ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

1901 (2/2)

Durante nuestra incomunicación, nuestros inteligentes y activos defensores, Lics. Francisco A. Serralde, Eugenio L. Arnoux, Diódoro Batalla y Faustino Estrada, un grupo de jóvenes que odian la tiranía, porque la tiranía despoja de libertad, promovieron nuestra libertad bajo caución. Después de llenar los requisitos que exige el artículo 440 del Código de Procedimientos Penales, detallados, en el 438 del mismo Código, el Juez Velázquez negó dicha libertad por temores de que nos fugáramos.

Acostumbrados estamos a tales temores de nuestros Jueces arbitrarios. No nos sorprende el mal uso que hacen de una facultad, como de todas las otras facultades que les confieren las leyes. Una pésima administración de justicia, creada por un Ministro inepto, Baranda, solamente puede producir el abuso del arbitrio: la arbitrariedad. Pero lo que nos ha sorprendido hasta la estupefacción, lo que no habíamos visto en otra resolución judicial, porque los otros jueces han sido cautos al aventurar sus temores de fuga, lo que solamente podría invocar la mediocridad intelectual del Juez Velázquez, son los motivos de su temor infantil.

Funda el Juez su temor en que, además de que nuestra pena sería de importancia, de dos años de prisión, nosotros creemos que somos inocentes, porque como periodistas tenemos derecho a censurar los actos de los funcionarios públicos; y en que manifestamos en autos que no tenemos fe en la justicia, por lo que parece que damos a entender que se nos persigue sin motivo. Pasaremos por alto algunas injurias gramaticales y otras dislocaciones de criterio, para evitar a nuestros lectores la pena que causan las contorsiones del escaso intelecto de Velázquez.

Tres son los fundamentos para negarnos la libertad bajo caución: 1º Que la pena es de importancia. 2º Que nos creemos inocentes; y 3º que no tenemos fe en la justicia.

Respecto al primer punto ignora el Juez Velázquez que existe el artículo 440 del Código de Procedimientos Penales que concede la libertad bajo caución de aquellos procesados para quienes el máximum de la pena no exceda de siete años de prisión. Como la pena que habría de imponérsenos, si hubiésemos cometido el delito que el Juez nos imputa y si fuese aplicable el Código Penal y no la Ley Orgánica de Libertad de Imprenta, no excede de dos años de prisión, nos parece que la torpeza de Velázquez se hace más visible al invocar como fundamento una circunstancia que no se apoya en la ley.

Respecto al segundo punto, precisamente porque nos creemos inocentes, no habríamos de fugarnos para hacer sospechosa nuestra conducta, siempre intachable, mal que pese al Juez Velázquez. Porque nos creemos inocentes, haremos que este negocio se resuelva en definitiva; y porque nos creemos inocentes tenemos esperanza en el triunfo y en el castigo de quienes nos han calumniado y de los que han abusado de su autoridad. Este es un motivo poderoso para no apelar a la fuga.

Respecto al tercer punto, es tan fútil, tan pueril, tan inofensivo el raciocinio del Juez, que no nos detendríamos a analizarlo, si no tuviéramos que indicar algo que es importante indicar.

Corre de boca en boca una vulgaridad: “Hay que tener fe en la justicia.” Frase que brotó de los labios del Presidente de la República en un momento en que era forzoso no aumentar el dolor de un padre que suplicaba.1 Dicha frase, perfectamente anacrónica y hueca, despertó la garrulería de la prensa asalariada y en editoriales y gacetillas se comentó esa abstracción, sin preocuparse, más bien dicho, sin quererse preocupar de que en nuestros tribunales, ayunos de Justicia, desfilaban multitud de infelices víctimas de la tiranía judicial. Seguramente que no se nos presentarán para desmentirnos, las estadísticas de la Procuraduría de Justicia que arrojan la enormidad de un sesenta por ciento de inocentes encarcelados.

Si impresionó la frase del Gral. Díaz, esa impresión fue la del público que no gusta de aventurarse en la maraña de las estadísticas del Procurador. Hubo una parte del público que conocía esas estadísticas, hubo otra considerable porción que sufrió las injusticias de los Jueces, y allí hizo fiasco la frase. Se le sometió al escalpelo de la crítica, y resultó vana, tan vana como todas las abstracciones libérrimas en un pueblo vencido por la Dictadura.

Nosotros conocemos las estadísticas del Procurador, nuestra profesión nos pone en contacto con el sesenta por ciento de ciudadanos vejados por la rabiosa tiranía de la toga, nosotros mismos somos víctimas de esa tiranía, sabemos que una gran parte del personal de la administración de Justicia es obra del funesto ex-Ministro Baranda y sabemos también que ese ex-Ministro procuraba rodearse de lo más desprestigiado y de lo más insano. Con estos antecedentes, mal asentaríamos que tenemos fe en la Justicia.

Tendremos esa fe, cuando los funcionarios judiciales rechacen las indicaciones de los poderosos y las consignas que se ligan  con la política. Tendremos esa fe, cuando fallen las causas conforme a la ley, cuando se despojen los Jueces de caprichos necios, cuando equilibren su sentido moral con la gravedad del cargo que ejercen, cuando no priven en las oficinas ciertas personalidades sombrías que derrochan dinero y ejercen bajos oficios, cuando se penetren los jueces de la bondad de su ministerio, cuando los procedimientos de la “Toga Roja” no sean el medio inquisitorial para arrancar confesiones, cuando haya un Tribunal de responsabilidades que juzgue sin consideración a la maffia de la toga, cuando sean destituidos los Velázquez y Pérez que abundan en la judicatura. Entonces tendremos fe en la justicia; entonces las palabras del Presidente Díaz no serán un sarcasmo, como lo son ahora.

Concluiremos presentando a nuestros lectores un ejemplo del corto alcance intelectual de algunos funcionarios judiciales.

Al notificársenos el auto en que se nos negó la libertad bajo caución, uno de nosotros manifestó en la respectiva que dicho auto robustecía nuestro escepticismo respecto a la Justicia común. El Secretario del Juzgado, ya tristemente célebre Emilio Pérez de León, sirvió de amanuense. Al entregársenos el expediente para firmar la notificación, advertimos que el Secretario había escrito exepticismo en vez de escepticismo. -Todo está bien, dijo uno de nosotros, salvo la palabra “escepticismo” que se escribe con s c y no con x. -¿ no sabe usted, contestó airado Pérez, que la s c equivale a la x? Sobre todo, no estamos tratando cuestiones de caligrafía (!!!!). –De ortografía dirá usted, se le contestó inmediatamente.

Ya verá el público en qué manos está nuestro proceso.


1 Vid., supra. n. 23.

El 30 del pasado Junio esta ciudad se conmovió. La cloaca social llamada clero tiene justamente indignada a la sociedad.

La prensa noticiera vino dando día a día noticias y más noticias de crímenes cometidos contra el honor, la familia y los bienes de las personas, por eso individuos que aprendieron en los seminarios el sistema de delinquir orando, y que una vez facultados para embaucar a la humanidad, ponen la religión como escudo, como pantalla para ejercer impunemente el crimen.

La prensa noticiera nos hizo saber cómo debajo de una sotana se encabrita la lubricidad de un sátiro; nos hizo saber cómo en las penumbras de las sacristías se mancilla el honor de las doncellas y de cómo el jefe de la Iglesia católica en México permanece impasible cuando se le denuncian las concupiscencias de sus libidinosos frailes, de sus impúdicos faunos.

La sociedad se horrorizó. Los mojigatos creyeron al principio que se trataba de una mixtificación. Los liberales siempre hemos creído que el clero es criminal.

La sociedad se escandalizó con justicia. Las mayores desvergüenzas corrían de boca en boca. Los crímenes que tienen por cómplice el confesionario fueron divulgados uno a uno. Toda la podredumbre que se oculta vergonzante, en los rincones de las sacristías fue exhibida a la vergüenza pública y la sociedad se indignó.

El gremio estudiantil protestó enérgicamente contra la maldad del fraile, del fraile que embrutece al pueblo, que corrompe a la mujer, que explota a la sociedad y que hace sentir el peso de su tiranía ultramontana anonadando las conciencias y quebrantando las voluntades. Pero el gremio estudiantil no se atrevió a atacar la acción más odiosa del clero católico, su crimen más repugnante. Digámoslo de una vez, la juventud se sintió sin fuerza para decirle que el clero católico se ha unido al gobierno del general Díaz para ayudar a embrutecer al pueblo y remacharle sus cadenas.

Si digna de alabanza fue la actitud de los estudiantes protestando contra los abusos del clero católico; si simpática fue la idea de la juventud al desenmascarar al fraile hipócrita presentando su miseria y descubriendo su inmundicia, mal hizo cuando no tuvo una sola frase de reproche para censurar públicamente, con la franqueza y energía que es patrimonio de los pechos juveniles, la funesta política de conciliación que ha hecho fuerte a ese clero y que casi le ha dado patente de impunidad para ejercer su bandidaje de honras, para practicar sin riesgo el latrocinio.

La juventud, reunida el 30 de Junio para protestar contra los abusos del clero católico cometidos al amparo de la necia política de conciliación, no tuvo una frase de reproche para esa insana política. La juventud combate el efecto sin preocuparse de la causa.

Y aquí entra algo que nos hiela la sangre. Refieren las crónicas que en los momentos en que los estudiantes estaban poseídos del mayor entusiasmo protestando contra los crímenes del clero; en los momentos en que protestaban contra la tiranía del fraile estimulada por la política de conciliación, en esos momentos pasó el general Díaz por el lugar de la manifestación, el Presidente que se ha aliado al clero para hacer eterno el continuismo en el poder, el Presidente que se ha aliado al clero para embrutecer al pueblo, el Presidente que ha colocado en los puestos públicos a recalcitrantes clericales y ha hecho a un lado a los demócratas para proteger a los traidores, el Presidente que nos ha arrebatado nuestras libertades, que ha matado el sufragio para de ese modo imponer déspotas clericales, que ha aherrojado al pensamiento porque éste es luz, y la opresión, ya sea clerical, militar o el conjunto de ambas, como la que soportamos, es sombra; que no admite réplica porque ha proscrito la discusión, que con la punta de la espada ha desgarrado la ley y con su política autocrática ha dado muerte a las instituciones liberales; el Presidente conciliador pasó por el lugar de la manifestación y fue aplaudido, fue aclamado por la juventud que protestaba en esos momentos contra todo lo que oprime, contra todo lo que veja y embrutece.

¿Por qué fue así? ¿Por qué aplaudió la juventud al autor de la política de conciliación?

Veinticinco años hace que la patria gime encadenada por el absolutismo. Veinticinco años hace que murió la libertad. Veinticinco años de tiranía han hecho que no tengamos ciudadanos.

Cuando por cualquiera parte de la República se hace ostensible una voluntad, en el acto se la abate; cuando surge un carácter, desde luego se le corrompe. No tenemos ciudadanos.

Las escuelas oficiales han tomado como modelo de disciplina los seminarios y los cuarteles. Los pechos juveniles son objeto de un brutal massage de una enrevesada ortopedia moral que los vuelve débiles. Los cerebros no pueden tener más criterio que el abstruso e inmoral criterio de dómines analfabetos que no enseñan otra doctrina que la del servilismo ni más ejercicio físico que el de hincar la rodilla.

Por eso los estudiantes no tuvieron una frase de reproche para la política de conciliación; por eso los estudiantes aplaudieron, aclamaron al autor de esa funesta política, al autor del absolutismo.

Vamos mal por ese camino. Si la inmoralidad del clero católico no es más que una resultante de la benevolencia del poder para con él; si el avance del clericalismo no es más que el resultado de la protección que le dispensa el poder y si nos vemos amenazados por la hidra de sotana, es porque está sostenida por la hidra de machete. ¿Por qué no somos francos? ¿Por qué tenemos frases de indignación contra el producto de la actual política y aplaudimos a esa funesta política?

Tengamos valor para luchar. Nos estamos engañando solos. Fingimos creer que atacando la inmoralidad del fraile, producto de la necia política de conciliación, efectuamos una obra regeneradora. El fraile continuará ejerciendo el crimen mientras exista esa inmoralidad política. Hay, pues, que sanear la política.

Que la lucha ofrece serios peligros para los que la emprenden, nadie lo duda. La tiranía es un erizo. Pero a fuerza de dar contra el erizo, perderá éste la agudeza de sus púas.

¡Tengamos valor!

A diario recibimos quejas y más quejas de los abusos que cometen las autoridades del Estado de Coahuila.

Creíamos que con la caída de Garza Galán, cambiaría la situación política y social de Coahuila, pero nos hemos equivocado. También es cierto que no contábamos con la circunstancia de que mientras ocupe la Presidencia el Gral. Díaz la administración general y la local de cada Estado marcharán de desastre en desastre, porque no hay funcionarios sino manequíes. La iniciativa individual se estrella ante las rutinarias y caprichosas disposiciones del Presidente.

Poco a poco iremos dando a conocer todo lo malo que hay en Coahuila.

Se nos informa que el Dr. Juan Cabello Siller es Presidente de la Municipalidad del Centro, Diputado al Congreso del Estado y Director del Hospital Civil. Con ligeras interrupciones, este funesto funcionario ha ocupado los tres puestos a que nos referimos, durante dos periodos consecutivos, que, para desgracia del Estado de Coahuila, ha estado a su frente el Lic. Miguel Cárdenas.

EL Dr. Juan Cabello Siller, como funcionario público, según se nos informa, ha hecho cuanto de su parte ha estado para impedir la creación de Clubs liberales en el Estado, por lo que se ve que ha seguido, y sigue, la misma práctica obstruccionista que ha hecho absolutamente impopular al Ministro Reyes.

Sabemos perfectamente, porque así lo sabe toda la frontera del Norte, que la influencia de D. Bernardo Reyes es decisiva no sobre los ciudadanos, sino sobre los funcionarios, que son hechura de él, al menos los de Nuevo León, Coahuila y buena parte de los de Tamaulipas. Con esa influencia que tiene el sello de la absoluta autoridad del jefe sobre los inferiores, nada marcha bien en Coahuila. Del Gobernador al último de los empleados públicos dejan de cumplir sus obligaciones.

Ninguno de los empleados de la administración de Coahuila es apto para desempeñar sus funciones. Sólo sirven para los servicios políticos, como los que forman el nauseabundo “Círculo Unión y Progreso de Monterrey,” para granjearse ascensos debidos a la adulación y nunca al mérito.

Coahuila necesita una seria desinfección. En nuestros próximos números diremos hasta qué grado de desbarajuste ha llegado su administración pública.

El machete está conquistando triunfos por todas partes. El sable está de plácemes.

Después de la heroica toma de Chan de Santa Cruz en donde como botín de guerra apresó el cascarón de una miserable aldehuela y una mula muerta, en Sonora ha alcanzado una singular victoria, según participa el Gral. Luis E. Torres al Prefecto del Distrito de Guaymas.

Dice Torres, que en el Mazcoba se logró dar muerte a Tetabiate y fueron hechos prisioneros cinco mujeres y diez niños.

Progresa el militarismo. Antes las hazañas bélicas consistían en hacer prisioneros a los varones. Ahora, las energías militares se ensañan con las mujeres y los niños. Antes el heroísmo, el valor militar, buscaba la fuerza para quebrantarla. Hoy lo hace con la debilidad. Antes el salvajismo militar oponía a la fuerza la fuerza bruta. Hoy, el mismo salvajismo opone la misma fuerza bruta a las desamparadas mujeres y los inocentes niños.

Y para eso se distraen enormes sumas del Tesoro Nacional. Las mejores rentas son  invertidas para el mantenimiento de un ejército ocioso, que en caso de guerra con alguna nación extranjera no serviría, porque sus clases de tropa están integradas por individuos reclutados por ese modo atroz que hace de nuestro país un país atrasado, la “leva.” La leva que nos deshonra ante el mundo entero y lesiona nuestro estado económico, arrancando a la Nación un “productor” para convertirlo en “consumidor” y en vicioso en la podredumbre de los cuarteles.

El Gobierno debe licenciar al Ejército que agota a la Nación y crear la Guardia Nacional. Si es cierto que es un gobierno fuerte, no debe temer al ciudadano armado, porque sólo las tiranías se sienten débiles ante el soldado del pueblo.

Pero estamos bordando en el vacío. El Gobierno actual es una Dictadura militar y si suprime el Ejército, desaparecerá, porque no lo sostiene la voluntad del pueblo sino las culatas de los fusiles. Las tiranías sin soldados son imposibles.

Nos han honrado con su visita dos estimables colegas El Corsario de Morelia, Mich. y El Pensamiento Libre de Mérida, Yuc.

Ambos colegas son netamente liberales. El Corsario, es órgano del Club "Liga  Patriótica" de Morelia, que forma parte de la Confederación  de Clubs Liberales de la República. Su programa es amplio, digno y valiente. Exhibe la inmundicia que se oculta vergonzante en las sacristías, así como las bestiales pasiones que bullen hipócritas debajo de las sotanas.

El Corsario, es infatigable. Semana por semana disipa con sus luces las negruras  del fanatismo. Su labor es de vida; su labor es de luz; calienta y alumbra como el sol.

El Pensamiento Libre, no es nuevo en la lucha. Tiene algunos meses de haber sido fundado. Pero las penalidades porque actualmente atraviesa la prensa independiente y honrada, hicieron que el querido colega suspendiera por algún tiempo su noble propaganda. No obstante, sus fundadores no desmayaron en su empresa, y hoy tenemos el gusto de anunciar su reaparición.

El número que tenemos a la vista viene vibrante de patriotismo. Contiene un artículo titulado “La agonía de una administración” escrito con tal vigor y valentía, que sólo basta para honrar a cualquiera publicación periodística. En ese artículo se trata del desprestigio en que ha caído la administración del imperialista Gobernador Cantón. También en dicho artículo se ponen en conocimiento del pueblo, el legado de miserias que deja la misma administración.

Con gusto manifestamos a los dos honrados colegas, que mientras sigan el digno programa que se han trazado y dediquen sus energías a la defensa del pueblo contra el absolutismo y el fanatismo, seremos sus aliados, porque nosotros también luchamos por la reconquista de los principios liberales, que excluyen toda tiranía.

Escandaliza el modo de ascender que se usa en esta época de cesarismo. Los servicios políticos de que tanto hemos hablado, son los mejores méritos que pueden hacerse para obtener la gracia de los magnates.

Hoy no vale ni el talento, ni la ilustración, ni el patriotismo. Para ser influyente, para codearse con los prohombres de esta negra política, basta con el aplauso rabioso e incondicional a los actos más descabellados del poder; basta con tener siempre la sonrisa en los labios, por más que en el fondo del alma se abrigue el rencor y la conciencia recrimine la debilidad de los caracteres que se doblegan.

La servil manifestación que organizó en contra de nosotros el imprudente "Círculo Unión y Progreso" de Monterrey porque dijimos que no son liberales los militares Díaz y Reyes, ha dado su fruto. El servicio político presentado por ese sucio Círculo, ha tenido su recompensa. Miguel F. Martínez, el organizador de la manifestación protesta, acaba de obtener el precio de su servicio político, acaba de ser nombrado Director General de Institución Primaria del Distrito Federal.

Decimos que Miguel F. Martínez acaba de obtener el precio de su servicio político porque no se distinguió jamás por su talento, ni su ilustración como director del Colegio Civil de Nuevo León, al que no hizo progresar, habiendo dejado en el mayor atraso a la Escuela Normal de Monterrey de la que desdichadamente también fue Director. Como Director de la Instrucción Pública del Estado, sus vuelos alcanzaron la misma altura que los del Dr. Luis E. Ruiz. Miguel F. Martínez  no es merecedor del cargo que acaba de obtener en el Distrito Federal ayudado por el Ministro Reyes.

Se lo recomendamos al Sr. Lic. D. Justo Sierra, pues si el Dr. Ruiz no fue apto para desempeñar el cargo que se ha encomendado a Martínez, creemos que éste será más inepto que aquel, pues que ha ganado el empleo, no por sus méritos, sino por sus servicios políticos. Se le ha pagado la manifestación protesta de Monterrey.

Veremos con que se paga a los demás manifestantes.

Si no fuera porque se ha entorpecido la marcha administrativa de nuestro periódico con perjuicio de nuestros amables favorecedores, nos regocijaríamos porque existen un Córdova, un Quevedo y un Velázquez, trinidad que al batir furiosamente el récord de la torpeza, nos proporcionan un inmenso placer: el de comprobar que REGENERACIÓN no injuria, ni difama, ni calumnia.

Se nos presenta la oportunidad de confundir a nuestros rabiosos detractores, a todo aquellos serviles alharaquientos que llevaron su saña hasta llegar a pretender emponzoñar nuestra estancia en bartolinas con artículos virulentos y soeces, a todos aquellos manifestantes de Nuevo León que mostraron su insignificancia y su furioso amor a la tiranía.

Todo lo que relatamos en nuestro artículo “Instintos salvajes,”1 es rigurosamente cierto. Córdova pretendió despojar de un terreno a D. Pioquinto Leyva y apaleó a este Señor porque se opuso al despojo. Las pruebas que hemos rendido corroboran nuestra información.

Más todavía. Córdova fue destituido de su empleo, porque era imposible soportar por más tiempo las depredaciones que cometía como Jefe Político de Huajuapan de León, Oax.; y cuando un Gobierno toma una decisión enérgica rompiendo la atmósfera complaciente de que gustan todos nuestros gobernantes, Córdova debe haber sido un funcionario modelo entre los nocivos de la República. Y sin embargo, se querella, y hay un abogado ayuno de negocios que patrocina esa querella, y hay un Juez ayuno de escrúpulos que acoge esa querella.

El siguiente aviso, profusamente publicado por el actual Jefe Político de Huajuapan, revelará que no solamente se destituyó a Córdova, sino que se ha recurrido a procedimientos hasta ahora desconocidos.

“Jefatura Política del Distrito. -Aviso.- Hago saber al público que, autorizado por orden superior para formar expediente en el Distrito respecto al lapso de tiempo transcurrido desde el 1º de Julio de 1899 a la fecha, y por hechos de autoridades, las personas que se crean agraviadas podrán pasar al local de esta oficina a exponer las quejas que tuvieren, en el concepto que se recibirán de oficio y con toda justificación necesaria hasta el día 10 del próximo Junio. –Huajuapan de León, Mayo 26 de 1901.- El Jefe Político, Alfredo M. Saavedra.”

Tan luego como circuló ese aviso, se presentaron a la Jefatura Política más de veinte quejas de vecinos agraviados, y entre ellas la del Sr. Pioquinto Leyva denunciando el despojo que pretendió efectuar Córdova y las lesiones que este individuo le infirió.

Todavía esperamos las declaraciones de algunos honorables vecinos de Huajuapan. Ellas acabarán de confundir a nuestros detractores, al querellante y al Juez.

Deseamos que el público independiente y sensato, conozca estos detalles, porque nos dolería, y mucho, que hubiese quien dudara de la imparcialidad y buena fe de nuestras informaciones. Deseamos corregir abusos, a pesar de que éstos se yergan con la pretensión de anonadarnos en combinación con un Juez que personifica el abuso.


1 Véase supra, art. núm. 496.

El Jefe Político de San Juan de Guadalupe, Dgo., es un funcionario que gusta de hacer su voluntad.

Con el peligro de que nos denuncie, porque gracias a la venalidad de ciertos jueces, las autoridades arbitrarias experimentan placer en oprimir, pero se encolerizan cuando se les reprocha su mal comportamiento, comisionando a famélicos tinterillos para que los representen, vamos a denunciar algunos actos de ese Jefe Político que lo acreditan como pésimo funcionario.

Al Sr. Miguel Cordero se le disparó accidentalmente un arma de fuego en su casa. Nadie se había dado cuenta del suceso, pero el Jefe, haciendo alarde de su autoridad, penetró en la casa del referido Sr. Cordero a quien llevó a la cárcel con lujo de despotismo, en donde lo incomunicó en un separo.

Por medio de nuestro colega, El Universal, se requirió al Jefe Político para que indagase el resultado de la rifa de un caballo que hizo el recaudador Eutimio Escobar. Esta rifa no dejó satisfecho al público ni el Jefe dio ninguna explicación, según se dice porque Escobar es primo suyo.

El honrado comerciante D. José Mancinas tuvo la idea de festejar uno de los grandes días de la Patria. Adornó la fachada de su casa, y como buen patriota y liberal que es, izó una bandera en la que puso la siguiente inscripción: “Viva la gran notabilidad del siglo XIX, D. Benito Juárez.” El Jefe Político, clerical recalcitrante, se encaró al Sr. Mancinas y con palabras duras le exigió que quitase el adorno, diciendo que, “no permitiría que figurara aquel nombre (Benito Juárez) por ser contrario a sus ideas.” Amenazó, además con imponer una multa de veinticinco pesos si en el término de media hora no se hacía desaparecer el adorno.

Como se ve, el Jefe Político de San Juan de Guadalupe es un funcionario arbitrario y clerical. No pedimos que se le destituya porque no se hará así, a lo sumo se le removerá de su puesto para ponerlo en uno más lucrativo.

Llega a tal grado su afecto a los ensotanados que hace poco tiempo llegó un buen número de esos vampiros, siendo él el primero en rendirles culto.

Para probar que la tiranía no sirve más que para afeminar a caracteres y que, por lo mismo, la Dictadura del Gral. Díaz, es nociva al país, sepan nuestros lectores que muchas personas de arraigadas convicciones liberales se negaran a construir el Club por temor de que se inicie en su contra la serie de atropellos y vejaciones que acostumbra nuestro monárquico Gobierno como sucedió en Lampazos y Candela.

En C. Guerrero, Tam. Hay un buen número de liberales que no se han agrupado en Club porque no se nos informa, temen las persecuciones de la tiranía.

Esto es indecoroso. La abstención de los ciudadanos en C. Guerrero nos comprueba que en los Estados y en esta misma capital, no hay garantías individuales.

Pésimo es el sistema de perseguir convicciones, de sofocar ideales. Por ese sistema no se logra más que el desprestigio de cualquier Gobierno.

El Gobierno está en la obligación de ayudar, de proteger a los ciudadanos, más bien que tratar de oprimirlos. Si un Gobierno quiere hacerse simpático debe ser liberal y no como el nuestro cuyo liberalismo consiste en oprimir el pensamiento y arrebatar las libertades.

Los ciudadanos de C. Guerrero deben formar su Club. Si el Gobierno los atropella, este atropello servirá para desprestigiar más a la tiranía, y de este modo, se conseguirá hacer ver al pueblo de un modo objetivo, las inconveniencias de las Dictaduras. 

Al pueblo lo engaña el Poder, pretendiendo hacerle creer que es libre y tiene derechos. Los papeles gobiernistas lo engañan en el mismo sentido. Es bueno mostrar que hay tal engaño. Es bueno desenmascarar a los déspotas. Las persecuciones al pensamiento y los atropellos a los derechos, ponen en caricatura a los Césares.

El Ayuntamiento de C. Guerrero, Tam., hechura del Gobernador Mainero como lo hemos dicho en alguno de nuestros anteriores números, tiene muy poco cuidado para la guarda del tesoro municipal.

El año pasado siendo Presidente Municipal D. Manuel Vela Ramírez, y durante el tiempo que este señor se separó de dicho puesto dejando substituto por ministerio de la ley, desaparecieron más de cien pesos del fondo de mostrencos. Se practicaron mil averiguaciones y el ladrón no fue descubierto. De aquí se desprende que la seguridad no reina en la República aunque el Presidente se empeñe en hacernos creer tan bella mentira, porque si de las oficinas de un Ayuntamiento, se desaparecen más de cien pesos, con mayor razón deberá temerse que en cualquier otro lugar haya más inseguridad.

Parece que nunca habrá buenos ayuntamientos en C. Guerrero. El actual cuenta con un Presidente, el Sr. Antonio González Martínez, que es honrado, pero los Regidores no son aptos para el puesto y nada de provecho se hace.

El Tesorero, también es cumplido. En cambio el Director de los Juzgados locales, que es el escribiente de esas oficinas, no cumple con su deber. Él sólo tiene que atender a tres juzgados y ninguno marcha bien. Cuando hay feria en la ciudad desatiende por completo sus mal desempeñadas labores, para hacerse cargo de cualquier garito, de los que permite el progresista Mainero, como le llama un periódico venal.

Los vecinos de C. Guerrero esperan a que concluyan tantos males, sólo que en lugar de disminuir aumentan, porque bajo el régimen del General Díaz los males aumentan y escasean los beneficios como sucede con los gobiernos absolutos. Hasta que se deje al pueblo nombrar sus funcionarios se remediarán los males que provienen del despotismo de las autoridades.

Por virtud de la persecución que sufrimos, no habíamos noticiado al pueblo la instalación del Club Liberal Reformista “Ignacio Ramírez” en la ciudad de Oaxaca. La instalación de dicho Club enorgullece porque amantes que somos de la libertad experimentamos placer al ver el ensanche de las santas doctrinas liberales, y también, porque vemos que nuestros paisanos se apresuran a propagar los sanos principios de la democracia, agrupándose en clubs que robustecerán a la Confederación de Clubs Liberales de la República.

La Mesa Directiva del Club Liberal Reformista "Ignacio Ramírez," quedó integrada por los siguientes ciudadanos:  Presidente, Lino Ramón Campos; Vicepresidente, Ángel Santa María; Primer Secretario, Adolfo C. Gurrión1; Segundo Secretario, Julián Arreola; Tesorero, Luis B. Toledo.

La idea de los liberales potosinos se ensancha cada vez más. Por todas partes de la República se instalan nuevos clubs liberales, pues los ciudadanos honrados y patriotas, no pueden tolerar que por más tiempo y con sin igual descaro, se siga violando el derecho. El pueblo ha comprendido al fin, que la larga e inútil gestión administrativa del actual Presidente no dará buenos frutos, encasillada como está en la idea del personalismo más opresor y absoluto.

El pueblo quiere gobernar. El pueblo ha comprendido que toda autocracia es funesta y por esta razón se agrupa en clubs liberales que serán los que salven a la Patria de la perdición a que la ha orillado la Dictadura.

Felicitamos a nuestros patriotas paisanos por su noble resolución de combatir a las dos hidras que quieren acabar con el pueblo: el clericalismo y el militarismo, hermanadas hoy para hacer sentir la opresora tiranía que nos embrutece.

Ponemos REGENERACIÓN a sus órdenes.


1 Adolfo C. Gurrión (1880-1913). Periodista juchiteco, perseguido por oponerse a la administración del gobernador Emilio Pimentel, encarcelado en varias ocasiones por sus artículos en La Semecracia. En 1905 era representante de la Junta Organizadora del PLM en Oaxaca. Dirigió al Partido Liberal Oaxaqueño, que apoyaba la candidatura de Benito Juárez Maza al gobierno estatal. En 1912, se afilió al maderismo y fue diputado federal a la XXVI Legislatura. Murió asesinado durante el gobierno de Huerta, acusado de promover una rebelión en Tehuantepec.

La raza caída tuvo su rehabilitación. La Democracia tuvo su firme sostén. La Patria uno de sus mejores hijos. La libertad uno de sus mejores celosos defensores y la América uno de sus más grandes hombres: Juárez.

Los agrios picachos del Sur; los inaccesibles peñascos sólo hollados por la majestad de las águilas, se quedaron asombrados: una majestad más grande, una majestad enormemente humana, casi divina, se elevó más alto aún que los cóndores mismos: Juárez.

La Patria sangraba. El clericalismo y el militarismo aliados porque los monstruos se comprenden, sorbían la sangre del pueblo. El pueblo encadenado lloraba su libertad perdida.

El clero y el militarismo, esos dos enemigos de la humanidad; esas dos rémoras para todo adelanto, siempre se han unido para esclavizar a los pueblos. Para esas dos funestas clases, el hombre es cosa.

Pero Juárez se alzó. Todos los heroísmos, todas las conciencias que dormitan en la raza caída, despertaron en él. El pasmoso estoicismo del indio se abrigó en su corazón y el temple de Cuahutemoc coincidió con el temple de Juárez a pesar del tiempo y a pesar también de la ruda dominación de la raza triunfadora y también a pesar de la brutal tiranía del militarismo y del clero.

Juárez se alzó. Su divino espíritu acostumbrado a la magnificencia de los trópicos, debía quererlo todo grande, todo, todo hermoso. Pero en medio de tantas grandezas de tanta luz y de tanta fuerza de la que está embebido el suelo de la Patria, gemía una miseria. El militarismo y el clero habían destronado a un soberano: el pueblo, y esté lloraba su grandeza muerta.

Juárez trabajó por la reestructuración del gobierno del pueblo. Juárez defendió los derechos del hombre y volvió a reinar el pueblo. Ya nadie creía que las hiedras malditas, cuyo contubernio ha hecho la desgracia de la Nación, volverían a levantarse. Todo el mundo se hacía la ilusión de que la democracia sería eterna y que la vergüenza de la derrota sufrida haría que para siempre ocultaran su oprobio el clero y la milicia.

Y todo el mundo se engañó. Juárez murió y en la misma fosa fueron sepultados él y la soberanía del pueblo. Al caer el titán cayó la obra que sostenían sus vigorosas espaldas: la libertad del pueblo.

Por eso los mexicanos, cuando lloramos la muerte de Juárez sentimos tanto dolor. También lloramos la muerte de la democracia.

Seamos dignos. Juárez nos dio una saludable lección. Aprovechémosla. Juárez nos enseñó que hay que ser constantes para que las ideas puedan triunfar. Nos enseñó que se debe tener valor para sostener los principios. Tengamos valor y seamos constantes.

Si las dos hidras han salido de su escondite para hacer burla de nuestra soberanía, ataquémoslas con valor. Si nos faltan resolución y valor, recordemos a Juárez.

Un buen gobierno impide que los pueblos sean agobiados por el despotismo de las autoridades inferiores. Un mal gobierno parece como que de propósito señala algunos puestos para algunas personalidades sombrías y cuando no interviene ese acto deliberado, se sustituye con la siniestra inactividad del Gobernante preñado de complacencias.

El Gobernador Cárdenas, de Coahuila, es, consciente o inconscientemente un mal Gobernante, porque permite, y al permitir, autoriza, que sus subalternos cometan actos que riñen con la ley y con los rudimentos de Justicia.

El Presidente Municipal de General Zepeda, Coah., es un tipo del subalterno envalentonado y temible. Hace algunos días comparecieron ante él dos infelices mujeres acusadas de la comisión de una leve falta. El Presidente Municipal referido, azotado el cerebro por una reminiscencia inquisitorial, condenó a las mujeres mencionadas al rudo trabajo de las obras públicas, en unión de los demás presos, labor a que se resistía el débil organismo de las sentenciadas, quienes se rindieron a la fatiga enfermándose gravemente. No es difícil que las infelices mueran.

Ese procedimiento inicuo, suscitó la indignación de todas las clases sociales de General Zepeda y se nombró una comisión para que se acercara al déspota quien después de una larga y obstinada resistencia, propia del que ve escapárseles una víctima y el placer de un sacrificio, accedió a que las infelices mujeres fueran retiradas de tan rudos trabajos.

Arrojamos estos hechos a la consideración de la prensa gobiernista, para que de ellos haga un brillante panegírico. El Gobierno que consiente y mima a tales fieras, no puede ser un Gobierno digno de un pueblo que siente ansias infinitas de justicia. El Gobernador Cárdenas que no pone el remedio a esos desacatos a la civilización es un pésimo gobernante.

También ahora suplicamos se nos perdone que tratemos de un asunto posterior a la fecha de este número pero el hecho en que consiste es de tal modo salvaje, que no podemos esperar a darlo a conocer a nuestros ilustrados lectores, hasta que llegue su oportunidad.

De nuestro querido colega El Paladín tomamos lo siguiente que demuestra hasta qué grado de inmoralidad, ha llegado la Administración Pública del país en esta época en que se considera al pueblo como bestia de carga y se ultraja la dignidad humana fiando en la complacencia que tiene los gobiernos para con sus subordinados.

El Sr. D. Rafael Bello, es director del valiente semanario El Cuarto Poder que se edita en Teziutlán, Pue., colega que se ha distinguido por su raro valor para tratar los asuntos que conciernen a la turbia política autocrática. Por sus sanos ideales, El Cuarto Poder honra al Partido Liberal.

Naturalmente, el Sr. Bello no era visto con agrado por los déspotas, pues el estrecho cerebro de éstos no puede concebir, no puede admitir, que la pestilente nube de incienso con que los rodean los espíritus serviles, sea disipada por la verdad de que están armados loas hombres honrados.

Recordarán nuestros lectores1 que hubo en Tecamachalco, Pue., un Jefe Político, Francisco Machorro, que se distinguió por la arbitrariedad y el abuso que informaron sus actos administrativos. Para aliviar en algo el infortunio de los hijos de Tecamachalco, Mucio Martínez que nada sabe hacer en orden, destituyó a Machorro de la Jefatura de ese Distrito y lo trasplantó a Teziutlán, donde cayó como un azote.

Véase lo que hizo con el Sr. D. Rafael Bello, según el remitido de este apreciable caballero que hemos visto en nuestro colega El Paladín.

“Don Francisco Machorro, Jefe Político de Teziutlán, olvidándose por completo de su posición social y haciendo punto omiso de las reglas más rudimentarias de la caballerosidad, acaba de cometer el atropello más ruin y el abuso más incalificable en la persona que firma estas líneas. Los hechos son los siguientes:

“En la tarde del sábado 27 del pasado Julio, el cacique citado mandó al comandante de la guardia a que condujera a la presencia del referido sultán, al Director del periódico “El Cuarto Poder.” El subscrito, sin desconfiar del objeto a que el Jefe Político le citaba a su casa, se presentó en el acto a satisfacer los deseos del que con tanta urgencia le mandaba a traer, pero cuál no sería su sorpresa, cuando conduciéndole a una pieza apartada y de antemano elegida, cerró en el acto todas las puertas, y enfrentándose conmigo comenzó a dirigirme una tempestad de insultos con palabrotas de carrero, arrollando con sus soeces denuestos lo más noble y sagrado que en su conciencia puede venerar un hijo. Siguió hecho un energúmeno amenazándome con toda clase de venganzas e indignado por mi impasibilidad, terminó por ¡¡PONERME LAS MANOS EN EL ROSTRO!!

“El más infeliz de los hombres, hubiera sentido arder su sangre con tan criminal atentado y hubiera sabido corresponder a la ofensa recibida, si no hubiera tenido la desgracia de hallarse sin defensa alguna.

“Ante la imposibilidad de defenderme y ante el peligro inminente que me amenazaba (pues encerrado como estaba en la casa del Jefe Político y ante su furia, sólo pasaban por mi mente el ultraje, el insulto y quizá…¡el asesinato!) opté por salir triunfante valiéndome del engaño pues en aquellos momentos, ese medio era el único que podía salvarme…

“Logré persuadirlo de que cierto párrafo, alusivo a su persona y origen de la cuestión, lo retiraría en el acto, para que en el número que saliera el domingo 28, no se viera en letras de molde narrado un hecho punible que el mismo Jefe Político cometió en días anteriores. De esa manera calmóse su ánimo: no sin advertirme que, de no cumplir lo que le prometía, la venganza que él tomara sería terrible, inconmensurable, pues lo menos que podría causarme sería la MUERTE, aunque le costara lo que le costara, porque al fin y al cabo él estaba bien apoyado por el Superior Gobierno y, además tenía ya órdenes recibidas (palabras textuales).

“Con la indignación y la ira royéndome las entrañas, salí de aquel cuarto maldito, y huí de la presencia de aquel miserable que sin respeto a su hogar y sin honor, como el más degradado y último de los cobardes, con inconcebible felonía me condujo y encerró en su casa para ultrajarme del modo más villano.

“Como estaba en mi deber, no retiré el párrafo aludido, y, con él, circuló el periódico del domingo próximo pasado, pero me vi en la urgente necesidad de ocultarme y eludir mi presencia en aquella población, pues era indudable que todo lo debía esperar de aquel hombre menos una nobleza.

“Narrados los sucesos, no deseo más que el público y especialmente los abonados de “El Cuarto Poder,” sepan que, en tanto no se me den las debidas garantías y en tanto que el C. Gobernador del Estado de Puebla, Gral. Mucio P. Martínez no llame al orden al cacique terrible de Teziutlán, me veo en la necesidad de suspender mi publicación, porque a un hombre DIGNO se le teme, pero a una víbora… a una víbora hay que huirle.

RAFAEL BELLO.”

Lo anterior nos pinta con fidelidad lo sombrío de la situación de los ciudadanos cuando desentendiéndose de la opresión que nos abate y haciendo a un lado los temores que nos infunden las arbitrariedades oficiales, se atreven a denunciar los abusos de los malos funcionarios. Lo anterior viene a comprobar nuestra tesis. La autoridad ha declarado guerra a muerte al ciudadano.

¿Y qué castigo será suficiente para escarmentar a una autoridad caprichosa que flagela sin piedad y hace astillas la dignidad de un hombre?

Hemos llegado al último grado del despotismo. Ya los sátrapas no se conforman con ejercer su asquerosa influencia sobre los jueces venales para que se persiga y encarcele a sus enemigos. Se han despojado de todo decoro, y sin rubor se atreven a levantar cobardemente su mano para azotar el rostro de los ciudadanos dignos. Sin pudor han trocado la investidura oficial por el traje del carretero manchado por todos los lodos y envenenado por todos los cienos, y han aprendido el soez lenguaje de las plazuelas para lastimar con su aspereza el más puro, el más noble de los sentimientos que tiene el hombre, el amor materno.

Y no conformes con todo eso, los déspotas, como el de Teziutlán, se atreven a amenazar con la muerte a un periodista independiente, sólo porque éste, en bien del pueblo, denuncia los malos manejos de los caciques. Parece que las panteras se han disfrazado de autoridades.

Mucio Martínez debe poner en la cárcel a tan brutal cacique, si quiere acreditar de honrada su administración.


1 Véanse supra, arts. núms. 246 y 302.

Con gusto publicamos la siguiente acta de constitución del Club Liberal "Donato Guerra.”1

“En la Ciudad de Nochistlán, cabecera del Partido de su nombre, uno de los del Estado libre y soberano de Zacatecas, a los cinco días del mes de mayo de mil novecientos uno. Los que al final subscribimos, en la plenitud de nuestros derechos civiles  y políticos, por la presente acta declaramos: que siguiendo los impulsos de los principios liberales que profesamos, e impuestos de las bases en que descansa el Club Liberal  "Ponciano Arriaga" estableciendo en la capital del Estado de San Luis Potosí, aceptamos las referidas bases, y al efecto nos constituimos en Club bajo la denominación de "Donato Guerra,"  protestando que en la esfera de acción que nos corresponde, propagaremos entre las masas populares y aun en el seno de las familias, los principios liberales de los que se trata, sin omitir para ello ningún sacrificio intelectual y moral que demanda la propaganda.

Y para regularizar los trabajos armonizándolos con los del centro común "Ponciano Arriaga," hemos nombrado nuestra Mesa Directiva en la siguiente forma:

Presidente, C. Celedonio Mejía.2

Vicepresidente, C. Aristeo Mejía.

Vocal 1º C. Celso Legaspi.

Idem 2º   .” Aurelio Mejía

Idem 3º  " Luciano T. Durán

Idem 4º " Manuel Rubalcaba

Idem 5º " Pedro A. León

Primer Srio. " Abraham G. Rubalcaba

Segundo Srio. "Refugio Elizalde.

"Constituida así la mesa, se declaró legítimamente instalado el Club Liberal "Donato Guarra" levantándose la presente acta que firmaron los que en ella intervinieron.

Aristeo Mejía.- Celedonio Mejía. – Lucio T. Durán. – Refugio Elizalde. – Juan Pérez. – P.A. León C. Legaspi. – Aurelio Mejía. – Lucas Sandoval. – Abraham G. Rubalcaba. – Manuel Rubalcaba. – Julián López. -Donato J. Durán. – Francisco L. Durán. Celso Romo. – Mauricio Yañez. -Florencio Romo. – Santos Huerta.

Las persecuciones inicuas que hemos sufrido, nos impidieron publicar oportunamente el acta anterior, que revela el avance del liberalismo, con asombro mezclado de disgusto de la Dictadura actual. Las despiertas energías comienzan a producir sazonados frutos, que se resolverán en lo futuro en el convencimiento del derecho por parte del pueblo quien lo ejercitará gustoso en los comicios para nombrarse gobernantes que llenen sus aspiraciones y les produzcan el adelanto moral e intelectual a que tanto anhela.

Felicitamos cordialmente a los patriotas iniciadores del Club Liberal "Donato Guerra" deseándoles no desmayen en su afán de proporcionar al pueblo la ilustración que les ha negado el Gobierno actual. REGENERACIÓN espera sus órdenes.


1 Donato Guerra (1832-1876). Militar liberal jalisciense. Combatió la Invasión Francesa y el Imperio, bajo las órdenes de Ramón Corona en la región Noroeste. Asistió al sitio y toma de la ciudad de México (1867). Combatió la rebelión de La Noria y apoyó el Plan de Tuxtepec por lo que fue fusilado en Chihuahua.
2 Celedonio Mejía. Mantuvo correspondencia con los redactores de Regeneración al menos hasta 1906.

En una interesante correspondencia que nos dirige de Pichucalco, Chiapas, se nos refieren sucesos espeluznantes, de entre los cuales entresacamos los siguientes:

Treinta y tres sirvientes de la finca de San Isidro, mataron a palos al mayordomo español Ángel Maldonado, porque éste les aplicaba cinco palos diarios antes de emprender las cotidianas tareas, para sacarles bríos. Muchos hacendados, por una manía furiosa de solidaridad criminal se reunieron para pedir al gobierno que se fusilasen inmediatamente a los treinta y seis sirvientes en el lugar mismo en que escarmentaron al pequeño Torquemada.

En la Jefatura Política existe un registro del precio que oficialmente tienen los ciudadanos que se hallan en giro, para que no se lo alteren sin conocimiento de esta oficina y sea defraudado el correspondiente tributo por los comerciantes de carne humana.

Para reprimir los casos como el de San Isidro, la autoridad está mandando apalear a los mozos altivos, debiendo concurrir a la ejecución todos los sirvientes de las fincas vecinas a la en que se verifica ésta, siéndoles cobrada a los hacendados la medida correctiva.

En la finca del notario Raúl Recinos, le dieron oficialmente cien palos al C. Francisco Martínez.

En la finca de Joaquín Juárez [Presidente Municipal] le dieron veinticinco palos a una mujer que no se ha podido averiguar cómo se llamaba. Se le golpeó porque propagaba ideas liberales.

Venustiano Jacinto y su hermano golpearon brutalmente en su finca a una mujer de nombre Casimira. Estos brutos estuvieron un día en la cárcel, gozando ahora de libertad; se ignora cómo arreglaría esta cuestión criminal el honrado Juez Martínez.

Este Juez modelo ha dejado dormir el proceso de la matanza de sirvientes de la finca  "Las lluvias." Esto se explica debido a que el responsable de ella disfruta de libertad bajo fianza, y además tiene mucho dinero.

En la finca "La Cábula" se amenaza a los sirvientes con que la autoridad está comprada, y se cometen con ellos mil abusos. Hace poco un individuo golpeó con una pistola a un infeliz mozo. Ese individuo es Hipólito Rojas.

Algunos hacendados ofrecieron a un Jefe Político tres mil pesos de sobresueldo anual que debía devengar como esbirro. Ahora algunas autoridades reciben este sobresueldo.

Los sirvientes de los hacendados que no entraron en el compromiso del sobresueldo de tres mil pesos, los secuestran algunas autoridades criminales y su dueño tiene que pagar un rescate sin que se asiente constancia alguna. Al C. Tomás Moreno lo tuvieron un mes de soldado de la fuerza de seguridad y para poder librarlo, su dueño Don Onelesio Ríos tuvo que dar veinte pesos de rescate sin que se le expidiera recibo. Hay otro caso que pronto se sabrá en todos sus repugnantes detalles.

El joven Emilio Rodríguez, que disparó su pistola sobre el Jefe Político Valencia, irritado por los ultrajes que dice le infirió el jefe, está siendo juzgado por un juez llamado Cristóbal Estrada Martínez protegido de Valencia. El personal del juzgado del Departamento de Pichucalco, está en familia. El Juez es tío en primer grado del Agente del Ministerio Público y el Secretario, pero no es esto lo que alarma tanto a la sociedad, sino el asqueroso maridaje en que vive el Juez con dos sujetos, Norberto Carpio y Gregorio Román, que se dicen licenciados y que tiene una mina de oro en la cárcel y el juzgado.

Estos son algunos de los sucesos que nos refiere nuestro informante y que ponemos en conocimiento del Gobierno del Estado de Chiapas, para que indague lo que haya de cierto y proceda al castigo de los malhechores. Es asqueroso lo que se nos comunica y ello explica porque muchos hijos de Chiapas quieren pertenecer a Guatemala como un remedio sobre los males que pesan sobre el pueblo.

El caciquismo más exasperante y el bandolerismo cínico, pasean su infamia y su desvergüenza por el Estado fronterizo y parece que las autoridades no son lo suficientemente enérgicas para reprimir los abusos o muchas de ellas no tiene embarazo en asociarse al bandolerismo para oprimir y explotar a su sabor a los hijos de Chiapas.

La opresión ha hecho emigrar a muchas familias que ponen a salvo sus intereses y vidas.

Muchos ciudadanos también han huido del Estado por temor a inicuas persecuciones.

La libertad en la República es una mentira y el orden y progreso, crueles engaños.

El Gobernador Curiel, que ha tenido la resignación suficiente para resistir el oleaje de la indignada opinión pública jalisciense, que a cualquiera otra personalidad que no sea Gobernador de una entidad federativa le hubiera señalado el camino de la renuncia; el Gobernador Curiel, que protege todo lo que sea violación de garantías individuales y en cuyas posesiones y dominios la gendarmería, la conservadora del orden, la garantizadora de la vida y de los intereses sociales, asesina a ciudadanos pacíficos en una noche de hecatombe; el Gobernador Curiel, que, como todo tirano, sofoca la libre manifestación del pensamiento, porque ella carcome el trono de la tiranía; el Gobernador Curiel, que burla la opinión pública, porque la opinión pública y el mal gobernante son un diptongo imposible; el Gobernador Curiel, que no goza de la simpatía del pueblo, porque el pueblo lo soporta, no lo sostiene, el Gobernador Curiel sigue su ya apolillada política de complacencias y su ya repugnante política de persecuciones a los hombres honrados.

No hace muchos días, el Sr. Lic. Leopoldo Valencia, conocido periodista jalisciense que hace poco tiempo redactaba con virilidad, energía y honradez El Paladín, que arrojó a los gobernantes un buen puñado de amargas verdades, fue reducido a prisión por orden del Juez 3º de lo Criminal de Guadalajara, el Wistano Velázquez de aquella ciudad, sirviendo de pretexto que el referido jurisconsulto, como presidente de la “Prensa Unida Independiente de Jalisco,” había firmado el Manifiesto en que dicha asociación daba cuenta al Presidente de la República de las persecuciones innobles, ilegales y violentas de que eran víctimas los periodistas jaliscienses por parte de las autoridades. El Juez concedió la libertad bajo caución de dos mil pesos al procesado, pero el Procurador de Justicia, que no va en zaga a nuestro inepto Procurador Álvarez, apeló de la determinación judicial.

Por otra parte, el despótico Jefe Político de Guadalajara, un tal José de Jesús Anaya impuso treinta días sin conmutación en multa, al honorable caballero D. Francisco Manuel Aizpuru, porque, habiéndose encontrado en la vía pública, éste no le cedió el lugar en la banqueta, ni lo saludó. El Jefe Político, arbitrario déspota como la mayoría de los Jefes Políticos que pesan sobre la República, pretendió sincerarse ante el Gobernador Curiel diciendo que castigaba al Sr. Aizpuru “para enseñarle a respetar a las autoridades,” y el Gobernador Curiel quedó satisfecho con la disculpa de su subalterno y sancionó sus procedimientos arbitrarios.

Estos datos confirmarán a nuestros lectores en la idea ya robustecida de que Jalisco atraviesa por una crisis desesperante. A la ineptitud administrativa del Gobernador Curiel, se suma la ultrajante actitud de sus empleados. Por una parte, el desbarajuste administrativo con su cauda de empréstitos ruinosos y contratos neciamente estipulados. Por la otra, un enjambre de subalternos rudos, ineducados, necios, que solamente ejercitan su actividad para cometer arbitrariedades.

Con esta suma de elementos disolventes, opresores y anárquicos, es imposible que prospere un pueblo. Y nos duele que ese pueblo sea el jalisciense, porque ahí hay energías que podrán aprovecharse para el adelanto nacional.

Muchos creían que con la entrada de D. Genaro García al Gobierno de Zacatecas, aquel pobre Estado había de progresar, salir de la rutina administrativa para dar a los negocios públicos el impulso inteligente que hace progresar a los pueblos.

Las esperanzas salieron fallidas y si la administración de Aréchiga fue mala, la de García es pésima.

El clericalismo ha progresado de un modo colosal. Los frailes ostentan públicamente sus ridículos atavíos monásticos y la influencia en el Gobierno está en razón directa del fanatismo e hipocresía de los influyentes.

Y es natural. El mismo Genaro García, Gobernador del Estado, hace público alarde de su fervor religioso y de su fanatismo.

Llega a tal grado el fanatismo de García, que todos los días asiste a misa rodeado de todos sus empleados, de los Magistrados del Supremo Tribunal, y de los jueces y demás funcionarios tan conservadores como él.

Este alarde de mojigatería oficial ruboriza a los buenos liberales que ven pisoteadas las leyes y manchados los sagrados nombres de nuestros ilustres ciudadanos con las prácticas necias e impúdicas de las sacristías.

Urge que se destituya a ese Gobernador inepto que es más clerical que Escontría el de San Luis Potosí. Al Gobernador García, según se nos informa, poco le importa que los empleados concurran a las oficinas públicas a desempeñar sus labores, siempre que no dejen de asistir a misa.

Con tal gobernante, Zacatecas se arruina, como se arruinan todos los demás Estados en que impera el machete y todo se subordina al sucio clericalismo.

Como un detalle que por sí solo basta para poner en relieve la obscura fisonomía moral de Genaro García, consignamos el hecho de que el Gobernador ha rebajado el sueldo a varios profesores de instrucción primaria. Antes ganaban un miserable sueldo esos profesores, quince pesos mensuales, ahora ganan diez…..

Y en cambio él, el rico hacendado, se ha aumentado el sueldo.

Esta noticia la ponemos a la orden de los corrompidos papeles El Imparcial y El Popular, de esos necios y vergonzantes papeles que elevan himnos a la paz de los muertos y al mentido progreso de la República.

Siempre lo hemos dicho, mientras no haya libertad política, retrogradaremos en lugar de adelantar.

El Presidente Díaz debe dimitir. El Presidente debe dejar el puesto para que lo ocupe un ciudadano que sea apto para él, que reúna las cualidades de buen estadista.

Debe convencerse el Presidente que ningún bien hace al país con su imposición forzada y que el pueblo quiere Gobernar.

La “Corporación Patriótica Privada,” de Pachuca, Hgo., que es uno de los grupos liberales de la República que cuenta con un núcleo poderoso de aquilatadas energías; pero que por la misma razón es uno de los puntos de ataque de la tiranía actual, ha efectuado la renovación de su Mesa Directiva el 9 del corriente, la que ha quedado constituida con el siguiente personal, según la comunicación que hemos recibido y mucho agradecemos:

Presidente, Señor Notario Jesús Silva.— Vicepresidente, Ingeniero Pedro A. Gutiérrez.— 1er. Secretario, Felipe de J. Isunza.— 2º Secretario, Luis G. Vergara.— Tesorero, Ingeniero Teodomiro Lugo.— Vocal 1º, Dr. Agustín Navarro Cardona.— Vocal 2º, Dr. Eduardo del Corral.— Vocal 3º, Ingeniero Benjamín Rubio.— Vocal 4º, Ingeniero Ernesto Castillo.

Deseamos a la “Corporación Patriótica Privada,” continúe trabajando activamente en la difusión de los principios liberales, a pesar de los obstáculos que en su camino le ha puesto la política clerical del Gobernador Rodríguez. Se vence a fuerza de constancia y de lucha y la constancia y la lucha son el patrimonio de los buenos liberales Hidalguenses.

El País se queja de que nosotros los jacobinos, como nos apoda despectivamente, no estemos de acuerdo con la torpe política del Presidente.

Dice el apreciable colega con un candor casi femenil, que sólo los conservadores admiran y aplauden la pésima obra del Gral. Díaz. Y tiene razón El País.

El General Díaz es conservador; su política es conservadora porque todas las Dictaduras militares lo son; su gestión administrativa también es conservadora, porque será antitético un cesarismo progresista y el gobierno del General Díaz es un cesarismo.

Naturalmente que la forma monárquica sea la apetecida por los conservadores; pero está mal que a nosotros, los jacobinos, los que amamos la libertad, se nos quiera hacer aplaudir la necia política de conciliación.

Nuestro hermoso credo está reñido con toda autocracia; nuestros ideales son de democracia. El General Díaz ha matado la democracia y claro es que reprochemos su conducta antiliberal, su política monárquica. 

El País dice la verdad. Todos los conservadores y traidores están de acuerdo con la política del Presidente. Los buenos liberales no podemos transigir, no podemos ver con calma que se pisoteen nuestras instituciones democráticas y por esta razón censuramos la Dictadura militar que nos oprime.

Como nos ahogamos en el pestilente medio político en que vivimos, forzosamente tenemos que luchar por que recobre sus perdidos fueros la moralidad administrativa.

Si el Gral. Díaz fuera demócrata, los liberales estaríamos a su lado, pero como tiene propensiones monárquicas, somos sus enemigos.

Quédese, pues, el presidente con sus amigos los conservadores y traidores que nosotros, los liberales, los jacobinos que tanto espantamos a los tiranos, continuaremos trabajando por los derechos del pueblo a pesar de las persecuciones de los déspotas.

En las épocas, como la presente, en que los puestos públicos se afianzan a fuerza de bajezas, el servilismo quiere hacer dioses de los mortales comunes y corrientes que la veleidad de la fortuna ha encaramado en el Poder.

El imperialista Gobernador Cantón, expidió un úkase para que se levante en la Plaza Montejo de Mérida, Yuc., una estatua al Gral. Díaz por el mérito, sin  duda, de haber convertido en monarquía una democracia.

El servil úkase fue recibido por las sonrisas de los vergonzantes papeles El Popular y El Imparcial y la rechifla de los hombres honrados. El mal humor se despidió con ese decreto de zarzuela chica que vino a comprobar que la impopularidad de los hombres del Poder tiene que disimularse a fuerza de obscurecer la atmósfera con el humo del fangoso servilismo.

Nadie tomó en serio lo de la estatua al Gral. Díaz porque todo el mundo sabe que no se la merece. Esa estatua sería una bufonada de mal tono sobre los despojos de nuestras instituciones hechas guiñapos. Sería una especie de bailoteo macabro en el cementerio de nuestros principios liberales.

Pero los serviles gustan de recibir golpe tras de golpe y ahora se han abrigado en el infortunado Estado de Guanajuato. No ha faltado allí quien previo ampuloso exordio de frases manoseadas, haya hecho la apología de D. Joaquín Obregón González, el ultramontano Gobernador del Estado.

El Diputado Joaquín Chico González propuso a la Legislatura de Guanajuato que se declarase Benemérito del Estado al inepto Gobernador.

Los guanajuatenses han tomado el asunto por lo serio y están de pésimo humor. Pero no deben estarlo. Esos actos bufos se repiten siempre que asalta a la escena política cualquier despotismo. Los Césares, si no tuvieran serviles nada significarían.

Deben tener presente los guanajuatenses que las tiranías no son eternas; también deben tener presente, que si bien es cierto que es ridículo hacer la apología de los tiranos vivos, la gente sensata, la que no necesita adular para vivir, nunca cree que el pueblo sea el que cometa la imperdonable falta de adorar a los hombres que lo tienen maniatado. Son los serviles, los que sin energías para luchar por la vida ejercitan la flexibilidad de la espina dorsal, para de ese modo recibir un pan, amargo de ignominia, con que saciar apetitos rezagados.

También deben tener presente, no sólo los guanajuatenses sino los habitantes de toda la República, que las estatuas de los vivos y de más símbolos de la estulta adulación mueren cuando mueren los Césares.

A Santa Ana le levantaron estatuas los serviles y le declararon semidiós. Cayó Santa Ana y su gloria de oropel se desvaneció.

A Guzmán Blanco, el Dictador de Venezuela le levantaron un sinnúmero de estatuas. Cayó Guzmán Blanco como caen todos los tiranos, entre la chacota y el escarnio de la plebe. Sus estatuas, como eran verdaderas obras de arte y de soberbio mármol de Carrera, no cayeron, pero si se las decapito para poner en vez de la cabeza del tirano caído la del tirano triunfador.

De modo que, no es bueno tomar por el lado serio lo de las estatuas y beneméritos. Dentro de tres años, como sin duda ha de haber elecciones Presidenciales, caerán esas estatuas y se desvanecerán los beneméritos y hasta tal vez se aplique muesca al cuello de las estatuas, como aconteció en Venezuela para poner otra cabeza en los mismos cuerpos.

El brutal atropello que hemos sufrido por la arbitrariedad del Juez Wistano Velázquez, nos ha impedido dar a conocer a nuestros ilustrados lectores todo lo sucio que fermenta bajo la aparente apacibilidad de la ultramontana administración pública de Aguascalientes.

La interesante correspondencia que nuestros inteligentes corresponsales en Aguascalientes nos habían remitido, denunciando ya la arbitrariedad de los malos funcionarios de aquella entidad federativa, ya el recalcitrante fanatismo de estos mismos funcionarios, se ha traspapelado, y sólo hemos logrado salvar una correspondencia en la que se nos relata que hay en Aguascalientes una hoja sostenida por el gobierno y que lleva por título El Observador.

Nos dice nuestro informante que esa hoja hace una defensa de la administración de Justicia del Estado y para ello emplea el lenguaje insolente que distingue al Popular cuando defiende a los generales Díaz y Reyes.

A despecho de lo asentado por esa hoja, dice nuestro apreciable corresponsal que los criminales se escapan y a los inocentes se les condena. Lo mismo pasa aquí.

Los negocios civiles no caminan.

El Tribunal Superior del Estado, cuando está más activo, trabaja diez días al mes, como lo comprueban las listas del Boletín Judicial. Y no se crea que este Tribunal  despacha cualquier negocio, sino los que le están recomendados.

Uno de los Magistrados, clerical consumado se entretuvo en recaudar fondos para el Mes de María. Otro, se pasa enfermo seis meses al año. El Presidente del Tribunal, aunque es persona de reconocida honorabilidad, no sirve ni para dirigir el Liceo de Niñas porque reina una anarquía absoluta en aquel establecimiento.

El Juez de lo civil sólo despacha autos de mero trámite y los negocios duran tres años desde que se cita en ellos para sentencia.

El Juez 1º Penal pide licencias cada ocho días para arreglar asuntos particulares. El Juez 2º está acobardado desde que el Gobierno se disgustó porque no quiso perseguir a nuestro apreciable y extinguido colega: El Heraldo y no se puede contar con él.

No hay más que un Agente del Ministerio Público. Este funcionario es una medianía que pierde el tiempo midiendo versos a los que es afecto, aunque las musas le son esquivas. Todo el día lo gasta en emperifollarse para parecer bien.

