ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS
Todo el siglo anterior lo hemos pasado luchando por la libertad, Luchamos por ella cuando el dominio español hincaba sus garras en esta joven América. Sacudido ese yugo, vino un tirano, audaz y de odiosa memoria: Iturbide. Hizo traición a los españoles para después hacer traición a los mexicanos. Con su vida pagó su audacia.
Después, en lucha siempre por la libertad, se regaron los campos con sangre hermana. El clero, por medio de sus mercenarios, quería imponerse, pero las ideas democráticas y republicanas se lo impedían; la fresca sabia de este pueblo tan befado y hostigado repudiaba las tenebrosidades del claustro y por naturaleza odiaba las opresiones vergonzosas.
Con vertiginosidad pasmosa sucedían presidentes a los presidentes. Sus administraciones efímeras no eran más que el reflejo de ese ir y venir de ideas que se encontraban, y después de una corta lucha decidían una situación.
La patria sangraba. La República era un inmenso campo de batalla. El hambre hacía víctimas y la peste asolaba las comarcas, y los campos fecundos se convertían en yermos.
Y continuaba la pugna.
Al anglosajón le correspondía representar su papel: sangrando, la patria tuvo que sufrir una dolorosa amputación, quedando sus miembros amputados en poder del cirujano. Mucho lloramos esa pérdida, pero el dolor se olvidó con nuevos dolores.
El enemigo irreconciliable del progreso volvió a atentar contra las libertades públicas, y el mismo déspota que vendió por un puñado de dólares la integridad de la patria, siempre afiliado a su partido tenebroso, porque siempre han hermanado la soldadesca y el fraile, removió el rescoldo y se avivaron los odios, y la sangre hermana continuó empapando los campos.
Pero vino la mejor época para las instituciones democráticas. Una época que había de decidir la suerte de los dos partidos antagonistas: la de la Reforma. No obstante que la patria sangraba, tuvo vigor para sostenerla, porque ese era el remedio de sus males; porque con la Reforma habían de recibir libertad sus hijos y con ellos asegurarían sus derechos y podrían reclamar sus prerrogativas. Ya no habría esclavos en el territorio mexicano; todos seríamos iguales; todos podrían abrazar el oficio o profesión que tuvieran por conveniente; a nadie se juzgaría sino por ley expresa; las ideas podrían ser emitidas libremente; ya no habría prisión por deudas, ni penas infamantes ni trascendentales, etc., etc. Pero esas libertades no convencían al enemigo de la libertad, y volvieron a ensangrentarse los campos y la patria volvió a sangrar.
El enemigo de la libertad, en su despecho, echó un lazo al cuello de la nación y la sujetó a los pies de un déspota europeo. La patria, indignada, rompió sus cadenas y ensució con la sangre del déspota el Cerro de las Campanas.
Volvimos a aspirar un soplo de libertad, bajo el gobierno del Benemérito de las Américas; pero murió el coloso, el que encarnaba las aspiraciones nacionales, porque él había sostenido nuestra bandera en la época de prueba, la bandera de la libertad que tanto amamos y que tanto se nos arrebata.
Otro coloso, de enorme talento y de firmes convicciones, ocupó el puesto del anterior; pero la revolución, so pretexto de un plan regenerador, lo derrocó.
Triunfó Tuxtepec; su programa de regeneración política lo acreditó y le abrió los brazos de todos los mexicanos.
No reelección, moralidad administrativa, sufragio libre, libertad de prensa, supresión de las alcabalas, supresión del timbre, etc., etc., formaban ese halagador programa.
La República se conmovió hondamente ante tales promesas, y como joven, se entregó a la voluntad del iniciador de tan simpáticas ideas.
Veinticuatro años llevamos de esperar a que se cumpla el programa y en balde hemos esperado. Las cosas siguen como antes con agravante de haber perdido la libertad de sufragio, la libre manifestación de las ideas, en lo que se refiere a asuntos políticos, y de haberse reformado la Constitución en el sentido de que haya reelección indefinida y de haber dado cabida, en un programa que se decía liberal y regenerador, a ese odioso espectro que se llama política de conciliación. De modo que una administración que comenzó liberal termina conservadora y que las instituciones democráticas y federales han sido desalojadas por el centralismo y la autocracia.
Por lo que se ve que, habiendo luchado por la libertad todo el siglo XIX, estamos condenados a seguir luchando por ella en el presente.
No obstante, no debemos desmayar, que las debilidades políticas se quedan para espíritus medrosos y voluntades nulas: no debemos encontrar en la decepción un pretexto para huir de la refriega, sino un estímulo para procurar que en lo de adelante sean un hecho, y no una quimera, las libertades públicas.
A la lista de los nuevos paladines que han venido a engrosar las filas liberales, debemos agregar el colega con cuyo nombre encabezamos este entrefilet.
El Pensamiento Libre acaba de ver la luz pública de Mérida, capital del Estado de Yucatán.
Su programa, lleno de halagadoras esperanzas, hace creer que su vida será benéfica para propagar las sagradas doctrinas reformistas. Su material variado y escogido, está destinado a la difusión de las luces que el clericalismo con sus negruras en vano ha tratado de apagar.
Bienvenido sea al colega. Él será un factor más en la lucha que nos hemos impuesto los liberales de la República; él servirá de centinela avanzando a los lejanos confines del Estado de Yucatán, y que, no lo dudamos, tendrá a raya a su gobierno formado de elementos desprendidos del grupo conservador.
1 El Pensamiento libre, ‘Semanario de propaganda liberal y política’, Mérida, Yuc. (1901).
Sabemos que al Jefe Político de Tecamachalco, Pue., no le son gratas las noticias que publica la prensa relativas a sus actos oficiales, y que, por lo tanto, persigue y trata de mortificar a las personas que suministran datos de su mala labor administrativa.
Hace algunas semanas que dimos algunas noticias de aquel Distrito de Puebla, y según se nos informa, el Jefe Político ha hecho firmar una protesta desmintiendo lo que publicamos.
Disgustadísimos se muestran los habitantes de Tecamachalco con su autoridad política. Pero tienen que soportarla, pues si se atreven a comunicar sus quejas al Gobernador Martínez éste no hace aprecio de sus reclamaciones y el desaire corona sus gestiones.
Hay veces, que a los quejosos de tropelías, en lugar de ser escuchados, se les encierra en la cárcel, como medio fácil y expedito para acallar el descontento popular.
Como acontece en Sinaloa, las personas prefieren callar los atentados de que son víctimas, porque si se quejan se les veja más.
da tristeza el estado que guarda la administración pública de Puebla, entidad rica e ilustrada y digna en todos sentidos de tener otros mandatarios y no los que se les han impuesto.
El último número de El Heraldo de Aguascalientes, se publicó en blanco, con la nota de que por orden de la autoridad, se suspendía dicha publicación por oposicionista. El Gobierno del Estado consideró difamatorio el aviso anterior, se puso en juego la arbitrariedad, la intriga removió los obstáculos de la ley y se ordenó la aprehensión del Sr. Lic. Aniceto Lomelí, Director del valiente colega.
Después del atropello al individuo, urgía el atropello a la ley. El Juez de 1ª Instancia no escaseó la medida, como puede observarse en el siguiente auto de formal prisión, que demuestra desnudez de criterio y un alarde irritante de irrespetuosidad judicial.
“Apareciendo de lo practicado méritos bastantes para decretar la formal prisión del Lic. Aniceto Lomelí, como presunto responsable DEL DELITO DE DIFAMACIÓN A LA AUTORIDAD; de conformidad con lo prevenido en los arts. 145 a 148 del Código de Procedimientos Penales, hágasele saber su formal prisión, fíliese, prevéngase nombre defensor con el apercibimiento de la ley y líbrese copia de este auto al Alcaide de la Cárcel.- Notifíquese.”
Ese auto, es la mejor defensa del Sr. Lic. Lomelí y encierra el mejor reproche a la autoridad judicial. Ese auto revela un estado social desnudo de toda conveniencia pública.
Las frases de El Heraldo no constituyen un delito, y menos aún el de difamación a la autoridad, inventado por la inquisitorial fantasía de aquellos gobernantes. Con ellas se informa al público del por qué de la desaparición del colega, información que no entraña dolo, esa constitutiva del delito de difamación.
Por otra parte, la difamación a la autoridad no es un delito previsto en la legislación positiva de Aguascalientes, como no está previsto en ninguna otra legislación de la República; y no lo está, porque sería hostil a la Constitución Federal que permite las apreciaciones de las funciones públicas de las autoridades. Si las frases de El Heraldo envolvían una censura que pudiera originar descrédito a una autoridad, que se desacredita por el solo hecho de suspender una publicación periodística, estuvo en su perfecto derecho el colega, no sólo para indicar el acto reprochable en una simple información inofensiva, sino para censurarlo amplia y calurosamente, pues para ello lo protege el art. 7º Constitucional violado rudamente por las autoridades de esa entidad federativa.
Son, pues, contrarios a la Constitución los procedimientos judiciales seguidos contra el Sr. Lic. Lomelí, porque las autoridades jamás pueden ser difamadas. En tal virtud, con el encarcelamiento del Director del colega, después de haberse cometido el atropello de suspender una publicación periodística, se ha atropellado a la Constitución y se ha inferido un agravio a la sociedad.
Parece que entra la emulación en el Sr. Procurador de Justicia del Distrito, pues sabemos que dicho funcionario ha ordenado a sus Agentes, a los Jueces del Ramo Penal, y a los del Civil, que a la mayor brevedad le remitan una noticia completa de los asuntos que quedaron pendientes al finalizar el año pasado y de los que hubiesen concluido durante ese año, con el fin de formar una estadística menos deficiente que la de 98, que se acaba de publicar.
Bien nos parece que apresure su trabajo el Sr. Procurador; pero creemos, que antes presentará al público la estadística del 99 que está adeudando. Si lograra publicar prontamente las dos estadísticas (la de 99 y la de 900), tendrían ellas, por lo menos el mérito de la prontitud, ya que no el de ser completas.
De los resúmenes estadísticos presentados por el Sr. Procurador de Justicia del Distrito, aparece el siguiente dato que el referido funcionario no se atreve a explicar: en el año 1898, se registraron en el Distrito Federal, 8323 consignaciones arbitrarias. Es decir, 8323 individuos fueron molestados en sus personas arbitrariamente.
Veamos el cuadro estadístico del Sr. Procurador.
Criminalidad PRESUNTA…. 16 330.
Criminalidad EFECTIVA…. 8 007.
Diferencia………………………. 8 323.
De manera que, más del cincuenta por ciento de los consignados al Ministerio Público en el año de 1898, fueron puestos en libertad por absolución, por falta de méritos, por no acusación y por desvanecimiento de datos, y al menos el cincuenta por ciento de los consignados merecieron una pena, corporal o pecuniaria.
Es inconcuso, pues, o que la policía aprehende arbitrariamente a ciudadanos pacíficos y los Jueces se hacen solidarios de esas aprehensiones, o éstos decretan sin motivo legal justificado, sin previo examen y sin talento alguno, órdenes de aprehensión que en definitiva revoca el Tribunal Superior o la Suprema Corte o los Jueces mismos, decretando la excarcelación de una persona después de haberle arrebatado la libertad y quizá la honra.
En uno o en otro caso, el resultado es desconsolador y alarmante, porque demuestra la irrespetuosidad a la ley y ultraje a la Constitución.
En efecto: esta garantiza al individuo el que no será molestado en su persona sin causa legal. Ese precepto constitucional cierra todo resquicio por donde la arbitrariedad pudiera deslizarse y como sanción de ese precepto, nuestro Código Penal señala un castigo para el funcionario público, que viola algún precepto Constitucional. Y a pesar de esa penalidad, en 1898 se registraron 8323 prisiones arbitrarias; es decir, se violó el art. 17 de la Constitución 8323 veces en el año, y sin embargo, no tenemos noticia de un solo Juez procesado y castigado por tal delito, ni siquiera de que se le hubiese destituido por arbitrario.
Desde el momento en que no se respeta la Constitución y la libertad individual es susceptible e restringirse a capricho de las autoridades judiciales, esa pavorosa cifra de arbitrariedades seguirá figurando en los subsecuentes informes del Procurador de Justicia del Distrito Federal.
En El Despertador, valiente periódico liberal de Guadalajara, vemos una carta abierta dirigida por la Sra. Petra Castillo viuda de Ciprián, al Sr. Procurador de Justicia del Estado de Jalisco, suplicándole proteja su desvalida personalidad en un juicio que ha promovido contra el Presbítero Rafael Ávila Orozco.
Dice textualmente la Señora referida, en un fragmento de su carta:
«El 7 de Junio último (1900) estando yo en Manzanillo, falleció en Tolimán mi esposo Alejo Ciprián.
«El 5 del citado mes, el Cura de aquel pueblo, que era entonces Don Rafael Ávila Orozco, residente hoy de Tonila, se presentó en la alcoba de mi esposo, dizque con la noble mira de prodigarle los últimos auxilios espirituales, y después de haberle pedido “algo para la iglesia,” discurrió dicho sacerdote mandar zurcir una escritura de venta a favor, de una huerta y tres pequeños potreros, que mi esposo y yo adquirimos durante el matrimonio. Advertido el presunto comprador de que era necesario mi consentimiento para a la validez del contrato, se hizo que el sacristán o monaguillo, que tiene menos de 18 años, firmara a mi nombre.»
Cuando la Señora de Ciprián regresó de Manzanillo a Tolimán, supo que Ávila Orozco se había apoderado de todos los bienes. La Señora se los reclamó en lo particular, a lo que el cura contestó que devolvería algo, pero después se arrepintió y se rehusó a hacer la entrega de los bienes.
La Señora ocurrió entonces a la autoridad judicial acusando al Presbítero Ávila de los delitos de falsedad y robo.
De ser cierto lo anteriormente expresado, tendremos una comprobación más que fundada: la falta de moralidad en algunos sacerdotes del culto católico. Casos como ese suceden con escandalosa frecuencia. La explotación del estado psicológico de individuos carentes de firmeza moral o repletos de fanatismo que el cura introduce a fuerza de exhortaciones jesuíticas, marca una gran huella en la historia de ese personal tenebroso que se llama sacerdocio católico. Para el espíritu débil sobre el que aletea la insinuación del fraile, la voluntad se siente relajada ante los lineamientos de un infierno aparatoso y teatral.
Y cuando la voluntad falta, el cerebro sumergido en la tenebrosidad de un más allá desconocido, otorga estas concesiones de bienes sobre los que se arroja la rapiña clerical, a la que no conmueven las lágrimas de los huérfanos o los sollozos de una viuda hambrienta.
Que la justicia sea inexorable, como ese más allá hipotético inventado por la calenturienta imaginación de ese concurso de sombras.
Nuestros Jueces pasaron alegremente el día primero del año, no concurriendo a sus oficinas. Entre el cumplimiento del deber y la holganza de un día de asueto, optaron por lo último y algunas oficinas del Palacio de Justicia cerraron sus puertas al público y a la ley.
El Boletín Judicial los ha delatado. Solamente trabajaron ese día los Jueces Menores, con excepción del 1º, que a pesar de ser nuevo, debe traer también en su programa un número de regocijos con detrimento de la ley.
Es de sentir, que nuestros empleados judiciales se entreguen con tanta frecuencia a solazarse y distraerse.
En treinta y dos días transcurridos del 1º de Diciembre pasado, al 1º del actual, dichos empleados han disfrutado de once días festivos: cinco domingos autorizados por la ley y seis días de festejos políticos y religiosos, autorizados por los mismos empleados y consentidos por el Ministerio de Justicia.
No obstante esto, hay litigantes que prefieren esas ausencias del personal de los juzgados. Por lo menos ellas, dicen filosóficamente los litigantes, evitan algunas sentencias ilegales y algunos autos incongruentes.
De donde se desprende claramente, que en México, la mejor administración de justicia, es que no haya justicia.
Innumerables denuncias de abusos cometidos en ese lugar, han llegado a nuestra mesa de redacción. Parece que las autoridades de Cadereyta, Qro., no son muy respetuosas para con la ley, lo que tiene vivamente disgustados a los habitantes de ese lugar tan descuidado por las autoridades superiores.
Se nos dice que se violan las Leyes de Reforma, en medio a la punible complacencia de las autoridades, que permiten las procesiones públicas y el escandaloso abuso de las campanas.
Se nos dice que la autoridad política estableció un cacicazgo ejercido en unión de los miembros de su familia, lo que se traduce en vejaciones y tropelías que sufren los ciudadanos que no comulgan con la política turbia de esa familia.
Se nos dice que las autoridades judiciales son desafectas al cumplimiento de su deber, que no ciñen sus actos a la ley, que impera el capricho en sus funciones públicas, etc., etc.
Dentro de breve tiempo precisaremos hechos concretos, para ver de regenerar a esos procónsules de provincia.
La Estrella del Salvador, periódico independiente y sesudo que se publica en aquella simpática República Centro Americana, nos trae la noticia de que el liberal e ilustrado gobierno de dicha República, ha declarado libre de todo derecho fiscal e impuesto, el papel de imprenta para periódicos.
Dice el acuerdo del Gobierno:
«Palacio del ejecutivo.
«San Salvador, Octubre 19 de 1900.
«En el deseo de favorecer la industria tipográfica y facilitar, hasta donde sea posible, la propagación de las luces por medio de la prensa, el Poder Ejecutivo ACUERDA: eximir de todo derecho e impuesto la introducción del papel de imprenta para periódicos.- Comuníquese.
«(Rubricado por el señor Presidente.) Secretario de Ramo NOVOA. »
Como se ve el gobierno de El Salvador tiene en gran estima la misión de la prensa en las sociedades civilizadas, y para llenar su fin, se la facilitan los medios necesarios, abriendo de par en par las puertas de la importación, antes de cerrarlas con detrimento del adelanto moral de aquel vigoroso pueblo.
Desgraciadamente, no pasa lo mismo entre nosotros, no obstante que las hojas oficiales alharaquean un grado de civilización mayor, que el efectivo de otras Repúblicas Americanas. Aquí, el derroche de los fondos públicos en el sostenimiento de publicaciones que, en vez de honrar, desprestigian al Poder, ha matado toda competencia honrada en el periodismo.
Por otra parte, en vez de alentar de alguna manera el progreso de las empresas periodísticas, se les deprime, se les ahoga, se les arrebata sus establecimientos tipográficos con pretexto de alguna denuncia, como a El Correo de Lunes1, El Demócrata2, La República3, El 9314, El Diablito Bromista, El Estado de Veracruz y El Hijo del Ahuizote, en esta Capital, La Regeneración de Sinaloa, en Sinaloa, El Huarache, en Oaxaca, El Sol, La Luna y El Demócrata, en Sonora, El Mauser, La Voz del Pueblo y toda la prensa independiente en Veracruz, El Eco Comercial5 en Yucatán, toda la prensa independiente en Coahuila, durante la funesta administración de Garza Galán6, y otra infinidad de periódicos que se han escapado a nuestra memoria.
Si se agrega a lo anterior la consideración de las altas cuotas arancelarias con que se grava la importación del papel para periódicos y la alta protección, que degenera en monopolio, de que goza una empresa papelera bien conocida, no llegamos, ni con mucho, a encontrar en nuestro gobierno protección alguna a las empresas periodísticas.
1 El Correo del Lunes, México, D. F. (1888-¿?). Dir. Adolfo Carrillo.
2 El Demócrata, México D.F., (1893) Dir. Joaquín Claussel.
3 Probablemente. La República, México, D. F. (1890-¿?). Dir. José F. Godoy.
4 El 93. ‘Periódico indpendiente consagrado a defender los intereses de todas las clases sociales’, México D.F. (1892-¿?). Dir. Luis B. Cárdena. Reds. Enrique Gerbino, Víctor W. Becerril.
5 Probablemente: El Eco del Comercio, Mérida, Yuc. (1899-1907). Dir. Roberto Castillo Rivas.
6 José María Garza Galán. (¿?-1902). Militar que hizo carrera sometiendo a los indios apaches. Fue gobernador de Coahuila en 1885. Emilio Madero y Venustiano Carranza se sublevaron en su contra. Depuesto.
Nos vamos a ocupar de otra autoridad arbitraria y despótica.
El Presidente Municipal de San Lorenzo Achiotepec, Distrito de Tenango de Dolores, Hgo., se distingue por hacer su voluntad.
Los vecinos del pueblo construyeron una casa de madera, para que sirviera de alojamiento a las autoridades que visitaran la población, y el Presidente Municipal, sin consentimiento de los vecinos, ha dispuesto de dicha casa permitiendo que una persona la usara para establecer un negocio comercial.
Este acto arbitrario ocasionó, que D. Jesús Gómez, en nombre del pueblo, hiciera presente al Presidente Municipal su disgusto. El mandatario por toda respuesta lo envió a la cárcel, donde lo tiene encerrado sin hacerle saber la causa de su prisión.
Ese acto arbitrario, pone de relieve el mal tino que tienen los Gobernadores y Jefes Políticos para el nombramiento de las autoridades de los pueblos, ya que no permiten que haya elecciones, al menos que nombren personas cultas para autoridades y no individuos que no tienen conciencia de lo que son las garantías individuales.
Por tratarse de nuestro decoro como periodistas netamente independientes, nos vemos precisados a defendernos del absurdo cargo que ha tenido a bien hacernos nuestro colega Lazo de Unión.
Dice el colega, que se asegura que cierta minoría sostiene a «REGENERACIÓN».
Con la franqueza y el vigor que nos caracterizan, desmentimos al periódico citado, pues «REGENERACIÓN» no necesita, ni pide, ni admite subvenciones.
Nuestro carácter no se presta a la odiosa venta de ideas. Que enhorabuena la hagan los escritores sin conciencia, para los que el periodismo no es más que disfraz con que tratan de ocultar sus maquinaciones; que ejerciten esta práctica los individuos que se sirven de las columnas de un periódico como de una ganzúa para abrir todos los cofres o de un puñal para herir todas las reputaciones. Nosotros respetamos el periodismo, por la sencilla razón de que lo comprendemos, esto es, sabemos en qué consiste (el honrado por su puesto.)
No creemos que el periodismo consista en la alabanza o el ataque por paga; aunque, a decir verdad, hay algunos que alaban, no precisamente por paga, sino por que en su carácter esta alabar, agasajar y hacer mimos a cualquier poderoso, conformándose con ganar su buena voluntad, ya que no pueden obtener las migajas de su empleo.
«REGENERACIÓN» vive por sus esfuerzos. Nuestro periódico vive porque tiene suscriptores. Su independencia, pues, está garantizada. No necesita, ni del Poder al que ataca valerosamente en sus actos oficiales, ni de esa minoría a que insidiosamente se refiere el colega, y que realmente, ignoramos cuál pueda ser.
Repetimos, nosotros respetamos el periodismo, lo comprendemos, sabemos en qué consiste: el periodismo no es la plazuela del rufián, para el ataque ni el lugar a propósito para que ejercite sus destrezas al ratero.
También en Guadalajara se cometen tropelías por los comisarios, que los hay tan arbitrarios como Jimeno.
Una ratera arrebató su portamonedas a una señorita de apellido Urzúa, que en compañía de una hermana suya, había ido a hacer algunas compras a una tienda de comercio. La señorita se defendió de la ratera, y entonces, ésta, despechada por no haber logrado su intento, se declaró robada, diciendo que ella era la dueña del portamonedas.
Las señoritas fueron conducidas a la 3ª Comisaría, que está a cargo de un déspota llamado Caravantes, quien dejó en libertad a la desvergonzada ratera, y ordenó que se despojara de sus ropas a las señoritas, para buscarles la prenda robada.
Las víctimas tuvieron, pues, la pena de sentir su cuerpo profanado por las manazas de los esbirros de Caravantes, sin poder protestar del atropello por ser la autoridad el que lo cometía.
Las autoridades superiores de Jalisco, deben castigar como se merece a ese Comisario sin conciencia, que con sus actos, atacó al pudor de las señoritas Urzúa.
La atención pública está fija en el asunto Mainero. Las informaciones periodísticas, abundantes en detalles que espeluznan, son devoradas febrilmente. Y hay razón para que se produzca esa tensión nerviosa en el público. No siempre destilan ante nuestros tribunales dramas tremendos de abundantes sorpresas. Del asesinato vulgar en la pulquería, a la sucesión interminable de crímenes erizados de detalles que crispan los nervios, hay una gran evolución delictuosa. El Coronel Mainero bordó sus hechos reprobados con talento, con un talento morboso que lo hizo tropezar de improviso con el banquillo de los acusados.
Y se le sentenció a quince años. Pero quizá la conciencia del Coronel se levantó indignada ante la benignidad de la pena, y apeló de la sentencia, para que un Tribunal Superior le impusiese una mayor. Creemos que los Sres. Magistrados accederán gustosos y castigarán severamente los actos inquisitoriales y repugnantes de que se acusa a ese Coronel. La salud del ejército así lo exige para escarmiento de otros muchos negreros con charreteras.
Como una muestra de funcionarios que no respetan la ley, vamos a presentar al Alcalde 1º Constitucional de Encarnación de Díaz, Jalisco, que además de ese cargo mal desempeña el de Alcalde de la prisión.
Este funcionario, aparte de sus modales nada pulcros para tratar a las personas que por su desgracia tienen que acercarse a él, según se nos dice, retarda las causas el mayor tiempo posible con perjuicio de los infelices presos. Parece, que con motivo de su puesto de Alcalde, obtiene muy regulares utilidades, con la prolongación de la estancia de los presos en la cárcel.
Tiene otra gracia ese mandatario, y consiste en impedir que los reos se comuniquen con sus defensores. Esos puntos le han valido las amonestaciones más o menos severas del Jefe Político y del Agente del Ministerio Público, pero ningún aprecio ha hecho de ellos, diciendo, como por vía de mofa, que también él es autoridad.
Quejosísimos se muestran los habitantes de Encarnación de Díaz con tal funcionario, y no obstante que sus quejas han llegado a la superioridad, nada se ha hecho para remediar el mal, en virtud del desbarajuste, que reina en toda la Administración jalisciense.
De desearse es, que se separe de sus puestos al empleado aludido, y así lo piden a gritos los habitantes de Encarnación de Díaz.
La pesada atmósfera que se ha formado el Sr. J. Trinidad Alamillo, Jefe Político de Guadalajara, en lugar de despejarse, sigue en aumento, por hechos de dicho señor.
No le han bastado las amargas censuras de la prensa en virtud de su desacreditada administración, continúa cometiendo arbitrariedades en las personas, para acabar de hundir su personalidad oficial.
Una señora arrojó sobre un niño una vasija llena de agua pestilente, bañándolo completamente. Llevada a la Comisaría declaró que intencionalmente lo había hecho por lo que se le consignó a la Jefatura Política.
Allí, el Jefe la puso en libertad, y cuando llegó la madre del niño para ser careada con la delincuente, supo con sorpresa, que ésta había sido puesta en libertad, recibiendo, en cambio, de parte de la autoridad, las más terribles amenazas como si la madre hubiera sido la ofensora.
Esa conducta del Jefe Político Alamillo, lo desprestigia cada día más, y la permanencia en su puesto, sólo se explica en virtud de ser admirador asiduo de las torpezas oficiales del Gobernador Curiel.
Pobres jaliscienses.
La determinación irreflexiva del Gobierno del Distrito, levantando al rango de policía preventiva a los conductores de trenes de tracción eléctrica, está produciendo los frutos amargos que se esperaban.
Un pasajero que ocupó un tren de Guadalupe Hidalgo, pagó con una moneda de veinte centavos y, el conductor, apoyado por el inspector, se negó con cualquier pretexto, a entregar el vuelto al pasajero. Éste se indignó con el proceder incorrecto de los empleados y exigió enérgicamente la cantidad que se le adeudaba; pero el Inspector del tren llamó en su auxilio al gendarme y fundado en su carácter de policía torpemente conferido por el Gobierno del Distrito, lo remitió a la Comisaría respectiva, en donde afortunadamente se puso en libertad al pasajero.
Es altamente repugnante y nociva la facultad de que gozan estos empleados de tranvías y debe derogarse la torpe disposición que los invistió con el carácter de policía preventiva. Son innumerables los abusos que han cometido y pueden cometer, e innumerables, por tanto, los atropellos a que están sujetos los pasajeros que, después de haber sido robados e injuriados, tengan que peregrinar a una Comisaría, en donde pueden tropezar con el señor Jimeno, para colmo de desdichas.
Creemos que el nuevo Gobernador del Distrito derogará esa inconveniente disposición generadora de abusos y tropelías.
Por medio de estas líneas, enviamos nuestros más cordiales agradecimientos a todas las personas que han servido enviara nuestro periódico nuestro periódico sus cariñosas salutaciones por el año que comienza.
Las más de ellas han venido concebidas en términos tan halagüeños para nuestra publicación, que nos sentimos alentados en nuestra labor y más animosos para la lucha. Cuando hallamos el calor de otros sentimientos como los nuestros, llenos de aspiraciones a una regeneración política y al adelanto efectivo de nuestra Patria, se palia la aridez de la lucha periodística y se desgastan las duras aristas de una labor que ya no será estéril en lo futuro, sino exhúbera y provechosa.
Nuestra actitud en la prensa, encaminada al bien social, saldara nuestra deuda de gratitud para con las personas que nos animan y comprenden.
La acción moralizadora primitiva de la religión católica, ha sufrido una reacción que provoca un hundimiento. La religión de paz y concordia, ha degenerado en la religión de combate y lucro, enmascarada todavía con las máximas puras que difundieron el progreso. Cuando caiga la careta, se verá, no ya esa religión castísima que sublimizó el filósofo de Cananea, sino el burdo pragmatismo del fraile ambicioso encanallado en la lujuria.
No será ya esta religión católica con sus viciosas prácticas y su jesuitismo, la que procure el adelanto moral de un pueblo. Por el contrario, llevará a los cerebros rudos o a las vacilantes conciencias, un germen de anarquismo moral que impulse al crimen.
Para que la enseñanza religiosa haga funcionar una fuerza activa que encarrile conciencias y destruya gérmenes criminales, es necesario que se aplique a la evolución sana de la moral. Pero esto es casi imposible, si se consideran los factores de esa enseñanza religiosa.
Nuestro clero, inadecuado y rudo no se preocupa por la enseñanza honrada y sana de principios morales que produzcan en los organismos propensos al crimen, una reacción benéfica que los encarrile por el sendero de la virtud. Se alejan de esas enseñanzas que chocan con sus cerebros preñados de sombras e inculcan prácticas desnudas de significado para la conducta moral de sus feligreses, con lo que conquistan, a la vez que su sumisión obediente rayana en el servilismo, un río de diezmos y primicias que empobrecen a las masas para enriquecer los arcones vetustos de los frailes.
Para realizar este fin, es forzoso encanallar conciencias, y las encanallan; es forzoso envilecer corazones, y los envilecen; es necesario destruir energías, y las destruyen. Y la urdimbre se desarrolla y vence, para arrojar el seno de la sociedad una piltrafa humana en donde fermentan vicios y se desarrollan tendencias criminales.
Estos seres infelices, que sienten un vacío en su organización psíquica divorciada de todo sentimiento altruista, delinquirán forzosamente. No tienen la robustez de los sanos principios morales, sino las disolventes máximas católicas que perdonan crímenes en nombre de un Dios misericordioso.
En efecto: el fraile ha hablado a estas conciencias débiles, de tremendos castigos que se resuelven en el sufrimiento eterno; pero a la vez han invocado a la misericordia divina y el arrepentimiento como laboratorio de pecados. Y la conciencia débil delinque, quizá sin calculo, por imprevisión, por neurastenia moral, por impulsión; pero después halla la remisión del pecado al pie de los confesionarios. La absolución lo limpia de toda mancha.
El individuo de principios morales robustos y sanos, huye del crimen y practica actos honrados; pero el de principios morales imbuidos por sacerdotes calculistas y rapaces, el de voluntad relajada y de educación religiosa pervertida, ve en la absolución la puerta falsa del crimen. Si delinque, Dios representado en la tierra por los frailes, lo perdona. Y a un acto perverso, sigue un acto de contrición, hasta que el individuo cae en manos de la justicia terrestre, que no perdona.
Por eso no es de admirar que señoras públicamente religiosas, vivan continuamente en el adulterio. Cada falta cometida, es una falta perdonada, y más aún cuando media en la falta un sacerdote del culto católico. Nosotros conocemos a un ex-empleado del ayuntamiento de esta Ciudad, a quien sorprendimos al día primero del año anterior, santiguándose devotamente al subir los peldaños de la escalera Municipal, quizá para solicitar la ayuda divina en sus labores o en sus combinaciones reprobatorias: a los pocos meses se le exigía su dimensión por un desfalco.
En resumen, la enseñanza religiosa, tal como los frailes, la difunden, es altamente nociva para los intereses sociales, porque ella no fortifica o encarrila la moralidad pública, sino que la destruye, fomentando los sentimientos criminales que palpitan en los organismos morbosos.
El complemento del hombre, ese ángel que lo ayuda a sobrellevar la pesada carga de la vida, no había de permanecer indiferente a los afanes masculinos.
El bello sexo, con rigor y energía, ha simpatizado con la excitativa hecha por los dignos potosinos1; y sus simpatías, que llevan en sí el suave aroma de los sentimientos puros, han conmovido a los liberales de la República.
Las nobles hijas de Tetela de Ocampo, secundando la protesta de las damas de Zitácuaro, acaban de hacer oír su voz para vergüenza de muchos hombres, que no teniendo energía ni franqueza para manifestar sus pensamientos, prefieren las femeninas comodidades de una vida ociosa y sin objeto, a las labores sanas y viriles de la lucha por los ideales.
A las simpáticas tetelanas, se han unido por la afinidad de sentimientos y aspiraciones, las damas de Cuicatlán.
Así debería ser; el Sur, que ha dado origen al desquiciamiento de los déspotas, porque en la sangre de los hijos de los trópicos, caldeada por los rayos de un sol abrasador, está mezclado el germen liberal, que frota en sus serranías inundadas por la misma luz que iluminó el clarividente cerebro de Juárez y que inflamó de sano patriotismo el alma de D. Antonio León2, no había que quedar atrás en la pugna por las ideas liberales.
Toda nuestra alma estará, mientras alienten en nuestros pechos las doctrinas reformistas, de parte de las dignas y honradas compatriotas. Nuestras simpatías, declaradas en la forma franca y resuelta, cual corresponde hacer a corazones jóvenes que aman todo lo que signifique manifestación intelectual y suspiran por nuestras muertas libertades, las enviamos a tan distinguidas damas de Cuicatlán, Oax., y Tetela de Ocampo, Pue., por su valor civil para hacer saber sus aspiraciones y sus ideales.
Que su valor, sirva de ejemplo a tantos hombres que se conforman con vivir tranquila y perezosamente en el hogar, sin importarles la gloria y el porvenir de la Nación vinculados en el credo de las avanzadas ideas liberales.
1 Refiérese a la excitativa de Camilo Arriaga et. al., emitida el 30 de agosto de 1900, para la realización del Congreso Liberal el 5 de febrero de 1901. Vid. Florencio Barrera Fuentes, Historia de la Revolución Mexicana. La etapa precusrosa, México, INHERM, 1970, pp. 29 y ss.
2 Antonio León. (1794-1847). Militar realista oaxaqueño que pasó a las filas insurgentes en 1821. Se pronunció contra el Imperio de Iturbide en 1823. Participó en la incorporación del Soconusco a la república (1842). Murió en la batalla del Molino del Rey, combatiendo a las tropas norteamericanas.
El señor general Díaz, en un momento de expansión, lanzó la imprudente frase, con la que pretendió sintetizar su labor de gobernante: “Poca política, mucha administración.”
Nosotros, desde un principio, esto es, desde que la frase comenzó a alborotar en las redacciones de la insulsa prensa semioficial y en las de la oficiosa, hicimos notar que la susodicha frase no era aplicable a la labor gubernativa del presidente. La frase debió y debe ser: “Mucha política, poca administración.”
Los hechos, descarnada y brutalmente, habían de venir a comprobar nuestro aserto.
Las sugestivas frases del general Díaz, dichas en la misma fecha en que lanzó la que apuntamos, de que ya no había bandolerismo en la República, y que a los disidentes los había sentado en el poder (actos de política), esas frases, resueltas en hechos y traducidas en resultados, nos ponen frente a frente de un grave mal como el que estamos palpando (con universal escándalo): el saqueo de los bienes de la nación.
Ya no hay bandolerismo en los caminos reales; ya nadie se atreve, puñal en mano, a exigir la bolsa de los caminantes (según la afirmación del general Díaz, aunque la seguridad en nuestros caminos es una utopía), los elementos disidentes desempeñan algunas funciones públicas. Nadie podría negar que las desempeñan, en vista de los últimos acontecimientos ocurridos en la Tesorería de la nación. He ahí los resultados de esa política que tanto han aplaudido los asalariados y los oficiosos.
En efecto, para administrar hay que rodearse de elementos amigos y no de elementos disidentes. Los elementos amigos ayudan, aconsejan; los disidentes ni ayudan ni aconsejan, sino que sirven, dado el caso, para empañar el mérito de sus protectores.
Por otra parte, nadie nos negará que con estos últimos acontecimientos se comprueba la poca administración y mucha política que hay en el actual Gobierno, que en vez de mostrarse inflexible para con sus torpes servidores, se muestra complaciente y magnánimo, dando empleo a un hombre que, como el ex tesorero Espinosa, merecía habérsele despedido de la administración por su negligencia y falta de cuidado por lo que respecta a los asuntos que se le confía. Pero por un acto de política se le dio otra ocupación, que desempeñará tan mal como la primera.
Esas complacencias nos pierden. Esa falta de valor para arrojar al empleado inepto nos conduce a un mal fin. Fastidia ya que, para hacer que un funcionario cese en sus funciones, se recurra a la lamentable farsa de las renuncias. No se debe hacer renunciar, lo que urge es despedir y no compensar la pérdida de un canonjía con la adquisición de otra. Para que haya moralidad administrativa se necesita energía y rigor y no las contemplaciones ni las complacencias.
Lo que debe hacerse es poner preso al ex tesorero y ex contador, por su falta de vigilancia. Pero esto no sucederá, en virtud de la mucha política y poca administración que anima a nuestro actual gobierno.
Dice ¡Excelsior,! valiente colega liberal que se publica en Veracruz con la aceptación unánime de las personas honradas, que un fraile, trepado en el púlpito de la Iglesia Parroquial de este puerto, habló en un sermón epiléptico sobre que nuestro colega es un periódico obsceno indigno de ser leído por almas piadosas, y que todo aquel que pasara la vista por las columnas de ¡Excelsior,! Contraería pecado venial.
Tales conceptos brotaron en medio de una fraseología que avergonzó a los cargadores del muelle.
Pierde su tiempo tontamente tan caritativo fraile, pues ¡Excelsior,! ha seguido y seguirá leyéndose por todas las personas sensatas del Puerto, para quienes el pecado venial es un expediente empolvado y claudicante.
Siga nuestro colega vapuleando con vigor a esos ensotanados procaces, que confunden el púlpito con la plazuela.
El Juez 1º de Distrito, con el propósito de hacerse popular por medio del artificio, ya que no lo logra por su deficiente labor, dispuso que se pusieran al corriente todas las causas y que se arreglaran todos los libros de registro de su oficina, y una vez preparado el terreno, invitó al Procurador General de la República, Lic. D. Rafael Rebollar, para que le hiciera una visita.
Se efectuó la visita, y, naturalmente, todo estaba en orden.
Las visitas, (creemos nosotros) para que sean eficaces, es necesario que sean imprevistas, para que de ese modo, no estando preparado el visitado, pueda apreciarse su labor normal.
La parte más interesante del acto, fue una especie de alocución, que el Juez 1º de Distrito, reñido con la buena forma literaria, pronunció con tan plausible motivo.
Dijo el funcionario, en resumen, que una parte de la gloria por él conquistada correspondía a sus empleados. Esto viene a confirmar lo que hasta el fastidio hemos dicho: que los empleados subalternos de los juzgados, trabajan tanto o más, y a las veces mejor, que muchos Jueces, debiéndose a su iniciativa y escrupulosidad el que muchos delitos, cuyas circunstancias se escapan al cerebro perezoso e inactivo de la generalidad de los funcionarios judiciales, no queden impunes. Esto no obstante, no se aumentan los sueldos a esos empleados inferiores.
Por demás esta decir, que si no fueran parientes del Juez los empleados del Juzgado 1º de Distrito, no había declinado en ellos parte de su gloria, por más que él asista tarde a su oficina y trabaje por término medio dos horas diarias.
Por supuesto, que no había de faltar la inmoderada alabanza al poderoso. Como también hasta el fastidio hemos apuntado, no se pierde oportunidad, por banal y nada significativa que sea, para lisonjear al General Díaz. Sólo que, el Juez, tan poco feliz y desgarbadamente lo hizo, que para dar vigor a su alabanza, rebuscó una frase que un escritor francés, en un momento en que no tenía de qué tratar, dedicó al Presidente. Dijo el escritor exótico, mal humorado por no encontrar una frase feliz, que el General Díaz es “predilecto del destino para llevar a término la obra monumental de la regeneración de México.”
Esa frase, echa por tierra lo que afirma la garrulería oficiosa, porque de ella se desprende que la obra del General Díaz, es hija de la casualidad. Hasta para alabar se necesita talento.
Para no hacer cansada esta crónica, diremos, que el funcionario federal, en su afán de halagar al poder, cometió un acto de irreverencia y falta de respeto al pueblo, diciendo que él (poca modestia) y sus empleados (sus parientes) se habían hecho acreedores a la confianza del Gobierno y del pueblo, en lugar de decir: del pueblo y del Gobierno. Primero el mandante y después el mandatario, primero el soberano (pueblo) y después el servidor (Gobierno).
Aconsejamos al C. Procurador de la República, se sirva hacer, en lo sucesivo, intempestivamente sus visitas, pues que, de otro modo, ningún resultado práctico darán.
El elemento oficial poblano y el comercio, explotando la oportunidad del reclamo en grande escala, organizaron los festejos de la semana anterior, subrayados con el bombo de las hojas subvencionadas, que no pierden oportunidad de ganarse el pan.
Veamos algunos detalles:
El Gobernador del Estado, proporcionó el prólogo a los festejos. Puso una nota cómica, que abrió alegremente las puertas del regocijo popular. Salió a encontrar al Gral. Díaz, y el tren presidencial pasó de largo, dejando a medio camino al Gobernador. Muchos opinan que fue una desgracia. Nosotros creemos que fue una imprevisión. De esas imprevisiones abunda la gestión administrativa del Gral. Martínez. Nadie podría adivinar su galantería, sin anunciarla previamente.
De notable se ha calificado por un periódico oficioso, el discurso que pronunció el Sr. Magistrado Francisco Barrientos y Barrientos en la inauguración del Palacio de Justicia.
Veamos una muestra:
El Señor Magistrado, explicó las ventajas que encerraba la obra y señaló la utilidad del edificio, por encontrarse contiguo a la Cárcel, donde están procesados y poderse así conservar el secreto del sumario.
Seguramente que no ha llegado a noticias del Sr. Magistrado Barrientos, que la Suprema Corte de Justicia, ha declarado contrario a la Constitución el secreto del sumario, y en efecto es así, porque ese inquisitorial secreto es un procedimiento arcaico y vacío que coarta la amplitud de la defensa de los reos.
Debió, pues, el Magistrado Barrientos, de abstenerse a aplaudir, en su notable discurso, un procedimiento que choca con la Constitución.
Dijo el mismo Sr. Magistrado que el Gobierno del Estado tiende en su política gubernativa a “ir realizando en la esfera de lo posible, siquiera algunos de los ideales que constituyen la fórmula de la Justicia.”
Es extraño que ese gobierno no tienda a ir realizando todos los ideales que constituyen la fórmula de la Justicia, sino algunos. Sin embargo, se explican esas frases si recordamos el asunto Zafra-Montiel,1 hacia el que esos ideales no existían. Apelamos al testimonio de la Suprema Corte que no hace mucho tiempo amparó a D. Esteban Montiel en cinco amparos que promovió contra actos arbitrarios de autoridades de Puebla. Se explica la frase del Sr. Barrientos: esos ideales se realizan según las circunstancias.
El Gobernador, en su discurso de bienvenida, dijo que el Gral. Díaz había alcanzado una apoteosis en vida, por su sabiduría y su probidad de gobernante modelo.
Comprendemos que algunos Gobernadores tengan frases más o menos huecas para la persona que los sostiene en el Poder contra la voluntad popular; pero no teníamos noticia de que alguno llegara al extremo de halagar, como ha halagado el Gobernador de Puebla. Decir que un hombre público ha alcanzado una apoteosis en vida, es inusitado. Las apoteosis en vida son peligrosas a los ojos de la Historia. Creemos que no es muy halagador ese cumplimiento.
En el mismo discurso dijo en Gobernador que los partidos antes beligerantes, con distintas tendencias, y distintos ideales, han desaparecido, para fundirse en uno sólo, el nacional.
Tuvo razón el Gobernador para apropiarse las frases que el Presidente había dicho en el brindis del Teatro Nacional. Todos los partidos, hasta los de tendencias criminales, fueron llamados al banquete de la paz, (cliché de periodismo oficioso.) Conocemos algunas personalidades políticas que huían por las serranías de la República, no por patriotas, sino por sus tendencias criminales, al ser perseguidas por las fuerzas de seguridad pública.
No se conformó el Gobernador con aquello del “apoteosis en vida,” sino que opinó debía gravarse con dorada inscripción en el libro de la historia Patria, la fecha en que se hicieron al Primer Magistrado, esas manifestaciones tan conmovedoras y de tanta significación.
No sabíamos que por una manifestación oficial, secundada por el comercio, febril en proporcionarse reclamos, debía borronearse el libro de la Historia. Las letras de oro, están reservadas para los grandes hechos que producen grandes transformaciones, pero no para conmemorar los aplausos de unos cuantos desocupados en carácter de claque.
El Gral. Díaz contestó ese discurso diciendo que se complacía en visitar la ciudad que, aunque último baluarte de la reacción, caminaba ya hacia su reconstrucción dirigida por el Gral. Martínez.
No tiene razón el Sr. Presidente: Puebla seguirá siendo el baluarte de la reacción. Allí imperan frailes y despotismos. Por dos o tres edificios que se inauguran, y que resultan inútiles, porque allí, y en casi toda la República, no hay ni Justicia ni educación popular, hay en cambio un sinnúmero de arbitrariedades, tropelías y vejaciones.
El epílogo bufo de los festejos, lo proporcionó un Conductor del tren Presidencial. Deseando imitar al Gobernador, no previó la hora de salida del tren y se quedó en Puebla.
Total: Muchas fiestas de carácter oficial, a las que no asistió el pobre pueblo, muerto de hambre y sed de justicia. Esas fiestas, fueron un reflejo de las efectuadas aquí con motivo del nuevo periodo presidencial.
Se gastó el dinero del contribuyente en un Palacio de Justicia, en donde, lo que menos habrá, será Justicia.
Todo se redujo a un alarde (bien torpe por cierto) de progreso. Pero nosotros creemos que los edificios y los monumentos, cuando hay un pueblo pobre y hambriento, no significan progreso. El progreso será una realidad cuando la Justicia ampare a todos y cuando el desheredado sea igual en derechos al potentado. En caso contrario sobran los monumentos y los palacios.
Es preferible que haya instrucción, y de eso no se ocupa el Gobernador Martínez, y nadie.
1 Véase supra, art. núm. 93.
Muy quejosos están los vecinos de Nuevo Urecho, Michoacán, por la imposición de un arbitrio Municipal que, a más de los gravosos que ya pesan sobre ellos, ha ideado el Recaudador de Fondos del Ayuntamiento. Ese nuevo arbitrio degenera en arbitrariedad, porque se ha impuesto a capricho del Recaudador, sin ningún criterio económico y con menosprecio de las justas observaciones hechas por los contribuyentes indignados. Esos impuestos crecidos son inmorales, porque con ellos se despoja al contribuyente, de una ganancia lícita que ha obtenido a fuerza de constancia y trabajo. No es justo que un Municipio, quizá mal gobernado y pero atendido, comparta de esa ganancia, a las veces tan inmoderadamente, que más del cincuenta por ciento de una utilidad conquistada por el trabajo, pasa a las arcas municipales sin esfuerzo y sin motivo.
Son muy frecuentes en nuestra República esas exacciones indecorosas.
Un diario oficioso asienta lo que sigue: “Lo hemos dicho en varias ocasiones, en el delito de agresión a la policía hemos observado que el caso común no es que el agredido de lugar a la agresión: sino que el agresor se deja llevar por la antipatía general de las masas ignorantes a todo lo que significa orden, autoridad y ley, sentimiento de animadversión que no tiene a su favor otra circunstancia que la rudeza, desconocedora de la ilicitud criminal.”
Nada más inexacto. Nuestro pueblo es respetuoso para con todo lo que significa orden, autoridad y ley. Lo que no admite es la tropelía que rebaja la dignidad humana. Sufre con paciencia el encarcelamiento arbitrario, las frecuentes violaciones de leyes, el despojo de sus derechos y la suspensión de sus prerrogativas, pero no tolera que el gendarme ineducado y rudo, haga alardes de poder blandiendo el garrote que magulla miembros.
Si el personal de nuestra gendarmería fuera escogido y correcto, si supiera conservar su respetabilidad para ser respetado, si eludiera los ofrecimientos de pulque y el chacoteo que desprestigia, esa policía sería respetable y respetada y nuestro pueblo vería en él al guardián, en vez de considerarlo como camarada y alegre compañero de parrandas.
Nuestra policía, con escasas excepciones, es torpe para cumplir con su deber. Desde luego se exalta y apalea, abusa de su autoridad y conduce a golpes al infractor, quien en la Comisaría, se queja de abuso de autoridad, y se le desprecia por empleados altaneros que creen, o fingen creer, a pie juntillas, en el dicho del guardián, porque lleva uniforme.
Mientras no se efectúe una selección eficaz en el cuerpo de policía, seguirán esas agresiones de que se lamenta el periódico oficioso, agresiones que constituyen la defensa legítima en las sociedades primitivas, porque si rudo es el pueblo, según ese periódico, embrionario es nuestro personal de policía.
Prometimos a nuestros lectores1 dar a conocer algunos detalles de ese interesante estudio.
A más de imposible, sería una profanación hacer un extracto de él; pero en la imposibilidad referida, presentaremos algunos datos proporcionados por el talento y la observación del señor licenciado Raigosa.
Se basa el estudio en los resúmenes oficiales de 1895 publicados por la Secretaría de Fomento. Esos resúmenes estadísticos arrojan los siguientes datos, sobre la distribución general del trabajo en la República:
Personas ocupadas en todos los servicios agrícolas, industriales y mercantiles 3 883 684.
Personas ocupadas en las funciones, empleos, cargos y servicios públicos de todas clases, incluyendo las que ejercen profesiones científicas o literarias 92 165.
Personas ocupadas en el ramo de diversiones públicas 14 355.
Personas ocupadas en los servicios domésticos 1 488 024.
Personas ocupadas en estudiar en las escuelas de enseñanza secundaria y profesional 28 001.
Población total que trabaja 5 506 229.
Población total que no trabaja 6 985 344.
Igual a la población de la República 12 491 573.
En seguida presenta el señor licenciado Raigosa el siguiente cuadro, para hacer observaciones respecto de los dos:
Población que no trabaja 6 985 344.
A deducir 1º personas que no están en edad de trabajar: niños de 0 a 8 años 3 177 741
A deducir 2º personas incapacitadas de trabajar: ancianos de más 60 años e inválidos 426 914.
A deducir 3º personas que aunque no trabajan, tienen una ocupación preparatoria para trabajar: niños de 9 a 14 años que asisten a las escuelas de instrucción primaria 604 513.
Suman las deducciones 4 209 168.
Personas adultas con capacidad de trabajar y que no tienen ocupación 2 776 176.
Esta cifra alarmante de vagabundos en la República, sugiere al señor licenciado Raigosa la apreciación de que las condiciones vitales del país son anormales, y más se confirma en su idea cuando dice que las deducciones hechas en el cuadro último “son simplemente explicativas del hecho de no trabajar, por razón de edad o incapacidad; pero no alteran el hecho de que en un país de doce y medio millones de habitantes, cinco y medio millones trabajen para vivir y siete millones vivan sin trabajar. Lo normal parece ser y es en efecto, que exceptuando a los niños de 0 a 10 años cumplidos y los inválidos, el resto de la población adulta apareciera inscrita en los registros del trabajo. Así deberíamos tener 8 297 000 personas ocupadas contra 4 284 000 exentas; en vez de solamente 5 506 000 elementos activos contra 4 209 000 inhábiles, y 2 776 000 ociosas y vagabundos.”
No se detiene allí el señor licenciado Raigosa y lleva su análisis implacable a algunas de las gruesas sumas que por condensación se han agrupado para formar el número de los elementos activos.
Una de esas gruesas sumas es la de las personas que se ocupan en servicios o quehaceres domésticos, que asciende a 1 488 024, es decir, corresponde al 26 por ciento del total de individuos que trabajan, comprendiendo en el cómputo a toda la legión agrícola. La domesticidad es por lo tanto muy considerable en México; pero no son un factor económico para figurar en el número de agentes impulsivos propiamente dichos que realmente vigorizan el crecimiento y la vida nacional. Debe, pues, deducirse esa suma de 1 488 024 de los elementos activos del país, quedando éstos reducidos a 4 018 000 individuos que trabajan, contra 8 473 368 que viven del trabajo de los demás.
Otra gruesa suma es la de la población agrícola, 2 890 991, que se compone de dos órdenes: el de propietarios territoriales, cultivadores por cuenta propia y empleados administrativos, y el llamado de peones del campo o jornaleros. El primer grupo, elemento activísimo y fecundo en la vitalidad nacional, es de 335 675 personas. El segundo grupo es de 2 555 316. Este último lleva una vida precaria, vegeta, no tiene exigencias ni satisface necesidades, pudiéndose decir que esa considerable masa no coopera sensiblemente al resultado de conjunto y no debe ser clasificada entre los agentes realmente impulsivos del crecimiento y del vigor de la nación. Debe, pues, deducirse como la anterior, resultando que el número positivo de elementos activos y eficaces se reduce sólo a 1 462 684 personas contra 2 555 000 elementos neutros y 8 473 368 pasivos o que subsisten del trabajo de los demás.
En resumen, queda reducida la población activa de la República a 1 460 000 personas contra 11 031 000, cuya cooperación es insignificante o nula del todo en la grande obra de conjunto de nuestro organismo nacional. La vitalidad nacional es, pues, ficticia y aterradora, y la consecuencia inevitable y fatal de esa enorme masa inactiva, será una rémora a la competencia en la gran lucha por la vida internacional y un gravamen oneroso sobre esa pequeña minoría que tiene que soportar los gastos y cargos públicos de carácter general.
Se produce un desaliento oprimente después de meditar esas observaciones del señor licenciado Raigosa, que ha descorrido un velo que ocultaba una realidad abrumadora. Sin embargo, pudiera ser ese cuadro pavoroso, el estímulo eficaz para remover, a fuerza de constancia y labor, ese obstáculo tremendo al adelanto efectivo de nuestra patria.
Ya el gobierno ha palpado la realidad. Veremos qué elementos pone para atenuarla.
Seguiremos dando a conocer más detalles del interesante estudio.
1 Véase supra, art. núm. 231.
Merecen un estruendoso aplauso, los vecinos de San Nicolás Tolentino, San Luis Potosí, por sus actos de civismo y de ilustración. En las elecciones pasadas las autoridades de ese lugar cometieron irregularidades, más que irregularidades, delitos, al suplantar boletas y ejercer coacción sobre los votantes. Los vecinos mencionados ocurrieron a la legislatura de San Luis Potosí en demanda de la reparación a sus derechos ultrajados y a su soberanía atropellada.
Esos vecinos no ocurrieron a la Legislatura implorando gracia, sino ejerciendo un derecho con enérgica virilidad. Su actitud levantada, embrazando la ley como escudo, los hace grandes y majestuosos. Han tenido la conciencia que el derecho esgrimido con firmeza y vigor, lleva al triunfo sobre todas las tiranías.
Aplaudimos calurosamente la actitud de tan honrados vecinos, y deseamos que su ejemplo sea secundado por todos los de la República que se sientan ofendidos y despojados de sus derechos.
El Sr. Procurador de Justicia del Distrito gusta de presentar sus estadísticas en la forma más desordenada posible, a fin quizá, de que nadie se entere de los palpitantes problemas que delinea nuestro estado social y que no se ha pensado hasta ahora en resolver. Mal cálculo del Sr. Procurador, pues por más que nos veamos expuestos a extraviarnos en el laberinto de sus estadísticas, penetraremos a ellas y presentaremos a nuestros lectores algunos curiosos datos.
En el informe del Sr. Procurador campea la obsesión, quizá para despistar a nuestros sociólogos, de sostener que el Distrito Federal arroja a las estadísticas universales un escaso número de delitos. Veamos el delito de lesiones.
La estadística del Sr. Procurador revela para el Distrito Federal, la suma de 3 204 delitos de sangre en el año de 1898. Esa suma es enorme comparada con la población media de 500 000 habitantes que el Sr. Procurador toma por base de sus observaciones. Recurramos a una comparación.
Los criminalogistas italianos citan con terror, la aldea de Artena, por ser la que arroja una cifra más elevada en las estadísticas del delito de lesiones. El profesor Sighele, hace subir esa cifra, como término medio anual, a 205 sobre 100 000 habitantes.
Si comparamos esa cifra con la que arroja la estadística del Sr. Procurador, tendremos para el Distrito Federal un promedio de 1 240 delitos de lesiones por cada 100 000 habitantes; es decir: el delito de lesiones es seis veces más frecuente en el Distrito Federal que en la pavorosa aldea de Artena, que tanto aterroriza a los criminalogistas italianos.
Es desconsolador ese descubrimiento, pero más desconsuela y alarma lo siguiente, desconsuelo y alarma que se hacen más profundos si se tiene en cuenta que nuestro Procurador pretende paliar con palabrería inútil, lo que desmiente y desenmascara su Estadística.
Dice el Sr. Procurador que “el delito de homicidio no debe reputarse que causa alarma porque, dado el número de condenados, teniendo en cuenta el censo del Distrito Federal, que no puede tener menos de 500 000 habitantes, vendría a representar, en relación, un 2 por cada 10 000, cifra verdaderamente insignificante.”
Para fundar esa insignificancia, el Sr. Procurador nos presenta el siguiente cuadro estadístico de delitos de homicidio en los principales países del mundo, en proporción por cada 100 000 habitantes.
Francia………………1.44
Alemania……………0.85
Austria……………….1.85
Bélgica……………….2.41
Inglaterra…………….0.48
Escocia……………….0.34
Irlanda………………..0.85
España………………..4.77
Después de leer ese cuadro, parece increíble que el Sr. Procurador haya afectado una miopía tan exagerada, para no distinguir que es incomparablemente mayor el delito de homicidio, sólo en el Distrito Federal que en cualquier nación europea.
Únicamente el Distrito Federal arroja veinte homicidios por cada cien mil habitantes, cifra que ninguna de esas naciones alcanza. El homicidio en el Distrito es más de cuatro veces mayor que el homicidio en España, que es la nación que arroja un número de criminalidad más elevado.
Y todavía asegura el Sr. Procurador de Justicia , bajo su palabra de honor y contra la inflexible y brutal lógica de sus números, que … “nuestras cifras indican que… el delito grave, si se quiere el crimen, es verdaderamente inapreciable (!!!)”
Cualquier reproche a las aseveraciones dogmáticas del Sr. Procurador, sería insignificante. Sus palabras pretenden barnizar una aspereza que descubren sus números. ¿Para halagar a quién ha pretendido desgastar las aristas de nuestra realidad criminal? No llegamos a resolver el problema. Si es al público, para el público escribimos nosotros desengañándolo. Si es al Gobierno, creemos que no sufrirá éste esa mistificación. Las estadísticas deben ser inflexibles y severas, porque ellas no tienen por objeto mal cumplir una obligación a los dos años, sino descubrir nuestro estado social, para aplicar el remedio.
El Juez del criminal de Guadalajara, ha sentenciado a seis meses de prisión y pagar veinte pesos de multa, al Sr. Atanacio Orozco, por el delito (?) de haber invitado al pueblo Jalisciense, desde las columnas del valiente colega Jalisco Libre, a que ejercitara sus derechos, porque era el soberano. El Sr. Orozco ha apelado de la sentencia.
