.
¿Qué seguirá a todo esto? Probablemente seguirá una guerra terrible a la que ha comprometido Wilson a su país, por su falta de talento para apreciar los hechos. Wilson creyó que era posible seguir la comedia de la guerra contra Huerta, sin que el pueblo mexicano la tomase como una guerra contra todos. Eso fue su error, error que el pueblo norteamericano no ha comprendido tampoco, embriagado como está de un sentimiento patriótico que atiza con fruición la burguesía de este país.
La guerra ha comenzado. Tengamos fe en que triunfará, a pesar de todo, el principio de Tierra y Libertad. Que los mexicanos defiendan México, pero no para dejarlo otra vez en las manos de los burgueses, sino para que después de esta guerra, quede en las manos de los proletarios, de los que son los legítimos dueños de esa tierra que, reconózcase o no se reconozca, es el origen de la tragedia que derribó a Díaz, que arrancó la vida a Madero, que mantiene en pie el movimiento revolucionario, y que ha precipitado la agresión de los americanos sobre el país de los aztecas.
Los mexicanos van a dar su sangre en esta guerra. Que la den en buena hora, pero para que sus hijos sean dueños efectivos de la tierra que ha sido teatro de sus sacrificios. Que den su sangre los mexicanos, pero para hacer de todos la tierra, la maquinaria, los medios de transportación. Que no peleen para que después de esta guerra suban nuevos presidentes, se encaramen nuevos caciques y quede en pie el principio de propiedad individual.
Ricardo Flores Magón
1 Frank Friday Fletcher (1855-1928). Almirante estadunidense. De 1912 a 1914 fue comandante de la Flota del Atlántico de la Marina Armada de su país, y como tal encabezó la ocupación de Veracruz el 21 abril de 1914. Entregó la plaza al general Frederick Funston el 30 de abril
2 Refiérese a William L. Canada. Cónsul estadunidense en Veracruz entre 1897 y 1918. Fue un indeclinable simpatizante de la intervención estadunidense en México. En 1907 justificó la matanza de los huelguistas de Río Blanco. En mayo de 1911 criticó a Madero, y en 1912 al presidente provisional León de la Barra. En octubre de 1912 apoyó la rebelión de Félix Díaz contra Madero. Simpatizó con Victoriano Huerta e intentó convencer a su gobierno de reconocerlo, y promovió el apoyo estadunidense de Félix Díaz como alternativa a la Presidencia de México
3 Gustavo Maas. General huertista. Durante la Decena Trágica formó parte de la brigada de Felipe Ángeles, haciéndose cargo de la artillería de las tropas leales al gobierno de Madero. Comandó a las fuerzas federales destacadas en el puerto de Veracruz durante la intervención norteamericana
Éste es el título que El Imparcial,1 de la ciudad de México, da a los buenos revolucionarios que operan en el Estado de Durango. En su edición del 31 de marzo, dicho periódico se escandaliza de que los hermanos Arrieta,2 simpáticos revolucionarios de Durango, estén entregando a los proletarios lo que les pertenece. He aquí lo que ocurrió a los hacendados de la región: “Primeramente —dice el periódico— un bando exigió de los propietarios el veinte por ciento del importe de las cosechas; pero después, ese bando decretó que todas las cosechas fueran a poder de las chusmas, y fueron despojados inicuamente sus propietarios”.
Al acto de justicia de los hermanos Arrieta, la burguesía llama despojo. Los hermanos Arrieta no han hecho otra cosa que restituir las cosas a sus verdaderos dueños. Las cosechas no fueron el producto del trabajo de los capitalistas, sino el resultado del esfuerzo, del sacrificio de los proletarios, y, por lo mismo, esas cosechas eran de los trabajadores. Los hermanos Arrieta son justicieros.
He aquí otro acto de justicia de los revolucionarios del Estado de
Durango:
Domingo Arrieta expidió recientemente un decreto, ordenando que todas las minas, haciendas y ranchos fueran inmediatamente explotadas, y las que no fueran por cuenta de sus propietarios, lo serían por la Revolución. Esto sólo fue un pretexto para robarse todas aquellas fincas, ya que estando sus propietarios en México o en Zacatecas, era imposible que pudieran explotar sus propiedades.
Este acto de suprema justicia es robo para la burguesía. ¡Robo! Robo es el que cometéis, vampiros insaciables, al retener en vuestras ociosas manos las minas, las tierras, los bosques, etcétera, obligando de esa manera a los proletarios, a los que no tienen más que sus brazos, a vender la fuerza de esos brazos por unos cuantos centavos que les arrojáis. Ése es el robo, ése es el despojo, y no el acto viril del revolucionario que arranca de vuestras estériles manos la riqueza para ponerla en las manos fecundas del hijo del pueblo.
Ricardo Flores Magón
1 El Imparcial, México, D.F. (1896-1916). Directores: Rafael Reyes Spíndola, Carlos Díaz Dufoo, Manuel Flores, Fausto Moguel y Salvador Díaz Mirón.
2 Domingo Arrieta León (Canelas, Dgo., 1874-Durango, Dgo., 1962). De origen arriero, campesino y minero. Se unió al antirreeleccionismo en 1910, junto a sus hermanos Benjamín, Eduardo y Mariano. Se levantó en armas el 20 de noviembre. En 1913 desconoció la dictadura de Victoriano Huerta y suscribió el Plan de Guadalupe. Dirigió la lucha en su estado junto a los hermanos Pereyra y Calixto Contreras. En abril de ese año, con apoyo del villista Tomás Urbina tomó la capital del estado. En agosto fue ascendido a general por Venustiano Carranza. En septiembre, siendo gobernador del estado, expidió una Ley Agraria estatal, por lo que algunos de sus biógrafos lo consideran pionero del reparto agrario revolucionario. En el enfrentamiento entre la Convención y el Constitucionalismo se mantuvo fiel a Carranza y expulsó al villismo del estado. Fue una vez más gobernador de Durango entre agosto de 1917 y mayo de 1920. En noviembre de ese año se levantó en armas contra Obregón y se mantuvo en rebeldía hasta mayo de 1924. En 1927, Calles lo reincorporó al ejército nacional con cargo de general de brigada. Fue senador entre 1936 y 1940. Benjamín, Mariano y Eduardo Arrieta León: hermanos y lugartenientes de Domingo Arrieta
El aire está cargado de rumores de guerra. Por las noticias que salen a mañana y tarde en la prensa, tal parece que una guerra es inminente entre los Estados Unidos y México.
Unos marinos americanos desembarcaron el 9 de abril en Tampico con el pretexto de aprovisionarse de gasolina. Los soldados de la guarnición federal arrestaron a los marinos, libertándolos poco después por disposición del Ministerio de Guerra y Marina del gabinete de Huerta. Los Estados Unidos pidieron una satisfacción por parte del gobierno de Huerta; éste la dio arrestando al jefe militar que dio la orden de arresto de los marinos americanos. Los Estados Unidos no quedaron conformes con esa satisfacción, y pidieron entonces que la guarnición federal de Tampico enviase un saludo de veintiún cañonazos a la bandera de las barras y las estrellas. Huerta no se opuso a hacer el saludo; pero con la condición de que los americanos respondieran con un saludo semejante a la bandera mexicana. Los Estados Unidos aceptaron la proposición de Huerta. Entonces éste preguntó a los Estados Unidos si no sería mejor que el saludo por ambas partes fuera simultáneo. Wilson se negó a aceptar la proposición a lo que corresponde Huerta negándose a saludar la bandera americana. Wilson, ya casi enfurecido, le dio a Huerta por plazo hasta las seis de la tarde del día 19 de abril para que saludase la tan llevada y traída bandera. El plazo se cumplió; pero Huerta no hizo el saludo, y Wilson, completamente furioso, ofrece someter el incidente a la deliberación del Congreso para que éste determine lo que deba hacerse en el caso.
¿Qué resolverá el Congreso? Es la pregunta que se hacen todos. Los periódicos jingoístas, que es la palabra que se aplica a los patrioteros en este país, piden que se declare la guerra a México sin pérdida de tiempo, y los periódicos de Europa, en general, creen que los Estados Unidos tendrán que declarar la guerra en unos cuantos días. Si hay cretinismo en la prensa, la prensa europea es la que parece estar más atacada de ese mal.
Wilson dice que no se declarará la guerra a México; porque sería eso un reconocimiento del gobierno de Huerta, lo que me parece una salida poco afortunada para ocultar el temor a una guerra que encierra todas las posibilidades de un fracaso.
Sin embargo, Wilson está con la espina adentro; Wilson ve que Huerta es un obstáculo serio puesto en el camino del carrancismo, y quiere librar a sus amigos carrancistas de ese estorbo. Todo el lío del saludo a la bandera, todos esos ultimátums, todo el aparato de fuerza arrojado a las puertas de Tampico para impresionar a Huerta, son actos calculados para buscar la ruina del régimen de Huerta y acelerar el encumbramiento de Venustiano Carranza. El juego, sin embargo, puede terminar en tragedia, cosa no prevista por el pobre profesor, pero es lo que suele acontecer cuando con fuego se juega. Los mismos periódicos diarios se encargan de decir que las masas populares se encuentran en un grado terrible de excitación en todo el territorio mexicano con motivo de los alardes bélicos de los Estados Unidos; esa misma prensa informa que las mismas borregadas carrancistas desobedecerían a sus jefes para lanzarse a cometer actos antiamericanos, si la tensión del momento se prolongase.
Sea como fuere, lo que sí parece ser un hecho es que Wilson, para ayudar a Carranza, va a establecer un bloqueo de los puertos mexicanos para impedir que a Huerta le lleguen de Europa y de cualquiera otra parte elementos de guerra. Naturalmente que esta ayuda tendría que pagarla el pueblo mexicano con creces, si permitiera que Carranza o cualquier otro individuo llegase a formar un gobierno.
¿Puede calcularse siquiera lo que ha gastado el gobierno americano en su empeño de librar de obstáculos el camino de Carranza a la Presidencia de la República? Pues todo ese dinero tendría que salir de los lomos de la clase trabajadora si se llegara a consolidar algún gobierno. Las contribuciones serían aumentadas; en todos los pueblos se impondrían multas por cualquier pretexto, pues el gobierno tendría gran necesidad de dinero para pagarle al gobierno americano; la miseria llegaría al límite resistible por el hombre, y un nuevo movimiento revolucionario tendría que surgir contra un estado de cosas insufrible.
Cualquier gobierno que llegara a consolidarse en México tendría que extorsionar al pueblo mexicano para pagar los compromisos nacionales, y haría ilusorias, por lo mismo, todas las promesas de bienestar y de libertad que hubiera hecho al pueblo.
Volviendo al asunto de la guerra, cosa es esa que no se atreverán a declararla los Estados Unidos, sino después de mucho tiempo de prepararse para ella. Los Estados Unidos, a pesar de todo lo que se diga en contrario, no tienen los soldados suficientes para una empresa de conquista llevada a cabo contra una nación de extenso territorio y poblada por quince millones de habitantes, centenares de miles de los cuales saben lo que es batirse y sufrir las fatigas de campaña, y centenares de miles de los cuales estarían listos en todo momento a recoger el arma del que cae para continuar la guerra. Los Estados Unidos no irían a pelear solamente contra ejércitos, sino contra la nación levantada para repeler al agresor.
Todas esas palabras de guerra, todos esos aparatos de lucha, no son otra cosa que “bluffs” con que el profesor quiere asustar a Huerta.
Ricardo Flores Magón
En el último número de regeneración dimos cuenta de cómo las fuerzas americanas habían pisado territorio mexicano en Veracruz, dando así principio a una guerra que… duró lo que dura una flor.
Por más esfuerzos que hacen los periódicos partidarios de la intervención en hacer creer que se trata de toda una guerra entre dos países, para excitar las pasiones patrióticas de las muchedumbres y empujar a Wilson a la descabellada aventura de una guerra de conquista, todo indica que el presente embrollo fue elaborado para pulsar el sentimiento del pueblo mexicano, determinar la actitud que podría asumir éste ante actos de hostilidad de fuerzas extranjeras y sacar de la observación las deducciones sobre las cuales debiera fundarse la futura política de los Estados Unidos con respecto a México.
A mi modo de juzgar las cosas, se ha tratado de un simple tanteo, una especie de reconocimiento que terminará en largas negociaciones diplomáticas o en la intervención misma, pero cuando los Estados Unidos estén suficientemente preparados para entrar en acción contra un pueblo valeroso, sufrido, abnegado y que lucha en estos momentos por su libertad y su bienestar.
Los hechos ocurridos esta última semana dan fuerza a la creencia de que todo se redujo a un tanteo. Las fuerzas americanas no han avanzado hacia el interior del país, concretándose a sostener la posesión de la ciudad de Veracruz, y teniendo fortificaciones militares a dos millas fuera de los límites de la ciudad. Las fuerzas mexicanas, al mando del General federal Maas, se encuentran acampadas en sociedad.
Así, pues, ambos ejércitos se encuentran frente a frente, y si las fuerzas americanas no tuvieran la ventaja de estar protegidas por los grandes cañones de sus barcos de guerra, ya las fuerzas mexicanas habrían iniciado un asalto a la plaza, y un nuevo combate se habría entablado.
Las fuerzas americanas esperaban la llegada de cinco mil hombres al mando del General Funston,1 para relevar a los marinos. Llegaron los cinco mil hombres; pero no se les ha ordenado que desembarquen y las cosas siguen como antes de que llegasen.
Motines en la ciudad de México
Cuando se supo en la ciudad de México la actitud tomada por los americanos, se produjo una gran excitación popular. La estatua de Washington fue derribada de su pedestal; las banderas americanas que decoraban tiendas y edificios de propiedad americana fueron arrojadas por el suelo y pisoteadas con la mayor indignación; el Club Americano2 fue entregado a las llamas; los hoteles de americanos fueron visitados por muchedumbres que destrozaban cuanto encontraban a la mano: cristales, muebles, tapices. Las multitudes recorrían las calles de la ciudad en actitud de protesta contra la invasión norteamericana; los mítines se multiplicaban en la ciudad, pronunciándose en ellos discursos fogosísimos.
La guarnición federal en Laredo, México, disparó sus armas sobre las fuerzas americanas estacionadas del lado americano, después de haber incendiado el edificio del consulado americano y algunas casas de burgueses americanos, así como los talleres del ferrocarril y otras fincas, abandonando en seguida la población. Los soldados americanos se conformaron con hacer fuego desde territorio de los Estados Unidos hasta que los federales se perdieron de vista; pero no dieron un paso hacia la ciudad desalojada.
La noticia en todo México
La toma del Puerto de Veracruz por los marinos americanos el martes de la semana pasada tuvo eco desfavorable en todo el país. Los mexicanos se aprestaron por todas partes a repeler la agresión. De todo el país tuvieron que salir a gran prisa todos los que temían pasarla mal con la cólera popular. A pesar de la declaración del Congreso americano de que todo el movimiento militar de los Estados Unidos debía entenderse como un acto de hostilidad contra Huerta solamente, el pueblo mexicano manifestó de mil maneras que consideraba como un ultraje la invasión. En Cananea se despertaron antiguos odios y por todas partes el movimiento popular dejó entender con claridad que se consideraba como un acto hostil toda injerencia de un poder extraño en los asuntos de México.
Cómo se entiende el asunto
A pesar de todos los esfuerzos que se hagan, ya sea por Wilson o por cualquiera otra persona, el pueblo mexicano comprende, con singular buen sentido, que un movimiento de agresión por parte de un país extranjero es un asunto que concierne a todos. El pueblo mexicano comprende con toda claridad que la irreverencia de Huerta a la bandera americana no es más que un pretexto que los capitalistas americanos han espiado para mandar soldados a México y detener una lucha que perjudicaba grandemente sus intereses. Los capitalistas americanos han comprendido que la Revolución mexicana es un movimiento que tiene por objeto la abolición de la miseria por medio de la expropiación de la tierra de las manos que la detentan, para que sea el patrimonio común de todos los habitantes de México. La intervención americana en los asuntos de México va, por lo mismo, contra el movimiento revolucionario; la intervención americana tiene por objeto poner al país en las mismas condiciones en que se encontraba bajo la época de Porfirio Díaz, que fue la edad de oro de todos los piratas, así de la política como del dinero.
Compromiso con Carranza
El capitalismo americano procuró al principio atraerse a Huerta; pero Huerta no podía favorecerlo sin perjudicar al mismo tiempo al capitalismo inglés y tuvo que escoger, decidiéndose por el último que, después de todo, era el que había ayudado a derribar a Madero y poner en pie el movimiento que lo había puesto en la Presidencia de la República. Entonces el capitalismo americano se echó en brazos del carrancismo, cuyo jefe, ávido de llegar al poder, entró en componendas con los americanos y les ofreció poner el país en las mismas condiciones en que se encontraba bajo el gobierno de Díaz.
Explicación del enigma
Así es como se explica que Carranza haya recibido tanta ayuda por parte de los capitalistas americanos: así es como se explica que los carrancistas violen a diario las leyes de neutralidad sin ser molestados; que se haya levantado la prohibición de introducir armas a México; que se acepte su moneda; que se reconozcan sus actos de gobierno; que se les facilite cuanto necesiten para su campaña de adquisición del poder. Así es como se explica, también, la actitud del carrancismo en la presente crisis: mientras todos, huertistas, zapatistas, libertarios, vazquistas, etcétera, consideran la invasión americana como una calamidad para los mexicanos, Carranza y Villa, los prohombres del carrancismo hacen a diario declaraciones que revelan que ese par de pícaros no tienen sangre en la cara. Forzado por las circunstancias, empujado por sus soldados, Carranza mandó una nota a Washington diciendo que protestaba contra el desembarque de marinos.
Asqueroso servilismo
Esa declaración de Carranza, sin embargo, ha quedado destruida con declaraciones posteriores del caudillejo, por medio de las cuales besa las patas de los americanos, y, por lo que respecta al bandido Francisco Villa, no creo yo que haya en la Historia muestra tal de una mezcla de rufianería, de estupidez, de bajeza, de cinismo como la que emplea ese pobre diablo cuando se trata de que manifieste su actitud respecto de la invasión americana. Francisco Villa se deshace en alabanzas para Wilson, alabanzas de un género que revela la bajeza de su autor, que pone en claro la miseria moral del asqueroso lugarteniente de Carranza. Villa y Carranza esperan que los americanos tomen la ciudad de México, derriben a Huerta y pongan a ellos sobre los lomos del pueblo mexicano. Villa y Carranza son los buitres que acompañan a los ejércitos para caer sobre los muertos después de los combates. Los dos declaran que ayudarán a Wilson a castigar a Huerta, como si no fuera el pueblo la víctima de ese castigo, como si no fuera el proletariado mexicano el pobre Lázaro de toda esa farsa, como si Huerta fuera el único que tendría que sufrir en una guerra con los Estados Unidos, y no los quince millones de habitantes que pueblan la República Mexicana y cuya lucha de vida o muerte es lo que ha precipitado sobre ellos la agresión del capitalismo yanqui.
Negociaciones de paz
Brasil, Argentina y Chile han intervenido en el embrollo. Los gobiernos de esos países han dicho a Wilson y a Huerta que ellos están dispuestos a mediar amistosamente para que el conflicto armado se resuelva de una manera pacífica. Wilson aceptó, y declara que se suspenden las operaciones militares para estudiar los arreglos de paz, y Huerta, por su parte, acepta la mediación de esos países. La actitud del Brasil, Argentina y Chile ha sido secundada por todos los países latinoamericanos.3
Villa ofendido
La mediación de los países latinoamericanos ha ofendido grandemente a Villa, porque esa mediación puede dar como resultado la prolongación de la Revolución, y lo que a Villa le urge es que el movimiento armado termine para sentarse a comer pacíficamente todo lo que se ha robado durante la revuelta. Al anunciar los periódicos la mediación de los países latinoamericanos, Villa declaró que él solamente tiene confianza en Wilson, a quien ama y respeta por ser un hombre honrado y bueno y quién sabe qué tantas cosas más, mientras que los hombres que están procurando la mediación para arreglar pacíficamente las diferencias entre Wilson y Huerta son, según propia declaración de Villa, unos pícaros a quienes conoce él desde hace mucho tiempo. ¡Pobre majadero!
Las negociaciones de paz
Según todas las probabilidades, las negociaciones de paz tendrán como base la pretensión de Wilson de que Huerta se retire de la Presidencia de la República, a lo que Huerta se resistirá con todas sus fuerzas a pesar de la terrible presión que sobre él ejercen en estos momentos las principales potencias, y todo eso dará lugar a interminables controversias, a fastidiosas discusiones que ocuparán mucho tiempo, tiempo precioso para la Revolución, hermanos de cadenas; tiempo que no hay que desperdiciar, hermanos desheredados, para hacer progresar el verdadero movimiento revolucionario, el que no tiene por objeto llevar a la Presidencia a nadie, sino abolir todo gobierno; el que va contra el llamado derecho de propiedad individual; el que no quiere amos de ninguna especie. Aprovechad el tiempo, proletarios, para poner en práctica los principios salvadores del Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911. Mientras se discute si ha de haber guerra o no entre México y los Estados Unidos, arreglemos nosotros, los plebeyos, nuestros propios asuntos.
De común acuerdo
Mucho se decía que Carranza y Villa no caminaban de acuerdo, porque también Villa sentía deseos de llegar a ser presidente. Como quiera que sea, en la cuestión de la intervención, Carranza y Villa están de acuerdo. La prensa dice que ambos jefes acaban de declarar que los carrancistas permanecerán como meros espectadores, presenciando la lucha entre mexicanos y americanos, pues, según ellos, los americanos son sus mejores amigos, ya que intervienen en México para sentarlos en el poder.
Palabras de un servil
La vanguardia de las fuerzas carrancistas acaba de ocupar Piedras Negras [Coahuila], y su Jefe Murguía4 está para llegar a la ciudad. Murguía ha prometido enarbolar una bandera americana en Piedras Negras y saludarla para hacer patente su amistad a los Estados Unidos. Dice Murguía que a él no le interesa la intervención americana, y asegura que serán protegidos los intereses de todos los americanos en su distrito.
La mediación
Primero, Argentina, Brasil y Chile ofrecieron sus servicios para mediar en las diferencias entre Wilson y Huerta. Han pasado los días, y ahora la mediación no solamente se concreta a la querella entre Wilson y Huerta, sino que se intenta extenderla a toda la crisis mexicana, a la Revolución, en una palabra. La tarea es más que difícil, imposible. La Revolución no puede terminar con el pacto de paz firmado en un salón por sus llamados directores y los representantes de algunas naciones; la Revolución dejará de existir cuando todo ser humano tenga asegurado el pan y la libertad. Pueden ser firmados centenares de pactos de paz entre los caudillos contendientes; pero eso no hará el milagro de cambiar las condiciones de miseria y de tiranía que han empujado al pueblo a la insurrección y, subsistiendo esas condiciones, la Revolución permanecerá en pie. Es engañarse el esperar que la Revolución termine por la sola virtud de una serie de conferencias diplomáticas, en las que van a ser tratadas cosas muy distintas a las necesidades del pueblo. En esas conferencias no se va a saber que quince millones de seres humanos sufren hambre y tiranía, sino que en ellas se tratará si Huerta tiene o no derecho de ocupar la Presidencia de la República, o bien si Carranza y aun el bandido Francisco Villa son los que merecen estar en dicho puesto. Desde hoy puede augurarse el fracaso de las negociaciones de paz, y la confirmación una vez más de este hecho: el pueblo mexicano está levantado en armas para conquistar por el hierro y por el fuego Tierra y Libertad.
Ricardo Flores Magón
1 Frederick N. Funston (New Carlise, Ohio, 1865-San Antonio, Tex., 1917). General del ejército de los Estados Unidos. En 1895 formó parte de una expedición que buscaba oportunidades de inversión en el café de México y Centroamérica. En 1898 se enroló como voluntario en las tropas estadunidenses que ocuparon Filipinas. En marzo de 1901 capturó al líder independentista Emilio Aguinaldo, con lo que ganó el grado de general brigadier y obtuvo la medalla de honor. Famoso por sus hazañas militares, por su defensa del expansionismo estadunidense y por su labor como propagandista de la ocupación del archipiélago, en 1902 declaró que “los americanos que han solicitado al Congreso la paz en Filipinas debieran ser sacados de sus casas y linchados”. En 1908 dirigió la represión a los huelguistas de la iww en Esmeralda, Nev. En 1914 fue el comandante de las fuerzas que ocuparon Veracruz en abril, y permaneció en el puerto como gobernador militar hasta noviembre, tras lo que se le comisionó para dirigir las tropas que custodiaban la frontera con México. En 1916 supervisó la Expedición Punitiva, encabezada por su subordinado, el general John J. Pershing, que invadió Chihuahua en persecución del general Francisco Villa tras el ataque a Columbus, N.M. En mayo, Funston y el general Hugh Scott se reunieron en Ciudad Juárez con el general Álvaro Obregón para acordar un plan militar de vigilancia de la frontera que buscaba poner fin a la Expedición Punitiva mediante un acuerdo negociado. En enero de 1917, cuando era el favorito del presidente Wilson para encabezar las tropas estadunidenses que participarían en la primera guerra mundial, falleció de un ataque cardiaco
2 Refiérese al American Club, centro social de la colonia americana en la ciudad de México
3 Refiérese a las conferencias de paz celebradas en Niagara Falls, entre el 20 de mayo y el 1 de julio de 1914, a propuesta de los embajadores de Argentina, Brasil y Chile en la Unión Americana, con la finalidad de abreviar el conflicto armado entre México y los Estados Unidos. Se les conoció como “conferencias del ABC” a causa de las letras iniciales de los países mediadores. Emilio Rabasa, Agustín Elguero y Luis Rodríguez acudieron a ellas representando al gobierno de Huerta. En representación del gobierno de Wilson participaron: Joseph Rucker, Frederick W. Lehman y Percival Dodge. Los constitucionalistas, de manera extraoficial, fueron representados por Rafael Zubarán Capmany y Luis Cabrera. Al finalizar las conferencias se redactó un plan de paz que estipulaba la formación de un gobierno provisional en México, surgido del acuerdo con las partes involucradas en la lucha revolucionaria; la no reclamación de cualquier indemnización por parte del gobierno de Wilson; el reconocimiento inmediato del nuevo gobierno por parte de los Estados Unidos; la amnistía para los extranjeros implicados en delitos durante la guerra, así como la formación de comisiones internacionales para atender las reclamaciones de extranjeros afectados por acciones militares durante la lucha interna. Sus resoluciones no fueron puestas en práctica.
4 Francisco Murguía (1873-1922). Político y militar zacatecano. Se sumó al maderismo en 1910. Tras el golpe de Estado de Huerta se incorporó a las filas del constitucionalismo, bajo las órdenes de Pablo González y Álvaro Obregón. Durante 1914 y 1915 hizo campaña contra las tropas de Pancho Villa. En 1918 ascendió a general de división. Se mantuvo leal a Venustiano Carranza, y tras la muerte de éste se exilió en los Estados Unidos. En 1922 encabezó una rebelión contra Obregón, en curso de la cual fue capturado y fusilado en Tepehuanes, Durango.
Hace siete meses que se inició en los campos mineros de Colorado una huelga de los mineros de carbón para mejorar su condición.1
Como hay superabundancia de esclavos, otros desheredados vinieron a ocupar el puesto de los desheredados en huelga. De aquí se originó un conflicto, pues los huelguistas, justamente indignados contra la acción de sus hermanos de miseria que venían a disputarles el pan en lugar de venir en su ayuda, la emprendieron a balazos, a puñetazos, a palos, a patadas, como pudieron, contra los esquiroles, naturalmente, y, de entonces a esta parte, un estado de guerra ha prevalecido en los campos mineros de Colorado.
Tan tirante se ha puesto la situación, que el Presidente Wilson ha ordenado que la milicia federal tome cartas en el asunto, y al efecto, de todos los puntos cercanos a Colorado han comenzado a movilizarse fuerzas federales de los Estados Unidos, con dirección a los campos mineros insurreccionados.
La noche del 28 de abril, todos los campos mineros de carbón en el estado se encontraban en abierta rebelión. En La Veta, pocas millas al sur de Walsenburg, comenzó el tiroteo al saberse que Wilson había enviado fuerzas federales a los campos mineros, y que el Gobernador había proclamado la ley marcial. La Veta, al mediodía, había sido el único lugar en que había paz, pues en todos los campos mineros, a esa hora, los huelguistas estaban empeñados en terribles combates ora contra los guardas de las minas, ora contra las fuerzas del Estado.
Los encuentros más encarnizados del día ocurrieron en Walsenburg y Louisville. La mina McNally fue quemada por los huelguistas. De la lucha resultó un hombre muerto y seis heridos. En la mina Hecla, los esquiroles fueron atacados por los huelguistas, quienes hicieron prisioneros al Sheriff Buster y al abogado del Condado, H.P. Martin, después de haber sido arrollada la guardia.
El Condado de Boulder está en ebullición. Dos compañías de soldados que habían sido enviados de Canon City a la mina Chandler acaban de llegar al Condado de Boulder.
Levantamientos simultáneos en los distritos carboneros del norte y sur de Colorado han agravado la situación para la burguesía y la Autoridad.
La lucha entre la clase capitalista y la clase trabajadora se recrudece en este país.
¡Lástima es, sin embargo, que tanta energía desplegada por los trabajadores, tanto espíritu de sacrificio demostrado por los mineros de Colorado, no sean empleados para algo mejor que alza de salarios, disminución de horas de trabajo y reconocimientos de la unión por los patronos! ¡Cuánto mejor sería que esa energía, ese sacrificio fueran empleados para la expropiación, desconociendo de una vez el principio de propiedad individual!
Ricardo Flores Magón
1 Huelga minera en Colorado. Participaron alrededor de 12 mil mineros del carbón del sur de Colorado, contra las compañías mineras encabezadas por la Colorado Fuel & Iron Company, de John D. Rockefeller. Las minas quedaron paralizadas en septiembre de 1913 en demanda del reconocimiento de la United Mine Workers of America, de la jornada de ocho horas, el aumento del 10 por ciento en el salario, así como de la desaparición del cuerpo privado de guardias de la compañía y el derecho a comprar en tiendas ajenas a la empresa, rentar vivienda fuera del control de los propietarios y elegir al médico de preferencia por parte de los mineros. A petición de Rockefeller, el gobernador de Colorado envío a la Guardia Nacional, que desalojó a los huelguistas de las bocas de las minas, pero los mineros resistieron durante siete meses los ataques de los esquiroles y detectives que frecuentemente hacían disparos sobre los sindicalistas en el campamento de Ludlow, Col., hasta que, el 20 de abril de 1914, pistoleros de la compañía empaparon con petróleo las tiendas de los acampados y les prendieron fuego al tiempo que disparaban sus armas. Además del asesinato de cinco mineros —entre ellos dos de los dirigentes—, ese día perdieron la vida 13 familiares de los huelguistas: dos mujeres y 11 niños. Sánchez y Valdez eran los apellidos de algunos de los masacrados cuyos cadáveres fueron encontrados totalmente calcinados. Durante los 10 días que siguieron a la masacre de Ludlow, grupos de sindicalistas armados incendiaron minas y atacaron campamentos de rompehuelgas. Algunos autores hablaban de hasta cinco mil mineros buscando venganza. Algunos medios estadunidenses compararon lo que pasó en Ludlow con la “barbarie” que según ellos imperaba en México: el Rocky Mountain News señaló en su editorial publicado el 22 de abril de 1914: “México no ofrece tal barbaridad en comparación con el asesinato de mujeres y niños indefensos por parte de los guardias de las minas amparados por soldados […] Huerta asesinó a Madero, pero incluso Huerta jamás asesinó a un niño inocente que buscaba agua para su madre herida. Villa es un bárbaro, pero en su enloquecido exceso no ha disparado ametralladoras contra mujeres y niños prisioneros”. La huelga costó entre 70 y 200 vidas, y fue la más mortífera de las huelgas en la historia de los Estados Unidos
La prensa no habla de otra cosa que de la intervención americana en
México, y, en efecto, ése es el asunto principal del día. Todos, ricos y pobres, proletarios y magnates, están interesados en el desarrollo de los sucesos que tuvieron como origen o pretexto la negativa de Huerta de inclinarse ante la bandera americana, cuando se le urgía que la saludase en desagravio de la “falta” cometida por la autoridad militar de Tampico, al mandar poner bajo arresto a un puñado de marinos americanos que pisaron suelo mexicano el 9 de abril último.
¿Por qué tanto interés?
Los capitalistas ven en la intervención y el triunfo de las armas americanas en México, el nacimiento de una era nueva de bonanza para los negocios. Los capitalistas esperan que la sangre de los proletarios que mueran en la guerra que se prepara se convierta en sonantes monedas que acaben de repletar sus cofres, pues si los Estados Unidos triunfasen en la lucha contra México, las tierras, las minas, las fábricas, los talleres, los barcos, los ferrocarriles, todo pasaría a las manos de los ávidos negociantes americanos, quienes, bajo la protección de Carranza o de cualquier otro presidente, pues cualquier individuo que escale el poder en lo futuro tendrá que ser un lacayo del capitalismo americano, multiplicarían sus fortunas con el sacrificio, el dolor, la miseria, la esclavitud del proletariado mexicano.
El interés del pobre
El pobre muestra interés en el conflicto porque sabe que si los soldados americanos clavan definitivamente su bandera en México, las esperanzas más risueñas que ha abrigado en el fondo de su corazón morirán aplastadas como las florecillas del campo bajo las pezuñas de los corceles del conquistador. El pobre ha creído que de esta Revolución, que de este conflicto de cerca de cuatro años que ha ensangrentado el territorio mexicano, tiene que brotar al fin su libertad y su bienestar como una consecuencia de la toma de posesión de la tierra y de los instrumentos de trabajo, y, en su sencillez comprende que el yanqui no va a México a darle la libertad económica con que sueña, sino a remachar sus cadenas de esclavo del salario, a perpetuar el sistema de la propiedad privada que hace desgraciados por igual al mexicano y al americano, al italiano y al francés, al japonés y al alemán, al proletariado de toda la tierra.
La resistencia del pueblo
Ni los mismos federales hicieron en Veracruz una resistencia tan grande y tan tenaz como la que hicieron los hijos del pueblo. Al desembarcar los marinos americanos en Veracruz, los federales hicieron alguna resistencia y se batieron después en retirada; pero los trabajadores del puerto continuaron la lucha por su cuenta y desde las ventanas y las azoteas de las casas, desde las torres de las iglesias, o bien parapetados detrás de los árboles, disparaban sus pistolas, vaciaban sus escopetas o hacían funcionar sus rifles de día y de noche teniendo en constante alarma a los invasores. Otros, valiéndose de una ingeniosa estratagema, tomaron el cementerio como base de operaciones, desde donde hacían blanco de sus tiros a los centinelas americanos que caían heridos o muertos aquí y allá, heridos por balas disparadas por tiradores invisibles, pero no por eso menos certeros, que fueron por cerca de tres días la desesperación de los jefes americanos.
La estratagema
Durante esos tres días, las autoridades militares observaron que el número de cortejos fúnebres era crecidísimo. Un oficial americano sospechó que algo anormal sucedía, y al pasar cerca de él uno de tantos cortejos, ordenó que el ataúd fuera abierto en su presencia. El ataúd fue abierto, y, en lugar de un cadáver, lo ocupaba una docena de rifles y un buen número de cartuchos. Entonces la milicia invadió el cementerio; pero solamente pudo hallar personas que circulaban por sus contornos y al parecer inofensivas. Un registro más minucioso fue hecho, sin dar mejores resultados a los oficiales americanos, hasta que a alguien se le ocurrió abrir los sepulcros recién cerrados, y en ellos fueron encontrados hombres que esperaban la noche para reanudar su ejercicio de tiro sobre los marinos del capitalismo yanqui.
La ley marcial
Entre tanto, el tiroteo continuaba de distintos puntos de la ciudad sobre las fuerzas americanas, y el contralmirante Fletcher no sabía cómo detener aquella agresión espontánea del pueblo, que amenazaba acabar en detalle con la fuerza de marinos que ocupaban la ciudad. Por fin se decidió a poner la ciudad bajo la ley marcial, por la cual se condena a muerte a toda persona que, sin permiso de la Autoridad lleve consigo cualquier clase de armas. En el decreto que establecía la ley marcial se ordenó a todos los habitantes de Veracruz que entregasen las armas que tuvieran en su poder, so pena de ser pasados por las armas. Al mismo tiempo, se llevó a cabo una obra de cateo al por mayor de todas las casas de la ciudad, cateo que dio por resultado el desarme de los habitantes del puerto.
Las fuerzas de tierra
Desarmado el pueblo, las fuerzas terrestres del General Funston, en número de cinco mil hombres de infantería, pudieron hacer sin oposición su entrada a Veracruz, sustituyendo a los marinos que regresaron a sus barcos de guerra. Las fuerzas de Funston son las que ahora se encuentran frente a las fuerzas mexicanas al mando del General Gustavo Maas.
Saluda la bandera
Como Huerta no ha querido saludar la bandera americana y ello le ha acarreado la enemistad del tío Samuel, los constitucionalistas, para granjearse la buena voluntad de los capitalistas yanquis no solamente ofrecen velar por los intereses de los bandidos de Wall Street, sino que no pierden oportunidad que se les presenta para hacer ostentación del más bajo y pestilente servilismo. El General carrancista Murguía anunció que saludaría la bandera americana cuando llegase a Piedras Negras, y un mensaje publicado en el Express, de esta ciudad, dice al referirse a la entrada de la tropa carrancista a la mencionada población: “Cuando la bandera de los Estados Unidos fue izada, un destacamento de soldados constitucionalistas marcharon al consulado americano y la saludaron”.
Sentenciado a muerte
Francisco Villa es ahora víctima del delirio de persecución. Su incuestionable servilismo al capitalismo yanqui; sus abyectas declaraciones de que tiene fe en la política de Wilson y de que éste es un hombre honrado, han levantado una ola de indignación; indignación que se ha recrudecido con sus recientes vociferaciones de que él permanecerá como un mero espectador cuando las fuerzas americanas estén atacando a los mexicanos que se opongan a que una fuerza extraña intervenga en México para obligar al trabajador a aceptar la tiranía de la Autoridad y del Capital. Villa ahora teme ser ajusticiado por un brazo fuerte y valiente, e impulsado por ese temor, tan pronto como llegó a Chihuahua, procedente de Ciudad Juárez, puso a la ciudad bajo la ley marcial, precaución inútil de todo tirano, pues las vallas de soldados, las escoltas especiales, las nubes de polizontes con disfraz y sin él, los registros domiciliarios y personales, el espionaje exacerbado, no pueden impedir que la bomba caiga a sus pies y lo haga saltar a pedazos o que el puñal parta en dos su negro corazón o la bala desquebraje un cráneo incapaz de anidar en su seno sentimientos de abnegación y de justicia.
Posibles complicaciones
Urgido por Europa, Wilson ha propuesto a Carranza y a Huerta que se declare zona neutral el distrito petrolífero de Tampico en el que hay intereses ingleses, alemanes y americanos. Los burgueses de esas nacionalidades pretenden que no haya lucha en la vecindad de los pozos de petróleo para evitar el incendio de ellos. Carranza, para apaciguar la excitación que contra él reina entre sus soldados por su amistad con los capitalistas americanos, finge oponerse a la formación de la zona neutral; pero declara que él protegerá los pozos. Su ofrecimiento, sin embargo, es acogido con sonrisas por la soberbia burguesía europea y lo que parece probable es que se efectúe en Tampico una invasión parecida a la de Veracruz, por los marinos americanos para proteger los codiciados manantiales de petróleo. A ese efecto, van a ser movilizados a Tampico algunos de los barcos de guerra americanos que se encuentran en la bahía de Veracruz.
Una escaramuza
El 2 de mayo, una fuerza de varios centenares de soldados mexicanos avanzó de su puesto en Soledad hacia la planta hidráulica de El Tejar.
El comandante mexicano intimó rendición al destacamento americano que guarda la planta, dándole diez minutos para que la efectuara. En el acto volaron de Veracruz miles de soldados americanos. Parece que los mexicanos solamente trataban de molestar al invasor, pues se retiraron después de hacer un ligero tiroteo sobre las fuerzas americanas que en abrumador número se aproximaban a paso de carga.
Arma de guerra: el hambre
Las fuerzas mexicanas al mando del General Maas, dice Funston a Wilson, están estrechando el cerco que tienen puesto a Veracruz, y, aunque no hostilizan a tiros a los americanos, impiden, sin embargo, que entren a la ciudad ocupada por ellos artículos alimenticios. Legumbres, carne fresca, leche, huevos, mantequilla, frutas, no pueden entrar a Veracruz porque los caminos están tomados por las fuerzas mexicanas, y los pocos productos que actualmente pueden obtenerse de los arrabales de la ciudad han alcanzado precios exorbitantes y muy pronto quedarán agotados. Esto será lo que en grande escala ocurrirá a las fuerzas invasoras cuando se internen en México. Posesionadas de las ciudades, pues no tendrán fuerza suficiente para ocupar el campo, carecerán de todo hasta que el hambre les haga invadir los campos en busca de alimentos, pero al hacerlo caerán en las emboscadas de los guerrilleros en que un puñado de hombres valerosos pueden destrozar un ejército.
Preparándose
Que los Estados Unidos se preparan para la guerra con México, y que las negociaciones de paz iniciadas por los representantes de Argentina, Brasil y Chile servirán para dar tiempo a esa preparación, lo indica claramente un despacho de fuente americana procedente de Veracruz con fecha 28 de abril. Dice en parte el despacho:
Los Estados Unidos están preparando sus fuerzas para la guerra con México, de una manera lenta, pero segura. Dentro de seis meses, a no ser que circunstancias imprevistas alteren los planes actuales del Departamento de Guerra nuestro ejército estará esparcido en las más importantes regiones de México. El avance principal será llevado a cabo de Veracruz a la ciudad de México. Primero, una porción de artillería, después una porción de caballería seguida de una tregua; luego, más infantería, y así sucesivamente. Ésa será la manera de desembarcar de nuestro ejército. El plan actual es continuar desembarcando tropas americanas en México, y establecer bases militares en puntos estratégicos.
Preparándose también
Las fuerzas mexicanas no se quedan atrás en sus preparativos. El Río Pánuco ha sido minado por los federales, de manera de impedir el libre acceso por agua de fuerzas americanas que puedan ser despachadas sobre Tampico. Además, el General Gustavo Maas ha volado el puente de San Francisco, en la línea del ferrocarril interoceánico, y según asegura Funston, los rebeldes no carrancistas, por su parte, han minado todo el camino de hierro que conduce a la ciudad de México.
Las conferencias de paz
La preparación de estas conferencias está retardando el choque de las dos fuerzas, aunque cualquier incidente imprevisto que pueda surgir por la presencia en suelo mexicano de las fuerzas de los Estados Unidos puede precipitar el conflicto, la catástrofe predicha desde que comenzó en México la lucha del pobre contra el rico hace cerca de cuatro años.
Lo inevitable
Todos los que conocemos las causas de la Revolución mexicana pudimos ver desde un principio que la intervención llevada a cabo por los Estados Unidos solamente, o por las fuerzas de los Estados Unidos y de las principales potencias, era inevitable. Era inevitable la intervención porque la Revolución mexicana no es una lucha de caudillos que quieren apoderarse de la Presidencia de la República, sino una lucha de intereses de clase que no podía ser resuelta por la mera exaltación de un caudillo a la Silla Presidencial.
El pobre contra el rico
Llegó un momento en la vida política y social del pueblo mexicano, en que el pobre no pudo por más tiempo soportar la tiranía de la Autoridad y la explotación del Capital. Entonces se levantó en armas contra sus verdugos, no para derribar un presidente y sustituirlo por otro, sino para modificar las condiciones sociales y económicas en las cuales había permanecido hundido por cuatro siglos. La cuestión de quién ocupase la Presidencia de la República era lo de menos; lo importante era salir de la miseria y de la tiranía, y con el buen sentido que admira a los observadores inteligentes de esa tremenda contienda que se desarrolla al otro lado del Bravo, puso el pueblo insurreccionado al frente de todas sus demandas la expropiación de la tierra de las manos de los acaparadores.
La tierra, base de la riqueza; la riqueza, base de la libertad
El que es dueño de la tierra es dueño de todo cuanto existe. La tierra es la fuente natural de todas las riquezas, de la tierra se obtienen los productos alimenticios del reino vegetal; de los productos de la tierra se mantienen los ganados, cuya carne sirve de sustento al hombre; de la tierra se obtienen las maderas de construcción y la leña para la calefacción; las materias primas para la industria se obtienen de la tierra; del seno de la tierra generosa se extraen los metales y el carbón y los materiales para la construcción de edificios y otras obras de ingeniería; sobre la tierra hay que fijar la vivienda. Las fundiciones, las fábricas, los talleres, los medios de transportación acuática y terrestre han sido construidos con materiales donados por esta madre buena y fecunda: la tierra. Así pues, el que posee la tierra, es rico, y el que es rico es libre, porque la libertad es la consecuencia lógica de este hecho: la independencia económica es patrimonio exclusivo de los ricos, esto es, de los dueños de la tierra.
Los únicos libres
Los burgueses, aun bajo el régimen más despótico, son libres, porque para vivir no dependen de nadie. Gozan, pues, de libertad económica, fuente de todas las libertades, entre ellas, la libertad política. Son completamente libres, porque siendo el gobierno una institución creada para garantizarles el tranquilo disfrute de sus bienes, son amos del gobierno y éste es su servidor. ¿Hay alguna querella entre ellos y los pobres? El gobierno está listo para zanjar la dificultad en provecho de sus amos: los burgueses. Los burgueses pueden cometer toda clase de delitos sin sufrir las consecuencias de sus actos, porque siendo la judicatura una parte del gobierno, no pueden ser castigados por una institución que de ellos depende, mientras que los pobres son encerrados en los presidios por la menor falta por el solo hecho de que el gobierno no ha sido instituido para ellos sino para los ricos. El derecho de votar, el derecho de reunión, el derecho de hablar y de escribir sobre cualquier materia, la inviolabilidad del domicilio, de los papeles y de las personas, todos los derechos políticos y todas las prerrogativas del ciudadano son para los ricos, para los que no necesitan depender de nadie para poder hacer su vida. Los ricos son, por lo tanto, los únicos libres.
La intervención, una amenaza para la libertad
Decidido el pueblo a conquistar su libertad económica por medio de la expropiación de la tierra de las manos de la burguesía, para hacerla propiedad de todos los que quieran cultivarla, y encontrándose en lucha para llegar a ese fin, ve naturalmente con malos ojos que fuerzas extrañas se mezclen en la contienda pretendiendo castigar un ultraje que, se dice, fue cometido a la bandera americana, pero en realidad interviniendo para poner fin a una lucha que, si triunfa en México, puede ser el principio de la tremenda conflagración que liberará a los seres humanos en todo el mundo: la Revolución Social. La intervención en México es, pues, no solamente una amenaza para la libertad del proletariado mexicano, sino una amenaza a la libertad de la clase trabajadora de todo el mundo cuyos intereses, cuyos problemas son los mismos que los que se disputan arma al brazo en las ricas campiñas de México.
Lo que quiere la burguesía
El capitalismo americano, al intervenir en México no solamente quiere que perdure ahí el sistema de salarios, producto de la propiedad privada de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transportación, para enriquecerse más todavía, sino que quiere evitar que cunda por el mundo obrero el ejemplo de cómo se puede obtener la abolición del sistema capitalista, sin parlamentos, sin huelgas, sin largas preparaciones en que el obrero se descorazona y se entrega al fin a merced de sus verdugos, al ver que su liberación tiene que ser la obra de cientos de años de una preparación a la que pone mil trabas la Autoridad y sus agentes, la miseria y el medio.
Un proyecto descabellado
Para llegar la burguesía internacional al deseado resultado: el término de la contienda en México entre ricos y pobres, se creyó que el conflicto entre Wilson y Huerta daba el mejor pretexto para ofrecer los buenos oficios de algunos países latinoamericanos que nada tienen de sospechosos de estar al servicio de la burguesía yanqui, y al efecto Argentina, Brasil y Chile, por medio de sus representantes en Washington, intervinieron pacíficamente para hacer cesar las hostilidades entre los Estados Unidos y México; pero a poco de discutir el programa de las conferencias de paz, se presentó el objeto real de la mediación: la terminación, por las vías pacíficas, de la guerra que el desheredado tiene entablada contra el propietario, o sea, la Revolución mexicana.
Suspensión de las hostilidades
La primera medida adoptada por los comisionados de paz fue pedir a Huerta y a Wilson que suspendieran las hostilidades, cosa que fue aceptada desde luego, aunque no por eso se ha suspendido la actividad por ambas partes en lo que respecta a la preparación para una guerra que es inevitable, que nadie puede impedir, que tiene que efectuarse a no ser que la burguesía internacional renuncie a impedir que se desarrolle en México el primer acto de la tragedia que ha de terminar en todo el mundo con la muerte del privilegio por la plebe dignificada y redimida.
No hay armisticio
Pero si fue aceptada por Huerta y Wilson la mediación de los representantes de Argentina, Brasil y Chile para arreglar el conflicto que tuvo como pretexto la irreverencia a la bandera americana, no fue aceptada dicha mediación para arreglar por la vía pacífica el movimiento revolucionario, no porque no tengan ansia Huerta y Carranza de que termine el conflicto y quedar uno u otro dueño de la situación, sino porque tal tarea es enteramente irrealizable, pues no depende de arreglos tenidos en un salón por personajes de casaca y guante blanco, sino de la acción de los proletarios que en la montaña y en la llanura se baten contra las fuerzas del capital por conquistar Tierra y Libertad. Ningún arreglo que no diera como resultado la entrega de la tierra a los que quieran cultivarla por sí mismos podría dar como resultado la paz, pues el trabajador mexicano ya no quiere una paz infame en que él tiene que hacer de bestia de carga para que un puñado de burgueses dilapiden en francachelas el producto de su sudor y de su sacrificio.
Siguen las hostilidades
Así, pues, las hostilidades entre las diversas facciones no se suspenderán por ningún motivo, y los comisionados de paz se concretarán a trabajar únicamente, al menos por el momento, sobre el incidente nacido de la irreverencia a la bandera americana. Así lo declararon el 4 de este mes en Washington los representantes de las tres repúblicas sudamericanas.
Una mujer ante la Corte Marcial
El siguiente telegrama fue puesto en Veracruz el 4 de este mes:
Una mujer sobre quien pesa la acusación de haber matado a ocho marineros y soldados de marina americanos en las calles, cazándolos durante los primeros días de la invasión americana, ha sido arrestada esta noche y puesta a disposición de las autoridades americanas. Un mexicano informó a las autoridades americanas acerca de su paradero, por lo que su casa fue cateada encontrándose cierta cantidad de armas. Ella va a ser juzgada en Corte Marcial mañana bajo la acusación de asesinato.
Hasta aquí el despacho. ¿Puede considerarse como asesinato el acto de una mujer que mata a los que van a impedir que sus hermanos conquisten Tierra y Libertad? Si el pueblo americano estuviera luchando por su libertad, y un ejército mandado por capitalistas de otros países para someterlo fuera acometido por una mujer, y de esa acción resultaran varios invasores muertos, ¿pensaría el pueblo americano que esa mujer era una asesina? Ante el criterio de todo ser humano normal, el acto de la veracruzana no puede calificarse de asesinato.
Wilson y Carranza se entienden
Como se sabe, Carranza es solamente un instrumento de los capitalistas americanos. Cuando Wilson supo que Carranza no consentía en que se estableciera un armisticio, no se mostró contrariado, antes bien, manifestó que su deseo era el privar a Huerta de toda clase de recursos para que los constitucionalistas pudieran derribarlo tan pronto como fuera posible. ¿Podrá negarse todavía que el carrancismo es obra de los capitalistas yanquis? Las declaraciones de Carranza y de Villa de que no se opondrán a la invasión americana; los favores manifiestos, que han recibido de parte de los capitalistas y hombres de Estado de los Estados Unidos, deberían hacer pensar a los proletarios que engañados militan en las filas del carrancismo.
Otra escarmuza
El General Funston, de las fuerzas americanas en Veracruz, da cuenta de una nueva escaramuza ocurrida entre las fuerzas mexicanas y las americanas en la planta hidráulica de El Tejar que surte de agua a la ciudad de Veracruz. Esta escaramuza ocurrió el 5 de este mes por la mañana, y no se habla de si hubo muertos o heridos. Tres baterías de artillería americanas fueron llevadas violentamente al lugar de los sucesos, mientras los grandes cañones desembarcados el día 4 fueron desde luego emplazados para hacer frente a cualquiera emergencia. Se cree que las fuerzas mexicanas se disponían a dinamitar la planta hidráulica, pues los exploradores americanos encontraron varios cartuchos de dinamita en las inmediaciones. Si se logra volar la planta hidráulica, Veracruz quedará en condiciones terribles. El General Funston ha aumentado el número de avanzadas en vista del rápido aumento de fuerzas mexicanas por el oeste y noroeste de la ciudad. De la ciudad de México está siendo movilizada una gran fuerza de artillería contra los invasores. Esto ha puesto en actividad a los americanos, quienes están levantando trincheras y haciendo otras muchas obras militares. Los Estados Unidos, por su parte, van a enviar a Funston siete mil hombres más, lo que hará que su fuerza sea de doce mil hombres, más tres mil marinos.
Una paciencia que impacienta
Los comandantes navales critican la paciencia de las autoridades de Washington por no haber ordenado un inmediato avance sobre la ciudad de México de las fuerzas americanas, tan pronto como éstas desembarcaron en Veracruz, pues en aquellos momentos Maas no contaba sino con dos mil soldados, mientras que ahora tiene bajo su mando unos quince mil y una considerable dotación de artillería. El contralmirante Badger1 informa al secretario de la Marina, Daniels, que la tardanza en hacer avanzar las fuerzas americanas hacia la ciudad de México tendrá como precio la pérdida de miles de vidas de soldados americanos. De fuente digna de crédito se sabe que tanto los comandantes navales, como Funston están urgiendo a Wilson un pronto avance de las tropas americanas hacia la ciudad de México.
Un avance de tres millas
Los intentos hechos por las fuerzas mexicanas de destruir la planta hidráulica de El Tejar, de la cual se surte de agua la ciudad de Veracruz, dieron como resultado que el gobierno de Washington autorizara al General Funston a extender sus líneas hacia el interior a la distancia que él creyera conveniente para proteger la planta. Funston extendió sus líneas tres millas hacia el interior; instaló su artillería de grueso calibre en las trincheras construidas alrededor de la planta hidráulica, dirigiendo las bocas de los cañones hacia los cerros en dirección de Xalapa, de donde él espera el ataque de las fuerzas mexicanas. Funston ha ordenado que a nadie se le permita la entrada o salida de las líneas americanas, para impedir que las fuerzas mexicanas puedan tener alguna información sobre las defensas de la ciudad de Veracruz.