Y así anda la justicia en Aguascalientes.

Los negocios civiles concluyen por arreglos entre las partes, pues prefieren una mala transacción a una torpe resolución judicial que tardaría años en acordarse.

Los negocios criminales, como arriba se dice son beneficiosos para los culpables. A los inocentes se les castiga.

Ven nuestros lectores que hemos dicho la verdad cuando hemos asentado que no hay justicia en la República.

Nuestro apreciable corresponsal nos promete hablarnos del sistema de cuerdas que está en voga en Aguascalientes y con gusto lo comunicaremos a nuestros lectores.

Sospechamos que esas cuerdas han de influir en la despoblación que está sufriendo aquel infortunado Estado, víctima del fanatismo y tiranía de los mandatarios.

Como ven nuestros suscriptores, nos esforzamos por dar cumplimiento a nuestras obligaciones. Dentro de poco tiempo lograremos ponernos al corriente y REGENERACIÓN saldrá en sus respectivas fechas.

Por lo pronto y a pesar de las dificultades con que tropezamos por encontrarnos a unos presos, creemos que muy pronto habremos pagado ya los números que debemos.

Los números 44 y 45 correspondientes al último de Junio y al 7 del presente salieron con las fechas equivocadas pues aparecen con las de 7 y 15 de Julio. Para el efecto de que para mandar a empastar el tomo, no quede trastornado el orden de los números por el de las fechas, suplicamos a nuestros suscriptores se fijen en que los números salieron en su orden, habiendo habido error solamente en lo que respecta a las fechas de los números 44 y 45 que corresponden al 30 de Junio y 7 de Julio y no al 7 y 15 de Junio como respectivamente aparecieron.

Estas faltas y el atraso del periódico, suplicamos que se nos perdonen. Si en México se gozara de garantías; si el poder no atropellase los derechos de los ciudadanos, nada tendrían que lamentar nuestros estimables suscriptores; el servicio de nuestro periódico sería bueno, pero como por desgracia la tiranía está reñida con todo lo que signifique independencia de carácter y con las instituciones liberales, que son pisoteadas por todos los funcionarios principiando por el Presidente Díaz, se pone trabas a la libre emisión del pensamiento y la libertad de imprenta es un estorbo para el cesarismo.

Sin embargo y a despecho de las brutales persecuciones de que somos objeto, seguiremos hablando y nuestros lectores continuarán recibiendo REGENERACIÓN, prometiéndoles que a la menor brevedad estará al corriente nuestro periódico.

La parte material de nuestra publicación será mejorada próximamente.

También suplicamos a nuestros abonados, se sirvan mandar cubrir nuestros giros.

El Estado de Nuevo León se resiente aún de la pésima gestión administrativa del Gral. Bernardo Reyes que no tuvo talento para gobernar dicho Estado.

En San Francisco de Apodaca el pueblo no tiene ya dinero que dar a sus explotadores, que bajo la forma de multas o por cualquier otro título le arrancaban.

El Alcalde 1º de dicho lugar, Dr. Donaciano Zambrano, funge como la autoridad desde que en mala hora para el Estado tomó posesión del Gobierno D. Bernardo Reyes. El Alcalde es a la vez Juez Civil. Siempre se ha distinguido por su arbitrario modo de proceder. Cuando algún Doctor quiere establecerse en San Francisco de Apodaca, el Alcalde 1º lo agobia con exorbitantes contribuciones e infinidad de injustificadas molestias hasta que lo hace huir del pueblo.

Hay otra personalidad, que, se dice, es compadre del Alcalde 1º Se llama Hesiquio Garza que desempeña los cargos de Secretario del Ayuntamiento, Administrador del Timbre y de Correos.

Otro individuo, Julián Elizondo Iglesias es Secretario de Juzgado 2º y Recaudador de Rentas.

Esas tres funestas personalidades, mancomunadas con el fraile del lugar esclavizan al pueblo para hacer su voluntad.

El cura pasea su repugnante sotana por calles y plazas con el asentimiento de las tres personalidades de que hemos hablado.

Esta clase de autoridades no honran al Estrado de Nuevo León. Pero esos funcionarios son los más a propósito para que el Ministro Reyes sé de vuelos de popular, organizando manifestaciones que protesten contra nosotros.

Con esas autoridades no cuenta el pueblo para su adelanto, pero son las más cómodas porque sirven para todo. Ahora se inscriben al nauseabundo "Círculo Unión y Progreso" y mañana, alentados por una loca esperanza pretenderán decir que el hombre apto para gobernar al país, es el Ministro Reyes. Pero éste nunca será presidente de la República: la salud de la Nación no lo necesita.

En esta época de inmoralidad política en que nada se respeta, deberíamos presenciar forzosamente actos de salvajismo cometidos por funcionarios pasionales.

El periodismo honrado ha sido generalmente respetado en todos los países cultos. El periodismo honrado tiene garantías en las Naciones civilizadas por ser el periodismo independiente el mejor defensor de los intereses sociales. Sólo en nuestra infortunada República en la que impera el absolutismo corruptor, el periodismo honrado está a merced de todos los caciques, está a merced de todas las infamias.

La Carta Magna da amplia libertad al pensamiento. Nuestros constituyentes consideraron como una de las libertades más dignas de respeto, la de la imprenta. Creyeron nuestros constituyentes que sería atentatoria a la dignidad humana cualquiera traba que se pusiera a la manifestación de las ideas.

Pero esa franquicia que la civilización reclama a favor de la libre emisión del pensamiento, no puede ser sancionada por el cesarismo imperante. A los déspotas, como a todos los malhechores, les repugna oír hablar de sus vicios y por esa razón tratan de sofocar la independencia de las ideas.

Las persecuciones se suceden unas a las otras con una tenacidad implacable. Las cárceles se llenan de periodistas.

La inquina oficial llega al grado de atropellar deshonestamente la ley para hacer aparecer como delictuosos los artículos periodísticos que tratan de ilustrar al pueblo, para que no se deje sorprender por el pintarrajeado ropaje de una tiranía abrumadora.

Hace veinticinco años que el periodista está sujeto a todas las vejaciones, y se ha dado en esta nuestra pobre Patria el disolvente ejemplo de asesinar a los periodistas honrados, a los periodistas que no transigen con los vicios de la corrompida administración nacional. En la República no sólo se ha encarcelado el pensamiento; no sólo se han puesto grillos a la libertad de imprenta, no sólo se ha encadenado a la libre emisión de las ideas, en la República se ha llevado la vejación hasta el último extremo, se ha asesinado a los periodistas………

Valadés1, en Sinaloa: Olmos y Contreras2 en Puebla; Ordóñez3 en Hidalgo; Ignacio Martínez4 en la frontera del Norte y otros más, han caído a la tumba víctimas de la energía y virilidad de sus escritos en esta época de odiosa tiranía.

Y aquí, en el país, donde para vengar supuestos ultrajes a los déspotas se llega al asesinato, fácil será comprender que la prensa independiente no exista y que los contados órganos con que cuenta la prensa honrada de la República, son los blancos a que los tiranos dirigen todos sus odios y sobre los que descargan sus inmundas pasiones.

El atropello de que ha sido víctima el caballero Sr. Rafael Bello, Director del enérgico y liberal colega El Cuarto Poder, de Teziutlán, Puebla, nos da la medida de lo que podemos esperar de los despóticos mandatarios del pueblo.

Un Jefe Político, que como una maldición ha caído sobre Teziutlán, se atreve a ejercer coacción sobre la conciencia honrada de un periodista digno. Francisco Machorro, el Jefe Político, abusando de la autoridad con que para ultraje de la civilización se le ha investido, llama al Sr. Bello, lo encierra en las habitaciones de la Jefatura, y allí, inerme el honrado ciudadano, se ve ultrajado en su persona y en sus sentimientos y amenazado de muerte por una pantera feroz y vengativa.

La sangre hierve de indignación ante tales atropellos. Se pierde la calma en atención a tales ultrajes. Ya no hay garantía posible para los hombres de honor. La vida de los ciudadanos es un juguete de los sátrapas.

Nosotros denunciamos formalmente el odioso atentado cometido por el Jefe Político de Teziutlán, Francisco Machorro, en la persona del periodista Sr. Rafael Bello, para que las autoridades judiciales del Estado de Puebla procedan en contra de ese funcionario. Con toda nuestra energía exigimos que se practiquen un escrupuloso saneamiento en la administración pública de la nación y se castigue a tanto malhechor que se sirve de una investidura oficial para abofetear a su sabor la dignidad humana.

En Puebla apareció asesinado Olmos y Contreras, y en Puebla también se ha amenazado de muerte al periodista Sr. Rafael Bello.

Es necesario que se haga justicia. Deben comprender los tiranos que la opresión exacerba los ánimos; que de la opresión nacen las revoluciones y que sería tristísimo que los periodistas tuvieran que empuñar la espada, ya que con la pluma no se les permite obrar.

El Gobierno debe procurar que haya paz, para eso es necesario que haya justicia; es forzoso que haya libertad.


1 José Cayetano Valadés (18??-1879). Periodista sinaloense, editor de La Tarántula. Fue asesinado el 27 de enero de 1897 en Mazatlán. La opinión pública señaló al gobernador Francisco Cañedo como el autor intelectual del crimen. Se celebraron tumultuosoas manifestaciones denostando al mandatario que tuvo que huir a Culiacán.
2 Jesús Olmos y Contreras (1850-1895). Periodista poblano. Dirigió El Verbo (1880), El Monitor Político (1889-1892), Crisis (1892) y La Voz de la Verdad (de 1893 hasta su muerte). En julio de 1895 atribuyó la responsabilidad de la violación de dos jóvenes alemanas al gobernador Mucio P. Martínez y al inspector de policía local. Días después fue asesinado a puñaladas en el barrio de La Acequia.
3 Pedro Ordóñez.  Periodista hidalguense. Preso en 1890 por sus ataques al gobernador Rafael Cravioto. Murió en la cárcel de Pachuca el 2 de abril de 1894.
4 Ignacio Martínez (1838?-1891). Médico y militar tamaulipeco. Con grado de general participó en los levantamientos encabezados por Porfirio Díaz. Editor del semanario antiporfirista y antireyista El Mundo en Brownsville, Texas. Con Catarino Garza y Paulino Martínez, estableció una junta revolucionaria en Laredo, Texas, en 1890. Murió asesinado en esa ciudad texana en 1891. Publicó: Viaje universal. Visita a las cinco partes del mundo (1886).

Un grupo de jóvenes liberales de esta ciudad discutió y aprobó un programa que debía cumplirse en conmemoración del fallecimiento del ilustre Juárez.

El Teatro Orrín fue el escogido para el acto fúnebre y a él asistieron millares de personas la tarde del 17 de este mes.

Los oradores cumplieron a conciencia su cometido, excepto uno, el Sr. Manuel Mateos Cejudo, que pretendió mistificar al público con destempladas alabanzas al Gral. Díaz.

Debemos hacer constar, que entre nosotros, y por virtud del servilismo hondamente arraigado por veintiocho años de tiranía, es común encontrar oradores, que saliéndose de los límites que la conveniencia señala, aventuren desde lo alto de una tribuna cívica, las más extravagantes lisonjas a los malos funcionarios de la República, entre éstos el Gral. Díaz.

En México se da el triste caso, con escandalosa frecuencia, de aprovechar las solemnidades patrióticas para ejercer el servilismo. Si se trata de la muerte de Juárez, no se dicen tres palabras en honor del Grande Hombre, sino que todo el discurso de los oradores ramplones se dedica a hacer la apología del Presidente, como si el Gral. Díaz valiera más que nuestros beneméritos.

El Sr. Mateos Cejudo pretendió hacer la apología de la Dictadura, y el público sensato, ese público independiente que no se deja sorprender por los ridículos oropeles de una oratoria chirle, hizo pública manifestación de desagrado, porque se trató de engañarlo. El público asistió al Teatro Orrín, para rendir homenaje a Juárez y no para festejar los desaciertos políticos del Gral. Díaz. El público está cansado de hediondos panegíricos a la torpe política de conciliación y por esa razón reprochó al Sr. Cejudo, que en lugar de hacer la apología de benemérita obra del Gran Juárez, hiciera la apoteosis de la pestilente política autocrática del Presidente Díaz.

La severa lección que el público sano, el público patriota dio al orador de relumbrón debe ser aprovechada por los serviles, que no cantan las virtudes de los muertos porque éstos no pueden dar recompensas y en cambio entonan furiosos cánticos a los deslices de los vivos, porque éstos son poderosos.

Nuestros aplausos para ese público sensato.

Se nota una reacción saludable en el pueblo Sonorense, que tiene la energía que caracteriza a las razas superiores y altivas. Parece que será un hecho la reorganización del Club popular "García Morales,"  para invitar al pueblo Hermosillense a que tome activísima participación en las próximas elecciones Municipales, y conquistar la victoria que en el año anterior le arrebato la intriga oficial. En otras partes del Estado, se efectúan idénticos preparativos.

Además, y con el objeto de preparar el espíritu público sonorense, se formaran en distintas partes del Estado clubs políticos, que harán la propaganda de la candidatura popular que substituya en el poder a la  funesta personalidad del Izábal.

Aplaudimos la noble actitud del simpático pueblo sonorense. Para eliminar del poder a los que en vez de cuidar al pueblo, lo oprimen y lo befan, no hay otro recurso legal que el de acudir a los comicios en busca de la reivindicación del derecho conculcado por nuestros Gobernantes. Al principio sofístico que invoca la necesidad de la política personalista y dictatorial, debemos oponer el santo principio de la política popular que sanciona nuestra Constitución.

Ojalá que los habitantes de los demás Estados siguieran el ejemplo de los patriotas sonorenses, y que comenzaran a hacer sus ensayos de civismo, arrojando a todos los parásitos que ha impuesto el Gral. Díaz.

Recordarán nuestros lectores que hace algún tiempo publicamos un entrefilet1 aplaudiendo el valor civil de nuestro colega La Evolución de Durango, por haber denunciado un hecho que llegó a sus noticias, referente a las sospechas que había sobre que D. Benjamín Lavín fuera el responsable de la desaparición de Manuel Hernández. Ahora, el mismo colega, con la honradez que lo caracteriza, publica la gacetilla siguiente:

“Se nos comunica de Ciudad Lerdo que en la hacienda de la Goma fue aprehendido por la policía Manuel Hernández, individuo de cuya desaparición se acusaba al Sr. Benjamín Lavín. Hernández se haya preso en Lerdo, bajo la acusación de haber matado reses de la propiedad de los Sres. Lavín.

“La aprehensión de Hernández favorece mucho al Sr. Benjamín Lavín quien ahora sólo podrá ser procesado por los delitos de usurpación de funciones y de prisión arbitraria. Cierto es que, se nos dice, Hernández hace algunas inculpaciones al Sr. Lavín; pero además de ser estas de relativa poca importancia, parécenos que será difícil presentar pruebas en su apoyo.

“Ya diremos cuál sea la resolución final de la justicia.”


1 Véase supra, art. núm. 533.

Nos ha sorprendido leer en pastosa columnas del Periódico Oficial del Estado de Guerrero el siguiente:

“JUZGADO DE DISTRITO DEL ESTADO DE GUERRERO

EDICTO

En la causa criminal instruida contra el Lic. Rafael del Castillo Calderón, Anselmo Bello, Manuel Vázquez y socios, por los delitos de sedición y otros  se ha mandado, de conformidad con lo que dispone el artículo 4º del decreto de 6 de Diciembre de 1856 se convoque por medio del presente a los presuntos responsables de dichos delitos, para que comparezcan ante este Tribunal, a fin que sean juzgados: Bajo la garantía de que no se les impondrá la pena de la vida, a los que así lo hagan dentro del término de las publicaciones; en la inteligencia que los que no lo verifiquen en ese plazo, no gozarán de la expresa garantía.

"En cumplimiento con lo mandado, se expide éste para su publicación en la Ciudad de Chilpancingo, a veintidós de Junio de mil novecientos uno. -Jesús Velázquez del Mercado, secretario."

Causa estupor saber que lo mismo se juega con la vida de los hombres que con las leyes, y que las garantías individuales están sujetas a los acrobatismos caprichosos que quiera imprimirlas un Juez de Distrito. En Guerrero la garantía de la vida de los ciudadanos está a merced de la autoridad Federal.

El delito de sedición a que se refiere el anterior edicto, es de los llamados políticos, por el carácter especial que tiene. El legislador se cuidó de precisarlos perfectamente a fin de evitar la chicana que propende a deslizarse en todos los actos judiciales. La práctica ha venido a sancionar la clasificación legislativa y hasta ahora no sabemos que un Juez del orden común haya conocido de un caso de sedición.

El Código Penal vigente divide y clasifica los delitos en dos categorías: aquellos que son del orden común, sujetos a la investigación del Juez común, y los que se cometen contra la Federación, sujetos a la competencia del Juez Federal. Conforme a esa clasificación, sabida y meditada, inflexible y severa, el Juez de Distrito del Estado de Guerrero se abocó el conocimiento de la causa seguida contra el Sr. Lic. Castillo Calderón y socios, que cometieron el delito de sedición, es decir un delito político.

Como el Código Penal del Distrito y Territorios es el aplicable en lo que respecta a delitos contra la Federación, nos ha extrañado mucho que el Juez de Distrito del Estado de Guerrero invoque en apoyo de su descabellada determinación, el decreto de 6 de Diciembre de 1856, que ha quedado derogado, tanto por el Código Penal, como por la Constitución General de 1857 que abolió la pena de muerte para los delitos políticos.

El Código Penal en armonía con los preceptos Constitucionales, no contiene la pena de muerte para los sediciosos, ni para ningún otro responsable de la comisión de un delito político. Si, pues, el código Penal que es el aplicable, ya porque él derogó el decreto que cita el Juez de Distrito de Guerrero, como por estar calcado en los sabios preceptos constitucionales, no señala esta pena a los Sres. Lic. Castillo Calderón y socios, el referido Juez se mofa de la ley, atropella la Constitución y agravia a la Justicia, al ordenar la publicación de un Edicto que puede confundirse con un acto de barbarie.

Además, estando prohibido por el art. 23 de la Constitución de la República la pena de muerte en los delitos políticos, precepto que pasó intacto a través de la última reforma no sin disgusto de la Dictadura que hubiera deseado esa sanción legal, debe respetarse el principio mencionado, tal como es, y no aceptarse que un Juez de Distrito, a su antojo, siempre voluble como dependiente de la Dictadura, conceda o no indulgencias a los delincuentes y les prometa no fusilarlos si se presentan para ser juzgados. Las garantías individuales, no están a merced de cualquier Juez modesto. Para suspenderlas, se necesitan requisitos especiales que no encajan en las humildes funciones de una autoridad oficial. Y no sabemos que las garantías individuales estén en suspenso.

Por otra parte, desearíamos saber cómo se justifican los fusilamientos de principios de junio pasado, esperamos, que el Diario Oficial nos ilustre. Entre estos fusilados estaban los Sres. Dr. Eusebio S. Almonte y Lic. Genaro Ramírez, que eran socios [como dice el edicto] del Sr. Lic. Castillo Calderón. Desearíamos saber si el Juez de distrito no tenía voluntad de perdonar la vida a dichos Señores con fundamento en el Decreto referido, y por tal motivo no publicó su edicto con anterioridad como pudo hacerse perfectamente. Desearíamos saber también si los sediciosos estaban clasificados en dos grupos, uno formado por aquellos a quienes había de fusilarse y otro por aquellos a quienes había de perdonarse la vida.

No vemos claro en esta cuestión que es de palpitante interés. El gobierno debe, por medio de su órgano dar cuenta de sus órganos, dar cuenta de sus actos, ya que es nuestro mandatario. Desea él publico conocer detalles, averiguar la verdad, saber si se han respetado las leyes brutalmente. Desea el público saber si se ha fusilado previa formación de causa o se ha asesinado. Es forzoso que concluya esta incertidumbre, para evitar los comentarios desfavorables que, por este asunto, se hacen de México en el extranjero.

Los caciquillos cada día se ensoberbecen más, gracias a la impunidad de que gozan como esbirros de los poderosos.

El Sr. Ramón Argudín, hombre honrado y trabajador que reside en Arroyo de Tambor, Municipalidad de Usila, Distrito de Tuxtepec, Oax., nos envía un remitido en el que nos relata las vejaciones de que ha sido víctima por parte de un tal Federico Hazas Salinas, Secretario del Municipio de Usila.

Dice el Sr. Argudín que recibió un recado del Agente de Correos para recoger una pieza certificada a cuya oficina ocurrió dicho señor, encontrando en ella a Salinas, quien sin que hubiera provocación por parte del Sr. Argudín, le dirigió las más soeces injurias, amenazándolo con conducirlo atado a Tuxtepec.

Tan intempestiva fue la agresión de palabra del Secretario, que el Sr. Argudín se sorprendió al pronto y nada contestó al despótico funcionario; pero una vez repuesto de su asombro, pretendió hacer comprender a Salinas su mal comportamiento, subrayando la diferencia que hay entre un ciudadano pacífico y honrado, y una autoridad caprichosa y arbitraria.

Al siguiente día se presentó en la casa habitación del Sr. Argudín, el Presidente Municipal, José Medinilla, débil y pusilánime como una mujer, a quien Salinas maneja a su antojo.

Medinilla, para fortificar su naturaleza medrosa, llevó una escolta de veinte indios armados con carabinas, y todo tembloroso y balbuciente manifestó al Sr. Argudín que por orden del Secretario Salinas lo aprehendía para conducirlo a la cárcel de Usila, donde se ejerció con el infortunado Sr. Argudín todo género de vejaciones, privándolo, además, de alimentos durante tres días por orden expresa del esbirro Salinas. Ni agua se permitió que tomase el preso durante esos tres días.

Mientras el Sr. Argudín permanecía en la cárcel, Salinas se trasladó a la casa de dicho señor, dizque para practicar un cateo. Recogió varios papeles, dos billetes de Banco por valor de diez pesos cada uno y siete pesos en plata.

Después de tanta vejación inmotivada, el Sr. Argudín fue enviado a Tuxtepec consignado a la Jefatura Política y ésta lo puso a disposición del Juzgado de 1ª Instancia, en donde se hizo saber al reo que estaba acusado de querer asesinar al alcalde.

Nada se probó contra el Sr. Argudín y fue puesto en libertad.

La burda calumnia fue urdida por Salinas, que a todo trance quería que el Sr. Argudín fuese castigado por supuestos delitos que nunca ha pensado cometer.

El Sr. Argudín debe acusar a Salinas. Es necesario que los ciudadanos se hagan el propósito de no dejarse atropellar por nadie que valido de un cargo público se atreva a cometer actos arbitrarios para satisfacción de ruines pasioncillas.

El Sr. Argudín ha estado preso, ha sufrido perjuicios en sus intereses, a su persona se le ha mortificado con la privación de sus alimentos; debe, pues, dicho señor, acusar a su calumniador, debe procurar que se proceda en contra de la autoridad caprichosa, porque es bien triste que después de tanta vejación y de tanto atropello, el culpable se burle de la ley; se burle de la justicia y de la sociedad con la impunidad de su odioso delito.

El mejor sistema de corrección para los déspotas son las acusaciones que contra ellos se interpongan. Si todos los ciudadanos que a diario son atropellados en la República, levantaran la voz para acusar, ya no tendríamos déspotas.

Los vecinos de Tapachula Chis., por conducto de nuestro estimado colega La Revista de Soconusco, se quejan de la inseguridad que reina en esa municipalidad como para desmentir aquella afirmación dogmática del Presidente de la República, sobre que la seguridad es completa en el País.

Esa inseguridad tiene su origen en que la policía de Tapachula está muy mal pagada, cuando alguna vez se le paga, y sus miembros se dedican, para atender a sus necesidades más urgentes, a servir en el Mercado, haciendo el papel de cocineros y dando el espectáculo más ridículo y extravagante.

Pero lo más curioso es que la referida Policía, con motivo de las indicaciones del colega, envía a éste una carta que confirma lo anterior y agrega, que no teniendo un sueldo diario, sino que se le paga de vez en cuando, “es muy necesario nos acojamos a las mencionadas chinambas a efecto que cubran nuestras necesidades estomacales, porque como Uds. saben Señores, el vapor no camina sin fuego.”

Con una policía hambrienta, desmedrada, torpe, porque el hombre agotado por la inanición, revela torpeza en todos sus actos, la inseguridad debe reinar en Tapachula. Y debe agregarse a lo anterior que no podrá esa policía substraerse a la tentación que provoca la abstinencia y que por lo tanto puede estar sujeta a las venalidades y sobornos.

Los pueblos cultos se preocupan, y con razón, de rodearse de una policía eficaz que, cuidando la vida e intereses de los ciudadanos, proporcione la estabilidad y confianza provechosas al desarrollo y progreso sociales. Sería conveniente que las autoridades de Tapachula se preocupasen más por los ciudadanos honrados.

La Suprema Corte de Justicia, ha dado una severa lección a Wistano Velázquez, que, como todo los jueces inferiores y pigmeos que se guían por la volubilidad de su capricho, desatendió la jurisprudencia de aquel Tribunal con la irrespetuosa determinación de clausurar la tipografía literaria de D. Filomeno Mata en donde se imprimía REGENERACIÓN.

El Sr. Mata solicitó oportunamente el amparo de la Unión contra el atropello de que era víctima por parte de Velázquez al clausurarse su tipografía y la Suprema Corte concedió la supresión del acto reclamado, con uno de los tres fundamentos que en un número anterior habíamos previsto.  La Corte se fundó en la frac. III del art. 784 del Código de Procedimientos Federales y determinó que con la clausura de la imprenta se siguen mayores perjuicios al quejoso, que los que pudieran ocasionarse a la sociedad con la reapertura del establecimiento Tipográfico. Esta determinación enseñará al Juez  Velázquez que debe obrar con prudencia, conforme a la ley, que debe respetar la jurisprudencia de la Suprema Corte, que está muy por encima de la ineptitud de ese Juez.

Pero daremos a conocer un detalle que revela o la ignorancia del Juez Velázquez o su afán de contrariar a la Suprema Corte abofeteando a la ley.

El Juez 2° de Distrito transcribió la ejecutoria de la Suprema Corte al 1° Correccional; pero éste no la cumplimentó  desde luego como era su deber, sino que contestó que tanto la personalidad del Sr. Mata, como la imprenta, estaban a disposición del Juzgado 2° de Distrito y no a la suya. Tan torpe y desventurada contestación mereció que el Juez de Distrito enviase una severa excitativa al rebelde Velázquez. La reprochable actitud del Juez, ocasionó que la clausura de la imprenta se prolongara por veinticuatro horas más.

Muy duro sería el reproche que dirigiéramos a Velázquez, si no nos pareciera mejor concurrir a la máxima evangélica que indica enseñar al que no sabe.

Parece que el Juez Velázquez, dados los términos de su contestación al Juez de Distrito pretendía que este ejecutara la sentencia de amparo. Indicaremos a Velázquez que existe un Código de Procedimientos Federales, muy mal pergeñado, pero existe y está vigente. En ese Código hay un artículo, el 828, en el que se ordena que la sentencia de la Corte se enviara en testimonio al Juez de distrito, para que este CUIDE de su ejecución, no para que la ejecute. En segunda hay un art. 829 conforme el que el Juez de Distrito debe dar a conocer a la autoridad responsable o violada o arbitraria, papel que en este asunto desempeña el juez 1° Correccional para que esta autoridad responsable o violadora o arbitraria, LA CUMPLA, esto es, LA EJECUTE,  dentro de veinticuatro horas. Por otra razón la autoridad responsable toma también el nombre de ejecutor. Esta autoridad debe ejecutar la sentencia d la Corte dentro de las veinticuatro horas mencionadas, sin que le sea lícito burlarla con pretextos pueriles que denuncian ignorancia, bajo la pena que impone el art. 840 del mismo código, esto es la suspensión de empleo por seis meses, que es el mejor castigo para un Juez Correccional como Velázquez, que no sabemos tenga otro campo en que pudiera ejercitar sus actividad, si alguna le queda fuera del encarcelamiento de periodistas y decomisos de imprentas.

Ya ha recibido el Juez 1° correccional la primera lección en este asunto. Que sea provechosa, y que cuide de tropezarse en lo futuro con la agria censura de la Suprema Corte.

Cuando comenzó en la República el movimiento de determinada clase social para que sus miembros se ejercitasen en las practicas militares, en virtud de una disposición por la que se creaba la clase de oficiales reservistas1, nosotros callamos; nada dijimos acerca de la conveniencia o inconveniencia de esa clase, y más bien, guiados por un sentimiento de simpatía hacia la juventud que generosamente acudió a las academias para aprender el arte de la guerra, nos congratulábamos de que el amor a la patria no se hubiera atrofiado en una generación que ha tenido que vivir en plena época de inmoralidad política.

Experimentábamos inmensa satisfacción al ver que la juventud, poseída de noble entusiasmo, se preparaba a aprender lo indispensable para defender la integridad y honor nacionales en caso de guerra extranjera. Pero esa satisfacción nuestra se ha trocado en decepción.

El ministro Reyes, viendo que su escasa popularidad bambolea y amenaza caer y perderse para siempre, porque las popularidades adquiridas a fuerza de poner silencio a los enemigos son deleznables como toda ficción; comprendiendo el general Reyes que su popularidad es la negativa popularidad de los autócratas, creada sobre el silencio forzoso de los oprimidos, popularidad que consiste en dejar hablar a los que adulan y en amordazar a los que censuran, lo mismo que hace el general Díaz; comprendiendo el general Reyes que su deseo o ambición de encumbramiento político estaba derrotado, porque el pueblo ya no apetece tiranías y quiere ser libre, decidió hacerse simpático, decidió borrar, aunque sin lograrlo, la pésima impresión que dejó en la frontera cuando con el rudo acicate del soldado hizo pedazos los derechos del pueblo. Comprendió el general Reyes, demasiado tarde por cierto que sus pretensiones de grandeza habían quedado aisladas, porque tuvo el tacto de crearse enemistades políticas en lugar de granjearse partidarios.

El general Reyes quería a todo trance crearse la popularidad que le faltaba y creó la clase de oficiales reservistas. El pueblo, entusiasmado, batió palmas, sin comprender que cada oficial reservista es un aliado del general Reyes.

La juventud, entusiasta y generosa como es, voló a los campos de instrucción militar, y soportando la rudeza de los marciales ejercicios, despreciando la inclemencia de un sol abrasador, y sin fijarse en la fatiga de las marchas forzadas en los caminos polvosos o en los llanos plagados de ciénagas pestilentes y malsanas acometió la empresa de adiestrarse para la defensa la patria. ¿Quién no siente simpatía por esa juventud patriota y resignada? Sólo los corazones depravados podrán hacer mofa del altruismo en que se informa el esfuerzo de esa juventud abnegada. Toda la nación se sintió conmovida ante el desinterés de la juventud.

Pero el infortunio ha hecho que el pueblo vaya de engaño en engaño. Cuando el entusiasmo popular provocado por algún acto del poder, que tan bien sabe barnizar para engañarnos; cuando ese entusiasmo llega al frenesí, viene una cruel realidad a rasgar el hermoso velo que cubre el cálculo, a destrozar sin piedad la bella envoltura bajo la cual palpita un egoísmo desilusionante. Y así ha sucedido con el reservismo militar. El pueblo sólo se había fijado en la exterioridad. El pueblo, y con el nosotros, cree que debe estimularse el patriotismo en la juventud, y por esa razón la creación de la oficialidad reservista fue acogida entre un formidable aplauso.

Ahora el cálculo, el egoísmo han dejado verse a través de una disposición que se creía patriótica. Se ha descubierto que el general Bernardo Reyes quiso tener aliados. Se ha descubierto que el general Bernardo Reyes quiere tener partidarios que le ayuden para el triunfo de sus ambiciones políticas.

Los reservistas de Nuevo Laredo, Tam., vociferan por todas partes que el reservismo no es más que el disfraz con que se oculta un vergonzante partido político, el "reyista.” Dicen esos reservistas que sostendrán a Bernardo Reyes para que ocupe la Presidencia de la Republica.

El "reyismo” es algo así como "barandismo.” Como éste, aquel está formado de la amalgama de lo inútil, de lo nocivo, de lo impudente. El "reyismo" es lo mismo que hibridismo.

El »reyismo" es un mosaico de sucios colores. En ese partido o facción fermenta una mezcolanza de egoísmos desbordantes. Así como el "barandismo" es el resumidero de todas las corrupciones, de todas las infidencias, en el que adquieren celebridad las nulidades procaces y las insignificancias virulentas, en el "reyismo" se han dado cita esas mismas nulidades y han puéstose de acuerdo las mismas virulentas insignificancias.

Ponemos esto en conocimiento del gran Partido Liberal para que no se deje sorprender. También damos la voz de alarma para que los sanos entusiasmos que han puesto sus energías al servicio de una idea que pareció magnifica, la del reservismo, no se dejen engañar más ni permitan que los paniaguados del ministro Reyes les tomen como maniquíes, como instrumentos destinados a fabricar sobre las ruinas de una popularidad de relumbrón los deleznables cimientos en que se pretenda colocar en lo futuro un gobernante como Reyes, que haría caer a la nación en la más completa anarquía.


1 Refiérese a la creación de una clase especial de oficiales reservistas y voluntarios del ejército decretada el 31 de octubre de 1901. Antonio Ramos Pedrueza fue el inspirador de la misma, Bernardo Reyes su creador.

El ridículo sainete que representó la soldadesca calumniando a los patriotas lampacenses y que indignó a la parte sana de la Nación, acaba de tener su desenlace.

Esta noticia corresponde al 16 de Agosto, pero a fin de que nuestros lectores no la reciban con mucho atraso, las damos a conocer hoy.

Como era natural el asunto de Lampazos, fraguado por los esbirros de la Dictadura, para hacer caer en descrédito al Partido Liberal, debía tener una solución procurada por medio de infames curvas y crueles torturas al derecho y a la justicia.

En la conciencia de la Nación está la inocencia de los liberales de Lampazos. La conciencia pública sabe perfectamente que los miembros del “Club Liberal Lampacense” no son culpables de ningún delito y que sólo la maldad oficial fue capaz de fraguar necias acusaciones con que empañar la limpia reputación de nuestro postergado partido liberal, que no por estar postergado deja de ser digno, que no por estar caído deja de ser honrado.

En Monterrey se reunió un Consejo de Guerra que condenó a los Sres. Ing. Francisco Naranjo (h), Aurelio Zepeda, Luis G. Ávila, Vidal Garza Zubía e Higinio Martínez, por los delitos de protección de fuga de un preso y violencias a una guardia, a sufrir la pena de nueve meses cuatro días de arresto, contados desde el 11 de Abril último fecha de su formal prisión.

Tan inicuo fallo pronunciado por militares ajenos a la ciencia del derecho, indignó a la sociedad y entonces el pueblo creyó lo que tanto hemos dicho, que no hay justicia en la República y que todo se subordina a la voluntad de un solo hombre, del Gral. Díaz y a las maquinaciones del Ministro Reyes que quiere ser Presidente de la República.

Este fallo en el que todavía se observa la repugnante huella del machete, la tenebrosidad del bonete y que fue dado destrozando con la tenebrosidad del acicate la inviolabilidad de la justicia, escandalizó a cuantos anhelamos que nuestra Patria se vea libre de déspotas.

Ese odioso fallo pasó en revisión y a la 1ª Sala del Supremo Tribunal Militar tocó conocer de tan espinoso asunto.

El inteligente abogado Sr. D. Rafael O’Horan llevó la voz de la defensa en las dos audiencias de dicho negocio.

Pidió el Lic. O’Horan, que la Sala se sirviera revocar la sentencia del Consejo de Guerra de la Plaza de Monterrey por la que se condenó al Sr. Ing. D. Francisco Naranjo hijo y demás compañeros de causa, a sufrir cuatro meses cuatro días de arresto; que en vista de tal resolución, procediera a encausar a los miembros del Consejo de Guerra y, por último, que mandara procesar al cabo Pedro Hernández, por los delitos de parte falso, cohecho a los testigos y violencias contra los mismos.

El defensor hizo una reminiscencia de los ya bastante conocidos “sucesos de Lampazos.” Dijo que los testigos de cargo habían sido arrastrados por una mano misteriosa. Dio lectura el Sr. O’Horan a la correspondencia cambiada entre el Sr. Gral. D. Francisco Naranjo y el Gral. Díaz, en virtud de la queja que el Sr. Gral. Naranjo elevó por haberse sitiado su casa.

El Gral. Díaz, dice en una de esas cartas que leyó el Sr. O’Horan, que en el caso del joven Naranjo se haría estricta justicia, y aconsejaba al Sr. Gral. Naranjo que entre él y el Jefe de la Zona, un tal Terán, evitaran que el Ejército se pusiera en ridículo. También en esa carta se queja el Presidente de que el Sr. Ing. Naranjo hijo, se hubiera constituido en sitio para burlarse de las órdenes de la autoridad militar.

Tales conceptos del Presidente nos ponen nerviosos. El Gral. Díaz sabe perfectamente que no hay justicia en el país, y sin embargo, se atreve a decir que se haría justicia. El Presidente sabe que hace veinticinco años que no hay justicia, porque ha huido asqueada de la chicana oficial. El mismo Presidente es el que nombra jueces y magistrados manequíes, y ahora nos viene repitiendo el necio cliché, tan baboseado por todos de que se haría justicia. ¿Cuándo se ha hecho justicia en la República? Irrita que se invoque a la justicia, cuando todos sabemos que en México impera la arbitrariedad y el abuso.

Pero hay algo que pone aún más nervioso. El Presidente se queja de que el joven Naranjo se hubiera encerrado en su casa ¿Y cómo no se había de refugiar en su casa el joven Naranjo si corría peligro de perder la vida?

En la República la vida de un ciudadano nada significa. El asesinato político se ha ejercitado con una frecuencia abrumadora. Al Sr. Dr. D. Ignacio Martínez se le asesinó en la frontera y a millares de ciudadanos se les ha asesinado también en la frontera. El país está plagado de lugares que recuerdan las horribles hecatombes efectuadas por vía de venganza por vía de represalias crueles y brutales.

Esto lo sabe bien el Presidente, esto es, que en la República se suceden los asesinatos y que hay reputaciones amasadas en la sangre de víctimas de un salvajismo atroz.

EL Sr. Ing. Naranjo hijo, no salió de su casa, porque se le habría asesinado.

No faltó algún esbirro desalmado y criminal, que diera la orden de que se asesinara al joven Naranjo, si llegaba a salir de su casa. Uno de esos tipos lombrosianos dijo que “se le matara como a un perro…”

Si el Ejército se pone en ridículo, no es por culpa de los individuos. Es por culpa de la tiranía, por culpa del despotismo que pretende acallar conciencias a fuerza de bayonetas, sin comprender que el derecho es invulnerable y que la fuerza bruta jamás podrá someter a la razón.

En el asunto de Lampazos el Ejército se ha ridiculizado a sí mismo. La plebe de cuartel, fraguó una impostura y las imposturas tienen por resultado el ridículo para los impostores.

Fue una impostura que los jóvenes Bravo, Zertuche y Canales hubiesen cometido el delito de sedición y ha resultado una impostura que los Sres. Ing. Francisco Naranjo hijo, Vidal Garza Zubía, Luis G. Ávila, Antonio Zepeda, Higinio Martínez, Antonio Barrientos, Juan Wiemman y Tomás de Hoyos hayan cometido los delitos de ataques a una guardia y protección de fuga.

Por las declaraciones de los testigos de descargo, que fueron treinta, se ve que los patriotas lampacenses son inocentes, y eso no obstante, el Agente del Ministerio Público, Samuel Contreras, con criterio rudo y macizo como el granito dice con el mismo desparpajo que el Presidente cuando pronuncia sus frases de la clase de “hay que tener fe en la justicia” que los procesados son inocentes porque nada se ha probado en su contra, excepto el siguiente hecho: que cuando el esbirro Pedro Hernández impuso silencio a los acusados porque éstos se despedían de sus compañeros en la Estación de Lampazos, se les contestó: “no silencio.”

Debemos hacer constar que no está probado que los acusados hubieran proferido tal contestación, de modo, que el Agente Samuel Contreras no obró con justificación al pedir que se diera por compurgados a los Sres. Naranjo hijo y demás compañeros con los meses de prisión sufridos, por su falta de respeto a la escolta y a su comandante. Lo que se ha pretendido hacer en este asunto, es salvar del ridículo a los promotores del escándalo, a los reclutas.

El disparatado pedimento del Agente del Ministerio Público, atacado de miopía intelectual, no ha sido más que un subterfugio para no declarar del todo inocentes a los honrados liberales de Lampazos.

La tiranía gusta de conservar una buena reputación que no tiene. Han comprendido los perseguidores del elemento sano, del elemento liberal, que declarar inocentes a los miembros del “Club Liberal Lampacense,” sería tanto como declararse ellos culpables de un atentado que merece las más acres censuras, de un atropello por el que se abofeteó a la justicia.

El fallo era cosa hecha. La maldad misma se sintió cobarde para asestar otro golpe más a la limpia reputación de unos ciudadanos que no tienen más crimen que amar mucho a su Patria, de unos ciudadanos que no tienen más crimen que trabajar por la restauración del republicanismo sobre los escombros del apolillado e inepto solio en que hoy se asienta el cesarismo.

La confabulación del militarismo y el clero se sintió cobarde y pretendió obrar con una justificación que infesta y declaró, que los procesados eran culpables de un delito que sólo es capaz de clasificar la pétrea intelectualidad del Agente Contreras.

Sólo en la mente de un funcionario puede caber un pedimento tal para un acto que, además de no ser delictuoso, no está probado. Pero se quiso que lo asqueroso del asunto permaneciera oculto, y para ello, se ha enlodado la caballerosidad de unos hombres de honor.

Pero hay más de este negocio que caricaturiza el inmoral modo de ser político de la tiranía. El Sr. Lic. O’Horan pidió que se procediera a encausar a los miembros del Consejo de Guerra de Monterrey y mandar procesar a Pedro Hernández por los delitos de parte falso, cohecho a los testigos y violencia contra los mismos y la Sala del Tribunal, en su fallo, no obstante haber absuelto a los procesados de los cargos que Hernández, declara que no hay responsabilidad qué exigir.

Eso es atentatorio. ¿Si no están probados los cargos del esbirro, por qué no se le procesa? Es que se quiere salvar al verdugo. Está probado por los testigos de descargo que mintió Pedro Hernández y no se le procesa. La Sala dice que no se ha encontrado responsabilidad ni para él ni para los miembros del Consejo de Guerra que obraron sin justificación. ¡Téngase fe en la justicia…!

Hay otro detalle que horroriza. A los lampacenses se le ha condenado por una frase que no está probada que la hayan proferido, “no silencio.” Pero aún suponiendo que la hayan proferido y que ella ameritara un castigo, no es la Sala del Tribunal Militar la que tiene que condenar por ese supuesto delito. El Tribunal Militar ha transgredido la ley; ha sentenciado en atención a un supuesto delito por el que no se procesó a los dignos liberales de Lampazos.

El ultraje a la ley está claro. Para que haya sentencia es preciso que haya proceso y en este caso se ha sentenciado por un tribunal incompetente en atención a un supuesto delito que no ha sido motivo de ningún proceso.

Tal mofa a la ley debe ser severamente castigada y excitamos a los honrados liberales de Lampazos, a quienes se ha pretendido ensuciar con una sentencia inicua, a que ocurran a los tribunales federales en demanda de amparo, y estamos seguros de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación les amparará y consignará a Hernández, a los miembros del Consejo de Guerra, a los Magistrados de la 1ª Sala del Supremo Tribunal Militar y el Agente del Ministerio Público, Contreras, para que se les juzgue y aplique a esos funcionarios el merecido castigo.

Los liberales tenemos la obligación de sincerarnos de los cargos que se nos hagan y de exigir que se haga justicia aunque el rigor de ella tenga que caer sobre las más encumbradas personalidades.

He aquí el desenlace de una parte de la comedia fraguada por la imprudencia de los reclutas. Falta que la comedia termine en tragedia, y que tengamos que ver en el banquillo de los acusados a las más encumbradas personalidades, por las responsabilidades en que hayan incurrido con motivo de tan sucio negocio, obra del despotismo que nos ahoga.

Cada Estado de la República conserva un recuerdo doloroso. Nuestra Patria en sus grandes convulsiones ha tenido el infortunio de perder a sus hijos más queridos; y si se levantasen monumentos en todos los lugares en que algún héroe ha sido sacrificado, la vasta extensión de nuestro país parecería un inmenso cementerio por el que nuestra débil y enfermiza generación podría ver, cuánta generosidad, cuánto desprendimiento, cuánto patriotismo abrigaron los robustos pechos de nuestros padres.

Al Estado de Chihuahua tocó recibir el último suspiro del padre de nuestra nacionalidad, el noble anciano que dio su vida por nuestra redención: Hidalgo.

Tres siglos hacía que la majestad del indio había sido humillada por esa horda de aventureros y bandidos.

El indio vivía feliz en medio de una naturaleza virginal y fuerte. El indio era libre, libre como el león de las selvas americanas. Su pensamiento era audaz, como audaz es el vuelo de los cóndores.

El indio vivía feliz. Su historia era un haz de poéticas tradiciones, su organización política y social sabia y moralizadora. Sus divinos artífices ejecutaban filigranas. Axayácatl1 asombró por sus conquistas. Netzahualpilli2 por su legislación ampliamente liberal. Netzahuacóyotl por su numen poético vigoroso como la fecunda tierra americana. Cuitláhuac, el héroe de la Noche Triste, orgullo de la bizarría azteca, y Cuauhtémoc el heroico e infortunado Emperador, con el que muere tanta grandeza.

A la vida libre siguió la vida del esclavo. Tres siglos de embrutecedora tiranía convirtieron en siervos abyectos a los descendientes de la noble estirpe mexicana.

Pero Hidalgo se alzó. El débil anciano se sintió fuerte apoyado en su idea redentora. La debilidad senil sacudió su hielo alentado por el calor de la Democracia. Esa debilidad fue fuerte porque representaba a un soberano: el pueblo.

El pueblo frente al trono. El derecho contra la usurpación. La justicia entre la arbitrariedad y el abuso. El trono se sintió herido en su orgullo. La usurpación se removió colérica y la arbitrariedad y el abuso y la usurpación y el trono asesinaron a Hidalgo el 30 de Julio de 1811.

El Pueblo Mexicano llora la muerte del Gran Anciano y hace bien. En Hidalgo tenemos un ejemplo de abnegación, de ese sentimiento ajeno a todo cálculo. Imitémosle.

Pero hay más. Hidalgo dio su vida por nuestra libertad. Hidalgo quiso que no fuésemos esclavos y nosotros hemos traicionado su voluntad. Nos hemos dejado encadenar.

Nos libramos de una tiranía odiosa: la española, y estamos oprimidos por otra no menos odiosa, por otra igualmente embrutecedora, la que nos asfixia, compuesta de tres elementos unidos: el militarismo, el clericalismo y la autocracia de Porfirio Díaz.

Hidalgo dio su vida por nuestra libertad y nosotros, ingratos, la hemos dejado perder, sacrificando nuestro honor en aras de un egoísmo y una cobardía invencibles.

El ejemplo del anciano que comprometió su tranquilidad y perdió la vida por hacernos libres, no nos conmueve, enfermos como estamos de esa maldita enfermedad con que a los pueblos infestan las tiranías y que se llama miedo.

Volvamos por nuestros fueros. Hagamos saber a los tiranos que no hemos olvidado nuestra Historia y que somos dignos de ella. Hagamos saber a nuestros tiranos que en nuestras venas corre la sangre de Cuauhtémoc, de Hidalgo, de Juárez… Hagamos saber a los tiranos que apreciamos el estoicismo de Cuauhtémoc, la abnegación de Hidalgo, la firmeza de Juárez y tenemos el patriotismo de todos ellos.

Debemos honrar la memoria de nuestros héroes. Si ellos se han sacrificado por nuestra felicidad, no debemos permitir que se nos befe, porque el escarnio cae sobre ellos y se les consideraría como unos ilusos que habrían trabajado neciamente por la irrisoria dignidad de un rebaño de carneros; se les tacharía de ilusos soñadores por haber pretendido hacer ciudadanos por una tribu de abyectos ilotas.

Honremos a nuestros héroes. No desmintamos ni la dignidad de nuestra raza ni la grandeza de nuestra Historia. Sepamos ser libres: para ello principiemos por saber ser ciudadanos. No permitamos el entronizamiento de ningún déspota. Ejercitemos nuestros derechos. El derecho es un escudo formidable en el que se embotan las armas de los césares.

¡Ejercitemos nuestros derechos!


1 Axayácatl.. Señor de Tenochtitlan entre 1469 y 1481. Iniciador de la expansión mexica fuera del Valle de México, extendiendo sus dominios hasta el Istmo de Tehuantepec. Anexó el señorío de Tlatelolco a Tenochtitlan.
2 Netzahualpilli.  Hijo y sucesor de Nezahualcóyotl en el gobierno del señorío de Texcoco (n. en 1460) . Se considera su época como la de mayor florecimiento económico y cultural del reino. Al igual que su padre, gozó de fama como gobernante sabio y pacífico.

Recordarán nuestros lectores1 que el Presidente Municipal de San Nicolás Tolentino, San Luis Potosí, Albino Sánchez Nieto, ordenó que compareciera ante él el Sr. D. Nicolás Leal, Presidente del Club Liberal “Benemérito Juárez,” de dicha Municipalidad y que una vez en su presencia este señor, aquella caprichosa autoridad le habló en tono altanero en estos términos: “Tengo conocimiento de que en su casa tienen lugar algunas reuniones de varias personas, que se dice forman un club liberal, y como esto está prohibido por la ley, no estoy por tolerar una reunión más, a no ser que para ello me presente V. una orden del Gobernador o del Jefe Político del Partido de Cerritos. Así es que desde hoy le ordeno no vuelva Ud. a tener otra junta más de ninguna especie, pues que si Ud. se sujeta a las consecuencias le haré ver la ley que prohíbe esas reuniones y desde luego será Ud. multado y castigado en unión de las personas que forman sus juntas, sin omitir mandarlos poner a disposición de la Jefatura Política del Partido, pues como dije antes, no son de mi agrado las reuniones de tal club y estoy resuelto a castigarlos enérgicamente con el rigor de la ley.”

Tales fueron las amenazas que en tan necio lenguaje lanzó la autoridad de San Nicolás Tolentino.

Los miembros del club ocurrieron al Juez de Distrito de San Luis Potosí en demanda de amparo.

La Suprema Corte debe consignar al Alcalde Sánchez Nieto para que se le castigue como se lo merece por violador de la ley.

Hay que escarmentar a los caciquillos insolentes.


1 Véase supra, art. núm. 478.

El General Díaz tiene a veces humoradas que espantan. El presidente en determinadas ocasiones, tiene genialidades antitéticas y pensamientos que son paradojas, como paradoja es, y bien desconsoladora, que se dé el nombre de República a esa monarquía absoluta que por desgracia nos rige.

La política del Presidente Díaz es una contradicción continua. Las palabras que el representante de la Dictadura pronuncia en todas partes, y que la bajeza recibe entre aplausos y sonrisas, encierran una ironía que pasma. La incongruencia que se nota entre las palabras y los hechos, escandaliza.

El Presidente Díaz no tiene empacho para decir: “hay que tener fe en la justicia.” Y esta frase, la dice precisamente cuando la justicia desfallece en los sucios despachos de los jueces del ramo penal. Dice esa frase el presidente, cuando a esa matrona se le ha convertido en esclava y cuando se ejerce con su cuerpo el innoble comercio de las mesalinas; cuando el tiempo de Temis se ha convertido en la tienda de Mercurio y cuando hay jueces como Wistano Velázquez que se escandaliza, de que no tengamos fe en la justicia, ese juez en cuyos labios la sola palabra “justicia” es un ultraje, una blasfemia a la justicia misma.

“Hay que tener fe en la justicia.” ¿Y qué fe se puede tener en la justicia aquí donde esa palabra tiene la elasticidad del caucho; aquí donde la ley tiene más vericuetos y encrucijadas que el corazón de la Sierra Madre y en donde las obligaciones y las cargas son para el pueblo, para el pueblo que trabaja, que sufre para que se le explote? ¿Qué fe se puede tener en la justicia aquí donde no hay jueces ni magistrados elegidos por el pueblo y en donde pesa más la desmoralizadora consigna que los principios de la jurisprudencia y del derecho? ¿Qué fe se puede tener, en suma, cuando la conciencia de los jueces y magistrados [hay uno que otro honrado] es maleable como miga de pan y plegadiza a la conveniencia propia?

Nadie, a no ser que se trate de algún idiota, puede tener fe en la justicia y esta afirmación nuestra sabemos que alza ámpula a muchos jueces y magistrados, precisamente a los que más se distinguen por una falta de pudor y su vituperable venalidad. Y es natural: el asesino y el ladrón se sienten mal cuando se les descubre, cuando se les echa en cara la monstruosidad de sus crímenes.

No se puede tener fe en la justicia. Mientras el Presidente se empeñe en sostener funcionarios judiciales como los que protegió el ex–Ministro Baranda; mientras el Presidente insista en colocar en los puestos públicos a individuos que no apetece el pueblo y mientras el Presidente mismo se encuentre en el Poder, no podemos tener fe en la justicia.

La justicia importa poco para los cálculos políticos de la Dictadura. La justicia puede andar como mejor le parezca a los encargados de impartirla. Lo que importa a la tiranía, lo que desvela a la Dictadura es la implantación del régimen monárquico, el afianzamiento de los lazos que la unen al clero corrompido y la indisolubilidad del contubernio del militarismo y del clero.

La justicia nada significa para la tiranía y más bien es su enemiga. Si hubiera justicia, no habría tiranía. Los ciudadanos serían libres para emitir sus ideas, libres para ejercitar sus derechos en los comicios y no habría tiranía. Si hubiera justicia no se hubieran conculcado los principios liberales; si hubiera justicia viviríamos en una República y no en una monarquía más absoluta que la rusa.

Y estaremos condenados a no tener justicia, hasta que el pueblo haciendo uso del derecho justísimo que le confiere la ley, elija un Presidente que no se parezca al Gral. Díaz. Esto es, elija un Presidente liberal y progresista que no sea militar como Bernardo Reyes ni aristócrata de dudosa nacionalidad como el ministro Limantour.

Pero mientras dure la actual tiranía y los mismos hombres que hoy pesan sobre la Nación, continúen pesando sobre ella, para nuestra desgracia, no tendremos, no podemos tener fe en la justicia misma.

También en Tapachula, Chis., como en casi toda la República, las autoridades no cumplen con su deber, los delincuentes gozan de impunidad y el pueblo se alarma y teme por la seguridad de sus derechos.

En Escuintla, un tinterillo rabioso, ex–funcionario de aquel lugar, hirió al Agente de Correos, inutilizándolo , pues le fracturó una tibia.

La autoridad judicial tomó conocimiento del hecho y sin embargo el malhechor escapó a la acción de la justicia porque el presidente municipal interino, Gamaliel Becerra, influyó cerca del Juez para que no se encarcelase al tinterillo Pedro Jiménez, quedando verbalmente como fiador de éste. Es clara la irregularidad del procedimiento y la complacencia del Juez, y sin embargo, las autoridades superiores no han castigado a este funcionarios nocivo.

Por otra parte el municipio de Tapachula adolece de un pésimo servicio de aguas, lo que trastorna la salubridad pública, y para colmo de males, la botica carece de profesor responsable, y está al cuidado de un individuo inexperto y caprichoso que solamente despacha las recetas firmadas por determinados médicos, que seguramente lo subvencionan. En la noche, a pesar del Bando de Policía y buen Gobierno, el boticario no despacha una sola receta.

Agréguese a lo anterior, el antagonismo que existe entre el Jefe Político y el Ayuntamiento. Son dos potencias que se estorban, saliendo vencedor el Jefe Político. A esto se ha debido que un tal Guillermo Lesher haya obstruido una calle con la construcción de una casa–taller, sin que para ello hubiese recibido permiso alguno. El Ayuntamiento no ha objetado esa invasión, porque el Jefe Político protege a Lesher, y si aquella corporación tomase alguna medida, el Jefe Político se encargaría de burlarla, ridiculizando al Ayuntamiento. Sería conveniente que el Gobierno del Estado separase de su empleo a ese Jefe Político, que no se interesa por Tapachula sencillamente porque no es oriundo de allí.

Deben los gobernantes preocuparse por el pueblo que gobiernan. Hasta ahora, se ha visto a éste con sumo desprecio. En lo futuro, para evitar que se entronice a cualquiera en los puestos públicos, debe el pueblo despojarse de la apática actitud en que lo ha sumido la tiranía de nuestros gobernantes y ocurrir a los comicios eligiendo mandatarios.

Los desafectos a la pésima administración del gobernador Izábal, los que tienen la virilidad de externar sus opiniones, los que no comulgan con las tropelías que se enroscan al cuello del befado pueblo sonorense, están siendo víctimas de la indolencia punible de las autoridades.

Ocultas manos criminales incendiaron últimamente una galería ubicada en Santa Ana, del Sr. Arturo Serna que es desafecto a la actual administración Sonorense. Las autoridades tuvieron conocimiento de ese hecho delictuoso, y sin embargo mostrando más indolencia de la habitual, no se ocuparon en perseguir a los malhechores, no obstante que estuvieron a punto de perecer algunas personas de la familia del Sr. Serna.

El Sr. Antonio Sarabia, inteligente y enérgico apoderado de este Señor, se vio obligado a ocurrir al Gobierno local pidiendo garantías para la familia del Sr. Serna, que, por los frecuentes viajes de éste, queda desamparada.

Atraviesan los Sonorenses honrados por una situación desesperante. Cuando las autoridades se complican con los malhechores, la sociedad desamparada no sabe a que medio ocurrir para defenderse. El Gobernador Izábal como la mayoría absoluta de Gobernadores de los estados, no se preocupa por la colectividad, si no es para imponerle el pesado yugo de su despotismo.

El Presidente Díaz se aristocratiza a gran prisa. Para él poco importa que los profesores de primeras letras no tengan que comer y que los escribientes de los juzgados arrastren una vida miserable por virtud de la mezquindad con que se les retribuye su trabajo. Ha mandado fabricar una valiosa vajilla que importa un dineral, que es casi seguro que pague la Nación.

Esa vajilla fue mandada fabricar con motivo del triste suceso de la sexta reelección forzada del Gral. Díaz.

Para que nuestros lectores se formen una idea del derroche de dinero que se ha hecho, deben saber que la vajilla consta de 3,000 piezas de plata maciza y plata sobre dorada.

Ese lujo asiático sólo se acostumbra en las monarquías, por lo que se ve que hasta en los detalles más insignificantes se pretende calcar las costumbres aparatosas de las viejas casas reales.

Como para burlarse de nosotros, la vajilla en cuestión se exhibe en un casa de París, para que los extranjeros se mofen de nuestras pretensiones de grandeza, pues sienta mal que se fabriquen lujosas vajillas, cuando el pueblo tiene hambre y anda desnudo.

Pero así somos nosotros, compramos una rica vajilla para servir en ella nuestro humilde cocido.

El Gobierno debería preocuparse más por el progreso de la Nación, que en comprar vajillas pretensiones e inútiles.

El Presidente de los Estados Unidos, William McKinley, por el contrario del Presidente Díaz, rehúsa la reelección.

He aquí lo que dice ese hombre de Estado:

“Siento que se haya hecho la sugestión de una tercera reelección y vacilo acerca de si yo debo dar esta noticia. Pero hay asuntos graves en la Administración pública que no deben perjudicarse por dar atención al estudio de la conveniencia de una tercera reelección.

Pero en vista de que la sugestión ha vuelto a ser hecha, debo ahora decir de una vez por todas, y expresando una resolución tomada de antemano, que no solamente no quiero ser candidato para la tercera reelección sino que no aceptaría el nombramiento si fuera agraciado con él.

Mi única ambición es servir durante este periodo, junto con los hombres que me honran con su generosa confianza, que yo aprecio profundamente, y siempre con ellos cuidare de cumplir mis deberes de simple ciudadano.”

“Firmado: William McKinley.”

Este ejemplo debería seguirlo nuestro Presidente, quien no ya acepta, porque nadie a no ser un servil le ofrece la reelección, sino que él hace que se le acepte por grado o por fuerza.

Por la declaración del Presidente de nuestros ambiciosos vecinos, vemos que McKinley es un hombre de Estado, cualidad que huelga en el general Díaz, que no pasa de ser un militar afortunado, como hasta el cansancio hemos dicho.

El general Díaz debe sobreponerse a su insaciable sed de mando y cuidar del progreso del pueblo como lo hace McKinley.

Ya hemos dicho que en Campeche no hay justicia, como en todo el país.

El Juez 2º de lo Criminal de Campeche, Lic. Domingo Rico R. administra justicia de un modo original. Todos los jueces practican sus diligencias con testigos de asistencia o con el Secretario, pero Rico R. se ha salido de esta rutina y las practica sólo con una de las partes.

Varios días estuvo practicando esa clase de diligencias sin secretario ni testigos con una mujer llamada Carmela Solís, muy conocida por la gente de trueno de Campeche. De doce a una del día no despachaba al público por algún tiempo, con perjuicio de los hombres de negocios.

La sociedad está escandalizada por el anómalo proceder del Juez que dedica toda su atención a un solo asunto dejando que los demás se empolven.

Este Juez es pernicioso para los presos así como el Fiscal Lic. Manuel Contreras.

El Fiscal gasta su tiempo en solazarse, descuidando el despacho de los negocios.

Según sabemos, esos dos funcionarios se jactan de estar muy bien apoyados por el Gobernador Mac Gregor1, hechura de Baranda y pésimo como todo lo que protegió esa funesta personalidad.

Los hijos de Campeche desean que se destituya al Juez Rico R. y al Fiscal Contreras, para que en su lugar se ponga a hombres de trabajo que se preocupen por el bien general.


1 Carlos Gutiérrez MacGregor (1846-1924). Jefe político de Campeche, Camp. de 1892-1898 y gobernador del estado de 1898 a 1902.

Varios liberales, vecinos de Castaños, Coah., se presentaron al Juez auxiliar Benigno Cárdenas, en solicitud de permiso para solemnizar debidamente el aniversario de la batalla del 5 de Mayo de 1862.

Entre los vecinos se encontraba la Srita. Profesora de instrucción primaria de ese lugar.

El Juez recibió malhumorado a la respetable comisión y se negó a dar el permiso, diciendo que no podía permitir que se efectuara tal fiesta por ser domingo y que por ella sin duda no asistiría ninguna persona al rosario que iba rezarse en la iglesia.

Ese Juez clerical y fanático, impidió de ese modo y por tan imbécil pretexto, que los buenos liberales, que los que saben festejar los días gloriosos de la Patria y llorar sus lutos, solemnizasen uno de los triunfos más grandes del pueblo contra la fuerza bruta.

Para hacer más patente el burdo desaire a los patriotas, se mofó soezmente de los sentimientos liberales y ultrajó del modo más brutal la obra de la Reforma, permitiendo que sus secuaces fanáticos sacaran en procesión a ese santo que es una especie de imán para el agua y con el que la rapiña clerical explota a los cándidos. San Isidro, que con gran pompa fue llevado a las labores de los que creen en las paparruchas de los ensotanados.