No puede ser más infundada e ilegal esa sentencia, de la que quizá nos ocuparemos detenidamente. Pero si no dejamos pasar inadvertido, que el delito por el que se procesó al Sr. Orozco, fue el de provocación a un delito y apología de este. Para las autoridades Jaliscienses es un delito decir al pueblo que ejercite sus derechos, quizá porque el ejercicio del derecho es delictuoso. En Jalisco impera, pues, la autocracia. El Gobierno es el poseedor de todos los derechos. El pueblo, el soberano, el grande, como decía el Sr. Orozco, es una mentida congregación de hombres libres, El Estado es el Sr. Curiel.
Es fundado el disgusto de los Jaliscienses al soportar una autocracia que los ha despojado de sus derechos.
La pobreza del pueblo, como mal social, se debe procurar aliviarla por medio de restricciones impuestas a los comerciantes.
El hambre, originada de esa pobreza, trae resultados que no conocemos, pero que pueden suceder.
La libertad de comercio, establecida por nuestras leyes, avanzadas y progresistas, se toma como pretexto para que especuladores sin conciencia, acaparen los artículos de primera necesidad, dando el espectáculo de un pueblo muerto de hambre, donde la naturaleza pródiga y feraz, colma de elementos para la vida.
Tal acontece en Tepic. Allí los espectadores realizan enormes ganancias, encareciendo artículos que son abundancia producen el Territorio.
Sucede, que produciéndose el maíz que es la principal alimentación de nuestro pueblo, en gran abundancia, se encarece para hacer rebosar, con prejuicio del pueblo, las arcas llenas de dinero de los comerciantes. Ellos acaparan cuanto grano encuentran en las regiones circunvecinas, y sin importarles que el maíz se haya producido abundantemente, encarecen el artículo, para de este modo realizar ganancias fabulosas.
Tan inmoderada especulación, debe evitarse, porque acarrea serios y lamentables perjuicios.
En efecto, faltando la alimentación del pueblo, que es el que trabaja, pocas energías tendrán para la lucha por la vida, cuando con el estómago vacío se pretenda que trabaje con un pueblo bien alimentado.
La salubridad pública, que debe ser atendida ampliamente y liberalmente por nuestros gobernantes, se resiente de estas especulaciones inmoderadas, y por esta consideración deben registrarse.
Téngase en cuenta que por el hambre, han nacido, como productos malsanos, el anarquismo y socialismo.
Por otra parte, hay que confirmar que el bien público debe anteponerse al provecho particular, para que de este modo los intereses y necesidades populares no se estrellen en las cajas fuertes de los afortunados, resguardados por la vigilancia de un gobierno que, cobrando sus contribuciones, se cruza de brazos cuando de la alimentación popular se trata.
La publicación que ha hecho un Sr. Le Royal, de todos los incidentes que precedieron a la celebración del contrato del saneamiento de Guadalajara, efectuado entre el Gobierno de Jalisco y un Sr. O’Boile, ha desenmascarado muchas reputaciones al conocerse esos incidentes. De ellos hablaremos con detenimiento, a fin de que nuestros lectores conozcan la génesis de algunos contratos en que figuran personajes influyentes en la política, y que, por decoro, debían abstenerse de intervenir en ellos, para que no se supusiese el público que explotan su situación cerca del Gobierno.
Es muy frecuente, y por su frecuencia, alarmante, que las grandes concesiones y los contratos pingües, tengan por patrono una personalidad prominente en la política. Esto pasa en México, y acontece también en Guadalajara. Allá, ha desempeñado un interesante papel un Sr. insaculado D. Amado Rivas. La publicación del Sr. Le Royal, descubrirá la intervención de este señor en el negocio del saneamiento.
Esa intervención de personalidades prominentes, trae consigo la convicción de que carecen de bondad los servicios que ofrecen las empresas concesionarias. Cuando se tiene la convicción de un triunfo en el concurso abierto para efectuar tal o cual obra, salen sobrando los patronatos; pero cuando juega la intriga para que venza la nulidad, la impericia y el cálculo ansioso de ganancias locas, se ocurre al apoyo del poderoso que, más o menos convencido, a fuerza de honorarios, de la bondad de una obra, pone en juego su influencia y vence, porque tropieza con autoridades complacientes que tienen por religión el compañerismo.
No es difícil que esto haya sucedido en el presente caso. Para fundar el prejuicio, bastan dos observaciones: la de que la Ciudad de Guadalajara no necesita obras de saneamiento, y la de que las obras emprendidas chocan, a juicio de personas inteligentes, con los preceptos de la ciencia.
La publicación de Le Royal despejará la incógnita.
Nuestro colega El Eco del Istmo, que siempre se ha distinguido por la sensatez y cordura de sus apreciaciones de actos de los funcionarios públicos, nos da cuenta de un atropello que sufrió su Director, D. Rafael Márquez, por parte de la autoridad política de Tehuantepec.
Recorría tranquilamente aquel señor el trayecto que hay de su taller tipográfico a su casa habitación, cuando fue aprehendido por la policía, la que le mostró una orden concebida en estos términos:
“El Cabo de policía Feliciano Chavarría aprehenderá inmediatamente a Rafael Márquez, poniéndolo preso e incomunicado en la Cárcel pública de esta ciudad, a disposición de esta Jefatura, pudiendo catear las casas en donde se encuentre.
Tehuantepec, Diciembre 11 de 1900.- El Jefe político, Manuel Demetrio Santibáñez.”
En virtud de esa orden, disparatada en su redacción y ayuna de fundamentos, se condujo al Sr. Márquez a uno de los departamentos de la cárcel pública, en donde permaneció hasta el día siguiente en que fue llamado a presencia del Jefe Político, quien le puso desde luego en libertad, no sin imputarle faltas que el Sr. Márquez ignora haber cometido.
Parece, pues, que se trata de un lujo de arbitrariedad, por parte de ese Jefe Político. Ello se desprende de los hechos enunciados y del laconismo de la orden de aprehensión, que no funda ni motiva la causa legal del procedimiento. Si el pretexto era una simple falta, estaba de más el ordenamiento de incomunicación rigurosa y la facultad de cateo, tan amplia, que podía haber dado motivo a una serie infinita de atropellos.
Parece que hay alguna inquina por parte del Sr. Jefe Político en contra del Sr. Márquez, originada por las críticas severas, pero legales, que ha hecho este señor, de algunos actos oficiales de dicha autoridad. Si este fue el verdadero motivo de la aprehensión, no sale muy librada la autoridad, de la acerba censura de la opinión popular.
Y ella, la opinión pública, debe mostrarse severa y enérgica, cuando se atropella a un ciudadano encarcelándolo arbitrariamente.
A la invitación de los liberales potosinos1, a quienes corresponde el honor de haber despertado las ideas, que aunque latentes, no se manifiestaban por temor y la falta de civismo que nos ha de acarrear serias dificultades y la desgracia de soportar maquinaciones contrarias a nuestras aspiraciones de hombres libres, como la cacareada y funesta política de conciliación, un grupo de honrados ciudadanos de Huejutla, Hgo., ha hecho circular unas hojas en las que se manifiesta que se han instalado en esta ciudad el Club Liberal «Miguel Lerdo de Tejada»
El nombre del patricio que han escogido los liberales de Huejutla para dar timbre y gloria a su agrupación, es sugestivo y simpático.
Miguel Lerdo de Tejada fue un ciudadano progresista y liberal que nunca comulgó con las infamias de las sacristías, ni estuvo conforme con los crímenes de los conventos.
Amantes de las manifestaciones populares, enviamos a los ciudadanos miembros del Club que anunciamos, nuestros sinceros parabienes, poniendo al mismo tiempo REGENERACIÓN a sus ordenes.
1 Véase, supra, n. 203.
En Mazatlán, Sin., se acaba de publicar, con el título anterior, una hoja suelta que se refiere al misterioso asesinato de Don José de la Vega en Mocorito, y al crimen de que fue víctima Don Víctor Encines en 1894.
Se dice que viven en Mocorito, gozando de la impunidad, los asesinos del Sr. Encines, y que con motivo del homicidio del Sr. de la Vega, se fusiló sin previa formación de causa a varios individuos que, según se asegura, no eran responsables de ese homicidio.
En los siguientes términos refiere la hoja suelta el asesinato del Sr. Encines:
“Habiéndose profundamente dormido el infortunado Encines en el portal exterior de la casa, con un pequeño hijo suyo en los brazos, llegó el asesino y con toda sangre fría y a la vista de la suegra de la víctima, le clavó un puñal en el corazón, haciéndolo despertar hasta la eternidad.
“Tan escandaloso crimen, único en la historia de estos puntos, produjo en ellos impresión profunda, porque a la crueldad, alevosía, premeditación y ventaja con que se consumó, se unía la circunstancia que, a pesar de haber sido cometido en poblado, los culpables no pudieron ser descubiertos, pues se verificó en esa vez el rarísimo fenómeno que, aunque el público todo en voz alta y a grito abierto, designaba por sus nombres a los asesinos, sólo para las autoridades locales fueron desconocidos, quedando satisfechos solamente con dar fe de la existencia del cuerpo del delito.”
De ser cierto lo anterior, pesa una grave responsabilidad sobre la administración pública de Sinaloa, que deja impunes crímenes que horrorizan. Parece que es esa una añeja costumbre en el Estado, pues tenemos entendido que, a pesar del tiempo transcurrido, aún no se castiga al asesino de Valadez1, aquel periodista de oposición que todavía recuerdan los sinaloenses.
Creemos que la administración pública de Sinaloa, no tiene defensa posible.
1 Refiérese al gobernador sinaloense Francisco Cañedo acusado de asesinar al periodista y director de La Tarántula en Mazatlán (1879). El escándalo obligó a Cañedo a abandonar el estado.
Un D. Ignacio Caravantes, Comisario de la 3ª Demarcación de Guadalajara, hubiera deseado la fortuna que rodea a nuestro Inspector Jimeno. Aquél desnudó a unas señoritas, creyéndolas rateras, y fue destituido de su empleo. Este no pone la vigilancia ni el cuidado necesarios para que la gente no se muera en su Comisaría, y es conservado en su puesto. Pero aquél no tendría apoyo poderoso y éste si lo tiene, por más que ambos merecieran ser destituidos.
Ya ansiamos que terminen estas desigualdades y que concluyan los apoyos incondicionales. No sabemos quién apoyará al Inspector Jimeno; pero cualquiera que él sea, debe tener un sentido moral muy estrecho.
Es un error creer que el periódico es el reflejo de la opinión pública; si así fuera, no tendría misión alguna que desempeñar, porque no educaría, ni instruiría reduciéndose al papel de cronista más o menos fiel y más o menos ameno, de los derechos vulgares de la vida social.
Las ideas reinantes harían entonces al periodista, siendo que el periodista tiene que hacer reinar a las ideas.
Lo primero sería monstruoso, porque sería inmoral. Con efecto, las preocupaciones arraigadas, los vicios sociales, el estado anárquico, los atropellos brutales del poder, consentidos por el público por la fuerza de la costumbre, harían que el periodista hiciera propaganda de esas preocupaciones, la apología de esos vicios y aplaudiera el estado anárquico y los brutales atropellos del poder.
Entonces el periodista no tendría ideas propias, siendo sólo un repetidor servil de lo que piensa el vulgo.
No, la misión del periodista es muy elevada. Contra el hirviente oleaje de las pasiones y de las preocupaciones sociales, tiene que luchar a brazo partido, pugnando por encausar las condiciones hacia las ideales sanos y viriles de la libertad y la democracia.
Las conciencias, fanatizadas por la gazmoñería del fraile y acobardadas por la tiranía del sable, tienen en el periodista, no el desarrapado que procura la destrucción y predica el libertinaje, tratando de destruir el poder por el solo hecho de serlo, sino al guardián de sus intereses, que procura destruir el fanatismo y exhibir en toda la crudeza de sus líneas a los tiranos de sable y a los déspotas de la burocracia.
El periodista no debe dejarse llevar por la corriente malsana de las debilidades populares, producidas por el terror que infunden los atentados bochornosos. Debe tener voluntad firme y valor suficiente para detener esa corriente a la que dan mayor velocidad la adulación y el servilismo.
El pueblo, a fuerza de oír las alabanzas que la corrupción política aplica a los malos gobernantes, llega a creer que la maldad es buena y el vicio una virtud, aumentando su creencia los actos concretos que los papeles semioficiales y oficiosos cantan y aplauden, como el que un desfalcador, tenga por premio otro empleo, que un Juez venal y corrompido, sea removido de su puesto para poder ocupar otro de mayor producto, que a un cajero en desfalco, se le premie haciéndolo diputado, y un sinnúmero de hechos más.
Ese estado moroso de la conciencia popular debe procurar modificarlo el periodista, haciendo ver la enormidad de los crímenes y sus funestos resultados.
Pero sólo el periodista independiente puede poner en práctica la obra de regeneración política, exigiendo para el pueblo la integridad de sus derechos, que él no puede exigir por debilidad o porque se conforma con el pedazo de libertad que se le arroja como limosna, en virtud de creer que ese harapo de libertad se le da por mera gracia y no como una obligación.
Por eso decimos que el periodista tiene que hacer reinar a las ideas.
El Gobernador de Guerrero, Coronel Antonio Mercenario, cuya administración recuerdan con enojo (justísimo por cierto) los hijos de aquel Estado, preparó su reelección estableciendo Clubs para que lo postulasen, ordenando la impresión de un sinnúmero de hojas, en las que redactaban torpemente sus paniaguados, desgarbados votos de adhesión y de simpatía, pagando a individuos que vociferaran desde las columnas de un papel, haciendo denunciar un periódico que no era afecto a su mala administración, El Hijo del Ahuizote, y haciéndose un bombo exagerado y rabioso.
Contaba ya con un inmenso número de votos para su reelección, cuando el Gral. Díaz le exigió su renuncia, dando al cargo al Sr. Mora.
Satisfechos se muestran los ciudadanos de Guerrero con la renuncia forzosa del Coronel Mercenario.
También nosotros nos encontramos satisfechos, pues creemos que con la caída política del Coronel, podrá progresar un tanto el Estado de Guerrero, que es uno de los más atrasados de la República, y que por otra parte, es digno de mejor suerte.
Nuestro colega El Republicano periódico Oficial del Gobierno del Estado de Aguascalientes, suplica a la prensa de esta Capital y a los Estados, se sirva suspender su juicio sobre la prisión del Director de El Heraldo y la supresión de este colega, hasta que los tribunales resuelvan el asunto.
Tan galante indicación, hecha en los términos comedidos que distinguen al colega Oficial, no puede ser aceptada por nuestra parte. Explicamos nuestra conducta.
La prensa, nos referimos a la honrada, a la que discute y resuelve cuestiones sin más interés que el bien público, no puede ni debe esperar la resolución final de las cuestiones que interesan a la colectividad. Para entonces, la discusión sería estéril y vana, brillante, quizá, en teoría, pero desprovista de resultados prácticos. Sería esa un discusión académica, y tales discusiones no encajan ya en el periodismo actual, en el que se busca el fin práctico de evitar un atropello o de destruir una asechanza.
Y un atropello no se evita esperando que una sentencia cause ejecutoria, es decir, esperando que el atropello sea la verdad legal. Se evita discutiendo previamente los procedimientos ilegales, desmenuzando sus fundamentos, desnudando los atentados, arrojando sobre la plancha de la observación los móviles de los actos arbitrarios, y en fin, vaciando sobre la conciencia de los funcionarios torrentes de luz que disipen sus tinieblas. Entonces la prensa lucha con éxito, porque cuando tiene razón, vence y destruye los atentados y pulveriza las arbitrariedades.
Por otra parte, la discusión en la prensa, previamente a la resolución final de un asunto, puede evitar torpezas abortadas por la irreflexión o la ignorancia. Y entonces el funcionario (nos referimos a los honrados; los pillos ensordecen cuando juega la conveniencia) que ha hecho la anatomía de la discusión, recoge los elementos sanos, los ordena y los patrocina en su resolución, después del análisis delicado de la bondad de las argumentaciones debatidas.
Refiriéndonos al caso que motivó la indicación del estimado colega, nos parece que no debemos esperar la sentencia definitiva para discutirla; es decir: no debemos esperar que la verdad legal sancione este principio desquiciador y turbulento: existe el delito de difamación a la autoridad. Al contrario, la prensa toda del país, porque a toda interesa la reconquista de los principios constitucionales conculcados, debe discutir un acto que ultraja al 7º de la Constitución.
Sentimos no obsequiar los deseos del colega, y solamente esperamos mayores datos para insistir en que los tribunales de Aguascalientes riñen con la ley, cuando de periodistas independientes se trata.
Nuestro simpático colega de este nombre, que se publica en Tulancingo, Hidalgo, se ha servido dirigirnos frases nacidas de su galantería, con motivo del artículo1 que publicamos a propósito de los burdos e insolentes ultrajes a loa soberanía nacional, que una extinguida hoja extranjera tradujo del periódico sajón Los Angeles Sunday Herald.
Se recordará, que indignados por el ultraje que soezmente se hizo a nuestra querida patria, vibró nuestra alma juvenil pidiendo un castigo severo para nuestros gratuitos e ingratos denostadores.
También se recordará, que ningún castigo se impuso a tan arrogantes extranjeros, por más que la prensa nacional, sin distinción de matices políticos, protestó, tanto al ultraje, como de nuestra debilidad y afeminamiento al permitir que impunemente se injuriara a la Nación.
Damos las gracias a nuestro querido colega por su galantería de haberse acordado de «REGENERACION» y de habernos dedicado su brillante pieza literaria.
1 Véase supra, art. núm. 72.
Desde que el Sr. Lic. y Coronel D. Vidal de Castañeda y Nájera1 es Director de la Escuela N. Preparatoria, el régimen de ella se reviste de un absolutismo y de una deficiencia que no producirán frutos sanos, sino florescencias morbosas que arrojarán a la lucha del porvenir, una generación enclenque y vacilante. En la Escuela preparatoria se deforma moral e intelectualmente a la juventud estudiosa y se le reprime su vigor y energía con prácticas nocivas de una rigidez militar.
La juventud no debe tener el mal ejemplo de una organización tiránica. La rigidez excesiva, produce en ella el relajamiento del sentido moral. La voluntad quebrantada con disposiciones inútiles y necias, deforma el carácter. El ejemplo constante de la tiranía mediocre y burda, pervierte los principios sanos. La juventud preparatoriana, tiene a la vista el mal ejemplo de una tiranía tosca ejercitada por empleados (hay sus excepciones) carentes de educación y sobrados de modales altaneros, y la juventud se irá deformando hasta entrar a la vida práctica sin aspiraciones, sin energías, sin carácter y sin vigor.
Veamos algunos ejemplos de disposiciones inconvenientes.
Las labores de la Escuela se marcan a toques de campana. Hay una disposición por la que los alumnos no pueden salir del edificio, sino hasta que esta suene. Sucede con frecuencia, que los profesores no suspenden sus clases en el momento preciso del toque de la campana, sino dos o tres minutos después. Los alumnos de esa clase estarán obligados a esperar nuevas campanadas para poder salir del edificio, lo que les hace perder una hora o más. Este es un inconveniente grave, porque hay alumnos que tienen otras ocupaciones y que las desatienden por causa de la disposición absurda referida.
En el Colegio chico, hay un salón que se llama de Estudios. Allí se hace estudiar a los alumnos. Lo más natural parece que cada uno estudiase o no como mejor le pareciese; pero en la Escuela Preparatoria se acostumbra el estudio obligatorio, a cuyo efecto, un empleado vigila a los alumnos para obligarlos a estudiar. Nosotros creemos que el estudiar o no, debe ser voluntario por parte de los alumnos, porque parece que el estudio obligado no encaja en jóvenes que no tienen voluntad para ellos. De todas maneras perderán el tiempo, y si el alumno no desea estudiar tendría que afectar que estudiaba, lo que desarrolla en los jóvenes la hipocresía.
Por falta de espacio, no referimos otras disposiciones igualmente banales y desprovistas de necesidad. Tiempo tendremos para ir presentando a la Escuela Preparatoria, tal como es, es decir, tal cual la ha organizado su actual Director, impuesto caprichosamente, ya que no por su talento y ciencia.
1 Vidal de Castañeda y Nájera. (1833-1903). Abogado capitalino. Participó en la Convención de la Unión Liberal de 1892, punto de origen de los llamados ‘científicos’. Director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia (1872); director de la Escuela Nacional Preparatoria (1880-1900).
A pesar de la afirmación del Gral. Díaz, sobre que la seguridad reina en la República, acaba de acontecer un asalto escandaloso en Tlalnepantla.
Varios facinerosos penetraron escalando muros y fracturando cerraduras, al Juzgado de 1ª Instancia de esta cabecera de Distrito. Los bandidos se apoderaron del numerario allí existente y de las pistolas depositadas como instrumentos de delito. No contentos con haber saqueado el Juzgado, extendieron su correría hasta el departamento Municipal y poco faltó para que hubiese visitado también la prefectura.
Lo extraño del caso es, que el edificio asaltado se halla en el centro de la población y que las huellas del escalamiento están frente al cuartel en que se encuentra un destacamento de rurales, sin que este se hubiese apercibido de la presencia de los ladrones.
De esos actos de bandolerismo, dan cuenta las hojas periodísticas con frecuencia alarmante. No debe ser, pues, muy efectiva la seguridad en la República.
El inteligente abogado presenta un último cuadro, que califica justamente de significativo y desconsolador, porque él da toda la medida de nuestro desequilibrio funcional y de la inercia pavorosa de las grandes masas a los estímulos de la civilización.
El cuadro es el siguiente:
Población total de la República: (en 1895) 12 491 573.
Personas que saben leer y escribir 1 782 822.
Personas que saben leer, pero no escribir 323 336
Número total de personas que han recibido instrucción elemental 2 106 158
Población absolutamente analfabeta 10 385 415.
Se deducen los niños que no tienen edad escolar 2 338 434
Población total que tiene edad para aprender y no ha recibido ninguna instrucción elemental 8 046 981.
La elocuencia brutal de esos guarismos imperturbables y severos, “está poniendo a descubierto (dice el señor licenciado Raigosa) la extensión y profundidad de la llaga que desintegra los tejidos del cuerpo de la patria, y derrocha en pura pérdida lamentable, el tesoro de tantas potenciales energías como se escapan a torrentes, desprendidas, inútiles, ignoradas, en vez de dirigirse por las arterias del organismo nacional, a las fuentes de vida, de vigor y de progreso.”
Ante esos datos y esas autorizadas palabras, se confirman nuestras aseveraciones sobre que nuestra realidad nacional, está muy lejos de las declamaciones insubstanciales de la prensa asalariada, nacional y extranjera. Nuestro progreso, no se despoja todavía de sus pañales, por más que quiera cubrirse su desnudez con el atavío brillante de oropeladas afirmaciones dogmáticas. Cuando la cruel elocuencia de los guarismos desgarra ese atavío, llega el estremecimiento de la realidad pavorosa que sintió el jefe del Ejecutivo cuando oyó ese discurso, por más que un ministro hubiera deseado paliar la situación llamando exageraciones al saldo de una estadística, más o menos errónea, pero no por eso menos tangible y abrumadora.
He aquí nuestra realidad nacional: por una parte, el adelanto material de la República, el único hasta cierto punto efectivo, con 14 573 kilómetros de ferrocarriles, 45 740 kilómetros de líneas telegráficas, construcciones y reconstrucciones de fincas, edificios públicos construidos, con un valor nominal exagerado y un valor efectivo insignificante, edificios escolares inadecuados y peligrosos, etc., etc., y por la otra, el adelanto intelectual, rudimentario, nebuloso, vacilante, con el contrapeso enorme de ocho millones de analfabetos. Total: una vestidura brillante, mucha pompa, mucha alharaca, mucha claque, mucho humo, ocultando una civilización rudimentaria que ni con mucho nos hará libres, ni con mucho nos hará respetables.
Ya está arrojado con mano firme sobre el bufete de nuestro gobierno el saldo de nuestra pretenciosa civilización. Veamos si continúan nuestros gobernantes cruzados de brazos ante el pavoroso problema.
Los desaciertos administrativos del Gobierno de Jalisco, parece que tienden a la ruina de esa entidad federativa que cuenta con vastos elementos de vitalidad y energías. El pueblo jalisciense se ha distinguido por su laboriosidad y talento. Tiene un foro ventajosamente reputado y entre sus industriales y comerciantes hay energías bien encarriladas. Pero su adelanto se ha estancado, porque la deficiente labor administrativa del Sr. Curiel pone un valladar a todas las energías y un obstáculo a todos los progresos.
Los hombres de iniciativa, los que proporcionan la vitalidad a un pueblo, han huido de Jalisco ante un error económico lamentable: la oposición de la legislatura a conceder franquicias a las industrias nacientes.
La avaricia es una mala consejera, y más aún aplicándose a elementos que van a sumarse a la actividad general. El Gobierno de Jalisco es avaro ante el progreso del Estado y se muestra manirroto para favorecer personalidades ineptas de la camarilla oficial.
La avaricia opuesta a las solicitudes de franquicias, aleja al elemento activo vigoroso, que va en busca de otro Gobierno más liberal y que mejor comprenda los rudimentos económicos. Jalisco pierde entonces un elemento activo, porque su Gobierno ha descuidado conceder algo que después recobrará con creces. La industria que nace con vacilaciones y tropiezos, necesita franquicias que la alienten y vigoricen y no exacciones que la empobrezcan y consuman. Los impuestos excesivos, la matan al nacer. Por el contrario, la exención de contribuciones prolongan una vida próspera, que se sumará después al adelanto del Estado, y a la mayor producción de rentas de éste. Puede citarse como ejemplo el Estado de Nuevo León, cuyo Gobierno ha acogido liberalmente a los industriales haciéndolos prosperar con las concesiones de franquicias provechosas.
Pero el Gobierno de Jalisco desatiende esos principios económicos, espoleado por su afán de acumular rentas que después se invierten en contratos onerosos, torpes e ineficaces, como el del saneamiento. Su codicia ahuyenta a los hombres de empresa y empobrece al Erario. En cambio, se decretan crecidos impuestos sobre el pequeño comercio, el que también desaparecerá, cuando se convenza de que los productos sanos de sus esfuerzos se dividirán con el Gobierno, un socio que en vez de producir, consume.
Nos afecta cordialmente la situación precaria de Jalisco, que nos da el espectáculo de un pueblo vigoroso y apto, que será aniquilado por los errores administrativos de su Gobierno inepto.
Seriamente llamamos la atención del Gobernador de Puebla acerca de lo que acontece en Tecamachalco.
Se nos dice, que por cualquier motivo, se destierra a los habitantes del Distrito que tienen el suficiente valor civil para echar en cara al Jefe Político su mala administración.
También se nos dice, con detalles que horrorizan, que a cualquier ciudadano se le imponen, por motivos fútiles, penas demasiado fuertes en consideraciones a faltas cometidas, que muchas veces, y son las más, nunca han existido. Las multas son exorbitantes y las arbitrariedades se suceden día por día. Ha habido multas que ascienden a seiscientos pesos.
Recuérdese la atmósfera que se formó el Jefe Político de Tecamachalco cuando lo fue de Acatlán, y que, por su mala gestión, se le destituyó. Pero como nuestro actual modo de ser se reduce en complacencias, en vez de nulificar la personalidad oficial de dicho funcionario, se le ofreció y aceptó la jefatura de Tecamachalco, gracias a las influencias y favores de que goza un Coronel llamado Jesús García, íntimo del Gobernador Martínez.
Si no se destruye a este Jefe Político puede decirse que el Estado de Puebla es uno de los que más sufre con su mala administración y mucha política.
Vamos a consignar otras tropelías cometidas por autoridades de Sinaloa, para que se vea que no hablamos de memoria, cuando decimos que la Administración pública de aquel Estado, marcha a la par si no es que atrás de los más atrasados pueblos de la tierra.
Tres individuos fueron acusados de robo por un arriero en el rancho de Pozole, de la jurisdicción de Villa Unión, Sinaloa, a donde fueron conducidos con lujo de fuerza y de crueldad.
El Director Político Jesús Mora, que debe tener en su ascendencia a Pedro Arbués, ató los pulgares de las manos de los acusados y los mandó suspender de un árbol; en esa posición se le azotó cruelmente, al grado de que alguno de aquellos infelices se desmayó. Después se les amedrentó de repetir con ellos la misma operación, si no confesaban su delito.
Uno de los acusados, Pedro Estrada, pidió amparo por teléfono al Juez de Distrito, y esté ordenó que quedaba a su disposición el quejoso. Pero el Director Político, en lugar de acatar el ordenamiento del Juez de Distrito, remitió a los tres acusados a la Prefectura de Mazatlán, que está a cargo del Lic. Manuel L. Choza, que tiene grande influencia con el Gobernador Cañedo, y por esta circunstancia, puede cometerlas arbitrariedades que tenga por bien.
El Lic. Choza, consignó a los acusados al servicio de las armas y entonces volvió Estrada a pedir amparo, pero su gestión tuvo la misma suerte que la anterior, pues no obstante haber ratificado el amparo dentro del término legal, Choza, contra el ordenamiento de Juez de Distrito, éste se negó a poner al quejoso a su disposición de la autoridad federal, consignándolo arbitrariamente a un cuartel.
Los otros acusados, Antonio Barragán y Tomás López, también pidieron amparo pero el Juez de Distrito de Sinaloa se ha mostrado indiferente a la queja, sólo por que Choza es hijo político del Gobernador Cañedo, y además, Diputado.
De donde se infiere, que en Sinaloa, hasta la autoridad federal se muestra complaciente cuando se trata de halagar al poderoso.
Ya ampliaremos los detalles. Por lo pronto diremos, que desde el 8 de Diciembre permanecen presos los acusados, sin haber causa justificada para ello.
Niéguesenos ahora, que es cierto todo lo que decimos acerca de Sinaloa y de su impopular y funesta administración, en la que los parientes del gobernante hacen su voluntad.
En uno de nuestros números anteriores consignamos la nota1 del atropello de que fueron víctimas varios distinguidos caballeros de Hermosillo, por el delito de ser desafectos a la mala administración del Gobernador Izábal de Sonora.
El atropello no sólo se hizo odioso por su injustificación, sino por el lujo de vejaciones a que estuvieron sujetos los caballeros en cuestión, quienes fueron encerrados en inmundos calabozos infestados de asquerosas alimañas, haciendo que se les prohibiera el uso de lechos y otros muebles indispensables para que los atropellados gozaran de una relativa comodidad en su injusto cautiverio.
Tales hechos demuestran que Izábal sólo trató de ejercitar sus venganzas, teniendo como instrumentos a autoridades desalmadas.
Mal camino toman esos esbirros, que para quedar bien con un gobernante déspota y arbitrario, ahogan sus sentimientos de hombres, convirtiéndose en verdugos sin conciencia.
Con esas vejaciones acaba de desprestigiarse (si es que alguna vez ha tenido prestigio) la torpe administración sonorense.
1 Véase supra, art. núm. 241.
Vibrante de indignación y virilidad, ha escrito el inteligente y enérgico Abogado de D. Antonio Díaz Soto y Gama, una Protesta contra los graves atentados que les fueron inferidos por los clericales a la judicatura de San Luis Potosí. Los hechos ultrajantes que esta protesta retrata, los detalles de la conducta del Juez Carrizales y del Agente del Ministerio Público, Mariano Niño, el lujo de arbitrariedad despegado con audacia por estos funcionarios ineptos, lastiman y enardecen y la indignación se resuelve en protesta enérgica como la del Lic. Díaz Soto.
Dicho letrado acompañaba al Sr. José María Facha, liberal valiente de San Luis Potosí, torpemente enjuiciado por el asunto llamado de las Calaveras, que conocen ya nuestros lectores.1 El Sr. Facha desahogaba una cita del Juez Benito Carrizales, clerical empedernido y servidor del Obispo Montes de Oca. Carrizales se indignó porque el Sr. Facha concurría acompañado de su patrono, y olvidando el respeto que se debe a los caballeros y el cargo que desgraciadamente se le ha confiado, abusó de su poder, atropelló la ley, burló la justicia, olvidó las conveniencias sociales, demostró su carácter inadecuado y rudo y arrojó del Juzgado, con auxilio de la fuerza pública a las dos personas mencionadas. En este acto de suprema e irritante autocracia, estuvo complicado el Agente del Ministerio Público, Mariano Niño.
El Sr. Lic. Díaz Soto ha acudido a los Tribunales acusando a estas autoridades arbitrarias. Los Tribunales abrirán los oídos a la consigna y los cerrarán a las justas quejas de dos ciudadanos vejados. Pero la opinión pública vapuleará sin piedad alguna a estos malos funcionarios, y a este efecto, desde las columnas de REGENERACIÓN levantaremos la voz para que nuestros lectores conozcan a esos individuos, tristemente célebres en la judicatura potosina.
Aplaudimos la actitud viril del Sr. Lic. Díaz Soto Gama, sintiendo únicamente que otras energías semejantes que deben existir en la República, no levanten también una protesta cuando las autoridades las despojan de sus garantías individuales y de sus fueros de hombres.
1 Véanse supra, arts. núms. 170, 182 y 186.
El desenfado con que se ve todo lo que concierne a la selección en el personal de la judicatura de la República, produce hechos como el que pasamos a relatar.
Desempeña el cargo de Juez de 1ª Instancia de Arizpe, Son., un Lic. Ignacio Bustillo. No se distinguió allí ni por su talento, ni por su laboriosidad, ni por su buen manejo, lo que originó su destitución. Este hecho debió haber cerrado las puertas de la judicatura a un hombre nocivo para ella; pero el Gobernador Izábal, que gusta de rodearse de un personal no escogido entre los elementos provechosos, llamó al ex-juez y creó para él un nuevo Juzgado de 1ª Instancia en Guaymas, que desempeñará el Lic. Bustillo tan mal y desacertadamente como el de Arizpe.
Con ese acto, el Gobernador de Sonora protege a una persona que mereció una destitución por inepta, y lo protege dándole un empleo en el mismo ramo de justicia y en un lugar de mayor categoría que Arizpe.
Tienen razón los sonorenses en su disgusto por la mala administración del Gobernador. El hecho relatado demuestra su escaso deseo de procurar el progreso de Sonora, pues en vez de rodearse de elementos provechosos, busca aquellos perjudiciales que están marcados con el sello de una destitución vergonzosa.
Otras nuevas energías, viriles y energéticas, acaban de entrar a la lucha periodística, para sostener, con franqueza y lealtad, los ideales republicanos y democráticos.
Nos referimos a El Monitor Liberal, cuyo primer número tenemos a la vista.
Su programa es sugestivo y es simpático; en él se ve el ansia de este pobre pueblo oprimido y sediento de libertad y de progreso, de ese progreso con el que tanto soñamos y que está muy lejos del oropelado y claudicante actual.
Los nombres de los ilustrados periodistas, Sres. José Manuel Villa2 y José P. Rivera3, son por sí solos, una garantía de que El Monitor Liberal, sostendrá vigorosamente su programa.
En efecto, los Sres. Villa y Rivera, siempre han luchado, como periodistas, en el grupo independiente y liberal.
Comprenden bien los citados señores, que este asfixiante medio de servilismo político, en el que las energías francas, en un momento de decepción, han arrojado el escudo y hecho pedazos las armas, para entregarse cobarde y vergonzosamente a la voluntad y al capricho de sus enemigos políticos, que abusando de los espíritus afeminados, baten palmas para cantar un paz, que es la de los siervos; que este asfixiante medio, en el que con la muerte de la vergüenza, la libertad ha fallecido, porque no habiendo valor para arrojar el guante, ni entereza para manifestar los ideales, la arbitrariedad sale de su escondrijo para infestar las conciencias, maniatando las voluntades, comprenden, estamos seguros, que si ese medio no se corrige, las instituciones están amenazadas de muerte.
Reciba El Monitor Liberal, nuestras más calurosas felicitaciones y nuestros vehementes deseos de que su labor, que es la de los hombres libres, sea eficaz, circunstancia que será el mejor premio de sus esfuerzos.
Nosotros también nos felicitamos de que haya salido al combate un nuevo órgano independiente y liberal, ya que por desgracia parecíamos condenados a soportar la insulsa prensa semioficial y oficiosa, que encuentra muy natural la torpe alianza sin tasa ni medida.
¡A luchar!
1 El Monitor Liberal, ‘Semanario anticlerical e independiente’ México, D. F. (1901). Dir. José P. Rivera.
2 José Manuel Villa. Periodista. Jefe de redacción de El Diario (1906-1914) , periódico fundado por Juan Sánchez Azcona, que transitó de la oposición al régimen de Díaz al huertismo bajo la dirección de Manuel Flores.
3 José Primitivo Rivera. (1869-1916). Escritor y periodista veracruzano. En la ciudad de México, colaboró con El Monitor Republicano y El Diario del Hogar y dirigió El Monitor Liberal. En Veracruz fue redactor de La Opinión y de La Voz de Lerdo. En 1890 participó en la edición de la colección Liberales ilustres mexicanos. Profesor del Instituto Veracruzano. Miembro del PLM.
No hace muchos días que el Juez 1º de 1ª Instancia de Hermosillo, Son., tristemente celebre por ser escogido para cometer arbitrariedades en nombre de un Gobierno despótico, sentenció al señor Belisario Valencia, Director de los valientes colegas El Sol y La Luna, a sufrir un año de prisión, a pagar mil pesos de multa y al decomiso de la imprenta en que se editaban los referidos colegas.
Hasta el cansancio hemos protestado viril y enérgicamente, contra estos atentados a la libertad de imprenta, por que ellos significan también, un atentado a las ganancias individuales. Nos indigna que autoridades arbitrarias, se despojen de su misión elevada, para atender las indicaciones torpes y bochornosas, de autócratas que no cuentan con la simpatía popular. El Director de El Sol, combatió dentro de los términos legales, la imposición de un Ayuntamiento nocivo. Ejercitó un derecho y sus apreciaciones iban encaminadas al bien público. Y sin embargo, se les encarceló, sufrió vejaciones, y se le sentencia y despoja de su imprenta, de su elemento de vida, de un objeto que no puede ser instrumento de delito, a pesar de las distintas sentencias torpes que han declarado lo contrario.
Sentimos que el Sr. Valencia siga siendo víctima de la despótica administración sonorense; pero deseamos que en definitiva, sabrá la Suprema Corte destruir enérgicamente las violaciones de garantías que abundan en este proceso.
Contra la inquina oficial; contra las gasconadas de un Juez de celebridad poco envidiable y con aplauso del público sensato, ha vuelto a la vida de combate el enérgico semanario liberal «El Hijo del Ahuizote,» que por su valor para descubrir las llagas del poder, se vio perseguido, decomisadas varias imprentas y sus redactores encarcelados por supuestos delitos, torpemente confeccionados, para sufrir después la más inicua de las penas, con la adicional, torpe y grosera, de prohibición de leer y escribir.
Con sumo valor hemos visto su reaparición, porque «El Hijo del Ahuizote,» es un defensor incansable de nuestras instituciones y un vapuleador tenaz de los malos gobernantes.
Reciba nuestro estimado colega nuestra bienvenida. Estaremos con él en la lucha, para vencer o sucumbir.
Que no sufra más percances psicológicos, es nuestro ardiente deseo.
La prensa independiente de Jalisco, la que franca y lealmente cruzando sus armas con la administración curielista, la que ha venido descubriendo honradamente las malsanas combinaciones políticas que han hecho de Jalisco una burla y de la opinión pública una farsa, ha formado una asociación de energías recientemente eslabonadas por la comunidad de ideas y paridad de sentimientos. Ha surgido, pues, viril y potente, la Asociación de la Prensa Independiente de Jalisco.
La idea surgió del poderoso cerebro del personal de nuestro querido colega El Paladín, y fue aclamada por El Diario de Jalisco, Juan Panadero, El Sol, La Linterna de Diógenes, La Libertad, El Heraldo, El Tapatío, El nieto de Juan Panadero, El Mal Herido, y Jalisco Libre, grupo compacto de energías que luchan con la nobleza de las buenas causas.
Ya nos ocuparemos detenidamente de la significación que tiene ese grupo potente y simpático, al que envía.
Alguna hoja semioficial u oficiosa del desventurado Estado de Veracruz, malhumorada contra nosotros porque no somos afectos a la pésima administración de D. Teodoro Dehesa, pretende hacernos derramar la bilis, declarando que REGENERACIÓN es un hongo.
El mote está mal puesto, y lo está, por que los hongos vegetan, esto es, viven su insignificante vida a la sombra de los poderosos, a los que chupan la savia, sin la que jamás habrían existido.
REGENERACIÓN por el contrario, siempre ha vivido y vivirá al aire y al sol, ¿por qué? Porque su labor franca y sin embozos, está destinada a desenmascarar el abuso; a hacer que se haga justicia con los jueces venales, que trafican con ella como cualquier negrero portugués; a hacer resaltar la hediondez del mal gobernante, y a dar a conocer a los déspotas de sable y a los tiranos del bonete.
¿Y para quién trabaja REGENERACIÓN? ¿para el poderoso? No; para el pueblo, es decir, para el caído, para el pobre, para el humilde; para el pueblo trabaja, y por lo mismo, no puede vivir a su sombra, porque entre nosotros, aunque debiera serlo, no es el poderoso el pueblo, sino el mal gobernante a cuya sombra medran los hongos que asalaria.
Está a revisión ante la Suprema Corte, la sentencia que pronunció el Juez de Distrito de Campeche en el amparo que solicitaron los Sres. Salvador Martínez Alomía y Manuel Gutiérrez Zamora, Director y colaborador respectivamente de nuestro estimado colega El Reproductor Campechano, contra actos del Juez de los Criminal de aquella Ciudad, que los encarceló arbitrariamente porque con energía hicieron notar las deficiencias graves y las llagas que oculta la ruda o ineducada policía campechana.
Inútil parece decir que el Juez de Distrito negó el amparo. Ya nos ocuparemos de los fundamentos de su sentencia; pero no dejaremos pasar inadvertido el hecho de que, dicho Juez, se permitió asentar en su fallo, que los quejosos carecían de moralidad.
El Juez de Distrito no debió aventurar esa apreciación que no estaba al debate. Debió limitarse a descubrir si se habían violado o no garantías constitucionales. La extralimitación en el fallo hasta la apreciación difamatoria de las condiciones morales de un procesado, descubre complicidad con las autoridades locales deseosas de una venganza innoble. Los Jueces de Distrito deben huir de las politiquillas más o menos cenagosas de provincia. Y lo que decimos de Distrito, conviene también a otras autoridades superiores que se coluden, por afinidad de sentimientos y degeneración moral, con las autoridades locales para prolongar indefinidamente la resolución de un asunto o para trastornar el criterio de los demás con el andamiaje sofístico de una discusión reprobada.
Continúan los buenos frutos debido a las energías de los buenos ciudadanos agrupados de los Clubs Liberales de la República.
El Club Liberal Regenerador de «Benito Juárez» de Cuicatlán, Oax., acaba de obtener un triunfo liberal.
Los miembros del Club supieron que el cura de Cuicatlán había ordenado, que la noche del 31 de Diciembre último, se echaran a vuelo las campanas desde las ocho de la noche, y como con tal acto se violaban las leyes de Reforma, se apresuraron a ponerlo en conocimiento de la primera autoridad política, la que sin importar la bochornosa superchería que ha dado en llamarse política de conciliación, ordenó que se impidiera el repique proyectado.
Como apuntamos, las energías triunfan, y bueno es que lo sepan los timoratos y los indiferentes.
Saben ya nuestros lectores1, que los Srs. Dionisio González, Arturo Serna, Lic. Manuel R. Parada, Ramón Oviedo y J. M. Paredes, fueron encarcelados arbitraria y escandalosamente, sin motivo legal alguno. Se dice, y es de creerse, que se trata de una venganza política, porque dichos caballeros tomaron parte activa, como miembros del Club «García Morales,» en las pasadas elecciones municipales, combatiendo enérgica y virilmente a la candidatura oficial.
El Juez 1º de 1ª Instancia, Lic. Germán Velasco, que siempre se ha distinguido por sus procedimientos arbitrarios, decretó la formal prisión de los acusados, quienes ocurrieron al amparo federal solicitando la suspensión del acto reclamado.
El Sr. Juez de Distrito de Nogales, que no gusta de coludirse con las autoridades arbitrarias, suspendió el acto, hizo que los procesados fueran remitidos a su disposición y les concedió la libertad bajo de fianza que solicitaron.
Los referidos señores han vuelto a Hermosillo, por lo que los felicitamos cordialmente.
Muy digna de aplauso es la actitud levantada del Sr. Juez de Distrito de Nogales. La autoridad federal es la única que puede salvar a las víctimas de estos ataques rudos y arbitrarios, que producen el escándalo en la sociedad honrada. Felicitamos al señor Juez referido, porque, muy distinto a los otros, no admite la complicidad bochornosa que pretenden las autoridades locales carentes de sentido moral.
1 Véase supra, art. núm. 241.
Se acercan para la patria días de gloria. Las energías particulares, desdeñando nuestra vieja y perniciosa costumbre de esperar del poder toda iniciativa benéfica, alistan en estos momentos sus mejores armas para lanzarse con valor y entereza al campo de la lucha por la libertad.
En estos momentos los ciudadanos de buena voluntad de la República preparan su viaje para dirigirse a la ciudad de San Luis Potosí, que es hoy la Jerusalén de nuestros ideales democráticos.
El próximo día 5 de Febrero se reunirá en dicha ciudad el Gran Congreso Liberal.
Al contrario del fanatismo religioso, que doblega la cerviz ante un hombre valetudinario cuando siguiendo al cura egoísta y embaucador atraviesa el océano para llegar lleno de unción y de farsa a la adusta y empalagosa Roma, los buenos liberales mexicanos se presentarán con la frente alta, iluminada de noble orgullo, a la ciudad de San Luis Potosí. Y van con la frente alta porque no van a pedir como el fanático, sino a exigir como el ciudadano. Van con la frente alta porque conocen que son libres, porque conocen sus derechos, porque saben bien que sólo los culpables están obligados a bajar la cabeza, y sólo el servilismo y la bajeza pueden doblar las rodillas.
A la libertad hay que verla de frente y no apartar la vista de ella porque se disipa. El que titubea sale derrotado; el cobarde recibe como recompensa el grillete y las esposas del esclavo.
La misión que va a desempeñar el gran Partido Liberal de la República es de saludable trascendencia. En el congreso se discutirán los medios prácticos que haya para infiltrar el liberalismo en el espíritu de las masas. Allí se tratará la aplicación del remedio para contrarrestar la influencia del clero en el hogar, influencia que sólo sirve para corromper el corazón femenino, dando por resultado los crímenes a que orilla la concupiscencia monástica y la educación hipócrita y falsa de la niñez.
Se tratará también de estudiar la manera práctica de hacer efectiva la nacionalización de los bienes eclesiásticos, puestos hoy en manos de testaferros fanáticos, estudiándose al mismo tiempo la manera de lograr el aniquilamiento de la influencia política del clero y de sus adeptos, que ascienden al poder contra las protestas de los ciudadanos honrados, que ven en esos actos la ruina de nuestras libertades, que, no obstante haberlas conquistado a sangre y fuego, se ven pospuestas a esa incalificable debilidad política, que haciéndonos retrogradar, pretende entregarnos atados de manos al funesto partido que, en sus extrañas fermentaciones ha producido la traición y el crimen.
Otras muchas importantísimas cuestiones serán puestas al debate.
No obstante la bondad de la causa, no han faltado los desahogos clericales, pues acobardados los conservadores ante la actitud potente y resuelta del Partido Liberal, actitud ocasionada por la imprudencia del partido del retroceso, no han cesado de escandalizar, hasta el grado de decir que el Congreso Liberal será una injuria para la religión católica.
La maldad clerical tiene que calumniar para combatir. Nunca ha sido noble la lucha de ese partido de sombras y de ruinas. Esa maldad no se ha tentado el corazón, porque no lo tiene, para decir que el Congreso Liberal es un peligro para la tranquilidad pública.
El Congreso Liberal no es un peligro para la tranquilidad pública, es un peligro para las maquinaciones del clero corrompido, como los gendarmes son un peligro para los malhechores.
El criminal tiembla cuando sabe que se le espía, que se observan de cerca sus manejos: por eso es por lo que los conservadores tiemblan al solo anuncio del congreso; porque comprenden la importancia de éste, y ellos no tienen limpia la conciencia.
Pero contra las calumnias de la clerigalla, los ciudadanos honrados aplauden la celebración del congreso, que es un acontecimiento en esta época de debilidades e infames contubernios con los jurados enemigos de la libertad. Aplauden los ciudadanos honrados, porque comienza el renacimiento de nuestras muertas instituciones, que dará como sazonado fruto la regeneración política y social.
Indignado se muestra el Jefe Político de Tecamachalco, Pue., por las noticias relativas a su desacertada administración, que han visto la luz en nuestro periódico.
En el Estado de Puebla, la justicia es un mito, y se atropella a los ciudadanos para satisfacer innobles venganzas. Pero lo que más irrita, es que esos atropellos cometidos por las autoridades, quedan en la más escandalosa impunidad.
El Jefe Político de Tecamachalco, a fin de averiguar el nombre de los corresponsales que nos remiten noticias, comete vejaciones contra las personas, encarcelándolas, y obligándolas de mil maneras a que denuncien a nuestros informantes.
Para conseguir su objeto a puesto preso a nuestro señor Monter, (que no sabemos quien será, pues no es nuestro corresponsal), amenazándolo con consignarlo al servicio de las armas, si no descubre a los corresponsales de REGENERACIÓN.
Ya que este Jefe Político arbitrario y caprichoso, se muestra tan severo cuando se denuncian sus malos actos oficiales, bueno es que se corrija, pues no está bien que en virtud de estar apoyado por el Gobernador Martínez, se sirva de esa protección para ejercitar sus venganzas.
Urge la destitución de ese Jefe, que sólo sirve para hacer más escandaloso el desbarajuste que reina en la pésima administración del Estado de Puebla.
También urge que se le haga renunciar al Gobernador Mucio Martínez, como se hizo con Mercenario.
El Imparcial, periódico semioficial, que no es ni mexicano ni extranjero, ni liberal ni conservador, sino una hoja repleta de burdas alabanzas y torpes lisonjas, ataca rudamente a la administración de Justicia, tanto, que nosotros no nos atreveríamos a hacerlo sin vernos perseguidos tenaz y furiosamente por el elemento oficial.
Dice ese papel, en una de las gacetillas que ha dado en habilitar de editoriales:
«Hay un individuo que cuenta con veintitrés entradas a la cárcel de Belém, muchas de ellas por robo y por estafa, y siempre ha salido absuelto.»
Si lo anterior no es un ataque directo y formal a la administración de la justicia, no sabemos cómo calificarlo.
Se ve pues, que hasta el papel semioficial, ese que alardea tanto de nuestro progreso y nuestro negativo crédito y se enronquece hablando de la buena administración actual, este mismo papel, se desmiente al decir que los criminales gozan de impunidad, circunstancia que en nada favorece al cacareado progreso.
Bien aconsejamos cierta vez al Gobierno, cuando le dijimos que haría bien en quitar la subvención a los papeles semioficiales, que sólo sirven para desprestigiarlo.
De todos modos, nos alegramos de que el papel semioficial esté de acuerdo con nosotros al atacar la pésima administración de justicia.
El Estado de Yucatán, mal administrado por un gobernador que no tiene empacho en dar oídos a los conciliábulos de sacristía, y de prestar atención a las disolventes doctrinas de la cátedra sagrada, suspirando por la época en que gozaba del favor de Maximiliano, ese lejano Estado, sufre las consecuencias de tener al frente un hombre que en nada se preocupa por su adelanto.
Nuestro corresponsal en Mérida, nos pone en conocimiento de la triste situación que guarda el proletariado en Yucatán. Nos dice, que los Jefes Políticos son otros tantos sátrapas, que abusando de la ignorancia del pueblo, obligan a los ciudadanos a prestar servicios personales sin la correspondiente retribución, remitiéndolos entre fuerza armada a los trabajos del ferrocarril S. O., distantes más de ciento cincuenta kilómetros de sus hogares.
Sucede, que si el trabajador forzado está enfermo o se excusa a emprender la marcha, se le exige la suma de cuarenta pesos para reemplazarlo; reemplazo que nunca se hace efectivo.
Cuando, cumplido el plazo, regresan a sus casas los infelices forzados, se les obliga a prestar otra clase de servicios, y si no los pueden prestar, se les cobra cuatro pesos, repitiéndose tan odiosa contribución, tres veces durante un año. De modo, que las familias quedan sin sustento, sólo porque así place a los tiranuelos del pueblo.
Esta vergonzosa esclavitud, trae serios prejuicios para la paz y el orden que deben reinar en la República, paz y orden de que tanto alarde hacen los incondicionales aduladores del Poder, en su afán de atraerse sus favores.
Esa esclavitud ha dado por resultado el levantamiento de Yoksonot1 y otras poblaciones del Estado de Yucatán, que han tomado las armas, uniéndose a los mayas rebeldes, que son los enemigos jurados de la civilización.
Esa situación anárquica, no es más que el resultado de las vejaciones y atropellos de que son víctimas los ciudadanos, que no obteniendo justicia y viendo violada la ley, han creído encontrar la venganza destruyendo la paz.
Urgentísimo es evitar esas extorsiones contra el desheredado. Es urgente para el buen nombre de la República y para que no sucedan más levantamientos como los que hemos apuntado, ocasionados por autoridades arbitrarias y despóticas.
Lo conveniente sería poner al frente del Estado a un gobernante liberal y progresista, que tenga ideales sanos y no de oídos a los conciliábulos de sacristía, ni preste atención a las disolventes doctrinas de la cátedra sagrada.
1 Refierese al alzamiento, el 19 de noviembre de 1900, de 250 hombres de los pueblos de Yokdzonot y San Antonio Muyil, partido de Tizimín, los que, bajo la dirección del cacique José María Puc, buscaron obstaculizar las operaciones de las fuerzas federales participantes en la última escalada de la Guerra de Castas. Fueron inmediatamente dispersados y capturados por la Guardia Nacional.
La torpe administración del estado de Veracruz, nos había de dar tema para nuestras censuras, un tanto amargas, pero justificadas siempre.
Un pésimo escritor clerical, José Ascensión Reyes, bastante conocido con el seudónimo de Anabasis, por haber garrapateado en cuanta hoja conservadora ha obtenido hospitalidad, tuvo la humorada de ensuciar la historia patria, cuando no encontró cabida en los papeles clericales.
Pero lo que irrita, no es que ese individuo haya ensuciado la historia, sino que su obra sirva de texto en las escuelas oficiales de Orizaba, corrompiendo a la niñez con enseñanzas que son una burla y un ultraje a nuestras instituciones.
Si las instituciones democráticas y liberales han muerto para nosotros, siquiera que se respete su cadáver y no se le profane con producciones que harían sentir terror a un sepulturero; que se respete su cadáver y no se le ensucie con la pestilente bacanal de la clerigalla, pues es malo que el vino de los festines monásticos ensucie el gorro frigio de la democracia.
El libelo está plagado de doctrina conservadora, tal como la entienden el autor y sus adeptos. Al tratar del fusilamiento del traidor Iturbide, para quien la nación no ha tenido aún las frases suficientemente duras para calificarlo, se deshace en lloriqueos de mujer, diciendo que México es la única nación del mundo que ha fusilado a su libertador y que ese parricidio atrajo la cólera del cielo sobre México.
Llamar padre a un traidor, solamente puede caber en el cerebro de Anabasis. En horabuena que sea padre de él, pero no de los mexicanos, que si cien cabezas hubiera tenido el tal libertador, cien veces se le hubieran cortado.
En la página 186, el libelo llama absurda a la Constitución de 1857, diciendo que nuestra carta fundamental es la injuria a la religión católica, y más atrás se lee, que es una amalgama de utopías y de ataques a la Iglesia.
Después calumnia a Juárez, diciendo que empleó tropas americanas para vencer al traidor Miramón y que nada le importaba que se ultrajara la soberanía nacional, porque su único pensamiento era conservarse en el poder a toda costa.
Tan repugnante ataque a nuestro Benemérito merece un duro castigo, pero no se impone por ser conservador el actual gobierno.
El texto-libelo calumnia al Partido Liberal cuando dice, que la intervención de los Estados Unidos en la Guerra de tres años dio el triunfo al Partido Liberal.
Sentimos sobremanera que las dimensiones de «REGENERACIÓN» no sean suficientes para exhibir crudamente toda la vergüenza que encierra ese libelo, pero sí, no dejaremos de reprochar duramente al complaciente gobierno de Veracruz, que permite que en las escuelas oficiales se injurie a nuestros héroes, y extravíe la moral de la niñez con declamaciones nacidas del veneno conservador.
En ese infame libro, el gobierno de Juárez es una deshonra para la nación.
Seriamente llamo la atención del Gobernador Dehesa acerca de tal libelo, que no esta en consonancia con el progreso de que tanto alarde se hace; ese Gobernador, si respeta las instituciones, debe procurar que se retire la obra de las escuelas oficiales, y nosotros así lo exigimos, porque nos avergonzamos de que haya gobernantes tan poco escrupulosos que permitan ensuciar nuestras legítimas glorias, sólo por satisfacer la execrable y funesta política de conciliación.
Acaba de pronunciar el Sr. Juez 2º Correccional, una sentencia absolutoria a favor del gendarme Ignacio Espinosa, quien, sin culpabilidad alguna, permaneció en la cárcel de Belén más de dos meses.
Este es un caso que revela palmariamente la desigualdad de la Justicia. Se hallaba dicho gendarme de servicio en la esquina de la 1ª de Mina y 2ª de Zaragoza, cuando tuvo que intervenir en el escándalo originado por un español soez. El español injurió al gendarme y lo golpeó. El gendarme se armó de prudencia, y en vez de hacer uso del garrote, replicó la agresión con la fuerza de sus puños. El gachupín, envalentonado, fue más brutal en su agresión y seguramente que la victoria hubiera estado de su parte, si el gendarme, después de haber caído de bruces en tierra, no hubiese hecho uso del garrote, como último recurso supremo. El resultado fue que el español presentara algunos golpes.
De la Comisaría, se enviaron a Belén al gendarme y al español, consignados al Juzgado 2º Correccional. Y se cometió la primera injusticia: el español, el agresor, el irrespetuoso para con la autoridad, el escandaloso, fue puesto en libertad desde luego; y el gendarme, cuidadoso en el cumplimiento de su deber, casi heroico, porque, a pesar de la ventajosa fuerza física de su adversario ejercitada en el continuo trafagueo de la bodega, no hizo uso del bastón sino hasta última hora, cuando peligraba el carácter augusto de la autoridad, permaneció en la cárcel más de dos meses, para que al fin se declarase su inculpabilidad.
Para subrayar más estas tremendas injusticias de los Juzgados Correccionales, diremos que el Agente del Ministerio Público tuvo en su poder el proceso, durante veinte días, en vez de los tres días que marca la ley. Por causa del Agente del Ministerio Público, a quien inútilmente rogaba la familia del procesado que devolviera la causa, Ignacio Espinosa permaneció 17 días más, encarcelado injustamente.
Como la injusticia cometida es irreparable, creemos que el Sr. Procurador de Justicia del Distrito debería vigilar más la labor de sus agentes, pues con suma frecuencia sucede, que no cumplen alguno de ellos escrupulosamente con sus deberes.
Así titula un papel semioficial a algo que quiere ser editorial.
Como de costumbre, acusa al bajo pueblo de ignorante y hasta de idiota, pero se calla decir el remedio que hay que aplicar para que ese idiotismo y esa ignorancia dejen de reinar en las bajas capas del pueblo.
Tampoco dice que no obstante los largos años que llevamos de ser gobernados por la administración del General Díaz que se ha empeñado en llamarla del progreso y de la paz, nuestro pueblo no se ha sentido beneficiado por ese progreso, ni ha experimentado los efectos de esa paz.
Veintitantos años hemos tenido la paz y sin embargo, el bajo pueblo continúa tan ignorante y rudo, como en los lamentables años de la época colonial.
Los errores populares, a que alude el papel de referencia, provienen de la falta de instrucción, que se ha descuidado, para invertir los fondos que debían destinarse al importante ramo de la educación popular, en desabridos monumentos y en edificios tan aparatosos como ridículos.
Así es que no hay que reprocharle al pueblo su ignorancia, sino a la administración, que gusta más de la pompa y lujos exteriores, que de educar convenientemente al pueblo, a fin de tener cuidados útiles a la patria.