Funston inquieto
Rumores de movilizaciones de fuerzas mexicanas tienen inquieto al General Funston, pues se dice que Rubio Navarrete2 ha llegado en auxilio de Maas y se encuentra al oeste de Soledad, tan cerca del cuerpo principal de tropas mexicanas que los soldados pueden ser distinguidos con facilidad a la simple vista. También corre el rumor de que fuerzas mexicanas independientes se mueven en las montañas esperando en ellas el paso del invasor.
El 18 de mayo
Ésta es la fecha que se ha señalado para que den comienzo las conferencias de paz entre los representantes de Argentina, Brasil y Chile y los representantes de Huerta y de Wilson. Probablemente no tendrán participación en esas conferencias los constitucionalistas por no haber consentido en el armisticio propuesto por los comisionados de paz. Las conferencias tendrán lugar en un suntuoso hotel de la ciudad veraniega del Niágara, Canadá. Ahí, entre sorbos de champagne y bocanadas de espléndidos habanos, entre suculentos manjares y francachelas de “buen tono” se decidirá si el pueblo mexicano debe seguir siendo el esclavo de los grandes vampiros que chupan su sangre desde Nueva York como desde París, desde Londres como desde Ámsterdam. Ahí se decidirá si el ensueño generoso de los desheredados de México de dar muerte a la miseria y a la tiranía por medio de la toma de posesión de la tierra y de los instrumentos de trabajo debe ser ahogado en mares de sangre por los soldados de los capitalistas de todo el mundo, o si se deja a los trabajadores mexicanos en libertad de arreglar sus querellas contra los ricos por medio de la expropiación, poniendo de esa manera la primera piedra de una organización social en que todos sean hermanos, en que no haya uno superior a otro, en que no haya quien tenga pan de sobra mientras millones de seres humanos no lo tienen, o, si lo tienen, no pueden tener la seguridad de tenerlo mañana por depender económicamente de un puñado de ladrones llamados ricos.
Ricardo Flores Magón
1 Charles Johnson Badger (1853-1932). Almirante de la Armada estadunidense y comandante en jefe de la Flota del Atlántico durante la ocupación del puerto de Veracruz en 1914. Participó en la guerra hispano-estadunidense de 1898. Su hijo, el alférez Oscar Charles Badger, formó parte de las tropas que desembarcaron en el puerto mexicano el 21 de abril de ese año y fue distinguido con la Medalla de Honor por su conducta en la batalla. Como su padre, también alcanzaría el grado de almirante
2 Guillermo Rubio Navarrete (1877-¿?). Militar queretano. Inició su carrera castrense combatiendo la rebelión de los indios mayas en 1901. Durante la presidencia de Madero, con el grado de teniente coronel, participó en la campaña contra el zapatismo y combatió la rebelión orozquista en Durango y Chihuahua. Tras la caída del gobierno maderista se sumó a la lucha contra el constitucionalismo, operando en Tamaulipas, San Luis Potosí, Coahuila y Nuevo León. Durante la intervención norteamericana, se incorporó a las fuerzas del general Gustavo Maas en la defensa de Veracruz. Se retiró a la vida privada luego de la caída de Huerta
Continúa siendo la cuestión del día la guerra entre México y los Estados Unidos, los periódicos pasan de mano en mano; los comentarios se multiplican: la ansiedad del pueblo por obtener noticias es manifiesta; rumores absurdos flotan en el aire por falta de noticias oportunas que los desvanezcan. Los periódicos americanos se entregan a escribir sendas crónicas sobre la toma de Veracruz por los marinos y soldados de la armada americana, pretendiendo dar proporciones de epopeya a lo que en realidad fue la vulgar acometida de un hombre contra un niño indefenso.
Habla el General Maas
He aquí puntos de una explicación que da el General Maas sobre su retirada de Veracruz: “La defensa de Veracruz en mis condiciones y con las ventajas de que disponían los americanos era militarmente impracticable. Era un sacrificio de vidas, sin resultado práctico”.
Se le atacó por sorpresa
Además, se me atacó sin previa declaración de guerra, pues no puede considerarse como tal el aviso telefónico de un Cónsul en los momentos precisos en que se principiaba el desembarco de marinos, que hasta estos momentos eran considerados como amigos. Personalmente, esperaba que el incidente de Tampico se hubiese solucionado diplomáticamente, como se había anunciado, y nunca creí que se violaran las leyes internacionales en la forma en que se hizo.
El aviso del Cónsul americano
A las nueve de la mañana me llamó por teléfono el señor Cónsul Canada para comunicarme que había recibido instrucciones de su gobierno para desembarcar marinos en el puerto, que no opusiera resistencia y que me rindiera a discreción. A esto contesté que no podía ni debía atenderle, que mi deber era defenderme. Al oír esto, mi interlocutor suspendió la comunicación y yo sin pérdida de tiempo principié a organizar la defensa. El aviso casi fue simultáneo con el desembarco de marinos.
La fuerza de Maas
La fuerza que estaba bajo mis órdenes se componía de mil doscientos hombres y de su calidad no debo hablar, toda vez que ustedes deben conocer en qué condiciones puede estar un número más o menos reducido de hombres que presta continuo servicio en diferentes sitios y la mayor parte en el fuerte de San Juan de Ulúa. Prácticamente no podía hacer uso de mi gente. Apenas pude reunir, con el toque de asamblea, como doscientos hombres que reconcentré en la plaza y que distribuí bajo las órdenes inmediatas del general Muñoz, coronel Contreras y coronel Cedillo.
Se bate en retirada
Comprendiendo lo ineficaz de mi resistencia di orden a los jefes ya mencionados que abrieran y sostuvieran el fuego, tanto como fuese humanamente posible, por lo menos, mientras organizaba la retirada de mi gente y tomaba posiciones en sitios donde mi fuego fuese eficaz, pues por lo intempestivo del ataque, era lo indicado… Mientras esto ocurría, mis pocos hombres continuaban impidiendo y obstaculizando la invasión. Nuestra artillería no pudo abrir su fuego sino hasta por la tarde en que el enemigo presentaba blanco, pues el enemigo desembarcaba protegido por el alcance de los cañones de sus acorazados que estaban a gran distancia del puerto hasta donde no llegaban nuestras balas y desde donde nos atacaban a mansalva.
Corta la vía férrea
Como el avance del enemigo en las circunstancias enumeradas continuaba y el derramamiento de sangre de mi gente resultaba estéril, para impedirlo ordené la retirada y la destrucción de los seis primeros kilómetros de la vía férrea. Esa noche establecí mi cuartel general en Tejería. Al llegar a ese punto me ocupé de cortar la comunicación ferroviaria e hice todo lo posible por aislar e incomunicar a los norteamericanos en Veracruz. Nuestra fuerza destruyó el camino de hierro de Alvarado, el del Paso del Macho y quemó el puente de Boca del Toro, sobre la línea de Veracruz al istmo y el de San Francisco sobre el interoceánico. Sin la sorpresa inusitada de que fue víctima, no se habría limitado mi defensa a lo que hice.
Para civilizarnos
La prensa burguesa americana acoge con entusiasmo y comenta a su manera las interesadas declaraciones de estadistas de este país que dicen que los Estados Unidos tienen el gran deber de moralizar y civilizar al pueblo mexicano, y que, por lo tanto, la guerra contra México es justa. Así, pues, en nombre de la civilización, de la moral y de la humanidad será derramada a torrentes la sangre de los trabajadores de dos pueblos, pues no serán los capitalistas americanos los que tomen las armas para someter al pueblo mexicano, sino que serán los miembros de la clase trabajadora de este país los que irán a perder su vida o a arrebatar la de sus hermanos de cadenas, los trabajadores mexicanos.
¡La civilización!
¿Pueden los americanos reclamar para ellos el título de civilizados?
¿Lo pueden los ingleses, los franceses o los alemanes? ¿O ese título corresponde a los italianos, a los españoles, a los belgas? Civilización quiere decir cultura ¿y pueden estos pueblos y los del resto de la tierra llamarse cultos? ¿Pueden llamarse cultos estos pueblos sumergidos hasta el pescuezo en el pantano de la explotación, de la ignorancia y de la tiranía? Para no ir muy lejos, lancemos una mirada en torno nuestro aquí, en los Estados Unidos, en este país que más que ningún otro de la Tierra se jacta de civilizado. ¿Qué es lo que nuestros ojos ven? Miseria, servilismo y podredumbre abajo; podredumbre envuelta en sedas, arriba. Aquí vemos, en este siglo en que la filosofía se remonta a alturas sublimes, hombres que dejan al pie de la máquina, en el surco, en las tinieblas de las minas, su salud, su porvenir, su sangre, sus lágrimas por un salario que no les basta para hacer una vida civilizada, que no les basta ni para matar su hambre y la necesidad de los suyos.
Los desocupados
Aquí vemos a millones de seres humanos, en la plenitud de su fuerza y de su inteligencia, hábiles para el trabajo que no desean otra cosa que convertir en cosas útiles su fuerza muscular, vagar con los brazos caídos de lugar en lugar proponiendo inútilmente la fuerza de sus músculos y el fósforo de sus cerebros, mientras en sus humildes hogares esperan ansiosos su regreso la mujer y los hijos, soñando con un mendrugo que llevarse a la boca… y cuando estos desocupados se atreven a pedir pan al gobierno, el gobierno manda a sus genízaros para que les rompan el cráneo a macanazos. Aquí vemos a millones de mujeres vender sus cuerpos para apaciguar los ardores de las tripas vacías; aquí vemos los crímenes más espantosos llevados a cabo por la miseria a que tiene sujeto al ser humano una clase patronal soberbia y omnipotente, que, cuando millones de seres humanos se roen los codos de hambre y tiritan de frío en sus covachas, ella hace derroche de lujo y abofetea los sentimientos de los pobres con la ostentación de sus orgías y de sus fiestas.
La democracia americana
Éste es un país democrático por excelencia, y en esta famosa democracia como en el imperio más absoluto, el que no cuenta con otra cosa para vivir que sus brazos y su cerebro puede reventar democráticamente de hambre en mitad del arroyo, mientras sus patrones pasan a lo largo a bordo de ricos trenes lanzando miradas de desprecio a la masa mugrosa que se desliza por las avenidas sin otro porvenir que el hospital, el presidio o la horca cuando la desesperación arma el brazo y lo empuja contra sus verdugos. En esta famosa democracia, como en cualquier otro país, no hay justicia para el pobre, porque la justicia cuesta dinero. Aquí se apalea a las mujeres en las calles por brutos que llevan una estrella en el pecho; aquí se hacen funcionar las ametralladoras sobre campos de trabajadores donde solamente se encuentran mujeres y niños como en Ludlow, Colorado; aquí se vacían las arterias del proletariado para mayor gloria y poder del capital tanto en West Virginia como en Massachusetts, en Michigan como en Colorado.
La ley Lynch
Aquí se quema vivo al ser humano por multitudes salvajes y por el único delito de pertenecer la víctima a otra raza que la de sus verdugos; aquí se hace la guerra a los niños de otras razas para que no se codeen en los bancos de la escuela con los niños norteamericanos; aquí, sobre todo en el sur, los patrones liquidan sus cuentas con sus trabajadores a balazos; aquí los civilizados americanos se ensayan a tirar al blanco sobre indefensos mexicanos; aquí, como en todas partes, la policía es el perro guardián del Capital y el azote de la clase trabajadora; aquí, como en todas partes, la Autoridad es la alcahueta de la burguesía y el chirrión del proletario.
A civilizarnos
A imponernos esa civilización de la que ya estamos hartos los mexicanos y contra la cual nos hemos rebelado en México; para perpetuar ese caos social dentro del cual se arremolinan lo mismo los mexicanos que los americanos, los franceses como los ingleses, pues es el resultado de la supervivencia del principio de propiedad individual, base del crimen, de la miseria y de la tiranía; a restaurar la civilización burguesa en México que se bambolea a los tiros de los dignos proletarios de huarache y sombrero de petate; a impedir que la clase trabajadora mexicana se dignifique con la conquista de la tierra y de la libertad, van los soldados de los capitalistas a sosegar los más sanos y más nobles impulsos hacia el progreso y la verdadera civilización, la que tiene que hacer hermanos de todos los humanos, la que ha de concluir con el sistema de salarios haciendo a todos propietarios de la riqueza común: la tierra, la maquinaria y la riqueza elaborada por el hombre, la que convertirá en hecho risueño la amable fórmula vislumbrada en las tinieblas del infortunio humano por los verdaderos revolucionarios: libertad, igualdad, fraternidad.
¡Muera la civilización!
Si la civilización consiste en tener una sociedad dividida en dos clases: la de los hambrientos y la de los hartos; si la civilización consiste en mantener en la miseria y en la ignorancia a la clase trabajadora para que la clase patronal pueda gozar toda clase de placeres; si la civilización es la injusticia, el hambre y la tiranía, entonces los pobres, los hambrientos, los desheredados, los plebeyos debemos gritar con toda la indignación de nuestros corazones: ¡Muera la civilización! ¡Muera la civilización que condena a vestir andrajos y andar descalzos a los que producen las telas y los zapatos! ¡Muera la civilización que mantiene en el hambre a los que con su trabajo han contribuido a producir las sustancias alimenticias! ¡Muera la civilización que deja a la intemperie a los que con sus manos han construido las casas y los palacios! ¡Muera la civilización que impide hacer uso de los ferrocarriles a los que han tendido los rieles y fabricado las máquinas y los carros!
Preparativos
Que el paso dado por los americanos al tomar Veracruz fue un paso en falso sugerido por el orgullo y por una falsa creencia de superioridad, lo demuestra la intranquilidad que reina en los círculos gubernamentales de Washington. Los hombres de gobierno de este país creyeron cosa sencilla desembarcar cinco mil marinos y hacerlos avanzar hasta la ciudad de México, arrollando a las fuerzas mexicanas y efectuaron el desembarco para encontrarse aislados y en críticas circunstancias en Veracruz, amagados a cada instante por las fuerzas mexicanas que intentan destruir la planta hidráulica de El Tejar; cortados de toda comunicación con el interior, cuyos caminos y pasos están controlados por los mexicanos.
Funston pide más soldados
El General Funston ha pedido al Ministerio de la Guerra de los Estados Unidos urgentes refuerzos, pues los quince mil hombres con que cuenta, incluyendo los marinos, son insuficientes, según él, para dejar guarnecida la ciudad de Veracruz y emprender una marcha agresiva sobre la ciudad de México. Funston dice que en Veracruz solamente se necesitan los quince mil hombres, y que nuevas tropas se hacen necesarias para ir dejando retenes en cada milla de terreno conquistado y un cuerpo de ejército considerable para ir venciendo la resistencia que a su avance opongan las fuerzas mexicanas.
De cincuenta a sesenta mil hombres
Funston calcula que son necesarios de cincuenta a sesenta mil hombres para la empresa de tomar la ciudad de México, y en Washington se estudia la manera de proveer a dicho militar de los refuerzos requeridos, pues si se le enviase desde luego ese número de hombres se quedarían los Estados Unidos sin fuerza para tener sometidos a los trabajadores. En tal virtud, se ha hecho un llamamiento a los gobernadores de los estados de la Unión para que a la mayor brevedad posible digan qué número de hombres de la Guardia Nacional pueden estar listos para el servicio de las armas, de manera de sustituir con ellos a los soldados regulares, los que serán embarcados con destino a Veracruz.
El gabinete dividido
La discusión sobre el envío de refuerzos a Funston ha dividido a los miembros del gabinete de Wilson, pues mientras unos están a favor de nuevos envíos de tropas, los otros dicen, y con razón, que existiendo un armisticio consentido por Huerta y Wilson, no es propio que los Estados Unidos adopten medidas agresivas como son las de reforzar el ejército de Funston.
La actitud de Carranza
Convencido Carranza de que la intención de los Estados Unidos es ponerlo en el poder se deshace en cumplidos y halagos a Wilson y, por medio de su agente Rafael Zubarán,1 ha declarado que los constitucionalistas son amigos de los Estados Unidos y que él, Carranza, considera la invasión americana como la mejor prueba de amistad de los Estados Unidos para México, pues esa invasión tiene por objeto, según Carranza, distraer las fuerzas mexicanas en una lucha con las fuerzas americanas, mientras Carranza y Villa pueden acercarse impunemente a la ciudad de México. Los capitalistas americanos están de plácemes con la actitud de Carranza y Villa, actitud que les hace abrigar risueñas esperanzas de poderío en lo futuro.
Espía fusilado
El soldado americano Parks fue encontrado por los centinelas mexicanos reconociendo las posiciones de la fuerza de Maas. El soldado fue fusilado.
Zapata, terror de los malvados
Con la victoria obtenida por las fuerzas de Emiliano Zapata en Cuernavaca,2 todos los explotadores extranjeros que residen en la ciudad de México están llamando a gritos a Funston para que tome la ciudad antes de que Zapata llegue a ella, pues temen que Zapata ordene su ejecución y la expropiación de las riquezas que han amasado a costa de la sangre, del sudor y de las lágrimas de los trabajadores mexicanos. Dicen los burgueses que Zapata no reconoce gobiernos ni banderas, y que, por lo mismo, todos los burgueses de todas las nacionalidades, inclusive burgueses mexicanos, tiemblan de miedo al saber que el revolucionario suriano está casi a las puertas de la ciudad de México y listo para castigar a todos los que nunca han tenido una mirada de cariño para los que sufren.
Japón da armas a Huerta
Una fuerte consignación de armas hecha de Japón acaba de llegar a la ciudad de México para Huerta, por la vía de Manzanillo. Esas armas se encuentran ahora almacenadas en la Ciudadela.
Llamamiento a los voluntarios
Los altos oficiales del ejército americano están urgiendo a Wilson a que haga un llamamiento a los voluntarios para la guerra con México. Esos funcionarios creen que en pocos días puede ser formado un ejército formidable para lanzarlo contra los mexicanos. La incapacidad de los americanos de avanzar sobre los mexicanos que se retiraban cuando tomaron Veracruz, dicen esos funcionarios, ha permitido a Huerta reconcentrar tropas entre esa ciudad y la de México, y ahora se cree que los mexicanos podrán presentar cinco grandes batallas en el camino que une a las dos ciudades.
La estrategia
Para tomar la ciudad de México, dicen los altos oficiales del ejército americano, es preciso ahora que las fuerzas yanquis tomen Tampico y Puerto México y de esos puntos, así como de Veracruz, emprender la marcha hacia la capital para poder sentar en la Silla Presidencial a Venustiano Carranza, y a su diestra, al bandido Francisco Villa.
La Isla de Los Lobos
Esta isla situada a pocas millas de Tampico fue tomada por los marinos americanos sin disparar un tiro, como que sólo se encontraban en ella los empleados del faro. El desembarco de fuerzas americanas en esa porción de tierra mexicana ha sido llevada a cabo en violación del armisticio convenido entre Huerta y Wilson. Parece seguro que si los carrancistas no toman Tampico, los americanos desembarcarán marinos que, unidos con los carrancistas, desalojarán del puerto a los huertistas.
Para los refuerzos
Con el fin de reforzar el ejército de Funston han sido contratados doce barcos transportes que llevarán a aquel militar hombres, caballos, cañones, rifles y municiones de boca y guerra.
Represalias de Huerta
La actitud agresiva de los Estados Unidos a pesar del armisticio ha hecho que Huerta apele a las represalias. El vicecónsul de los Estados Unidos en Saltillo ha sido encarcelado y los periódicos americanos dicen que ha sido ejecutado. La oficina del consulado fue cateada y muchos papeles fueron secuestrados.
Guerra de exterminio
Peritos militares de los Estados Unidos consideran que los cincuenta o sesenta mil soldados americanos con que se intenta reforzar el ejército de Funston son pocos todavía para llegar a la ciudad de México, si no se lleva a cabo una guerra de exterminio. Dicen los peritos que la resistencia mostrada por el pueblo en Veracruz es una muestra de la que no carecerán los habitantes rurales durante toda la marcha de los americanos a la ciudad de México, y que el único medio de civilizarnos será ir destruyendo aldeas, villas, pueblos, ciudades a cañonazos, destruyendo vidas al por mayor sin respetar edad ni sexo. ¡Y así se atreven a llamarnos salvajes!
¡Qué cinismo!
El organillo local del constitucionalismo se irrita porque los americanos invadieron una vez Nicaragua, y dice: “Allí se violaron las leyes internacionales y aun de humanidad sólo para satisfacer el capricho de alguien interesado en hacer presidente a un hombre vulgar que en su insaciable sed de grandeza, no tuvo escrúpulo en vender a su patria y convertirse en eunuco”. Se refiere el periodiquillo a la invasión de los americanos a Nicaragua3 para derribar al presidente que allí existía y colocar en su lugar a Adolfo Díaz. Es el mismo caso de ahora: los americanos invaden México para quitar a Huerta, quien no quiere servirles, y poner en su lugar a Carranza y a Villa, que han demostrado ser los viles lacayos del gobierno americano, o sea del capitalismo yanqui.
Van a proponer un imposible
Se sabe de buena fuente que los representantes de Argentina, Brasil y Chile, quienes con los representantes de Huerta y de Wilson se reunirán en la población de Niágara, Canadá, el 18 de este mes, para tratar de arreglar la paz entre México y los Estados Unidos, van a proponer como medio, según ellos, eficaz para hacer la paz que se establezca en México un gobierno provisional compuesto de cinco individuos siendo dos de ellos nombrados por Huerta, dos por los constitucionalistas, y el quinto por los mediadores. En seguida se convocará al pueblo a elecciones y todos se someterán al resultado de ellas. Si a eso se van a reducir los trabajos de paz, mejor sería que los señores delegados se quedasen tranquilamente en sus casas porque el problema mexicano no es un problema de elecciones sino un problema de pan y de libertad. Lo que debería tratarse en las conferencias de paz, si es que sinceramente se desea que haya en México una paz permanente, es la manera de acabar con la desigualdad económica, política y social del pueblo mexicano. Con esa desigualdad está levantado en armas el proletariado mexicano y mientras subsista esa desigualdad la Revolución continuará.
Pan, Tierra y Libertad o muerte
Ésta es la divisa del proletariado en armas, señores conferencistas de paz. El pueblo tiene hambre de pan, no de boletas electorales. Las luchas por el derecho de votar han pasado a la historia en tierra mexicana, como las luchas religiosas son cosa del pasado para la humanidad. En México se lucha por la adquisición de bienes materiales y no por principios abstractos que nada significan sin el armazón de los hechos. El pueblo ya no se satisface con palabras sonoras, vago humo que adormecía a nuestros antepasados, sino con hechos que le acarreen algún provecho material. Soberanía popular, gobierno democrático, derechos y prerrogativas del ciudadano, independencia de los poderes son cosas que no entusiasman al hombre que contempla en su hogar el hambre y la tristeza. El proletario mexicano empuña hoy el rifle y arroja la bomba para destruir por medio de la fuerza un sistema social inicuo que le priva del uso libre de la tierra, madre generosa del ser humano, y mientras no tenga en sus manos la tierra apetecida y con ello la abundancia y el bienestar, continuará disparando su rifle y arrojando su bomba sobre los baluartes donde se refugian los defensores del sistema que hace desgraciados a los más en beneficio de los menos.
También se oponen los sudamericanos
Tres chilenos, un brasileño y un peruano ayudaron a los proletarios de Veracruz a cazar soldados americanos a raíz de la invasión. Los cinco sudamericanos fueron arrestados más tarde y ahora se encuentran presos a disposición de las autoridades americanas del puerto.
Un cazador invisible
A pesar de que las autoridades americanas han amenazado con la muerte a todos los que se entreguen a la tarea de cazar soldados americanos en las calles de Veracruz, la tarea continúa. El soldado americano Maurice Welsh, estacionado como centinela en una azotea, fue derribado de un balazo por un tirador invisible.
Un problema
Con la toma de Tampico por las fuerzas de Carranza, por dicho puerto pueden recibir los carrancistas armas y municiones, pero como a Huerta se le ha impedido que le llegue material de guerra por los puertos del Golfo de México, de aquí en adelante se verá con mayor claridad el apoyo decidido que los americanos prestan a los constitucionalistas, a quienes es seguro que no se les impedirá que les lleguen armas y municiones por Tampico.
Ejercicios militares
El pueblo de la ciudad de México se entrega diariamente a ejercicios militares, bajo su propia iniciativa; preparándose de esa manera a repeler la agresión de las fuerzas americanas. Más de sesenta mil hombres y niños se ven diariamente ejercitándose para medir sus fuerzas con los invasores.
Ricardo Flores Magón
1 Rafael Zubarán Capmany (1875-1948). Abogado campechano. Reyista. Fundador del Partido Democrático (1908), con Jesús Urueta y Manuel Calero, entre otros. Se unió al maderismo y posteriormente al constitucionalismo. Dirigió el Partido Liberal Constitucionalista. Secretario de Gobernación (1914-1915), agente confidencial de Carranza en Washington (1916), secretario de Industria, Comercio y Trabajo (1920-1921). Líder de la rebelión delahuertista en 1923
2 La ciudad de Cuernavaca cayó en manos de las tropas zapatistas, luego de un sitio que se prolongó del 1 de julio al 15 de agosto de 1914. Al frente de las tropas federales se encontraba el general Pedro Ojeda, mientras que las operaciones del ejército suriano fueron dirigidas por Genovevo de la O y Gildardo Magaña. Los federales, imposibilitados para seguir resistiendo el asedio, rompieron el sitio y abandonaron la plaza con grandísimas pérdidas. El triunfo zapatista contribuyó al debilitamiento militar del régimen de Huerta
3 Como respuesta a las posturas nacionalistas del presidente nicaragüense José Santos Zelaya, que acariciaba la idea de integrar una gran república a través de la unión de las naciones centroamericanas y construir un canal o un ferrocarril que comunicara el Atlántico con el Pacífico con apoyo europeo, desafiando la hegemonía estadunidense en la región, Washington apoyó a sus opositores, los generales conservadores Juan José Estrada y Emiliano Chamorro. Cuando éstos se levantaron en armas el 10 de septiembre de 1909, los apoyó con el desembarco de tropas de los Estados Unidos. La intervención militar estadunidense duró hasta 1925
Ahora más que nunca debemos estar en guardia los revolucionarios contra los actos de Woodrow Wilson en lo que concierne a los asuntos de México. Ningún gobierno, ningún hombre de influencia y de dinero, ningún poderoso, ningún político se digna dirigir una mirada compasiva al pueblo, sino cuando cree sacar algún provecho de ello. Puede el pobre reventar de miseria en mitad del arroyo; pueden sucumbir por millones los niños en las pocilgas, por falta de alimentación y de cuidados que sólo a los niños de los ricos se les procuran; pueden desplomarse las minas sobre centenares o millares de trabajadores porque los gastos para hacer seguro el trabajo en el interior de ellas son monedas que dejan de entrar en los bolsillos de los capitalistas, mientras que la vida humana resulta más barata, pues si cien mineros mueren aplastados, mil se presentarán a la boca de la mina ofreciéndose a la explotación; pueden desfilar a la vista de los magnates del dinero y de la política las carnes doloridas de los pobres camino del hospital y de la muerte; pueden prostituirse a la vista de todos, niñas y mujeres por falta de pan; pueden suicidarse miles y miles de seres humanos anualmente para librarse de la miseria a que los condena un sistema social injusto; pueden los grandes señores de la tierra presentir sus miserias, palpar todas las llagas, ser testigos de todos los llantos y de todos los dolores; pero se pasarán de largo, indiferentes y crueles, si no tienen necesidad de hacer el papel de compasivos para atraerse la simpatía de los demás.
Wilson “compasivo”
Pues bien, Wilson, el letrado presidente de los Estados Unidos de América, se fija ahora en las miserias que aquejan al pueblo mexicano, ve las causas de la Revolución, causas económicas, políticas y sociales nacidas en cuatro siglos de despojos, de atropellos, de injusticias. Hace todavía una o dos semanas, Wilson no veía en México más que un movimiento político que tuvo por origen el destronamiento y asesinato de Francisco I. Madero por Huerta, movimiento político encabezado por los restos del maderismo que reconocen como jefe a Venustiano Carranza, y que tiene por objeto, según los propagandistas del movimiento, derribar a Huerta para restablecer el orden constitucional. En todas sus proclamas, en todas sus declaraciones a la prensa, en sus notas a los poderes de Europa, en sus mensajes al Congreso, en sus conversaciones, en sus negociaciones con Huerta por medio de John Lind, nunca hizo Wilson la más ligera alusión al verdadero propósito de la Revolución: la adquisición de la tierra por el pueblo insurreccionado.
Con lo que se conformaba
El ansia de Wilson era que Huerta convocase a elecciones para presidente, diputados, senadores y magistrados de la Suprema Corte de Justicia, seguro como estaba de que con el dinero de los capitalistas americanos, Carranza tendría que salir electo presidente, y bajo el amparo de éste, todos los burgueses de todas las razas tendrían manga ancha para apoderarse de las riquezas naturales del país y podrían explotar a su favor a los trabajadores mexicanos. A Huerta no lo quería, porque el dictador prefiere a los ingleses, en contra de los americanos.
El incidente de la bandera
Huerta no cedió a las demandas hechas por John Lind, el representante de Wilson, y los carrancistas se tardaban demasiado en llegar a la Capital de la República. Para ayudar a su protegido, Wilson derogó la prohibición de internar armas y municiones a México; pero poco progreso hacían, de todos modos, los carrancistas y entonces, para apresurar el triunfo del carrancismo recurrió Wilson a la invasión de México con el pretexto de vengar cierto agravio cometido a la bandera americana por las autoridades militares de Tampico, pero con el propósito de hacer que Huerta distrajera sus fuerzas para echarlas sobre el invasor, mientras Carranza y Villa podían llegar con facilidad a la ciudad de México, y si ni con esa ayuda llegaban, entonces tomarían los americanos la ciudad y sentarían a Carranza en el Sillón Presidencial.
Le sale el tiro por la culata
A ese efecto, Wilson mandó que desembarcasen marinos en Veracruz, y el puerto quedó en poder de los americanos; pero una intensa agitación se produjo en todo México. El sueño querido, acariciado por los desheredados durante cuatro siglos de sufrimiento, de hacerse dueño de la tierra para trabajarla por su cuenta, sin amos que los explotasen y los tiranizasen, quedaría irrealizado si se permitía que las fuerzas del capitalismo americano invadieran México y los trabajadores se aprestaron a la defensa de la tierra que quieren para ellos.
Wilson detiene sus cosacos
Ante la actitud resuelta del pueblo mexicano de impedir que los soldados americanos fueran a detener la expropiación de la tierra, que con tan buen éxito ha sido realizada en varias regiones mexicanas por las poblaciones sublevadas, Wilson tiró del freno a sus soldados, los detuvo en Veracruz, y se puso a pensar.
Atole con el dedo
Vio que la invasión era enteramente antipática a los desheredados de México, porque esos dignos proletarios ya no creen que por el solo hecho de firmar una boleta electoral les caerá pan de las alturas; ya no creen que por el mero hecho de destronar a un tirano para poner otro en su lugar desaparecerán la miseria y la injusticia, y entonces Wilson, político hábil en verdad, y por lo tanto peligroso, pensó que lo mejor sería dar al pueblo mexicano “atole con el dedo”, fingiendo interesarse en su situación y estar dispuesto a apoyar la demanda universal del proletariado de México, demanda que puede condensarse en esta ya vieja fórmula: la tierra para el que la cultiva.
Sueños color de rosa
Así es que, para hacer simpática la intervención al pueblo mexicano, nada mejor para Wilson que fingir estar resuelto a libertarlo del yugo de los señores feudales interesándose por la cuestión agraria. De esa manera piensa Wilson atraerse la buena voluntad de los proletarios mexicanos para que no se opongan a la intervención, y una vez sentado Carranza, Villa o cualquier otro bandido en la Silla Presidencial, declarar lo que declaró Madero cuando el pueblo le exigía que entregara la tierra a los trabajadores: “Mi gobierno no puede realizar las promesas de la Revolución”.
La confabulación en Washington
He aquí párrafos del telegrama que apareció en el periódico The Los Angeles Tribune en su edición del 18 de este mes:
Washington, mayo 17.— El programa que tienen en la mente los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos, para conseguir un arreglo permanente de la situación mexicana, comprende no solamente la eliminación de Huerta de la presidencia provisional, sino que también una reorganización radical del presente sistema de propiedad de la tierra.
La tierra para los trabajadores
Sigue diciendo el telegrama:
El presidente y sus consejeros están convencidos de que la terminación del presente sistema semifeudal de la tenencia de la tierra, y la entrega en pertenencia de estas vastas propiedades a los peones, son necesarísimas para obtener una completa y permanente restauración de la paz en México. Los hombres del gobierno piensan que cualquier arreglo que se tenga sobre la cuestión mexicana será un fracaso si no se derriba el presente sistema de propiedad de la tierra que beneficia sólo a un reducido número de privilegiados. Si no se derriba ese sistema se repetirán las escenas de los últimos dos años con nuevos hombres en el gobierno y nuevas tropas tal vez; pero el espíritu de descontento y de rebeldía será tan fuerte como lo es al presente.
Las conferencias de paz
El mismo telegrama dice además que los enviados americanos a las conferencias de paz en la población de Niágara están instruidos por Wilson de asegurar no solamente la caída de Huerta, si que también la caída del sistema de propiedad de la tierra por unos cuantos individuos. ¿No se ve claramente el deseo de Wilson de hacerse simpático a las masas proletarias para que la intervención no tropiece con una formidable resistencia para la cual no están preparados los Estados Unidos?
El problema mexicano es un problema universal
No es posible creer que Wilson es sincero en lo que respecta al Problema Agrario de México, pues si lo fuera, ya habría comenzado por dar fin en los Estados Unidos al sistema que él condena para México. Aquí, en los Estados Unidos, la tierra es la propiedad de un reducido número de personas, mientras que millones y millones de seres humanos no tienen un terrón donde reclinar la cabeza; aquí, en los Estados Unidos, hay vastas extensiones territoriales que solamente esperan los brazos robustos del trabajador para convertirse en vergeles, y que permanecen incultas porque el dueño de la tierra espera venderlas algún día a un precio criminal. El problema de la tierra existe aquí como en México, en Argentina como en Brasil, en Chile como en Inglaterra. El problema de la tierra es universal.
El problema de la tierra tiene que ser resuelto por los trabajadores
Los trabajadores mexicanos deben comprender de una vez por todas, que los problemas que le afectan directamente tienen que ser resueltos por ellos mismos, so pena de ver defraudadas sus más caras esperanzas. El gobierno, cualquiera que sea su forma, esto es, ya sea republicano o monárquico, no tiene más que una función: la de proteger los intereses de los ricos, y como en el caso de las tierras el interés del rico es que ellas sigan siendo el patrimonio de unos cuantos para poder tener en continua dependencia a los pobres, resulta que si se deja la solución del problema de la tierra a un gobierno ya sea mexicano o yanqui, nunca se conseguirá. Son los trabajadores los que sin esperar a que un hombre providencial los emancipe deben tomar por su cuenta todo lo que se refiera a su emancipación como lo hacen sus hermanos del Yaqui y de Durango, de Guanajuato y de Michoacán, de Guerrero y de Morelos, de Puebla y de Oaxaca, que sin esperar a que un gobierno los beneficie, toman posesión de la tierra y la cultivan, poniendo así en práctica el viejo axioma de La Internacional: “La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos”.
Seis transportes
El gobierno americano tiene listos seis transportes en los muelles de Galveston, Texas, para llevar a México tropas, caballos y provisiones. Además el gobierno ha contratado el barco mercante “Kansas”. Como las tropas americanas tienen que hacer su camino hacia la ciudad de Mexico por las montañas donde las noches son muy frías, se va a enviar a Veracruz un gran cargamento de capotes.
Les pasa la mano por el lomo
Como una prueba más de la amistad que hay entre Carranza y Villa con los capitalistas americanos, está el hecho de que Wilson ha dicho que permitirá que les lleguen armas y municiones de guerra a los constitucionalistas por el Puerto de Tampico. Se recordará que hace apenas dos semanas, Wilson no permitió que desembarcasen en Puerto México armas y municiones para Huerta. Es que Wilson les pasa a sus bueyes la mano por el lomo.
Actividad para la resistencia
Alarmada se encuentra la guarnición americana de Veracruz por la actividad que se observa entre las fuerzas mexicanas que están acampadas a unas quince millas de las líneas americanas. Se asegura que el general Navarrete se acerca a reforzar el campamento mexicano con tres mil jinetes.
Los obreros se organizan
Los refugiados que han llegado a Veracruz de puntos del interior de México aseguran que en Puebla, Tlaxcala y León, los obreros de las fábricas se organizan para repeler la agresión de las fuerzas americanas en caso de que éstas lleguen a internarse en el país.
Funston no deja de prepararse
Mientras Wilson hace creer que está enteramente ocupado en las negociaciones de paz, Funston en Veracruz no pierde tiempo y se prepara. Funston cree que la ocupación de México por los americanos va a durar de cuatro a seis años y según el Times él y sus oficiales se ríen de las famosas conferencias de paz como si supieran que son una farsa para dar tiempo a preparar la invasión.
Mansedumbre cristiana
Según el mismo Times los capellanes de los regimientos americanos en Veracruz predican la guerra. Dice que uno de esos sacerdotes en sus sermones a la carne de cañón americana llama machos sebosos a los mexicanos y hembras sebosas a las mexicanas. En un sermón que dijo hace pocos días gritó el frailecito: “Nosotros debemos ir a la ciudad de México y cada bala que vosotros disparéis durante la marcha será un paso más hacia la educación de México”. ¡Y pensar que a semejantes brutos les besan las manos personas sencillas y de buena fe! Y sin embargo, ése es el papel del sacerdote: estar siempre del lado de los opresores de la humanidad: el Capital y la Autoridad. La mansedumbre cristiana que ellos predican sirve para que las personas que sufren no se rebelen contra sus verdugos; pero son monstruos feroces que no se tientan el corazón para lanzar hombres bestializados por el servicio militar contra un pueblo: el mexicano, que no ha cometido otro delito para merecer ese ultraje que habitar una tierra riquísima codiciada por todos los aventureros del mundo.
Portorriqueños
Se dice en los círculos militares americanos de Veracruz que para hacer el servicio de avanzadas va a ser llevado un batallón de portorriqueños, pues se necesitan soldados que hablen español para el mejor éxito de este servicio. ¿Habrá proletarios portorriqueños que se presten a impedir que sus hermanos, los proletarios mexicanos, luchen por Tierra y Libertad?
Se abren las conferencias
Por fin, aunque anunciada la apertura de las conferencias de paz en Niágara para el 18 de este mes, no dieron comienzo sino hasta el 20. Nada importante tuvo lugar el primer día de conferencias. Todo se redujo a cambio de saludos, presentación de credenciales y… comilonas. Las conferencias tienen lugar en un departamento del cuarto piso del gran hotel llamado Cliffton House, con vista a las magníficas cataratas. Algunos dicen que esas conferencias van a durar más de un mes, y los delegados se muestran optimistas sobre el resultado de ellas. Nosotros desde hoy decimos que un ruidoso fracaso será el resultado de ese inútil trabajo emprendido para acabar con la Revolución mexicana. La Revolución mexicana terminará cuando todos y cada uno de los habitantes de México tengan Pan, Tierra y Libertad.
Ricardo Flores Magón
Los cuatro gatos que se dan aquí, en Los Ángeles, el título de Rama o Brazo Latino de los Trabajadores Industriales del Mundo, continúan su ingrata y cobarde tarea de desprestigiar los trabajos del Partido Liberal Mexicano, inventando las más groseras mentiras que no podrían sostener en ningún terreno, porque todos ellos son un atajo de brutos, de envidiosos, de cobardes y de amantes del dinero. Ellos quieren que los trabajadores mexicanos se incorporen a su ramajo, para, por medio de las cuotas que les harán pagar, darse vida de reyes sin tener que empuñar el pico y la pala, pues hay que saber que los organizadores, los secretarios, los oradores de ese ramajo o brazo o como quiera llamársele, ganan buenos sueldos a costillas de los trabajadores que, engañados, ingresan a su ramajillo. Los sueldos que ellos mismos se aplican no bajan de tres pesos diarios, y hay mequetrefes de esos que se embolsan hasta cinco pesos al día por hablar cuatro babosadas los domingos y algunos otros días en los pueblecillos de los alrededores, y en las calles de Los Ángeles.
Antes, estos bribones, por medio de una hojilla escrita con las patas y que hace dormir a los más duros para coger el sueño, hojilla que lleva por nombre Huelga General,1 vertían abiertamente en su papasal cuanta calumnia podían concebir sus cerebros de ostiones, ponían al corriente a las autoridades de los actos contrarios a la ley burguesa cometidos por la Junta, para que ésta fuera perseguida, y de todas maneras procuraban crear para regeneración, para el Partido Liberal Mexicano y para la Junta, una atmósfera de antipatía y de odio.
Los compañeros Trabajadores Industriales del Mundo, de Arizona y de otras partes de este país, dieron un tirón de orejas a los burros del ramajo latino de esta ciudad, por la estupidez y la injusticia de sus ataques contra los trabajos del Partido Liberal Mexicano, y hasta se suspendió la tirada de la tal Huelga por falta de apoyo de los buenos compañeros de todas nacionalidades. Ahora, vuelve a la vida el periodiquillo, quincenalmente y con una tirada que no pasa de mil ejemplares, y esta vez no ataca al Partido Liberal Mexicano desde sus columnas porque si tal cosa hiciera, no duraría cuatro meses publicándose por falta de apoyo de los trabajadores honrados, entre los cuales regeneración, la Junta y el Partido Liberal Mexicano gozan de simpatías. La táctica que siguen ahora esos mentecatos es la de dar rienda suelta a su envidia por medio de la palabra, de manera que, mientras el periodiquillo nada dice en contra, las bocas enlodadas de los “cuatro gatos” se desatan en injurias y calumnias contra nosotros.
El último domingo, dos farsantes de ésos estuvieron en San Gabriel, Calf., diciendo que los que estuvimos presos en McNeil Island ganábamos cinco pesos diarios en la prisión y que nos dábamos allí vida de príncipes. Bien se ve que esos explotadores del proletariado no saben lo que es una prisión, porque su actitud contra los que estamos marcados por la burguesía y la Autoridad para ser castigados por nuestros actos revolucionarios los pone al abrigo de toda persecución, siendo los mejores aliados de los verdugos del pueblo al atacar a los verdaderos revolucionarios.
Dijeron, también, que nos damos la gran vida. Invitamos a esos cobardes a que vengan a vernos las manos, cuyos callos demuestran que, para ganarnos la vida, tenemos que empuñar los instrumentos del trabajo y no desgañitarnos a todas horas en calles y plazas calumniando a los revolucionarios.
Lo que mueve a esos podencos es la envidia. Ellos ven que el Partido Liberal Mexicano goza de generales simpatías entre el elemento obrero de todo el mundo, simpatía que quisieran para ellos, para así poder darse mejor vida a costa del sudor de los proletarios.
Para hacerse más simpáticos, han tomado ahora la defensa de nuestros hermanos presos en Texas, de quienes antes ni se acordaban, y a quienes odian cordialmente por ser miembros del Partido Liberal Mexicano. El pueblo debe ver con desconfianza esa inusitada simpatía hacia nuestros hermanos presos en Texas, por parte de esos vividores, como debe ver con prevención a los políticos que se acuerdan de que hay seres que sufren, cuando así conviene a sus intereses.
En Bisbee, Arizona, anda suelto uno de esos bichos, un tal Alberto Paredes.2 Ese mequetrefe anda metiendo la división entre los trabajadores contra regeneración, la Junta y el Partido Liberal Mexicano. Ese individuo era secretario del ramajo de esta ciudad. Recomendamos a ese sujeto como vividor de alta cuenta. ¡Mucho ojo con él, trabajadores!
Dondequiera que encontréis esa clase de bichos, escupidles la cara.
Ricardo Flores Magón
1 Huelga General, “Órgano de la Unión de los Trabajadores Industriales del Mundo no. 23”, Los Ángeles, Cal. (1913-1915). Editor: Alberto Paredes. Administrador: José B. Corona. Redactor: Armando M. Ojeda. Llegó a consolidarse como el principal órgano de la rama latina de los iww en California. Desde el comienzo de su publicación, el grupo editor mantuvo una relación tensa con los redactores de Regeneración, a quienes acusó desde sus columnas de ser burgueses y embaucadores. A finales de 1913 desplegó una campaña de propaganda para restar simpatías al movimiento revolucionario mexicano entre los trabajadores avecindados en California. En respuesta a ello, desde la sección en inglés del órgano del PLM, William C. Owen polemizó con el periódico wobbly mientras los integrantes de la Junta estaban recluidos en McNeil Island. Regeneración llamó a boicotear a Huelga General, iniciativa que fue seguida por varias locales de los iww de Arizona y California
2 Alberto Paredes. Sindicalista afiliado a los iww. En 1913 se desempeñó como editor del periódico Huelga General (Los Ángeles, 1913-1915), órgano impreso de la rama latina de los iww en California. Desde las páginas de este periódico se criticó acremente a la dirigencia del PLM, acusándola de estar constituida por burgueses y embaucadores
Lo que parecía ser un movimiento espontáneo de Argentina, Brasil y Chile, como mediadores de las diferencias entre Wilson y Huerta, ha resultado ser la obra de Wilson y Bryan, su secretario de Estado. Uno de los mediadores, el Embajador del Brasil, declaró en un banquete dado a los delegados y mediadores en la Cliffton House por el ministro de Agricultura del dominio del Canadá, que Wilson y Bryan habían invitado a los representantes de las tres naciones sudamericanas a mediar entre México y los Estados Unidos.
Reflexiones
La declaración del Embajador del Brasil es por demás importante, pues ella viene a confirmar lo que dijimos a raíz de la toma del Puerto de Veracruz por los marinos americanos, que la ocupación del puerto era simplemente un tanteo para pulsar la opinión del pueblo mexicano. La opinión se manifestó vigorosa contra la invasión y los americanos hicieron alto, no avanzaron hacia el interior del país, sino que se concretaron a guarnecer la ciudad tomada y a fortificar sus suburbios; pero si los americanos no avanzaban hacia el interior del país, los mexicanos sí se disponían a efectuar un asalto a la plaza invadida, y entonces, Wilson y Bryan, para evitar un choque que podía ser de fatales consecuencias para los invasores, inventaron la cuestión de la mediación de las tres grandes repúblicas sudamericanas.
¡Quítenmelo, que lo mato!
Esta expresión popular llena de punzante ironía puede ser aplicada en el caso de la guerra contra México. Wilson, al echársele a la greña a Huerta, gritó a Argentina, Brasil y Chile: ¡Quítenmelo, que lo mato! Y así fue como, según la franca aunque poco diplomática declaración del Embajador del Brasil, los representantes de las tres naciones mediaron en el conflicto, se pactó un armisticio o suspensión de hostilidades que Wilson y Bryan tan ardientemente deseaban, y se inauguraron las conferencias de paz en la bella población de Niágara, Canadá.
La deslealtad
Y mientras el armisticio está en vigor, el Departamento de Guerra de los Estados Unidos prepara el reclutamiento de doscientos cincuenta mil soldados para lanzarlos sobre México; transportes de guerra están listos para el embarque de hombres, caballos y municiones de todo género con destino a Veracruz, y la Isla de Lobos es tomada por fuerzas navales americanas, todo lo cual demuestra que Wilson está solamente ganando tiempo para prepararse debidamente para la guerra.
La fuerza material
Pero esa fuerza material nada significa, es pequeñísima si se la compara con la que puede desarrollar todo un pueblo armado para repeler una agresión como la americana que significa la esclavitud económica, política y social del proletariado, porque el pueblo mexicano comprende que la invasión no tiene otro objeto que sentar sobre firmes bases el derecho de propiedad individual, el derecho que da oportunidad a los astutos, a los hombres sin escrúpulos y a los malvados de acaparar para su exclusivo provecho la riqueza social y de robustecer el ya muy deteriorado principio de autoridad, sin el cual no podría nadie gozar toda clase de placeres a costa del sufrimiento de los demás. Necesita, pues, Wilson, para emprender la guerra contra México, fuerza moral, simpatía por parte de los proletarios mexicanos para que, en vez de oponerse a la intervención la favorezcan y Wilson, astuto como es, trata de hacerse simpático a las masas populares de México fingiendo tomar interés en sus demandas de libertad económica, política y social, y se declara partidario de la idea de dar tierras a los trabajadores.
¡Mucho ojo, compañeros!
Ya hemos dicho que hay que ver con desconfianza esa inusitada benevolencia por parte de los poderosos para los desheredados, pues los poderosos solamente se dan cuenta de que hay seres que sufren, cuando tienen interés en atraerse las simpatías del proletariado en provecho propio, y en el caso actual, el interés de Wilson es que el pueblo mexicano no se oponga a la intervención americana para ocupar el país sin gran resistencia y una vez robustecido el principio de Autoridad con el establecimiento de un gobierno fuerte, apuntalar el derecho de propiedad individual maltrecho ahora por los cuatro costados a los golpes de revolucionarios sin miedo, que lo mismo ponen la mano robusta sobre los títulos de la propiedad para hacerlos pedazos, como abren el cráneo del burgués y del representante de la Autoridad con la culata del fusil.
Cantos de sirena
The Saturday Evening Post1 de Filadelfia trae una entrevista tenida con Wilson sobre la cuestión mexicana. Dice Wilson: “Mi ideal es que haya en México un gobierno honrado; pero mi mayor cariño es para el 85 por ciento de la oprimida población de aquella República que está ahora luchando por su libertad”. Cantos de sirena esos de Wilson, y nada más. Sí, cantos falaces para orillar al pueblo mexicano a su perdición, porque abogar por un gobierno honrado cuando la experiencia de miles de años, en todos los países, ha demostrado que todos los gobiernos no han tenido otra misión que proteger los intereses de los ricos contra los derechos de los pobres, y al mismo tiempo demostrar cariño por los desheredados que luchan por adquirir la tierra y con ella, la libertad, es un contrasentido. Si Wilson sintiera verdadera simpatía por los pobres, no desearía ningún gobierno para México, pues sabido es que el gobierno, tanto en México como en cualquier otro país, es el amparo de los ricos y el verdugo de los pobres.
La verdad: espada de dos filos
Wilson continuó diciendo:
¡Yo lo desafío a usted —al reportero— a que me cite un solo caso en toda la historia del mundo, en que la libertad haya venido de arriba! La libertad se obtiene siempre por las fuerzas que trabajan abajo, en el bajo fondo social, por el formidable movimiento del pueblo soliviantado por la conciencia del mal, de la opresión y de la injusticia y por el fermento de los derechos humanos por cuya conquista se lucha, eso es lo que sirve para adquirir la libertad.
Wilson dijo la verdad: la libertad se toma, no se pide; pero al declarar tal cosa, Wilson destruye el pobre andamiaje de su obra de dar libertad al pueblo mexicano, pues como él bien dice, la libertad no viene de arriba, sino que nace del esfuerzo de los de abajo por adquirir sus derechos humanos. ¡Y pensar que Wilson tiene fama de talentoso y de sabio! ¡Él, que está arriba, quiere dar la libertad al pueblo esclavizado, cuando la libertad no puede ser dádiva de nadie, sino don conquistado por la sangre y el esfuerzo del que quiere ser libre!
Se disfraza de revolucionario
Para impresionar mejor al pueblo, y así poder invadir a México con más facilidad, pues el pobre iluso cree que el trabajador mexicano comulga con ruedas de molino, Wilson se quita la levita del burgués, se enmaraña los pocos pelos que le quedan en la cabeza y, en mangas de camisa, grita como un revolucionario de verdad:
Es una cosa curiosa que toda demanda por el establecimiento del orden en México no considera el orden para el beneficio del pueblo mexicano, la gran masa de la población, sino el orden para el beneficio del antiguo régimen, para los aristócratas, para los intereses consagrados por la ley, para los hombres que son precisamente los responsables de las presentes condiciones de desorden. Ninguno pide el orden por lo que pudieran beneficiarse las masas populares al adquirir una porción de sus derechos y su tierra, sino que todos lo piden para que los grandes propietarios, los grandes señores de la tierra, los aristócratas, los hombres que han explotado aquel rico país para su beneficio exclusivo puedan continuar sus rapiñas sin ser molestados por las protestas del pueblo del que han sacado su riqueza y su poderío.
Jugando con fuego
Wilson se ha metido en verdad en un juego muy peligroso para él, y no sería extraño que los vampiros de Wall Street le dieran un jalón de orejas uno de estos días pues lo que él dice se aplica tanto a México como a los Estados Unidos, a Inglaterra como a España, Francia, Italia, Alemania o cualquier otro país. El llamado orden en México y dondequiera es un verdadero desorden porque está basado en la sumisión, por medio de la fuerza, de la clase trabajadora. El orden que prevalece en todo el llamado mundo civilizado es la injusticia, es la arbitrariedad, es el atropello. Orden, para el burgués y el gobernante es la tranquilidad con que ellos disfrutan de los productos del sudor y del sacrificio del pueblo trabajador. Criticar ese orden en México es criticarlo en el mundo entero, y Wilson, en los Estados Unidos, es tan responsable de ese orden maldito, como lo son Huerta, Carranza y Villa en México. Si Wilson fuera sincero en sus declamaciones revolucionarias comenzaría por acogotar aquí a los Rockefeller, a los Otis, a los Guggenheims, a los Hearst, a todos los piratas de la industria, a todos los acaparadores de la tierra, a todos los bandidos del comercio y de la banca, y dejarnos solos a los mexicanos en nuestra obra de ahorcar a nuestros verdugos.
El infortunio del mexicano y del americano
El proletariado americano sufre al igual que el proletariado mexicano las consecuencias del acaparamiento de la tierra por unos cuantos bandidos. Si en México tenemos a Terrazas, Carranza y otros señores feudales dueños de vastas propiedades territoriales, en los Estados Unidos, encontramos lo mismo. Según una estadística presentada a la Cámara de Diputados en Washington, por el diputado por Pennsylvania, Mr. Hulings, se ve que hay en los Estados Unidos 167 451 000 acres de tierra desmontada, no aprovechada; 261 202 000 acres de tierra no desmontada, pero buena para la agricultura, tampoco aprovechada, y 361 000 000 acres de tierra buena para huertas y pastos, no aprovechada igualmente. Toda esta cantidad fabulosa de tierra buena es propiedad de un reducido número de burgueses que ni la trabajan ni dejan a otros que la trabajen, siendo ese acaparamiento de las tierras en este país, la causa principal de que millones de personas rueden de un lugar a otro sin un pedazo de pan que llevarse a la boca, y que los grandes centros industriales se encuentren congestionados de una población enorme que se amontona en covachas, sin lumbres, sin pan, sin derechos, ganado humano que se pudre silenciosamente en su propia mugre y en su propio infortunio, pero de donde brotará la chispa rebelde que destruya el infame sistema que permite a unos pocos gozar a costa del dolor humano.