Benigno Cárdenas no hace más que ejecutar las órdenes del cura Arpón, de ese famoso Arpón de Monclova que ensucia la casa de Dios con sus denuestos contra los dignos liberales del Club “Miguel Blanco.”1

Benigno Cárdenas lleva a tal grado su fanatismo que se ha convertido en sacristán de la Parroquia, pues él, guarda las llaves y hace sonar la campana que llama a los fieles para que se les explote y embrutezca.

Arpón está satisfecho con ese funcionario, pero no así los liberales fronterizos que ven ajados sus sentimientos patrióticos por las necias prácticas del rosario y el sermón.

Decididamente retrogradamos. Las autoridades de la república son clericales y el liberalismo se sofoca con el humo de incienso, y se humilla a culatazos cuando no se le encierra en asquerosas prisiones.


1 Véase, supra, art. núm. 354.

El clericalismo avanza cada día más gracias a la complacencia de las autoridades. Desde el Presidente de la República hasta el más modesto cacique, todos los funcionarios públicos ven con agrado que el fraile medre embaucando al pueblo. Las autoridades ven con regocijo que el pueblo degenere, porque mientras más degenerado y abyecto esté, más fácil es consolidar las tiranías.

En Viesca, Coah., la sotana está sobre los principios liberales. El Presidente Municipal de esta población, tomando por ejemplo la conciliadora política del Presidente  Díaz, permite que el cura del lugar, un tal Buenaventura Acosta pasee por las calles de la población luciendo el traje telar.

Algunos vecinos liberales se han quejado de ello, pero el Presidente Municipal no les da aprecio, ayudando al cura a infringir las leyes.

Las campanas se repican a toda hora y hubo días en que públicamente se rindió culto al famoso San Isidro que es el anzuelo que emplean los frailes para escatimar a los incautos, prometiendo abundantes lluvias.

Los liberales de Viesca están justamente indignados con estos atropellos a la ley y piden que se proceda contra el Presidente Municipal por no impedir que se escarnezcan los principios liberales.

Piden mucho los apreciables liberales de Viesca. Si el Presidente de esta población fuera progresista y apegado a la ley, entonces se le castigaría; pero como es fanático y arbitrario, tiene ganada la impunidad. Ahora no se procesa a nadie, por que todo el mundo infringe la ley. Infringir la ley es un mérito para nuestro inmoral ambiente político.

Los habitantes de Viesca, si quieren que el pueblo mejore de situación deben ejercitar sus comicios para elegir una persona apta y de sanos ideales. Es necesario que dejemos la brutal tutela del Gobierno y comencemos a obrar por nosotros mismos, sólo así mejoraremos.

Invitamos pues, formalmente, a los liberales de Viesca y a los de toda la República, para que este año ejerciten sus derechos en los comicios y elijan las autoridades, las que sean de elección popular por supuesto, a ciudadanos honrados y de principios liberales.

Como habrán visto nuestros lectores, nos hemos esforzado por dar a conocer el pésimo estado de la Administración pública para que comprendiendo el pueblo que los males que le aquejan proceden de la maldad o incuria e las autoridades, se apresuren a ejercitar sus derechos en los comicios y de ese modo puedan los ciudadanos tener buenos mandatarios.

Seguimos en nuestra tarea, y hoy presentamos a la consideración de las personas honradas otro ejemplar de autoridades arbitrarias y despóticas.

El Secretario del Ayuntamiento de Morelos, Coah., Valente Arévalo González, tutorea al anodino Ayuntamiento de aquel lugar. Este Secretario es un clerical recalcitrante que obra por instigaciones de los curas.

El Presidente Municipal es un hombre sin voluntad, sostenido desde el año de 1897 por el cacique del distrito de Río Grande. Los demás miembros del Ayuntamiento, entre los que se encuentran Celestino Martínez, José Garza López y Encarnación Flores, son manequíes del Secretario Arévalo González y compadres de él.

Estas personalidades pesan sobre el pueblo de Morelos. No buscan más que bienestar personal y para ello, poco les importa que el pueblo permanezca sumido en la ignorancia.

Desde 97 a la fecha la población no ha tenido ninguna mejora. No progresa ni material ni intelectualmente, y sin embargo, se cobran las contribuciones con una exactitud que enfada.

Ya lo hemos dicho. El pueblo debe ejercitar sus derechos con valor y energía. De ese modo se verá libre de odiosos cacicazgos.

La recomendación que hicimos a los ciudadanos de Viesca1, la hacemos a los de Morelos. Hay que ser valerosos si se quiere estar libres de tiranos. Es necesario elegir buenos funcionarios.


1 Véase supra, art. núm. 648.

Tienen razón los colegas clericales de estar tan satisfechos con el actual Gobierno. Las autoridades son clericales y todo se arregla al estilo clerical.

En Durango no hubo manifestación alguna en memoria de Juárez el 18 de Julio. Algunos liberales quisieron organizar veladas, procesiones en honor del Grande Hombre, pero las autoridades no se dieron por enteradas.

Hay que saber que Durango es uno de los Estados de la República en que hay más fanatismo. Allí tiene mayor influencia un cura que un ciudadano digno y honrado.

No hubo manifestación alguna en Durango el 18 de Julio, pero en cambio hubo un acto religioso en desagravio, tal vez, de los avances de la idea liberal.

El Presidente del Tribunal de Durango, Lic. Saturnino Muñiz, de ideas hondamente fanáticas, giró una convocatoria a los miembros de una hermandad religiosa, para el acto a que nos referimos y la suscribió de este modo: “por orden del padre guardián.— Saturnino Muñiz.”

Por esa circunstancia se explica que en Durango no haya habido manifestación en honor de Juárez. Las autoridades son clericales, y como lo hace Saturnino Muñiz, que es el Jefe del Poder Judicial en Durango, más se preocupan de tantas zarandajas religiosas, que de honrar la memoria de nuestros grandes hombres.

Para que el pueblo comprenda que se le burla y se le ultraja despiadadamente, vamos a dar a conocer un telegrama que sería gracioso si no produjera indignación. Dice así:

“Sr. General Porfirio Díaz. Presidente de la República.— México. Los hacendados que suscribimos, y con nosotros todos los votantes de este Distrito, nos permitimos felicitar a Ud. respetuosamente y por su digno conducto a la Nación, por la reelección unánime que acaba de tener lugar aquí a favor del Sr. Lic. Joaquín Obregón González, para Gobernador Constitucional del Estado.

“San Diego de la Unión, Gto.; Julio de 1901.”

Se trata, como ven nuestros lectores, de la reelección a favor del inepto Gobernador Obregón González.

Se felicita a la Nación porque una ineptitud acaba de ser reelecta. Si eso dijese en son de burla, pasaría bien. Pero cuando se trata de dar seriedad al asunto, choca porque se ve el poco respeto que a los serviles merece la Nación.

Todos sabemos que no hay elecciones en la República porque el poder no permite que las haya. De modo que en Guanajuato no ha habido tal reelección por parte del pueblo. El general Díaz que ha dado en tutorearnos para hacer su voluntad, es el que ha hecho tal reelección y el que a sí mismo se reelige.

Los habitantes de San Diego de la Unión, deben protestar por el cínico telegrama en que se hace burla de ellos.

El I8 de julio fue un día propicio a las mayores irreverencias a nuestro gran Juárez.

Los oradores independientes estuvieron felices en sus oraciones fúnebres. Lázaro Villarreal, Avelino Espinosa, José M. Lozano y otros más cantaron las virtudes del patricio muerto. Sus discursos causaron honda impresión en el corazón del pueblo. Pero Urueta1, Porfirio Parra2, Mateo Cejudo y algunos otros hicieron a un lado la benemérita obra del gran repúblico, a la que algunos de ellos tacharon de sonadora e imposible, y trataron de ridiculizarla, llamándola jacobina.

Nuestros mediocres intelectuales hacen burla del jacobinismo, hacen burla de Juárez porque fue jacobino. Tal irreverencia anonada.

¿Qué ideal puro no está basado en el jacobinismo? ¿Qué principio liberal no tiene como asiento el jacobinismo? ¿Qué idea de progreso y de adelanto deja de informarse en el jacobinismo? ¿ No es jacobina nuestra Constitución del 57?

Las nobles ansias de los pueblos hacia la perfección social y política tienen por principio el más puro jacobinismo.

El jacobinismo es luz en la ciencia, belleza en el arte, altruismo en moral, abnegación y sacrificio en las luchas sociales y políticas.

El jacobinismo es la perfección. El jacobinismo es la justicia perfecta, la libertad sin trabas, el principio de la igualdad humana pura y noble.

Sócrates, Jesús, Juárez: tres jacobinos que casi son dioses.

Un pueblo sin jacobinismo es un pueblo condenado a cadena perpetua. Un pueblo sin jacobinismo es un pueblo envilecido, un almácigo de déspotas y traidores, una sentina de césares y tiranos.

El jacobinismo protestó contra la dominación española, y triunfó. El jacobinismo protestó contra la soberbia de Iturbide, y venció; protestó contra el militarismo y el clero corrompidos, y también triunfo; protestó contra la odiosa tiranía de Santa Ana, y venció el jacobinismo; luchó contra el Imperio del ambicioso Maximiliano, y volvió a triunfar; ahora protesta contra el cesarismo de Porfirio Díaz, que es la síntesis de todas las opresiones: la del clero, la de la milicia, la del capital, que hace esclavos de los ciudadanos libres, como pasa en Yucatán, Campeche, Tabasco, Chiapas y otros muchos estados o satrapías; contra la opresión de la burocracia inútil y la opresión del mismo Porfirio Díaz, y también triunfará el jacobinismo, a pesar de Díaz, de Limantour, de Reyes; a pesar de los negreros capitalistas y de los soldados y curas; a pesar de todo eso triunfará el jacobinismo, pésele a los mediocres intelectuales y a los oradores de relumbrón.

El pueblo hace bien no escuchando las inmorales doctrinas de esos intelectuales, que corrompen los sentimientos altruistas. Para esos oradores, Porfirio Díaz es superior a Juárez, y nosotros le negamos esa superioridad. Juárez fue un demócrata, Porfirio Díaz es autócrata. Juárez fue un gran republicano, Porfirio Díaz es un monarca. Juárez amó la libertad, Díaz ama la opresión. La inmensa aspiración de Juárez fue la de que el pueblo fuese libre; la inmensa aspiración de Díaz es la de que el pueblo sea esclavo.

Reciban nuestros aplausos los jóvenes oradores Villarreal, Espinosa y Lozano. A los otros, el pueblo se ha encargado de censurarlos.


1 Jesús Urueta (1867-1920). Abogado, orador y periodista chihuahuense. Colaboró en El Siglo Diez y Nueve y en La Revista Moderna. Diputado reyista. Secretario de Relaciones Exteriores en el gobierno de Venustiano Carranza (1914-1915). Escribió: Fresca (1903), Alma poesía (1904), Pasquinadas y Desenfados políticos y Discursos literarios (1919).
2 Porfirio Parra (1854-1916). Médico y educador chihuahuense. Discípulo de Barreda. Diputado (1882-1910) y senador por Aguascalientes (1910-1914). Fundó las revistas El Método y El Positivismo. Mantuvo famosa polémica con José María Vigil. Nuevo sistema de Lógica inductiva y deductiva (1903), Estudio histórico sobre la Reforma Mexicana (1906).

El Obrero Católico de Guadalajara, Jal., conoce a su gente. Bate palmas porque el Gral. Díaz es clerical recalcitrante y se encona y envenena cuando habla del Partido Liberal. Eso es lo que hace el pobre papel clerical, porque sabe que de ese modo, halagando el ultramontanismo del Presidente, el necio partido conservador y los traidores continuarán ocupando los puestos públicos.

El Obrero Católico hace confesiones preciosas para que el Partido Liberal comprenda que el Gral. Díaz, como lo hemos dicho infinidad de veces, es redomado clerical. Dice el libelo de sacristía:

“No seáis… imbéciles, liberales de nuevo cuño, considerad que hay innumerables personajes distinguidísimos por su gran talento y posición que son verdaderos católicos; entre ese gran número podéis contar a la distinguidísima Sra. Da. Carmen Romero Rubio de Díaz y a su apreciable esposo el ínclito jefe de nuestra nación, Gral. D. Porfirio Díaz. Recordaréis vosotros que al suscribirse en el Censo próximo pasado dijo entre otras cosas el Sr. Gral. Díaz que, ‘como Presidente de la República Mexicana no se le permitía la Religión, pero que como Porfirio Díaz era Católico Apostólico Romano’. Es [?] que ya se haya olvidado, pero decidme ¿qué os parece de estas palabras?

A nosotros nos parece que estas palabras del Presidente están muy en consonancia con su torpe política. Por esas palabras vemos que el Gral. Díaz engañó a los liberales; por ellas vemos también que un individuo que se precia de observar las ridículas fórmulas de la cortesía, como el Presidente, tiene que ser un funcionario clerical.

Esa declaración faltaba para que los pocos liberales que todavía creen que el Presidente es progresista, se inscriban en el Partido Liberal, el que se está reorganizando, a despecho del conservador Presidente y que tanto a él como a su Ministro Reyes tiene tan malhumorados.

Hay que desengañarse. El Gral. Díaz nunca ha trabajado por el bienestar de la Nación, ha trabajado en provecho de su partido, el conservador, que gracias a él ha podido levantar la cabeza.

También hay que convencerse de que el Gral. Díaz no es un estadista. Ha sido un militar afortunado, que dio las espaldas a los liberales para entregarse en cuerpo y alma al clericalismo.

Se comprueba que el Gobierno actual es clerical.

El clero, esa ola negra que invade a la República gracias a la torpe y necia política de conciliación, desea enmascarar sus pasiones sucias y sus actos indignos, en complicidad, con los jueces clericales de Morelia. Agustín Guzmán cura de Bocanero, Mich., nombró su apoderado al abogado clerical Francisco Elguero, para que se querellase contra los redactores de nuestro estimado colega El Corsario, que se publica en Morelia como órgano del "Club Liberal Liga Patriótica," por los delitos de injurias, difamación y calumnia, que se dicen cometidos en un artículo titulado "Ecos de Zinapécuaro" que se publicó en el Núm. 3 de nuestro colega.

Tan luego como se presentó la querella, el Juez de lo Criminal Lic. Nicolás Méndez, perteneciente a varias cofradías religiosas, lo que no obsta para que haya protestado cumplir la Constitución y no cumpla su protesta, dictó auto de aprehensión contra el Sr.  D. Juan Medal, Director de nuestro colega. Se encarceló e incomunicó rigurosamente al Sr. Medal y se dictó en su contra auto de formal prisión del que apeló desde luego.

Ya la prensa liberal de la República se ha ocupado ampliamente de este asunto, comentándolo y realzando las irregularidades puestas en juego por este tropel de clericales que pretenden ahogar la reacción liberal de los Michoacanos honrados. Nos ocuparemos del proceso, en los puntos que no han sido comentados.

Tenemos a la vista un ejemplar de "La justicia" periódico de jurisprudencia, comercio y finanzas que publica en Morelia el Lic. Francisco Elguero, para darse con él el bombo que su mediocridad intelectual no puede conquistar.  "La Justicia" se ocupa únicamente en publicar los escuálidos y sosos alegatos del Lic. Elguero. Forzosamente debía publicar en su periódico, el escrito de querella contra los redactores de El Corsario. Veamos ese escrito.

Pasemos por alto que el Lic. Elguero dice al Juez de lo criminal que es apoderado del cura Guzmán, "como consta de la escritura adjunta" lo que nos indica que ese letrado no sabe distinguir entre lo que es una escritura y el testimonio de esa escritura. De ésta no puede disponer un particular, por que debe quedar siempre a la guarda del Notario en su oficina pública. Por esta razón se expiden testimonios, que son copias, autorizadas por el notario, de las escrituras que guarda en su protocolo. Pero esta es una falta perdonable en una persona que, como el Lic. Elguero desconoce la ciencia del derecho y su terminología.

El Lic. Elguero hace gala de su impunidad al injuriar a los redactores de El Corsario y al Partido Liberal, en su mal pergeñado escrito, y hace la apología de un clero que, por más que lo niegue el Lic. Elguero, es asqueroso y desprovisto de toda noción de moralidad. Dice ese abogado, con injuria de la sociedad en que vivimos, que el clero católico constituye la más respetable de nuestras clases sociales, que la reputación de este clero está basada en la verdad notoria de su virtud y de su ciencia y que la conducta de los individuos del clero no está a merced de cualquiera que pretenda exponerla "a los cuatro vientos de la publicidad" cliché tan gastado que ya no lo usa ni el gacetillero de mayor estreñimiento intelectual.

Por fortuna, la sección de "El Drenaje Clerical," que ha estado publicando nuestro estimado colega El Universal y los escándalos del cura Amado y del Presbítero Icaza, se han encargado de refutar la hueca palabrería del clerical Elguero.

También asegura Elguero que ya pasaron los tiempos en los que los frailes tenían la condición de caídos. Precisamente por esto el Partido Liberal se ha levantado enérgico para aplastar la achatada cabeza de esa serpiente que el clerical gobierno del Gral. Díaz ha amamantado en su seno. La política de conciliación, tan sucia como mal meditada y torpe, produce el que un fraile Guzmán, asociado al Lic. Elguero y en complicidad de un Juez Méndez, encarcelen a un liberal de honradez intachable, con quien sus perseguidores no pueden sostener un paralelo.

Después de un hacinamiento de frases injuriosas, de vulgaridad irritante, el Lic. Elguero se ocupa del artículo denunciado y lo arregla a su sabor trastornando la verdad y recurriendo a puerilidades que no encajan en un profesor de derecho. Ya nos ocuparemos detenidamente de este punto. Por ahora concluimos, no sin reproducir las consideraciones de derecho en que basa el Lic. Elguero su acusación. Este sabroso periodo de literatura jurídica, sería rehusado por el más torpe principiante en la ciencia del derecho.

"La calificación, según derecho, de ultrajes semejantes, no ofrece la mínima dificultad." "Las injurias son manifiestas; [artículo 691 del Código penal] de las imputaciones de abusos escandalosos del ministerio, y de acciones inmorales, imputaciones notoriamente dolosas, pues que NO BASÁNDOSE EN NADA, no pueden ser hijas de un juicio errado, constituyen VERDADERA [?] difamación [artículo 692 del mismo Código;] y como los proyectos que al sacerdote se atribuyen, serían verdaderos delitos si fueran ciertos, y son falsos, su imputación constituye calumnia, según el artículo 693."

Corremos traslado de ese incoherente párrafo a los abogados que deseen tomar una lección de jurisprudencia clerical. Esas líneas no merecen comentario alguno, porque en su vaciedad revelan a su autor, para quien la jurisprudencia es inaccesible y la gramática su enemiga irreconciliable.

Ya nos ocuparemos más de este asunto, pues estamos seguros que el Lic. Elguero seguirá inundando las sosas columnas de "La justicia" con sus infelices producciones jurídicas en el asunto de EL CORSARIO.

Volvemos a suplicar a nuestros subscriptores se sirvan disculpar la tardanza de este número. Pronto corregiremos la salida de nuestro semanario, así como su impresión.

Los trastornos que ocasionan las brutales persecuciones de la tiranía no pueden  ser remediados tan pronto como deseáramos. Sin embargo hacemos esfuerzos por cumplir nuestro compromiso con el público y hemos seguido siendo fieles a nuestro partido, al partido de la libertad.

Nuestra preocupación es pagar los números que no hemos publicado y pronto cumpliremos, si circunstancias ajenas a nuestra voluntad nos lo impiden hacerlo pronto.

Esperamos que nuestros subscriptores se sirvan corresponder a nuestros esfuerzos pagando nuestros giros.

Hoy cumple Regeneración un año de vida, que significa un año de ruda y peligrosa labor encaminada a ilustrar al pueblo.

Cien déspotas han sido desenmascarados por nosotros y somos odiados por cien déspotas. Pero no obstante ese odio, no obstante esa formidable inquina que se ha desplegado contra nosotros, hemos permanecido inflexibles, porque consideramos vergonzosa cualquiera concesión que hagamos a una administración que enerva y mata las energías individuales.

Nuestro criterio independiente, apoyado en nuestro credo liberal, no ha cambiado. Hemos sabido soportar con resignación la injuria canallesca y las arbitrariedades de los esbirros de la tiranía, que han creído entibiar el calor de nuestras convicciones por medio de encarcelamientos injustificados y de persecuciones odiosas. Pero se han equivocado, la conciencia de los hombres libres no está a merced de ningún tirano y al fin comprenderán que para someternos es ineficaz su infamia, que para humillarnos es débil su crimen.

Tenemos que demostrar a la tiranía que no nos acobarda con sus persecuciones y que a pesar de sus monstruosas represalias, a pesar de sus violencias, nuestro amor a la patria, a la patria que quisiéramos ver libre de repugnantes déspotas, nos da fuerza y valor para resistir todos los atentados, todos los atropellos. Tenemos que demostrar a la tiranía que los atentados y los atropellos de que somos objeto no nos convencen de su bondad, que, por el contrario, mientras más se haga mofa de nosotros, mientras más se nos befe, más y más arraigará en nosotros la convicción de que necesitamos una República y no una monarquía que oculta su absolutismo bajo el ropaje de las democracias, porque tiene el pudor de los leprosos: disimula su inmundicia con la hipocresía de las vendas.

Nunca retrocederemos. Estamos convencidos de que nuestra obra es buena, es digna, es patriótica. Estamos convencidos de que la patria desfallece bajo el peso de una autocracia funesta, la de Porfirio Díaz, y queremos que Porfirio Díaz dimita, que renuncie, ya que no puede hacer nada de provecho para la felicidad de la nación, sino que, por el contrario, gracias a su autocracia ha hecho que retrocediera, y por tal virtud vivimos en plena época de fanatismo religioso, en plena época de militarismo, ultrajante y soberbio.

El general Díaz, si es patriota, debe dimitir. Debe fijarse en que su obra no ha sido sino la de matar el espíritu público, sin comprender tal vez que un pueblo abyecto y cobarde es el más apropiado para ser absorbido por otro pueblo más inteligente, más patriota, y sobre todo, libre.

El nuestro tiene veinticinco años de soportar cadenas. ¿Cómo podrá defender su soberanía, ni que noción podrá tener de ella si la esclavitud hace perder la dignidad? El progreso material, esa irritante superchería con la que se nos quiere hacer comprender que la autocracia del general Díaz es saludable, se nos pone como motivo para admirar la torpe gestión política del “hombre necesario.” Para los que tal lección nos dan, poco importa que a guisa de cerdos arrastremos nuestra dignidad en el fango, siempre que ese fango sea de oro con que dorar nuestra ignominia.

¡El progreso material! La miopía de los serviles trata de disculpar a la autocracia con el progreso material, al que dedican las más nauseabundas alabanzas.

¿Qué ha sido y qué es el progreso material entre nosotros? El progreso material con que tanto se envanecen los serviles se reduce a unos cuantos ferrocarriles mal construidos que han costado a la nación ríos de oro, para que los dueños, los empresarios de esos ferrocarriles, que casi todos son de extranjeros, maten el comercio con fletes inmoderados además del pésimo servicio de tales ferrocarriles. Esos ferrocarriles matan toda la industria y todo el comercio, por que con su alta tarifa de fletes, las empresas ferroviarias ganan la utilidad que podrían percibir el comerciante o el industrial. Además, las empresas ferrocarrileras no indemnizan a los que resultan perjudicados por su mal servicio, y no indemnizan porque no hay justicia en México.

El progreso material se quiere hacer consistir en un comercio que cierra sus establecimientos porque no hay dinero, en una industria que cierra sus fábricas porque no hay dinero, en el agio que absorbe capitales y aniquila al comercio y a la industria, en minas que sólo pueden ser adquiridas por el millonario o el hombre de influencias y en concesiones ruinosas para la nación que sólo son otorgadas a los extranjeros.

El progreso material se quiere hacer palpable por medio de caminos que además de ser costosos son pésimos. Se quiere hacer palpable en regiones donde ni siquiera esos pésimos caminos existen. Todo el progreso material de que hacen alarde los serviles se reduce a levantar uno que otro edificio inútil y en tontas obras como las que se están llevando a cabo en esta capital, que consisten en derrochar algunos millones de pesos para prolongar la Avenida 5 de Mayo y edificar un teatro que hará contraste con la miseria y degradación del pueblo.

Nuestro progreso material es ficticio. Cuatro o cinco capitales pesan sobre la inmensa miseria del pueblo. Cuatro o cinco compañías afortunadas matan toda industria por virtud de una odiosa competencia sostenida por el Gobierno.

Pero se quiere hacer alarde de que la nación tiene unos cuantos cuartos, ¡y a costa de qué terribles sacrificios, se logra la reunión de esos cuartos! Se grava la industria, se grava el comercio, se gravan las profesiones. Las contribuciones de todas clases absorben la riqueza del pueblo y lo dejan desnudo. ¿Para qué? para malgastar ese dinero en soldados, en un ejército inútil y sobradamente costoso, para malgastar ese dinero en edificios churriguerescos, ridículos, que caricaturizan nuestra propensión al bombo, a lo superfluo, o a lo inútil.

En los estados las contribuciones son exasperantes. El treinta por ciento federal mata a cualquiera empresa. Pero lo peor de todo es que, después de tanta expoliación, el servilismo mexicano entone himnos a los sesudos estadistas, a los conspicuos hacendistas que logran reunir un excedente en las arcas del erario. Y cómo no había de resultar un excedente si no hay caminos transitables, si a los maestros de escuela se les tiene a dieta, y si a los jueces y magistrados se les pagan sueldos miserables, por cuya razón la venalidad de ciertos jueces hace retroceder horrorizado al cinismo y hace temblar de miedo al mismo crimen.

Si no se gasta más que en soldados, forzosamente tiene que haber excedentes y cualquier individuo puede llegar a la talla de nuestros notables hacendistas.

Vemos, pues, que nuestro oropelado progreso material está en razón inversa de la garrulería de los papeles vergonzantes, como El Popular y El Imparcial; que si la obra del general Díaz ha tenido como fruto el progreso material, ese progreso es ficticio, es aparente, no lo hay, como no es de oro el huevo porque tiene dorado el cascarón.

De todo ello resulta que ha sido inútil la larga y cansada gestión administrativa del general Díaz, y que además de inútil ha sido nociva para el pueblo hambriento de libertad.

La prensa gobiernista ha engañado a la nación diciendo que adelantamos. Adelantamos, sí, pero a la bancarrota. Nuestro pueblo, educado en la pasividad y para la pasividad, ¿qué fin tendrá?

Honda tristeza causa pensar en el porvenir de la patria. Sus hijos sin educación cívica perecerán, y con ellos la nacionalidad, si antes no se remedia tanto mal.

Los buenos liberales debemos unirnos y fortalecernos para educar al pueblo, ya que el Presidente Díaz sólo se ha preocupado por permanecer en la Presidencia. Eduquemos al pueblo, formemos ciudadanos. Tengamos valor para ello.

Digamos al Presidente que remedie el inmenso mal que nos ha causado, o bien, si se siente impotente para ello, que dimita, que se aleje del puesto en que se ha colocado contra la voluntad nacional.

Nosotros, al cumplir el primer año de labor periodística, protestamos solemnemente ante la República no desviarnos jamás del camino que nos hemos trazado, no desmayar aunque sobre nosotros se desencadene el odio formidable del poder, pues más que nuestra tranquilidad personal amamos a la patria, y crece más nuestro amor hacia ella porque comprendemos su infortunio labrado por los déspotas.

Nuestra patria sufre el más brutal de los despotismos. Su maltrecha soberanía descansa sobre millones de analfabetos, de traidores, de conservadores, de serviles y de abyectos. Su dignidad se encuentra cohibida ante el tosco sable del militarismo y su felicidad obscurecida por tanta odiosa sotana aliada a la Dictadura.

Protestamos ante la Nación no desviarnos de nuestro camino e invitamos a todos los liberales a trabajar hasta donde las fuerzas nos lo permitan por la felicidad de la patria, vinculada en la restauración de los principios liberales, en la restauración del republicanismo, que para la democracia son la síntesis de su regeneración.

El Gobierno de Hidalgo cada día se hace más intransigente. Nuestros lectores sabrán, y si no lo saben se lo diremos nosotros, que el Gobernador Pedro Rodríguez prohibió a la Corporación Patriótica que celebrara las sesiones que según sus estatutos tenían la obligación de celebrar.

Ese Gobernador incapaz de obrar por si solo, obró instigado según se dice, por los Generales Díaz y Reyes. Es de admitirse esa versión dado el odio que ambos militares abrigan para todo lo que se refiere al ejercicio de la democracia.

La opresión oficial llega a tal grado en Hidalgo, que el día 18 de Julio no se permitió que hiciera uso de la palabra ningún orador de la "Corporación Patriótica Privada"  En el programa organizado para la manifestación en honor a Juárez, se trato de evitar que dicha agrupación patriótica figurase en él y se la designo un lugar secundario.

La "Corporación Patriótica" integrada por hombres de honor que saben ser dignos, se abstuvo de figurar en la manifestación oficial y trayendo su estandarte se incorporó a la procesión que en honor del Benemérito se organizó en esta ciudad, significando el proceder de la agrupación de Pachuca, una protesta muda, pero elocuente y enérgica, contra la odiosa opresión que reina en Hidalgo.

Otra prueba de la intransigencia del Gobierno de Hidalgo, que es como si dijésemos el Gobierno Central, porque nadie obra sin el permiso de la autocrática voluntad del Gral. Díaz; está en las vejaciones de que han sido víctimas los patriotas estudiantes de Pachuca por el delito de no querer plegar su conciencia a los corrompidos moldes de la inmoral administración pública de la Nación, que no está ajustada a la ley, no se norma por el derecho, sino que es el producto de la tiranía que soportamos para nuestra vergüenza.

Los estudiantes hidalguenses han sido bestialmente atropellados. Los derechos de estos jóvenes, de esos dignos ciudadanos, han sido ultrajados por esbirros inquisitoriales, que amparados por la impunidad que en nuestra época de oprobio presentan los puestos públicos, han violado una vez más la ley, han estrujado una vez más los derechos del hombre y encenegándose por completo en la hediondez que es el ambiente de los caciques.

La tiranía no entiende o no quiere entender que está jugando con un explosivo peligroso. El cesarismo, en su imprudencia, tal vez no alcanzará a concebir que no impunemente se fustiga al león, que no impunemente se hace befa y escarnio del pueblo. El despotismo se presenta a si mismo como celoso conservador del orden público, de la cacareada paz pública, y en la práctica es el primero que la compromete con sus obstruccionismos irritantes y sus arbitrariedades escandalosas.

Si se quiere que haya paz, forzoso es que no se ataque el derecho de nadie, forzoso es que se respete el derecho, como sabiamente lo comprendió del Benemérito Juárez. Si se quiere que haya paz, que no se ultraje como hasta aquí la dignidad del hombre.

La salud de la Patria exige que no se atente contra la tranquilidad pública. Es necesario devolver al pueblo sus derechos, librar a la libertad de las cadenas que la afligen por el camino que los actuales inútiles gobernantes han trazado por su afán de tiranizar, por su desmesurada fe de oprimirnos.

El Presidente Municipal de Caborca, Distrito de Altar, Son., se distingue también por sus arbitrariedades, siguiendo el ejemplo de los superiores. Creyendo este individuo que D. Francisco L. García era el autor de unas correspondencias publicadas en las columnas de nuestro valiente colega El Estado de Sonora, en las que denunciaban los vejámenes de que son víctimas los ciudadanos que no están de acuerdo con la gestión torpe y arbitraria de ese Presidente Municipal, comenzó a hostilizar y perseguir a dicho Sr. García, atropellando sus derecho y burlando sus garantías.

D. Guadalupe H. García, padre de  D. Francisco, con el fin de evitar nuevos atropellos a su familia, tuvo que huir de Caborca y radicarse en Nogales, Arizona. El Sr. García dejó abandonados sus pequeños intereses, sostén y único patrimonio de su familia.

No puede ser más irritante la información que damos a nuestros lectores. Ella demuestra que en Sonora no hay garantías, que los ciudadanos están sujetos al capricho de autoridades sin conciencia, que se hace burla de la ley, que se atropella todo derecho, que se desconoce toda noción de Justicia.

Esa actitud de las autoridades del país, es la que produce las revueltas cuando la opresión se acentúa a un grado irritante. Si el Gobierno desea que la paz se conserve, si quiere evitar en los ciudadanos el descontento que después se traduce en rebelión, se pretende que la solidaridad de ideas entre el Gobernante y el Gobernado sea la base de una prosperidad efectiva, que se ocupe algo del pueblo que lo salve de estos caciques provincianos que lo vejan, que haga se respeten los derechos de todos. Así será efectiva la paz.

Dos luchadores infatigables, muchas veces perseguidos por la tiranía de Izábal, pero jamás vencidos por esa tiranía, publican desde el 1º del corriente Julio, en la Ciudad de Hermosillo, Son., un diario independiente, EL DEMÓCRATA. Esos luchadores infatigables son los Sres. Lic. Manuel R. Parada y Jesús Z. Moreno, ventajosamente conocido en el periodismo Sonorense.

“EL DEMÓCRATA, dice la circular que tenemos a la vista, aspira a servir al País con todas sus energías y sus fuerzas, y a desmentir que el periodismo se reduce a propalar halagos a los tiranos, tarea vil que ejecutan los periódicos establecidos con el dinero del Erario, para arrastrar la vergüenza en el despacho de los poderosos.”

No puede sintetizarse mejor el programa de un periódico honrado como EL DEMÓCRATA. La virilidad, la energía y la honradez de sus Directores, son una garantía para que ese programa se cumpla. Y se ha cumplido, como vemos en los libros que se nos han remitido.

Enviamos nuestra cordial felicitación a los Sres. Moreno y Lic. Parada, Para censurar a un Gobierno que hace pesar su tiranía desde la frontera de Sonora hasta la península de Yucatán, se necesitan gladiadores de esa talla. Ellos llevarán el triunfo de la ley sobre las arbitrariedades que nos ahogan.

Anuncia el cable, que el Czar ha librado todos los periódicos rusos y demás órganos de la prensa de restricciones, prohibiciones y castigos impuestos por un decreto reciente, habiéndose fijado un plazo definitivo para que dicho decreto quede sin vigor.

En Rusia, se obra franca y lealmente. Si la libertad de imprenta hiere la autocrática voluntad del Czar, se le suprime o se le restringe; pero publicándose estas restricciones, haciéndolas conocer a los que pretendan ser periodistas. En México, no se obra franca y lealmente. Guardamos cuidadosamente en nuestras leyes constitucionales el artículo 7º amplio y liberal, que ofrece al periodista una garantía teórica; pero en cambio nuestros tribunales guardan todos los elementos prácticos para destruir esa garantía cuando la prensa independiente hiere la autocrática voluntad del Primer Magistrado.

Ya que es así, ya que las garantías constitucionales no se respetan, ya que se obra conforme al capricho del Gobernante y no conforme a los preceptos de la ley, hágase de ese voluntarioso capricho un texto constitucional, negando toda libertad de imprenta, siquiera sea para que nuestra Patria no sufra las amargas censuras extrañas que deberían ser patrimonio único de la Dictadura imperante. Entonces se obrará franca y lealmente como en Rusia.

“El Cómico,” semanario de imbecilidad bien conocida y de inventiva poco afortunada, ha tenido la infelicidad de servir a sus abonados una caricatura del caballeroso y honrado industrial D. Cenobio Banza, de Guadalajara, y de explicar dicha caricatura con frases de burla, por haber, dicho Señor, proporcionado las considerables cantidades de numerario que, en calidad de fianzas, se exigieron a los periodistas de aquella Ciudad encarcelados por la tiránica administración Curielista.

Un hombre digno y honorable como el Sr. Banza, que ama la libertad de imprenta y que proporciona el saludable ejemplo de hacer que no desmaye el espíritu público al desaparecer una prensa independiente y honrada, no debe ser tocado por un periódico soez e insustancial como el “Cómico,” que no comprende ni llegará a comprender, porque en los serviles cerebros de moluscos no encaja la idea de libertad, los servicios patrióticos y desinteresados del Sr. Banza.

Hay hombres a quienes debe tratarse con religioso respeto y a quienes no es permitido que se enfrenten moluscos que viven del presupuesto. Aquellos simbolizan la libertad y el patriotismo. Éstos representan humillaciones y bajezas.

Se confirman nuestras aseveraciones: desde la frontera de Sonora hasta la península  yucateca, se siente la opresora tiranía sobre la prensa. En Hermosillo, Son., ha sido encarcelado el valiente y probo escritor D. Jesús Z. Moreno, Director de El Demócrata y en Mérida fue reducido a prisión D. Lorenzo Rosado, Director de nuestro colega El Cuarto Poder que se publica en aquella ciudad. Ambos escritores están procesados por el delito de injurias.

Y hay detalles que indignan respecto a esos dos valientes periodistas.

Al Sr. Moreno, no solamente se le ha seguido por medio de los tribunales, sino que, al decir de un colega, es seguido por un sicario de no muy limpia historia que, con criminal cinismo, ha dicho que ha de asesinar al Sr. Moreno, quien puso en conocimiento del Gobernador Izábal esos detalles; pero se dice que este funcionario ha visto ese asunto con supremo desdén. Recordaremos que los periodistas independientes de Guadalajara eran asediados también por individuos sospechosos.

Por su parte, el Sr. Rosado tiene que sufrir las arbitrariedades de su Juez, un Lic. José Delgado Luján, el Wistano Velázquez de Mérida. A semejanza de éste el Juez de Mérida negó al Sr. Rosado la libertad bajo caución, porque tenía temor de que el procesado se fugara.

El "hay que tener fe en la justicia" y el "de hoy en adelante considerare a los periodistas como amigos y seguiré sus consejos" dos rebuscadas y huecas frases del Gral. Díaz son la peor burla que pueda hacerse a un periodista. Las frases magnánimas de los poderosos, son el oropel que ocultan la Dictadura.

Una circunstancia ajena a nuestra voluntad, nos impidió saldar oportunamente una deuda de gratitud con nuestro querido y valiente colega El Paladín, que se edita en esta capital, por la publicación del siguiente artículo:

EL GRAL. DÍAZ FUE EN SU
JUVENTUD COMO LOS SRES.

MAGON

"NUESTRO COLEGA REGENERACIÓN"

"Los viles aduladores del Gobierno se han propuesto acallar la voz de la prensa honrada, que dice honradamente lo que piensa.

"No creemos que esta prensa sea infalible puede caer en el error, puede ofuscarse, puede incurrir en exageraciones; pero esto nunca amerita que se le persiga como si fuera un perro con rabia.

"REGENERACIÓN  es un periódico honrado que ha venido a la prensa a decir lo que siente y a defender los intereses del pueblo;  los canallas que por congraciarse con el Gobierno le buscan su mal, no pueden comprender la alteza de miras de ese periódico que por su honradez y sinceridad debe imponer respeto y silencio a los cobardes que se asustan cuando ven que hay un grupo de jóvenes llenos de entusiasmo y de valor para ejercer sus derechos en una República liberal.

"El mismo Sr. Gral. Díaz en su juventud fue como los Sres. Magón de REGENERACIÓN y en un campo más arriesgado que el de la prensa: en el campo de batalla. Y al Gral. Díaz la Patria le debe mucho, porque con su actitud firme y decidida le hizo muchos bienes.

"¿Por qué se espantan ahora los paniaguados de que haya jóvenes que imiten en el campo de la idea al Gral. Díaz cuando fue joven?

"Estos paniaguados merecen el anatema de la Nación"

"Si están equivocados los Directores de REGENERACIÓN, no es con la cárcel con la que se les convence, sino con los hechos; y lejos de eso, se les encierra en una prisión para presentar al Gobierno en plena tiranía y como enemigo de la libertad de imprenta.

"Nosotros creemos que la honradez debe respetarse y que la libertad de imprenta es una libertad sagrada.

"La prensa libre y honrada sirve de mucho al Gobierno, porque en ella se reflejan las quejas del pueblo y los malos actos de los gobernantes, que denunciados, pueden remediarse para asegurar la paz.

"La prensa libre, pues es un auxiliar de la paz y los que la persiguen son enemigos del orden social.

"La persecución contra REGENERACIÓN es inicua y estamos seguros de que el Gral. Díaz no contribuirá a que se la aniquile como quieren sus ridículos paniaguados."

Cordialmente agradecidos estamos a nuestro colega. Es agradable la defensa de una publicación honrada, como las hojas serviles pretendieron en vano aniquilarnos con sus rabiosos ataques. Estaban en su papel. Asestado el golpe, la jauría tuvo que rematar; pero contra el golpe y contra la jauría, REGENERACIÓN se ha erguido y enmudeció la canalla: no estaban acostumbrados a que el caído se irguiese con nuevos bríos.

Se nos participa que el “Club Liberal Literario Juárez,” de Orizaba, Ver., ha  quedado integrada por el siguiente personal:

Presidente, Horacio L. Rodríguez. Vicepresidente, José A. Gutiérrez. Secretario, Manuel Oropeza Ochoa. Prosecretario, Joaquín Jiménez Osorno. Tesorero, Ramón Pimentel Ahumada. Vocal 1º, Eduardo Peyrot Palacios. Vocal 2º, Bernardino Arizmendi. Vocal 3º, Ernesto Pimentel. Vocal 4º, Francisco Rodríguez.

Agradecemos cordialmente la atención, deseando que el personal anterior dirija el Club referido, a la propaganda de los principios liberales y democráticos que comienzan a producir sazonados frutos, alentando al espíritu público, que en no muy lejano tiempo caminará a la conquista de los derechos conculcados.

Dentro de pocos días estarán allanados los obstáculos que impedían el buen servicio de REGENERACIÓN y nuestros amables abonados recibirán puntualmente el periódico.

Hemos tenido que vencer una multitud de dificultades para llegar a este resultado en obsequio del público que es nuestro favorecedor. REGENERACIÓN saldrá como antes, y no como ahora, que nos hemos visto obligados a publicarlo en hojas separadas.

Nuestros suscriptores deben tener en consideración, que en un país como el nuestro, en el que la ley es la arbitrariedad, un periódico absolutamente independiente, como el nuestro, está sujeto a la maldad de los déspotas, y por lo mismo, contra toda voluntad faltamos al buen servicio que requiere todo órgano de la prensa periódica. Pero también suplicamos a nuestros suscriptores que sirvan tomar en cuenta nuestra voluntad para cumplir nuestros compromisos, lo que sabemos cumplir a pesar de los Velázquez y los Pérez arbitrarios y analfabetas, también a pesar del asfixiante cesarismo de Porfirio Díaz y de la obscura atmósfera que con sus comedias de popularidad nos forma el Ministro Reyes, molesto de que no tengamos el necio y antipatriótico gusto de ayudarlo a su encumbramiento político.

En atención, pues, a nuestra buena voluntad, agradecemos a nuestros suscriptores foráneos se sirvan mandar cubrir nuestros giros, y los de esta ciudad, que cubran el importe de los recibos que hemos extendido por el importe de sus respectivas subscripciones.

Las autoridades de Pachuca, Hgo, han dado muestras de un clericalismo rabioso. La juventud estudiosa de Pachuca se propuso conmemorar dignamente el luctuoso aniversario de la muerte del Gran Juárez, y el Gobierno, por medio de sus esbirros se lo impidió.

Los estudiantes organizaron una procesión y varios oradores hicieron uso de la palabra. Pero el Jefe Político, un tal Grande Guerrero1, enfermo de servilismo y clericalismo, echó un borrón más a la ya bien borroneada política de los césares de México.

Al Sr. Ángel González le impidió que hiciera uso de la palabra y le amenazó con la cárcel siempre que tocase de algún modo al clero prostituido. Al Jefe Político se le unió un individuo que se dice Mayor del Batallón. Ese militar como aquellos valientes reclutas de Lampazos, no gusta de manifestaciones de democráticas,  porque sabe que a D. Bernardo Reyes tampoco le agradan y por tal motivo echa su cuarto a espadas e injuria a los dignos estudiantes.

Grande Guerrero, el Jefe Político impidió que los estudiantes obraran con libertad. Los estudiantes han protestado enérgicamente contra el atropello. Tenemos a la vista una protesta formulada en términos viriles y elocuentes; una protesta contra el abuso de los tiranos que se han creído los amos y señores de nuestra desventurada Patria, validos de la prudencia del pueblo que no quiere ensuciar su limpia historia derrumbando de un golpe la podredumbre que lo maniata.

Los déspotas no aprecian el inmenso mal que han causado a la Nación con sus intransigencias ridículas. No comprenden los déspotas que el pueblo es un león, que el pueblo es la fuerza, y le vejan y atropellan sus derechos, sin pensar que ese león puede enfurecerse, sin hacer aprecio a que esa fuerza estalle.

Es bueno que se devuelvan las libertades. Por todo el país se nota un terrible descontento que puede traer malos resultados para la tranquilidad pública, esa cacareada paz de la que según los serviles es autor el Presidente, y que éste, a fuerza de arrebatar libertades y de atropellar derechos con su torpe política, le pone en peligro.

Siempre repetimos que es necesario que haya justicia y libertad. La salud de la Patria lo exige.


1 Antonio Grande Guerrero. Jefe político del Estado y diputado local. (1903-1905).

Vamos a dar a conocer nuestros estimados suscriptores los detalles de un atentado sin nombre que se está cometiendo en la persona de un liberal dignísimo, de un verdadero patriota, que no está purgando más falta que la de ser honesto, y la mayor, de tener un carácter absolutamente independiente, lo que constituye un crimen esta época de exasperante tiranía.

Bastante conocidos son de los liberales de la República los plausibles esfuerzos que hace un grupo de patriotas oaxaqueños por salvar nuestras instituciones liberales de la bancarrota a que las conduce el antipatriótico proceder del despotismo, que no se cansa de violarlas y que desea a todo trance que desaparezcan, para que con el último jirón de libertad que nos arrebaten, vayan envueltos nuestro honor y nuestra dignidad de hombres libres.

Ese grupo de patriotas constituye el "Club Liberal Regenerador Benito Juárez" de Cuicatlán, Oax., que es como si dijéramos una protesta solemne que los dignos hijos de Oaxaca elevan contra todo lo que oprime, contra todo lo que veja, contra todo lo que encadena y embrutece al ciudadano. El Club de Cuicatlán se ha distinguido por su valor, por su honradez inmaculada y por su patriotismo. Ese Club honra a Oaxaca y honra al Partido Liberal de toda la República.

En ese grupo de patriotas descuellan por su heroico valor civil y su patriotismo varios ciudadanos de temple y de corazón entre ellos los Sres. Rafael Odriozola y José Escalante.

El “Club Liberal Regenerador” se ha distinguido por su laboriosidad. A sus instancias, la causa de la libertad y de la luz ha obtenido óptimos frutos: uno de ellos consistió en la destitución del preceptor de la Escuela Primaria de Cuicatlán, individuo cuyo cerebro esta nublado de continuo por las necias prácticas de un catolicismo absurdo y enervante. Ese individuo, desobedeciendo la Ley de instrucción pública, que prescribe la enseñanza laica, inicia a los niños en los tenebrosos misterios de la religión católica, y no conforme con la violación a la ley que lleva a cabo en la Escuela, conducía a los alumnos, como cualquier pastor fanático, a la iglesia de la población, para corromperlos con la hipocresía mística que hace de las iglesias de todos cultos los más nauseabundos antros de prostitución, como que la infamia acecha a todas las sacristías y la desvergüenza se halla holgada en la altura de los púlpitos.

Con motivo del asunto relativo a la destitución del fanático preceptor, el entonces Jefe Político de Cuicatlán un tal José Altamirano, escribió con fecha de 5 de Junio anterior una carta al Gobernador Martín González, diciéndole en ella que los hechos indicados por el Club Liberal eran totalmente ciertos. El Jefe Político también fue  destituido.

Esa carta, según sabemos, es apócrifa: el ex-Jefe Altamirano denunció el delito de la falsificación y el Gobierno del Estado mandó la carta al juzgado de 1ª Instancia de Cuicatlán para que abriese la correspondiente averiguación.

El ex-Jefe Altamirano manifestó ante el Juez, un tal Carlos Rueda Ramírez, que tenía sospechas de que el autor de la carta fuera el Sr. D. José Escalante.

Debemos hacer constar que el Sr. Escalante salió de Cuicatlán, rumbo a Oaxaca, el 19 de Mayo del corriente año a donde fue en busca de salud y donde permaneció hasta el 15 de Junio anterior. Durante ese lapso de tiempo, el Sr. Escalante estuvo gravemente enfermo en la ciudad de Oaxaca, llegando su gravedad al grado de no tener esperanzas de alivio, y se esperaba, por lo mismo su muerte de un momento a otro.

De modo que cuando la carta del jefe Político Altamirano fue falsificada, el Sr. Escalante se debatía en el doloroso influjo de una cruel enfermedad, lejos de la población de donde partió esa misma carta, y sin embargo, Altamirano, el temible cacique de Cuicatlán, con el mayor desenfado se atreve a denunciar como presunto responsable de la falsificación  al dignísimo ciudadano que esperaba de un momento a otro la llegada de la muerte.

Se ve, pues, que la acusación ha sido temeraria y sólo ha tenido un móvil, un asqueroso móvil esa acusación, el de vengarse de un enemigo político bastante formidable como lo es el Sr. Escalante.

Con motivo de la inicua acusación, el Sr. Escalante fue aprehendido en Oaxaca y de allí se le remitió a Cuicatlán, en cuya estación era esperado por veinte policías armados, que con el lujo de fuerza a que son aficionados los déspotas condujeron al estimable caballero a la cárcel, donde se tuvo incomunicado arbitrariamente cuatro días por el maniquí Rueda Ramírez.

El acusador Altamirano, para dar algunos visos de verdad a su dicho acompañó algunos papeles escritos por el Sr. Escalante para que se practicara un cotejo de letras por los peritos, que lo fueron Isauro Castillo ex-preceptor de la escuela del pueblo de Dominguillo, un ahijado y compadre del mismo Altamirano, llamado Calixto Reyes actual preceptor de Dominguillo, los preceptores de Texcatitlán y Necaltepec, todos ellos colocados en dichos puestos por el ex Jefe. También fungió de perito un tal Manuel Jiménez, que se dice hermano de Isauro Castillo y que no tiene oficio conocido.

Todos estos peritos son unos analfabetas que no entienden de caligrafía ni de nada. Como tales y siendo protegidos de Altamirano, declararon descaradamente que las letras se parecían, no todas, sino algunas, y Castillo llevó su audiencia hasta el grado de decir que las letras de los papeles y la carta eran absolutamente iguales, por demás está decir, que la letra de la carta y la del Sr. Escalante es completamente distinta y que sólo la maldad de los enemigos de la causa de la libertad, pudo ver semejanzas para que de este modo se pudiera proceder en contra de un inocente.

No obstante la vaguedad de los datos y de haber visto el mismo arbitrario Juez Rueda Ramírez la diferencia de las letras, así como conocido las circunstancias fatales en que se encontraba el Sr. Escalante cuando fue falsificada la carta, no obstante todo eso y los antecedentes honrosos del acusado, el despótico Juez, hizo durar la incomunicación por un tiempo innecesario casi casi hasta hoy se ha prolongado, porque no se permite al Sr. Escalante que le llegue su correspondencia sin que antes sea revisada por la curiosidad del arbitrario funcionario.

La consigna oficial, esa nauseabunda consigna que ha hecho típica a la tiranía, ha surgido su efecto en el ánimo de los esbirros de los déspotas en contra del Sr. Escalante.

A este señor se le ha recrudecido su enfermedad con motivo de la prisión, y sin embargo, el Juez verdugo no le ha concedido la libertad bajo caución que solicito el defensor del Sr. Escalante.

El Sr. Escalante se encuentra gravemente enfermo de tuberculosis pulmonar y su vitalidad languidece día a día en el fondo de un obscuro e infecto calabozo de la cárcel de Cuicatlán. Su existencia se agota más y más sin auxilio de ninguna clase y nuestro pobre amigo morirá irremediablemente víctima del despotismo imperante.

Se han practicado activas gestiones para obtener su libertad bajo caución; se han presentado al Juez certificados de acreditados médicos de la capital; el Alcalde de la prisión ha informado que el enfermo no duerme a consecuencia de la fiebre; se han propuesto las mejores finanzas a satisfacción del Juzgado para conseguir la translación del enfermo a otro lugar que preste más garantías a su vida; se le han mostrado al Juez los vasos rebosantes de sangre…………y lejos de conseguir algo favorable para el Sr. Escalante, la crueldad del verdugo, que no Juez, ha ordenado que se le cierre la puerta de su calabozo, para impedir que el enfermo y su anciana madre que lo cuida puedan pedir auxilio a la trágica hora de su muerte………..

El proceso concluirá dentro de cinco o seis días y se verá que el preso es inocente; pero será demasiado tarde porque nuestro querido e infortunado amigo habrá muerto……

¿Quien no se siente sobrecogido de hondo dolor al contemplar que el amigo sincero, el correligionario entusiasta cae a la tumba asesinado por el salvajismo oficial? ¿Quién no se siente al mismo tiempo pletórico de indignación al ver que las vidas de nuestros hermanos son tronchadas alevosamente para ofrecerlas como una ofrenda de maldición a los déspotas que nos oprimen?

Y tenemos que precisar estas tremendas injurias; tenemos que ser testigos de estos crímenes que se premeditan en las antesalas de las oficinas de los tiranos, como un medio seguro, como un medio infalible de desembarazarse de los patriotas, porque estos defienden la dignidad del pueblo, porque estos tratan de salvar a la Patria de la deshonra que le procuran los magnates.

En el caso del Sr. Escalante sólo se ha tratado de ejercitar venganza. Los déspotas heridos en su amor propio, fraguaron la burda calumnia y se nos asegura que se ha dado la consigna de molestar cuanto se pueda al Sr. Escalante. El Sr. Escalante morirá…

¿Quién dio esa consigna? ¿Qué monstruo de encallecido corazón se goza de la lenta y penosa agonía del patriota? ¿O el Juez, de motu propio ha procurado esa muerte sin auxilios, sin consuelos, sin la compañía de corazones queridos; aislada, miserable, fría, desconsoladora?

No sabemos a quien culpar; no podemos hacerlo porque no lo sabemos no tenemos la certeza de que haya consigna. Sólo sabemos que en la República se encierra a los ciudadanos en las prisiones por supuestos delitos, para que cercada por cuatro infectas paredes muera una conciencia pura, emparedados fallezcan un carácter indomable y una energía nada común, obstáculos todos para la estabilidad de los déspotas.

Con toda nuestra energía, con toda la fortaleza de nuestras almas jóvenes que no se amedrentan con las persecuciones injustas ante las amenazas de muerte, protestamos contra la encarcelación de nuestro querido amigo Sr. D. José Escalante, así como contra el rigor, que no titubeamos en calificar de salvaje, de que es objeto por parte del arbitrario Juez Lic. Carlos Rueda Ramírez.

Nuestro espíritu, dispuesto siempre a defender los fueros de la dignidad humana, no puede permanecer indiferente en presencia de monstruosas injusticias, y por eso protestamos, aunque el despotismo descargue sobre nuestras humildes personalidades todo su odio y todo su rencor, pues que no podemos callar cobardemente ante el tormento que se aplica a uno de nuestros hermanos, y a uno de nuestros correligionarios. Así podría desquiciarse el mundo hablaríamos alto, siempre muy alto porque no sentimos el frío que hiela a los cobardes cuando se trata de cumplir nuestro deber.

Protestamos, pues enérgicamente contra las vejaciones de que es objeto el Sr., Escalante e invitamos formalmente a los Club liberales a que alcen su voz en defensa de un correligionario víctima del maridaje maldito del sable y de la sotana. Es necesario que exista entre nosotros el sentimiento de la solidaridad. Sin unión nada valemos ni significamos nada. Sigamos al pie de la letra el sabio apotegma del inmortal Ponciano Arriaga; «¡ojalá que todas las autoridades y los ciudadanos todos se levantasen como un solo hombre al pensar que el ataque a las garantías de un individuo es un ataque a la sociedad entera!»…

La misma invitación hacemos a la honorable prensa liberal. Dejémonos de rencillas personales o de egoístas cálculos, unámonos para ser fuertes, unámonos para ser un poder y no una clase perseguida y odiada por todos los césares y por los malhechores todos.

Tomemos ejemplo de nuestros enemigos, ellos son fuertes por que están unidos por un vínculo de solidaridad y si en el crimen hay solidaridad ¿por qué no debe haberla en la virtud? Si el crimen y la maldad se unen ¿por qué no nos unimos también nosotros?

Con toda el alma deseamos que los clubs liberales y nuestros colegas que luchan por la libertad nos oigan y nos unamos todos. Debemos fijarnos en que la maldad oficial nos imputa delitos para desprestigiarnos; unámonos para contrarrestar tales imputaciones. Defendámonos los unos a los otros: así llegaremos a ser grandes, si logramos ser fuertes.

El Gobierno y sus necios órganos están tratando de engañar al pueblo con su fingido carácter de liberalismo.

Los escándalos que el clero católico ha dado últimamente, escándalos que por su magnitud han horrorizado a los más recalcitrantes fanáticos, han servido de pretexto para desviar la antipatía que entre los liberales de corazón cuenta el dictatorial gobierno del general Díaz.

El Presidente y sus vergonzantes papeles, sorprendidos por el avance seguro y firme del Partido Liberal, han tenido que aparentar un liberalismo que no entienden, porque los gobiernos autocráticos jamás podrán ser liberales.

Se ha tratado, pues, de engañarnos; pero afortunadamente estamos en guardia y de antemano prevenidos para no dejarnos sorprender. Sin embargo, como hay liberales en la República que por falta de penetración o por conveniencia han tratado de salvar la inmoral política de la Dictadura, vamos a tratar de demostrar a esos liberales candorosos o acomodaticios que el Gobierno es antiliberal, que las tiranías no pueden ser liberales, y que si queremos ver en vigor nuestros principios, debemos dirigir nuestras miradas a las combinaciones del Gobierno y del Clero.

A raíz de la implacable persecución que por parte del Gobierno y de sus serviles adictos se ejercitó contra los patriotas liberales de Lampazos, algunos liberales asustadizos enmudecieron y otros se concretaron a atacar al Clero, porque éste, gracias a su hipocresía, ha querido dar muestras de cristiana humildad no acusando a sus impugnadores ante los tribunales del orden penal.

De ese modo resultaron tres grupos liberales: los que enmudecieron, los que temerosos de la asechanza oficial se concretaron a atacar la podredumbre del fraile, y, por último, los que, como nosotros, han tomado la idea liberal en toda su extensión, los que creemos que la idea liberal es la de libertad, los que luchamos por reconquistarla en virtud de que consideramos que tan nocivo es el tirano que encadena al pueblo por medio de la fuerza bruta, como el hipócrita fraile que ejerce su tiranía sobre las conciencias obscureciéndolas.

El Gobierno, aconsejado como está por los jesuitas, aprovechó las diferencias de criterios que hay entre los liberales; atrajo a los que enmudecieron y trató de dar gusto a los que se dedicaron a atacar al fraile, haciéndose pasar por anticlerical. Dio orden a sus asquerosos papeles El Popular y El Imparcial para que atacasen al arzobispo Alarcón, lo que ejecutaron esas dos hojas mercenarias, con la agravante, la primera, de haber estado sostenida por Próspero Alarcón; escupió pues, la mano que le dio de comer.

Los liberales que por falta de penetración o por cobardía se habían dedicado a darse humos de héroes, sin peligro alguno, porque sólo hablaban de tal cual cura sátiro, de tal otro ladrón, corruptor, adúltero, etc., etc., fiados en que la hipocresía del fraile, como arriba decimos, no había de permitir que hubiera denuncia alguna, y por lo mismo, del modo más sencillo e inocente podían, hacerse pasar por liberales; esos liberales acomodaticios aplaudieron la chicana oficial, sin fijarse en que sólo se trataba de dar un baño de anticlericalismo a la ultramontana política autocrática del Presidente Díaz.

Desencaminados anduvieron esos liberales al creer que el general Díaz era liberal porque para ganarse éste una poca de popularidad de que carece se fingió anticlerical. Bien pronto se ha descubierto la burda combinación, bien pronto se ha visto que nunca ha dejado el Presidente de estar unido a la clerecía corrompida.

Los escándalos que la autoridad ha provocado en Pachuca sirven para demostrar que el Gobierno está dispuesto a defender a su aliado el clero. En Pachuca, el salvajismo oficial ha atropellado el derecho de los estudiantes para defender los vicios de su inevitable partidario, el clero.

La denuncia de El Corsario, de Morelia, colega netamente anticlerical, también demuestra que el Gobierno esta dispuesto a defender al clero.

La serie de trabas que se opusieron a los estudiantes de esta ciudad cuando organizaron su manifestación, absolutamente anticlerical, porque nuestros estudiantes, triste es decirlo, creen que es bueno el pésimo gobierno del Presidente Díaz, o al menos no se atreven a desenmascarar a los déspotas; esa serie de trabas demuestra que el Gobierno está dispuesto a defender a la clerecía prostituida.

La impunidad de que goza Icaza, el cura libidinoso, y la impunidad de que también goza el libelo que le defiende, titulado El Mañana, más pestilente que una cloaca, y que, no obstante estar acusado ante el inepto Wistano Velázquez, el pésimo Juez que se muestra celoso cuando se le acercan los maniquíes de Bernardo Reyes o de Porfirio Díaz mismo, ese Juez, modelo de malos funcionarios, opone trabas para así salvar al citado libelo. Todo ello significa que el Gobierno protege a los frailes.

En esto deben fijar su atención los liberales sin penetración o acomodaticios, para comprender que el causante de todos nuestros males, que la verdadera causa de que no haya garantías ni se respete la ley y se ultraje a la Constitución, no es sólo el fraile, no es sólo el clero prostituido, sino el Gobierno, que para afianzarse ha echado mano a esa podredumbre que se llama clericalismo, y que si el fraile explota, si el fraile medra, si el fraile deshonra vírgenes y convierte en adúlteras a las castas esposas es porque está protegido por la tiranía que nos oprime, que nos ahoga, que nos asfixia, que nos mata toda iniciativa.

Los liberales que se han dedicado única y exclusivamente al anticlericalismo deben fijarse en todas esas circunstancias. Si tan sólo atacan al clero, nunca triunfarán; hay que atacar la causa, hay que denunciar la mano que sostiene el velo con que se oculta la maldad del fraile, hay que descubrir la complicidad del Gobierno con el clero.

Hay que tener valor para hacerlo. El clero se ríe de los ataques que se le dirigen porque cuenta con el apoyo de la tiranía. Hay, pues, que atacar a esa tiranía que no se conforma con ponernos en el cuello su nauseabunda planta, sino que protege al clero para que éste nos robe a nuestras esposas, estupre a nuestras hijas y, además, nos robe nuestros bienes, llevándose a la par nuestro dinero y nuestra honra.

Si tuviéramos un Gobierno liberal, el fraile nos tendría sin cuidado, porque el Gobierno no le dejaría ejercer sus crímenes; pero como no es así, como tenemos un Gobierno conservador como Dictadura que es, el clero vive en la holganza gracias a nuestra cobardía de encararnos a él, en lugar de encararnos al Gobierno que lo protege.

Tengamos valor y exijamos al general Díaz que sea liberal o que deje el puesto en el que tanto mal causa a nuestra infortunada patria.