Acaba de cumplir cuatro años de vida nuestro estimado colega El Español, dirigido por el inteligente periodista Sr. D. Ramón Álvarez Soto1.
El Español ha cambiado de nombre; ahora se titula El Paladín2.
Con el cambio de nombre, el colega ha extendido su programa, a la vez que ha mejorado su parte material e intelectual, habiendo introducido también notables mejoras en sus oficinas, decorándolas correcta y dignamente.
El Sr. Álvarez Soto, es un luchador incansable. En él se comprueba el aforismo de que con energía y constancia todo se vence. Vivía la vida obscura del obrero; pero su alma iluminada por el fuego de la convicción, le hacía suspirar por el cumplimiento de sus aspiraciones; sentía algo más de lo que siente el vulgo, y sobre todo, se sentía fuerte y ansioso por luchar.
Y comenzó a luchar, y como luchó, venció, haciendo vivir cuatro años a su periódico, aquí, donde una competencia brutal, hace abortar a las empresas periodísticas, por ricas y poderosas que sean.
Felicitamos al Sr. Álvarez Soto por su triunfo y le deseamos a El Paladín muchos años más de vida.
1 Ramón Álvarez Soto. Periodista capitalino, además de director de El Español, después llamado El Paladín, fue editor de El Diablito Rojo, ‘Semanario obrero de combate’ en su segunda época (1908-1910) y del antihuertista Chapultepec, ‘Diario político absolutamente independiente. Ni rencores por el pasado ni temores por el porvenir’ que circuló en julio de 1914.
2 El Paladín, (antes El Español), ‘Periódico de combate, consagrado a la defensa de la raza latina y de los intereses del comercio, la industria y la agricultura’, México, DF (1901-1913); ‘Periódico liberal e independiente, del pueblo y para el pueblo’ (1914). Dir. Ramón Álvarez Soto, ed. Isaac Batancourt.
A la sombra de la paz continúan cometiéndose atentados en el Estado de Puebla, ese Estado tan torpemente gobernador por el Gral. Mucio Martínez, sosteniendo por el Gral. Díaz contra la voluntad del pueblo poblano.
El Sr. D. Ruperto Agüeros, caballero apreciado y querido en Teziutlán, está siendo víctima de incalificables atropellos.
Una acción civil que pudiera haberse entablado contra dicho señor, la han convertido sus enemigos en acción criminal, sólo para satisfacer ruines venganzas que en cualquier otro terreno hubieran fracasado, al tratar de ejercitarlas.
En tan sucio asunto están comprometidos el Juez de 1ª Instancia José Rivera y el Administrador del Timbre Carlos Chávarri.
Por falta de espacio no tratamos en este número de tan repugnante negocio, prometiendo hacerlo en el próximo.
El Sr. Agüeros ha redactado una carta abierta al Gral. Díaz dándole cuenta de lo ocurrido.
Creemos que ha tomado mal camino el Sr. Agüeros. El Presidente, con su política contemplativa nada hará en este asunto. El siempre ofrece y da esperanzas, ofrecimientos y esperanzas que nunca se cumplen. Su frase: «Hay que tener fe en la justicia» no es más que una salida de tono para hacerse popular; pero con ella y nada, es lo mismo.
Lo que deben hacer los ciudadanos que se consideren atacados injusta y audazmente, es exigir responsabilidades a la autoridad transgresora; pero para exigirlas hay que hacerlo con virilidad y energía, por más que se sufran persecuciones inicuas y un sinnúmero de vejaciones. En suma, hay que tener valor civil.
De cualquier otro modo, se sale burlado sangrienta y groseramente.
Por otra parte, suponiendo que no se aplique castigo alguno a la autoridad arbitraria, es bastante castigo el que el público, que tiene un buen sentido que pocos conocemos, se forme de ella el concepto que merece.
Repetimos: hay que tener valor civil.
Sabemos que el Gobierno del Estado de Chihuahua, se encuentra en situación dificilísima a causa de que las entradas a la caja del Tesoro del Estado han mermado notablemente.
Esto se atribuye a la escasez de numerario que se ha dejado sentir.
Los hombres de negocios en nada quieren emprender, falta trabajo y la gente sale de la capital como de un país apestado.
El Gobierno, por su parte, está agravando la situación. Como no tiene dinero para malgastarlo en obras antiestéticas como la del teatro con que se afeó la plaza Hidalgo, procura aumentar la cuota de los impuestos, con escándalo de los comerciantes y propietarios del Estado.
Hay tendajos a los que se les quiere gravar con la cuota correspondiente a los grandes almacenes. Las casas que el año pasado fueron valorizadas, para el pago de impuestos, en $2.000, este año se les ha valorado en 8 o 10.000.
Tan anómala situación, ha producido el descontento entre el elemento productor, que ve el fruto de su trabajo correr hacia los arcones del Tesoro del Estado.
No obstante todo esto, no faltará quien proclame, hasta romperse la laringe, lo bonancible de nuestra situación, nuestro progreso y el bienestar, que se dice, experimentan los habitantes.
El toque de campana, es un estribillo obligado en todos los actos escolares. Se fijó un aviso por el que se prohibía a los alumnos pasar del colegio Grande al Chico. Sólo podrían hacerlo al toque de campana. Pero el tañido de la campana dura únicamente dos segundos, y los alumnos tienen que pasar violentamente, lo que indigna a algunos prefectos que reprenden groseramente a los jóvenes estudiantes. Ya hablaremos de algunos de esos prefectos que se portan como capataces rudos y vulgares.
Daremos ahora la preferencia a un detalle de gran importancia. En el Reglamento vigente de la Escuela. Reglamento el más impremeditado y torpe, hay varias asignaciones de curso forzoso. Tan inútiles son esas asignaciones, que las clases se efectúan una vez a la semana. Por otra parte, ese Reglamento ordena que no se admitirá a examen al alumno que haya tenido en el semestre determinado número de faltas. Para las clases semanarias se han señalado cuatro. También ese Reglamento especifica los castigos a que estarán sujetos los alumnos si alguna incorrección cometiesen.
Pues bien: algunos profesores de la Escuela Preparatoria, sin consideración alguna y sin obedecer lo dispuesto en el Reglamento sobre castigos, acostumbran penar las incorrecciones de los alumnos con la imposición de faltas de asistencia, por más que ellos sean excesivamente cumplidos. Se ha dado el caso, lo que debe reprocharse severamente, que algunos profesores de clases semanarias, señalen a los alumnos cuatro faltas de asistencia como correctivo, con lo que esos alumnos habrán perdido su derecho a ser examinados, y por tanto, habrán perdido miserablemente un semestre de estudios, por el capricho voluntarioso y necio de un profesor, a quien el Reglamento no autoriza a imponer penas de esa trascendencia y gravedad.
Esta corruptela, nunca será censurada tan severamente como se merece. Esos no son castigos, son venganzas torpes ejercidas por profesores de escaso sentido moral. Y el Director conoce esos actos reprobados y no los corrige como conoce otras deficiencias burdas, y se le escapan otras no muy accesibles, porque no a todos les es dable tener el criterio suficiente para deslindar lo conveniente de lo inconveniente, lo justo de lo injusto, lo razonable de lo irracional.
Llamamos la atención al Director de la Escuela sobre el particular. Es bien triste que en 16 años que lleva el Sr. Castañeda de estar al frente de esa Dirección, nada provechoso haya hecho, y que la Escuela en vez de adelantar, retrograde cada día más.
Dice La Voz de la Verdad1, colega conservador de que se publica en Oaxaca, que la idea llevada a cabo por el Gral. Díaz durante el tiempo de su administración, ha llenado las aspiraciones de todos los mexicanos de buena fe, que trabajan por el feliz porvenir de su patria.
Se refiere el colega a la llevada y traída empresa de la unión de todos los mexicanos, que se atribuye al Gral. Díaz.
Esa unión a que se refiere el colega clerical, la ha hecho efectivamente el Gral. Díaz, sólo que no es la unión de todos los mexicanos, sino la unión de los conservadores que han asaltado los puestos públicos por medio de su astucia jesuítica.
Los liberales han permanecido alejados en la política conservadora del Gobierno, porque les repugna codearse con personalidades, que habiendo odiado tanto a su Patria, hasta el grado de traer al anémico príncipe, que ensució con su sangre el Cerro de las Campanas, ocupan hoy puestos de importancia en la cosa pública nacional.
De modo que, el Gral., Díaz, no ha llevado a término la unión de los mexicanos, como dice el colega, sino la concentración de aquellos elementos que ocasionaron a la Patria días de luto, por su tenacidad en sostener ideas rancias y apolillados credos.
1 La voz de la verdad, Oaxaca, Oax. (1900-1906?) col. José Otón Núñez Zárate, Cayetano Esteva.
Prometimos en un número anterior1 mayores datos sobre la situación anormal de Cadereyta y cumplimos ahora nuestro ofrecimiento.
Se nos dice que el cacicazgo esta formado de la siguiente manera: el Jefe Político Luis Trejo, que ejerce también como Notario Público, ha reunido a su derredor a todos sus parientes afines: Juan Anaya, secretario de la Jefatura: Jesús Anaya, tesorero del Municipio; Antonio Anaya, Secretario del Ayuntamiento y Eutimio Anaya, Munícipe. Hay que advertir que todos los individuos mencionados son también Regidores, siendo además el último, escribiente del Juzgado de 1ª Instancia. También gustan estos individuos de patrocinar negocios civiles y de defender reos.
No necesita comentarios lo anteriormente expuesto. Nuestros lectores comprenderán, porque la experiencia lo ha demostrado, que cuando una situación social o política está regida por individuos entre quienes existe el lazo estrechísimo del parentesco, surge el egoísmo, y los intereses comunales se sofocan y ahogan en aras de un cacicazgo. Esto sucede en Cadereyta. Allí no tiene valimiento personas de saber y aquilatada competencia. Allí los únicos que vencen son los parientes del Jefe Político adueñados de esos dos tremendos elementos de presión, el político y el municipal.
Pero esto sería insignificante, si no se agregan otras consideraciones. El Secretario de Prefectura, ha llegado a ser un defensor obligado de los presos. Jesús Anaya fue destituido, según nuestro informante, del cargo de recaudación de Rentas, sin embargo, desempeña el empleo de Tesorero Municipal. Antonio Anaya percibe el sueldo de Secretario del Ayuntamiento, y se asegura que no reside en la población. El Ayuntamiento nunca funciona. Todo se arregla en un consejo de familia, de sabor patriarcal; y hasta las hijas del Jefe Político tiene injerencia en los empleos, pues una de ellas maneja los fondos para el sustento de los presos y otra tiene el encargo de proveer el alumbrado público.
Con estos antecedentes, se comprenderá el grado de abandono en que yacen los ramos municipales: los presos, al servicio doméstico del Jefe Político; el alumbrado, vacilante y pavoroso incitando al asalto y al crimen, las calles abandonadas, viéndose obligados los particulares a ocuparse de la limpia y el aseo de la población; las fuentes públicas en una ruina lamentable, carentes de agua, viéndose también obligados los particulares a hacer ese servicio, no sin que surjan dificultades que naturalmente arreglan los defensores obligados, que encuentran un filo en ese desbarajuste.
Desesperados se hallan los vecinos de Cadereyta con esa situación oprimente y escandalosa. Tenemos más datos que por falta de espacio no transcribimos; pero prometemos a nuestros lectores que los conocerán por el número próximo.
1 Véase supra, art. núm. 252.
El Juez de Letras de Ario de Rosales, Mich., Lic. Enrique Estrada, también es desafecto al cumplimiento de su deber, mostrándose indolente para administrar justicia. Se nos ha comunicado un hecho que justifica nuestras palabras.
D. Luis Talavera, ex-apoderado de varios parcioneros de una extinguida comunidad de indígenas de Ario, se ha negado a entregar varios documentos a sus ex-clientes, y el valor de unos terrenos que vendió, pretendiendo aplicarse el numerario en pago de honorarios devengados. Los parcioneros referidos ocurrieron al Juez de Letras, Lic. Estrada, acusando criminalmente a su ex-apoderado, toda vez que, en caso de que se le adeudase alguna cantidad por honorarios, éstos no representan una cantidad líquida y por lo mismo, no tiene derecho el Sr. Talavera para saldarse su cuenta lisa y llanamente.
Dicho señor está procesado también por el delito de lesiones inferidas a Guillermo García. Ambos delitos, están comprobados en autos, según se nos informa, y sin embargo, Talavera goza de libertad y se permite amenazar a sus ex-clientes, fundado, quizá, en la protección del Juez de Letras y en la impunidad que con esa protección goza.
Muy reprobable es la conducta del Juez referido. Su misión es perseguir delitos y castigar delincuentes, en nombre de una sociedad que ha depositado en él su confianza. Si no lo efectúa, si no cumple con su deber, si se muestra complaciente en consideración a la calidad de la persona que delinque, burla esa confianza, ultraja a la sociedad, atropella la ley y fomenta gérmenes delincuentes brotados al calor de una impunidad desastrosa.
Corremos traslado de lo anteriormente expuesto, al Sr. Gobernador de Michoacán, no dudando que alejará de su administración de justicia a ese elemento nocivo que burla la confianza de la sociedad.
El Sr. Manuel Zamacona e Inclán, Administrador General de Correos, ha dispuesto que desde el primero del próximo Febrero, se establezca una oficina de reclamaciones. En esa oficina anotará el público las faltas o incorrecciones que observe en el servicio de Correos.
Esa oficina es inútil, porque aun cuando por su conducto lleguen a conocimiento de la superioridad las quejas del público, ningún remedio se pondrá para la corrección del mal servicio.
Estamos ya acostumbrados a ver que las quejas del público sean vistas con el más absoluto desprecio, no sólo en el ramo de Correos sino en todos los demás.
La oficina de reclamaciones sólo servirá para aumentar algunas partidas más en el presupuesto, que serán otros…
Hablamos en el número anterior1, de los atropellos sufridos por los Sres. Antonio Díaz Soto y Gama y José María Facha, valientes liberales de San Luis Potosí. Los actos arbitrarios del Juez Carrizales y del Agente Niño, son ya conocidos de nuestros lectores, por lo que no los reproduciremos. Nos concentramos a decir que dichos Sres. Díaz Soto y Facha han presentado ya ante el Supremo Tribunal de Justicia acusación enérgica y formal contra las autoridades arbitrarias. Los capítulos de acusación son los siguientes:
El art. 299 del código de Procedimientos penales de San Luis Potosí, legitimaba la intervención del Sr. Díaz Soto en la diligencia a que se había citado a su defensor el Sr. Facha. Contra la disposición terminante de este artículo, el Juez Carrizales y el Agente Niño se opusieron a que interviniera en la diligencia el defensor, y para obligarlo a salir del local del Juzgado el Agente Niño fue en busca de una patrulla armada, la que se presentó en el lugar del suceso, intimando a los Sres. Díaz Soto y Facha a instigaciones de Carrizales y Niño. La presión hizo salir del Juzgado a aquellos señores.
El Juez Carrizales es, pues, responsable del delito de abuso de autoridad penado por los arts. 1002 y 1003 del código penal, y el Agente Niño es coautor de ese delito, conforme a las frases II y V del art. 49 del mismo código.
El Juez Carrizales y el agente Niño, afectaron creer que los Sres. Díaz Soto y Facha iban armados con pistolas. Parece ser esto una obsesión en el Juez Carrizales, quizá porque su conciencia no ha de estar muy tranquila. Esa objeción generó una vejación que sufrieron los acusadores, pues en presencia de la fuerza pública para amedrentarlos, se les registró escrupulosamente, con la escrupulosidad del negrero y la saña del recluta que registra soldaderas.
Esta inmotivada y bochornosa molestia personal, debe ser castigada enérgicamente para ejemplo de los funcionarios que se despojan de su augusta misión, para ejercitar los actos innobles de los cabos de presos.
Esperamos que el tribunal potosino se muestre implacable con los acusados, pues así lo exige el decoro de la judicatura nacional.
1 Véase supra, art. núm. 291.
En uno de nuestros números anteriores1, llamamos la atención del C. Secretario de Comunicaciones2, acerca de la sangrienta burla que la egoísta empresa de los Ferrocarriles del Distrito hace del público, con motivo de no poner el número suficiente de carros para la comodidad de los pasajeros, que como entonces dijimos, y hoy repetimos, la sostiene con creces.
Parece que hasta la fecha ninguna providencia ha tomado la referida Secretaría para hacer cumplir su reglamento, dejándose llevar quizá, por contemplaciones extrañas.
Urge que se haga cumplir el reglamento a fin de poner coto a la grosera burla de que es objeto el público y la Secretaría, por parte de la empresa que no cumple los compromisos que contrajo, y para que cese el escándalo que a diario provoca la aglomeración de pasajeros en los trenes, originado por los altercados más o menos agrios que hay entre los empleados y el público, que se exaspera, y con justicia, al tener que viajar incómodamente, cuando pudiera hacerlo con holgura.
1 Vid. “Los juicios de indemnización”, Regeneración, no. 16, 30 de noviembre, 1900.
2 Francisco Z. Mena. (1841-1908). Militar liberal. Combatió en la Guerra de Tres Años. Preso en Puebla en 1863 fue desterrado a Francia. Regresó a México dos años después y se convirtió en jefe del estado mayor de Porfirio Díaz a quien siguió en sus levantamientos de La Noria (1871) y Tuxtepec (1875). Gobernador de Guanajuato (1876-80), secretario de Comunicaciones y Obras Püblicas (1895-1907) y de Guerra y Marina (1903-1905).
Los últimos sucesos acaecidos en Guadalajara acaban de hundir al impopular Gobierno de Jalisco.
La prensa independiente de Guadalajara ha dado a conocer malos manejos habidos en la cuestión del saneamiento de esa ciudad, y creyéndose difamado un individuo llamado Blewit, corrió varias horas en busca de un abogado que lo patrocinase en la acusación que iba a interponer contra los periódicos El Paladín y Jalisco Libre, colegas que con entereza y lealtad han descubierto una parte de lo sucio que encierra aquella cuestión. Ningún abogado tomaba a lo serio la queja de Blewit, hasta que sofocado y jadeante logró apersonarse con el Lic. Luis Pérez Verdía, quien ambicionando de mucho tiempo atrás la gloria de acusar periodistas, no tanto por los honorarios que devengara por su patrocinio, cuanto por el reclamo que se le hiciera y sobre todo, por atraerse la gracia del Gobernador, recibió a su cliente con los brazos abiertos, redactando en el acto una furibunda querella que fue aceptada con regocijo por el Juez 2º de lo Criminal.
Los Sres. Lic. Leopoldo Valencia y Agustín Pelayo, Director y responsable de El Paladín, fueron reducidos a prisión.
Por orden del Juez 3º de lo Criminal y por la misma causa, se encarceló al Sr. D. Cipriano C. Covarrubias, Director de Jalisco Libre.
A fin de que el atropello resultara completo, se exigió a los presos la caución de tres mil pesos, para obtener su libertad.
Con todo, seguirán cantando la adulación y el servilismo de nuestra era de paz y de progreso, y el pueblo seguirá sufriendo los desaciertos de una administración, para la que la historia no encontrará frases suficientemente duras para calificarla.
En un Post Scriptum, motivado por las perversas apreciaciones de la prensa, da a conocer el inteligente abogado, los motivos que lo impulsaron para estudiar el tema que hemos bosquejado pálidamente en números anteriores.1
En efecto, el tema ha sido atrevidamente estudiado, porque, como dice el mismo Lic. Raigosa, su desarrollo parece estar en oposición con los testimonios elocuentes del progreso del país; pero se cuida el inteligente abogado, de fundarlo en números, para huir del terreno de las conjeturas y de las intuiciones personales, y develar las deficiencias de estructura del organismo nacional, que no son sino efectos de la acción de leyes inexorables.
El Sr. Lic. Raigosa explica que es ferviente admirador de los adelantos realizados: pero no cree que la Patria sea nada más que un vasto territorio surcado de vías férreas, envuelto en redes telegráficas, poblado de caseríos más o menos extensos; con puertos artificiales y muelles metálicos, con Bancos y establecimientos de Crédito, con fábricas y talleres de factorías, y bosques de preciosas esencias, y ricos criaderos metalíferos; con tesoro próspero y paz asegurada y orden inalterable. Cree el Sr. Raigosa, y nosotros nos permitimos secundar su creencia, que sobre todo esto hay algo más en la idea de Patria: hay algo que es lo esencial, que es lo más importante, que lo prima todo y todo lo absorbe y abarca en su conjunto, y ese algo es la gente, es la raza, es el pueblo, es la nación. Es la comunidad de sangre, la comunidad de ideas, la comunidad de idioma, de costumbres, de leyes, de religión, de historia, de defectos y de virtudes, de instintos y de ideales, de glorias y de dolores, de tradiciones y de esperanzas…… es la comunidad del hombre, es la población… es el mexicano, en fin….!
Y nos dolemos de que esto no exista, como debiera existir, homogéneo, fuerte, irresistible, como una muralla en donde se estrellaran todas las ambiciones y en donde chocaran todas las invasiones, para enviar también nuestra actividad industrial y fabril a la competencia de los mercados extranjeros, para resistir la lucha de pueblos armados de mejores elementos, para posesionarnos de todo lo que acusa prosperidad y crecimiento, en la actualidad, en manos, desgraciadamente, de extranjeros, con quienes, ni con mucho podremos medir nuestras presentes condiciones de inferioridad individual.
Tiene razón el Sr. Lic. Raigosa cuando dice “que llamar fuertemente la atención general sobre los principales defectos (el de la ineducación popular es de los más graves) de nuestra estructura, tiene por mira única el vehemente deseo de que los grandes talentos en que tanto abunda el cerebro nacional, se consagren de preferencia al estudio de las complexas soluciones del gran problema de “la población” que es el fundamental de todo nuestro porvenir.” Y nosotros agregaríamos, que es necesario llamar fuertemente la atención del Gobierno sobre los graves defectos de nuestra estructura, para que se preocupe un tanto de la educación intelectual de este pueblo sumido en las negruras de la ignorancia. Y para llegar a ese resultado, es forzoso, urge, como urge evitar todo lo que conduce al abismo, que se exija su dimisión al actual Ministro de Instrucción Pública, que no se preocupa, ni poco ni mucho, del adelanto intelectual de esa enorme masa de párvulos que revuelcan su ignorancia en el lodo de las vecindades.
Creemos que hay en México vigorosos talentos que pudieran substituir ventajosamente al Sr. Lic. Baranda.
1 Véase supra, art. núm. 231 e infra arts. núms. 270 y 286.
Tenemos que enviar un aplauso sincero y merecido, a nuestro estimado colega El Universal, porque ha sido útil a la sociedad de los hombres honrados.
Un Casino de la Capital, se había transformado en escandaloso garito. Un jugador empedernido había puesto una banca, convirtiéndose ese sitio de recreo en un Monte Carlo repugnante. Los socios honrados se alejaban con profundo disgusto de un lugar en que solamente privaban individuos poco escrupulosos que seguían ávidamente las peripecias de un juego legalmente prohibido.
El Universal se empeñó en su ruda labor. Día a día dejaba caer sobre el tapete del juego su punzante crítica y su poderosa elocuencia periodística. Sus frases vibrantes de indignación no podían ser apagadas por el rumor metálico que se esparcía en la sala, ni por la imprecación de ruda y violenta del jugador perdidoso. Y hubo de vencer la obstinada agresión justa del colega: cesó el juego en el Casino mencionado.
Aplaudimos, pues cordialmente el triunfo obtenido por uno de nuestros colegas. La inmoralidad del juego toma incremento y es necesario batir reciamente sus reductos. En esa labor ha desempeñado también un papel importante, nuestro colega Lazo de Unión. No ha dejado de clamar contra ese cáncer social y no dudamos que la lucha producirá sazonados frutos.
Nos complace que nuestros colegas se preocupen, y con razón, de nuestros vicios sociales más repugnantes. Llevan la vanguardia de la lucha y en ella los acompañaremos animosamente. Veremos cuál será el producto de ese esfuerzo colectivo.
Es tan bello el rumor que como nota política lanza nuestro estimado colega El Universal, que tenemos forzosamente que mostrarnos un tanto escépticos ante la utopía de un acontecimiento problemático.
Dice nuestro colega que el Sr. Ministro de Justicia, Lic. Joaquín Baranda, ha presentado su renuncia y que hará entrega del Ministerio a su regreso de Campeche y Yucatán. Más todavía: se rumora que esa renuncia no ha sido del todo espontánea y que la aceptación de ella fue resuelta antes de que el Sr. Baranda partiera para dichos Estados.
Cuando este rumor circuló, pudo notarse en público, y más aún entre los Abogados, una vibración de gozo mal reprimido. Como que su realización significa la purificación de nuestros tribunales, la eliminación de tantos elementos nocivos, la segregación de muchas nulidades intelectuales, la realización del ideal de una administración de Justicia que administrara justicia, la interpretación correcta de la ley, el nacimiento de una jurisprudencia nacional sabia y recta, la aplicación de principios empolvados únicamente por ser sanos y viriles, la destrucción de arcaicas fórmulas momificadas en nuestros Códigos, la sabia y correcta confección de éstos por cerebros vigorosos preñados de observación y estudio,… pero dejemos de bordar en el vacío, guiados por un bello rumor que más bien parece el producto de una imaginación febricitante.
El mismo colega dice que se señalan como candidatos posibles a los Sres. Lics. Emilio Pardo, Jacinto Pallares1 y Luis del Carmen Curiel. Los dos primeros han jugado ventajosamente en la opinión pública. Se dice que el tercero sería la segunda edición del Sr. Baranda, quizá corregida y aumentada. El Gobierno de Jalisco lo ha reducido a una nulidad en política y nos horroriza pensar que aquí podrían continuar su incapacidad y torpezas administrativas.
De los dos primeros candidatos, el que más ha halagado es el Sr. Lic. Pardo, pero su aceptación es también una bella utopía. Se dice, y lo creemos, porque lo conocemos lo suficiente, que al siguiente día de su protesta como Ministro de Justicia, quedarían acéfalos los tribunales, porque sabría eliminar enérgicamente, sin complacencias funestas, a muchos elementos nocivos.
Pero el Sr. Lic. Pardo no aceptaría ese puesto. Sería de lamentarse. Tiene talento, iniciativa y carácter, elementos indispensables en un Ministro de Justicia. Además, conoce perfectamente el ramo. Ha sido litigante siempre y ha estudiado las necesidades de una buena administración de Justicia. Conoce también el personal de ésta, lo que ya es una ventaja para eliminar sin escrúpulos.
Ojalá que tales rumores dejen su carácter utópico y sean una realidad que ya urge.
1 Jacinto Pallares (1843-1904). Abogado michoacano. Profesor de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Entre otras obras publicó: El Poder Judicial. Tratado completo de la organización, competencia y procedimientos de los tribunales de la República (1874), Curso completo de derecho mexicano, o exposición filosófica, histórica y doctrinal de toda la legislación.
El Lic. Pedro T. Cañedo, que debe ser pariente del Gobernador de Sinaloa, dado su apellido y sus actos, es Juez de 1ª Instancia de Badiraguato, perteneciente a ese oprimido Estado, que no soporta ya la férula y el desbarajuste de la nefasta administración Cañedista. Dicho Juez, caprichosamente, sin fundamento legal alguno, y deseando seguir los pasos de tantas otras autoridades arbitrarias que han encontrado amplio refugio y los brazos abiertos en Sinaloa, procesó al Sr. Rafael Monzón, lo encarceló y trastornó sus asuntos particulares.
El Sr. Monzón ocurrió al amparo, y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que afortunadamente ya conoce y ha destruido con frecuencia los tenebrosos procedimientos arbitrarios de muchas autoridades Sinaloenses, amparó en nombre de la Justicia de la Unión, al referido quejoso.
Pero al Sr. Monzón no le satisfizo únicamente la conquista de esa ejecutoria de la Corte y ha ocurrido, con plausible valor civil, al Supremo Tribunal de Justicia del Estado, acusando al arbitrario Juez de 1ª Instancia de Badiraguato, Lic. Pedro T. Cañedo.
Enviamos nuestros aplausos sinceros al Sr. Monzón, por su energía al procurar el castigo de una autoridad judicial desafecta a los principios legales. Un juez que no administra justicia, debe ser conducido al banquillo de los acusados, para escarmiento benéfico que purificará esa atmósfera de arbitrariedades, que se extiende oprimente por toda la República.
Corremos traslado de lo siguiente al Sr. Coronel Ahumada1, Gobernador del Estado de Chihuahua, para que, en caso de ser ciertos los hechos que tomamos de nuestro colega El Popular, ponga el correctivo necesario para evitar el desprestigio de su administración de Justicia.
El Juzgado 2° de Letras de la Capital de ese Estado, está a cargo del Sr. Lic. Ignacio Razón, quien recibió, no hace mucho tiempo, por excusa del Juez 1° de Letras, un proceso que se instruía contra unos individuos, acusados del delito de robo por varias personas que oportunamente se constituyeron en parte civil. Repentinamente, el Lic. Razón pronunció auto de sobreseimiento en el proceso y mandó devolver a los acusados los objetos robados, que se habían recogido días antes.
Cometida esa arbitrariedad, el Juez cayó en otra, en la de haber ejecutado su resolución sin miramientos al incidente de responsabilidad civil y antes de haberla notificado a los acusadores. Violó, pues, ese funcionario, las reglas tutelares el procedimiento y atropelló el derecho adquirido en el juicio por los acusadores, a quienes despojó de sus bienes, porque despojo, y no otra cosa, significa la devolución clandestina de los objetos robados.
Cuando los acusadores conocieron la resolución judicial, apelaron de ella; pero esa apelación tendrá un efecto platónico solamente, pues cuando venzan en segunda instancia, no podrán recuperar el monto de lo robado, que asciende a tres mil pesos, porque los acusados carecen de bienes.
Han sido muy reprochados por la sociedad chihuahuense los procedimientos ilegales de ese Juez, porque con ellos, si continúa ejercitándolos, despojará de muchos derechos a personas honorables, para proteger y fomentar los ataques de los ladrones.
De ser ciertos los hechos anteriores, creemos que el Sr. Gobernador del Estado alejará de su administración a ese mal funcionario.
1 Miguel Ahumada, (1844-1916). Militar colimense. A las órdenes de los generales Ramón Corona y Sóstenes Rocha y combatió a Intervención Francesa y al Imperio. Gobernador de Chihuahua de 1892 a 1896, de 1896 a 1900, de 1900 a 1903 y 1911. La misma posición ocupó en Jalisco de 1903 a enero de 1911.
Continúa nuestra información prometida1, sobre la aflictiva situación de Cadereyta Méndez.
La instrucción pública se haya también en notable abandono. El catecismo de Ripalda es el libro de texto obligatorio en las escuelas, dirigidas por aficionados ignorantes. Este abandono proviene de la poca vigilancia que se ejerce por parte del Gobierno. Como dato curioso presentaremos el de que los exámenes que fue a practicar el comisionado del Gobierno el año pasado, duraron diez minutos, a pesar de que las escuelas son cinco. Ya se considerará que se trató de un simulacro de exámenes y no de actos serios y detenidos.
A propósito de escuelas, sabemos que hace poco tiempo se hizo entrega a la Jefatura Política, de cierta suma destinada al fomento del ramo. ¿Estará ese dinero empolvándose en una inactividad irritante? Esperamos que el Periódico Oficial del Estado contestará esa pregunta.
La seguridad pública no arraiga en ese Distrito. Los abigeatos se registran a cada momento. Los asesinatos se multiplican. Todavía se recuerda el asesinato e D. José Llaca, efectuado a pocos metros de la residencia del Jefe Político, en la puerta de la Alcaldía. Ese hecho escandaloso alborotó en la prensa de toda la República, y sin embargo, en el proceso contra los asesinos del Sr. Llaca, no ha pronunciado su sentencia el Tribuna Superior, a pesar de que urge un escarmiento para devolver la tranquilidad a los honrados vecinos de Cadereyta, alarmados justamente con la frecuencia de esos escandalosos sucesos. El Periódico Oficial del Estado, se servirá resolver ese problema, explicando al público la apatía de ese Tribunal.
Lo anteriormente expuesto demuestra que para nada sirve la fuerza de Rurales del Estado, que se ocupa únicamente en pasar el tiempo en francachelas, mientras los vecinos se ocupan de perseguir y aprehender ladrones y asesinos.
Por ahora, baste lo ligeramente apuntado, para ver si el Gobierno del Estado se preocupa un tanto por ese desventurado Distrito, separando de allí al Jefe Político, que tienen vivamente disgustados a los vecinos. Se nos informa que de ese abandono es culpable el Sr. Gobernador propietario del Estado, porque no practica, por lo menos en el Distrito de que nos ocupamos, esas visitas tan necesarias para conocer las necesidades y las aspiraciones del pueblo que se gobierna. Sería, pues, conveniente que el Sr. Gobernador, en vez de hacer viajes a Europa, viajara por los Distritos que hace dieciocho años o más tiene a su cargo, sin que se le conozca por aquellas apartadas regiones.
Para concluir, y a fe de imparciales, haremos constar que la única autoridad de Cadereyta que cumple con su deber, es el Sr. Lic. Palemón Elizondo, Juez de 1ª Instancia. Dicho Señor fue el que sentenció al asesino de Llaca a sufrir la pena de muerte, sentencia que parece no pretende confirmar el Tribunal. El Sr. Lic. Elizondo aunque joven y un tanto inexperto en materia civil, es enérgico y honrado. Desdeña las indicaciones del Jefe Político. Esperamos que no se corromperá en aquel medio malsano.
1 Véanse supra, arts. núms. 252 y 313.
En El Imparcial del día 3 del corriente, hemos leído una carta-defensa subscripta por el SR. Dr. Luis E. Ruiz, Director General de Instrucción Primaria. En ella rechaza los ataques de un periódico de esta Capital (que no menciona) pretendiendo que esos ataques no los ha “probado” el colega.
Fuera del estilo insustancial y ampuloso de la carta referida, lo que demuestra escasa ilustración y deficientes aptitudes literarias, ninguna enseñanza ni demostración encierra. Se duele el Sr. Dr. Ruiz de que el articulista no pruebe sus afirmaciones, y cae el referido Director en la misma deficiencia que censura. Su carta abunda en afirmaciones dogmáticas que chocan con lo que todos vemos y sabemos.
Por otra parte, el Doctor dice en su quejumbrosa epístola que… “semejante escrito debería tener el mismo silencioso desprecio que todos esos embozados ataques motivados por sentimientos indignos e inspirados en las más bajas pasiones” de un periódico de esta Capital “bien conocido por su extraviado criterio,” y que no debería tomar a lo serio esos ataques, pero como “la intención dañina del articulista” puede sembrar la duda de los que no están bien interiorizados de “tan magno (?) asunto,” cree llegado el momento de hacer sencilla rectificación, “aun cuando asiente que todo desahogo, debe desatenderse.”
Es curioso ese Sr. Doctor, pues si desatiende desahogos, no son otra cosa sus expresiones casi virulentas contra el articulista, y más aun cuando dice que éste “ataca injustamente y henchido de ignorancia” a la Dirección General de Instrucción Primaria, con “mal intencionada palabrería,” reuniendo “una serie de infundados cargos que con desplante singular publica.”
Mucho es de lamentarse que tengamos un Director General de Instrucción Primaria, tan pigmeo, intelectualmente, como el Sr. Dr. Ruiz. El colega a que alude, habrá usado de un lenguaje violento y cáustico, tan cáustico que ha levantado ámpula en el Doctor; pero en el fondo de ese ataque violento, se descubre el fundado motivo de él: el Dr. Ruiz es inepto para ocupar el puesto de Director General de Instrucción Primaria.
Al dar cuenta nuestro colega El Universal con el triunfo que conquistó al hacer que fuese suprimido el garito abierto en un Casino de esta Capital, suceso que comentamos en este mismo número, concluye con la siguiente nota:
“Dato curioso. Un señor Camacho estuvo en nuestra Redacción a participarnos que el Casino dejaba la suscripción de EL UNIVERSAL.”
En efecto es curioso ese dato que descubre una deformidad social. El Casino, como otras muchas personas de nivel intelectual rudimentario, tuvo quizá la pretensión de que la cantidad mensual de la suscripción que pagaba, era una subvención que produciría el efecto de amordazar a una empresa periodística que se consagra a la defensa de los intereses públicos. Esa pretensión sería acremente censurable, si no fuese soberanamente ridícula y necia.
No creemos que ese sea un rasgo de susceptibilidad del Casino mencionado. No es susceptibilidad, porque no creemos que conozca esa cualidad quien, burlando la ley, ejercita actos punibles, pues el juego, conforme a nuestra legislación positiva, es un delito. Ha sido más bien un arranque de despacho y una venganza tonta, como si nuestro colega pereciera por la carencia de la insignificante cantidad que el Casino hacía entrar a las cajas de El Universal.
Hasta en esos detalles se descubre la deficiencia de nuestro estado social.
Mucho y en diferentes tonos, ha hablado la prensa de la Capital sobre la deficiente gestión del actual presidente del Ayuntamiento, Sr. De Landa y Escandón1, perteneciente al grupo insustancial e inútil de la aristocracia mediocre que se exhibe en una puerta cochera de la calle de San Francisco. Nosotros también participamos de la opinión de nuestros colegas. Creemos que sientan mal en un puesto popular por excelencia, las erguidas personalidades que alardean de blasonadas prosapias. Nuestra linajuda aristocracia, jamás ha producido actos democráticos fecundos en resultados plausibles. Se ha reducido a la vegetativa vida muelle de una aparatosa elegancia y a la celebración de festivales religiosos en honor de Iturbide y de responsos dedicados a la quietud del alma de Maximiliano.
Acaba de darnos el Sr. De Landa y Escandón, un ejemplo de su odio a la democracia.
Los alumnos de las Escuelas Nacionales han formado un comité de estudiantes. Han deseado dichos jóvenes solemnizar debidamente el aniversario de la promulgación de nuestra Carta Magna y al efecto organizan una velada que se efectuará en la Cámara de Diputados. Tropezaron con grandes dificultades para el adorno del salón. Los bolsillos estudiantiles no se han distinguido por la abundancia, y acordaron ocurrir al Sr. De Landa y Escandón para pedirle les proporcionase algunos adornos y plantas pertenecientes a la Corporación Municipal. El Sr. De Landa se negó a ello, disculpando su negativa con un acuerdo de Cabildo que prohíbe esos préstamos a las sociedades privadas.
Bien. El acuerdo de Cabildo existe; pero el Sr. De Landa y Escandón lo ha burlado alguna vez, no hace mucho tiempo. El Jockey Club, nombre pedestre para alguna agrupación aristocrática, obsequió la última noche del siglo pasado con un baile a la esposa del Presidente de la República, y para ese baile, el Sr. De Landa y Escandón proporcionó las plantas de Propagación de Chapultepec, de propiedad Municipal amparada por el acuerdo de Cabildo, para adornar el patio y los salones del Jockey Club.
¿Qué significa esta desigualdad repugnante? ¿El Sr. De Landa y Escandón burla y respeta a su antojo el acuerdo de Cabildo, según las circunstancias? Del baile anodino del 31 de diciembre, al festival democrático de los alumnos de las Escuelas, preferimos lo segundo. Aquel representa un derroche que no tiene más significado que un acto adulatorio. Este significa el ejercicio sano de los principios liberales y democráticos. Aquél fue un pasatiempo sin trascendencia. Este tiene el sello de una manifestación viril que se traduce en una enseñanza provechosa.
Deploramos cordialmente que tengamos un Alcalde Municipal que no sabe deslindar las significaciones de los actos sociales y que burla a su antojo los acuerdos del Cabildo.
1 Guillermo de Landa y Escandón. (1848-1927). Creció y se educó en Francia. A su regreso (1876) se incorporó al aparato político, siendo senador por Morelos y Chihuahua. Presidente del Ayuntamiento de la Ciudad de México (1900) y gobernador del Distrito Federal en 1903. Miembro del Círculo de Amigos de Porfirio Díaz.
En otro lugar1 publicamos una carta del Sr. José María Borja, en la que se queja de las arbitrariedades cometidas en su persona por el Prefecto Político del Distrito de Mina, Estado de Guerrero, anunciándonos que ha acusado al referido Prefecto, ante el Supremo Tribunal de Justicia el Estado. El hecho delictuoso cometido por esa autoridad, es el siguiente:
Se hallaba el Sr. Borja en la tienda de D. Leandro Chávez, ubicada en Coyuca de Catalán, departiendo amigablemente con los Srs. Perfecto R. Albarrán y Manuel Espinosa Gudiño, cuando se presentó un individuo titulándose jefe de la gendarmería, quien notificó a los referidos Señores que el Prefecto Político, D. Julio M. Vélez, ordenaba que se retirasen inmediatamente de ese lugar. Lo infundado del ordenamiento referido y la ignorancia de que el intermediario fuese policía, pues no llevaba distintivo alguno, hizo que los mencionados señores le exigiesen una orden por escrito.
Esta contestación irritó al Prefecto Político, quien pocos momentos después se presentó encolerizado en el lugar de los sucesos e intimó al Sr. Borja para que se entregase en calidad de preso, y como este señor le preguntara la causa del procedimiento, el Prefecto repitió su intimación y a empellones hizo salir de la tienda al Sr. Borja, privándolo de su libertad.
Tan ultrajante procedimiento, desconsoladoramente arbitrario, impulsó al Sr. Borja a presentar su acusación contra ese autócrata de provincia, por ataque a la libertad individual, delito previsto por el artículo 887 del Código Penal del Estado, y por violación flagrante del art. 16 de la Constitución Federal. Daremos a conocer a nuestros lectores el comportamiento del Tribunal Superior.
Hizo bien el Sr. Borja al acudir a los tribunales en demanda de justicia. Se suceden con irritante frecuencia los actos arbitrarios de las autoridades políticas de los Estados. Las quejas al Gobierno serían inútiles, porque en el interés del Gobierno está sostener a esos autócratas. Es, pues, forzoso batirlos en el terreno legal. Creemos que el frecuente ejercicio de este derecho, calmará un tanto la altivez de esos déspotas.
1 Vid. “Prefecto Político arbitrario”, Regeneración, no. 25, 1 de febrero, 1901.
Hasta en los empleados inferiores de la administración Curielista se ha desarrollado el afán de extorsionar a los contribuyentes. Veamos el caso de un amparo que se haya en revisión ante la Suprema Corte.
El Recaudador de Rentas de Tuxcacuezco, perteneciente a Jalisco, embargó al honorable Sr. Ramón A. Paz, doce mulas aparejadas, un caballo y un terreno llamado “La Calera,” todo de un valor de más de $4, 000, para asegurar el pago de $566.11 cs., por contribuciones que ese Recaudador asegura adeuda el Sr. Paz por su fábrica de alcohol y panocha establecida en su Hacienda de Agua Zarca. El Recaudador pretendió desde luego rematar los bienes embargados, que representan una cantidad ocho veces mayor que la que dice adeuda el Sr. Paz; pero este señor ocurrió al Juez de Distrito de Colima en solicitud del amparo federal y de la inmediata suspensión del acto reclamado. Las activas gestiones del inteligente apoderado del Sr. Paz, Lic. D. Trinidad Padilla, lograron la suspensión del acto reclamado y en definitiva conquistaron el amparo de la Unión otorgado por el Juez de Distrito.
Lo curioso del procedimiento del Recaudador de Rentas consiste en que la Hacienda de Agua Zarca está ubicada en los límites de Jalisco y Colima. El Sr. Paz paga impuestos a los dos Estados. La fábrica de alcohol y panocha, que excitó la avidez del Recaudador de Jalisco, está manifestada por el Sr. Paz en la recaudación de Colima, toda vez que ella está jurisdiccionada al pueblo de Mamey que pertenece a este último Estado, lo que se probó ampliamente en el juicio de amparo.
En virtud de la manifestación del Sr. Paz, se ha estado pagando religiosamente el impuesto respectivo al Estado de Colima, y sin embargo, el Recaudador de Jalisco pretende que se pague también a este Estado, lo que equivaldría a una doble paga que el Sr. Paz no puede consentir.
También es curioso hacer notar que en la parte de Agua Zarca, está pendiente una cuestión de límites entre ambos Estados, y a pesar de ello, el Recaudador de Jalisco, arrogándose facultades que no tiene, ha pretendido fijar y deslindar a su arbitrio esos límites, todo por el afán de que la fábrica de alcohol quede dentro del Estado de Jalisco y cobrar el impuesto respectivo.
Afortunadamente la Suprema Corte tendrá el buen criterio de apreciar las pruebas rendidas y de castigar la avidez de las autoridades Jaliscienses, confirmando el amparo que en Colima conquistó el inteligente Abogado D. Trinidad Padilla.
Hemos dado a conocer a nuestros lectores la protesta enérgica que en San Luis Potosí publicó el Sr. Antonio Díaz Soto y Gama, contra las arbitrariedades de que, en unión de D. José María Facha, fue víctima por parte del Juez Benito Carrizales y el agente del Ministerio Público Mariano Niño. El asunto ha tomado una dirección que nadie se esperaba. El Juez Carrizales se creyó injuriado por esta protesta y presentó acusación en contra del Sr. Díaz Soto, fundándose en el art. 917 del Código Penal.
Se abrió la puerta falsa de todas las autoridades arbitrarias. Sufre el Sr. Díaz Soto una vejación indigna al ser registrado en su persona por una autoridad despótica y sufre un atropello al ser arrojado de un lugar en donde tenía derecho de permanecer conforme a la ley. La arbitrariedad palmaria se resuelve en una protesta enérgica del ofendido. Entonces la autoridad, acordándose de que es funcionario público, carácter que olvidó cuando procedía al registro personal del Sr. Díaz Soto, siente ofendida su dignidad de distribuidor de justicia y presenta una querella de injurias contra la víctima de sus actos arbitrarios.
Si la protesta publicada por el Sr. Díaz Soto, fue leída con la vibrante indignación de los hombres honrados que odian los atropellos y las vejaciones, la acusación del Sr. Carrizales ha sido conocida con mayor indignación todavía, que no dudamos se resolverá en una protesta, más enérgica aún, pero lanzada a los cuatro vientos de la publicidad, por una sociedad que no puede sufrir más vejaciones y tropelías por parte de autoridades que alardean de un poder neciamente puesto en sus manos.
El Sr. Díaz Soto ha contestado esa acusación digna y valientemente. Manifestó que pedía se hiciera cesar todo procedimiento en su contra en virtud de no haber hecho ninguna apreciación general sobre la conducta del funcionario que se dice ultrajado, sino simples imputaciones precisas y concretas sobre un hecho determinado, el abuso de autoridad, y que estando pendiente una acusación ante el tribunal pleno, del resultado de esta acusación y de las averiguaciones consiguientes, dependerá el saber si aquellas imputaciones son calumniosas y están justificadas. Agregó, que no había atacado la vida privada, sino la pública del funcionario querellante y que estaba protegido por los principios liberales sobre la libertad de imprenta.
Ya hablaremos de este asunto. Nos indignan las arbitrariedades y más nos indigna aún, que la autoridad arbitraria. Sin escrúpulos de ningún género, busque un apoyo en esa ley que tanto ha estropeado y tan frecuentemente ha escarnecido.
Llamamos muy seriamente la atención al Sr. Procurador General de la República, sobre los siguientes datos recopilados por nuestro colega El Sol, de Guadalajara, Jal., en una correspondencia que se le ha enviado de Ciudad Juárez, Chih. Nos permitimos llamar la atención del Sr. Procurador, porque creemos, y nuestra práctica forense nos lo ha demostrado, que la justicia federal es la única que puede salvar a las víctimas de tropelías injustificadas, y si esa justicia federal se muestra lenta y tardía, con mengua de los intereses sociales, no sabemos qué harán los ciudadanos para defenderse.
Un Sr. Lic. Frías Camacho tiene a su cargo el Juzgado de Distrito residente en Ciudad Juárez. Se dice que ese señor no es muy diligente en el cumplimiento de su deber. Se cita como comprobación el desatendido ramo penal. En el año se iniciaron 25 causas, poco más o menos, y de ellas se sentenciaron en el mismo lapso de tiempo, solamente tres o cuatro. Esa lentitud produce un rezago considerable de negocios y origina que esos reos permanezcan en la prisión años enteros sin que se pronuncie sentencia alguna. Con frecuencia acontece que esos reos, después de dos o tres años de prisión, sean puestos en libertad por falta de méritos o ser les dé por compurgados cuando la pena señalada por la ley, no excede de unos cuantos meses.
Se cita el caso de José L. Villalpando, telegrafista de Guadalupe y Calvo a quien se le inició un proceso y se le aprehendió por el delito de peculado, en Diciembre de 1898. Después de muchas moratorias y dificultades y cuando Villalpando había permanecido preso dos años un mes, se le sentenció a tres años ocho meses de prisión. Si Villalpando hubiera sido sentenciado dentro de un término racional, habría obtenido ya su libertad preparatoria. La incuria del Juez de Distrito ha ocasionado que Villalpando continúe aún en la prisión, hasta que el tribunal de circuito revise la causa.
Se dice que lo mismo ha sucedido con los reos Cortés, Gerónimo Ortiz y otros más.
Urge separar de su empleo a ese Juez indolente. Los Tribunales de la Federación deben estar servidos por personas inteligentes y activas, y si el Sr. Fías Camacho no reúne esas cualidades, debe ser destituido, tan más, cuanto que estando ese Juzgado en la Frontera con Estados Unidos, se juzgará muy mal de nuestra perezosa justicia, en aquella Nación práctica y diligente.
Prometimos1 a nuestros lectores ocuparnos del proceso inicuo en que Aguascalientes se instruye contra del Sr. Lic. Aniceto Lomelí, Director del extinto colega El Heraldo. Cumplimos ahora nuestra promesa, ya que el estimado colega El Republicano, periódico oficial del Gobierno del Estado, se ha servido publicar la resolución pronunciada por el Supremo Tribunal de Justicia, en la apelación que el Sr. Lic. Lomelí promovió contra el auto de formal prisión decretado por el Juez 1° del ramo penal.
Por falta de espacio nos referimos ahora únicamente al Considerando 3° de esta resolución, que subvierte principios constitucionales y trastorna un sistema liberal, que a pesar de las chicanas frecuentes usadas por nuestras autoridades, vivirá siempre, envuelto en su pureza científica.
Dice esa considerando: «que no tiene razón de ser la distinción que antes se hacía entre delitos de imprenta y delitos de orden común, supuesto que desde que se reformó el art. 7° de la Constitución general, quedó abolida tal distinción estableciéndose un sistema de penalidad, diverso del criado por la ley de 4 de febrero de 1868, a lo que es consiguiente que el Estado está en su perfecto derecho para castigar los delitos contra la reputación, que se cometan dentro de su territorio, con sujeción a lo dispuesto en el Código Penal.»
Nada hay más inexacto que la afirmación dogmática de ese considerando. La reforma constitucional no abolió la distinción entre los delitos de imprenta y delitos de orden común. Veámoslo.
El art. 7 de la Constitución consta de tres incisos. El primero establece el principio general de que es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre cualquier materia. El segundo establece las restricciones impuestas a esa libertad, declarando que ella no tiene más límites que el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. El tercer inciso establece el procedimiento para el caso en que se salven las restricciones del anterior.
La reforma de 1883, se refirió al tercer inciso, respetando los dos primeros, esto es, los que establecen el principio amplio de libertad de imprenta y las restricciones que ella tiene. Al concentrase la reforma al tercer inciso, al que se refiere al procedimiento, se redujo a suprimir el fuero procesal de que gozan los escritores públicos, lo que en lo sucesivo serían juzgados por los tribunales competentes de la Federación o de los Estados, y no por los juzgados de hecho y de derecho. Se modificó, pues, el procedimiento; pero no el principio.
Y no podía ser de otra manera. Las libertades públicas conquistadas por la Asamblea de 57, no habían de estar sujetas al capricho de nuestros legisladores, que ni con mucho alcanzaban a tener la talla de aquellas gigantescas personalidades. Aquellos legisladores obraban en virtud de convicciones profundamente arraigadas en talentos ajenos a toda coacción oficial. En cambio los que pretendieron nulificar el principio del art. 7° con una reforma, que bien puede parecer una chicana, obraron sin voluntad, doblegados por una consigna.
Son, pues, subversivos los conceptos del considerado 3° de la sentencia que nos referimos. El tribunal sentenciador, demuestra lo que hasta el cansancio hemos dicho: el gobierno y las autoridades judiciales de Aguascalientes, no respetan la ley.
1 Véase supra, art. núm. 282.
¡Excelsior!, periódico liberal que se publica en Veracruz, abrió vigorosa campaña contra un hecho bochornoso. Los niños del Hospicio Zamora, establecimiento oficial de este puerto, eran llevados todos los domingos a la Iglesia Parroquial al ejercicio de la misa. Este hecho escandaloso, porque descubre un contubernio repugnante entre el elemento oficial y la clerecía no paso desapercibido para el colega y enfiló sus baterías para destruir ese atentado a las Leyes de Reforma.
Parece que la lucha del colega ha producido buenos resultados. La superioridad ha pedido informes sobre el hecho denunciado y quizá se corrija enérgicamente el atropello que nuestras leyes sufrían.
Ojalá que la lucha periodística borre de nuestras complacencias oficiales esa política de conciliación que se ejercita contra los preceptos severos de las leyes sabias y previsoras.
Con la majestuosa solemnidad que imponen los principios democráticos y con el desbordante entusiasmo de una multitud viril, ávida de manifestaciones patrióticas, se realizaron los trabajos del Gran Congreso Liberal de la ciudad de San Luis Potosí. Brotó la idea de cerebros juveniles y se esparció por toda la República, haciendo trepidar el carcomido asiento de los déspotas de la iglesia y del machete.
No decreció el interés. Las emociones se sucedían una a otra y la infatigable labor ruda de los delegados, se sostuvo interesante y fructífera. Hubo derroche de ingenio, de talento, de energía, de virilidad.
Las damas de Zitácuaro pusieron una nota poética y significativa.
La sesión de clausura revistió una solemnidad imponente. José María Facha, un escritor galano y poeta fácil y fecundo, recordó un discurso palpitante de sanos principios y vibrante de patriotismo inmaculado. Tuvo rasgos oratorios que cautivaron al público, y descubrió toda la energía de su carácter liberal e independiente.
Las atronadoras salvas de aplausos subrayaban los periodos brillantes del poeta y una tempestad de entusiasmo se desbordó con las últimas frases del orador.
Diódoro Batalla1 contestó el discurso de bienvenida. Es ventajosamente conocido este orador valiente. Batalla es un mimado de la tribuna. Nació para ella. Su voz tiene todas las flexibilidades y todos los matices. En San Luis, pronunció quizá, su mejor discurso. Su voz era el eco de todas las tempestades. Cuando fustigó al Poder por opresor y tiránico, tuvo todas la vibraciones de una raza vencida. Delineó la situación liberal con figuras e imágenes que subyugaban. Fue atronadoramente aclamado.
Las sesiones diarias revistieron gran interés. En ellas no se discutía el tema teórico irrealizable. Se buscó y discutió el tema práctico, el de interés palpitante, el realizable. No fueron aquellas, discusiones académicas de un orden meramente especulativo, sino resoluciones que será fácil desarrollar para que germinen y fructifiquen. Ya hablaremos detenidamente de las resoluciones acordadas, de su importancia y de la forma práctica en que los principios liberales y democráticos se inculcarán en las masas.
En definitiva, el Primer Congreso Liberal ha sido un triunfo de trascendental importancia y por ello enviamos nuestras calurosas felicitaciones al Club Liberal “Ponciano Arriaga,” que con infatigable entusiasmo ha trabajado en esa obra patriótica. A él se debe el triunfo.
Se hacía sentir la necesidad de una manifestación liberal tan vigorosa. Alentados los frailes por las complacencias funestas de nuestro Gobierno conciliador, pretendían clavar su bandera tenebrosa frente a frente de la liberal de albura inmaculada. Y no estaba bien que la bandera que ha arrastrado por todos los fangos y se ha manchado con todas las traiciones, se encarara con la insignia que condensa todas las nobles ideas y todas las luchas plausibles. Quede aquella bandera plegada en los rincones polvosos de las sacristías y ondule victoriosa la liberal, animando energías y sofocando locas ambiciones.
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Para concluir diremos que el arrogante Obispo Montes de Oca, ese que paseó su cargamento de piedras preciosas por las sacristías de Francia, huyó de San Luis.
También diremos, que el Gobierno de San Luis no comprende lo que significan las manifestaciones liberales. Confundió una reunión de hombres correctos, con el hacinamiento de frailes siempre hostiles y revoltosos. Esa preocupación lo indujo a poner las fuerzas sobre las armas y á hacer que patrullas de soldados recorriesen las calles.
Los congresistas, como era natural, guardaron la circunspección debida, pero les chocó que se les confundiese tan lastimosamente.
1 Diódoro Batalla (1867-1911). Abogado veracruzano. Participó en las protestas estudiantiles relacionadas con la Deuda Pública (1884). Asistió al Congreso Liberal celebrado en San Luis Potosí (1901). Formó la Asociación Liberal Reformista, de la cual fue presidente (abril de 1902).En noviembre de 1908, promovió la organización del Partido Democrático. Diputado por Veracruz (1910).
Una hoja subvencionada ha pretendido defender, en los siguientes términos, los ataques dirigidos por la prensa de la capital al Sr. de Landa y Escandón, que se negó a proporcionar a los alumnos de las Escuelas los adornos de propiedad Municipal:
“El Sr. de Landa, con toda cortesía, manifestó a la referida junta que un anterior acuerdo de Cabildo, prohibía al Ayuntamiento facilitar a los particulares los objetos decorativos. Sin embargo, con el objeto de servir en lo posible, al loable fin que los estudiantes se propusieron, envió al Sr. Don Julio Perié, empleado municipal, para prestar una ayuda eficaz, que, sin menoscabar el indicado acuerdo, pudiera, no obstante, coadyuvar al objeto que los estudiantes se propusieron.
“Esta conducta prueba de un modo evidente que el Sr. Landa, no trató jamás de poner dificultades ni obstáculos, sino de cumplir con una disposición municipal.”
Nosotros fuimos de los que atacamos al Sr. de Landa y Escandón; pero nuestro ataque fue dirigido a la desigualdad repugnante establecida por el Presidente Municipal entre este caso y uno anterior. En efecto, el párrafo transcripto demuestra que es cierto que el Sr. Landa se negó a proporcionar adornos a los estudiantes; y por otra parte, es cierto también (sobre este punto nada dice el oficioso defensor) que el Sr. de Landa no tuvo en consideración el acuerdo del Cabildo, que tanto afecta respetar, al proporcionar al Jockey Club para el último baile, las plantas del Jardín de Propagación. Esto es público y notorio.
La desigualdad es manifiesta. La defensa de la hoja subvencionada, viene a corroborar que la prensa de la Capital ha censurado. Hay actos indefendibles.
Se dice que El Demócrata, valiente colega que dirigía en Hermosillo el inteligente periodista D. Jesús Z. Moreno, volverá a la lucha, a pesar de todo el cúmulo de trabajos que se le han puesto por las autoridades sonorenses.
Todavía el Sr. Moreno está sujeto a las penalidades de un proceso, con el que se pretendía hundirlo, porque las personalidades honradas y valientes no agradan al despotismo oficial de Sonora; pero no se ha tenido en cuenta la energía del procesado, que venciendo todas las dificultades y salvando todos los obstáculos, demostrará que hay en Sonora caracteres firmes que no se doblegan.
Que cuanto antes saludemos al valiente Demócrata.
Un nueva nota, recogida de las columnas de nuestro estimado colega Diario del Hogar, tenemos a la vista. Esa nota es dolorosamente sugestiva y delinea un carácter.
Un profesor de esa Escuela tenía que repartir 60 justificantes de asistencia, aplicación y conducta, entre los alumnos de su clase. Los alumnos suplicaron que para no dejar de asistir a la clase inmediata, se sirviera repartir dichos justificantes quince minutos antes de la hora de salida. El profesor accedió correctamente a la indicación referida.
En esos momentos, el Director pasó frente a la clase y vio que se repartían los justificantes, lo que le desagradó profundamente, ordenando se reanudaran los trabajos e instalando un vigilante en la puerta.