¿Wilson ignorante?
¿No habrá herido los sentimientos de Wilson tan tremenda injusticia?
¿Por qué ese empeño en arreglar la cuestión agraria mexicana, cuando millones de americanos no quisieran otra cosa que un pedazo de tierra para mantenerse y mantener a los suyos? Decididamente Wilson no es sincero en el interés que toma por el bienestar del proletariado mexicano. Se desternillaría uno de risa ante los desvelos de un filántropo atareado en aliviar los infortunios de los habitantes de Marte, Júpiter u otro planeta, mientras en torno suyo se arrastrara una multitud hambrienta pidiendo pan.
Sigue la canción
Enardecido por sus propias palabras, Wilson ataca con más furor aun la cuerda revolucionaria, y dice al reportero: “Los trastornos que estos hombres —los burgueses— producen son el peligro que amenaza a la República —México— y no la acción de un pueblo oprimido que se levanta para obtener por medio de la fuerza lo que siempre le ha pertenecido por derecho”.
En su afán de atraerse la simpatía de los mexicanos, Wilson justifica el levantamiento armado de los pueblos por la conquista de sus derechos; pero no hay que creer a Wilson, al hombre que mandó soldados a Nuevo México para suprimir la rebelión de los indios Navajos;2 que ahogó en sangre la santa rebeldía de los mineros de West Virginia;3 que vio con simpatía los atropellos que sus cosacos cometieron con los proletarios de Paterson;4 que autoriza con su inacción el martirio de Rangel y compañeros; que echa sus tropas sobre los nobles trabajadores de Colorado; que ayuda a Carranza y a Villa para el establecimiento en México de un gobierno fuerte que garantice a todos los aventureros, a todos los explotadores y a todos los malvados, la esclavitud de los trabajadores mexicanos.
Un mal Quijote
Sigue diciendo Wilson que los burgueses quieren el orden, el antiguo orden para México, y exclama entornando los ojos como borrego que agoniza: “Pero en verdad digo a usted —al reportero— que el antiguo orden está bien muerto, y es mi deber componer la situación lo mejor que pueda para que el nuevo orden, que tendrá sus cimientos en la humana libertad y los humanos derechos, dure para siempre”.
Los trabajadores americanos serán brutos rematados si no le toman la palabra a su amo y le dicen: “Aquí queremos ese nuevo orden de cosas; no te desveles por los mexicanos; déjalos, que ellos sabrán conquistar sus derechos sin necesidad de que te mezcles en sus asuntos, y lo harán mejor por sí mismos, que si tú te metes en camisa de once varas. ¡No seas candil de la calle y oscuridad de tu casa!”
Loyola no ha muerto
Loyola es tan viejo como la humanidad y con ella vive, y con ella morirá, si sigue subsistiendo este sistema podrido en que florecen la mala fe, el engaño, la hipocresía y el disimulo. Loyola habita en la Casa Blanca, y desde el fondo de salones finamente tapizados ordena por una parte a sus soldados que maten mexicanos, mientras haciendo pucheros elevando los ojos al cielo dice dolerse del infortunio de aquellos pobres trabajadores que luchan por Tierra y Libertad, en estas sus propias palabras: “tiene que llegar el día en que el pueblo mexicano estará en completa posesión de la tierra, la libertad y la dulce tranquilidad que le corresponden”.
Ayuda a Carranza
Luigi Barziní, corresponsal del International News Service y del London Daily Telegraph, en una entrevista con Huerta, pone en boca de éste esta declaración:
En Torreón, compañías completas de americanos en uniforme del Ejército de los Estados Unidos lucharon en unión de los insurgentes que están bajo las órdenes de Villa. En Gómez Palacio, Lerdo y otras posiciones, se levantaron del campo más de doscientos cadáveres de americanos que luchaban bajo las órdenes de Villa. Yo ordené que sus vestidos ensangrentados, con los botones que contienen los números de sus regimientos del Ejército de los Estados Unidos, fueran preservados. Nosotros encontramos muertos cuyos nombres, sin duda alguna, eran americanos. Gran número de los heridos no conocen nuestro idioma. Servicios auxiliares, ambulancias, todo, ha sido suministrado por los americanos a los rebeldes carrancistas.
Dijo, además, Huerta, que los Estados Unidos no solamente proveen de soldados a Carranza y Villa, sino, también, de armas y municiones de guerra.
Cómo nos civilizan
Sabido es que los americanos dicen que hacen la guerra a los mexicanos para civilizarlos. Pues, bien, veamos un testimonio de la terrible carnicería, que los civilizados de los Estados Unidos llevaron a cabo en Veracruz. El testimonio es de William A. Loehrl, un soldado de marina del barco de guerra americano Utah. He aquí lo que dice ese salvaje:
¿Matar? A derecha e izquierda, Nosotros pusimos las piezas de artillería en medio de las calles de Veracruz y las hicimos vomitar balas. Nosotros no tuvimos compasión de nadie, pues así lo consideramos propio. Asesinato y robo era lo que necesitábamos. Por cada uno de nuestros compañeros muertos, nosotros matábamos como perros a diez mexicanos.
Guerra sin cuartel
Sigue diciendo el bandido de uniforme:
El fuego cesó a eso de las diez y cuarto de la noche del martes. Nosotros teníamos cerca de ciento cincuenta prisioneros, de los cuales fusilamos cerca de ochenta esa misma noche. Guerra sin cuartel es ahora nuestra táctica. Nosotros obligamos a los prisioneros a levantar trincheras para nosotros alrededor de la ciudad, a levantar los muertos de las calles y a arrastrar nuestros cañones. Nosotros los matamos, pero no los torturamos. No podéis tener una idea de lo pronto que los matamos. Nosotros tomamos un caballo y un carro, lo llenamos de cadáveres y lo sacamos a las orillas de la ciudad. Después, tomamos aceite crudo de un tanque, rociamos con él a los muertos y arrimamos un fósforo al montón. Lo que las llamas no consumen, se lo engullen los zopilotes.
Las conferencias de paz
El 21 de mayo, después de buenas comilonas y diversiones, los conferencistas de paz declararon que han sido dados con éxito los primeros pasos para un arreglo de las dificultades entre Wilson y Huerta, y que ahora se trata de llegar a un arreglo de los dos puntos siguientes: un convenio definitivo sobre la clase de gobierno provisional que se ha de establecer en México en lugar del de Huerta, y una garantía de que la cuestión agraria y otras reformas internas sean puestas en práctica. Añade el corresponsal: “El nuevo gobierno será de tal naturaleza, que intentará una solución sistemática de la cuestión agraria y de otras causas de distensión interna que han incubado la Revolución y hecho una tarea relativamente fácil el poner en pie de guerra grandes ejércitos”.
Como se ve, se sigue tratando de hacer creer al pueblo que un gobierno puede darle Pan, Tierra y Libertad; pero el pueblo, enseñado por la experiencia de cuatrocientos años de miseria y de tiranía, sabe bien ahora que ningún gobierno puede estar del lado del pobre, y que es él, el pueblo, el que tiene que conquistar su bienestar y su libertad, obrando por cuenta propia, durante el movimiento revolucionario, sin esperar a que se consolide un gobierno, porque gobierno es tiranía y antes bien impidiendo el establecimiento de cualquier gobierno fusilando a todos los que deseen ser gobernantes, y tomando posesión de la tierra, de la maquinaria, de los medios de transporte y de los efectos almacenados para el uso y beneficio de todos, hombres y mujeres.
Irrespetuosidad y rebeldía
Para llegar a este fin, que es el que aconsejamos a los desheredados en nuestro Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, tomando ejemplo de los dignos habitantes de las regiones que han tomado resueltamente posesión de la riqueza acaparada por los burgueses, no se necesita otra cosa que echar abajo la carga de preocupaciones, de respetos, de cobardías, y, con una mano levantada para hundir el cráneo del que se oponga, alargar la otra resueltamente para tomar posesión de la tierra, de la maquinaria, de los medios de transporte y de los efectos almacenados, haciendo de toda esa riqueza propiedad de todos. Riamos de lo que se nos enseñó que era respetable, como el derecho de propiedad, el principio de Autoridad y obremos como seres conscientes, no como rebaño.
A tres millas de Veracruz
El día 23 de mayo reinó gran alarma en la guarnición americana de Veracruz por haber sido visto un general mexicano, que con mil hombres exploraba a tres millas de Veracruz. Se cree que era el General Peña,5 quien tomó el mando de la fuerza que estaba bajo las órdenes del General Maas, con cuartel general en Paso del Macho.
Armas y municiones
Se ha sabido en Washington que Huerta acaba de recibir de Alemania un millón de cartuchos y gran cantidad de rifles. Estos efectos fueron desembarcados en Puerto México por el vapor alemán Bavaria. También se sabe que por un puerto del Pacífico le llegaron a Huerta rifles y municiones del Japón.
Treinta balazos
Un aviador del ejército americano en Veracruz se puso a volar a lo largo de las líneas mexicanas para estudiar las posiciones del General Peña. Los mexicanos le dispararon treinta tiros y el aviador dirigió su máquina hacia Veracruz. La acción de Funston de enviar al aviador para estudiar las posiciones mexicanas es considerada como un acto hostil violatorio del armisticio consentido por Huerta y Wilson.
Calma
Como el armisticio está en vigor no hay hechos de armas que consignar. Sobre lo que se trata en las conferencias de paz, muy poco es lo que se sabe, pues los conferencistas procuran que un aire de misterio envuelva sus acciones para impresionar mejor a las multitudes. De ellos sólo se sabe que banquetean a más y mejor, que reciben agasajos, que gozan con el espectáculo de las cataratas, que tienen muchas esperanzas de que todo el embrollo se resuelva de una manera pacífica. La cuestión de la tierra sigue siendo, sin embargo, el tema principal de las conferencias, como que esa cuestión es la que explotan todos los que quieren ganarse la simpatía popular para encumbrarse. Los trabajadores deben tener presente lo siguiente para no ser engañados por ambiciosos vulgares: si el que promete la tierra dice que será dada a los pobres cuando todo esté en paz y ocupando el gobierno se encuentre un hombre honrado, ése es un embaucador a quien hay que despreciar. Sólo hay que atender las palabras del que diga: “No hay que esperar a que nadie dé la tierra, ni a que se haga la paz para conseguirla; la tierra debe ser tomada durante el movimiento revolucionario por los pobres, sin esperar a que un jefe o presidente haga esa dádiva”.
Ricardo Flores Magón
1 The Saturday Evening Post, Filadelfia, Penn. (1897-1969). Semanario noticioso ilustrado, editado y dirigido por George Horace Lorimer; se le considera una publicación emblemática de la prensa informativa norteamericana. Además de notas de actualidad política, en sus páginas se dio amplio espacio a los escritos literarios y a la gráfica humorística
2 Refiérese a la rebelión emprendida a finales de 1913 por los indios Navajos del noroeste de Nuevo México, proclamando la defensa de sus territorios y desconociendo la autoridad estadunidense sobre los mismos. El levantamiento, encabezado por el jefe indio Caballo Negro, fue sometido por las tropas norteamericanas bajo el mando del general Hugh L. Scott
3 Huelga minera de West Virginia. En la región carbonífera de West Virginia prevalecían las peores condiciones laborales de la minería estadunidense; los mineros eran obligados a rentar sus aperos de trabajo, se les pagaba con vales de tiendas de las compañías, y las condiciones de seguridad eran pésimas (en 1907, una explosión de gas metano provocó la muerte de 362 mineros), de manera que una gran huelga, dirigida por la United Mine Workers of America, paralizó las minas Paint Creek y Cabin Creek en abril de 1912. El movimiento se mantuvo hasta julio del año siguiente. La confrontación fue tan violenta que cobró la vida de cerca de 50 mineros. En estas minas trabajaban alrededor de 7 500 mineros. La activista Mother Jones fue arrestada por dar su apoyo a estos huelguistas
4 Refiérese a la huelga impulsada por los trabajadores textiles de Paterson, N.J., entre marzo y julio de 1913. Se inició en la fábrica de seda Dogherty, en protesta por el despido injustificado de cuatro trabajadoras, y pronto se extendió a otras factorías de la población, por lo que llegó a adquirir las proporciones de una huelga general. Carlo Tresca, Elizabeth Gurley Flynn y Bill Haywood, prominentes miembros de los iww, participaron activamente en las movilizaciones. La huelga fue ferozmente reprimida por la policía y las guardias patronales. Cerca de dos mil huelguistas fueron arrestados y decenas de trabajadores fueron asesinados
5 Refiérese a Ángel García Peña (1856-1928). Militar chihuahuense. En los últimos años del siglo xix tomó parte en las campañas bélicas contra los yaquis, y llegó a tener a su cargo el 11o. Batallón de la Guardia Nacional. Combatió la revolución maderista en su estado natal, y a la caída del régimen porfiriano fue nombrado secretario de Guerra y Marina del gabinete de Madero, cargo desde el que enfrentó al levantamiento huertista. Al triunfo de éste, solicitó su retiro. Se reincorporó al ejército durante la intervención norteamericana de 1914, operando al frente de una columna de cinco mil efectivos en la región de Perote. Sirvió al gobierno constitucionalista entre 1916 y 1920, fecha en que se retiró del ejército
Los enemigos de la libertad del pueblo mexicano aseguraban al principio de la crisis entre México y los Estados Unidos que en menos de una semana habrían tomado la ciudad de México las fuerzas de los Estados Unidos.
Han pasado cerca de dos meses y las fuerzas americanas estacionadas en Veracruz no han avanzado más de tres millas hacia el interior del país, lo que prueba lo que tantas veces hemos dicho: que los Estados Unidos no estaban preparados para una guerra con México; que los Estados Unidos quisieron pulsar el estado de ánimo de los mexicanos a quienes creían estar en su mayor parte en simpatía con Carranza y Villa, y por lo mismo en simpatía con la invasión americana, ya que la invasión era solicitada por todos los actos políticos de esos dos bandidos en sus relaciones con Wilson.
Wilson vio que el pueblo mexicano se disponía a resistir la invasión y entonces recurrió a la estratagema de las conferencias de paz para no verse forzado a continuar desde luego una guerra para la cual no estaba preparado, y así fue como, según declaración del Embajador del Brasil, los representantes en Washington de Argentina, Brasil y Chile fueron invitados por el mismo Wilson a representar la comedia de la mediación para ganar tiempo durante el armisticio y poder preparar mejor la invasión, o, si era posible, llegar a una solución pacífica del conflicto que él mismo había precipitado, retirar sus fuerzas de Veracruz de una manera plausible.
Otra estratagema
Viendo Wilson que, a pesar de su amistad con Carranza y con Villa, el pueblo mexicano no apetecía la invasión, sacó de los cabellos la cuestión agraria, mostrándose de la noche a la mañana partidario de la repartición de tierras a los proletarios, pensando que de esa manera podría hacer simpática la invasión al pueblo mexicano, y por lo mismo no tropezaría con grande oposición. Afortunadamente, los mexicanos ya no tenemos confianza en la institución llamada gobierno, ya esté representado por mexicanos o extranjeros. Tras dura experiencia de cuatrocientos años, los mexicanos, al menos una buena parte, si no todos, hemos venido a comprender que gobierno es tiranía, cualquiera que sea su forma y que, por lo mismo no debemos esperar nada bueno de ningún gobierno propio o extraño, siendo por lo tanto un deber el combatirlo hasta su exterminio.
Los dos bandidos
Que Carranza y Villa no son otra cosa que míseros sirvientes del capitalismo americano ha sido demostrado por regeneración con hechos abundantes y que no dejan lugar a dudas. Hemos visto a ambos ambiciosos estrechando la mano de Wilson para que éste los ayudara a derribar a Huerta; los hemos visto en encerradas con agentes diplomáticos de Wilson comprometer el porvenir del pueblo mexicano con alianzas con el enemigo; hemos visto pasar por las narices de las autoridades americanas inmensos contrabandos de armas consignadas a los carrancistas; hemos oído declarar a Carranza y a Villa, sin que sus rostros enrojecieran de vergüenza, porque carecen de ella, que la invasión americana no era un acto hostil al pueblo mexicano, sino a Huerta, como si no fueran mexicanos los que iban a ser asesinados por los soldados americanos; los hemos visto recibir de los capitalistas de los Estados Unidos no solamente armas y municiones sino que también combatientes como lo demuestra el gran número de muertos americanos y de heridos y prisioneros del mismo origen en los combates de Torreón y sus alrededores.
Una prueba más
Pero como si todo eso no fuera bastante, hay un hecho recientísimo que prueba que Carranza, Villa y Wilson están de acuerdo en la obra de amarrar de pies y manos al pueblo mexicano para que los capitalistas de todas nacionalidades y principalmente yanqui puedan explotarlo a su antojo. El vapor cubano, Antilla, estaba para llegar a Tampico con un cargamento de armas y municiones para los carrancistas, el lunes ocho de este mes. Huerta ordenó a los cañoneros Zaragoza y Bravo que impidieran el desembarco y Wilson, por su parte, ordenó que los barcos mexicanos fueran atacados por los barcos americanos si los primeros ponían obstáculo al desembarco de armas y municiones para los carrancistas.
Ayudando a Carranza y a Villa
Refiriéndose a la ayuda que Wilson presta a sus sirvientes Carranza y Villa, The Los Angeles Times publica un telegrama de Washington de fecha 7 del corriente que dice en la parte relativa: “Hay en Washington una opinión unánime acerca de la intención del gobierno de los Estados Unidos y esa intención es que este puerto —Tampico— sirva a los constitucionalistas para obtener sus elementos de guerra”. “Se sabe —sigue diciendo el telegrama— que este gobierno —el de Wilson— ha sido informado que Villa carece de municiones para continuar su campaña sobre la ciudad de México y que es preciso que se abastezca de ellas para que logre su objeto.”
Otro telegrama
Procedente de la población del Niágara, el mismo periódico americano publica un telegrama de la misma fecha que en parte dice: “Si los cañoneros de Huerta se atreven a interceptar barcos que lleven cargamentos de armas y municiones para los constitucionalistas, se dice aquí que los barcos de guerra americanos intervendrán”. ¿Quién puede dudar ahora de que Carranza y Villa son los lacayos de los capitalistas americanos?
Siguen las matanzas de mexicanos
Narciso Guerrero, un mexicano, fue muerto a balazos como un perro en las calles de Veracruz, el 7 de este mes por un subteniente del vigésimo quinto de infantería del Ejército de los Estados Unidos, de guarnición en dicho puerto. El motivo del asesinato fue que Guerrero protestó contra un atropello que se quería cometer en su contra. Naturalmente, el asesino no ha sido molestado y el mexicano ha quedado bien muerto. ¡Ésa es la civilización que nos llevan los soldados del capitalismo americano!
Las conferencias de paz
En dos semanas no han alcanzado ningún progreso las famosas negociaciones de paz. Banquetes y francachelas han menudeado como que para eso sudan los pobres pueblos. Como a pesar de todo lo que se arregle por esos señorones, el pueblo mexicano no saldrá beneficiado, éste sigue su lucha expropiando y matando autoridades. De esta lucha es de la que depende el futuro del pueblo mexicano y no de los chanchullos llevados a cabo en hoteles aristocráticos. ¡Adelante rebeldes!
Las últimas noticias
Según los telegramas publicados en la prensa americana el once de este mes, el deseo de Wilson es poner a Villa o a Carranza al frente de un gobierno provisional que resulte de un acuerdo final tenido por los comisionados de paz en la población de Niágara. Wilson dice que es preciso que Villa entre a la ciudad de México y asuma el cargo de ministro de la Guerra o el de Jefe Supremo de todas las fuerzas de la República, pues mientras más se ayude a los constitucionalistas tanto mejor será para los Estados Unidos.
Dignidad de Emiliano Zapata
Emiliano Zapata, el honrado y firme defensor de los desheredados,
acaba de hacer público su desagrado por la intervención y las conferencias de paz. Zapata dice que él no tiene ligas de ninguna clase con Carranza y Villa, y después de condenar la revuelta de esos pícaros como criminal, pues no tiene otro objeto que perpetuar el sistema de explotación capitalista bajo el nombre de constitucionalismo, exclama como un verdadero revolucionario: “Me llaman el bandido Zapata; Zapata el bandido continuaré siendo a la faz de todos los poderes del mundo hasta que el pueblo obtenga justicia, hasta que el peón sea el amo”.
Estas palabras del valeroso Zapata son la digna corroboración de su actitud de verdadero revolucionario. ¡Qué diferencia entre el servilismo de Villa y Carranza y la dignidad del noble luchador suriano!
Ricardo Flores Magón
Los politicastros Juan Sarabia, Fernando Iglesias Calderón1 y un idiota llamado Roque Gómez2 conspiran para que transformen en revueltas públicas personalistas el movimiento de los hermanos Arrieta en Durango, que se inspira en los principios del Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, así como los movimientos de Chao3 y Herrera4 en Chihuahua y Parral, que van dirigidos contra el personalismo y la burguesía, y el movimiento de los hermanos Quevedo5 y otros revolucionarios en la región de Casas Grandes, donde esos luchadores llevan a cabo la expropiación para el bienestar de todos los habitantes de los lugares que visitan.
Juan Sarabia, Fernando Iglesias Calderón y Roque Gómez son unos embaucadores, cazadores de puestos públicos, como lo han demostrado desde que Madero subió al poder. En aquella época, esos bichos fueron los más ardientes defensores de la paz, y a su actividad se debieron las traiciones de Salazar, Alanís y otros mentecatos que se decían defensores de la causa del proletariado, y sin embargo, se vendieron a la burguesía y a la Autoridad.
No admitáis, revolucionarios, ninguna proposición que os hagan esos reptiles. Si llegan a visitar vuestros campamentos, colgadlos en seguida para ir acabando con esa raza de víboras. Ni las balas de los carrancistas y los villistas, ni la metralla de los huertistas, son tan perniciosos como esos sujetos, pues que al menos a la bala se puede contestar con otra bala, no así a la argucia del político profesional. Elpolítico tiene mañas, tiene ardides, tiene astucias contra las cuales no están bien preparados todos los proletarios y de ahí el peligro.
Así, pues, revolucionarios de las regiones mencionadas, tened listo el mecate para cuando se presenten esos tipos ante vosotros.
De Roque Gómez no podemos decir que es inteligente. Ése es un podenco; pero falto de ideales y de honradez, cambia de chaqueta tres o cuatro veces al año. Últimamente fue huertista después de haber sido miembro del Partido Liberal Mexicano.
Al palo con todos ellos.
Ricardo Flores Magón
1 Fernando Iglesias Calderón (1856-1942). Abogado e historiador. Hijo del escritor y político liberal antiporfiriano José María Iglesias. Formó el Comité Patriótico Liberal. Entre 1901 y 1907 publicó una serie de opúsculos titulada Rectificaciones históricas, en la que contrarrestó la revisión porfirista de la historia mexicana de la segunda mitad del siglo xix. Inició su carrera política después del triunfo de Francisco I. Madero. Sus artículos, en los que denuncia a Victoriano Huerta como autor intelectual del asesinato de Madero y Pino Suárez, lo llevaron a la prisión de San Juan de Ulúa. Presidente del Partido Liberal de 1912 a 1925. Senador por el Distrito Federal (1912-1913; 1920-1924). Alto comisionado de México, con el rango de embajador en Washington en 1920
2 Roque Gómez. Formó parte del grupo conocido como Los Colorados. Encabezado por Emilio P. Campa, Lázaro Alanís y José Inés Salazar, este grupo participó en los levantamientos de 1911 en Chihuahua con la bandera del PLM; rompió con los liberales al año siguiente para sumarse a las revueltas de Pascual Orozco y Emilio Vázquez Gómez. Gómez alcanzó el grado de coronel en las fuerzas orozquistas a fines de 1912. En junio de 1914, Regeneración lo acusaba de hacer propaganda en la zona de Durango controlada por los hermanos Arrieta, junto a Juan Sarabia y Fernando Iglesias Calderón
3 Manuel Chao (Tuxpan, Ver., 1883-Jiménez, Chih., 1924). Maestro de escuela. Llegó a ser director de la escuela Nombre de Dios, de Durango. En 1910 se adhirió al maderismo. Tras el golpe de Huerta militó en la División del Norte bajo la jefatura de Francisco Villa. En 1914, Carranza lo ascendió a general y lo nombró gobernador de Chihuahua para contrarrestar el poder de Villa, sin embargo se mantuvo del lado villista. Participó en la batalla de Zacatecas. En 1914, intervino para que Villa no fusilara a Álvaro Obregón. Fue fiel a la Convención y combatió a los carrancistas hasta la batalla del Ébano. Luego de la derrota marchó al exilio en Costa Rica. Regresó al país en 1923, se unió a la rebelión delahuertista y murió fusilado en Jiménez, Chih., el 26 de junio de 1924.
4 Maclovio Herrera Cano (Parral, Chih., 1879-Nuevo Laredo, Tamps., 1915). Minero. Se levantó en armas en noviembre de 1910 en Ciudad Hidalgo. Combatió en Durango al lado de Tomás Urbina. Tras el levantamiento de Pascual Orozco, defendió al maderismo al lado de Francisco Villa, a quien sustituyó como jefe del Batallón Benito Juárez, cuando éste fue aprehendido por Huerta. En 1913 fue uno de los primeros jefes militares en rebelarse y se unió a las fuerzas de Manuel Chao. En agosto de 1913 era uno de los generales de la División del Norte y fue uno de sus principales oficiales. En el otoño de 1914 se negó a desconocer a Carranza, como todos los jefes importantes de la División del Norte, rompiendo así con el villismo, al que combatiría hasta morir a manos de sus propios soldados en un confuso incidente el 17 de abril de 1915. Luis Herrera Cano (Parral, Chih., ¿?Torreón, Coah., 1916). Minero. Hermano de Maclovio Herrera. En 1910 se unió al maderismo. En 1913 se integró al villismo, con el que rompió en 1914 para pasarse al carrancismo en el otoño de 1915. El 22 de diciembre de 1916 murió combatiendo al villismo en Torreón. Su cadáver fue colgado y expuesto en la estación de trenes con un billete de un peso en la mano
5 Rodrigo Quevedo (Casas Grandes, Chih., 1889-El Paso, Tex., 1967). Participó al lado de Práxedis Guerrero en los levantamientos armados de Chihuahua organizados por el PLM en 1908 y en la toma de Janos en los últimos días de 1910. Tras la muerte de Práxedis se unió a la partida de José Inés Salazar. En febrero de 1911 se incorporó al maderismo en Sonora. Tras la caída de Díaz ingresó al cuerpo de Rurales al mando del coronel José de la Luz Blanco. En febrero de 1912 se sublevó contra Madero junto con otros ex liberales, que serían conocidos como Los Colorados, y se unió a la revuelta de Pascual Orozco. En marzo de 1913 se unió al huertismo y combatió en Chihuahua a la División del Norte de Francisco Villa. En enero de 1914, tras la derrota federal en Ojinaga, se refugió en los Estados Unidos. En enero de 1916 se unió a Villa y enfrentó a las fuerzas carrancistas de Francisco Murguía. En 1918 se rindió al gobierno de Carranza y, al año siguiente, fue nombrado jefe de Jiménez y Parral. En 1920 se sumó al Plan de Agua Prieta. En 1924 obtuvo el grado de general brigadier. Durante la guerra cristera hizo campaña militar en Jalisco, enviado por Plutarco Elías Calles. Combatió la rebelión escobarista en Durango, en 1929. En 1932 fue electo gobernador de Chihuahua, tras lo que ocupó la jefatura de distintas zonas militares en el país. En la década de 1960 fue senador por el Partido Revolucionario Institucional (pri). Su descendiente, Arturo Quevedo Rivero, publicó en 2000 Los Colorados, una novela diferente de la Revolución, en la que da cuenta de la historia de su ancestro. Benito Quevedo. Participaba en la guerrilla liberal encabezada por Tirso de la Toba que operaba en la Baja California a fines de 1911 y principios de 1912. Murió durante un enfrentamiento con federales en La Cañada Verde en abril de 1912.
Cosa curiosa es que dos hombres que poseen distinta psicología, y que para sus razonamientos parten de premisas enteramente divergentes, pues diametralmente opuestas son sus convicciones económicas, políticas, filosóficas, sociales, morales y aun artísticas, lleguen, sin embargo, a estar de acuerdo en la solución de un problema tan complejo como es el del movimiento revolucionario en México.
Los dos hombres son: Woodrow Wilson, presidente de los Estados Unidos, y Ariel,1 un colaborador de nuestro colega Tierra y Libertad, de Barcelona.2
Ambos opinan que, subdividiendo los latifundios en pequeñas propiedAdes para ser repartidas entre los peones, se aseguraría la paz en México.
Dice Ariel en un artículo titulado “El indio mexicano”, que apareció en el número de Tierra y Libertad correspondiente al 20 del pasado mayo: “Y puede asegurarse que, ínterin no se repartan las tierras, desapareciendo los latifundios, subdivididas en pequeñas propiedades, México será siempre, como hasta aquí, el país de las eternas revoluciones”.
Nosotros no opinamos ni como Ariel ni como Wilson precisamente porque somos antiautoritarios, esto es, anarquistas. Esa repartición de tierras tendría que ser hecha por un gobierno lesionando el llamado derecho de propiedad de los ricos, y todos los anarquistas sabemos que ninguno se atrevería a hacer tal cosa, pues faltaría al principal compromiso que tiene, y que es el de velar por los intereses de la clase capitalista.
Por lo demás, todos los anarquistas estamos convencidos de que el derecho de propiedad individual es la causa de la esclavitud económica, política y social del proletariado. ¿Cómo pudiéramos creer entonces que quedase en paz “el país de las eternas convulsiones” si se perpetúa el infame derecho de la propiedad individual al subdividir las tierras “en pequeñas propiedades”, pues por pequeñas que fueran no dejarían de ser propiedades?
Suponiendo, sin conceder, que esa subdivisión pudiera ser hecha por un gobierno, como estaría basada en el derecho de propiedad, tarde o temprano volvería a quedar la tierra en poder de unos cuantos, y las “eternas convulsiones” volverían a manifestarse. Esto, sin hacer mención de los que nacieran después de que el reparto hubiera sido hecho, quienes se encontrarían tan desheredados como los que actualmente luchan por conquistar la tierra.
Penetrados de estas verdades, los miembros del Partido Liberal Mexicano nos esforzamos por hacer entender a los proletarios que ignoran nuestros ideales de reconstrucción social, que la solución del Problema del Hambre no está en la subdivisión de la tierra en pequeñas propiedades, sino en unir toda la tierra y trabajarla en común, sin patrones y sin gobernantes, teniendo todos, hombres y mujeres, el mismo derecho a trabajarla, y, gracias a esas “eternas convulsiones”, los miembros del Partido Liberal Mexicano tienen la oportunidad, que como verdaderos revolucionarios aprovechan, de propagar sus ideales por medio de la palabra y de la acción, teniéndose como resultado el que varias regiones de lo que se llama República Mexicana estén en poder de poblaciones comunistas que saben a la vez labrar la tierra y pelear en su defensa. Ejemplos: el Yaqui, la región del centro del Estado de Durango, México, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, Guerrero, sur de Puebla y otros, en que los habitantes han tomado posesión de la tierra, de las casas, de los almacenes y de los útiles de trabajo.
No, no hay que conformarse con los repartos de tierras: hay que tomarlo todo para hacerlo propiedad común, no individual, y, para obtener este resultado, los miembros del Partido Liberal Mexicano no solamente luchan en grupos netamente libertarios organizados para la guerra, sino que esparcidos individualmente por todo el país, propagan en campos y pueblos los principios salvadores contenidos en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, principios que abogan por la desaparición, para siempre, de la Autoridad, el Capital y el Clero.
Y no para ahí la intensa propaganda de los miembros del Partido Liberal Mexicano, pues muchos de ellos, audaces e inteligentes, sientan plaza de soldados en las filas de carrancistas y huertistas para educar a los proletarios inconscientes, y los efectos de esa propaganda todos lo sabemos: son las deserciones en masa, rebeliones de compañías enteras de las milicias de los partidos puramente políticos y el robustecimiento consiguiente de las fuerzas de los combatientes de la Bandera Roja.
Nosotros creemos que mejor que con reformas ilusorias debemos llevar esta lucha hasta el fin: la emancipación económica, política y social del proletariado.
Ricardo Flores Magón
1 Ariel, colaborador de Tierra y Libertad, de Barcelona
2 Tierra y Libertad, Madrid (1902-1906); Barcelona (1906-1923). Director fundador: Federico Urales (Juan Montseny). Redactores fundadores: Soledad Gustavo (Teresa Mañé), Fermín Salvochea, Federico Urales, Antonio Apolo y Julio Camba. Colaboradores: Tomás Herreros, José Grau, Vicente García, Abelardo Saavedra, Francisco González Sola, entre otros. Semanario anarquista de carácter doctrinario. A partir de 1906 fungió como portavoz y enlace de los grupos ácratas españoles. Desde 1907 se empezó a ocupar de la situación de México, manifestando su solidaridad con la causa del PLM. Durante 1910-1911, la difusión de la Revolución mexicana y la defensa de su carácter libertario se convirtieron en un elemento central de la agenda internacional del semanario. En marzo de 1911 abrió en sus columnas una suscripción en favor de los revolucionarios mexicanos, misma que cosechó resultados alentadores al menos hasta principios de 1912. A partir del inicio de la primera guerra se convirtió en depositario de la ortodoxia ideológica del anarquismo ibérico
Pensemos en el porvenir, pensemos en los medios nuevos que se nos ofrecen, y aprovechémoslos.
Mas, para aprovecharlos, debemos recordar que una revolución no se produce según la línea precisa trazada por un filósofo o un poeta. La Revolución se produce de cualquier modo y se desarrolla en un sentido o en otro, según la fuerza que en ella obra. “Si para hacer la Revolución quisiéramos esperar a que ella comience con un preciso programa anarquista o comunista, arriesgaríamos esperar en vano. La masa se volverá anarquista o comunista durante la Revolución, después del comienzo de la Revolución, no antes”.
Nosotros debemos estar en todos los movimientos revolucionarios o que puedan conducir a una Revolución, y trabajar para que los acontecimientos no tomen otro rumbo que el que nosotros deseamos.
Enrique Malatesta
Hacemos nuestra la opinión de Malatesta. Además, los miembros del Partido Liberal Mexicano no nos conformamos con esperar a que comenzara la Revolución mexicana, sino que la forzamos, la precipitamos, para tener la oportunidad de encauzarla con la acción y con la palabra hacia el comunismo anárquico.
El número de compañeros que han luchado y luchan actualmente en México es la prueba de lo que decimos. Los miembros del Partido Liberal Mexicano, a pesar de las persecuciones de que fuimos víctimas desde 1892, y de los asesinatos oficiales cometidos en buen número de los nuestros —pues bien sabido es que Porfirio Díaz dominó al pueblo mexicano con mano de hierro—, venimos inyectando a las masas populares el espíritu de rebeldía que hoy se muestra lozano y gallardo en México. Hicimos todo lo que pudimos por sacudir al pueblo, por hacerlo rebelde, e iniciamos los movimientos insurreccionales de septiembre de 1906 y junio de 1908, preparatorios del tremendo movimiento que comenzó el 20 de noviembre de 1910 y que todavía no termina, a pesar de que cayó un presidente, Porfirio Díaz, y han escalado el Poder sucesivamente otros tres: Francisco L. de la Barra,1 Francisco I. Madero y Victoriano Huerta.
Naturalmente, como con claro talento opina Malatesta, no comenzó la Revolución con un preciso programa comunista o anarquista. Ha sido durante el grandioso movimiento cuando los miembros del Partido Liberal Mexicano nos hemos esforzado y nos estamos esforzando, y seguiremos esforzándonos por encauzar el movimiento revolucionario mexicano hacia el comunismo anárquico, como lo demuestran los actos de los compañeros en el campo de la acción; como lo prueba la propaganda que con la palabra y con impresos hacen los miembros del Partido, y como lo prueba la propaganda que hace Regeneración. Además, el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, expedido por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, es un programa de lucha contra el Capital, la Autoridad y el Clero, y de reconstrucción social sobre las sólidas bases del comunismo anarquista.
Muchos de los nuestros han muerto en la terrible contienda: Guerrero, Berthold,2 Pesqueira,3 la grande anarquista Margarita Ortega,4 Stanley,5 Ulíbarri, Jiménez,6 Orozco,7 Tanguma, Cardoza,8 Fuentes,9 Sánchez,10 Guerra Chico,11 Pérez Peña, Cortés,12 Rincón, Lomas, Villalobos13 y cientos más que no mencionamos para no hacer interminable la lista de los mártires que han caído envueltos en la Bandera Roja de Tierra y Libertad. Todos esos miembros del Partido Liberal Mexicano tomaron parte en el movimiento revolucionario que convulsiona actualmente a México, para poner en práctica lo que tan sabiamente aconseja Malatesta: “Nosotros debemos estar en todos los movimientos revolucionarios o que puedan conducir a una Revolución, y trabajar para que los acontecimientos no tomen otro rumbo que el que nosotros deseamos”.
Otros muchos compañeros siguen tomando parte en el movimiento revolucionario, convencidos de que “la masa se volverá anarquista y comunista durante la Revolución, después del comienzo de la Revolución”, como opina Malatesta, y los resultados obtenidos hasta el presente hacen abrigar la risueña esperanza de ver muy pronto derrumbarse en México el sistema capitalista y autoritario. Las operaciones actuales de los miembros del Partido Liberal Mexicano se extienden desde Sonora y Chihuahua, en el norte, hasta el sur de México. En Sonora, Juan F. Montero encauza el movimiento en la región del Yaqui, donde los habitantes insurreccionados se encuentran en posesión de Bácum, Pótam, Cócorit, Torin y otros pueblos, en los que ondea la Bandera Roja de Tierra y Libertad y han tomado posesión de las tierras comprendidas entre los ríos Yaqui y Mayo. El número de rebeldes armados en esta región es de más de seis mil. En Durango, Domingo y Benjamín Arrieta, siguiendo los principios del Partido Liberal Mexicano han entregado la tierra a los habitantes de las regiones que ocupan sus fuerzas, las que numeran no menos de cinco mil combatientes. En la región de Santa Rosalía, Estado de Chihuahua, los hermanos Epitacio y Cruz Treviño, con mil trabajadores, luchan de acuerdo con los principios del Partido Liberal Mexicano. En el Estado de San Luis Potosí, y extendiendo su actividad hasta el Estado de Zacatecas, los rebeldes Enrique Gaitán,14 Alberto Núñez15 y otros, ponen en práctica los ideales del Partido Liberal Mexicano. En los estados de México, Michoacán, Guanajuato, Guerrero, Jalisco y Colima, operan Enrique Ortiz,16 los seis hermanos Pantoja,17 Próspero Espinosa18 y otros, que propagan sin cesar los ideales del Partido Liberal Mexicano, teniendo la costumbre esos compañeros de llevar consigo oradores que dirigen la palabra al pueblo al tomar alguna población, leen al pueblo el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, y en seguida lo invitan a tomar la tierra, la maquinaria, los medios de transportación y los efectos almacenados en tiendas, trojes, bodegas, etcétera, para beneficio de todos, hombres y mujeres. En el Estado de Guerrero, Jesús H. Salgado19 practica la expropiación en beneficio de todos y sigue los principios del Partido Liberal Mexicano. En los estados de Morelos, Puebla, Oaxaca y en el resto del país, numerosas guerrillas difunden las ideas de emancipación económica, política y social del proletariado, como están expresadas en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911.
Ésta es la fuerza moral y física que obra en el seno del tiburón revolucionario, como el fermento que tendrá como resultado la destrucción definitiva del presente sistema, y la formación de la nueva sociedad de los libres y de los iguales.
El deber de los verdaderos revolucionarios del mundo entero es ayudar, con todas sus fuerzas, al movimiento mexicano, siguiendo así al pie de la letra las sabias palabras de Enrique Malatesta.
¡Adelante!
Ricardo Flores Magón
1 Francisco León de la Barra (Querétaro, 1863-Biarritz, Francia, 1939). Diplomático porfirista. Fue embajador en Washington de 1909 a 1911 y secretario de Relaciones Exteriores del último gabinete porfiriano. Como parte de los Tratados de Ciudad Juárez, fue designado presidente interino para sustituir a Porfirio Díaz y convocar a elecciones. Al triunfo de Madero conspiró contra el gobierno y tras el golpe de Huerta fue su canciller. Tras la caída de la dictadura fue considerado por muchos conservadores y algunas potencias extranjeras como una opción para gobernar a México. Murió en el exilio
2 Simón Berthold Chacón. Originario de Nacozari, Son. Antes de afiliarse al PLM fue miembro del Partido Socialista de California. Junto con José María Leyva encabezó la toma de Mexicali, B.C., el 29 de enero de 1911. Con una partida a su mando salió rumbo a Ensenada el 14 de marzo. Al tomar el poblado minero de El Álamo fue herido y murió el 14 de abril de 1911.
3 Refiérese a Jesús R. Pesqueira. Miembro de los iww y simpatizante del PLM que tomó parte en la campaña en Baja California. Murió en combate el 15 de febrero de 1911, enfrentando a las tropas del coronel Celso Vega.
4 Margarita Ortega. Residente de Irwindale, Cal. Esposa o hermana de Máximo Ortega, miembro del grupo encabezado por Salvador Medrano que apoyaba a Francisco I. Madero, a principios de 1908. Hacia abril de 1911 se trasladó a Caléxico, junto con su hija Rosaura Gortari. Fue desterrada a suelo mexicano “por profesar ideales liberales” a “instancias de Francisco I. Madero”. Participó en la campaña liberal en Baja California “como lazo de unión entre los combatientes”, buena jinete “apóstol, guerrera, enfermera”, de donde fue nuevamente expulsada junto con su hija Rosaura, esta vez por Rodolfo Gallegos, ex liberal converso en maderista. Recorrieron 62 millas a pie en el desierto hasta Algodones, donde tomaron un tren a Yuma, Ariz., lugar del que huyeron, pues las autoridades migratorias buscaban desterrarlas. Se refugiaron en Phoenix, con el nombre de María Valdés y su hija, Josefina. Escribió Ante la tumba de Madero, a quien responsabilizó de la muerte de su hija Rosaura. Emigró, en octubre de 1913, junto con Natividad Cortés, a Sonoyta, Son. Por órdenes de Gallegos, ya entonces constitucionalista, Cortés fue fusilado y Margarita fue llevada rumbo a Mexicali, donde Gallegos la abandonó en manos de los federales, mismos que la arrestaron el 20 de noviembre de 1913, la torturaron y fusilaron en las goteras de esa población el 24 de ese mes. Al parecer en su muerte tuvo que ver Juan A. Mateos, hijo. RFM escribió un obituario de Margarita y su hija
5 William Stanley (¿?-1911). De origen canadiense, obrero y miembro de los iww. En 1910 participó en las campañas en favor de la libertad de expresión promovidas por aquella organización en ciudades de la costa oeste de los Estados Unidos. Participó en la campaña liberal en Baja California. A esa península se internó el 5 de febrero de 1911. Tomó parte en la batalla del Rancho Little. Formó un cuerpo auxiliar integrado en su mayoría por extranjeros. Participó de manera autónoma en las fuerzas comandadas por José María Leyva y Simón Berthold. El 22 de febrero de 1911 asaltó la aduana de Algodones, lo que derivó en un conflicto con Leyva y Berthold. Su política militar agresiva fue bien vista por los miembros de la JOPLM frente a la pasividad mostrada por José María Leyva. Viajó a Los Ángeles, Cal., para entrevistarse con la Junta, la que lo nombró comandante de la legión extranjera. Regresó a Baja California con el objetivo de defender, desde el oriente, a Mexicali, entonces asediada por las tropas federales del coronel Miguel Mayol. Herido de muerte en la batalla del 8 de abril, falleció al día siguiente
6 Camilo Jiménez. Cazador sonorense. Se vinculó con el PLM desde 1906, cuando residía en Mexicali, B.C. En diciembre de 1910 fue nombrado delegado especial de la JOPLM en esa península. Participó en la toma de Mexicali el 29 de enero de 1911. Jefe de la avanzada liberal que trabó combate con las fuerzas federales encabezadas por el coronel Celso Vega en el Rancho Little, el 15 de febrero. Herido en el combate murió ese mismo día.
7 José Orozco. Probable referencia a quien fue arrestado junto con su hermano Feliciano y Juan Negrete en Torreón a mediados de 1907, acusados de conspiración. Junto con sus compañeros fue enviado a la cárcel de Belem y de ahí a San Juan de Ulúa
8 José María Cardoza. Participó en la campaña del PLM en Baja California. Reclutó a sus hombres entre los trabajadores indígenas de las obras de irrigación del río Colorado. Tras la derrota de los liberales en la península, en julio de 1911 se unió a las fuerzas liberales de Lázaro Alanís que operaban en la región de Casas Grandes, Chih. Por resistir el arresto por parte de tropas del nuevo régimen, a las órdenes de Francisco Villa, fue ejecutado junto con 28 pelemistas más.
9 Refiérese a Antonio Fuertes. Miembro de los iww y simpatizante del PLM, tomó parte en la campaña en Baja California y murió en combate el 15 de febrero de 1911, enfrentando a las tropas del coronel Celso Vega. Estuvo encargado del vínculo entre los wobblies del Valle Imperial y los liberales de Mexicali.
10 Posiblemente se refiera a Felipe Sánchez (¿?-1913). Simpatizante del PLM radicado en Texas. Participó como guía de la expedición militar que intentó cruzar la frontera en Carrizo Springs, en septiembre de 1913. Al parecer, cuando la columna liberal fue sorprendida por los rangers texanos, Sánchez logró huir a territorio mexicano, donde fue abatido por tropas carrancistas.
11 Calixto H. Guerra Chico (Jiménez, Coah., 1858-Monclova, Coah., 1913). Campesino originario de Jiménez, avecindado en Del Río, Tex. Miembro de un club liberal en la vecina población de Oglesby. Participó en el levantamiento en su ciudad natal en 1906 y también en el ataque a Las Vacas, Coah., del 26 de junio de 1908, del que salió herido. Después de la batalla, el grupo de 15 guerrilleros que encabezaba tuvo un segundo enfrentamiento con fuerzas federales al mando del coronel Ibáñez. Semanas después fue apresado en San Antonio, Tex. Acusado de violación de las leyes de neutralidad, fue juzgado junto a Antonio de Pío Araujo, y recluido en la penitenciaría de Leavenworth, Kan., de donde salió en enero de 1910. En 1911 encabezó un nuevo grupo liberal que estableció su cuartel general en las cercanías de Las Vacas, bajo la bandera roja del PLM, y lanzó una proclama fechada el 28 de marzo de 1912. Murió fusilado con las manos atadas a la espalda, tras ser capturado por carrancistas al mando de Jesús Longoria, en Colombia, N.L., a mediados de 1913, luego de haber realizado un acto de expropiación de tierras en Las Vacas. Tras ser capturado, fue trasladado a la presencia de Venustiano Carranza, en Monclova, quien ordenó su ejecución. Según Antonio de Pío Araujo fue el primer liberal ejecutado por orden directa y expresa de Carranza. El grupo liberal de Del Río, Tex., realizó una colecta para que la madre de Calixto Guerra viajara a Monclova en busca de los restos de su hijo
12 Natividad Cortés (Gila Bend, Ariz., ¿?-Palo Verde, Ariz., 1913). Quizá se trata del mismo N. Cortés que se internó en Sonora en compañía de Margarita Ortega en 1913 quien, tras ser “despojado de sus correspondencia y armas”, fue fusilado por el constitucionalista Rodolfo Gallegos, luego de que éste tuviera una discusión “respecto a los ideales del Partido Liberal Mexicano” con Margarita Ortega
13 Braulio Villalobos. Formó parte del Grupo Regeneración Fraternidad Humana de Hamlin, Tex., uno de los últimos fundados por el PLM, por iniciativa de Francisco N. Martínez, el 16 de julio de 1916. En septiembre de ese año se sumó a la iniciativa de Hermenegilda Ávila, de Weir, Tex., que invitó a todos los simpatizantes del PLM a donar cinco dólares cada uno para el sostenimiento de Regeneración y la causa del partido.
14 Enrique Gaitán. Revolucionario potosino. En 1916 se sumó al constitucionalismo, en cuyas filas alcanzó el grado de teniente coronel. Operó en Soledad Díez Gutiérrez, San Luis Potosí
15 Alberto Núñez. Probable referencia al rebelde que, junto con Enrique Gaitán, Ildefonso Pérez, Juan Durán y Julio Guerrero, se levantó en armas en la región de Matehuala, S.L.P., hacia 1913. A decir de Regeneración, eran seguidores y lectores asiduos del semanario
16 Enrique Ortiz (1893-1915). Trabajador agrícola y revolucionario michoacano. En 1914 se incorporó a la facción constitucionalista, adherido a las fuerzas de Anastasio Pantoja. Fue fusilado en Irapuato, por órdenes de Francisco Murguía
17 Refiérese a los hermanos Anastasio, Abundio y Tomás Pantoja. Combatientes revolucionarios que operaron en los estados de Michoacán y Guanajuato bajo las órdenes del maderista Alberto Madrigal. Pelearon contra el gobierno de Huerta.
18 Próspero Espinosa. Guerrillero michoacano. En 1914 propagaba los ideales del PLM en su zona de influencia
19 Jesús H. Salgado (Teloloapan, Gro., 1873-1920). Ranchero y comerciante, se incorporó a la revolución en Apaxtla, Gro. Rompió con Madero y se incorporó al zapatismo. Se sumó al Plan de Ayala. Desarrolló sus actividades desde el río Balsas hasta Tlapa y de Copalillo a San Marcos. Fue nombrado gobernador provisional del estado por la junta revolucionaria zapatista (1914). Murió combatiendo, con el grado de general de división, a las fuerzas de Venustiano Carranza cerca de Petatlán en la Sierra Madre del Sur. Regeneración siguió sistemáticamente su trayectoria y lo llamaba “compañero”.
Grandioso resultó el mitin organizado por el Comité de Defensa de los compañeros presos en Texas, y que tuvo verificativo el domingo 31 de mayo en el salón de la Young Socialist Party League.
Una multitud ansiosa de oír palabras sinceras y honradas llenó el amplio local. Hombres, mujeres y niños asistieron en masa a demostrar con su presencia su amor a la libertad y su odio a la tiranía. A las dos y media de la tarde, más de mil personas ocupaban las sillas del salón, mientras en la puerta se agrupaban todos los que no pudieron encontrar asiento.
Un ambiente de fraternidad y de buena voluntad envolvía a la audiencia. Allí se encontraban los buenos amigos de la causa del Partido Liberal Mexicano y muchos de los miembros del Partido residentes en Los Ángeles y los pueblecillos de los alrededores. En las solapas de los sacos de centenares de concurrentes lucían el botoncito del Partido Liberal Mexicano y el listón rojo que lleva impresas las palabras, tan populares ya, de “Tierra y Libertad”; en las blusas de las compañeras se veían los mismos distintivos.
El calor era abrumador; pero no se notaba fatiga en aquellos rostros de trabajadores inteligentes que esperaban con ansia el comienzo del acto. El murmullo de animadas conversaciones podía ser oído hasta en la calle; unos hablaban de la intervención americana en México y de sus posibles resultados en el movimiento mundial de la clase trabajadora; otros se referían a la necesidad de ayudar a los trabajadores de Texas; los más se comunicaban sus impresiones sobre los sucesos más notables de actualidad; niñas y compañeras entusiastas vendían ejemplares de regeneración, folletos y libros anarquistas, botoncitos del Partido Liberal Mexicano y listones rojos.
Víctor Cravello, el siempre entusiasta y activo compañero, anunció que el acto iba a comenzar. Todos callaron; Cravello explicó el motivo del mitin y refirió a la audiencia los esfuerzos que ha hecho en pro de los presos de Texas el Comité de Defensa1 y urgió solidaridad y energía para que el Comité pudiera llevar a buen término sus trabajos. La audiencia aplaudió entusiasta. Hicieron uso de la palabra los compañeros Anselmo L. Figueroa, Enrique Flores Magón, Luis Villegas Jr.,2 Teodoro M. Gaitán, Teresita Villalpando3 y el que escribe esta crónica. El auditorio dio inequívocas muestras de estar de acuerdo con las ideas manifestadas en el mitin, y de estar dispuesto a hacer todo lo posible para salvar a los compañeros presos de las garras de la tiranía capitalista, pues no solamente oyó gustoso a los oradores, sino que contribuyó generosamente con dinero para su defensa. Las siguientes resoluciones fueron votadas por unanimidad en medio del mayor entusiasmo:
Los mexicanos y españoles residentes en Los Ángeles, reunidos en asamblea hoy 31 de Mayo de 1914, hemos adoptado las siguientes resoluciones:
Consideramos que Rangel, Alzalde, Cisneros, Cline4 y el resto de los catorce trabajadores confinados hoy en las bastillas de Texas por los sucesos de Carrizo Springs desarrollados del 11 al 13 de septiembre de 1913, son inocentes del crimen que se les imputa, o sea, de la muerte del Sheriff Candelario Ortiz.
Consideramos que la persecución de que son víctimas es el resultado del odio que la clase capitalista siente por aquellos miembros de la clase trabajadora, que más actividad y celo muestran en la defensa de los intereses de su clase.
Consideramos que es un crimen de lesa civilización y lesa humanidad el que cometió la fuerza armada de Texas, al dar muerte a dos hombres honrados, Juan Rincón Jr., y Silvestre Lomas, por el delito de ser mexicanos, miembros de la clase trabajadora y hombres conscientes de sus derechos.
Consideramos que el estado de Texas, y los Estados Unidos también, se cubren de lodo al perseguir a hombres inocentes y asesinar a hombres honrados, y considerando, igualmente, que la civilización se siente herida por esos actos de brutalidad dignos de épocas atrasadas.
Protestamos contra la persecución de que son objeto Rangel y compañeros, cuya libertad inmediata, absoluta e incondicional demandamos para satisfacción de la Justicia; y protestamos, con toda la energía de que somos capaces, contra el asesinato que oficiales del estado de Texas perpetraron en las personas de Juan Rincón Jr., y Silvestre Lomas, pues tanto la prisión de los primeros, como el asesinato de los últimos, son hechos que chocan a la civilización, deshonran la cultura alcanzada por la humanidad y lastiman los sentimientos de todo ser humano normal.