Para que los liberales que por falta de penetración o por comodidad, sólo se dedican a atacar uno de los resultados de la tiranía actual, la madre de la clerecía corrompida, comprendan que su trabajo es estéril sino se atreven a atacar a la causa, la Dictadura militar del Gral. Díaz, que es la que sostiene la impunidad del fraile, vamos a poner como ejemplo lo que aconteció en Orizaba con motivo de la denuncia, que en unión de otros apreciables colegas liberales, hicimos de unos conventos que existen en Orizaba.

Al Juez de 1ª Instancia de dicha ciudad se encomendó la averiguación de nuestro aserto, y como sucede siempre, el juez que es ultramontano hasta ala médula, se apresuró a dar aviso a las madres de esos establecimientos de prostitución, para que estuvieran prevenidas a la hora de la visita del juzgado, de modo que aparecieran los conventos como casas particulares.

Después del aviso, se presentaron el Juez, el Promotor Fiscal y un abogado, en el convento situado en la 4ª calle de las Tres Cruces, encontrando la casa con las ventanas abiertas. En esa casa encontraron a tres señoras, que no vestían el traje que se usa en los conventos, pero que son bastante conocidas entre los hipócritas de las sacristías. Una de ellas es la Madre Abadesa, María Romaní, otra, la hermana portera y la tercera una monja de apellido Torres.

El personal del juzgado levantó muy ufano un acta en que se asienta que no hay tal convento. Las leyes, por lo mismo, quedaron burladas y pisoteadas nuestras instituciones liberales.

Después de esta farsa, pasó el personal del juzgado a la calle de Luceros, donde existe el otro convento, y la ley quedó igualmente burlada, porque las monjas se habían puesto a salvo gracias al aviso del Juez clerical.

Según se nos informa, las monjas se refugiaron  en la casa de unas señoras de apellido Portas. Seguramente después de algunos días, las monjas volverán a entregarse  a su vida de ocio y de prostitución porque los conventos de Orizaba son visitados de día y de noche por curas disolutos, como pasa en todos los conventos que no son más que establecimientos de entretenidas sin la respectiva licencia de policía.

Ven, pues, los liberales que sólo atacan la prostitución del clero, de qué modo tan sencillo el mismo Gobierno hace burla de los principios liberales. Debemos por lo tanto enderezar censuras al Gobierno, porque él es quien protege al fraile corrompido: él es quien sostiene la supremacía de la sotana sobre nuestras instituciones.

¡Valor liberales! Hay que censurar a los tiranos del Poder porque ellos, además de arrebatarnos nuestras libertades, solapan el clero que no exporta y nos deshonra.

Debemos comprender que nuestro trabajo es inútil si no nos atrevemos a denunciar al Poder que es quien favorece al clero.

El Estado de Veracruz sigue sufriendo la más desastrosa tiranía. Véase cómo se manejan en sus funciones públicas, los manequíes del inepto Dehesa.

El Colegio Preparatorio de que tanto hemos hablado, está pésimamente dirigido. El Rector, que sabe imitar a los grandes déspotas, ha convertido el colegio en una pequeña satrapía.

El rector ha dispuesto que los alumnos que no concurran al establecimiento, aunque la falta sea de un solo día, sean encerrados en un calabozo con privación de comer durante un día entero. Es el Wistano o el Pérez de la Escuela preparatoria de Orizaba.

El estúpido reglamento de la Escuela, copiado del que Castañeda y Nájera hizo para nuestra pobre Preparatoria, dice que serán dados de baja los alumnos que no concurran al establecimiento treinta veces, pero no señala la pena del calabozo, ni menos castigo alguno para los dejen de asistir una sola vez.

Se dice que el Gobierno piensa destituir a ese Rector, y si así lo hace, será lo único bueno que haya habido en la funesta administración de Dehesa.

Pasando a otra cosa, ponemos en conocimiento de Dehesa, que los vecinos de Orizaba ya no soportan la tiranía del Jefe Político y de su esbirro Arrillaga. Las quejas llueven y no bastará nuestro periódico para publicarlas íntegras. Sólo decimos, que se quejan los vecinos de que se les impongan multas indebidas.

El solo dicho de gendarmes pasionales basta para imponer esas multas y otros castigos.

Es necesario que se trate a los ciudadanos con corrección. El descontento popular crece cada día más en toda la República, ocasionado por tanta insufrible vejación.

Decididamente el despotismo no tiene remedio alguno. No se corrige. Por el contrario se acentúa siempre más. A los ciudadanos nos toca ejercer nuestro derecho para elegir funcionarios. De ese modo nos libraremos de caciques y demás tiranos.

Un libelo que se publica en Aguascalientes y que lleva por mote El Paladín Católico, se desata en crueles injurias contra el Gran Juárez, sólo porque ese Benemérito no celebró transacción alguna con el sucio clericalismo, como el actual Presidente Porfirio Díaz.

Tan groseros epítetos aplica a Juárez, que haría ruborizar al más soez ganapán. Ese papel redactado seguramente en alguna taberna, no pudiendo hacer una crítica razonada de la obra del Benemérito, se desahoga con destemplanzas de cochero beodo, llamándole asesino, traidor y otras cosas por el estilo, porque no queriendo hablar se conforma con injuriar.

El artículo en que se denigra a Juárez está firmado por un tal Juan M. Nuño, que sin duda no existe, porque los jesuitas son hipócritas.

En el artículo a que nos referimos nos ha llamado la atención que se haga burla de la democracia del Grande Hombre. Dice así un párrafo: “Se le llama demócrata (a Juárez) delante del hombre (Gral. Porfirio Díaz) que se sublevó contra él acusándolo de tiranía.”

Eso no prueba que Juárez no haya sido demócrata. Lo que prueba es que el Gral. Díaz siempre había ambicionado llegar a la Presidencia por cualquier medio. Para llegar a la Presidencia, apeló el Gral. Díaz a la revolución, no para hacer el bien del pueblo, sino para saciar su inmensa sed de mando. Además recuérdelo el libelo clerical, tan fuera de razón, tan antipático fue el movimiento revolucionario de Porfirio Díaz enderezado contra Juárez, que la Nación no secundó las ambiciones del hoy Presidente y abortó el llamado Plan de la Noria.

Se ve, pues, que la Nación tenía confianza en Juárez, porque veía en él al demócrata desinteresado, y desconfió de Porfirio Díaz porque no quería sangre la Patria para satisfacer ambiciones personales.

Por lo demás, la sucia hoja clerical, por el afán de injuriar la memoria de nuestros grandes hombres, saca a luz las ambiciones y tendencias revolucionarias del ídolo de los conservadores y del clero, Porfirio Díaz, pues por esas declaraciones ve el pueblo, que el que tanto alarde hace hoy de conservar la paz y otras patrañas fue ayer el que ensangrentó al país atacando la democracia de Juárez, poniendo en peligro la tranquilidad de la Nación.

La procacidad clerical debe tener más seso, para no empañar el lustre de su ídolo y déjese de injuriar a Juárez, al que ningún gobernante iguala incluso el que se sublevó contra él.

Los enemigos de la prensa independiente, ese enjambre de individuos que ocultan su cobardía tras de las chicanas judiciales y que no pudiendo retar al enemigo para batirlo frente a frente ocurre al auxilio de Jueces venales que cambian la severa y respetable toga de la autoridad judicial por la abominable vestidura del verdugo desalmado, han hecho que sea encarcelado, el valiente e integro periodista Sonorense D. Jesús Z. Moreno, director de El Demócrata, de Hermosillo, Son., cogido con las burdas mallas de un tosco y calumnioso complot.

El Sr. Moreno, al salir en libertad después de las vejaciones de una prisión injusta motivada por  denuncia de su honrado semanario se apersonó con un tal Valdés para suplicarle le devolviese varios instrumentos de encuadernación de la propiedad del mencionado Sr. Moreno. El encuadernador estuvo de acuerdo en ello. Lo que después pasó, ha quedado en el misterio, pero se tienen ya datos que conducirán a la verdad hasta que se logre desenmascarar a los culpables.

Valdés se querelló contra el Sr. Moreno, del delito de difamación, que el querellante hace consistir en que le llamó ladrón y para probar su aserto, presenta tres testigos falsos, porque la conferencia entre el Sr. Moreno y Valdés se efectuó privadamente sin que interviniera alguna persona. El Juez Germán L. Velasco, bien conocido de nuestros lectores por su arbitrariedad, conoció de la querella y decretó la encarcelación del Sr. Moreno, a quien se le ha negado la libertad bajo caución y el examen de testigos que depongan en su favor.

La intriga ha sido vil, infame y burda; pero afortunadamente la opinión pública ya señala a los autores de ella. Según esa opinión pública, no son ajenos a este asunto Alejandro D. Ainslie, Fiscal del Supremo Tribunal de Sonora, y Antonio Monteverde, Oficial 1º del Congreso, individuos que han mostrado siempre su inquina contra el Sr. Moreno.

Sentimos cordialmente que el Sr. Moreno haya caído otra vez más en manos de sus enemigos quienes en medio de su abyección y servilismo, no pueden soportar que un hombre digno y valiente se les encare embrazando la ley para reprocharles su conducta. La cobardía hiere por la espalda y busca cómplices como el Juez Velasco, tan funesto y arbitrario que el mismo Gobierno Sonorense no puede ya soportarlo, después de haber sido cómplice también de ese Gobierno.

Seguiremos informando sobre este escandaloso asunto.

Ajenos estábamos del conocimiento de un acto que movería a risa, sino produjera indignación. En nuestro colega Diario del Hogar hemos visto que hasta últimamente ha cesado una ridícula vigilancia que desde hace varios meses se venía ejerciendo en la casa habitación de Don Daniel Cabrera ex-Director del simpático y valiente colega  El Hijo del Ahuizote.

Esta vigilancia se efectuaba por agentes de las Comisiones de Seguridad, en virtud de un torpe ordenamiento del tristemente célebre Juez Pérez que persigue encarnizadamente a nuestro colega.

No puede efectuarse un acto más carente de sensatez; el Sr. Cabrera fue un enérgico y valiente paladín de los derechos del pueblo;  y lo hubiera seguido siendo si la fatalidad no hubiese abatido esa energía con una agobiadora enfermedad del cerebro.

Ya estaba enfermo el Sr. Cabrera, casi se hallaba agonizante, y así ha permanecido hasta estos últimos días en que la enfermedad ha ido cediendo poco a poco, cuando el ex-  juez Pérez inició y llevó a cabo con saña, casi con crueldad, la persecución a nuestro colega. Entonces dictó su torpe disposición de vigilancia en contra de una persona que casi era un despojo. ¿Qué objeto pudo haber tenido esa disposición absurda? No hallamos otro que el deseo de atormentar más al hombre que bien atormentado se hallaba con una cruel enfermedad, y distraer de sus ocupaciones a policías que seguramente hubieran prestado útiles servicios en una comisión menos ridícula.

Parecía increíble si no se justificara con la política autocrática del actual Gobierno que en un país Republicano se ejercitaran actos tan atentatorios y vergonzosos como ese. No basta ya encarcelar periodistas y decomisar imprentas en nombre de leyes que no autorizan esos atentados, sino que se prolonga la molestia de una vigilancia idiota, tanto más bochornosa para su autor, cuanto que ella iba dirigida contra una persona agotada por las enfermedades. Se vigilaba a un despojo ¿Puede haber algo más vergonzoso y más torpe?

Nuestro querido y honrado colega El Paladín, se muestra justamente indignado por la actitud indiferente de la prensa independiente en el asunto del atropello de que ha sido víctima el Sr. D. Rafael Bello por parte del Jefe Político de Teziutlán, Francisco Machorro.

Tiene razón el colega. Ahora que todos los periodistas sin distinción de ideas políticas, debiéramos erguirnos para protestar contra el salvaje atentado cometido en la persona de un compañero, sólo uno que otro órgano de la prensa ha tratado de ese asunto, y uno como el hediondo Popular, dio la noticia sobrecogido de un miedo insoportable, con una cobardía que irrita.

La pusilánime actitud de El Popular no nos extraña. Esa pestilente hoja no se encabrita cuando se trata de echar todo sobre enemigos inermes, pero se pone lívida y convulsa cuando se le requiere para asumir una actitud digna y viril en presencia de los espeluznantes atentados de sus amos los déspotas. Esa nauseabunda hoja sirve para aplaudir las infamias. Esa hija aplaudió el atropello cometido contra los honrados Lampacenses y se vió acometida de un furor terrible descargando todo su fango y su veneno sobre la intachable personalidad del Sr. Ing. D. Francisco Naranjo (h.) porque hedionda como es esta hoja, se mordió la envidia de que hubiera ciudadanos dignos y patriotas que no se han manchado en el corrompido medio de inmoralidad política en que vivimos hace ya veinticinco años para bochorno de la Nación.

La actitud de esta hoja no nos extraña, por las razones expuestas. Esta vendida al Ministro Reyes y a la autocracia del Gral. Díaz. Pero sí es de lamentar que los demás colegas no defiendan al periodismo ultrajado. Esa falta de compañerismo no llegaremos a comprenderla. Mientras en otros países la prensa hace oír su voz para censurar los atropellos cometidos contra los periodistas, guiada por un hermoso sentimiento de solidaridad, aquí no se escucha la más débil protesta y a los periodistas se les veja y hasta se les asesina…….

Debemos unirnos si queremos ser fuertes. Si trabajamos unidos, no ya en ideas por que esto es imposible, sino unidos para defendernos, de las asechanzas de la tiranía seríamos más fuertes, constituiríamos una entidad respetable que haría temblar a los déspotas.

En el asunto del Sr. Bello debemos unirnos para exigir una reparación y esperamos  que nuestros apreciables colegas oigan nuestra voz a ese respecto.

Es necesario que nos hagamos respetar para no estar a merced de cualquier tirano.

La enviamos muy cariñosa a los siguientes estimados colegas por las frases de sincera condolencia que para nosotros han tenido al lamentar el sensible fallecimiento de nuestra querida madre, suceso que nos sorprendió en la prisión en que nos aloja la arbitrariedad del Juez Velázquez, producto de la tiranía que nos oprime: El Hijo del Ahuizote, El Diario del Hogar, El Gorro Frigio, El Paladín, El País y el Diablito Bromista, de esta capital; la Flor de la Esperanza, de Tulancingo, Hgo.; La Evolución, de Durango; Juan Panadero, de Guadalajara, Jal.; El Siglo XX, de Saltillo, Coah.; El Ramillete, de Zacatecas; La Defensa, de Monterrey, N.L.; EL Demócrata, de Matehuala, S.L.P.; El Comercio, de Guanajuato; El Monitor de Morelos, de Cuernavaca, Mor.; El Centinela, de Morelia, Mich.; El Patriota, de Celaya, Gto.; El 2 de AbrilEl Tapatío y Jalisco Libre, de Guadalajara, Jal.; El Pequeño, de Dr. Arroyo . N.L.; La Libertad, de Alice Nueces, E.U. del N.; El Internacional1, de C. Porfirio Díaz, Coah.; Hoja Blanca, de Tampico, Tam.; Revista Católica2, de Chihuahua; El Demócrata Fronterizo3, de Laredo, Texas. E.U. de N.; El Progresista de C. Victoria, Tam.; La Verdad,de Lagos de Moreno, Jal.; La Nueva Era, de H. del Parral, Chih.; La Redención,de Mérida, Yuc.; La Corregidora, de Laredo, Tex., E.U. del N.; El Tulteco, de Tula, Tam.; La Democracia, de Tepic.; La Unión Liberal, de Monclova, Coah.; El Demócrata, de Hermosillo, Son.; La Crónica4, de Laredo, Tex, E.U. de N.; El Cuarto Poder, de Teziutlán, Pue.; El Estado, de Son.; La Unión Fronteriza, de C. Guerrero, Tam.; El Eco del Istmo, de Tehuantepec, Oax.; El Explorador, de Minas Prietas, Son.; Las Dos Repúblicas5 de Brownsville, Tex., E.U. del N.; Era Nueva de Torreón, Coah.

Igualmente enviamos nuestra manifestación de gratitud por sus cariñosas frases de condolencia, a los Clubs Liberales "Ponciano Arriaga" de San Luis Potosí y "Juan Villerías" de Matehuala, S.L.P.  así como a los vecinos de la congregación de Castaños, Coah. A los miembros de la Comunidad de indígenas de Ario de Rosales, Mich, y todos nuestros amigos y correligionarios que tuvieron la amabilidad de acompañarnos en nuestro dolor.


1 El Internacional, Ciudad Pofirio Díaz  (hoy Piedras Negras), Coah. (1898-1906).
2 Revista Católica, ‘Órgano del obispado’, Chihuahua, Chih. (1888-1903). Dirs. José de Jesús Ortiz. E. Ortega González y Silvestre Terrazas.
3 El Demócrata Fronterizo, Laredo, Tex. E. U. A. (1896-1920). Dir. J. Cárdenas.
4 La Crónica, Laredo,  Tex. E.U. A. , (¿?-1911?) Reds. Jovita, Clemente y Eduardo Idar.
5 Las Dos Repúblicas, Brownsville, Tex., E.U. A., (1889?-¿?). Dir. Romualdo Treviño

La inmoralidad judicial busca un campo más ancho para ampliar su acción deshonesta. Ya no solamente burlan las leyes haciéndolas maleables para que se amolden con la arbitrariedad, sino que se burlan de las ejecutorias de la Suprema Corte con muecas despectivas y contorsiones de clown.

Hace más de cinco meses que la Suprema Corte de Justicia de la Nación amparó al periodista Don Rubén Acuña contra actos del Juez de 1ª instancia de la Ciudad de Tula, Tam., que encarceló arbitrariamente a aquel señor por algún asunto periodístico. En la ejecutoria respectiva, la Suprema Corte consignó al Juez responsable Lic. Agustín Barrón, a la autoridad competente, por constituir un delito la violación de garantías individuales que cometió. A pesar del tiempo transcurrido, y a pesar también de que en Tamaulipas se ha tenido conocimiento oficial de esta ejecutoria, el Juez arbitrario continúa en un puesto que debió haber renunciado desde luego, no sólo por ser así de justicia, sino por decoro personal, ya que el Gobierno Mainero y la Suprema Corte de Tamaulipas no ha procedido, como era su deber, a destituir a ese pésimo empleado de la administración de justicia.

Por otra parte, el Juez 1º de Distrito de Tamaulipas debe cumplir con el art. 828 del Código de Procedimientos Federales, cuidando de la ejecución de la sentencia de amparo, y si no cumple con el deber o no ha desearlo cumplirlo, llamamos sobre este particular la atención de la Suprema Corte o del Procurador General de la República, para que se aplique al responsable la pena de suspensión de empleo a que se refiere el art. 480 del mismo código. Mientras no se haga un escarmiento, las autoridades judiciales seguirán desprestigiando más a la Administración de Justicia de la República.

Causa estupor la conducta de nuestros jueces. Sin Justicia la Nación caerá en la anarquía. Parece que a ella nos encaminamos rápidamente. Y de ello será responsable el Gobierno que no se preocupa por el futuro de este pueblo ya bien tiranizado por el sable, el bonete y la toga, tres símbolos sombríos de la actual Dictadura.

También en el Estado que mal gobierna el Benemérito (?) Obregón González, se ha iniciado la persecución a la prensa liberal e independiente. Nuestro estimado colega El Avance que se publica en Irapuato, ha sido la víctima de la tiranía que, como enorme pulpo, pretende, sin conseguirlo, ahogar esta tremenda reacción liberal que se inicia y extiende por toda la República.

Nuestro colega publicó una instantánea en la que, a pesar de no citarse a ninguna persona, un individuo, Jesús A. Rodríguez, creyó que se le difamaba y presentó su querella que fue acogida benévolamente por el juez, quien encarceló arbitrariamente  al Sr. Manuel Coria Bustos, redactor de nuestro colega.

Es curiosa, por lo ridícula, la actitud de este querellante. Nuestro colega se refirió en términos generales a un gremio, y de este gremio surge un individuo que exclama: "yo soy ese." Parece este el grito de una conciencia que se delata. Nadie se refería a ese Rodríguez; pero ese Rodríguez se creyó retratado en la Instantánea. Hay actos que son revelación. Ya está el público en aptitud de asociar la Instantánea a la personalidad obscurísima de un Rodríguez. Hay individuos que sacrifican todo a una popularidad efímera nada evidente.

Pero lo que indigna en este caso, no es que un Rodríguez se de por difamado y se querelle, sino que un Juez, con un criterio paralelo al granítico de Rodríguez, encarcele a un redactor de un colega honrado: la arbitrariedad judicial está siempre al servicio de la torpeza. Parece como que se completan ambas. Movería a risa la amalgama si no fuere ese el pretexto para concluir con una prensa liberal. Su propaganda atemoriza a la tiranía que ve se le arrebata la preeminencia impuesta a fuerza de vejaciones y tropelías. Pero en todo mexicano palpita la idea de la libertad, idea que más se robustece mientras más se le oprime: Siga, pues, nuestro estimado colega la mira de su título: adelante. Hay muchos Rodríguez y muchos jueces arbitrarios en México; pero también hay muchos patriotas que aplauden su labor.

Caminamos de sorpresa en sorpresa. Se ha acentuado en toda la República la inicua persecución a la prensa liberal e independiente. Cualquiera individuo de conducta sospechosa y tortuosos procedimientos, en vez de corregir sus actos públicos para hacerlos dignos del aplauso de la prensa honrada, persiste en sus procedimientos punibles y se querella de difamación con la impudicia que no halla cómo hacerse más ostensible.

Nuestro querido colega El Paladín, que es un defensor honrado de los derechos e intereses sociales, y que cuando lanza una información basada en la verdad sabe sostenerla con vigor y valentía, ha sido denunciado por el Secretario de los Juzgados de Paz de Túxpam, Ver., por medio de D. Isauro Bustamante con poder para ello.

Dice ese Secretario que se le difama en las informaciones de nuestro colega. Podríamos sostener que tal aseveración es falsa, porque conocemos la justificación con que procede El Paladín: ya le hemos visto ratificar honradamente sus informaciones cuando se le ha sorprendido su buena fe, así como sostener vigorosamente, sin retroceder, esas mismas informaciones cuando tiene la seguridad de su certeza. Un periódico que obra así, no difama. Cumple sencillamente con su deber, a pesar de los peligros a que expone ese cumplimiento del deber.

Esperamos que nuestro colega salga avante de la calumniosa acusación que se la ha promovido. Así lo deseamos cordialmente.

Para aquellas almas cándidas o refinadamente serviles, que tanta alharaca han hecho cuando hemos afirmado que en Nuevo León domina el absolutismo y las autoridades siguen las inspiraciones de su capricho, escribimos estas líneas, no sin sentir el goce de ver nuestras aseveraciones confirmadas:

EL Sr. Víctor V. Villarreal es propietario de un Rancho ubicado en las Adjuntas de Arriba, Jurisdicción de Mina, N. L. Hace como tres años y medio, que con el fútil pretexto de que los trabajadores del Sr. Villarreal fumaban tabaco comían carne, se pretendió obligar a dicho señor a que pagase contribuciones por venta de tabacos y degüello de reses. El Sr. Villarreal protestó contra la arbitrariedad del Ayuntamiento, comprobó que ni vendía tabaco ni degollaba reses; pero dicho Ayuntamiento ha permanecido impasible.

El Sr. Villarreal ocurrió entonces al Presidente de la Corporación para persuadirlo de que ese pago no debe hacerse, que constituye una arbitrariedad, un despojo, toda vez que no vendía tabaco y que no mataba reses. El Presidente, hombre burdo, impenetrable, reñido con la justicia y librando un combate abierto con el sentido común, contestó que no dudaba de lo que el Sr. Villarreal le decía; pero que el Ayuntamiento estaba urgido de fondos y era necesario obtenerlos por cualquier medio. “Además, agregó el Presidente Municipal, si se libra a Ud. de ese impuesto, los demás causantes exigirán lo mismo,” lo que indica que los impuestos por ese Ayuntamiento son arbitrarios y constituyen un despojo.

Por otra parte, al Sr. Villarreal se le ha contestado a los numerosos escritos que ha presentado oficialmente al Ayuntamiento, que no ha justificado su aserto, lo que no es verdad, pues el Sr. Villarreal ha tenido el cuidado de comprobar debidamente el derecho que le asiste.

Los hechos anteriores demuestran, que no obra legalmente el Ayuntamiento de Mina y para cubrir el déficit que resulte, ya por la torpeza en el manejo de caudales, ya por la ignorancia en la distribución equitativa, se ocurre a medios que las leyes rechazan y la moral condena.

Desearíamos que ese Ayuntamiento se convenza de que no debe gobernarse despojando a los ciudadanos del producto legítimo de su trabajo honrado.

En uno de nuestros anteriores números1 dimos la voz de alarma para prevenir a los jóvenes patriotas que han acogido con calor, con entusiasmo, la creación de la segunda reserva del ejercito.

Los jóvenes dignos, que de buena fe se han apresurado a alistarse en calidad de oficiales reservistas, están corriendo el grave peligro de servir de escalón para que el general Reyes pueda llegar al logro de sus ambiciones políticas.

Ya los reservistas de Nuevo Laredo, Tam., declaran en voz alta que el reservismo no es más que un pretexto para encumbrar al general Reyes a la dignidad de Presidente de la República. Se trata, pues, de la creación de un funesto partido político, el “reyismo.” Y ese partido político, como todo lo que no tiene razón de ser, como todo lo que quiere imponerse contra la unánime voluntad de la nación, apela a la instrucción militar de sus miembros porque el militarismo siempre se ha impuesto por medio de la violencia.

Así se quiere imponer el “reyismo,” por medio de la violencia, por eso ejercita a sus miembros en el arte de la guerra.

¿Por qué, ya que se quiere reanimar el amor patrio a nuestra juventud, no se la educa convenientemente para que cada varón sea un ciudadano? ¿Por qué? Porque se quiere que en lugar de ciudadanos haya soldados; porque para los tiranos el soldado es una máquina, y ellos quieren cosas y no hombres de voluntad firme y de indomable carácter.

Con toda el alma deseamos que los jóvenes reservistas nos oigan y atiendan nuestras indicaciones. Estamos en vísperas de un cambio radical en la política de nuestra República. El hombre a quien los serviles llaman “necesario” está agotado, su naturaleza flaquea y está próximo a caer en la tumba obedeciendo su vieja carne las leyes inexorables de la naturaleza. Estamos, pues, en vísperas de una gran reacción. El general Díaz nos ha oprimido tanto cuanto ha querido, y por lo mismo estamos sedientos de libertad. Deben fijarse en esa circunstancia los jóvenes reservistas.

Queremos libertad, queremos ser libres, y si cuando muera o baje de su solio el general Díaz se nos impide ser libres, ¿qué sucederá? Tendremos forzosamente que defender nuestra dignidad por medio de la razón, por medio del derecho, pero vamos a tropezar con el obstruccionismo militar, vamos a tropezar, además, con la segunda reserva llevada al camino de la política malsana para sostener, para ayudar al general Reyes a continuar la Dictadura que hoy nos ahoga.

Si los jóvenes reservistas insisten en no creer que se les esta tomando como medio de encumbramiento Político, y a la postre, ya comprometidos con su carácter de oficiales, son llamados por cualquier motivo a integrar el inepto ejercito, en su calidad de militares, habrán perdido su independencia y tendrán por fuerza que ayudar a los ambiciosos a oprimir al pueblo.

Entonces la razón de los ciudadanos libres, de los que no han querido comprometer su independencia, tropezara, como arriba decimos, con el obstruccionismo militar; la dignidad de los ciudadanos será acometida por el sable del soldado.

Y cuando veamos que a la razón se opone la fuerza, que a nuestros derechos se opone la violencia, tendremos que oponer también la violencia contra la violencia, y nuestra dignidad armada medirá sus fuerzas con la esclavitud, con la soldadesca armada también.

A eso nos conducirá el necio partido que se oculta vergonzante y se mal encubre con los oropeles del patriotismo, y que comienza a organizarse bajo la denominación de “reyismo.” Nos conducirá a la revolución.

Los jóvenes reservistas han acogido con entusiasmo la idea de la Secretaria de Guerra, porque creen que se alistan para sacrificarse por la patria en caso de guerra con alguna nación extranjera, pero ignoran que van a servir de sostén a otra tiranía más opresora aun que la actual, a la tiranía que ejercitara el general Reyes, si para la desgracia de la nación ese militar llegase al poder.

Pero ahora que hemos exhibido la ambición que se oculta detrás del reservismo, creemos que los jóvenes honrados, los que no se prestan a farsas deben huir de esa institución que hará sangrar a la patria por sostener a Bernardo Reyes contra la voluntad de la nación.

Hay un amplio campo para ejercitar los deberes de todo patriota. La patria quiere ciudadanos, quiere hijos que conozcan sus deberes y hagan respetar sus derechos.

Los jóvenes reservistas deben huir de esa institución que, sin sospecharlo ellos, los vuelve esclavos, los vuelve instrumentos de ambiciones bastardas y de cálculos que causan asco.

¿Por qué si tanto deseo hay de demostrar un patriotismo delirante no se emplean esas energías en combatir por medio de la ilustración cívica los abusos del poder.

Es muy remoto el peligro de una guerra extranjera. Ahora estamos corriendo el peligro de llegar a la anarquía por las intransigencias del mismo poder. De eso deben preocuparse los jóvenes que incautamente han acogido la sospechosa institución de la segunda reserva.

Las instituciones liberales peligran. El pueblo ha perdido su soberanía. Todo lo abate la autocracia. La patria en estos difíciles momentos necesita la ayuda de su hijos para salvar sus instituciones, para salvar su prestigio. Los aspirantes a reservistas deben tener en consideración ese peligro y renunciar a la inútil perdida de sus energías en el aprendizaje del arte de la violencia, del arte de la matanza, para congregarse en clubes liberales, en agrupaciones patrióticas, que serán la salvación de nuestros sagrados principios liberales.

Deben saber los jóvenes aspirantes a reservistas que de nada servirán ni su arte ni su ciencia en la matanza siempre que el pueblo siga vegetando en la ignorancia y la abyección. Un pueblo degradado, un pueblo idiota nunca tendrá la energía y la virilidad que requiere la defensa de la patria. Eduquemos al pueblo, hagámosle comprender sus derechos para que no consienta ser atropellado por los tiranos. Hagamos primero de nuestro pueblo un pueblo digno. Sin dignidad no puede ser independiente un pueblo, por más que haya cinco o seis peritos en el arte de matar.

Los aspirantes a reservistas declaran tener valor, o al menos tácitamente dan a comprender que tienen valor, puesto que se dedican a un arte en que se juega la vida. Si, pues, tienen valor, si están decididos a perder la vida por la patria, ¿por qué no arriesgan su tranquilidad, dejando las armas a un lado, y esgrimen la ley en lugar de empuñar el tosco fusil de los reclutas, para hacer valer sus derechos como ciudadanos? ¿por qué si son valerosos y patriotas no tratan de hacerse respetar como buenos hijos de la patria, ahora que la tiranía encadena, persigue y befa a los que defienden las instituciones democráticas?

¿O es que el peligro de una guerra con alguna nación extranjera está lejano, y por eso no se teme, y el de la perdida de nuestros derechos, de la soberanía del pueblo, es actual, y por eso se teme?

Creemos que muchos de los jóvenes que se alistan para la segunda reserva son sensatos a la vez que patriotas; a esos jóvenes nos dirigimos, formulando nuestra protesta de obrar sin intereses mezquinos, guiados sólo por el amor a la patria. Nos dirigimos a esos jóvenes para que se aparten del enjuague burdo con el que se pretende explotar sus valiosas energías en provecho de ambiciones políticas mal encubiertas.


1 Véase supra, art. núm. 637.

No nos sentimos arrancados por un noble compañerismo o por un empuje fanático de igualdad de ideales, no, nosotros venimos a lanzar nuestra protesta contra el encarcelamiento de unos estudiantes dignos, en nombre de la civilización ultrajada, en nombre de la justicia encarnecida, en nombre de la libertad pisoteada, en nombre de la Patria y en nombre de JUÁREZ del GRAN JUÁREZ que en su tumba se yergue palpitante de irritación señalando con su índice broncíneo las cabezas de dos analfabetas del deber, de dos usurpadores de libertades, de dos parias de la civilización que quieren borrar a fuerza de cerrojos su infame conducta ya estampada en las páginas más negras de la Historia…..!!

¡Se consumó el atentado! Seis jóvenes se encuentran aherrojados y tal vez entonando a la libertad sus cánticos de dolor.

¿Quién les dijera que la causa del Pueblo les llegara a encumbrar a donde nunca llegan los tiranos? Sonrientes y tranquilos los que con tanto valor han desafiado los enojos de los Grandes y guerreros; los niños del Instituto que sienten corazón de héroes, pues que conocen la historias de Juárez y Morelos, de Ocampo y Lerdo de Tejada, ayer mismo en la mañana con cuánta energía nos hablaban hasta el sacrificio de la vida!

La humanidad no necesita sangre para llegar hasta la Gloria.

La sangre es para el asesino y para aquellos que sin la justicia y sin derecho necesitan derramarla, sea buscando el puñal, sea buscando la desvergüenza de un funcionario público, creyendo ¡necios! que para matar el pensamiento es mucho un cuarto inmundo y un fusil disparado que destruirá la materia; nó, cuando germina una idea alimentada por tanta ciencia como llega a nuestros Puertos, importada del mundo que piensa, se puede aniquilar a un hombre sepultándolo en un calabozo o hundiéndole en la tierra bajo las gélidas tapas de un ataúd: pero el porvenir no se destruye, el porvenir es del Universo, a él sólo le toca señalarle ese fin inmutablemente que ahora espanta a los Autócratas que se muestran inflexibles ensañándose contra una juventud que interpreta a la naturaleza; pero siquiera no sigan el camino de los cobardes. ¿Por qué temen tanto la palabra? Si la juventud no les ha quitado su bienaventuranza, si siguen deleitándose en la orgía infernal de sus desprecios mismos, nunca confesados, si nosotros, los de alma más grande que el peligro, no envidiamos su placer. ¿Por qué esa autoridad temible que revela una alma más pequeña que la de LEONARDO MÁRQUEZ1? ¡Se necesita descender muy debajo de nuestros criminales natos para comprender tanta perversión!

No es una pasión ciega la que nos induce a protestar contra la inquina de los que se dicen PROTECTORES DE LA SOCIEDAD; ha habido muchos escándalos antijudiciales que ELLOS llaman de justicia los que nos obligan a sacrificarnos buscando el porvenir de la patria, en muchas partes ha sido vejada la juventud estudiosa, en Rusia, España,….. Sólo nuestro Continente no había sido manchado por el inaudito crimen de castigar a la Ciencia; sí Señores tiranos, a la Ciencia que es nuestra madre; cúlpenla de nuestro HORRENDO DELITO de querer salvar a la Nación; para acabar con nuestro altruismo no necesitan encerrarnos en un presidio que reventará con la tensión de nuestro espíritu; necesitan golpear a nuestra idolatrada República y ser tan atrevidos como su émulo Hernán Cortés: ¡Quemen las naves extranjeras que nos traen tanto bueno del Continente Antiguo, que ni así destruiréis a la RAZÓN; porque la razón es eterna, porque es la evolución porque es el bien, porque es el  Jacobinismo, porque es, en fin …..¡¡ LA PERFECCIÓN!!

SEÑOR Grande Guerrero, Señor Pacheco, sois los más fuertes pero no los más justos, podéis encarcelarnos, podéis castigar nuestro cuerpo con cadenas, podéis quizá arrancar la vida de nuestros cuerpos, pero sois impotentes para quitar de nuestro rostro la flameante cicatriz que en él ha dejado el latigazo formidable de la Sociedad culta de la SOCIEDAD QUE PIENSA.

¡¡Temblad !! ¿Qué habéis hecho del impoluto nombre que os legaron vuestros padres?  ¿Qué habéis hecho de vuestra honra? ¿Qué habéis hecho de los sagrados deberes  que contrajisteis con la Patria al ser elevados a funcionarios Públicos? Todo lo habéis sepultado en el cieno, en el fangal, en la inmunda sentina de nuestros actos indignos.

¡¡¡Por eso en nombre de vuestros padres os repudiamos y en nombre de vuestra PATRIA os maldecimos!!!

Pachuca, Agosto 4 de 1901- Mariano Lechuga. Alfonso Cravioto

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Nuestras felicitaciones a tan enérgicos  jóvenes. También manifestamos nuestros deseos de que no transijan con el absolutismo imperante. La Patria que gime bajo la pesadumbre de los césares, reclama de sus hijos la dignidad y energía con que cuentan los patriotas estudiantes del Estado de Hidalgo para protestar contra los atropellos de los déspotas.

El atropello ha sido infame. Por eso la juventud que no soporta humillaciones se ha alzado airada y ha conmovido a la Nación con su heroica actitud a arrancar la careta que oculta la monstruosa figura de los verdugos de los patriotas estudiantes.

Pero lo que exaspera en este caso, es la complicidad del Gobierno del Estado con los esbirros Grande y Pacheco: Por se convencerán los ilusos que el Poder es el causante de todas nuestras desdichas y que sólo la bajeza podría ensalzar la desquiciadora obra política del Gral. Díaz, que con sus intransigencias y su amor al clero ha labrado la desgracia de la Nación.


1 Leonardo Márquez (1820-1913).  Militar. Tomo parte en las guerras de Texas y de intervención norteamericana. Miembro del estado mayor imperial. Resistió a las fuerzas republicanas durante el sitio de Querétaro. Tras el triunfo de la República, se exilió en La Habana hasta 1895, fecha en que Porfirio Díaz, por mediación de Manuel Romero Rubio (Ministro de Gobernación), le concedió permiso para volver a México. Al iniciarse la revolución, volvió a La Habana.

Que los trabajadores y obreros hacen ante los compatriotas.

Los que suscribimos, ajenos a toda política, y sostenidos única y exclusivamente, por el futuro del trabajo guiados por las nobles leyes que rigen a un país republicano, y liberales por convicción, con motivo de los últimos acontecimientos ocurridos en esta ciudad, protestamos de una manera franca y digna, porque las sabias leyes de Reforma se practiquen, que las autoridades bien constituidas sepan cumplir la misión que se les ha confiado para que ellas sean las representantes de esas leyes basadas en la justicia y la equidad, y no representantes  del verdugo que concede al suplicio, no al esclavo, sino  al Mártir de la Patria.

Loor eterno de Hidalgo, Juárez, Ocampo y a todos los héroes de la libertad que han sabido romper el yugo de la esclavitud y servilismo ante el mundo entero.

Pachuca, 3 de Agosto de 1901.

Sergio A. Rodríguez, Conductor de metales. Ricardo Díaz Leal, Tenedor de libros. Juan P. Alonso, Empleado. Arturo Juárez, minero. Luis Guijosa, Empleado. Carlos Ramírez, Empleado. Enrique C. Becerra, Empleado. Eulalio A. Núñez, Mecánico. Juan Hernández, Mecánico. Víctor Arthur, Mecánico. Ismael Hernández, Herrero. Ignacio Salgado, Sastre. Miguel de los Ríos, Empleado minero. Miguel Suárez (padre), Empleado Minero. Aurelio Nuñez, Mecánico. Luis Ojeda Velasco, Empleado minero. José M. García,  Carpintero. Manuel Mateos (jr.,) Ensayador. Julián S. Rodríguez, Tenedor de libros. Meandro Tinoco, Motorista. Antonio Castrillón, Mecánico. Federico L. Arreola, Conductor de Metales. Alberto Núñez, Mecánico. Jesús Muñoz, Empleado de minero.

Así queremos ver a los hombres de trabajo. Basta ya de necias complacencias tenidas para un gobierno que no cesa de tiranizar. Basta ya de bajezas y humillaciones que nos tenían convertidos en maniquíes del despotismo.

Enviamos nuestras entusiastas felicitaciones a los honrados trabajadores de Pachuca, porque ellos han comprendido que el ciudadano debe tener dignidad para no permitir que impunemente se le atropelle. Ellos han comprendido que somos libres, mal que le pese a los tiranos.

Recomendamos a estos ciudadanos que no desmayen; que protesten con energía siempre que precisen algún atropello por parte de las autoridades arbitrarias, y que si éstas para ejercitar innobles venganzas se atreven a escarnecer la dignidad humana, sepan tan monstruosos mandatarios que sobre su capricho está la ley; que sobre la arbitrariedad está el derecho de los hombres de honor y que la Patria tiene formulado su anatema para descargarlo sobre los césares que violan los derechos del hombre.

Animados por un deseo de colaboración, escasa, es cierto, pero desinteresada y noble por tratarse del bien público, nos permitimos presentar a la consideración de Ud. el proyecto de una circular que a nuestro entender, satisface las aspiraciones de un pueblo que tiene hambre y sed de justicia, como dijo el Maestro Sierra desde la tribuna del Parlamento.

Afortunadamente no se verá en nuestra labor un reproche a la personalidad de Ud., y decimos afortunadamente no para granjearnos su voluntad, sino para evitar el tropiezo de la malevolencia siempre dispuesta a buscar el innoble fin de destruir un anhelo que se agiganta día a día y se yergue para hundir su mirada en esta bruma política que nos rodea. Por otra parte, sería necio y torpe suponer a Ud. de acuerdo con las complacencias y complicidades del anterior Ministro, mientras no veamos de cerca su labor y no apreciemos sus actos. Por eso desearíamos que comenzase Ud. su obra. Nos dolería y mucho tomar su inactividad como una sanción de la desventurada gestión administrativa de su antecesor.

Han llegado hasta nosotros dos rumores. Es el primero, que Ud. ha notificado a los funcionarios judiciales, que se abstengan de obsequiar las indicaciones (consignas, en términos claros) de cualesquiera personas que pretendieran influir en sus ánimos para dictar resoluciones contrarias a la ley. Es el segundo, que el Sr. Lic. Eduardo Novoa, Subsecretario de Justicia, prepara un proyecto de reforma a los preceptos relativos a la responsabilidad de los funcionarios judiciales, en vista de las deficiencias de que adolece la ley actual y de su inaplicación, consciente o inconsciente. Sobre este punto, diremos algo en otro artículo. Nuestro objeto, por ahora, es hacernos eco del primer rumor, que ha pasado por todas las conciencias honradas como una saludable esperanza.

No sabemos hasta qué grado tenga fundamento ese rumor. Queremos creerlo; pero nos parece que la conveniencia social exige que la indicación de Ud. se traduzca en una circular que calme la ansiedad pública agigantada por una halagüeña esperanza de Justicia.

Causa bochorno y es seriamente desmoralizador, que alguna personalidad elevada, o cualquiera otra personalidad intrusa que desee agasajar a aquella, guíen los actos del funcionario maleable. La adulación sucia y necia, encuentra siempre en algunos funcionarios judiciales, un campo bien abonado para que germine la semilla maldita de la adulación a los poderosos. Causa también bochorno, que pesen más en el ánimo de algunos funcionarios, consideraciones extrañas a la ley, como la simpatía o antipatía hacia el procesado a su defensor, o a la parte civil, o a la expectativa de obtener alguna ventaja social o política, que los preceptos severos de nuestra legislación.

Esa circular no solamente debe comprender ese punto que, si bien es de gran importancia, no es el único lado obscuro y sombrío de la Administración de Justicia. Hay otro punto más importante aún de mayor interés, el de los frecuentes casos de cohecho a algunos de los funcionarios judiciales, y decimos algunos no por cobardía de señalar a todos, sino porque, en efecto, hay personas honorables que pudiéramos indicar en las columnas de este periódico, y a quienes es necesario hacer justicia y aplaudir, ya que hemos llegado a una época en que es muy difícil cumplir con los deberes que las diferentes situaciones sociales exigen.

No se oculta a Ud., Sr. que el cohecho es el germen más propicio a la corrupción, y que por tanto es forzoso aplicar el cauterio en donde aparezca la llaga. Hasta ahora, por una consecuencia ineludible de la gestión perezosa y complaciente del anterior Ministro, no se ha dado el caso de castigar a un funcionario judicial por la comisión de un delito de esa naturaleza; pero la impunidad de que esos funcionarios han gozado no cauciona la prolongación de esa impunidad. Urge obrar enérgicamente, porque como decía el ilustrado jurisconsulto Martínez de Castro en la exposición de Motivos del Código Penal, “los funcionarios públicos no por serlo dejan de estar sujetos a todas las debilidades humanas, y sería el colmo de la insensatez fiarse únicamente de su honor y su virtud, hacerlos árbitros absolutos de los bienes, de la honra y de la vida de los ciudadanos y brindarles al mismo tiempo con la esperanza segura de una completa impunidad. Lo prudente y justo es señalar penas para el caso en que delinca, a fin de que el temor del castigo sirva de freno a los malos y afirme a los buenos en su propósito de obrar con rectitud.” Estos sabios conceptos se tradujeron en ley. Pero Martínez Castro no previó que sus argumentaciones y su ley se estrellasen alguna vez en la indiferente actitud de un Ministro rudamente hostil a la moralización judicial y algunos de los tribunales se convirtieron  en amplios mercados en donde la justicia se remata al mejor postor.

Urge ya, que los preceptos legales dejen de ser una bella utopía y se lleven a la práctica en busca del saneamiento de una institución que debe ser respetable y respetada.

Repugna, Sr. Ministro, el que en algunos tribunales haya favoritos que dominen al funcionario con la insolencia del que ordena a un criado y se impongan individuos de dudosa reputación, solamente porque obsequian, agasajan o hacen promesas al funcionario que, no teniendo idea de su misión y de los rudimentos de moralidad, aceptan los obsequios, se complacen con los agasajos y fundan una esperanza en las promesas, o, como acontece con frecuencia, el funcionario mismo señala el precio a su labor o a su acto arbitrario con la impudicia del mercachifle, violando la confianza en él depositada y con detrimento de los intereses sociales que naufragan en una insondable mar de codicia.

Urge poner un valladar a esa desmoralización. Para ello, es necesario ocurrir a medidas enérgicas y practicables. Podría ser una de ellas, de la que en otra ocasión nos ocuparemos, la de reformar los artículos del Código Penal en lo que se refiere al cohecho, en el sentido de que la pena fuese aplicable únicamente al cohechado y no al corruptor; pero nos conformamos, como se conforma el público seguramente, por más que él y nosotros seamos impacientes y deseemos medidas radicales, con poner desde luego un coto a los abusos, para que después vengan medidas más enérgicas. El primer paso podría darse, expidiendo la siguiente circular que respetuosamente sometemos al ilustrado criterio de Ud.:

“Ha tenido conocimiento esta Secretaría de que algunos funcionarios judiciales, se apartan del cumplimiento de sus deberes y por tanto de la aplicación exacta de la ley, con motivo de la intervención de personas que pretenden hacer de los tribunales el medio para desahogar sus pasiones o para satisfacer intereses reñidos con la ley y la moral. También ha tenido conocimiento esta Secretaría de que algunos funcionarios reciben o exigen ofrecimientos o promesas, dones o regalos, o cualquiera remuneración, por ejecutar algún acto justo o injusto propio de sus funciones.

Alentada esta Secretaría por el deseo de prestigiar la Administración de Justicia y de evitar, por tanto, el espectáculo de corrupciones que redundan en perjuicio del buen nombre de la Nación, se hace saber a los funcionarios judiciales dependientes de esta Secretaría, que ella no autoriza ni puede autorizar la comisión de esos actos punibles y que por tanto, el funcionario que las cometa quedará sujeto a las penas señaladas en el Cap. IV, título XI del Libro Tercero del Código Penal, sin que para eludirse de esas responsabilidades se tomen en consideración más circunstancias que las determinadas por la ley.”

Si Ud. Sr. Ministro, se sirviera tomar en consideración lo anterior y expedir esa circular, con las modificaciones que su talento y larga práctica le sugieran, recibirá un caluroso aplauso de este pueblo que tiene HAMBRE Y SED DE JUSTICIA.

Hemos hablado de la institución de la segunda reserva del Ejercito, en términos nada favorables a la ambición que se oculta detrás de la disposición de la Secretaría de Guerra1. Hemos dicho que la creación de los oficiales reservistas no es más que el velo que mal encubre las ambiciones políticas del Ministerio Reyes.

Por esta razón hemos tratado de persuadir a los jóvenes que tan ardientemente han acogido la disposición, para que se aparten de ese lazo que se les ha tenido para provecho de ambiciones personales.

Ahora vamos a ver a que altura se encuentra el patriotismo en algunos de esos jóvenes que se preparan a ser soldados antes que ciudadanos; que se preparan a ser instrumentos y no hombres libres con voluntad, con criterio propio.

Téngase en cuenta que no queremos herir a los jóvenes que de buena fe han caído en las engañosas redes de la Secretaría de Guerra, sino a aquellos que sólo han buscado en la institución, un modo fácil de disimular su insignificancia con los vistosos, a la vez que vanos entorchados de los militares, que el vulgo llama “de banqueta.”

Los reservistas de San Luis Potosí han dado la medida de lo que la Patria puede esperar de ellos. Algunos de esos pequeños soldados declararon  que no tomaban participación en la manifestación que se organizó en honor de Juárez, porque ellos eran clericales.

Esa declaración pone en manifiesto el extravío que produce en los jóvenes la propensión al militarismo y también el acuerdo tácito que hay entre la milicia y el clero.

Se ve, pues, que la tal institución de la segunda reserva  no tiene los fines que aparentemente dejaba translucir y que se hacía creer, que estaba destinada a la defensa de la Patria cuando ésta estuviera en peligro. No. La reserva ha sido creada con otros fines muy distintos a la defensa  de la Patria. Se ha creado para sostener ambiciones personales y el clericalismo ha aprovechado esa institución.

La segunda reserva es un peligro para nuestras instituciones. Invitamos a los jóvenes que se aparten de esta institución y ya que quieren ser útiles a la Patria, trabajen porque se devuelvan al pueblo sus libertades y porque dimita el Gral. Díaz.

Déjese de servir de escalones para que el Gral. Reyes los aproveche para su encumbramiento, que no lo conseguirá a pesar de sus esfuerzos, porque no se lo hemos de permitir. Ya no apetecemos tiranías Queremos libertad.

Como decimos en otro número,2 la Patria necesita el concurso de todos sus hijos para salvarse del desprestigio a que la orilla el cesarismo. Respecto de eso deben trabajar los reservistas, porque nada gana la República con que cuatro o cinco individuos sepan marchar como lo hacen los reclutas. Lo que quiere la Patria, son ciudadanos que comprendan sus derechos para que se hagan respetar y no permitan que el despotismo los ultraje, con una tutoría que avergüenza.

Dejémonos, pues, de tantas evoluciones militares, y apresurémonos a ejercitar nuestros derechos que la Nación prefiere tener ciudadanos altivos y patriotas, que soldaditos que no tengan más ocupación que la de exhibir la degeneración física de nuestra raza, ataviada con los galones de los militares.


1 Véanse supra, arts. núms. 637 y 680.
2 Véase supra, art. núm. 680.

El viril colega Vésper, de Guanajuato, que hábilmente dirige la entusiasta Sra. Doña Juana  B. Gutiérrez de Mendoza, ha vuelto a la lid con más bríos que antes.

Vésper es un haz de viriles energías. Las columnas del apreciable colega están nutridas de ideas avanzadas.

Con un valor que sin duda avergonzará a muchos de nuestros conciudadanos que carecen de él, Vésper se encara a los tiranos para arrancarles la careta que oculta sus vicios.

En nuestro referido colega vemos comprendido en toda su extensión el amplio criterio liberal. El colega no sólo ataca la corrupción del fraile, sino que censura al mismo tiempo a los mismos mandatarios que oprimen al pueblo llámese Porfirio Díaz o de cualquier otro modo. Vésper,pues, odia la opresión en todas sus formas; odia la tiranía que el fraile ejerce sobre las conciencias, el despotismo que ejercita el poder esclavizando al pueblo. Vésper es un verdadero periódico liberal.

Nosotros, acostumbrados a rendir homenaje al valor y al patriotismo, enviamos nuestras entusiastas felicitaciones al enérgico colega, al mismo tiempo que manifestamos nuestro deseo de que no se desvíe Vésper del camino elegido. Necesitamos orientar al pueblo y es necesario trabajar con ardor, con verdadera abnegación, sin sentir el temor que sobrecoje a los cobardes, cuando creen comprometida su tranquilidad o su despreciable existencia.

Reciba la respetable Sra. Juana B. Gutiérrez de Mendoza, nuestros parabienes y nuestros deseos de que para su labor honrada sea fecunda para que redunde en provecho de nuestra tiranizada Patria, víctima de todos los despotismos.

Con gusto hemos recibido la realización del interesante colega liberal ¡Excelsior! Que se edita en Veracruz.

El simpático colega ha redoblado sus energías para luchar en su segunda época con más denuedo y vigor.

Entusiasma un colega valiente. Acostumbrados como estamos a la mentira oficial, nos sentimos reanimados, cuando en el campo periodístico aparecen las viriles energías que son necesarias para que una causa pueda triunfar.

En el primer número que tenemos a la vista, encontramos un artículo informado en el patriotismo más puro. Se titula “Opiniones” y en él se reprocha nuestra indiferencia para tratar los asuntos públicos. Dicho artículo está firmado con el seudónimo Gonzalo H. Atiza, con el que la modestia del vigoroso escritor liberal Sr. D. Santiago de la Hoz, trata de ocultar su limpia personalidad.

Felicitamos al simpático ¡Excelsior! Por su decisión de abarcar el campo político, unido estrictamente a las cuestiones sociales.

A luchar, querido colega, demostremos que los liberales odiamos a la tiranía en cualquier aspecto que se nos presente; ya bajo el disfraz de un pestilente clericalismo o bien bajo el aspecto de un poder omnímodo y absurdo. Luchemos contra la tiranía de la sotana y contra el despotismo del Poder, para que podemos llamarnos liberales, amantes de la libertad.

La incuria gubernativa originó que el 22 del próximo pasado Julio, a las dos de la tarde, se fugase una gran parte de los presos de la Penitenciaría de Tepic. Para efectuar esa fuga se practicó una horadación de sesenta centímetros cuadrados.

La inactiva y torpe policía tepiqueña no se hubiera dado cuenta de este suceso, a pesar de haberse efectuado en pleno día, si una mujer no lo hubiera comunicado a los guardianes (?) de las esquinas próximas y de la puerta principal de la prisión, con lo que se impidió que el resto de presidiarios, entre los que hay nietos del famoso Lozada1, hubiese emprendido la fuga. Hasta ahora no se conoce el número fijo de los que se hayan fugado. Se cree que ese número se oculta, para evitar un disgusto al Jefe Político que está delicado de salud.

Por lo visto, la policía tepiqueña para nada sirve. Y es natural. El Prefecto Jefe de la Policía no puede ocuparse libremente de cuidar la prisión, pues sabemos que la rémora principal son los hijos del Gral. Rocha y Portu2, que son los Jefes de los talleres de la Penitenciaría y hacen lo que se les antoja con la persona de los presos. El Jefe de la Policía reduce sus funciones al inofensivo blanqueo de las fachadas y a la reposición de las banquetas, indignándose contra los que no las blanquean, a quienes castiga enérgicamente con multas.

Sería conveniente, en bien de la tranquilidad de los habitantes de Tepic, que la policía cumpliese con su deber para evitar que los presidiarios se fuguen con gran lujo de burla a una institución que debe ser respetable. Es vergonzoso que una mujer vaya a recordarle su deber mientras dormita en las esquinas el cuerpo de guardia.


1 Manuel Lozada "El tigre de Álica" (1828-1873). Cacique militar inicialmente al servicio de la casa comercial Barrón, Forbes y Cía. Operó hasta su muerte en la región de Occidente. De filiación conservadora e imperialista procuró y obtuvo el apoyo de la población cora.
2 Pablo Rocha y Portu. Gobernador interino de Guanajuato (1884-1885). Jefe político y militar del cantón de Tepic (1897-1904).

Horripila que la vida de un hombre esté a merced de un déspota, cualquiera que él sea, investido de una autoridad que no encaja en un orden social que alardea de civilizado. En C. Juárez, el jefe de Policía (desgraciadamente no sabemos su nombre) ha cometido un atentado que debe castigarse severamente, y que, sin embargo, tal vez haya quedado sin castigo.

Una persona penetró a cenar a una fonda de aquella ciudad, y como no se le sirviera bien o le hubiesen desagradado los alimentos servidos, salió de ella mostrando su disgusto. El Jefe de Policía mencionado, salió tras de esa persona, indignado por las apreciaciones de ésta, y sin que mediara alguna otra circunstancia, le disparó un tiro que la hirió, haciéndola caer en tierra. Varias personas que presenciaron ese salvaje atentado interrogaron al Jefe de Policía sobre lo acontecido, y este individuo contestó que aquella persona se había lesionado sola, lo que no era posible, porque al ser levantado el herido, se vio que tenía enfundada una pistola de pequeño calibre fajada a la cintura, y con los tiros intactos. Además, la herida no correspondía al calibre de esta pistola. A pesar de estos hechos, ese empleado siguen fungiendo como guardián del orden público y al lesionado se le tiene preso.

Irritan estas desigualdades tremendas y estas complacencias punibles. Escandaliza que un individuo, por el sólo hecho de habérsele improvisado con el carácter de autoridad, disponga criminalmente de la vida de los hombres, como puede disponerse de una bagatela. Si un individuo ultraja a una autoridad, se le castiga. Si una autoridad abusando de su poder, el más irritante de los abusos, comete un acto delictuoso, se la consiente, se la mima, se la solapa. Surge entonces la complicidad de una casta, la de las autoridades. Surge entonces la desigualdad entre el ciudadano y el individuo en el poder y con esta desigualdad, una excitación constante y violenta, reprimida, pero no sofocada.

No es esta la paz que ansiamos. La paz debe fundarse en el respeto mutuo y en la solidaridad de intereses entre gobernantes y gobernados. La paz no debe ser la consecuencia de una opresión brutal, sino la resultante de derechos bien definidos y de obligaciones bien deslindadas. La paz debe ser la armonía franca entre gobernantes y gobernados y no la opresión rígida e ilegal de aquellos sobre éstos. Para llegar a estos ideales, para conquistar el respeto que se nos debe como ciudadanos, para evitar los atropellos impunes de los déspotas, cualesquiera que ellos sean, debemos despojarnos de este marasmo en que nos ha sumido una larga situación política tiránica y ocurrir a los comicios para darnos gobernantes que llenen las aspiraciones del pueblo y respeten los principios de justicia. Dándonos gobernantes populares conquistaremos la solidaridad de acción entre las autoridades y el pueblo y nuestro progreso será efectivo, porque entonces jugarán en el adelanto de la Patria los intereses nacionales y no los intereses personalistas que imperan ahora.

Los periódicos honrados de Guadalajara, Jal., entre ellos La LibertadEl Malcriado y Juan Panadero muestran su indignación por la forma irregular, odiosa y punible con que se engrosan las filas de nuestro ocioso ejército. A cada momento se forman cuerdas de consignados al servicio de las armas y no hace muchos días que se formó una de 300 infelices.

Para crear ese contingente de carne, se utilizan varios medios reprobados. Uno de ellos lo proporciona la Jefatura Política de Guadalajara (lo mismo se hace casi en todo el país) con su torpe manera de hacer la calificación de las faltas gubernativas.

A este respecto dice nuestro valiente colega  El Malcriado.

"En dicha calificación, sólo se tiene en cuenta, para castigar al culpable, el parte rendido por la comisaría respectiva o la declaración del agente aprehensor, sin que por ningún motivo se permita al reo hablar una sola palabra en descargo y defensa tuya. Y como en la generalidad de los casos, los gendarmes abultan y exageran a su capricho la falta cometida, indudablemente con el ánimo de quedar bien ante sus superiores, es lógico y natural que el castigo impuesto se convierta en una tremenda injusticia."

Pero hay más. Nuestro sensato y apreciable colega La Libertad, nos da cuenta del siguiente suceso:

"CÓMO SE FORMAN LAS CUERDAS"- Hace pocos días que por el tren de Ameca, llegó un pobre hombre llamado Juan Meza quien salió de su tierra en busca de trabajo. En la estación del Central ese individuo se encontró con un ignorante guardián del orden público que lo aprehendió y lo condujo a la oficina de la 3ª Comisaría dizque por ratero conocido.

"El C. Jefe Político impuso al referido Meza la pena de ciento cincuenta días de arresto que desde luego extinguirá en la Penitenciaria del Estado, a reserva, seguro, de tenerlo presente para formar en alguna cuerda."

Conspiran pues a la segregación de la sociedad de elementos sanos que pudieran darle vigor y lozanía con su trabajo, el ignorante guardián, rudo y abusador, y el perezoso Jefe Político, que se dedica al ejercicio de una justicia rudimentaria y pobre. Con este procedimiento ilegal y vejatorio se arranca del seno social al elemento sano y productor, para arrojarlo a la cloaca moral de los cuarteles, de donde saldrá pervertido e inservible para la lucha noble y honrada.

Por otra parte, nos parece inútil el sacrificio de tantas energías. No hay la posibilidad de una guerra civil, porque con el Gral. Díaz concluirá la casta de los revolucionarios. La generación actual busca la conquista de las libertades por medio de Clubs pacíficos que evolucionarán, no revolucionarán. Llevarán a las masas ilustración por medio de las ideas, no destrozos, y encarnizamientos por medio de las armas, porque chocan ya las imposiciones personalistas que conducen a la Dictadura. El ejército es, pues, inútil para la seguridad interior, si bien perfectamente inútil para que el Gral. Díaz siga imponiéndose en el Poder; pero el Gral. Díaz no es la Nación, y sobre los intereses del hombre están los intereses de la colectividad.

Para una guerra extranjera, no sirve el ejercito, como ya lo hemos demostrado. La tropa de línea, compuesta de elementos disímbolos, sin fijeza en su misión y con el acicate de recobrar una libertad reprimida por la fuerza, se desbanda y deserta. Nuestras luchas pasadas lo comprueban. En nuestras luchas han vencido las guerrillas, grupos de patriotas sinceros y no los flamantes soldados caídos en el mercenarismo.

El sable pesa, pues, sobre la Nación y aniquila los presupuestos con su antieconómica existencia. Causa pena comparar la robusta partida dedicada al Ejercito, con la raquítica que se asigna a la Instrucción Pública. Debe el Gobierno cuidar más de ésta que de aquél. Ésta representa el vigor de un pueblo. Aquél representa la debilidad de una situación que se apuntala con bayonetas.

SU CANDIDATURA

Como una consecuencia de la opresión que hace veinticinco años pesa sobre la República, el pueblo no se ha formado una opinión justa y exacta de los méritos o defectos de los hombres públicos.

En efecto, el Gral. Díaz, fiel a su deseo de hacerse autócrata, mató toda manifestación sincera que se hiciera por medio de la prensa. No podían convenir a sus designios monárquicos el libre examen de lo bueno o de lo malo que hubiese en su inepta administración.

Por  ese motivo persiguió a la prensa independiente y la persigue en la actualidad, porque aunque no lo hace directamente ni da su consentimiento expreso de que se encarcele a los periodistas, porque quiere aparecer como amante de la libertad, sus empleados ya sean Jueces, Jefes Políticos, Gobernadores, etc., etc., son los encargados de perseguir a los ciudadanos que han tenido el valor suficiente para declararse enemigos sinceros de la tiranía, como nosotros lo hemos declarado y seguimos declarándolo a pesar de todo.