Pocos momentos después, un alumno se acercó al profesor para hacerle notar una equivocación en su justificante. El profesor suplicó al alumnos esperase un momento a su lado, mientras hacía la rectificación debida. En este acto, el vigilante, de apellido Cárdenas, y que según nuestras noticias es de los más iracundos de la Escuela, ordenó, mezclándose en un asunto que no le atañía, que el alumno se retirase de ese lugar. El profesor objetó que él le había indicado que allí permaneciese.
Esta contestación exasperó al vigilante, quien ocurrió al Director, que se hallaba en los corredores, para exponerle su queja. El profesor fue llamado a presencia del Director y reprendido duramente por éste, en voz alta, en presencia de los alumnos y enarbolando un bastón. Además, el profesor fue castigado con dar media hora más de clase.
De ser ciertos los hechos anteriores, la escuela Preparatoria degenera en una Agencia Municipal. Parece increíble que un Director, que alardea de ilustrado, no comprenda que esas reprensiones públicas relajan el principio de autoridad. Poco respeto merecerá a los ojos de los alumnos, ese profesor regañado como un chiquillo y amenazado con un bastón.
Por otra parte, no sabemos de donde procede esa facultad del Director de la preparatoria para castigar al profesor con dar media hora más de clase. Es este un acto arbitrario que merece un severo reproche.
Además, los castigados fueron los alumnos, porque no concurrieron a la clase inmediata y se les señaló una falta inmerecida que puede originar a muchos la pérdida del derecho a ser examinados.
Nos parece que no sienta bien al Sr. Lic. Castañeda y Nájera el puesto de Director de la Preparatoria. Si no hubiera tantas complacencias por parte de nuestro Gobierno, ese Director hubiera sido ya destituido de su empleo.
Los miembros del Club «García Morales,» de Hermosillo, están sujetos a las vejaciones de las autoridades arbitrarias. Ya no solamente se les amaga con enviarlos a la guerra del Yaqui, sino que son encarcelados arbitrariamente y se les veja e infama en la prisión.
El joven Luis Duarte fue encarcelado arbitrariamente y el cabo de la guardia ayudado del centinela que hacía el servicio en el patio de la cárcel, golpearon cruelmente a Duarte con una varilla de fierro. Varios presos, atraídos por el escándalo, intervinieron haciendo cesar este acto repugnante.
Duarte fue llamado ante el Prefecto Político para su calificación, y se quejó a este funcionario del delito que se había cometido en su persona, llevando al efecto sus vestidos ensangrentados; pero el Prefecto, en vez de atender esa queja haciéndose solidario de los actos de los esbirros, impuso 15 días de prisión a Duarte, agravados con reclusión en un calabozo por el desacato de haber llevado a la Prefectura sus ropas ensangrentadas.
Contra estos actos escandalosamente arbitrarios e indignos de una sociedad civilizada, promovió Duarte el amparo de la Unión y el Sr. Juez de Distrito de Nogales, que se ha distinguido por su entereza y honradez, ordenó, por la vía telefónica, que el quejoso fuera puesto desde luego en libertad.
Crispan los nervios los relatos de estos actos inicuos de las autoridades protegidas por el Gobernador Izábal. Muy rudimentarios deben ser los principios de justicia de estas autoridades y muy desarrollados deben tener sus instintos inquisitoriales. Autoridades así, serán un borrón en las páginas de nuestra Historia.
El Sr. Juez de distrito de Nogales, sí es acreedor al respeto y admiración de los ciudadanos honrados. No se ha corrompido en ese medio depravado. Esto revela su energía y su honradez.
Con este significativo nombre, ha comenzado a publicarse en Hermosillo, Son., un trisemanal independiente, que dirige el bien reputado y conocido periodista D. Belisario Valencia, que aún sufre los rigores de un proceso inicuo, en el que se descubre la saña del elemento oficial. El Sr. Valencia publicaba el valiente periódico El Sol que fue denunciado.
El Combate viene a lucha armado de esos tres elementos poderosos: honradez, independencia y virilidad, que se hermanan con un talento periodístico indiscutible. Los primeros números rebozan energía y sensatez. No es de los pusilánimes que encubren sus ataques con repugnante hipocresía. Por el contrario. Aborda las cuestiones palpitantes con franqueza y lealtad. Saluda caballerosamente antes de cruzar el acero.
Nos halaga la aparición de un paladín indomable y tenaz. Sea bienvenido. Que su noble lucha sea fructífera y se resuelva en beneficios para esa oprimida sociedad sonorense.
Larga vida muchos triunfos y pocos disgustos, deseamos a tan valiente y estimable colega.
Nuestro colega El Combate, de Hermosillo, excita a los habitantes del Estado, para que en uso del derecho que otorga el artículo 17 de la Constitución del Estado, se reúnan en Clubes Políticos, para pedir al Congreso local el cumplimiento del artículo 77 de la mencionada Constitución, es decir, para que dicho Congreso convoque al pueblo a la renovación del personal del Ejecutivo, pues parece que Izábal no puede ocupar ese puesto más allá del 23 del presente Febrero, porque no será legal su permanencia en le poder.
Esos Clubes se impondrán también la tarea de uniformar la opinión en favor de los candidatos del pueblo para la primera magistratura local y para la elección de los miembros de la legislatura.
Además, los Clubes emprenderán otra labor. Si el Ejecutivo y la Legislatura burlasen la Constitución local, permaneciendo el uno en el poder y no haciendo la otra la convocatoria a que alude el artículo 77 citado, dichos Clubes harán que los ciudadanos se dirijan al Senado de la República para que, conforme a la Constitución Federal, declare, llegado el caso, de intervenir en la administración del Estado al desaparecer y destruirse en el mismo, el orden constitucional.
Aplaudimos sinceramente la patriótica labor de nuestro colega. Es necesario, urge, se impone, el que los ciudadanos vayan comprendiendo sus derechos para que no se les burle y avasalle. La ley presta los elementos de combate y es necesario ocurrir a ellos en la forma pacífica y noble que nuestras instituciones señalan.
Ya hablaremos detenidamente de este asunto y explicaremos en qué se apoya la iniciativa de El Combate. Por ahora, nos concretamos a secundar la idea del colega, excitando a los ciudadanos patriotas y honrados de Sonora para que lleven a la práctica tan bella iniciativa. Es forzoso que el espíritu público se encarrile por la senda de civismo. De otra manera, siempre nos veremos despojados de nuestros derechos y privados de nuestras más hermosas prerrogativas.
Sí, recomendamos que la lucha sea estrictamente pacífica, apoyada únicamente en la augusta majestad de la ley. Las luchas violentas han desaparecido ya con nuestros últimas teatrales revoluciones. La lucha pacífica es más fructífera, y evita atropellos y vejaciones.
Ya saben nuestros lectores que la administración curielista ha desbordado sus iras contra los redactores de El Paladín y Jalisco Libre, porque estos valientes colegas han desenmascarado sin temores ni afeminamientos todo lo sucio que oculta el contrato de saneamiento de Guadalajara, el acto público quizá más bochornoso y descabellado que por sí sólo basta para hundir una administración.
No nos ocuparemos del fondo de esa acusación. La prensa del país se ha ocupado brillantemente de ella, demostrando con sobra de lógica y argumentos jurídicos, que nuestros colegas obraron dentro de los límites infranqueables del art. 7º de la Constitución, y que, por ende, las autoridades judiciales de Jalisco que han conocido de este negocio, han violado ese artículo, con lujo de arbitrariedad y despotismo.
Solamente referiremos un dato curioso que demuestra el corto alcance intelectual y la carencia de ilustración, de los Jueces 2º y 3º de lo Criminal que conocen de la querella presentada por el Lic. Pérez Verdía, en nombre de un tal Blewit.
Los Sres. Lic. Leopoldo Valencia, Director de El Paladín, y Cipriano C. Covarrubias, Redactor en jefe de Jalisco Libre, fueron puestos en libertad bajo de fianza antes de que se cumpliesen las 72 horas, dentro de las que los referidos funcionarios debían dictar el auto de formal prisión. En consecuencia, conforme al art. 233 del Código de Procedimientos Penales, bastaba para continuar el procedimiento, el auto que encabezaba el proceso, sin necesidad de decretarse la formal prisión de los acusados.
Pero los jueces referidos ignoran la existencia de ese precepto legal, lo que los condujo a declarar formalmente presos a los acusados, cuando estaban ya en libertad bajo de fianza.
Es sensible que esos Jueces no conozcan, por lo menos, los preceptos legales claros y terminantes. Será de verse qué de tribulaciones sufrirán cuando el texto legal sea obscuro y precise aplicar reglas de interpretación para descubrir el espíritu del precepto.
Decididamente, Jalisco camina a la bancarrota. Con malos Gobernantes y malos Jueces, los pueblos más vigorosos sucumben.
Un grupo de individuos, quizá de esos que antes de la enfermedad del Gral. Díaz eran Porfiristas recalcitrantes, pero que el tener noticia de la gravedad del primer Magistrado, procuran asegurar el porvenir y la pitanza, se reunieron para discutir la resolución que adoptarían en caso necesario. Acordaron al fin, que debían apoyar la candidatura del Sr. Gral. Reyes y fueron a ofrecer a este Señor sus servicios.
Pero el Sr. Gral. Reyes recibió ese ofrecimiento con marcadas muestras de desagrado rechazando la oficiosa ayuda de estos partidarios acomodaticios.
Nos parece muy merecida esa lección, y además, trae el hecho referido una gran enseñanza para el Sr. Gral. Reyes. Ya sabe qué clase de individuos son esos.
Acaba de ser aprehendido un estafador que vendía muelas de San Aparicio. La nota pasaría desapercibida para el vulgo: pero el sociólogo encontrará en ella una preciosa observación: en una ciudad como México, el cerebro de la República, hay personas de criterio sumido en la más desconsoladora ignorancia. Una estafa burda que prospera, es reveladora de un estado social que vacila.
Pero es forzoso descifrar la causa: por una parte, la falta de ilustración motivada por la incuria oficial, y por la otra, la obra callada y sorda del fraile vaciando sombras en los cerebros rudos.
Sumados esos dos motivos de retroceso, resulta la personalidad apta para que la estafa piadosa prospere. Y prosperarán, mientras no sean eliminados esos dos motivos.
El País, amigo incondicional del presidente, porque éste es clerical, se burla sangrientamente del 1er. Congreso Liberal que se reunió en San Luis Potosí.
Informa esta hoja, que los pocos congresistas que asistieron son lugareños representantes de rústicos villorrios.
No esta en lo cierto El País. Al Congreso asistieron ciudadanos de representación y de valor ya por su talento, su ilustración y su energía y virilidad, circunstancias que nunca han tenido los ensotanados ni su negro partido de crimen y de traición.
No es de extrañarse la conducta del clericalismo en este asunto. Sabiendo es que nunca ha tenido armas nobles para atacar a sus enemigos políticos, empleando tan sólo la difamación y la calumnia.
Bien comprende el nauseabundo partido conservador la importancia del Congreso Liberal. Bien comprende que las decisiones del compacto grupo de patriotas reunidos en San Luis Potosí, harían desaparecer la influencia funesta del clericalismo, haciendo que los ciudadanos ejerciten sus energías en los comicios, práctica democrática que por no llevarla a efecto, nos ha entregado atados de pies y manos a la autocracia que pisotea nuestros derechos y hace burla de nuestra dignidad de hombres.
Comprende bien el partido conservador, la importancia del movimiento liberal, y por esta razón lo ataca; pero entiéndalo bien el sucio clericalismo, que, pese a quien le pesare, no se podrá desvirtuar la obra liberal, porque está cansado de inicuas explotaciones; porque odia las tiranías y quiere ser libre y no tutoreado.
En política hay momentos que pudiéramos llamar de atonía. Esos momentos pueden tener por origen varias causas: la enfermedad grave del rey en los estados monárquicos, o la del presidente en los republicanos; las crisis financieras ocasionadas por la falta de capacidad del encargado de arreglar el movimiento hacendario; la negligencia y torpe tino de la administración en lo que se refiere a la seguridad individual y a la seguridad, también, de los intereses de los ciudadanos; la manera torpe y antidiplomática que emplean los encargados de los negocios exteriores; la mala administración de justicia, en la que abundan jueces y magistrados que, equivocando su misión, equiparan los santuarios de la ley a vastos bazares en que se trafica con la justicia, del mismo innoble modo que trafica con sus hilachos cualquier ropavejero musulmán.
Hay otras varias causas, pero nuestro propósito, por 1o pronto, se reduce a tratar una sola de ellas: la enfermedad grave del rey en los estados monárquicos o la del presidente en los republicanos.
La enfermedad del rey o del presidente acarrea en los ciudadanos esa enfermedad que llamamos “de atonía,” y que sólo sirve para que, en caso de un desenlace fatal, los políticos ambiciosos se aprovechen del estado de ánimo de una nación para alcanzar la realización de sus propósitos imponiéndose por la sorpresa; imposición que antes no hubieran conseguido por su carácter acomodaticio y calculista y su absoluta carencia de valor civil.
La República se encuentra actualmente en uno de esos estados de atonía. La noticia de la enfermedad del general Díaz anda de boca en boca y corre de un lado a otro de la nación. La reticencia de las hojas semioficiales y oficiosas hace agrandar la gravedad que reviste el asunto a fuerza de querer convencer de su insignificancia. Es natural: cuando se pretende dar poca importancia a un hecho de trascendencia, sólo se consigue darle mayores proporciones. Estando el pueblo acostumbrado a ser víctima de engaños y de supercherías por parte de la prensa asalariada, cree lo contrario de lo que ella predica y está dispuesto a creer blanco lo que el elemento adulador sostiene ser negro.
Aparte de todo esto, las alarmantes noticias, que traspasando la consigna oficial, porque las verdades jamás pueden ocultarse; las alarmantes noticias, repetimos, que llegan del sur de la República acerca de la gravedad que reviste la enfermedad del general Díaz, ponen en tensión los nervios de todos aquellos que se preocupan por el porvenir de la patria, y de aquellos también que, buscando tan sólo el medro personal, ven en un desenlace funesto la realización de sus ambiciones, que antes no habían hecho ostensibles, como dijimos, por su carencia de valor civil, su carácter acomodaticio y calculista y su refinada cobardía política.
Nosotros, con nuestra acostumbrada energía, vamos a tratar valerosamente la cuestión; vamos a declarar sin embozos que si la enfermedad del general Díaz, dado el carácter de gravedad que reviste, tiene un resultado fatal, antes de que tal cosa suceda debemos, todos los que nos preciamos de ser patriotas, proponer un candidato para la Presidencia de la República.
La necesidad de proponer nuestro candidato para la primera magistratura del país se impone.
En efecto, con el largo periodo de muerte política a que estábamos condenados por la actual administración, los hombres templados para la lucha por la democracia han desaparecido, porque decepcionados del giro político impreso a los negocios públicos por el general Díaz, prefirieron arrinconar sus personalidades para no contagiarlas de esa gangrena que se llama política de conciliación; para no estar unidos a individuos que tienen de credo a la falsedad y sólo adoran a un dios: el egoísmo; se alejaron de la política actual porque la consideraron asesina de nuestras instituciones republicanas y violadora de nuestras libertades, al saber que ya no habría sufragio libre; que la prensa viviría amordazada; que la justicia se corrompería hasta el grado de hacer ocioso el capítulo de responsabilidades en nuestra legislación; que a los funcionarios venales y a los desfalcadores lo mismo que a los prevaricadores y a los concusionarios en vez de alojarlos en las fortalezas o en las penitenciarias, se les había de premiar con otros puestos que, debiendo ser ocupados por hombres honrados y de trabajo, se entregaban a individuos de antecedentes discutibles y reputaciones sospechosas; que para defenderse, los gobernantes que no acatan la ley y hacen burla de la justicia, alquilan individuos que no tienen más oficio que poner su pluma al servicio de todos los déspotas, y que, armados de ella como de un puñal, envenenan previamente con el lodo de sus inmundas pasiones, para que, destilando hiel y odio, puedan dar un golpe mortal a sus adversarios, esto es, a los adversarios de su amo, recibiendo como recompensa de tan vil trabajo un mendrugo del déspota y las espaldas de los hombres honrados. Por todas estas circunstancias, los hombres de firmes convicciones no han querido ocupar los puestos públicos.
Alejados de la política los hombres de valer, ella ha sido el punto objetivo de las nulidades; a ella han entrado como a país conquistado individuos que, huyendo de procesos que se les formara por sus criminales inclinaciones, cayeron como plaga en la metrópoli para esconderse bajo las ropas de una administración complaciente que, a trueque de un titulo profesional dado por gracia en cualquier escuela servida por analfabetos, los ha exhibido a la vergüenza publica.
De modo que hay que proponer un candidato independiente, un candidato que no tenga ligas de ninguna clase con la actual administración, en cuyo personal, aunque hay hombres honorables, no por eso dejan de ser débiles y complacientes, como educados en la política conciliadora del general Díaz.
No podemos proponer a ninguna de las personalidades de la actual política militante, porque cualquiera de ellas, por honorable que sea, nunca será capaz de echarse a cuestas un programa netamente liberal, en virtud de no ser ninguna de ellas liberal, pues creemos que en los gobiernos conservadores, como el del general Díaz, nunca habrán tenido cabida los liberales, pues el hombre que profesa estos principios se abstiene de sostener, de cualquier modo, una política conciliadora, en virtud de no poder existir conciliación ninguna posible entre dos partidos que por su historia y por sus tendencias caminan diametralmente opuestos uno y otro.
Pero hay más: el general Díaz jamás ha consentido que a su administración penetren hombres de carácter. Podemos decir, sin equivocarnos, que todo el engranaje administrativo que se extiende desde la Baja California hasta la península de Yucatán esta formado de materias pasivas que sólo se ponen en movimiento al mandato del Presidente.
El general Díaz, para gobernar solo y ser el único amo, como ha sido, se ha rodeado de un grupo de autómatas, de hombres que no tienen más voluntad que la del jefe, de hombres sin iniciativa y perdidos completamente para todo lo que signifique energías particulares y activas; en una palabra, se ha rodeado de hombres sin carácter, de hombres sin voluntad propia, de hombres que siempre podrán ser mandados y obedecer, pero que nunca podrán mandar, y por lo mismo nunca podrán llegar a ocupar la suprema magistratura del país.
Además, en la política actual abunda el militarismo, y la nación está cansada de acicates y de machetes, como hastiada está también de sotanas y sobrepellices. La nación no quiere sufrir más la pesadumbre del militar ni la del fraile; no apetece más la opresión de esas dos clases que siempre han vivido en consorcio para arrebatar las libertades y disponer a su antojo de las vidas y haciendas de los ciudadanos; la nación quiere ser libre para que sus hijos practiquen sus derechos y haya fraternidad y orden.
De modo, que ni el elemento oficial, ni el clericalismo ni el militarismo podrán proporcionarnos el candidato apetecido. Hay que buscarlo entre la clase productora, esa clase que vive independiente y que no tiene compromisos de ninguna clase con el actual modo de cosas. De entre esa clase debemos escoger el candidato, por que en ella no han entrado aún las perversiones que engendran las políticas despóticas, precisamente porque odia el despotismo y porque alejada de la política, en virtud de no querer transigir con el enemigo jurado de la libertad, que es el clero, y con las prácticas antidemocráticas que han convertido en imperio a una nación libre, se ha resignado a esperar la reacción del espíritu público, que, en vibrantes y enérgicos conceptos, haga saber a la nación y a todo el mundo las nobles aspiraciones del pueblo, que suspira por sus muertas libertades y por sus ultrajados derechos.
Pero el candidato que debemos proponer todos los que nos consideramos como verdaderamente liberales, debe ser un hombre de temple, un hombre de energías viriles y enérgicas, que tenga una voluntad tan grande capaz de desconcertar a sus enemigos políticos; en una palabra, necesitamos un hombre de carácter, pues el pueblo está cansado de dar su voto a ciudadanos que por debilidad y falta de valor civil ocurren al Presidente para hacerle presente su incondicional adhesión, sin preocuparles que al pueblo, que es el soberano, es a quien deben ofrecer esa adhesión y no al Presidente, que es sólo un servidor de ese mismo pueblo.
Hay, pues, que proponer un hombre que esté resuelto a soportar la crítica canallesca y los ataques de sus adversarios políticos. Debemos proponer un candidato liberal.
Seriamente llamamos la atención de los hombres honrados acerca de lo que hemos expuesto. Urge estar prevenidos para evitar, en caso de que la enfermedad del general Díaz tenga un resultado fatal, que cualquier ambicioso sorprenda a la nación.
Bien comprendemos que cuanto hemos dicho, con entera franqueza y sobrada lealtad, nos acarreara las iras y las imprecaciones de las hojas semioficiales y oficiosas, que llamarán antipatriótica nuestra labor, tachándonos de malos mexicanos. Esa es el arma de los asalariados, de los que, no teniendo energías ni aptitudes para vivir una vida independiente y honrada, se arriman a la administración para recibir pan por denuestos, unos cuantos cobres por aplaudir y agasajar a gobernantes impopulares que tienen la debilidad de dar crédito a las lisonjas que pagan, como el atolondrado que se creyera amado por una ramera.
De antipatriótica se tachará nuestra actitud por tales individuos; pero el pueblo, que es al que nos dirigimos, porque es el befado, el ultrajado, el oprimido; porque es el siervo debiendo ser el amo, ese pueblo comprenderá nuestros esfuerzos encaminados a su mejoramiento social, a fin de que ya no se le explote ni se le tiranice, a fin de que pueda ejercitar sus derechos y que sea libre y fuerte, y que no se le tome como comparsa en los ridículos festejos de la adulación y del servilismo.
Se tachará de antipatriótica nuestra tarea, precisamente por los que, viendo a la patria en peligro, no dan un solo paso para salvarla, sino que se conforman con adular al poderoso y embrutecer a las masas, comprendiendo que de ese embrutecimiento depende su bienestar personal, que tiene por base la degradación del pueblo, pero que tendrá como merecido castigo el fallo condenatorio de la historia.
A continuación damos la lista de los Clubes y publicaciones periódicas, que tuvieron representación en el Gran Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí el día 5 del corriente.
Por dicha lista se convencerán los detractores de la causa liberal, de la importancia y significación que tiene el movimiento político, que tanto amedrenta a los ensotanados y hace perder el tino a los déspotas, al comprender que la República está pronta a hacer oír su voz soberana.
He aquí la lista por Estados:
I. CHIHUAHUA
Hidalgo del Parral. Club Liberal “Esteban Benítez,”1 Antonio Mesa y Salinas.
II. COAHUILA
Monclova. Club Liberal “Miguel Blanco,” licenciado Antonio de la Fuente, ingeniero Luis F. Lajous.
Ciudad Porfirio Díaz. “Club Liberal,”2 licenciado Ramón Ramos e ingeniero Camilo Arriaga.
Club Liberal “Esteban Coronado,”3 ingeniero Camilo Arriaga.
III. DURANGO
Cuencamé. Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” Francisco S. Montelongo4.
Ciudad Lerdo. Club “Melchor Ocampo,” licenciado Benito Garza.5
IV. DISTRITO FEDERAL.
“Agrupación Liberal Pro Patria,”6 Avelino Espinosa7, José Hinojosa8, Salomé Botello hijo9, y Lázaro Villarreal10.
PRENSA MEXICANA
“Diario del Hogar,” representante, ingeniero Camilo Arriaga. Este periódico remitió ejemplares de un folleto titulado “La Libertad Religiosa en México,” escrito por el diputado don Manuel E. Rincón, y cuyos ejemplares fueron repartidos.
“El Universal” (diario) y “El Monitor Liberal” (semanario) representados por el licenciado Diódoro Batalla, quien pronunció brillante discurso en la sesión inaugural.
“Regeneración” (semanario) representado por don Ricardo Flores Magón.
V. HIDALGO
Atotonilco el Grande. “Corporación Demócrata Liberal,” Fernando P. Tagle11 y doctor Agustín Navarro12.
Calnali. Club “Ignacio Ramírez,”13 Fernando P. Tagle y doctor Agustín Navarro.
Huasca. Club “Manuel Doblado.”14
Huejutla. Club Liberal “Platón Sánchez,”15 ingeniero Paulo Colunga.
Mineral del Monte. Club “5 de Febrero 57,” Manuel Martiarena.
Omitlán. Club Liberal “Guillermo Prieto,”16 M. Martiarena.
Pachuca. Corporación Patriótica Privada,17 Fernando P. Tagle y doctor Agustín Navarro.
Pachuca. Club Liberal “Atalaya,” C. H. Castelazo18.
Tula de Allende. “Sociedad Liberal Ignacio Ramírez.”
Teontepec. “Círculo Patriótico Liberal.”
Tulancingo. “Club Liberal.”
Zacualtipán. “Junta Patriótica Privada.”
Zimapán. Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” Gonzalo López19.
VI. GUANAJUATO
Ciudad Manuel González (San Felipe). “Club Liberal Felipense,” Mariano González.
VII. MICHOACÁN
Cherán. Club Liberal “Luis G. Córdova,” Federico R. Flores.
H. Zitácuaro. Club Liberal “Josefa Ortíz y Francisca Carrillo,” Guadalupe Colín viuda de Colín20, Benita Anaya de Reyes y señoritas Aurora y Elvira Colín21.
Club Democracia Vigilante “Benito Juárez,” Sociedad Anticlerical “Siglo XX,” José Trinidad Pérez22 y José M. Guzmán.
Uruapan. Club Liberal Constitucionalista “Cerro de las Campanas,”23 Federico R. Flores.
Morelia. Club Reformista y Club “Benito Juárez” de Ario de Rosales, Juan Medal24.
VIII. NUEVO LEÓN
Lampazos. “Club Liberal Lampacense”25 ingeniero Francisco Naranjo, hijo26, y Vidal Garza Pérez27.
Villaldama. “Club Liberal Villaldamense,” Salomé Botello (h) y Gregorio Licea28.
IX. OAXACA
Cuicatlán. “Club Regenerador Benito Juárez,” Rafael Odriozola29.
X. PUEBLA
Cuautempan. “Club Juan N. Méndez,”30 Alberto Díaz31.
Puebla. “Club Patriótico Liberal Melchor Ocampo,” Alberto Díaz y Juan Ramírez Ramos.
Chignahuapam. Club Liberal “El Nigromante,” Alberto Díaz y Juan Ramírez Ramos.
Tetela de Ocampo. Club Liberal “Juan N. Méndez y Juan C. Bonilla,”32 doctor Emilio Bonilla, Alberto Díaz.
Zacatlán. Club Liberal, Alberto Díaz.
XI. SAN LUIS POTOSÍ
“Comité Liberal de Estudiantes,”33 licenciado Diódoro Batalla y Ricardo Flores Magón.
Cerritos. “Club Patriótico Liberal,” Antonio Vives.
C. de Valles. Club “Ignacio Altamirano,” Hexiquio Forcada34.
Matehuala. Club Liberal “Juan Villerías,”35 Eucario M. Sein36.
Rayón. Club “Benito Juárez,” profesor Blas C. Rodríguez37, profesor Librado Rivera38, José P. Andrade, Regino Durán, Enrique Espinosa y Rutilo Guerrero.
San Nicolás Tolentino. Club “Benito Juárez,”39 Nicolás Leal, Pedro Pérez y Mucio J. Gallegos.
Tancanhuitz. Club Liberal “Pedro José Méndez,”40 doctor Aurelio de Alba.
Tamazunchale. “Club Liberal Huasteco,” licenciado Cruz García Rojas.
XII. TAMAULIPAS
Nuevo Laredo. Club “Melchor Ocampo,” licenciado Amado González.
Tampico. Club “Benito Juárez,” licenciado Ricardo López y Parra41 y Pompeyo Morales42.
Tula de Tamaulipas. Club “Juárez Ocampo,” José D. Gaitán, Jesús López, Alberto Villasana43, Luis López y Telésforo Villasana44.
XIII. VERACRUZ
Veracruz. Club Liberal Literario “Sebastián Lerdo de Tejada,” José Trinidad Pérez.
“Club Liberal Veracruzano,”45 Vicente Reyes Torres.
“Club Liberal de señoras veracruzanas” y “Club Liberal de señoritas veracruzanas,” Vicente Reyes Torres.
XIV. ZACATECAS
Nieves. Club “Jesús González Ortega,”46 Jesús G. Piñera.
Pinos. Club “González Ortega,” doctor Miguel Macías.
Zacatecas. Club “Benito Juárez,”47 licenciado Benito Garza.
1 Esteban Benítez. (1834-1918). Liberal originario de Hidalgo del Parral, donde combatió a la intervención francesa. Alojó en su casa de esa población a Juárez en su huida al norte. En varias ocasiones fue diputado al Congreso local.
2 Club Liberal de Ciudad Porfirio Díaz. Fundado en 1893. Integrado por artesanos de tendencia liberal desafectos tanto al régimen de José Ma. Garza Galán como al de Miguel Cárdenas.
3 Esteban Coronado (1832-1860). Abogado y militar sonorense. Afiliado a las filas liberales durante el golpe de Estado de Comonfort, fue jefe de operaciones de la coalición de Chihuahua, Nuevo León, Coahuila, Zacatecas y Durango. En 1858 ocupó el gobierno de Durango, caracterizando su gestión por las medidas tomadas contra los fueros eclesiásticos.
4 Francisco Santos Montelongo. Pastor metodista. Mantuvo contacto con Regeneración, al menos hasta 1906.
5 Benito Garza (1855-1911). Abogado duranguense. Tras el asesinato de Trinidad García de la Cadena se convirtió en enemigo del gobierno de Porfirio Díaz. Presidió el Club Benito Juárez de la capital del estado. Suscriptor de Regeneración hasta 1906. Antirreeleccionista (1909). Organizó el paso de Madero por Zacatecas durante su campaña (1910).
6 Agrupación Liberal Pro Patria. Formada por estudiantes de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Participaron como oradores en el homenajes a Juárez el 18 de julio de 1901. (vid. infra, art. núm. 652).
7 Avelino Espinosa. Abogado sonorense. Fue el último de los gobernadores del régimen porfiriano en Sonora. Ocupó el cargo tres días a partir del 27 de mayo de 1911.
8 José Hinojosa. Abogado y periodista tamaulipeco. En 1913 dirigió en Tampico, Tam., La República.
9 Salomé Botello Garza. (1875-1949). Abogado y periodista neolonés, fue gobernador de su estado natal durante el régimen huertista. (1913).
10 Lázaro Villarreal. Abogado. Miembro de la logia masona local. Diputado local por Chihuahua (1927).
11 Fernando P. Tagle. Hijo del ex gobernador del Estado de Hidalgo Antonio Tagle (1869-1872). Presidente de la Corporación Patriótica Privada de Pachuca. Participó en las conspiraciones del maderismo local para el levantamiento del 20 de noviembre de 1910.
12 Agustín Navarro Cardona. Hidalguense. Vocal de la Corporación Patriótica Privada, de Pachuca, Hgo., (1901). Formó parte de la redacción de Regeneración, editado en la ciudad de México en 1911, bajo la dirección de Juan Sarabia, Jesús Flores Magón y Antonio I. Villarreal. Fue candidato a la gobernatura de Hidalgo por parte del Club Central Navarrista.
13 Ignacio Ramírez “El Nigromante.” (1818-1879). Abogado y periodista guanajuatense. Conocido como el Voltaire mexicano por su vocación ilustrada. Constitucionalista en 1857. Magistrado de la Suprema Corte a partir de 1864. Redactor de El Correo de México (1867). Como ministro de Instrucción Pública y Fomento en 1858, aplicó plenamente las Leyes de Reforma.
14 Manuel Doblado (1818-1865). Abogado liberal guanajuatense. Magistrado del Tribunal Superior y gobernador interino (1846) y constitucional (1857, 1861) de su estado natal y de Jalisco. Ministro de Relaciones con Juárez (1862) a quien acompañó en su viaje a Paso del Norte. Hizo campaña militar en la sierra de Querétaro.
15 Platón Sánchez. (1835-1867). Militar veracruzano. Combatió contra la intervención francesa; participó en el sitio de Puebla en 1863. Presidió el Consejo de Guerra que juzgó y condenó a muerte a Maximiliano, Miramón y Mejía. Murió asesinado por un grupo de soldados del Regimiento de la Emperatriz en Nuevo León.
16 Guillermo Prieto Sotero, “Fidel” (1818-1897). Poeta y periodista liberal. Formó parte de la Academia de Letrán. Fundó con Altamirano Don Simplicio y colaboró en El Siglo XIX y El Monitor Republicano. 15 veces diputado y tres Secretario de Hacienda (1852-3, 1855 y 1859). Constitucionalista en 1857. Escribió entre muchas otras: Memorias de mis tiempos (1828-1853), La Musa Callejera y Lecciones de Historia Patria.
17 Corporación Patriótica Privada. Pachuca Hidalgo. Moto ‘Despertar el fervor por el pasado histórico de México’. Constituida el 27 de mayo de 1900. Formada en torno a las elecciones estatales. Postuló a Antonio Peñafiel como candidato a la gubernatura. Disuelta el 28 de julio de 1901. Mesa directiva: Fernando P. Tagle, presidente; Eduardo de Corral, vicepresidente; Aurelio Jaso, tesorero; Teodomiro Manzano 1er. Secretario; Mariano Lechuga, 2º Secretario; Vocales: Arcadio Ballesteros, Luis García, Eduardo Luque, Agustín Navarro Cardona.
18 C. H. Castelazo. Mantuvo relación con los editores de Regeneración al menos hasta 1906.
19 Gonzalo López. Protestante. Profesor de escuela primaria. En 1887, junto con el pastor Miguel Arias, formó una sociedad liberal propagadora de los principios reformistas. Diputado suplente al Congreso Constituyente de 1917, por Zimapán, Hidalgo.
20 Guadalupe Colín viuda de Colín. Originaria de Zitácuaro, hacia 1890 habría formado una sociedad liberal-protestante que se transformó en el club liberal, al que se incorporaron sus hijas Aurora y Elvira Colín.
21 Aurora y Elvira Colín. Pronunciaron discursos en el Congreso Liberal, reproducidos en El Diario del Hogar del 23 de febrero y 1de marzo de 1901.
22 José Trinidad Pérez (1855-1905). Maestro de escuela primaria, periodista. Portestante. Originario de Zitácuaro. Miembro dela Junta Patriótica Permanante desde 1895. Formó, junto con los hermanos Onésimo y César López Couto, el Partido Liberal Zitacuarense. Dirigió El Semanario de literatura y combate (Zitácuaro,1899) y Plus Ultra (Morelia, 1904).
23 Club Liberal Constitucionalista “Cerro de las Campanas”, Uruapan, Mich. (1898-1902). Presidente, Juan de Dios Avellaneda.
24 Juan Medal. Arrestado por las autoridades Morelia, a su regreso del Congreso Liberal.
25 Club Liberal Lampacense. (1901). Tuvo como antecedente inmediato la Sociedad Juan Ignacio Ramón, (1899), que se proponía promover mejoras materiales en la ciudad e impulsar la educación y cuyo secretario fue Francisco Naranjo.
26 Francisco Naranjo, hijo (1867-1915). Ingeniero y militar. Hijo del gral. Francisco Naranjo. Fundó el club liberal de su natal Lampazos. Encarcelado por órdenes de Bernardo Reyes (1901). Se incorporó a la revolución maderista. Organizó el Regimiento Voluntario deLampazos en 1911 y con él combatió en Morelos a Emiliano Zapata. Comndante militar de ese estado (1912). Mantuvo relaciones extraoficiales con Genovevo de la O y Gildardo Magaña por lo que fue destituído. Federal huertista derrotado por los constitucionalistas. E Estados Unidos (1914) quizo reorganizar el Partido Liberal Mexicano. Escritor y periodista, El Lampacence (1891), La Bandera Roja (1896), Telémaco (1900). Diccionario biográfico revolucionario.
27 Vidal Garza Pérez (1866-1922). Abogado nacido en Lampazos, Nuevo León. Colaborador de La Bandera Roja (1896). Mantuvo correspondencia personal con RFM (1901-1903). Activo liberal antirreyista, fue encarcelado en 1903. Hacia 1909 fue dirigente del Partido Nacional Antirreleccionista. Constitucionalista. Diputado y Presidente de la Suprema Corte de Justicia con Venustiano Carranza.
28 Gregorio Licea. Mantuvo relación con los editores de Regeneración al menos hasta 1906.
29 Rafael Odriozola Herrera. (1858-19??). Nació en Talcolula, Oax. Apartir de 1901 mantuvo vínculos con los redactores de Regeneración. Participó en los preparativos insurrreccionales de 1906. Encarcelado en la ciudad de Oaxaca. Reinstaló el Club liberal de Cuicatlan en 1911. Diputado por el Distrito de La Cañada. Antihuertista.
30 Juan N. Méndez. (1820-1894). Militar originario de Tetela de Ocampo, Pue. Ingresó al ejército en 1847, combatiendo la invasión norteamericana. Tomó parte en la defensa de Puebla del 5 de mayo de 1862. Durante el Imperio combatió en Puebla y en el Valle de México. Al restablecerse la República, fue gobernador de su Estado natal. Apoyó el Plan de Tuxtepec, al triunfo del cual, volvió a ocupar el gobierno estatal; durante su gestión abolió la leva y organizó la guardia nacional. Interpretó las leyes de amortización de bienes a favor de las comunidades indígenas de la Sierra Norte de Puebla de donde provenían los más de los soldados a sus órdenes.
31 Alberto Díaz. Mantuvo relación con los editores de Regeneración al menos hasta 1906.
32 Juan C. Bonilla (1835-1884). Maestro y militar nacido en Tetela de Ocampo, Pue. Se incorporó al ejército durante la Intervención Francesa. Participó en 22 acciones bélicas que le valieron el honor del generalato. Gobernador de Puebla en 1876.
33 Comité Liberal de Estudiantes, San Luis Potosí, S. L. P. Presidente, Antonio Díaz Soto y Gama. Vice-Presidente, José M. Facha. Secretario, Moises García. El 21 de enero de 1901, extendieron una invitación a RFM para que participara como su representante en el Congreso Liberal. Vid. “Una credencial”, Regeneración, núm. 24, 31 de enero de 1901.
34 Exiquio Forcada. Pastor prersbiteriano y maestro de escuela de Rayón, SLP. Trabajo en Pisaflores, Hidalgo(1879),y luego en la huasteca postosina. Apoyó la formación del Grupo Reformista y Constitucional en 1895-6. Mantuvo contacto con los redactores de Regeneración, al menos hasta 1906.
35 Juan Villerías (1775?-1811). Religioso juanino adherido a las filas insurgentes en 1810. Hizo campaña en Guanajuato, a las órdenes de Allende, y en San Luis Potosí, encabezando a centenares de indios. Murió en Real de Catorce.
36 Eucario M. Sein. Dirigió El Católico Convertido, ‘Periódico evangélico independiente’. Matehuala, (1896). Apoyó la formación del Grupo Reformista y Constitucional en 1895-6.
37 Blas E. Rodríguez (1880-1949). Maestro y abogado, condiscípulo de Antonio Díaz Soto y Gama. Se vinculó al cabecilla Leobardo Jonguitud ocn el que se incorporó al huertismo. Se exiló en Texas. Escribió Datos para la historia de la Huasteca (1932).
38 Librado Rivera (1864-1932). Originario de Aguacatillos, San Luis Potosí. Educado por el liberal espiritista y porfesor Jesús Sáenz y el pastor metodista Hexiquio Forcada. Profesor normalista y periodista. Participó en el Primer Congreso Liberal de 1901, como miembro del Club Ponciano Arriaga de esa ciudad. Siendo secretario del club, fue encarcelado junto con Juan Sarabia y Camilo Arriaga en enero de 1902. Con ellos y en la cárcel fundó El Demófilo. En agosto se trasladó a México, y colaboró en El Hijo del Ahuizote. Aprehendido junto con RFM y los demás redactores el 16 de abril, salió de nueva cuenta de Belem, y pasó a la clandestinidad, emigrando con sus compañeros a Estados Unidos. Siguió el periplo de aquellos por las ciudades de Laredo y San Antonio, Texas y Saint Louis Mo. Al formarse la Junta O rganizadora del PLM, el 28 de septiembre de 1905, fue nombrado primer vocal. Un año después, el 12 septiembre de 1906 fue aprehendido junto con Aarón López Manzano a petición del empresario William Greene. Al frustrarse el intento de llevarlo clandestinamente a México, fue liberado a fines de noviembre. A mediados de 1907, se reunió con RFM y Antonio I. Villarreal en la ciudad de Los Ángeles. Fue aprehendido junto con Enrique y RFM el 23 de agosto de 1907. Sentenciado por violación de las leyes de neutralidad. Permaneció en la penitenciaría de Florence, Arizona, hasta agosto de 1910. En 1911 fue nuevamente arrestado bajo la misma acusación y pasó a la cárcel de Mc Neil, Washington con Enrique y RFM, Anselmo L. Figueroa. Libre en 1914, regresó a Los Ángeles y se reincorporó a la redacción de Regeneración. Permaneció a lado de RFM cuando el grupo se dividió en 1917 y firmó junto con él, el Manifiesto a los Trabajadores del Mundo, de marzo de 1918, por lo que fue acusado de infringir las leyes de espionaje vigentes durante la primera guerra mundial. Enviado junto con RFM a la penitenciaría de Leavenworth, Kansas a purgar una condena de 15 años. Salió libre el 6 de octubre de 1923, al conmutársele su pena por la deportación. De regreso en México, organizó el grupo Tierra y Libertad en su natal San Luis Potosí. Publicó Sagitario, órgano del grupo Hermanos Rojos. En 1928, desde Doña Cecilia (hoy Ciudad Madero), publicó Avante, periódico suprimido por el gobierno estatal. En 1931 publicó ¡Paso! en la ciudad de México, como órgano del grupo Ideas y Acción. Murió en un accidente automovilístico al año siguiente.
39 Club “Benito Juárez” San Nicolás Tolentino, S. L. P. Fundado en marzo de 1901. Presidente del club, Nicolás Leal; vicepresidente Pedro Pérez; vocales Mucio J. Gallegos, Ignacio Arriaga, Florentino C. Cruz, Antonio S. Ávila.
40 Club Liberal Pedro José Méndez. (1836-1866). Militar tamaulipeco. Tomó parte en la guerra de Tres Años y en la Intervención Francesa, durante la cual organizó una guerrilla que por su movilidad se volvió legendaria. Encabezó la toma de Ciudad Victoria en 1866.
41 Ricardo López y Parra. Abogado. Promovió el combate a las fuerzas invasores norteamericanas en 1914.
42 Pompeyo Morales. Maestro de escuela en Tampico, Tam., lider protestante, masón.
43 Alberto Villasana Ortíz. Maestro e inspector de escuelas en su natal Tamaulipas.
44 Telésforo Villasana Ortíz. Periodista, comerciante, abogado. Director de la Escuela de Derecho de Tula, Tamaulipas. Director de El Tulteco (1889-1910). El 16 de julio de 1906 reprodujo en primera plana el manifiesto de la Junta Organizadora del PLM.
45 Club Liberal Veracruzano. Fundado el 1º de febrero de 1901; organizado por Miguel Reyes Torres.
46 Jesús González Ortega (1822-1881). Militar zacatecano. Apoyó el Plan de Ayutla. Gobernador de su estado natal (1858). Decidió la Guerra de Tres Años en la batalla de Calpulalpan en diciembre de 1860. Establece una tensa y contradictoria relación con Juárez. Protagoniza el desastre de Cerro Borrego ante las tropas francesas y después de 62 días de sitio en Puebla se rinde incondicionalmente. Las disputas por el poder ejecutivo con Juárez lo llevarán al exilio, a la cárcel y finalmente al retiro a la vida privada.
47 Club “Benito Juárez”. Zacatecas , Zac., Fundado en 1886, con motivo del asesinato de Trinidad García de la Cadena. Presidente Benito Garza Pérez.
Lamentan los vecinos de Hermosillo, que sea Juez de 1ª Instancia de ese Distrito el Lic. Germán Velasco, tristemente célebre ya por sus arbitrarios procedimientos, por sus persecuciones a periodistas y por haber declarado en una sentencia, que la imprenta es un instrumento de delito de uso prohibido, atrevimiento que ningún Juez ha tenido.
Dicho Juez procesó a Cosme Gómez por un supuesto robo de tercios de tabaco. A pesar de no existir datos suficientes en el proceso, decretó el Juez la prisión formal del acusado y continuó la averiguación, la que, para tomar seis declaraciones y practicar dos careos, inconducentes ambos, hizo dilatar tres meses con perjuicio de los intereses del procesado.
Pero no conforme con esa dilación, envió la causa al Juez 2º local para que continuase instruyendo el proceso, con lo que ha demostrado que desconoce las leyes vulgares de aplicación diaria, pues el asunto era de su competencia, no de la del Juez local, por tratarse de un robo efectuado por un dependiente.
Razón hay, pues, para que exista el disgusto del público. Jueces como el Lic. Velasco no prestan garantías de ningún género y son, por el contrario, una rémora al progreso, pues un pueblo sin justicia está sujeto a las vejaciones que impiden la seguridad en los intereses y a la incertidumbre de la libertad.
Los timoratos, los indiferentes, los escépticos y toda esa mala semilla que ha pesado sobre la patria y que contrabalanceando la opinión enérgica y viril sólo ha servido para estancar las energías, debilitándolas a fuerza de permanecer siempre inmutables; esa mala semilla que lleva estereotipada en un rostro idiota la sonrisa diabólica para todo lo que sea culto por los ideales democráticos y veneración por las instituciones liberales, y para cuyos individuos nada significan la democracia, la República y la libertad, si en los gobiernos más despóticos y en las administraciones más absolutistas, de un personalismo crudo y repugnante, pueden vegetar y satisfacer con la fruición de las bestias los más elementales apetitos, de esos que harían feliz a un hipopótamo y harían gesticular grotescamente a un mico, todos esos individuos: timoratos, indiferentes y escépticos, preguntan a cada paso la importancia del Congreso Liberal.
Para que ellos lo sepan y todo el mundo también lo sepa, les diremos que el Congreso Liberal reunido en San Luis ha sido el despertar de las energías, que parecían muertas después de veinte años de sueño, sueño que habían hecho de nuestra infortunada República un inmenso camposanto en el que no se oía más que el graznar de los mochuelos de sacristía, el antipático tintineo de las espuelas, el taconeo furioso de las botas del soldado y el rechinar de las correas del recluta.
Parecía que habían muerto las energías. El pueblo, de por sí tan generoso, al grado de servir de escaño a los tiranos, se había retraído; una opresión brutal había enfriado las más nobles aspiraciones y la decepción ocupó los pechos de todos los buenos mexicanos, que habiendo gastado sus energías para conquistar la libertad, obtuvieron como trofeos sarcásticos la cadena del esclavo y el uniforme del galeote.
Decepcionado el pueblo, no quería tocar más los asuntos políticos y se había hecho el propósito de seguir siendo siervo, ya que no podía ser soberano. Tenía horror a la cosa pública, y para él la política no era más que una disoluta pronta a dispensar sus favores al primer mimado de la suerte que se le presentara, sin discutir sus méritos ni parar mientes en las cualidades buenas o malas del afortunado.
Ese estado pasivo del pueblo, fomentado rabiosamente por los periódicos semioficiales y oficiosos, que venían en la decadencia del espíritu público un terreno apropiado para el cultivo de las bajezas, dio origen a todos los servilismos y margen a todas las adulaciones, por que habiendo perdido vigor los ciudadanos, fácil era que flaquearan sus piernas o hincaran las rodillas delante de los despotismos, inclinando la frente ante tanta maldad y tan refinada injusticia.
Pero surgió un grupo de ciudadanos de buena voluntad. En el corazón de la patria, herida de muerte, nació una idea libertadora. El ingeniero Camilo Arriaga comunicó esa idea a varios patriotas y la buena nueva se extendió por toda la República, excitando los nervios de los entusiastas y despertando las energías de los timoratos y de los indiferentes.
De todas partes de la República acudieron los verdaderos mexicanos al llamamiento del Club Liberal Ponciano Arriaga y, ya unidos, formando un conjunto compacto y viril, decidieron abordar las causas de los males que afligen a la patria, para poner el remedio.
Todos los pensadores habían señalado con más o menos vigor el origen de nuestro malestar político. Todos habían declarado, con más o menos valor civil, que el origen de nuestra decadencia estaba en el clero corrompido amancebado con la actual administración. Todos estaban conformes en asegurar que de ese maridaje, el del bonete y el sable, había de resultar un monstruo, la política de conciliación, que además de hacer burla de nuestras instituciones y mofa de nuestras libertades, porque la tal política sólo sirve para reducir al ciudadano a la condición de esclavo, al impedir que se practique la democracia, que es el principio de los pueblos libres, conduciría a nuestra patria a una ruina segura, entregándola encadenada a la codicia de cualquier déspota de la iglesia o del militarismo.
Nunca ha sido benéfica la tal política, porque encierra el principio de las autocracias, pues que el clero nunca ha sido amigo de las democracias.
Una vez que el núcleo de patriotas reunidos en San Luis Potosí apreció los males que resultan de esa política, estudió los medios que deben emplearse para reducir a la nada la influencia política del clero y la de su negro partido, que en unión de los traidores se encaraman al poder. Entre esos medios se encuentran el ejercicio de los derechos en los comicios, para tener mandatarios libres; las conferencias públicas dadas por los miembros de los clubes para infiltrar el civismo; las excitativas a los gobernantes para que se cumpla la ley y se administre justicia; la propaganda de las ideas democráticas por medio de la prensa, de las escuelas, etc., etc.
Otros muchos medios, prácticos todos, se estudiaron y aprobaron, siendo acogidos con aplauso unánime cuantos se referían a evitar la tiranía de los gobernantes, la venalidad de los jueces, las arbitrariedades y los crímenes de los jefes políticos, las alcaldías de los caciquillos y tantos y tantos abusos que se cometen a la sombra de la actual administración, que da el espectáculo del oropel cubriendo un esqueleto plagado de úlceras y podredumbre.
Por más que se pretenda negar la significación del Congreso liberal y que la prensa asalariada guarde absoluto silencio de él, porque a sus intereses y a los de sus protectores no conviene despertar el espíritu público, pues que una vez despierto ese espíritu, surgirá potente y viril el valor de los patriotas, y los pueblos valientes no consienten bajezas ni tiranos; por más que se pretenda por los órganos del oscurantismo negar la importancia del movimiento político liberal y trate de ponerlo en caricatura apelando para ello a las cobardes armas de la calumnia y la difamación, azuzando al mismo tiempo a los esbirros del poder, dispuestos siempre a hincar sus garras contra el que tiene valor de llamar a las cosas y a los individuos por sus nombres: tirano al tirano y ladrón al ladrón; por más que se pretenda desencadenar la furiosa tempestad de los odios y de las persecuciones contra los ciudadanos honrados, que ven en la actual administración el peligro de las instituciones con la pérdida de la vergüenza, y con esa carencia la pérdida de la nacionalidad, el pueblo, que tiene mejor sentido del que se le atribuye, comprende bien la significación del Gran Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí y agradece el valor de los ciudadanos que, alejándose de sus hogares y descuidando sus negocios, fueron a reunirse a donde los convocó el Benemérito Club Ponciano Arriaga, que es hoy el portaestandarte de la democracia.
Vean, pues, los timoratos, los indiferentes y los escépticos la importancia del Gran Congreso Liberal. Ahora no podrán dudar de la existencia de un grupo compacto de ciudadanos de buena voluntad que luchan por liberar al pueblo de la rapiña del clero, haciendo de cada individuo un ciudadano libre, capaz de ejercitar y sostener sus derechos exigiéndolos con virilidad y energía de los déspotas que se los arrebatan, para hacer de nuestras instituciones federales el centralismo que pese sobre nuestra patria.
El pueblo, educado en la democracia, se hará respetar, y del inmenso rebaño de corderos que puebla la República surgirá el clamoreo de los hombres libres, cuya única aspiración será hacer de nuestra querida patria una nación próspera y feliz, en la que no vuelvan a incubarse los gérmenes malditos del clericalismo ni inficionen la atmósfera los miasmas de la autocracia generadora de bajezas y de cobardías.
.”….la ausencia de ataque al individuo y la propiedad característicos en otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados.
PORFIRIO DÍAZ
(DEL ÚLTIMO INFORME PRESIDENCIAL)
No para negar dogmáticamente la anterior afirmación, sino para destruirla con casos, hemos decidido abrir esta sección que descubrirá a nuestros lectores la realidad en lo que a seguridad pública se refiere.
Ni con mucho son exactas las afirmaciones del Primer Magistrado de la República. No sabemos qué móvil le hizo ocultar una situación que a diario descubren las hojas periodísticas del país. Creemos que los Informes Presidenciales deben presentarse desnudos de fantasía, por más que esa desnudez se resuelva en un calosfrío de pavor en las multitudes. Es desastroso velar una situación pavorosa que la realidad desnudará brutalmente.
Veamos los casos:
El Sr. Carlos Landgrave, salía a las diez de la mañana de la Casa Empacadora de Nonoalco, ubicada en esta capital, con $400 que había cobrado. Cuatro individuos lo asaltaron pretendiendo despojarlo de la suma referida. Otros cobradores salieron en su defensa e hicieron huir a los asaltantes. No había ningún policía en el lugar del asalto.
El Sr. Práxedis Morales fue asaltado en la calle de Comonfort, de esta Capital, una tarde de la semana anterior, por cuatro individuos que llevaban los rostros semicubiertos con pañuelos. Fue despojado el Sr. Morales de $150 y de un talón que amparaba 1½ cargas de cacahuate. La policía ausente.
En el punto llamado Mexitla (Tacuba, D. F) fue asaltado y herido de muerte por dos desconocidos, Jacobo López, quien, en estado agónico, pasó al hospital.
En camino para Tlalpam, D.F. y en un punto inmediato a la ranchería de Cholimac, fueron asaltados tres arrieros una tarde de la semana anterior, por siete hombres. El ataque y la defensa fueron vigorosos durante algunos minutos. Resultado: un asaltado muerto, otro gravemente herido y el tercero herido también, aunque no de gravedad. Los asaltantes se robaron doce burros, toda la carga, las ropas de los asaltados y un cinturón con dinero de plata y billetes de banco. Los gendarmes se presentaron después del suceso y aprehendieron sospechosos que quizá no eran los asaltantes. En México se llama sospechoso, al que por desgracia transita en el lugar del suceso o ejercita sus sentimientos humanitarios auxiliando a los heridos.
En el rancho de Tejimulco, Mezquital, Dgo., fueron asaltados los hermanos Manuel y Jesús Santillana. El primero fue gravemente herido. El Jefe Político, Fernando López se negó a prestar auxilio a los asaltados, porque el caso no era de su competencia. Los bandidos tuvieron tiempo suficiente para huir.
En la cabecera de la citada Municipalidad de Mezquital, fue asaltado el mismo día del suceso anterior el Sr. Cesáreo Reyes, a quien los bandidos trataron de arrebatar unas bestias que tenía en el corral de su casa. Tampoco fue este asunto de la competencia del Jefe Político.
Pocos días después fue asaltado el señor Francisco Reyes al dirigirse de su rancho de Yoripa a la cabecera del Partido del mismo Mezquital y tampoco en esta vez se persiguió a los asaltantes, sin duda por el mismo motivo de que en los anteriores asaltos: la falta de competencia del Jefe Político López.
También fue asaltado el Sr. Epitacio Salazar, en el rancho de La Laborcita de la mencionada municipalidad de Mezquital. Los ladrones intentaron robarse una partida de ganado, lo que no lograron, porque el asaltado, en unión de sus sirvientes, hizo huir a los bandidos. El Jefe Político López se declaró también incompetente.
(Continuará)
Una Empresa protegida por un Gobierno complaciente, es una empresa que abusa. La de los Ferrocarriles del Distrito proporciona la confirmación de esa verdad axiomática.
La compañía mencionada debe sujetarse a un Reglamento emanado del estudio de las necesidades públicas, y esa obligación debe haberse previsto en la ley-contrato de concesión, terminante y claramente, sin obscuridades que conduzcan a las dislocaciones de una interpretación acomodaticia. Y sin embargo, no se obedece el reglamento ni se respeta al público, ni se cumple la ley-contrato.
Hay un artículo terminante, ineludible, en ese Reglamento. Se refiere a la obligación de la Empresa de poner al servicio público el número de carros suficientes a la comodidad de los viajeros. Ese precepto imperativo se desobedece sin escrúpulos, y ara acentuar esa desobediencia, los carros llevan en gruesos caracteres una elevada cifra indicadora del número de pasajeros que deben ocuparlos. Para los motores eléctricos se ha fijado el número de 45 pasajeros y únicamente pueden viajar sentados 24.
Esta violación al Reglamento es más notable en los carros de San Ángel, y sobre todo, en los viajes de mediodía. Esa muchedumbre compacta desdice de nuestra ilustración, por el espectáculo repugnante de todas las aglomeraciones. La incomodidad del viaje ha producido innumerables quejas, y sin embargo, la Empresa sigue sorda y el Gobierno continúa complaciente.
Es necesario que se ponga un remedio enérgico. Si la Empresa no desea cumplir con el contrato y el Reglamento, se impone una declaración de caducidad que deje franca la entrada a la competencia. De todas maneras, esa Compañía irrespetuosa nos ha demostrado que burla ley, porque el Gobierno consiente esa burla. Un Gobierno que se deja burlar impunemente, no merece la confianza popular.
La resolución pronunciada por el Supremo Tribunal de Justicia de Aguascalientes, confirmando el auto de formal prisión del Sr. Aniceto Lomelí, Director de nuestro colega, pronunciado por el Juez 1º de lo Penal de dicha ciudad, dice en sus dos primeros Considerandos:
“I.: que la legislación de todos los pueblos castiga los delitos contra la reputación, y sobre todo los que se cometen por medio de la prensa, porque así conviene a los intereses legítimos de la sociedad, y porque castigar con arreglo a la ley a los escritores perjudiciales o nocivos, es cosa indispensable para conservar la paz y el buen orden, bases únicas de la libertad civil.
II.: que si se pudiera injuriar o difamar impunemente so pretexto de la libertad de imprenta, la ley que tal cosa autorizara sería tan absurda como la que permitiera atentar contra la propiedad en gracia de la libertad de la industria; de lo que se sigue, que reprimir el desenfreno de la prensa, equivale a mantener la libertad de que debe gozar.”
Fuera de algunas apreciaciones erróneas de esos Considerados, que no es del caso mencionar, porque defendemos un principio y por ende, no nos preocupa el examen analítico de esos errores, el fallo funda sobre esas premisas, la siguiente conclusión alarmante: Existe el delito de difamación a la autoridad. Negamos enérgicamente esa afirmación anárquica.
El sistema liberal en que se fundan las democracias, repugna llegar a la conclusión del Tribunal de Aguascalientes. Las autoridades emanadas de la voluntad popular, no son intocables ni impecables, lo que las somete a la necesidad de ser censurables y corregibles. Para conseguirlo, se sancionaron los artículos 6º y 7º de la Constitución, considerándose que emanadas esas autoridades del pueblo y establecidas para el beneficio de éste, la censura popular debería ser amplia, liberal, sin restricciones, como es amplia, liberal y sin restricciones la censura del mandante cuando el mandatario, por exceso o por defecto, no cumple con el mandato.
Solamente en las monarquías (sin embargo, muchas de ellas son más liberales que nuestra República representativa, democrática y federal) el funcionario público es intocable, porque no ha sido elevado por la voluntad popular. Entre nosotros, conforme a nuestras leyes, el pueblo debería mandar y el Gobierno debería obedecer. Si no sucede así, porque el pueblo se muestra huraño y retraído para ejercitar sus derechos, el principio existe palpitante en las páginas de nuestro Código Fundamental. Pero si el público consiente en que se le despoje calladamente de sus derechos, no soporta que el despojo se vocifere en los Considerandos de una resolución judicial.
Por estas consideraciones, el Código Penal no sanciona el delito de difamación a la autoridad. El Código se ha mostrado respetuoso para con la Carta Magna, que no consiente la creación de ese delito. Si no fuera así, los funcionarios públicos gozarían de una impunidad repugnante que protegería los malos manejos y procedimientos arbitrarios de muchos de ellos. Si no fuera así, toda la apreciación de actos de funcionarios públicos sería difamatoria, porque forzosamente se les desacreditaría si se dijese que en tal acto habían transgredido o en tal otro habían procedido con ignorancia, negligencia o torpeza.
La misma sentencia a que nos referimos, condena los procedimientos del Tribunal de Aguascalientes, y según él, lo difamamos al censurar sus actos. A esta aberración llega su teoría anárquica.