Los Ángeles, Cal., Mayo 31 de 1914. —El Secretario del Comité, Víctor Cravello.
Hombres, mujeres y niños de buena voluntad cantaron los himnos revolucionarios La Marsellesa Anarquista, Hijos del pueblo y Tierra y Libertad.
No hubo una sola nota discordante, en este memorable mitin que dejó en la mente de los que ocurrieron a él una grata sensación de alivio moral, al convencerse de que se trabaja con ardor por la liberación de los hermanos de Texas.
El sábado 6 de este mes, la estimable compañera Emma Goldman5 dio una recepción a sus amigos en el mismo salón. Hubo discursos en inglés y en español por los compañeros Enrique Flores Magón, Fred H. Moore6 y Emma Goldman. El compañero Arturo Giovannitti8 leyó unas hermosísimas poesías. Todos hablaron a favor de los presos de Texas. Hubo concierto, baile, refrescos y cena. Todo lo que se recaudó es para la defensa de los compañeros presos en Texas. Emma nos ha ofrecido no desperdiciar oportunidad para hablar en pro de nuestros hermanos presos.
Arturo Giovannitti, el orador y poeta revolucionario, siempre que habla en público, se refiere a la necesidad de interponernos todos los proletarios entre la tiranía y nuestros hermanos de Texas, para liberarlos de la prisión y de la muerte.
¡Adelante! ¡A rescatar a nuestros hermanos!
Ricardo Flores Magón
1 Comité de defensa de los trabajadores mexicanos presos en Texas (Los Ángeles, Cal.). Vittorio Cravello, secretario y tesorero. Aparentemente formaban parte del comité RFM, ALF y EFM. Inició sus actividades en mayo de 1914. Se ocupó de recaudar fondos para la defensa y el sostenimiento de las familias de los presos Jesús M. Rangel, Eugenio Alzalde, Abraham Cisneros y Charles Cline, inculpados del asesinato de Candelario Ortiz, sheriff de Carrizo Springs. Asimismo, el comité se encargó de remitir a la prensa libertaria un boletín semanal sobre los pormenores del proceso judicial, de organizar actividades de propaganda para denunciar la brutalidad de las autoridades texanas y de incitar al envío de protestas al gobernador de Texas, Oscar B. Colquitt, al Congreso Norteamericano y al presidente Woodrow Wilson. En 1915, la sede del comité se trasladó a San Antonio, Tex., y a partir de entonces Vera Mayfield asumió la secretaría del mismo.
2 Luis Villegas Jr. Residente de Los Ángeles, Cal. Probablemente el primer dibujante de origen mexicano que publicó caricaturas con el tema de la Revolución mexicana en los Estados Unidos; entregó cinco ilustraciones a Regeneración. Agitador itinerante, participó como orador en sitios californianos con población mexicana simpatizante del PLM. A pesar de haber tenido una probable infancia en territorio mexicano, Villegas trasladó en sus caricaturas la Revolución mexicana al paisaje californiano, sobre todo angelino, como lo testimonia su Lo despachan con su música a otra parte. En esta ilustración se observa el paisaje citadino claramente inspirado en Los Ángeles: una multitud sale de un edificio carcelario que arde mientras el Tío Sam toca el organillo con un letrero que dice: “Promesas agrarias de Wilson a los mexicanos” y, delante de éste, Venustiano Carranza y Francisco Villa, sus monos ayudantes: una clara alusión a las posturas de éstos ante la invasión norteamericana a Veracruz de 1914.
3 Teresa Villalpando. Simpatizante del PLM, residente en Anaheim, Cal. Colaboró en las colectas para la defensa de la dirigencia del PLM a lo largo de 1912.
4 Charles C. Cline. Estadunidense. Miembro de la Brotherhood of Timber Workers (Hermandad de los Trabajadores de la Madera), fundada en 1910 por trabajadores de aserraderos del oeste de Luisiana y el este de Texas y caracterizada por integrar en igualdad de condiciones a trabajadores blancos, negros e indios. En 1912 la Hermandad se afilió a los iww. Destacó por su participación en los sucesos de Grabow, cuando miembros de la organización fueron atacados por esquiroles armados de la Galloway Lumber Company. Atestiguó en el juicio al dirigente de la hermandad, Arthur Lee Emerson, apresado tras los sucesos de Grabow. Inscrito en las listas negras de la industria, fue despedido del aserradero de Merryville, La., lo que desató una gran huelga y la represión de la Hermandad. Posteriormente promovió la organización interracial de pizcadores de cebolla en Texas, muchos de los cuales eran de origen mexicano. Se integró al grupo de José María Rangel, que en septiembre de 1913 se preparaba para incursionar en territorio mexicano para participar en la Revolución mexicana con la bandera del PLM. Fue uno de los 14 liberales encarcelados tras el incidente de Carrizo Spring. Acusado de homicidio junto con otros miembros de la partida pelemista, fue condenado a purgar una pena de 99 años de prisión, aunque fue finalmente liberado en agosto de 1927
5 Emma Goldman (1869-1940). Militante ácrata y escritora feminista de origen lituano. Se estableció en los Estados Unidos hacia 1885. A raíz de la tragedia de Haymarket, en 1886, se afilió al anarquismo. En Nueva York frecuentó los grupos libertarios en los que tenía gran influencia el anarquista alemán Johan Most. Desde comienzos del siglo xx destacó como oradora y se perfiló como una de las más influyentes figuras del anarquismo en los Estados Unidos. En 1901 se le culpó de inspirar el atentado que le costó la vida al presidente William McKinley. Fundó la revista ácrata Mother Earth (Nueva York), en cuyas páginas expuso las principales preocupaciones políticas y doctrinarias del anarquismo; desde 1907, se solidarizó con la causa del PLM, defendiendo el carácter libertario de la misma. En el contexto del llamado Red Scare, en 1917, fue procesada por hacer propaganda contra la guerra y el servicio militar obligatorio. Expulsada de los Estados Unidos un par de años después, se estableció brevemente en la naciente Unión Soviética junto con su compañero sentimental, Alexander Berkman. Se refugió en Francia y posteriormente en Canadá. En 1936 hizo propaganda en favor de los anarquistas que combatían en la guerra civil española. Murió en Toronto.
6 Fred H. Moore. Abogado socialista californiano. Colaboró como defensor en numerosos juicios seguidos en contra de miembros de los iww en la costa oeste de los Estados Unidos. Se desempeñó como abogado de Ettor y Giovannitti en 1912. En mayo de 1914 fue comisionado por el Rangel-Cline Defense Fund para recabar información para la defensa de los presos de Texas. En el marco de esta campaña, participó en varios mítines y conferencias de agitación entre los sectores radicales de habla inglesa. En 1927 defendió, sin éxito, a Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti
7 Arturo Giovannitti (Campobasso, Italia, 1884-Nueva York, EUA, 1959). Sindicalista, activista político y poeta. Migró a Canadá en 1900, donde trabajó en minas de carbón y ferrocarriles. Luego se trasladó a los Estados Unidos, donde empezó a colaborar en el periódico de la Italian Socialist Federation, que posteriormente llegaría a dirigir. En enero de 1912, junto al wobbly Joe Ettor, partió a Lawrence, Mass., para encabezar la huelga de los obreros y obreras textiles del lugar. En poco tiempo fueron a la huelga entre 25 y 30 mil trabajadoras, la mayoría migrantes y mujeres de más de 28 diferentes nacionalidades, que paralizaron la industria entre enero y marzo de ese año en demanda de tarifas justas y condiciones dignas de trabajo. Giovannitti y Ettor fueron acusados injustamente del asesinato de la huelguista Anna LoPizzo, a quien baleó el policía Oscar Benoit cuando ella defendía una barricada huelguista. El juicio contra Giovannitti y Ettor tuvo una gran repercusión nacional; despertó una gran campaña solidaria en la que participó Regeneración, que abrió una suscripción en su favor, e incrementó la solidaridad y la fuerza de la huelga; el movimiento ganó fama como la Bread and Roses Strike. La huelga culminó con el triunfo de los huelguistas y Ettor y Giovannitti fueron exonerados de los cargos y liberados el 26 de noviembre de 1912. Según las crónicas las alocuciones de Giovannitti durante el juicio hacían llorar al público, que abarrotaba las galerías en apoyo a los acusados. Durante su encierro escribió “The Walker”, uno de sus poemas más célebres. Desde 1911 participó en campañas de apoyo a los liberales y la Revolución mexicana, como el New York Railly, en el que también participaron Emma Goldman y Alexander Berkman. En junio de 1914, Giovannitti se sumó a la campaña en defensa de Rangel-Cline y los llamados Mártires de Texas, y participó en diversos eventos haciendo campaña en su favor, como en el mitin monstruo celebrado en San Francisco el 24 de mayo de 1914, en que también participó W.C. Owen, el editor de la sección en inglés de Regeneración. El 6 de junio de 1914 leyó algunos de sus poemas en un evento para recolectar firmas a favor, organizado por el Rangel-Cline Defense Commite, en el que también participó Emma Goldman. En 1917 fue arrestado en una batida policiaca que detuvo a más de160 miembros de los iww por su oposición a la participación en la primera guerra, en el contexto de la famosa Red Scare. En las siguientes décadas continuó vinculado con el movimiento sindical y pacifista escribiendo para la prensa radical.
La actividad revolucionaria de nuestros compañeros es cada día más intensa en la Baja California. El día 2 de este mes, una guerrilla de compañeros que iba en marcha hacia el mineral de Calmalli tropezó con un burgués americano que al trote trataba de ganar la frontera con veinte mulas cargadas de efectos que hacían falta a los habitantes de la región. Los compañeros de la guerrilla hicieron ver al americano la necesidad que había de que esos efectos fueran dejados a disposición de los que los necesitaran. El burgués, creyendo que el sistema capitalista impera aún en todo México, pidió que se le diera un recibo por todo lo que llevaba, a lo que los revolucionarios le contestaron que todo aquello que llevaba era propiedad de todos los que con sus manos han contribuido y contribuyen a producir la riqueza, y que, por lo tanto, no había necesidad de dar recibo, pues los propietarios eran los trabajadores. El burgués trató de hacer armas contra los compañeros, y éstos lo calmaron colgándolo de un árbol. Al día siguiente llegaron los compañeros a Calmalli, donde el proletariado los recibió con muestras de júbilo. Los pocos que se opusieron a la entrada de los revolucionarios fueron puestos fuera de combate. Nuestros hermanos invitaron a todos los habitantes a poner fin con el sistema capitalista, haciendo propiedad común de toda la riqueza acaparada por los ricos, proposición que fue recibida en medio de estruendosos aplausos y gritos de
¡Viva Tierra y Libertad!
Otra guerrilla de compañeros entró a San Quintín, Baja California, el día 4 de este mes. Desde luego expusieron al pueblo los principios emancipadores contenidos en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, y los invitaron a adoptarlos. El pueblo, gozoso abrazó la causa del Partido Liberal Mexicano, y para acabar con todos los parásitos, al mismo tiempo que la expropiación se llevaba a efecto para el bien de todos, fueron ahorcados los burgueses y las autoridades del lugar. El cura trataba de huir; pero hombres y mujeres de buena voluntad le echaron el guante y después de hacerle ver a los inconscientes que la Iglesia siempre está a favor de los opresores del pueblo, lo colgaron con sus compañeros de opresión y de explotación: los burgueses y los representantes de la Autoridad.
En Sonora continúa cada vez más vigoroso el movimiento del Partido Liberal Mexicano. Se sabe que nuestros compañeros yaquis están levantados en armas desde hace algunos meses y se encuentran en posesión del valle del Yaqui y de varios pueblos. Las fuerzas combatientes han sido reforzadas en estos últimos días por mil ochocientos yaquis y mayos que pertenecían a las fuerzas carrancistas de Álvaro Obregón. Los carrancistas han sido derrotados en varios encuentros tenidos con esta nueva fuerza de compañeros. Unos americanos que salieron huyendo de la región dicen que cuando ellos salieron de la parte central de Sonora, esos compañeros estaban sitiando las plazas de Cumuripa, Laura y Buenavista. Es posible que para estas fechas ya hayan sido tomadas dichas plazas.
Con motivo del incremento que las armas del proletariado están tomando en el Estado de Sonora, los hacendados están poniendo a salvo los ganados pasándolos a los Estados Unidos. Tomad nota de eso, hermanos yaquis, e impedid por cuantos medios tengáis a mano que se siga sacando más ganado del estado, pues ese ganado es de los pobres, tiene que servir para la alimentación de los pobres, y si llega a faltar, habrá hambre como en las regiones infestadas de carrancistas.
Ricardo Flores Magón
Mientras el grueso del ejército carrancista marcha hacia el sur, en el norte, a su espalda, se levantan resueltamente todos aquellos elementos que no podían respirar bajo la pezuña del constitucionalismo; Villa y Carranza tienen ansias de llegar a la ciudad de México, pero están en vías de quedar sin movimiento entre la espada y la pared; los elementos independientes y los elementos del Partido Liberal Mexicano surgen por todas partes detrás de las huestes carrancistas que marchan hacia la ciudad de México; en Sonora, Maytorena1 reniega de su jefe y se rebela; en Jiménez y otros lugares del Estado de Chihuahua, los convencidos que Villa y Carranza son meros aspirantes al poder y la riqueza se levantan en armas en contra de sus antiguos jefes; Maclovio y Luis Herrera y Manuel Chao se separan de Villa con más de tres mil hombres; en Durango, los hermanos Arrieta se burlan de Villa y se ríen en las barbas de Carranza; y entretanto, las llamadas huestes constitucionalistas continúan su marcha hacia la ciudad de México y avanzan, es cierto, pero dejando la retaguardia en poder de sus enemigos; el constitucionalismo o carrancismo está herido de muerte y tal vez muera de anemia antes de llegar a la ciudad de México, y si llega, entonces tendrá que hacer frente a la misma situación en la que se ahoga Huerta, por la sencilla razón de que el movimiento revolucionario no terminará hasta que el pueblo haya conquistado la libertad económica, base de todas las libertades.
Entretanto, los lobos de la banca, los tiburones de la industria, los chacales del comercio, empujan a Wilson para que ese iluso se eche a cuestas la empresa de tomar la ciudad de México en favor de Carranza y de Villa, y la intervención se cierne en el horizonte mexicano.
Los verdaderos revolucionarios, los de la Bandera Roja, sin tomar en cuenta las negociaciones de paz continúan la guerra; sin esperar a que Carranza se siente en la Silla Presidencial, lo combaten desde ahora como combaten también a Huerta, en su empresa de acabar para siempre con el principio de Autoridad. Huerta en su ocaso vacila y se hunde; Carranza y Villa, antes de llegar al cenit de su carrera, llevan en sí mismos la carcoma que los reducirá a polvo; son velas de sebo que se soñaron soles.
Ricardo Flores Magón
1 José María Maytorena Tapia (1867-1948). Hacendado y político sonorense. Simpatizó con el PLM hasta 1908, año en que se sumó al reyismo. Se adhirió al Partido Antirreeleccionista en 1910, bajo cuyos auspicios organizó la junta revolucionaria de Nogales, Ariz. Durante la revolución maderista fue nombrado jefe del alzamiento en Sonora y, tras la caída de Porfirio Díaz, fue electo gobernador de su estado natal, cargo desde el que hizo frente a la rebelión orozquista de 1912. Consumado el golpe de Estado de Huerta apoyó al constitucionalismo, facción de la que se distanció en 1914. Se sumó a la Convención de Aguascalientes, adherido a las fuerzas de Francisco Villa, reconoció la presidencia de Eulalio Gutiérrez. Tras la derrota de la facción villista se exilió en Los Ángeles, de donde volvió para establecerse en Hermosillo, Son., en 1938.
Es difícil seguir paso a paso la acción de los compañeros que en México luchan por encauzar el movimiento revolucionario hacia el comunismo anárquico. No hay que contar con vías de fácil comunicación: las líneas de ferrocarril están destruidas; los puentes han sido volados; en los pasos de las montañas vigilan por igual soldados huertistas y soldados carrancistas, libertarios y zapatistas o gente armada de cualquiera otra facción. Aparte de todo esto, las contingencias de la lucha obligan a las diferentes fuerzas combatientes a cambiar de posiciones, a cortar las comunicaciones telegráficas o a guarecerse en el corazón de las montañas y de los bosques.
Por todas estas razones llegan muy retrasadas las noticias, cuando llegar pueden, pues con frecuencia los mensajeros son fusilados antes de llegar a su destino, o de cualquiera otra manera se ven imposibilitados de llevar a cabo su empresa. No es de extrañar, por lo mismo, que tan tarde hayamos podido comprobar la muerte de la grande anarquista que en vida se llamó Margarita Ortega.
Esta mujer extraordinaria era miembro del Partido Liberal Mexicano, cuyos ideales comunistas anarquistas propagaba por medio de la palabra y de la acción. En 1911 Margarita fue el lazo de unión entre los elementos combatientes del Partido Liberal Mexicano en la Baja California. Hábil jinete y experta en el manejo de las armas de fuego, Margarita atravesaba las líneas enemigas y conducía armas, parque, dinamita, lo que se necesitaba, a los compañeros en el campo de la acción. Más de una vez su arrojo y su sangre fría la salvaron de caer en las fuerzas de las garras de la tiranía. Margarita Ortega tenía un gran corazón: desde su caballo, o detrás de un peñasco, podía tener a raya a los soldados del gobierno, y poco después podíase verla cuidando a los heridos, alimentando a los convalecientes o prodigando palabras de consuelo a las viudas y a los huérfanos. Apóstol, guerrera, enfermera, todo a la vez era esta mujer excepcional. Ella no podía ver con tranquilidad que alguien sufriese en su presencia, y a muchos les consta cómo ella se quitó de la boca un pedazo de pan para dárselo al que tenía hambre.
Mujer de exquisitos sentimientos, amaba entrañablemente a su familia; pero su familia estaba compuesta de personas inconscientes, de burgueses y de proletarios aspirantes a ser burgueses, y estas personas nunca pudieron comprender cómo una mujer dotada de tan extraordinario talento, de tan inagotable energía, y que poseía sustanciosos bienes de fortuna, pudiera hacer causa común con los desheredados, y por ese motivo la odiaban, la odiaban como odian los corazones vulgares a los espíritus nobles y puros que constituyen un obstáculo a sus mezquinas ambiciones.
Margarita contaba con bienes de fortuna que le hubieran bastado para pasarse una vida regalona y ociosa; pero ella no podía gozar de la vida cuando sabía bien que había millones de seres humanos que luchaban penosamente por ganar su subsistencia. Con la energía que solamente se halla en personas convencidas, Margarita dijo en el mismo año de 1911, a su inconsciente compañero:
Yo te amo; pero amo también a todos los que sufren y por los cuales lucho y arriesgo mi vida. No quiero ver más hombres y mujeres dando su fuerza, su salud, su inteligencia, su porvenir para enriquecer a los burgueses; no quiero que por más tiempo haya hombres que manden a los hombres. Estoy resuelta a seguir luchando por la causa del Partido Liberal Mexicano, y si eres hombre, vente conmigo a la campaña; de lo contrario olvídame, pues yo no quiero ser la compañera de un cobarde.
Las personas que presenciaron esta escena aseguran que el cobarde no quiso seguirla. Entonces, dirigiéndose Margarita a su hija, Rosaura Gortari, le habló en estos términos: “¿Y tú, hija mía, estás resuelta a seguirme o a quedarte con la familia?” A lo que respondió la otra heroína: “¿Yo separarme de ti, mamá? ¡Eso nunca! ¡Ensillemos los caballos y lancémonos a la lucha por la redención de la clase trabajadora!”
Al alcanzar el Poder el maderismo fueron expulsadas Margarita y Rosaura de Mexicali, por orden de Rodolfo Gallegos.1 Para hacer más penosa la situación de las mártires, Gallegos ordenó que se las encaminase al desierto y se las hiciera marchar por los arenales inmensos, bajo un sol abrasador, sin agua, sin alimentos y a pie, con la advertencia de ser pasadas por las armas si volvían al pueblo. Por espacio de varios días se arrastraron las pobres víctimas del sistema capitalista sobre los ardientes arenales. La sed las devoraba; el hambre las hacía desfallecer. Ni un viajero que les prestase ayuda, ni un arroyo que calmase su sed. Rosaura decaía visiblemente, haciendo más triste la situación de Margarita. Por fin, a pesar de su extraordinaria energía, Rosaura sufrió un desmayo, cayó por tierra y cerró los ojos. Margarita creyó que la hija de su corazón había muerto y, loca de dolor, trató de suicidarse; pero al aplicarse el revólver a la cabeza vio que su hija la miraba, y, turbada por la emoción, corrió en busca de agua que dar a la paciente. Afortunadamente esa vez sí la consiguió.
Llegaron a Yuma, Estados Unidos, y allí fue arrestada Margarita por los inspectores de inmigración. Una mujer como Margarita, honra de la humanidad, espléndido ejemplar de la raza humana, no podía residir en este país de la vulgaridad y de la estupidez. Para que una persona pueda entrar en los Estados Unidos necesita creer en la Ley y en la Autoridad. Libertaria, Margarita, conforme a las imbéciles leyes de los Estados Unidos, no podía ser admitida, y tenía que ser deportada a México. Gracias a los buenos servicios de excelentes camaradas, Margarita logró escapar de las garras de los inspectores de inmigración, y con Rosaura fue a refugiarse a Phoenix, Arizona, donde adoptó el nombre de María Valdés para despistar a los esbirros. Rosaura adoptó el nombre de Josefina.
Rosaura quedó enferma a consecuencia de las penalidades sufridas en el desierto, y todo su anhelo era volver a México, pero con las armas en la mano, para morir luchando por Tierra y Libertad. Ella no quería morir en su cama, sino en el campo de batalla, cambiando vida por vida, y cuando ya la enfermedad se agravó hasta el extremo de no permitirla abandonar el lecho, decía a Margarita: “Mamá: no quiero morir aquí; llévame a la calle, donde se reúnen los trabajadores mexicanos. Quiero morir en medio de ellos, de mis hermanos, hablándoles de sus derechos como productores de la riqueza social”. Poco después moría la dulce niña sin arrepentirse de haber dejado las comodidades de la vida burguesa por la vida agitada, llena de peligros y de miserias de los verdaderos revolucionarios.
Margarita quedó sola. Su hija y compañera de lucha no compartiría más con ella las penalidades, los sinsabores, las miserias que son el premio de los luchadores sinceros; pero no por eso dejó de trabajar con el empeño de siempre la noble sembradora de ideales. Con el compañero Natividad Cortés emprendió la tarea de organizar el movimiento revolucionario en el norte del Estado de Sonora, teniendo como base de operaciones el pueblecillo de Sonoyta, de dicho estado. Esto ocurría en octubre del año pasado. Ambos compañeros trabajaron con ardor, poniendo de acuerdo a los compañeros que residen en territorio mexicano, cuando Rodolfo Gallegos, que esta vez era carrancista y tenía la misión conferida por su amo de vigilar la frontera, tropezó con ellos por casualidad. El compañero Natividad Cortés fue fusilado en el acto, y Margarita llevada prisionera hasta la Baja California, donde Gallegos mandó dejarla en un lugar en que forzosamente tenía que ser vista y aprehendida por los huertistas, dejando de esa manera a éstos la tarea de asesinarla.
Margarita fue arrestada el 20 de noviembre del año pasado, cerca de Mexicali, por los huertistas, y puesta en un calabozo con centinela de vista. Los felones que la dragonean de autoridades aguzaron el ingenio para martirizarla. No tuvo miedo de confesar que era miembro del Partido Liberal Mexicano, y que, por lo mismo, luchaba contra la hidra de tres cabezas: Autoridad, Capital, Clero; pero no delató a ninguno de los compañeros que estaban de acuerdo con ella para lanzar el grito de Tierra y Libertad en el norte del Estado de Sonora. Entonces se la sujetó a tortura, como en los negros tiempos de la Inquisición. Sus cobardes verdugos la querían obligar a que descubriera a los compañeros que estaban comprometidos a rebelarse; pero todos los esfuerzos se estrellaron contra la voluntad de bronce de la admirable mujer. “¡Cobardes! —gritaba— haced pedazos mi carne, resquebrajad mis huesos, bebeos toda mi sangre, que jamás denunciaré a mis amigos!”
Entonces los sicarios de la tiranía la condenaron a estar en pie de día y de noche, en medio del calabozo, sin permitirla sentarse o apoyarse contra la pared. Rendida por el cansancio, a veces vacilaba y tenía que apoyarse en el centinela que vigilaba: un empellón y un puntapié la ponían en medio del calabozo. Otras veces caía por el suelo desfallecida y agotada por tanto sufrimiento: a culatazos se la hacía ponerse nuevamente en pie.
Cuatro días con sus noches duró ese suplicio, hasta que las autoridades de Mexicali la sacaron del calabozo el 24 de noviembre para fusilarla. Se formó el cuadro de la ejecución en un lugar desierto, por la noche, para que nadie se enterara del atentado. Margarita sonreía. Los verdugos temblaban. Las estrellas titilaban como si forcejearan por descender para coronar la cabeza de la mártir.
Una descarga cerrada hizo rodar por tierra, sin vida, a la noble mujer, cuya existencia ejemplar debe servirnos de estímulo a los desheredados para redoblar nuestros esfuerzos contra la explotación y la tiranía.
Ricardo Flores Magón
1 Refiérese a Rodolfo L. Gallego. Ranchero de las inmediaciones de Mexicali, B.C. Miembro del PLM, al menos desde 1906. Participó en el ataque a Viesca, Coah., en junio de 1908. Su ficha lo describía así: “Color trigueño, bajo de cuerpo, nariz grande, lampiño o siempre rasurado, ancho de espaldas, estatura cuatro pies ocho pulgadas más o menos, edad 24 o 25 años, vive con Roque García o Manuel Sánchez y con Práxedis Guerrero”. Participó al lado de los liberales hasta mayo de 1911; viajó a Los Ángeles y después de entrevistarse con la JOPLM y no llegar a acuerdo alguno, se declaró maderista el 8 de junio de ese año. Formó un grupo de guardias blancas financiado por las empresas norteamericanas con interés en la región (Colorado River Land Co. y Southern Pacific Railroad) y retomó Mexicali, donde fue declarado subprefecto. En noviembre de 1913 dejó en manos de los huertistas a Margarita Ortega, fusilada por éstos el 24 del mismo mes. Posteriormente fue constitucionalista y cristero. Mantuvo un conflicto judicial con Antonio H. Herber, accionista de la California Development y dueño de los terrenos en los que se asentó Mexicali.
Carranza y Villa están a la greña. ¿Debemos reír? ¿Debemos llorar? El que se sienta realmente proletario; el que se considera desheredado; el que tenga clara conciencia de que es miembro de la clase trabajadora, ése debe sentir júbilo, porque son dos de sus más terribles enemigos los que actualmente se enseñan los dientes.
Carranza y Villa unidos eran una amenaza para el bienestar, y la libertad de los pobres. Separados, poco pesan en la balanza del porvenir del pueblo mexicano.
Carranza y Villa unidos, luchando de común acuerdo, significaban el eternizamiento del sistema capitalista cuyas leyes permiten que un hombre se aproveche del trabajo y del sacrificio de otro hombre. Carranza y Villa unidos habrían sido la perpetuación del derecho de propiedad privada o individual, fuente de la miseria y de la tiranía política.
La ruptura de los dos bandidos significa el caos, es cierto; pero del caos salieron los mundos y los soles; del caos nació la vida de los animales y las plantas; del caos de las revoluciones a través de la Historia ha sacado el hombre la relativa libertad de que goza actualmente; del caos actual recrudecido por la contienda entre Villa y Carranza, nacerá una libertad más efectiva para el pueblo mexicano, porque estará fundada en la libertad económica.
En medio de este caos se precisará con toda claridad el inmenso abismo que separa a las dos clases sociales: la de los que poseen y la de los que nada tienen, y al tener los desheredados idea exacta de su posición en la sociedad capitalista, redoblarán sus esfuerzos para aniquilar con brazo de hierro a la clase que los esclaviza, tomando posesión de la tierra, la maquinaria y los medios de transportación, haciendo de todo ello el patrimonio común de todos los habitantes de México, hombres y mujeres. Carranza y Villa unidos eran un obstáculo puesto al paso de la verdadera Revolución, la que está en pie para exterminar a los ricos y sus leyes; la que incendia iglesias y quema archivos de la propiedad; la que arranca de las manos del hacendado la tierra para hacerla propiedad de todos; la que ajusticia al fraile, al rico y al representante de la Autoridad. Eran un obstáculo a la verdadera Revolución ese par de bandidos, porque con sus promesas de mejoras a la clase trabajadora para cuando se sentaran en la Silla Presidencial, distraían a un buen número de proletarios del gran trabajo, del único trabajo efectivo, el de apoderarse de los bienes que detenta la burguesía para hacerlos propiedad de todos.
Si la ruptura entre los dos ambiciosos es definitiva, la Revolución dará un gran paso, pues el formidable ejército constitucionalista se hará mil pedazos y los combatientes del Partido Liberal Mexicano verán engrosar sus filas con hombres dispuestos ahora a arrancar la vida a todo aquel que pretenda ser Jefe.
¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
Las llamadas negociaciones de paz entre México y los Estados Unidos están a punto de romperse. Los delegados americanos y mexicanos, así como los representantes de Argentina, Brasil y Chile, acordaron que debe instituirse en México un gobierno provisional que suceda a Huerta; pero en lo que no han podido ponerse de acuerdo es en el individuo que ha de regir de Presidente Provisional, pues mientras los delegados mexicanos, instruidos por Huerta, pretenden que sea un huertista, los delegados americanos, instruidos por Wilson, tratan de imponer a un carrancista.
Las discusiones se agriaron de tal modo que fue necesario suspender las discusiones, pues nada se adelantaba en ellas. Wilson, montado en cólera, demandó que, si los planes de su administración no son aprobados en pocos días, considerará como terminadas las negociaciones de paz. Los planes de su administración son bien conocidos: tener asegurado el triunfo del carrancismo para que los capitalistas americanos puedan explotar a su gusto a los trabajadores mexicanos.
La intervención
La clausura de las negociaciones de paz equivaldría a la reanudación de las hostilidades entre las fuerzas mexicanas y las americanas; pero un incidente desagradable para los capitalistas americanos que desean el triunfo de las armas constitucionalistas y que ha venido a ennegrecer el rosado de las esperanzas de esos vampiros: es el disgusto surgido entre Villa y Carranza, disgusto que amenaza desbaratar la fuerte organización militar de la causa constitucionalista.
Los celos
Desde hace meses se viene hablando de serias diferencias surgidas entre los dos más grandes bandidos de la actual época revolucionaria de México; Francisco Villa y Venustiano Carranza. Estos dos hombres se temen y se envidian. Carranza quiere ser presidente de la República; Villa, por su parte, abriga las mismas pretensiones. Carranza cree tener más derecho que Villa a la Presidencia, por el hecho de ser él, Carranza, reconocido por sus secuaces como primer Jefe de la causa constitucionalista; Villa se considera con igual derecho por sus triunfos militares. Debido a eso ha venido desarrollándose un sentimiento recíproco de mala voluntad entre ambos caudillejos, que sólo esperaba una oportunidad o presión para materializarse.
La manzana de la discordia
La ambición de Villa consistía en continuar su campaña agresiva hacia el centro del país y ser él quien se apoderara de la ciudad de México. Carranza no podía soportar que su oponente adquiriera más fama, y, para detenerlo en su empresa, nombró general en jefe de las fuerzas del centro de la República, al general carrancista Pánfilo Natera.1 De esa manera, Villa tendría que seguir su marcha a la ciudad de México como subordinado de Natera y no como Jefe Supremo del ejército carrancista. Villa se sintió ofendido, pues también los granujas tienen su amor propio, y presentó a Carranza su renuncia, la que fue aceptada en el acto por éste, que no otra cosa quería, gozoso de que de manera tan sencilla se hubiera desembarazado de su inquietante rival.
El embrollo se complica
Pero el asunto probó ser más delicado de lo que se imaginaba el iluso Venustiano, pues al notificar éste a los generales villistas la aceptación de la renuncia del caudillejo y recomendarles la elección de un general en jefe de su agrado, los catorce generales del ejército de Villa le respondieron que ellos no reconocían más general en jefe que a Villa, a quien respetan y apoyan por las manos libres que éste les concede en todas las rapiñas, cosa que no ocurre entre los soldados a quienes sus jefes fusilan cuando hambrientos toman de donde pueden una pieza de pan.
El desastre de Natera
Así las cosas, Carranza ordenó a Natera que atacase las posiciones federales de El Grillo y La Bufa en Zacatecas. El resultado de ese ataque fue un rudo descalabro sufrido por las fuerzas de Natera, quien perdió en la jornada la enorme suma de tres mil hombres. Villa se aprovechó de la conmoción que el desastre produjo en las filas carrancistas, para condenar con dureza el escaso tino militar de Carranza; pero se cuidó de decir que si él, Villa, hubiera volado en auxilio de Natera como era su deber hacerlo, el fracaso no se habría verificado. Celoso de Natera, Villa dejó que perecieran tres mil proletarios para poder después mostrar la incapacidad de su rival.
Rompe con Carranza
El desastre de Natera, cuya responsabilidad debe ser descansada sobre Villa, fue el pretexto que éste aprovechó para romper con Carranza. Sin hacer públicas sus intenciones, Villa encarceló a los empleados carrancistas de las oficinas públicas de Torreón, Chihuahua, y Ciudad Juárez; puso empleados villistas en su lugar y se declaró árbitro de los destinos de los habitantes del Estado de Chihuahua y parte del de Coahuila. En Ciudad Juárez existía un depósito de un millón de pesos de moneda constitucionalista; ese depósito fue decomisado por Villa.
Villa obra por su cuenta
Ahora, Villa se prepara para atacar por su cuenta la guarnición huertista de la ciudad de Zacatecas y, si tiene éxito, avanzará hacia la ciudad de México como Jefe Supremo de la revuelta constitucionalista, sin atender órdenes de Carranza.
Golpe mortal
El golpe de Villa ha herido de muerte al constitucionalismo, como no sea que una chispa de razón ilumine los cerebros embrutecidos por la ambición y se pacte una reconciliación entre los caudillejos del constitucionalismo. Si esa reconciliación no se verifica, el Ejército Constitucionalista tendrá que desorganizarse con provecho indudable de la causa de Tierra y Libertad, la que recibirá un poderoso impulso con la afluencia de proletarios decepcionados de las luchas mezquinas de ambiciosos, cuya aspiración única es la adquisición del poder para su propio beneficio y el de sus favoritos.
Wilson, villista
Ante la ruptura de la amistad entre Villa y Carranza, Wilson se declara villista y dice que, si Villa logra imponer su autoridad, las negociaciones que ahora existen entre el gobierno de Washington y Carranza seguirán manteniéndose con Villa.
La Revolución
El movimiento destinado a destruir para siempre el dominio del régimen burgués sigue su marcha. La farsa de las conferencias de paz, el capricho de Wilson, las ambiciones de los capitalistas americanos y de todo el mundo, la testarudez de Huerta y la enemistad entre Carranza y Villa no constituyen un obstáculo para la marcha del movimiento revolucionario que nada tiene que ver con esas pequeñeces. Pueden hacer las paces Carranza y Villa; Huerta puede rendirse o continuar desafiador; Wilson puede seguir sosteniendo a Villa o a cualquier otro bandido, el movimiento de los desheredados continuará cada vez más potente y mejor orientado hasta que las aspiraciones generales sean satisfechas, hasta que el pobre haya asegurado el derecho de tener pan, vestido, albergue y educación para sus hijos.
Carranza se adelanta a Villa
Temeroso Carranza de que Villa pueda llegar a la ciudad de México, ha ordenado a los llamados generales constitucionalistas Pablo González y Jacinto Treviño2 que con quince mil hombres avancen sobre la ciudad de San Luis Potosí para posesionarse de ella antes de que Villa lo haga. El objeto de Carranza es que Villa no pueda dominar movimientos militares de San Luis Potosí a la ciudad de México.
Villa se adelanta a Carranza
Pero si Carranza se ha adelantado a Villa en lo que concierne a operaciones militares, Villa ha tomado la delantera a Carranza en lo relativo a negociaciones internacionales, pues mientras Carranza, confiado en que Wilson lo sentaría en la Presidencia de la República, no había tomado empeño en enviar delegados a las conferencias de paz, Villa, una vez rotas sus relaciones con Carranza, informa a Wilson, el 16 de junio, por medio de George C. Carothers,3 agente consular americano, que él está listo a aceptar lo que se apruebe en la conferencia, aunque Carranza se oponga. Se asegura en los círculos oficiales de Washington, que Wilson preferirá tratar con Villa mejor que con Carranza. ¡La gloria de Carranza se desvanece como frágil nubecilla!
Se ponen de acuerdo
En vista de que los delegados mexicanos y americanos no pudieron ponerse de acuerdo en la designación de un individuo para Presidente Provisional de México, y para evitar que las conferencias terminasen por esa falta de acuerdo se acaba de aprobar, por los representantes de Argentina, Brasil y Chile y los delegados mexicanos y americanos, que esa cuestión será tratada solamente por los delegados mexicanos de los bandos huertistas y carrancistas, quienes celebrarán sus sesiones independientemente de las conferencias de paz. No se sabe todavía quienes serán los delegados carrancistas. Se confirma que Villa ha manifestado que él obedecerá el acuerdo a que se llegue en las conferencias.
Villa toma Zacatecas
Se ha recibido la noticia de que Villa ha tomado Zacatecas con grandes pérdidas por ambos lados. No hay detalles de la acción de armas. Si el hecho resulta cierto, Villa habrá afirmado su preponderancia sobre Carranza; pero eso no es el triunfo, pues detrás de él van levantándose liberales, huertistas y grupos de otras banderías, no siendo remoto que de un día a otro tengamos la noticia de que también se han levantado carrancistas. La población de Guadalupe, Estado de Chihuahua, en la orilla del Río Bravo, acaba de ser tomada por una fuerza huertista.
Alistándose
Como se ve, el embrollo se complica. Las llamadas conferencias de paz no son más que un recurso del gobierno americano para prepararse a la Intervención; por su parte, los mexicanos, en todo el país, se preparan a combatir las fuerzas invasoras. En las grandes ciudades, el pueblo se organiza para la resistencia; en León, en Guanajuato, en Pachuca, en Guadalajara, en Morelia, en todos los centros de importancia, los hombres se entregan diariamente a la práctica de ejercicios militares. Lo que se necesita ahora es que todos los trabajadores inteligentes hagan entender a sus hermanos inconscientes que, cuando tomen el fusil para repeler al invasor, lo hagan con el decidido propósito de repeler una agresión que tiene por objeto la consolidación del sistema burgués que se ve hoy amenazado de muerte por la acción viril de los verdaderos revolucionarios. Deben hacer entender a los inconscientes, que el gobierno de los Estados Unidos interviene para salvar los intereses de la burguesía y tener al pueblo trabajador en perpetua esclavitud.
Ni banderas ni patrias
Esta lucha de los Estados Unidos y México no es una lucha de banderas ni de patrias: es una lucha de intereses materiales. La burguesía de los Estados Unidos y del mundo entero ven que el proletariado mexicano puede triunfar al fin sobre la burguesía destruyendo el principio de la propiedad individual por medio de la expropiación de todas las riquezas para hacerlas propiedad común. Ante ese peligro para los intereses de la clase privilegiada, la burguesía de todos los países, inclusive la burguesía mexicana, se une para precipitar la Intervención que ponga fin a la Revolución proletaria. Por lo mismo, los proletarios que tomen las armas para repeler la agresión del gobierno de los Estados Unidos deben tener entendido que van a luchar para defender sus intereses amenazados por igual por Rockefeller como por Terrazas, por Rothschild4 como por Carranza. El proletario en armas debe estar entendido de que el actual movimiento revolucionario tiene como fin la muerte de la miseria y de la tiranía política por medio de la expropiación de la tierra, de la maquinaria y de los medios de transporte, y que todo el que se oponga a ese fin debe ser combatido, ya sea americano o mexicano, inglés, alemán, turco o de cualquier otra nacionalidad.
Ricardo Flores Magón
1 Pánfilo Natera (1882-1951). Revolucionario duranguense. Se unió al maderismo en 1910, bajo las órdenes de Luis Moya, operando en el estado de Zacatecas. Combatió la rebelión orozquista en 1912. Tras la caída de Madero se opuso al régimen de Huerta, haciendo campaña en Zacatecas, Aguascalientes, Jalisco y Durango. Se unió al villismo, en cuyas filas alcanzó el grado de general. En 1915 se incorporó al constitucionalismo, facción en la que fue nombrado gobernador provisional y comandante militar de Zacatecas. Combatió la rebelión delahuertista en 1923. Ocupó el gobierno de Zacatecas entre 1940 y 1944.
2 Jacinto B. Treviño (1883-1971). Militar coahuilense. Formó parte del estado mayor de Francisco I. Madero en 1911, y al año siguiente hizo campaña contra la rebelión de Pascual Orozco. Tras el golpe de Estado de Huerta, se sumó al bando constitucionalista incorporándose al estado mayor de Venustiano Carranza. A mediados de 1914 fue nombrado encargado del despacho de Guerra y Marina y, durante la lucha de facciones, jefe de operaciones de El Ébano, S.L.P., cargo desde el que combatió a las fuerzas villistas. Fue diputado al Constituyente de Querétaro. Apoyó la candidatura presidencial de Pablo González y posteriormente se adhirió al Plan de Agua Prieta. Participó en la rebelión escobarista de 1929, razón por la que fue dado de baja del ejército hasta la década de 1940. Reincorporado a la estructura castrense, ocupó diversos cargos administrativos.
3 George C. Carothers (San Antonio, Tex., 1878-Lake Hiawatha, N.J., 1939). Su familia residía en Saltillo, Coah., desde 1868, donde su padre ejercía la medicina. Llegó a México siendo un niño y, en 1895, se mudó a Torreón, Coah., donde trabajó como cajero del Ferrocarril Internacional Mexicano. A partir de una tienda de abarrotes, sus negocios crecieron. Organizó la Compañía Mercantil de Torreón, estableció The Laguna Brokerage and Commission Company, The American Liquor y tenía intereses en la Compañía Minera Cinco de Mayo. Llegó a ser secretario de la Cámara de Comercio de Torreón y agente consular de su gobierno desde 1912. En 1913, el presidente Woodrow Wilson lo nombró como su representante ante el general Villa, de quien se ganó su confianza. Por su cercanía con Villa, Huerta le retiró la aprobación como cónsul, por lo que fue nombrado agente confidencial de su gobierno en Ciudad Juárez. En 1914, fue el principal negociador entre Wilson y Carranza, aunque mantuvo su cercanía con Villa hasta 1915, cuando éste fue derrotado en Agua Prieta. Fue asesor del general John J. Pershing, durante la persecución de Villa en Chihuahua tras el ataque a Columbus, N.M., de marzo de 1916.
4 Refiérese a la próspera casa financiera fundada, a finales del siglo xviii, por el judío alemán Mayer Amschel Rothschild. La dinastía bancaria por él iniciada alcanzó gran influencia en la política económica de las potencias europeas (sobre todo en Inglaterra y Francia) a lo largo del siglo xix y las primeras décadas del xx. Su poderío económico y su influencia política comenzaron a declinar al desatarse la primera guerra mundial.
Sabedlo de una vez, proletarios: vuestros males no derivan del hecho de encontrarse en el poder un hombre que se llama Victoriano Huerta, como no fueron tampoco el resultado de haber sido presidentes un Díaz, un De la Barra y un Madero. Vuestros males tienen su raíz en este hecho: la existencia de dos clases sociales: la de los ricos y la de los pobres.
Estas dos clases sociales existen, porque la tradición y la ley consideran que es honrado que un individuo pueda adueñarse de la tierra, las casas, la maquinaria y los medios de transporte, para su provecho exclusivo, dejando a los demás hombres en la irritante situación de ponerse a su servicio por una paga miserable, o reventar de hambre ellos y sus familias.
En vano cayeron Díaz y Madero; en vano caerán Carranza y Villa, si es que estos últimos logran encaramarse; en vano caerán otros gobernantes, pues mientras subsista la división de clases, habrá necesidad de que un hombre tome las riendas del gobierno para proteger los intereses de la clase capitalista, y los pobres, la clase trabajadora, continuará al servicio de los dueños de la tierra, de las casas, de la maquinaria y de los medios de transporte.
Nuestro deber, el deber de todos los desheredados, es luchar tenazmente por borrar esa línea maldita que divide a la humanidad, haciendo de las dos clases una sola: la de los productores, la de los trabajadores.
Eso se consigue, no encumbrando a un hombre a la Presidencia, sino poniendo toda clase de obstáculos a los que quieren encumbrarse y derribando a los que ya están encumbrados: el puñal, la dinamita, el veneno, todo es bueno para desembarazarse de gobernantes y aspirantes de gobernantes. Y al mismo tiempo que hacemos limpia de jefes, de caudillos, de gobernantes y aspirantes a gobernantes, debemos poner las manos sobre la propiedad de la burguesía declarándolo todo, tierra, casas, maquinaria y medios de transporte, propiedad de todos, hombres y mujeres.
Mientras no se haga eso, no podrá haber paz.
Ricardo Flores Magón
Regeneración es un periódico que dice la verdad. La historia de las persecuciones de que ha sido objeto este periódico es la historia de la persecución de la verdad. Los gobernantes y todos los que tienen intereses en que el pueblo permanezca eternamente sumergido en la miseria y la ignorancia han perseguido a regeneración, sus redactores han sido encarcelados en México y en los Estados Unidos, sus imprentas y archivos han sido decomisados y sus oficinas saqueadas por los llamados guardianes del orden.
A pesar de todo, regeneración no ha dejado de decir la verdad. regeneración sostuvo que Francisco I. Madero había recibido dinero de los capitalistas americanos; que Francisco I. Madero nunca haría buenas las promesas hechas al pueblo; que Francisco I. Madero era un traidor a la Revolución. Los hechos demostraron plenamente que re generación había dicho la verdad, pues se probó más tarde que Madero había recibido muchos miles de pesos de la Standard Oil Company, y el mismo Madero se encargó de probar su traición a la Revolución cuando declaró que su gobierno no podía cumplir las promesas de mejoramiento de la clase trabajadora, pues la entrega de la tierra a los pobres era una cosa irrealizable.
Una tempestad de odios
Cuando regeneración emprendió su campaña contra Madero, una tempestad de odios se desató sobre sus redactores. Nosotros nos esforzamos entonces por demostrar que ningún gobierno puede hacer la felicidad de los pobres, porque el gobierno es una institución que tiene por objeto exclusivo mantener la desigualdad social por medio de la fuerza, para que los ricos puedan explotar a su sabor a los pobres. Nos enronquecimos gritando a las masas que se guardasen de derramar sangre por encumbrar a un hombre a la Presidencia, porque del gobierno, no importa quién esté al frente de él, no se puede esperar otra cosa que opresión y miseria, pues el gobierno no está instituido para buscar el bienestar de los pobres, sino para proteger y fomentar los intereses de los ricos.
La razón de nuestra parte
El gobierno de Madero se encargó de darnos la razón. Durante la existencia de la administración maderista, ningún beneficio recibió la clase trabajadora, que si miserable fue su situación bajo el despotismo de Porfirio Díaz, miserable lo fue igualmente bajo el gobierno democrático de Madero; hambre y desnudez sufrió el proletario bajo la tiranía de Díaz, y desnudez y hambre siguió sufriendo bajo el gobierno de Madero, demostrando ese hecho que es estúpido el romperse la cabeza por derribar a un tirano para encumbrar a un hombre bueno, pues el hombre deja de ser bueno desde el momento en que aspira a gobernar a sus semejantes.
Una prueba más
Cayó Madero atravesado por las balas huertistas y se levantó Carranza sosteniendo la bandera constitucionalista. Pronto quedaron Carranza y Villa dueños de los estados de la frontera del norte, y en todo el tiempo que han dominado grandes extensiones territoriales con su ejército, más de un año, la clase trabajadora que habita la región dominada por el constitucionalismo sigue sufriendo hambre y tiranía, de la misma manera que sufrieron los proletarios esos males bajo los gobiernos de Díaz y de Madero, y como los sufren en la región dominada por Huerta. Todo esto prueba que gobierno es tiranía; que el gobierno no es una institución favorable a los pobres, sino un organismo creado para mantener en pie la desigualdad social, para que un puñado de burgueses puedan gozar todos los placeres de la existencia a costa del sufrimiento de millones de seres humanos.
Siguen el mismo camino
Que Carranza y Villa siguen el mismo camino de todos los que quieren escalar el poder es también un hecho demostrado. Por una parte, para atraerse a las masas desesperadas de su situación, hacen promesas halagadoras de repartos de tierras, de mejoramiento económico del proletariado, de libertades que quedan escritas en papelotes inservibles, mientras por la otra pactan compromisos con la clase capitalista y reciben apoyo decidido de esa clase para cimentar un gobierno que garantice a los negociantes de todas marcas la tranquila explotación de los desheredados. Para lograr sus fines los ambiciosos aspirantes a gobernantes llegan hasta cometer lo que en lenguaje burgués se llama traición a la Patria.
La intervención
Ha quedado probado que el objeto de la intervención americana es ayudar a Carranza y a Villa a derribar a Huerta para sentar a cualquiera de los dos bandidos en la Silla Presidencial. No sólo ha quedado probado eso por las declaraciones de Wilson y de otros funcionarios del gobierno americano, sino por la actitud amistosa de Carranza y de Villa hacia el gobierno de los Estados Unidos a pesar del atentado de Veracruz, y las declaraciones terminantes de ambos caudillos por las que se expresa que ellos consideran la invasión de las fuerzas americanas como un acto de hostilidad contra Huerta y no contra el pueblo mexicano, y así fue como cuando las ametralladoras de los americanos mataban en Veracruz hasta a los niños que se dirigían a las escuelas, y a hombres, mujeres y ancianos inermes que en vano buscaban un refugio para escapar a la muerte, Carranza y Villa besaban los pies de su amo, el presidente de los Estados Unidos de América, el hombre que, obedeciendo la consigna de los capitalistas americanos, enviaba a sus soldados a matar mexicanos para poner en el gobierno de México a un individuo dispuesto a tener en la esclavitud al proletariado mexicano.
Vendidos al capitalismo yanqui
Nuevas investigaciones llevadas a cabo con feliz éxito han venido a arrojar abundante luz en los tenebrosos manejos de Carranza y de Villa. En momentos de borrachera y de orgía, mientras los representantes de Carranza y de Villa se divierten en Washington, derrochando el dinero que ha costado al trabajador mexicano fatigas, hambres, maltratos, hombres astutos han logrado apoderarse de la correspondencia sostenida por Carranza, sus representantes e individuos conectados con grandes negocios en México. Por esa correspondencia y por el texto del telegrama y otros documentos, se ha venido a probar lo que al principio era una fuerte sospecha: que Carranza y Villa se mueven no porque tengan en la mente el propósito de hacer libre y feliz al pueblo mexicano, sino para entregar la riqueza de México a los capitalistas de México, de los Estados Unidos y de todo el mundo, comprobándose que de los gobiernos no podemos esperar los pobres nuestra emancipación, sino que ésta tiene que ser obra de nosotros mismos empleando como medios la expropiación y la negación de todo gobierno.
Los ferrocarriles y el aceite
En los documentos aparecen prominentemente un tal Sherburn G. Hopkins,1 Charles R. Flint2 y Henry Clay Pierce.3 Hopkins es el agente financiero de Carranza; Pierce es el representante en México de la Standard Oil Company. Por esa correspondencia se ve que Pierce ha estado en constante contacto con algunos de los representantes de Carranza en Washington, como Luis Cabrera, Rafael Zubarán y José Vasconcelos, y que, al menos uno de estos sujetos ha recibido dinero de él. Pierce quiere quedarse con los ferrocarriles del norte de México y los pozos de petróleo de la Huasteca para la Standard Oil Company: de ahí su liberalidad con los constitucionalistas.
La parte de Huerta
Huerta, por su parte, recibe dinero de Lord Cowdray, para que los pozos de petróleo queden en poder de capitalistas ingleses, según se desprende de los mismos documentos, por lo que los desheredados deben entender que gobierno es tiranía, ya sea gobierno constitucionalista, huertista, monárquico o de cualquiera otra denominación. Los gobiernos no tienen en cuenta el interés de los proletarios, sino el interés de los ricos. Por eso nosotros gritamos: ¡Muera el gobierno! Huerta enfrente de Carranza y de Villa, o éstos enfrente de Huerta, es la lucha de intereses mezquinos, es el choque de dos bandos burgueses que quieren tener primacía en los negocios; pero para el pueblo nada bueno pueden traer esos choques, como no sea el debilitamiento del principio de Autoridad que debemos aprovechar todos los desheredados para rematarlo y proclamar nuestra libertad.
La parcialidad de Wilson
Los documentos prueban también que John Lind, el que fue agente confidencial de Wilson en México, aconsejaba a los constitucionalistas o carrancistas cómo habían de componérselas para pasar armas y municiones a México, en la época en que la prohibición de internar armas se decía que estaba en vigor. Se ve por esos documentos que la tal prohibición de introducir armas a México fue una farsa, pues para los constitucionalistas no existió nunca tal prohibición.
Documentos reveladores
La correspondencia entre Hopkins y Pierce, reforzada por la del mismo Hopkins y Carranza y otras personas identificadas con la revuelta carrancista, revela la existencia de una conspiración del capitalismo americano para apoderarse de todo el sistema ferrocarrilero del norte de México, mientras Carranza y Villa, hipócritamente, declaran en festines y entrevistas con reporteros de periódicos americanos, que su movimiento tiene por objeto libertar de la tiranía al pueblo mexicano. Pierce ha tenido conferencia con los representantes de Carranza en los Estados Unidos para asegurarse de que Carranza lo hará dueño de los ferrocarriles.
Dinero al por mayor
Ríos de oro se han engullido Hopkins, Carranza y otros aventureros, como precio de las negociaciones que Pierce ha celebrado y celebra con los representantes de Carranza para hacerse dueño de los ferrocarriles y los pozos de petróleo. Según los documentos sorprendidos, ha habido pagos de dinero por Pierce a Hopkins y José Vasconcelos, así como conferencias tenidas sobre los ferrocarriles entre Pierce, Hopkins, Luis Cabrera, Roberto V. Pesqueira, Rafael Zubarán y José Vasconcelos, teniéndose a Carranza bien informado del resultado de ellas. En esas conferencias Pierce ha delineado un completo programa para la reorganización de los ferrocarriles del norte en un sistema independiente de los del sur de México y apoyado por capital americano.