La persecución a la prensa independiente ha dado el resultado apetecido por la Dictadura. Lo malo de la Administración que ha quedado oculto y sólo conocemos lo que aparentemente es bueno. Por esa razón no pocos creen que es buena la tiranía porque no se ha dejado hablar a la prensa independiente. Pero nosotros, que no tememos ni persecuciones, ni represalias, ni encarcelamiento, pues tocamos gustosos todas esas vejaciones en gracia de la verdad y en obsequio de nuestros ideales democráticos, vamos a hablar muy alto para que todo el mundo se entere de que debajo de los lujosos ropajes con que se atavía la Dictadura para parecerse a las democracias, hierve una legión de repugnantes gusanos que corroen las entrañas de nuestras postergadas instituciones.

Sentando, pues, el principio de que ignoramos los defectos de los hombres públicos, porque no se ha dejado hablar a la prensa independiente; se explica por qué algunos ciudadanos creen de buena fe que nuestro gobierno es paternal y que le debemos beneficios  en lugar de los tremendos males que viven ocultos y que minan a gran prisa el prestigio de la Nación.

Nuestro ilustrado, cuanto estimado colega El Dictamen Público, que se edita en el puerto de Veracruz, con toda la buena fe con que se distingue la prensa honrada, da el grito de alarma para que nos fijemos los mexicanos ene le porvenir político de nuestra querida Patria. Como lo hicimos notar nosotros cuando supimos que la enfermedad minaba la caduca naturaleza del Presidente Díaz, nuestro colega, hace ver la necesidad que tenemos  de fijarnos en un candidato para la Presidencia de la República.

Pero nuestro apreciable colega, como acontece a todos los ciudadanos que hemos tenido el infortunio de vivir en este último cuarto de siglo de brutal opresión, en que no se ha dejado hablar a la prensa independiente, anda descaminado respecto a la personalidad sobre la que, según él, hay mayores probabilidades de ser elegida por el pueblo para ocupar la Presidencia de la República, Gral. Bernardo Reyes.

Por efecto de la opresión, así debía ser; deberíamos conocer superficialmente las personalidades que de algún modo figuran o han figurado en la actual corrompida política.

Todos los ciudadanos, excepto los dignos fronterizos del Norte; teníamos formada una buena idea de la personalidad oficial del Gral. Reyes, en virtud de lo que hemos asentado hasta el fastidio, de no haberse permitido a la prensa independiente la moralizadora crítica de los actos buenos o malos de los funcionarios públicos. Pero nosotros prometemos, para cumplir nuestra misión de periodistas sinceros, despojar de sus oropeles a esas deslumbrantes personalidades, para que el pueblo vea que ha vivido engañado y que después de la lustrosa capa con que se nos han presentado por la prensa venal, encontramos el desconsolador egoísmo con que está amasado el barro de que están formados los actuales hombres públicos.

Del Gral. Reyes no conocemos sino exterioridades ampulosas, como funcionario público. Deberíamos saber lo que no es ampuloso, sino profundamente disolvente, pero él acalló a la prensa independiente, así es que no conocemos más que las plumas con que se disfrazó el grajo.

Como para discutir la personalidad pública del Gral. Reyes, es insuficiente un artículo, sucesivamente vamos a hacerlo en diferentes números,1 para de este modo dar a conocer a nuestros conciudadanos, el funcionario que se nos presenta como futuro candidato a la Presidencia de la República, y hacerles comprender el inmenso duelo que afligirá al país si para desgracia de la Patria llegase este personaje a ocupar la Primera Magistratura de la Nación.

Suplicamos a nuestro estimable colega El Dictamen Público, tenga la amabilidad de fijar su atención en los diferentes artículos que iremos publicando acerca del Gral. Bernardo Reyes.

Nos proponemos tocar los siguientes puntos, para desbaratar esa aureola de grandeza con que se ha querido rodear la personalidad pública del Ministro Reyes:

1º. El Gral. Reyes considerado como empleado de la actual administración pública.

2º. El Gral. Reyes considerado como militar.

3º. El Gral. Reyes considerado como hombre inepto, según propia confesión, para ocupar la Presidencia de la República.

5º el Gral. Reyes considerado como impulsivo.

Esto lo hacemos, no por un pretencioso espíritu de polémica, pues comprendemos que nuestras fuerzas son escasas para sostener una discusión con el inteligente colega a que nos referimos. Si luchamos, no es porque nos creamos superiores, sino porque creemos cumplir con nuestro deber. Nuestras armas, por lo demás, son magníficas porque están templadas en la verdad, lástima que nuestro brazo sea débil y torpe para manejarlas.

Sin embargo, haremos un poderoso esfuerzo para convencer a nuestros ciudadanos, que están equivocados cuando hacen la apología de un funcionario, como Bernardo Reyes, que no tiene más mérito que el de haber tiranizado a los infortunados Estados de Nuevo León, Coahuila, y Tamaulipas.


1 Véanse supra, arts. núms. 696, 705 y 735.

A pesar de la alharaca que produjo el servilismo del asqueroso “Círculo Unión y Progreso” de Monterrey, en complicidad con la jauría de pequeños Círculos de las Municipalidades, formados todos de burócratas y de necios aspirantes al presupuesto. El Estado de Nuevo León se distingue por las tropelías que comete todo ese enjambre de pequeños autócratas creados en la escuela del General Reyes.

El Alcalde 1º de la Villa García, Francisco Garza Rodríguez, es un funcionario déspota y vengativo. Por asuntos particulares que tuvo con el Sr. Bruno Treviño, buscó la manera de vengarse, y para ello se puso de acuerdo con su esbirro, un polizonte de nombre Manuel Charles, con el objeto de que éste buscara una oportunidad para que Treviño compareciera como reo ante el referido Alcalde.

La oportunidad no tardó en presentarse. El Sr. Treviño solicitó permiso para dar serenatas en las calles y le fue concedido. No bien había comenzado la serenata cuando la interrumpió Charles protestando con altanería que no tenía aviso de su superior, y sin escuchar las razonadas indicaciones del Sr. Treviño, disparó tres veces su pistola sobre este señor.

El Alcalde 1º tuvo conocimiento del suceso y lo comunicó al Gobernador, diciendo que Treviño había hecho resistencia a mano armada a la policía, datos suficientes para que se ordenara la aprehensión de este señor, quien, sin esperar a que se le aprehendiera, se presentó al Gobernador explicándole la verdad de los hechos, la falsedad del Alcalde y la mala fe de éstos, y comprobando su dicho con el testimonio de personas honorables.

EN vista de esto el Gobernador ordenó su inmediata libertad.

El mismo Alcalde pretendió arrebatar arbitrariamente al Sr. Antonio Navarro, dueño de la Hacienda de “Hicamole,” el uso de los terrenos de este Señor; pero éste ocurrió a la vía legal, hizo valer sus derechos y quedaron burlados los deseos de aquel déspota.

A todo lo anterior debe agregarse que ese Alcalde es refinadamente católico, lo que le hace permitir procesiones públicas, un uso inmoderado de las campanas y encabeza y patrocina todos los actos que tienden a burlar las Leyes de Reforma.

Autoridades como esa, abundan en el Estado de Nuevo León, en donde los Pedro Hernández y los Alcaldes tienen a los habitantes continuamente erizados por el terror que producen esos dueños de vidas y haciendas. Y a pesar de esto, brota un hediondo “Círculo Unión y Progreso” pretendiendo engañar ilusos.

Hasta las últimas capas de la burocracia nacional se nota la propensión a la Dictadura oprimente y ciega. La tiranía se propaga en ondas que tienen por centro al Presidente de la República, se extienden hasta las ignoradas aldehuelas en que domina un rudo y analfabeta Presidente Municipal.

Uno de estos, el de Bachiniva, Chihuahua, se distingue por lo arbitrario. Por faltas de respeto a su persona, el punto vulnerable de todos los autócratas, y abrogándose facultades de Juez y parte, condenó a D. Heliodoro Olea a trabajar rudamente en las obras públicas del pueblo.

El Sr. Olea solicitó el amparo de la Unión que le fue otorgado por el Juez de Distrito de Chihuahua, habiendo sido confirmado posteriormente el fallo por la Suprema Corte, la que ordenó la asignación del referido Presidente Municipal para que sea juzgado por el delito de violación de garantías individuales, por el Juez de 1ª Instancia de Chihuahua.

Que todo el rigor de la ley caiga sobre ese autócrata, para escarmiento de otros muchos.

Antonio Peña Martínez, Jefe Político de Matamoros Izúcar, Pue., y Antonio Posada, Administrador de la Hacienda de San Nicolás, ubicada en el mencionado Distrito, han formado una asociación tenebrosa, según aparece de los datos que se nos han enviado.

El administrador referido es afecto a la esclavitud y es muy frecuente el caso de encarcelamientos, en una dependencia de la misma Hacienda, de individuos que se niegan a trabajar porque no es su voluntad hacerlo; y si después de las vejaciones y atropellos que sufre el infeliz, insiste en su renuencia, es enviado a disposición del Jefe Político, quien lo hace permanecer en la cárcel pública hasta que el vejado consiente, en previsión de mayores tormentos, en ir a trabajar a la Hacienda referida.

Además, Posada ha dado órdenes a los rurales que aprehendan a todo individuo que transite por terrenos de la Hacienda, con bestias cargadas de leña. No se oyen las protestas de los infelices, y con el pretexto de que la leña es de la Hacienda, se les decomisa, así como las bestias de carga y las hachas, y se les reduce a prisión desde luego. Si el leñero se resiste, Posada envía una carta el Jefe Político, quien los toma por su cuenta y los encarcela, cuando salen bien librados, pues es muy frecuente que, sin solemnidades de ningún género, sean consignados al servicio de las armas.

Y hay veces que no se conforma el Administrador con que se despoje a los leñeros, sino que se les maltrata cruelmente, porque no permiten que se les atropelle. En el mes de Abril último, el Administrador mandó quitar a un pobre leñero su carga, hacha y bestias, y como se opusiera diciendo que Posada justificara ser de la Hacienda la leña de que se le había despojado, y en caso de que se hiciese esa comprobación, el leñero la pagaría, el Guarda Sierra, Gregorio Velázquez, y el Caporal de la Hacienda, se arrojaron sobre el infeliz, despojándolo de sus bienes y haciendo uso de sus remingtons. El leñero tuvo que defenderse y en la refriega quedaron muertos los tres. Esto aconteció en el rancho de Jaltianguis, perteneciente a la referida Hacienda de San Nicolás.

La inseguridad es completa en Matamoros Izúcar. Los habitantes del Distrito temen, y con razón, por sus vidas. El 28 de Abril de este año, a las 5 de la mañana, fue aprehendido en el rancho denominado “Casas Blancas,” un individuo llamado Daniel Aguilar, y al ser conducido de la Hacienda de San Nicolás para matamoros Izúcar, fue fusilado en el camino como a las 10 p. m. del mismo día. No sabemos quién ordenó ese fusilamiento, más bien dicho, asesinato; pero corremos traslado de la noticia al Gobernador del Estado, para que abra la averiguación respectiva.

Todo esto acontece, a pesar de que existe un visitador de Jefaturas, que hace poco visitó a la de Matamoros, y después de varios días de juerga, se retiró sin cumplir con su deber.

Esta es la paz que reina en la República, esa paz tan cacareada por los oficiosos y serviles papeles gobiernistas.

Contra las previsiones de la ley y contra los datos que arroja el proceso, el Juez Méndez, de Morelia, siguiendo las inspiraciones cenagosas de la clerecía, decretó la formal prisión del Sr. Juan Medal, Director de nuestro valiente colega El Corsario. La arbitrariedad de este acto judicial ha indignado a los buenos liberales morelianos e indignará a todos de la República, porque es indecoroso y cruel someter a un periodista que honradamente defiende su programa intachable, a las vejaciones de un proceso inquisitorial amasado con el odio de esa facción hipócrita que se llama clerecía.

Pero la indignación sube de grado y se resuelve en enérgica protesta que hiere como látigo, al conocer los detalles subsecuentes.

El Sr. Medal confesó honradamente ser el autor del artículo denunciado, a pesar de esa confesión, a pesar de que se tenía ya el autor del artículo, a pesar de que este artículo obrara ya en autos, el arbitrario Juez Méndez, ordenó un riguroso e inquisitorial cateo en la casa en donde de halla la imprenta de El Corsario. El cateo se llevó a cabo con gran lujo de detalles que llegaron a la crueldad. Esto revela claramente la inquina clerical, en complicidad de un abogado y de un juez dependientes de los fanáticos.

El Sr. Medal apeló del auto de formal prisión, y el Juez Méndez, como todos los jueces que subalternan la ley a la consigna bochornosa, ha hecho que transcurrieran varios días sin que haya cumplido con su obligación, entorpeciendo la marcha de este asunto.

La conducta de Méndez se hace más reprochable al ostentar su parcialidad a favor del clerical Elguero. Toda promoción que hace este ostentoso Abogado, por más incoherente y descabellado que sea, es proveída de conformidad inmediatamente por el Juez. En cambio, el Sr. Medal ha presentado tres escritos en los que pide sean examinados el Obispo Silva, el Sr. Ramón Romero con quien el fraile Guzmán tuvo serios disgustos en Bocanero, porque este individuo abusando de su poderío en el confesionario le sedujo a la novia, y el Sr. Ramón Gaitán que fue el informante de El Corsario. El Juez Méndez se ha negado a practicar esas diligencias burlando la defensa del procesado. También se negó ese arbitrario Juez a dar entrada a una solicitud del Sr. Medal sobre que contestase el querellante Guzmán un interrogatorio que se le formuló.

Es irritante la actitud de las autoridades Morelianas. No solamente el juez Méndez, de estrechísimo criterio y supina ignorancia, muestra su parcialidad en este asunto. También el representante del Ministerio Público, un Lic. David Franco, de cerebro granítico, se permite ser arbitrario. El Sr. Medal se quejó ante este autócrata, de las iniquidades cometidas por Méndez en el proceso, y en contestación a sus razonamientos decorosos, obtuvo una reprimenda de Franco, quien, con el pretexto de que se atacaba al Juez Méndez, le reprochó incorrectamente su queja, sin que se detuviera ante la consideración de que varias personas estuviesen presentes oyendo sus clericales desahogos. No ha extrañado la conducta de Franco, porque también es del gremio de los afectos a encerronas espirituales y por lo mismo existe entre él, Méndez y Elguero, una afinidad de acción y de conducta. Ya es ventajosamente conocido en Morelia este triunvirato sobrio.

El Sr. Medal ha nombrado defensores al Sr. Lic. Macario Vázquez y al joven pasante de Derecho D, Alfonso Cano, dos personas bien caracterizadas por sus ideas liberales, así como por una vasta ilustración jurídica. Con estos dos honrados campeones, ya va a tener trabajo Elguero para concluir con el gremio liberal, como ha prometido públicamente en medio de bravatas insubstanciales.

También los clericales zacatecanos se han sentido ansiosos de perseguir a los buenos liberales que han desenmascarado a los gobernantes ineptos. El Centinela, honrado y valiente colega que se publica en Zacatecas, ha sufrido últimamente dos denuncias: una por el Jefe Político de aquella Ciudad y otra por el Director de la Escuela Normal. Las dos denuncias son irrisorias y dignas de los denunciantes. Con éstas, van tres, torpes todas ellas, que sufre nuestro estimado colega en el corto tiempo que tiene de vida.

El quisquilloso y clerical Jefe Político, Farmacéutico Cristóbal Hubert, con su miopía intelectual vio que se ultraja y calumnia al no menos clerical Gobernador García, en el siguiente párrafo publicado en el número 16 de nuestro colega:

“La infracción, con todo y serlo, no nos pareció tan grave ese día, como el jueves último: entre seis y siete de la tarde, todavía en plena luz solar, cerca del callejón de la “Carne,” viniendo el Sr. Gobernador de su paseo cuotidiano, se encontró de manos a boca con el viático, con el cura y su linterna encendida; vio que algunas beatas se arrodillaban impidiendo el paso y… no sabemos que hasta ahora se haya dictado medida alguna para impedir estas pequeñas infracciones.”

Dice el Jefe Político que en ese párrafo se asegura que el Gobernador es cómplice de una violación a la ley. Para llegar a esta conclusión se necesita ser refinadamente ignorante, al grado de que los actos de ese Jefe Político no resisten ni la más inofensiva de las críticas.

La otra denuncia también es curiosa. El Director de la Escuela Normal, que en la Administración Aréchiga fue masón entusiasta, liberal rabioso y protestante fanático, y en la de García es católico ferviente y que confiesa y comulga en unión del Gobernador actual y de los muy prominentes empleados de esa clerical administración, se querella de calumnia y difamación contra nuestro colega, porque dijo éste que cuando en Zacatecas se supieron las escandalosas infamias del fraile Icaza, ese Director aconsejó a los alumnos de la Escuela Normal, más bien dicho les ordenó “que no desistieran de sus ideas y sentimientos religiosos, porque ningún menoscabo sufría el catolicismo con que dos o tres de sus ministros cometieran faltas, que, aunque leves y vulgares, los intransigentes y necios se complacían en aumentar a los ojos de la sociedad.” Dijo además el colega que en los exámenes efectuados últimamente en ese plantel de enseñanza, se observaron reprochables anomalías, como la de haber concedido buenas calificaciones a alumnos que no las merecían.

Estos datos demuestran la difícil situación de los periodistas liberales e independientes de la República. Se les persigue por la más insignificante futileza, por el desahogo necio y torpe de mandarines sin conciencia, por satisfacer el asqueroso contubernio de nuestros gobernantes y el clero. Se dice que la persecución al colega zacatecano se debe al Secretario de Gobierno de ese Estado, quien influyó sobre el clerical Jefe Político y sobre el no menos clerical Director de la Escuela Normal.

El Gobernador García pretende aumentar su catálogo de desaciertos con la negra mancha de persecución a la prensa. Sigue las huellas del Gral. Díaz. Ambos son clericales, y por tanto enemigos de la libertad de pensamiento, que es el fantasma siniestro que hace estremecer a la tiranía. Las persecuciones a la prensa son la manifestación más elocuente de la degradación política.

Sentimos todo lo que pasa a nuestro colega. Estaremos a su lado en la lucha, a pesar del grillete que la tiranía nos ha puesto.

Consecuentes con nuestra promesa hecha en el número anterior de REGENERACIÓN,1 vamos a seguir tratando de la personalidad oficial del Gral. Reyes, para demostrar en la serie de artículos referidos a él, que no es el hombre en quien la Nación deba fijar sus miradas para elevarlo a la Presidencia de la República.

Para la mejor comprensión de nuestros razonamientos, deben tener presente nuestros lectores el modo de ser de la política del Gral. Díaz. Deben por tanto tener en cuenta, que en el país no impera más que una voluntad, la del Presidente, y que sus empleados, que lo son los empleados públicos, aunque se llaman colaboradores del mismo Gral. Díaz, no son tales porque el colaborador lleva alguna iniciativa y no obedece ciegamente como lo verifican nuestros funcionarios públicos.

Teniendo en cuenta lo anterior, esto es, que los funcionarios públicos en lugar de colaboradores son instrumentos, vemos que ningún personaje de la actual política militante podrá ser Presidente de la República. Para ocupar ese puesto es indispensable la independencia de carácter, y el hombre que ha permitido que se le ordene en todo y por todo, no es un hombre de carácter. Para ser Presidente de la República también es indispensable que el ciudadano que aspira a ese puesto tenga iniciativa, y sabemos que el Gral. Díaz ha escogido precisamente hombres sin iniciativa, para que en lugar de estorbar a sus propensiones monárquicas sean maniquíes dispuestos a obedecer cuanto se les ordene.

Un hombre de carácter jamás consiente que se le imponga nadie; y los Gobernadores de los Estados y todos los funcionarios públicos, consienten en que sobre sus derechos y obligaciones, pase la previa censura del Presidente.

No mentimos cuando afirmamos tal cosa. El atraso en que se encuentra el país no se debe a otra cosa que a la ineptitud de los Gobernadores, a su falta de iniciativa. Para cualquier asunto, por baladí y trivial que él sea, ocurren al Presidente en solicitud de instrucciones.

Pero como si no bastase la falta de carácter para comprender que ningún hombre de la actual política militante reúne las circunstancias indispensables para llegar a ser un buen Presidente de la República, vamos a ver hasta que punto los funcionarios públicos son cómplices del Presidente en la ruina y muerte de nuestras instituciones democráticas.

Sabido es, y lo hemos demostrado infinidad de veces, que nuestro modo de ser político actual no es liberal y que la democracia hace veinticinco años que no existe en la República. No es liberal nuestro modo de ser político, por muchos capítulos, pero bastará que tratemos sólo de los principales, aunque sea enumerándolos. La constitución de 57 es liberal y a ella deben apegarse todos los funcionarios públicos, desde el Presidente de la República hasta el más humilde mozo de las oficinas públicas, ya porque es la ley que debe regirnos, ya también porque han protestado observar sus sanos preceptos.

Desdichadamente nadie respeta la Constitución, y por lo mismo, no hay libertades. A la Constitución se le ha plagado de reformas, que no son necesarias más que para la consolidación de la Dictadura.

En efecto, se ha procedido a aprobar la reelección indefinida ¿Para que? Para que el Presidente pudiera reelegirse a su sabor y cuanto quisiera, como lo ha hecho con universal descontento.

A nadie se deja votar, o si vota, no se hace aprecio de su votación, el desplante oficial ha llegado al extremo de imprimir las listas en las que constan los nombres de los agradecidos con el voto del Presidente y no del pueblo. Esto acontece en toda la República y lo mismo se le ha impedido la injerencia del pueblo en los comicios tratándose de elecciones Presidenciales, que de elecciones Municipales, de Gobernadores, de Diputados, de Jueces, de Magistrados, etc.

Vemos, pues, que el Gobierno del Gral. Díaz ha matado la libertad electoral y de ello se desprende que todos los funcionarios públicos son instrumentos, ya porque los existentes permiten la violación de las leyes, ya porque los que suben son bastante conocidos del Presidente como hombres sin energías, que suben por favor, y por esa razón están dispuestos a la obediencia ciega, a la sumisión incondicional, no al pueblo porque éste no ha tenido el pésimo gusto de elegirlos, sino al presidente en quien ven un protector.

La actual Dictadura, además, ha matado no sólo la libertad electoral sino que también ha dado muerte a la libertad de pensamiento. En vano nuestros padres derramaron su sangre generosa por legarnos esa libertad, pues el Presidente de una plumada la ha borrado de nuestra liberal Constitución. La reforma del artículo séptimo de la Constitución2 nos presenta de bulto el afán de oprimir al pueblo, arrebatándole el más sagrado de sus derechos, la libertad de pensar. Este acto es esencialmente antiliberal, como el anterior, y los funcionarios públicos, en lugar de protestar, callaron ante el atentado y lo consintieron, estando por lo mismo complacidos, como en el caso de la libertad de sufragio, en la desmembración de nuestras instituciones liberales.

Aparte de estas libertades ninguna otra se nos ha dejado. Se persigue al ciudadano porque quiere ejercitar el civismo; se persigue al ciudadano porque quiere ejercitar el derecho de reunión; se persigue al ciudadano porque ejercita el derecho de petición. Además los ciudadanos están a merced de cualquier déspota que quiere aprovechar sus trabajos; no hay igualdad ante la ley; se llega a juzgar al ciudadano por tribunales especiales; hay autoridades que atropellan el domicilio, molestan en los papeles, personas y familias de los ciudadanos; se encarcela por deudas de un carácter civil; las cárceles están pobladas de individuos que no saben la causa de su prisión; los monopolios disfrazan su crimen para explotar al pueblo, etc., etc.

Todos estos atropellos son antiliberales, y vemos por ellos, que no estamos regidos por un Gobierno democrático, sino por un monárquico, y los gobernadores y demás funcionarios, por lo mismo que no acatan la ley que nos otorga nuestras libertades, no pueden ser considerados como funcionarios liberales.

El Gral. Reyes ha sido y es uno de esos empleados y funcionarios, y como ha consentido también en la pérdida de nuestras libertades, como ha obedecido incondicionalmente las disposiciones de la Dictadura, sin disgusto, sin protesta, vemos por ello que no puede ser un buen Presidente de la República .

El liberal no permite que se violen las leyes; y los funcionarios públicos, si no han dado su consentimiento para tal violación, al menos, con su presencia en los puestos públicos, dan a comprender que están satisfechos del destrozo que se ha hecho de nuestras instituciones liberales. Por esa razón, los liberales han huido de los puestos públicos, habiendo quedado tan sólo los hombres que sin ideales, están conformes con cualquiera forma de gobierno, con tal que éste les procure una vida de holganza y un sueldo con que satisfacer sus materiales apetitos, sin importarles, por otra parte, que la justicia sea una mercancía; que los derechos del hombre sean una bella ilusión; que el pueblo permanezca sumido en la ignorancia; que el capitalista explote a su sabor la indigencia de los pobres y que el despotismo arrastre su vida de violencias de uno y otro confín de nuestra infortunada Patria.

Por lo anterior vemos, que los funcionarios públicos, además de los defectos ya enumerados están atacados de un egoísmo desconsolador, llevando esa pasión al grado de decir no pocos de ellos, que poco les importara salud de la Patria, lo que les contrista es la mala salud del Presidente. Para ellos, pues, el Estado es el Gral. Díaz.

Con lo asentado basta para  comprender que ningún funcionario público (Secretarios de Estado, Gobernadores, Diputados, Magistrados, Jueces etc., etc., etc.,) tiene mérito alguno para poder ser colocados en la Primera Magistratura de la Nación, porque no son hombres de carácter, porque son instrumentos; porque no aman la Patria; porque no son liberales; porque están enfermos de egoísmo y porque no tienen más ideal que la comodidad propia.

El gral. Reyes, como funcionario, está incluido en la enumeración hecha por nosotros  y conforme a nuestro criterio independiente, el Gral. Reyes no tiene las circunstancias requeridas para ser Presidente de la República.


1 Véase supra, art. núm. 690.
2 Vid., supra, n. 58.

Cada día se acentúa más la sospecha de que el servilismo militar no es más que el disfraz con que se oculta un necio partido político, el reyismo.

En varias ciudades de la República se instalan clubs de reservistas, y algunos de esos clubs, sin rubor de ningún género dan a sus agrupaciones, el nombre de Bernardo Reyes.

El día veinte del corriente, los reservistas, no todos, sino los que al amparo de una nueva tiranía quiere medrar para que signifique algo su insignificancia, se apresuraron a enviar sus felicitaciones al Ministro Reyes asegurándole su adhesión en términos alambicados y ampulosos, propios para disimular el escuálido intelecto de los felicitantes.

Un sinnúmero de soldaditos reservistas de San Luis Potosí, invadió la oficina telegráfica de aquella ciudad, con el fin, según dijeron los pequeños serviles, de "tener la hora de felicitar al Sr. Ministro de la Guerra por el día de su santo"

Pusieron en efecto un nauseabundo telegrama de doscientas palabras, que los niños pagaron a escote con el dinero que sus papas les dan los domingos para que compren golosinas, pero que los chicos, ávidos de demostrar su adhesión al Ministro Reyes, gastaron en el necio telegrama.

Pero los chiquillos tropezaron con la dificultad de que ignoran la gramática y todo lo indispensable para redactar el más insignificante párrafo de gacetilla, porque esos niños gustan más de perder su tiempo en marchas y estériles evoluciones que de asistir a las desiertas escuelas a donde pudieron aprehender a ser ciudadanos y no soldados.

Con gran calor discutieron los chicos los términos en que debía quedar redactado el servil telegrama: "este no era bastante cariñoso: aquel epíteto era débil para dignificar al egregio soldado, al hábil estadista, el hombre del porvenir; este adjetivo era pálido para calificar a tan excelsa personalidad; el de más allá no cuadraba bien a la marcial arrogancia del Gral." y no transcribimos toda la discusión, porque haríamos pasar un mal rato a nuestros lectores, a quienes darían nauseas tanto servilismo almacenado en el ridículo telegrama de doscientas palabras.

Esos son los soldaditos que defenderán a la patria en caso de peligro internacional…

Nos reiríamos, si no se tratase de algo serio, bastante serio, que hay debajo de ese ridículo aparato de género chico. Detrás de toda esta comedia de la tiranía, hay algo desconsolador, algo trágico que se enharina el rostro para hacer reír, porque teme que si se despoja de sus lentejuelas y cascabeles retrocederíamos espantados. Detrás de estos risibles ornamentos, palpita una miseria, una debilidad aprovechada por los tiranos para su sostenimiento, y que se llama servilismo. Y el servilismo repugnante en sí, cuando se manifiesta en los viejos, es más repugnante, más nauseabundo cuando se abriga en los pechos juveniles.

Por ese servilismo que emponzoña el corazón de juventud, podemos apreciar todo el inmenso mal que nos han causado veinticinco años de odiosa tiranía.

La juventud toda abnegación y desinterés ha sido corrompida por el despotismo. Su corazón está seco, ningún altruismo se abriga en él. Esto debemos al absolutismo del Presidente, y su autocracia funesta.

Nuestro deseo inmenso consiste en que la juventud sensata, la que odia toda la corrupción política, se aparte de ese tan alabado reservismo, en donde aprehenderá a ser servil. Es necesario que evite la explotación de que es objeto en provecho de bastardas ambiciones políticas. La juventud debe ser digna, debe de ser valiente debe de huir de la bajeza, que si es reprochable en viejos sin ideales y roídos por el egoísmo, es imperdonable en los corazones jóvenes que deberían estar siempre abiertos a todo lo que ennoblece a todo lo grande y lo generoso.

Por todo esto no nos reímos ante el desgarbado procedimiento de los soldaditos de San Luis Potosí; porque aunque ridículo exteriormente, encierra una realidad dolorosa: el corazón de la juventud está envenenado.

Esos son los beneficios que nos ha procurado el llamado Hombre Necesario con su inmoderada autocracia, que ha producido el progreso de relumbrón y la cacareada paz que huele a cadáver.

No conforme la adulación con ejercitar sola sus necios acrobatismos, ha querido que todos sigan su ejemplo. Ya hemos hablado bastante de la serie de dolorosas contorsiones que ejecutó la adulación con motivo del santo del Ministro Reyes.

Algunos reservistas de esta capital no quisieron dejar de dedicar al Gral. Reyes las frases ampulosas con que la estulticia humana obsequia a sus ídolos, cuando estos permanecen aún en los altares en que han sido puestos por la caprichosa fortuna.

Pero sucedió que esos reservistas, creyendo tal vez que todo el mundo está dispuesto a hacer contorsiones, tomaron algunos nombres para suscribir una tarjeta de felicitación, sin el consentimiento de los suscriptores a fuerza.

Tal cosa sucedió con el apreciable Pasante de Derecho, Sr. Avelino Espinosa, cuyo nombre se puso al pie de la tarjeta sin que dicho joven hubiera dado su autorización para ello.

Indignado se muestra el joven Espinosa, porque es enemigo de cualquier acto que pudiera traducirse por adulación, sobre todo tratándose de felicitaciones al Ministro Reyes, para quien no tiene motivos de ningún género para desearle felicitaciones.

El joven aludido nos encarga que hagamos saber su disgusto por habérsele puesto como felicitante del Ministro Reyes, y nosotros con gusto lo hacemos constar para que vea el público que hay jóvenes que, como Avelino Espinosa, no se prestan a esa clase de juegos para atraerse la benevolencia de los poderosos, y además, tiene el suficiente valor civil para declarar que, aunque reservista, no es de los afiliados al repugnante partido que tiene por nombre, reyismo.

Felicitamos a dicho joven y deseamos que a ejemplo de él, todos los reservistas se apartasen de esa sorda confabulación que amenaza a la Patria con elevar a la Magistratura Suprema del país al Ministro Reyes.

En estos momentos la bajeza y el servilismo luchan en Tamaulipas para atraerse la benevolencia de D. Pedro Argüelles, quien, según se asegura, será el futuro Gobernador de aquel simpático Estado.

Tan pronto como se supo que el Sr. Argüelles había sido llamado por el Presidente para darle el empleo de Gobernador, los serviles se pusieron en acción.

La noche del 19 de actual, escandalizaron esos serviles en Nuevo Laredo, Tam., quienes organizaron una manifestación en honor del futuro Gobernador. Hubo gritos destemplados de gente ebria y licenciosa, cohetes, serenata e infinidad de escándalos.

Los serviles firmaron un voto de adhesión incondicional a favor de D. Pedro Argüelles y obligaron a muchos ciudadanos a que firmaran semejante padrón de infamia, sintiendo los firmantes más vergüenza por rehusarse, que los cínicos serviles por obligarlos a firmar.

Los americanos de Laredo, Texas, tomaron a guasa tan despampanante desvergüenza, y también firmaron.

En Tampico, también comienza a escandalizar el servilismo. Los politicastros de aquel puerto, luego de que confirmaron la especie de que la voluntad autocrática del Gral. Díaz, consiste en que D. Pedro sea Gobernador, se han vuelto admiradores de este obscuro personaje.

La noche del 21 del corriente se instaló un club político que postula al Sr. Argüelles para Gobernador del Estado. No tiene pudor dicho club. Sus miembros no habían dado antes señales de vida, pero cuando supieron que la dictatorial voluntad del Presidente quiere que el Sr. Argüelles sea el Gobernador del Estado, en el acto y atropelladamente se pusieron de acuerdo para postular espontáneamente a dicho señor.

Nuestro querido colega Hoja Blanca nos da la crónica de tal acto de bajeza y pone en caricatura el procedimiento de tan acomodaticios politicastros.

Hay que majar con dureza, apreciable colega.

Según se nos informa, el Sr. Argüelles es un cumplido caballero y hombre de talento. Lástima que no sea elegido por el pueblo, porque en ese caso a él tendría gratitud y trabajaría por el bien general; pero como está nombrado por el Presidente a éste le servirá.

Es una vergüenza para nosotros estar atenidos a que se nos nombren tutores. Debemos hacer a un lado la cobardía que nos imposibilita para ejercitar nuestros derechos, y ejercitarlos a pesar de necias y ridículas persecuciones.

La parte sana del simpático Estado de Tamaulipas, debe trabajar para poner en la Primera Magistratura a un ciudadano que trabaje por el bien del pueblo y no por el Gral. Díaz. Si los serviles se unen para sostener la candidatura que impone el Presidente Díaz, la parte sana del Estado, la que está formada por los hombres de trabajo, la que no adula, debe unirse también y lanzar su candidatura. El pueblo quiere gobernar: Basta ya de tiranía.

Es sabido que nuestro desventurado Estado de Oaxaca está sufriendo las consecuencias de su mala administración pública.

En Jamiltepec, Oax., la justicia se encuentra en manos de Alcaldes analfabetas y arbitrarios. Exceptuando el 2º que es cumplido y justiciero, los demás apenas saben escribir su nombre.

De esto resulta que los negocios judiciales no sean despachados con la prontitud que requiere la ley.

Jamiltepec no sólo carece de justicia, sino de alimento. A despecho de las necias afirmaciones de los periódicos gobiernistas, que quieren hacernos creer que nuestra situación es bonancible, los habitantes de dicho pueblo no tienen dinero con que comprar los artículos de primera necesidad, ya por el alza inmoderada de los precios de dichos artículo, como porque las multas, la infinidad de odiosas contribuciones, y todo el cúmulo de gabelas que pesan sobre el pueblo, dejan a éste hambriento y desnudo.

Y lo que pasa en Jamiltepec, acontece en toda la República. El Gobierno en su torpe anhelo de querer que la Nación pase ante el extranjero como un país bonancible, aumenta las contribuciones ante la desesperación, para que en las arcas del Erario resulte un sobrante, obtenido a fuerza de gabelas y excesivos impuestos, sin importarle que el pueblo se encuentre sin abrigo ni alimentos.

Es bien sabido que los ciudadanos están a merced de los funcionarios despóticos. El Estado de Chihuahua cuenta con malas autoridades.

En Bachiniva Municipalidad del Distrito de Guerrero, Chih. Se le instruyó un proceso ridículo al Sr. Dn. Rafael Chávez, motivado por un anónimo que apareció fijado en la puerta del Palacio Municipal de aquel lugar y en el que se denigraba a las autoridades.

El caciquillo  Luis J. Comadurán, consignó al Sr. Chávez al Juez Rafael Mariscal y González, por simples sospechas pero en realidad porque no podría tolerar  la independencia del citado Sr. Chávez.

El Juez, que es un instrumento del despótico caciquillo, no obstante haber declarado los peritos que la letra con que estaba escrito el anónimo era distinta de la del Sr. Chávez, tuvo a éste incomunicado durante mes y medio, y al fin, después de diez meses de injusta prisión fue puesto en libertad por no haber delito que perseguir.

De ese modo  se administra la Justicia en la República. De ese modo se sublevan  las autoridades, desconociendo toda ley y todo decoro, y todavía se pretende que no hay descontentos; todavía se pretende que se acoja con la sonrisa en los labios el ultrajante salivazo que se lanza sobre nuestra dignidad.

Causa asco revisar la prensa gobiernista del Estado de Coahuila. Todos los órganos sostenidos por el impopular Gobernador Cárdenas, han puesto en su primera plana un cínico cartel, en que se lee que la Redacción postula para Gobernador del Estado, en el próximo periodo gubernamental al esclarecido, al invicto, al patriota, al progresista, etc., etc., etc., Lic. Miguel Cárdenas.

La misma repugnancia provoca la primera plana de los periódicos gobiernistas del Estado de Guanajuato. Con los mismos epítetos se hace bombo a la nueva popularidad del Lic. Obregón González.

En ambos Estados, el servilismo de los Gobiernistas hace alarde de actividad. Se instalan clubs, que ellos llaman políticos, y que en realidad son resumideros de bajeza y productores de indignidad.

Todo aquel que se considera inepto para hacer una fortuna por medio de un trabajo honesto, se adhiere incondicionalmente al Gobierno porque siendo débil para la lucha por la vida, no encuentra medio decoroso de trabajo y se dedica por lo tanto al vergonzoso oficio de la adulación envilecedora y de la bajeza repugnante.

Además de esas insignificantes personalidades, semejantes clubs son integrados por no pocos empleados, que a falta de méritos personales que pudieran valerse para sostenerse en sus puestos, apelan a la adulación para conmover con su flexibilidad especial la burocrática dureza del corazón de sus ídolos que están en el poder.

Ya iremos desenmascarando toda la ignominia que se escucha en los tales clubs políticos de Coahuila y Guanajuato, pues nuestros amables corresponsales nos han ofrecido mandarnos datos.

Veremos quienes son los que se atreven a postular a los Lics. Cárdenas y Obregón González, para que estos funestos funcionarios sigan embruteciendo a los patriotas guanajuatenses.

Los magnates deben fijarse en la ingratitud de sus aduladores. Hace un año los papeles vergonzantes, esos que venden sus papeles por unos cuantos cobres deshacían en agasajos al entonces Ministro Baranda, de lamentable memoria. Todos estos papeles se disputaban el honor de ser los más desvergonzados en sus alabanzas y mimos al prócer.

Cayó el prócer, el que, aunque con miseria, calmaba el apetito de escritores famélicos que se decían adictos a él, y el 18 del presente, esos administradores sinceros, esos incondicionales adictos, no dedicaron ni una miserable gacetilla al patriota excelso que ayer les arrojara un mendrugo.

En cambio el día 20 salieron plagados de servilismo los mismos vergonzantes papeles, que dedicaron todo lo nauseabundo de su bajeza al ingrato trabajo de entonar himnos a la salud del conspicuo militar, del progresista ciudadano, como ellos dicen, Gral. Bernardo Reyes, con motivo del día de su santo.

Causa asco tanta bajeza y tanta indignidad. Horroriza la actitud de esos papeles que rebajan la dignidad del periodismo con tanto servilismo como rebosa en sus apretadas columnas, al igual de las defecaciones que envenenan la atmósfera en la inmundicia de los caños.

Sepan los magnates la suerte que correrán cuando la voluntad nacional los haga descender  de la altura de sus solios. Los serviles que los adulan mañana les volverán las  espaldas. Los escritores venales no tienen ni la canina resignación de ser fieles a sus amos. Cuando éstos caen les hincan los dientes en las manos que antes lamían.

¡Tranquilizaos Señores Grande Guerrero y Pacheco! no venimos a desgranar el periodo que llamea, la cláusula que hiere, la palabra que mata y el pensamiento que fulmina; no veníamos a emitir ante una ávida sociedad el formidable y polífono alarido que brota de los pechos al empuje de la indignación que estalla; no venimos esgrimiendo el látigo que infama ni la tralla que fustiga, no, nos trae algo más noble, venimos a depositar ante los cuerpos yacentes de la Libertad y de la Justicia, no muertas porque son inmortales, pero sí anestesiadas por los miasmáticos efluvios que brotan del confesionario maldito, como una corona de frescos no me olvides, esta declaración firme y sincera:

¡¡¡HACEMOS NUESTRAS LA PROTESTA DEL 22 DE JULIO Y LA DEL 4 DE AGOSTO, FIRMADA POR LOS SEÑORES LECHUGA Y CRAVIOTO!!!1

Ya sabemos que se nos aprisionará pero no importa, con nosotros está la razón y la razón puede conducir al suplicio pero también conduce a la gloria: para demostrarlo ahí está Cuauhtémoc con los pies abrasados por el fuego; ahí está Sócrates apurando la cicuta, ahí está Juana de Arco en medio de la hoguera humosa y chisporroteante; ahí está el Gran Juárez llorando lágrimas surgidas en Paso del Norte y por último ahí esta el inmortal Pablo Kruger2 mendigando en la vieja Europa, libertad para un país más noble que el corazón de un niño y más grande que el latrocinio de los britanos!

Oh, vosotros que holláis las libertades, vosotros los tiranos, oíd:

¡La República es grande porque es libre! ¡Ay de aquel que la empequeñezca! ¡Ay de aquel que pretenda empequeñecerla!

Pachuca, 5 de Agosto de 1901 – CONSTANTINO P. DUARTE, RUPERTO S. MURILLO, LUIS JASO, EFRÉN DÍAZ , EMILIO ARELLANO, GONZALO ACOSTA, ULISES OCAMPO Y RUBIO, RAYMUNDO BUSTOS, EZEQUIEL ZÚÑIGA, EDUARDO DEL CORRAL (jr.), ISAAC RIVERA,  EZEQUIEL ISLAS, GUILLERMO  P. TAGLE. MANUEL CEREZO, AURELIO JASO (jr.), ROSENDO VITE, R. RODRIGUEZ, JOSÉ M. CÁZARES, ADALBERTO GUERRERO, HERMILIO MATEOS, FRANCISCO CASTREJÓN (jr.), A. RUIZ SAGREDO, F. CASTRO, DOMINGO ORTEGA, RODOLFO MUÑOZ (jr.), FRANCISCO ALLEN (jr.), JULIÁN HERNÁNDEZ, GASTÓN ROSALES, HOMERO ROSALES, SAÚL LUGO, RICARDO MARTÍNEZ, MANUEL ROSSELL, SANTIAGO R. LOPEZ, JOSÉ IBARRA OLIVARES, JOSÉ ALLEN, IRENEO GONZÁLEZ, RAUL RAIGADAS, ENRIQUE HERNÁNDEZ VALENTÍN, L. MONSALVE, RICARDO S. HOYOS, GABRIEL LARRAGUIVEL, ANTONIO ARELLANO, PABLO SILVA, JUAN N. AGUILAR, ALFREDO HOYOS, RAMOS SILVA.

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Los tiranos deben estar apesadumbrados de su imprudencia. Si ellos, en obsequio de la ley, y no sólo de la ley sino de la civilización que prescribe todo atentado, todo atropello que rebaje la dignidad humana no hubiesen ejercido coacción de ningún género sobre un núcleo poderoso de voluntades viriles sedientas de libertad, los dignos estudiantes del Estado de Hidalgo no se hubieran visto obligados a protestar contra el despotismo oficial.

Nos complace ver el sentimiento de solidaridad de Hidalgo, sentimiento que quisiéramos ver también en los del Distrito Federal y en los de toda la República, para no permitir que cualquier déspota valido de su encargo oficial, haga burla de los derechos que otorgan nuestras instituciones liberales.

Aplaudimos la actitud de tan dignos jóvenes porque saben hacerse respetar.


1 Protesta publicada en Regeneración, no. 50, 15 de agosto, 1901.
2 Pablo Kruger (1825-1904). Estadista. Fundador y último presidente de la República del Transvaal. Dirigió la guerra anglo-bóer hasta la caída de Pretoria (1900).

En nuestro número anterior1 hemos visto que el Gral. Bernardo Reyes  no reúne las circunstancias que debe reunir un ciudadano para ser elevado a la Presidencia de la República. Como recordarán nuestros lectores en el artículo anterior hemos discutido las aptitudes del Gral. Reyes  considerándolo como empleado de la actual administración, que sabemos que es lo mismo que considerarlo como funcionario público, en virtud de ser éstos empleados o servidores de la voluntad del Presidente. Ahora vamos a considerarlo como militar.

No hacemos mención de los merecimientos, que por militar pudiese tener el Gral. Reyes para ser Presidente de la República, porque en realidad no los tiene. Su carrera militar no ha sido formada en los campos de batalla, luchando con un enemigo extranjero y exponiendo su vida por la independencia nacional. Si ha luchado en defensa de la Patria, ha sido en muy corta temporada; y si para ascender al alto rango de Presidente de la República, es uno de los factores para esta ascensión la defensa de la nacionalidad, hay millares de militares que han jugado la vida por hacerse libres en más de cien combates contra formidables fuerzas extranjeras, como no lo ha hecho el Gral. Bernardo Reyes.

En efecto, hay una infinidad de venerables veteranos que por la Patria han expuesto su vida y comprometido su hacienda, que tienen más méritos que el General Reyes para ocupar altos puestos, y que sin embargo, arrastran muchos de estos patriotas una vida penosa y obscura, olvidados ingratamente en esta época de complicaciones políticas.

El Gral. Reyes ha sido policía más que militar. No hablemos con pasión. Su carrera ha sido hecha persiguiendo bandidos. De modo que puede ser considerado perfectamente como un buen Jefe de Rurales, más que como Jefe de Ejército.

No exageramos ni habla la pasión; desafiamos alguien para que nos diga, que no es cierto que la vida militar del Gral. Reyes ha sido la de nuestros modestos rurales.

Mas como no es nuestra intención perder lastimosamente el tiempo en apreciaciones  que no traen ventaja alguna a nuestras ideas vamos a considerar al Gral. Reyes sencillamente como militar, sin entrar a investigar si merece ser General [nosotros creemos que no]  y si su carrera ha sido gloriosa o no ha sido tal.

Nuestro criterio ampliamente liberal, no puede aceptar que los militares sean Jefes de Estado. Desde luego,  nosotros no aceptamos la milicia permanente, la que se recluta por paga. Somos partidarios de la Guardia Nacional, la que hace que todos los ciudadanos sean soldados a la vez que ciudadanos, no como los soldados que ya tenemos, que son máquinas.

No podemos aceptar que los militares sean Jefes de Estado, porque el militar se encumbra, acostumbrado como está a tiranizar a sus subordinados, quiere tratar como a reclutas a los ciudadanos y tiraniza por los mismo al pueblo.

El afán de todos los militares a quienes ha sonreído la fortuna nunca ha sido la de educar al pueblo para hacerlo digno; su  anhelo ha sido esclavizarlo y declararse dictadores ya francamente, ya de un modo hipócrita o embozado.

Hay que tener presente que el militar se engríe con la fuerza que le dan las armas y donde quiera que el militar se encumbra, tiraniza al pueblo.

Pero como si no bastara la idea de que la milicia es la fuerza bruta y que por experiencia sabemos que la fuerza bruta se opone a la razón, porque la fuerza armada es la violencia y ésta es irracional; como si no bastara la dolorosa experiencia de que siempre hemos sido tiranizados por los soldados de fortuna, que no han considerado como fuerza la del Derecho, porque éste es inmaterial y ellos poseen la fuerza militar; como si no bastaran las anteriores reflexiones para comprender que no nos convienen los militares para la Presidencia de la República, vamos a abordar otra consideración, que por sí sola, como por cada una de las anteriores, basta para desechar la idea de elevar al General Reyes a la primera Magistratura del país.

El Militar es un enemigo inconsciente [consciente a la vez] de la democracia. El militarismo no permite que haya otro poder que el suyo. Su poder, por lo mismo es rival del poder del pueblo: la democracia. El militarismo, pues, en su orgullo, crea una clase, la militar, fortifica esa clase con otras clases que también odian al pueblo; la aristocracia y la clerocracia. Unidos estos tres elementos, explotan a su sabor al pobre pueblo, que en vano quiere hacer valer sus derechos, porque éstos son rechazados por las culatas de los fusiles; en vano quiere sus libertades, porque se le arrebatan con risibles pretextos de orden y de disciplina, como si la libertad fuese la indisciplina y el derecho el desorden.

El militarismo en el poder impone el régimen militar que es el régimen de las tiranías. Y nosotros ya no queremos tiranías, ya no queremos militarismo, porque a la vez es el aliado forzoso de la aristocracia y del clero, como que su aspiración suprema es la de la odiosa creación de las clases con todos sus funestos fueros, que convierten en parias a los hombres libres.

Queremos igualdad ante la ley. Los privilegios son cosa rancia que ha costado ríos de sangre a la Nación. Queremos ciudadanos y no soldados, porque el ciudadano no apela a más fuerza que la del derecho, y el militar se impone por la fuerza bruta, por medio de la violencia.

Es imposible que haya ciudadanos ahí donde todo se subordina a la violencia, y nosotros queremos que en nuestra Patria haya ciudadanos… El militarismo nos ha costado caro y duras opresiones hemos soportado de él.

Por lo anterior, no conviene a la Nación que ningún militar ocupe la Presidencia  de la República, y por lo mismo, no debemos postular a D. Bernardo Reyes para que desempeñe la Primera Magistratura del País, pues nos veríamos obligados  a soportar a otra Dictadura militar tanto o más, mucho más funesta, que la que actualmente soportamos.


1 Véase supra, art. núm. 696.

Vamos a referirnos a una práctica a que se entrega con fruición el Presidente de la República, la que, a nuestro entender, es anárquica y lleva en sí el sello del despotismo de una política personalista. Nos referimos a las conmutaciones de penas impuestas a los que ultrajan a la autoridad, cualquiera que ella sea, desde el Presidente de la República hasta el guardián insolente que participa en la taberna de la esquina del pulque costeado por la liberalidad de los amigos o el reverencial temor de los enemigos.

Dice el código de procedimientos penales en su articulo 605: “El que haya sido condenado por sentencia irrevocable y se encontrare en alguno de los casos del artículo 241 del Código Penal, puede ocurrir al Ejecutivo, por conducto de la Secretaría de Justicia, solicitando la conmutación de la pena que le haya sido impuesta.”

Atraídos por ese artículo, y llenados los requisitos del 241 citado, los sentenciados por ultrajes a la autoridad se dirigen al Ejecutivo en solicitud de la conmutación de la pena. El Ejecutivo contesta invariablemente que “en atención al delito de que se trata, no se concede la conmutación.”

Esta es la fórmula litúrgica para negar la conmutación en esos casos.

No negaremos que es facultativo el conceder o no la conmutación. Lo que deseamos es señalar una desigualdad repugnante nacida de la ciega práctica presidencial.

El Presidente niega la conmutación de la pena en el caso de ultrajes a la autoridad, sin duda con el fin de evitar el relajamiento del principio que establece el respeto a la referida autoridad. No somos amigos del desorden y, por tanto, nos seduce ese principio; pero lo que indigna, lo que crispa los nervios, lo que hace que el pueblo no respete ese principio y lo arrolle y lo trastorne, es que no cuida el Presidente de que la autoridad no ultraje al ciudadano, burlando la ley y violando sus garantías individuales.

Recurriremos a ejemplos prácticos. No creemos que el general Díaz esté en la creencia de que posee una sabia, recta y honorable Administración de Justicia. Sabe que muchos jueces y muchos magistrados no obran conforme a la ley, y hacen desbordar sus pasiones y se guían por sus caprichos. Sabe que se han cometido y siguen cometiéndose innumerables tropelías de las que los ciudadanos son las víctimas. Sabe que los funcionarios judiciales ejercitan venganzas sombrías y que muchos de ellos venden públicamente la justicia. Sabe, además, que los juicios de responsabilidad son ilusorios y que hasta ahora ningún funcionario judicial ha pisado el sucio suelo de una bartolina, por más que muchos de ellos han sido o son candidatos a los presidios. ¿Por qué, si sabe todo esto, no ha hecho que los juicios de responsabilidad sean efectivos? ¿Por qué no ha castigado al tribunal de responsabilidades cuando ejercita, no la ley, no el derecho, no la justicia, sino la complacencia tenebrosa de la mafia judicial? ¿Por qué permite que se encarcelen o hace encarcelar a periodistas que descubren virilmente todas las inmoralidades prácticas de las autoridades? ¿Por qué se muestra complaciente con el que ultraja las garantías individuales en la persona de un ciudadano y se rebela indignado y tremendo con el que ultraja a la autoridad?

Si desea el Presidente Díaz evitar la anárquica situación que originaría la impunidad del delito de ultrajes a la autoridad, debe también evitar la anárquica situación que origina la complacencia hacia el delito de abuso de autoridad. Entre estas dos anarquías, la segunda es la más peligrosa, porque el pueblo oprimido estalla y se rebela y la autoridad no tiene el poder popular.

Por otra parte, la práctica del general Díaz viene a ratificar lo que tantas veces hemos dicho: que es un opresor, y como tal, gusta de que se le respete, sin preocuparse del respeto que debe al pueblo. Sus subordinados siguen su misma política personalista, y de ahí toda esa serie de vejaciones que se ramifican en toda la República. El egoísmo oficial, más repugnante que el egoísmo individual, produce esa desigualdad tremenda que se alza como una pavorosa interrogación en el futuro.

Los buenos y patriotas sonorenses, no han perdido vigor a pesar de la tiránica opresión del Gobernador Izábal. En Altar se formó un Club Político electoral con el nombre de "General Urrea"1 postulado para presidente del Ayuntamiento al honorable ciudadano José A, Moreno.

La inauguración del Club fue sumamente entusiasta y más aún por el vigor y valentía de los oradores; pero la autoridad mostró su disgustó y procedió, como todas las autoridades arbitrarias a quienes choca el entusiasmo popular cuando de elecciones se trata, porque la imposición del pueblo derrocha déspotas, a dictar medidas encaminadas a la disolución del Club. El Sr. Honorato Ahumada, que fue uno de los más valientes y entusiastas oradores, esta amenazado de encarcelamiento.

Encoleriza que una insignificante autoridad, pigmea de criterio y desnuda de sensatez, atropelle a la Constitución General con sus arbitrariedades punibles. Los buenos Sonorenses deben prescindir en sus ideas nobles y levantadas y llevar ante los tribunales esos sultancillos que arremeten brutalmente contra el liberal art. 9º de la Constitución. México debe ser una República y no una monarquía absoluta, como lo ha pretendido el Presidente Díaz asociado de las autoridades subalternas.


1 José Urrea (1797-1849). Militar tucsoniano. Realista y posteriormente federalista. Combatió la invasión de  Barradas (1829) y participó en la Guerra de Tejas. Tomó Palacio Nacional (1840). Asistió a la batalla de La Angostura contra los norteamericanos (1847). Jefe militar y hombre fuerte de Sonora.

Hemos oído decir, y nos sorprendió la noticia, que el Lic. José R. del Castillo1 es Defensor de oficio. Nuestra sorpresa nació de que nunca hemos visto a ese señor cumplir con su deber. Lo demuestra un buzón empolvado y telarañoso pegado a una pared de la Sala de defensores de la Cárcel General, con este letrero: “Lic. José R. del Castillo.” El buzón está preñado de cartas de infelices reos  que han solicitado conferenciar con su defensor, quien desde hace muchos meses no se ha dignado atenderlos. Desde los últimos días del siglo pasado, una carta escrita en papel anaranjado se asoma por la abierta boca del buzón.

Sabemos, además, que la incuria de ese defensor es ya bien conocida de los procesados, por lo que uno que otro incauto se atreve a designarlo como patrono, con perjuicio de los defensores que trabajan, a quienes falta tiempo para atender a los demás reos.

Sería conveniente que el Sr. Ministro de Justicia tomase nota de lo anterior, a fin de destituir al empleado que no cumple con su deber y sin embargo cobra religiosamente su sueldo. Para moralizar a los funcionarios públicos, para que trabajen activamente los que cumplen con su deber,  para que éstos no sientan el desconsuelo del mal ejemplo consentido, urge destituir a los holgazanes y separar a los que estorban.

Veremos si el Sr. Lic. Fernández abre una averiguación sobre este asunto y lo destituye, si lo que informamos es cierto.


1 José R. del Castillo. Abogado y periodista. Preso durante protestas estudiantiles de 1885 (Deuda Inglesa).  Publicó de manera  intermite El fin de siglo ‘semanario ilustrado de política y literatura’. México, D.F. (1896-1911). Orozquista.

Nuestro corresponsal en Orizaba, Ver., nos envía detalles de cómo se preparó y se llevó a cabo la visita a uno de los Conventos de esa Ciudad, que efectuó el Jefe Político, Carlos Herrera.

Recordarán1 nuestros lectores que a fuerza de denunciarse por la prensa liberal la existencia de algunos Conventos en Orizaba, el Jefe Político, refinado clerical, se decidió a hacer un simulacro de visita a uno de ellos. Al efecto, con ocho días de anticipación anunció esa visita, y los frailes por su parte, encaramados en los púlpitos, se encargaron de anunciarla a los feligreses.

Por fin, llegó el momento señalado, se rodeó al acto del misterio de la noche, se hicieron ostentosos preparativos de melodrama y penetró el Jefe Político al convento, guarneciéndose en la sombra. Era claro: las monjas no estaban allí y se declaró oficialmente que no existía el conventículo denunciado.

Aún no amanecía (la comedia se efectuó de 12 a 1 de la noche) cuando las monjas ya estaban instaladas en sus habitaciones del convento. En una casa de la acera de enfrente se les había preparado un albergue, mientras el Jefe Político se distraía haciendo de protagonista de una pantomima grosera.

Con tal acto se han insolentado más los frailes de Orizaba y hay uno que grita a voz en cuello que tiene mucho dinero para tapar la boca de cualquiera.

Sería conveniente que el Gobernador Dehesa destituyera de su empleo a ese clerical Jefe Político, que haría mejor papel en una congregación eclesiástica, ya que sus aficiones religiosas lo inclinan a ello. En el poder se necesitan liberales que sepan cumplir con las leyes y no fanáticos que las burlen.

Llamamos la atención de estos hechos al Club Liberal de Orizaba, a fin de que trabaje activamente por arrojar de allí a los que, a pesar de su protesta de cumplir con la Constitución y Leyes de Reforma, las ultrajan con sus procedimientos de clérigos.


1 Véase supra, art. núm. 592.

Para ejemplo de los malos Jueces que desbordan sus pasiones bastardas contra los periodistas independientes y que en vez de acatar los rígidos preceptos legales, los tuercen en beneficio de una adulación rastrera o para satisfacer las sucias indicaciones de un quidam que les habla en nombre de una personalidad elevada, nos es grato publicar la notable sentencia que pronunció el Sr. Juez 1º de lo Criminal de la Ciudad de Zacatecas, Lic. D. Julio Espejo, en la querella que promovió el Director de la Escuela Normal de aquella Ciudad, contra los redactores de nuestro estimado y liberal colega El Centinela, asunto de que ya nos ocupamos en nuestro número anterior1.

Dice así la sentencia:

“Zacatecas, Agosto 19 de 1901.

Vistas las anteriores diligencias instruidas de parte y considerando: que los conceptos contenidos en el remitido que se publicó en el periódico intitulado “El Centinela,” uno de cuyos ejemplares corre agregado a estas actuaciones, remitido que aparece subscrito por Enrique Pérez Rul, no importan jurídicamente hablando el delito de difamación que se imputa a su autor, toda vez que no consta que haya habido intención dolosa al hacer la publicación, sino antes bien se desprenden indicios de que se haya tenido en cuenta el interés público, caso no penado, conforme determina el artículo 648 fracción 2ª del Código Penal, puesto que de ser ciertos los hechos narrados en esta publicación, se hubiera infringido el artículo 4º de la Ley  de 14 de Diciembre de 1874, y más aún, al hablar de la ley de instrucción pública de fecha 24 de Diciembre de 1891 de las causas de destitución, preceptúa en la fracción 4ª del artículo 69 como una de ellas, la de enseñar a los alumnos doctrinas o prácticas de cualquier culto, todo lo que hace suponer racionalmente que Pérez Rul, no se propuso más que procurar por ese medio, evitar la infracción de las citadas leyes, porque según informes recibidos como dice, de varios alumnos de la Escuela Normal para Profesores, había cometido su Director una violación legal al aconsejarles que no desistieran de sus ideas y sentimientos religiosos, porque ningún menoscabo sufría el catolicismo con que dos o tres de sus ministros cometieran faltas, debiendo hacer idéntica apreciación por cuanto a las demás ideas que contiene dicho remitido; en esa virtud, y no existiendo en concepto del subscrito delito alguno que perseguir, con fundamento en el artículo 253 de la Ley de 30 de Noviembre de 1855, es de sobreseerse y se sobresee en esta averiguación, la que se remitirá al Superior para su revisión- Notifíquese. El Juez 3º de lo Criminal lo decretó. Damos fe.- J. Espejo.- Asistencia.- Claro Correa.- A.- Francisco M. Villegas. Rúbricas.”

Es notable la sentencia anterior, tan porque el Sr. Juez Espejo demuestra su erudición y sanos principios legales, como porque rompe con este sucio medio político de abyección y servilismo en que muchos jueces venales tuercen la ley, ya por temor a la pérdida de la protección del Gobernante tiránico, lo que los reduciría a la miseria por su incapacidad intelectual, ya por prestar pestilentes servicios políticos que los eleve a puestos superiores que no pueden conquistar por su honradez, ni por su talento.

Felicitamos cordialmente al Sr. Lic. Espejo por su honorabilidad, independencia y saber, y desearíamos que tuviera muchos imitadores, para la vindicación del periodismo, que atraviesa en nuestra República, por una situación precaria a que lo han reducido los déspotas.

Sabemos que la torpeza de Journeé apeló a ese notable fallo. Ojalá que el Supremo Tribunal de Zacatecas, dé otro escarmiento a ese clerical Director.

Nuestros plácemes a nuestro querido y valiente colega El Centinela, deseándole no desmaye en su noble misión liberal.


1 Véase supra, art. núm. 695.

Nos agrada, como debe agradar al público sensato, que los funcionarios públicos se preocupen noble y honradamente de los intereses generales y pongan su actividad al servicio de esos intereses. Un ejemplo de esa naturaleza es raro en esta época de medro personal y de imperante egoísmo por parte de la mayoría de los funcionarios públicos, y por eso es que nos ha sorprendido agradablemente conocer una excitativa enviada a la Secretaría de Relaciones, por el Sr. Juez de Distrito residente en Nogales, Son., Lic. Esteban Maqueo Castellanos1, a fin de que se pongan los medios encaminados a evitar las serias dificultades que se presentan en nuestra frontera Norte, con motivo de la creación de poblaciones en la línea divisoria.