Infinidad de personas nos hacen preguntas relativas á los trabajos del Gran Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí, así como de las personalidades que formaron dicho Congreso.
Respecto de los trabajos, la importancia y significación de ellos, hablamos en artículo aparte en este mismo número. Para satisfacer la curiosidad del público acerca de la personalidad de los delegados, pasamos á hacer un esbozo de la fisonomía moral de los congresistas.
ING. CAMILO ARRIAGA.
Joven de 30 a 32 años, de modales distinguidos. Desciende del Constituyente Ponciano Arriaga, del que heredó su amor al pueblo, su odio á los tiranos y su decidido fervor por el culto de nuestras libertades.
Es un verdadero liberal. Por esa circunstancia no pudo soportar el servilismo que lleva impreso el personal de la administración actual, y siendo Diputado al Congreso de la Unión, tuvo el valor civil suficiente para despreciar la consigna del Ejecutivo, dando su voto para que se procesara al clerical Próspero Cahuantzi.
Camilo Arriaga es el alma del actual movimiento político. En unión de Antonio Díaz Soto y Gama y José María Facha, ha trabajado por levantar el espíritu público, y lo ha conseguido.
El éxito del Primer Congreso Liberal es su mejor premio.
ANTONIO DIAZ SOTO Y GAMA.
Pasante de Derecho, de ideales puros. Su pasión: la democracia y el estudio.
Talento claro, voluntad enérgica. Es el azote de los Carrizales y los Niños de San Luis Potosí; que conjuntamente con el Gobernador Escontría1, complacen la vanidad del Obispo Montes de Oca, porque Carrizales, Niño y Escontría son clericales.
Sufre inicuas persecuciones que acaban de confirmar el despotismo que informa los actos de la pésima y funesta administración de San Luis Potosí.
Su discurso es una obra maestra.
JOSÉ MARIA FACHA.
También es Pasante de Derecho. Imaginación viva y comprensión rapidísima. Odia a los tiranos.
Maneja la sátira con notable éxito. Es un formidable enemigo en la tribuna.
Como Díaz Soto, también sufre inicuas persecuciones y ha tenido oportunidad de experimentar el despotismo de Carrizales y de Niño, personajes afamados en San Luis Potosí por su torpe manera de Administrar justicia, á ciencia y paciencia del clerical Gobernador.
Facha es un poeta de la nueva escuela. Siente y dice como verdadero artista. Como nunca se doblega, odia las bajezas y desprecia á los serviles.
FERNANDO P. TAGLE.
Talento sereno y frío. Prevé, calcula y ejecuta. Su rostro tiene la impasibilidad del bronce.
Pronunció un discurso sesudo en el que se reflejó su alma de verdadero patriota. Tocó las llagas que carcomen á la sociedad: el absolutismo, el fraile y los escritores venales.
Es liberal de buena cepa; su voluntad es indomable y su ilustración vastísima.
Tagle es uno de los mejores elementos con que cuenta el partido Liberal. Todas sus conclusiones son prácticas, como nacidas de la observación y el estudio. Sus dioses son los grandes hombres.
DR. AGUSTÍN NAVARRO.
Navarro hermana perfectamente con Tagle. Su método en la exposición de los asuntos, lleva el convencimiento á todos los cerebros. No hace derroche de elocuencia, ni emplea frases alambicadas. Sus peroraciones las hace en el lenguaje común, de modo que las más rudas inteligencias puedan aprovechar la sabiduría que brota de sus labios.
No se apasiona por tal o cual idea. Como Tagle, prevé, calcula y ejecuta.
Para persuadir es un titán. En las más intrincadas discusiones, era el inevitable mediador. Tomaba todo lo razonable de las opiniones más opuestas, para llegar a la verdad.
Es un verdadero liberal; tolera todas las creencias.
LIC. DIÓDORO BATALLA.
Orador de combate. Tiene todos los recursos del verdadero orador.
Talento fecundo é imaginación maravillosa. Batalla es, sin duda, el mejor orador de la República. Odia las tiranías; como buen veracruzano. Fustigó al servilismo que se asoció para formar el Círculo de Amigos del Presidente.
Tuvo frases de aliento para el pueblo á quien le recordó que era libre y debía erguirse para reclamar sus derechos. Recordó las palabras de un pensador ilustre: los tiranos nos parecen grandes porque lo vemos de rodillas ¡Levantémonos!….
También fustigó á los escritores venales que vociferan al mandato del amo y que vuelven sus armas en contra de su mismo amo cuando no les da de comer.
PROF. JUAN RAMÍREZ RAMOS.
Es otro buen orador, de vasta ilustración y buen criterio. Liberal de convicción. Sus principios son firmes como enérgica su voluntad. Posee la rara virtud de tener una gran dosis de valor civil. Aunque también es cierto que todo eso está en su sangre, pues pertenece á la familia de nuestro inolvidable Nigromante.
Ramírez Ramos es joven, su rostro revela su bien equilibrado talento, que procura agradar más y más por medio del estudio de los buenos autores.
Mucho espera el Partido Liberal del talento, ilustración, estudio, energía y virilidad de Ramírez Ramos.
ALBERTO DÍAZ.
No es el orador que borda frases; no recurre á la exposición de imágenes más o menos bellas para impresionar. Su voz clara y robusta lleva á las inteligencias todo el cúmulo de verdades que se incuban en sus celdillas cerebrales.
Es liberal, porque su claro talento le ha hecho comprender que en esa doctrina está la verdad. Se apasiona muy poco. Sólo una cosa le exalta, que bajo el disfraz del liberal hagan propaganda de dogmas, individuos pertenecientes á cualquiera otra secta, inclusive la católica.
JOSÉ TRINIDAD PÉREZ.
Es un propagandista decidido de las Leyes de Reforma. Ellas y la Constitución de 1857 forman su religión.
Odia al fraile, porque en los años que tiene que vivir, ha podido comprobar que todo lo que la historia refiere acerca de ese buitre, es tan cierto, como verdad es que alumbra el sol.
José Trinidad Pérez es todo corazón. Abandona Uruapan, el país del café, y corre á reunirse lleno de fe y de entusiasmo á donde lo esperan sus hermanos los liberales.
Es intransigente, pero de buena fe. José Trinidad Pérez es un verdadero patriota.
¡No habría política de conciliación si existieran quinientos patriotas como éste, esparcidos en toda la República!
ING. LUIS LAJOUS.
Aunque su apellido es francés, parece que su sangre no tiene los ardores y las impetuosidades latinas. Tampoco tiene esa volubilidad de ideas que hace gracioso al francés, pero que también lo pierde. Más bien parece sajón. Su modo de exponer es frío. Convence, pero el convencimiento penetra dejando la helada sensación de la hoja de un puñal que parte los tejidos.
Es un políglota y un enciclopedista. Su ilustración es extensa y profunda, como adquirida en las mejores universidades de Europa.
Él oyó a Gambetta en la Cámara francesa y se vanagloria de ello. Tiene razón. ¡Ah! sí, tiene mucho de francés. Con sus amigos observa esa frivolidad graciosa que distingue á todo buen francés, y que sin la afectación del petit maitre, hacen de él al hombre social y agradable.
Es un liberal de corazón.
LIC. ANTONIO DE LA FUENTE.
Es el tipo de hombre que nunca envejece. En sus labios siempre está impresa la alegría. Nunca lo vimos adusto. Es un polemista de buena fe. Las cuestiones más arduas, las trata y las resuelve con el mismo gesto de alegría. Podemos decir que Antonio de la Fuente está contento con la vida.
Como él está contento, quiere que los demás también lo estén. No es un egoísta, y por estas razones desea que la Patria sea grande y libre. Para ello quiere que el pueblo sea feliz. Su solución es magnífica: hagámoslo libre.
LÁZARO VILLARREAL.
No es el Lázaro de la leyenda bíblica, que necesitó las palabras del Redentor: levántate y anda.
Lázaro Villarreal se mueve por sí solo, porque tiene voluntad propia y el más privilegiado de los cerebros.
Es Pasante de Derecho, muy joven y cuenta con energías viriles y enérgicas. Ya es un gran orador. De sus labios brotan torrentes de elocuencia. Tiene tanta elocuencia, que necesita hacer soberanos esfuerzos para que no desborde.
Lázaro es el orador del porvenir. La filosofía positiva lo atrae y ya es potencia en ella. Posee la más bella de las virtudes: la modestia.
Que continúe siendo modesto, que de ese modo resaltarán más sus méritos.
Lázaro Villarreal siempre ha obtenido el primer premio en la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
ING. FRANCISCO NARANJO, H.
Nació en las extensas landas fronterizas, respirando libertad. No ha conocido yugo alguno; por eso es que ama la libertad salvaje.
Naranjo se dió á conocer como orador fogoso, animado siempre del noble deseo de ser útil á su patria. Desconoce la ambición. En su claro intelecto no caben las bajezas ni las cobardías. Es un verdadero hombre de empuje. Sin reticencias mostró el estado actual de nuestra política. Puso de relieve las tiranías y con mano maestra delineó toda la miseria que encierra el partido conservador, confabulado con la administración actual para despojar de sus derechos al ciudadano.
Naranjo es nervioso. Habla sin afectación aunque con vehemencia. En el calor de la improvisación, sus labios dan salida á los rayos que produce la indignación de su alma noble, cuando se halla frente á frente de una tremenda injusticia.
Naranjo es todo corazón.
VIDAL GARZA PÉREZ.
Este es el tipo del burgués acomodado pero sus convicciones liberales é independientes lo hicieron dejar sus negocios en Lampazos, para ir á respirar á pulmones plenos, las brisas de libertad que de todas partes de la República convergían hacia la ciudad de San Luis Potosí.
Siempre sonriente, daba ánimo a los tibios, procuraba que los displicentes recobraran su buen humor, y que los valerosos no desmayaran en la lucha.
Vidal Garza es un liberal de convicciones firmísimas, é intachable patriota.
También es todo corazón.
SALOMÉ BOTELLO, H.
Es pasante de Derecho. En la Escuela Nacional de Jurisprudencia goza de envidiable reputación por su talento y su erudición.
Botello aprovecho el periodo de vacaciones para trabajar activamente para sus ideales. Es el alma del Club liberal Villaldamense.
Es reposado, su argumentación tiene la inflexibilidad del acero. Sus proposiciones presentadas al Congreso, revelaron al pensador profundo.
El ideal de Botello es el cumplimiento exacto de la ley, aunque comprende perfectamente que con la actual administración, la ley seguirá siendo burlada.
Botello recogerá este año el premio a que se hizo acreedor en la Escuela de Jurisprudencia, por su talento y laboriosidad.
LIC. BENITO GARZA.
A la serenidad de la edad madura, agrega los ímpetus juveniles que no han muerto en el pecho de este liberal.
Es independiente, porque ama la libertad. No quiere tener liga alguna con el Gobierno.
El trabajo que presentó al congreso es un conjunto de observación y examen, hecho por un talento práctico, y conocedor de las necesidades sociales.
Su trabajo no es el estudio meramente especulativo, propio para academias pero no para un cuerpo destinado a proponer medios prácticos y hacederos.
El Lic. Garza es una voluntad firme, y tiene lo que a muchos les falta: valor civil.
Es ventajosamente conocido en el foro de Zacatecas.
RAFAEL ODRIOZOLA.
Las montañas de Oaxaca habían de dar su contingente de patriotas, y Rafael Odriozola dejó bien puesto el pabellón suriano.
Odriozola tiene todas las nerviosidades, todos los ímpetus y todas las abnegaciones de los hijos de los trópicos.
Es valiente como buen oaxaqueño, y como oaxaqueño odia a los tiranos, porque la libertad que se respira en aquellas serranías, agradan el espíritu e infiltran en el alma los sentimientos liberales. El Sur siempre ha odiado a los tiranos.
AVELINO ESPINOSA.
Su aspecto de adolescente se transfigura cuando apostrofa a los tiranos; se agiganta y su palabra entonces es el ariete que de un golpe derrumba las reputaciones sospechosas.
No consiente bajezas de ningún género y con energía y valor desenmascara a los falsarios, que fingiéndose liberales, sólo son instrumentos ciegos de los Césares.
Su temperamento sanguíneo estalla de indignación en presencia de los serviles, y si de él dependiera decapitaría a todos los que doblan las rodillas, a todos los que degradando su condición de hombres, hacen de la bajeza una profesión de fe.
Avelino es de los que se quiebran, pero no se doblan.
Es pasante de Derecho aprovechado y talentoso.
FEDERICO R. FLORES.
Este hombre que parece misántropo, ama a la humanidad.
Reservado, adusto, su rostro no revela el fuego sagrado que lo impulsa a la lucha por la democracia.
Cuando habla parece que se burla de todo mundo.
Mucho seso y amplia ilustración.
No estalla de indignación contra los frailes ni contra los tiranos; pero cuando habla de ellos, los desmenuza con su crítica y los mata con su sátira.
Es un gran liberal y un buen patriota. Sus armas son flamantes y cautiva con el manejo que hace de ellas.
La crítica punzante y la sátira mordaz, son dos armas de gran alcance, porque producen el desprestigio.
ANTONIO VIVES.
Si hay buenos críticos, el de Vives sorprende por su acierto.
Cuando habla es para decir la verdad.
Parco para hablar, sólo esgrime los argumentos contundentes.
No se exalta. Tiene tal voluntad que refrena sus nervios.
En una discusión acalorada tercia, y su peroración sirve para expresar la verdad.
Como liberal y como patriota, tiene el valor civil suficiente para encararse a los autócratas y al negro partido clerical.
HEXIQUIO FORCADA.
Su exterior es de bronce, pero tiene una alma blanda y sencilla.
Su preocupación son las gazmoñerías del clero prostituido. Su carácter tranquilo da a su rostro tal expresión de beatitud, que sería un santo sino fuera un hombre.
No entra a la lucha con el ceño fruncido y apretados los puños, no; entra resuelta y valerosamente, como los apóstoles de las buenas causas, dando a su voz una entonación tal de mansedumbre, que hace valer la calma a los exaltados y realiza la confraternidad de los espíritus explosivos.
Forcada es un gran elemento de orden, un patriota sincero y un inmejorable ciudadano.
POMPEYO MORALES.
Tiene la corpulencia de un gigante y para tanto cuerpo era forzoso que tuviera un enorme corazón.
Pompeyo Morales es un hombre que acoge benévolamente cuanto se hace de buena fe, para que, sin contrariar a su contrincante, pueda hacerle comprender de un modo amigable y pacífico, en qué lugar está la razón.
Para Pompeyo no hay hombres malos; pero no desbarremos, sí hay hombres malos para Pompeyo: los frailes y los tiranos.
También considera como malos a los calumniadores por paga.
Pompeyo fue una de las figuras más simpáticas del congreso. Es uno de los miembros más conspicuos del Club Liberal Tampiqueño, y se le respeta por su seso y su bondad.
VICENTE REYES TORRES.
Desafiando las inclemencias de la Mesa Central, salió de Veracruz y después de un largo y penoso viaje llegó a San Luis Potosí, donde fue recibido con muestras de sincera simpatía.
Su carácter es campechano, aunque él haya nacido en Veracruz.
Es un liberal de la vieja guardia. Es comerciante, político, periodista, médico y un excelente amigo.
De vez en cuando se acordaba de la abrasadora costa veracruzana, y sentía frío aun estando a pleno sol.
Vicente Reyes Torres se precia de liberal y lo es. Es un propagandista decidido de las virtudes de nuestros grandes hombres.
Él hace exaltar el patriotismo, refiriendo hechos heroicos. Es un luchador incansable.
Sentimos no recordar a tantos otros patriotas que abandonando sus hogares y sus negocios, fueron a trabajar por la libertad del pueblo, que es el pedestal en el que descansa el verdadero progreso, no como el que se dice que tenemos y que descansa sobre las espaldas del pueblo esclavizado.
1 Blas Escontría. Ingeniero. Gobernador de San Luis Potosí (1898-1906). Secretario de Fomento (1905-1907).
Han circulado en el Estado de Jalisco en hoja suelta, una manifestación de la Prensa Unida Independiente, en la que se da a conocer al público la situación desesperada en que se encuentran los periodistas honrados de aquella Entidad Federativa.
No ha bastado que se encarcele arbitraria y despóticamente a los miembros de la prensa libre, sino que, según esta manifestación, se le ha rodeado de gente sospecha y mal encarada que los hace temer por sus vidas. Si esto se efectuara, sería la nota más repugnante que el Gobierno jalisciense pusiera a su programa de tiranía y extorsión.
Pero no ha parado ahí todo. Esa manifestación de la Prensa Unida Independiente, ha sido el acicate que impelió al Gobierno Jalisciense a cometer más arbitrariedades, el sábado anterior, fueron reducidos a prisión el Sr. Cipriano C. Covarrubias, Director de Jalisco Libre, los Sres. Juan Chávez Díaz y Pablo J. Miramontes, Editor y Administrador respectivamente de El Nieto de Juan Panadero. El Sr. Ramón Agredano, Director de El Malcriado el Sr. Atanasio Orozco, redactor de Jalisco Libre los Sres. Manuel Mesa, Aurelio Robles y otras personas, que firmaron el Manifiesto aludido. Esas aprehensiones fueron ordenadas por el Juez 3º de lo criminal, Lic. Salvador España, que está haciendo méritos para subir a la Magistratura jalisciense, porque en nuestros días los ascensos no se consiguen con talento, laboriosidad y rectitud, sino con el catálogo de mayores atropellos a la libertad de imprenta.
Esperamos datos concretos sobre el fundamento de estas encarcelaciones, para comunicarlos a nuestros lectores debidamente comentados.
Por ahora nos reducimos a elevar nuestra enérgica protesta contra esos atropellos a manifestar otra vez más, que la libertad de prensa es una mentira.
El Imparcial, papel que no es mexicano porque odia todo lo nacional, se muestra colérico porque varios colegas que no entienden las hipócritas prácticas del periódico semioficial dieron la noticia de que el general Díaz se encuentra gravemente enfermo.
Hay que advertir que la referida hoja fue la que escandalizó a la nación atribuyendo a la enfermedad del Presidente más gravedad de la que realmente reviste.
Sin rubor, El Imparcial llama antipatriótica la conducta de los colegas, sin parar mientes en que uno de los accionistas de su empresa fue a ofrecer al general Reyes su incondicional adhesión, creyendo que el Presidente se moriría de un momento a otro.
Nosotros creemos que no es antipatriótica la conducta de los ciudadanos que, en presencia de un inminente peligro, lo dan a conocer a sus compatriotas para prevenirlos de las asechanzas de los ambiciosos vulgares, que sólo esperan un momento propicio para satisfacer sus innobles aspiraciones, que antes no habrían hecho ostensibles por su refinada cobardía política.
Antipatriótica creemos en cambio la conducta de los que, encastillados en el presente estado político, que encarna en la vida de un hombre, no fijan su atención en el porvenir de la patria, concretando su labor egoísta en sostener una situación que, en razón de tener como base las energías vitales del Presidente, está destinada a obedecer las leyes inflexibles de la naturaleza. La vida de los hombres no es eterna y las situaciones políticas creadas por un hombre acaban cuando el muere.
De ahí la inconveniencia de que los hombres de Estado en las repúblicas impriman a su política un sello personalista y absoluto. De ahí la inconveniencia de sofocar las manifestaciones democráticas, de matar las energías populares ahogando el espíritu público, generador de la más grande de las virtudes de los ciudadanos: el valor civil.
No hay que aferrarse a un presente representado por un hombre. No hay que aferrarse a un presente, como el nuestro, en el que el pueblo tiene hambre y sed de justicia; en que el pueblo tiene ansia de libertad, por que está cansado de ser esclavo, porque no puede respirar en la atmósfera de las autocracias y desea con toda el alma respirar a pulmones plenos el aire liberal, por ser el único en que se encuentran los gérmenes de la democracia y el civismo.
Aferrarse al presente significa la pérdida de toda iniciativa, de todo progreso. De ese modo estaríamos condenados a no evolucionar, a permanecer estacionados, conformándonos cuando el hastío se apodera de nosotros con sacar del cofre de nuestra historia toda una serie de tradiciones empolvadas, como el chiquillo que pasa revista a sus estropeados juguetes.
Debemos fijar la vista en el porvenir, y para ello estudiar nuestro actual estado político. Debemos calcular las consecuencias que traería la muerte del actual Presidente estando distraída la atención pública con las engañifas de la prensa venal.
La atención pública, distraída por las declamaciones de las hojas semioficiales, podría permanecer siempre en ese estado altamente perjudicial, y en caso de muerte del general Díaz, los ciudadanos que no habían dado crédito a la gravedad del mal, se encontrarían llenos de estupor ante el problema político que de improviso surgiría por la falta del hombre de Estado.
Entonces, toda una nube de ambiciosos codiciarían el alto puesto vacante y la patria sangraría, y todos los que nos preciamos de patriotas debemos evitar tan lamentable miseria, que ocurrirá, desgraciadamente, si antes no nos ponemos de acuerdo para contrarrestarla.
Por esa razón no consideramos antipatriótica la labor que tiende a decir, sin embozos, la verdad de nuestra situación. Antipatriótica es la conducta de los escritores sin conciencia que tratan de engañar al pueblo persiguiendo, no el bienestar de la patria, sino el bienestar personalista alimentado de la desgracia nacional.
Pero hay más. Aunque el general Díaz estuviera fuerte y lleno de salud, siempre debemos fijar nuestra vista en el porvenir, tratando de unificar la opinión, para que, en caso de un desastre, contemos de antemano con una personalidad que satisfaciendo las necesidades nacionales pueda trabajar por el progreso de la República.
Si no contamos con esa personalidad, que no será por cierto ningún militar ni ningún funcionario de la política militante, por las razones que dimos en nuestro número anterior,1 sino un hombre independiente, de ideas avanzadas y firme voluntad, no de esos que consultan con el Presidente si aceptan o no la candidatura, por que estamos hastiados de cobardes; si no contamos con esa personalidad, nos veremos reducidos a la ínfima condición de esclavos al asaltar el poder cualquier militar ambicioso, porque es bien sabido que el militar y el fraile se unen para minar las instituciones y arrebatar la libertad de los ciudadanos, despojándolos de su dignidad de hombres. Debemos estar prevenidos, con tanta más razón cuanto que el general Díaz, a fin de conseguir su perpetuidad en el poder, no se ha preocupado por la instrucción cívica del pueblo, y de ese modo hemos vivido más de veinte años sujetos a su sola voluntad. Nadie ha querido ejercitar el civismo, porque amedrentados los ciudadanos con las opresoras practicas del elemento oficial, que ha dado en considerar sedicioso y levantisco a todo el que ejercite la más noble de las funciones democráticas, la de las elecciones de funcionarios públicos; porque los gobernantes impopulares tienen horror a las energías democráticas, en razón de peligrar una estabilidad sostenida a fuerza de artificios y de reprochables combinaciones políticas.
El pueblo, pues, ha llegado a olvidar las prácticas únicas que hacen fuertes a las naciones.
Las persecuciones a los ciudadanos, la sofocación de la libertad de pensamiento por medio de atentados contra la libertad de imprenta; la prohibición de públicas manifestaciones populares (de carácter pacífico); las maquinaciones empleadas para violar la libertad de reunión etc., etc., han hecho que se cobre horror a los asuntos palpitantes y se permita que ellos sólo sean tratados por los periódicos ministeriales y en las sordas confabulaciones que originan las consignas y las órdenes del poder.
Pero nuestro deber, a trueque de recibir ultrajes y sufrir inicuas persecuciones, es alentar al pueblo, despertar el espíritu público, hacer comprender al ciudadano que con energía se reconquistan los derechos, y en suma, que el pueblo es el soberano.
Debemos hacerle comprender que tiene la obligación de investigar si los mandatarios cumplen con la ley, de interiorizarse en los negocios públicos y no vivir ajeno a ellos.
Ya que el general Díaz sólo se ha preocupado de permanecer en el poder, eduquemos nosotros al pueblo, porque en esa educación está la salvación de nuestras instituciones, y la salvación, también, de nuestra nacionalidad. Eduquémoslo y hagámoslo fuerte, y comprendamos que si el pueblo hubiera estado educado no se hubiera ultrajado nuestra Carta Magna con la reelección indefinida, que es sólo una superchería, para no dar el escándalo de una autocracia en la libre América.
Eduquemos al pueblo y veamos el porvenir, porque, como al principio dijimos, las situaciones políticas personalistas como la del general Díaz concluyen cuando muere el hombre que las creó, y si esto acontece cuando no está educado el pueblo y cuando no se ha uniformado la opinión para elegir al ciudadano que deba ocupar la primera magistratura, se produce el caos social y los ambiciosos vulgares pretenderán imponerse a costa de la sangre del pueblo.
Tratemos de evitar que esa sangre se derrame y dejémonos de embustes para hacer creer al pueblo que camina hacia la gloria cuando se le está ahondando más y más la sima a la que lo precipitará la corrompida prensa semioficial, que entiende por patriotismo la satisfacción de sus más rudimentarias necesidades.
1 Véase supra,art. núm. 345.
La administración de Justicia del Estado de Veracruz nos da materia para nuestras censuras, que luego tratarán de declarar infundadas los que inciensan al mal gobernante, que pesa sobre el pueblo veracruzano.
En el Estado de Veracruz no hay justicia, como puede demostrarse con la nota siguiente:
Antonio Ortega, vecino de Misantla, tuvo un disgusto con un individuo que lo provocó. Ortega fue puesto preso desde luego, y mientras el provocador se pasea tranquilamente, el ofendido permanece preso desde hace poco más o menos dos años, sin que en ese tiempo, se le haya recibido ninguna declaración.
Esto proviene de que el ofensor es íntimo amigo del Jefe Político, quien a su vez lo es de del Juez de 1a Instancia.
Estos hechos sirven para poner de manifiesto el escandaloso desbarajuste que reina en la Administración Veracruzana, en la que las relaciones amistosas con los funcionarios, hacen perder a la justicia todo su prestigio inmolado en aras de la complacencia.
Estamos cansados de pedir la destitución de D. Teodoro Dehesa, que como Gobernante, ha demostrado su notoria ineptitud por su carencia de tacto en lo que respecta a su pésima administración.
Nos hemos referido ya a los atentados cometidos en Jalisco contra los periodistas independientes.1 Ahora, en posesión de otros detalles, conocerán nuestros lectores que las autoridades judiciales de Guadalajara suman a su escasa ilustración, su miopía de criterio. En cambio abundan en buena voluntad para secundar, más bien dicho, para obedecer las indicaciones de impopular y repudiado gobierno curielista.
El Agente del Ministerio Público, Lic. Manuel Casillas, fue el escogido para promover la acusación, y de acuerdo con el procurador de Justicia del Estado, Lic. e Ingeniero Ambrosio Ulloa, confeccionaron un nuevo delito, el ultraje difamatorio, y lo llevaron a la práctica, ordenándose por el Juez España la aprehensión de los acusados.
Se efectuaron las aprehensiones, violándose el art. 16 de la Constitución, pues los esbirros del Gobierno no llevaban consigo la orden escrita de la autoridad competente, que fundara y motivara la causa legal del procedimiento. Un monstruoso error jurídico y una irritante violación constitucional, son la base de este escandaloso proceso.
Viene un tercer atropello a la ley. Se dicta el auto de formal prisión contra los encarcelados, y en este auto lacónico y desnudo de fundamentos y de criterio, hace la designación del delito de ultrajes, sin expresión del funcionario a quien se hubiese causado. El ultraje, lo encierra ese auto; pero es un ultraje rudo a la ley, a la Constitución y a la sociedad jalisciense. A la ley, porque no se expresa el delito que se persigue, pues el de los ultrajes tiene conforme el Código Penal, varias excepciones y es aplicable a la comisión de varios delitos. A la Constitución, porque los autos de formal prisión deben fundarse y motivarse, y no se funda y motiva todavía un auto omitiendo con el silencio misterioso de tres renglones mal pergeñados, las causas del procedimiento. A la sociedad jalisciense, porque ésta se siente herida al despojarle de sus paladines y al agraviársele con desprender de su seno a luchadores honrados que la cuidan y defienden.
Hemos visto innumerables procedimientos contra periodistas y hemos sido víctimas de algunos de estos procedimientos; pero jamás habíamos presenciado tal desapego a la ley y semejantes atropellos. Se ha cuidado casi siempre guardar las fórmulas y de barnizar de legalidad los atropellos; pero jamás habíamos presenciado un procedimiento tan ilegal, tan torpe, tan bochornoso, como el que se sigue a los periodistas independientes de Jalisco.
Prometemos ocuparnos más de este asunto, pues es forzoso presenciar a los ojos del público, desnudas, aunque esa desnudez cause repugnancia, las maquinaciones de los gobiernos déspotas que, no contando con la sanción de la voluntad popular, buscan apoyo en el terror al atropello.
1 Véase supra,art. núm. 353.
Nuevamente ha abierto sus puertas a los tahúres, cierto Casino de la Capital. El Universal, estimado colega que con denuedo y brío atacó ese procedimiento indecoroso, ha afilado nuevamente su pluma y ha dejado caer en sus columnas la protesta de los hombres honrados.
En México, en donde las sanas distracciones nocturnas son escasas, un Casino debería ser el centro de las reuniones lícitas y no el corrompido foco de escándalo y maldad. Si entre los miembros de ese Casino hay individuos que gustan de solazarse con las escabrosas peripecias de un juego inmoral, deben alejarse de allí y refugiar su codicia en las asquerosos barracas de la feria de Tacubaya. Allí pueden satisfacer sus apetitos innobles, entre carcamaneros y mesalinas. Pero no confundan un centro decente, con un tugurio en donde anida el robo.
Nunca será suficientemente condenada la actitud de nuestro Gobierno en lo que al juego se refiere. No basta burlar las disposiciones imperativas del Código Penal que prohíbe esos desplumadores. Es forzoso, para obtener mayor lucro, invadir centros honorables con licencias torpemente concedidas. La historia fallará enérgicamente sobre estas violaciones a la ley.
Un periódico de Oaxaca, fastidiado de sermones y ahíto de hojear el Ripalda, distrae su tedio de manera nada noble, ridiculizando a las progresistas hijas de Cuicatlán, que han tenido la entereza de arrojar el rostro del inmundo partido clerical, la más enérgica y la más valiente de las protestas.
Se recordará1 que el elemento femenino de Zitácuaro, alentado de noble patriotismo, hizo saber a la nación y al mundo entero, que la mujer mexicana odia las hipocresías e inmorales prácticas monásticas, porque quiere ser libre, tener padres, hermanos y esposos libres y no arrastrar su delicadeza al pie de los confesionarios, que no son más que el prólogo de todas las maldades y el origen de todos los crímenes, que tiene por intermediario al fraile y por epílogo a la disolución social.
Las esposas arriesgan su honestidad y las doncellas juegan su honor en las destartaladas sacristías. La virtud hace desairado papel en estos centros de perversión en los que se sonroja la maldad misma y el crimen siente rubor.
Las hijas de la sierra de Puebla, las dignas tetelanas, se adhirieron al grito salvador dado por sus hermanas de Zitácuaro y este conjunto de heroísmo, como era forzoso, tuvo digno eco en las montañas oaxaqueñas, porque aquellas montañas, desengañase al injuriador de mujeres, todo su negro partido y los mismos déspotas, no entran ni la gazmoñería del fraile corrupto, ni las bajezas de los serviles, ni la deprimente adulación a los Césares. En aquellas montañas se respira la libertad porque hay elementos fuertes, porque hay voluntades enérgicas, se odia la hipocresía, se aborrece el fanatismo y se execra a los tiranos.
Por eso es que las damas de Cuicatlán, lanzaron su reto al oscurantismo, desafiando heroicamente las añejas preocupaciones sociales, para dar un paso más hacia el porvenir del feminismo, causa simpática y grande que los hombres tenemos el deber de ayudar, y no de deprimir, como lo hace el desgarbado articulista ultramontano.
Por otra parte, choca que sólo por atacar el gran Partido Liberal, se ensañe un hombre contra unas respetables damas, dignas más de la admiración y del aplauso de los hombres honrados, que de las chocarrerías de cualquier emborronador de cuartillas.
El Arzobispo Guillow2, si se respeta, debe reprender severamente al gratuito injuriador del bello sexo, que parapeta su cobardía tras el ridículo seudónimo de Nemo, para vomitar doctrinas inmorales, que escandalizan a la sociedad honrada. Debe también, si se respeta, exigir al injuriador, que amplia y pública satisfacción a las honorables damas de Cuicatlán por la ofensa inferida.
1 Véase supra, art. núm. 263.
2 Eulogio Gregorio Guillow y Zavalza (1841-1922). Arzobispo de Oaxaca. Realizó su preparación religiosa en Europa. Asistió al Concilio Vaticano como consultor del obispo de Oaxaca. Organizador de las exposiciones agrícola-industriales de Puebla, Querétaro y Veracruz; encabezó la comisión mexicana que asistió a la exposición de Nueva Orleans. En 1891 asumió el cargo de arzobispo de Oaxaca, donde organizó el Concilio provincial en 1892-93. Propuesto a Porfirio Díaz como primer cardenal mexicano. Escribió: Apuntes Históricos (1889).
El Coronel Miguel Ahumada, secundando la torpe tendencia del Gobierno central de impedir por cuantos medios, buenos o malos, tiene a su alcance, toda manifestación de carácter democrático, porque comprende perfectamente que por medio de manifestaciones de esa clase renace el espíritu público, ha ejercido presión para que no se establezca en la ciudad de Chihuahua ningún club liberal.
No hablamos de memoria ni por el deseo de calumniar.
Por el mes de Octubre del año pasado se intentó fundar un Club liberal, y el Gobernador, tan pronto como se enteró de ello, mando llamar al que se decía Presidente del Club y en lo confidencial le hizo tales advertencias, que el jefe del movimiento, persona desprovista de energías y de valor, no volvió a acordarse más de la agrupación que en mala hora dio su voto, para que la presidiera un hombre totalmente falto de valor civil.
También en Julio del año pasado, el gobernador de Chihuahua impidió que se rindiera un homenaje de simpatía y cariño al padre de la patria.
El Sr. Ahumada, si respeta en lo que vale a la democracia, debe prescindir de ejercer una influencia tiránica sobre las conciencias, sino quiere hundirse en el desprestigio. Debe comprender el gobernador de Chihuahua, que no impunemente se sofocan los entusiasmos de un pueblo, y que es un deber de todo gobernante que se precie de patriota, dar amplia libertad a las ideas y no comprimirlas, porque estallan y en su explosión arrastran a los déspotas que las oprimen.
De todos modos, es altamente reprochable la conducta del Gobernador de Chihuahua, que quiere abrogarse las facultades de un autócrata siendo un simple mandatario.
En nuestro número anterior1 dijimos que la Comandancia Militar había burlado un auto de suspensión proveído por el Juez 2º de Distrito. Sobre este asunto dice el Diario Oficial:
“El ‘Diario del Hogar’ de hoy, refiriéndose a ‘El Popular’, dice que sin embargo de haber sido amparados los soldados José Carmen Ramírez y Saturnino Gutiérrez, contra su consignación al servicio de las armas, los quejosos han sido remitidos a Yucatán: con este motivo el ‘Diario del Hogar’ indica que sin duda no ha tenido conocimiento de este hecho el Señor Ministro de la Guerra, a cuyo funcionario suplica que fije su atención en este incidente.
“El Secretario de la Guerra2, en efecto, no tiene noticia oficial del incidente mencionado: cuando esto suceda, procederá conforme a lo que dispone la ley.”
Los anteriores conceptos revelan el poco respeto que en México se tiene a las manifestaciones de la prensa. Ciertamente que el Sr. Secretario de la Guerra no tiene noticia oficial del incidente a que nos referimos; pero en cambio ha tenido conocimiento de ese incidente por las columnas de la prensa local, y en su deber estaba averiguar si en efecto sus subordinados habían burlado o no un ordenamiento que todos deben respetar y cumplir. Esta averiguación debió haberla hecho, tanto por seguir las indicaciones de la referida prensa, como por cuidar del buen nombre de una oficina que le está subordinada.
De igual manera, el Sr. Secretario de la Guerra debió haber abierto una averiguación en el caso del fusilamiento en Puebla del soldado Agustín González y no haber esperado, como sigue esperando, una noticia oficial que no tendrá, porque el Juez de Distrito de Puebla no cumplió con lo ordenado en el art. 831 del Código de Procedimientos Federales, procesando a la autoridad ejecutora, ni la Suprema Corte ha cuidado, para acallar la indignación popular, de hacer la consignación que no efectuó el complaciente Juez de Distrito.
Creemos que, si se desea purificar el personal de la administración y para ello hay buena voluntad, débese oír a la prensa que honradamente denuncia los hechos que chocan con la ley y que introducen la alarma en la sociedad.
Desearíamos que el Sr. Secretario de la Guerra no esperase noticias oficiales y que procediese a la averiguación de los detalles que precedieron al fusilamiento del soldado Agustín González y a la consignación de los otros soldados a Yucatán.
1 Vid. “A la Suprema Corte de Justicia”, Regeneración, no. 27, 23 de febrero, 1901.
2 Refierese al general Bernardo Reyes.
Saben nuestros lectores1 que en Campeche fueron encarcelados los Sres. Salvador Martínez Alomía y Manuel Gutiérrez Zamora, Director y Colaborador respectivamente de nuestro ilustrado colega El Reproductor Campechano.
Al concluirse la instrucción del infundado proceso que se siguió a los mencionados periodistas, se notó que no había habido pruebas del delito de ultrajes a funcionarios públicos de que los acusó el quisquilloso Jefe Político de Campeche. En vista de lo infundado de la acusación los Sres. Martínez Alomía y Gutiérrez Zamora pidieron el sobreseimiento respectivo, a lo que accedió el Juez de la causa, poniéndolos en libertad absoluta, después de las penalidades de algunos meses de prisión.
Felicitamos cordialmente a los ilustrados periodistas referidos, por la conclusión de ese asunto, no sin que hagamos notar que la resolución judicial pronunciada, demuestra que fue infundado el procedimiento, arbitraria la prisión y ligero el proceder de este Jefe Político, que gusta más de calumniar periodistas, que de corregir los desmanes de la policía y purificar el personal de ésta.
1 Véanse supra, arts. núms. 136, 163 y 298.
.”.. la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos en otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados.”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)1 (Continúa)
Seguimos en nuestra labor de refutar con casos, los anteriores conceptos del Primer Magistrado de la República.
La abundancia de ellos nos obliga a ser parcos, pues su comentario invadiría todas las páginas de este periódico. Únicamente inventariamos. La información de los periódicos de la República llenará el vacío que dejan nuestros esbozos. En cambio, la atención pública podrá apreciar la magnitud de la seguridad en la República y comparar nuestros datos con las afirmaciones dogmáticas del Informe Presidencial.
Continuemos.
Trinidad Carranza, aprovechando la poca vigilancia de la policía distraída en aprehender sospechosos, excursionó una noche de la semana anterior por las calles de la 3ª Demarcación. En esa excursión fracturó cuatro cerraduras y robó varios objetos; de una casa de la Plazuela de Tepito, extrajo piezas de ropa; de una Carbonería de calle del Tepozán, robó una corta cantidad de dinero; de un taller de escultura de la calle Santa Catarina, se apoderó de varias herramientas; y finalmente tomó algunos objetos de una casa en la calle de Zapateros. El autor de esos robos acentuó su burla a la policía, llevándose también los candados de las puertas.
El Sr. Florencio Mata se dirigía de San Ángel a Tlacopac, D. F., llevando algún dinero en los bolsillos, Caminaba tranquilamente; pero como en el Distrito es tan escasa la seguridad como en los Estados, fue asaltado por Clemente García y Francisco Valero, quienes lo lesionaron. El Sr. Mata repelió la agresión valerosamente y los bandidos huyeron.
D. Alfonso Leimenstoll, súbdito alemán, está radicado en la fábrica “El Valor,” Estado de Tlaxcala, entidad federativa notable por su falta de seguridad y su Gobernador inepto. El 17 del actual, en la madrugada, dormía dicho señor tranquilamente, cuando varios bandidos enmascarados asaltaron la casa. Los asaltantes hirieron gravemente al Sr. Leimenstoll en la cabeza y en las manos y se robaron todo lo que les plugo. No se aprehendió a los bandidos.
La Colonia Francesa de San Rafael, Cantón de Jalacingo, Veracruz, ha estado sujeta a depredaciones continuas. D. José Therel fue despojado de mil pesos por una partida de bandoleros. El hecho delictuoso quedó impune, porque la autoridad del lugar mima a los bandidos y persigue a las personas honradas. Ya hablaremos de esto en otro lugar.
Una cuadrilla de bandidos asaltó en Amozoc, Puebla, la casa del Sr. Luis Vázquez Limón. Se robaron algunos cortes de casimir, piezas del calicot y de percales, espuelas y frenos plateados, botellas de vino, dinero y otros objetos. Para efectuar ese robo, los bandidos hirieron gravemente al Sr. Vázquez Limón, amarraron a un dependiente, encerraron en una pieza a la esposa del asaltado e hicieron huir a los Sres. Juan Cadena y Antonio Alanís, vecinos del lugar que ocurrieron en defensa del Sr. Vázquez. A pesar de que los asaltantes hicieron uso de armas de fuego, ni las autoridades ni los rurales llegaron en auxilio del asaltado.
En el mismo Amozoc, varios bandidos horadaron la casa de Da. Gabina Valencia y se robaron unos burros. No se aprehendió a los bandidos.
En el mismo Amozoc robaron varias mulas al Sr. Amado Campos, con la circunstancia también de haber sido horadada una tapia. Los bandidos huyeron.
Unas Señoras del barrio de San Miguel, del mismo Amozoc, fueron asaltadas y robadas. Los bandidos fracturaron cerraduras y se llevaron ropas y los utensilios de cocina y comedor. No se persiguió a los ladrones.
Las tapias de la casa del Sr. Ing. Enrique Rodríguez Miramón, ubicada en la calle de las Albercas, de Tacubaya, D. F., fueron escaladas el lunes de la semana anterior. Los asaltantes se introdujeron a las habitaciones del referido Ingeniero y se apoderaron de una silla vaquera, un albardón y algunos otros objetos de valor. Se ignora quiénes sean los asaltantes.
(Continuará)
1 Último informe presidencial. Se refiere al informe rendido por Porfirio Díaz al iniciarse el periodo presidencial 1900-1904, pronunciado ante el Congreso de la Unión el 1º de diciembre de 1900.
El Lic. Cárdenas1, Gobernador del Estado de Coahuila, dijo en un banquete con que se le obsequió hace pocos días en Torreón, lugar a que concurrió para apadrinar algunas negociaciones industriales, que “sólo cumplía con un deber impartiendo toda protección y ayuda a empresas como las de ‘La Unión’, dirigidas por hombres de talento, de energía y de progreso.”
Suena mal en los labios de un Gobernante el vocablo “protección.” Al impulsar el desarrollo de empresas benéficas, los gobernantes no imparten un favor; cumplen sencillamente con una obligación. Para esto deben ocupar los empleos públicos, no para administrar pasiva y rutinariamente, ni para hacer alarde de concesiones graciosas.
No parece sino que nuestros Gobernantes nos hacen un favor al gobernarnos. En casi todos los ramos de Administración se nota ese prurito de considerar al pueblo como protegido, sin parar mientes en que nuestra Constitución Federal dispone, que las autoridades emanan del pueblo, y se establecen para el beneficio de éste, no para su protección.
Quizá esa deformidad social proviene de la centralización de los poderes públicos que ha ahogado el derecho individual para ejercitar las funciones electorales.
1 Miguel Cárdenas. Hacendado. Gobernó Coahuila a lo largo de 15 años (1894-1909). Partidario y protegido de Bernardo Reyes.
El Gobernador Dehesa, no teniendo en que ocuparse, porque a él nada le importa que el Estado de Veracruz camine a la ruina y que en los Cantones haya más casas de juego que sacristías en Puebla, ha metídose ahora a sastre de los preparatorianos de Jalapa.
También, pero imitando en ello al Lic. Castañeda y Nájera, que se preocupa más de la parte material de la Escuela N. Preparatoria, que del progreso intelectual de los alumnos, ha mandado construir un plantel que se destinará para el Colegio Preparatoriano de Jalapa. Se ha hecho derroche de dinero en el decorado del establecimiento. En cambio, los gabinetes de Física, Química, Zoología e Historia Natural se encuentran casi desprovistos de aparatos y demás útiles indispensables para la enseñanza.
Dehesa, en pequeño, había de seguir las mismas tendencias de la Administración General, que prefiere ridículas obras materiales al establecimiento de escuelas, así como la construcción de aparatosos palacios de justicia, en los que todo habrá, menos justicia.
Pues bien, Dehesa, no sabemos si por consejo de Díaz Mirón, que está fastidiado del desorden que hay en Veracruz y a voz en cuello predica contra los garitos y lo inmoral del juego, se ha preocupado en mejorar la instrucción… en materia de indumentaria.
Ha dispuesto que los preparatorianos usen uniforme militar, para que, aunque sea por el vestido, vayan aprendiendo los alumnos las prácticas despóticas del soldado.
El uniforme les cuesta un sentido a los estudiantes que apenas cuentan con lo indispensable para vivir. De modo que sólo los acomodados comprarán el uniforme, y los pobres… también tienen que comprarlo.
Dehesa debe fijar más su atención en la clase de jueces que tiene el Estado de Veracruz, como aquel famoso Drusina de Túxpam, y en hacer que progrese la instrucción, no por el vestido, sino por la buena enseñanza que no la hay por cierto, en las pésimas escuelas del estado de Veracruz.
Al revisar la prensa hemos recibido una grata sorpresa: la reaparición de nuestro querido y valiente colega El Demócrata, de Hermosillo Son.
Vuelve a la lucha el perseguido Demócrata, como los buenos guerreros, con animo firme y resuelto. No trae el temor que se apodera de los pusilánimes después de haber sufrido una derrota, porque lo que pudiera considerase como una derrota en nuestro colega, ha sido su más gloriosa victoria: demostrar que el Gobierno de Sonora es despótico y que la máquina administrativa de este Estado, sólo se mueve al impulso de la pasión de Izábal.
En el combate no han sufrido mella las armas de El Demócrata, porque no se pueden desvirtuar las verdades, y por más fuerte que sea una tiranía, siempre se abate con las resistentes armas de la verdad, cuando llevan el impulso de los nobles corazones y las viriles voluntades.
Que continúe luchando el colega, para limpiar la administración pública de Sonora de ese gobernante impopular, sostenido por el capricho del Centro contra la voluntad del pueblo sonorense.
No hay que desmayar, porque tal falta sólo se queda para los cobardes que prefieren vivir su afeminamiento bajo las plantas de los déspotas, que practicar una saludable reacción que los rehabilitó en su dignidad de hombres, haciéndolos aparecer como verdaderos ciudadanos en virtud de haber tenido valor de levantar la cabeza y hacer saber su voluntad.
Sepa nuestro querido colega, que no está sólo en la lucha, sino que «REGENERACIÓN» combatirá a su lado hasta vencer, porque hay que convencerse de que, cuando el pueblo reclama sus derechos tarde o temprano tiene que triunfar, y que, cuando se le oprime, vence más pronto.
¡Adelante!
La Administración de Justicia de Puebla cada día va por peor camino.
Los Jueces son indolentes y forzoso es que también lo sean los actuarios, que allí llaman diligenciarios, y los escribientes.
El diligenciario del Juzgado 1º de 1ª Instancia, Enrique Tapia, se distingue por su morosidad y por su poco deseo de trabajar, al grado de que los litigantes prefieren paralizar sus asuntos a perder el tiempo y la paciencia con tan nada diligente diligenciario.
Ese es el resultado de las complacencias que acostumbra el Gobernador Mucio Martínez para con los ineptos empleados de su administración. Ese es el fruto que recogen los malos gobernantes, cuando antes de apreciar las aptitudes de los individuos que trabajan en su administración, dan preferencia a las recomendaciones practicando un favoritismo odioso, que abre las puertas a las nulidades y las cierra a los hombres de verdadero mérito.
Nuestro ilustrado colega La Libertad de Guadalajara, en un sesudo y muy bien meditado editorial que publicó con el título de «Los jaliscienses nos bastamos,» rechaza con indignación que el Gobierno General de la República intervenga en el desbarajuste administrativo de Jalisco, imponiendo en substitución del Lic. Curiel, una personalidad que no nazca de la voluntad popular, sino de la designación caprichosa del Gral. Díaz.
Dice el colega en una parte de su inteligente editorial:
«El Centro no puede constitucionalmente mezclarse en la marcha de los Estados, sino en caso del artículo 116 de nuestro código Magno, esto es, alterándose la paz de alguno de ellos, su legislatura pida protección al gobierno federal.
«En otras circunstancias que no sean éstas, cada vez que el Centro interviene en la política de algún Estado, asesta un golpe de muerte al sistema federal, y por ende, a nuestros principios constitucionales.»
«No, nosotros no podemos, no debemos, no queremos admitir esa ayuda.»
¡Muy bien querido colega! Ojalá que todas las entidades federativas rechazaran tan valerosamente la tutela del Gobierno General que ha hecho de nuestra República federativa, una República Central.
Los Estados no tienen ya vida propia. Sus gobernantes son sirvientes del Centro. Todas las cuestiones locales se resuelven en los salones de la Presidencia.
Es necesario que los Estados tengan vida propia y para tenerla y no sufrir más Cañedos, ni más Dehesas, ni más Izábal, ni más Escontrías y tantos otros déspotas, que lo son casi todos, es forzoso que el pueblo se ejercite en las luchas electorales y venza en los comicios.
A propósito del proceso de los periodistas independientes de Guadalajara, de que hablamos en otro lugar, nuestro colega La Linterna de Diógenes da a conocer el siguiente detalle: A algunos de dichos periodistas se les concedió la libertad bajo caución, previo el depósito de $2 000. A esa libertad se opuso el Agente del Ministerio Público, Mariano Casillas, fundándose en que tenía temores de que los periodistas se fugaran. El Juez no hizo caso de los temores del Agente y decretó la libertad de los procesados. El Agente subrayó su ignorancia apelando del auto.
EN efecto: el Agente del Ministerio Público no debe indicar su temor de que los procesados se fuguen. La calificación de ese temor, como dice muy bien nuestro entendido colega, es un acto psicológico del Juez y no del Ministerio Público. Si el Lic. Casillas conociera la ley, hubiera sabido que ésta preceptúa que se concederá la libertad bajo caución, cuando a juicio del Juez no haya temor de que el procesado se fugue.
Con razón en Jalisco no se barnizan de legalidad los procesos contra periodistas: ¡los funcionarios judiciales ignoran los preceptos más llanos de la ley!
El Diario Oficial publicó el siguiente cablegrama:
«A Su Majestad la reina. -La Haya
«Permítame vuestra Majestad felicitarla en mi nombre y del pueblo mexicano, por su matrimonio.- Porfirio Díaz.»
En mi nombre y del pueblo mexicano; en vez de haber dicho: en nombre del pueblo mexicano y el mío. Primero el mandante, pueblo, y después el mandatario, Porfirio Díaz. Primero el soberano, pueblo, y después el servidor, Porfirio Díaz.
Pero se quiso dar a esa trivial felicitación el carácter y sabor monárquicos, que tanto nos choca a los verdaderos mexicanos.
Este cablegrama es una declaración hecha para que se convenzan los ilusos, que creen a pies juntillas que somos demócratas, que sobre el pueblo está el Presidente.
El Almanaque de El Imparcial dejó de citar a algunas publicaciones periodísticas y con este motivo nuestro sesudo y valiente colega El Paladín de esta ciudad, hace apreciaciones muy justas, a la par que severas, sobre el prurito de la empresa editora del Almanaque, de omitir publicaciones honradas que no comulgan con el credo político de dicha asalariada empresa.
Al preguntar El Paladín si estas publicaciones no forman parte de la prensa, dice: «Regeneración, periódico de tanto vuelo, tan bien escrito, cuyo programa no puede ser ni más digno ni más levantado, en el que impera la lealtad, la honradez y el valor civil, no formaba parte de la prensa?»
Muy agradecidos estamos a nuestro inteligente colega. En cuanto al motivo de esas frases, diremos que no nos duele la omisión consciente de la empresa subvencionada. Está en su papel. La lucha honrada será siempre malquista por aquellos que, sin sublevación oficial o particular, se verían reducidos a la vida vegetativa de los ineptos.
Nosotros, que estamos acostumbrados a decir con franqueza lo que sentimos, vamos a dejar caer ante la ilustrada consideración del público una horrible carga, un pesado fardo que como irrisoria herencia nos deja el Presidente Díaz.
El general Díaz, que cuanto ha querido ha hecho, y que, no conformándose con hacer sentir su personalismo durante su vida de gobernante, por un orgullo incalificable ha deseado que su influencia se perpetúe; el general Díaz, que haciendo a un lado los principios de democracia mató el civismo al arrebatar las libertades públicas, amordazando a la prensa porque decía verdades y encarcelando ciudadanos honrados cuyas ideas republicanas no podían consentir el cesarismo; el general Díaz, que para hacer su voluntad se rodeó de hombres sin vigor, liberales unos y conservadores otros, pero profesando todos el mismo principio: el de la conveniencia; el general Díaz, que después de haber alucinado a nuestros padres, predicándoles una regeneración política ilusoria, los sacó de sus hogares para sostener el Plan de Tuxtepec, soñando en un gobierno netamente liberal, y por tanto, democrático; el general Díaz, que haciendo aprecio de malsanos consejos y torpes insinuaciones se entregó en brazos del partido conservador y con su decisión hizo huir a los liberales, que no simpatizan con las políticas conciliadoras; el general Díaz, que ha reducido a estado central al que tanta sangre y tantos sacrificios costó hacerlo federal; el general Díaz que dio muerte al sufragio para poder elegirse él mismo y poder elegir también a cuanto funcionario pesa sobre la República, y que hacen de nuestra querida patria un vasto circo de autómatas, que no tienen más voluntad que la voluntad del jefe, del jefe que en nuestro tenebroso génesis político los sacó de la nada para investirlos de facultades que les vienen demasiado grandes y darles puestos que resultan demasiado pesados para los enanos del intelecto; el general Díaz, que es el todo en este remedo de democracia, nos entrega atados, en caso de muerte, a la voluntad del Congreso de la Unión.
En efecto, en caso de que muera el Presidente, se encargará desde luego del poder ejecutivo el Secretario de Relaciones Exteriores, y si no lo hubiere o estuviere impedido, el Secretario de Gobernación, reuniéndose al día siguiente, en el local de la Cámara de Diputados, los individuos de las dos cámaras. En esa sesión, el Congreso de la Unión elegirá al Presidente sustituto, por mayoría absoluta de los presentes y en votación nominal y pública, sin que pueda discutirse en ella proposición alguna ni hacerse otra cosa que recoger la votación, publicarla, formar el escrutinio y declarar el nombre del electo. (Fracciones I, II y III del articulo 79 de la Constitución, reformado por decreto de 24 de abril de 1896.)
Esto es sencillamente autoritario y despótico. Se nos entrega a la voluntad de las cámaras, cuando esas mismas cámaras están integradas por individuos que no cuentan con la voluntad nacional.
Que se nos presente un solo diputado o senador que ocupe su puesto por el sufragio popular. Que se nos presente uno solo que no haya obtenido el cargo por favoritismo o en pago de sus servicios políticos (adulación, aplausos rabiosos al poder cuando merecía reproches, adhesión incondicional, aun cuando en peligro de muerte del Presidente se ocurriera a D. Bernardo Reyes). Que se nos presente uno solo de los individuos de ambas cámaras que haya demostrado evidentemente su amor al pueblo y a las instituciones, y nadie se presentará, porque sólo se ha procurado acatar las órdenes militares del general Díaz; todos han procurado congraciarse con él para no perder su puesto, que les produce una renta, si bien nada codiciable, porque lleva como condición la sumisión tácita aún a las órdenes más fuera de razón y a los mandatos más autoritarios; un puesto que es indispensable para individuos que, no teniendo energía para la lucha, encuentran cómodos los subsidios de la nación. Y a ellos nos ha entregado el Presidente, por que él es el autor de la reforma constitucional, como es el autor de cuanto se dice y hace oficialmente en la República.
Hay más: para acentuar vigorosamente su omnímodo poder, fraguó la fracción III de esa reforma, en la que se proscribe toda clase de discusiones, al no admitirse proposición ninguna. ¿ Cuál fue su mente al imponer esa prohibición? ¿Cómo podrán aquilatarse los méritos de los candidatos sin que haya discusión previa de sus personalidades? Esa prohibición despótica impide la impugnación a los candidatos, prohibición que es antidemocrática y antiliberal.
En ninguna democracia se proscribe la discusión de los candidatos electorales, precisamente porque las discusiones en ellos son necesarísimas. Los candidatos tienen que sufrir la crítica de sus adversarios, crítica indispensable para que las personalidades se muestren tal y como son: con sus virtudes, sus vicios, sus afectos, sus pasiones, etc., porque de otro modo se dará un voto juzgando la exterioridad de los hombres, que la mayor parte de las veces resulta antagónica con su modo de ser moral. E1 hombre que aparenta ser humanitario puede tener una conciencia monstruosa.
Pero el general Díaz, como al principio dijimos, ha querido, por un incomprensible orgullo, que su influencia se perpetuara, sin reflexionar que la suerte de la nación se entrega a individuos faltos de energía, de iniciativa, de voluntad y de amor al pueblo y a la patria, porque creemos que no ama a la patria todo aquel que teniendo una misión pública delicadísima, como es, por ejemplo, velar por las instituciones democráticas en las que vincula la felicidad nacional, permite que las instituciones se desvirtúen hasta convertirse en monárquicas; que la Constitución que protestó guardar y hacer guardar se vea ultrajada con la política de conciliación; que la libertad de sufragio sea ilusoria; que los preceptos legales se disloquen al capricho de los poderosos; que se desnaturalice la Constitución con reformas que no necesita y que sólo se procuran por calculo egoísta y no por utilidad colectiva; que, andando el tiempo, se diera el sangriento espectáculo de un linchado en las oficinas del Gobierno, crimen que valió el suicidio de un déspota y el desprestigio de una administración; que burlándose de las cámaras, exigiera el Presidente un decreto totalmente falto de sindéresis, por el que se daba una miserable limosna al pueblo más rico de la tierra (auxilio a las víctimas de la catástrofe de Gálveston); que bien, y por un tonto alarde de desprendimiento, se distrajeran los fondos de la nación, gastándose dos millones de pesos en obras materiales del Distrito, cuando ese dinero lo reclamaban a gritos las escuelas mal servidas y los profesores mal pagados; que se decretara una pensión a los ricos descendientes de D. Justo Benítez, hombre que no sirvió más que a sus pasiones personales, dejándose en la orfandad y en la más degradante miseria a millares de deudos de ameritados liberales que murieron en campaña. A estos individuos se entrega la nación sin que valga la voluntad nacional. A estos individuos se entrega la patria cuando los patriotas no los han elegido representantes.
Por estas razones, dijimos en nuestro número 271 que hay que proponer un candidato. Si las cámaras tienen una facultad antidemocrática, unámonos los buenos mexicanos para hacer sentir nuestra voluntad y para que el Congreso de la Unión, en vista de la actitud de los patriotas, siga la corriente popular y sea una vez libre después de haber sido esclavo; que sea una vez independiente después de haber adulado tanto; que, como la Magdalena bíblica, purgue sus faltas con el amor de un dios: el pueblo.
Hagamos saber nuestra voluntad, que es la voluntad nacional; hagamos sentir nuestra influencia, porque si no lo hacemos, nos veremos reducidos a soportar otra Dictadura mas funesta quizá que la presente.
Teniendo la nación su candidato, el Congreso de la Unión tendrá que aceptarlo. Si no lo hay, el Congreso de la Unión, formado por individuos que, como antes dijimos no tienen patriotismo, entregará la nación a cualquier tirano de sable. Esto debemos evitarlo, porque hay que convenir que el militar no puede ser buen gobernante; hay que convenir que la patria quiere intelectuales y no hombres que no tienen más razón que la espada ni más ley que el sable.
La patria quiere hombres de trabajo y de orden, el militarismo, entre nosotros, no es el orden. Recórrase la historia del militarismo y se verá que, aparte de unos cuantos soldados que han servido a la República, los demás la han traicionado, los demás han regado de sangre hermana nuestros campos, al unirse a ese partido cien veces maldito que nos ha traído déspotas europeos, como si no fueran bastante los tiranos de México.