Otra vez la parcialidad de Wilson
Entre los documentos hay una carta de fecha 30 de abril anterior de Hopkins para Urquidi,4 otro de los agentes de Carranza en los Estados Unidos. En dicha carta, Hopkins dice que a pesar de estar otra vez en vigor la prohibición de pasar armas a México, Lind aconseja, por mandato de Wilson seguramente, que los constitucionalistas pueden llevar armas de los Estados Unidos, vía Cuba, y que de esa manera él, Lind, aseguraba que el gobierno de Washington no pondría obstáculos.
El juego de las conferencias de paz
Hemos repetido muchas veces que, en nuestro concepto, las llamadas conferencias de paz son una farsa planeada por Wilson para ganar tiempo y preparar mejor la invasión de México por sus fuerzas. La farsa se comprueba por los mismos documentos encontrados a los representantes carrancistas en los Estados Unidos, pues por ellos se sabe que Wilson ve con simpatía el hecho de que Carranza no haya enviado representantes a las conferencias de Niágara. En un telegrama enviado por Hopkins el 1 de mayo anterior al representante carrancista en El Paso, Roberto V. Pesqueira, en que se habla de las conferencias de paz, dice Hopkins al referirse a la negativa de Carranza de participar en dichas conferencias: “Su actitud —la de Carranza— es cordialmente apoyada por los altos círculos de Washington”.
La Reforma Agraria
Aquí cabe recordar que Wilson se mostró hace unas cuantas semanas muy celoso porque se introdujera en México la reforma agraria, y hasta recomendó con gran énfasis a sus representantes en las conferencias del Niágara que no admitieran nada que no llevase envuelto el propósito de repartir las tierras a los trabajadores mexicanos. Nosotros nunca creímos que Wilson fuera sincero, y los hechos demuestran ahora que, en efecto, no lo fue y que, si se mostró tan radical en sus propósitos, fue con el preconcebido fin de atraerse la simpatía de las masas desheredadas de México, para que éstas no se opusieran a la invasión americana. Desde el momento que Wilson apoya cordialmente la actitud de Carranza al no querer tomar parte en las conferencias de paz, en la que se va a imponer como condición para ser reconocido por Washington, que el gobierno que suceda al de Huerta debe comprometerse a resolver la cuestión agraria, se comprende que todo lo que ha dicho Wilson sobre la cuestión agraria de México, ha sido una farsa y nada más, el ardid del político para hacerse de partidarios y no otra cosa.
Doble personalidad de Wilson
Los documentos prueban que Wilson ha estado representando un doble papel en su política sobre los asuntos mexicanos, y que John Lind tiene más influencia en el gobierno de los Estados Unidos que el mismo secretario de Estado, William J. Bryan. John Lind ha representado el papel de intermediario entre Wilson y Carranza, pues éste ha recibido los consejos de aquél por medio de John Lind. Cuando John Lind fue enviado a México a conferenciar con Huerta, Wilson, echándoselas de imparcial, dijo ante el Congreso de los Estados Unidos: “Bajo las circunstancias, nosotros no podemos ser partidarios de ningún partido de los que ahora se encuentran en lucha en México”. A pesar de esta declaración, Lind no tuvo otra misión en México que informar a los carrancistas sobre los movimientos de Huerta y aconsejarles planes de acción contra el dictador como lo revelan los documentos.
Wilson y Bryan
La ruptura entre Carranza y Villa no es solamente el resultado de la envidia personal de los dos bandidos, sino de las intrigas de Wilson y Bryan, pues mientras Wilson quiere que Carranza sea el próximo presidente de México, Bryan quiere que lo sea Villa. En una carta de Hopkins a Carranza se lee lo siguiente: “usted debe recordar siempre que hay una persona de alta posición en esta capital —Bryan— que, para llevar a cabo sus fines personales, está procurando sembrar la discordia entre los que apoyan a usted, con la esperanza de poner en el puesto de primer Jefe de la Revolución a otra persona que sea más obediente a sus deseos”.
Esa “otra persona” es Villa, el perro obediente de los capitalistas americanos. La carta sigue de esta manera: “Al mismo tiempo estoy convencido de que por su parte, el presidente Wilson cree firmemente en la actitud de usted y en su triunfo”.
¡Que caiga la venda!
Los proletarios que de buena fe militan bajo la bandera del llamado constitucionalismo deben tomar buena nota de todo cuanto llevamos dicho, para no confiar más en los jefes. Los jefes los llevarán al matadero, pero no a la libertad; los jefes se encumbrarán, ganarán honores, fama, dinero, todo, a costa del sacrificio de los desheredados. Hay que abrir bien los ojos, hermanos de esclavitud; hay que arrancarse resueltamente esa venda que nos impide ver las cosas con claridad. La revuelta constitucionalista es la revuelta de jefes ambiciosos que se venden a los verdugos del pueblo. Tan vendido está Huerta a los capitalistas de Europa, como Carranza y Villa a los capitalistas americanos. No más luchas por tener un nuevo gobierno, sino por no tener ninguno. Luchemos; pero no para elevar a nadie sobre nuestros hombros, sino por poner en práctica la expropiación conforme a lo expuesto en nuestro Manifiesto de 23 de Septiembre de 19l1.
Sigue el enojo
La prensa habló mucho de la marcha que iba a emprender Villa sobre Aguascalientes en su camino sobre la ciudad de México, pero, sin que nadie se lo esperara Villa ha retrocedido a Torreón, después de dejar una guarnición en Zacatecas, la última ciudad tomada por él. Villa, al regresar a Torreón, se muestra colérico contra Carranza, pues dice que éste le ofreció municiones de guerra para que continuase su campaña hacia el sur, y no ha cumplido con lo ofrecido. Villa declara que Carranza tiene un millón de cartuchos en sus arsenales de Saltillo y Monterrey. Una fuerza villista ha sido destacada rumbo a Saltillo para atacar a Carranza. Se dice que el camino entre Torreón y Saltillo está minado.
Las conferencias se suspenden
Por fin resultó lo que era inevitable: el fracaso de las llamadas conferencias de paz. No pudiéndose arreglar nada serio en ellas, se han dado por terminadas, marchándose cada quien por su lado a seguirse divirtiendo. Quedan pendientes de ser celebradas conferencias entre los delegados huertistas y carrancistas, cuando Carranza se decida a que haya conferencias entre representantes de esas facciones en que se trate de los asuntos internos del país. Como una declaración de que las conferencias de paz han terminado por completo tendría que dar como resultado la reanudación de la guerra entre México y los Estados Unidos, y como parece que Wilson no tiene mucha prisa en que se reanuden las hostilidades por no estar, tal vez, suficientemente preparado para ellas, se ha declarado que solamente se trata de una suspensión de las conferencias para reanudarlas después de algún tiempo.
Ricardo Flores Magón
1 Sherburn Gillette Hopkins (1868-1932). Abogado estadunidense. Consejero y director del servicio secreto de Madero en Washington. Defendió a maderistas presos en los Estados Unidos, como a Juan Sánchez Azcona, a quien sacó de la cárcel. Fue uno de los operadores de la red estadunidense de compra de armas y contrabando de municiones para los maderistas en 1911. Con la muerte de Madero se hizo consejero financiero de Carranza e intermediario extraoficial entre éste y el presidente Woodrow Wilson. Proporcionaba información sobre el carrancismo a la prensa estadunidense e indicó a los carrancistas los lugares por donde se podían pasar armas de contrabando a México durante el embargo decretado por Washington
2 Charles R. Flint (1855-1928). Almirante estadunidense. De 1912 a 1914 fue comandante de la Flota del Atlántico de la Marina Armada de su país, y como tal encabezó la ocupación de Veracruz el 21 abril de 1914. Entregó la plaza al general Frederick Funston el 30 de abril.
3 Henry Clay Pierce (1849-1927). Empresario norteamericano. Director de la empresa petrolera norteamericana Waters Pierce Oil Company, subsidiaria de la Standard Oil. Desde las postrimerías del porfiriato, abogó por una mayor presencia de capital estadunidense en la explotación petrolífera en México. También tenía importantes intereses económicos en los ferrocarriles. Abierto partidario de la intervención norteamericana desde 1913.
4 Juan Francisco Urquidi (1881-¿?). Ingeniero y político capitalino. Se adhirió al Partido Antirreeleccionista. Durante la presidencia de Madero, trabajó en el gobierno del Distrito Federal en el mantenimiento de edificios públicos. Se opuso al régimen de Huerta y se desempeñó como agente confidencial de Carranza en Washington. Luego del triunfo constitucionalista se incorporó al servicio diplomático como secretario de distintas legaciones mexicanas en varios países de América Latina.
Las últimas noticias cablegráficas anuncian que el pueblo filipino se prepara para sacudir el yugo de los Estados Unidos. Agregan esas noticias que los revolucionarios filipinos cuentan con la ayuda del Japón para conseguir armas y municiones de guerra y que el general en jefe de las fuerzas americanas en Filipinas, Thomas H. Barrey, ha pedido a Washington refuerzos.
Según las noticias cablegráficas, el Japón está induciendo a los filipinos a levantarse en armas, y que lo mismo procura en las islas Hawai, aprovechando la circunstancia de estar los Estados Unidos comprometidos en una guerra con México.
La madeja se enreda más cada día; la Revolución mexicana, así lo creemos, dará lugar a serias disputas internacionales, a trastornos en todos los países, trastornos que sabrán aprovechar los desheredados de otras partes para sacudir el yugo capitalista y autoritario.
Los tiempos reclaman acción; los sindicatos obreros y grupos anarquistas de todo el mundo, deberían organizarse para la lucha armada, en vez de concretarse a predicar el sabotaje, el boicot y la huelga general. Predíquese doctrina; pero al mismo tiempo hágase entender a los trabajadores que una crisis mundial se acerca y es preciso estar preparados.
El último fracaso de la revolución italiana se debió al hecho de no estar preparados los trabajadores para la lucha armada. Confesémoslo: hay mucho pacifismo entre los revolucionarios. Si en lugar de predicar sabotaje, boicot y huelga general a los trabajadores italianos, se les hubiera predicado insurrección y expropiación de la riqueza social, la revolución que murió de anemia hace unas cuantas semanas en Italia ardería orgullosa en estos momentos.
Menos disertaciones académicas y más acción, compañeros revolucionarios de todo el mundo.
Ricardo Flores Magón
Las conferencias de paz en el Niágara siguen en suspenso, y tal vez no se reanudarán hasta que Carranza y Villa ajusten sus diferencias; Carranza y Villa continúan mostrándose los dientes; para arreglar sus querellas, lacayos de ambos celebran conferencias de paz en la ciudad de Torreón, conferencias que no han dado resultado práctico hasta este momento, pues ambos bandidos quieren ser presidentes, y uno y otro desean su ruina; Carranza, para “pararle los pies” a Villa, envía sus fuerzas a San Luis Potosí y Querétaro, esperando tomar esas ciudades en el camino de la ciudad de México, antes de que Villa pueda hacerlo; Villa, indignado porque Carranza no le facilita armas y municiones, deja una guarnición en Zacatecas y comienza la movilización de su ejército hacia la ciudad de Chihuahua, guarneciendo de paso las ciudades de Jiménez, Parral y otras, indicando ese movimiento hacia atrás, que, al menos por algún tiempo su tan pregonada marcha hacia la ciudad de México ha sido suspendida; el enojo entre Carranza y Villa ha tenido el efecto de una racha de aire en un fuego incipiente: ha avivado las ambiciones de los jefes carrancistas de menos cuantía; Pablo González, un papanatas, quiere emprender por su cuenta, también, una marcha sobre la ciudad de México, con el propósito de ser presidente; el famoso pederasta Antonio I. Villarreal, el protagonista de aquellos negros amoríos con un barbero de Lampazos, también quiere ser presidente, y por lo pronto declara que él no permitirá que una influencia extraña a la suya predomine en el Estado de Nuevo León, cuyos infortunados habitantes tienen la vergüenza de sufrir la tiranía de un individuo sin sexo; Villa, por su parte, se propone erigirse en señor de horca y cuchillo en los estados de Chihuahua, Durango, Zacatecas y Aguascalientes; en Sonora, el Gobernador Maytorena y el soldadón Elías Calles1 rivalizan en dominar el estado, no siendo remoto que en cualquier momento haya un choque entre sus respectivos borregos; en Cananea, los mineros se declaran en huelga, y las fuerzas constitucionalistas vuelan al lugar del conflicto obrero a resguardar las propiedades de la Cananea Consolidated Copper Company, amenazadas por los viriles y dignos trabajadores, demostrando con ese hecho el constitucionalismo que el Gobierno, cualquiera que sea su forma, es el perro del Capital; en la costa del Pacífico, Álvaro Obregón, carrancista, quiere igualmente ser presidente, y se anuncia que obrará independientemente si la ruptura entre Villa y Carranza es definitiva; Huerta da patadas de ahogado; el horizonte es tan negro para él, como para Carranza y para Villa; acosado por el norte, por el sur, por el este y por el oeste, el viejo buitre se refugia entre los peñascos de Chapultepec desafiador y altanero; los bancos se niegan a recibir otra clase de depósitos que no sean oro o plata; las monedas villistas o carrancistas alcanzan precios irrisorios, de diecinueve a veintitrés centavos oro por el peso; preparando, quizá, para Wilson, nuevos quebraderos de cabeza; Huerta ordena que se hagan nuevas elecciones, con el resultado de que todos los electores son huertistas; los trabajadores, siguiendo su buena costumbre, se abstuvieron de votar; en Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua ocurren nuevos levantamientos contra el constitucionalismo y el huertismo; la línea del ferrocarril entre Laredo y Monterrey y la de Piedras Negras a Torreón ha sido cortada en varios tramos por esas nuevas fuerzas revolucionarias; en medio de todo este movimiento que debilita al principio de Autoridad, los nuestros y los afines a los nuestros, los zapatistas, aprovechan para continuar la práctica de lo que solamente existía en libros, folletos y periódicos: la expropiación; Zapata deja la tierra libre a los proletarios y fusila autoridades, burgueses y curas; Salgado ordena a los burgueses que salgan de sus quintas y palacios, para que los ocupen los pobres y pone en manos de éstos la tierra y los útiles de trabajo, así como todo lo que hay almacenado; en el Yaqui, los nuestros tienen a raya a los constitucionalistas y viven en comunismo; en la Sierra de Chihuahua, los nuestros se reorganizan con entusiasmo; hay menos creyentes, en todo el país, en lo que se decía que era sagrado, como el derecho de propiedad individual; el principio de la Autoridad está próximo a entrar en franca agonía; la Revolución Social avanza; esparcidos los nuestros por todo el país, constituyen la levadura de la catástrofe final que debe coronar, que tiene que coronar a la convulsión actual, y que no es otra que la destrucción total del sistema capitalista; sólo los ciegos no ven ese fin; sólo los “sabios” y los envidiosos y los obstruccionistas y los despechados y los canallas, no pueden ver que el porvenir de este hermoso movimiento es la muerte del sistema capitalista.
Ricardo Flores Magón
1 Plutarco Elías Calles (1877-1945). Político y militar sonorense. Se opuso al porfirismo local y tomó parte en las actividades de la agrupación liberal Club Verde, de Hermosillo, en 1901. Años después simpatizó con el maderismo y, luego del triunfo de éste, fue nombrado comisario de Agua Prieta, cargo desde el que combatió la rebelión orozquista de 1912. Tras la caída de Madero, desconoció al gobierno golpista y se exilió en Arizona. Se sumó al constitucionalismo, en cuyas filas combatió al villismo. En agosto de 1914 fue nombrado gobernador interino y comandante militar de Sonora. Fue electo gobernador constitucional en 1917. Un par de años después ocupó la Secretaría de Industria, Comercio y Trabajo, en el gabinete carrancista. Desempeñó un destacado papel como cabecilla de la rebelión de Agua Prieta, que culminó con el derrocamiento de Carranza. Ocupó la Secretaría de Guerra y Marina durante la administración de Adolfo de la Huerta, y la de Gobernación durante la de Álvaro Obregón. Presidente de la República de 1924 a 1928. Artífice de la fundación del Partido Nacional Revolucionario (pnr), mantuvo su influencia en la política nacional hasta 1936 cuando, a petición de Lázaro Cárdenas, se exilió en los Estados Unidos. Regresó a México durante el sexenio de Ávila Camacho.
Cercado de fuerzas enemigas por todas partes; muerto su crédito; con el ejército carrancista apoyado por los capitalistas americanos sobre de él, Victoriano Huerta ha renunciado a la Presidencia de la República, dejando el gobierno en manos de Francisco Carbajal.1
Reunidos los diputados y los senadores en la Cámara de Diputados en la ciudad de México, la tarde del miércoles 15 de este mes, oyeron la lectura del mensaje enviado por Huerta anunciando a la Cámara su renuncia. En el documento, el viejo dictador manifiesta que el progreso de los constitucionalistas se debe al apoyo decidido que les han prestado los capitalistas de los Estados Unidos, apoyo que, según ya todos lo saben, es el resultado de compromisos contraídos entre Carranza y Villa con grandes compañías americanas que desean apoderarse de los ferrocarriles y de los pozos de petróleo.
La caída de Huerta no es un triunfo constitucionalista, sino un triunfo del capitalismo yanqui. No han sido las armas de los soldados carrancistas las que han derribado al dictador, sino las monedas de oro que Carranza y Villa han recibido de los millonarios americanos. Así, pues, no ha triunfado un principio humano, sino la usura; no ha preponderado la justicia, sino el dinero de los aventureros yanquis. Carranza se alisará las barbas en la Silla Presidencial; pero el verdadero gobernante será el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, representante legítimo de los intereses de los grandes vampiros de Norteamérica.
Más de cien mil trabajadores han perdido la vida en la revuelta carrancista para que un puñado de bandidos se repartan honores y dinero; más de un millón de viudas y de huérfanos tenderán la mano en demanda de un pedazo de pan mientras los banqueros, los políticos, los generales, los ministros, beberán champagne en una continua francachela riéndose de los inocentes que murieron por encumbrarlos y hacerlos poderosos.
Los telegramas anuncian la satisfacción que Wilson ha sentido por el paso dado por Huerta. ¡Era natural!
Los trabajadores inteligentes deben ahora redoblar sus esfuerzos para que el verdadero movimiento revolucionario no se detenga en su curso. La caída de Huerta es un incidente sin importancia mayor del gran movimiento mexicano. Huerta es uno de tantos tiranos que tienen que ir cayendo hasta que en la mente popular se haya fortalecido la idea de que todo gobierno es malo y no se permita más la exaltación de nadie a la Presidencia de la República.
Huerta representaba el principio de Autoridad; ¡en buena hora que haya caído!, pero queda Carranza, y es preciso que caiga también.
Adelante, pues, trabajadores. El conflicto entre el pobre y el rico no termina con el triunfo de Carranza, sino con la toma de posesión por los pobres de la tierra, la maquinaria, los medios de transportación y los efectos almacenados, para el beneficio de todos y no de unos cuantos. Adelante, proletarios. ¡A reuniros todos bajo los pliegues de la Bandera Roja!
Ricardo Flores Magón
1 Francisco Sebastián Carbajal y Gual (Campeche, Camp., 1870-México, D.F., 1932). Abogado campechano. Fue funcionario porfirista. Participó en las negociaciones de Ciudad Juárez de mayo de 1911, que concluyeron con la renuncia de Porfirio Díaz a la Presidencia de México. Durante el gobierno de Huerta fue ministro de la Suprema Corte de Justicia y secretario de Relaciones Exteriores. A la renuncia de Huerta en julio de 1914, ocupó la presidencia interina y negoció con el constitucionalismo la capitulación del ejército federal, tras lo cual partió al exilio.
Creer que el rico tiene derecho a acumular en sus manos la riqueza es un absurdo. El rico no tiene derecho a poseer la tierra, porque la tierra no es obra de él, no la hizo con sus manos. La tierra debe ser, por lo mismo, propiedad de todos los seres humanos. Cualquier título que ampare para una persona la posesión de determinada porción de tierra es un papel que ampara una iniquidad, porque priva a las demás personas del derecho de hacer uso de una cosa que a todos pertenece. La tierra es nuestra madre, la madre de todos los seres humanos, y, por lo mismo, ninguno de nosotros puede reclamarla toda para sí, con exclusión de los demás. Como una verdadera madre que es, toda ella es de todos sus hijos, los hombres. Y no vale alegar por los que poseen la tierra que la han comprado; el que la vendió, vendió una cosa que no era suya. Tampoco vale alegar que se adquirió en herencia; el que la legó en herencia, legó una cosa que no le pertenecía, porque era de todos los seres humanos. Tampoco puede argüirse que se obtuvo en una guerra de conquista, pues sería tanto como justificar el crimen llamado conquista.
Nadie puede apropiarse las minas, las canteras, los bosques, los manantiales, porque todo eso forma parte integrante de la tierra, y por lo mismo, debe ser propiedad de todos los seres humanos.
Nadie puede aprovecharse con exclusión de los demás de las casas, las máquinas, los ferrocarriles y demás medios de transportación, así como de los efectos de todas clases acumulados en bodegas, almacenes, trojes, etcétera, pues todo debe ser considerado como lo que es: el resultado del trabajo de las generaciones pasadas y de la presente, habiendo cooperado todos los seres humanos en la producción de esa riqueza que, por lo mismo, debe ser propiedad de todos sin excepción, tanto del ingeniero como del peón, tanto del astrónomo como del panadero, del artista y del sabio como del carpintero y del albañil. El ingeniero no puede alegar que él ha de obtener la mayor parte de los beneficios porque sin sus cálculos matemáticos no habría sido posible tender los puentes, perforar los túneles, edificar las casas, etcétera, pues entonces, el trabajador manual podría alegar, y con razón, que sin sus brazos y su cerebro toda la ciencia del ingeniero habría sido impotente para llevar a cabo las obras emprendidas, y el agricultor y el ganadero podrían decir al ingeniero que si ellos se hubieran rehusado a darle carne, legumbres, leche, huevos, etcétera, no habría podido hacer sus cálculos, y sin el sastre, el zapatero y el tejedor, ni andaría vestido ni sus pies estarían confortablemente calzados.
Nadie puede reclamar privilegios exclusivos para sí por su cooperación en la producción de la riqueza social. Tan bueno y tan útil es el trabajo del ingeniero, del médico, del sabio y del artista, como el del peón, del albañil, del carpintero, del herrero, del tejedor, del minero, etcétera. Todos, pues, tienen el mismo derecho a gozar de la riqueza social que ahora se encuentra en poder de unos cuantos bandidos llamados ricos o burgueses.
Hagamos tabla rasa de burgueses, autoridades, soldados, polizontes y sacerdotes al mismo tiempo que expropiemos la riqueza social para hacerla propiedad de todos y la Revolución habrá triunfado, hermanos desheredados. Pongamos en práctica los principios salvadores del Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, compañeros de cadenas, y dejémonos de sacrificarnos por elevar a alguien a la Presidencia de la República. Al que nos pida nuestro voto, contestémosle con un balazo.
Ricardo Flores Magón
Ante la mirada inteligente de los hombres estudiosos del mundo se levanta como una formidable interrogación el movimiento revolucionario conocido con el nombre de Revolución mexicana.
Este movimiento es, sin temor a equivocarse, el drama más emocionante que ha tenido por escenario esta vieja tierra, porque en el seno de este cataclismo social, en el fondo de ese inmenso crisol lleno de sustancias en activa ebullición, se concreta con toda claridad una amplia aspiración popular: la libertad económica, esto es, la posibilidad de obtener por medio del trabajo todo lo necesario para la existencia del ser humano, sin que sea menester alquilar los brazos y la inteligencia.
Carranza y Villa no son la Revolución
Sin embargo, de este movimiento que, por su naturaleza, es una verdadera lucha de clases, no se conoce más que lo que flota por encima de él, ignorándose por completo, o casi por completo, lo que alienta en su seno, como del mar sólo vemos su superficie, ora tranquila, ora encrespada; pero sin darnos cuenta cabal de las maravillas de la vida animal y de la vida vegetal que sostengan en su fondo. En la superficie del movimiento mexicano vemos a Carranza y a Villa disputando a Huerta la Silla Presidencial, como se vio ayer a Madero disputando a Porfirio Díaz la Presidencia de la República, mas así como Madero no fue la Revolución, pues ésta continuó su curso bajo la administración maderista, tampoco lo son Carranza y Villa, pues la Revolución seguirá en pie aun cuando cualquiera de estos dos hombres logre escalar el poder, en tanto que la libertad económica siga siendo una aspiración y sólo terminará cuando la aspiración haya sido satisfecha.
Tierra y Libertad
Con un buen sentido admirable, el trabajador mexicano ha llegado a comprender que la fuente de todas las riquezas es la tierra; la tierra, de la cual se obtienen los cereales y demás vegetales necesarios para la subsistencia del hombre y de los animales útiles; la tierra, que con sus bosques brinda combustible y material de construcción; la tierra, que en su seno guarda metales y canteras; la tierra, que suministra a la industria, directa o indirectamente, toda la materia prima; la tierra, en la que hay que construir los cimientos de la vivienda para la familia; la tierra, que con sus manantiales y sus ríos y sus mares y sus lagos genera la vida, produce fuerza y luz y suministra alimentación animal variadísima. Por eso el trabajador mexicano en su lucha por la libertad económica, trata de hacerse dueño de la tierra, en la seguridad de que, el que es dueño de la tierra es dueño de todo, y, por consiguiente, libre.
Lo que no se conocía
Este movimiento, puramente económico, es el que no se conoce o se conoce muy poco. En la prensa vemos noticias de batallas, escaramuzas, emboscadas, fusilamientos, incendios de propiedades, y la opinión general es que en México se trata de derribar a Huerta para poner en su lugar a Carranza o a Villa. Tal opinión es fundamentalmente errónea. El trabajador mexicano se ha levantado en armas cansado de sufrir opresión y miseria durante cuatrocientos años, opresión y miseria que se hicieron extremas bajo la administración de Porfirio Díaz.
Esclavitud
Fue durante la administración de Porfirio Díaz cuando el trabajador mexicano acabó de perder los jirones de libertad y de bienestar que había logrado salvar en sus cuatro siglos de servidumbre. Las pocas tierras que pertenecían a los pueblos y que eran el patrimonio común de los habitantes de éstos, fueron acaparadas de diversas maneras por los hacendados colindantes o por favoritos del gobierno, y los habitantes de los pueblos, así desposeídos, se encontraron en la alternativa de perecer de hambre o de alquilar sus brazos para trabajar por un mísero salario, las mismas tierras que regaron con su sudor sus padres y sus abuelos y ellos mismos habían cultivado por su cuenta. El resultado del acaparamiento de las tierras fue la esclavitud de los trabajadores en los campos y en las ciudades.
Peor que esclavos
El esclavo, por el mero hecho de haberle costado dinero a su amo, era tratado por éste, al menos, con la consideración con que se trata a un caballo o a una vaca. El trabajador mexicano no tuvo esas consideraciones. Como había abundancia de trabajadores, y, además, su adquisición no costaba al hacendado un solo centavo, los peones del campo tenían que trabajar de sol a sol por salarios que fluctuaban, según la región, entre dieciocho, veinticinco, treinta y siete y cincuenta centavos mexicanos por la jornada, teniendo que hacer sus compras en la tienda de la hacienda, donde efectos de mala calidad se les cargaban a precios subidísimos. Si el peón enfermaba, podía morir como un perro sin asistencia médica de ninguna especie, y como el salario era tan exiguo que no bastaba ni para alimentarse únicamente con maíz y frijol, siempre estaba endeudado con el amo, y esa deuda la heredaba el hijo a la muerte del padre, siendo cosa común encontrar peones que ganaban dieciocho centavos diarios con deudas a la hacienda por más de doscientos pesos. Esa deuda los ligaba a la hacienda y no había un peón que no estuviera endeudado.
Complicidad de las autoridades
Si el peón, desesperado de su situación, salía de la hacienda en busca de trabajo mejor remunerado, el amo daba aviso a las autoridades de los pueblos inmediatos, y éstos lo devolvían a la hacienda, donde se le aplicaba una paliza hasta dejarlo medio muerto, o se le amarraba a los rayos de una rueda de carro de manera que girase con ésta durante todo un día, o se le ponía en el cepo, o se le aplicaba la gota de agua, tormento que consiste en dejar correr gota por gota el agua de un recipiente en el dorso de la mano de la víctima que al principio ríe de la tortura; pero que, pasado un rato, pide a gritos que se le mate de un tiro mejor que seguir sufriendo los agudos dolores que produce esa al parecer inofensiva operación. Todo eso se hacía para ejemplo de los demás, con el fin de evitar posibles evasiones.
Señores de horca y cuchillo
Los hacendados eran, pues, señores de horca y cuchillo, dueños de vidas y haciendas. El peón consideraba como una desgracia que apareciera en su familia alguna mujer hermosa, pues sabía que tenía que ser prostituida por el amo o por los hijos del amo, y si no consentía en esa prostitución, era enviado al presidio o al cuartel, cuando mejor le iba, si no era matado como un perro a la vuelta de un camino por la policía rural que se conoce con el nombre de Acordada. La misma pena sufrían los trabajadores que no se quitaban el sombrero delante del amo o que se atrevían a protestar contra las injusticias de que eran testigos.
Condiciones generales
Los trabajadores de las minas, de las fábricas o de los talleres no eran menos infortunados que sus hermanos los trabajadores rurales, pues a los mezquinos salarios que ganaban había que añadir la tiranía de los patrones y de las autoridades; la miseria era universal; los derechos del ciudadano eran letra muerta para los pobres; los niños tenían que trabajar desde los seis o siete años de edad, para aumentar en unos cuantos centavos el haber de la familia; el que tenía un pedazo de tierra, o unas cuantas cabezas de ganado, o una casita y se rehusaba a vender modestos bienes al hacendado era víctima de la Ley Fuga, o, si bien le iba, ingresaba al presidio o al cuartel; reunirse, para tratar asuntos de interés público, era un crimen, como crimen era la manifestación de las ideas de palabra o por escrito; había que soportar en silencio toda clase de infamias; era necesario presenciar con corazón de piedra toda clase de injusticias.
La Revolución
Contra ese estado de cosas narrado aquí a la ligera, se levantó en armas el Partido Liberal Mexicano en el otoño de l906 y en el verano de
1908, habiendo sido el primer Partido que tuvo la audacia de enfrentarse al formidable poder de Porfirio Díaz. Estos dos movimientos insurreccionales fueron aplastados por diversos motivos, por el Ejército del viejo dictador; pero ellos sirvieron para sacudir intensamente a las masas populares, inyectando en ellas el espíritu de rebeldía que estalló por fin irresistible en noviembre de 1910, y que se ostenta cada vez más lozano prometiendo acabar para siempre con la tiranía y la injusticia.
La influencia del Partido
El Partido Liberal Mexicano es una organización obrera que se extiende por todo el territorio de México y los estados del sur de los Estados Unidos y está representado en este país por un Comité de cinco individuos, Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón, Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Antonio de P. Araujo como secretario de dicho Comité, cuyo nombre oficial es Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. Puede decirse que la Revolución mexicana es el resultado de los trabajos de este Partido, como ha sido reconocido por personas imparciales que han entendido el estudio del movimiento mexicano.
¿Por qué no hay gobierno estable?
La propaganda de los ideales de este Partido ha penetrado hasta los más escondidos rincones de la República Mexicana, llevando la esperanza al atormentado corazón de los humildes; esos ideales pueden ser condensados de este modo: todo ser humano, por el solo hecho de nacer, tiene derecho a vivir; el derecho de propiedad privada, cuyo efecto natural es el acaparamiento por unos cuantos de la tierra, la maquinaria y los medios de transportación, es un obstáculo para garantizar a cada ser humano el derecho de vivir, y si subsiste el derecho de propiedad privada, es porque existe la institución llamada Gobierno, cuya misión es sostenerlo por medio de la fuerza, y la institución llamada Iglesia cuya misión es sostener con su influencia moral al Capital y al Gobierno.
La levadura del movimiento
Estos sencillos principios constituyen lo que pudiéramos llamar la levadura de la Revolución mexicana; estos principios obran como reactivos poderosos en el conjunto de tendencias en conflicto que se llama Revolución mexicana; a ellos se debe el hecho de que extensas regiones del país se encuentren en poder de los habitantes de las mismas, quienes han tomado posesión de las tierras que antes pertenecían a las haciendas, para cultivarlas por su cuenta; a ellos se debe el hecho, harto significativo, de que los archivos judiciales y de la propiedad sean reducidos a cenizas por los revolucionarios, y de que sea cosa común el incendio de las iglesias y de las oficinas públicas del gobierno. Si se preguntase a cada uno de los revolucionarios de la clase de tropa, no importa bajo qué bandería luche, con qué objeto ha empuñado el fusil, contestaría sin vacilar: para quitar la tierra de las manos de los hacendados y hacerla propiedad de los pobres. La influencia de los principios del Partido Liberal Mexicano es tan grande, que todas las facciones en armas prometen al pueblo, para tener adeptos, repartos de tierras después del triunfo de sus respectivos movimientos, y el mismo presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson, ha tenido que confesar que no habrá paz en México mientras no sea entregada la tierra a los trabajadores.
La acción del Partido
La acción del Partido Liberal Mexicano no se reduce a la publicación del órgano del mismo, regeneración escrito en español y en inglés, y la difusión constante de literatura revolucionaria, sino que cuenta, en el terreno de la acción, con falanges combatientes, siendo las principales las que operan en la región del Yaqui del Estado de Sonora; en las regiones de Santa Rosalía y Casas Grandes, del Estado de Chihuahua; en la región central del Estado de Durango y en distintas regiones de los estados de Michoacán, México, Guanajuato, Guerrero, Oaxaca y otros, aparte de guerrillas diseminadas en todo el resto del país, como quedará probado bien pronto, cuando Carranza o Villa ocupen la Presidencia de la República y hagan un llamamiento a todos los revolucionarios para que depongan las armas. Entonces se verá que la Revolución quedará en pie y que los que quedan luchando arma al brazo son los miembros del Partido Liberal Mexicano, dispuestos a continuar esta guerra hasta su fin, que no es otro que el aniquilamiento del sistema capitalista y la reorganización social sobre firmes bases de verdadera igualdad y de verdadera libertad.
Zapata y Salgado
Estos sinceros y valerosos revolucionarios surianos continuarán en armas hasta que el proletariado tome posesión de la riqueza social, o al menos, por lo que respecta al movimiento agrario de Zapata, hasta que los pobres queden dueños de las haciendas y hagan su vida sin necesidad de tener que alquilar sus brazos a ningún amo. Salgado ha demostrado en actos públicos que sigue los principios del Partido Liberal Mexicano, mientras Zapata da toda clase de garantías a los miembros del Partido Liberal Mexicano que actúan en territorio controlado por él.
Los apóstoles
No menos importante es la tarea que se han impuesto numerosos miembros del Partido Liberal Mexicano, pues muchos de éstos ingresan a las filas carrancistas, villistas y huertistas para propagar entre los soldados los ideales de emancipación económica, política y social del proletariado; otros recorren el país en distintas direcciones sembrando la semilla de las buenas ideas por ciudades, villas, pueblos y rancherías, contribuyendo a encauzar la aspiración popular hacia la organización de una sociedad sin ricos, sin autoridades y sin sacerdotes.
Un nuevo sistema social
Para el observador y el estudioso, en el fondo de la Revolución mexicana se encuentra en gestación un nuevo sistema social. Carranza, Villa, Huerta, Vázquez Gómez, Félix Díaz son basuras que flotan en la superficie del mar embravecido al lado de los cadáveres de Madero, Pino Suárez y Bernardo Reyes. Nada significan los nombres en este formidable movimiento; los grandes combates en que entran en juego miles de combatientes y se gastan millones de cartuchos no son la Revolución por sí solos; la Revolución es la determinación del trabajador de acabar con un sistema social bajo del cual ha sido el esclavo humillado, el paria despreciado, y la lucha continuará hasta que el sistema actual haya sido reducido a escombros.
Ricardo Flores Magón
1 Una traducción al inglés fue publicada con el título de “For Land and Liberty” en el número 203 del 28 de noviembre de 1914.
La fácil toma de la ciudad de Guadalajara por las fuerzas de Álvaro Obregón marca la entrada del huertismo en un periodo de franca agonía; los más notables huertistas abandonan el país a gran prisa sintiendo en sus talones las pisadas de los soldados de Carranza; la familia de Huerta hace apresuradamente la maleta y se despide con un abrazo del viejo dictador, abrazo que bien pude ser el último, porque Huerta, hombre malvado, pero valiente, reconcentra sus fuerzas, y, según todas las probabilidades, presentará la última batalla mejor que rendir sin lucha un poder para él tan caro; la actitud de Villa es una actitud de esfinge, pues en vez de ordenar a sus tropas que se dirijan hacia el sur, las hace retroceder hacia el norte haciéndolas ocupar varias poblaciones del Estado de Chihuahua, y él mismo toma el rumbo del norte, esperándosele en la población fronteriza de Ciudad Juárez; ¿qué intenta hacer Villa?; ése es el problema que más preocupa a Carranza, porque nadie gusta de dar la espalda a un rival armado; y mientras esto sucede, los verdaderos revolucionarios continúan su obra de saneamiento social; Zapata cuelga hacendados y esbirros y declara que hará la guerra a Carranza, como lo hizo a Madero, a De la Barra y a Huerta, y los miembros del Partido Liberal, por su parte, declaran que combatirán todo gobierno y no rendirán las armas hasta que los proletarios hayan triunfado; el momento es solemne; los pobres de espíritu enclavijan las manos y piden al cielo que no haya más derramamiento de sangre, sin comprender que el movimiento se perpetúa con su pasividad; grandes acontecimientos se avecinan; los que van al sol que nace empiezan a esconder la chaqueta huertista para ponerse una carrancista; dentro de pocas semanas, cuando el mundo vea que los soldados de la Bandera Roja quedan en pie de guerra, se entenderá al fin que en México no se lucha por el cambio de amos, sino por conquistar la libertad económica; entre tanto, continuemos laborando, hermanos proletarios, que el mundo es nuestro.
Ricardo Flores Magón
El compañero Juan Galaviz acaba de ser víctima de uno de esos atentados tan comunes en este país “civilizado”. El compañero Galaviz trabajaba en una mina de carbón que comenzó a ser operada hace un año, poco más o menos, en Malakoff, Estado de Texas. El 24 de junio, Galaviz fue advertido por su compañera que no tenía dinero ni para comprar un puñado de frijol para poner a cocer y que los niños pedían pan. Galaviz alcanzaba hasta ese momento, por su trabajo en la mina, la modesta cantidad de $7.85. Decidió ir a la oficina del superintendente a solicitar una orden por $3.00 para provisión. Llegó a la oficina y allí encontró al parásito con las patas sobre la mesa, al estilo del país. El trabajador impuso al gandul el objeto de su visita: en su casa no había sino hambre; la compañera y los tiernos hijos tenían hambre, y el iba a pedir $3.00 de los $7.85 que ya tenía ganados por medio de su trabajo honrado, para llevar a los suyos un pedazo de pan. El zángano frunció el entrecejo, escupió en la escupidera la negra saliva mezclada de tabaco que le llenaba el hediondo hocico, y sin bajar de la mesa las enormes patotas, dijo al trabajador: “¡lárgate de aquí, o te mando al calabozo; no tienes dinero en la oficina!” Galaviz volvió a su casa a recoger la cartera en que constaba que tenía alcances en la oficina, para que el superintendente se convenciera de que pedía una cosa justa. Al pararse en la puerta de la oficina con la cartera en la mano, el superintendente le disparó un balazo que le perforó la muñeca de la mano izquierda y le penetró el vientre bajo. Como pudo, el proletario se arrastró hasta su casa donde los esperaban los suyos pidiéndole pan. Entre tanto, el cobarde agresor telefoneaba a las autoridades del lugar dando cuenta de que había herido a un perro mexicano. Las autoridades corrieron hacia la casa de Galaviz, lo arrastraron hasta la estación de ferrocarril y lo abandonaron como si fuera un perro, diciéndole que si no se marchaba fuera del distrito, lo pondrían en la prisión.
¿Para qué sirve la Autoridad, hermanos desheredados?
Ricardo Flores Magón
He aquí un acto de barbarie atribuido por un corresponsal de periódicos americanos a un oficial de marina de los Estados Unidos, caso que ocurrió cuando las fuerzas americanas tomaron la ciudad de Veracruz.
Dice así Fred L. Boalt,1 el corresponsal en cuestión:
Cuando los americanos tomaron Veracruz un oficial se encontraba a la cabeza de un pelotón de hombres que tomó muchos prisioneros.
Estos prisioneros fueron encerrados en un cuarto. A una palabra del oficial, se dio libertad a los prisioneros y se les mandó salir por la primera puerta a la mano. Aquellos de los prisioneros que alcanzasen la puerta, según la orden oficial, tenían derecho a vivir.
Pocos fueron los que la alcanzaron.
El oficial aplicó la Ley Fuga a los prisioneros.
La guerra es la guerra, y un oficial de marina americana aplicó la Ley Fuga. Él mismo lo confiesa; él mismo hace alarde de ello.
Más curioso todavía, sus amigos lo aplauden. Centenares de oficiales y soldados del Ejército y de la Marina Americana saben que este oficial y sus hombres aplicaron la prohibida Ley Fuga, y que fue para ellos una diversión obligar a los prisioneros de guerra y a los no combatientes a emprender la fuga para irlos cazando según huían.
Se me ha dicho que era chistoso el ver correr a los prisioneros. Cuando yo era niño, tenía un bulldog que sabía aplicar la Ley Fuga. El juego consistía en que el perro cogiera, si podía, todas las ratas antes
de que alcanzaran alguna salida. Una vez las ratas fuera del cerco, se escabullirían entre el zacate crecido.
Recuerdo que la primera rata que salía de la ratonera nunca alcanzó llegar a una distancia de un pie de ella. La segunda alcanzó correr una vara, tal vez, y así por el estilo. La última rata siempre luchaba desesperadamente por alcanzar la salida del cerco.
Me imagino que mi buldog y el joven oficial a quien me refiero, practicantes ambos de la Ley Fuga, son semejantes.
Después de leer lo anterior, cabe preguntarse: ¿es eso lo que se llama civilización?
Según se ha dicho, los mexicanos somos salvajes porque fusilamos burgueses, ahorcamos curas y ajusticiamos a los representantes de la Autoridad, esto es, porque para quitar los obstáculos que encontramos en nuestra marcha hacia la conquista de una nueva forma social que esté de acuerdo con la justicia, hacemos desaparecer a los sostenedores de la injusticia, a los que se aprovechan de la esclavitud del pueblo para recibir honores y riquezas, ¿pero cómo justificar el asesinato a sangre fría de prisioneros, combatientes y no combatientes, llevado al cabo por fuerzas de una nación que se precia de ser civilizada?
Se ha dicho que la intervención americana en México tiene por objeto detener la carnicería que allí se efectúa, y para detener esa carnicería se mata a mexicanos inermes como el perro de Boalt mataba ratas.
Hablar de civilización por los que la escarnecen es una ultrajante ironía. Que se diga claramente que se trata de una agresión brutal de los capitalistas americanos para engullirse la riqueza de México, y eso será, si no más honrado, al menos más valiente; pero que no se diga que van a civilizarnos los salvajes que gozan con el sufrimiento humano.
De esa manera se explica que solamente hubieran muerto diecinueve soldados americanos, mientras el número de muertos mexicanos ascendió a centenares.
Ricardo Flores Magón
1 Fred L. Boalt. Corresponsal de la agencia Newspaper Enterprise Association que viajó a Veracruz durante la invasión estadunidense de 1914. Su reporte publicado en el Cleveland Press de que el oficial William A. Richardson le había confesado haber aplicando la Ley Fuga a los resistentes mexicanos en los primeros días de la intervención, entre el 21 y el 30 de abril, provocó un gran escándalo. Inmediatamente la armada canceló la acreditación del reportero y el general Funston prohibió a los corresponsales hablar del caso públicamente en tanto se realizaba una investigación secreta dirigida por el Almirante Badger, quien, en julio de 1916, concluyó que los reportes de Boalt eran falsos e inventados. El caso Boalt provocó que la armada estadunidense estableciera un rígido sistema de control y censura para los corresponsales estadunidenses que acompañaban la intervención en México.
Un hombre puede tener buenas intenciones antes de ser gobernante; pero es muy difícil que las conserve al alcanzar el poder, y es imposible que siga teniéndolas mientras es gobernante.
Para alcanzar el poder es indispensable que el candidato entre en componendas con los enemigos de su partido, de manera de asegurar su elección, ofreciéndoles beneficios que solamente pueden ser otorgados sacrificando los ideales. Llega, pues, el hombre al poder sin nada de lo que le valió el favor de sus conciudadanos, y dispuesto a hacer simplemente todo aquello que le asegure la permanencia en el puesto codiciado.
Si, por una mera casualidad, el hombre ha podido elevarse sin contraer compromisos con los contrarios, y, por lo mismo, conserva intactas las intenciones que tenía cuando ofreció hacer el bien del pueblo, esas intenciones morirán en su pecho una por una antes de comenzar a ponerlas en práctica. Una vez en el poder se verá rodeado de individuos poderosos por su riqueza, su influencia, su talento, su sabiduría, y por políticos astutos que saben darse maña para estar bien con todos los gobiernos, hombres que van al sol que nace, dispuestos a cambiar de chaqueta todos los días, si es necesario, para sus fines egoístas.
En un medio así, el hombre que antes se codeaba con el pueblo, lo olvida; mareado por el incienso de los aduladores, agasajado por hombres distinguidos y mujeres de alto rango social, en contacto continuo con diplomáticos y demás polilla dorada de la política internacional, llega a creer que es un hombre mejor que los demás hombres, se siente superior o se hace tirano como cualquier otro gobernante.
Los proyectos que tenía en la cabeza para librar de la tiranía al pueblo le sirven de risa, los considera irrealizables, atentatorios a los derechos adquiridos, monstruosos, criminales. Es que una nueva manera de ver las cosas se desarrolla en él. Antes veía las cosas de abajo para arriba, ahora ve las cosas de arriba para abajo. Su psicología es distinta; antes sentía y pensaba como parte integrante de la gran masa que compone la nación, ahora se siente desligado de esa masa, se ve sobre esa masa, se cree mejor que esa masa, se imagina superior a esa masa.
Como ya no está en contacto con el pueblo, no ve en él sino el rebaño que hay que arrear, al hatajo que hay que hacer marchar por los caminos trillados que antes combatiera con todas sus fuerzas y todas sus energías. Sus nuevos amigos le parecen mejores, puesto que le proporcionan una suma mayor de placeres y de refinamientos que hacen amable y dulce la vida.
La Historia no registra en sus páginas el nombre de un gobernante que seriamente se haya preocupado por salvar al pueblo de la miseria y de la tiranía, y la historia de la humanidad cuenta ya varios miles de años. Por ella sabemos que el gobernante, el rico y el sacerdote de cualquier religión han sido los aliados inseparables confabulados en todos los tiempos para tener al pueblo en la esclavitud.
No nos hagamos, pues, mexicanos, la ilusión de que un hombre barbón es mejor que un lampiño para gobernaros. ¡Ninguno es bueno! Lo mejor es no tener a nadie encima de nuestros hombros; lo mejor es guiarnos por nosotros mismos; pensar y resolver las cosas con nuestras propias cabezas.
Si confiáis en que Carranza os hará libres y felices, no sé ya ni qué pensar de vosotros, proletarios, porque eso significaría que las lecciones de la experiencia no han podido destruir ese vicio inyectado en vosotros por vuestros opresores y que consiste en considerar que el hombre sólo puede vivir bajo la férula de un hombre. Comprended, hermanos de cadenas, que el principio de la Autoridad vive en el cerebro de los humildes, porque han sido sus mismos verdugos los que les han inculcado ese error.
Está a la mano el momento de prueba. Huerta marcha hacia otros países y un nuevo ambicioso se prepara a ocupar su puesto. Si queréis tener más gobiernos, os someteréis y con vuestra sumisión la verdadera Revolución —la que quiere hacer tabla rasa de tiranos y explotadores— morirá aplastada por vuestra indiferencia; pero si, por el contrario, obrando como verdaderos trabajadores, como hombres que saben que la riqueza social ha sido hecha por vosotros y, por lo mismo, sólo vosotros tenéis derecho a disfrutarla, os levantáis para sostener a vuestros hermanos que continúan con las armas en la mano, entonces mereceréis el aplauso de todos los hombres inteligentes del mundo y podremos decir con orgullo: “En México la institución llamada Autoridad es cosa del pasado, porque allí hay hombres”.
Ricardo Flores Magón
Que la Autoridad es mala para los pobres lo prueba el siguiente telegrama que esperamos abrirá los ojos a todos los trabajadores:
Douglas, Ariz., Julio 17 —Los hornos de la Cananea Consolidated Copper Company, en Cananea, Estado de Sonora, comenzarán a funcionar mañana otra vez.
Los funcionarios de la compañía anuncian que han recibido de los constitucionalistas satisfactorias garantías para sus propiedades, y que todos los trabajos serán reanudados el lunes.
Dos mil quinientos trabajadores mexicanos se declararon en huelga hace poco. Un enviado de Carranza les dijo que si no reanudaban su trabajo serían enviados al cuartel como soldados. Los huelguistas se vieron precisados a volver al trabajo.
Este telegrama apareció en el periódico The Los Angeles Times el 18 del presente mes. Por él se ve que el gobierno, quienquiera que sea el hombre que se encuentre en el poder y cualquiera que sea su denominación, es tiranía para los pobres, pues el gobierno es una institución que tiene por obligación proteger a los capitalistas con perjuicio de los trabajadores.
Los mineros de Cananea se encontraban en huelga desde hacía unas semanas. Pedían aumento de salario, disminución de horas de trabajo, trato humano por parte de los capataces y burgueses y otras mejoras. La compañía se negó a satisfacer las justas demandas de los proletarios, y éstos, dispuestos a morir de hambre mejor que continuar trabajando en las condiciones que los habían hecho declararse en huelga, abandonaron los trabajos, creyendo que el enemigo se rendiría. No contaban los hermanos de miserias y de cadenas con que el gobierno es una institución destinada a proteger los intereses de los ricos, y, en su confianza, se echaron a dormir, hasta que el emisario de Carranza los sacó de su sueño diciéndoles que si no entraban a las minas a extraer más riqueza para sus amos, serían arrojados al cuartel.
Que esta lección sirva a todos los trabajadores para no pedir menos horas de trabajo y alza de salarios ni confiar en las promesas de los aspirantes a gobernantes, sino para poner en práctica los principios enunciados en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, tomando posesión de las tierras, las casas, las minas, los bosques, las aguas, la maquinaria, los instrumentos de transporte y los efectos almacenados, haciendo de todo ello propiedad común de todos y cada uno de los habitantes de México, hombres y mujeres.
Compañeros de Cananea: que esta lección que acabáis de recibir sirva para que, de hoy en adelante, lo primero que debéis procurar es un rifle, y en seguida, levantando la frente y enarbolando la Bandera Roja, declarar la guerra a muerte al monstruo de tres cabezas: Capital, Autoridad, Clero.
Ricardo Flores Magón
Toñita I. Villarreal se levantó tarde aquel día, y mientras saboreaba una taza de chocolate recordando las tiernas palabras que el famoso barbero de Lampazos había deslizado en su oído, dictaba a su pajecillo Antonio de la Paz Guerra,1 un decreto que en su parte esencial es como sigue: “Quedan provisionalmente a disposición del Gobierno todas las tierras cultivables del mismo —quiso decir, el pobre, del estado—, de regadío y de secano, que no estén sembradas y en cultivo para el día diez de julio del presente año”. Se echa entre pecho y espalda un sorbo de chocolate, acaricia en la mente al barbero, y continúa decretando: “El Gobierno dará en arrendamiento dichas tierras a los agricultores mexicanos que garanticen ponerlas inmediatamente en cultivo”.
El Problema del Hambre ha quedado resuelto, según Toñita, con el hecho de dar en arrendamiento las tierras no cultivadas del estado. Se comprende que sólo los que tienen dinero pueden poner una tierra en inmediato cultivo, pues se necesita tener cuando menos un caballo y un arado y otros implementos de agricultura, sin contar con que hay que fabricar un jacal, tener algunas provisiones que duren hasta que se levante la primera cosecha, etcétera, etcétera. Así, pues, los pobres, los verdaderos necesitados, los que no cuentan más que con sus brazos, se quedarán tan pobres como siempre, tan esclavos del rico como antes de que aparecieran los redentores carrancistas.
Toñita se echa al coleto varios sorbos de chocolate; se ciñe un poco más el corsé, y añade: “La renta que pagarán los agricultores por el uso de las tierras será de dos pesos anuales por hectárea para los de regadío y un peso para las de temporal”.
Para tener que pagar por el uso de la tierra, no se necesita que mueran cientos de miles de trabajadores. Se lucha por la tierra libre para todos, estimable Toñita, y si no sabías eso, peor para ti, pues tal vez te sorprenda que en lugar de los dos pesos, recibas dos balazos por farsante.
Toñita tiene cita con el barbero y está visiblemente nerviosa. Quiere acabar pronto con la lata de decretar, ¡son tan pesadas las obligaciones del gobernante! Así es que ordena a su amanuense que se dé prisa y atropelladamente dicta lo que a continuación se ve: “La Autoridad Civil del lugar, o en su defecto la Militar, en representación de este gobierno, será la encargada de distribuir las tierras disponibles entre los solicitantes, lo que hará de manera más equitativa, sin preferencias injustificadas, procurando beneficiar el mayor número de agricultores.”
Claro se ve que de lo que se trata no es de beneficiar a todos, sino a una parte de los agricultores, resultando de eso que siempre habrá personas que dependan económicamente de otros. Según el carrancismo, el beneficio ha de ser como una especie de lotería, al que le cayó el premio le cayó y al que no le cayó se mamará el dedo. ¡Y pensar que para eso han dado su vida más de cien mil proletarios!
El jueguito es muy sencillo. Hay un gran número de terratenientes en el Estado de Nuevo León que necesitan hacer grandes gastos para poner sus tierras en condiciones de cultivo. Pues bien, Toñita, por medio de su decreto, trata de enganchar cándidos que vayan a deslomarse durante algunos meses desmontando, arreglando las tierras, beneficiándolas con su trabajo, para después verse privados de ellas, porque volverán a sus actuales dueños, pues hay que fijarse que las tierras no han sido expropiadas por el gobierno negando el derecho de propiedad de los ricos, sino que están “provisionalmente a disposición del Gobierno”, como reza el decreto. ¿Por qué no decreta el pederasta la expropiación de la tierra y la entrega sin condiciones a los trabajadores, junto con los utensilios de trabajo, los víveres y vestidos de los almacenes de la burguesía para que tengan que comer mientras levantan la primera cosecha?