Damos a conocer a nuestros lectores esa importante excitativa, no sin lamentar que el Gobierno Sonorense haya descuidado hacerla, en virtud de preocuparse más de extorsionar y atropellar a los ciudadanos, que de cuidar de los intereses generales que subalterna a su despotismo.

Dice así la excitativa:

“Con el ferrocarril en construcción que, partiendo de la frontera internacional en un punto llamado Douglas irá a terminar a los ricos minerales de Nacozari, y cuya obra avanza rápidamente, se está creando en la precisa línea divisoria, la tercera población mixta de mexicana y americana que al estilo de Nogales, no estará separada más que por una calle y más bien por una línea imaginaria. Tendremos ya, pues, a Nogales, Naco y Agua Prieta, tres puntos que pueden considerarse tres focos amenazantes de cuestiones que, es sabido, llegan a revestir en muchos casos el carácter de internacionales. Muchos se registraron en Nogales; en dos años y pico que tiene de existencia Naco, se han registrado ya dos serios, y otros muchos que no han llegado a revestir gravedad, porque lo alejado del punto hace que las cuestiones se resuelvan allí mismo y pierdan con la soledad que rodea a la población; “Agua Prieta” será el tercer punto de más importancia, y sin duda, que Naco; y como en la actualidad el movimiento de población refleja hacia allá y esa población se compone de gambusinos, mineros y “tramps”2 americanos, el peligro es latente. Por esta circunstancia, los jefes de la Negociación minera de Nacozari3, que es la misma de la rica del Picacho de Bacanuchi y de Bisbee en los Estados Unidos, se preocupan de ver de qué manera se aminora el riesgo; con ese objeto me han hablado proponiéndome que participe al Gobierno la disposición en que están como dueños del terreno en los Estados Unidos, para ceder una faja no menor de quinientos metros a su Gobierno, con el fin de que ese terreno se conserve libre sin edificar en él siempre que el Gobierno Mexicano, que, según parece, es el dueño del terreno en el lado nuestro, deje también una extensión igual de terreno libre. Esto sería muy ventajoso, Señor; siendo las ventajas que se obtendrían, de tal condición, que inútil me parece ocuparme de ellas, pues no se podrán escapar a usted. Sobre el particular debo decir que, aun cuando la faja de terreno en el lado mexicano la hace aparecer como de su propiedad un señor Juan Pedro Camou, según datos que he recogido y algo que he podido ver en el Archivo de este Juzgado, el terreno es de la nación, teniendo ya datos de esto el Ministerio de Fomento, el que al parecer no discute la propiedad y está rigurosamente justo pues ese terreno resultó a favor de México al hacerse la rectificación de límites.”

Felicitamos cordialmente al Sr. Lic. Maqueo Castellanos por su patriótica promoción, la que, según tenemos entendido, sin saberlo con certeza, ha tomado en consideración el Gobierno General. Desearíamos que nuestros funcionarios públicos siguiesen el ejemplo que ha dado el Sr. Castellanos.


1 Esteban Maqueo Castellanos (1871-1928). Abogado oaxaqueño. Magistrado de la Suprema Corte de Justicia y miembro del Partido Científico. Senador por Oaxaca (1912). Mediador entre Victoriano Huerta y Pascual Orozco.  Escribió: Algunos problemas nacionales (1909). La ruina de la casona (1921).
2 Tramps. Vabagundos que se desplazaban haciendo uso clandestino de la red ferroviaria norteamericana.
3 Refierese a la Moctezuma Copper Co. de la familia Guggenheim.

Los clericales  de Morelia, el Lic. Elguero in capite, baten palmas porque otro clerical, el Juez Méndez, tuvo un desahogó a sus pasiones de clérigo: condenó al honrado liberal e inteligente periodista, Sr. D. Juan Medal, a sufrir la pena de cincuenta y cuatro días de arresto a pagar diez pesos de multa, o veinte días más de arresto en su defecto, por el supuesto delito de difamación al cura de Bocanero, un tal Guzmán, cometido en nuestro valiente y querido colega El Corsario.

El Sr. Medal no ha quedado conforme con esa torpe sentencia y ha ocurrido a la Justicia Federal en solicitud de amparo. El Sr. Juez de Distrito, que sí es liberal, inteligente y honrado, ha dado entrada a la queja y ha suspendido el acto reclamado.

Hizo bien el Sr. Medal en ocurrir a la Justicia de la Unión en busca del respeto que merece la manifestación de las ideas, sofocando por ese gremio obscurantista que han formado los funcionarios Michoacanos, en asqueroso concubinato con los clérigos apasionados y deshonestos. La justicia Federal sabrá destruir esas maquinaciones sucias de sacristía, para escarmiento de los funcionarios que desahogan pasiones en las páginas de un proceso y que norman sus actos por la consigna.

Felicitamos al Sr. Medal por su valiente y correcta actitud en este asunto. El público  liberal y sensato lo ha aplaudido. Que continúe luchando. La lucha franca y de frente es la norma de los liberales. La lucha hipócrita y tortuosa combinada en las sacristías, es la que cuadra a los clericales.

El Juez Germán Velasco, de Hermosillo, Son., un individuo para quien las pasiones son la guía de sus actos con profundo desprecio de la ley, de la justicia, de la moral, de todo lo que sea noble y sea bueno, ha cometido con el enérgico periodista Sonorense D. Belisario Valencia, un nuevo atropello brutal.

El 27 del próximo pasado Julio, ese Juez notificó a los Sres. Valencia y Rafael J. Castro, la sentencia que los condenaba a once meses de prisión y mil pesos de multa, como autores del delito de ultrajes al Gobierno del Estado y a la Prefectura de Hermosillo, cometido en el alcance al número 7 de El Combate. Ejecutando ese Juez su sentencia, sin que ésta hubiese causado ejecutoria y contra lo dispuesto en el art. 240 del Código de Procedimientos Penales de aquel Estado, ordenó la encarcelación de dichos señores, que gozaban del beneficio de libertad bajo caución. Conforme a la ley, esa libertad no puede revocarse sino cuando la sentencia es irrevocable y ha causado ejecutoria, circunstancia legal que no reunía la del Juez Velasco, pues los procesados apelaron de ella desde luego; pero ese Juez Velasco acostumbra burlarse de la ley.

Los Sres. Valencia y Castro ocurrieron en queja ante los Magistrados del Supremo Tribunal de Justicia, quienes revocaron la imbécil determinación de Velasco y ordenaron que los quejosos fueran puestos en libertad. Los Sres. Valencia y Castro, han acusado a ese Juez de arbitrario.

Estos datos confirman nuestras aseveraciones sobre que los periodistas independientes de la República, están a merced de cualquier déspota que pretenda desahogar sus pasiones innobles, ya que su moralidad no puede encarrilarlo por el cumplimiento de su deber.

Han hecho bien los Sres. Valencia y Castro, al acusar a ese Juez. El funcionario que no cumple con su deber, que atropella la ley, que viola los preceptos constitucionales, que se convierte en el resumidero de pasiones bastardas y de necias y repugnantes venganzas políticas, debe sentarse en el banquillo de los acusados, para que un Tribunal sancione la sentencia que la opinión pública ha arrojado ya sobre la conciencia del culpable. Mientras el periodista no ejercite ese derecho, mientras guarde, al salir de la Cárcel, una actividad pasiva y bochornosa, las autoridades arbitrarias continuarán cometiendo atropellos y continuarán siendo venales.

Que nuestros amigos Valencia y Castro no desmayen en la lucha.

A SUS COMPAÑEROS DE PACHUCA

Compañeros:

Hasta acá, hasta esta ciudad núcleo propulsor de la vida de la República, nos ha llegado el eco airado de vuestra justa protesta ante la inicua agresión de que habéis sido objeto por parte del Jefe Político Antonio Grande Guerrero y el Mayor Carlos G. Pacheco, con motivo de la Manifestación del día 18 de Junio próximo pasado.

Nosotros que somos vuestros hermanos de pensamiento, que abrigamos los mismos ideales, que hemos formado nuestro raciocinio al calor de la Ciencia, nuestros sentimientos a la fuerza de la Filosofía, nuestros corazones al fuego del sacro amor a la patria, hoy que la opresión trata de herir vuestras cabezas, de apagar el fulgor de vuestros cerebros, y de subyugar vuestras conciencias; nos hacemos eco profundo de vuestro levantado proceder, y unimos a la vuestra nuestra más ardiente PROTESTA, contra el acto anti-constitucionalista  cometido por el citado Jefe Político.

¡¡BRAVO COMPAÑEROS!!

¡¡ATRÁS LA OPRESIÓN!!

Pensad que nuestros corazones palpitan al unísono de los vuestros, y que desde aquí os felicitamos aplaudiendo vuestra virilidad.

Si la justicia no se extiende a los culpables, confiemos en la nobleza de vuestra causa, en el fallo de la Nación y en las páginas justicieras de la Historia.

¡¡¡Libertad unión y fraternidad!!! México, Agosto de 1901.

Carlota Jaso, Esmelia Fonseca, Dolores Jaso, Etelvina R. Osorio, Adoración Islas, Cervantes, Natalia Rivera, Maria B. Córdova, Luz Córdova, María de la Luz Vidaurri, Débora Oropeza, Sara Manzano, Petra Hernández, Sofía M. Gómez, Clara García, Rebeca Jaso, Matilde Rivera, Carmen Navarro, Pablo Aguilar, Horacio Rubio, Jorge A. Olguín, Francisco Valenzuela, Guillermo Espíndola, Jesús Montiel, Manuel Vargas, Francisco Esqueda Cacho, Enrique Serrano, Austreberto Silva, Daniel Rodríguez López, Marcelo Torres, Juan Sánchez, Galindo Z. Olvera, Rosalino García, Ángel Sciandra; Susano Hernández, Cutberto Hidalgo1, Ricardo Valera, César Becerra, Salvador Guerrero, Enrique Huerta, Emilio Varela, Baltazar Manzano, Alfredo Vite2, Agustín Pérez, Pompilio Rubio, Guadalupe Montiel, Saúl Rubio, Arístides Rubio, Tomás Pascoe, Jesús Romero V. Ezequiel Escárcega, Wenceslao Olvera, Abel Mancera, Rodolfo del Corral, Pedro Licona, Teodomiro Rodríguez, F. Mattz, Francisco Marielli, C. Francisco Escárcega, C. Solís, Florentino Medina, Simón Cravioto [jr.], Rafael Cravioto3, Emilio Saint Martín, Arnulfo Escárcega, Néstor E. Monroy, Emilio Vite, Teófilo López, Agustín Coronado, Francisco Rivera, Aarón López4, Ricardo Martínez, y Manuel Garnica.

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Como ven nuestros lectores, en esta protesta están  los nombres de las señoritas hijas del Estado de Hidalgo, que estudian en esta capital. Esta protesta es elocuentísima, porque por ella vemos que la nueva generación femenina esta desposeída de las necias preocupaciones que hacían de la mujer un juguete de la prostitución del clero, y también vemos, que el elemento femenino no permanece impasible ante el atropello soez que las autoridades fanáticas de Pachuca llevaron acabo contra los jóvenes estudiantes de aquella ciudad.

Felicitamos tanto a las señoritas  como a los jóvenes estudiantes que subscriben la anterior protesta, por su espíritu de confraternidad al hacerse eco de la protesta de los estudiantes de Pachuca. Honra a los firmantes esa actitud y se hacen acreedores al aplauso de los hombres honrados, de los que no abundan, de los verdaderos patriotas que se duelen de que nuestra Patria tenga el infortunio de soportar cadenas, tenga la desgracia de soportar déspotas.


1 Cutberto Hidalgo (1880-1930). Médico hidalguense. Antireeleccionista, Madero le nombró cónsul en Marsella. Subsecretario de Relaciones Exteriores con Adolfo de la Huerta (1920) y Secretario con Álvaro Obregón (1920-1921).
2 Alfredo Vite. Diputado suplente en 1912 ante la XXVI Legislatura federal por el distrito de Molango.
3 Aarón López Manzano. Originario de Molango, Hidalgo. Delegado especial de la JOPLM. Tipógrafo de Regeneración en Saint Louis. Mo. donde fue aprehendido junto con Librado Rivera el 13 de noviembre de 1906 por violación a las leyes postales. Las autoridades locales buscaron llevarlo secretamente a la frontera. En espera de juicio se fugó. El detective Furlong lo arrestó en Monterrey, en abril de 1907. Fue enviado a la cárcel  de Belem. Coronel constitucionalista. Siendo jefe de armas en San Andrés Tuxtla, Veracruz, se unió al delahuertismo en 1923.
4 Rafael Cravioto  (1887-?). Hidalguense. Se unió al Constitucionalismo. La mayor parte de su carrera militar la hizo luchando contra los zapatistas. Durante 1920 formó parte de la campaña militar organizada para lograr la rendición de Félix Díaz en Veracruz. Fue dado de baja del ejércitoacusado de incorporarse a la rebelión delahuertista (1923).

La honrada sociedad tuxpeña no puede soportar la inmoralidad de algunos funcionarios públicos que a la sombra de algún Gobernante inepto como Dehesa, han hecho de Túxpam un inmenso y sucio garito.

El Secretario de los Juzgados de Paz, ese individuo que se querelló contra nuestro enérgico y estimado colega El Paladín porque descubrió algunos de sus actos bochornosos, y busca una patente de honorabilidad en una sentencia que no dictará a su gusto el Juez que conoce de los autos, ese Secretario de Paz, tan insolentado en su insignificancia y tan arbitrario y déspota, es uno de los groupiés de la partida de albures. Este empleo vulgar y odioso, no armoniza con el carácter elevado que debe imprimirse a una función social.

Los funcionarios públicos, por pequeño que sea el círculo de sus atribuciones, deben conservar la respetabilidad indispensable para que sean respetados. De lo contrario, se pierde ese respeto y la autoridad se hunde en el desprestigio y entre las burletas del público. Pero ese Secretario, que no sabe respetarse y pretende hacerse respetar despóticamente y por medio de querellas de una imbecilidad increíble, no puede comprender la trascendencia nociva de su no envidiable empleo de groupié.

Y a propósito del juego, los honrados vecinos de Túxpam no han llegado a saber en qué arcas, oficiales o particulares, ingresa el impuesto a esa bochornosa complacencia. El producto de ese impuesto, que se ha dado en llamar disimulo, se evapora sin saberse su aplicación. Sería conveniente que el periódico oficial del Estado explicase el enigma, para calmar la ansiedad de los vecinos de Túxpam que desean saber si a más de darse el inmoral espectáculo de la violación de la ley permitiendo se cometa un delito, el del juego, se comete otro, el de la distracción de los fondos provenientes de ese delito.

Para concluir diremos que el Regidor de Policía, Celestino Rasañes, es el dueño de la casa donde se ha establecido el juego.

Estos detalles vienen a confirmar, contra las ampulosas declaraciones dogmáticas de la servil prensa gobiernista, que en el Estado de Veracruz la moralidad administrativa ha hecho bancarrota.

Los enviamos muy sinceros a los dignos habitantes de Hermosillo, Son., por la renuncia que de su empleo de Juez 1º de 1ª Instancia ha hecho el ya célebre Lic. Germán Velasco. Fue funesto ese funcionario, tan funesto como Wistano Velázquez lo es en nuestra judicatura, como lo fue Saunders, como lo es nuestro procurador Álvarez, como son los Magistrados de la 2ª Sala del Tribunal Superior, casi tan funesto como nuestro Gonzalo Espinosa, Agente del Ministerio Público, tan zarandeado cuando se encierra en su insubstancial silencio y tan silbado cuando abre la boca para atropellar los principios constitucionales que no encajan en el raquitismo de su cerebro.

Envidiamos a los hermosillenses. Ya urgen aquí muchas renuncias o licencias absolutas obligadas como la de Saunders. Tenemos aquí muchos Germán Velasco. Nuestro Wistano Velázquez no le va en zaga. También éste sabe encarcelar periodistas y decomisar imprentas, para que al fin la Suprema Corte le envíe una severa lección que, sin embargo, no sirve para que dicho Juez ponga una renuncia que cualquiera otro pondría y que ansioso espera el público.

En fin; si poco a poco nuestros nocivos funcionarios fueran poniendo sus renuncias, como la de Germán Velasco, esperaríamos con paciencia entre las rejas de nuestra prisión. Al menos en lo futuro no vendrían a acompañarnos otros periodistas.

Los pueblos dignos no pueden soportar cadenas. Cuando los déspotas oprimen, los pueblos parece como que se conforman con la opresión, pero en realidad, en los cerebros germina, inconscientemente, la noción de algo que está en abierta pugna con la tiranía, y ese algo imposible de definir cuando está en embrión, se encandece en todos los cerebros cuando una voluntad superior lanza potente y viril la idea redentora.

Hidalgo fue la voluntad viril que difundió la idea de nuestra independencia que alumbró todas las inteligencias y tuvo eco simpático en los pechos de los buenos mexicanos. La idea prosperó, porque los pueblos dignos no pueden soportar cadenas, no pueden ser esclavos y estallan, y en su explosión arrastran los viejos solios de los déspotas.

El poder del pueblo no puede ser avasallado por nadie. La tiranía más ruda y feroz tiene que someterse a la voluntad del pueblo porque el pueblo es el soberano. Y cuando los tiranos se oponen a que el pueblo haga su voluntad; cuando poseídos los césares de un delirio enorme de poderío y grandeza, se atreven, en su locura, a contrariar las aspiraciones populares, los cetros son destrozados y hechos astillas los tronos, irguiéndose sobre las regias ruinas y las quebrantadas cadenas, la libertad, que es la aspiración suprema de las democracias.

Ayer en la tarde, 10 de Agosto, se organizó entre los Señores estudiantes del Instituto una manifestación de gratitud al Sr. Lic. Ignacio Urquijo en la que se le mostró que el corazón de la juventud Estudiosa es fértil pensil para el desarrollo de los sentimientos que ennoblecen al hombre.

El Sr. Lic. Urquijo fue el patrono de los Estudiantes atropellados en las tardes del 18 y 30 de Julio próximo pasado, asumiendo una actitud franca y honrosa, como hombre independiente y abogado de conciencia.

Hicieron uso de la palabra por parte de los Señores Estudiantes, los Sres. Allen, Jaso y Cravioto. Contestó elocuentemente el Sr. Urquijo y hablaron además los Sres. Navarro y Muñoz. Para hacer más pública su manifestación de gratitud los Señores Estudiantes nos encargan de hacer la publicación en hoja suelta de uno de los discursos pronunciados.

Varios Espectadores.

Señor Licenciado:

No os traigo el afiligranado concepto que brota de la magistral péñola, finamente pulido al empuje del genio que chispea en el privilegiado cerebro; no os traigo aurino verso que surge alado y canoro del estro del bardo, al beso de la inspiración que arrebata; sin embargo, me he atrevido a dirigiros mi palabra torpe y macilenta, porque de no hacerlo, toda la juventud que palpita en mi organismo, se erguiría tormentosa para cruzarme el rostro con el formidable reproche del no cumplimiento del deber; pues esa juventud que hierve en mis venas, que golpea en mis músculos, que palpita en mi corazón y que vibra en mi cerebro, siempre ha puesto a mi alcance un aromado búcaro de flores que al deshojar ante el ara sublime del hecho magno y un laurel para ornar la nimbada testa del hombre digno; así como también ha colocado entre mis manos una fusta y un látigo para castigar a los detractores de la razón y a los asesinos de la justicia; y entre mis labios una sonrisa volteriana que ha sido y será mi única respuesta a los anatemas horriblemente ridículos que a diario lanzan desde los púlpitos, un fárrago de canallas que quieren opacar las fulguresencias que brotan de mi credo jacobino, con la increíble virginidad de una mujer maculada y con la complacencia, verdaderamente maravillosa, de un carpintero imbécil, digno émulo de Devars y de Barajas.

Os habéis hecho grande porque grande es la causa que perseguimos; porque al defender a algunos estudiantes tan desprovistos de elementos como ricos en elevación de ideas y fuerza de espíritu, no defendíais a ninguna personalidad, defendíais a la Razón, que a gritos pedía Justicia; defendíais a la Constitución traidoramente vejada; defendíais al Derecho pisoteado y defendíais por último, a la Libertad que yacía aherrojada soportando la tremenda humillación de recibir las carcajadas de júbilo que emitían las cebadas y rechonchas gargantas de los holgazanes de sacristía.

Vos habéis aumentado el número de soles esplendentes que brillan en el cielo purísimo de nuestros afectos; vos habéis completado la sublime trilogía que siempre ha imperado en nuestros actos: ¡La Libertad, la Razón y la Justicia! Pues de hoy en adelante, para nosotros, no seréis un hombre, seréis un símbolo, como símbolos son los insignes maestros Navarro y Muñoz Lumbier.

El maestro Navarro defendiendo a la mujer liberal con una energía que raya en lo sublime, no era el hidalgo manchego desfacedor de entuertos, no era el hombre recto que al impulso del deber, se yergue pletórico de flamante cólera ante el espectáculo siniestro de las injusticias tremendas, era la Libertad, la misma Libertad, que se levantaba vibrante de su ebúrneo trono, esgrimiendo el estoque flamígero, para defender el nombre sin mancha que ella ha legado a sus hijas, las mujeres liberales.

¡Por eso en el maestro Navarro vemos a la Libertad!

El maestro Muñoz Lumbier, arrancando de la gema divinísima del verbo, sea la carcajada que mata, sea el concepto empapado en positivismo que recuerda al inmortal Barreda, sea la estrofa pletórica de poesía, dulce como la miel hiblea, que hace soñar en el estallido del beso y en la explosión del suspiro al llenar los espacios de armonías que conmueven, y que hace soñar en refulgencias de escudos, en choques de bayonetas y en vibraciones de clarines al llenar los espacios de estridencias que enardecen; no es el hombre de potente intelecto que riega la luz de sus pensamientos inmortales; no es el genio que anuda y desanuda la palabra para deslumbrar a la humanidad con las refulgencias multicolores de la idea, es la Razón, la misma Razón que entreabre los labios para dejar escapar un torrente luminoso de conceptos que convencen porque fascinan, que fascinan porque conmueven.

¡Por eso en el maestro Muñoz Lumbier vemos a la Razón!

Y vos, al luchar contra los fuertes, al defender una causa justa pero erizada de peligros, no erais el simpatizador de un juventud noble; no erais el fanático arrebatado por la sublimidad de un ideal; erais la Justicia, la misma Justicia que besaba la frente de una juventud grande porque es libre, fuerte porque piensa.

¡Por eso en vos vemos a la Justicia!

Si queréis comprender lo inmenso de nuestra gratitud, pasead vuestras miradas sobre estos rostros que os contemplan y los veréis enternecidos; colocad vuestra mano sobre los corazones nuestros y los sentiréis palpitar, mas no como de ordinario, al impulso del esfuerzo vital; no, palpitan batiendo el acelerado redoble que produce la admiración de lo grande, el espasmo de los bello y el arrebato de los sublime; pues encontrándonos frente a vos, nos encontramos frente a la grandeza de vuestra alma, frente a lo bello de vuestros hechos y frente a lo sublime de vuestra conducta para con nosotros.

Recibid, pues, Señor Licenciado, el voto de gratitud eterna, que os hace esta juventud que os aprecia, que os admira y que os bendice…

Pachuca, Agosto 11 de 1901.

Alfonso Cravioto

Toda la abnegación y todo el desinterés que se albergan en los pechos juveniles, está manifestado en el anterior discurso. La gratitud es un sentimiento que sólo cabe en los corazones nobles. El Sr. Lic. Urquijo ha recibido el mejor de los pagos por sus hábiles gestiones, ha obtenido el mejor de los honorarios: la gratitud de los jóvenes estudiantes de Pachuca, de esos valientes jóvenes que saben protestar cuando se les ultraja en su dignidad, cuando se atropella su honor.

Pero el sentimiento de la gratitud no puede albergarse en los corrompidos corazones de la clerecía insolente, porque es sabido que las mariposas no se posan en los estercoleros. Unos libelistas fanáticos, sin valor civil para afrontar una situación franca y noble, han amasado la inmundicia de sus ruindades con el deleite que experimenta el escarabajo en su infecta labor sobre todas las defecaciones, y la han echado a rodar como una muestra de su nauseabunda condición. Ha aparecido una hoja en la que unos libelistas clericales se burlan de la gratitud de los jóvenes estudiantes. Los conservadores están en su papel de ingratitud y de infamia.

El Sr. Ing. D. Baltazar Muñoz Lumbier, distinguido liberal residente en Pachuca, ha contestado como se merece al libelo clerical.

Ha circulado en Túxpam, Ver., una carta abierta al procurador de Justicia del Estado, firmada por el Sr. Dr. Julio Martín Font, que tiene el empleo de Médico Cantonal. Esta carta abierta viene a descubrir algo sombrío que ya había llegado a nuestras noticias.

El 5 del actual, entre siete y ocho de la noche, el Comandante de Policía Municipal de Túxpam, un tal Amado Ugalde, al efectuar la aprehensión de D. Fabián Vázquez, persona honorable y muy estimada, hizo uso de sus armas y el Sr. Vázquez quedó muerto en el lugar de los sucesos.

Conoció del asunto el Juez de 1ª Instancia, y tras las primeras diligencias se ordenó la autopsia del cadáver, que practicó el Sr. Dr. D. Alberto Hueso. Por su parte, el Sr. Dr. Font, en su carácter de Médico Cantonal y como miembro de la Junta de Sanidad del Cantón y Delegado del Consejo de Salubridad del Estado, concurrió a la autopsia, deseando, además, saber hasta que grado eran fundados los rumores que circulaban en público, sobre que se había cometido un asesinato en la persona del Sr. Vázquez.

El dictamen que se formó el Dr. Font, no discrepó del que a su vez, y en cumplimiento de su encargo, formuló el Dr. Hueso, dictámenes que llenan de claridad las sombrías dudas sobre este asunto y de los que aparece que se trata de un asesinato, como lo preveía el sensato público Tuxpeño; pero el Juzgado, desdeñando esos informes y pasando sobre las personalidades referidas, comisionó a otro Doctor para que dictaminase.

Esta volubilidad del Juez de 1ª Instancia, lo hacen sospechoso en este caso y es forzoso que las autoridades superiores tomen nota de ello, para descubrir la verdad.

En Túxpam se sostiene en público que se trata de un asesinato y no de un acto de legítima defensa, en el cual el policía Ugalde pudiera haber hecho uso de sus armas. Se dice también, que el Jefe Político del Cantón, juntamente con el Juez de 1ª Instancia y del Secretario de los Juzgado de Paz, están interesados en salvar a Ugalde, porque este individuo, que es de la absoluta confianza de esos funcionarios, cuida sus personas y sus intereses, descuidando las personas y los intereses de los tiranizados habitantes de Túxpam.

Esperamos más datos sobre este asunto, los que revelarán lo que hemos dicho multitud de veces que en Veracruz se dispone arbitrariamente de la vida de los ciudadanos haciéndose correr torrentes de sangre que caerá sobre las empedernidas conciencias de tantos déspotas sanguinarios disfrazados de autoridades.

Se contrae de dolor el corazón al ver a qué grado de extravío hemos llegado gracias a los veinticinco años de dura opresión que se ha ejercido sobre las conciencias de los ciudadanos.

La libertad del pensamiento ha sido burlada en todo ese lapso de tiempo, en el que, para disculpar tan inaudito atentado, la prensa gobiernista ha torcido el criterio de los hombres honrados dando la razón a la sinrazón. La prensa gobiernista ha prostituido el criterio, y ahora, no faltan individuos de escaso seso que digan que es sano oprimir.

En la vista, que se efectuó el 28 de Agosto, del incidente de libertad bajo caución que solicitamos, libertad que nos negó la inquina del inepto Velázquez, el Agente del Ministerio Público, Gonzalo Espinosa, aventuró conceptos disolventes contra la libertad del pensamiento.

Sabido es que nuestra Constitución otorga dicha libertad, y han estado de acuerdo los comentadores de los artículos 6º y 7º de la Carta Magna en que no debe oponerse traba alguna a la libera emisión del pensamiento. Pero para desgracia de los principios liberales, debería haber en esta época de corrupción política un Agente del Ministerio Público, como Gonzalo Espinosa que se rebelase abiertamente contra nuestras libertades, y lanzase desde la tribuna de la 2ª Sala del Tribunal Superior de Justicia del Distrito, las más disolventes doctrinas contra la libre emisión de las ideas.

Este funcionario, por estrechez cerebral o por ignorancia, manifestó que no era lícito denunciar los malos actos de los funcionarios públicos, porque con la denuncia se desprestigia a los malos funcionarios….

Tan inmoral teoría, sostenida con el aplomo de las inteligencias vulgares o nulas, produjo entre los que oyeron desarrollarla la más desconsoladora impresión. Por esa teoría vemos que nada tenemos que esperar de esta administración totalmente corroída por el vicio de las monarquías absolutas.

¿Negar al escritor el libre examen de los actos de los funcionarios públicos, es democrático? ¿De qué modo se podrá exhibir al Juez que vende la justicia si no se le llama venal? ¿Qué denominación podrá darse al funcionario que roba, si no es la de ladrón? ¿Con qué palabra hay que señalar al mandatario que oprime, que sofoca, si es que no se le puede llamar tirano? ¿Al que asesina no se le llama asesino? ¿O se quiere que a los funcionarios que venden la justicia, que roban, que oprimen o que asesinan, no se les llame ni venales, ni ladrones, ni tiranos, ni asesinos?…

Necesitaríamos que de una vez naufragaran nuestras instituciones liberales, que de una vez se efectuara la bancarrota de la República para dejar de llamar déspota al déspota, ladrón al ladrón y asesino al que asesina. Necesitaríamos que de una vez se declarase que no hay Constitución, para dejar de atacar a los que oprimen al pueblo, a los que a nosotros mismos nos oprimen como parte integrante que somos del escarnecido y befado pueblo!… Y aun con todo, todavía protestaríamos y lucharíamos contra la pujanza bestial de la tiranía que quisiese ponernos el grillete.

Pero mientras no se deroguen nuestros principios liberales, mientras nos quede como un tablón al que asirnos en el revuelto mar de las iniquidades oficiales, ese principio salvador que es como un bálsamo para las democracias, y que se llama libertad del pensamiento, no dejaremos de luchar por la integridad de las instituciones ultrajadas por cuantos han oprimido o pretendido oprimir al pueblo. Así podría revelarse toda la historia de los Agentes del Ministerio Público, que nosotros no cesaremos de llamar bandidos a los que lo son.

Hay algo hondamente doloroso también. El Presidente de la Sala, Lic. Salvador Medina Ormaechea, todo sobrecogido de temores serviles, en la vista anterior a la que nos referimos (también en nuestro proceso) hizo oír varias veces su temblorosa voz para imponer silencio a nuestros defensores, los distinguidos abogados Francisco A. Serralde y Faustino Estrada, porque tan dignos caballeros, en ejercicio de su deber profesional externaron algunas opiniones acerca del actual opresor Gobierno, opiniones encaminadas a robustecer la brillante defensa que hacían de nosotros. El anciano Presidente de la Sala, manifestó que no era permitido aludir al Gobierno, como si el Gobierno fuese algún intocable, algo misterioso que debiera estar siempre oculto, como las necedades que los sacerdotes de todos los cultos cubren con un velo de místico misterio, o el nauseabundo cocodrilo de la religión egipcia hecho dios a fuerza de misterios y de paparruchas.

El Presidente de la Sala quiere ese misterio para el Gobierno, tal vez porque el anciano, nacido en la época de la prostituida tiranía del odioso Santa Ana, tiene algunos recuerdos de cómo se persiguió al ciudadano, que [en] tan nefanda etapa se encaraba al tirano para exigirle el cumplimiento de sus deberes.

Pero si exigente estuvo con nuestros defensores el Presidente de la Sala Medina y Ormaechea, porque se mostraron altivos, independientes y serenos dichos abogados, complaciente en grado sumo estuvo en la última vista. En la primera, interrumpió a los oradores independientes, sinceros y honrados, porque según él, aludían al Gobierno, y en la segunda, asómbrense nuestros lectores, el mismo anciano de persistentes reminiscencias santanistas, dejó hablar cuanto quiso al Agente Espinosa que deificó a la tiranía y sometió a su escuálido criterio de intelecto enano, nuestras libertades ensalzadas por hombres de grandes vuelos y de reconocido talento.

El Agente Espinosa abofeteó despiadadamente nuestros principios liberales consignados en la Constitución, y a pesar del ultraje, el Presidente de la Sala permaneció impasible como si no supiera o no comprendiera que los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales, y que todas las autoridades del país y que todas las leyes deben respetar y sostener las garantías que otorga la Constitución (Art. 1º de nuestra ultrajada Constitución Política.)

A los defensores se les interrumpió con exasperante terquedad porque en sus oraciones aludían al Gobierno o a sus integrantes los funcionarios públicos y no se impuso silencio al Agente Espinosa que ultrajó a la libertad de pensamiento tanto como se lo permitió su afasia y la pobreza de su meollo.

Vemos, pues, que el Presidente de la Sala se sintió molesto cuando los defensores, en cumplimiento de su deber, aludían a la pésima administración de Justicia o al Gobierno en general, y sin embargo, oyó con tranquilidad y casi con gratitud la liberticida peroración producto de la miopía o ceguera intelectual del Agente Espinosa, que negó a los escritores la facultad de emitir sus opiniones.

Hay una consideración acerca de tan desastroso acontecimiento. Los funcionarios públicos al tomar posesión de los cargos con los que se les agracia, protestan cumplir y hacer cumplir la Constitución, etc. El Agente Espinosa y el Presidente Omaechea, deben haber hecho tal protesta, y sin embargo de haberlo hecho, Espinosa, (el Agente) y Omaechea (el Presidente,) la han dejado sin efecto, el primero, por exponer ideas contrarias a la Constitución, y el segundo, por haber permanecido indiferentes al ultraje, que de palabra, infirió Espinosa a la libertad del pensamiento.

Se puede hacer otra consideración. Para los funcionarios públicos, como Espinosa y Omaechea, los principios constitucionales están subordinados al despotismo, puesto que se les injuria y se les ultraja en los actos oficiales (como el de nuestra vista) y no se permite, en cambio, que se discutan los actos del Gobierno. Esto si no es escandaloso y disolvente, no sabemos cómo llamarle. Deben saber el Agente y el Presidente de la Sala, que, como dijo el Sr. Iglesias, contra la Constitución nada, sobre la Constitución nadie.

Esta lección se la damos a esos dos funcionarios, para que la aprovechen, no para que la olviden. ¡Ojalá que siempre la tengan presente! Al pueblo le presentamos esos funcionarios, para que se apresure a ejercitar sus derechos a fin de vernos libres de tanto pésimo mandatario, que nos lleva a la ruina con sus torpes procedimientos.

Y todavía, el mismo Presidente de la Sala, dijo a uno de nosotros, en la primera vista, que no era conveniente que se supiera en el extranjero el modo de proceder de nuestras autoridades. ¿Por qué no se corrigen? ¿Por qué no aplican la ley?

Las autoridades están obligadas a cumplir con su deber, ya porque han protestado cumplirlo, ya también porque el decoro de la Patria lo exige así, para que el extranjero no se forme pésima idea de nuestra Patria. Pero estamos viendo que los funcionarios no se preocupan por nada de lo anterior y hacen su voluntad.

¿Qué nos queda por hacer a los que nos preocupamos, más que las autoridades, por el prestigio y honra de la Nación?

Debemos desenmascarar, sin temores ni cobardías, el abuso cualquiera que sea la autoridad que lo cometa, para que el pueblo proceda a ejercitar sus derechos a fin de que cesen dichos abusos, y el extranjero no crea que somos una horda de bárbaros a los que se pueden [sic] vejar cuanto se quiera, sino que somos un conjunto de ciudadanos dignos y patriotas que sabemos hacernos respetar.

Cumplan los funcionarios con su deber, que de ellos depende el prestigio de la Nación. No se prestigia al país ultrajando las instituciones.

Los jóvenes estudiantes de la Escuela de Jurisprudencia de Monterrey, N. L., no han permanecido indiferentes a la marcada sensación de malestar que ha producido la política de conciliación.

Ellos también han protestado con la energía que sólo es capaz de abrigarse en los pechos de los hombres libres, contra la corrupción clerical que se ha desbordado al amparo de una política malsana.

El 18 del mes de Agosto, los estudiantes se reunieron en el Teatro Juárez, de Monterrey, en el mismo en que el vergonzante Círculo Unión y Progreso se reunió para vociferar en contra nuestra.

Reunidos los jóvenes, los oradores designados para el imponente acto, desarrollaron sus ideas liberales.

Los oradores que hicieron uso de la palabra fueron los Sres. Antonio de la Paz Guerra1, Arturo Guajardo, Adolfo Villarreal2 y Miguel Treviño. Todos los oradores desempeñaron a conciencia su cometido y fueron calurosamente aplaudidos por el público que ocupaba el salón, y que se hace ascender a más de tres mil personas.

Esta reunión resultó espléndida, y fue presidida por el joven estudiante Sr. José Guajardo.

Enviamos nuestras felicitaciones a tan patriotas jóvenes, que tan bien saben honrar la memoria de nuestros padres, defendiendo los principios por los que ellos lucharon.

El Partido Liberal se alza a pesar de todo, y de ello nos congratulamos, porque el triunfo no se hará esperar mucho tiempo, a despecho de los opresores del pueblo.


1 Antonio de la Paz Guerra (1882-1916). Abogado regiomontano. Fundó la agrupación y el periódico Renacimiento, opositores a la reelección  del Gral. Bernardo Reyes. Encabezó los sucesos del 2 de abril de 1903, en Monterrey. Diputado (1911). Coronel constitucionalista bajo las órdenes de Antonio I. Villarreal. Gobernador interino de Nuevo León (1914).
2 Adolfo Villarreal (1876-1957). Abogado neolonés. Participó en el movimiento antirreyista de 1903. Secretario general de gobierno durante la administración de Juan M. García. Alcalde interino de Monterrey (1919).

Han sido puestos en libertad todos los patriotas liberales Lampacences, Sres. Ing. Francisco Naranjo hijo, Vidal Garza Zubia, Luis G. Avila, Antonio Cepeda y Delfino Martínez.

Como saben nuestros lectores, estos distinguidos ciudadanos fueron infamemente calumniados por la plebe de cuartel y salieron absueltos de los cargos que se les hicieron; pero como el actual Gobierno quiere a todo trance aparecer como justificado en sus actos, sin lograrlo, viendo que los lampacenses saldrían limpios de toda marcha, ideó la manera de hacerlos culpables y se les condenó por un supuesto delito por el que ni siquiera habían sido juzgados. De ese modo, aparentemente, el Gobierno obró con justificación, y el que ignore los antecedentes del negocio, aplaudirá la conducta. Pero  nosotros que hemos seguido con atención todos los detalles, a cual más sucios, de la intriga oficial, estamos en disposición de protestar contra tales actos, que nos han confirmado la idea de que en México no hay justicia y que los ciudadanos están a merced de funcionarios quisquillosos y violentos.

De todos modos, enviamos nuestra felicitación a los honrados lampacenses, no porque se les haya hecho justicia, sino por haber recobrado su libertad injustificadamente arrebatada por los césares. Con nuestra felicitación, hacemos también presente nuestro deseo, de que el "Club Liberal Lampacense" continúe trabajando con vigor, ajeno a necios temores. No queremos inferir la ofensa a nuestros dignos amigos, de pensar que pudieran acobardarse con la persecución sufrida, pero sí deseamos que no desmayen y que continúen trabajando por el porvenir de nuestra infortunada Patria.

Ahora que deben estar convencidos tan estimables correligionarios de que no hay justicia, porque no se respeta la ley, como no se respetó con ellos, deben procurar porque las autoridades respeten esas leyes, para que pueda haber ciudadanos, para que pueda haber libertad.

En uno de nuestros números anteriores1 dimos a conocer el atentado de que ha sido víctima en Cuicatlán, Oax, el distinguido liberal Sr. D. Jose Esacante , secretario del Club Liberal Regenerador «Benito Juárez»

Ahora vamos a complementar nuestra información  anterior con los siguientes datos.

El ex Jefe Político Altamirano, es conservador, y cuando desempeñaba sus funciones vivía en armonía perfecta con el Juez Lic. Carlos Rueda Ramírez, que también es clerical. Los funcionarios públicos oprimían con su labor al pueblo, ayudando a su fanatización.

Por tal motivo, ambos personajes no podrían ver con tranquilidad los progresos del Club Liberal Regenerador «Benito Juárez,” porque esta agrupación patriótica era y es un peligro para los opresores del pueblo, al trabajar por la reconquista de sus derechos atropellados y de su soberanía infamada por los déspotas.

El club denunció parte de la confabulación del Jefe, el Juez y el elemento clerical de Cuicatlán, elevando su queja al Gobierno del Estado contra el preceptor seminarista  Emiliano Gómez, y entonces la inquina de las autoridades clericales se hizo manifiesta contra el Club, porque además de ser Emiliano Gómez un ardiente correligionario del retroceso, este individuo esta apoyado por el elemento conservador de Oaxaca.

Sin embargo, ni el Juez, ni el Jefe Político, ni el Preceptor, creyeron que los trabajos del Club tendrían un resultado satisfactorio para el Partido Liberal, y se burlaron de la patriótica  asociación, conviniendo en negar todo lo dicho por el Club Liberal.

Así sucedió. Todos esos funcionarios negaron los hechos denunciados por el Club, y el inepto Gobernador de Oaxaca oyó a las autoridades y no hizo aprecio de la denuncia, como lo declaró por medio de una comunicación dirigida al Club y en el Órgano Oficial del Estado.

No cejaron los liberales de Cuicatlán y publicaron una carta abierta al Gobernador Martín González, y entonces  el gobernador no pudo seguir sosteniendo a los clericales y destituyó al Jefe Político Altamirano y al Preceptor. Todos esperaban que sería igualmente destituido el Juez Rueda Ramírez, toda vez que confabulado éste con el Jefe, el Preceptor y el cura, había rendido, como Presidente de la Junta Corresponsal de Instrucción Pública, un informe que por falta de verdad, puso en conflicto al Gobierno. Pero precisamente por ese conflicto, la inquina del Gobierno contra el Club se hizo palpable, y por lo mismo, no se destituyó a Rueda Ramírez, quien podía en todo caso servir de instrumento a la venganza oficial.

Por ese tiempo apareció la carta falsificada, lo cual era un buen  pretexto para iniciar una serie de asquerosas venganzas; como pudo haberse denunciado a cualquier otro, se denunció al Sr. Escalante, que como sabemos, se encontraba en esos momentos luchando con una penosa enfermedad en la ciudad de Oaxaca. Tal vez se tuvo en cuenta, que dado el estado dedicado de la salud del Sr. Escalante, el patriota moriría en el fondo de una batolina y de este modo se desembarazarían de un liberal sincero y decidido.

Estos son los datos complementarios de la preparación de este negocio, que no es más que una venganza que se ha tratado de ejercitar por el elemento clerical eficazmente ayudado por autoridades arbitrarias.

Ahora vamos a  ver hasta qué grado ha llegado el encono del Juez Rueda contra el Sr. Escalante.

En nuestra anterior información vimos que se había negado todo auxilio al Sr. Escalante. Se volvió a insistir en la libertad bajo de fianza por enfermedad, y el Juez resolvió después de mil dilatorias, que se remitiera al enfermo, por conducto del jefe Político y con la seguridad correspondiente, al Juzgado 1ª de lo Criminal de Oaxaca, para que éste lo remitiera al Director del Hospital General para su reconocimiento.

Tan imbécil resolución no fue aceptada porque era tanto como consentir en el violento asesinato del Sr. Escalante, en atención al penoso estado de su salud y al salvaje trato que le darían sus guardianes.

Los amigos del Sr. Escalante llamaron a un entendido Médico de Oaxaca y se pidió que se practicara un reconocimiento. El fanático Juez no aceptó al Doctor, porque dijo que era pariente suyo (del Juez) y nombro en su lugar, de acuerdo, con el ex-Jefe Altamirano, a un curandero, un tal Feliciano Alarcón, hombre rudo y analfabeta.

Este sujeto declaró, que el Sr. Escalante, «estaba bien en la prisión, que su enfermedad no era grave ni contagiosa  y que LA  IMENSA CANTIDAD DE SANGRE QUE ARROJABA POR LA BOCA LE BENEFICIA, PORQUE PADECE DE PUJOS DE SANGRE!!!…»

Tan estúpido dictamen fue acogido con placer por el Juez verdugo y por Altamirano, por que con ello, esas fieras pueden cubrir su responsabilidad, sin hacer aprecio a la voz de su conciencia, toda vez que los monstruos no la tienen.

Tan infame declaración fue ratificada porque otros individuos, entre los que se encontraba Valerio Rojas, Secretario del Municipio, que aunque parece tener sentido común, habló por el estómago, rugió la bestia al ver delante de ella un cuadro de miseria y de hambre si se atrevía a contradecir; y estrujando su criterio y torturando su sentido moral, se hizo a un lado el hombre para dar paso a la bestia que aulló complicándose en la maldad…

Volvemos a excitar a los clubs liberales y la prensa liberal para que proteste contra el salvajismo de que es víctima el Sr. Escalante, y nosotros, por nuestra parte, no cesaremos de protestar enérgicamente contra tal atentado.

Es necesario que se moralice la administración pública; es forzoso que haya justicia. Estamos a merced de las monstruosidades oficiales.

El Sr. Escalante es inocente y sólo se ha tratado de ejercitar una venganza, empleando la calumnia y la violencia, únicas manchadas armas con que cuentan nuestros enemigos, pero que tendrán que embotarse contra las nuestras que son la verdad y la justicia.

El Sr. Escante muere a manos de los verdugos, de sus monstruosos verdugos que acechan la vida de un hombre digno, de un hombre honrado. Pero la muerte del Sr. Escalante caerá como una maldición sobre los que la han procurado con sus inquisitoriales procedimientos.

El decoro de la Patria requiere que se castigue a esos verdugos, para que en el extranjero no se nos tache de salvajes. La civilización también quiere que se castiguen esos atentados, propios de países primitivos, y con los que la barbarie misma siente pavor.


1 Véase supra, art. núm. 667.

En esta época de falta de respeto a la ley, las autoridades gustan de ser arbitrarias, pero se encolerizan  cuando el periódico independiente, guiado por el noble deseo de mejorar la administración pública, por exigirlo así la salud del pueblo, desenmascara déspotas y descubre manejos turbios de las personalidades sospechosas.

En uno de nuestros anteriores números1 hablamos del Juez local de Castaños, Coah., un tal Benigno Cárdenas, que como saben bien nuestros lectores es incondicional aliado del clero. Ese funcionario dice que se va a vengar de los que dijimos acerca de su pésima gestión oficial.

Hay en todo esto un detalle, que revela la incapacidad del Gobernador Miguel Cárdenas para gobernar un Estado. No sólo por nosotros conoce el gobernador la ineptitud del Juez Cárdenas, sino que también por las quejas de los vecinos de Castaños y la denuncia que nuestro querido colega La Unión Liberal de Monclova, ha hecho, diciendo que en Castaños se infringen las Leyes de Reforma a ciencia y paciencia del beato funcionario, que tiene por autoridad al famoso cura Arpón, de Monclova, ese que anda a caza de palabras soeces, por las encrucijadas, para vomitarlas desde el púlpito sobre los dignos liberales del Club Miguel Blanco, sólo porque estos ciudadanos son patriotas y no apetecen ni la tiranía del fraile ni la opresión de los césares. El Gobernador, sin embargo, no destituye al Juez Cárdenas.

Ahora, el ideal de Cárdenas (Benigno) consiste en que castaños tenga un fraile. Los liberales se oponen, y con razón, porque temen que su honor y sus bienes sean atropellados por ser faunos de repugnante obesidad.

Tenemos algo que consignar acerca de los abusos del jesuítico Cárdenas, cometidos al amparo de su investidura oficial. Tomás Hernández sostenía relaciones amorosas con la joven Leonarda González. Parece que los padres de la joven se oponían a esas relaciones y los novios resolvieron fugarse, presentándose después al Juez del Estado Civil para que autorizara su matrimonio. Entre tanto la novia fue depositada en la casa del funcionario Cárdenas.

El padre de la joven consintió al fin en el matrimonio de su hija con Tomás Hernández, y el Juez del Estado Civil autorizó la unión. Pero al presentarse Hernández a recoger a su esposa de la casa del beato Cárdenas, éste se opuso, porque no se había celebrado la necia ceremonia religiosa por la que los frailes explotadores cobran una regular suma de dinero.

El esposo ultrajado elevó su queja  al Juez del Estado civil y este funcionario ordenó a Benigno Cárdenas que entregase inmediatamente a Leonarda, y que de no hacerlo así, informaría de lo ocurrido a la superioridad.

Cárdenas no obsequió la orden, sino que la devolvió  y dijo: «que en Castaños no hay más que autoridad que él y no entregaba a la depositada.» Tal acto de rebeldía merece un duro castigo, sobre todo para moralizar a esos sultancillos que se sueñan señores de horca y cuchillo, crecida como está su insignificancia con los cargos que la superioridad complaciente les da. Hasta se llega a persuadir, en atención a la rebeldía del Juez Cárdenas, que este recibe del fraile Arpón un tanto por ciento por ayudar al clero en su explotación.

Hay otro funcionario que pesa sobre Castaños como una plaga. Se llama Manuel de Hoyos y es Juez 2ª local. Este juez ha bebido los alientos de su colega, como vulgarmente se dice, por imponer multas a todo el que le viene en gana.

Este funcionario es el encargado de la limpia de las acequias que surten de agua  a las tierras de labor y el vecindario de Castaños. Con el pretexto de limpiar esas acequias, Manuel de Hoyos manda citar a los vecinos para que sin excusa ni pretexto se presenten en el Juzgado, que a la vez es la casa habitación de Hoyos, y allí se imponen multas de cinco pesos a los que se rehusan a trabajar en  la limpia aunque los renuentes no tengan derechos de agua y de agostadero.

Aparte de estos atropellos cometidos por Manuel de Hoyos, este individuo en ejercicio de la arbitrariedad encarcela a pacíficos ciudadanos en un corralón al que se le da el nombre de cárcel.

Manuel de Hoyos es insoportable como funcionario, y si no habíamos denunciado antes los atropellos que comete, ha sido porque no los conocíamos; pero ahora lo hacemos para que el Gobernador Cárdenas, en bien del pueblo, destituya en su empleo, a ese pésimo funcionario, así como a Benigno Cárdenas. Es necesario moralizar la administración.

Manuel de Hoyos, cuando vio que en bien del pueblo denunciamos a su colega Benigno, dijo: «si de mi se llega a ocupar ese periódico (REGENERACIÓN) meto a la cárcel a sus Directores.»

A nosotros nos tiene muy sin cuidado esa baladronada. Cumplimos con nuestro deber de periodistas independientes al denunciar los malos actos de los funcionarios  públicos, porque deseamos la felicidad del pueblo. Si Manuel de Hoyos se portase bien en sus funciones, nada tendríamos que reprocharle, pero como es arbitrario, como abusa de su puesto para tiranizar a los vecinos de Castaños, tendremos que denunciar esos abusos y esas arbitrariedades para conseguir un fin: la moralidad administrativa.

Corríjase Hoyos y déjese de amenazas que no tenemos. Cumpla con su deber y déjese de valentías  que se estrellan en nuestra firmeza, porque a nosotros nadie, óigalo bien Hoyos, nadie nos infunde temor; nosotros no conocemos el miedo, pues no nos atemoriza ni el poder omnímodo del mismo Presidente de la República, cuando se trata de cumplir nuestro deber como lo habrá visto Hoyos. De modo que sobran sus necias amenazas, porque a nadie tememos. Nos avergonzaríamos de ser cobardes.


1 Véase supra, art. núm. 647.

La Voz de Nuevo León, periódico sostenido por el ministro Reyes y que se edita en Monterrey, se ha sentido encolerizado porque censuramos la conducta oficial de los generales Díaz y Reyes. Dos artículos, rebosantes de odio, nos dedica ese insignificante papel que sin duda no ha de ser conocido por nuestros apreciables lectores, porque no sirve ni para envolver especias.

El Imparcial y El Popular, hojas suficientemente conocidas como venales, acogen con placer los coléricos escritos de su mercenario colega y ensucian más aun con ellos sus nauseabundas columnas, pero sin asentar el titulo de nuestro periódico, cosa que les agradecemos, porque se deshonraría nuestra publicación con sólo aparecer su nombre en tan hediondas hojas.

Nos tienen sin cuidado las hojas de referencia, pero lo que nos choca en ellas no es que nos injurien, por que para eso están pagadas por la Dictadura, sino que ya que son órganos de la prensa, por más que apesten, no procuran guardar el lugar que corresponde al periódico y se convierten en denunciantes, en azuzadores de los esbirros de la tiranía, para que el despotismo nos hinque los dientes.

A primera vista se comprende la intención de esos papeles. Su deseo es formarnos una atmósfera de odio más densa que la que ya pesa sobre nosotros, para que se desencadene la tempestad que ruge sobre nuestras cabezas. Es innoble el modo de proceder de esos periódicos. No está bien que la prensa descienda de su puesto para convertirse en sabueso del despotismo.

Por lo demás, diremos a esos papeles que no nos acobardan ni ellos ni los funcionarios a quienes atacamos, porque cumplimos con nuestro deber, defendemos al pueblo.

Hay una nota que consignamos no sin cierta tristeza. El Universal, colega a quien apreciamos, también nos hiere con motivo de la vocinglería de las primeras hojas. El Universal es un periódico independiente que no debe ponerse al nivel de la prensa corrompida. Su misión está muy por encima del oficio de los papeles que pagan los generales Díaz y Reyes.

Diremos a nuestro colega El Universal que todo el encono de las hojas que nos atacan proviene de que hemos dicho que el general Díaz ha destrozado la Constitución, ha postergado nuestras instituciones liberales. Al decir esto no hablamos de memoria. ¿Quién ha ordenado las reformas innecesarias que se han hecho a la Constitución? ¿Quién ha impedido que el pueblo conozca sus obligaciones y deberes? ¿Quién ha impedido que los ciudadanos ejerciten el civismo? ¿Quién lo ha reelegido? ¿Quién elige a los diputados y senadores? ¿Quién nombra jueces, magistrados y cuanto funcionario hay que debiera ser nombrado por el pueblo? ¿Quién ha matado la libertad de pensar? ¿Quién sostiene al clero prostituido?

La respuesta que honradamente debe darse a estas preguntas es dura, demasiado dura para los que no tienen valor para exhibir malos funcionarios, para los que les tiembla la mano y les falta la voluntad para arrancar caretas; pero nosotros no sentimos ese temor, y por eso manifestamos honradamente que Porfirio Díaz es la causa de todos nuestros males; que él es el autor de las reformas monárquicas que se han hecho a la Constitución, porque los diputados son instrumentos; que él ha impedido que el pueblo conozca sus deberes y derechos, porque no lo ha educado, a pesar de veinticinco años de sepulcral paz, de una paz que huele a muerto; que él ha impedido que los ciudadanos ejerciten el civismo. Porque no les conviene que el pueblo obre, porque si obrase el pueblo no tendríamos la pena de estar regidos por una monarquía absoluta, más aun que la rusa; él mismo, Porfirio Díaz, se ha reelegido, porque el pueblo ha visto con repugnancia la reelección; él elige diputados, senadores, jueces, magistrados, gobernadores, etc., porque no ha permitido que el pueblo nombre funcionarios; él ha permitido que se encarcele a los periodistas cuando denuncian las faltas de los funcionarios públicos, porque ha pretendido que permanezca oculta nuestra mísera condición; él sostiene al clero prostituido, permitiendo que los conservadores y los odiosos traidores ocupen puestos públicos, de los que se aprovechan para hacer preponderar al clero, que también es gran aliado del Presidente, como lo comprueba la complacencia con que ve sus desmanes, la declaración que hizo en el último censo, declaración que publicamos ya, y la persecución que han sufrido no pocos liberales.

Todos estos datos, y más que nos callamos para no hacer interminable este articulo, ¿no demuestran que el general Díaz no es liberal y que si antes fue república no, ahora es un César? Contéstenos El Universal.

Vea El Universal que cuando censuramos no lo hacemos guiados por un necio deseo de injuriar.

Respecto del general Reyes, hemos hablado tanto y fundadamente acerca de su personalidad oficial, que nos parece inútil repetir. Sin embargo, reasumiendo lo que ya hemos dicho infinidad de veces, diremos que tampoco es liberal. Es necesario no tomar la palabra liberal para designar a todo aquel que por cualquier motivo no asiste a misa, ni ocurre a fastidiarse con los sermones de curas imbéciles, ni obedece las necias practicas de la iglesia, que será lo que distinga al general Reyes, y por eso se le quiere llamar liberal. No; es preciso tomar la palabra liberal en su sentido amplio, sin subordinar el liberalismo al anticatolicismo, porque se puede ser anticatólico y ser tirano; un déspota puede odiar a muerte la religión.

El general Reyes no es liberal porque no toleró la libre emisión del pensamiento. Sería prolijo hacer una lista de todos los que sufrieron persecuciones injustas bajo la administración del general Reyes en el Estado de Nuevo León. Siguiendo en todo la política de centro, impidió que el pueblo tomara participación en los asuntos públicos; impuso presidentes municipales que fueron un azote para los ciudadanos pacíficos. Se impuso por el terror, y todas las firmas, o al menos la mayor parte de las firmas que aparecen en votos de adhesión, de confianza, de amistad, etc., etc., pues el general Reyes gusta de alabarse él mismo, han sido arrancadas por sus paniaguados, sin que pudieran rehusárselas muchas personas, para no aparecer como descontentos y ser entonces víctimas de atropellos sin cuento.

El que se impone por el terror no es liberal, por más que deje de practicar las ridículas fórmulas de la iglesia. Por eso decimos que el general Reyes no es liberal.

Innumerables son los datos que aduciríamos para comprobar nuestros asertos, pero ya varios han sido publicados por nosotros y otros los estamos exhibiendo en los artículos relativos al general Reyes.

Por lo anterior, y lo que ya hemos publicado, vemos que no ha sido infundada nuestra aseveración, que tanto escuece a La Voz de Nuevo León, de que el general Reyes fue un pequeño rey en la frontera y sigue siendolo, porque paga sus periodiquillos como este a que aludimos, y otros, y aun tiene influencia en el Estado de Coahuila.

Sigue siendo un pequeño rey, como lo comprueba la persecución al Club Liberal Lampacense y la persecución también al Club de Candela, y su oposición a que se funden clubes liberales en Monterrey y Saltillo, y según se dice, él también influyó para que el clerical gobernador de Hidalgo se entrometiera en los asuntos de la Corporación Patriótica Privada, de Pachuca.

Con seguridad que a nadie se le ocurrirá decir que esos actos son muestras de liberalismo.

Así, pues, bueno será que los periódicos que nos atacan defendiesen causas más justas. Es vergonzoso que las plumas se pongan al servicio del despotismo. La misión del periodista no consiste en alabar por paga, eso es sencillamente sucio, eso es inmoral. Con esos procedimientos se desprestigia al que se adula, porque el que obra bien no necesita pagar defensas como se paga el amor a las meretrices, como se paga a la pluma venal para que defienda entuertos.

Pero como si no bastara lo anterior, ni la consideración de que el pueblo es analfabeto por culpa del general Díaz, que no ha atendido a la educación del pueblo, preocupado como está en fortalecer al inservible ejercito, ¿que opinión se han formado los papeles que nos atacan acerca de la administración de justicia?

Terminamos, porque no queremos asquearnos con la prostitución de ciertos jueces, que a pesar de ser venales, se les consiente en sus puestos, porque sirven para todo, son magníficos instrumentos. Por lo demás, aconsejamos a los papeles vergonzantes que tomen una colección de Regeneración para que se informen de todos los atropellos, de todos los vejámenes a que están sujetos los ciudadanos de la República; y después de ver lo que hemos denunciado, se podrán cerciorar de que con justicia decimos que la actual administración es una monarquía absoluta, opresora hasta la exasperación, que tiene la hipocresía de calarse el gorro frigio para burlarse a su sabor de la vencida democracia.

En El Paladín Católico, periódico clerical que se edita en Aguascalientes, salió publicado un artículo en que se denigraba la memoria de nuestro gran Juárez.

Ese artículo indigno a los liberales, y los órganos del partido, entre los que se cuenta nuestra modesta publicación, lo comentaron con más o menos vehemencia.

Pero nunca nos hubiéramos imaginado que se persiguiese al autor del artículo referido, Sr. D. Juan M. Nuño, y se le encarcelase, como ha sucedido.

Nosotros, en nuestro carácter de periodistas liberales por convicción, no podemos ver con tranquilidad que se encarcele a los que manifiestan con franqueza y sin embozo sus pensamientos. El artículo del Sr. Nuño lastimó nuestros afectos más caros, denigró la memoria del Benemérito, pero conforme a nuestro criterio ampliamente liberal no debe perseguirse al Sr. Nuño; debe ponérsele en libertad, y así respetuosamente se lo pedimos al señor Juez de distrito de Aguascalientes.

Nuestro credo liberal, que es el que nos induce a luchar por la integridad de nuestros principios, postergados hoy por la arrogancia de la Dictadura imperante, nos aconseja que debemos combatir por la libertad, porque sin libertad no hay democracia, sin libertad no hay ciudadanos. Y una de las libertades que merece toda la atención de los liberales es la del pensamiento, porque ella ampara lo más digno del hombre, lo que le distingue como ser superior y lo que debiera ser intocable: la conciencia. Y si los liberales luchamos por la reconquista de nuestras libertades; si queremos que los principios democráticos no sean por más tiempo objeto de la befa y del escarnio de los déspotas, y si reconocemos que los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales, mal papel haríamos si permaneciéramos en la exasperante impasibilidad de la esfinge egipcia ante la persecución de que es objeto un escritor, que no por ser enemigo nuestro, que no por ser encarnizado defensor de las necias doctrinas conservadoras merece que se le coarte la libertad de pensar y de emitir su pensamiento.

El Sr. Nuño nos ha herido, nos ha lastimado con refinada crueldad al denigrar la memoria de nuestro Benemérito, al escribir con el veneno de las almas clericales su virulento artículo; pero el Sr. Nuño ha obrado en ejercicio de su derecho, ha ejercitado la facultad que nuestros padres del I857 expresaron en los artículos 6º y 7º de la Constitución.

Damos esta explicación, que creemos necesaria, por que no han de faltar espíritus suspicaces que crean que hacemos causa común con los fanáticos religiosos. Nosotros no hacemos causa común con ellos. Si mostramos nuestro desagrado por la prisión del Sr. Nuño es sencillamente porque somos consecuentes con nuestra doctrina liberal; porque no sólo queremos que haya libertad para nosotros, esto es, que sólo los liberales podamos manifestar sin trabas nuestras ideas, sino que también los clericales tengan la misma libertad, pues de lo contrario, nosotros los liberales, los que pregonamos a los cuatro vientos que luchamos por la libertad y la dignidad del hombre, no pasaríamos de ser unos buenos egoístas que clamando libertad fuésemos los primeros liberticidas para los que no comulgan con nuestras doctrinas.