Unámonos; fijemos nuestra atención en un hombre que pueda salvar a la patria de la crisis política a que la condenó el Presidente Díaz al entregarnos a la voluntad del Congreso de la Unión, a ese Congreso que en sus actos oficiales no tiene voluntad ni valor ni patriotismo, porque es obra del absolutismo.
1 Véase supra, art. núm. 345.
Dos acusaciones se preparan contra el arbitrario Juez Benito Carrizales, de San Luis Potosí, y sólo esperamos detalles para dar cuenta de ellas a nuestros ilustrados lectores, a fin de corroborar nuestros continuados asertos, acerca de lo nociva que es la presencia de ese Juez en la judicatura potosina.
Como es bien sabido, pesan sobre Carrizales las acusaciones de los Sres. Antonio Díaz Soto y Gama y José María Facha por violencia indebida y vejación en su persona; pesa sobre él además, la acusación de D. Vidal A. Pérez por sustracción de expediente, de modo que, con las dos nuevas acusaciones, se vera comprometido en cinco procesos.
Pero no se castigará al despótico Juez, porque está apoyado por Montes de Oca, quien a su vez sostiene al gobernador de San Luis. No se impondrá pena alguna sobre Carrizales, pero la sociedad honrada ha dictado ya su fallo condenatorio, en contra de un funcionamiento que ha arrojado de su conciencia a las complacencias, que son el fruto prohibido de las consignas.
No se hará justicia en San Luis, porque no la hay. La justicia ha huido de allí como de país apestado. En cambio, se la ha substituido con el despotismo y la arbitrariedad, que seguirán imperando hasta que suene la hora de las represalias.
Lea el público y convénzase de que en el Estado de Veracruz asesinan las autoridades.
José Therel, es uno de los miembros más ricos de la colonia San Rafael, cantón de Jalacingo, a quien una partida de bandoleros le robó mil pesos.
Un tal Miguel Vera, caciquillo de aldea, para atraerse la buena voluntad del acaudalado Therel, se puso en persecución de los bandidos, y no encontrándolos, habilitó de tal a un pobre hombre, Julián Moreno, a quien califico de sospechoso.
Hay que notar, que no había ni ligeros indicios de que Moreno fuera uno de los ladrones.
No obstante esto, Therel, otro individuo llamado Julio Oucillet y el caciquillo Vera, se pusieron de acuerdo para hacer un escarmiento a toda costa, en la persona del infeliz Moreno, a quien sin ser juzgado por la autoridad judicial, ni siquiera identificarlo, el Jefe Político de Jalacingo mando que se asesinara al sospechoso aplicándole la bárbara y salvaje ley fuga.
Se asegura, que el crimen se fraguó mediante cierta cantidad de dinero.
Se ve por lo anterior, que en Veracruz no se respeta la vida de los ciudadanos; que por paga se asesina a los hombres; que para vivir ahí, se necesita tener la espina dorsal más flexible que una caña de la india: ser sordo para no oír el inmoral retintín de las casas de juego, ciego para no ver los desaciertos de la administración de Dehesa, y mudo para que las protestas se ahoguen en la garganta.
Es bochornoso todo eso. Es anárquico en grado sumo que llegue a temerse más a un Jefe Político, como el de Jalacingo, que al que al salteador de caminos más desalmado, porque cuando la autoridad, que debe velar por las vidas y las haciendas de los ciudadanos, revuelca su prestigió en un charco de sangre ¿qué garantías ni qué seguridad pueden tener los hombres honrados? ¿qué confianza se podrá depositar en una autoridad que, como ese Jefe Político no tiene conciencia de su misión, ni escrúpulo de ninguna clase en que su marcha administrativa, deje como un recuerdo preñado de maldiciones, la huella sanguinolenta de sus crímenes?
Dehesa debe castigar la maldad de sus Jefes Políticos, si quiere tener algo bueno en su torpe y descabellada administración.
La verdad nunca puede vivir oculta. Las conciencias más torcidas y las más perversas, por más que les repugne, tienen, momentos lúcidos y comprenden la verdad.
A nadie se le escapa que la empresa de El Mundo y El Imparcial es una empresa creada para dislocar la verdad y hacer de la razón un objeto de juegos malabares.
Sin embargo, esa empresa pone en su ridículo almanaque pensamientos como este:
“Antes que la riqueza, antes que la fuerza, antes que cualquiera otro elemento capaz de hacer desarrollar a una nación entre las naciones del mundo, un pueblo debe procurarse la justicia. No PUEDE HABER HONOR NI ES POSIBLE LA LIBERTAD EN LOS PUEBLOS EN DONDE NO SE SOBREPONE LA JUSTICIA A TODO.”
Esta inmensa verdad, que nosotros palpamos, porque no somos libres, en virtud de no sobreponerse la justicia a todo, ya la hemos dicho hasta el cansancio y nos felicitamos de que la empresa semioficial convenga con nosotros en nuestras afirmaciones de que somos esclavos. Sólo cuando se demuestre que hay justicia en nuestra patria podremos declarar que somos fuertes, que somos ricos, que tenemos honor y, en una palabra, que somos libres.
Mientras tanto, bueno sería no dormirse, sino luchar por conquistarla, a no ser que prefiramos vivir nuestra miseria y nuestra debilidad, espoleados perpetuamente por el acicate del soldado.
Después trae el mismo ridículo almanaque otra verdad, que es al mismo tiempo una revelación:
“Todas las revoluciones intestinas que se han desarrollado en este siglo en nuestro país han tenido por causa principal la desnivelación en los presupuestos; LA PRÓXIMA REVOLUCIÓN, si la hay, SÓLO PUEDE TENER POR CAUSA LA FALTA DE JUSTICIA.”
En efecto, sin justicia, el pueblo vive oprimido. Sin ella no puede ejercitar ningún derecho y las leyes más liberales son letra muerta, como acontece entre nosotros. Naturalmente que sin justicia no puede haber libertad, como vimos en el primer pensamiento, y hay que tener en cuenta que los pueblos se cansan de ser esclavos y rompen sus cadenas derrocando tiranos, porque es un hecho que la indignación popular se traduce en formidables explosiones. Para evitar esas explosiones menester es que haya justicia. La misma empresa semioficial así lo comprende.
También trae el almanaque otra verdad, que imprudentemente prohíja, como imprudentemente prohijó las dos anteriores:
“El periodismo es como esos temibles venenos en la medicina, que constituyen al mismo tiempo sus grandes recursos: manejado por hombres de buena fe, salva a las sociedades; de lo contrario, las intoxica.” Como es bien sabido, en el periodismo semioficial no abunda, por cierto, la buena fe, pero ni siquiera se emplea esa virtud en dosis homeopáticas.
El periodismo oficioso intoxica a las sociedades por que pervierte la opinión pública haciendo creer que la más absoluta de las monarquías es una república democrática; porque colaborando con los déspotas abate el espíritu público tachando de antipatriótica, de inmoral y de disolvente toda manifestación meramente democrática; porque afemina a los ciudadanos orillándolos a practicar el servilismo y la adulación, que es el incienso de los tiranos; porque hace perder el amor a la patria para adorar al poderoso; porque caminando el país a la ruina pretende hacer creer que progresa; porque estimula el desprecio para el pueblo acusándolo de ignorante, perezoso, etc., etc., sin decir que el Gobierno es el causante de tanta miseria porque se ha preocupado más de permanecer en el poder, gastando sus energías en asegurar el puesto, que de educar a las masas, considerando que las masas ilustradas saben ejercitar sus derechos.
De todo lo anterior se desprende que la empresa de El Mundo y El Imparcial se ha portado como el más furibundo oposicionista, sólo que le ha sucedido lo que a los alacranes: se ha intoxicado con su mismo veneno.
Dos periódicos igualmente clericales y por ende, enemigos del progreso, porque son enemigos de la libertad, pretenden hacer mofa de los trabajos llevados a cabo por el Gran Congreso Liberal de la República, reunido en San Luis Potosí.
Uno de ellos, el Diario de Jalisco, de Guadalajara, amedrentado por la inmensa significación de la Asamblea Liberal, se muestra mohíno al comprender que comienza a renacer el espíritu público, que, una vez fuerte y vigoroso, no permitirá más tiranías ni más embustes del odioso partido de la traición.
El otro papel, El Tráfico1, de Guaymas, Son., cuyo nombre es una revelación, porque trafica con las ideas como cualquier negrero con su repugnante mercancía, y que además, vive para avergonzar a los sonorenses alabando la tiranía de Izábal, está conforme con lo asienta su digno colega ultramontano, afirmando que el Congreso Liberal es un peligro para la tranquilidad del país.
Nosotros diremos, que el Congreso Liberal no es un peligro para el País, es un peligro para la tiranía y el absolutismo y la prueba está en que goza de las simpatías de los buenos mexicanos. Los traidores son los únicos que no simpatizan con la gran federación liberal, porque aquella mala hierba quisiera ver a la nación encadenada al trono de un déspota europeo.
El partido conservador, que es el de la traición, odia la libertad y por esta razón está desprestigiado. La historia nos refiere que ese negro partido, que no siente rubor en rebajar su dignidad dando ósculos nauseabundos a los infectos pies del decrépito del Vaticano, ese partido luchó contra nuestra independencia en 1810, y que, uno de sus prohombres, el déspota y traidor Agustín Iturbide, después de haber hecho traición al trono de España, hizo traición a nuestra patria, pagando sus crímenes con su vida (lo deplorable es que no haya tenido cien para habérselas arrancado una por una.) Ese monstruo que odió tanto a la patria, era conservador.
El partido conservador ha sido siempre el partido del desorden, como nacido del maridaje del soldado y del fraile; este partido se levantó contra los gobiernos constituidos para colocar en el Poder tiranos como Santa Ana; ese partido abrió los brazos al enemigo del Norte, al que paseó bajo de palio, bendiciendo al sable sajón enrojecido con la sangre de nuestros hermanos, así como bendijo las asesinas armas francesas: ese funesto partido, que siempre ha sido amigo del desorden, ahora pretende serlo del orden, porque está en el poder.
En nombre de un mentido orden, de un discutible progreso y de una agobiadora paz, blasfema ese partido contra los trabajos del Gran Congreso Liberal, porque comprende que el Partido Liberal de la República cuenta con hombres de energía y de valor, que son una amenaza, entiéndalo bien el partido conservador, son una amenaza para los tiranos de bonete y sable.
Los desahogos clericales no son más que una prueba de su impotencia y de su cobardía, al emplear la calumnia y la difamación como armas de combate, pero esa calumnia y esa difamación harán resaltar toda la hiel que encierra la sucia y prostituida facción.
Continúen los clericales haciendo mofa del Gran Partido Liberal; continúen alarmando con sus necios aspavientos, hasta que triunfante el Partido del Progreso, tengan que exhibir su ignominia, pidiéndole desvergonzadamente empleos y canonjías, después de haberlo atacado con las únicas armas con que cuentan: la cobardía y la bajeza.
1 El tráfico, Guaymas, Nogales, Son. (1889-19??). Fernando Espriú. Fuerte sostenedor de posiciones xenófobas antichinas.
El. Lic. José Rivera, Juez de 1ª Instancia del Distrito de Teziutlán, Puebla, ha descarrilado su criterio jurídico y ha cruzado sus armas con nosotros. Aceptamos el reto, por más que nuestras armas sean desiguales: el Juez Rivera esgrime la denuncia torpe auxiliada por la chicana judicial y nosotros esgrimiremos la ley.
Parece que nuestro artículo » El Juez Modelo,”1 que se publicó en el número 17 de REGENERACIÓN, levantó ámpula en el Juez Rivera. Dejó pasar muchos días (nuestro artículo se publicó el 7 de Diciembre pasado) y después de consultar, probablemente, con el Gobernador Martínez, decidió presentar su querella ante un Juez complaciente que no tuvo escrúpulos para acogerla con benevolencia. Resultado: un exhorto que diligenció en esta Capital, con todo sigilo y con reticencias y misterios, el Juez 1º Correccional Lic. Wistano Velázquez. En virtud de ese exhorto, se recogió el original del párrafo denunciado y se llamo a declarar a los Directores de este periódico.
Mal camino escogió el Juez Rivera. Es el camino de todos los que no pueden defender sus actos. Promover una querella, es muy sencillo; probar que se cumple con un deber, es muy difícil, cuando este deber no se cumple. De estos dos caminos, se escogita el más llano, por más que no sea el más correcto: el de la denuncia. Y el Juez Rivera se presentó denunciando nuestro artículo «Un Juez Modelo.”
Por otra parte, esa misma denuncia abulta la escasa ilustración del Juez Rivera y del funcionario que le dio entrada. Ignoran estos Señores, a pesar de ser letrados, más aún, a pesar de ser funcionarios públicos, esto que es rudimentario: el Juez de Teziutlán no es competente para conocer de este asunto. Si el párrafo denunciado envolviera un delito, ese delito se cometió en esta Capital. Estos jueces son los competentes para juzgarlo, y no el de Teziutlán, que ante la ley es un advenedizo y un invasor de jurisdicciones.
Pero esta denuncia provocará el que, sin egoísmos que no conocemos, sepan por nuestro conducto, el Juez Rivera y su congénere el exhortante, que la Suprema Corte ha declarado, en una ejecutoria pronunciada el año anterior, que los delitos de imprenta no son continuos, sino instantáneos. Instantáneos, Sr. Juez, son aquellos que, una vez cometidos, cesan por este mismo hecho, sin poder prolongarse más allá; y continuos, aquellos que persisten durante un término más o menos largo, quizá indefinido. Los delitos de injuria, difamación y calumnia (que son el estribillo de todas las denuncias contra periodistas) son instantáneos porque la acción del agente concluye desde el momento en que se lanza la última frase, por más que la prensa la lleve hasta Teziutlán para prenderla en los oídos del Juez Rivera.
Decíamos, que la Suprema Corte ha declarado que esos delitos, cuando se cometen por la prensa, son instantáneos, porque la publicidad no es un elemento constitutivo de esos delitos, sino una circunstancia agravante, conforme a la ley, y no siendo la publicidad lo que constituye esos delitos, no puede sostenerse que la circulación de un periódico da competencia a los Jueces de los distintos lugares donde reciben los lectores del mismo, y donde mal desempeñan sus funciones los Riveras que abundan en la judicatura.
No creemos que el Juez Rivera y su congénere, tengan la pretensión de sobrepujar en conocimientos jurídicos a la Suprema Corte, y por lo mismo, esperamos que sus procedimientos abortarán, salvo el que se pretenda cometer una arbitrariedad, para las que son muy hábiles las autoridades de Puebla. Por eso decimos que nuestras armas eran desiguales: ante la arbitrariedad, la ley es un juguete.
Esperamos que el Juez Rivera ocupe el tiempo que pierde en denuncias y en solazarse con el Agente de Distrito en los balcones del juzgado, en instruirse y encarrilar su criterio. De otra manera siempre será «Un Juez Modelo» entre los perniciosos de la República.
1 Véase supra, art. núm. 176.
Lo siguiente basta para formarse una idea, bien triste por cierto, de cómo se administra la Justicia en San Luis Potosí.
El 25 del pasado Febrero fueron puestos en libertad los reos Benito Posadas, Filiberto Noyola, Braulio Campeán y Herculano García procesados por complicidad en el homicidio del Diputado Luis Castro y sentenciados por el Tribunal de San Luis Potosí a sufrir la pena de 8 años, 9 meses y 28 días de prisión, conforme al fallo que acaban de pronunciar los Magistrados.
Esos hombres fueron aprehendidos en el siguiente orden: Posadas, el 7 de diciembre de 1891; Noyola, el 11 del mismo mes y año, y Compeán y García, el 13 de Diciembre de 1891.
De modo que a los 9 años, 2 meses, 12 días de la aprehensión de los delincuentes, los Magistrados potosinos dictaron una sentencia, según la que los desgraciados reos sufrieron 4 meses, 4 días más de prisión, y sin que antes hubieran podido obtener su libertad preparatoria, a la que tenían derecho, en virtud de haber observado un conducta ejemplar durante su prisión, como lo prueba el hecho de que los cuatro presos eran Jefes de crujía o macheteros.
¿Se pretenderá negar todavía que la administración potosina es pésima? ¿Habrá alguien que trate de defender al clerical Gobernador diciendo que ese Estado es modelo? Nosotros creemos que sí es modelo, en efecto; pero modelo entre los mal administrados.
Esos infelices que pudieron haber obtenido su libertad preparatoria, no sólo no la alcanzaron, sino que sufrieron unos meses más de encierro por obra y gracia de Magistrados negligentes y nada escrupulosos para cumplir con su deber.
Esos Magistrados no comprenden que la libertad del hombre es sagrada, como no comprende Carrizales que no está bien que sea apoderado de Montes de Oca.
Pero el verdadero culpable es el Gobernador Escontría, que sólo por favorecer a los clericales, pone en los puestos públicos a hombres para quienes es demasiado elevada la categoría del empleo que les da, cuando apenas podrían desempeñar, y no ventajosamente por cierto, el último de los juzgados de paz.
.”…..la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos de de otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados…..”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)
(CONTINÚA)
Como el presidente de la República abona la ausencia de ataques al individuo y esa información va a estrellarse en la impasibilidad de granito de las estadísticas de nuestro procurador de Justicia del Distrito, que se ha empeñado en hacernos figurar como los individuos más desalmados del mundo, y como por otra parte, la frecuencia de ataques al individuo va más de acuerdo con su número con las agrias estadísticas del Procurador, que con las risueñas frases del Primer Magistrado, hemos decidido hacer constar en esta sección, únicamente los ataques a la propiedad, sin procurarnos de la frecuencia abrumadora de ataques al individuo.
De una maicería del callejón de Ureña, de esta Capital, un dependiente infiel, Erasmo Franco, robó a su patrón, D. Vicente Sánchez, 400 pesos. El dependiente fiel no ha sido capturado.
Varios individuos horadaron una tapia en una calle de esta Capital, y robaron un aparato para perforar pozos artesianos y algunas otras herramientas, todo de la propiedad de D. Jesús Daiza.
D. Carlos P. Ríos, al regresar a su casa de la calle de Villamil de esta Ciudad, vio que, allanada su morada, le habían robado toda su ropa de uso.
La noche del sábado anterior, la tienda situada en la plaza de Hidalgo de la Ciudad de Guadalupe, D. F., fue saqueada por los ladrones, quienes se llevaron todo lo que hubieron a mano, más alguna corta cantidad de dinero y empacaron una caja fuerte que contenía 2,000 pesos, con intención de llevársela también.
Cornelio Rodríguez, se robó a la hija de Dª Soledad Vázquez, más 400 pesos en efectivo. El hecho acaeció en esta Capital.
Con la mala intención de acentuar más lo infundado de los conceptos del Sr. Presidente de la República, José Muñoz se robó de la Secretaría de Relaciones, una cortina, tres libros, un timbre de níquel, dos secadores de metal, un sifón, una plegadera, unas tijeras y otros objetos más que han desaparecido. Ese robo se efectuó escalando los andamios de la obra que se ha emprendido en el costado Sur del Palacio Nacional.
Forzando la puerta de una platería de la calle de San Juan, de esta Ciudad, los bandidos se robaron varios relojes y alhajas por valor de 200 pesos.
Al Sr. Damián Enríquez de esta Capital, le fueron robados por dos caballeros de industria, un carruaje y un tronco de caballos.
La pared de unas bodegas situadas en la calle de Manuel González, de esta ciudad, fueron horadadas la noche del jueves pasado. Los ladrones se extrajeron cinco cajas con mercancías. No han sido aprehendidos.
A D. José María Flores, dueño de la hacienda de «los González,» le fueron incendiados unos depósitos de rastrojo estimado en 300 pesos. Casi año por año se registran en esta hacienda tan alarmantes atentados a la propiedad.
Valentín Rangel (a) Mancera, es el jefe de una cuadrilla de bandidos que merodea por Guanajuato. Hace pocos días asaltó la mina de la Fragua, robándose lo que quiso. Hubo tiroteo entre el velador de la mina y los bandidos.
De Guadalajara a Toluquilla iba un pobre viejo, que fue asaltado en el camino por unos bandidos que le robaron un burro y un pequeño bulto de naranjas. Esos caminos jaliscienses son inseguros.
(Continuará)
Nuestro querido, valiente y honrado colega El Combate, de Hermosillo, Sonora, ha circulado profusamente un alcance, en el que se refiere al alevoso atentado de que fue víctima el Sr. Lic. D. J. Jesús Pesqueira por parte de un individuo llamado Manuel R. Uruchurtu1, protegido del Gobierno de Sonora.
El Gobierno de Sonora trataba de ejercitar una innoble venganza en la persona del digno Sr. Pesqueira, porque este caballero, portándose como buen ciudadano, ha dado a conocer todo lo podrido y todo lo nauseabundo que esconde la funesta administración sonorense.
Pero el poder no podía poner preso al Sr. Lic. Pesqueira, en virtud de haber obrado dentro de los límites de un derecho justísimo. Para resolver la cuestión, se decidió a buscar un valiente y la elección recayó en Uruchurtu. Éste que conoce perfectamente la entereza de carácter del Sr. Pesqueira, temió salir mal librado de la empresa, y para darse el valor que le faltaba ahogó su cobardía en alcohol.
Envalentonado por la bebida, se dirigió a la casa del Sr. Pesqueira a quien provocó, y antes de que este caballero pudiera defenderse, Uruchurtu le asestó cuatro tremendos bastonazos.
Hay que tener en cuenta que el valiente estaba de acuerdo con el Prefecto Francisco M. Aguilar y el Cabo de la Policía, quienes se abalanzaron sobre el Sr. Pesqueira, asegurándolo como si él hubiera sido el golpeador y no Uruchurtu, a quien dejaron que se marchase tranquilamente a la casa del Gral. Luis E. Torres2, donde se negaba después a acatar la intimación del Juez para darse preso, diciendo, que ya era cosa arreglada con el referido general.
Por fin se le condujo a la cárcel y se le alojó en la alcaldía a donde le llevaron cama, mesa y cuantos muebles hubo a la mano para rodearlo de comodidades y de atenciones, al contrario de cómo se trata a los periodistas, que tienen que sufrir la ingrata compañía de los criminales más empedernidos, dormir en el suelo y sin abrigos y soportar toda una serie de vejaciones y atropellos.
Esa venganza ruin y cobarde, ejercida contra un ciudadano honrado y sin respetar a la esposa que estaba presente, ni la morada de la víctima, hace comprender todo lo tiránica y despótica que es la administración sonorense, a la vez que causa asco su modo de vengarse por medio de valientes, que por servir al amo, llegan a ejercer su felonía contra personas indefensas, cuyo delito ha sido desenmascarar a tiranos, flagelar a los déspotas y hacer ver al pueblo sonorense, que sobre él pesan autócratas que harían brillante papel mandando una horda de cafres.
La civilización exige que cuanto antes se vea libre Sonora de tanto tiranuelo, cuya labor se reduce a exhibirnos como un pueblo degradado, que camina a fuerza de estimularlo con el látigo del capataz.
1 Manuel R. Uruchurtu (1874-1912). Abogado sonorense. Magistrado Fiscal del Superior Tribunal de Justicia de Sonora, de 1901 a 1903. Autor de una biografía de Ramón Corral, publicada en 1910. Secretario de Joaquín D. Casasús; representante del gobierno mexicano en el juicio arbitral sobre El Chamizal.
2 Luis E. Torres.(1844-1935). Militar chihuahense. Combatiente contra la intervención francesa. Partidario del Plan de la Noria en 1871. Elegido gobernador constitucional para el periodo 1879-81Volvió a ocupar el gobierno estatal en 1883-7, 1891, 1899-1903, 1907-11. Extendió su influencia política a Sinaloa, Tepic y Baja California, con la colaboración de Ramón Corral, Rafael Izábal y Lorenzo Torres. Ejecutor de la campaña contra los yaquis en 1899. Promovió la deportación de los rebeldes a Yucatán. En 1911 se exilió en Los Ángeles, donde murió.
Llamamos seriamente la atención del Presidente, ya que él se ha abrogado la facultad de nombrar Gobernadores, arrebatándosela al pueblo, sobre el hecho de que el Gobernador de Oaxaca, Martín González1, continúa gastando sus energías en el asfalto de nuestras avenidas, en lugar de marcharse a aquel infortunado Estado a enterarse de la marcha de los negocios públicos.
Desde que, para paladear la comida de los Alcaldes de Francia, vinieron todos los Gobernadores a fines de Noviembre anterior, con el objeto de asistir a las monárquicas fiestas que preparó el servilismo al Presidente por haberse éste reelegido, Martín González no ha vuelto a Oaxaca.
Como ese Gobernador inepto gusta de solazarse en la gran capital, bueno es que el Presidente, ya que al pueblo no se permite hacerlo, imponga otro funcionario, pues desde luego se nota la mala voluntad que Martín González tiene de seguir en su puesto.
En Oaxaca se desea que ya no vuelva, porque con su pésima administración nada adelanta el Estado suriano, por el contrario, camina para atrás.
Se necesita para el Estado un hombre progresista e ilustrado, circunstancias que no ocurren en el actual Gobernador. De ahí proviene que la instrucción pública esté tan deprimida y que haya una que otra escuela en todo el Estado.
La Justicia es allí exótica y los Jefes Políticos son otros tantos déspotas, que persiguen a los que no los admiran.
Todo el Estado desea, que cuanto antes, se destituya a Martín González para que termine su funesta administración.
También nosotros deseamos que se destituya a ese Gobernador, para que pueda progresar nuestro Estado que camina a la ruina, siendo digno de mejor suerte.
Ese Estado que ha producido dos inmensas figuras, Benito Juárez y Antonio León, parece que está condenado a no dar más hijos ilustres.
1 Martín González (1832-1908). Militar oaxaqueño combatiente contra la Intervención francesa. Jefe del Estado Mayor de Porfirio Díaz. En 1894 y hasta 1902 ocupó el Gobierno del estado de Oaxaca. Diputado por Chihuahua en varias ocasiones.
El Imparcial, El País y alguna otra hoja tan desprestigiada como las primeras, publican con fruición telegramas de Ciudad de Valles, S.L.P., en los que se anuncia que el clerical Escontría ha sido aclamado. Uno de sus empleados que le acompañan, es quien ha puesto los telegramas.
Nosotros sabemos perfectamente, que no ha habido tal cosa. Desde que Escontría fue puesto contra la voluntad del pueblo potosino, nunca se le ha tributado la menor muestra de simpatía, porque este gobernante no tiene más partido que el de su camarilla clerical, que esta desprestigiada en todo el Estado.
Las únicas ovaciones que legítimamente se ha ganado Escontría, ha sido las que le tributó el público ilustrado y el pueblo de San Luis, cuando aplaudían con un entusiasmo rayano en frenesí, las justas censuras que se le hacían en las sesiones del Gran Congreso Liberal, por su torpe y clerical administración.
En el Estado no tiene simpatías el Gobernador, porque es perfectamente inepto para el puesto que ocupa, y además, porque por vituperables complacencias sostiene en inmerecidos cargos a Niño, Carrizales y a otros igualmente ineptos y tan clericales como él.
La Nación no debe hacer aprecio de telegramas que se confecciona el mismo Escontría, pues debe saber que en San Luis, tiene la misma popularidad que disfrutaban Garza Galán en Coahuila, Peón en Yucatán, Mercenario en Guerrero y el funesto Cravioto en Hidalgo.
El Estado de Campeche, en el que jamás se han distinguido sus gobernantes por liberales y progresistas, resiente con frecuencia esos ataques burdos y repugnantes contra la libertad de imprenta. Este es el secreto de la falta de oposición en ese Estado. Si no se persigue directa y francamente al periodista, se le rodea de toda clase de trabas para impedir las publicaciones independientes.
Tenemos noticia de un caso de persecución a un periodista. El Sr. Arturo Shiels Durán, es un escritor público independiente que con honradez ha censurado siempre los actos indecorosos de los gobiernos campechanos. Dicho señor editaba en la Isla del Carmen un bisemanal independiente con el título de El Centinela. Las justas y sensatas apreciaciones del colega, ceñidas siempre a la verdad, le concitaron el odio de la administración campechana, el que se resolvió con el encarcelamiento del Sr. Shiels Durán y el decomiso de la imprenta en que se imprimía El Centinela.
Se tomó como pretexto un párrafo de gacetilla titulado “Salvajismo”, en el que se daba cuenta de un atropello cometido por un cabo de policía en la persona de un ciudadano honrado y juicioso.
Lo chocante del caso es que, en la causa seguida contra el Sr. Shiels, se comprobó que era cierto el hecho denunciado; pero que el motivo del proceso era la palabra “Salvajismo”, lo que implicaba un ultraje a un funcionario público.
Muy reprochable es el procedimiento seguido contra el Sr. Shiels Durán. Seguramente que no hay otro vocablo más venial que el de “salvajismo”, aplicado al policía arbitrario que maltrata ciudadanos sin motivo alguno. Y sin embargo, se procesa a un periodista honrado que procura el mejoramiento de un cuerpo, el de policía, que en Campeche adolece de gravísimos defectos, y se deja sin castigo al guardián de la seguridad que atropella brutalmente.
Estos detalles destruyen vigorosamente todas las oropeladas que dispersan los paniaguados del Gobernador Mac Gregor. Desde que se inició la administración de este señor, Campeche degenera cada día más, y se acentúa un malestar que irrita a las personas sensatas. Y es natural; un Gobierno que no escucha la voz honrada del periodismo independiente, que cierra los oídos a todas las quejas y voltea la espalda a todos los lamentos, no puede hacer prosperar a los gobernados, y cuando concluya su periodo administrativo y baje del poder, no llevará la satisfacción de haber cumplido con sus deberes y en vez del aplauso, tropezará con las agrias censuras de los hombres honrados.
Sentimos mucho las persecuciones de que es víctima el Sr. Shiels Durán. Para calmar sus penalidades, tenga en cuenta que las persecuciones sublimizan a la víctima y hacen odiables a los perseguidores.
Ya daremos más datos sobre este asunto.
El Gobernador Escontría ha nombrado nuevos Magistrados para el Tribunal de Justicia de San Luis Potosí.
Como era de esperarse, tenían que ser clericales unos, y acomodaticios los otros.
José María Aguirre y Fierro, es agiotista. De seguro que nunca fallará contra un individuo de su profesión, porque el espíritu de compañerismo hará que no haya justicia. Además, es admirador del Obispo Montes de Oca.
Joaquín Villalobos y José de Jesús Jiménez, están desprestigiadísimos como funcionarios. La Suprema Corte de Justicia ha amparado a un regular número de víctimas de los errores y torpezas de esos Magistrados, ineptos y arbitrarios.
Arnulfo Pedroza1, no es liberal, por esa razón lo hizo Magistrado el ultramontano Gobernador.
Francisco A. Noyola, no es liberal, ni conservador, ni católico, ni protestante, ni libre pensador, es sencillamente acomodaticio. Si el Gobierno es liberal, él llega al rojo vivo; si es conservador, como al que va a servir (porque hay que tener en cuenta que esos Magistrados servirán a Escontría, no al pueblo) se vuelve más papista que el Papa.
Juan N. Ruelas, es de gran prestigio… entre los frailes. Es el redactor más conspicuo de El Estandarte, periódico clerical y fanático. Esa es la razón por la que esa hoja es tan empalagosa. Ruelas tiene iguala de la Mitra lo mismo que del Monte de Piedad del Estado.
Respecto de los Magistrados supernumerarios, los que no son nulidades, son insignificantes medianías. Sin embargo, no escasearán los ditirambos dirigidos al Gobernador, alabando su imprudente elección de funcionarios judiciales como los anotados, que amenazan desprestigiar más y más a la Justicia por cuatro largos años.
Por esto en otra parte decíamos, que la justicia ha huido de San Luis Potosí como de un país apestado.
1 Arnulfo Pedroza (1858-1917) Abogado potosino. En 1909 resultó electo presidente del Supremo Tribunal de Justicia del estado, en las elecciones celebradas el 20 de abril de ese año. Huyendo de la persecución de que fue objeto después de un encarcelamiento, se fue a la ciudad de México en 1913.
Manuel Uruchurtu, que agredió al honorable Sr. Lic. Jesús Pesqueira, atentado del que nos ocupamos en otro lugar1, se sintió ofendido por el alcance de «El Combate» que comentó el suceso, y lo denuncio ante el ya célebre Juez Germán Velasco, que es el instrumento de todos los atropellos a la prensa, tan frecuentes en Sonora.
Este Juez, siguiendo su práctica atentatoria y arbitraria, procedió a la clausura de la imprenta de El Demócrata, en donde se imprimía El Combate. Además, fueron reducidos a prisión y rigurosamente incomunicados, el Administrador de la Imprenta el Sr. Rafael J. Castro, el Regente de la misma, Sr. Antonio Hermosillo, y el cajista D. Gregorio Rodríguez.
No basta, pues, que los sonorenses, sufran con la imposición de un gobernante impopular como Izábal, ni que éste continúe al frente de una administración a pesar de no ser ya gobernante conforme a la Constitución local. Es necesario acentuar la impopularidad, con actos de agresión disfrazados con la ley. El Estado de Sonora es uno de los que más ha sufrido con esos atropellos. El sistema de cacicazgo impuesto por Torres e Izábal, produce hechos como el que se decomise a D. Jesús Z. Moreno su imprenta sin que haya tenido noticias de que se iba a publicar en ella un Alcance que la perspicacia de la autoridad juzgó delictuoso, y por ende, sin que hubiera prestado su consentimiento para la comisión del supuesto delito. Pero la arbitrariedad no se detiene y conculca la ley.
No dejaremos de mencionar un detalle bochornoso: el día anterior a la publicación del alcance de El Combate, es decir, al siguiente de la agresión de Uruchurtu, el Jefe de Policía, Francisco Carmelo, dijo al Sr. Rafael J. Castro, a nombre del General Luis Torres, que si nuestro colega hacía público el atentado cometido por su pariente Uruchurtu, mandaría clausurar la imprenta y encarcelar a los empleados de ella. La amenaza se cumplió. La imprenta fue clausurada y los empleados fueron encarcelados, por no haberse atendido la previa censura del Gral. Torres.
Ya irrita la arrogancia de esos caciques.
1 Véase supra, art. núm. 379.
La Redención1, seminario independiente y honrado que se publica en Mérida y que con notable valor civil, no bien quisto por el clerical Gobernador Cantón, delinea vigorosamente la situación asfixiante de Yucatán, nos dedica, después de copiar nuestro artículo titulado «La Misión de la Prensa,»2 los siguientes benévolos conceptos:
«Las anteriores líneas pertenecen a «REGENERACIÓN,» seminario de ideas firmes y levantadas, que se publica en la Capital de la República, bajo la hábil dirección de los hermanos D. Jesús y D. Ricardo Flores Magón»
Muy agradecidos estamos a nuestro inteligente y honrado colega, a quien deseamos una labor fructífera, ya que esa es la misión de la prensa.
1 Redención. ‘Semanario de altos ideales, netamente independiente’, Mérida, Yuc. (1901)
2 Véase supra, art. núm. 280.
El Juez 2º de Letras de Chihuahua, Ignacio Razón, que en sus actos oficiales gusta poco de ajustarse a la ley, y que, como cualquier Juez de Paz, se guía más por las impresiones que por los preceptos claros y terminantes de la Jurisprudencia, ha acusado de difamación y ultrajes ante el Juez 3º de Letras de Chihuahua, a nuestro ilustrado y sesudo colega La Evolución, de Durango.
Nuestro colega criticó la conducta de Razón, que no ha sido arreglada a derecho, en un asunto en que, sin notificar el fallo a la parte civil, mandó ejecutar su resolución.
Indignado Razón por la lección de Jurisprudencia que benévolamente le dio el colega, se creyó ofendido, y ya sea por la cólera que le acometió o por ignorar más de lo que La Evolución había creído, presentó su querella ante Juez incompetente como el de Chihuahua, siendo que el artículo denunciado pertenece a un periódico de Durango, y sólo los tribunales de esa entidad federativa son los competentes para conocer la denuncia de Razón.
Nosotros, que en cuanto a galantería no queremos ser de los últimos, nos permitimos darle a Razón una clase de derecho, y al efecto, le corremos traslado de nuestro artículo, que sale en este mismo número, y que se titula “El Juez Rivera nos denuncia.”1 En ese artículo podrá encontrar algunas saludables razones, que harán que en lo sucesivo obre con más cautela, para que sus promociones no sean tachadas de improcedentes.
Da pena, que la judicatura nacional esté integrada por personas que hayan olvidado (si alguna vez los han sabido) o ignoran los principios rudimentales de derecho.
Deseamos que nuestro colega La Evolución, salga bien librado en asunto tan enojoso.
1 Véase supra, art. núm. 376
Vamos a ver hasta qué grado de indiferencia política hemos llegado dejando pensar y obrar únicamente al Presidente Díaz, que se ha aprovechado de nuestro marasmo para hacer sentir más y más la Dictadura que pesa sobre la República.
Sin embargo, no está por demás indicar que si las instituciones se desquician, si los preceptos constitucionales se hacen a un lado y de la espada de la ley se hace un arma de dos filos, no somos del todo culpables. Los gobiernos tiránicos acostumbran dar a sus actos un barniz de legalidad que para los ciudadanos poco o nada observadores pasan como acciones meritorias cuando, en justicia, merecen la censura enérgica, si no es que un proceso, por la responsabilidad oficial que resulta.
Pero en el caso que vamos a tratar no se tuvo ninguna precaución y se hizo a un lado nuestra Constitución, como quien aparta un estorbo para expeditar el paso.
El artículo 84 de la Constitución de 1857 prescribe terminantemente que: “El Presidente no puede separarse del lugar de la residencia de los poderes federales, ni del ejercicio de sus funciones, sin motivo grave, calificado por el Congreso, y en sus recesos por la diputación permanente.”
Ahora bien, el Presidente Díaz no sometió a la calificación del Congreso el grave motivo por el que separó su despacho de la capital de la República. Él, de propia autoridad, se ha dado un permiso que ni siquiera solicitó, contraviniendo la disposición del artículo constitucional citado.
El hecho, que parece sencillo en sí, es de gran trascendencia y, además, es una desconsoladora revelación de nuestro anómalo modo de ser político.
El hecho es de trascendencia, porque con él se abren de par en par las puertas al abuso y a la arbitrariedad; con él se da un mal ejemplo a todos los demás servidores de la nación, que de hoy en adelante burlaran a su vez la ley, afianzándose en ellos más y más el torcido e inmoral criterio de que violarla es lícito; de hoy en adelante el Juez venal, el magistrado prevaricador, el Jefe Político asesino y cualquier otro mandatario abusador y corrompido, arrinconarán la ley para ajustar sus actos a su capricho y a su voluntad.
El hecho que apuntamos es una revelación, porque él nos quita la venda de los ojos para mostrarnos toda la triste verdad de nuestra condición; por ese hecho, los más ciegos y los más aferrados a la idea de que en México se respetan los preceptos legales, se convencerán de que no existe más ley que la voluntad, y que los preceptos que hay que obedecer los dicta el capricho.
Conforme al articulo constitucional citado, el Presidente ha contravenido alguna de sus dos partes, a saber: o el general Díaz despacha en Cuernavaca, y en ese caso hace mal, porque la residencia de los poderes es el Distrito Federal, y por otra parte, ha dado al Estado de Morelos supremacía sobre los demás de la Federación, o bien el Presidente no despacha, y entonces se ha separado del ejercicio de sus funciones, abandonándolas. La actitud del general Díaz en la actualidad está comprendida en alguna de las dos partes de este dilema. Cualquiera solución, la más torcida, que pretenda dársele, será de que ha infringido el articulo 84 de la Constitución.
La infracción de cualquiera de las dos partes del mencionado artículo es grave. Ella implica el desconocimiento de un precepto sagrado. Por el desconocimiento de ese artículo, el general Díaz se ha abrogado la facultad de cambiar la residencia de los poderes, si despacha en su actual residencia, o no desempeña sus funciones, en caso de que continúen en la capital esos mismos poderes, siendo físicamente imposible sostener lo contrario.
No tratando, por lo pronto, de los serios perjuicios que pueden originarse a la nación con tan anómala situación política, que por lo demás, fácil es calcularlos, porque si cuando el general Díaz preside los Consejos de los Secretarios de Estado, los negocios caminan mal, ¿cómo caminarán ahora que cada uno de los Secretarios, acostumbrados, como estaban, a no tener voluntad propia ni ninguna iniciativa, sino a tener la voluntad y la iniciativa del Presidente, tienen que obrar por sí mismos?
Si obran por sí mismos, si a su criterio tienen que ajustar las resoluciones de los diversos negocios que se les han encomendado, si sin jefe que los dirija y los guíe se ponen a obrar por su cuenta y riesgo, el sello personalista que el general Díaz imprimió a los asuntos políticos está, si no próximo, sí amenazado de perecer; porque por más que todos los Secretarios de Estado estén dispuestos a seguir trabajando inspirándose en la política del Presidente, no lograran hacerlo como si él hubiera guiado el despacho de los negocios, y no lo lograran, porque cada uno de ellos, con su temperamento y carácter particulares, dará a sus resoluciones el sello de su personalidad, por más que con toda su voluntad estén dispuestos a continuar la obra política del general Díaz. Tendrá, por lo tanto, que resultar, o una completa anarquía en la administración o una abrumadora paralización de los negocios públicos, en caso de que no encontrándose los Secretarios de Estado con las fuerzas suficientes para despachar por si solos los negocios prefieran despachar únicamente los asuntos de trivial resolución, los insignificantes, aquellos que rutinariamente despacha, y con ventaja, el último y más inepto de los escribientes de una oficina pública y en los que el Secretario no hace más que firmar.
Esos males son terribles. La paralización de los negocios tiene que producir una anemia profunda en la administración. Tal es lo que acontece con el abandono del ejercicio de las funciones del Presidente, aparte de otros trastornos de carácter político.
Estamos pues, frente a frente de una infracción a la Constitución que reviste suma gravedad. Falta ahora conocer la penalidad que arrastra tal infracción.
El artículo 1º de la ley de 3 de noviembre de I870 sobre delitos oficiales de altos funcionarios de la Federación dice: "Son delitos oficiales en los altos funcionarios de la Federación… cualquiera infracción a la Constitución o leyes federales en puntos de gravedad.”
Y el artículo 4º de la misma ley declara que: “El delito oficial se castigará con la destitución del encargo en cuyo desempeño se haya cometido, y con la inhabilidad para obtener el mismo u otro encargo o empleo de la Federación por un tiempo que no baje de cinco ni exceda de diez años.”
Ponemos en conocimiento del público todos estos datos para que se convenza de que en México se viola la ley y que los delitos quedan impunes.
¿Quién se atreverá a juzgar al Presidente? Nadie. Todos los empleados, entre ellos los diputados y senadores, que no son más que empleados del general Díaz en vez de ser representantes de la patria, se reirán al pensar que hemos hablado sin provecho alguno, por que nadie tiene el valor civil necesario para llamar a cuentas a la Dictadura, porque todo el mundo se inclina ante el sable, y se ha convertido en habito y avergüenza decirlo, casi es una obligación la sumisión servil e incondicional a los actos más autoritarios del poder.
Nadie se atreverá a llamar a cuentas a la Dictadura; nadie protestará; todos bajarán la cabeza ante el desacato cometido a los preceptos constitucionales, como si nada valiera la sangre de nuestros padres derramada por conquistarlos, como si nada valieran los sacrificios de la patria para obtenerlos. Con ese criterio, nuestro gran Juárez trabajó sin provecho; inútiles fueron los esfuerzos de Melchor Ocampo1; Leandro Valle2 bordó en el vacío; Zarco3, Mata4 y Ponciano Arriaga gastaron sin provecho sus energías, y de una vez puede borrarse impunemente del catálogo de nuestras leyes la gran obra del 57.
Si a ese grado de cobardía se ha llegado; si ya no se tienen fuerzas para levantar la voz, y sin valor y afeminados para la lucha nadie quiere protestar, nosotros, antes de cargar sobre nuestras conciencias el asentimiento servil a las transgresiones legales, protestamos enérgicamente contra esas transgresiones, contra esos desacatos, aunque sepamos que las protestas no cuadran bien bajo los regímenes despóticos y que la libre censura de los torpes actos oficiales es fruta prohibida en las Dictaduras.
1 Melchor Ocampo (1814-1861). Abogado michoacano; una de las figuras ideológicas centrales del liberalismo mexicano. Apoyó la lucha contra la intervención norteamericana; opositor a los tratados de Guadalupe-Hidalgo. Volvió a México al triunfo de la revolución de Ayutla. Diputado al Congreso Constituyente de 1856. Ministro de Gobernación, Relaciones y Hacienda, bajo la presidencia de Juárez. Promotor de las leyes de desamortización (1859). Firmante del tratado MacLane-Ocampo. Fue secuestrado y fusilado en 1861, por las fuerzas de Leonardo Márquez.
2 Leandro Valle (1833-1861). Militar liberal. Partidario del Plan de Ayutla. En 1856 participó en la campaña contra los rebeldes de Puebla. Participó en los combates de Salamanca, Santa Ana Acatlán, Cuevitas, Guadalajara, Silao y Calpulalpan, durante la Guerra de Tres Años. En 1861, en calidad de comandante general del DF, cayó preso en el Monte de las Cruces, donde fue fusilado por órdenes del Gral. Leonardo Márquez.
3 Francisco Zarco (1829-1869). Periodista y político liberal. Escritor de textos literarios, costumbristas y biográficos. Colaborador de El siglo XIX (1852), de Las cosquillas y del Presente amistoso, periódico dedicado a las damas. Representante de Durango en el Constituyente de 1856-1857. Ministro de Gobernación y de Relaciones bajo la presidencia de Juárez. Durante la intervención francesa huyó a San Luis Potosí, para luego refugiarse en Estados Unidos. Volvió a México al restaurarse la república.
4 José María Mata. (1810? -1895). Liberal veracruzano. Médico y militar. Combatió a los estadounidenses invasores. Santa Anna lo desterró a La Habana. Formó parte del grupo de Juárez refugiado en Nueva Orleáns. Fue uno de los más activos diputados en el Congreso Constituyente de 1856-7. Ministro plenipotenciario en Estados Unidos con Juárez (1858-1860) y Porfirio Díaz (1876). Ministro de Relaciones Exteriores (1878-1879).
Todavía se reverencian con supersticioso respeto en el Juzgado 1º de lo Civil de esta Capital, algunas prácticas rutinarias banales y sin trascendencia.
En un juicio seguido por Da. María de J. Díaz contra D. Herminio Pérez, se presentó al Juez Lic. José H. Serret, para que lo firmara, un oficio dirigido a la Oficina de Contribuciones. El Juez se negó a firmarlo porque se había aprovechado desde el primer renglón de la hoja de papel, sin dejar arriba un amplio espacio que diera elegancia a lo escrito. El oficio fue repuesto, lo que significó gasto de tiempo y de trabajo.
Sería conveniente que el Juez 1º de lo Civil se alejase de prácticas tan pueriles y que en cambio, ilustrase su criterio para acallar la indignación de los litigantes provocadas por tantas resoluciones divorciadas de la ley. Un Juez no debe gastar su tiempo en observaciones caprichosas no catalogadas en el capítulo del Código relativo a formalidades judiciales, sino que debe custodiar y robustecer su talento con ejercicios jurídicos provechosos.
Tenemos a la vista una hoja que lleva por título "Lo que pasa en Mapimí." En esa hoja vibra la indignación de un ciudadano, el Lic. Juan N. Luna, inicuamente perseguido por dos caciques, Pedro y Francisco Moreno, que desempeñan la Jefatura Municipal de Mapimí. Dgo., respectivamente, uno como propietario y suplente del otro. El Sr. Lic. Luna está preso por orden de esos déspotas.
Según la hoja a la que nos referimos, estos caciques están en connivencia con la "Compañía Minera de Mapimí y Peñoles,” para obligar a los ciudadanos a prestar sus servicios personales en la gran fundición que la Compañía ha instalado en las goteras de la población.
Hay que decir antes, que la fundición se resiente de falta de operarios, por los males que ocasiona en su salud el humo envenenado que despiden las chimeneas, el cual contiene arsénico.
Como faltan brazos para esta negociación, sus directores en complicidad con la primera autoridad política, operan el odioso sistema de la leva, empleando para ello la fuerza bruta, identificada en la policía de Mapimí.
Esta policía, instrumento ciego de los caciquillos de Mapimí, se difunde por las calles armada de pistola y a cuanto ciudadano encuentra a su paso con tal de que sea pobre e ignorante, circunstancias indispensables para que no pueda protestar ni defender sus derechos, por medio de la fuerza es conducido a la fundición para que se utilicen sus trabajos en ella.
Las remesas, según la hija, se componen, desde diez hasta ochenta y más hombres, con gran escándalo de la sociedad, que tiene que presenciar el disolvente e inmoral espectáculo de los derechos del hombre ultrajados por la autoridad, que hace mofa de las garantías individuales, burla de la dignidad humana, arrebatando la libertad a los ciudadanos, sólo porque en mala hora y con deplorable tino se impuso tan corrupta autoridad al partido de Mapimí, para mengua de nuestro mentido progreso y vergüenza de la civilización.
Pero hay más; los tiranuelos de Mapimí, envían a trabajar a la fundición de los presos que pugnan condenas correccionales, cuando, además de ser ilegal la disposición, porque está prohibido terminantemente que las empresas particulares lucren con el trabajo de los presos, ese trabajo podría aprovecharse en la pavimentación de las calles y en tantas otras obras de utilidad pública que a gritos reclama la población.
Aparte de los medios de que se valen los autócratas de Mapimí para enviar trabajadores a la fundición, y para hacerse más odiosos y preñar más de rencores la densa atmósfera que se ha formado, a toda hora libran a sus esbirros órdenes verbales de prisión contra los ciudadanos, se les aprehende arbitrariamente y se les encarcela, consignándolos al juzgado de Letras a cargo del Sr. Lic. José María Morales. Pero este letrado, no queriendo ser cómplice de las arbitrariedades de los Moreno, devuelve las consignaciones a la jefatura, por improcedentes, o dicta auto de libertad por no haber delito que perseguir.
El terror ha hecho huir de Mapimí infinidad de ciudadanos, que buscan, como es natural, un lugar en que haya autoridades propiamente dichas y no cacicazgos sin conciencia, voluntariosos y déspotas.
Mapimí, por algún tiempo floreciente, es ahora una población triste y miserable, no hay transacciones mercantiles y parece que la ciudad ha muerto. Y todo eso es obra de los Moreno, porque tales individuos han esparciendo el pánico entre las clases jornaleras, al grado de que ya nadie va a hacer sus compras a la ciudad por temor de ser víctimas de la arbitrariedad de esos hombres, que obligan a prestar trabajos forzados en la fundición de la "Compañía Minera de Mapimí y Peñoles.”
Dos años hace que mandatarios tan funestos pesan sobre el desdichado partido del Estado de Durango, y en ese espacio de tiempo, los hombres de verdadero mérito han tenido que emigrar de allí, en virtud de la manifiesta hostilidad que para ellos ha habido de parte de la autoridad política, como pasó con el Dr. Martínez y el Sr. D. Joaquín González, Presidente Municipal, que nunca pudo aceptar las prácticas y convencionalismos absurdos de los Moreno.
También refiere la hoja, que un individuo llamado Dolores Contreras funge como Juez 1º Municipal, y que en sus manos la justicia es más dúctil que una miga de pan.
Uno de los Moreno, mandó llamar a un digno y honrado comerciante, D. Jesús Delgado, para la práctica de una diligencia administrativa. No hubo tal diligencia. El propósito de sátrapa fue humillar al comerciante haciéndolo barrer las calles de la población. La disposición fue arbitraria porque en nada se fundó.
Los graves atentados que señalamos, horripilan. Horripila también que el Gobernador de Durango Lic. Juan Santa María permanezca sordo al clamor que levanta el oprimido pueblo de Mapimí, porque no se nos puede negar que los hechos que apuntamos ya los conocía, como conocía que su Estado es un monasterio en que medra el fraile con burla de nuestras leyes y escándalo de los hombres honrados.
Sobre que no sólo Veracruz sufre bajo prisión de Dehesa, Sinaloa bajo la de Cañedo Sonora bajo la de Izábal, etc. etc., sino que también Durango había de estar al unísono de desbarajustes administrativos que se extienden de Norte a Sur y de Oriente a Poniente de nuestra amada República, condenada a soportar amos, hasta que el pueblo siervo haga ver que es libre, rompa sus cadenas y convierta a la patria esclavizada en Nación próspera y feliz por medio de la libertad.
Ya es hora de que así sea.
En nuestro número anterior1 dijimos que corre sangre en Veracruz, ahora, según vemos en un periódico, diremos que corre sangre en Puebla.
Algunas autoridades de este Estado, gustan también de dejar un rastro de sangre, como horrible huella que sirve para hacer patentes la arbitrariedad y el crimen.
El Jefe Político de Tecamachalco, de quien nos hemos ocupado2 bastante para denunciar los abusos que comete, nos da materia para una nueva censura.
A principios de este mes y a unos cuantos kilómetros de Tecamachalco fue herido a balazos un indígena, que era reclamado por las autoridades de Tepexi. Ese indígena fue sacado de la prisión para conducirlo a donde le reclamaban, pero en el trayecto se le aplicó la ley fuga, después de lo cual lo dejaron abandonado en el camino.
El Jefe Político ordenó que se levantara el cadáver, pero entonces se vio que el indígena no había muerto, y tal vez se le hubiera rematado, si no hubieran estado presentes infinidad de personas.
El Hecho horroriza. Como ya lo hemos dicho, repugna que la autoridad, que es la encargada de velar por la seguridad personal, se desvíe de su misión para entregarse a prácticas que la civilización reprueba y la moral condena.
Si lo anterior es cierto, ¿Qué ejemplo de moralidad podrá darse a los bandoleros, cundo estos ven que sus crímenes pueden equiparse a los que cometen las autoridades? ¿Qué ejemplo de orden se dará a los pueblos que precisamente practican el desorden?
Si el hecho es cierto ¿Insistirá el Gobernador Martínez en tener a ese Jefe Político, que con su pésima administración sólo ha dado origen a siniestros rencores y mal comprimidos odios?
Creemos que tan complaciente Gobernador, debe hacer a un lado los lazos, que según sabemos, lo une al Jefe de Tecamachalco para que se aplique a éste el castigo que merece, y al mismo tiempo, Mucio Martínez mismo, debe poner su renuncia, porque está visto que bajo su funesta influencia, el Estado de Puebla retrocede en vez de avanzar.
Así lo piden a gritos los poblanos y el país en general, que necesita servidores y no autócratas.
Por lo demás, el salvaje expediente de la ley fuga sólo lo emplean los tiranos y como el pueblo no quiere ley fuga, no hacen falta los tiranos.
1 Véase supra, art. núm. 371.
2 Véanse supra, arts. núms. 246, 288 y 302.
El presidente Municipal de Candela, Coah., Ramón Barreda, es un déspota que trata de ahogar cuanta iniciativa democrática surja de su jurisdicción.
Esa autoridad, sabedora de que un grupo de dignos ciudadanos iba a instalar el Club Liberal «Ignacio Zaragoza,»1 dio órdenes terminantes a su sirviente Manuel Medina, habilitado de Comandante de policía por el arbitrario Alcalde, para que impidiera la instalación del Club encarcelando a los que intentaran instalarlo.
Ramón Barreda, no teniendo valor para cumplir él mismo su deseo, huyó a Monterrey pretextando serias ocupaciones, y dejó como responsable al testaferro Medina.
Los valientes miembros del club Lampacense, tan pronto como supieron lo que acaecía a sus vecinos de Candela, se apresuraron a darles auxilio, y al efecto, se presentaron el regidor 1º D. Jesús E. Santos, los enérgicos ciudadanos Ing. Francisco Naranjo, h., Vidal Garza Pérez, Luis G. Ávila2, Adolfo Rodríguez, Felipe Naranjo3 y Frumencio González.
El Sr. Ing. Francisco Naranjo, h., explicó al Regidor los elevados fines de la Asociación, persuadiéndole de que se trataba de una reunión lícita permitida por la ley, y que sólo al conservador Barreda parecía contraria al orden. Al fin se instaló el Club.
La conducta de este presidente arbitrario es digna de serios reproches, porque no solamente prohíbe reunirse a los ciudadanos, sino que llevando más adelante su absurdo poder, ejerce presión sobre ellos amenazándolos con la cárcel.
Autoridades de ese género desprestigian a la Nación, porque dan el burdo espectáculo de un absolutismo de cafres, en una República que debiera ser democrática.
Urge que se procese al autoritario Alcalde, para su escarmiento y el de tantos otros de que está plagada nuestra informada patria.
1 Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” de Candel, Coah., fundado por Luis Pérez y Francisco Guajardo.
2 Luis G. Ávila. Periodista. Miembro de la "Sociedad Juan Ignacio Ramón," punto de partida del grupo de liberales de Lampazos dirigidos por Francisco Naranjo Hijo. Colaboró en la revista Telémaco y en El Lampacense. Tuvo una trayectoria similar a la de Naranjo. Colaboró con el régimen de Huerta.
3 Felipe Naranjo (1881-1912). Poeta lampacense. Autor de Estampas líricas. Teniente de las fuerzas del coronel Francisco Naranjo, durante la campaña contra Zapata en Morelos (1911). Murió en combate.
Cuicatlán, Oaxaca, Marzo 4 de 1901.
Señores Directores de «REGENERACIÓN.»-México
Muy distinguidos y estimados Señores:
Cuando todas y cada una de las señoras y señoritas que forman la junta Liberal de esta Villa, nos ocupamos de leer los patrióticos y bien escritos artículos de la prensa sensata de la República, dando verídicos informes del brillante éxito del Primer Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí, llegó a nuestras manos el periódico, que para irritante sarcasmo del buen criterio, se titula «La Voz de la Verdad,» y que para vergüenza y deshonra de la tierra del Gran Repúblico Benito Juárez, se publica en la capital de nuestro Estado. El desprecio que nos inspiró la lectura de los artículos que a nosotras se refiere, fue el mismo que inspira el repugnante reptil que encuentra uno a su paso, y al que, por asco, ni siquiera se le hace el honor de aplastarlo con el pie; pero toda vez que Uds., como cumplidos y dignos caballeros y como entusiastas admiradores de las que, como nosotras, han seguido el hermoso ejemplo de las libérrimas Damas de Zitácuaro, nos defienden de los rastreros e infames ataques de ese periódico, capaz de deshonrar por su historia al mismo partido a quien defiende, creemos de nuestro deber dirigir a Uds. la presente, para manifestarles públicamente nuestra profunda gratitud por su noble y leal proceder, protestando un vez más a la faz del mundo, la convicción y firmeza de nuestros principios liberales, para que el Sr, Lic. Lorenzo Mayoral o su amigo «Nemo,» sepan que sus hipócritas y ridículos consejos, propios de almas toscas y vulgares, encerradas en la ruindad de sus sentimientos incapaces de sentir jamás nobles aspiraciones por la Libertad, ni levantados afectos por la Patria, sólo harán eco en las mujeres insulsas, en aquellas pobres de espíritu que creen que su salvación está en saber de cuerito a cuerito el Ripalda, perder el tiempo al pie del confesionario a trueque de su honra, besarles las sucias manos a los frailes y ostentar en el pecho rosarios, cintajos y medallones de santos mal forjados; pero jamás en las que ese tiempo precioso lo invierte en leer la Prensa liberal de la República, la Constitución y Leyes de Reforma, la Historia Patria, La historia de los Papas y de los Reyes, la Revolución Francesa, obras de Dumas1, Flammarion2, Victor Hugo3, Eugenio Sué4 y otros. ¡Jamás!
Y sépalo el Lic. Mayoral y su amigo Nemo: si la luz indeficiente de la civilización ha hecho que al alumbrar los primeros albores del siglo XX, la Santa Católica España arroje a palos y pedradas a los Jesuitas, la Repúblicana México, cuya historia nada tiene que enviar a las demás naciones del mundo en favor de la Libertad, al hallarse plenamente alumbrada por la clarísima luz meridiana de este siglo, arrojará toda esta nefasta semilla, «porque los Jesuitas y los Clérigos, en general, han sido siempre, dice la Historia, la vanguardia de los ladrones de los Pueblos.»
Somos de Uds. Sus afectisimas y SS.SS.
-La presidenta del Club de Señoras, ADELA FIGUEROA DE ODRIOZOLA5.