Proletarios: no hay que dejarse sorprender con farsas de politicastros. A tomar la tierra y todo cuanto existe para el beneficio de todos, hombres y mujeres.
Ricardo Flores Magón
1 Antonio de la Paz Guerra (1882-1916). Abogado regiomontano. Fundó la agrupación Renacimiento, opositora a la reelección del general Bernardo Reyes. Encabezó los sucesos del 2 de abril de 1903, frente al palacio municipal de Monterrey. Diputado (1911). Coronel constitucionalista bajo las órdenes de AIV. Gobernador interino de Nuevo León (1914).
Guardaos, proletarios, de escuchar los cantos de sirena de los políticos. Cuando Madero, pulsando su pobre lira, entonaba a vuestro oído aquellas canciones dulzarronas en que os ofrecía paraísos más dulces que los del Profeta, nos esforzamos por haceros entender que lo que quería ese embaucador era que lo llevaseis a la Presidencia de la República, y que, cuando él alcanzara el poder, os aplicaría un puntapié por salva sea la parte y que os despacharía noramala. Lo que os dijimos resultó ser la verdad; lo encumbrasteis; aplaudisteis a rabiar su personilla de sainete, y, cuando visteis que el tiempo pasaba, que de vuestros pobres hogares se había posesionado la miseria, que estabais peor que antes y que vuestro flamante mandarín no daba trazas de cumplir las dulces promesas de reparto de tierras, y, con el sombrerillo en la mano, le pedisteis que cumpliera con lo ofrecido, ¿cuál fue la respuesta de vuestro amo, de vuestro idolillo? ¿No os acordáis? Pues bien, os refrescaré la memoria: os dijo que su gobierno no podía cumplir las promesas de la Revolución.
Para obtener esa respuesta, o ese puntapié en el trasero, perdieron la vida más de veinte mil proletarios; el luto entristeció millares de hogares; el hambre arrojó a la prostitución a las hijas del pueblo.
Lo mismo sucederá si apoyáis al llamado constitucionalismo: recibiréis otro puntapié por la popa por parte de vuestro ídolo con barbas.
Las conferencias de los representantes de Carranza y Villa, celebradas últimamente en Torreón para arreglar las dificultades entre los dos bandidos, han terminado con una reconciliación aparente entre ambos ambiciosos; pero no es de eso de lo que quiero tratar, sino de una solemne declaración hecha por los conferencistas con la aprobación de Carranza y de Villa. Es todo un canto de sirena. Hela aquí:
Siendo el presente movimiento un conflicto entre el desheredado contra los abusos del rico y comprendiendo que las causas de los sufrimientos que afligen a nuestra patria emanan del pretorianismo y de la clerecía, las divisiones del Norte y Noroeste solemnemente declaran que consienten en luchar hasta que el ejército federal sea suplantado por el ejército constitucionalista y se implante una forma de gobierno democrático, que procure la formación de leyes para la protección de los trabajadores y que emancipen económicamente a los trabajadores agrarios por medio de repartos equitativos de tierras, así como para que adopte toda clase de resoluciones que tiendan a resolver el problema agrario, castigar y exigir responsabilidades del clero católico que material o moralmente ha ayudado al usurpador Victoriano Huerta.
Proletarios: esa declaración encierra un engaño. Se os dice que se dictarán leyes para que se os proteja y se os den tierras. Pues bien; harto sabéis que quienes dictan las leyes no son hombres de vuestra clase, sino abogados, médicos, ingenieros, propietarios de casas y de tierras, tenderos, comerciantes de todo género, tinterillos, etcétera. ¿Seréis tan candorosos de creer que esos hombres, entre los cuales se reclutan los miembros del Congreso, van a apiadarse de vuestra situación, cuando precisamente de vuestra situación desgraciada sacan ellos su poder? ¿Creéis que individuos que no son de vuestra clase puedan tener interés en que vuestra clase se emancipe, cuando la emancipación vuestra es la ruina de todos ellos porque pierden la posición privilegiada que les permite vivir a costa de los trabajadores?
Recordad que en más de un año que duró la administración maderista, el flamante Congreso del nuevo régimen, como se llamó a los centenares de bribones cuya primera determinación fue aumentarse el sueldo de doscientos cincuenta pesos que ganaban, a quinientos pesos mensuales, gastó todo ese tiempo en discutir estupideces; pero nunca se acordó de decretar el famoso reparto de tierras.
Nada, hermanos; consideremos todo gobierno como el enemigo natural de los pobres, porque está instituido para proteger los intereses de los ricos.
Lo que debéis hacer es imitar a vuestros hermanos que luchan en otras regiones del país. Tomad la tierra, la maquinaria, los medios de transportación, los efectos almacenados, y declaradlo todo propiedad de todos como se explica en nuestro Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911.
Enarbolad la Bandera Roja y gritad con toda la fuerza de vuestros pulmones: ¡Abajo todo gobierno! ¡Viva Tierra y Libertad!
Solamente así llegaréis a ser libres.
Ricardo Flores Magón
El problema de la pacificación es en estos momentos el más importante asunto que preocupa a Wilson y a Bryan, pues si el Presidente Provisional Carbajal está dispuesto a entregar el gobierno a los constitucionalistas, es bajo la condición de que Carranza decrete una amnistía universal para que no sean perseguidos todos aquellos que de alguna manera apoyaron el gobierno de Victoriano Huerta. Carranza, por su parte, dice que la rendición de Carbajal debe ser incondicional, y que, aunque decretará la amnistía, ésta tendrá el carácter de general y no universal, pues se propone él, Carranza, castigar a los que de una manera directa o indirecta contribuyeron al levantamiento que dio como fruto la muerte de Madero y Pino Suárez.
Próximamente se celebrará una conferencia entre delegados de
Carbajal y de Carranza para arreglar esas dificultades.
Por otra parte el problema de la pacificación se intrinca con la hostilidad que recíprocamente se muestran Carranza y Villa. Aunque en las conferencias de Torreón celebradas por representantes de Carranza y de Villa, se resolvió que Carranza sería considerado como primer Jefe de la revuelta política que aspiraba al poder, y Villa sería considerado como su subalterno y se anunció en todos los tonos que la unidad del movimiento constitucionalista había sido alcanzada en las conferencias de Torreón, la actitud sospechosa de Villa muestra con toda claridad que la ruptura entre los dos bandidos es real, actual y que tendrá como resultado la división del constitucionalismo en tantos bandos como cabecillas hay en dicho movimiento, división que beneficiará al verdadero movimiento revolucionario, el que nada tiene que ver con las revueltas de individuos que ambicionan la Presidencia de la República.
Tan crítica es la situación para la burguesía, que Wilson y Bryan han comisionado a George C. Carothers, para que hable con Villa, y a John R. Silliman1 para que se acerque a Carranza, y les urjan la unión y la concordia como una necesidad del momento para conseguir la paz.
En vez de tomar parte en el movimiento hacia el sur de las fuerzas constitucionalistas, Villa está acabando de reconcentrar sus fuerzas en el Estado de Chihuahua, compra doscientos cincuenta mil dólares de municiones y armas en una casa de Los Ángeles y comienza los preparativos para la acuñación de pesos en la ciudad de Chihuahua, para lo cual cuenta con barras de plata en abundancia.
Los despachos telegráficos últimamente recibidos anuncian que las fuerzas de Emiliano Zapata, en lugar de rendir sus armas al nuevo gobierno, muestran una actividad grandísima en los pueblos que rodean a la ciudad de México.
De Washington viene la noticia de que Wilson y Bryan, considerando de la mayor importancia que los revolucionarios del sur se rindan para que Carranza pueda sostenerse en el poder, han comenzado a tratar indirectamente con Emiliano. No será difícil que algún agente del gobierno americano se acerque a Zapata; pero lo que es imposible es que el revolucionario suriano se rinda antes de que las demandas del proletariado del sur hayan sido satisfechas. Nosotros afirmamos que Zapata no aceptará la paz mientras el proletariado de los estados del sur no hayan alcanzado su libertad económica.
Huerta salió de Puerto México con dirección a Kingston, Jamaica. Tal es la situación general en estos momentos. Pascual Orozco2 y Francisco Cárdenas3 se han levantado en armas contra Carranza en los estados de Aguascalientes y Michoacán al frente de cuatro mil hombres; en los demás estados de la República continúa el movimiento de los verdaderos revolucionarios; las probabilidades de paz son nulas; la burguesía tiembla. Todo indica que existe la determinación en los pechos proletarios de continuar las luchas hasta que se gane algo mejor que el encumbramiento de un hombre a la Presidencia.
No hay que desmayar, compañeros. Cada vez mejor orientada, la Revolución marcha. ¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
1 John R. Silliman. Agente especial del gobierno estadunidense ante Carranza entre 1914 y 1916. Conocía a Carranza y a Isidro Fabela desde 1907, cuando era cónsul en Saltillo. Con base en esta relación se propuso como agente del presidente Wilson, de quien fue compañero de banca en Princeton. Intentó convencer a Carranza de participar en las negociaciones establecidas entre Washington y Huerta tras la intervención de Veracruz en abril de 1914.
2 Pascual Orozco (1881-1915). Nació en la hacienda de Santa Isabel, Chih. Comerciante y arriero; simpatizó con el PLM, al que su padre estuvo afiliado. En octubre de 1910 se adhirió al maderismo y el 19 de noviembre se levantó en armas. Su participación en combates como los de Pedernales, Malpaso y Sierra Mojada, lo convirtió en el jefe supremo de armas en Chihuahua. Participó en la toma de Ciudad Juárez en mayo de 1911. Madero lo ascendió a general brigadier y jefe de la primera zona rural. En agosto de 1911 aceptó su postulación al cargo de gobernador, misma que retiró. León de la Barra lo envió a Sinaloa. Al proclamarse el Plan de Ayala, fue designado jefe del movimiento agrarista en la república. A principios de marzo de 1912 asumió el mando de los rebeldes de Chihuahua y el 25 de marzo publicó el Plan de la Empacadora, con reivindicaciones laborales y agrarias. Aceptó financiamiento de la oligarquía encabezada por Enrique C. Creel. También mantuvo vínculos con los alzados dirigidos por Emilio Vázquez Gómez. Herido en Ojinaga en septiembre de ese año, se refugió en los Estados Unidos; regresó a México y dirigió grupos de guerrilleros, algunos de ellos de proveniencia liberal, como el de Inés Salazar. En febrero de 1913 reconoció a Victoriano Huerta y marchó a la ciudad de México. Combatió a los revolucionarios en San Luis Potosí, y buscó convencer a Zapata de que reconociera al gobierno usurpador. Combatió a los constitucionalistas; tras su derrota viajó a Veracruz. A la caída de Huerta se refugió de nueva cuenta en los Estados Unidos y mientras negociaba con Huerta el reinicio de la contienda, murió asesinado por rancheros texanos en agosto de 1915.
3 Francisco Cárdenas (1878-1928). Miembro del cuerpo de Rurales. Combatió el alzamiento pelemista en el estado de Veracruz, en 1910. Autor material del asesinato de Madero y Pino Suárez. Alcanzó el grado de coronel en el ejército federal durante la presidencia de Huerta. Operó en los estados de Michoacán y Guanajuato durante 1914, al lado de Pascual Orozco, combatiendo al constitucionalismo. Tras la caída del régimen huertista se exilió en Guatemala. En 1915 el gobierno mexicano solicitó su aprehensión al gobierno de Estrada Cabrera. Se suicidó luego de ser aprehendido.
Europa es un volcán. La catástrofe prevista desde hace muchos años se presenta al fin, formidable, desde los Urales a los Pirineos, desde el Mar Negro hasta el Paso de Calais.
Lo inevitable tenía que suceder: la gran conflagración europea que tendrá como inmediato resultado la conflagración del mundo entero, y como consecuencia final la insurrección de los esclavos de todos los países contra sus verdugos, la demolición del sistema capitalista y la libertad de todos los que por siglos y siglos han sido el juguete de los gobiernos y los políticos, de los sacerdotes y de los ricos.
Detrás de esta catástrofe, la libertad sonríe. De entre el fuego y el humo y los escombros y la sangre, surgirá bellísima la nueva construcción social basada en la libertad del ser humano. ¡Que sea!
Chispa
Ha bastado una chispa para que el incendio se iniciara. El archiduque Fernando de Austria, heredero de la corona del imperio austro-húngaro, y su mujer la duquesa de Hohenberg, recibieron la muerte de manos de un justiciero en las calles de Sarajevo, capital de Bosnia, provincia que Austria se había anexado. El justiciero es natural de Serbia y contra Serbia declaró la guerra Austria, no tanto para vengar la muerte de los dos parásitos, como para apoderarse de la pequeña nación y entregar a sus habitantes a la voracidad de la burguesía del imperio. El territorio serbio fue invadido por las fuerzas austriacas, las que tomaron Belgrado, capital del reino de Serbia.
Rusia moviliza sus fuerzas
Esta agresión fue resentida por Rusia que considera a Serbia como protegida suya, y la guerra entre ella y Austria fue declarada, movilizando Rusia un ejército de millón y medio de hombres sobre las fronteras de Alemania y de Austria, pues en virtud de la alianza que existe entre Italia, Austria y Alemania, Rusia comprendió que Alemania tenía que resentir cualquier movimiento que se hiciera contra su aliada. Como resultado de la movilización de las fuerzas rusas, Alemania declaró la guerra a Rusia.
Francia envuelta
El conflicto no podía quedar limitado a Austria, Rusia y Alemania, porque así como existe una alianza entre Alemania, Italia y Austria, la hay también entre Inglaterra, Francia y Rusia. Como resultado de esas alianzas, Francia y Alemania se encuentran también en guerra, y tanto Inglaterra como Italia se verán envueltas en la lucha dentro de pocos días a pesar de sus esfuerzos por permanecer neutrales.
Violación de la neutralidad
Se encuentran en Europa pequeños estados como Holanda, Bélgica, Suiza, el ducado de Luxemburgo y otros que, por acuerdo entre las principales potencias, sus territorios deberían ser considerados como neutrales, no teniendo derecho a invadirlo ninguna de ellas. Sin embargo, el ducado de Luxemburgo y Holanda han sido invadidos por las fuerzas alemanas, que están en camino de la frontera de Francia, y Bélgica está amenazada de ser invadida también por ellas, pues a un ultimátum que Alemania le lanzó para que permitiera el paso por su territorio de fuerzas de esa nación, Bélgica contestó negando el permiso. Esta violación del convenio sobre la neutralidad de los pequeños estados europeos, por parte de Alemania, precipitará la acción de Inglaterra en contra de ella.
Los pequeños estados
Holanda, resentida por la invasión de su territorio por las fuerzas alemanas, va a romper los diques para que se inunde el territorio y sea imposible el tránsito de ningún ejército por él, Bélgica ha hecho un llamamiento a las armas para defender su territorio. Suiza, en previsión de futuras contingencias, está sobre las armas. Montenegro ha hecho lo mismo que Suiza y el resultado de todo esto es la actitud guerrera de los ejércitos de Europa que en pocos días se encontrarán mezclados en una guerra en la que tomarán parte más de veinte millones de soldados.
La actitud del Japón
El poderoso imperio del Japón tiene celebrado con Inglaterra un tratado por el cual el Japón resentirá como una ofensa hecha a él cualquier acto hostil de alguna nación contra su aliada en el Oriente, y como lo probable es que algunas de las posesiones de Inglaterra en Asia, o algunos de los barcos de la misma nación en aguas de la India o de China sean atacados, el Japón se lanzará a la guerra también contra las naciones enemigas de Inglaterra, lo que aumentará el radio de la contienda.
Los Estados Unidos
¿Se salvará esta nación de la guerra universal? No parece que así sea, a no ser que permita que los puertos de Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Haití, Filipinas y Hawai sean usados a su antojo por los barcos de guerra de las naciones beligerantes, y que alguna de esas naciones se apodere del Canal de Panamá por razones de estrategia. Los Estados Unidos hacen esfuerzos por verse fuera del embrollo mundial; pero su posición ante las demás naciones del mundo, posición debida a la ambición de su orgullosa burguesía, ponen a esta nación en una situación de la cual no puede salir airosa. O se humillan los Estados Unidos o toman participación en la Gran Guerra.
Los primeros combates
Alemania ha capturado algunas ciudades de la Polonia rusa y un número de pueblos de la frontera francesa, lo que ha encendido el sentimiento patriótico de los franceses y de los rusos hasta la locura. Un fanático patriota asesinó en París al Jefe de los socialistas franceses, Juan Juárez,1 alegando que cumplía con un deber al quitar la vida a un hombre que había luchado contra el servicio militar obligatorio.
El mundo obrero
En Viena, San Petersburgo, Berlín, Bruselas, Roma, Londres, París y muchas otras ciudades de Europa, los anarquistas, socialistas, sindicalistas y obreros de las uniones están agitando la opinión en contra de la guerra; en Alemania e Inglaterra se amenaza con la huelga general; pero el delirio patriótico se ha apoderado de las masas, las pobres masas atávicas y estúpidas, las masas degradadas en las escuelas de la burguesía, y los razonamientos de los buenos que protestan contra las matanzas de los pueblos por las ambiciones de la burguesía y de los políticos mueren ahogados en un diluvio de banderas nacionales, cantos patrióticos y gritos salvajes de hombres de una raza contra los hombres de otra. Sin embargo, si los obreros radicales redoblan sus esfuerzos; si no se desaniman ante la actitud de la masa; si durante la formidable contienda saben sembrar el descontento entre la masa; si tienen la energía necesaria para despreciar los castigos y la muerte y enseñan a las multitudes que las guerras son el producto de las ambiciones de la burguesía y de los políticos, ésta será la última guerra que se haya hecho por cuestiones de negocios y comenzará la otra guerra, la del pobre contra el rico, la del oprimido contra la Autoridad, la del hombre que emancipa su mente del absurdo religioso contra la Iglesia.
Hay que aprovecharse del momento
Éste es el momento propicio para romper el yugo económico, autoritario y religioso y no deben perder tan bella oportunidad los rebeldes de todo el mundo. Si de este bello conflicto no resulta la muerte del derecho de propiedad privada, el aniquilamiento del principio de Autoridad y la extirpación en las conciencias de la fe religiosa, habrá que convenirse en que la humanidad está tan prostituida que necesitará cientos de años todavía para lograr su regeneración.
El hambre
El primer efecto de esta guerra será el hambre. En las principales naciones de Europa se han suspendido las transacciones de negocios; los bancos se niegan a cambiar los billetes por monedas de plata y oro, y las personas que han pretendido retirar sus depósitos, se han encontrado con que no se les puede dar más del cinco por ciento del monto de ellos. En los Estados Unidos existe un pánico terrible en las bolsas de Chicago y Nueva York, donde los valores han bajado hasta veinte puntos y el precio del algodón ha caído. Inteligentes financieros auguran que la harina, la carne, el azúcar y todos los artículos alimenticios subirán de valor en breve, lo que agravará la miseria que actualmente prevalece en toda la nación.
El efecto en México
La Revolución mexicana, la que tiene por objeto el aniquilamiento del sistema capitalista, tiene ahora una probabilidad más de triunfar. Aislada, podía ser, tal vez, aplastada por la intervención de las potencias europeas, que se verían precisadas a dar ese paso para ayudar a los Estados Unidos en la obra de someter a un pueblo que está resuelto a ganar su libertad. Entretenidas las potencias, dejarán a los mexicanos en paz, y ya sin obstáculos, el movimiento por Tierra y Libertad continuará su curso ajusticiando burgueses, incendiando iglesias, colgando a los representantes de la Autoridad.
No habrá dinero
Carranza o cualquiera que suba al poder no contará con las cajas de los banqueros de Europa o de Nueva York para sofocar la Revolución pues ese dinero lo necesitan en sus respectivos países para sostener la guerra, y si ahora vemos que los presidentes duran un año en el poder, más adelante los veremos subir y bajar con vertiginosa rapidez, por falta de elementos para ahogar en sangre las ansias de libertad de un pueblo que ya no quiere ser esclavo. Felicitémonos todos los proletarios del mundo. Europa en flamas es el anuncio de una era nueva, de una era mejor, de una era de paz y de justicia. Felicitémonos, hermanos desheredados de todo el mundo, de que al fin, después de tantos años de espera, se haya presentado esta oportunidad de levantar nuestras frentes agobiadas por el sufrimiento, y contemplar el amplio campo que se ofrece a nuestra vista, campo que se poblará de una humanidad sabia, fuerte y buena, si tenemos el valor de ponernos a la altura de las circunstancias y de poner nuestras manos sobre el viejo edificio de las instituciones que nos han tenido esclavizados, para destrozarlas.
Ricardo Flores Magón
1 Jean Jaurès (a) Juan Juárez (Castres, Francia, 1859-París, Francia, 1914). Político socialista. Opositor del colonialismo. Rechazaba la teoría marxista de la lucha de clases en nombre de una sola humanidad. Fundó el legendario periódico L’Humanité en 1904. En el ambiente previo a la primera guerra mundial fue promotor del pacifismo y se opuso a una posible guerra con Alemania, por lo que fue blanco de los nacionalistas. El fanático de derecha Raoul Villain lo asesinó en París tan sólo una semana antes del estallido de la guerra. Su muerte favoreció el apoyo de la izquierda socialista a la guerra. Su asesino fue liberado tras poco más de cuatro años de prisión y se refugió en España, donde fue fusilado por soldados de la República en 1936, al descubrirse que espiaba para Francisco Franco.
Carbajal y Carranza no han podido entenderse. Carbajal, como ya lo hemos dicho, propone para entregar el gobierno a los constitucionalistas, entre otras cosas, que Carranza proclame una amnistía amplísima, por la cual queden a salvo de persecuciones los partidarios de Huerta, y que reconozca, además, los grados militares de los jefes y oficiales federales.
Carbajal envió a Saltillo para que tuvieran conferencias con Carranza, a Lauro Villa y David Gutiérrez Allende, Carranza se negó a recibirlos, declarando que solamente tendría conferencias con ellos, en caso de que Carbajal estuviera listo a transferir el gobierno a los constitucionalistas sin condiciones de ninguna clase. Los enviados se retiraron.
Como resultado de todo esto, las operaciones militares entre constitucionalistas y federales han continuado, Carbajal ha estado reconcentrando las fuerzas federales en la ciudad de México donde se encuentran en estos momentos cuarenta mil federales. Carranza moviliza sobre la ciudad de México una fuerza de setenta mil hombres.
Lo probable es que Carbajal, en vista de las circunstancia, se rinda incondicionalmente, y en este caso, como las fuerzas federales y los partidarios de Huerta quedarán a merced de Carranza, preferirán continuar con las armas en la mano, pues los jefes y oficiales federales tienen encima la sentencia de muerte, y preferirán morir cambiando vida por vida a ser ejecutados a sangre fría por el arrogante aventurero.
Pero si Carranza al fin consiente en proclamar la amnistía y en reconocer los grados de los jefes y oficiales federales, no por eso dejará de verse amenazado su gobiernito por los federales y los elementos huertistas que, en un momento dado, volverán sus armas contra él para derribarlo. Se ve, pues, que de todas maneras, y por esa sola parte, la administración carrancista se verá atacada por el elemento huertista.
Otro enemigo armado de la administración carrancista lo constituirá el villismo. Francisco Villa se ha mostrado extraordinariamente activo en estos últimos días, en reclutar gente para su ejército. Al presente, cuenta con veinticinco mil soldados, y se espera que esa masa de hombres armados se congregue en Torreón dentro de una semana. Torreón es el mejor punto estratégico en el norte de México. Esa gente de Villa será empleada para combatir ya abiertamente a los carrancistas.
La acción de Villa dará también como resultado que el gobiernito de Carranza dure solamente un corto espacio de tiempo.
El movimiento anticarrancista encabezado por Pascual Orozco y otros individuos en los estados del centro de la República continúa en progreso. Pascual Orozco se ha internado al Estado de Jalisco y amenaza igualmente abreviar los días de la administración de Carranza.
Las ambiciones de esos caudillejos servirán para debilitar la fuerza gubernamental, con gran provecho para el movimiento por Tierra y Libertad, el de los trabajadores, el que no tiene compromisos con nadie, el que no aspira a elevar al poder a nadie ni confía en nadie para obtener lo que corresponde al trabajador.
El movimiento emancipa[dor] por Tierra y Libertad adquirirá nueva fuerza en el periodo que se avecina, porque a él se unirán todos los proletarios que ahora han seguido a Carranza con la esperanza de que les dé lo que ellos deberían tomar por su cuenta: la tierra. Todos los desengañados de lo que valen las promesas de los que aspiran al poder, darán su continente al verdadero movimiento revolucionario.
¡Ánimo, hermanos! ¡Que nadie retroceda!
Ricardo Flores Magón
Antonio I. Villarreal, el célebre personaje de aquellos idilios que tuvieron por escenario las cuatro paredes de un cuarto de barbería en Lampazos, Estado de Nuevo León, sigue decretando.
Ahora la emprende contra los sacerdotes católicos de origen extranjero residentes en el Estado de Nuevo León, y a quienes condena a ser expulsados del territorio del estado.
Odio de razas es lo único que se ve en ese decretillo, pues a los sacerdotes católicos de origen mexicano los deja entregados a su tarea de embrutecer al proletariado.
Dice Villarreal que el clero católico ha sido el aliado de los tiranos que ha tenido México; pero ¿qué nos dice de los sacerdotes protestantes? ¿No fueron un apoyo fuerte de la tiranía de Porfirio Díaz? ¿No recuerda Villarreal que los periódicos protestantes fastidiaban con los retratos que publicaban del Dictador recomendándolo como hombre sabio, bueno, progresista y no sé qué más?
Si Villarreal fuera honrado, debería expulsar a los sacerdotes católicos mexicanos y extranjeros, así como a sacerdotes protestantes de cualquier color y a los clérigos de otras religiones.
Todos los sacerdotes, cualquiera que sea la religión que propaguen, son nocivos a la humanidad porque aconsejan al pobre ser humilde, a sufrir con paciencia la tiranía y la injusticia, a no encolerizarse por la miseria que sufre, a esperarlo todo de la benevolencia de un ser superior que nadie ha visto, a sufrirlo todo con resignación para poder entrar al cielo. Con la prédica constante de esas doctrinas, el hombre se deja esquilmar del rico, apalear de la Autoridad, y respetar todo lo que debe ser combatido con energía.
Si Villarreal fuera honrado, debería cargar tanto contra sacerdotes católicos como sobre los de las demás religiones y, si no lo hace, es porque quiere proteger a los sacerdotes protestantes, para quedar bien con los americanos. Su decretillo servirá solamente para evitar que exploten y embrutezcan los sacerdotes católicos de origen extranjero; pero deja en completa libertad de acción para que exploten y embrutezcan a las masas los sacerdotes mexicanos y los de las otras religiones.
¡Qué farsante!
Ricardo Flores Magón
Según un telegrama de The Los Angeles Times el miércoles de esta semana, se están dando en Chihuahua los pasos necesarios para la inmediata distribución de tierras.
Esta distribución será hecha por Francisco Villa, por supuesto, mediante el pago, por los “beneficiados”, del valor de la tierra que reciban.
Los que no tengan con qué pagar la tierra seguirán tan pobres como antes de que se rompieran la cabeza en los campos de batalla, los pobres ilusos que todavía creen que un gobierno puede favorecer al pobre.
El que no tenga para comprar provisiones que le basten para satisfacer su hambre hasta que pueda levantar su primera cosecha, considerará inútil el tomar un pedazo de tierra. El que, llegado el plazo de hacer el primer pago por la tierra recibida, no tenga dinero para hacer ese pago perderá el derecho de poseer un pedazo de tierra.
Y así por el estilo.
Desengañaos, proletarios; la tierra tiene que ser libre para todos, así como todos deben tener derecho de aprovechar las máquinas y demás útiles para el trabajo, y para todos debe existir el mismo derecho de tener a su disposición casa, vestuario y comida.
Si no se obtienen la tierra, las casas, las máquinas, los medios de transporte, los vestidos y el alimento sin que cuesten un centavo, hay que continuar la lucha hasta que esos beneficios sean conseguidos, pues hay que tener presente que todo cuanto existe debe de ser de todos.
No hay que dejarse engañar. Lo que Villa pretende es calmar la grita general por la posesión de la tierra, engañando al pueblo con medidas que no resuelven el problema. La tierra debe ser libre para todos los que quieran cultivarla, y las cosas, las máquinas y demás útiles del trabajo, los medios de transporte y los efectos almacenados, deben estar a disposición de todos los trabajadores. Si no se consigue eso, hay que ajusticiar a Villa por farsante.
Ricardo Flores Magón
Villa está nombrando cónsules que residirán en las principales ciudades de los Estados Unidos y de Europa.
El proletariado que engañado militó en las filas villistas debe ir comprendiendo que es una inocentada el encargar a alguien que haga lo que los pobres debemos hacer por nuestra propia cuenta.
Ese proletariado villista luchó, sufrió, perdió la vida porque creía que el bandido iba a darle la libertad económica, esto es, lo iba a poner en condiciones de poder vivir sin necesidad de alquilar sus brazos a nadie.
El resultado no tenía que hacerse esperar mucho. Los proletarios villistas están en la miseria. En cambio, los políticos, los tinterillos, los aduladores, están haciendo su agosto. Todos se han emancipado de la miseria, menos los trabajadores.
Los jefes y oficiales villistas están gordos, relucientes, usan buenos vestidos, mientras los pobres soldados villistas, la carne de cañón, están piojosos, andrajosos, muertos de hambre.
Villa no puede alegar que todavía no ha triunfado. Independiente de Carranza, domina todo el Estado de Chihuahua y parte de los de Durango y Coahuila, y la miseria reina en esas regiones peor que antes de que comenzara la revuelta carrancista. Reina la miseria en esas regiones, porque Villa no ha arrancado la propiedad de las manos de la burguesía para entregarla al pueblo, sino que ha extorsionado a algunos ricos en beneficio propio y de unos cuantos de sus limpiabotas.
Los proletarios que militan en las filas villistas deben comprender, de una vez por todas, que no deben esperar nada de ningún gobierno, sino que hay que combatirlos a todos y tomar al mismo tiempo posesión de la riqueza acaparada por la burguesía, para hacerla propiedad de todos, sin excepción de sexo.
Lo que deben hacer los soldados de Villa es insurreccionarse, matar a sus jefes y oficiales y declarar que la tierra, la maquinaria y todo cuanto existe debe ser propiedad de todos. Mientras no hagan eso, seguirán sacrificándose por encumbrar nuevos verdugos.
Ricardo Flores Magón
La Gran Guerra europea sigue su marcha demoledora de personas y de cosas, y como se esperaba, nuevas naciones están siendo complicadas en el formidable conflicto. Rusia, con dos millones y medio de soldados, resiste en la Europa oriental el ataque de Alemania y Austria Hungría, mientras en la Europa occidental las fuerzas aliadas de Francia, Inglaterra y Bélgica tienen a raya a las fuerzas alemanas.
Los primeros combates serios han sido librados en Lieja, Bélgica, entre fuerzas de esta nación y las de Alemania, que esquivando un ataque sobre los fuertes franceses de la frontera franco-alemana, invadieron Bélgica para internarse a Francia por la frontera franco-belga, donde no se encuentran fuertes de la calidad de los de la otra frontera; pero el ejército alemán ha tropezado con una dificultad que no esperaba: la resistencia de los belgas, quienes fortificados en Lieja resistieron por varios días el empuje de los alemanes, sufriendo estos últimos bajas enormes, pues quedaron tendidos en el campo veinticinco mil cadáveres. Los alemanes pudieron al fin tomar la ciudad de Lieja, no así los fuertes, que han permanecido en poder de las fuerzas belgas.
El ejército alemán marcha ahora sobre Bruselas, la capital del reino de Bélgica, y todas las oficinas del gobierno han sido removidas a Antwerpen, que será la capital provisional del reino. Dentro de pocos días se librará en territorio de Bélgica un nuevo combate entre las fuerzas de Alemania por una parte, y las fuerzas aliadas de Inglaterra, Francia y Bélgica por la otra.
Las fuerzas francesas han penetrado en la provincia alemana de Alsacia, capturando ciudades de importancia, y una gran batalla está siendo preparada en la que entrarán en juego varios millones de hombres.
Austria-Hungría ha retirado las fuerzas que invadieron Serbia y se ve ahora atacada por fuerzas de Montenegro y de Serbia en las provincias de Bosnia y Herzegovina, asegurándose que la victoria ha quedado de parte de los serbios y montenegrinos.
Italia, que temerosa de que estalle la Revolución Social ha procurado permanecer neutral, fue amenazada por Alemania de atacarla si no cumplía con el compromiso que tiene de tomar las armas en favor de ella y de Austria-Hungría.
Turquía, apoyada por Alemania, es una amenaza contra Italia y Grecia, y un obstáculo para el libre tráfico de la tropa de guerra rusa del Mar Negro al Mediterráneo. Rusia ha demandado de Turquía que no obstruya el paso de los Dardanelos, y esta nación ha contestado que no permitirá la salida de la flota rusa del Mar Negro. Por lo tanto, los primeros combates entre Rusia y Turquía comenzarán de un día a otro.
Francia e Inglaterra han convenido con el Japón en darle libertad de acción en el Pacífico. El Japón ha enviado desde luego un ultimátum a Alemania para que en el término de una semana retire los barcos de guerra que tiene en el Pacífico y desocupe el territorio de Kiao-Chau, territorio robado a China por los alemanes, declarando el Japón que si Alemania no obedece la orden, las fuerzas japonesas de mar y tierra atacarán el Puerto de Tsing-Tao que pertenece a Kiao-Chau.
La entrada del Japón en la contienda amplía el radio del conflicto hasta el extremo Oriente, y pone en situación difícil a los Estados Unidos, que tanto temen verse mezclados en él. Los Estados Unidos tienen la obligación de guardar la neutralidad del territorio chino, y como el ataque que por tierra tendrán que hacer los japoneses contra la posesión alemana de Kiao-Chau sería imposible sin tocar territorio chino, los Estados Unidos tendrán que luchar contra el Japón o humillarse ante esa nación.
En Washington, Wilson y Bryan discuten la situación delicada en que se han visto colocados los Estados Unidos con motivo de la participación del Japón en la Gran Guerra, pues se cree que el Japón va a capturar todas las islas que posee Alemania en el Pacífico, lo que ocasionará perjuicios inmensos a los negocios americanos, sin contar con el hecho de que existiendo una rivalidad entre las dos naciones, rivalidad que tiene como origen las ambiciones de las burguesías americana y japonesa de ejercer predominio comercial en el Oriente, si los Estados Unidos no entran en guerra contra el Japón para que se decida de una vez cuál de las dos naciones ha de quedar dueña de la situación en el comercio del Oriente y el tráfico en el Pacífico, los Estados Unidos tendrán que resignarse a ver crecer el poderío de su rival.
Esto hace creer que probablemente tendrán que tomar parte en la contienda los Estados Unidos.
En el Adriático ha habido combates navales entre las flotas inglesa y austriaca, quedando derrotada la última, pues se asegura que cuatro barcos de guerra austriacos han sido echados a pique por los ingleses.
En África fuerzas francesas e inglesas han invadido algunas de las colonias alemanas.
Tal es el resumen de la situación mundial con motivo de la guerra. Una gran miseria prevalece entre Europa a causa del alza de precios de los artículos de primera necesidad por la paralización de los negocios, y esa miseria está invadiendo a gran prisa a los Estados Unidos. Las fundiciones de Douglas, El Paso, y otros muchos lugares de este país, han acortado el número de trabajadores; lo mismo ha ocurrido en las minas. El trust más poderoso, o al menos uno de los más poderosos, el del acero, ha suspendido una gran parte de sus operaciones; la industria del aceite se encuentra en situación crítica, y ha tenido que estar cerrando sus pozos; otros muchos negocios se encuentran en los límites de la bancarrota. El resultado de todo esto es el encarecimiento de los artículos de primera necesidad, el sufrimiento humano causado por la ambición de los burgueses que han arrojado a los pueblos unos sobre los otros para que conquisten con sangre proletaria, no la libertad, ni la justicia, ni el bienestar de los pobres, sino el engrandecimiento de las empresas industriales y mercantiles que regentean.
Esta guerra, que dentro de pocas semanas tendrá por escenario toda la superficie del planeta, es una guerra provocada por los burgueses; es una guerra de negocios contra negocios. El burgués alemán tiene envidia de los negocios que hace el burgués inglés; el burgués inglés envidia la prosperidad del burgués alemán, y los burgueses de todos los países se envidian recíprocamente. Lo justo, lo honrado sería que los burgueses de los distintos países arremetieran unos contra otros, pues al menos ahorrarían a los proletarios el trabajo de cortarles las cabezas; pero no es así: son los proletarios los que empuñan el fusil para vengar los agravios de sus verdugos… y es natural que suceda de esa manera, porque los burgueses han tenido buen cuidado de fomentar en los pobres el sentimiento patriótico, el odio de razas, el amor a la bandera. De ese modo, los pobres de los distintos países de la Tierra se consideran como enemigos unos de los otros, y cuando los burgueses de una nación tienen envidia de los negocios que hacen los burgueses de otra, dicen a los proletarios que el honor nacional ha sido ultrajado, que la integridad de la Patria está en peligro, que el hilacho llamado bandera ha sido ofendido, y los proletarios, penetrados del sentimiento patriótico hasta la médula, firmes creyentes en la superioridad de las razas, se lanzan a la lucha a derramar su sangre por la Patria, esto es, por algo que no les pertenece, que pertenece a sus verdugos, pues la tierra, las casas, los bosques, las montañas, los ríos, los útiles de trabajo, los medios de transportación, todo, todo, pertenece a sus amos. ¿Qué Patria tiene el hombre que no cuenta con un terrón para reclinar la cabeza? La Patria es de los burgueses, porque ellos la poseen.
Mas, como quiera que sea, esta aventura de la burguesía y de los políticos servirá para que el proletariado comprenda que si tiene que empuñar las armas, ha de ser contra los que lo explotan en el campo, en la mina, en el taller, en la fábrica; contra los que llevan su maldad hasta el grado de hacerlo matarse en campos de batalla en que se disputan la supremacía el dólar contra el franco, el rublo contra el marco, la peseta contra la libra esterlina.
Abriguemos la esperanza de que esta catástrofe será la gota que haga rebosar el vaso. Millones de cadáveres van a quedar tendidos en toda la superficie de la tierra; ríos de lágrimas brotarán de millones y millones de huérfanos, de viudas, de madres, de los deudos todos de los muertos en los campos de batalla; el Hambre clavará sus dedos fríos en los estómagos de todos los pobres que con las frentes en las manos, los ojos enrojecidos por el llanto y congregados alrededor de los hogares sin lumbres, sentirán la ausencia del que fue cariñoso compañero, hijo abnegado, padre amable, hermano generoso, amigo leal, y en los corazones atormentados comenzará tal vez a germinar el descontento contra un sistema social odioso que condena al pobre a sudar en el trabajo y a regar su sangre en la arena del combate para aumentar el caudal del amo.
Estimular, provocar ese descontento es nuestro deber como revolucionarios; sembrar la rebeldía en los corazones es nuestra obligación, y éste es el momento oportuno de hablar claro.
No se presentará en la historia de la humanidad una oportunidad mejor que la presente para precipitar la Revolución Social. Cumplamos con nuestro deber.
Ricardo Flores Magón
La prensa del Estado de Arizona ha estado informando de una supuesta conspiración de trabajadores mexicanos para tomar por la fuerza la ciudad de Phoenix, hacerse en ella de elementos y lanzarse a México, después, a luchar por Tierra y Libertad.1
Dicen los periódicos que el plan consistía en tomar Tempe, apoderarse ahí de los rifles del gobierno, capturar el ferrocarril y marchar sobre Phoenix con una fuerza considerable.
Por supuesto, la prostituta prensa burguesa trae abundantes detalles que tienden a incriminar a muchos trabajadores mexicanos que, por su sinceridad como militantes, han atraídose la atención así de burgueses como de esbirros del gobierno.
Hasta hoy hay dieciséis prisioneros siendo los nombres de algunos de ellos los siguientes: S.L. Badillo,2 T.N. Córdoba,3 José María Flores,4 Francisco Méndez,5 J.M. Lugo,6 José Encinas,7 Tomás Calderón,8 Juan Moroyoqui, José Francisco,9 Francisco Meleón, Francisco Bejo10 y Lorenzo Luna.11
El cargo que se hace a estos trabajadores es el de conspiración, y aunque al principio fueron las autoridades federales las que comenzaron la persecución, ahora van a turnarse los procesos a las autoridades del estado, pues conforme a las leyes federales, los presos, si resultaran convictos, no tendrían que sufrir más que dos años de prisión, mientras que las bárbaras leyes del estadillo de Arizona consignan penas severísimas para los conspiradores, y naturalmente, tanto los capitalistas como la señora Autoridad, aún atropellando las puercas leyes que ellos dicen son respetables, prefieren que esos pobres trabajadores sufran un castigo que sirva como de ejemplo a todos los esclavos que sienten odio contra el actual sistema político y social.
Por las noticias de la estúpida prensa burguesa de Arizona, se descubre que los perros guardianes del Capital, desde que notaron que existía una conspiración para poner en marcha un movimiento dirigido contra el Capital y la Autoridad, pusieron especial empeño en complicar en esa conspiración a los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, y acabar de esa manera con este foco de propaganda subversiva que aterroriza tanto a todos los que tienen interés en que continúen existiendo las presentes condiciones políticas y sociales que hacen del trabajador un mártir, y del holgazán burgués o funcionario del gobierno un parásito que funda sus placeres en la miseria y el dolor humano.
Nuestros compañeros recordarán que por motivos de salud, salió de esta oficina nuestro querido compañero Teodoro M. Gaytán. Teodoro se dirigió a Arizona en busca de trabajo, y bastó su presencia en territorio de ese bárbaro estado para que se le arrestara en conexión con la conspiración. Se han dado pasos, igualmente, para arrestar a los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, y si no se nos ha puesto en la cárcel, es por el temor que sienten los bandidos de provocar la indignación del elemento revolucionario de este país. Si no fuera eso, ya estaríamos haciendo compañía a estas horas a nuestro buen compañero Teodoro.
Primero se hizo contra Teodoro la acusación de conspiración; pero la honradez de los dignos trabajadores presos en Phoenix, quienes han declarado que él nada tiene que ver en el asunto, ha hecho que el cargo se desvanezca, y si se le tiene preso aún, es porque la Autoridad solamente sirve para oprimir a los trabajadores, para maltratarlos, para explotarlos y robarlos de mil maneras y para ahorcarlos. De la Autoridad no hay que esperar otra cosa que tiranía. Maravilla sería ver alguna vez a la Autoridad atendiendo a las necesidades de los pobres. Ella es el perro de los capitalistas, y no puede ser otra cosa más que perro. No hay que pedir peras al olmo.
Se trata de justificar la prisión de Teodoro alegando los marranos
leguleyos que él debe saber mucho de la conspiración… ¡Caballos!
Un hombre digno no puede prestarse a servir de esbirro para denunciar a sus hermanos de miseria.
Teodoro no tiene dinero, y por lo mismo no puede defenderse, pues es bien sabido que la justicia burguesa es una prostituta que vende sus caricias al que tiene dinero. Bajo el sistema maldito que combatimos con inquebrantable energía, un pobre puede ser inocente; pero si no tiene dinero para tener grata a la Autoridad, irá al presidio o a la horca. La fianza de Teodoro ha sido fijada en la suma de cuatrocientos pesos, y si no podemos conseguir esa suma, Teodoro quedará indefinidamente preso, por el único delito de ser pobre.
Entre los trabajadores presos en Phoenix se encuentran varios miembros del Partido Liberal Mexicano, hombres generosos que por muchos años han vivido sólo para el movimiento obrero. Hay que defender a todos esos trabajadores. Que se sepa, al menos, que no son bandidos sino héroes del trabajo. Ellos seguramente no iban a repletar sus bolsillos de oro para entregarse después a una vida regalona, sino que, abnegados y con el pensamiento fijo en la emancipación de la clase trabajadora, han de haber creído que su acción era benéfica a la causa de los oprimidos.
Ricardo Flores Magón
1 Refiérese a los planes elaborados por simpatizantes del PLM para tomar la ciudad de Phoenix con el objeto de hacerse de pertrechos de guerra y lanzarse a México. Teodoro M. Gaitán, Francisco Bajeca, José M. Lugo, Trinidad N. Córdoba, José Encinas, José Franco, Lorenzo Luna y Juan Moroyoqui fueron llevados a juicio. Los tres primeros fueron puestos en libertad, mientras que el resto fue condenado a la pena de un año y un día de prisión, misma que purgaron en la penitenciaría de Santa Fe, Nuevo México
2 S.L. Badillo. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914. Según el Arizona Republic, el plan subversivo fue descubierto por oficiales del condado de Maricopa y su objetivo era sembrar la anarquía en la ciudad, asaltar bancos y comercios, para provocar una insurrección conjunta de indios y mexicanos contra el gobierno estadunidense y para apoyar la Revolución en México. El periódico acusó a los liberales de inspirar el levantamiento. Fueron aprehendidos varios miembros del Grupo Regeneración de Phoenix, como José M. Lugo (quien también era militante de la sección 272 de los iww) y el veterano liberal Teodoro M. Gaitán, quien se acababa de separar de la redacción de Regeneración de Los Ángeles, para mudarse a Phoenix, donde planeaba atender su quebrantada salud. Los acusados quedaron en libertad a los dos meses, en noviembre del mismo año. Al parecer, ciertamente el Grupo de Phoenix tenía planes insurreccionales, había pensado organizar un levantamiento en coordinación con indios pimas, con un programa nacionalista de independizar el territorio de los Estados Unidos o bien incorporarse a algunos de los grupos revolucionarios que actuaban en México. Estos planes se discutieron con LR. La conspiración aún no pasaba de ser un mero planteamiento, cuando, enterado de ello, el espía mexicano Julio Mancillas provocó la represión del Grupo. Mancillas logró convencer a Badillo para que traicionara a sus compañeros y declarara en su contra por 500 dólares, por lo que fue uno de los primeros en obtener su libertad
3 Trinidad N. Córdoba. Zapatero. Residente de Phoenix, Ariz. Su nombre aparece en lista de correspondencia del PLM del primer semestre de 1906. En diciembre de 1910 era propietario de “una zapatería de la más humilde esfera”. En su local se vendía prensa libertaria y sindicalista como el semanario La Unión Industrial y El Obrero de San Antonio, Tex. Además, ahí se distribuían tarjetas postales con las imágenes de RFM, AIV, Andrea y Teresa Villarreal, LR y Juan Sarabia, acompañadas de algunos de sus textos. Su casa servía de sitio de reunión a los liberales de Phoenix. En enero de 1911 fue nombrado tesorero del nuevo Grupo Regeneración Práxedis Guerrero de esa localidad. El grupo fue infiltrado por el agente Julio Mancillas, quien enviaba diversos informes a los cónsules de México en Arizona, en los que implicó a Córdoba en los planes revolucionarios del PLM para Sonora y Baja California, así como en el acopio de armas y pertrechos. El cónsul de Douglas, Ariz., calificó a Córdoba en uno de sus informes como uno de los “principales agentes de los socialistas, que se ocupan de la remisión de armas”. En diciembre de 1912, Córdoba reorganiza el Grupo Práxedis Guerrero, después de que éste pasara por un periodo de crisis. Casado con María H., procreó un hijo en marzo de 1913, al que puso por nombre Práxedis, “como el mártir de Janos”. En agosto de ese año fue comisionado por la JOPLM para “trabajar entre el elemento indígena del estado en pro de la causa de Tierra y Libertad”. Un año después, en agosto de 1914, fue aprehendido con otros 15 miembros del PLM, acusados de conspiración, por participar en la organización de la insurrección de Phoenix. Córdoba fue sentenciado a pasar un año y un día en la penitenciaria de Santa Fe, Nuevo México.
4 José María Flores. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914.
5 Francisco Méndez. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, y encarcelados en agosto de 1914.
6 Juan Miguel Lugo. Miembro del Grupo Regeneración Práxedis Guerrero de Phoenix, fundado en diciembre de 1912 y miembro del comité del brazo 2 (mexicano) de la Local 272 de los iww de esa ciudad. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, y encarcelados en agosto de 1914.
7 José Encinas. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, y encarcelados en agosto de 1914.
8 Tomás Calderón. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, y encarcelados en agosto de 1914.
9 José Francisco. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, y encarcelados en agosto de 1914
10 Francisco Bejo. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, y encarcelados en agosto de 1914.
11 Lorenzo Luna. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, y encarcelados en agosto de 1914
Hemos recibido de nuestros compañeros yaquis una comunicación que debe ser leída atentamente por todos aquellos que de veras deseen la emancipación económica, política y social del proletariado en general, y que deseen ayudar al proletariado mexicano en la lucha desigual que tiene emprendida para conquistar esa emancipación.
Nadie debería mostrarse indiferente ante los esfuerzos que los desheredados de México vienen haciendo desde hace cuatro años por sacudir el yugo capitalista; pero sucede que mientras aquellos valientes soldados de la Revolución Social se sacrifican y mueren por conquistar para todos Tierra y Libertad, los trabajadores, con muy pocas excepciones, se concretan a aplaudir el heroísmo de sus hermanos de México, mas nada práctico se hace para demostrarles una solidaridad más efectiva, como sería el poner en sus manos los elementos de guerra que necesitan para sostener las conquistas ya hechas y emprender otras que asegurarían el triunfo de las armas del pueblo sobre sus verdugos.
A los miembros del Partido Liberal Mexicano, que no se encuentran con las armas en la mano, recomendamos muy especialmente la comunicación de nuestros parientes y sufridos camaradas yaquis; pero hacemos extensiva dicha recomendación a todos los hombres y a todas las mujeres que pertenezcan a la clase trabajadora, pues todos los pobres, pertenezcan o no al Partido Liberal Mexicano, deben sentirse identificados con los esfuerzos que sus hermanos de clase hacen para obtener su libertad.
La comunicación dice así:
A los miembros del Partido Liberal Mexicano: Salud. Sirvan estas líneas para manifestaros nuestra simpatía por los esfuerzos que hacéis por ayudarnos a sacudir el yugo de nuestros opresores, contra quienes hemos venido sosteniendo una guerra desigual desde hace más de cuarenta años. Con la mano puesta en el corazón, os invitamos a venir a este campamento, donde seréis recibidos con los brazos abiertos por vuestros hermanos de miseria. No tenemos palabras con qué manifestar nuestro reconocimiento por los sacrificios que hacéis por nosotros, y esperamos que siempre estaréis dispuestos a tendernos la mano, hasta que el capitalismo haya desaparecido de esta región del Yaqui y la Bandera Roja de Tierra y Libertad no tenga ya enemigos que combatir. Recibid los saludos de toda la tribu Yaqui y un fraternal abrazo de vuestros compañeros por Tierra y Libertad. En representación de la tribu Yaqui firman: Luis Espinosa, Juan José Sibalaume, Luis Matus, Juan José Gómez, Ignacio Mori. El representante de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano en la región del Yaqui: Juan F. Montero. Cuartel General de la tribu en Torocopobampo, Río Yaqui, Sonora, Julio 15 de 1914.
Excitamos a todos nuestros compañeros a que se preocupen por la suerte de los buenos que, arriesgándolo todo, se encuentran frente a frente del enemigo. Esos luchadores necesitan algo mejor que un aplauso, que por sincero que sea, no es más que ruido. Esos luchadores necesitan armas y parque en abundancia y literatura revolucionaria profusamente distribuida, y todo eso no se consigue con aplausos o brindando en las cantinas a la salud de los héroes del proletariado, sino con dinero contante y sonante.
Si el Partido Liberal Mexicano pierde el terreno conquistado en la región del Yaqui, esa derrota, como otras más, deberá ser atribuida no tanto a la fuerza de la burguesía, cuanto a la indiferencia y al egoísmo de los proletarios, y la actitud criminal de los que erigidos en directores de la opinión, en moldeadores de un nuevo modo de pensar y de obrar, que en vez de hacer esfuerzos por crear una mente favorable a la desesperada lucha del proletariado mexicano contra sus opresores, guardan cobarde silencio o se entregan a la tarea antilibertaria de engendrar o fomentar “dudas”.
Guerrero, Berthold, Orozco, Lomas, Rincón y mil mártires más han de estremecerse en la oscuridad de sus sepulcros ante la indiferencia y la traición de los que, teniendo como deber fomentar con todas sus fuerzas una lucha por la cual derramaron su sangre generosa, se muestran hostiles a ella, o al menos, fríos, indiferentes, como si se tratara de resolver un problema que afectase solamente a los habitantes de Marte.
Ricardo Flores Magón
Con qué facilidad acepta la mentira el rebaño humano, y cuánto se opone a creer en la verdad.
El embaucador León Cárdenas Martínez, quien tiene la culpa de haber sido ahorcado el jovencito de su hijo, pues el dinero que por nuestra influencia recaudó para la defensa lo malgastó en un periodiquito dedicado a calumniar el movimiento revolucionario mexicano, dicho embaucador anda haciendo circular unos mamarrachitos en los cuales invita a los trabajadores a ir a colonizar no sabemos qué tierras que existen en México.
La aventura sería por demás desagradable para los que, creyéndose de las mentiras del explotador, se embarcaran en una empresa semejante, pues la tierra se está conquistando en México arma al brazo, y no por medio de caravanas colonizadoras como si se tratara de apoderarse de desiertos. Desde que la tal caravana pasara la frontera, sería atacada por las fuerzas gobiernistas, y las pobres mujeres y los inocentes niños serían quienes más mal librados saldrían de la estúpida aventura. Para ir a México hay que armarse bien y conquistar a punta de bala el terreno que se desea obtener, como lo han conquistado los yaquis, los compañeros de Durango, los campesinos de Morelos, de Puebla, de Guerrero y de tantos otros estados. Tierra por conquistar hay mucha; pero hay que apoderarse de ella a sangre y fuego.
De paso es bueno advertir que el jovencito ahorcado no era un libertario. Era religioso. Cayó al presidio y fue al cadalso acusado de un hecho que nada tuvo de libertario: la muerte de una pobre mujer. Nosotros creemos que el jovencito era inocente del crimen; pero eso no justifica el lloriqueo que se ha levantado por todas partes con motivo de su ejecución, pues si somos lógicos, deberíamos llorar todos los días, porque casos de esa naturaleza abundan en todos los países bajo este maldito sistema. Los llamados errores judiciales son el pan de cada día. No vemos, por lo mismo, justificado tanto lloriqueo, y menos cuando en las prisiones de Texas se encuentran en los calabozos catorce anarquistas, catorce verdaderos libertarios, amenazados de muerte por el hecho de haber pretendido ir México a luchar contra el Capital, la Autoridad y el Clero.1
¿Por qué se hace tanto alarde de sentimentalismos por la ejecución de uno que ni siquiera fue de los nuestros, y en cambio se hace el silencio cuando el verdugo está a punto de poner la cuerda en el cuello de verdaderos anarquistas, de verdaderos soldados de la Revolución Social?