Para contrarrestar la perniciosa influencia de las ideas de El Paladín Católico están los órganos de nuestro partido, estamos nosotros, que debemos observar la máxima de Lerdo de Tejada: “La prensa se corrige con la prensa.” Sobre todo, debemos huir, en nuestra propaganda, de la práctica intransigente que ha distinguido a los clericales, nuestros encarnizados enemigos políticos. Si ellos persiguen, porque en su inmoral doctrina no se respeta la dignidad humana y del catálogo de sus mentiras están proscritos los derechos del hombre, no debemos ponernos a su nivel. Los liberales debemos distinguirnos por nuestra entereza e infiltrar nuestras doctrinas en el duro cerebro de los fanáticos por medio de la persuasión, y no pretender convencerlos a fuerza de cárcel, como ellos quieren convencernos. Debemos presentarnos nobles y altivos, como lo ordenan nuestros sanos principios.

Creemos dejar satisfechos a nuestros queridos correligionarios con la explicación de nuestra conducta en este punto, en el que hemos tratado de hacer comprender nuestro criterio liberal, que por ser tal, no comprende por qué hemos de tener solamente nosotros la facultad de pensar y no nuestros enemigos políticos, con lo que llegaríamos a la odiosa intransigencia de los mahometanos, y no se nos llamaría liberales, sino liberticidas.

El señor Juez de distrito de Aguascalientes, a quien se acaba de pasar el asunto del Sr. Nuño, estamos seguros que ya ha de haber sobreseído en el negocio, porque es un buen liberal. Así lo esperamos para honra de nuestros principios liberales.

Ha tocado su turno a nuestro estimado colega El Barretero, de Guanajuato, que siempre se ha distinguido por su valentía y sano criterio al tratar con independencia de carácter las cuestiones políticas que tanto preocupan a los buenos ciudadanos. El Director de nuestro colega, el estimado Sr. D. Jesús Rodríguez, fue encarcelado el 5 del corriente por el Juez 1º de lo Criminal de aquella Ciudad, en virtud de la querella de difamación presentada por el carpintero Simón Balderas, patrocinado por el Abogado sin pleitos José Santos Ríos, que, a semejanza de Enrique A. Quevedo, digno apoderado de Luis G. Córdova, nuestro acusador, anda a caza de nombre que no pueden conquistar sus escasas aptitudes.

El motivo de la acusación fue un párrafo de nuestro colega, en que se refería a algunos abusos cometidos por ese carpintero con sus oficiales; pero tenemos entendido que ese ha sido únicamente un pretexto y que en el fondo de ese asunto se oculta la intención de hacer callar a El Barretero, por su actitud viril y enérgica al desenmascarar los abusos de los gobernantes y al desnudar las falsas reputaciones de los caciquillos de Guanajuato.

De todas maneras, escandaliza e indigna que la prensa independiente esté a merced de cualquiera Juez arbitrario que, sin barnizar de legalidad sus actos, atropelle los derechos del periodista, encarcelándolo y vejándolo. El Juez 1º de lo Criminal de Guanajuato, no se cuidó de que en autos quedase comprobado el dolo, requisito indispensable para que el delito de difamación exista, sino que, por el contrario, recibió la querella, recibió también, quizá, la consigna, y encarceló al Sr. Rodríguez, pasando sobre la ley y atropellando los derechos de este Señor.

Por fortuna para los intereses liberales, los defensores de ellos tienen voluntades de acero y no se doblegan ante la brutal agresión de los fuertes, que son fuertes únicamente porque tienen a su servicio el abuso, la chicana judicial y el atropello salvaje, pero no porque tengan a su lado al elemento popular que odia todo lo que es tiranía y vejación.

Sentimos cordialmente lo que acontece a nuestro colega, porque sentimos todo lo que sufren los buenos liberales por la defensa de sus ideas; pero nos regocijamos al considerar que la encarcelación del Sr. Rodríguez no ha debilitado los bríos de nuestro colega y la energía de aquel estimado periodista, bríos y energías que no se debilitarán con persecuciones, pues éstas tiemplan más las voluntades firmes.

Estaremos con nuestro colega en la lucha.

No hace muchos días que el digno y valiente periodista D. Juan Medal, Director de El Corsario, de Morelia, había obtenido su libertad gracias a la actitud honrada del Sr. Juez de Distrito de Michoacán, D. Jesús Maciel, que en el amparo interpuesto contra la sentencia del clerical Juez Méndez, suspendió el acto reclamado.

Ahora tenemos que dar cuenta a nuestros lectores de un nuevo atropello sufrido por aquel liberal periodista.

Un tal Villalón, amanuense vulgar de un fanático recalcitrante, ha denunciado los números 3 y 5 de nuestro estimado colega, en los que se da cuenta de los atentados cometidos por un sátiro de sotana apellidado Ochoa. Como era de esperarse, el Juez ordenó desde luego la aprehensión del Sr. Medal, quien rendirá oportunamente las pruebas irrefutables de sus asertos.

Se ha entablado, pues, la lucha entre el partido Liberal y los sectarios del obscurantismo. Estos tienen a su favor el apoyo incondicional de nuestros gobernantes que, ni con mucho, son liberales; pero en cambio nosotros tenemos como apoyo moral nuestras sabias instituciones y la sana conciencia popular que repugna ese contubernio entre clericales y gobernantes.

No seremos vencidos en la lucha, porque para ello tenemos el espíritu bien templado en el ejemplo de las gloriosas generaciones de héroes que han iluminado nuestra Historia; mientras que, por el contrario, el partido clerical tiene a retaguardia una larga cadena de traiciones, desde aquellos que condenaron a Hidalgo, pasando después por Iturbide, y por los que agasajaron en 47 a los norteamericanos y en la Intervención a los franceses, hasta la actual política de conciliación.

Excitamos a los liberales de la República, para que se unan a la enérgica protesta que levantamos a los atropellos de que es víctima el Sr. Medal. Si hay Jueces que revuelcan su toga en los fangos de la sacristía,  y que en vez de estar al servicio de un pueblo libre, lo están al de la corrompida facción clerical, para satisfacer apetitos cenagosos y cubrir llagas pestilentes, hay en cambio un inmenso partido liberal que sabrá arrojar del templo de la Justicia a tales funcionarios.

Para ello es necesario ejercitar nuestros derechos en los comicios y darnos gobernantes liberales, ya que los que ahora tenemos se preocupan más de satisfacer sus egoístas aspiraciones, que de satisfacer las aspiraciones de este pueblo que tiene hambre y sed de justicia.

El 22 del próximo pasado agosto sentenció el Juez de distrito de Zacatecas al Sr. Lic. Antonio Díaz Soto y Gama a cuatro meses de arresto por el delito de ultrajes al Presidente Díaz y al ministro Reyes. Lo disparatado de esa sentencia, las blasfemias que contiene contra la ley y contra los principios jurídicos, el combate abierto que sostiene contra el sentido común, su rebelión contra nuestras máximas constitucionales y la desenmascarada intención de un acto adulatorio, en vez de un acto de justicia, nos obligan a ocuparnos de ella para que el público vea que contorsiones hace un Juez al pretender sofocar todo lo que es independiente y digno.

Ya nuestros lectores conocen el patriótico discurso del Sr. Lic. Soto y Gama1; para la mejor comprensión de la sentencia transcribiremos una parte de él, copiado por el Juez de distrito en el resultando 2º de su fallo. Dice ese resultando: "Que de acuerdo con el pedimento del C. Agente del Ministerio Publico se formularon a Díaz Soto los cargos de ultrajes al Presidente de la República y al ministro de la Guerra (general Bernardo Reyes), consistentes en que al pronunciar el discurso que obra en autos vertió las expresiones que siguen: »¿Quién sabe si en este momento hubiésemos ya visto, con motivo de las fiestas de la Paz, al Presidente Díaz comulgando en nombre y en representación de la República? Porque todo es posible en nuestra época y bajo nuestro gobierno, en esta época de conciliación con todas las bajezas, con todas las desvergüenzas y con todas las ignominias, en que lo mismo transige el pueblo con el engaño infame de la no reelección y adula al hombre que le ha robado su fe en la República y su amor a la libertad, que transige el jefe del Estado con la prostitución encerrada en los conventos como en letrinas, con la seducción organizada en las sacristías a manera de trampas de las que no escapará la doncella, y con la traición y el obscurantismo elevados al poder bajo la forma de gobernadores. . .

"Así, lo vemos entonar himnos de alabanza en loor del caudillo que traicionó a la democracia, y llamar héroe a quien hizo la paz para provecho propio y más opípara alimentación de los parásitos del presupuesto. . .

"La política de las complacencia no es la política que salva a los pueblos; el sistema de gobierno que esgrime la crueldad contra el ciudadano digno, que bárbaramente sacrifica a los que hacen respetar sus derechos, que sólo da empleos a los que tienen por virtud la horrible cualidad de la obediencia ciega, ese sistema es el sistema de lo inmoral, de lo desastroso y de lo infame. . . Estamos en pleno periodo de conciliación con lo asqueroso y de paz para lo inicuo… Estamos en paz con el clero…, en paz con la inmoralidad administrativa, aunque deshonre al país y conculque el derecho… Necesitamos que renazca el espíritu de Juárez y que sus manes inexorables purifiquen nuestra vida política, limpiándola de tanta inmundicia, de tanta abyección y despotismo tan grande… Hace falta también un hombre de la talla de Juárez . . . que de a cada cualidad y a cada vicio social su recompensa y su castigo…, y a la picardía judicial, al vandalismo administrativo y a la escandalosa explotación de los empleos en provecho del propio estómago, a esos vicios que hoy por hoy son el ornato de nuestro régimen de gobierno, a ellos, el lúgubre calabozo en donde todo queda recluido y sofocado…, hasta la pestilencia de los caciques corrompidos…

"Y señalar como candidato apetecible para la Presidencia de la República a un hombre que estará muy bueno para educar reclutas a cintarazos y hacer perder la vergüenza a sus subordinados, pero que no tiene un átomo de demócrata ni la mas leve tintura de estadista, ni conoce el respeto a la ley, ni tiene a la Magna Constitución del 57 en más aprecio que al acicate que hoy clava en los ijares de su caballo y hundirá mañana en las entrañas del pueblo.. ."

Una vez sentados por el Juez de distrito en el resultando 2º estos párrafos, dice en su considerando 1º: "Que la inquisitiva del acusado y los párrafos transcritos prueban debidamente que los funcionarios objeto de las censuras y expresiones en que se hacen consistir los cargos, lo son el Presidente de la República y el ministro de la Guerra.

"Es cierto que no se hace expresamente del general Díaz en los últimos periodos en que se habla de la política de las conciliaciones y complacencias con lo inmoral, lo infame y lo asqueroso; pero como todo esto equivale en el fondo a transigir con la prostitución, la traición y el obscurantismo, de cuyos actos se había hecho antes responsable al jefe del Estado, lógicamente debe suponerse que este es el autor de la expresada política."

No puede haber expresiones más disparatadas en orden jurídico que los anteriores conceptos del Juez. Los fallos deben contener un hecho considerado como delictuoso y la aplicación fría, serena y directa del derecho al hecho que se juzga; pero no es lícito que los jueces divaguen en apreciaciones que trastornen el sentido literal de los conceptos, y menos aún que apliquen una lógica disparatada y necia cuando no entienden lo que es lógica y la firma científica de su aplicación. Tampoco quiere la ley que se hagan suposiciones sobre conceptos que revisten una forma impersonal, como los últimos de los párrafos transcritos, para resolver en definitiva que tales conceptos deben aplicarse a tal o cual persona que se pretenda hacer pasar por ultrajada. Por suposiciones, es decir, por sospechas, no puede condenarse a alguien. Es necesario que medie una prueba plena, que surja clara y terminante, para evitar la duda que encierra toda sospecha y satisfacer el justiciero principio que ordena absolver en caso de duda.

Pero es inútil hacer que comprenda el Juez de distrito de Zacatecas los sanos principios del derecho, toda vez que lleva su torpeza hasta el grado de listar entre los ultrajes que dice cometió el Lic. Díaz Soto los conceptos de que "hace falta un hombre de la talla de Juárez" y de que "necesitamos que renazca el espíritu de Juárez.” Esto demuestra que para la adulación incondicional y servil, el solo recuerdo de Juárez es un ultraje al Presidente Díaz, quien, ni con mucho, puede sostener un paralelo con aquel gigante, que hace empequeñecer a los que se atreven a desafiar su altura.

Por otra parte, ninguno de los conceptos vertidos por el Sr. Lic. Díaz Soto puede considerarse ultrajante a los generales Díaz y Reyes, porque todos ellos se encaminan a apreciar la actual situación política, están dentro de los limites del artículo 6º constitucional y, por tanto, no se refieren a la vida privada de esas dos personas. La libre manifestación de las ideas no tiene en este caso valladar alguno, y menguados estaríamos si dentro de un régimen constitucional como se dice que es el nuestro no pudieran los ciudadanos criticar libremente la torpe política de nuestros mandatarios. Estos están obligados a ceñirse a las leyes, y si no quieren sujetarse a nuestro régimen constitucional, si pretenden imponer su voluntad sobre las leyes y si únicamente gustan de las dulzuras del poder y no desean conocer las amarguras de él, que se retiren a la vida privada, al hogar, en donde solamente hallaran caricias, y dejen los puestos públicos, en donde las caricias se llaman adulación y servilismo, dos elementos que conducen al desprestigio y a la degradación de un pueblo que es digno de ser libre, porque para conquistar su libertad ha luchado bizarramente.     Sigamos al Juez de distrito en sus traspiés entre los preceptos legales. Dice en el considerando 2º: "Poco importa que el ultraje se dirija, no a la función misma, sino a las aptitudes del funcionario que la ejerce. . . Las expresiones (que usa Díaz Soto) tienden todas a paralizar y debilitar la autoridad moral y consideración de dichos funcionarios."

Habíamos tropezado en nuestra practica periodística y forense con jueces refinadamente torpes e ignorantes; pero no habíamos tenido la oportunidad de conocer una tan sabrosa pieza jurídica como la anterior, tan plagada de suficientismo audaz. El atrevimiento del Juez de distrito no conoce limites, pues hallando estrecho el circulo de sus atribuciones judiciales, invade las del legislador, para presentar una disparatada tesis. Al referirse el código penal, al delito de ultrajes, señala como elemento constitutivo de él que los ultrajes se dirijan al funcionario público en el ejercicio de sus funciones, o con motivo de ellas; y debe considerarse que se ha cometido ese delito únicamente cuando, violándose las restricciones a la libre manifestación de las ideas, se ha hecho uso de conceptos que impliquen una injuria a la persona misma del funcionario, cuando este se halla dentro de la circunstancia de ejercicio de su función, o fuera de ella, si la injuria se comete con motivo de esa función.

Pero el Juez de distrito de Zacatecas, que no solamente ignora esos principios, sino que pretende corregir la plana a los legisladores, asienta en su transcrito considerando 2º que el delito de ultrajes se comete cuando se refiera el inculpado a las aptitudes del funcionario que ejerce la función. Esto reforma notoriamente el texto legal, sin que un Juez de distrito esté facultado para ello en razón de sus funciones de mera aplicación de las leyes y no de creador de ellas; y no puede crearse una ley basada en el sistema burdo del Juez de distrito, porque a ello se opondrían los artículos 6º y 7º de la Constitución, cuyos principios deben imperar sobre las demás leyes, que facultan a los ciudadanos para juzgar de las aptitudes, conducta y procedimientos de los funcionarios públicos, ya que estos tienen constitucionalmente el carácter de servidores, de mandatarios del pueblo y no el de tutores de éste.

Por otra parte, irrita que el Juez de distrito hubiese condenado al Sr. Lic. Díaz Soto, cuando el mismo Juez asienta, en el referido considerando 2º, que el ultraje no se dirigió a las funciones del Presidente y del ministro de la Guerra, sino a sus aptitudes, caso no previsto por la ley, y por tanto no delictuoso; y es mas irritante el que ese Juez, por un prurito de adulación servil, hubiese asentado en dicho considerando, que rige directamente la parte resolutiva de la sentencia, que "las expresiones (que usa Díaz Soto) tienden a paralizar y debilitar la autoridad moral y consideración de dichos funcionarios,” como si esto estuviese previsto por la ley como delito, por más que sea un crimen de lesa majestad en la maleable conciencia de los aduladores. La actitud de ese Juez descubre y ratifica nuestro estado social, lo desnuda y exhibe para que tropiece con la censura pública; hace, sin meditarlo quizá, o quizá conscientemente, la disección de la conciencia judicial, siempre dispuesta a sofocar las aspiraciones nobles de un pueblo ansioso de encontrar en los funcionarios públicos la actitud recta, inquebrantable y firme que señalan los rígidos preceptos de nuestras leyes.

Nos reservaba el Juez de Distrito un considerando 3° para confirmar nuestra creencia de que ese funcionario ha burlado la ley. Dice, después de que trata inútilmente de probar que hay ánimo doloso, que, "en efecto, las expresiones vertidas por el acusado demuestran por si mismas la intención dolosa, pues son de tal naturaleza, que no es posible concebir que se hayan proferido sin ánimo de ofender.” Estos conceptos revelan únicamente la impotencia judicial, tanto para comprobar una circunstancia que la ley exige que se compruebe, como para desarrollar una idea que brotó pesadamente de la estrechez intelectual del Juez.

En derecho, cuando no se presume el dolo, ha quedado excluida la función psicológica, por notoriamente injusta e inquisitorial. Ahora se requieren pruebas rendidas conforme al cartabón, estrecho, si se quiere, de la ley; pero estrecho y todo, tiende a evitar la sanción de injustas apreciaciones de jueces que, no por serlo, dejan de estar sujetos a todas las debilidades humanas. A evitar esto tiende la ley, y si en el Juez existen pasiones extrañas a ella, se descalabraran en las recias paredes en que la conveniencia social ha circuido las atribuciones de los funcionarios. Si esto no existiera, nuestro corrompido medio político hubiera concluido ya con todas esas energías que se han levantado como una protesta enérgica contra los abusos del poder.

Para concluir, diremos al Juez de distrito que el señor Lic. Díaz Soto no pudo haber sido juzgado por el delito de ultrajes, sencillamente porque no cometió ese delito, ni en consideración a los conceptos vertidos ni a los elementos constitutivos del delito. Ya hemos visto que los conceptos del Sr. Díaz Soto no son injuriosos, porque se refieren a la función pública del Presidente de la República y de su ministro de la Guerra, conceptos que están amparados por el articulo 6° constitucional. Veremos ahora que ha faltado, a más del dolo, un elemento constitutivo del delito de ultrajes: el de la presencia de los funcionarios ultrajados.

Para que pueda existir ese delito es forzoso que se ofenda a los funcionarios en su presencia o por actos directos.

Lo contrario sería sentar una teoría que no está patrocinada por nuestra ley penal positiva. Dicha ley penal hace una distinción que confirma esa tesis: al referirse al poder legislativo, el ultraje se comete en agravio de una Cámara, no del Congreso, porque requiriéndose la presencia del ofendido, o un acto directo, no es posible ultrajar en un solo acto a un cuerpo compuesto de dos asambleas que funcionan separadas.

Pero era imposible que el Juez de Distrito escudriñara en la ley para hallar estas teorías. Él vió que se trataba de un reproche a las funciones públicas del Presidente y del ministro de la Guerra, lo que bastó para que su espíritu adulatorio, como el de todo aquel que no conquista un puesto con merecimientos, sino por una graciosa concesión del poderoso, lo indujese a pronunciar un fallo a pesar de que en autos faltaba la comprobación del dolo, la de los ultrajes y la de la presencia de los ultrajados. Pero ello no importa: con dos o tres afirmaciones dogmáticas desligadas de toda severidad lógica y otros tantos tumbos en las escabrosidades del Código penal forjó una sentencia que avergonzaría a un tinterillo.

El Sr. Lic. Díaz Soto apeló de ese fallo y esperamos que el tribunal del primer circuito lo revoque, para escarnecimiento de los jueces de distrito que confunden su noble tarea con la del palaciego lleno de contorsiones y flexibilidades ante los poderosos. Los jueces no deben ser vehículos de pasiones extrañas a la ley.


1 El discurso al que se alude fue publicado en Regeneración, no. 52, 31 de agosto, 1901.

Para comprobar que los periódicos gobiernistas carecen de vergüenza, veamos lo que decía El Mundo Ilustrado en Mayo de 1896 refiriéndose a su actual ídolo el Gral. Bernardo Reyes.

Dijo así la desvergüenza semioficial:

"El Gral. Sr.  D. Bernardo Reyes Gobernador Constitucional del Estado de Nuevo León, y por aproximación del Estado de Coahuila, ha renunciado a la oficialía Mayor del Ministerio de la Guerra, y su renuncia ha sido aceptada por el Ejecutivo de la Unión.

"Si nuestros lectores han fijado su atención en la nota editorial que publicamos en nuestro número anterior, acaso hayan encontrado en nuestras breves líneas la explicación de un hecho inesperado en el público. ¿Por qué ha renunciado Bernardo Reyes?  Impaciencia de dispéptico, genialidades de impulsivo, que tal vez le hayan llevado a olvidarse de una condición especial en las necesidades de la actual política: LA DISCIPLINA.

“El dilema para Reyes lo expuso EL MUNDO con toda claridad: o el Gobernador del Estado de Nuevo León, al aceptar una posición de oficinista se sometía a las funciones que le eran impuestas por su nuevo cargo o, en un acto de rebeldía -propio de quien mucho espera del porvenir- renunciaría el empleo que le fue concedido.

"Esto lo habíamos previsto y no esperábamos – seremos sinceros- que los hechos habrían de darnos la razón en tan  breve espacio de tiempo. De ser el Sr. Berriozabal – decíamos en nuestro número anterior- tan bondadoso y complaciente como el Sr. Hinojosa, el Sr. Reyes estallará tarde o temprano. El Sr. Reyes ha estallado, temprano, y acaso en lo futuro tenga motivo de arrepentirse de este arranque de su temperamento nervioso, impropio de un candidato a político prominente.

"Un verdadero hombre de estado se distingue precisamente en el difícil arte de dominar sus pasiones. El Sr. Reyes no ha sabido dominarlas y su fracaso le cierra el camino del porvenir.

"En vano podrán los acontecimientos elevarlo a una condición superior a la que hoy ha ocupado; el General Reyes ha sido juzgado ya por el país y este sabe que el propuesto candidato a la Vicepresidencia de la República es ante todo un hombre que no santificará nada a sus pasiones, que él, y nada más él es el programa que arrojará a la República en un caso dado.

"La ambición no es para nosotros una pasión censurable: gustamos de los hombres ambiciosos, siempre que su ambición tenga por fin un objeto noble y levantado, algo externo, algo que no dependa exclusivamente de la propia personalidad.

"EL Sr. Reyes ha comprometido su porvenir en un impulso de amor propio. Es de sentirse, porque según dicen, es un militar notable.

"En política no hay todo o nada; la política es el arte de lo posible en vista de lo probable. El Sr. Reyes no ha aceptado lo posible y pierde, por sus impaciencias lo probable.

"La República no quiere ya nada de los pasionales: gusta de hombres serenos y fríos, de temperatura de hielo, que son los únicos que le ofrecen garantías.

“¿Permanecerá el Sr. Reyes en Nuevo León? ….. Se dijo, antes de que se hiciera cargo de la Subsecretaría de Guerra, que su salud delicada le obligaría a emprender un viaje a Europa. Los aires del mar son recomendables para ciertas enfermedades. La hipocondría se cura viendo correr los arroyos: el océano es un poderoso elemento de olvido.”

Ahora, para la prensa corrompida, el Gral. Reyes es todo lo contrario, y se vuelve colérica contra nosotros porque exhibimos  la nulidad, como estadista, de ese militar tan afortunado como el Gral. Díaz, pero que, como éste, no ofrece ninguna garantía para el bienestar de la Nación.

Con motivo del día onomástico de Don Bernardo, los que ayer vociferaban contra él (Bulnes, Flores, Montes de Oca, Dufoó, Espíndola y otros individuos) se han cansado de ofrecer dislocaciones y torceduras al egregio soldado; al eminente político y esclarecido  patriota.

El público honrado sabrá apreciar la conducta de los periódicos que hoy alaban al Gral. Reyes y le sacuden de la levita el lodo con que ayer le salpicaron en sus encabritamientos de bestias famélicas.

No solamente se impone en Túxpam la inmoralidad punible del juego, solapado por las autoridades y fomentado por algunas de ellas para obtener un lucro que no conquistarán con un trabajo honrado, sino que se hace uso por los empresarios, de las parejas de rurales destinadas a cuidar a los ciudadanos honrados y no a los tahúres.

Pero no solamente se tiene allí a los rurales para que cuiden del orden, sino que los empresarios les utilizan como sus criados, pues les ordenen y mandan a su arbitrio. Hace pocos días, el honrado vecino D. Felipe Leal fue remitido, sin motivo alguno, a la cárcel, custodiado de una pareja de rurales y por orden de un tal Bartolo Rodríguez, uno de los empresarios. Pasó la noche en la cárcel el Sr. Leal y al día siguiente fue llevado a la calificación de la Jefatura, sin que Rodríguez se hubiese presentado a dicha autoridad a formular su queja, a pesar de habérsele citado.

Por lo expuesto se verá que los vecinos honrados de Túxpam no solamente están sujetos a las arbitrariedades que con tanta frecuencia cometen las autoridades de ese lugar, sino que también algunos particulares favoritos pesan sobre esos vecinos y los vejan.

Estas autoridades no comprenden su misión, ni tienen aptitudes para desempeñar el empleo que ocupan. Si Dehesa, ese Gobernador tan inútil, cumpliera con su deber, destituiría a esas autoridades; pero nada bueno puede esperarse de un gobernante que se ha constituido en el Mecenas de los jugadores.

Por otra parte, corremos traslado de estas líneas a la Secretaría de Gobernación, a fin de que los rurales no sigan prestando esos servicios tan ridículos, pues creemos que no ha sido creado ese cuerpo para cuidar tahúres.

De entre la garrulería informativa de los Diarios de la Capital, hemos recogido varias noticias que nos llenan de jubilo. En primer lugar, la forzada renuncia del Dr. Luis E. Ruiz, del empleo de Director General de Instrucción Primaria, y tras de esa renuncia, una larga y pesada cadena de ineptitudes que en breve tiempo han huido de sus puestos con la atonía del desastre. El Lic. Castañeda y Nájera y el Lic. Serrano son otros huérfanos de la fortuna que lloran la ausencia de un Ministro que vegetó veinte años rodeado de nulidades.

La juventud estudiosa prevé un porvenir lleno de promesas y en particular los alumnos de la Escuela Preparatoria baten palmas y se sienten aliviados del despotismo militar de Castañeda y Nájera.

Y tienen razón esos alumnos, Castañeda y Nájera no fue un Director fue un déspota. Recibió en sus manos tres generaciones vigorosas y altivas y las devolvió a la sociedad como una piltrafa. Tres generaciones agotaron sus energías entre las monásticas paredes del Colegio de San Ildefonso, y estas tres generaciones vuelven la cara atrás y con una sonrisa de triunfo contemplan la caída del verdugo.

Fue nocivo Castañeda y Nájera como Director de la Preparatoria. Fue la personificación de la represalia. Fue el instrumento de la tiranía. Había que dominar a aquella juventud altiva que abofeteó a la Deuda Inglesa y arrojó al rostro de los magnates la hojarasca del níquel1, había que sofocar todo grito de rebelión que fermentaba en las almas jóvenes cuando el Gobierno sigue un camino tortuoso, había que implantar una Dictadura que choca con las aspiraciones Democráticas de la juventud, había que resolverse el escabroso problema de la política de conciliación, había de amordazarse a la prensa que recibía un poderoso contingente de plumas juveniles, había necesidad de crear esta política personalista y oprimente y el Gral. Díaz habilitó de Director de la Preparatoria a un Coronel para que estropease aquel lugar destinado a un pedagogo.

Y cumplió admirablemente su misión sombría ese hombre que se hunde, para reaparecer mañana en la historia de las infamias de este Gobierno. No lo perdonarán sus víctimas, porque sus víctimas son los que escribirán esa historia.

De los otros caídos el Lic. Serrano era el ad latere del ex-Ministro Baranda. Casi no se le conocía en la Escuela Normal de Profesores. Era un Director honorario. Podría encontrársele diariamente en los tranvías de la colonia a las once de la mañana  acompañando al Ministro que salía de sus casa para llegar al hotel San Carlos y darse enseguida un paseo por Plateros. Era el favorito de Baranda.

El resto de los renunciantes, no merece mención especial.

El Dr. Ruiz era también conocido por su ineptitud y ásperos modales, que la prensa se encargo de zarandearlo por mucho tiempo, a despecho de sus paniaguados, que ya le habían vuelto la espalda y ensayarán el modo de adular al Ingeniero Martínez.

Con la caída de los Directores de Escuelas, muchas ineptitudes disfrazadas de maestros caerán también. Ya el Dr. Flores prepara en su Escuela el sistema benéfico de las oposiciones. Deseamos que no pervierta ese sistema como aconteció últimamente en la Escuela de Medicina.

Comienza el saneamiento de la Instrucción Pública. Bien; pero ¿cuándo comenzará el saneamiento del ramo de justicia? Urge, no hacer renunciar, sino destituir, a todos los Velázquez que hacen con la ley juegos malabares. Es ignominioso que tengamos una judicatura en la que abundan las personalidades de dudosa conducta y rudimentario intelecto.

Es necesario comenzar.


1 Hojarasca de níquel. Se refiere al llamado Motín del níquel, ocurrido el 21 de diciembre de 1883. Desde 1882 había comenzado a circular la moneda de níquel que pronto se desacreditó debido a que el presidente Manuel González decretó que se pusiera en circulación una cantidad mucho mayor de lo que exigían las transacciones pequeñas. Esto dio pie a negocios deshonestos, pues se cambiaba la moneda con descuentos de entre el 10 y el 25%. El motín iniciado en La Merced pronto cundió hasta el Zócalo, donde, en señal de protesta, fueron arrojadas las monedas de níquel al paso del presidente.

Comentando “El Monitor Sinaloense” la Circular que ya dimos a conocer a nuestros lectores, expedida por el Supremo Tribunal de Justicia de Sonora sobre que se abstengan los jueces que de él dependen, de recibir emolumentos de los litigantes con motivo del ejercicio de sus funciones, se expresa en estos términos:

“Por fortuna, entre nosotros, no lamentamos en el ramo judicial, los desmanes que en otras partes refiere diariamente la prensa periódica. Raro es aquí el proceso que se inicia contra un Juez y mucho menos contra un magistrado.

“Nuestras autoridades judiciales cumplen con regularidad sus obligaciones, y el Supremo Tribunal de Justicia es un vigilante estricto, activo y eficaz, que cuida con todo el rigor debido, que en todo y por todo se cumpla con la ley y se imparta pronta y cumplida justicia.

“El Poder Judicial en Sinaloa es una de las más firmes garantías del orden social.”

Causaría estupor el procedimiento seguido por los periódicos subvencionados, si no conociéramos los ardides a que ocurren para ensalzar las bondades de una Administración caduca y corruptora. El periódico subvencionado es el reflejo de esa administración, es la hipócrita careta tras la que se oculta el monstruoso rostro de toda tiranía, es el vendaje que oculta la llaga gangrenosa, no sin que se escape la asfixiante fetidez que la denuncia.

La administración de justicia sinaloense, es como la mayoría de las administraciones de Justicia de la república. Tiene, fuera de alguna que otra personalidad intachable, todos los viciosos procedimientos encaminados a conculcar las leyes, todas las mezquinas aspiraciones a burlar los derechos individuales, el afán de servir a los poderosos, ya recibiendo consignas, ya oficiosamente, imprimiendo a los rígidos preceptos legales dolorosas contorsiones de clown. No podremos tener una buena administración de justicia, no podrá tenerla el estado de Sinaloa, sino hasta el día en que el poder no se mezcle en los juicios y los funcionarios judiciales puedan obrar con independencia de criterio, previa una enérgica y decisiva selección de personal. Para llegar a este benéfico resultado, se necesita que el Gral. Díaz se aleje de la Presidencia, y con él su funesto cortejo de tantos Cañedo, Dehesa, Izábal, Martín González, Rodríguez, Obregón González, que pesan sobre el país como una maldición.

Y se admira “El Monitor Sinaloense” que sea raro allá el proceso contra algún funcionario judicial, olvidándose de lo que anteriormente había asentado “que las más ocasiones quedan (los abusos) en el silencio y en la impunidad, porque los interesados prefieren casi siempre quedarse con el agravio cometido, que constituirse en partes denunciantes o acusadoras. De estas debilidades abusan los delincuentes.”

Esto es lo que pasa en Sinaloa con la política de terror del Gobernador Cañedo. De lo contrario, se castigaría severamente a los Magistrados y Jueces que burlaron los clarísimos derechos de los Sres. Inda y Espinosa y que siguen burlándolos a pesar de las numerosos ejecutorias de la Suprema Corte a favor de esos Señores, y habrían pasado ya por el banquillo de los acusados los funcionarios judiciales que tan repetidas veces atropellaron los derechos del Sr. Lic. Alejandro Buelna.

No hay justicia en Sinaloa porque no hay funcionarios que sepan impartirla.

Un rumor agradable, como todos los rumores que tienden a destruir situaciones desesperantes, corrió en el público no hace muchos días. Se decía que al Lic. Emilio Álvarez, Procurador de Justicia en el Distrito Federal se le haría renunciar a su empleo y se le relegaría a la Cámara de Diputados, en donde su ineptitud pasaría desapercibida. Guardamos un caluroso aplauso a la Secretaría de Justicia, para cuando ese rumor sea una realidad.

El Lic. Álvarez es una ineptitud bien caracterizada, en la que se atropellan pasiones que no encajan en la serenidad de su ministerio. Fue una de las más brillantes adquisiciones del ex Ministro Baranda. Para dar el último toque crudo a una administración de Justicia inútil, se importó una personalidad a la que venía holgadísimo el cargo. Ha sido una calca del ex Procurador Castañeda y Nájera. Hay entre ambos individuos hasta la afinidad de la corpulencia física, … en contra posición a la afinidad del raquitismo intelectual.

La última jornada del Procurador Álvarez ha sido ruidosamente comentada por el público. En el asunto Azpe-Beltrán, recibió el golpe de gracia, no supo redactar el acta de los sucesos y recurrió al Lic. Ferrer, Agente del Ministerio Público, que en esos momentos llevaba la voz de la acusación en un jurado popular. Después, la 2a Sala del Tribunal Superior le hizo sufrir, en el mismo asunto, un desengaño, que no fue el primero en su larga carrera de derrotas.

Está bien que le hagan renunciar. Un hombre que, sin antecedentes en algún negocio, sin haber ojeado un expediente, sin haberse tomado la molestia de estudiar un asunto, da instrucciones a sus subordinados, guiándose por el carácter general del caso o por las impresiones que le producía el interesado, no puede ser Procurador de Justicia.

Nunca se le ha visto en la Tribuna forense. La dejará virgen al renunciar. También es verdad que su hablar tartajoso, su ademán torpe y desmañado y su pesado y lento cerebro, no son una garantía para cautivar un auditorio.

Que le hagan renunciar, mucho ganará la Administración de Justicia con la separación de un individuo que no tiene aptitudes ni para secretario de Juzgado de Paz.

Continuamos hoy la serie de artículos1 encaminados a demostrar que el Gral. Reyes no reúne las condiciones apetecidas para ser un buen Presidente de la República.

Ahora vamos a ver que no tiene aptitudes  para gobernante. Esta afirmación no es meramente dogmática, sino que ella es el resultado del análisis de su gestión administrativa en Nuevo León, practicado sobre los múltiples datos que arroja a la consideración pública esa misma gestión.

Un raciocinio vulgar cuando se refiere a los adelantos del pueblo, siendo incapaz de profundizar sus investigaciones para desmenuzar uno por uno los variados elementos cuyo conjunto armónico al desarrollarse y crecer constituye el progreso de un pueblo, sólo se fija en las exterioridades más o menos aparatosas para declarar con el suficientismo de los necios, que una sociedad progresa, sin preocuparse con la circunstancia de si ese progreso es como un edificio de hermosa forma al que no se le han puesto cimientos, y propende, por lo tanto, a derrumbarse al menor contratiempo.

Al hablar de la gestión administrativa del Gral. Bernardo Reyes como Gobernador de Nuevo León no faltan espíritus superficiales, y lo que es peor, hombres con talento, que se deshagan en elogios al Gobernante, que como el Gral. Díaz, ha cuidado de ocultar nuestra miseria cubriendo la mendicidad del mexicano con los pintarrajeados activos de una riqueza más extranjera que nacional.

En efecto; los espíritus superficiales baten palmas por el adelanto material de Nuevo León así como por el adelanto de toda la República, y de ese adelanto sacan una consecuencia absurda cual es la de considerar como los autores de esa prosperidad, que tanto se alaba y de la que los más no participan, a los actuales gobernantes del país.

Nuevo León durante la administración del Gral. Reyes, no progresó. El adelanto de que tanto alarde se hace y que envanece a los gárrulos aduladores, no se ha hecho sensible más que en la capital, Monterrey, pero aparte de esta ciudad los demás pueblos del Estado están sumidos en el más completo abandono y la miseria que hay en ellos es más notable que la que sufrían en los años atrás, mucho tiempo antes que el notable estadista hiciese la felicidad del Estado como lo proclama la desvergüenza.

Hemos comenzado por el progreso material porque es el gastado argumento que a falta de otro esgrime la bajeza para patentizar que la tiranía hace progresar al país. Nosotros hemos dicho infinidad de veces que de nada sirve que haya tres o cuatro ricos cuando la miseria se alberga en casi todos los hogares, y que el progreso material es un progreso ilusorio cuando no hay ciudadanos sino esclavos a quienes explotan una docena de sindicatos enfermos de avaricia.

Pero sin divagarnos, y dejando esas consideraciones para el final de este artículo vamos a ver si el Gral. Reyes es el autor del progreso material de Monterrey ya que las Municipalidades del Estado guardan una situación más precaria aun que bajo el régimen de otra tiranía tan funesta como la actual, la de Santa Ana.

El Gral. Reyes no es el autor del progreso de Monterrey. Entre nosotros se ha acostumbrado atribuir a los gobernantes los beneficios que la iniciativa particular procura a los pueblos en que esa iniciativa se pone en actividad. El progreso de Monterrey o al menos la mayor parte de él se debe a la iniciativa particular, a la actividad del Sr. Robertson2.

Este señor organizó la Compañía del Ferrocarril del Golfo con el que se comunicó a Monterrey con Tampico y con el ferrocarril Internacional por cuya vía llegaron los metales de Sierra Mojada a Monterrey, lo que provocó el establecimiento de fundiciones.

Con este solo hecho, el Sr. Robertson y no el Gobernador Reyes, hizo progresar notablemente a Monterrey poniendo a esta ciudad en comunicación con el importante  Puerto de Tampico. El comercio, por lo mismo, recibió notable impulso, y la industria con la comunicación al importante centro minero, Sierra Mojada, tuvo que crearse y se hubiera creado forzosamente por la virtud de las circunstancias, así como por esta misma virtud se hubiera enriquecido el comercio, aunque el notable estadista no hubiera ni pensado gobernar el Estado de Nuevo León.

El Sr. Robertson emprendedor inteligente y activo, organizó los trabajos para la construcción de otro ferrocarril que contribuyó a hacer progresar más y más a la capital neolonesa, y se construyó el ferrocarril de las Minas de San Pedro. Con este ferrocarril fácil será suponer que aumentó la industria y creció el comercio también por virtud de las circunstancias creadas por la iniciativa particular y no por el Gobernador Bernardo Reyes.

El Sr. Robertson, que no Reyes, continuó haciendo progresar a Monterrey y organizó las campañas de Carros Urbanos, luz eléctrica y construyó magníficos hornos para fabricar ladrillo. No se puede decir, por lo mismo, que D. Bernardo es el autor de ese progreso sino Robertson

Los capitales formados gracias a la iniciativa del Sr. Robertson naturalmente tenían  que atraer otros capitales y de aquí que el comercio y la industria hayan tenido un buen desarrollo en Monterrey, que no sólo contaban con los capitales que primeramente se formaron sino con vías de comunicación fáciles creadas por la iniciativa particular.

El Sr. Robertson, continua trabajando en la organización de nuevas compañías y atrayendo nuevos capitales, aparte de los que por si solos toman asiento en la importante plaza fronteriza.

Aparte del Sr. Robertson, otras muchas personas han seguido su ejemplo ,y entre todas han hecho efectivo el progreso material de Monterrey.

Si esos hombres en lugar  de escoger Monterrey, hubieran escogido otro punto de la República, esa ciudad, a pesar de la notabilidad del estadista que pasó sobre ella, estaría en las mismas condiciones que cualquiera otras del país en donde no hayan entrado ni la industria ni el comercio.

Nada pues, le debe Monterrey al Gral. Reyes, nada que sea de provecho. Lo único que le debe, es la inmensa tolerancia que disfrutan unos individuos que se llaman Chapa Gómez y Quiroga que regentean casas de juego en aquella ciudad; garitos que dejan pingües utilidades a los que viven con la explotación de los incautos. Esto es lo que se debe al Gral. Reyes como Gobernador de Nuevo León y contra lo que debería protestar el hediondo Círculo Unión y Progreso, no de lo que decimos nosotros.

Las minas que hay en el Estado, no serían explotadas si a consecuencia de la construcción del Ferrocarril del Golfo no se hubiera puesto a Monterrey en comunicación con Tampico. Para la construcción del ferrocarril, el Sr. Gral. D. Gerónimo Treviño3 desplegó grande actividad como Presidente de la Compañía, actividad que indudablemente se había desplegado de igual suerte, aunque no hubiera sido Reyes Gobernador del Estado.

El ferrocarril Internacional tomó en cuenta las utilidades que obtenía el ferrocarril del Golfo, y por esta razón concluyó su línea hasta Monterrey, hace dos años, y no porque el Gral. Reyes hubiera sido Gobernador.

Por lo anterior, vemos que el Gral. Reyes se lo debe todo a Monterrey, pues si ese funcionario hubiera tenido que gobernar un Estado como Guerrero o como Chiapas, pasaría tan desapercibido como cualquier otro Gobernante y si no hubiera habido un Robertson en Monterrey nadie oiría hablar de tal Gobernante, ni habría círculos serviles.

Este es, a grandes rasgos, el progreso de Monterrey, que nada le merece a Bernardo Reyes.

Pero aparte de que nada puso de su cosecha para el adelanto de la capital fronteriza, puso en la Municipalidades, alcaldes parecidos o peores que aquel Barreda de Candela, Coah., y Jefes Militares como Aurelio Díaz, el que hostilizó a los liberales Lampazos.

Mató toda clase de libertades y los periodistas huyeron en Monterrey para ponerse a salvo de la inquina oficial.

Tanto descuidó al Estado, que muchas autoridades fueron señores de horca y cuchillo de sus respectivas Municipalidades y la ley fuga sembró el espanto entre los pobres fronterizos.

En el Estado no hubo seguridad alguna, pues el bandidaje exhibió su infamia y el dinero y las vidas de los ciudadanos estaban a merced de cualquier bandido. A millares murieron los ciudadanos al golpe de los asesinos. El Sr. Dr. D. Ignacio Martínez fue una víctima del bandidaje.

Y esto a pesar de que los rurales como Pedro Hernández se multiplicaban en la frontera……

La indignación conmueve al organismo, cuando se recuerda el sinnúmero de asesinatos efectuados en Nuevo León, por individuos a quienes ni se juzgó siquiera. Uno de los asesinatos que produjo mayor escándalo, fue el cometido en la persona del joven  comerciante D. Manuel Alanís, en Sabinas Hidalgo.

En Lampazos se asesinó a un Sr. Herrera, al que los bandidos no respetaron a pesar de llevar consigo dicho señor una carta del Gral. Reyes en que este funcionario le ofreció toda clase de garantías.

En Sabinas Hidalgo también fue asesinado un Sr. Flores y llenaríamos las planas de REGENERACIÓN si fuésemos dando cuenta de todos los asesinatos que han hecho lúgubremente famosa a la frontera de la República………..

Está comprobado, pues, que Bernardo Reyes, como gobernante, no ha sido siquiera un gobernante mediocre sino un pésimo mandatario a quien la iniciativa particular ha dado nombre entre los que no conocen los antecedentes administrativos de esta personalidad oficial, funesta a todas luces.

Deploramos que este artículo haya tomado tan grandes proporciones: pero pidiendo perdón a nuestros queridos lectores, vamos a ver a grandes rasgos, si es un beneficio para el país el progreso material, para que, aun suponiendo, sin conceder por supuesto que, Bernardo Reyes fuese el autor del progreso material de Monterrey, como tampoco lo es Porfirio Díaz del de la República en general, porque lo que aconteció en Monterrey, bajo la pesadumbre de Reyes es lo que acontece en toda la Nación bajo la pesadumbre de Díaz, vamos a ver, repetimos, lo que significa ese cacareado progreso material que se nos pone en los ojos como una venda para impedirnos ver y apreciar la magnitud de nuestra desgracia labrada por la tiranía.

No hablamos nosotros, sino que habla el Sr. Lic. D Genaro Raigosa a quien no podrá tacharse de oposicionista.

Dice el Sr. Raigosa en su magnífico estudio titulado La población de México.4

.”…….. no creo que la Patria sea nada más que un vasto territorio surcado de vías férreas, envuelto en redes telegráficas, poblado de caserios más o menos extensos; con puertos artificiales y muelles metálicos, con Bancos y Establecimientos de Crédito, con fábricas y talleres y factorías, y bosques de preciosas ansías, y ricos criaderos metalíferos con Tesoro próspero y paz asegurada, y orden inalterable …… yo creo que sobre todo esto, …… hay algo más en la idea de Patria, hay algo que es lo esencial, que es lo más importante, que lo prima todo y todo lo absorbe y abarca en su conjunto, y ese algo ….. es la gente, es la raza, es el pueblo, es la Nación….. Es la comunidad de sangre, la comunidad de ideas, la comunidad de idioma, de costumbres, de leyes, de religión, de historia, de defectos y de virtudes, y de instintos y de Ideales, de glorias y de dolores, de tradiciones y de esperanzas ……. es la comunidad del nombre, es la población ……. es el mexicano en fin …….!

«Si pasamos rápida revista a nuestra situación presente, vemos que la banca, el alto Comercio, la gran Industria, las vías férreas, las mejores minas, la propiedad territorial más productiva  el Crédito Público federal y local ……. todo lo que significa movimiento y vida;  todo lo que acusa propiedad y crecimiento, en su mayoría, en su inmensa mayoría, no pertenece a mexicanos; no pertenece a elementos activos que se funden en la masa nacional naturalizándose, desléyendose, incorporándose a aquella en totalidad; sino a elementos activos colocados encima con estratificaciones distintamente individuales, a elementos de género parasitario y frecuentemente transitorio que explotan la vena mientras produce, pero constituye el panal en floresta lejana al abrigo de otro sol y el abrigo de otras brisas. Los partidarios del «laissez faire, laissez passer;» los que opinan que todo va bien como se encuentra, y que nada sucede que suceder no deba, pueden encontrar satisfactorio que el mexicano por virtud de esta selección artificial, vaya quedando relegado a las profesiones literarias, a los empleos administrativos, a la pequeña industria a domicilio y a la servidumbre personal o de la gleba….. puesto que al fin queda en el fondo un residuo de riqueza real y sirve en todo caso de medio educativo, de carácter práctico y ….. a la larga, provechoso. Pero para discutir tales ideas, yo veo que un país por sus condiciones geográficas, ni puede aislarse dentro de una muralla monográfica para esperar tranquilamente esa lenta solución educativa, para evitar los efectos de la ley física que obliga a los líquidos contenidos en dos vasos separados por un diafragma, a sufrir, el de menor presión, la endosmosis del que la experimenta mayor, por su altura de nivel o por propia densidad más grande. Y o yo soy un perfecto iluso, o es preciso cerrar los ojos para no ver la infiltración creciente de todos los tejidos del organismo nacional por la continua afluencia a través del vasto cuanto poderoso diafragma de nuestra frontera, de una corriente de penetración profunda que no se amalgama con nada de lo existente, que no tiene afinidades próximas, ni remotas, ni con los hábitos, ni con las tendencias, ni con el idioma; pero que sin embargo se impone, se asienta, se consolida y se afirma por virtud de leyes físicas también, que inexorablemente distribuyen los líquidos por orden de gravedad específicas; evacuando el lugar de los menos densos ante los de mayor peso. Y que son de mayor peso esos elementos atómicos de saturación progresiva, no tiene duda alguna; porque están mejor armados para la lucha “ por la existencia” gracias a una educación superior en todos los sentidos; pero especialmente en el industrial y práctico que, derivado de la aplicación a la vida real de los tesoros de la ciencia moderna, les ha dotado del más poderoso instrumento de su propia elevación. Que esa infiltración sea benéfica, altamente benéfica para un país llamado México, considerado en su conjunto “externo;” considerado como un miembro autónomo de la sociedad “internacional,” considerado como “un factor de importaciones y exportaciones  que alimenta el comercio universal” ¿quién podría discutirlo, ni menos negarlo…….? Pero que sea benéfica para la raza, que sea benéfica para la población nativa, que sea benéfica para los mexicanos en las presentes condiciones de  inferioridad individual de la gran masa, para competir con éxito en el campo del trabajo  con una avalancha cada día mayor y obligarla a amalgamarse y fusionarse en el gran conjunto nacional; no parece tan claro definirlo afirmativamente. Por lo contrario, a una simple ojeada puede notarse ya, que aun en el terreno de la pequeña industria, el taller y la obrería nativos van cediendo el lugar, lenta pero irremisiblemente, al taller y la obrería extranjeros, mejor organizados, mejor dirigidos, más prósperos, más activos, sin duda alguna: pero estrechando más y más el círculo de trabajo nacional, relegando más y más al mexicano a la vida del simple jornalero, cerrando los horizontes de la raza y acentuando los lineamientos de su evolución regresiva……”

Ya vemos, por lo anterior, lo que significa nuestro cacareado progreso y hemos visto, además, por los otros puntos que contiene este artículo, que el Gral. Bernardo Reyes  sería un pésimo Presidente de la República. La anarquía, con todas sus consecuencias, vendría a poner fin a la tiranía que implantase ese militar siguiendo las huellas de su antecesor Díaz.

El asesinato sería cosa común en el país; porque está visto que no saben reprimir el bandolerismo, y si en la frontera han sido asesinados millares de ciudadanos, en toda República perecerían millones y las hecatombes seguirían a las hecatombes, y habría la necesidad de empuñar el fusil y abandonar la pluma para hacerse respetar………..


1 Véase supra, art. núm. 705.
2 Joseph Andrew Robertson(1849-1939). Empresario, militar y abogado oriundo de Kentucky. U. S. A. Se estableció en Monterrey en 1870. Fundo The Monterrey News 1892. Trazó y construyó el Ferrocarril del Golfo, (Monterrey -Tampico, 1889); en 1895 fundó la Compañía Manufacturera de Ladrillos Monterrey. Introdujo tranvías urbanos y electricidad en la zona regiomontana.
3 Jerónimo Treviño (1836-1914).  Militar neoleonés. Combatiente contra la Intervención francesa. Gobernador de Nuevo León al restaurarse la República, en 1867, y en 1869, 1871 y 1913. En 1888 organizó la Compañía del Ferrocarril al Golfo.
4 Vid. supra, n. 202.

A la ya enorme lista de asesinatos cometidos en la frontera Norte de la República cuando el inepto del Gobernador Reyes no pudo impedir tanto crimen ni castigo a los asesinos, hay que agregar un conato de homicidio del que se dice que es responsable el Capitán 2° Aureliano Díaz aquel valiente que se ensañó contra los honrados liberales lampacenses.

Como ya hemos dicho millares de ciudadanos han sido brutalmente asesinados en la frontera, mientras Bernardo Reyes fue Gobernador de Nuevo León. Ahora iba a ser asesinado el Sr. Elpidio Canales.

Veamos como se llevó a cabo el nuevo atentado.

Recordarán nuestros lectores que el Sr. Elpidio Canales fue injustamente procesado por el hecho de haber quemado un judas la soldadesca que guarnece a Lampazos. El Sr. Canales fue puesto en libertad, por ser inocente, en unión de otros compañeros suyos inocentes también y miembros del “Club Liberal Lampacense”

Recordarán también nuestros lectores que el Capitán Aureliano Díaz, tiene aptitudes de esbirro, cualidades que son muy apreciadas en esta época de opresión.

Aureliano Díaz, el esbirro, quedó contrariadísimo con el fallo de la justicia federal que declaró inocentes a los que él y su colega el verdugo Pedro Hernández, habían calumniado soezmente y vejado peor.

El Sr. Canales ciudadano de irreprochables costumbres, salió en su carruaje la noche del 12 del actual en compañía de los Sres. Manuel Villarreal, José Ma. Villareal y Julián Peña. El carruaje que ocupaban los cuatro caballeros pasó entre 8 y 9 de la noche frente al cuartel del 12° Regimiento, y al verlos el Capitán Díaz ordenó al cochero que se detuviera. El cochero no oyó tan imbécil orden y continuó su camino, pero a una segunda orden, paró el carruaje.

Entonces el Capitán, del modo más grosero, injurió la respetable memoria de la autora de los días del Sr. Canales y terminó su ultrajante discurso con una bravata de ebrio de plazuela, diciendo al Sr. Canales: “que no le acontezca volver a pasar por aquí, PORQUE TENGO ORDEN DE MATARLO como a un perro.”

El Sr. Canales, con entera sangre fría, que indudablemente envidiaran más de una docena de soldaditos, que sienten temor de mujer histérica cuando están en presencia de un judas ardiendo, contestó a Díaz como lo hacen los caballeros, pero el esbirro, fuera de sí, ordenó a varios de los rurales que indignamente manda el verdugo Pedro Hernández que apearan del coche al Sr. Canales. El Sr. Canales quiso bajar por su voluntad pero tropezó y cayó.

Entonces Aureliano Díaz del modo más cobarde se atrevió a dispararle dos balazos, pero como afortunadamente a los cobardes les tiembla la mano cuando se trata de asesinar, las balas no tocaron al Sr. Canales.

Viendo el joven agredido que su vida peligraba, porque en la frontera el asesinato es cosa común y corriente en virtud de que no se castiga a los asesinos, trató de escapar de las garras del verdugo y huyó, logrando salvar su vida.

Díaz, llamado a declarar respecto del asunto, dijo con cinismo inaudito que el Sr. Canales le había disparado un balazo y que él, se lo había contestado. Después dijo que dos habían sido los tiros que había disparado el Sr. Canales y uno de él, y por último, tratando siempre de eludir su odiosa responsabilidad, dijo que se habían cambiado dos tiros cada uno.

El cinismo de Díaz es inaudito, como decimos, porque el Sr. Canales no disparó ningún tiro; ni siquiera llevaba arma.

Este escandaloso atentado ha quedado sin castigo y la impunidad ha enfatuado a Aureliano Díaz, quien a cada momento trata de ofender a los pacíficos ciudadanos de Lampazos.

El hecho ocurrió en presencia de varias personas honorables, entre las que se encuentran el banquero Sr. D. Luis G. Vázquez que con su familia se encontraba en las ventanas de su casa; D. Ramón García y un tío suyo; el Sr. Capitán D. Gregorio G. García y el Alcalde 1° de Lampazos, Sr. D. Cresenciano López.

¿Quedara impune este delito? Creemos que si, porque no hay justicia, porque la inmoralidad administrativa dio a la ley el tiro de gracia hace ya veinticinco años.

Sin embargo de que sabemos que no se hará justicia, queremos, no sólo nosotros, sino todos los ciudadanos que se preocupan por el decoro de la Patria, que se aplique la ley en este caso, pues de no hacerlo, en el Extranjero se formarán triste idea de nosotros.

También lo exige el honor de la Nación, que se descubra ese ser misterioso que da órdenes para que se asesine a los ciudadano, pues que Aureliano Díaz ha dicho que TIENE ÓRDENES DE MATAR al Sr. Canales como si fuera un perro.

¿Qué monstruo es ese que se oculta para expedir sangrientas órdenes de matanza? Interróguese a Aureliano Díaz para que exhiba a ese monstruo a quien sirve de instrumento  para ejercitar innobles venganzas. Interróguese a este militar para que denuncie el asesino hipócrita, que más cobarde que el instrumento, se oculta en quien sabe que infecto tugurio o magnífico palacio para desembarazarse cómodamente de su enemigos.

Y una vez que se haya descubierto el hediondo cómplice; una vez que la repugnante personalidad del monstruo hay sido esclarecida en el proceso, aplíquese a esa hiena, a esta repugnante pantera el castigo que se merece, sin necias piedades porque esos espantosos engendros no tienen derecho para inficionar a la sociedad con sus acciones purulentas.

Castíguese con ejemplar energía al instrumento y su cobarde cómplice, sin fijarse en que este pueda ser un miserable o un potentado.

Es necesario que haya justicia, y así lo exigimos.

Ven nuestros lectores que la muerte amenaza a los ciudadanos. Que no hay garantías y que la vida de un hombre es un juguete para los asesinos.

Wistano Velázquez ha querido quitarnos el mal humor, y lo ha conseguido. Creyó el inepto funcionario que nos fastidiábamos soberanamente en esta prisión (Belem)  y se propuso procurarnos sensaciones agradables. Ha acusado a uno de nosotros, que según el escuálido criterio de Wistano, le llamó venal.

He aquí lo que sucedió:

D. Ricardo Flores Magón celebró un convenio con el D. Filomeno Mata para la impresión de REGENERACIÓN. En dicho convenio se aprobó una cláusula en la que se trata de indemnizar a D. Filomeno Mata, siempre que por causa de nuestra publicación resintieran algún prejuicio los intereses del referido Sr. Mata.

La inquina que nos tiene Wistano porque hemos denunciado más de una vez su torpeza y falta de ilustración, con el fin de que la Secretaría del ramo ponga el remedio en el bien de la anémica administración de justicia, vió en ese contrato y principalmente en la cláusula a que nos referimos, malsanos propósitos de parte nuestra y así lo informó al juzgado de Distrito colmándonos de injurias en su informe, como ya lo saben nuestros lectores, por habernos referido a él en uno de nuestros pasados números.

Velázquez llamó  a la reja del Juzgado a D. Ricardo Flores Magón para tomarle una declaración relativa al contrato, que para el arbitrario Velázquez es una prueba en contra nuestra y por esta declaración cree el juez que se lo llamó venal: dice así la declaración que insertamos integra.

“En veintidós de agosto (1901) se llamó a la reja del Juzgado al Sr. Ricardo Flores Magón, y, previos los requisitos de ley se le puso de manifiesto el contrato que para la impresión del periódico REGEENRACIÓN celebró con D. Filomeno Mata, a efecto de que dijera si la firma que lo cubre es suya, así como cierto el contenido, contestó: que el contenido es cierto y suya la firma que lo cubre; que el fin de haber convenido poner la cláusula cuarta fue indemnizar al Señor Mata en caso de que se perjudicara de algún modo por denuncia que pudiera haber del periódico y que se previó tal denuncia, porque a REGENERACIÓN se le iba a imprimir un carácter independiente y bastante sabido es que en México, la prensa independiente no goza de garantías, porque no adula al Gobierno ni solapa los malos actos de los funcionarios públicos; esto por una parte, y en atención a que en México no hay justicia, porque la mayor parte de los jueces no son honrados, hicieron prever la probabilidad de una denuncia, en virtud de la dolorosa experiencia de que los jueces venales son a la vez los más susceptibles, y como el periódico está destinado a denunciar los malos actos de los jueces, por su carácter de jurídico independiente, se temió alguna denuncia por parte de uno de esos jueces susceptibles y por esa razón se redacto la cláusula del contrato que trata de indemnizaciones al Sr. Mata.

Preguntado por el juzgado para que dijera  quiénes son los jueces venales, supuesto que denuncia un delito cometido por algunos jueces venales, contestó: que en este momento no denuncia esos jueces venales, pero que a su tiempo, el mismo juez de esta causa sabrá quiénes son cuando los procesados ejerciten sus derechos conforme a la ley, acusando a los jueces de que no son honrados. Ratificó lo expuesto previa lectura, y firmó.”

Velázquez que no se distingue por su talento como funcionario, pues sobradas pruebas ha dado de estratificación cerebral, se quedó rumiando la palabra venal, que aplicó Don Ricardo Flores Magón a los jueces sin honor, y como la suspicacia es propia de los intelectos rudimentarios se les antojo que la palabrilla era para él y acusó.

Como ven nuestros lectores, no se le dijo venal a Wistano, pero él dice que sí y presentó su acusación tan torpe y desgarbada como la de cualquier analfabeta.

Por fortuna el Sr. Sequero, Juez 3° Correccional, ante quien presentó Wistano su papasal, no es Velázquez ni Pérez, tiene criterio propio y creemos que no nos odia.

Agradecemos a Wistano que haya acusado a uno de nosotros, porque sólo de este modo nos hemos visto a salvo de su iniquina.

Se ha excusado el pésimo funcionario de conocer de nuestro proceso.

La Secretaría de Justicia debe fijarse en los torpes procedimientos de Wistano Velázquez. Había motivos suficientes para excusarse desde el principio del proceso y no lo hizo. Tal acto hace presumir  que ha obrado arbitrariamente.

La Secretaria de justicia debe procurar la eliminación del elemento que sirvió  a Baranda porque se desprestigia la administración con tales funcionarios, no todos, sino los adictos al mal Ministro.

Veamos lo que ocurre en el Cantón de Cosamaloapam, Ver., para comprobar que una vez más, que el organismo nacional esta infestado de parásitos, que se llaman funcionarios públicos, que agotan las energías de un pueblo ayer viril y degradado y abyecto hoy.

En San Pedro Amatlán, un valentón  golpeó al Sr. Miguel Villalobos con un bastón para dejarlo casi moribundo. Las autoridades no se han preocupado por la aprehensión del malhechor, quien pasea por el pueblo y se embriaga a diario sin que nadie lo moleste, porque se dice que es valiente y acomodado.

En cambio al Sr. D. Eduardo Valenzuela se le tiene en la cárcel de Cosamaloapan  porque este señor hirió casualmente a D. Norberto Ramírez durante una cacería. No obstante que ambos, heridor y herido han declarado terminantemente que se trata de un hecho casual, y que en todo caso, se debe a la imprudencia del heridor, se ha tenido incomunicado al Sr. Valenzuela por un tiempo innecesario, como aquí lo acostumbra hacer el arbitrario Juez Wistano Velázquez y aun permanece preso el pobre señor.

La seguridad de que hace alarde el Gral. Díaz no existe en San Pedro Amatlán sucediendo lo mismo que en toda la República.

Los ladrones roban cuanto pueden en todos los Municipios de Tesechoacán, Acula, Amatlán, San Andrés Tuxtla y otros. En el río de Tuxtla tienen su madriguera los Jacobo; y un tal Manuel Aguirre (a) El Charro, tiene en jaque las prosperidad sin ser molestado pues pasea tranquilamente en Tesechoacán.

Los rurales para nada sirven. Arrastran su vida de ocio escoltando al Jefe Político de Cantón, un tal Lorenzo Gómez.

Este Jefe es arbitrario, contándose entre sus actos despóticos el hecho de haber prohibido a varios ciudadanos la instalación  de un Club Liberal que secundare las ideas del primer Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí. Como se ve ese funcionario secunda ventajosamente las practicas de la Dictadura.

Los rurales no vigilan el Cantón dedicados como están a cuidar al Jefe Gómez que teme ser agredido por una de tantas víctimas como ha hecho. También se dedican los rurales al cuidado del establo del funcionario, sirviendo de vaqueros.