-La Secretaria MARÍA LOPEZ.
Creemos que nada tienen que agradecernos las patriotas damas de Cuicatlán, Oaxaca. No hicimos más que cumplir nuestro deber de periodistas, y el que cumple un deber, no hace gracia alguna porque sólo satisface una obligación. Nosotros creímos, creemos y seguiremos creyendo, que la personalidad de una dama es siempre digna de las mayores atenciones y de los más cumplidos respetos; que su personalidad, delicada y simpática, no debe ser objeto de feroces ataques so pretexto de atacar ideas, mucho menos que esos ataques provengan de parte del elemento masculino, que tiene por obligación prestar su apoyo y llamar al bello sexo a que se yerga haciendo a un lado necias preocupaciones; que se yerga para no seguir siendo víctima de la maldad del fraile, que con aviesos fines exalta la delicada influencia que la mujer tiene sobre el hombre, y para que, no corrompiéndose la mujer, se salve la sociedad. Felicitamos a nuestras dignas paisanas por su actitud enérgica y por su inmenso valor civil, esa noble virtud que falta a tantos hombres, que prefieren la presión del yugo tiránico que agobia, la ultrajante ira del soldado y la irritante gazmoñería del fraile corruptor, a levantar la frente como lo hacen las nobles hijas de Cuicatlán, nacidas en el Estado que fue la cuna del Benemérito de las Américas, no pueden consentir, no pueden admitir bajezas de ninguna clase, porque tienen hermosos ideales, porque tienen muy grande el alma y su corazón es inmenso.
1 Alejandro Dumas (1903-1870). Novelista y dramaturgo francés, Autor prolífico universalmente conocido por Los tres Mosqueteros y El conde Montecristo.
2 Camille Flammarion (1842-1925). Astrónomo francés, estudioso de la rotación de la tierra y los astros. Divulgó sus investigaciones en una Astronomía popular (1868) y un Atlas celeste (1877).
3 Victor Hugo (1802-1885). Poeta, novelista y dramaturgo francés cuyas obras (Los Miserables, 1862, El jorobado de Nuestra Señora de París, 1831, entre otras), así como sus actitudes políticas tuvieron una gran repercusión en Latinoamérica. Rechazó la intervención francesa en México.
4 Eugène Sue (1804-1857). Novelista francés. Célebre por su retrato folletinesco del mundo de los bajos fondos parisinos y su convicción de la necesidad de reformas sociales. Obras como Los misterios de París (1842-43), El judío errante (1844-45) y Los siete pecados capitales (1847-49), de carácter naturalista, le dieron popularidad en los círculos progresistas y radicales de Europa y América.
5 Esposa de Rafael Odriozola Herrera, vid., supra, n. 261.
.”…..la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos de otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados….”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)
(CONTINÚA)
Día a día se desmienten más los anteriores conceptos, con la empalagosa relación de la prensa diaria sobre robos rateros. De propósito no hemos relatado ni relataremos raterías.
De su enorme frecuencia habrán tenido una demostración práctica muchos de nuestros lectores al sentirse despojados de su propiedad. Pero no confundamos, como confunden muchos periódicos, la ratería con el robo cometido con la mediación de la violencia, del amago, del allanamiento de morada, del escalamiento, de la horadación, de la fractura, etc., etc., que son otros tanto ataques a la propiedad que se escaparon a la consideración del Informe Presidencial.
Cataloguemos.
Tres chiquillos, menores de diez años, escapando a la vigilancia que sobre la instrucción obligatoria pretende ejercer el Dr. Ruiz con afirmaciones tan dogmáticas como las del informe presidencial y tan virulentas como las de cualquier ganapán, escalaron la casa número 5 del 2o Callejón de López de esta ciudad y se robaron una caja de música de la propiedad de la Srita. Estela Monroy. El escalamiento se efectuó en la tarde.
Doña Juana Sánchez se quejó a la policía de que en su casa número 10 de la calle de san Geronimito, de esta capital, fue abierta con llave falsa una puerta, llevándose los ladrones ropa, dinero y dos pistolas.
Faustino Jiménez y Aurelio N., asaltaron la casa que D. Miguel Gil posee en la Calle del Progreso, de la colonia “Bravo”, en Tacubaya.
Diez individuos, ocultos en las sombras del Portal de Tecpam, de esta ciudad, asaltaron a dos hombres del pueblo con el objeto de robarles una miserable tilma y un modesto sombrero.
Unos individuos, sectarios de la cruzada de El Imparcial contra el vaseo, horadaron la azotea de la pulquería “¿Sí o No?” situada en el campo Florido de esta Ciudad. Para cortar de raíz el mal del vaseo, que eriza los cabellos y dilata de terror las pupilas de El Imparcial, se llevaron todos los vasos del despacho. Extraña que El Imparcial no hubiese dedicado un poma a sus correligionarios…
«El Imparcial» no hubiese dedicado un poema a sus correligionarios.
A un kilómetro de Cuernavaca, en el pueblo de Tlaltenango, diez individuos asaltaron al joven Pascario Cruz con el objeto de robarlo y asesinarlo, pues los bandidos dispararon sobre él sus armas. El asaltado se salvo gracias a la velocidad de su huida.
El Sr. José Prado, que vive en la esquina de las calles de la Mariscala y de los Gallos, se querelló ante la autoridad contra José Luz Cortés, de los delitos de allanamiento de morada y robo de doscientos pesos.
Aprehendido Cortés, fue consignado a la cárcel General.
Santos Sánchez, camarista de D. Carlos Sánchez Navarro, se apoderó de una sortija de brillantes, una valiosa dormilonas y algunas otras alhajas. El robó se efectuó en la casa número 635 de la calle de la Industria de la Ciudad.
Unos ladrones forzaron la puerta de Carpintería situada en la calle de Tornito de Regina. Se apoderaron de toda la herramienta y de algunos otros objetos, que no ha podido recuperar el dueño, D. Juan Vélez.
En Jizamar, pueblo de San Juan Evangelista, que pertenece al Cantón de Acayucan, Ver., acaba de producirse un terrible escándalo originado por el Presbítero Cristóbal Montejano.
Sucedió, que este individuo, que tiene la sangre más ardiente que la de un turco en canícula, so pretexto de dar sanos consejos a una hermosa joven que acaba de celebrar matrimonio eclesiástico con un hombre trabajador y honrado, la introdujo a un cuarto del curato en donde la derribó brutalmente, consumando en su persona un acto violento y asqueroso.
Voló la víctima de la lasciva del fraile a unirse a su marido, tratando de ocultarle la desgracia de que había sido objeto; pero el hombre, tal vez porque comprendió que su joven compañera había entregado sus primicias a otro o bien porque alguien le indicase lo que había sucedido, maltrató a su mujer, por cuyo delito fue llevado ante la autoridad de Jizamar, la que lo remitió a la autoridad correspondiente de San Juan Evangelista.
Allí declaró la ofendida, que el causante de la desavenencia con su esposo, era el Presbítero Montejano, a quien acuso formalmente. El Juez de 1ª Instancia de Acayucan, ordenó que se remitieran las primeras diligencias, así como el cura violador, pero el Juez 1º de Paz de San Juan Evangelista, retrógrado recalcitrante y amigo de Montejano, embrolló el asunto, tratando de persuadir a la víctima de que, si insistía en su acusación, ella, la víctima, sería la perjudicada.
Esto es inmoral. La autoridad debe hacer respetar la ley en todo caso, para no dar el disolvente ejemplo de dejar impunes los delitos, sólo por servir a la amistad o al partido, porque debe comprender, que al mismo tiempo que ella se desprestigia, se desprestigia también el partido o facción a que prestan un servicio ilegal y grosero.
Vea el Gobernador Dehesa cómo anda su administración de Justicia y convénzase, de que ya que se considera débil y complaciente, debe dimitir, para que ocupe su puesto un hombre de energía y de valor en lo que toca a actos oficiales.
Por otra parte, la hazaña de ese fraile pone a descubierto toda la maldad, toda la perversión que esconde la hipocresía clerical y toda la concupiscencia que alborota y ruge bajo la repugnante sotana del clérigo.
Los vecinos de Autlán, perteneciente al oprimido Jalisco, deseando arrojar la pesada carga de gobernantes ineptos, y en su ineptitud, despóticos, han formado una convención política permanente que trabaje por la emisión del libre sufragio.
Es altamente significativo el dato anterior. Las asociaciones políticas son exóticas en esta época de mansa resignación. Se ve con cierto desenfado todo lo que al ejercicio de los derechos políticos se refiere. Se alardea de un retraimiento que muchas veces linda con la cobardía, y cuando se nos habla de libertades públicas, de sufragio, de derechos y prerrogativas, nos encogemos de hombros, con la pasmosa indiferencia de ilotas. También es cierto que se ha abusado del candor del pueblo. También es cierto que se ha prometido regeneraciones políticas y el pueblo ha tropezado con el latigazo de autócratas audaces.
Pero el despertar a la vida pública es tremendo, y más tremendo aun en esta época de ilustración en que el pueblo no seguirá ya la audaz proclama del revolucionario ambicioso. En esta época, la lucha del Club, de la Convención, de la tribuna, de la prensa, será la que resuelva el pavoroso problema del porvenir y a ello se apresta, en un radio corto, es cierto, pero no por corto, despreciable, la Convención política permanente creada por los honrados y patriotas vecinos de Autlán.
Enviamos a dicha convención nuestros más calurosos aplausos. Llena una misión provechosa. El espíritu público vacilante y escéptico, necesita ejemplos de civismo que fortifiquen, si esos ejemplos no brotan de personalidades púgiles, México seguirá siendo una vasta congregación de hombres manejables por cualquier audaz que imponga su capricho por la ley y su voluntad por dogma.
No solamente se ejercita ya contra los periodistas jaliscienses la venganza política, que por innoble que sea, lleva el sello de una preocupación, más o menos desnuda de criterio, pero preocupación al fin. Parece que ahora se ejercita contra los mencionados periodistas, la venganza personal, que no es una preocupación, que no es una salvación de principios bien o mal entendidos, que no es una medida gubernamental imperiosa acalladora de disturbios, sino una florescencia morbosa de las tiranías.
No ha bastado que se siga contra los periodistas jaliscienses un procedimiento a solicitud del Ministerio Público, que en las querellas necesarias es un intruso si el ofendido no reclama contra la ofensa, sino que se facilitan medios, se emplean procedimientos, se torturan leyes y se pervierten principios, para ofender a los procesados, para molestarlos con procedimientos inquisitoriales, para herir su dignidad, más grande y más elocuente que la de sus verdugos.
Después de que dichos periodistas fueron declarados bien presos, no se permitió que sus defensores hablasen con ellos, sin que el Director de la Penitenciaría oyese lo que hablaban. A uno de los defensores se le impidió hablar con su defensa. No se permitirá a los reos, a pesar de no hallarse incomunicados, hablar con sus familias. Se les prohibió escribir y leer periódicos. Se les sujetó a una vigilancia continua y bochornosa. En fin, a la tropelía de la encarcelación arbitraria, se agregó la tropelía en la prisión.
Estos procedimientos, saturados de venganza, son el proceso de la funesta administración curielista.
Se ha efectuado la vista en este palpitante negocio, tres días de audiencia en que se hizo derroche de erudición. El Sr. Lic. Francisco A. Serralde, ventajosamente conocido por su energía y talento, destruyó con lógica inflexible y con argumentos jurídicos poderosos, ese fantasmón sofístico y antijurídico procreado por el Juez Emilio Pérez de León para no desmentir la influencia atávica y para congratularse con los poderosos, sin sospecharse que estos mismos reprocharían su conducta.
Fue llamado al orden el Sr. Lic. Serralde porque calificó de arbitrario al Juez, prohibiéndosele el que hiciera apreciaciones semejantes. El Sr. Serralde es un hombre de carácter y replicó que como defensor y como ciudadano, estaba en aptitud de calificar la conducta del Juez inferior y que la calificación de arbitrario era la más venial que hallaba a la mano.
El Sr. Remigio Mateos, hizo su defensa con talento y energía. No es abogado, pero tiene un criterio jurídico, ausente en muchos funcionarios judiciales. Campeó en la defensa un valor civil nada común. Solicitó de la sala, la consignación del Juez Pérez de León por ataques a la libertad de imprenta. Muy bien. Proceso por proceso con la diferencia de que el sufrido por Remigio, ha sido injusto y el que incoara a Pérez de León sería aplaudido en toda la República.
Estamos, pues en vísperas de conocer la resolución del tribunal. El público desea con ansia conocer el epílogo de esta combinación sucia en que figuraron solamente protegidos del ex gobernador Mercenario, de este hombre funesto que arrulla su ineptitud en una poltrona de la Cámara de Senadores.
No nos referimos a las argumentaciones de la defensa, con diferencia en ligeros detalles ha sido la que en varios números de REGENERACIÓN hemos expuesto. Únicamente para concluir, nos asociaremos a la petición de Remigio Mateos: exigimos de nuestras autoridades que se consigne al Juez Emilio Pérez de León a la autoridad competente, para que se averigüen los hechos denunciados en el número 742 de El Hijo del Ahuizote, en el artículo «El Hijo del Ahuizote»no dejará de publicarse (En serio.)» Si es cierto que el Juez Pérez de León se valió de medios reprobados para impedir que el simpático semanario dejase de publicarse, es forzoso que haya un escarmiento para evitar que autoridades desprovistas de criterio, de talento y de sentido común, hagan de las leyes una burla y de nuestras instituciones un escarnio. No debemos permitir que se juegue con nuestros derechos con burla y desprecio de nuestras garantías.
Srs. Magistrados, ¡urge un escarmiento!
Como si nuestros gobernantes no estuviesen cansados aún de abofetear a las instituciones democráticas, el Gobernador de Tamaulipas1 ha proyectado erigir un monumento al cien veces maldito traidor Agustín Iturbide, en el lugar que ensució con su sangre tan abominable monstruo.
Por otra parte el Gobierno general dispuso que se recibirá, con lujo de demostraciones amistosas y de bajezas políticas, a dos príncipes austriacos que vienen a la inauguración de la capilla expiatoria, que la traición y el crimen han levantado como un reto soez a nuestras legítimas glorias en el histórico Cerro de las Campanas.
Los dos hechos ameritan una formal y seria censura por parte de los verdaderos mexicanos, porque por ellos se llega al convencimiento de que realmente han muerto nuestras instituciones democráticas; por ellos comprendemos que las aspiraciones liberales del pueblo oprimido y befado, se estrellarán contra el inmundo contubernio de la Iglesia y el Estado, de esa unión ilícita que la maldad ha consagrado y que ha tenido por fruto un hijo espurio: la Dictadura.
Protestamos enérgicamente contra los dos hechos apuntados, pues no podemos soportar la vergüenza de que se glorifique a un tirano y traidor como Iturbide, y que se arrastre la dignidad nacional a los pies de unos individuos de sangre azul, hijos de esa nación orgullosa y déspota, Austria, cuyo orgullo mordió el polvo al haber hecho justicia nuestra Patria cortando la vida a ese anémico ambicioso, Maximiliano, que como Iturbide, también ensució con su inmunda sangre el territorio nacional.
1 Guadalupe Mainero Juárez. (1856-1901). Abogado y periodista Tamaulipeco. Gobernó su estado natal en 1888 y de 1896 a 1901.
Estábamos en un momento de exasperante ansiedad. En todas las clases sociales se notaba un malestar profundo. Los periódicos de noticias baratas y absurdas eran arrebatados de las manos de los vendedores para enterarse de la salud del Presidente, aunque después se arrojaran con desprecio esos papeles banales, como se vuelve la espalda al impostor que trata de explotar nuestra candidez. El trabajo de tales hojas, que sin rubor se titulan amigas del pueblo, consiste en dar a la situación un tinte tal de bienestar, que nos fingiríamos vivir en un paraíso si todos fuéramos lo suficientemente incautos para comulgar con las necias patrañas de esos papeles sin conciencia. Todo el mundo quería adquirir noticias de la salud del Presidente. Todo el mundo deseaba saber qué era lo que pensaba ese hombre esfinge que escogió la capital del vecino Estado de Morelos como lugar en donde guardar, más bien dicho, en donde esconder su debilidad física y moral. La achacosa decrepitud del Presidente Díaz no podía exhibirse en la metrópoli; no era decoroso por razones de Estado, como acontece en las apolilladas monarquías. Pero al mismo tiempo que fue a esconder sus seniles achaques a la tierra caliente, ha escondido, con celo de avaro, en lo más recóndito de su cerebro, el designio que elaboró en su largo período administrativo, designio que, según se afirma, sólo es conocido por el ministro Mariscal, nombrado ejecutor testamentario de la herencia política del general Díaz. Esa herencia política se ha dejado vislumbrar. El autocrático designio del Presidente, casi se ha hecho popular, y en vista de ese designio, y en atención a esa herencia, la cobardía política ha comenzado a hacer a sotto voce su propaganda de servilismo y de bajeza. Con pena, casi con asco porque repugna, vamos a exhibir el lívido fantasma de la cobardía política, arrancándolo vigorosamente de su voluntario encierro para arrojarlo sin piedad a la vergüenza pública, porque la hipocresía no merece ni siquiera compasión. Al anuncio del grave mal del Presidente Díaz, una gran peste inficionó la atmósfera política. ¿De dónde salió la pestilencia? ¿Qué horrible sepultura dejó escapar esa bocanada que marea y que enloquece? ¿En qué hora maldita las hienas políticas se entregaron a la ingrata tarea de exhumar sus inmundas pasiones? La peste se difundió, se extendió de uno a otro confín de la República y a todo el mundo hizo huir su repugnancia. Cuando el público tuvo la certeza de que el general Díaz se hallaba realmente enfermo de gravedad, los indiferentes, los escépticos, los convenencieros, los acomodaticios y toda una serie de individuos desprovistos de valor civil, ¡se buscaron, se encontraron y se unieron! ¿Qué quiere la unión de tanta miseria? ¿Qué aspiración tiene esa repugnante corte de los milagros que abandonó en masa su barrio tenebroso para tomar por asalto las antesalas de las secretarías de Guerra y Hacienda? Esa miseria husmeó que los probables futuros Presidentes de la República, por la dictatorial voluntad del Presidente Díaz, son el general Bernardo Reyes y el licenciado José Ives Limantour, y se presentó a esas dos personalidades a manifestarles su adhesión incondicional y prestarles su decidido apoyo…. Pasemos por alto tanta bajeza para no asquearnos el estómago, y entremos a ver por qué título, en virtud de qué prerrogativa o de qué ilimitada facultad puede el general Díaz nombrar su sucesor para cuando muera. No satisfecho el capricho del Presidente Díaz con haber dejado a la voluntad de las Cámaras la elección del Presidente sustituto; no satisfecho con habernos entregado maniatados a la voluntad de unos hombres que no tienen voluntad propia, y que, para colmo de desventuras, no son representantes del pueblo, porque éste no los ha elegido, ni se atrevería nunca a hacerlo, porque los votos recaen en ciudadanos de verdadero mérito por sus notorias virtudes cívicas, y los miembros de las Cámaras no han demostrado una sola vez su amor a la patria y a nuestras instituciones, sino su amor y adhesión a la Dictadura, que por el hecho de serlo es contraria a ellas y pone en peligro el porvenir de la nación; no satisfecho, repetimos con haber desvirtuado la obra de 1857 con la reforma que nos pone bajo la tutoría de los diputados y senadores, cuando esos funcionarios más necesitan ser tutoreados que tutores, porque, como en otra ocasión dijimos,1 no tienen iniciativa, ni voluntad, ni patriotismo, en virtud de permanecer indiferentes a la obra de nuestros principios, el general Díaz, y esto lo sabe más de medio México, quiere que lo sustituyan el licenciado Limantour o el general Reyes. Por eso decimos, que el Presidente, no conformándose con entregarnos a la voluntad del Congreso, pretende imponer su personalidad aún después de muerto. Para él, por lo visto, nada vale la voluntad nacional, porque sin contar con ella va a imponer dos personalidades que no cuentan con el apoyo moral del pueblo. De las dos personalidades, ninguna es simpática a la nación, porque no tienen aptitud para desempeñar el puesto supremo, ni en su hoja de servicios cuentan con hechos que puedan valerles para ascender a ocupar un puesto en el que, además de no tener de su parte el apoyo de la nación, nada bueno harían. El licenciado Limantour se dice que no es mexicano, de modo que, antes de ocupar la Presidencia, bueno sería que se deslindara la cuestión de su nacionalidad, porque sería vergonzoso en caso de que no sea mexicano, que un extranjero rigiera los destinos del país. Además, el licenciado Limantour, por tradición y por linaje, es conservador, y la patria está hastiada de conservadores. El general Reyes tiene una vida pública conocidísima. La frontera norte de nuestra República siente todavía la pesadumbre del ex gobernador de Nuevo León. Este Estado y los de Coahuila y Tamaulipas se estremecen al solo recuerdo del gobernador Bernardo Reyes, y los ciudadanos sienten calosfríos al imaginárselo de Presidente. El general Reyes, en la Presidencia, implantaría una Dictadura más deprimente que la actual, y por ese hecho, su presencia en el poder sería un peligro para la tranquilidad del país. El general Reyes, siendo Presidente, nunca había de querer dejar el puesto, como ha pasado con el general Díaz, que se ha perpetuado en el poder, según dicen los serviles, empeñado en hacer nuestra felicidad. El general Reyes también había de tener ese empeño, y como aún no llega a la senectud, fácil será imaginarse que pasarían sobre la patria largos años de absolutismo y de tiranía, que darían por resultado la total muerte de las energías de los ciudadanos. De modo que ninguna de las dos personalidades conviene a la nación, que quiere hombre de positivo mérito y acendrado patriotismo. El patriotismo del licenciado Limantour es dudoso, incierto como su nacionalidad misma. El del general Reyes no hay que tomarlo en consideración, porque a los hombres pasionales como él, por más amor que tengan a la patria, siempre se sobrepone el orgullo personal, siempre los acomete el amor propio, que, cegándolos, los conduce a cometer aberraciones políticas, que cuando colman la medida en la pasiva sumisión de los ciudadanos, los esclavos, los mansos corderos que aparentemente consentían en dejar jirones de su dignidad en las manos de los sátrapas, se desperezan, sacuden su indiferencia, y ese sacudimiento hace correr ríos de sangre y hace pedazos los cetros de los déspotas. Ese sacudimiento es lo que se llama revolución. Y los mexicanos ya no queremos revolución; por eso es que queremos que haya libertad, que se acabe el personalismo, que surja a practicar sus sublimes funciones el poder popular, y que el general Reyes no sea jamás Presidente de la República. Su presencia en el poder sería peligrosa, como sería desquiciadora la presencia en él del licenciado Limantour, que no es mexicano. Por otra parte, nos parece exageradamente tiránica la decisión del Presidente Díaz en lo que respecta a dejar sucesor. El no tiene derecho alguno para imponernos gobernantes para cuando muera. Esa autoritaria voluntad no puede dispensarse ni por razones de orden, porque, cumpliéndose, se cumpliría el desorden, y no es aventurado creer que se cumplirían también las necias jactancias de los norteamericanos de apropiarse de nuestro territorio, porque esos ambiciosos se aprovecharían del desorden para sentar sus reales en nuestra patria. Basta ya de tan agobiadora tutela; los mexicanos hemos crecido lo bastante para elegir nuestros funcionarios que satisfagan las aspiraciones populares, y como los que tenemos la desgracia de soportar, que sólo satisfacen el capricho y la voluntad del Presidente emanado del pueblo, un Presidente que no se reelija, un Presidente verdaderamente demócrata y liberal, que vea con asco las políticas conciliadoras, hijas de la debilidad y de las voluntades medrosas. Por ello excitamos a todos los buenos mexicanos a que fijen su atención en un hombre incorruptible. Excitamos a los buenos mexicanos para que formen agrupaciones compactas y viriles, de las que hayan huido el miedo, de las que se haya arrojado a la cobardía política que nos agobia y que nos mata, para dar cabida al valor civil y a la firmeza de carácter, únicas virtudes que, unidas al patriotismo, pueden hacer que un pueblo sea grande, respetable y respetado. Excitamos a los buenos mexicanos a que instalen agrupaciones políticas en las que se discutan los actos buenos o malos de los gobernantes, en las que se trate desde la arbitrariedad del primer magistrado de la nación hasta la burda alcaldía del más insignificante de los caciquillos de aldea. Cuando la patria cuente con un buen número de agrupaciones de esta índole podremos decir que estamos salvados, que nuestra República no correrá peligros interiores ni exteriores. En esas agrupaciones se aquilatarán los méritos de las personalidades abocadas a ocupar puestos públicos, y de ese modo no volveremos a pasar la vergüenza de que un mandatario, esto es, un servidor del pueblo, olvide su papel y trate de hacer su voluntad. No volveremos a pasar la vergüenza de que se nos impongan a nosotros, los mandantes, individuos que debieran ser nuestros servidores. Entonces, el pueblo hará su voluntad. Unidos en agrupaciones políticas podemos contrabalancear los actos más autoritarios. Contando con esas agrupaciones podemos resolver el actual problema político, cuya sola enunciación es pavorosa, porque implica largos años más de tiranía en esta nación, que ha tenido el infortunio de estar siempre uncida al carro de los Césares de México y del extranjero. Ahora bien, ¿cuál es la mira del general Díaz para que sin consultar la voluntad nacional, él, motu propio, pretenda dejar un sucesor? Por más que queremos dar una razón de alto patriotismo a ese deseo del Presidente no la encontramos. Sólo vemos en ello el inmoderado afán de hacer sentir un poder omnímodo aun después de muerto. No es una razón de alto patriotismo, porque ya hemos visto que los futuros probables sucesores no son populares, no los deseamos, la nación no los apetece, porque no harían más que continuar de una manera rutinaria y servil la actual política opresora o bien implantarían algunas innovaciones para hacer sentir más la Dictadura. Unámonos los hombres de buena voluntad para hacer sentir nuestra opinión, para hacer pesar nuestro poder, porque si no lo hacemos corremos el grave riesgo de perder nuestra nacionalidad; si no lo hacemos declaremos en voz alta que hemos perdido nuestro tradicional valor, que hemos perdido totalmente la vergüenza y que estamos dispuestos a soportar sumisamente la marca bochornosa de los siervos, y en este caso vale más que desaparezca del mapa nuestro territorio y que los dos océanos se unan para esconder nuestra debilidad y nuestra cobardía bajo sus salobres ondas, siquiera sea para evitarnos el rubor de ser esclavos cuando de nosotros dependió el haber sido libres.
1 Véase supra, art. núm. 371
El Juez 1o de 1a Instancia de Hermosillo, Lic. Germán Velasco, ha sentenciado al Sr. Jesús Z. Moreno, inteligente periodista sonorense, a un año, un mes de prisión y mil pesos de multa, por los supuestos delitos de difamación e injurias cometidos por medio de la prensa. Prometemos ocuparnos en el análisis de ese fallo, que está ante el Tribunal en grado de apelación, tan carente de lógica, meditación y ciencia jurídica, como todos los del Juez Velasco.
Este Juez ordenó en su fallo que se abriera un nuevo proceso al Sr. Moreno, por ultrajes a la autoridad del Juez sentenciador, que, torpemente, se suponen cometidos en el alegato de defensa.
Por el asunto Pesqueira-Uruchurtu, que conocen nuestros lectores1, fue clausurada la imprenta de El Combate. Se pidió amparo contra ese atropello y la suspensión del acto reclamado; pero desgraciadamente el Sr. Juez de Distrito de Nogales negó la suspensión. La Corte revocará ese auto denegatorio, dictado en un momento de ofuscación incomprensible.
Ha sido encarcelado en Hermosillo, por orden del ya célebre (celebridad no envidiable) Juez Germán Velasco, el inteligente y honorable Sr. Lic. Manuel R. Parada, uno de los más tenaces defensores de las libertades sonorenses. El pretexto de la aprehensión es tan burdo como innoble. Habiéndose consultado al Abogado referido, sobre si debía publicarse el alcance de El Combate, referente al asalto sufrido por el Sr. Lic. Pesqueira, contestó afirmativamente, manifestando que dicho alcance expresaba hechos que estaban en la conciencia de la sociedad de Hermosillo.
Tan banal pretexto, cubre la animosidad de la administración sonorense contra el Sr. Lic. Parada, que ha sido uno de los más infatigables acusadores de su desaciertos. Deseaba encarcelársele y se le encarceló. Nada importan los medios que, por reprobados que sean, conducen a un acto más reprobado aún.
1 Véanse supra, arts. núms. 379 y 384
La «Junta Patriótica Privada,» de Pachuca Hgo., se ha servido enviarnos una hoja impresa que contiene el Acta de las sesión que la Asamblea General verifico el Domingo 3 del corriente, bajo la presidencia del Sr. Fernando P. Tagle.
En esa sesión se trataron asuntos de sumo interés para la causa de la libertad.
Los miembros de la asociación, dando muestras de elevado patriotismo, acordaron unánimemente elevar una protesta contra el antipatriótico e inmoral proyecto de Gobierno de Tamaulipas, relativo a la erección de un monumento al traidor Agustín Iturbide. Por tan cuerdo proceder enviamos a los Señores miembros de la Junta Patriótica Privada nuestros calurosos aplausos.
Enseguida el Sr. Fernando P. Tagle pronunció un enérgico discurso, que con gusto reproduciríamos si nos lo permitieran las dimensiones de nuestro periódico, y en su discurso el Sr. Tagle rindió un informe detallado de la labor de los delegados al Congreso Liberal, reunido en San Luis Potosí el día 5 del pasado Febrero.
El Sr. Tagle, después de explicar la índole de las Resoluciones tomadas por el Congreso Liberal, hizo notar la necesidad que se tuvo en cuenta para redactar los artículos adicionales, y dijo lo siguiente:
«Señores: como no puede haber efecto sin causa, necesario era hacer saber a la Nación cuál causa era la generadora de ese efecto llamado Congreso Liberal. Y de allí nació la necesidad de esos artículos adicionales que terminan las Resoluciones que estudiamos. Todos sabemos, todos sentimos, que no habría habido necesidad de la reunión de San Luis; que nadie habría vuelto a revivir las antiguas denominaciones de liberal y conservador e indiferente, sin una política torpe que difícilmente puede concebirse en un gobernante de mediano tino siquiera, no hubiera abierto las puertas del poder a ese enemigo que nada aprende ni nada olvida, y que al llegar a él, sólo se ocupó de violar las leyes que a todos nos amparan. Esto explica los dos primeros artículos adicionales.»
Ojalá que todos los Clubs reanudaran sus trabajos tan pronto y de manera tan eficaz como lo ha hecho la Junta Patriótica, de Pachuca, a la que felicitamos por su civismo y su amor al trabajo.
Un funcionario público, de esos que hacen mofa de la ley y escarnio de la justicia, ha sido consignado por la Suprema Corte, para que responda ante la autoridad competente de sus actos arbitrarios.
El Jefe Político de Colima es el autócrata consignado. Ese individuo redujo a prisión a D. Tiburcio Ventura, por una asunto meramente civil. La esposa de Ventura ocurrió al amparo de la Unión y el Sr. Juez de Distrito del Estado, obrando honrada y legalmente, suspendió el acto reclamado, mandó poner en libertad al quejoso y en definitiva lo amparó.
La Suprema Corte confirmó la sentencia del inferior, y apreciando que el acto reclamado constituía un delito, decretó la consignación del arbitrario Jefe Político de Colima.
Muy elogiada ha sido la conducta de la Suprema Corte en este caso. Únicamente se ha sentido que en otros muchos semejantes que a diario desfilan ante dicho Tribunal, no tenga también ese correctivo enérgico. Cierto es, que la autoridad consignada podrá salvarse entre las sucias intrigas locales; pero también lo es que ya su nombre ha sido arrojado a la vergüenza pública, y cuando se tiene delicadeza, por más que sea en dosis homeopáticas, esto es un correctivo eficaz.
No cabe la menor duda de que la mujer ha despertado del anonadamiento en que la tenían sumida las hipócritas doctrinas conservadoras. La mujer, que por tradición parecía condenada a ser la víctima inevitable de la hipocresía del fraile, que escogía la penumbra de los confesionarios para poner en juego su obra de corrupción y de retroceso, esgrimiendo como arma formidable las necias doctrinas de una perdición eterna, para perturbar las conciencias por medio de mentidas penas de ultratumba, esa mujer se ha sobrepuesto a las preocupaciones y se levanta hoy valerosamente, haciendo huir de su cerebro los sofismas jesuíticos, para dar cabida a las sanas enseñanzas de la ciencia.
Las honorables damas de Pachuca están dando muestras de su ilustración, y muestras patentes, también, de sus ideales republicanos y progresistas.
Las damas de Pachuca, deseosas de que la Biblioteca Pública de la Junta Patriótica Privada, cuente con el mayor número posible de obras para la instrucción del pueblo, ha donado una considerable cantidad de libros de verdadero mérito, revelando esos donativos, no sólo el desprendimiento y libertad de tan honorables damas, sino también su alto grado de cultura.
Subyuga tan simpática acción del elemento femenino, porque por ella se llega al convencimiento de que el hombre no trabajará más sólo en esta dura lucha contra los enemigos de la luz, sino que tendrá como decidido aliado al bello sexo. Con tan noble acción, los campeones de la democracia sienten redoblar sus fuerzas al ver que no están solos, sino que la mujer hace causa común con ellos y comulga con las mismas sanas ideas de libertad y de progreso.
Con toda nuestra alma felicitamos a las patriotas damas de Pachuca por su enérgica resolución de hacer a un lado las preocupaciones fanáticas, para abrirse paso hacia el amplio campo de las ideas liberales, de las que estriba la redención del pueblo. Al mismo tiempo hacemos votos fervientes porque no desmayen tan dignas damas en su empresa de procurar el civismo de las masas; que sigan adelante, como han comenzado, con la conciencia tranquila en virtud de prestar a la Patria tan valioso servicio, teniendo en cuenta que su acción tan noble les atrae los corazones de los verdaderos patriotas, porque si son simpáticas las voluntades enérgicas, si los actos heroicos cautivan, más cautivan y simpatizan más, cuando esas energías y esos heroísmos son desplegados por la mujer, ese ser que hace amable la vida porque es noble, es bello y es simpático.
En Casas Grandes, Chih., hay un Juez Menor, que aunque letrado, no desdeña las prácticas de los analfabetos Jueces de Paz.
No hace mucho que en un juicio seguido contra el Sr. Francisco Fausto Corona, condenó a este señor sin que hubiera habido emplazamiento, ni demanda, ni pruebas de parte del actor, pues que éste presentó tres testigos que nada declararon a su favor. A uno de ellos no le constaban los hechos que se le preguntaron, otro se produjo con notoria falsedad y el tercero habló de todo, menos de lo que se trataba.
El Sr. Fausto Corona le ha exigido responsabilidad a ese Juez, que se llama Agustín Terrazas, pero parece que no le aplicará castigo alguno, porque ha preparado su defensa por medio de testigos falsos, y, además, está emparentado con el Tesorero General del Estado de Chihuahua. Esta última circunstancia, por sí sola, basta para dejar que continúe en su puesto el Juez Terrazas, quien reanudará su labor de arbitrariedades, que hoy por hoy, constituyen los mejores méritos para ocupar un puesto público cualquiera.
De todos modos, felicitamos al Sr. Francisco Fausto Corona por su valor civil que ha revelado al acusar a ese funcionario, a quien si por complacencias y recomendaciones se declara que es inocente, el público ha fallado de antemano y lo ha colocado en el lugar que le corresponde, como mandatario inepto y caprichoso.
.”.. la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos en otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados.”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)
(Continúa)
Las calles de la Capital son propicias a los asaltos. Nuestra policía, ocupada en aprehender a ese 90 % que sale de la Cárcel de Belén con la patente de su inocencia justificada, descuida la vigilancia y persecución de los criminales. Quizá sea debido a que es más fácil y menos peligroso aprehender a ciudadanos pacíficos, que habérselas con criminales insolentes.
La Sra. Albundia López pasaba por la calle de Alcocer. A pesar de que aún era de día, dos individuos la asaltaron, la hirieron y la robaron, despojándola hasta de sus ropas. El hecho fue escandaloso y vivamente comentado. Se ha notado en público que coincide con el nombramiento de Inspector hecho en la persona del Coronel Villegas, el incremento de raterías y bandidajes en la capital. Esto hace suponer que al Sr. Villegas le viene holgado su empleo y que es forzoso removerlo del puesto que ocupa.
Unos individuos rompieron los cristales de un tragaluz de la casa no. 15 de la Colonia San Rafael de esta Capital, propiedad de D. Agustín Donneman, se introdujeron por dicho tragaluz, fracturaron las cerraduras de un ropero y robaron alhajas por valor de $400.
Los robos con fractura, en esta Capital, son de alarmante frecuencia. En la calle Cerrada de la Misericordia, unos ladrones rompieron las cerraduras de un estanquillo y extrajeron mercancías y ropa. Otros bandidos, fracturaron la cerradura de una barraca situada en la calle de la Mariscala y robaron una valiosa herramienta.
Ni los encargados de velar por la seguridad pública escapan del ataque de los malhechores. En el Monte de las Cruces fue asaltada una ronda de vigilancia, compuesta de un cabo y un soldado del Cuarto Escuadrón, en que se fraccionó la temible Brigada Gutiérrez. Los bandidos dejaron maltrechos a los guardianes de la seguridad y les robaron sus carabinas y sables.
Un infeliz mercachifle que recorría los pueblos vendiendo algunas mercancías, fue asaltado en la serranía del Ajusco. Se le asesinó y se le despojó de sus escasas mercancías y del insignificante producto de la venta de ellas.
Una cuadrilla de bandidos, asaltó la “Mojonera,” rancho que está a corta distancia de Zapopan, Jal. Se llevaron algunas reses.
La misma cuadrilla asaltó en el mismo camino entre Zapopan y el rancho del Zapote, a Francisco Ríos. Éste se defendió con su pistola; pero aparecieron otros bandidos que lo golpearon, lo despojaron de cuanto llevaba y lo amarraron a un árbol.
La cuadrilla que efectuó los dos asaltos anteriores se compone de ocho jinetes y otros tantos peatones, todos bien armados.
Otros enemigos del “Vasco,” ejercitando una cruzada práctica, horadaron una pulquería situada en la calle del Puente del Rosario de esta Ciudad, y se llevaron todos los vasos del establecimiento.
Nuestro buen amigo el Sr. Lic. Antonio Horcasitas, ha sufrido dos veces consecutivas el ataque de unos bandidos que, trepando la barda de la casa que dicho Abogado posee en San Pedro de los Pinos, robaron algunos objetos. El segundo asalto se efectuó por la impunidad del primero, pues por más que el Sr. Lic. Horcasitas se quejó del robo sufrido, las autoridades protegieron a los asaltantes desatendiendo la queja.
(Continuará)
El Gobernador Curiel escogió para director del Liceo de Varones, a un congénere del Lic. Castañeda y Nájera, Director de la Preparatoria. No tendrá el talento suficiente para ser un maestro; pero en cambio posee todas las cualidades necesarias para ser un autócrata.
El Director del Liceo ordenó que se impidiese a los alumnos salir del establecimiento antes de la una de la tarde. Esto molestó a los alumnos que tienen distintas ocupaciones que atender a la salida de sus quehaceres escolares, y como algunos de ellos protestaran, se ahoga esa protesta con la expulsión de los disidentes.
Este hecho revela una amarga y dolorosa verdad: por descabellada, por torpe, por necia que sea una disposición superior de esos autócratas, que por irrisión se llaman Directores de Escuelas que no saben dirigir, porque son ineptos, debe acatarse sumisa e incondicionalmente, con esa sumisión incondicional que esos Directores observan con sus protectores.
Decididamente, se pretende encallar a esta juventud, para hacerla en vez de levantada y noble, servil y degradada.
La impopular y despótica Administración de Izábal, ha sufrido otro rudo descalabro. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha amparado al inteligente y vigoroso periodista D. Belisario Valencia contra las tropelías inferidas por el conocido Juez Germán Velasco el instrumento de todas las chicanas judiciales que prohíja la administración referida.
El Sr. Valencia dirigía el importante periódico El Sol y en unión de otros valientes campeones, entre ellos El Demócrata del inteligente periodista D. Jesús Z. Moreno, sostuvo a mediados del año anterior una lucha noble y valiente contra los sucios procedimientos del elemento oficial que pretendía, y lo consiguió al fin por medio de la fuerza bruta y de insolente arbitrariedad, hacer que venciese en las elecciones municipales la candidatura impopular y aborrecida.
El Sr. Valencia descubrió los manejos ilegales del ayuntamiento, censuro sus actos bochornosos, delineó el enjuague oficial poniendo de bulto sus armas innobles y punibles y desenmascaró una situación política falsa, arrojando sobre el bufete de los torpes gobernantes el inventario de sus errores administrativos.
El Gobierno sonorense que burla todo lo franco y aborrece cordialmente todo lo justo, se sintió movido por un furor epiléptico y hundió en calabozos a todos los bravos paladines del sufragio popular, fue denunciado El Sol, decomisada la imprenta y encarcelado el Sr. Valencia.
El Sr. Valencia pidió amparo contra su prisión y el decomiso de la imprenta y el Sr. Juez de Distrito de Nogales lo amparó, declarando expresamente que la imprenta no es instrumento de delito. La Suprema Corte confirmó el fallo del inferior y por telégrafo comunicó su decisión.
Felicitamos muy cordialmente al Sr. Valencia por la justicia que ha distribuido. Nuestra felicitación la extendemos también al independiente y entusiasta pueblo sonorense, tan oprimido y tiranizado, opresión y tiranía que en no lejano tiempo concluirá, gracias a la actitud levantada de la Corte que ha sabido destruir, como indudablemente seguirá destruyendo todas las maquinaciones de los gobernantes déspotas.
Con profusión ha anunciado nuestro estimado colega El Universal, que desde el próximo 1º de abril valdrá un centavo.
Nos congratulamos de que un periódico liberal e independiente, como El Universal, pueda reducir su precio, pues que de este modo será leído por todas las clases sociales al ponerse al alcance de todas las fortunas.
Ya era tiempo de que una empresa de buena voluntad hiciera formal competencia a nuestra actual prensa barata,1 que sólo se preocupa en alabar desmedidamente a la autocracia que oprime al pueblo, aunque a su vez el cuello pregona que se trabaja por el bien colectivo.
Un periódico verdaderamente independiente y barato, era necesario para contrarrestar la inmoral doctrina que viene predicando la prensa asalariada.
Felicitamos al colega y deseamos que continúe su patriótico programa para el bien del pueblo, y que el éxito corone sus laudables esfuerzos.
1 Refiérese a El Imparcial.
El Juez de 1ª Instancia de Tula, Tamaulipas, siguiendo las huellas de otros muchos jueces arbitrarios de la República, que odian el periodismo porque descubre y censura sus reprobados manejos, encarceló a D. Rubén Acuña por un supuesto delito de imprenta.
El Sr. Acuña demostró su inculpabilidad y en vista de que su arbitrario Juez se negó a ponerlo en libertad absoluta, ocurrió al amparo de la Unión. El Sr. Juez de Distrito lo amparó y la Suprema Corte confirmó el fallo, ordenando que el Juez de 1ª Instancia sea sometido a los rigores de un proceso.
Aplaudimos cordialmente esa resolución. El periodista independiente atraviesa por una época aciaga. Entre las iras de los poderosos y las burlas de los acomodaticios, va gastando sus energías para difundir ideas y conmover letargos, hasta que tropieza con el banquillo de los acusados, para oír una sentencia que brota de los impuros labios de una autoridad judicial, familiarizada con todas las genuflexiones y de criterio embotado en todas las conveniencias egoístas, y por egoístas, mezquinas.
La rehabilitación del periodista se espera de las autoridades judiciales superiores. La Corte ha comprendido ese deber, y lo ejercita. Nada importa que algún periodiquillo provinciano que se agazapa tras de las botas de un General de manejos torpes y gestión dudosa, desahogue en reproches las iras de su amo perdidoso.
Es forzoso continuar procesando autoridades arbitrarias. Lentamente, bien; de lo contrario, la República presentaría el espectáculo de un inmenso tribunal. Faltarían jueces.
Nos complace notificar una noticia que ratificara todo lo que sobre el asunto de «El Heraldo» hemos escrito números anteriores.1 No debe haberse olvidado que las Autoridades de Aguascalientes, siguiendo el rutinario y nada recomendable procedimiento de perseguir periodistas, denunciaron un número de nuestro valiente colega. Esa denuncia provocó la encarcelación del Sr. Lic. Aniceto Lomelí y la clausura de la imprenta. Contra el Sr. Lomelí se dicto un auto de formal prisión, que confirmó el Tribunal de Aguascalientes con fundamentos disolventes que rebatimos en este periódico.
El Sr. Lic. Lomelí pidió amparo contra dicho fallo y la suspensión del acto reclamado, y aun cuando el Juez de Distrito negó la suspensión, por no sabemos que complacencias de algunos funcionarios federales que se identifican con la política turbia de los Estados en que residen, la Suprema Corte revocó el auto del inferior y concedió la suspensión. Como el motivo de la prisión del Sr. Director de «El Heraldo» y el decomiso de la imprenta, es tan burdo, tan mal forjado, tan ilegal y atentatorio, la Suprema Corte ordenó por la vía telegráfica, que dicho señor fuera puesto en libertad desde luego y se le entregara la imprenta decomisada.
Queda, pues, demostrado que las autoridades judiciales de Aguascalientes no administran justicia, sino que obedecen únicamente los caprichosos ordenamientos del impopular Gobernador Sagredo2. La Suprema Corte se ha encargado de efectuar esa demostración y de ratificar lo que en números anteriores hemos asegurado: el proceso del Sr. Lic. Lomelí ha sido una vergüenza innoble contra el periodista honrado que ha descubierto las torpezas del Gobierno de Aguascalientes.
Felicitamos a nuestro colega «El Heraldo» por el buen éxito en el juicio a que aludimos y deseamos verlo otra vez en la lucha, tan enérgico y tan sensato como ha sido.
Por la parte que nos corresponde como periodistas independientes, sujetos quizá en no lejano tiempo a las persecuciones de los déspotas, enviamos a la Suprema Corte nuestros aplausos por su noble y levantada actitud.
1 Véanse supra, arts. núms. 122, 143, 156, 230, 243, 282 y 332.
2 Carlos Sagredo. Gobernó Aguascalientes de 1899 a 1903.
En varios puntos de la República corre el rumor de que el Gral. Bernardo Reyes ha procurado que no se instalen nuevos clubs liberales en los Estados en que tiene cierta influencia.
En Monterrey y Saltillo, hace algún tiempo que se pensaba fundar varios clubs, pero se nos asegura que el Ministro ha interpuesto su influencia para impedirlo.
Nosotros pensábamos que el Gral. Reyes era demócrata, pero nuestra decepción ha sido grande al tener noticia de sus maquinaciones obstruccionistas para la causa liberal.
Su conducta es bien reprochable, porque debe saber, y si no lo sabe se lo decimos, que hay que respetar las ideas, máxime cuando esas ideas como las liberales, tienden a realizar el verdadero progreso de nuestra Patria, porque harán que el pueblo deseche el fanatismo religioso, que despierte el espíritu público y que ejercite ese mismo pueblo sus derechos para que ya no se le tiranice ni se le explote más.
¿Qué móvil indujo al Ministro a ejercer presión sobre los ciudadanos liberales de Monterrey y Saltillo? ¿A qué se debe su oposición para que los liberales ejerciten sus energías?
Insistimos en que es reprochable la conducta del Gral. Reyes, porque ella tiende a sofocar las manifestaciones democráticas. Por dicha conducta se muestra de bulto el poco o ningún amor que tiene al pueblo y a las instituciones, así como revela su afecto a los actos titánicos y opresores.
Decididamente el Gral. Reyes no podrá ser buen Presidente de la República, porque si ahora, que solamente es Ministro, ejerce actos de autócrata, estando en el Poder sofocará cuanto signifique actividad popular y matará todas las energías para convertirse en Dictador.
Nuestro estimado colega El Universal se lamenta, y con sobrada justicia, de que no obstante haber manifestado que en las casas de la calle de Leandro Valle, anexas a la Iglesia de Santo Domingo, se halla establecido un convento con todas las formalidades que exigen las reglas monásticas, no sólo no se da paso a disolver una agrupación que delinque, o a castigar a los asociados, sino que ni aún se procura averiguar la certeza o la inexactitud de la denuncia.
Tiene razón nuestro colega para quejarse. Al Gobierno poco le importa que se viole descaradamente la ley, si la violación sirve para robustecer al partido conservador del que es jefe. Desde el Presidente de la República, hasta el más insignificante mandatario, todos son adictos a tan funesto partido, puesto que todos siguen la misma turbia política que se llama de conciliación.
No esperamos, por tanto, que la actual administración tome medidas enérgicas para contrarrestar la influencia clerical. Tendremos que esperar mejores días para que nuestras instituciones estén en vigor; pero aún entonces, quién sabe si ya sea tarde; entonces, quién sabe si el mal haya atacado hasta la médula y tengamos que conformarnos con suspirar por nuestras leyes muertas.
Pero si nuestro porvenir es éste último; si nunca hemos de librarnos de las garras del clero, porque nos toque en suerte tener gobernantes clericales; si estamos condenados a presenciar la transformación de nuestra Patria en un inmenso, monstruoso monasterio en el que el Presidente haga de Rector, sus Ministros sean los sacristanes y la prensa asalariada haga el ínfimo papel de monaguillo y nosotros seamos los fieles a quienes se explota y se envilece, protestamos con toda energía necesaria contra la complacencia del Gobierno al no suprimir los conventículos y dejar impune la infracción que hace a nuestras leyes. Protestamos contra la indiferencia del Gobierno que llamándose falsamente liberal, permite que los ensotanados manchen nuestras instituciones, al amparo de la torpe y necia política de conciliación.
Llegó por fin a esta capital el Gral. Díaz. La adulación y el servilismo se dieron cita para recibirlo y en el andén de la Estación del Central se encontraban los individuos que viven del Erario.
La mayor parte de los individuos que formaron la comisión que se presentó al Gral. Reyes a ofrecerle la Presidencia creyendo que el Gral. Díaz estaba agonizando, sin rubor se presentó a saludarlo.
Una turba de desarrapados escandalizó a la llegada del tren presidencial y corrió detrás del carruaje que condujo al Presidente a su casa de Cadena. Si se le hubiera permitido, la turba hubiera tirado del carruaje, como tiró del de Agustín de Iturbide.
Algunas casas de comercio se dignaron poner una que otra bandera en las fachadas de sus establecimientos.
El domingo 17 del corriente, estuvo de fiesta la progresiva ciudad de Lampazos, N.L.
El «Club Liberal Lampacense» celebró su primera conferencia pública en el Teatro «Juan Ignacio Ramón» de aquella cuidad, en cumplimiento del artículo 3º de sus Estatutos y de la Resolución 18ª del Primer Congreso del Gran Partido Liberal.
El programa fue escogido y ameno y todos sus números se cumplieron a conciencia, siendo calurosamente aplaudidos los números de concierto, en el que lucieron su maestría y delicado sentimiento artístico de las bellas señoritas Herlinda Garza, Matilde Iruegas, Prudenciana Martínez, Dolores Naranjo y María García Leal y el notable pianista Sr. Felipe Naranjo.
El socio Sr. Vidal Garza Pérez, disertó ampliamente sobre la «Importancia de la Constitución de 57 y Leyes de Reforma.» Su discurso inspirado en la más avanzada escuela filosófica y en el más puro patriotismo, cautivo y fue aplaudido estrepitosamente.
El socio Sr. Ing. Francisco Naranjo, h., escogió por tema el art. 1º de la Constitución de 57. «El pueblo mexicano reconoce que los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones sociales. En consecuencia, declara que todas las leyes y todas las autoridades del país deben respetar y sostener las garantías que otorga la presente Constitución.» Este discurso fue notable por la valentía del orador. Su estilo brillante, nervioso, lleno de imágenes felices, de comparaciones exactas y fáciles figuras retóricas y el sano patriotismo elocuente manifestado en la elegante pieza oratoria, valieron al orador una ovación ruidosa y merecida.
El socio Sr. Dr. Juan C. Fernández disertó sobre «Libertad de Enseñanza.» El discurso del Sr. Fernández reveló al pensador, al filósofo, al hombre que gasta los mejores años de su vida en el estudio y la observación. Su discurso, eminentemente práctico y de distinguido corte moderno, puso de relieve el seso y amplia ilustración del orador. Inspirado también en noble patriotismo, fue bastante aplaudido y celebrado tan bello discurso.
Después de esta fiesta intelectual, se verificó una animada kermesse con el loable fin de reunir fondos para cooperar en los gastos de la publicación del Libro de Actas del Primer Congreso Liberal y para el mejoramiento de la Biblioteca Pública del «Club Liberal Lampacense.»
Las más distinguidas señoras y señoritas se presentaron gustosas a ayudar a los socios del Club y su presencia sirvió para dar a la kermesse el tinte encantador y simpático que sólo a la mujer le es dado proporcionar en las fiestas.
Felicitamos a las distinguidas damas de Lampazos por una buena voluntad en dar animación a las reuniones del «Club Liberal Lampacense.» Su presencia en muchas reuniones es la mejor prueba de su cultura y su amor al progreso.
Como liberales, enviamos a tan honorables damas nuestro respetuoso reconocimiento por la ayuda franca y desinteresada que presentan a la causa de la libertad. También hacemos constar nuestra admiración por su patriotismo por su indiscutible valor civil y energía, hermosas virtudes que las enaltecen y las ponen muy por encima de tantos hombres que no se ruborizan de ser cobardes.
Hemos recibido el siguiente telegrama que con gusto insertamos:
«San Juan Bautista, Tab., 18 de Marzo de 1901.- Directores de REGENERACIÓN.- México D.F.- Instalóse ayer con gran entusiasmo Club Liberal «Valentín Gómez Farías.»1 Participámoslo satisfactoriamente. Presidente, José Ventura Calderón.2– Secretarios, Clemente Souza Calderón y Cuauhtemotzin Vera.»
Ardientes partidarios como somos, de la causa liberal, nos congratula sobremanera que las ideas progresistas se abran paso no obstante la indiferencia que se ha apoderado de los ciudadanos.
Ya era tiempo de que se fundara en San Juan Bautista un Club Liberal.
Nuestros aplausos a tan dignos ciudadanos por su patriotismo y su valor civil, y nos complacemos en manifestarles que ponemos REGENERACIÓN a sus ordenes.
1 Valentín Gómez Farías (1781-1858). Médico y político jaliciense. Diputado a las Cortes Españolas (1812). En 1821 se adhirió al Plan de Iguala. Propagó las ideas liberales, especialmente en Zacatecas. Inició la Reforma. “Patriarca de la Revolución Liberal”. Vicepresidente de México en 1833 y 1846 y Presidente en 1833, 1834 y 1846-1847. Secundó el Plan de Ayutla. Diputado por su estado natal al Constituyente de 1856-1857. Inició la Reforma. “Patriarca de la Revolución Liberal”.
2 José Ventura Calderón. Periodista, masón. Publicó La Hoja Dominical, ‘periódico destinado al libre examen’, San Juan Bautista (hoy Villahermosa, Tab.) en 1894.Mantuvo relación con los redactores de Regeneración al menos hasta 1906.
El día 2 del próximo Abril, aparecerá en esta ciudad un nuevo órgano de combate que se titulará Pro-Patria1, y será redactado por inteligentes y aventajados estudiantes de Derecho.
El nuevo órgano será absolutamente independiente y su programa lo informarán los más avanzados principios liberales.
Pro-Patria será un periódico de porvenir, precisamente porque será redactado por el elemento joven, en el que no ha fructificado aún ni la simiente de la adulación al poderoso, ni el germen de la indiferencia que ha hecho de los ciudadanos otras tantas máquinas que no pueden funcionar por sí solas.
Recomendamos a nuestros lectores el referido periódico, en el que encontrarán todos los sanos ideales de la juventud independiente y digna; en él encontrarán también, la acre censura hecha a los Césares, sin reticencias, sin rodeos como saben hacerlo los hombres de energía y de valor, a los que nada importa la tranquilidad personal, cuando se trata de luchar por los principios.
Este órgano viene a aumentar el reducido número de periódicos verdaderamente independientes que se publican en la capital, por lo cual nos congratulamos, porque seremos más en la lucha y se hará algo de mayor provecho.
Buen éxito deseamos al futuro colega.
1 Periódico que no vio la luz.
Otra vez más circuló con insistencia el bello rumor de que el Lic. Joaquín Baranda se retiraría del Ministerio de Justicia, dejando el campo a nuevas aptitudes y energías que se preocupasen por la implantación de la justicia y el desarrollo de la instrucción pública en México. Otra vez se ha notado en el público, y especialmente entre los Abogados, una vibración de placer; pero han pasado días después de la prolongada entrevista en Cuernavaca con el Presidente y se ha comentado el paso del Lic. Pallares a dicha ciudad, sin que hasta ahora se haya redactado la renuncia del Lic. Baranda.
Creemos sinceramente que ésta urge. Debía convencerse de ello el Lic. Baranda. Sobre todo, debe convencerse de que es más patriótico dejar un puesto que no se puede servir, ya sea por falta de aptitudes o por carencia de voluntad, que continuar en él contra la protesta del público.
Pero si el Lic. Baranda tiene horror a las iniciativas y ese horror le impide poner su renuncia, creemos que el Presidente de la República podría hacer algo bueno, haciendo renunciar al Ministro de Justicia.
Unas personas de buen humor se reunieron en esta Capital, con el plausible fin de fundar una sociedad científica.
Todos estuvieron conformes en los vuelos más o menos altos que debía emprender la agrupación, y hasta se aprobó un reglamento al que debían sujetarse los socios.
Pero nadie se había fijado en que la agrupación no tenía nombre. Y se pusieron a buscarlo.
Uno propuso que la sociedad depusiera bajo la advocación de Lavoiser, otros que bajo la de Newton, otros más, que bajo la de Gabino Barreda1 y así sucesivamente, todos y cada uno de los socios, propusieron nombres de personajes más o menos ilustres que pudieran dar cierto prestigio a la naciente asociación científica.
Por fin, después de mucho discutir y de llevar a la arena del debate cuanto nombre se les vino a mientes, de común acuerdo convinieron en que la sociedad llevara el nombre de ¿Pascal? ¿Newton? ¿Lavoiser? ¿Barreda? No, el nombre de Vidal Castañeda y Nájera.
A nosotros nos parece que por muy honorable y perfecto caballero que no dudamos es el Sr. Castañeda y Nájera, no es su nombre lo suficientemente prestigioso, como perteneciente a un hombre de ciencia, para dar lustre a una sociedad científica.
El Sr. Castañeda y Nájera no se distingue por su sabiduría, y creemos, que sólo por hacer pasar un mal rato, se permitieron los asociados gastar con él una broma que resultó un tanto pesada.
1 Gabino Barreda (1818-1881). Médico, educador y filósofo poblano. Fundó la Escuela Nacional Preparatoria en 1867, año en que elaboró, con otros, la ley que implantó la enseñanza elemental obligatoria y gratuita y eliminó la instrucción religiosa. Impulsó el positivismo en México. Fundó la Sociedad Metodófila. Sus ideas inspiraron la formación del Partido Científico. Opúsculos, discusiones y discursos (1877).
El periódico semioficial, sin rubor alguno, dio la noticia de que en una casa de la calle de Santa María fueron aprehendidos quince hombres y ocho o diez mujeres que jugaban albures.
Nos parece que esa aprehensión, que pasó desapercibida al público, revela una deformidad en la aplicación de las leyes. Se juega públicamente en esta capital en casas que pagan una contribución que no figura en ningún presupuesto, y la policía y el Gobernador del Distrito lo saben y no se aprehende a los jugadores. Se juega en algún tugurio que no paga esa contribución, y la policía aprehende, y encarcelan los jueces. En uno y otros casos, se trata de un delito previsto y penado en nuestra legislación positiva; pero en un caso se paga una contribución misteriosa que tiene la virtud de atropellar al Código, y en el otro caso no se han pagado los derechos que sancionan la violación de la ley.
Esto es tremendo. En México, para vergüenza nuestra, se viola un precepto legal previa paga. Se compra la justicia por una contribución misteriosa no sancionada en ningún presupuesto.
La igualdad ante la ley, se borra por la desigualdad en el precio de la violación de esa ley.