Más lógica, compañeros. Una poca de vergüenza, hermanos.
¿O esperáis a que los compañeros sean ahorcados para derramar lágrimas de cocodrilo?
Ricardo Flores Magón
1 Refiérese a los llamados Mártires de Texas
Por fin, el Presidente Provisional Carbajal se vio obligado a dejar la Presidencia bajo la amenaza de que si no se ponía de acuerdo con Carranza, los Estados Unidos desembarcarían más tropas en Veracruz y marcharían esas fuerzas sobre la ciudad de México donde clavarían la bandera de las barras y las estrellas, asegurando de esa manera el triunfo del constitucionalismo. Carbajal prefirió abandonar el gobierno, y las fuerzas constitucionalistas de Álvaro Obregón hicieron su entrada a la capital sin disparar un tiro.
Carranza debe haber hecho su entrada triunfal a la ciudad de México el jueves de esta semana, y en estos momentos ha de estar sentado en la silla de la que bajó Madero a la tumba.
El gobierno de los Estados Unidos ha declarado que tan pronto como Carranza ocupara la Silla Presidencial, sería reconocido su gobierno y se darían los pasos necesarios para retirar las fuerzas norteamericanas que ocuparon la ciudad de Veracruz.
No es Carranza el que ha triunfado sobre Huerta y Carbajal, sino Wilson y Bryan. No fueron las armas constitucionalistas las que derribaron a Huerta y Carbajal, sino el oro de los burgueses de los Estados Unidos.
La sangre derramada por carrancistas y huertistas ha sido ofrendada a los grandes negociantes de los Estados Unidos, de Europa y a la orgullosa burguesía mexicana.
No es Carranza el que tiene en sus manos las riendas del gobierno mexicano; son los reyes del acero y del aceite; los magnates de los ferrocarriles y de los barcos los que gobiernan México desde sus oficinas en Nueva York; la bandera de los tres colores es una traducción al mexicano de la bandera de las barras y las estrellas. Carranza no es otra cosa que un títere movido por los tramoyistas de Wall Street.
¡Qué honra para los patriotas!
Pero este nuevo acto de la comedia política terminará en tragedia, y Carranza bajará bamboleando del solio presidencial dentro de pocos meses, como bajó Madero al sepulcro asesinado por su propia misión. Tomar la Silla Presidencial en esta época es tomar un vaso de cicuta. Nada más inoportuno que pretender ser gobernante cuando el respeto a la Autoridad se desvanece en las conciencias como el humo de un cigarro.
El gobierno carrancista será efímero; vivirá, como dijo alguien, lo
que vive una flor.
El pueblo no quiere presidentes, sino pan. Por eso, la Revolución queda en pie.
Y mientras Carranza celebra el triunfo de la burguesía, los proletarios inteligentes permanecen en las montañas, arma al brazo, continuando una lucha que no puede terminar con la exaltación de un hombre a la Presidencia de la República, sino con la abolición del derecho de propiedad privada y la muerte del principio de Autoridad.
La paz está muy lejana todavía, señores capitalistas. La paz se hará por sí sola, cuando todo ser humano tenga asegurados el pan, la casa, el vestido y la educación.
Mientras el ser humano no tenga la seguridad de comer el día de mañana, mientras retengáis en vuestras manos, señores burgueses, la tierra, la maquinaria, las casas y todo lo necesario para hacer una vida civilizada, la paz será sólo una bella ilusión.
Adelante pues, proletarios mexicanos. No rindáis vuestras armas ni aun cuando por medio de ellas hayáis expropiado la riqueza que detentan vuestros verdugos.
Ricardo Flores Magón
El nuevo Papa, que ha adoptado el nombre de Benedicto XV, va a hacer un llamamiento a las naciones para que se pongan en paz.
Benedicto mira muy lejos. Él comprende que el descontento de los pueblos contra el actual sistema va a ser la consecuencia inmediata de la Gran Guerra universal, y que ese descontento precipitará la Revolución Social en todo el mundo.
Benedicto ve que los pueblos se van a dar cuenta al fin, de que si hay guerras, si hay trastornos de toda clase, si no hay paz permanente sobre la Tierra, es porque la clase capitalista de cada país quiere dominar a la clase capitalista de otro, y ¡oh, ironía!, no son los capitalistas los que empuñan las armas para pelear unos contra otros, como sería lo más razonable, sino que son los proletarios los que se despedazan en beneficio de sus verdugos.
Los pueblos van a comprender al fin que el patriotismo es un sentimiento que la burguesía cultiva en el corazón de los proletarios, para que, cuando se ofrezca, esto es, cuando a ella le convenga, pueda exaltar las pasiones populares y ponerlas así a su servicio.
Benedicto comprende que al darse cuenta los pueblos de que los pobres nada tienen que ganar al pelear con los pobres de otra nación, se levantarán en armas contra el sistema maldito que produce esos choques, y que la Iglesia, como parte de ese sistema, tendrá que perecer también. No es, pues, por humanidad, por lo que el Papa va a hacer un llamamiento a las naciones para la paz, sino porque quiere salvar las instituciones políticas y económicas, sociales y morales que hacen posible la existencia de las religiones. Confiemos en que a pesar de los esfuerzos del Papa, la guerra seguirá de frente, para que sus horrores hagan pensar al fin a los humildes que el único remedio que hay es enarbolar la Bandera Roja y levantarse contra sus opresores y sus explotadores.
Ricardo Flores Magón
La Gran Guerra continúa; la guerra sigue su marcha. Alemania, en el occidente de Europa, descarga golpes formidables sobre las fuerzas aliadas de Bélgica, Inglaterra y Francia, que se oponen a su marcha hacia París. Tan pujante ha sido la embestida de los alemanes, que sus fuerzas ocupan ya posiciones distantes en algunos puntos, solamente a unas treinta y cinco millas de París.
En el oriente de Europa, el Ejército ruso, que comenzó a invadir con buen éxito la Prusia oriental, ha sido detenido en su avance hacia el corazón de Alemania; pero si la fortuna ha sido adversa a las armas rusas en Prusia, el Ejército del Zar ha logrado obtener victorias de importancia militar en Galitzia, Austria-Hungría, victorias que pueden tener como consecuencia la ocupación total del Imperio AustroHúngaro por las de Serbia, Rusia y Montenegro.
Holanda ha completado sus trabajos de resistencia contra posibles incursiones de fuerzas alemanas por su territorio; Turquía está completando su movilización para emprender la lucha a favor de Alemania y Austria-Hungría, intentando levantar al Egipto y la India contra los ingleses; Turquía comprometida en guerra significa la entrada franca de Italia y Grecia en la gran contienda en contra de ella; Portugal se ha declarado de parte de Inglaterra, Francia y Rusia; el Japón ha comenzado el asedio de Tsing-Tao, capital de Kiao-Chau, por mar, y ha desembarcado gruesos cuerpos de ejército en territorio chino, para completar el asedio por tierra.
Los Estados Unidos, comprometidos con China a defender la neutralidad de su territorio, han abandonado a su protegida.
Suecia sueña con reconquistar Finlandia y se prepara para la guerra; las colonias alemanas de Sudáfrica son atacadas por fuerzas de Inglaterra; las Islas Samoa, posesiones alemanas, fueron ocupadas por una expedición inglesa destacada de Nueva Zelanda.
Previendo la captura del Canal de Panamá por alguna de las fuerzas beligerantes, los Estados Unidos han estado enviando un gran número de cañones a aquella región. Los burgueses de los Estados Unidos, en su ansia de aprovecharse de las desgracias de otros pueblos para hacer negocio, han querido comprar, por conducto del gobierno, los barcos mercantes que, por pertenecer a Alemania, no pueden hacer el tráfico sin correr el riesgo de caer en las garras de los barcos de guerra de Inglaterra y de Francia; pero los gobiernos de estas dos naciones han dicho a Wilson que no tolerarán esa clase de negocios.
Los Estados Unidos están preocupadísimos por la suerte de los grandes negocios americanos en el Oriente, pues temen que Japón no se conforme con derrotar a los alemanes en Kiao-Chau, sino que quiera, como es lo más probable, afianzar su soberanía en los mares del Oriente, capturando las Filipinas, las Carolinas, Hawai, las Islas de los Ladrones y otras pertenencias de los Estados Unidos y de Alemania. Se dice que en las islas Hawai, cuya población es de unos ciento veinte mil habitantes, hay ochenta mil residentes japoneses, y que el Japón considera las islas Filipinas, como la prolongación natural de su propio territorio. Si a esto se agrega la rivalidad que, por cuestiones de negocios, existe entre Japón y los Estados Unidos, la guerra entre estos dos países es casi segura.
Aprovechándose de las circunstancias, los pueblos oprimidos de Egipto, la India y los estados africanos del Transvaal y Orange, se muestran dispuestos a levantarse en armas contra el dominio de Inglaterra. Persia pondrá sus destinos en manos de Alemania, y Rumania y Bulgaria esperan que Turquía declare la guerra a Inglaterra y Francia para ayudar a los enemigos de estas dos naciones.
La guerra se extiende más llevando sus flamas a los más apartados rincones de la Tierra. La sangre humea en los campos de batalla. Por donde pasan los ejércitos victoriosos, los plantíos son incendiados, las casas reducidas a ruinas, las obras de arte mutiladas o destruidas, las mujeres violadas, los ancianos y los niños vejados o asesinados. Poseídas de una cólera absurda, grandes masas de hombres armados arremeten unas contra las otras, ciegas, frenéticas, bestiales, odiosas, despedazándose en nombre de patrias imaginarias, porque el pobre no tiene Patria, pues lo que se llama Patria está poseída por los ricos.
La guerra sigue su curso, la guerra de los grandes negocios, la guerra de los ricos de una nación contra los ricos de la otra, pero en la que no se hacen pedazos los ricos, sino los esclavos, imbéciles criaturas que no saben lo que hacen, miserables juguetes de la burguesía y el gobierno.
Millones de hombres se encuentran sobre las armas, enseñándose los dientes y aniquilándose mutuamente para que un puñado de bribones de cada país pueda hacer mejores negocios; y mientras los trabajadores bestializados y embrutecidos se dejan matar en beneficio de sus señores, éstos, en el fondo de suntuosos palacios, celebran en interminables orgías la estupidez de sus esclavos que les llenan de oro sus arcones en tiempo de paz, y se lanzan unos contra los otros cuando los caudales encerrados en esos arcones amenazan disminuir por la competencia de los burgueses de otras naciones, porque el trabajador suda y se afana en tiempo de paz para enriquecer a sus amos, y derrama su sangre en tiempo de guerra para asegurarles una vida holgazana y criminal.
Lágrimas, dolor, luto, hambre: ésta es la cosecha inmediata de la catástrofe; pero esa negra cosecha será el acicate que, al sangrar los hogares de los pacientes pueblos, hará que éstos se encabriten al fin y echen por tierra a todos los parásitos que se han nutrido de su sangre: burgueses, sacerdotes, gobernantes.
Esta guerra tiene que ser la última, o tendremos que confesar que los revolucionarios no sabemos ponernos a la altura de las circunstancias. Esta guerra reclama la acción de todos los revolucionarios del mundo. Agitemos para precipitar la catástrofe final, aquélla bajo cuyos escombros quedarán para siempre reducidos a cenizas coronas y tiaras, altares y dioses, burgueses y tiranos.
Ricardo Flores Magón
Un telegrama de Washington publicado por la prensa local dice que el problema más grave que tiene en frente Carranza es el de la pacificación del país.
La pacificación del país, lo hemos repetido hasta la saciedad, no es, no puede ser el resultado del hecho de que un hombre tome posesión de la Silla Presidencial, sino una consecuencia de este hecho: la libertad económica del pueblo mexicano, esto es, la posibilidad de vivir mediante un trabajo útil sin necesidad de tener que alquilar los brazos a nadie.
Mientras no se consiga esa libertad, fuente y origen de todas las libertades, el pueblo mexicano continuará la guerra que hasta hoy ha sostenido contra lo que se opone al disfrute de ese gran bien.
Y la guerra contra la opresión y la explotación continúa. Los nuestros no se rinden; Zapata tampoco se rinde. La prensa ha hablado mucho de los supuestos arreglos que ha habido entre Carranza-Villa; pero nada de eso es cierto. Wilson ha enviado representantes especiales a hablar con Zapata, para inducirlo a que deponga su actitud hostil; pero el honrado luchador suriano no ha comprometido en manera alguna la suerte de su noble campaña. Carranza le ha propuesto hacerlo Gobernador del Estado de Morelos, siempre que lo reconozca como primera autoridad de la República; Zapata, con la dignidad del verdadero revolucionario, se ha negado a aceptar el ofrecimiento.
Ha habido, ciertamente, conferencias entre representantes de Zapata y de Carranza; pero no se han llegado a poner de acuerdo en el asunto principal: el de la tierra. Carranza quiere resolver el problema haciendo que el gobierno compre tierra a los ricos, para vendérsela a los pobres a plazos; mientras que Zapata quiere arrancar la tierra de las manos de los ricos, para que el pueblo la tenga sin tener que pagar por ella ni un solo centavo. De hecho, un buen número de haciendas de los estados del sur se encuentran en poder de los proletarios, protegidos por las armas de los revolucionarios.
Siendo radicalmente opuestas las miras de Carranza y Zapata, no hay que abrigar temores de que el valiente revolucionario del sur se someta al gobierno constitucionalista.
Villa y Carranza continúan enseñándose los dientes. Villa también quiere ser presidente, alegando que él tiene más méritos que Carranza. El cuartelazo de Villa es esperado de un momento a otro y eso acabará de poner a Carranza en una situación más crítica aún.
Los ex federales, en número de veinte mil hombres, son dueños de la región comprendida entre Puebla y México, y se niegan a dejar las armas hasta que se les garantice la libertad y la vida. El Puerto de Salina Cruz en la costa de Oaxaca, está ocupado por los ex federales, y la prensa americana trae la noticia de que Puerto México (Coatzacoalcos) ha sido tomado por un batallón de ex federales, con lo que pierde Carranza la región del Istmo de Tehuantepec.
Tal es la situación del país en estos momentos. La burguesía ve con terror que ya no puede engañar a los trabajadores y se agrupa alrededor de Carranza, de Villa, de los generales ex federales, con la esperanza de que alguna de esas facciones burguesas triunfe definitivamente, sin darse cuenta de que su división la debilita ante el movimiento netamente revolucionario, el que incendia archivos, destruye iglesias, fusila autoridades, derriba los cercados, pone la tierra en las manos creadoras de los campesinos, abre las bodegas para que tomen lo que necesiten los habitantes de las regiones en que hace su aparición y pone de esa manera los cimientos de una sociedad más libre, más justa y más sabia.
Ricardo Flores Magón
Estamos en presencia de un caso típico de justicia burguesa, o mejor aún de justicia americana, que es la justicia burguesa por excelencia.
Se recordará que en el número anterior hablábamos de un supuesto movimiento revolucionario en Arizona que, al decir de la prensa burguesa, tan novelera, tan frívola, tan estúpida, tan servil, tan “amarilla” iba a ser iniciado por revolucionarios mexicanos y que tenía como objetivo inmediato la toma de la ciudad de Phoenix, capital del Estado de Arizona, y, como fin, según esa misma prensa, la marcha del Ejército rebelde sobre México para luchar ahí por el principio salvador de Tierra y Libertad.
Dijimos también que algunos de los presos en conexión con ese movimiento son miembros del Partido Liberal Mexicano, trabajadores honrados, abnegados, luchadores que por muchos años no han tenido en la mente más que este pensamiento: la libertad económica, política, social de la clase trabajadora. Se encuentran en la cárcel de Phoenix los siguientes compañeros: Teodoro M. Gaytán, Juan Moroyoqui,1 Lorenzo Luna, Francisco Molina,2 Francisco Bajeca,3 Juan Rivera,4 Alberto Moreno,5 José Encinas, Tomás Calderón, Teodoro Ramos,6 Trinidad N. Córdoba, J.M. Lugo e Ignacio Lugo.7
No hay ni uno solo de estos trabajadores que sea culpable de lo que se les acusa; pero como ellos se han distinguido siempre como militantes, como nunca han desperdiciado oportunidad para enseñar a sus hermanos de cadenas que el rico no tiene derecho a aprovecharse del trabajo de los pobres, y que si el robo que cometen los ricos del trabajo de los pobres no es castigado por la ley, es porque la Autoridad no es más que la alcahueta de los crímenes que cometen los burgueses. Estas lecciones dadas a los humildes constituyen el delito por el cual esos nobles trabajadores se encuentran presos. Por su actividad como propagandistas se atrajeron el odio de la burguesía de Arizona, la que pensó que la mejor manera de deshacerse de ese elemento que abría los ojos a los explotados era arrojar a presidio a todos sus componentes; pero se necesitaba una excusa para encerrar a ese puñado de hombres honrados, un pretexto que pudiera aparecer ante los ojos del pueblo trabajador como causa justificada de su arresto.
La excusa no tardó en presentarse. Julio Mancillas,8 individuo que ha estado varias veces a sueldo de los cónsules mexicanos en los Estados Unidos, para espiar los movimientos de los trabajadores mexicanos, logró captarse la confianza de algunos revolucionarios de Phoenix y pudo de esa manera introducirse entre el elemento consciente de la ciudad. Mancillas, se dice, instigó a los trabajadores mexicanos a que se levantaran en armas, y, cuando ya tenía comprometidos a muchos, vendió el secreto a ciertas autoridades de Phoenix, las que desde luego procedieron a arrestar no a los comprometidos con Mancilla, sino a los que más teme, a los que siempre ha temido, a los reconocidos como activos y abnegados, a los que se han significado por su honradez y por su lealtad a la causa de los desheredados.
Se dice que Mancillas recibió la suma de quinientos dólares como precio de su trabajo de librar a la sociedad burguesa de la actividad de los honrados trabajadores presos.
Pero no bastaba con el testimonio de Mancillas; la ley requiere que haya dos testimonios iguales para que pueda haber arresto. Mancillas, se dice, se apersonó con S.L. Badillo, uno de los arrestados, y le dijo que si él, Badillo, se prestaba a declarar contra los demás presos, quedaría en libertad y recibiría una suma igual a la que él había recibido. Badillo aceptó y quedó en libertad, según se asegura.
El testimonio de esos dos individuos es el que condena a nuestros pobres compañeros.
Puede decirse, sin temor a equivocarse, que fue la Autoridad la provocadora del proyecto de insurrección, y que, si ha habido alguna conspiración, esa conspiración ha sido la de los burgueses de Arizona para sembrar el terror de los trabajadores que más se han significado en la propaganda contra el Capital y la Autoridad.
Culpables o no culpables nuestros compañeros conforme las regulaciones de la ley burguesa, ellos tienen toda nuestra simpatía y merecen el apoyo decidido de los trabajadores honrados. Gaytán, Bajeca, Córdoba, Lugo, etcétera, son hombres que se han consagrado a defender a sus hermanos de clase. Los presos de Phoenix merecen ser ayudados por los trabajadores para que puedan defenderse. Gaytán no ha cometido otro delito que ser fiel a la causa de los trabajadores, y no hay contra él la más ligera evidencia. Lo mismo puede decirse de los demás.
A ayudar a todos esos hermanos. Envíense contribuciones para la defensa de los compañeros de Arizona. Nosotros queremos contratar un abogado que vaya a defenderlos; pero no contamos con fondos para hacer el anticipo de una parte de los honorarios que todo abogado acostumbra pedir. No tenemos dinero ni para publicar regenera ción que está saliendo a luz con mucha irregularidad. En octubre serán llevados esos compañeros ante el jurado. No hay, pues, tiempo que perder. Manos a la obra.
Ricardo Flores Magón
1 Juan Moroyoqui. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914.
2 Francisco Molina. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914.
3 Francisco Lázaro Bajeca. Minero. Residente de Tempe, Ariz. (1912-1914). Secretario del Grupo Regeneración Emancipación Social de Tempe. Detenido en septiembre de 1914 y arrestado en Phoenix, acusado de participar en un supuesto movimiento armado que se proponía tomar Phoenix, para desde ahí marchar sobre México.
4 Juan Rivera. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914.
5 Alberto Moreno. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración para tomar Phoenix, Ariz., y que fueron encarcelados en agosto de 1914. En enero de 1912 participó en una velada para conmemorar la muerte de Práxedis G. Guerrero, en Seguin, Tex. Su discurso fue reproducido en Regeneración
6 Teodoro Ramos. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914.
7 Ignacio Lugo. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914
8 Julio Mancillas. Informante. Pintor, decorador y tapicero. Residente de Los Ángeles, Cal. Estableció contacto con la JOPLM en marzo de 1906. Miembro del Grupo Regeneración de Los Ángeles. En octubre de 1910 trabajó en la oficina del semanario y publicó en el periódico un anuncio ofreciendo sus servicios: “Hago toda clase de trabajo fino y corriente a precios sumamente módicos. Me dedico con especialidad a amplificar retratos en lino, seda o terciopelo, garantizando la perfección fisonómica. Por retratos al óleo, 10 × 20, con elegante marco ovalado o cuadrado, cobro $6.00”. Mancillas también tenía aptitudes como declamador: durante una reunión del Grupo angelino celebrada en enero de 1911 recitó la Oda heroica dedicada a RFM, escrita por Juan Sarabia en la cárcel de Belem. En noviembre de 1910 participó en la organización del grupo local de la Liga Panamericana de Trabajo y ocupó el puesto de secretario de la agrupación, mientras Francisco B. Velarde fue nombrado organizador, y Lázaro Gutiérrez de Lara, tesorero. Apoyó la organización de la asociación unionista Jornaleros Unidos. En febrero de 1911 fue nombrado delegado especial de la JOPLM y realizó una gira proselitista por California y Arizona; participó entonces en la organización de grupos preparados para tomar las armas e ingresar a territorio mexicano. Según el agente del gobierno mexicano Ricardo S. Bravo, a partir de mayo de 1911 y debido a un “fuerte disgusto con Magón por sus ideas de introducir filibusteros a la Baja California”, Mancillas se convirtió en informante del gobierno mexicano. Desde ese momento trabajó como espía a sueldo del maderismo y proporcionó datos sobre los grupos que participaban del plan revolucionario del PLM. En diciembre de 1912 fue arrestado en Ray, Ariz., acusado de organizar una huelga. En noviembre de 1913, Regeneración advirtió a los mineros de Arizona que Mancillas era un “esbirro al servicio de los cónsules”, y que ya no pertenecía al PLM, aunque aún portaba credencial de la organización. Trabajó como provocador al servicio del gobierno mexicano en la insurrección de Phoenix de 1913.
El resultado obtenido de las conferencias de paz últimamente celebradas entre los representantes de Venustiano Carranza y el valiente revolucionario suriano, Emiliano Zapata, debería convencer a la orgullosa burguesía mexicana y a la arrogante burguesía de los Estados Unidos de este hecho claro, sencillo, preciso: el pueblo mexicano se ha levantado en armas, no para cambiar de gobernantes, sino para conquistar su libertad económica, esto es, la posibilidad de ganarse la vida por medio del trabajo, sin necesidad de alquilar los brazos a nadie.
Venustiano Carranza envió a Luis Cabrera, Juan Sarabia y Antonio I. Villarreal, el famoso personaje de aquellos anormales amoríos que tuvieron por escenario las cuatro paredes de una barbería de Lampazos, a inducir al revolucionario del sur a que se cobijara bajo la bandera constitucionalista. El gran revolucionario suriano hizo notar a los politicastros de Carranza que él ya había llevado a la práctica los ideales de la Revolución, como lo demostraba el hecho de que la tierra estaba en poder de los trabajadores en el territorio controlado por las fuerzas surianas, y manifestó, de manera categórica, que no estaba dispuesto a permitir que lo que la Revolución había llevado a cabo fuera desbaratado por Carranza o por cualquier otro ambicioso.
The Los Angeles Times del domingo 13 de este mes dice:
Zapata se muestra muy satisfecho de lo que él llama el buen trabajo que ha llevado a cabo en favor de las masas del Estado de Morelos. Él dice que este estado es otra vez próspero, y esta prosperidad es más notable en la población rural a pesar de la continua lucha que ha tenido necesidad de sostener para poner en práctica sus planes agrarios. En algunas de las haciendas, las fábricas de azúcar fueron operadas durante la última estación por los peones mismos bajo un plan cooperativo y los productos fueron distribuidos entre los trabajadores.
Mucho se ha hablado de que Zapata había entrado en compromisos con Carranza; pero esto se hacía con el propósito de sembrar el desaliento entre los revolucionarios del resto del país. Lo cierto es que nada se arregló en las famosas conferencias provocadas por Carranza, y como consecuencia de la falta de acuerdo, las operaciones militares han sido reanudadas entre los carrancistas y los revolucionarios del sur.
Zapata no se vende. Zapata rendirá las armas cuando no haya uno solo que se oponga al derecho que tiene el trabajador de hacer uso de la tierra.
Carranza no tiene vergüenza. ¿Cómo se atreve a enviar para que trate con hombres a un infeliz pederasta como es Antonio I. Villarreal? ¿No sabe Carranza que Villarreal sostuvo relaciones amorosas con un barbero en Lampazos de Naranjo, Estado de Nuevo León?
Ricardo Flores Magón
Nuestros compañeros han de estar informados por la prensa burguesa de todos los incidentes de la Gran Guerra mundial. Las fuerzas aliadas de Inglaterra y Francia, que al principio habían sido rechazadas continuamente al grado de creerse que París iba a quedar sitiada en pocos días por las fuerzas alemanas, tomaron la ofensiva e infligieron a los alemanes derrotas de importancia haciéndolos retroceder, retardando, de esa manera, la captura de la ciudad de París.
En la Prusia oriental, los rusos volvieron a tomar la ofensiva y avanzan hacia el interior del país, mientras que por la provincia de Galitzia, Austria, repulsan a las fuerzas austriacas que buscan un refugio en los Montes Cárpatos.
Italia tiene ya más de 500 000 soldados listos para la matanza. Serbia y Montenegro obtienen continuas victorias sobre los austriacos. Turquía desafía a todas las potencias derogando los privilegios especiales de que gozaban tanto ella como sus súbditos en territorio turco. En la India fermenta la revolución contra la tiranía inglesa. En Kiau-Chao, las fuerzas alemanas sufren la primera derrota en manos de los japoneses.
El radio de la guerra se ha extendido a Asia, África y Oceanía.
¡Que viva la guerra! ¡Que siga la guerra! ¡Que toda la superficie del planeta sea teatro de la gran conflagración!
¿Que mueren millones de hombres? ¡Mejor! Los pueblos son tan imbéciles que necesitan esos terribles golpes, esas formidables sacudidas para despertar. No nos entreguemos a lloriqueos, sentimentalismos ante el espectáculo de la desolación y la ruina. Aceptemos con entereza el resultado de la estupidez humana, y digamos a los que quieran oírnos: hermanos, he ahí a lo que conduce vuestra obstinación en no atender nuestros sanos consejos. Os hemos dicho que mientras exista el derecho de propiedad individual, no podrá haber paz en la tierra. Nos llamáis ladrones cuando os aconsejamos que pongáis en práctica la expropiación de la riqueza social para el beneficio de todos; pues, bien, no os quejéis, aceptad las consecuencias de vuestra estúpida resistencia a nuestras palabras y a nuestros actos. Nos llamáis réprobos y bandidos y asesinos cuando os aconsejamos que deis muerte al principio de Autoridad; pues, bien, no suspiréis ni os quejéis cuando vuestros amos os agrieten los lomos a latigazos, y os conduzcan a puntapiés a que toméis vuestro puesto en las filas de salvajes que se destrozan para aumentar los caudales de sus verdugos.
¡Que siga la guerra! ¡Que el cañón no deje piedra sobre piedra de las ciudades malditas en cuyas covachas se amontona el ganado humano! ¡Eso ahorrará trabajo a la dinamita del revolucionario! ¡Que los plantíos queden arrasados, para ver si el hambre pone en las manos del desheredado la piedra que ha de destrozar el cráneo de sus tiranos!
La catedral de Reims ha sido destruida por los cañones alemanes,
¡que caigan todas ellas! ¿No son ellas los nidales de esas víboras que se enroscan en el corazón humano para infiltrar en él el veneno de la paciencia, de la mansedumbre, de la resignación, cuando la tiranía no se ablanda con lágrimas ni rezos, sino con golpes?
¡Que siga la guerra! ¡Que mueran millones de borregos, a ver si el resto se convierte en lobos a fuerza de sufrir! Porque mientras el hombre tenga un pedazo de pan seguro de llevarse a la boca, sus puños no se atreverán a alzarse contra los tiranos. Es la desesperación la madre de los grandes actos. La desesperación redujo a escombros la Bastilla; la cólera y la desesperación de tres siglos de vida ignominiosa derribaron las puertas de Granaditas.
¡Que siga la guerra! ¡Que el espectáculo horrible de la muerte, la desolación, el hambre, la ruina, sacuda a los pueblos aletargados con el narcótico de las banderas, de las patrias y de las religiones, y que comprendan al fin que es insensato destrozarse por enriquecer a los
burgueses y mantener parásitos llamados gobernantes!
Ya que la razón no entra con palabras en los duros cráneos de las masas, que entre a golpes.
La letra con sangre entra, decía una frase bárbara de nuestros antepasados. Parece que los pueblos necesitan una pedagogía de hotentotes para abrir los ojos a la razón.
Y parece que algunos pueblos ya los están abriendo. En Viena, las masas populares se agitan contra el gobierno; en Bohemia se notan síntomas de insurrección. ¡Adelante, valientes! ¡A recoger el revólver caído de las manos del justiciero de Sarajevo!
Gritad todos: ¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
Wilson ha ordenado la retirada de las fuerzas americanas que ocupan Veracruz. Esto prueba que la invasión de México por las fuerzas de los Estados Unidos no tuvo más que un solo objeto: el de ayudar a Carranza a derribar a Huerta.
Carranza como Primer Magistrado de la nación mexicana no es más que un títere movido por los intereses americanos en México. Si Carranza no puede al fin hacer la paz, como es lo más probable, Wilson, en representación de los negociantes de los Estados Unidos, sentará a otro muñeco en la Silla Presidencial.
Los mexicanos deben convencerse de este hecho: que cualquiera que sea el presidente de México, ese presidente tendrá que ser hechura de la burguesía americana.
Y ese indecente estado de cosas perdurará en tanto que una parte del pueblo mexicano siga luchando por encumbrar a alguien a la Presidencia de la República, por tener un nuevo gobernante.
Únase el pueblo mexicano y, haciendo suyos los principios consignados en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, proclame a la faz del mundo entero su voluntad inquebrantable de no querer más gobierno.
¿Para qué queremos gobierno? ¿Para qué queremos verdugo?
Adóptense los principios salvadores del Manifiesto de 23 de Septiembre y habrá desaparecido la necesidad de tener gobierno. El gobierno es necesario para defender el privilegio; pero desde el momento que por la abolición del derecho de propiedad individual no hay privilegios especiales que guardar, la necesidad de que exista un gobierno desaparece.
Decidíos, mexicanos, a adoptar una nueva forma de convivencia social en la que no haya necesidad de que alguien maneje el látigo para hacernos obedecer unas leyes que nos degradan y que solamente benefician a los ricos.
Leed nuestro Manifiesto. Pedid ejemplares de él a esta oficina y estudiadlo y haced que otros lo estudien. La práctica de estos principios dará como resultado la paz permanente en México, y la paz permanente en todo el mundo, cuando los pueblos todos de la tierra los adopten.
Ricardo Flores Magón
Carranza ha señalado el día primero de octubre próximo para la reunión de una turba de jefes constitucionalistas en la ciudad de México. Esa reunión de militares tendrá por objeto el que se designe una persona que funja de Presidente Provisional para que éste convoque al pueblo a elecciones generales para Presidente de la República, Magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Diputados y Senadores al Congreso de la Unión, con lo que la maquinaria gubernamental quedará lista para continuar oprimiendo al pueblo de una manera legal.
¿Qué gana el proletario con el hecho de depositar en la urna una boleta electoral en la que ha puesto el nombre de la persona que ha de formar parte del gobierno? En su casa no habrá más pan por el mero hecho de que elija a Carranza o a cualquier otro hombre; ni su compañera, ni sus hijos podrán usar vestidos limpios y confortables.
El gobierno no da pan; lo quita. El gobierno no imparte justicia; la niega con su sola existencia. El gobierno no es garantía de paz y de fraternidad, sino el sostenedor de un sistema que hace posible que el fuerte, el astuto, el inteligente, estén por encima del débil, del ignorante y del tonto, y por lo mismo, en lugar de ser fuente de paz y de fraternidad el gobierno es fuente de la injusticia, del odio, de la guerra entre los seres humanos.
El trabajador que empuña una boleta electoral es digno de lástima, porque él mismo se nombra a sus verdugos, él mismo fabrica el látigo que ha de cruzarle el rostro, él mismo permite que perdure este sistema infame en que, para darse una vida regalada, es preciso tener bajo los pies a los débiles, a los ignorantes y a los tontos.
Mexicano: al que te ofrezca una boleta electoral, húndele un puñal en el pecho, porque te hace objeto de un escarnio, porque quiere que tú mismo designes el verdugo que ha de tenerte en la esclavitud.
Así, pues, a afilar los puñales.
Ricardo Flores Magón
Paterson, N. J., Septiembre 7 de 1914.
Queridos camaradas de regeneración:
Ayer, día 6, en un mitin de anarquistas y de seudo-anarquistas celebrado aquí, en Paterson, el señor Francisco Widmar,1 editor administrador e impresor del semanario L’Era Nuova,2 de esta ciudad, dijo que algunos de sus camaradas le habían dicho que cuando yo estuve trabajando en regeneración, vosotros, cansados de mi manera de conducirme, me enviasteis a hacer una gira de propaganda a través de los Estados Unidos con el propósito de deshacerse de mí de una manera delicada.
La declaración del señor Francisco Widmar pudiera perjudicar mi reputación moral, y como está en abierta contradicción con todas las demostraciones recíprocas de estima y de afecto que constantemente han tenido lugar entre vosotros y mi persona, tanto en público como en lo privado, desde el día en que comencé a trabajar para regeneración hasta ayer, deseo que publiquéis esta carta en regeneración y que expreséis vuestra opinión sobre mi conducta de una manera clara, valiente y honrada.
Vuestro para la Revolución Social
Ludovico Caminita3 202 North 14th St. Paterson, N.J.
Nuestro estimado compañero Francisco Widmar ha sido sorprendido en su buena fe por personas que, indudablemente, tienen interés en procurar la división y la discordia entre los que luchamos por el advenimiento de la justicia sobre esta tierra hasta hoy esclava.
Caminita ha sido para nosotros un hermano y le profesamos entrañable cariño. Él, con constancia ejemplar nacida de la convicción, nos ha ayudado con todas sus fuerzas a popularizar las tendencias del movimiento revolucionario mexicano como debiera hacerlo todo buen anarquista de verdad.
La gira de Caminita no fue recurso empleado por nosotros para deshacernos de él, pues nosotros no queríamos que se separara del grupo editor de regeneración, y si se separó al fin, fue por su propia voluntad y con grande pena nuestra de ver alejarse al compañero, al amigo, al hermano que supo estar con nosotros en los momentos más angustiosos, cuando enemigos arteros trataron de arrojar lodo sobre el impulso más sano, más sincero, más abnegado, y, ¿por qué no decirlo?, más valeroso de una parte de la familia anarquista, para encauzar el movimiento mexicano por el amplio sendero del comunismo anárquico.
Ludovico se portó y se ha portado como un verdadero anarquista, y nuestro estimado compañero Widmar debe estar seguro de que quienquiera que asegure que nosotros no estábamos ni estamos conformes con la conducta de Ludovico Caminita es un miserable que trata de sembrar la división en nuestras filas. El compañero Widmar puede escupir el rostro de quien tal cosa asegure.
Por la Junta.
Ricardo Flores Magón
1 Francis Widmar (1878-¿?). También conocido como Franz Widmer. Impresor y militante anarquista originario de Trieste radicado en Paterson, N.J., desde 1898. A comienzos del siglo xx, sustituyó a Malatesta en la redacción de La Questione Sociale (Nueva York), en colaboración con Pedro Esteve. En su calidad de editor del periódico L’Era Nouva, le dio seguimiento a la causa del PLM entre 1911 y 1914, aunque mantuvo una relación tirante con Ludovico Caminita, cuando éste se encargó de la sección italiana de Regeneración en 1911. Durante 1912, colaboró en las colectas en favor de las familias de los miembros de la Junta, presos en McNeil Island. Fue encarcelado en 1917, considerado como “extranjero indeseable” por las autoridades norteamericanas.
2 L’Era Nuova, “Settimanale anarchico”, Paterson, N.J. (1908-1917). Sucesor de La Questione Sociale. Editores: Camillo Rosazza, Ludovico Caminita, Franz Widmar, entre otros. Llevaba la divisa “A newspaper devoted to the interests and welfare of the working class”. Publicado por L’Era Nuova Publishing Club. Entre sus colaboradores habituales destacan: Alexander Berkman, Jay Fox, Saverio Merlino y Pedro Esteve. Se convirtió en uno de los más importantes portavoces de los trabajadores italianos en la costa este de la unión americana. Fue suprimido por orden gubernamental cuando los Estados Unidos entraron a la primera guerra mundial.
3 Ludovico Caminita (1879, Palermo, Italia-¿?). Minero, impresor, caricaturista y escritor. Al evadir la leva de 1902 abandonó Italia y llegó al este de los Estados Unidos, donde se empleó como minero en Jessup, Penn. Ahí encabezó la organización de los trabajadores y entabló contacto con Pedro Esteve, anarquista español seguidor de Enrique Malatesta. Más tarde, Esteve lo invitó a trasladarse a Paterson, N.J., para incorporarse a la dirección del semanario La Questione Sociale, el vocero más importante del anarquismo italiano en los Estados Unidos. Trasladado a Chicago, promovió el apoyo al movimiento revolucionario mexicano entre los miembros de la comunidad italiana. Formó parte de la Liga Mexicana de Defensa Liberal de Chicago (Chicago Mexican Liberal Defense League), de la que Honoré Jaxon era secretario y Voltairine de Cleyre su tesorera. En 1910 se trasladó a Los Ángeles, donde promovió la integración de jornaleros italianos y mexicanos a la Afl, por ello participó, como orador en su idioma en el “Gran Meeting Internacional”, celebrado el 14 de diciembre de ese año en el Italian Hall. En mayo de ese año, participó en la formación del Comité Internacional del PLM, organismo integrado por los extranjeros Victorio Cravello y Andrea la Morticella (italianos), W.C. Owen (norteamericano), Rudolph Wirth (alemán), A.P. Cherbak y P.H. Leiffert (rusos), K. Jozefoski y W. Lazicki (polacos), así como por los mexicanos RFM, ALF, Armando M. Ojeda, Francisco Velarde y Francisco Martínez. Este comité se propuso difundir internacionalmente la postura del PLM frente al gobierno de Francisco I. Madero y su primera acción fue publicar un “Llamamiento a los Trabajadores del Mundo”. El 15 de julio de 1911, Caminita debutó como escritor en Regeneración con un largo artículo en italiano, acerca del desencanto sufrido por revolucionarios anarquistas italianos que buscaron incorporarse a las tropas liberales que operaban en ese momento en Baja California. Una semana después apareció una sección italiana de cuatro páginas de Regeneración, con Ludovico a su cargo. Él solo escribió y formó su periódico a lo largo de 16 semanas, en las que trató, infructuosamente, de impedir que aquel desencanto permeara a la comunidad de la que formaba parte. El asunto no era menor para la Junta: ese desencanto no tardaría en propagarse por todos los ámbitos anarquistas del mundo y suscitó una agrísima disputa con Luigi Galleani, el líder del anarquismo italiano en los Estados Unidos, director de la Cronaca Sovversiva. En ese mismo año se distinguió por su participación como orador en italiano en varios actos. “Caminita es un verdadero orador —afirmaba RFM—. Sabe conmover, sabe entusiasmar, sabe interesar a sus oyentes en lo que él dice.” Por este periodo intentó formar un grupo anarquista con los italianos de Los Ángeles. En diciembre, el PLM decidió enviarlo a realizar una gira de propaganda “a través de los Estados Unidos, para popularizar entre el elemento italiano la Revolución Económica que fomenta el Partido Liberal Mexicano”, lo que obligó a la suspensión de la Sección Italiana. Pese a lo anunciado, la gira no impidió que el italiano siguiera publicando sus colaboraciones en el órgano del PLM. En marzo de 1912 fue arrestado en Paterson a causa del antiguo proceso que se le seguía cinco años atrás por unos artículos publicados en La Questione Sociale. La primera actividad pública de Caminita al salir de la cárcel fue dictar una conferencia en Nueva York sobre el carácter libertario de la Revolución mexicana. Caminita también fue caricaturista. En octubre de 1912 fue arrestado, acusado de alentar una guerra entre los Estados Unidos e Italia; la acusación tuvo su origen en una de sus caricaturas que hace alusión a la guerra turco-italiana (publicada en Regeneración unos meses después con el título El Triunfo de Italia sobre Turquía). A partir de 1912 publicó varias caricaturas que aparecieron en la primera plana de Regeneración. Caminita abandonó su periplo en favor de la Revolución mexicana. El PLM promovió una campaña para obtener algunos recursos para su antiguo editor en lengua italiana. A cambio envió una última ilustración. En 1919, de vuelta en Paterson, Caminita editó el periódico clandestino La Jacquerie. En febrero del año siguiente fue arrestado. Según afirmaron algunos de sus compañeros, para evitar su deportación, proporcionó información sobre el movimiento anarquista a Edgar Hoover, del Federal Bureau of Investigation.
Carranza, afianzado de un tablón podrido y sin prestigio: la protección yanqui boga sin norte en el mar embravecido de la Insurrección proletaria y las criminales querellas de los bandos burgueses. Su autoridad es el espantajo que el labriego construye en su plantío para espantar pájaros, y que, a la postre, a nadie espanta. Es el juguete de las olas que juegan con él como el gato lo hace con el ratón, hasta que llega el momento de engullírselo.
Carranza en el poder no es garantía de paz para el pueblo mexicano; una parte del cual por la acción directa y la otra por la acción política, pero ambas partes con singular energía, reclama su parte en el banquete de la vida.
Los partidarios de la acción directa continúan luchando arma al brazo en el monte, en la llanura, donde quiera contra el sistema capitalista; los partidarios de la acción política esperan que el nuevo gobierno, como Moisés, haga saltar el agua de una roca, y si el milagro no se realiza, volverán a enfocar sus fusiles contra el pecho de los tiranos.
La situación es, pues, crítica para Carranza.
Los bandos burgueses, por su parte, están ya sobre las armas y otros se preparan para la lucha armada. Villa, el lugarteniente que fue de Carranza, se ha declarado en abierta rebelión despachando una columna de cinco mil hombres sobre el Estado de Sonora, para barrer la última brizna de carrancismo que había quedado en el estado y que se ha fortificado en Cananea bajo las órdenes del General Benjamín Hill.1
Los elementos “científicos” y huertistas se dan la mano y comienzan una agitación armada que pone cuero de gallina al nuevo dictador.
Los partidarios de Félix Díaz conspiran; el Clero conspira; todos conspiran. Los fusilamientos se suceden en todo el territorio controlado por Carranza con una rapidez inquietante. Y, sin embargo, no puede decir Carranza todavía que la paz reina en Varsovia.
La frontera sur de los Estados Unidos es un hervidero de soplones carrancistas que espían los movimientos de todos los que no pertenecen al bando del ladrón de Cuatro Ciénegas. Un decreto del Gobernador del Distrito Federal hace reo de muerte a todo aquel que de cualquier manera intente siquiera reclamar un derecho. Los sastres en huelga en la ciudad de México pueden ser de un momento a otro objeto de una cobarde carnicería por parte de los sicarios del flamante dictador. ¡Que se atreva, que no faltará un Caserío que le parta en dos el hediondo corazón!
¡Adelante! ¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
1 Benjamín Hill (1847-1920). General sonorense. De familia acaudalada, realizó sus estudios en Europa. En 1909 se unió al antirreeleccionismo, formó clubes maderistas en Nogales y Álamos, habiendo acompañado a Madero en su gira por el estado. Fue aprehendido y recluido en Hermosillo, de donde fue liberado por fuerzas maderistas en abril de 1911. Luchó contra el orozquismo y, en 1913, desconoció a Huerta, formando uno de los núcleos de defensa social sonorenses. Se incorporó a las fuerzas de Álvaro Obregón, de quien llegó a ser su hombre de confianza, acompañándolo en todas sus campañas militares. En abril de 1916 fue jefe de plaza en la ciudad de México. En 1920 secundó el Plan de Agua Prieta y fue nombrado secretario de Guerra y Marina en la administración de Obregón, puesto que ocupaba al fallecer.
Como hemos dicho en algún otro número de regeneración, los compañeros presos en la cárcel de Phoenix, Arizona, tendrán que comparecer ante el Jurado el próximo mes de octubre.
Como se sabe, nuestros compañeros no tienen dinero para defenderse, y, sin dinero, el hombre más inocente va al presidio bajo el actual sistema en que todo es objeto de comercio, hasta la justicia.
Hasta la fecha hemos recibido solamente la cantidad de $5.30 de diferentes compañeros para los gastos de la defensa de nuestros hermanos de Phoenix. ¡Cinco pesos para la prostituta llamada justicia burguesa!
La infame quiere más dinero. Ella no se vende por cinco pesos: hay que repletarle de oro el hocico. Si no lo hacemos, ese puñado de buenos y leales compañeros será arrojado a un presidio para que los burgueses puedan hacer a gusto la digestión de los abundantes alimentos que se empanzurran.
Como los compañeros están sumamente necesitados de fondos, les hemos enviado $5.00, quedando a su favor $0.30 para la próxima remisión que les hagamos.
Por demás está hacer entender que todos debemos ayudar a nuestros hermanos caídos bajo las garras de la ley.
¡Salvémoslos! Octubre se acerca a pasos de gigante; ya sólo faltan unos cuantos días. ¡A darse prisa en la ayuda a los luchadores caídos!
Dejarlos a merced del enemigo es criminal.
Teodoro M. Gaitán, Trinidad N. Córdoba, Juan Moroyoqui, Lorenzo Luna, Francisco Molina, Francisco Bajeca, Juan Rivera, Alberto Moreno, José Encinas,1 Tomás Calderón, Teodoro Ramos, J. M. Lugo e Ignacio Lugo, nuestros compañeros presos, esperan que los trabajadores no los abandonarán en estos momentos de prueba. Ellos tienen las manos callosas de trabajadores y han sido siempre los defensores de los intereses de su clase. Justo es que los trabajadores les tiendan la mano.
Ricardo Flores Magón
1 José Encinas. Uno de los 16 trabajadores mexicanos acusados de participar en una conspiración que supuestamente pretendía tomar Phoenix, Ariz., y encarcelados en agosto de 1914.
Tenemos a la vista un importante documento firmado por el revolucionario suriano Emiliano Zapata y un grupo de sus colaboradores en la campaña contra el monopolio de las tierras. Son tan pequeñas las dimensiones de regeneración, que nos privamos del gusto de dar a conocer íntegro el documento que fue firmado en Milpa Alta, Distrito Federal, el mes de agosto de este año.
Para los que creen que no es de carácter económico y social el movimiento mexicano, copiamos los siguientes puntos del documento:
El campesino tenía hambre, padecía miseria, sufría explotación, y si se levantó en armas, fue para obtener el pan que la avidez del rico le negaba, para adueñarse de la tierra que el hacendado egoístamente guardaba para sí, para reivindicar su dignidad que el negrero atropellaba inicuamente todos los días. Se lanzó a la revuelta, no para conquistar ilusorios derechos políticos que no dan de comer, sino para procurarse el pedazo de tierra que ha de proporcionarle alimento y libertad, un hogar dichoso y un porvenir de independencia y engrandecimiento.
Es cierto que los ilusos creen que el país va a conformarse (como no se conformó en 1910) con una pantomima electoral de la que surgen en apariencia nuevos y en apariencia blancos que vayan a ocupar los curules, los escaños de la Corte y el alto solio de la Presidencia, pero los que así juzgan parecen ignorar que el país ha cosechado, en la crisis de los últimos cuatro años, enseñanzas inolvidables que no le permiten ya el perder el camino, y un profundo conocimiento de las causas de su malestar y de los medios de combatirlas.
…no se conformará el país con sólo la abolición de las tiendas de raya, si la explotación y el fraude han de subsistir bajo otras formas, no se satisfará con las libertades principales, bien problemáticas, cuando falta la base de la independencia económica, y menos podrá halagarlo un mezquino programa de reformas a las leyes sobre impuestos a las tierras, cuando lo que urge es la solución radical del problema relativo al cultivo de éstas.
El país quiere algo más que todas las vaguedades del señor Fabela,1 patrocinadas por el silencio del señor Carranza. Quiere romper de una vez con la época feudal, que es ya un anacronismo; quiere destruir de un tajo las relaciones de señor a siervo y de capataz a esclavo, que son las únicas que imperan en materia de cultivos desde Tamaulipas hasta Chiapas, y desde Sonora a Yucatán.
El pueblo de los campos quiere vivir la vida de la civilización, trata de aspirar el aire libre de la libertad económica, que hasta aquí ha desconocido.
Eso de gobierno militar primero y parlamentario después, reformas en la administración para que quede reorganizada, pureza ideal en el manejo de los fondos públicos, responsabilidades oficiales escrupulosamente exigidas, libertad de imprenta para los que no saben escribir, libertad de votar para los que no conocen a los candidatos, correcta administración de justicia para los que jamás ocupan un abogado; todas esas bellezas democráticas, todas esas grandes palabras con que nuestros abuelos y nuestros padres se deleitaron, han perdido ya su mágico atractivo y su significación para el pueblo.
El pueblo ha visto que con elecciones y sin elecciones, que con sufragio efectivo y sin él, con dictadura porfirista y con democracia maderista, con prensa amordazada y con libertinaje de la prensa, siempre y de todos modos, él sigue rumiando sus amarguras, padeciendo sus miserias, devorando sus humillaciones inacabables, y por eso teme, y con sobrada razón, que los libertadores de hoy vayan a ser iguales a los caudillos de ayer, que en Ciudad Juárez abdicaron de su hermoso radicalismo y en el Palacio Nacional echaron en olvido sus seductoras promesas.
Éstos son los principales puntos que copiamos del último manifiesto de Emiliano Zapata, figura principal del movimiento revolucionario del sur de la República. Por ese documento se ve que el movimiento revolucionario es de carácter económico y social; que en México no se pelea por llevar a nadie a la Presidencia de la Republica, sino por conquistar la libertad económica, esto es, la facultad de ganarse la subsistencia por medio del trabajo, sin depender de los ricos.
Que el movimiento del sur no sea exclusivamente comunista y anárquico, eso no obsta para que todos los revolucionarios sinceros le extendamos toda nuestra simpatía.
¿Y quién será el que se atreva a decir que ese hermoso movimiento no pueda llegar al comunismo anarquista? Basta leer los párrafos copiados para convencerse de que hay levadura anarquista en ese movimiento. Quienquiera que haya leído los documentos zapatistas anteriores al último firmado en Milpa Alta quedará agradablemente sorprendido del progreso de nuestros ideales anarquistas en la República Mexicana durante los cuatro años de Revolución.
No perdamos la fe en el triunfo. ¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
1 Isidro Fabela (Atlacomulco, Estado de México, 1882-Cuernavaca, Mor., 1964.) Abogado. En 1910 formó parte del Club Liberal Progresista que apoyó la candidatura de Madero y editó el órgano Verdad. En 1912 fue electo diputado por su estado. Abraham González lo llamó a su gobierno en Chihuahua para encargarse de la oficialía mayor. En 1913 partió al exilio en Cuba. Volvió al país para incorporarse al constitucionalismo, en el que se hizo cargo de las Relaciones Exteriores. Tras el periodo revolucionario desempeñó diversos cargos diplomáticos y ocupó la gubernatura del Estado de México. Autor de diversas obras, como Historia diplomática de la Revolución Mexicana y Estados Unidos contra la libertad.
Ya es tiempo de que todos se cercioren de que la paz en México no puede ser el resultado de triunfos militares ni de encumbramientos de caudillos más o menos populares, más o menos enérgicos, más o menos inteligentes. La paz en México tiene que ser el resultado de la desaparición de la miseria y de la tiranía, hijas legítimas de este mal social: el derecho de propiedad individual. Mientras este infame derecho siga subsistiendo, no podrá haber paz; es materialmente imposible que la haya, porque la subsistencia de ese derecho es lo que hace posible que la humanidad esté dividida en dos clases: la de los ricos y la de los pobres, la de los hartos y la de los hambrientos, la de los que todo lo tienen y la de los que carecen de todo. Dése muerte al derecho de propiedad individual, y la paz se hará por sí sola; no se impida que el pueblo tome posesión de la tierra, la maquinaria, las casas, los medios de transportación y los víveres almacenados, y la paz será el resultado.
Pero si se quiere la paz y al mismo tiempo se deja vivo el derecho de propiedad individual, fuente del crimen, de la miseria y de la tiranía, la guerra continuará su curso, nadie podrá detenerla, ninguna fuerza podrá aniquilarla porque continuarán en pie sus causas fundamentales, aquellas que pusieron el fusil y la dinamita en las manos del hijo del pueblo; las que llenaron de desesperación y amargura el pecho del proletario; las que destronaron a Porfirio Díaz e hicieron posible la ejecución de Francisco I. Madero; las que aventaron a Huerta a las playas de España y sacuden el trono de Venustiano Carranza; las que dan combustible al admirable movimiento zapatista y hacen que se sostenga con vida el Partido Liberal Mexicano.
Nadie ignora ya cuáles son las causas de la Revolución mexicana: la miseria y la tiranía; y así como cayeron Díaz, Madero y Huerta, caerá Carranza y continuarán cayendo en rápida sucesión, todos los gobernantes de México, porque ninguno de ellos podrá dar al pueblo lo que necesita: pan.