No hay elecciones en el Cantón. Los Alcaldes Municipales son puestos por Lorenzo Gómez y a él obedecen servilmente. Las elecciones son una pantomima ridícula y ultrajante representada por el Secretario del Ayuntamiento de Cosamaloapam, maniquí de Gómez.

Y Cosamaloapam se hunde porque la arbitrariedad y el abuso se han entronizado en el desventurado Cantón, que ha tenido la desgracia de estar sometido a un Jefe Político que no cumple con su deber.

Graves en extremo son las noticias que tenemos de las autoridades de la Unión, Gro., y que vamos a referir para que llegue al conocimiento de las autoridades superiores del Estado suriano e investiguen lo que haya de cierto en todo ese embrollo.

El regidor 1º del Ayuntamiento que funcionaba como presidente desde muchos años atrás, llamado Vicente J. Moncada cometió infinidad de abusos bajo el amparo de Bibiano Zárate, Prefecto del Distrito que le tenía de Secretario por recomendación del ex Gobernador Mercenario.

Los concejales llamaban a cuentas a Moncada y éste no las rendía porque se dice que saldría en desfalco, en las cuentas de subscripciones abiertas entre particulares para la construcción de un Zócalo, embanquetado de calles, etc. El Prefecto, en lo particular, disuadía a los concejales de su empeño y la rendición de las cuentas siempre se aplazaba.

Vicente J. Moncada, viéndose perseguido por la justa pretensión de los concejales, apeló a la fuga, y el 16 de Diciembre del año pasado salió del pueblo como a las dos de la mañana, procurando no ser visto de nadie, aunque antes había dicho que iría a Coahuayutla.

Con la salida de Moncada, quedó solo Bibiano Zárate que se dedicó con ahínco a extorsionar al pueblo.

Infinidad de personas han tenido que pagar multas injustas, y otras determinadas sumas de dinero para reemplazos de un supuesto contingente de sangre. A otras personas se les han quitado sus armas.

Por fin, después de tanto abuso, Zárate se ausentó de la Unión, y todo el mundo ignora por qué ha ido a desempeñar la prefectura de Mina. Nuestro querido colega Juan Panadero ya ha hablado de tan funesto funcionario.

Desearíamos, que el recaudador de rentas de la Unión, informase si le fueron entregadas las cantidades siguientes, que fueron cobradas por vía de multa bajo la administración de Zárate. He aquí los nombres y las cantidades cobradas por multas y reemplazos:

Cruz Pano $14.00; Félix Peñaloza, $100.00; Natividad García, $15.00; José Gómez y Concepción Arciga, $25.00; Librado Ríos, $12.00; el Sub Comisario de La Orilla, $10.00; un depósito de $30.00 de Gregorio Núñez; Inés Peñaloza, $50.00; Luis Espino por Ceferino Guzmán, $40.00; Baltasar Landa, $21.00; Teófilo Nieto, $25.00; un hijo de Epitacio Baños, $25.00; de Coahuayutla el Presidente Municipal por dos reemplazos que se le pidieron, $50.00; Severo de los Santos, $25.00.

Estos hechos los denunciamos al Gobierno del Estado de Guerrero, para que proceda a practicar la averiguación que sea del caso. Hay que notar que mientras el Sr. D. Félix H. Leyva fue Prefecto del Distrito, la administración caminaba perfectamente, pero después según nuestros informantes, una vez salido del puesto el Sr. Leyva, ha reinado el desbarajuste en donde antes había orden.

Para moralizar la administración pública, conviene que se haga la averiguación que indicamos, pues es bien triste que las autoridades abusen de sus puestos para cometer toda clase de atentados.

Por más que se afanen los periódicos gobiernistas en demostrar que somos felices bajo esta opresora administración, los hechos nos llevan a la consideración de todo el infortunio que pesa sobre los habitantes de la República.

El joven comerciante, Sr. D. Agapito Villalobos Coronel, es víctima en estos momentos en la ciudad de Chihuahua de la falta de la justificación de los jueces.

A este joven se le ha acusado temerariamente de abuso de confianza y falsificación de documento privado. El acusador es un socio suyo.

El Sr. Villalobos Coronel había formado con otra persona una sociedad en comandita, de la que el primero sería el Gerente y administrador  de la sociedad con la facultad de hacer uso de la firma social.

El Sr. Villalobos Coronel, en ejercicio de sus facultades practicaba cuanta operación era ventajosa al desarrollo y enriquecimiento de la sociedad, pero su socio, quizás instigado por enemigos del Sr. Villalobos, no obstante haber facultado por medio de la escritura social al Sr. Villalobos para llevar la gerencia y la administración de la sociedad, ha acusado de abuso de confianza a este último, por que no le pidió su consentimiento para practicar una operación de comercio, y de falsificación de documentos por haber pedido al Banco Minero un crédito de cinco mil pesos, que ya está cubierto.

El juez que conoce de este asunto, no obstante la escritura social en que están estipuladas las facultades del Sr. Villalobos y de ver por la misma escritura que dicho señor ha obrado en todo lo conforme al pacto social, ha tenido encarcelado al joven comerciante hace ya más de sesenta y dos días.

La conducta del Juez es arbitraria, pero más lo ha sido, cuando sin facultad para ello, ha ordenado que se rematen los bienes del Sr. Villalobos, fiado sólo en el dicho del acusador y sin oír en defensa al procesado, en suma, sin que se comprobase el cuerpo del delito.

La saña contra el Sr. Villalobos se ha llevado al extremo de realizar no solamente sus bienes, sino que también los de su anciana madre.

Esta es la justicia que se administra en la República, y con todos estos atropellos, con todas estas arbitrariedades de que son objeto los ciudadanos, no faltan papeles vergonzantes que nos reprochen el que alcemos la voz para denunciar tales abusos y protestar contra los atropellos y las arbitrariedades.

Esos papeles dicen que es antipatriótica nuestra labor y soportamos con calma tal ofensa pero con sus denuestos contra nosotros, así como las persecuciones de los tiranos, nunca lograrán convencernos de la bondad de la actual administración pública que nos prepara nuestra ruina, pues necesitaríamos ser ciegos para no ver tanta vejación y sordos para no oír el clamor de nuestro pueblo, que en vano pide justicia porque sus reclamaciones justísimas tendrán que purgarlas en la podredumbre de las prisiones o en la prostituida promiscuidad de los cuarteles.

¿Se hará justicia con el Sr. Villalobos? Lo creemos difícil si en su contra pesa  la influencia de los caciques codiciosos, pues en este caso, por bien armado que se encuentre el procesado con las limpias armas de la ley, verá embotarse los preceptos legales contra la brusquedad de las arbitrariedades de los jueces.

Llamamos la atención  del Sr. Gobernador Ahumada, acerca de lo que acontece con el Sr. Villalobos. Es inicuo que se manche la reputación de un hombre honrado  con acusaciones temerarias acogidas benévolamente por jueces complacientes e injustos.

Sobre nosotros pesa una nube de odios, porque nos hemos impuesto la tarea de desenmascarar déspotas. La prostitución de la prensa asalariada nos colma de soeces injurias para hacernos desistir, quizás, de nuestro empeño; pero no saben esos papeles que sus vociferaciones no nos acobardan, precisamente porque obramos conforme a los dictado de nuestra conciencia, y no como ellos, que tienen que vivir en constante flexión espinal para no desagradar al Gral. Díaz o al Ministro Reyes, a quienes defienden desprestigiándolos, porque nadie toma en serio las defensas hechas por paga.

Pero al contrario de esa prensa corrompida que tiene pendiente su vida, de la magnanimidad de los prohombres, hay otra, la honrada, la que no adula, la que está al servicio del único soberano: el pueblo. Esta prensa honrada nos distingue con su aprecio, y nosotros nos enorgullecemos de ello, porque sería bastante lastimoso que los que reciben el mendrugo de los déspotas a cambio de su dignidad, fuesen los que nos brindaran su amistad, la hedionda amistad de los serviles. Pero cuando la prensa independiente nos ayuda, nos sentimos agradecidos porque sólo los colegas independientes son honrados.

Nuestros apreciables colegas ¡Excélsior!, de Veracruz, La Corregidora, de Laredo, Texas; El Centinela, de Zacatecas; El Diablito Bromista, de esta capital; Vésper, de Guanajuato; La Unión Liberal, de Monclova y otros no menos dignos, que en estos momentos sentimos no recordar, se han servido reproducir algunas de nuestras humildes producciones publicadas en REGENERACIÓN, con lo que nos estimulan a seguir luchando sin flaquezas en este océano de necias concesiones y vituperables cobardías políticas.

Damos las gracias a tan estimables colegas por su galantería.

Así como reprochamos los actos de servilismo, nos complacemos en aplaudir los actos que presumen un carácter independiente y viril.

Algunos reservistas de esta capital esos que no buscan más que un pretexto para llevar al Gral. Reyes a la presidencia de la República, contra la voluntad nacional, idearon ofrecer un simulacro de guerra en honor del Gral. Díaz con motivo de su onomástico.

Esta acción servil hirió a no pocos jóvenes reservistas, que terminantemente se han rehusado a tomar participación en ese simulacro.

Aplaudimos la actitud de los jóvenes que no se prestan a los alardes de servilismo. Quisiéramos que todos hicieran otro tanto, pero es demasiado pedir. La adulación ha echado hondas raíces y no poco trabajo costará desenraizar esa hierba hedionda del corazón  de nuestros conciudadanos.

Ya que de reservistas tratamos, diremos, que a gran prisa se instalan clubs de ellos con el nombre de "Bernardo Reyes." Los liberales debemos estar en guardia, porque tales agrupaciones son un peligro para la tranquilidad de la Patria, pues que si hoy no se atreven a declararse abiertamente a favor del Gral. Reyes, porque no tiene valor para poner a su candidato frente al Hombre Necesario, que dicen los serviles, mañana, no muy tarde por cierto, tendremos la desgracia de soportar la tiranía más exasperante que haya podido pasar sobre nuestra Patria, la que ejercitará el Gral. Reyes si para nuestra desgracia llega a subir a la Presidencia.

Ya hemos aconsejado a los jóvenes que se aparten del reservismo para que no sean víctimas de un cruel engaño. Se les dice que defenderán a la Patria en caso de guerra con alguna Nación extranjera, para atraerlos, porque los hombres que tienen ambiciones políticas, conocen bien el corazón juvenil dispuesto a todas las abnegaciones. Pero en realidad, sólo se trata de organizar un formidable partido, que cuente con la fuerza bruta para sostener la candidatura del Gral. Bernardo Reyes, que aspira a la Presidencia de la República.

También hemos aconsejado a los jóvenes, que se constituyan en clubs liberales. Éstos no luchan ni quieren triunfos a fuerza de disparos de fusil, ni quieren amedrentar con el estruendo de los cañones. Los clubs liberales trabajan por educar al pueblo en sus derechos y obligaciones, ya que esa educación ha sido descuidada por el actual Gobierno, por cálculo, pues comprende que a un pueblo digno porque conoce sus derechos, no podría engañarlo como lo ha hecho con nuestro analfabeta pueblo. 

El peligro de perder nuestra nacionalidad no depende de que carezcamos de soldados, sino de que no tenemos ciudadanos. Los pueblos abyectos, por más que cuenten con una docena de soldaditos disciplinados, no podrían defender su independencia, ya porque estén acostumbrados a ser esclavos, ya también porque para tener la conciencia de lo que es patriotismo, se necesita ser digno, y los esclavos, nunca tendrán noción del patriotismo, porque no son dignos, porque no son libres, en suma, porque no son ciudadanos.

Con las inmorales doctrinas de los periódicos gobiernistas, que subordinan nuestras instituciones al bienestar personal fácil será comprender, que para tales libelos, poco importará que estuviésemos dominados por una nación extranjera, siempre que en virtud de ese yugo, tuviéramos las comodidades que no pudiéramos procurarnos siendo libres.

 Todos estos errores deben ser combatidos por los jóvenes que no se creen patriotas porque saben marchar también o peor que un recluta.

Conozcámonos, necesitamos ser ciudadanos. La conducta del Gobierno debe ser objeto de nuestras discusiones.

La Patria necesita el concurso de todos sus hijos para salvarla del desprestigio a que la orilla la conducta oficial de nuestros gobernantes.

Seamos ciudadanos. Ejercitemos nuestros derechos para no ser más tutoreados de los césares. La grandeza de la Patria no estriba de que unos cuantos sean soldados y nadie ciudadano.

Desde Abril viene publicando nuestro colega La Razón, de Veracruz, una excitativa a los ciudadanos para formar una asociación popular que sostenga las resoluciones 38ª y 44ª del primer Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí el 5 de Febrero del corriente año.

Dichas resoluciones son las siguientes:

“38ª. Trigésima octava.

“Todos los clubs constituidos en el país y los que en lo sucesivo se formen, deben vigilar los actos de los funcionarios públicos, como primera y principal obligación, y ejercitar con su civismo la acción popular, acusando a los transgresores de la ley, sean de la categoría que fueren.

“Por su parte, los miembros de esos clubs, siempre que vean hollados sus derechos, acudirán a juicio de responsabilidad contra los funcionarios despóticos, e instigarán a los demás ciudadanos para que ejerciten ese derecho.”

“44ª. Cuadragésima cuarta.

Los miembros de los clubs y los liberales de la República concurrirán a los comicios electorales, insinuando a los demás ciudadanos para que los secunden, en la imperiosa necesidad de ejercer ese derecho.”

Hasta la fecha, el colega sólo ha logrado que se inscriban diecisiete ciudadanos para sostener las referidas resoluciones.

Cree el colega que la abstención de los ciudadanos depende de que otras veces han sido cruelmente engañados por ambiciosos vulgares. Pero nosotros creemos que no hay tal cosa.

Lo que pasa actualmente en Veracruz es lo mismo que pasa en la República entera. No hay tal desilusión, sino temor, un temor espantoso de ser objeto de persecuciones, sin fijarse en que ese temor o cobardía, es explotado por los poderosos para ejercitar impunemente sus arbitrarios procederes.

Todas las tiranías comienzan por infundir pavor, por imponerse a fuerza del terror, hasta que logran amilanar todos los ánimos. Una vez conseguido todo esto, imperan a su antojo, porque no habrá boca alguna que se abra para formular una protesta ni resolución para afrontar una situación viril.

Así hemos sido educados nosotros. Hemos abierto los ojos en plena época de terror, y naturalmente los espíritus débiles, las voluntades tímidas y las almas medrosas, han buscado un refugio para apartarse de tanto horror, y ningún refugio hay mejor que el que ofrece la tiranía, a costa de la dignidad por supuesto, dando una comodidad de bestia sumisa a los que abjuran de sus prerrogativas de hombres. Pone la tiranía un dilema: tranquilidad para la pasividad o persecución para los caracteres viriles.

La naturaleza humana, por lo mismo que tiene mucho de material, se acomoda fácilmente a la primera proposición del terrible dilema, y sólo los que tienen en alta estima la condición de hombre como ser inteligente, superior porque es racional, no se conforman con la mísera condición a que la tiranía quiere reducir a los hombres. Y éstos son los perseguidos, los befados, los odiados por la turba acomodaticia que ha trocado su condición de superioridad por un triste bienestar amasado con la ignominia.

Esta funesta educación está dando sus malsanos frutos, no sólo en Veracruz, como antes dijimos, sino en toda la República. Ese mal se lo debemos a la actual tiranía.

Por eso no es raro que haya diecisiete ciudadanos inscritos para sostener las resoluciones 38ª y 44ª del primer Congreso Liberal.

Pero dejando a un lado tan desconsoladoras reflexiones, diremos, que si la tiranía impera es porque no nos hacemos el firme propósito de desenmascararla. Si todos los que somos objeto de una arbitrariedad, protestásemos y exigiéramos una reparación, sin acobardarnos por la vejación sufrida, sino por el contrario, considerar como una afrenta toda vejación, y con más bríos que antes de ser atropellados alzásemos nuestra voz, el despotismo se vería obligado a ceder y no nos oprimirían dolorosamente las dictaduras.

Invitamos pues a los veracruzanos a que se inscriban en el registro abierto por nuestro apreciable colega La Razón. Igualmente invitamos a todos los ciudadanos de la República a que se asocien en clubs que formen parte de la Confederación de Clubs Liberales.

Es necesario, urge, que trabajemos por el restablecimiento de la moralidad administrativa; que sostengamos nuestras instituciones liberales de las que se mofa la Dictadura porque es fuerte, porque está aliada al clero y al militarismo. Pero si nos unimos, nosotros seremos los fuertes porque tenemos la razón y nuestra arma es el derecho contra el que forcejeará en vano la fuerza bruta.

Hace varios días que se presentó el ridículo sainete, ideado por el Juez Rueda Ramírez, de Cuicatlán. Oax., para impedir que el Sr. Escalante se le curase fuera de la cárcel, y todavía no pronuncia su resolución al Juez.

Como saben nuestros lectores urge la excarcelación del Sr. Escalante, por encontrarse gravemente enfermo dicho caballero.

En nuestro número anterior dijimos, que se había solicitado del Juez la inspección de un facultativo de Oaxaca, que certificase si era de gravedad o no la enfermedad del Sr. José Escalante. Y en este número vimos que el Juez encomendó la inspección a unos curanderos analfabetas, uno de los cuales dijo que se encontraba bien el Sr. Escalante y que le BENEFICIABA LA SALIDA DE LA SANGRE POR LA BOCA.

Pero el defensor del Sr. Escalante. Sr. D. Benjamín  L. de Guevara, ha dirigido un extenso telegrama a los Ministros de la Corte de Justicia del Estado, como una excitativa  de justicia en el asunto a que nos referimos, esperamos, al menos lo deseamos, que el alto tribunal de justicia del Estado de Oaxaca, no se confabule con los atentatorios procedimientos del Juez Carlos Rueda Ramírez, pues se trata de la vida de un hombre digno, de un patriota que purga en estos momentos su decidido amor a la patria, como si fuera monstruoso amarla.

Hay que tener en cuenta, además, los tenebrosos antecedentes del negocio, por lo que se ve que sólo se trata de ejercitar una innoble venganza por parte del enconado Juez y del ex-Jefe Altamirano, por haber sido estos derrotados en buena lid por el Club Liberal Regenerador "Benito Juárez,” de Cuicatán, del que es digno Secretario el Sr. D. José Escalante.

Queremos que se atienda la excitativa del apreciable Sr. Benjamín L. de Guevara, porque es bochornoso, altamente vergonzoso que se deje a un Juez arbitrario en libertad de ejercitar sus venganzas. Es necesario que se ponga un dique a ese desbordamiento de nauseabundas pasiones de dos almas envenenadas, la del Juez y la del ex-Jefe Político, que se está sirviendo de su poderío para atormentar a un hombre honrado, que a la postre resultará inocente ante la ley, pero que la sociedad sabe de antemano que no ha cometido delito alguno.

Llamamos la atención de Ud. sobre el siguiente documento:

“Hoy a las 7 y 30 a. m. falleció el Sr. José Dolores Romero.

La H. Asamblea Municipal por mi conducto, al participar a Ud. tan triste acontecimiento, le ruega se digne honrar con su presencia las exequias y sepelio que tendrán verificativo respectivamente mañana a las 8 a. m. y a las 4 p. m. en la Parroquia de esta Villa y Panteón del Municipio.

Atotonilco el Grande, Junio 15 de 1901- Francisco Chávez. Presidente Municipal suplente.”

Ley de 14 de Diciembre de 1874.

“Art. 3º. Ninguna autoridad o corporación o tropa formada, pueden concurrir con carácter oficial a los actos de ningún culto, ni con motivo de solemnidades religiosas se harán por el Estado demostraciones de ningún género….

“Art. 28º. Los delitos que se cometan con infracción de las secciones primera, segunda y sexta de esta ley, tienen el carácter de federales y son de la competencia de los tribunales de la Federación…”

 

Hacemos nuestra la anterior denuncia de nuestro estimado y liberal colega El Gorro Frigio. El Juez de Distrito del Estado de Hidalgo debe averiguar si se efectuaron la exequias a que esa Circular se refiere y castigar a los culpables con severidad, pues sería inmoral que nuestras leyes fundamentales se burlasen tan desvergonzadamente.

Este es el fruto que la necia política de conciliación lega a las generaciones futuras. Se acentúa el imperio del fanatismo en complicidad bochornosa con nuestros gobernantes que, ya hemos dicho repetidas veces, no son liberales, y debemos, por tanto, oponer a ese avance convicciones firmes y una solidaridad de acción en donde se estrellen las locas aspiraciones de una facción vencida.

Es necesario que luchemos.

Creíamos que con la separación del funesto Castañeda y Nájera de la Dirección de la Escuela Preparatoria, concluiría la insolente, torpe e injusta actitud de los Prefectos de esa Escuela, educados en el ejemplo de la cuartelaria y ruda tiranía de aquel Director; pero nos ha decepcionado la nota que tenemos a la vista.

El Sr. Lic. Domingo Baz, Profesor de Literatura, encomendó a varios alumnos que presentaran composiciones literarias con el objeto de educar la originalidad y la inventiva en las producciones de sus discípulos.

Dos de éstos fueron aplaudidos por sus compañeros, lo que irritó a un jovencito Julián Sierra, protegido de Castañeda y Nájera, que funge, sin tener para ello carácter, ni personalidad, ni criterio, de Prefecto Superior, y ordenó el castigo de todos los alumnos, quienes permanecieron encerrados en la clase hasta las ocho de la noche.

Más aún, ese Prefecto pretendió que uno de los alumnos cuidara a los demás y denunciase a los que cometieran faltas, cargo que declinó el alumno designado, lo que llenó de mayor indignación a Sierra, quien dijo que era obligatorio delatar al que cometiera una falta, añadiendo que el no hacerlo era propio de una cuadrilla de bandoleros.

Aparte de la falta de criterio de ese Prefecto y de su pretensión de exigir a un alumno un servicio personal sin el consentimiento de éste, nos parece altamente desmoralizadora la conducta de Sierra. No debe tratarse a los alumnos con la insolencia de capataz y menos aún hostilizarlos con castigos a que no dan lugar. Si Castañeda y Nájera consentía esos actos nocivos, era porque ese ex Director merecía más dirigir un Cuartel que una Escuela, para lo que se requieren aptitudes y tacto que es imposible tengan las inteligencias mediocres y nebulosas.

Esperamos que el Dr. Flores no seguirá el camino trazado por su antecesor y que corregirá la virulencia de sus empleados, destituyéndolos, como destituirse a todo lo nocivo.

El Popular, sucio papel que conserva el hedor de los pies con que está escrito, se retuerce de rabia porque hemos asentado que le paga el Ministro Reyes para que defienda las ambiciones políticas de dicho militar.

Con motivo de los artículos1 que hemos publicado relativos a la segunda reserva, nos llama traidores, infelices, malos mexicanos, mentecatos, renegados, cobardes, reptiles ……… sólo por que nos hemos atrevido a desenmascarar las ambiciones políticas de Bernardo Reyes, quien sueña con la Presidencia de la República para tiranizarnos.

Hemos dicho, y lo repetimos, la institución de la segunda reserva, no es más que el disfraz con que se oculta vergonzante la ambición de Bernardo Reyes.

El Gral. Reyes quiere subir a todo trance, quiere imponerse. Para ello, como su popularidad es nula, porque ha tenido el mal tino de granjearse más enemigos, trata ahora de formar un partido, haciéndose simpático.

Ideó la segunda reserva, porque sabe bien (Reyes) que la juventud es entusiasta y que, por lo mismo, si idea sería acogida con aplauso, como en efecto sucedió. Todos se sintieron satisfechos, por que nadie sospechaba que el egoísmo fue lo único que motivó a Reyes para la creación de la segunda reserva. Y comenzaba a organizarse el reyismo, cuando dimos la voz de alarma y el reyismo abortó. De ahí proviene todo el odio que nos tiene el desairado reyismo. No lo dejamos crecer.

El hediondo despecho nos ha hecho blanco de sus iras, llamándonos malos mexicanos y traidores, a nosotros, que si luchamos por algo es por el amor que tenemos a la Patria; a nosotros, que si sufrimos serenamente toda suerte de persecuciones es porque defendemos los derechos del pueblo ultrajado por la autocracia de Díaz …….

Traidores y malos mexicanos seríamos si dijéramos que Díaz no nos tiraniza, que Díaz es un buen gobernante cuando todos sabemos que lo es pésimo; entonces sí podría decírsenos mentecatos, renegados, cobardes, reptiles …… porque aplaudiríamos la mano que azota sin piedad nuestros derechos, porque llegaríamos a la monstruosidad de hacer Dios a Díaz, al gobernante que labra la desventura de la Patria …….

Pero cuando haciéndonos eco de los sufrimientos del pueblo, alzamos nuestra voz para exigir la devolución de sus derechos, arrancados en mala hora con el necio pretexto de una paz mortal, de una paz que ha costado la vida de millares de ciudadanos, caídos a la tumba en gracia de la estabilidad de un orden de cosas que mata las energías y ha convertido en siervos a los que ayer fueron hombres libres; cuando alzamos la voz para desenmascarar nuestra situación política, tratando de demostrar que Porfirio Díaz es un rey, un rey absoluto totalmente reñido con la democracia; cuando alzamos la voz para que la justicia no sea una ilusión, no sea una mercancía con que trafican no pocos jueces venales; cuando alzamos la voz para hacer saber que las instituciones liberales han sido trastocadas  por las instituciones monárquicas, porque así le viene en gana a Porfirio Díaz; cuando alzamos la voz para protestar contra la negra ola de sotanas que obscurecen el porvenir de la Patria; cuando alzamos la voz para protestar contra el atropello que los caciques, como señores feudales, llevan a cabo en las personas de los ciudadanos y cuando, como en el caso  de la institución de la segunda reserva, prevenimos a la juventud para que no se deje sorprender por las ambiciones políticas de Reyes, no creemos merecer las injurias en que la desvergüenza trata de abandonarnos, sin conseguirlo, porque tenemos valor civil para repelerlas y valor también de repeler la violenta agresión personal a la que contestamos con el bofetón!…….

No necesitábamos dar explicación ninguna, porque el público sabe perfectamente  que nuestras miras son desinteresadas y no como las de El Popular, que alaba por paga; pero puede deslumbrarse el público con la garrulería de la pestilente hoja gobiernista. La explicación pues, no es para la infecta hoja sino para el público.

Aparte de la hoja necia, envalentonados por la palabrería de cuartel que ha convertido en albañal al Popular, una docena de reservistas ha impuéstose la ingrata tarea de arrojarnos lodo y las protestas suceden a las protestas, ridículas todas ellas y acogidas con malsana fruición por ese resumidero de pasiones e inmundicias que se llama El Popular.

Sin embargo, vemos con gusto que no todos los reservistas se prestan para esta clase de enjuagues, y que sólo una docena, o un poco más, son los únicos que o no han comprendido o son realmente aliados de Bernardo Reyes.

Nuestra idea no es que los jóvenes dejen de amar a la Patria, sino que se aparten del peligro que corren de servir  de escalón a Reyes, para hacer subir a un funesto funcionario  a la Presidencia de la República.


1 Véanse supra, arts. núms. 684, 697, 698, 742.

Vuelve a ocupar la atención  pública, el asunto de nuestro querido y valiente colega El Hijo del Ahuizote, en el que tan desairado papel hizo la oficiosidad del Juez Pérez, al condenar a los procesados a no leer y escribir, pena que solamente podría brotar del estrecho intelecto del joven Pérez.

Recordarán nuestros lectores que dos individuos Antonio Mercenario, entonces  Gobernador de Guerrero, y Arturo Paz, se querellaron de calumnia extrajudicial e injurias contra el personal de nuestro colega, encarcelándose entre otras personas, a D. Remigio Mateos, Director del Seminario, y a D. Alfonso Cabrera, Administrador del mismo, a quienes hicieron compañía D. Félix Delvaille, regente de la imprenta, y el jovencillo Luis Mata, encargado de la Tipografía Literaria.

Pérez descargó principalmente sus iras sobre los Sres. Mateos y Cabrera, a quienes condenó a más de tres años de prisión y a no leer y escribir. Apelada la sentencia, los Magistrados de la 2ª  Sala del Tribunal Superior, deseando quedar bien con el público, que simpatiza con los escritores que lo defienden, y con el gobierno, que sostiene a esos Magistrados en un puesto que no merecen, hizo una composición  que en su oportunidad fue merecidamente silbada, pues si bien es cierto que se disminuyó la pena, también lo es que no beneficia al Sr. Mateos, pues casi correspondía al tiempo en que este Señor podía obtener su libertad preparatoria si se hubiese ejecutado la famosa sentencia del joven Pérez.

Contra la sentencia de la 2ª Sala del Tribunal Superior, ha promovido el sesudo valiente Sr. Lic. D. Francisco A. Serralde, defensor del Sr. Cabrera, el recurso de amparo ante el juez 2º de Distrito. Tenemos a la vista el ocurso respectivo, y no sabemos que admirar más, si la energía de su autor, o las más profundas y sagaces observaciones de que se halla pletórico. A la rica forma literaria, se hermanan perfectamente la talentosa  exposición jurídica y la oportunidad de las doctrinas que se citan. Sentimos mucho que por su extensión no podamos dar a conocer integra a nuestros lectores tan interesante pieza  jurídica. Nos conformamos, ya que en otra ocasión hemos hablado extensamente de este asunto, con reproducir algunas fracciones que contienen doctrinas de reputados autores, sobre la libertad de imprenta.

Dice en su importante escrito  el Sr. Lic. Serralde;

"Cuando se discutió el artículo 7º Constitucional, los constituyentes explicaron ampliamente el significado, extensión y consecuencias del precepto que reglamenta la libre emisión del pensamiento.

"En aquella discusión, dos oradores se distinguieron, el eminente patriota Sr. Zarco y el liberal sin tacha Sr. Mata.

"El primero, hablando de las restricciones que entraña el artículo constitucional, del respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública, decía …… "Deseo defender la libertad de la prensa como la más preciosa de las garantías del ciudadano y sin la que son mentira cualesquiera otras libertades y derechos”1. -Un celebre escritor inglés -agregaba Zarco,- ha dicho: "Quitadme toda clase de libertad, pero dejadme la de hablar y escribir conforme a mi conciencia." "Estas palabras demuestran lo que la prensa tiene que esperar un pueblo libre, pues ella, señores, no sólo es el arma más poderosa contra la tiranía y el despotismo, sino el instrumento más eficaz y más atractivo del progreso y de la civilización."

“Veamos cuáles son, —agregaba aquel célebre constituyente— las restricciones que impone el artículo. Después de descender a pormenores reglamentarios y que tocan a las leyes orgánicas o secundarias, establece como límites de la libertad de imprenta, el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública.

"¡La vida privada! Todos deben respetar este santuario. Cuando el escritor acusa a un ministro de haberse robado un millón de pesos al celebrar un contrato, cuando denuncia a un Presidente de derrochar los fondos públicos. Los Fiscales y los Jueces sostienen que como se trata de robo, se ataca a la vida privada y el escritor sucumbe a la arbitrariedad.

"¡La moral! ¿Quién no respeta la moral! ¿Qué hombre no la lleva escrita en el fondo del corazón! La calificación de actos o escritos inmorales la hace la conciencia sin errar jamás; pero cuando hay un gobierno perseguidor, cuando hay Jueces corrompidos y cuando el odio de partido quiere no sólo callar sino ultrajar a un escritor independiente, una máxima política, una alusión festiva, un pasaje jocoso de los que se llaman colorados, una burla inocente, una chanza sin consecuencias, la califican, de escritores inmorales para echar sobre un hombre la mancha de libertino.

"¡La paz pública! Esto es lo mismo que el orden público; el orden público, señores, es una frase que inspira horror! El orden público, señores, reinaba en este país cuando lo oprimían Santa Ana y los conservadores, cuando el orden consistía en destierros y en proscripciones! El orden público se restituyó en México cuando el Ministro Alamán2 empapaba sus manos en la sangre del ilustre y esforzado Guerrero!; el orden público como hace poco recordaba el Sr. Díaz González, reinaba en Varsovia cuando la Polonia generosa y heroica, sucumbía maniatada, desangrada, exánime al bárbaro yugo de la opresión de la Rusia; el orden público es a menudo la muerte y la degradación de los pueblos, es el reinado tranquilo de todas las tiranías; el orden público de Varsovia es el principio conservador en que se funda la perniciosa teoría de la autoridad ilimitada …… Este orden público es deleznable y quebradizo y llega a destruir la libertad de la prensa y con ella todas las libertades."

"Contestando el Sr. Mata como miembro de la  comisión de constitución dijo: "La vida  privada se refiere a la vida  íntima, al sagrado del hogar doméstico y no es posible que con ésta se confundan los actos públicos de los funcionarios." "En cuanto a la moral, los impugnadores convienen en que se siente en el corazón más bien que se define.

"La comisión para evitar abusos establece como suficiente garantía el Jurado para que falle la conciencia pública para que el pueblo ejerza las funciones de legislador y Juez.

"Si a pesar de todo esto hay arbitrariedad, la arbitrariedad será del pueblo y al fallo del pueblo deben resignarse los verdaderos liberales.

"Tal es la interpretación genuina del artículo 7º Constitucional y por ella se ve, con toda claridad, que la libre emisión de las ideas, por medio de la prensa, no tiene más restricciones que la vida privada, la moral y la paz pública y aun esas restricciones deben entenderse en sus límites preciosos sin que, por vida privada, por moral o por paz u orden público, se entiendan circunstancias que no entran en la clasificación que entrañan esas definiciones.

“El derecho del escritor público, según los constituyentes, se extiende hasta poder confirmar que un ministro se robó un millón de pesos al celebrar un contrato, sin que en esta imputación pueda encontrarse un acto delictuoso o sea una calumnia, porque como lo indicó el ilustre Sr. Mata, la vida privada se refiere a la vida intima, al sagrado del hogar doméstico, y no es posible que con esta se confundan los actos públicos de los funcionarios.”

En seguida demuestra el Sr. Lic. Serralde que no se atacó en El Hijo del Ahuizote, a la vida privada de Mercenario y de Paz y dice:

"Si no se quiere que la prensa censure los actos de los funcionarios públicos, ya sean estos gobernadores o ya sean diputados, que se derogue el precepto constitucional y que francamente se diga que las teorías de los constituyentes, especialmente las expendidas por los ilustres Zarco y Mata, han quedado totalmente borradas y no es ilícito ejecutar lo que aquellos defendieron con tanto patriotismo."

Respecto a la aplicabilidad del Código Penal a los juicios de imprenta, dice sesudamente el Sr. Serralde:

"Los delitos de injurias de difamación y de calumnia extrajudicial, invocados por los funcionarios públicos, pugnan abiertamente con el artículo 7º constitucional porque la idea de que existe delito donde hay una censura o una imputación a un funcionario, no cabe en cerebros formados por los principios constitucionales; de manera que, el invocar el Código Penal, por parte de un funcionario, para aplastar al que ejerce la garantía consignada en dicho artículo, equivale a tanto como a pretender, que las leyes secundarias sean derogatorias de la Constitución Federal, absurdo condenado de modo absoluto, en el axioma del insigne constitucionalista José María Iglesias :

"Sobre la Constitución nada.

Sobre la Constitución nadie."

Estos mismos principios -dice mi erudito maestro el notable jurisconsulto Lic. José Blas Gutiérrez Flores Alatorre en el tomo segundo, parte segunda, pagina cuatrocientos  sesenta y seis del Código de la Reforma- " estos mismos principios fueron textualmente acogidos en los artículos 6º y 7º de los reglamentos de catorce de noviembre de mil ochocientos cuarenta y seis y veintiocho de Diciembre de mil ochocientos cincuenta y cinco; y si conforme a las mismas disposiciones retrógradas la censura de actos oficiales es permitida, la ley de treinta y uno de Enero de mil ochocientos sesenta ocho no puede repugnarla, porque, si en su artículo 3º declara punible la atribución de vacío o delito, no estando este declarado por los Tribunales, no habla de vicio o delito oficial, sino de la vida privada, cuya justa interpretación le dio el Congreso en la sesión de veinte de Noviembre  de mil ochocientos sesenta y nueve, en la que, tratándose de la acusación hecha por Don José García Poblaciones contra el ciudadano Diputado Juan Carbó, por haber éste dicho en El Espíritu Público, de Campeche, que aquel empleado había sido traidor y desertor en campaña, se dijo en el debate que tales delitos, así como los oficiales, son de dominio público, y , por lo mismo, no puede decirse que su publicación afecte a la vida privada: razón por la cual en la historia del Congreso Constitutivo, escrita por Don Francisco Zarco, consta que, al debatirse el artículo 7º Constitucional, quedó plenamente demostrado que no incurre en responsabilidad denunciando la prensa las faltas o delitos de funcionarios públicos …… en vista de tales fundamentos, el Congreso declaró no haber lugar a la formación de la causa contra el acusado………..

………………………..

Ni los Estados, ni la Federación —dice a su vez el notable jurisconsulto Vallarta, cuyas doctrinas son bien conocidas y  reputadas en el foro, (Cuestiones Constitucionales tomo 4º pagina 337 y 338)— ni los Estados ni la Federación, puede expedir ley alguna que ponga al Gobierno, su política, la conducta oficial de los funcionarios, la discusión de los negocios públicos fuera del alcance, de las apreciaciones, de las censuras, de los ataques de la prensa so pretexto de que su injuria difama o calumnia a esos funcionarios: porque cualquiera ley que en ese sentido se expidiera, sería inconstitucional y nula, tan atentatoria como la que desconociera el régimen representativo, la que impusiera la pena de confiscación, la que infringiera, en fin, cualquier precepto de la Suprema. Si el art. 7º de que hablo no pone más límites a la libertad de la prensa que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública, y si de evidencia no son actos de la vida privada, ni de la política del Gobierno, ni la conducta pública de los funcionarios, sólo atentando, sin embargo, contra este artículo, puede haber ley alguna que califique como delito de injuria, de difamación o calumnia al dicho del escritor que acuse al Congreso de no cumplir con sus deberes, a un Tribunal de vender la justicia, a un Ministro de dilapidar los fondos públicos; que repute como criminal a la redacción de un periódico porque asegura que en una elección ha intervenido cohecho, fraude o violencia, porque combata una candidatura, porque haga oposición a la política del Gobierno: que prohíba al órgano de cualquier partido, aun atacar las instituciones, la Constitución misma"

La jurisprudencia también ha emitido una idea bien clara sobre la libertad de la prensa, sobre la interpretación que debe darse al artículo 7º Constitucional y sobre la inaplicabilidad del Código Penal a los delitos de prensa, tratándose de funcionarios públicos.

En efecto la Suprema Corte de Justicia ha pronunciado con fecha diez de Febrero  de mil ochocientos noventa y seis, un notable fallo que se encuentra publicado en la Ciencia Jurídica, sección federal, año de mil ochocientos noventa y siete, tomo primero página 24.

"En esa ejecutoria se encuentra un considerando que dice así:

"Que si hubiera de interpretarse el artículo Constitucional citado en el sentido de considerar la censura de los actos oficiales como ataque a la persona o a la vida privada, por el descrédito que accidentalmente puedan acarrear el funcionario o empleado público, vendría por tierra la libertad que ese artículo garantiza y crearía la inviolabilidad de los funcionarios públicos ante la prensa; pero destruyendo la inviolabilidad de la prensa dentro de los límites legales que ese cabalmente lo que ha querido asegurar la Constitución en su artículo relativo, que es explícito y debe dominar en esta materia, cuando establece que en la publicaciones impresas no hay delito siempre que no se afecte la vida privada, la moral ni la paz pública."

"Este fallo fue pronunciado en caso idéntico al de que se trata.

"En efecto, un escritorio público en Puebla atacó por medio de un periódico al Jefe Político Sr. Mirus, a quien atribuyó algunas faltas y delitos. Esto es, se trataba de un caso igual al presente puesto que el cargo se hacía a un funcionario y lo mismo es, para el efecto de la libertad del pensamiento que se trate de un Jefe Político, que se trate de un Gobernador, siempre que no haya cambiado ni en los medios ni en las censuras a los funcionarios públicos, o de otra manera, siempre que no se ataque la vida privada, la moral  o la paz pública.

"En consecuencia la jurisprudencia  que estableció aquella ejecutoria, debe adoptarse en el caso actual, supuesto que existen el mismo precepto Constitucional las mismas doctrinas y las mismas leyes secundarias.

En seguida, el Sr. Serralde demuestra que el defenso no es culpable de los delitos  por los que se le ha sentenciado y hace un análisis completo de los fundamentos de los fallos que se han pronunciado en ese asunto, desmenuzando las torpes apreciaciones del juez Pérez y de los Magistrados de la 2ª Sala.

Felicitamos cordialmente al inteligente Sr. Lic. Serralde por su labor y le deseamos el triunfo de los principios sanos que expone, en beneficio de la clase periodística tan vejada por la actual administración.


1 Ésta y las siguientes citas  provienen de Francisco Zarco, op.cit., pp.  291-304; 306-319.
2 Lucas Alamán y Escalada (1792-1853). Empresario minero, político, periodista e historiador. Diputado a las Cortes en 1812. Ministro de Relaciones exteriores en 1823 y 1830. Fue enjuiciado por el asesinato de Vicente Guerrero. Se le exoneró en 1834. Escribió en El SolEl Tiempo y El Universal. Se le considera el fundador del pensamiento conservador y empresarial mexicano. Creo el Banco de Avió.  Historia de Méjico desde los primeros movimientos que prepararon su independencia en el año de 1808 hasta la época presente (1852).

Continúa la formación del reyismo, partido vergonzante que quiere imponer a su ídolo por medio de la fuerza.

Ya hemos dicho1 que se están instalando clubs de reservistas que llevan por nombre  «Bernardo Reyes.» En esta ciudad acaba de fundarse uno, que no lleva ese nombre, pero en cambio ha otorgado el nombramiento de Presidente honorario al Gral. Bernardo Reyes.

Hasta el cansancio hemos dicho que la institución de 2ª Reserva de Ejército no es más que el pretexto para organizar un partido político, el reyismo.

Los jóvenes que efectivamente sean patriotas, deben huir de esta institución porque servirán de instrumentos inconscientes  para elevar al Gral. Reyes a la Presidencia de la República.

A primera vista, parece que sólo se trata de ejercitar a los jóvenes de buena voluntad en el arte de la guerra; pero investigando detenidamente dicha institución, vemos que detrás  de ella esta la ambición de Bernardo Reyes para ocupar la Primera Magistratura del País.

Los que todavía ven en el Gral. Reyes, al futuro Presidente, deben fijar su atención en la serie de artículos que llevamos publicados bajo el titulo de «El Gral. Bernardo Reyes» y después de leerlos con detenimiento, comprenderán el inmenso duelo que afligiría a nuestra infortunada Patria, si tal hombre llegase a tan elevado puesto.

No cesaremos de llamar la atención de los reservistas acerca del desastroso hecho, que consiste en que ellos creen que trabajan para la defensa de la Patria, cuando en realidad sólo servirán de escalón al Gral. Reyes, si antes no se apartan de tan funesta institución. Sucederá, si insisten en permanecer afiliados a esa institución, que en lugar de medir sus armas con cualquier extranjero enemigo de la Patria, harán uso de esas armas y de sus conocimientos en el arte de la matanza para decapitar a sus hermanos, que preocupados por la salud y decoro de la Nación, se opondrán tenazmente a que Bernardo Reyes suba al Poder.

Los reservistas, si son efectivamente patriotas, deben organizar clubs liberales, como ya varias veces lo hemos dicho. El peligro de la perdida de muestra nacionalización, no estriba de que carecemos de conocimientos en el arte de guerra, sino que no tenemos ciudadanos. Los clubs liberales tiene por objeto principal formar en cada hombre un ciudadano, para que no permita nuestro pueblo la embrutecedora tiranía de la sotana, de esa maldita sotana que ha procurado a nuestra dolorida Patria tantos amargos días de luto, porque el clero católico para la República significa la infamia y la traición.

Los clubs liberales, prestan un gran servicio a la Patria. Ellos educan al pueblo para que no se deje fanatizar de los frailes, ni tiranizar de los déspotas. Los clubs liberales, trabajan por el restablecimiento de la moralidad administrativa, porque comprenden que uno de nuestros mayores males es la implantación de una monarquía vergonzante, como la que tenemos, en un pueblo que debería ser libre, porque nuestros padres dieron su vida por nuestra libertad; nuestros padres dieron gustosos su tranquilidad porque nosotros, sus hijos, nos viéramos libres de la corrompida clerecía y la disolvente Dictadura.

En suma, los clubs liberales trabajan por la reconquista de los derechos del hombre, arrebatados por la Dictadura del Gral. Díaz unida al nefando clero católico, como lo demuestra el entronizamiento de los traidores que no desdeñaron ayer dirigir sus golpes al corazón de nuestra Patria, y hoy, gracias a la funesta política de Porfirio Díaz que los sostiene, come el pan de la Nación sin ruborizarse de que no hace mucho tiempo no satisfechos con los odiosos déspotas de México, trajeron un extranjero, para que la deshonra de la Patria fuera completa, para acabar de remachar nuestra ignominia.

¿Comprenden los reservistas el peligro a que está expuesta la patria, si continúa entronizando el despotismo que sostiene el corrompido clero católico que es el vehículo de la traición?

Un gobierno como el que tenemos, que sin ambages se adhiere al clero, no hará otra cosa que labrar la desgracia de la Patria. Nada bueno podemos esperar de la actual Dictadura. Y el reyismo lo que intenta, es que la Dictadura pase a manos de Bernardo Reyes.

Los reservistas, como ya lo hemos dicho, son hombres de valor o al menos presumen serlo, porque se ejercitan para jugar la vida en los combates. Si, pues, son hombres de valor ¿Por qué no se congregan en clubs liberales para trabajar por el respeto a nuestras instituciones democráticas, atropelladas por la autocracia de Porfirio Díaz?  El que arriesga la vida, fácilmente arriesga su tranquilidad. En los clubs liberales no se  compromete la vida, a lo sumo, y eso porque ni a Díaz ni a Reyes les hacen gracia las manifestaciones democráticas, pueden perder la tranquilidad, pero no la vida, porque los liberales alzaríamos nuestra voz para impedir cualquiera atentado de la tiranía, y la que, por otra parte, nos teme y respeta en virtud de que no se juega impunemente con un león.

Cada día aumenta el número de clubs liberales, y ese desarrollo siempre creciente y siempre firme de los adeptos a las sagradas doctrinas democráticas, impide que el Gobierno ejercite represalias. La unión de los clubs hace respetable al partido liberal.

Ven los reservistas que no corren peligro alguno instalando clubs liberales, si es que por cobardía política no lo hacen. No corren peligro, porque los liberales reunidos en clubs, no permitimos que la tiranía atropelle los derechos de los ciudadanos.

Apártense, pues, del reservismo y trabajen por la felicidad de la Nación. Formen ciudadanos educando al pueblo en sus derechos y obligaciones, y déjense de servir de escalón a Bernardo Reyes.

La Patria quiere ciudadanos y no soldados que sean máquinas.


1 Véase supra, art. núm. 742.

Antiguamente el soldado era sufrido y valiente y casi se enorgullecía de ello, haciendo alarde al desafiar la inclemencia de los ardorosos rayos del sol y de recibir con una sonrisa  en los labios lluvias torrenciales y el frío de los inviernos. Hoy las cosas han cambiado. En Lampazos se sobrecogen de temor de los soldados por el estruendo que hace un judas al estallar; otros soldados se elogian mutuamente porque hicieron prisioneros en el Yaqui a unos niños y cuatro o cinco mujeres; otros consideran napoleónico triunfo la toma de un poblacho en ruinas (Chan Santa Cruz); los de más allá arrojan sus kepíes a los pies de suripantas de barrio, barriendo con los viriles entorchados del militar los innobles tablados de los jacalones -teatros; otros, como Aureliano Díaz, disparan sus pistolas sobre ciudadanos  inermes y caídos y así sucesivamente otros muchos.

Por lo que se ve, el militarismo decae. Hace unos cuantos días, un joven reservista, temiendo enfermarse con una insignificante lluvia de las que han caído en la actual temporada, hizo a un lado la marcialidad que debe informar todos los actos de los militares e hizo uso de un paraguas, a pesar de ir uniformado. Un jefe reprendió dura y merecidamente al bizarro.

Ese soldadito al que hacen daño unas cuantas gotas de agua, y que sin miramiento alguno deshonra al uniforme con sus timideces de niña anémica, debe soñar sin duda, puesto que se dedica a ser soldado, en batallas campales, en las que no servirá, porque si teme una lluvia de agua, con mayor razón ha de causarle espanto una lluvia de balas, para las que no hay paraguas.

Deshonran el ejercito esos militarcitos afeminados.

Nuevos ultrajes han sido inferidos a la justicia en Cuicatlán. Y no sólo la justicia ha sido ultrajada por el juez verdugo Rueda Ramírez, sino también la humanidad.

Dimos cuenta1 de que el Sr. Benjamín L. de Guevara, defensor del Sr. D. José Escalante, envió una excitativa de justicia al Supremo Tribunal de Justicia del Estado, para que ordenase la excarcelación del Sr. Escalante, dado el delicado estado de salud que guarda en la pestilente cárcel de Cuicatlán, a donde lo han conducido la referida maldad de un juez arbitrario asociado al ex -Jefe Político Altamirano.

El Supremo Tribunal del Estado, ordenó al Juez Rueda Ramírez que se practicase  un nuevo reconocimiento para ordenar la excarcelación del Sr. Escalante, y el verdugo Juez, a pesar del mandato del Supremo Tribunal hizo burla de él, porque volvió a encomendar el reconocimiento al mismo analfabeta Alarcón.

Como era de esperase, el rudo Alarcón, dijo que el Sr. Escalante estaba aliviado.

Tal burla hecha al Tribunal de Justicia por un juez que debería respetar los mandatos de su superior, nos pone de manifiesto el grave mal que nos aqueja, sin justicia, sin jueces escrupulosos. Esta minada la actual administración por la falta de justicia, y sin embargo, el Gral. Díaz, se atreve a decir que se tenga fe en ella, cuando más bien debió decir, que se tuviera fe en la injusticia, en la arbitrariedad, en el abuso, que no otra cosa reina en nuestra pobre Patria……..

El Sr. Escalante languidece más y más cada día y al fin morirá víctima del más brutal de los atropellos.

El individuo llamado Alarcón es pariente político del calumniador Altamirano. Como saben nuestros lectores, es un analfabeta, pero el Juez Rueda Ramírez a pesar de encontrarse en Cuicatlán el Dr. Luis Flores Guerra y el Sr. D. José Nolasco, bastante reputados como hábiles en la ciencia médica, no designó a dichos señores para que practicaran el reconocimiento, porque son honrados y no se prestan a criminales maquinaciones.

Hasta el día 7 del corriente mes, el Juez Rueda no había determinado nada en el asunto y fue separado de su empleo, sin que diera algún fallo.

Se dice, que como premio a la arbitrariedad de ese juez, ha ido a tomar posesión del juzgado de Tehuantepec para donde ha salido dejando en Cuicatlán un recuerdo imborrable  de sus monstruosos atentados a la ley, a la justicia y a la civilización.

Creemos que el nuevo Juez pondrá desde luego en absoluta libertad al Sr. Escalante.

Sabemos que ya varios clubs tienen en prensa sus protestas en contra del salvaje atentado cometido en la persona del honrado liberal Sr. D. José Escalante. Así debe ser; de la solidaridad de los clubs liberales depende el crecimiento  del Partido Liberal.

Reprochable sería la conducta de los clubs, si dejasen perecer a un correligionario a manos de su crueles y rabiosos verdugos.

La prensa liberal, también debe protestar, para ser digna del Partido cuyos intereses defiende.


1 Véase supra, art. núm. 744.

Ya nada se respeta en esta época de oprobio. Las autoridades subalternas, aleccionadas por el Gral. Díaz en la escuela de las monarquías, tratan de imitarle y por eso no es raro tropezar a cada paso con caciquillos que fustigan con la arbitrariedad los derechos del hombre.

Hace algunos días el Sr. D. Magdaleno Martínez, miembro del Club Liberal “Ignacio Zaragoza” de Cuencamé, Dgo. Fue citado para que compareciese ante el Jefe Político de dicho partido. Compareció el Sr. Martínez, quien en sorpresa recibió la notificación de que se le había sentenciado a un mes de arresto, por el delito de haber hablado de las autoridades.

A este atropello no se le dio ningún barniz de legalidad. No se presentó al acusador ni se determinó el concepto por el que se castigaba al Sr. Martínez.

Para hacer más repugnante la arbitrariedad, se condujo dos o tres veces al Sr. Martínez a la casa del Jefe Político, donde se le injurio villanamente, con el estilo soez de la gente de plazuela. En uno de esos actos fue donde se descubrió la verdadera causa de las vejaciones que se han cometido en la persona de D. Magdaleno Martínez. Este señor había encontrado a la esposa del Jefe Político rezando en compañía  de cinco o seis personas  más en un lugar de las orillas de la población.

El Sr. Martínez relató a otras personas lo que había presenciado, y una de ellas corrió a contárselo al jefe, quien en definitiva ordenó al Sr. Martínez que callara.

La audacia del Jefe Político no se conformó con las molestias inferidas a un ciudadano, sino que lo amenazó, diciéndole que, tenía órdenes expresas del Gobierno de mandar indirectamente a todos los liberales a las fuerzas federales, y que tan pronto como en la prensa se publicase alguna noticia relativa a él, (el jefe) lo pondría en la cárcel así como a todos los liberales”

La baladronada del Jefe Político no nos extraña, porque ya estamos acostumbrados a presenciar en todo momento  la inmoral rebeldía de todas las autoridades. Al pueblo se le puede hacer callar por el terror, sin pensar que el terror provoca la ira, y que los espíritus fuertes, cuando se consideran ultrajados, se sienten robustecidos por la indignación para responder con la protesta viril a los abusos de los magnates.

El Jefe Político de Cuencamé debe ser destituido de su empleo, ese hombre  es peligroso para la tranquilidad pública, porque no refrenda sus impulsos y sufre arrebatos que pueden hacer peligrar la paz que tanto preocupa a los césares. El hombre digno no permite que se le abofeteé, y se defiende y cuando se le quiere someter a la fuerza, tendrá que emplear su fuerza también, la del derecho, que es superior a la fuerza bruta de los tiranos.

Estaremos pendientes de lo que pretende hacer el Jefe Político de Cuencamé, para denunciar sus abusos, pero antes de que intente siquiera cometerlos, debe destituírsele, porque su presencia, en el puesto que indignamente ocupa, se ultraja al tan alabado progreso, que dicen los serviles hemos alcanzado bajo la inepta y desastrosa  administración monárquica del Presidente Díaz.

Con sobrada indignación nos hemos informado de un escandaloso suceso que viene a comprobar nuestras afirmaciones de que necesitamos a gran prisa uniformar la opinión para que a su tiempo nos preparemos a elegir mandatarios netamente populares, porque no es posible soportar más la autocracia ensoberbecida que nos tiene encadenados.

El Sr. Lic. Juan N. Luna  vecino de la cuidad de Mapimí, tuvo el suficiente valor de denunciar en una hoja suelta las infracciones cometidas a la ley por los caciques de aquel Partido que conducían por la fuerza al pueblo a la fundación de la compañía de Peñoles para que trabajase a pesar del ambiente envenenado de que se respira en esa fundición.

Desde que se publico la hoja, Diciembre del año pasado, el Sr. Lic. Luna ha sido objeto de brutales atentados y ha vivido encarcelado casi todo este tiempo.

No conformes los caciques de Mapimí con las vejaciones de que ha sido objeto el Sr. Lic. Luna procuran por cuanto medio reprobado encuentran, abusar de la autoridad de que estaban investidos para deshonra de la Nación, en contra de su víctima.

Un bandido llamado Abundio Moreno, con la cobardía de los felones atacó al Sr. Luna por la espalda hundiéndole cinco veces un puñal. El agredido al caer agonizante  disparó un balazo que atravesó el vientre del asesino, quien a su vez cayó.

La inquina de los caciques se ha hecho notable en este asunto. Al agresor, lo condujeron a un magnífico alojamiento facilitado por la compañía de Peñoles, mientras que el agredido, el Sr. Luna con lujo de crueldad fue llevado a la cárcel sin consideración a la gravedad de sus heridas, y el médico de la cárcel, un monstruo de encallecido corazón y de sentimientos tan infames como los de los Moreno, que así se llaman los déspotas de Mapimí, se negó a detener la hemorragia que hacía desfallecer al desventurado Sr. Luna. En ese estado pasó la noche del agredido, sin auxilios de ninguna clase, mientras el agresor, el bandido Moreno era atendido por un enjambre de médicos costeados por la Compañía.

No obstante los cuidados de que fue objeto el bandido Moreno, hermano de los caciques, murió librando a la sociedad honrada de su criminal existencia. Los hermanos del bandido, los monstruosos caciques de Mapimí, han jurado vengar la muerte de su criminal hermano. Se esperan pues nuevos atropellos y nuevos vejámenes y las autoridades superiores de Durango permanecen impasibles ante tanto horror.

Con toda nuestra energía llamamos la atención al Gobierno de Durango sobre lo que acontece en Mapimí. La complacencia de los gobernantes para sus esbirros, no debe llevarse hasta el extremo de consentir crímenes que llenan de indignación a la sociedad. Hace varios meses, como motivo de la hoja suelta publicada por el Sr. Lic. Luna  denunciando los crímenes de los hermanos Moreno, de Mapimí, indicamos al gobernador de Durango la conveniencia de desterrar de aquella población a estos monstruos que no han hecho más que explotar al pueblo y matarlo, asesinarlo con las emanaciones ponzoñosas de la fundación de Peñoles, y hasta hoy el gobernador no ha puesto el remedio.

El Gobernador, si se siente débil ante la maldad de sus subordinados, debe renunciar, para que alguna otra persona, más apta que él para reprimir los crímenes, ocupe su puesto.

La maldad de los caciques de Mapimí es ya insoportable, y no son esos funcionarios, como los Moreno, los que dan lustre a una administración, por el contrario, sólo sirven para deshonrarla.

Los puestos públicos no deben ser ocupados por panteras desalmadas; pero no sabemos porque desgraciada circunstancia parece que las autoridades superiores han vaciado los presidios para poner a los criminales en muchos puestos públicos.

Es espantosamente horrible lo que acontece en la República. La vida de los ciudadanos está a merced de los caciques y ante tanta sangre, ante tan espeluznante cuadro de muerte, no sabemos porque hay aun individuos que llevan su bajeza al extremo de aplaudir una administración pública cuyos desaciertos escandalizan a los que nos preocupamos por la salud de la Patria.

En la República la denuncia de un crimen conduce a la cárcel al denunciante, y por este motivo los ciudadanos prefieren callar antes que comprometer su tranquilidad en manos de jueces venales y arbitrarios, pero nosotros no callamos, así pudieran acumulársenos procesos sobre proceso, porque no somos cobardes ni tememos la venalidad de los jueces sin honor. Sobre el atropello, sobre el abuso, está nuestra dignidad de hombres, por eso atacamos desde las más altas personalidades políticas hasta el más humilde de los mandatarios que conculcan nuestros derechos. Por eso atacamos al Gral. Díaz, porque no le tememos, escudados como estamos por nuestro derecho y alentados por nuestro amor a la Patria, mil veces más grande que todo el encono que contra nosotros pudiera desplegar la funesta Dictadura de Porfirio Díaz.

Entre los funcionarios ineptos de nuestra judicatura, el Procurador de Justicia del Distrito Lic. Emilio Álvarez forma en primera línea. Hace un magnifico paralelo con Wistano  Velázquez quien es más susceptible que aquél.

En el caso reciente de nuestro colega El Hijo del Ahuizote, el Procurador Álvarez  ha ratificado su ineptitud con sus actos, los que, con cualquiera otro Gobierno, menos nocivo que el nuestro, hubieran dado origen a que fuera despedido ese funcionario.

El Sr. Néstor González, Director de nuestro colega solicitó la libertad bajo caución que le había prometido ya el Sr. Juez Beltrán. Se llenaron los requisitos necesarios; pero se tropezó con la dificultad de que no había Agente del Ministerio Público que conociese del asunto pues el Sr. Lic. Azpe estaba en Veracruz.

 Con seguridad el procurador Álvarez sabía que los juzgados 5os. Criminal y Correccional carecían de Agente, y a pesar de ello no se preocupó de designar a uno que substituyera al Sr. Azpe en su ausencia. Esto implica una traba a la expedita administración de justicia que ordena la Constitución; pero el Procurador desobedece la ley suprema y ocasiona que los asuntos se paralicen por falta de del personal respectivo. Esta situación ha durado varios días, lo que, como decíamos anteriormente, amerita que el Procurador sea destituido, ya que no quiere presentar la renuncia que se le ha indicado por el Ministerio de Justicia.

Pero si es reprochable en el caso anterior la conducta oficial del Lic. Álvarez, más reprochables son aún sus procedimientos ulteriores. El Sr. Lic. Eugenio L. Arnoux, inteligente y activo defensor del Sr. Néstor González ocurrió a la Procuraduría para que se designase un Agente que conociese de la solicitud de la libertad bajo caución a lo que el Procurador contestó que necesitaba que se le pidiese lo anterior por el juzgado y por medio de oficio. Esta contestación es tan pueril, que desde luego descubre en este procurador sus intenciones, después ratificadas en ese asunto. Se obtuvo del juzgado el oficio pidiendo un Agente, oficio que se puso desde luego en manos del procurador a quien se suplicó lo designase el mismo día, para que no se entorpeciera la marcha del asunto y en vez de cumplir con su deber, en vez de facilitar los medios para que se administrase pronta justicia, el Procurador contesto agriamente “que no era tienda para que despachase tan pronto” frase burda que revela a más de una educación escasa, una intelectualidad rudimentaria.

Al día siguiente nombró al Procurador, para que conociese del asunto, al Lic. Belisario Cicero, quien, por instrucciones de aquel funcionario, pidió sin alegar razón alguna, sin antecedente legal de ninguna naturaleza, contra las pruebas rendidas, contra la razón, contra el sentido común, que se negara la libertad bajo la fianza que se había solicitado, negativa brusca y descabellada que viene a robustecer la opinión de que el Lic. Álvarez es un inepto y que debe ser destituido del empleo que no sabe desempeñar.

Pero hay otro motivo más para esa destitución y es la de que, según vehementes sospechas que tenemos, el Procurador Álvarez se permitió tomar el nombre del Sr. Ministro  de Justicia para asegurar al Juez Beltrán, por medio de su agente Cicero, que dicho alto funcionario le había dado la CONSIGNA de que se negara la libertad bajo caución al Sr. González. Y decimos que este Procurador tomó el nombre del Sr. Ministro D. Justino Fernández, lo que indujo el Juez a negar la libertad referida, porque tenemos, hasta ahora, en buen concepto a este funcionario, a quien no creemos capaz de seguir el mal ejemplo de Baranda. Creemos que el Sr. Ministro Fernández abrirá sobre este particular una averiguación, si en definitiva es cierto que el Procurador Álvarez ha tomado el nombre de  dicho Ministro, complicándolo en un enjuague que el público calificará, debe destituirse desde luego, sin misericordia de ningún género, a esa ineptitud encaramada en un puesto que  no merece.