Cualquier reforma que pretenda acabar con la miseria y la tiranía no pasará de ser una píldora dorada que atenuará por cierto término el malestar de los de abajo, de los que han hecho la Revolución, de los proletarios para decirlo de una vez; pero el mal no será extirpado sino cuando los trabajadores, los pobres, los plebeyos hayan abierto los ojos y adopten los principios contenidos en el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, esto es, cuando desencantados de todas las promesas; desilusionados de la tendencia arraigadísima de seguir a caudillos que les den lo que ellos por sus propias manos deben tomar, despachen enhoramala a jefes y mandones, y, con el arma preparada, griten: “¡Abajo la propiedad individual! ¡Todo cuanto existe debe ser para todos!”
Y éste debe ser el fin de la Revolución; éste tiene que ser el fin de la contienda: la abolición del derecho de propiedad privada. Extraviadas las mentes por la educación que se recibe en las escuelas; envenenadas las inteligencias desde la cuna, aunque no se asista después a las escuelas, con una enseñanza que nos impulsa a cada uno a hacernos de dinero para ser burgueses y explotar a la vez a los que no lo tienen, los mismos proletarios somos los defensores del derecho de propiedad privada, sin darnos cuenta de que si uno logra emanciparse de la miseria, bajo el sistema de la propiedad privada, son millones los que permanecen eternamente esclavizados bajo su yugo.
Si la Revolución mexicana muriera ahogada bajo un ambiente de reformas económicas, políticas o de la especie que fueren, resucitaría, andando el tiempo, para dar muerte definitiva a la causa de todos los males, al origen de todas las tiranías, al derecho de propiedad privada o individual. De manera que otra Revolución nos amenaza si no queremos, de una vez por todas, acabar con la causa de ellas.
Si por extravío, o por cualquiera otra razón, el pueblo mexicano admite como la solución de este conflicto de cuatro años, la división de la tierra y su reparto en lotes a los pobres, bien pronto tendrán su desengaño. Dejando vivo el derecho de propiedad privada o individual, suponiendo que hubiere tierra suficiente para que cada familia tuviera un pedazo de ella, cosa que es materialmente imposible, a la vuelta de poco tiempo ya toda o casi toda ella estaría de vuelta en manos de acaparadores y de prestamistas, pues los agraciados con el reparto tendrían que pedir dinero prestado a los capitalistas para proveerse de los útiles indispensables para trabajar, del albergue para guarecerse y de los víveres necesarios para poder subsistir ellos y sus familias hasta que pudieran levantar la primera cosecha. Tendrían, pues, que depender del rico, lo mismo que antes, y lo que antes se les robaba en las tiendas de raya, lo que antes se quedaba en las uñas de los patrones, ahora quedaría en manos de los agiotistas y de los banqueros, suponiendo que un gobierno “paternal” impulsara la formación de bancos agrícolas para el fomento de la agricultura en pequeña escala.
Bien se ve que la solución del grave problema que tenemos en frente los mexicanos no es el reparto de tierras a los que quieran cultivarlas, pues si no tienen recursos los agraciados para poderse sostener mientras se levanta la primera cosecha, tendrán que echarse en manos de los capitalistas quieran o no quieran, si como hombres no toman de una vez posesión de toda la riqueza social: tierra, casas, máquinas, víveres, etcétera, para poder subsistir sin depender de nadie.
La solución no es tampoco la repartición de las tierras en lotes que tengan que ser pagados por los poseedores de ellos en determinados plazos, pues compras de esa naturaleza pueden ser llevadas a cabo en tiempos de paz sin necesidad de quebrarse la cabeza o quebrársela a otros en campos de batalla.
Además, el trabajo de un hombre sobre un pedazo de tierra, aun suponiendo que su familia le ayude, es un trabajo que equivale al trabajo bajo las órdenes de un patrono, y a veces es más duro todavía si se lleva a cabo bajo el sistema del derecho de propiedad privada o individual, pues tiene que producir lo necesario para comer él y su familia y un excedente para pagar las contribuciones que el gobierno exige para engordar a diputados, senadores, jueces, magistrados, polizontes, soldados, carceleros, todo un enjambre de grandes y pequeños funcionarios, que no tienen otra misión que tener a raya a los pobres, de posibles atentados contra la clase capitalista.
La solución del problema, en consecuencia, no es la adquisición individual de un pedazo de tierra, sino la adquisición de toda la tierra haciéndola la propiedad de todos y cada uno de los habitantes de México, hombres y mujeres, para trabajar en común por todos cuantos quieran hacerlo.
Poseída y trabajada en común la tierra, los que se dediquen a ese trabajo encontrarán que con unas tres o cuatro horas de trabajo agradable diariamente, y durante unos cuantos meses al año, producirán no solamente lo necesario para mantenerse ellos y a sus familias, sino que tendrán un excedente que podrán cambiar con otros productores, por útiles para el trabajo, vestidos, alimentos variados, casas y otras muchas cosas que ellos no hayan producido. De esa manera se establecerá un intercambio de productos que dejaría satisfechas todas las necesidades.
Para que este intercambio de productos pueda ser llevado a cabo, es bueno que no solamente la tierra sea libre y esté poseída en común por los campesinos, sino que también las minas, las fábricas, los ferrocarriles, etcétera, sean propiedad de todos los trabajadores. En una palabra: es necesario que todos los medios de producción y de transporte queden en poder del proletariado, para beneficio de todos.
No podrá ser resuelto de otra manera el problema económico mexicano. Cualquiera solución que pretenda dársele, sin que tenga como base el comunismo, tanto en la producción como en el consumo, será un fracaso. Evitemos ese fracaso, hermanos revolucionarios; evitémoslo simplemente con no poner obstáculos a los instintos genuinamente comunistas de las masas proletarias rurales de México, elaborando proyectos de reformas que solamente conducen a convertir en fracaso este hermoso movimiento que ha podido sostenerse en pie por cuatro años.
Si es un espíritu de justicia la fuerza que anima a este movimiento grandioso, como no cabe duda que lo es, no traicionemos la Revolución con soluciones arbitrarias y abiertamente en contra de ese espíritu de justicia.
La anhelada paz se retarda si no dejamos al pueblo en libertad según sus instintos. Demos muerte al llamado derecho de propiedad privada o individual, y veremos cómo no solamente quedará eliminada la miseria, sino también este otro mal: la Autoridad.
La Autoridad tiene razón de ser bajo el sistema de propiedad privada o individual, pues está ella encargada de hacer perdurar la desigualdad social impidiendo que los pobres se echen sobre los ricos.
Matemos el derecho de propiedad privada, y veremos cómo se revuelca agonizante a nuestros pies la Autoridad, herida de muerte.
Ricardo Flores Magón
Las dimensiones de regeneración son tan pequeñas que con pesar nos vemos privados de dar cuenta detallada del tremendo conflicto que trae envueltas a las principales potencias mundiales.
Sólo podemos decir que la guerra sigue su curso de destrucción, de luto, de sangre, de llamas, de lágrimas, y que cada día hay más esperanzas de que otras naciones se vean mezcladas en esta lucha por la preponderancia comercial e industrial de sus respectivas burguesías.
¿Cuántos han muerto en el presente conflicto? Si se dijera que han muerto un millón de trabajadores, tal vez será estimar muy por lo bajo la pérdida de vidas. Pero supongamos que sea un millón de muertos en esta guerra maldita, eso significará que un millón de familias se encuentran sin amparo porque sus deudos fueron tan estúpidos que prefirieron marchar al degolladero por defender los intereses de sus explotadores, en lugar de ir a la guerra en defensa de los intereses de su clase.
Que mueran borregos de esa naturaleza está bien. No hacen falta hombres que son un obstáculo a los deseos de libertad de los individuos de su clase. Cuando mueran los nuestros, debemos llorar; mientras mueran los imbéciles que van a luchar por el engrandecimiento de sus propios verdugos, debemos reír: menos obstáculos encontraremos en nuestra lucha por la destrucción del actual sistema.
Los hombres que están muriendo en los campos de batalla de la burguesía mundial no hacen falta a la humanidad. Ellos son un estorbo al desenvolvimiento de los pueblos; ellos son el lastre que nos hace caminar penosamente a los revolucionarios; ellos son los que se ríen cuando les decimos que hay que acabar con todas las tiranías; ellos son los que nos insultan cuando les decimos que todos los seres humanos somos iguales; ellos creen en superioridades sociales: ¡que se mueran! ¡Que no quede ni uno de ellos! ¡Bendita sea la guerra que nos ahorra el trabajo de cortar tantas gargantas!
Llorar porque mueren tantos hombres es estúpido; lamentarse de que miles y más miles de familias se encuentran sin amparo porque sus deudos han perecido en esta contienda de bandidos es una debilidad. La humanidad necesita esa clase de sangrías, arrojar lo malo que tiene, para que la parte sana pueda prosperar.
Que se debiliten los gobiernos y las burguesías en la estúpida guerra, que eso facilitará nuestro triunfo. Los buenos deben huir de esta guerra y prepararse para la que está por venir: la de clases. Ésa será la guerra santa.
Al ver en diversos periódicos artículos lacrimosos sobre la guerra, siente uno que se le crispan los nervios. No son nuestros hermanos los que perecen por millares en los campos de batalla de Europa, Asia, África y Oceanía. Son nuestros enemigos; son los que quieren que perdure este sistema que nos hace despreciados; son los lacayos del Capital, la Iglesia y la Autoridad.
Lo que sí debemos hacer los revolucionarios es estar pendientes del momento en que sea oportuno descargar nuestros puños sobre nuestros verdugos. Sigamos con interés el curso de la Gran Guerra; tengamos nuestra mano puesta en el corazón del sistema burgués, y cuando sintamos que se debilitan sus pulsaciones no vacilemos: ¡rematémosle!
No se presentará mejor oportunidad a los revolucionarios sinceros de todo el mundo que la que esta guerra loca y suicida ofrece para reunir nuestras fuerzas, para coordinar nuestros planes. No dejemos que se pierda tan bella oportunidad; no permitamos que los gobiernos debilitados por la lucha se robustezcan otra vez.
No lloremos. Los borregos que agonizan en los campos de batalla de la burguesía son una amenaza para nuestra libertad cuando están vivos. Muertos, son garantía de victoria para los intereses de nuestra clase.
¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
Cuando hace unas cuantas semanas hizo Venustiano Carranza su entrada triunfal a la ciudad de México, no fueron pocos los que dejaron escapar de sus pechos un suspiro de satisfacción: la Revolución ha terminado, dijeron. No más zozobras, no más inquietudes.
Y esto fue dicho no solamente por individuos pertenecientes a la clase capitalista, sino también por proletarios, de esos que no pueden entender todavía que entre las dos clases sociales, la de los ricos y la de los pobres, no puede haber paz, ni la habrá hasta que una de las dos desaparezca.
Pocas semanas fueron bastantes para demostrar que la paz en México es algo muy difícil de alcanzar. No solamente quedaron en pie las fuerzas netamente revolucionarias, las expropiadoras, las que no luchan por elevar a nadie a la Presidencia de la República, sino que se vio que las mismas fuerzas victoriosas, las que quieren gobierno para que el gobierno haga por la clase trabajadora lo que ésta debe hacer por sí misma, se dividieron, se hostilizaron y continúan divididas y hostilizándose hasta la fecha: las de Villa y las de Carranza.
¿Por qué esa división? ¿Por qué se hostilizan dos fuerzas que aspiran a conquistar el poder para poder llevar a cabo reformas que tiendan a beneficiar al proletariado?
Es que el pueblo, en general, ya no quiere esperar y exige que desde luego se pongan en práctica los ideales de emancipación económica, política y social que pregonan los aspirantes a puestos públicos para atraerse a las masas. Carranza no dio la tierra al pueblo, pues hay que derribar a Carranza, y si Villa no la da, a Villa es a quien hay que derribar.
Y mientras los autoritarios, los que todavía quieren gobierno, luchan entre sí por encumbrar a sus “redentores”, los conscientes, los que sobre la marcha desean ir adquiriendo la riqueza social, y la van obteniendo con buen éxito en distintas regiones del país, principalmente en el sur, atacan por igual a villistas y carrancistas y ponen en las manos de los desheredados tanto los bienes de la naturaleza, como los bienes creados por el trabajo y la inteligencia del hombre.
El gobierno de Carranza muere en la infancia, y el de Villa, representado por su testaferro Eulalio Gutiérrez, está a punto de morir en estado de embrión; las traiciones menudean; Lucio Blanco,1 uno de los últimos esbirros de Carranza, se ha declarado dictador del Distrito Federal; Carranza, como un gato montés, se refugia en Orizaba y procura un cubil en Veracruz, donde algún Ipiranga piadoso le dé la mano y lo lleve al extranjero; sangrientos combates entre carrancistas y villistas están teniendo lugar en Jalisco, Sonora, Guanajuato, Tlaxcala y Puebla, las fuerzas del infatigable Zapata estrechan más y más a los esbirros del capitalismo en el Distrito Federal; los curas mueren por docenas en toda la extensión del país a manos del pueblo insurreccionado que ha comprendido al fin que los curas solamente sirven para tener a los trabajadores sujetos a la voluntad de los ricos y los gobernantes so pena de ir al infierno; las iglesias son transformadas en caballerizas o en escuelas, y los caballos son adornados con las vestiduras de los clérigos; las viejas instituciones se cuartean y en varias regiones se hunden para siempre bajo los golpes de los trabajadores; todo el país es testigo de una formidable efervescencia; la tierra, la madre tierra, recibe las caricias de sus hijos libres que, con gesto heroico la han rescatado de las manos de sus detentadores; los caudillos siguen prometiendo para después del triunfo; pero el pueblo se sonríe y toma desde luego lo que necesita; el Capital, al borde del abismo, se despide con tristeza de la bandera de las barras y las estrellas que se aleja de México sin haber recibido el noble beso de la metralla; la Autoridad, arrinconada, dirige la vista en todas direcciones suspirando en vano por una mano de hierro que le devuelva su prestigio.
Suspirad por el pasado, hombres de poco corazón: el pasado está herido de muerte. Lo que era respetable bajo el régimen capitalista hoy mueve a risa y rueda a los pies de la plebe heroica; de la plebe que por tantos siglos despreciasteis; de la plebe sufrida antes, pero resuelta y viril ahora; de la masa anónima de la que sacabais vuestro esclavo del campo; vuestro presidiario de la mina y de la fábrica; masa de la cual extraíais los individuos más fuertes para convertirlos en vuestros cuarteles en esbirros y verdugos de sus propios hermanos, y las mujeres más hermosas para estrujar sus carnes floridas en vuestros burdeles. El reinado de la injusticia muere carcomido por su propia polilla.
¡Paso a la plebe, miserable burgués! ¡Paso a la justicia del pueblo!
Cuatro años han pasado y la Revolución está en pie formidable.
¿Cuándo terminará? Es la pregunta que se hacen muchos. La Revolución terminará cuando la tierra, la maquinaria de producción, los medios de transportación, los efectos encerrados en almacenes, en una palabra, la riqueza social, pase toda a ser no ya el patrimonio de unos cuantos, sino la propiedad común de todas las personas que habitan en lo que hoy se llama todavía República Mexicana.
¿Y quién es ahora el osado que dude que esta Revolución trae en su seno el germen de una inmensa transformación social, política y económica en México?
En 1906, cuando el Partido Liberal Mexicano expidió su tímido programa de reformas, en que abogaba por la restitución de ejidos a los pueblos y la expropiación y el reparto entre el proletariado de las tierras que los burgueses no tuvieran en cultivo, fueron muchos los que se sonrieron y declararon que tal cosa era imposible, y muchos de esos que entonces se rieron son los que ahora figuran en primera línea en los partidos burgueses que han adoptado en todas sus partes el capítulo sobre Tierras contenido en aquel viejo programa.
¿Por qué no tener fe ahora en el triunfo de nuestro nuevo programa, el Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911? ¿No vemos ya que hay regiones donde se está practicando el comunismo? ¿No hay entre las fuerzas combatientes soldados de la Revolución Social que ofrendan sus vidas en aras de la verdadera emancipación de la clase trabajadora? ¿No sabemos que masas proletarias se han apoderado de las haciendas abandonadas en su fuga por la burguesía, y las trabajan en común participando de los productos de un trabajo libre como verdaderos hermanos? ¿No guardamos cariñosamente en nuestro corazón el espíritu comunista de nuestros padres y de nuestros abuelos?
¡Adelante, hermanos! Tengamos siempre en la mente que hay que destruir el llamado derecho de propiedad privada, que con ello morirá el principio de Autoridad. ¡A expropiar! ¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
1 Lucio Blanco (Múzquiz, Coah., 1879-Nuevo Laredo, Tamps., 1922) Algunos autores afirman que tuvo tempranos contactos con los liberales y que incluso intentó participar en el asalto a Las Vacas en 1906. Lucio Blanco se sumó al partido antirreeleccionista de Francisco I. Madero y, en noviembre de 1910, se levantó en armas bajo el mando de Pascual Orozco. Fue uno de los primeros en respaldar a Carranza contra Huerta en febrero de 1913. Obtuvo uno de los primeros triunfos militares de importancia para el constitucionalismo al tomar Matamoros el 3 de junio de 1913. Sin consultar a Carranza, el 6 de agosto de 1913, realizó el reparto de la hacienda Los Borregos, de Félix Díaz; evento que ganaría fama como el primer acto agrarista oficial de la Revolución en el norte de México. Durante la Convención de Aguascalientes, rompió con Carranza y se unió al gobierno de Eulalio Gutiérrez, del que fue ministro de Gobernación. Buscó entonces formar una vía independiente que restase poder a Villa y Zapata, negociando con Obregón. Con otros miembros del gabinete rompió con Villa y huyó de la capital el 16 de enero de 1915, intentando establecer el gobierno en San Luis Potosí. Tras una temporada en el exilio, regresó al país para apoyar a Carranza, a cuyo gobierno se sumó en 1916. Con el triunfo del Plan de Agua Prieta, volvió a huir a los Estados Unidos. En Texas intentó organizar un levantamiento antiobregonista, pero al tratar de incursionar en territorio mexicano cayó en una trampa y fue asesinado en Laredo, el 7 de junio de 1922.
John Lind, el representante personal del Presidente Wilson en México durante los últimos meses de la administración de Victoriano Huerta, pronunció un discurso la noche del 18 de este mes ante los miembros del Industrial Club en Chicago. El discurso de Lind versó sobre la cuestión mexicana. He aquí fragmentos de dicho discurso: “Yo palpé cuando estuve en México, y hoy siento lo mismo, que es imposible que haya paz en aquel país mientras continúen existiendo las condiciones sociales y económicas del pasado”.
Lind habló en seguida de la manera que los conquistadores españoles arrebataron la tierra de las manos de los indios, y continuó así: “La población, en masa, quedó despojada de sus tierras y así ha continuado hasta el presente. Ésta es y continuará siendo la causa de las revoluciones en México hasta que sea resuelta la cuestión de la tierra”.
Siguió diciendo Lind que, cuando estuvo en México, se convenció de que la Revolución a la cual se había adherido todo el norte de México contra Huerta, era, palabras textuales del orador, “política solamente en un grado insignificante, y que la fuerza propulsora que tenía en pie a la mayor parte de la gente era económica y social más bien que política”.
Las palabras de John Lind tienen una gran significación en estos momentos en que mentes extraviadas se empeñan en hacer creer que la Revolución mexicana es pura y simplemente un movimiento de carácter político.
¿Qué dirán ahora todos los llamados revolucionarios que han negado su apoyo a la Revolución mexicana? ¿Qué dirán los que no sólo han negado su apoyo a ese movimiento, sino que lo han insultado y calumniado? ¿En qué situación ha quedado la prensa obrera que ha hecho el silencio en torno de aquel grandioso movimiento de más de cuatro años?
Mexicanos: sigamos adelante en nuestra lucha. Mientras los llamados pueblos civilizados se destrozan unos a los otros en beneficio de sus respectivos gobiernos y sus propias burguesías, sigamos dando al mundo el alto ejemplo de luchar por dar muerte a un sistema que hace posibles esa clase de contiendas: el sistema basado en la propiedad individual.
Ricardo Flores Magón
Cuando en el hogar no hay lumbre y la compañera y los tiernos niños tiritan de frío; cuando la despensa está vacía y las boquitas de los pequeñuelos gritan pan, pan, pan y al pecho de la aniquilada compañera se prenden los labios ansiosos del chiquitín sin poder sacar una gota de leche de aquel cuerpo enflaquecido; cuando a pesar de poseer un par de robustos brazos y una buena voluntad para ponerlos al servicio del burgués, no hay trabajo; cuando todas las puertas se cierran, cuando todos los oídos se hacen sordos, cuando los corazones endurecidos por el medio brutal no se contraen ante el dolor y la miseria humana, ¿qué es lo que puede hacer un hombre? ¿Se cruzará de brazos ante la agonía de los suyos y esperará, sin un crispamiento de sus nervios, a que rindan su existencia aquella carne de su carne y aquella dulce compañera sin hacer algo de su parte por salvarlos?
La crisis económica que se siente en este país con motivo de la guerra europea y, con motivo, también, de cierto sabotaje hábilmente practicado por los trusts para desprestigiar la administración demócrata ante los ojos de las borregadas, ha puesto en una condición espantosa de miseria a la clase trabajadora, especialmente a la de raza mexicana. Miles de familias mexicanas, en el sur de los Estados Unidos, se encuentran sin hogar rodando por los caminos, pernoctando en los bosques o debajo de los puentes invadiendo los agostaderos de ganados, sin un pedazo de pan, a la intemperie, sin esperanza, sin consuelo.
Y esas criaturas humanas tienen que comer, es necesario que coman, tienen tanto derecho a la vida como el burgués, y con mejor título ganado que el del burgués, porque ellas pertenecen a la clase heroica que ha roturado las tierras de Texas, a la clase benemérita que ha extraído el carbón de las minas de Texas, de Oklahoma y Colorado; a la clase esforzada de los hombres que tienden los rieles, construyen los puentes, edifican las casas, cultivan las tierras, mueven las fundiciones, y con sus manos endurecidas, con sus manos incansables, producen el bienestar material que ellos no gozan, extraen los metales que no han de enriquecerles, amasan el pan que ellos no comen, fabrican el techo que no ha de guarecerles, levantan las cosechas que no han de disfrutar.
Cuando tales condiciones prevalecen, ¿es por ventura admirable que un proletario alargue la mano y tome lo que necesitan él y su familia? ¡Eso es robo!, gritarán los inconscientes, sin saber que con ese grito son ellos mismos los que remachan sus condenas, son ellos mismos los que arrebatan de las boquitas de sus hijos el pan que el burgués desea todo para sí. No, eso no es robo, porque lo toma el trabajador, a él mismo le pertenece, él lo ha creado, y si se encontraba en manos del burgués, es porque éste se lo había robado. El proletario que roba no hace otra cosa que restituirse de parte de lo que ha producido y que el burgués había acaparado amparado por el infame derecho de propiedad privada o individual sobre los bienes de la naturaleza y sobre los que han producido la inteligencia y el trabajo del hombre.
Pues bien, varios compañeros residentes de Marlin, Texas, se encontraban sin trabajo desde hacía varios meses. En vano salían de sus jacales todas las mañanas con la esperanza de encontrar un burgués que explotase sus brazos y su inteligencia, por la tarde regresaban a sus hogares, caídos los brazos, entristecido el corazón, oprimido el pecho al oír estas palabras angustiosas salidas de los labios de los pequeñuelos, ¡pan, pan, pan…! Ante la inevitable muerte de los suyos, estos compañeros decidieron expropiar. Los burgueses, con su lujo desenfrenado, evocaban en las mentes de aquellos nobles trabajadores la visión de sus hogares sin lumbre, de sus compañeras pálidas por el hambre, de sus tiernos hijos gritando ¡pan, pan, pan…! Lo inevitable sucedió. Los compañeros se dedicaron a la expropiación; al robo, como llaman los burgueses al acto de justicia de quitarles de las manos algo de lo que ellos han robado al pueblo.
El Capital echó sobre nuestros compañeros sus perros de presa, los polizontes, y dos de ellos cayeron en sus garras, los compañeros Blas María Hinojosa1 e Ignacio Duarte,2 hombres que siempre se habían distinguido por su ayuda desinteresada a la causa de los desheredados.
Bueno es que se haga una agitación a favor de esos hermanos nuestros caídos en desgracia. Ellos tuvieron el valor de romper con necios convencionalismos, y encarándose a una sociedad injusta que los dejaba morir de hambre y dejara que perecieran los suyos, no encontraron manera mejor de formular su protesta que arrebatar de las garras de la burguesía parte de lo que ésta les había robado.
Todos los hombres y mujeres de convicciones deben enviar su ayuda a los expropiadores presos, por conducto de la compañera Gumersinda Miranda Soto, Lorena,3 Texas.
Eso demostrará que hay conciencia entre los desheredados, y que lo que la burguesía llama robo no es otra cosa en la mente de los libres que un acto de justicia por parte de los oprimidos.
Ricardo Flores Magón
1 Blas María Hinojosa. Pelemista texano, cercano al grupo de Cristóbal Guillén y Elena N. Guillén. Cuando una ola de desempleo y hambre azotó la región de Marlin, Tex., donde residía, él y otros liberales decidieron dedicarse al robo para mantener a sus familias. Hinojosa y su compañero Ignacio Duarte fueron aprehendidos en noviembre de 1914. RFM los llamó expropiadores y justificó su derecho a tomar lo que necesitaban, convocando a una campaña en su favor. Hinojosa se mantuvo en contacto con Regeneración hasta por lo menos abril de 1916
2 Ignacio Duarte. Acusado de robo y encarcelado en Marlin, Tex., junto a Blas María Hinojosa. El Centro de Estudios Racionales de esta ciudad emprendió su defensa y lanzó una campaña para reunir fondos en su favor, con el argumento de que el robo del que se le acusaba era en realidad una expropiación totalmente justificada
3 Gumersinda Miranda Soto. Simpatizante del PLM residente en Lorena, Tex. Entró en contacto con la causa de la JOPLM hacia 1912, colaborando regularmente con el sostenimiento del periódico. En octubre de 1913 participó en un mitin, celebrado en Gurley, Tex., para conmemorar la promulgación del Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911. Ese mismo mes recibió amenazas anónimas de un presunto simpatizante maderista, en el sentido de que denunciaría sus actividades al gobierno norteamericano, hostigamiento que denunció Regeneración
Sólo la ceguedad puede negar la importancia de la obra que ha llevado a cabo regeneración.
regeneración vio la luz pública por primera vez en México en 1900, cuando el pueblo mexicano dormía a los pies de aquel tirano que pudo tenerlo encadenado por más de treinta años. Fue el primer periódico después del periodo turbulento de 1832 y 1893, que denunció abiertamente el despotismo de Porfirio Díaz y sacudió al pueblo adormecido despertando en él ese espíritu de rebeldía que lo ha capacitado para llevar a cabo esta Revolución de cuatro años que no tiene trazas de terminar en otros cuatro.
Sin embargo, regeneración tiene sus deturpadores. Se le acusa de que nada ha hecho, desconociendo, o mejor dicho, pretendiendo desconocer su obra revolucionaria, y quienes desconocen el mérito de la obra de este periódico son individuos entrados apenas ayer en el movimiento, y que entraron a él porque regeneración, con su constante prédica, había hecho posible ese movimiento, había abonado el terreno para que se produjera, lo había impulsado y lo ha ido orientando sobre el recto camino del comunismo anarquista.
Quieran o no quieran entenderlo así los despechados, al Partido Liberal Mexicano y a su órgano, regeneración, se debe el radicalismo que se observa en el movimiento mexicano, y al Partido Liberal
Mexicano y a su órgano, regeneración, se debe el despertar del pueblo mexicano.
Que no se nos hable de Madero, de Carranza o de cualquier otro individuo como el iniciador de esta contienda. Sin la propaganda del Partido Liberal Mexicano, no habría podido Madero encabezar el movimiento revolucionario de noviembre en 1910; sin el terreno preparado para la Insurrección, los que ahora se aprovechan de ella para fines personales no habrían conseguido salir de la oscuridad en que por su insignificancia se hallaban confinados.
Sirvan estas líneas para refrescar la memoria de los que se han entregado a la tarea de denigrar al Partido Liberal Mexicano y a su órgano, regeneración. La acción fecunda de los miembros de este partido, y la propaganda franca, clara, de regeneración han hecho más por la Revolución mexicana, que la labor de hormiga de los falsos revolucionarios que se aprovechan para fines particulares del ambiente creado por los constantes y los audaces.
En México se vive ahora en un ambiente revolucionario. Los mismos oficiales del gobierno hacen declaraciones revolucionarias. El pueblo ha perdido el respeto a sus amos y la confianza en la bondad de los gobiernos. ¿No se debe eso a la propaganda de regeneración y a la acción y a la propaganda de los miembros del Partido Liberal Mexicano? ¿Qué otro partido declara guerra a muerte al Capital, la Autoridad y el Clero? ¿Qué periódico de México o del sur de los Estados Unidos ha señalado al pueblo con más claridad quiénes son sus enemigos, si no ha sido regeneración?
Si en el sur de los Estados Unidos hay conciencia de clase, eso se debe a regeneración y a los miembros del Partido Liberal Mexicano; si en México no ha sido acaparada la Revolución por la burguesía y los políticos, esto se debe a regeneración y a la propaganda y la acción de los valerosos miembros del Partido Liberal Mexicano que ya en partidas armadas de compañeros, o mezclados entre los inconscientes que militan en las filas de los partidos burgueses, agitan, se sacrifican por nuestros caros ideales.
Es, pues, injusto, negar al Partido Liberal Mexicano y a regenera ción el importante papel que han representado en la vida del pueblo mexicano.
Ricardo Flores Magón
El 23 de este mes salieron de Veracruz las fuerzas americanas que en son de guerra tomaron dicho puerto el 30 de abril de este año.
La conquista de México por los Estados Unidos ha resultado ser una empresa superior a las fuerzas de los magnates del dinero. No es cosa fácil subyugar un pueblo que está en lucha por su libertad: la loca aventura de Wilson lo ha probado.
La palabra intervención es una cosa del pasado para los asuntos mexicanos. El fantasma de una invasión se ha desvanecido como un nubarrón deshecho por el viento.
La bandera americana fue en busca de un homenaje, y sale, en medio del silencio, sin un saludo.
Esto quiere decir que los bandidos de Wall Street consultaron sus bolsillos y prefirieron guardarse su dinero, mejor que arriesgarlo en una empresa que no prometía doblar sus fortunas.
Ahora, quedan los mexicanos dueños de sus destinos. Aquellos que temían la intervención de los Estados Unidos, si radicalizaban sus actos revolucionarios, deben adoptar sin pérdida de tiempo los principios salvadores del Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911.
Revolucionarios: que no os tiemblen las manos cuando las pongáis en la propiedad de los ricos. Activad la expropiación en beneficio de todos.
El peligro ha desaparecido. ¡A expropiar! La burguesía queda sola, desamparada, a merced de las cóleras populares: ¡Rematémosla!
¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
La Gran Guerra se está haciendo monótona.
Al principio tuvo el interés de la novedad: hacía mucho que no contemplaba la humanidad una catástrofe de tales proporciones. Ahora, aun los mismos que arrojaron sendos lagrimones por la muerte de cientos de miles de inconscientes en los campos de batalla de Europa, Asia, África y Oceanía, ven con más serenidad la gigante matanza.
Y no es que la guerra haya disminuido en intensidad. La guerra continúa asolando campos, destruyendo edificios, cegando vidas humanas. Poderosos explosivos siembran la muerte no sólo en las filas compactas de los ejércitos beligerantes, sino que hacen estragos en los barrios populosos de las ciudades de la vieja Europa, donde perecen ancianos, mujeres, niños…
Hasta hoy, después de tantas semanas de continua lucha, no se puede predecir de parte de qué naciones quedará la victoria; pero lo que sí se puede anunciar desde ahora es que, en el fondo de este formidable conflicto, se delinea la figura de una próxima Revolución, que afectará por igual a vencidos y a vencedores, a indiferentes y neutrales, pues los estragos de la guerra alcanzan hasta a los habitantes de las naciones que hasta aquí se han conservado en paz.
En Rusia acaba de ser descubierta por los esbirros del Zar una conspiración que pone en peligro la existencia del Imperio; en la frontera de Bélgica y Holanda se notan síntomas de insurrección popular, y, según la prensa burguesa, bandas de desheredados se dedican a expropiar; la ciudad de Bruselas, según la misma prensa, se halla completamente minada para hacerla volar a la primera intentona de rebelión por parte de las masas proletarias desesperadas por el hambre. ¡El hambre! Éste es el mejor acicate para que los pueblos se levanten en armas.
La miseria, producto de la guerra, se generaliza y se intensifica. Los artículos de primera necesidad suben de precio y los trabajos se paralizan. Unos cuantos meses más de guerra, y la miseria será insufrible. Entonces los desheredados no podrán contener ya el deseo de alargar la mano y tomar lo que necesitan ellos y sus familias, y como la Autoridad estará como siempre dispuesta a defender los intereses de los ricos, el conflicto comenzará en todo el mundo, y en lugar del mezquino espectáculo de una guerra de razas, nos veremos envueltos los humanos en una guerra de clases.
Tengamos confianza en el porvenir, hermanos de cadenas, y ya que la Revolución es inevitable, procuremos que ella sea digna de las conquistas llevadas a cabo por el pensamiento hasta el presente.
Ricardo Flores Magón
Los partidarios de la paz continúan derramando abundantes lágrimas, lágrimas de cocodrilo por supuesto.
Ellos dicen que el pueblo tiene hambre a causa de la Revolución, y lo que dicen es una mentira para todo el territorio mexicano.
Hay hambre; pero donde dominan el villismo y el carrancismo. Donde domina el zapatismo hay abundancia.
¿Por qué? Porque Villa y Carranza son instrumentos de la burguesía, y como tales, tienen que respetar ellos, y hacer que sus tropas hagan lo mismo, el llamado derecho de propiedad privada.
Villa y Carranza no permiten que los pobres invadan las propiedades de los ricos. Zapata, en cambio, permite que las multitudes proletarias se apoderen de las haciendas, cuelguen a los burgueses, y se dediquen a labrar la tierra.
No es extraño, por lo mismo, que los habitantes del sur de México tengan que comer en abundancia, mientras sus hermanos del norte se mueren de hambre.
Mientras en el sur el campesino levanta ricas cosechas para él; en el norte, su hermano sigue levantando cosechas para sus amos.
Continuad, proletarios inconscientes, batiéndoos por Villa, Carranza, Vázquez Gómez, Félix Díaz y tantos otros. No hacéis otra cosa que remachar vuestras cadenas. Os sacrificáis y sacrificáis a los vuestros, a vuestras familias, al mismo tiempo que comprometéis el porvenir de vuestros hijos.
Para vosotros, trabajadores inconscientes, no hay palabra sana que valga. Por años os estamos diciendo que no sigáis a nadie, que empuñéis el arma por vuestra cuenta y os entreguéis a la expropiación en grande escala para el bien de todos. ¿Por qué no lo hacéis así? Tenéis valor para desafiar la muerte en beneficio de vuestros verdugos, ¿por qué no lo tenéis para desafiarla en vuestro propio provecho?
¿Por qué no fusiláis a vuestros jefes? ¿Hasta cuándo entenderéis? El gobierno es vuestro verdugo, quienquiera que sea el gobernante. Eso os lo hemos explicado hasta el fastidio, ¿por qué os empeñáis en tener un gobierno? ¿Sabéis, acaso, de algún gobierno que haya sido bueno para los pobres? Como pobres, ¿habéis recibido auxilio del gobierno cuando el burgués os explotaba y tiranizaba?
¡Responded!
Éste es el mejor momento para que os entreguéis a la expropiación de la riqueza social que tienen los ricos en sus manos. El caos impera.
¿Qué esperáis? ¿Esperáis a que se haga fuerte un gobierno para que ese gobierno os dé lo que ahora podéis tomar aprovechándoos de las circunstancias? Al Jefe u oficial que se oponga a la expropiación, fusiladlo, fusiladlo sin misericordia, porque ésos son los enemigos de tu clase, los que os embaucan para que los que están arriba sigan explotando y tiranizando a los que están abajo.
Ánimo, hermanos inconscientes. Adoptad los principios expuestos en nuestro Manifiesto de 23 de Septiembre de 1911, y seréis libres. Tenéis el fusil en las manos; pero el fusil es instrumento de opresión en manos de un inconsciente, porque sirve para encumbrar tiranos. En manos de un consciente, es garantía de libertad y de bienestar. Las balas que disparáis bajo las banderas burguesas, os hieren de retache. Los gritos ¡Viva Villa! ¡Viva Carranza! ¡Viva Don Petate!, equivalen a éste: ¡Vivan las cadenas! Gritad: ¡Viva Tierra y Libertad!, y tomad posesión de la tierra, las industrias, los almacenes; tomadlo todo para que sea de todos.
Obrando de ese modo, y solamente de ese modo, vendrá la paz por sí sola, porque entonces los pobres ya no tendrán por qué luchar, puesto que tendrán todo lo que necesitan para vivir, sin depender de nadie, y, también, ya no habrá ambiciosos que perturben el orden, porque al no querer más gobernantes, al abolir el principio de Autoridad los proletariados rebelados, se habrá acabado esa manzana de la discordia que se llama Silla Presidencial. ¿Quién será entonces el loco que emprenda la tarea de levantar gente para derribar a un gobernante y poner otro en su lugar?
Trabajadores inconscientes: volved vuestros fusiles sobre vuestros jefes y gritad con entusiasmo: ¡Viva Tierra y Libertad!
Ricardo Flores Magón
Hoy más que nunca la paz burguesa está muy lejos; la paz fundada en la sumisión forzosa de los de abajo; la paz maldita de las bayonetas. La burguesía llora lágrimas de sangre por esa paz, ida tal vez para siempre. La ley de las multitudes es lo que impera; una ley que carece de las ondulaciones de serpiente de la ley burguesa; una ley sin recodos, sin trampas, sin escondites; una ley de acero que no está escrita en ningún código: la ley natural que no necesita de abogados que la interpreten, ni jueces ni magistrados de levita que la apliquen. Son hombres de huarache y calzón blanco los que mandan, sobre todo en las regiones donde operan fuerzas verdaderamente revolucionarias, las que expropian y cuelgan burgueses y autoridades y frailes; son hombres de huarache y sombrero de petate, los que han tomado la ley en sus manos, la ley no escrita, la hermosa ley natural que dice que todos somos iguales, que todos tenemos derecho a un asiento en el gran banquete de la vida, que nadie debe estar una pulgada arriba de los demás. Y, sencillos y rudos, esos justicieros, con la misma serenidad con que ponen un pedazo de tortilla en la boquita de un niño, ponen en el cuello del burgués la cuerda que ha de estrangularle. ¡Malos tiempos!, suspira el burgués; ¡Viva Tierra y Libertad!, grita el proletario, y bajo su mano encallecida por una vida de fatigas, cae la tierra, caen los útiles del trabajo, caen las doradas guaridas de sus verdugos. Esto, por lo que respecta al movimiento de los proletarios partidarios de la acción directa; de los que no esperan que alguien se encarame a la Presidencia, para que les dé lo que ellos con sus manos pueden tomar; de los que en los pueblos de Morelos, Oaxaca, Puebla, Guerrero y México destruyen archivos judiciales y de la propiedad y ponen a disposición de los trabajadores la riqueza social; de los que en el centro de Durango arrancan las haciendas de las manos de los ricos; de los que en el Yaqui luchan defendiendo la tierra ya conquistada y por obtener la que todavía queda en poder de los señores feudales. Los proletarios partidarios de la acción política, los que sueñan en vano con un gobierno que les dé lo que les pertenece, siguen cobijándose bajo las banderas de Villa, de Carranza, de Félix Díaz, de tantos otros que en estos momentos se encuentran envueltos en la misma red por ellos tejida y no aciertan a conjurar el caos por ellos mismos formado. Los que esperan el sol que nace no saben a qué atenerse; no pueden adivinar cuál de las facciones políticas tendrá al fin la supremacía. Carranza tiene listo un plan de campaña que puede dejar a Villa cortado de su base de operaciones en la frontera del norte; gruesas columnas de carrancistas marchan sobre Torreón, punto estratégico y centro ferrocarrilero de grande importancia. Villa por su parte va a enviar formidables cuerpos de Ejército sobre Saltillo y Tampico. Los felicistas, encabezados por el traidor José Inés Salazar, amagan Casas Grandes, en el Estado de Chihuahua, y han tomado posesión del Ferrocarril del Noroeste. Las fuerzas de las facciones políticas se mueven por todas partes procurando ganar lugares estratégicos. Carranza, según despachos de la prensa burguesa, ha sido arrestado por sus propios partidarios en Veracruz, acusado de haberse robado seis millones de pesos del tesoro nacional. Villa mariposea alrededor de Zapata tratando de atraerse al revolucionario suriano; pero éste, hasta la fecha, se ha conservado puro, rechazando todas aquellas proposiciones que tiendan a desbaratar la gran obra revolucionaria de los campesinos de los estados del sur. Todo es confusión en estos supremos instantes que los proletarios deben aprovechar para aplastar definitivamente al sistema capitalista. En la cuestión política, el caos impera, en la cuestión económica y social, la luz se va haciendo. Los políticos se enredan; los proletarios se orientan. Mientras los caudillos se tiran de las greñas por apoderarse del codiciado Sillón Presidencial, los proletarios ponen la mano sobre la riqueza social. ¡Adelante!
Ricardo Flores Magón
Hemos aconsejado hasta el cansancio que no se deposite confianza en los jefes; que no se espere la libertad y el bienestar de las manos de nadie, pues éstos son frutos que solamente pueden ser conquistados por los oprimidos mismos.
La esclavitud en que se encuentra la clase trabajadora no se debe a que ésta haya dejado de sacrificarse por conquistar su libertad y su bienestar. La Historia nos enseña que las masas proletarias han estado siempre dispuestas a rebelarse contra las condiciones que las hacen esclavas; han regado con su sangre los campos de batalla; han realizado prodigios de heroísmo, y la energía y el valor que han puesto en juego habrían bastado para romper de una vez sus cadenas en una sola de tantas revoluciones que se han llevado a cabo, si en lugar de confiar a sus jefes la solución de sus problemas, hubieran ellas mismas puesto mano a la obra.
Así, pues, la esclavitud de la clase trabajadora no se debe a que ésta jamás se haya sacrificado por conquistar su libertad y su bienestar, sino al hecho de haber puesto siempre sus destinos en manos de caudillos, de redentores que llegados al poder vuelven la espalda a los que los han encumbrado y dan un puntapié a los que han abierto sus arterias y han arrastrado la muerte en los campos de batalla.
Estas enseñanzas de la Historia no han bastado para que el proletariado abra los ojos; todavía hay quienes empuñan el fusil para poner en la Presidencia de la República a hombres que han prometido hacer algo en provecho de la clase trabajadora, y los proletarios que lo hacen son una rémora para el triunfo de los pobres contra los ricos, son un obstáculo para los que no esperando nada bueno de ningún gobierno, quieren redimirse ellos mismos y redimir a sus semejantes haciendo pedazos el derecho de propiedad privada, aplastando el principio de Autoridad y arrojando chorros de luz sobre el embuste religioso.
Muchos siguen a Francisco Villa creyendo que este caudillo, una vez en el poder, hará algo en beneficio de la clase trabajadora, como si la experiencia del pasado, tan duramente ganada no fuera bastante para hacer entender que son los oprimidos los que por sí mismos tienen que conquistar su libertad y su bienestar.
Un caso últimamente ocurrido en la sierra de Chihuahua servirá para demostrar una vez más esta verdad: que la clase trabajadora no debe confiar a nadie la conquista de su libertad y su bienestar sino que es ella misma la que debe tomar en sus manos la solución de sus problemas tomando posesión de la riqueza social, esto es, de la tierra, la maquinaria de producción, los medios de transporte, las casas, los vestidos, los artículos alimenticios, todo, en una palabra, para beneficio común de todos.
Es sabido que Villa conquistó para él y los jefes de su Ejército las grandes haciendas de Luis Terrazas, aplicándoselas como propiedades. Expulsó de estas haciendas a los mayordomos puestos por Terrazas, sustituyéndolos por esbirros villistas. En cuanto a los peones, se les dijo que trabajaran por su cuenta y para ellos las haciendas, que los productos agrícolas serían para ellos y sólo para ellos, y en cuanto a las reses y caballada, que cuidaran esos ganados, por lo que obtendrían la mitad de su valor. Los peones se pusieron a trabajar con entusiasmo. No habría más miseria para ellos y sus familias; por fin podrían poner en los colegios a sus hijos, y una era de bienestar se abriría ante ellos. La decepción no tardó en apoderarse del ánimo de aquellos trabajadores. Villa los había engañado. En la ciudad de El Paso, Texas, un hermano de Villa,1 unido a una compañía empacadora de Kansas, está construyendo una casa empacadora, a la que van a llevar el ganado de Terrazas; las yeguas de cría y las crías han estado siendo vendidas, todo ello sin que los confiados campesinos hayan recibido ninguna utilidad. Por último, las cosechas de trigo, maíz, papa, frijol, chícharo, camote, y de todo cuanto han sembrado aquellos trabajadores, han sido decomisadas por agentes villistas, y vendidas en grandes cantidades en los Estados Unidos, sin dar a los peones un solo centavo a pesar de que Villa prometió que las cosechas serían para ellos por entero.
Esta traición de Villa ha originado un profundo descontento entre la peonada, y ésta se ha levantado en algunas haciendas, entre ellas la de Bavicora, La Quemada y cinco o seis más. Los trabajadores indignados se echaron sobre los transportadores de las cosechas, se las quitaron por la fuerza, les quemaron los carros y guarniciones, escondieron las mulas y ahora están sobre las armas, no dominando en esa región sino la voluntad de los peones. Los villistas no se atreven a entrar a la región, que es la de los distritos de Guerrero y Galeana.
Que esta lección sirva a esos campesinos para no volver a prestar oídos a promesas. La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos. Estos viriles labriegos, en rebelión ahora, han abierto los ojos. ¡Adelante!
Ricardo Flores Magón
1 José Hipólito Arango Arámbula. Hermano del general Francisco Villa. Fue uno de sus principales colaboradores en la agencia financiera de la División del Norte. En 1916 se exilió en Cuba. En 1920 se amnistió. En 1923 se unió a la rebelión delahuertista. Tras la derrota, se retiró a vivir en Canutillo. Recibió una pensión como general retirado y murió en 1964.
Un periódico felicista dice que uno de los cachorros de José Inés Salazar, el traidor a la causa del proletariado, estuvo a punto de ser plagiado en El Paso, Texas, por alguien que quería obtener dinero del bandido. El cachorrillo, un tanto listo, no se dejó embaucar por el supuesto plagiario.
¡Fuera el pueblo un poco más listo, o, al menos, tan listo como el cachorro de un bandido!
Parece que Maytorena, el Gobernador villista de Sonora, está dispuesto a rendirse; pero como se le pone como condición que se sometan también los yaquis, declara que él no tiene control sobre esa tribu viril. Así, pues, Maytorena se rendirá; pero la Revolución continuará en Sonora sostenida por los yaquis.
¿Y por qué no se rinden los yaquis? Porque luchan por conquistar
Pan, Tierra y Libertad.
Toñita está triste; Toñita no sabe qué hacer; Toñita está pálida; Toñita está nerviosa. Se soñó “presidenta”, sentadita al lado del famoso barbero, naturalmente, y las cosas se han puesto color de hormiga. Ahora, o se hace villista o tendrá que emigrar o tendrá que luchar; pero ella no conoce otras batallas que las del amor con barberos. Ella lucha, pero contra las leyes de la naturaleza. Ella se sacrifica pero por amor.
Según parece, Villa va a dirigir una campaña enérgica sobre los estados del nordeste. Huye, Toñita, porque… te puede dar el patatús.
Toñita, muy perfumada, fue a ver a Zapata. Se creyó una nueva Cleopatra que haría que Zapata se rindiera a sus pies. Zapata no fuma ese tabaco y la despidió con cajas destempladas.
Toñita, o sea el famoso General Antonio I. Villarreal, ha de pensar que es una desgracia para su “sexo” que no todos sean barberos, de Lampazos, naturalmente, pues el resto de los trabajadores merece todas mis atenciones como compañeros de cadenas.
Carranza, atolondradamente, cuando su barco se hunde, se acuerda de los que tienen hambre, o mejor, quiere atraerse a los que tienen hambre.
Hasta hoy, cuando el agua le llega a las de chivo, se da cuenta de que la Revolución tiene por objeto emancipar económicamente a los trabajadores, y lanzando lagrimones grandes como tejocotes, dicta a su amanuense un decreto en que habla de repartir tierras a los pobres.
Como los pobres ya las están tomando sin necesidad de que una mano piadosa las entregue, cabe aquí decir al generoso barbón: métetelas en la… boca para que no les dé el aire.
En estos momentos en que reina el caos en los asuntos mexicanos, Emilio Vázquez Gómez saca la cabeza de su escondite y dice “muuu…” Anda por esos mundos un Manifiesto de este personaje de sainete, en el que dice que es necesario resolver el Problema Agrario, y aboga porque el gobierno compre a los ricos las tierras que no cultivan para venderlas, divididas en lotes, a los pobres.
Ya chocheas, Emilio. El pobre no tiene necesidad de comprar lo que le pertenece por derecho natural. Si se siguiera tu plan, el rico sería el beneficiado, pues encontraría fácil salida para las tierras que le sobran.
Bonito chiste ese de hacer una Revolución para comprar tierras. Hoy mismo, el que tenga dinero, puede comprarse un pedazo de tierra sin necesidad de combates, escaramuzas, emboscadas, cuartelazos y explosiones de dinamita.
Cosa encantadora: en el Manifiesto aparece la “bella” figura del ex presidente de Ciudad Juárez y Palomas. Según la prensa burguesa, Zapata y Villa están de acuerdo, y hasta se habla de un abrazo que en Xochimilco se dieron los dos generales.
La pobre prensa prostituta dice todo eso para engañar al pueblo. El abrazo que muy pronto recibirá Villa va a ser el de la muerte.
¡Buen pulso, Zapata!
Hay en El Paso y otros lugares de la frontera una infinidad de periodiquillos, todos ellos diarios, pertenecientes a diversas banderías. Los hay carrancistas, villistas, gutierristas, felicistas, huertistas, vazquistas y hasta pederastistas o villarrealistas, que de todo debe de haber en esta viña del burgués.
Todos estos periodiquitos salen todas las mañanas repletos de noticias estupendas, de golpes de Estado, de cuartelazos, de sublevaciones, atacando unos los ídolos de los otros, y éstos, los de aquéllos.
Desheredados: boicotead esos organillos de la burguesía. Ellos abogan por el encumbramiento de bandidos que os pondrán el pie en el pescuezo. No hay que elevar a nadie a la Presidencia de la República. ¡Muera todo gobierno!
El aire está lleno de rumores. Los que desean saber quién está arriba, para gritar ¡viva el que está arriba!, no saben a qué atenerse, no pueden orientarse. El caos impera. Son muchos los que dicen que gobiernan al pueblo, y, en realidad, nadie gobierna individualmente.
Que el caos continúe, que en su seno está en gestación un nuevo orden de cosas. De esta tremenda confusión, de estas tinieblas, brotará la libertad.
Ricardo Flores Magón
Nuestra excitativa a favor de los expropiadores presos en Marlin, Texas, ha tenido un eco simpático entre los hombres de buena voluntad. El Centro de Estudios Racionales, de esta ciudad, que es un círculo proletario compuesto de trabajadores inteligentes y activos, levantó una colecta entre sus miembros a favor de los compañeros Blas María Hinojosa e Ignacio Duarte, presos en Marlin. La colecta produjo la cantidad de $2.11, la cual fue puesta en nuestras manos para enviarlo a su destino. Desde luego enviamos $2.00, quedando once centavos que enviaremos cuando se reúna un poco más de dinero.
Nuestros compañeros del Círculo de Estudios Racionales han demostrado ser verdaderos revolucionarios; hombres emancipados de toda clase de prejuicios, y por ello los felicitamos. ¡Adelante, compañeros!
Los hombres y las mujeres que sabemos que lo que tienen los capitalistas no es otra cosa que el producto del trabajo de la clase trabajadora debemos ver en nuestros compañeros presos en Marlin a justicieros, mejor que a ladrones. La palabra ladrón debe ser aplicada al burgués. El proletariado no roba cuando le quita al burgués alguna cosa. El proletario ejecuta entonces un acto de justicia, pues despoja a un bribón de lo que injustamente se había apropiado.
El robo, para nosotros, no es un delito cuando ha sido cometido por un trabajador en bienes de un burgués. A ese acto le llamamos restitución, o sea, la vuelta de una cosa a su verdadero dueño.
El trabajador no roba cuando quita algo al burgués, porque él, el trabajador, lo ha producido todo, sus manos y su inteligencia han creado todo cuanto existe: las casas, los muebles, las telas, las máquinas, los artículos alimenticios. Bajo el cuidado paternal del trabajador crecen las plantas que han de producir ricas cosechas; las manos sagradas del trabajador manejan el pico y la pala, la azada y el martillo, el escoplo y el cincel. Sin el trabajador no habría casas, ni alumbrado, ni acueductos. De sus manos encallecidas por una labor asidua, brotan palacios, puentes, monumentos, parques, ciudades de calles alineadas, caminos magníficos. Todo, todo sale de las manos del trabajador, el pan, el vino, los deliciosos manjares con que se regala el burgués. Los ganados se multiplican gracias a la laboriosidad del trabajador; el mar entrega sus peces y sus mariscos al valiente pescador; la tierra, generosa, permite que el trabajador penetre a su seno a sacar losmetales que la industria necesita y el carbón con que se mueven las máquinas y se calienta el burgués. Y todo cuanto hace el trabajador queda en poder del burgués, quien revienta de harto, mientras el trabajador y su familia revientan de miseria.
¿Quién será el osado que llame bandido a un proletario que quita de las manos de un burgués una mínima parte de lo mucho que ha producido?
Vergüenza deberíamos de tener por no poseer el nervio necesario para encararnos a la sociedad y gritarle en sus hocicos [sic]: ¡Infame; tu moral es falsa!
Cuando nuestros hijos, pálidos, enflaquecidos por el hambre, nos piden pan, no hacemos otra cosa que colgar desalentados los brazos enfrente de las tiendas repletas de comestibles, de vestidos, de abrigos confortables, sin atrevernos a alargar la mano para tomar lo que necesitamos. No tenemos el valor de significar nuestra protesta con el robo, con lo que la infame moral burguesa llama robo.
Es de esperarse que todos los hombres y todas las mujeres que no piensan ni sienten como burgueses se apresurarán a enviar su óbolo a los expropiadores presos, dirigiendo dinero y cartas de esta manera: Gumersinda Miranda Soto, P.O. Box 105, Lorena, Texas.
Ricardo Flores Magón