Vamos a tratar una materia que nos apena, porque, estudiándola, nos convencemos de que nuestra República no es más que una autocracia solapada a la que se ha dado una mano de barniz para disimular las crudezas de una monarquía absoluta.
En efecto, a nadie se le escapa que la existencia del Congreso de la Unión es completamente inútil, y es inútil porque carece de iniciativa, y carece de iniciativa porque no es independiente, y no es independiente porque no emana del voto popular, y sucede esto último porque al pueblo no se le deja votar.
El general Díaz elige a los miembros del Congreso, y esa elección se hace no en atención a la intelectualidad oratoria de los escogidos ni a su patriotismo. Basta que un hombre demuestre su adhesión, no a las instituciones, sino al Presidente, para que éste lo haga diputado o senador; basta que el arzobispo Alarcón recomiende a un protegido suyo, o basta, por ultimo, que alguien milite en el bando conservador o presente los nada decorosos títulos que lo acrediten como servidor de Maximiliano para que desde luego tome asiento en una curul.
Y no mentimos; recórrase la lista de los miembros del Congreso y dígasenos después cuál de sus miembros ha sido elegido por el pueblo. Con seguridad que no se nos designará uno solo; todos han sido nombrados por el Presidente, y todos, por esa circunstancia, le sirven a él y no a la nación.
De todo lo anteriormente expuesto proviene que los miembros del Congreso no cumplan con su deber, porque es claro que el hombre que sin méritos propios llega a ocupar un puesto por favor, obedecerá al protector, a riesgo de pasar por ingrato si no lo hace. Las voluntades más firmes se apocan considerablemente cuando tienen la debilidad de aceptar un favor. El primer paso que el hombre da fuera de los limites de su firmeza, le impide retroceder, porque es mas fácil seguir adelante que regresar.
Por esa razón consideramos inmoral la manera de nombrar a los miembros del Congreso; de ese modo se pervierte en ellos hasta el sentimiento de amor a la patria, para dar cabida a una idea fija que atenacea y tortura, consistente en emplear todos los medios que haya al alcance para congraciarse con el hombre que les ha procurado un puesto, que no merecen por cierto, por su carencia de virtudes cívicas.
Y así vemos que esos funcionarios permanecen impasibles, inconmovibles ante la ruina de nuestras instituciones; permanecen indiferentes a toda iniciativa. Y ninguno de ellos es capaz de hacer oír la más débil protesta, limitándose a presenciar fría y serenamente la derrota de la Justicia y del Derecho.
El diputado y el senador nunca piensan en la patria; esta idea no les preocupa. Para ellos, la patria es el Presidente, el que ordena que se anoten sus nombres en la nómina frente a una partida de doscientos cincuenta pesos mensuales. Esos funcionarios han sido hasta aquí unas máquinas; hasta aquí han sido unos fonógrafos que repiten las impresiones que el poder les comunica, sin averiguar si la inspiración del poder es patriótica o no, si esa inspiración tiene por motivo el bien general o si proviene del malsano fermento de pasiones en que borbotan la ambición y el egoísmo, la sed de mando y el insaciable deseo de hacer pesar una voluntad única, con una pesadumbre tal, que abata aun a las voluntades más enérgicas.
Pero ya es tiempo de que los miembros del Congreso ejerciten sus energías; ya es tiempo de que piensen por sí propios, sin que hagan aprecio de otras inspiraciones que no provengan del pueblo ni obedezcan sus actos más mandatos que los de su conciencia.
Ha llegado la hora en que puedan romper ese lazo que los tiene atados a la voluntad de un solo hombre, para que, libremente, sin coacción alguna, trabajen por el restablecimiento de nuestras instituciones, arrancando con firmeza de nuestra mutilada Constitución esas adiciones y esas reformas que, a manera de parches grotescos, permitieron ellos mismos que se las aplicara la voluntad militar del general Díaz.
Esos parches grotescos que, con el pretexto de reformar y adicionar la obra que nos dejaron nuestros padres, se agregaron tan sólo para ir despojando al pueblo de sus libertades más caras a fin de acostumbrarlo a no tener derechos en atención a que los pueblos consienten las tiranías, pues, como los esclavos encuentran muy natural el yugo, y consideran, no como instrumento de tortura, sino como símbolo de la Justicia el látigo de los capataces.
En esto estriba la poderosa razón de las adiciones y de las reformas. Ellas no han sido hechas para elevar la condición del pueblo; no las motivó el deseo de darle mayor libertad ni de hacerlo más digno. Se quiso que el pueblo fuera sumiso, que fuera obediente; se quiso cerrarle los ojos para que no pudiera presenciar la ruina de la nación; se le cerró la boca para que no lanzara gritos de desaprobación y de protesta y se le enloqueció con el falso brillo de un progreso y de un bienestar que han resultado una mentira, porque el bienestar lo experimentan tan sólo los que viven sobre el desdichado pueblo.
En consideración a tanta miseria y en atención a tanta desgracia, excitamos a los miembros del Congreso a que cumplan con el deber, rompiendo, como arriba dijimos, ese nudo gordiano que los ata a la voluntad del general Díaz, para que, libremente, sin coacción alguna, trabajen por el restablecimiento de nuestras instituciones.
Debe tener en cuenta el Congreso que el hombre a quien sirve no es eterno; debe fijarse en que el general Díaz tiene que morir, obedeciendo su organismo a las leyes inmutables de la naturaleza, y que, muriendo su sostén, los miembros del Congreso serán arrastrados por la desaparición del Presidente, sin haber hecho a la Patria ningún beneficio que pueda granjearles la gratitud nacional.
Urge, pues, que se muestren independientes, patriotas e incorruptibles.
Continúan las alcaldadas en el Estado de Puebla. Los vecinos del pueblo de Amecac, Distrito de Atlixco, pidieron al Gobernador Mucio Martínez que no les impusiera como Presidente Municipal a un individuo que no quieren para ese puesto.
Mucio Martínez no tomó en cuenta la petición de los vecinos de Amecac e impuso al individuo temido, el que, en venganza de que no tiene simpatías en el pueblo, hostiliza a los que más trabajaron porque no fuera Presidente; los persigue y los consigna al servicio de las armas, teniendo que huir del pueblo los que prefieren desterrarse a soportar la insolente actitud del cacique.
¿Es eso justo? ¿Se ha llegado al momento crítico en que los ciudadanos no puedan impugnar necias candidaturas, que tienen por apoyo el capricho de los poderosos?
Se ha llegado a ese momento. Si alguien declara la inconveniencia de que determinado individuo ocupe un puesto público cualquiera, si triunfa este individuo, el que trabajó porque no subiera tiene que huir para poner a salvo no sólo la libertad, sino que quién sabe si hasta su vida.
Eso es bochornoso y es inmoral. Pero de todos modos así sucede en México para vergüenza nuestra.
Los miembros de Club Político «los hijos de Guerrero» y algunos otros caracterizados vecinos de Chilpancingo, han presentado a la Legislatura del Estado de Guerrero, un ocurso pidiendo se declaren nulas las elecciones efectuadas a fines del año anterior y de las que contra la voluntad popular y por medio de indecorosos procedimientos oficiales, resultó electo Gobernador de Guerrero el tristemente celebre Mercenario.
Sentimos no publicar íntegro el ocurso, precioso documento histórico revelador del dislocamiento de los principios constitucionales sobre sufragio, pero tomaremos algunos datos para que conozca el público los manejos de uno de los gobernantes más impopulares y repudiados, por su torpe gestión administrativa; por su nacionalidad dudosa; por el desprestigio del grupo de que se rodeó y por su ineptitud proverbial.
El elemento independiente del Estado luchó infatigable, tenaz y valeroso por uniformar la opinión pública a favor de la personalidad del Sr. Lic. Rafael del Castillo C. Se establecieron Clubs políticos para sostener la candidatura de este Señor, haciendo una activa propaganda. Por su parte, el elemento oficial, con el objeto punible de desviar la opinión y aprovechando medios indignos como el suplantar nombres, comenzó su lucha de topo minando convicciones. Las autoridades políticas y otros varios empleados y agentes del Gobierno, llevaron su depravación al grado de formar Clubs apócrifos para introducir la desunión popular y ejercitaron la presión oficial, amenazando con encarcelamiento o consignación forzada al servicio de las armas para imponer a los ciudadanos la repudiada candidatura de Mercenario.
La lucha electoral fue reñidísima. El elemento oficial usó de nuevas armas. Acudió al cohecho, ofreciendo empleos políticos y dinero a los ciudadanos en cambio de su voto a Mercenario. No se repartieron oportunamente las boletas, sino hasta momentos antes de la elección y a muchas personas les fueron ruda y groseramente negadas. Las autoridades políticas y municipales se entregaron animosamente a respaldar boletas, falsificando votos. Las mesas electorales fueron instaladas clandestinamente en el interior de las habitaciones, con un personal designado de antemano e impuesto brutalmente, para burlar a los electores honrados, se adelantaron los relojes públicos, anticipándose, por tanto la hora de la elección.
Pero en los momentos precisos de esta función democrática, tan noble en principio y tan pervertida por el elemento oficial, la presión llegó al colmo, por medio de la fuerza armada se exigió la votación a favor de Mercenario, y este mismo, dirigía en Chilpancingo las maniobras reeleccionistas, tolerando y aun ordenando el ejercicio de las violencias y la portación de armas a todos los del círculo oficial que previamente fueron designados para integrar las mesas electorales. Los miembros de la 6ª Sección, en presencia del Gobernador y contando con la protección de éste, recorrieron las calles disparando balazos y amenazando de muerte a los electores honrados.
A pesar de estos incalificables atropellos y a pesar de la presión brutal del Gobierno, y a pesar de que fueron encarceladas multitud de personas, los antirreeleccionistas, con sus patrióticos esfuerzos, lograron hacer recaer la mayoría de los sufragios en todos los Distritos a favor del Sr. Lic. Rafael del Castillo C. Pero el elemento oficial, burdo en sus tramas y descarado en sus manejos, falsea la elección popular, destruyendo boletas y falsificando expedientes, y venció al fin la repugnante candidatura de Mercenario.
Estos son los hechos que refiere el ocurso. Sus signatarios, en vista de ellos, han pedido al Congreso declaración de nulidad de la elección efectuada el 2 de Diciembre del año próximo pasado. Estaremos pendientes de lo que ocurra.
No concluiremos sin felicitar muy cordialmente, por su actitud, a los dignos y honorables surianos que no pueden desmentir su altivez en los asuntos públicos. Se les burló, pero la revancha será tremenda. No deben descansar hasta ver al ex-Gobernador Mercenario en el banquillo de los acusados, respondiendo de sus actos ante la Soberanía Nacional.
Siguiendo el Gobernador Cañedo la rutina general en nuestro país de preferir las mejoras materiales, por más que las mejoras sean más urgentes en el orden intelectual, e imitando servilmente a nuestro Gobierno que ha dado en bautizar al sitio en el que se edificará el Palacio del Poder Legislativo, con el nombre pomposo de “Plaza de la República” cuando suspiramos por una República, también ha bautizado con igual mote un corral que sirva de paseo a los habitantes de Mazatlán.
Pero los referidos habitantes prefieren que se funden escuelas en el Puerto. Las que hay son insuficientes, pues tienen ya un número de alumnos superior al fijado por la ley. Sin embargo, los mazatlecos no pierden las esperanzas de ver realizados sus deseos, pues desde hace muchos años, el cerebro del Gobernador ha venido elaborando la idea de fundar dos escuelas más en ese puerto.
Ojalá concluya pronto tan laboriosa gestación en bien de la juventud Mazatleca.
No solamente en los Distritos del Estado de Puebla, torpemente gobernado por Jefes Políticos voluntariosos y déspotas (casi todos) se siente la asfixia que producen la presión oficial, cuando esa presión traspasa los límites de la arbitrariedad y el abuso, para arrebatar hasta el último guiñapo de libertad a que en los regímenes despóticos pueden aspirar los ciudadanos. En la misma capital de ese Estado se hace sentir el abuso, y la arbitrariedad ha salido de su escondite para escupir cínicamente el rostro de la dignidad humana.
Véase lo siguiente:
Es bien sabido que los mecánicos de los talleres ferrocarrileros de la República tienen formada una liga para hacer efectivo el valor de su trabajo frente al capital extranjero.
Los mecánicos del ferrocarril Interoceánico que forman parte importante de dicha liga, acordaron exigir de la Empresa la nivelación de sus sueldos con los que se pagan por las Empresas del Central y otros ferrocarriles, y así lo hicieron saber al Superintendente en Puebla, a quien fijaron un plazo para que les resolviera, manifestando su decisión de abandonar el taller al término de dicho plazo si no se les resolvía favorablemente.
El Superintendente, creyendo que los mecánicos no llevarían adelante su propósito, los invitó a que se separasen desde luego, y así lo hicieron los trabajadores dando por resultado que el 19 del corriente le quedara vacío el departamento de Mecánica.
Hay que hacer constar, que todos los obreros se separaron voluntariamente, obedeciendo al espíritu de solidaridad en su agrupación. Pero mohíno el Superintendente por el chasco que se llevó por su poco tacto para atender sus justas exigencias de los trabajadores, se asoció a la autoridad para tratar de obligar a los mecánicos a trabajar por la mezquina y ruin retribución que la avara Superintendencia ha fijado, y en la noche del día 20, el Sr. Don Tomás Regalado, que es uno de los mecánicos más prominentes, y según sabemos es el vicepresidente de la Sociedad de Mecánicos de Puebla, fue sorprendido en su casa habitación cuando su familia y él estaban entregados al descanso, por una compañía de individuos de la policía secreta, enviada por no se sabe aún que despótica y arbitraria autoridad de Puebla para aprehenderlo, como lo hicieron con lujo de fuerza, de grosería y de escándalo, intimándolo a rendirse con burdas amenazas y soeces palabras. Indignada la esposa del Sr. Regalado, increpó enérgicamente a los esbirros echándoles en cara toda la cobardía y toda la vileza de que hacían alarde para ultrajar a su esposo. La presencia de ánimo del obrero lo salvó, y previa promesa de su parte de ir al siguiente día a entenderse con la autoridad, se le permitió dormir en su casa.
Sabemos, que con frecuencia cualquier tiranuelo de taller o de fábrica apela a este recurso de amedrentar con la complicidad de una autoridad complaciente y despótica, a los obreros que asumen la actitud digna de los hombres que conocen sus derechos, y saben que los patricios de 1857 ampararon al hombre contra la tiranía del dinero y del Poder, con el art. 5º de la Constitución.
A Don Marcos Silva, por el mismo motivo que al Sr. Regalado, se le vejó en su domicilio la misma noche.
Estos hechos, por sí solos, bastan para poner en caricatura a la administración pública de Puebla. Por ellos se ve que los ciudadanos no tienen garantías en ese Estado, que camina derecho a la ruina por la ineptitud del gobernante que en mala hora se le impuso. No basta que el pueblo sufra con la mezquindad de los jornales, no basta que el pueblo sude y que se agote labrando los campos, trabajando en las minas o en los talleres de extranjeros sin conciencia a cambio de una miserable retribución, sino que se necesita, además, que la autoridad subraye brutalmente tan inicua explotación de las energías individuales, con medidas arbitrarias que son un ultraje a la dignidad humana y una afrenta para la civilización.
Indignados se muestran los habitantes de Izúcar de Matamoros, Pue., Por las tropelías que comete el Jefe Político Antonio Peña Martínez asociado de un individuo llamado Teófilo Romero, miembro del Ayuntamiento de aquel Distrito.
Hace dos años que los vecinos de los barrios de Oriente y Poniente entregaron ochocientos pesos para el arreglo del testimonio de las aguas que surten a la población, y hasta la fecha ni el Jefe Político Peña y Martínez ni Romero han arreglado nada.
Se dice que por la influencia que Romero tiene con el jefe Político, los criminales más empedernidos, andan libres con sólo nombrarlo defensor.
Entre estas dos funestas personalidades y el clero, se celebran pactos para que mediante una multa, de la que no sabemos si se dará entrada a los libros de la Jefatura, se infrinjan las leyes de Reforma.
A los habitantes se les encarcela por motivos fútiles y se les cobran fuertes multas por supuestos delitos.
Ya varias veces se han quejado a la Superioridad los vecinos de Izúcar, pero el Jefe Político está apoyado por un individuo español llamado Enrique Yaca, amigo del
Gobernador Mucio Martínez.
Por lo visto, las autoridades de Puebla son irregenerables.
Este Manifiesto1, lanzado sin reticencias por los dignos liberales potosinos, es de suma utilidad en los momentos actuales. Por él comprenderá el pueblo, que es necesario trabajar, no sólo para obtener el diario sustento, sino trabajar para llegar a fines más elevados, a resultados más altos, como son la salvación de nuestras instituciones, que con pasmosa indiferencia presenciamos su hundimiento, sin que de nuestros labios brote un solo grito de protesta; ni nos hagamos el ánimo de aventurar el más mínimo reproche a la Dictadura reinante, que en complicidad con la Iglesia ambiciosa y corrompida, ha minado nuestra grandeza para encadenarla a sus pies y ha hecho mofa de nuestra dignidad, cuando comprendió que éramos lo suficientemente pusilánimes para no atrevernos a encarárnosla.
Nos adherimos a los conceptos del manifiesto, porque él encarna la aspiración de los verdaderos liberales, esto es, de los que consideramos que el peligro para las instituciones, no consiste únicamente en el fraile inmoral, sino en el entronizamiento también de los renegados y de los traidores. El Manifiesto servirá para que los liberales se dediquen a algo más provechoso para la Patria que el ataque más o menos virulento al fraile, pues se fijarán que si el fraile medra, si sus adeptos suben al poder, el verdadero culpable de tanta desgracia es el Presidente, que más se ha preocupado de permanecer en un puesto en que la Nación no lo apetece (hablamos de la parte sana de la Nación, es decir, el verdadero Partido Liberal) más que de sostener las instituciones por las que el mismo luchó y que ha arrinconado ahora.
Busquemos, por lo tanto, los verdaderos liberales, un candidato para que dentro de tres años, que es cuando termina su periodo el Presidente Díaz, o antes, en caso de que este muera, podamos proponerlo a la Nación, y no se nos engañe más con la tosca superchería de que hay hombres necesarios. Es preciso convenir en que los hombres, a los que se titula de necesarios, lo son efectivamente para dislocar instituciones y para dar de comer a los serviles que los adulan.
Excitamos a la prensa liberal de toda la República, a que, haciendo a un lado vanos temores y femeniles cobardías, que sabemos que no tienen, pero que pudieran tener, reproduzcan el Manifiesto del Club Liberal «Ponciano Arriaga,» para que llegue a conocimiento de todos los mexicanos.
Hacemos presente a los liberales potosinos, nuestra admiración por el inmenso valor civil que han demostrado y que servirá de saludable ejemplo, para que los ciudadanos huyan del afeminamiento y puedan entrar de lleno a la discusión de los asuntos públicos ejercitando sus energías. De este modo no habrá ya tirano que se atreva a conculcar principios.
1 Manifiesto publicado en este número y reproducido en Florencio Barrera Fuentes, op. cit, pp. 65 y ss.
Hace poco se conmovía de indignación la sociedad liberal de Tepic, con uno de esos actos conciliadores de los gobernantes.
Celebrábase una gran misa en acción de gracias, y el púlpito fue ocupado por el obispo, no para comentar las máximas del Evangelio, ni para probar los misterios tenebrosos del catolicismo, ni para inyectar mansedumbre en la impaciencia de los fieles, sino para colmar de ultrajes y denuestos a El Combate y bendecir la política de conciliación.
Lo más grave del caso es, que el Jefe Político del territorio, Gral. Pablo Rocha y Portu, vistió uniforme de gala para asistir a la misa con la unción de un fanático. Y oyó, como música celestial, la disertación ultrajante del Obispo.
Juegan muy mal papel las leyes de Reforma, en manos de gobernantes como el Gral. Rocha. Quizá por eso, las dejó olvidadas en su oficina y empuñó el breviario con devota fruición.
Si chocan las locas y necias peroraciones del púlpito, más choca la sanción que les dan nuestras autoridades. Tienen razón los liberales tepiqueños en sentirse indignados.
Nuestro inteligente y activo corresponsal en la ciudad de Oaxaca, nos escribe acerca de un escándalo motivado por la arbitraria e ignorante policía de aquella capital.
Dice el corresponsal, que los estudiantes de Ciencias y Artes se reunieron en la Glorieta Juárez del paseo Netzahualcóyotl con el objeto de organizar un Comité que secundará los esfuerzos de los estudiantes de París, en su noble empresa de que se someta a arbitraje la cuestión del Transvaal1.
La idea fue acogida con el entusiasmo con que los jóvenes acogen toda idea sana que tenga por objeto un acto de humanidad y de justicia, siendo aplaudidos calurosamente los oradores.
Pero el entusiasmo juvenil disgustó a los esbirros del Gobernador Martín González, que quisieran que enmudeciera todo el mundo al solo eco de la bota fuerte del General, y apelando a la única y poderosa razón de todos los tiranos, pretendieron disolver la reunión por medio de la fuerza bruta, alegando que nadie había dado permiso a los estudiantes para que se reunieran.
He ahí el inconveniente de habilitar de policías a individuos rudos y desprovistos de la más rudimentaria instrucción. Esos individuos ignoran que el art. 9º de la Constitución, declara que a nadie se le puede coartar el derecho de asociarse o de reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito.
Los estudiantes hicieron notar a los polizontes la legitimidad de su reunión, pero sin parar mientes en los razonamientos de los jóvenes, los esbirros, para hacer pesar su autoridad sobre los estudiantes, con la satisfacción que experimenta el zafio cuando está investido de un cargo que no comprende, con lujo de fuerza y de poder condujeron a los alumnos a la Comisaría, donde para el colmo de males, tuvieron que tratar con un Comisario tan burdo como sus subordinados, que se encaprichó en detenerlos por el grave delito de haber hecho uso de una facultad que la Constitución otorga a todo hombre.
Ven nuestros lectores, que Oaxaca es una cafrería sobre la que pesa la más irritante de las tiranías. Allí la Constitución es letra muerta porque los torpes mandatarios hacen de ella un juego de niños.
No obstante lo mal parada que está la administración pública de nuestro infortunado Estado, Martín González distrae su fastidio en esta capital sin importarle un ardite que la entidad que mal gobierna avance cada día más hacia la ruina, como le sucede con su pésimo gobernador, que es pésimo entre los pésimos, por más que en cualquier banquete el Presidente, por mera humorada, exhume su gastado cliché: “Así se gobierna.”2
Urge que se destituya a Martín González para que ocupe su lugar un hombre ilustrado, de talento y que sea patriota.
Ya es tiempo de que progrese Oaxaca.
1 Refiérese a la antigua República Sudafricana, estado independiente fundado por los bóers o colonos holandeses emigrados de la colonia del Cabo. Entre 1898 y 1900 sostuvo una guerra feroz contra el Imperio Británico que finalmente lo incorporó.
2 Palabras de Porfirio Díaz dirigidas a Bernardo Reyes, durante una visita al gobernador de Nuevo León en diciembre de 1898. Las mismas sirvieron de acicate a las ambiciones políticas del neolonés y precipitaron su disputa con el grupo encabezado por Limantour.
Hace ya algún tiempo1 que nos referimos a un amparo, promovido por J. Guadalupe Ceballos ante el Juez de Distrito de Michoacán, contra su consignación al servicio de las armas, Hicimos también referencia a que el Prefecto de Distrito manifestó candorosamente en su informe justificativo, que Ceballos no estaba preso, sino que únicamente lo había puesto en depósito en la cárcel pública de Ario de Rosales.
A pesar de que han transcurrido más de tres meses de entonces acá, Ceballos sigue depositado en la cárcel y todas las activas gestiones del inteligente Sr. Lic. J. Trinidad Carrión, defensor del quejoso, se han estrellado en la morosidad del Juez de Distrito que no resuelve el amparo interpuesto.
Aconsejamos más actividad al Juez de Distrito mencionado, pues de lo contrario parece que se colude con el Prefecto de Ario de Rosales y que comulga con la extraña teoría de que el encarcelamiento de un individuo, es distinto a su depósito en la cárcel pública.
1 Véase supra, art. núm. 238.
El Periódico Oficial de Tamaulipas, después de referirse a los rudos ataques personales de que es víctima el Gobernador de dicho Estado por parte de un sucio papel que se publica en esta capital, ataques que tienen por careta el proyecto de monumento a Iturbide y por motivo real la supresión de las suscripciones, que entre algunos mercachifles de la prensa constituye la forma desvergonzada de vender conciencia y pluma, dice que somete esos datos a la apreciación de los hombres honrados y agrega: «No esperamos, sin embargo, que sean muchos los periódicos de la Capital que tomen nota de este caso tan significativo, porque desgraciadamente la experiencia demuestra que entre estos periódicos, con pocas y honrosas excepciones, parece que hay una especie de hermandad para disimularse recíprocamente ciertas faltas»
Como el Periódico Oficial no precisa esas excepciones, debiendo hacerlo, necesitamos contestar al colega.
Nos dolería, y mucho, como duele la ofensa y como hiere la injuria, que se nos supusiese hermanados con ese papel que combate con desahogos y ataca con denuestos. REGENERACIÓN no injuria, ni difama, ni calumnia y aquel papel está amasado con todas las injurias, con todas las difamaciones, con todas las calumnias. Nunca hemos aprobado su conducta, ni la aprobaremos jamás. Menos aún puede existir hermandad con quienes somos antípodas.
Leímos con asco la condensación de injurias que en ese papel lanzó al Lic. Mainero; pero más nos asqueó ensuciar nuestras columnas con nombres propios, y por eso callamos. Ahora fue forzoso hablar, venciendo nuestra repugnancia.
Está pues, en un error el Periódico Oficial de Tamaulipas. Busque la hermandad entre las hojas congéneres, que alimentan sus apetitos cenagosos con la falta del miserable subsidio de unas cuantas suscripciones, que quizá pretenden reivindicar siguiendo las tortuosas veredas del chantage pero no confunda lastimosamente al resto de la prensa honorable de la Capital.
Por nuestra parte, hemos atacado y atacaremos siempre, quizá con cierta dureza, pero no con injurias, la idea del monumento a Iturbide porque creemos que es un acto de gubernamental desnudo de patriotismo.
El gobierno jalisciense continúa ennegreciendo las páginas de su funesta historia. Ahora el Congreso del Estado, que debe ser como todos los Congresos de la República, un hacinamiento de inutilidades movido por una voluntad superior, se sintió ultrajado por un artículo de nuestro valiente colega de Guadalajara «El Cuarto Poder;1» se puso en juego al Ministerio Público, y el Juez 2º de lo criminal, ansioso de hacer méritos, como sus colegas, mando reducir a prisión a D. Enrique Aldrete2, Director del semanario referido, y a D. Enrique Michelena, impresor de la publicación.
Siga el Gobernador Curiel atropellando la libertad de imprenta; la historia catalogará sus actos y en balance arrojará un inmenso superavit de atropellos y vejaciones. Convénzanse nuestros gobernantes de que habrá para ellos un tribunal justiciero y tremendo.
1 El Cuarto Poder, Guadalajara. Jal. (189?-1905). Periódico antigobiernista fundado en las postrimerías de la gestión de Curiel. Redactores: Juan S. Castro, Narciso Carrera, Enrique Aldrete y José Rivera Rosas.
2 Enrique Aldrete (1878-?). Oriundo de La Paz, B.C.S. Secretario de la jefatura política del Distrito Norte. Secretario particular del Cor. Celso Vega. Escribió Baja California heroica (1958).
El Prefecto del Distrito de Mina, Guerrero, Julio M. Vélez, tiene encima otra acusación por arbitrario.
D. Carlos León, honrado vecino de Coyuca de Catalán, se hallaba departiendo amigablemente con D. Luis Bedolla, cuando fue rodeado intempestivamente por varios gendarmes que, de orden del Prefecto, pretendieron reducirlo a prisión. Como el Sr. León considerase injustificado el procedimiento, toda vez que no se les mostraba la orden escrita que motivara el procedimiento, entró precipitadamente a su casa, de donde, contra las protestas del ofendido, y a los ruegos de su familia, y después de que el cabo Perfecto Beltrán le dio un golpe en la cara con el cañón de su pistola, fue sacado el Sr. León, amenazándosele con matarlo si se resistía. Ante la prisión brutal de los desalmados esbirros de Vélez y las súplicas de la familia, el Sr. León cedió y fue conducido a la Cárcel.
El Sr. León ha deseado no permanecer impasible ante este atropello, que debe sumarse a otros muchos que son el regocijo del Prefecto Vélez, y ha presentado una juiciosa y enérgica acusación, contra el mal funcionario aludido, ante el Supremo Tribunal de Justicia del Estado.
Si el Sr. Mora tiene buena voluntad de Gobernar y desea proceder con rectitud y Justicia, debe hacer que ese Prefecto sea escarmentado, o por lo menos destituirlo de un empleo que no encaja ni en sus facultades, ni en su carácter impetuoso y molesto. Será este un bello ejemplo para tantas otras autoridades políticas que confunden su empleo con el de un capataz de presidio.
Por nuestra parte, enviamos al Sr. León nuestras calurosas felicitaciones por su proceder enérgico. Repetimos y repetiremos siempre: para destruir esos elementos nocivos que se llaman Jefes Políticos, es forzoso acudir al juicio de responsabilidad acusándolos enérgicamente y arrojar su nombre a la vergüenza pública para escarmiento de arbitrarios.
Se dice que inmotivadamente ordenó el Gral. Luis E. Torres, que el Sr. Manuel R. Parada, una de las víctimas del cacicazgo sonorense, fuese sacado de la cárcel Pública. Así se hizo, y entre doble fila de soldados capitaneados por el Alcalde José Espinosa, se llevó al reo fuera de la población, se le hizo dar vueltas y revueltas y al fin se le encerró en el cuartel del 4º Batallón.
¿Qué significa este lujo de arbitrariedad? Creemos nosotros, que un cuartel no es el lugar legalmente designado para la prisión de un reo, y que se trata, por tanto, de un atropello a la a ley y de una molestia que no sabemos que objeto tendrá, pero que bien pudiere ser sospechosa.
Con razón se llama alarmada la sociedad hermosillense, y más aún la familia del Lic. Parada, la que ha acudido ya al amparo federal. Cuando los caciques de provincia violan con tanta frecuencia la ley, deben temerse muchas tropelías.
Como nos es conocida la honradez del Sr. Lic. Parada y es proverbial su respeto a la ley, y que cualquiera que sea la que se le aplique, la respetará sin violencia y sin rebelión, ese conocimiento nos obliga a declarar que el Sr. Lic. Parada NO TIENE INTENSIÓN DE FUGARSE, ni de rebelarse contra sus guardianes.
El Estado de Sinaloa se distingue por la pésima selección de su personal Administrativo. También es que, donde impera el favoritismo es imposible que los puestos públicos sean servidos por personas aptas y merecedoras de ellos.
El Alcalde de Escuinapa, José Ma. Robles, a más de ser despótico y desatender sus obligaciones, parece que gusta de procedimientos, no laudables por cierto. El Sr. Dr. D. Andrés Cantú se ha encargado de descorrer el velo, acusando a dicho alcalde de abuso de confianza, ante el Juzgado de 1ª Instancia del Rosario. Tras de esa acusación, vendrán otras más.
Muy sensible es que los puestos públicos, por secundarios que sean, se hallen servidos por personas que carezcan de una moralidad reconocida y aquilatada. Esto basta para desprestigiar Gobiernos y para hundir reputaciones.
Con el título “Que se le consigne”, apareció en el número 30 de nuestro periódico, un entrefilet que aludía a la evasión de unos presos motivada por las complacencias del Juez de Teziutlán, Puebla. La noticia, como indicamos en el antrefilet referido, la tomamos de un diario de esta ciudad, El Popular.
Ahora bien, nuestro sesudo e inteligente colega El Cuarto Poder, que se publica en Teziutlán y cuya honorabilidad no podemos poner en duda, nos invita, en términos caballerosos y correctos, a que rectifiquemos la noticia aludida, por ser inexacta en lo que se refiere a la culpabilidad que en la evasión de Pascual Camacho, achacamos al Juez de 1a Instancia Lic. D. José Rivera.
Los razonamientos de nuestro colega, a quien agradecemos cordialmente el buen concepto que de nuestra publicación tiene, nos han convencido, y por tanto, no tenemos empacho alguno, porque a ello nos impele nuestra conciencia, en rectificar nuestra noticia en el sentido de que, si bien es cierto el hecho de la fuga del reo Camacho, de ella no es culpable el Sr. Juez Rivera, por haber estado el procesado a disposición del Ejecutivo, cuando se fugó.
Quedan servidos los deseos de nuestro estimado colega, pudiendo asegurarle que cuando la justicia se impone, nuestro deber está por encima de cualquiera otra circunstancia extraña a ella.
La policía acaba de aprehender a 17 jugadores en el cuarto número 7 de la casa número 1 de la calle de la Amargura. En pocos días han sido descubiertos dos garitos clandestinos.
Muy loable sería la acción policiaca, si ella no subrayara la tremenda desigualdad a que aludimos en el número anterior. Pagando o no contribución alguna, el juego es un delito previsto y penado en nuestro Código. Debe, pues, encarcelarse a todos los jugadores y a todos los tahúres; pero no debe existir la desigualdad de encarcelar a los que no pagan y dejar en la impunidad a los que, con dinero, burlan la acción de la ley.
Procédase honorablemente. Si el juego no es delito, refórmese el Código y reglaméntese esa prostitución, como se reglamentan todas las prostituciones. Mientras esto no se haga, cúmplase con la ley y no se le burle.
Tenemos en cartera varias correspondencias que nos han llegado de Villaldama. N.L., en las que se hacen terribles cargos a las autoridades de ese lugar, despóticas, arbitrarias y negligentes a mayor abundamiento.
Se nos dice, que el Lic. Modesto Villareal, ex -Presidente del Supremo Tribunal de Justicia de Nuevo León y actual Juez de Letras interino de la 6ª fracción judicial, sentenció en diciembre del año pasado a D. Emilio Treviño, vecino de Bustamante, a sufrir la pena de cinco años cuatro meses de prisión, según se nos informa, por el supuesto delito de haberse apropiado de unas reses ajenas para lucrar con ellas.
Lo escandaloso de este asunto está en que no hay prueba alguna contra Treviño y parece que la inquina que se observa contra él, proviene del sordo trabajo de algunos malquerientes, entre los que figura un tal Eduardo Zambrano, que se dice Doctor, y que están confabulados con el Juez Villarreal y el alcalde 1º Botello, para satisfacer innobles pasiones en la persona de Treviño.
El Juez Villarreal, imitando al ya célebre Juez Pérez de aquí, agravó la pena de cinco años cuatro meses de prisión con la prohibición de leer y escribir.1 Es más fácil de imitarse el mal que el bien.
El Sr. Treviño apeló de tan inicua sentencia, y el negoció pasó en grado de apelación a la 2ª Sala del Tribunal Superior de Nuevo León, para agravar más la situación del encausado, se ordenó que su correspondencia fuera revisada por el Alcalde Botello, antes de mandarla a su destino. Treviño escribía a sus defensores en Monterrey, pero a muchas de sus cartas, quizá las más interesantes para su defensa, no se les dio curso, en virtud de la censura que sobre ellas ejercía Botello.
Por lo que dejamos apuntado, se ve que no hay justicia en Nuevo León e impunemente puede encarcelarse a un hombre, atribuyéndole la comisión de delitos que ni siquiera ha imaginado cometer. Consta por un certificado del Alcalde 1º de Bustamante, que el autor del delito que se atribuye a Treviño, es un individuo bastante conocido en aquella población, y sin embargo, el Juez Villarreal no ha hecho aprecio del certificado.
Prometemos a nuestros lectores seguir informándolos de lo que pasa en Villaldama, para que se convenzan que en la República, no se administra justicia y que las autoridades hacen lo que les place.
1 Vid., supra, arts. 41 y 63.
Nuevas energías liberales se aprestan a la lucha. Cada día toma mayor incremento la causa de la libertad. Bastó que un grupo de patriotas diera en San Luis Potosí el grito de alarma, para que desde luego los buenos mexicanos se apresten y sigan aprestándose a luchar por nuestras instituciones, tan vejadas por la Dictadura actual.
En Tlacotlalpan, Ver., acaba de instalarse el Club Liberal «Valentín Gómez Farías» y sus fundadores, inspirados de noble patriotismo, en el Manifiesto que tenemos a la vista, formulan la más solemne de las protestas de secundar de una manera eficaz y constante las manifestaciones y trabajos del Gran Congreso Liberal de San Luis Potosí.
Con gusto damos la noticia anterior que por ella se ve que los ciudadanos se han hecho el ánimo de desechar la indiferencia que estaban poseídos, para preocuparse del porvenir de la Patria.
Felicitamos por su idea a los organizadores del Club «Valentín Gómez Farías,» y como correligionarios, aplaudimos su decisión, le deseamos el mejor de los éxitos en su propaganda, de civismo y ponemos «REGENERACIÓN» a sus órdenes.
Las autoridades de Villaldama no trabajan, lo cual no es raro si se tiene en cuenta que ahora pocos funcionarios son los que procuran cumplir con su deber pero lo que más choca a los vecinos, es que ninguna mejora se haya llevado a cabo en el pueblo, de nueve años a esta parte, no obstante que pagan sus contribuciones con toda escrupulosidad.
Cuando el Municipio quiso implantar una mejora, mandó levantar un edificio para el Rastro de la población, pero tan mal acondicionado, que los vecinos no pueden soportar más la horrible pestilencia que despide.
En nada se ocupa el Municipio que sea de provecho, y el Secretario, clerical recalcitrante, en lugar de copiar minutas, redactar informes, etc., etc., ocurre a la sacristía a perder el tiempo en sonsas y vacías pláticas con el cura.
El pueblo ya no soportará tan inepto Municipio que se le ha impuesto. Quiere tener uno formado de hombres de trabajo, que se preocupen por el bien general, pero cuando ha pretendido hacer uso del derecho que concede la Constitución, votando a favor de ciudadanos honrados, la presión oficial lo ha impedido, como con escarnio de nuestros derechos acontece en nuestra infortunada Patria.
Abruma ya tanta vejación y urge que tengamos derechos y no se nos convierta en juguetes ridículos de los déspotas. Ya es tiempo de que se nos considere como a ciudadanos y no como a esclavos.
El pueblo sonorense ha hecho una representación a la Cámara de Senadores del Congreso General, con el objeto de que se declare, que habiendo desaparecido los poderes Constitucionales de Sonora, debe nombrarse por el Ejecutivo Federal, con aprobación del Senado, un Gobernador provisional para que convoque a elecciones conforme a las leyes relativas del mismo Estado.
La cuestión puede plantearse sencillamente en estos términos:
Las faltas temporales del gobernador deben suplirse, conforme al art. 70 de la Constitución del Estado, por el Vice-gobernador; y según el art.67, frac. XXII, el Congreso local debe nombrar la persona, que interinamente se encargue del Gobierno, en caso de la falta absoluta del Gobernador y del Vice-Gobernador.
De acuerdo con estos preceptos Constitucionales y en vista de que el Gral. Luis E. Torres solamente ha sido un gobernador decorativo, pues nunca ha ocupado su puesto, tomó posesión del cargo el Vice-Gobernador, D. Celedonio Ortiz1; pero por causas gravísimas fue separado del puesto dicho señor, y entonces el Congreso local, de acuerdo con la frac. XXII. del art. 76 citado, nombró Gobernador interino a D. Rafael Izábal.
Estos hechos arrojan la siguiente conclusión: el Congreso consideró que legalmente había desaparecido el Gobernador y Vice-Gobernador del Estado y que, por lo tanto, llegaba el caso provisto de la frac. XXII del art. 67 referido, esto es, el del nombramiento de un interino por la falta absoluta de aquellos funcionarios.
Una vez hecho el nombramiento del gobernador interino, y en vista de que faltaban más de seis meses para que concluyera el periodo para el que fue nombrado el propietario, el congreso debió, de acuerdo con el art. 77 de la Constitución local, convocar a elecciones extraordinarias, que no ha hecho, rebelándose contra dicha Constitución.
Esta rebelión del Congreso ha tenido como consecuencia el que Izábal haya permanecido en el poder más de los seis meses que señala el art. 11 de la Ley Orgánica del Gobierno y Administración Interior del Estado de acuerdo con el art. 77 de la Constitución.
Ahora bien, el 24 del pasado Febrero concluyeron esos seis meses y desde este día el pueblo sonorense soporta un gobierno de hecho, toda vez que la permanencia de Izábal en el Poder no está sancionada legalmente.
Por otra parte los Poderes Legislativo y Judicial no pueden funcionar sin la concurrencia del Ejecutivo, y si legalmente no hay Gobernador, queda de hecho y de derecho interrumpido el orden constitucional, porque faltando una de las partes componentes del Supremo Poder del Estado, no puede tener existencia ese poder, con arreglo al art. 42 de la Constitución local.
En consecuencia, habiendo desaparecido los Poderes Constitucionales Legislativo y Ejecutivo del Estado Sonora, ha llegado el caso, de acuerdo con la frac. III, letra B, V inciso del art. 72 de la Constitución Federal, de nombrarle por el Ejecutivo de la Unión, con aprobación del Senado, un gobernador provisional que convoque a elecciones conforme a las leyes Constitucionales del mismo Estado.
La cuestión es de gran trascendencia y esperamos ansiosos la solución que al problema de la Cámara de Senadores.
1 Celedonio Ortiz (1860-1919). Cuatro veces diputado a las legislaturas locales por el 2º Distrito de Hermosillo. En 1895, fue oficial mayor de la Secretaría de Gobierno del estado; en 1899, fue nombrado secretario. Vicegobernador constitucional, ocupó el puesto del titular en 1899 hasta el 27 de agosto de 1900. Oficial mayor del congreso local en 1913.
La sociedad esta ahíta de sangre. Nuestra República es un mar encrespado en cuya superficie hierven espumas sanguinolentas. Algunas autoridades, más o menos importantes, se entregan a la ingrata labor de matar hombres, después de haber dado muerte a las libertades; matan a los individuos después de haber asesinado todas las energías y hecho añicos todas las conciencias.
Y este cuadro pavoroso, que parece desprendido de una escena del Apocalipsis, fulgura con los fatídicos fulgores de la muerte y de la barbarie.
En la sección informativa de nuestro periódico1 podrán enterarse nuestros lectores de cómo una autoridad asesina; de cómo una autoridad rebelde a los más rudimentarios sentimientos de humanidad escoge a su víctima, prepara el lugar en que deba representarse la tragedia, y no teniendo valor para empuñar ella misma el arma homicida, cede esa satisfacción a hombres de inclinaciones perversas, para que con pulso firme desgarren sin piedad la carne de un infeliz inmolado en aras de la maldad y el crimen.
Al crimen, que por sí sólo basta para causar náuseas y que con sólo imaginárselo estremece, se ha necesitado aumentar su horror, acrecentar su pavura, subrayándolo con el salvaje detalle de que una autoridad sea quien lo perpetre.
El hecho es de angustiosa trascendencia. Él abre un profundo surco en la convicción de que no hay seguridad en la República, porque no basta que el salteador de oficio permanezca como una amenaza a las vidas y haciendas de los caminantes; no basta que el valiente de arrabal atente contra la vida de los transeúntes, sino que se necesita, además, que algunas autoridades se coludan con los malhechores para el ejercicio de una carrera de infamia y de escándalo.
Creíamos que ya habían cesado las violencias, que nada perturbaría la calma de esta paz; de que tanto alarde se hace, y que el progreso y la felicidad de la nación no tendrían necesidad de sustentarse en los macabros cimientos formados con los cuerpos de sus hijos.
El hecho es de angustiosa trascendencia, repetimos. Es un ejemplo de inmoralidad para las naturalezas predispuestas al crimen, porque a fuerza de presenciar salvajes atentados, llegan a la convicción íntima, profunda, de que arrancar una vida es bueno, de que el oficio de verdugo es noble y de que todo hombre tiene derecho de matar a sus semejantes, porque así lo hacen ciertas autoridades, porque lo que hacen las autoridades es lícito, y se confirma, por lo tanto, la razón suprema de los caracteres patológicos: si lo que se considera como delito queda impune, no es tal delito.
Esto es bochornoso y es desquiciador, porque la autoridad está nombrada para guardar y hacer guardar el orden; la autoridad está nombrada para proteger a los habitantes de una aldea, de una ciudad, de un Estado, de una nación, y mal puede proteger a los habitantes cuando ella misma, esto es, el guardián, no se tienta el corazón para asestar una puñalada, no le tiembla el pulso para disparar un balazo ni su voz para ordenar con ánimo sereno el asesinato de un infeliz en las orillas de cualquier poblacho.
Tenemos que convenir forzosamente que para que haya verdadero progreso, para que la paz no tenga asiento en los sanguinolentos despojos de los ciudadanos, es necesario que todas las autoridades sean honradas, sin que haya alguna que para desembarazar de supuestos obstáculos el camino del despotismo se entregue a la cobarde obra de decretar la muerte o la proscripción de sus censores.
Seguramente que nadie tendrá confianza en la autoridad que asesina, pues si el forajido infunde terror, más grande es el terror que infunde la autoridad, porque el hombre que se encuentra frente a frente del forajido debe suponer que la defensa es forzosa, que si no lo hace perecerá indudablemente, pero cuando tiene que habérselas con la autoridad asesina, toda defensa es inútil, todo esfuerzo vano, en razón de que la autoridad todo lo puede.
Las crueldades de los encargados de velar por intereses de la sociedad dan por resultado que la autoridad pierda su prestigio y que se la tome no como una institución que requieren los pueblos para no vivir en la anarquía, y que, por lo mismo, es indispensable para la seguridad social, sino como un verdugo puesto siempre a descargar sus golpes mortales haya o no razón para ello. Entonces la autoridad será objeto de enojo para los hombres, que ven en ella un peligro más bien que un guardián, en virtud de ser una amenaza más bien que una garantía.
Y viene entonces una consecuencia terrible para el buen orden de la sociedad. Al no contar la autoridad con las simpatías de los ciudadanos, las conciencias se extravían, y comenzando por no respetarla, se producirá el caos y la disolución.
Bueno es que se evite ese antagonismo fatal entre la autoridad y los asociados, y para ello basta con que la autoridad respete los derechos de los ciudadanos, que comprenda que el pueblo la ha instituido no para que le agobie ni para que lo mate, sino para su seguridad y defensa.
Basta ya de sangre. Basta ya de asesinatos que nos ponen en caricatura ante la burlesca contemplación del extranjero, que terminen para siempre esos actos de barbarie por los que se hacen más temibles ciertas autoridades que el más desalmado de los bandoleros.
No queremos más sangre, y si se empeñan en que la haya, que así se nos diga con franqueza, para saber siquiera que si no morimos de alguna enfermedad infectocontagiosa caeremos al golpe de cualquiera autoridad brutal, o que, en suma, se haga saber que estamos condenados a perecer en un amargo mar de odios y venganzas oficiales a donde seremos arrastrados por una oleada de salvajismo y de barbarie.
1 Véase infra, art. núm. 445.
Ramón Barreda, el autócrata de Candela, Coah., aquel que ordenó a su mozo, improvisado de Comandante de Policía, que pusiera presos a los honrados ciudadanos que se propusieron instalar el Club Liberal “Ignacio Zaragoza,” continúa dando muestras de su odio por las ideas liberales.
Barreda, dio permiso para que la banda municipal amenizara los entreactos de una función dramática realizada por el Club Liberal “Ignacio Zaragoza” a beneficio de la instrucción pública, pero después, amedrentado sin duda por la excomunión que sobre él recaería, faltó a su palabra.
Una comisión integrada por honorables personas de Candela, se acercó a Barreda a pedirle con toda corrección, que cumpliera su ofrecimiento, pero en lugar de lo ofrecido, sufrieron una tempestad de soeces denuestos que sobre ellos desató el colérico Alcalde.
Tan pagado está ese Alcalde de su inmerecido cargo y tan ignorante y arbitrario es, que infringiendo el art. 9 de la Constitución, impidió que se reunieran varios ciudadanos honrados, poniendo por pretexto que no tenían permiso de la autoridad para reunirse, por lo que se ve que Barreda es tan voluntarioso como la Policía de Oaxaca de que ya hemos hablado en números anteriores.
Los agraviados harían bien en acusar a esa autoridad, por las vejaciones que comete valiéndose de su mediocre cargo.
De modo, que no sólo el Coronel Ahumada y el Gral. Reyes odian a los Clubs liberales, sino que descendiendo a las últimas capas de la masa burocrática que oprime a la Nación, se encuentran en ellas sedimentos malsanos que fermentan en las obscuridades de los villorrios, y esos sedimentos, esas heces de la autocracia, producen extraños delirios en los obtusos cerebros de humildes sultancillos, que se crecen en sus puestos merced a las absurdas complacencias que los magnates gustan de dispensar a sus esbirros, aun a los más obscuros e insignificantes.
Conviene que los ciudadanos de Candela se pongan de acuerdo en un candidato para Presidente Municipal y ejerciten su poder en las próximas elecciones municipales.
De ese modo se libertarán de tan insufrible déspota.
El tristemente célebre Juez de 1ª Instancia de Hermosillo, Son., Lic. Germán Velasco, agobiado por tanta consigna y rendido a la fatiga de tantas dislocaciones y tortura de leyes, decidió gozar de una licencia de dos meses. Marchó a La Paz, B. C., seguido de su familia y de las maldiciones de sus innumerables víctimas.
Lo que desean los sonorenses, y muy especialmente los periodistas honrados, es que se conceda al Juez Velasco una licencia ilimitada, o más bien, que se le destituya, para evitar que siga dando el inmoral espectáculo de tan frecuentes transgresiones a las leyes
Pretendiendo imitar el cura de Lampazos, N. L., porque su cerebro entenebrecido por el Ripalda y atrofiado por la aridez de los misales, es incapaz de fecundas iniciativas, pretendiendo imitar, decimos, los trabajos del “Club Liberal Lampacense” a fin de arbitrarse recursos para la construcción de unas torres en la fea iglesia de aquella ciudad, se entrevistó con algunas beatas y algunos cuantos mojigatos para organizar una kermesse.
Las señoras y señoritas, considerando que la fiesta a que invitaba el cura, tenía por pretexto el allegar fondos para una obra ridícula, en lugar de destinarlos a la beneficencia o para fundar alguna escuela, y sospechando además, que la fiesta no sería tal, sino una reunión fría y desabrida con aspecto más monacal que un claustro, decidieron no asistir a la fiesta.
Resultado: la fea iglesia quedará sin torres y el cura tendrá que emigrar de una ciudad en donde no tiene adeptos.
Pero como nota desconsoladora en esa población netamente liberal, puede citarse un convento disfrazado de escuela, en el que sin pudor se infringe la ley, se blasfema contra nuestros héroes, y se hace mofa en tan repugnante lugar, de nuestras legítimas glorias.
Ponemos en conocimiento de las autoridades la existencia de ese convento, aunque sepamos que no se impondrá castigo a los transgresores de la ley, para no contrariar la necia política que el Presidente observa para con la sucia facción conservadora que a todos domina, porque lo domina a él.
El más pestilente de los rezumos de una cloaca, no produce indudablemente tanto asco, tan profunda repugnancia como el asco y la repugnancia que origina el asesinato, cuando la mano que corta una vida es dirigida por la autoridad. Por eso repugnó y escandalizó tanto el asesinato de Arnulfo Arroyo.
Se dice que el Jefe Político de un Distrito de Puebla mandó a asesinar, del modo más cobarde, a una persona bastante conocida en la localidad.
Para perpetrar el crimen, se escogieron verdugos avezados en la carrera del asesinato, desalmados, crueles y feroces; se escogió también para teatro de tan espeluznante suceso, un lugar situado fuera de la población. Los esbirros se apoderaron de la víctima, la vendaron y la condujeron por extraviados senderos al lugar del sacrificio, donde con alarde de saña, de vileza y de bestial furor, la acribillaron a balazos y puñaladas.
Los esbirros, creyendo muerto al infeliz hombre, regresaron tranquilamente, pero al siguiente día, alguien que acertó a pasar por el lugar del crimen, vio al hombre herido y marchó a dar aviso de su encuentro al Juez del lugar, el que recibió la declaración de la víctima.
El hecho es bastante significativo, el nos convence y convence a los individuos más optimistas, de que hay Jefes Políticos que a satisfacción desempeñarían las funciones de verdugo, y que, de la mejor buena voluntad, trocarían la forma humana que el capricho de la naturaleza plugo darles, por la manchada piel de la pantera o la elasticidad pasmosa del crótalo.
Hay Jefes Políticos formados de una pasta amasada por el rencor y el odio, con todas las hieles y todos los venenos. Para ellos, la vida del hombre nada significa, y ven con envidia a los tétricos mochuelos porque les irrita no tener la satisfacción de morar en los pantanos, para tener el gusto de vivir entre los muertos.
Y abundan asumiendo Jefaturas Políticas esos caracteres morbosos; los encontramos en esos puestos, sentados sobre la ley y teniendo en la mano no las balanzas de la Justicia, sino el puñal del condottieri.
La autoridad que se guía por sus pasiones y obedece al instinto bestial de la destrucción de la especie, es desquiciadora, y es inmoral que por sólo el deseo de desembarazarse de un enemigo, se le manda asesinar, reproduciendo con cárdenos tintes las siniestras escenas que han dado pavorosa fama a las sinuosidades de la Calabria.
Urge que el Gobernador Martínez, si es que quiere dejar algo bueno para la Historia de su funesta administración pública excite a las autoridades a que cumplan con su deber castigando severamente a los heridores de la persona a que nos referimos, y que ignoramos su nombre.
Ya es tiempo de que se orée la sangre que empapa el territorio del Estado de Puebla, sangre de víctimas inmoladas por autoridades.
La inmoralidad administrativa, como todo mal, continúa contagiando a los individuos predispuestos a contraer esa enfermedad.
En Tepecoacuilco, Gro., funge de Juez del Estado Civil un individuo apellidado Hernández, que se permite el lujo de cobrar honorarios por los registros que practica en los libros de la Oficina.
Hace poco que, obedeciendo a su indebida práctica, cobraba tres pesos como honorarios por la inscripción de un niño que nació muerto. El padre del niño no tuvo a la mano tal suma y sin duda hubiera quedado insepulto el cadáver, si una persona caritativa no hubiera facilitado la suma que el Juez cobraba.
La misma costumbre de cobrar honorarios tiene los demás Jueces del Estado Civil de Guerrero, según se nos informa.
Ese abuso debe ser corregido con severidad, porque trae serios perjuicios, pues si un gran número de habitantes de la República no asisten a las oficinas del Estado Civil a cumplir con la ley, aun sabiendo que no se necesita pagar honorario alguno a los empleados de dichas oficinas, menos asistirán, cuando, además de tener que vencer la repugnancia que en la gente ignorante produce todo lo que sea presentarse ante una autoridad, tienen que pagar por sufrir por lo que para el vulgo es una molestia.
Con tan torpes procedimientos, los Jueces del Estado Civil hacen odiosa una institución tan poco comprendida por el pueblo, y merecen ser castigados con energía, pues no solamente exigen la retribución de un trabajo que ya tienen retribuido, sino que causan un gran mal a la sociedad a favor de la cual se estableció la institución que desprestigian con su inmoral sed de lucro.
De desearse es que, para evitar más abusos de esa naturaleza, se fije en lugar visible de las Oficinas del Estado Civil la prevención relativa a que son gratuitos los actos del registro civil. Así no se abusará más de la ignorancia, ni se estafará al pueblo.
Con el título de «¡¡Sonora Peligra!!» pública nuestro valiente colega El Estado de Sonora, que se edita en Nogales, un enérgico artículo llamando la atención del Gobierno General de la República sobre la interminable serie de tropelías que se cometen en este lejano Estado, tropelías que nos desprestigian a los ojos de las naciones extranjeras y especialmente ante los del vecino del Norte, en donde comienza a comentarse en términos vivos y calientes la triste situación de ilotas del pueblo Sonorense.
Se trata principalmente de un hecho al que nos hemos referido ya en nuestro periódico: la esclavitud en Yucatán y la complicidad del gobierno de Sonora que, como un negrero vulgar, fomenta esa esclavitud con la remisión constante de los hombres, mujeres, niños y ancianos aprehendidos en calidad de yaquis, sin serlo algunos de ellos. Es bochornoso lo que pasa. La prensa Norte-americana censura ya agriamente ese procedimiento, por inmoral e inhumano y es forzoso contener esa serie de comentarios que nos desprestigian en medio a nuestra alharaquieta civilización.
El Gobierno de Sonora es el principal factor de este desprestigio, y a ese Gobierno se adhiere el federal que permite esas manifestaciones de salvajismo, y no solamente las permite y consiente, sino que presta su ayuda efectiva facilitando los medios de transporte de esta legión de infelices.
Y es muy notable que la saña de esos negreros se ejercita principalmente sobre mujeres y niños. Se necesita este toque crudo para subrayar esa infamia.
Felicitamos a nuestro querido colega por haber tocado con tanta energía este punto negro de nuestra historia contemporánea, y lo excitamos para que siga descubriendo las llagas de la funesta administración de Izábal.
”….la ausencia de ataques al individuo y la propiedad, característicos de otros periodos de la vida nacional, nos colocan hoy a la altura de los pueblos más civilizados…..”
PORFIRIO DÍAZ
(Del último Informe Presidencial)
(CONTINÚA)
Por exceso de material, no apareció esta sección en nuestro último número, lo que ha motivado un recargo de notas, sobre la seguridad de la República. Muy a nuestro pesar, pasaremos por alto algunas de ellas, que vendrían a robustecer nuestra opinión sobre que es infundada la declaración dogmática de nuestro Presidente. Sin embargo, alinearemos algunas que, unidas a las anteriores lleven al ánimo de nuestros abonados, la convicción de la inexactitud, del Informe Presidencial.
De la hacienda de «La Encarnación,» cercana a la Villa de Nicolás Romero, antes (San Pedro Atzcapotzaltongo) estado de México, se dirigía a su hogar un joven operario de esa finca de campo, cuando de improviso, en el punto llamado «El Mogote,» le salieron al encuentro dos hombres, que lo amenazaron con pistolas para robarle la raya que había obtenido en la Hacienda. Como el joven se resistiera, los asaltantes lo ataron de las manos, lo despojaron del dinero y lo arrojaron en una barranca, en donde se encontraban dos indígenas, amarrados también, víctimas de los mismos asaltantes. Estos no han sido aprehendidos.
La audacia de los bandidos ha llegado hasta despojar a los individuos investidos con los atavíos de la justicia. Al Lic. Federico Pereza Rosado, Juez de 1ª Instancia de Tlalpam, le allanaron su morada y le extrajeron objetos por valor de 200 pesos. La policía aprehendió, como lo acostumbra, a algunos sospechosos, que a la postre resultarán inocentes, pero con algunos meses o años de injustificada prisión.
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En la cuesta del Salitrillo, cercano a Pueblito de Rocha, Gto., fue asaltado el arriero Isabel Araujo, (a) El Inocente, por cuatro individuos, quienes lo golpearon, lo amarraron fuertemente, le quitaron dos pesos veinticinco centavos, su sombrero, su blusa y su gabán. El arriero no pudo defenderse por no llevar armas, pues en el Estado de Guanajuato se prohíbe la portación de ellas a los que no pagan una contribución. En cambio no se cuida de la seguridad de los caminos.
Parece que el prefecto de Tacubaya es inepto para cumplir con su deber, pues con mucha frecuencia se suceden unos a otros, en su jurisdicción, los ataques a la propiedad, sin que ello de margen a mayor vigilancia por parte de dicho Prefecto. En la 1ª calle de Chapultepec, perteneciente a Tacubaya, unos ladrones facturaron la cerradura de la puerta de la casa que habitaba el Sr. Pablo Salvatori, y se llevaron una cantidad de dinero y algunas valiosas prendas de ropa.
Al Sr. Bonifacio Conde, que habita en la Colonia Chapultepec, perteneciente a Tacubaya, le fue asaltada su casa, trepando los ladrones por una barda, y desaparecieron dos colchones, cinco almohadas, cuatro sabanas, cuatro frazadas, cinco gallinas y un gallo, además de otros objetos de poco valor.
La policía no se enteró de esa mudanza.
Dos casos de robo con horadación se efectuaron últimamente. Uno en la calle de Vidal Alcocer, de esta capital, en una fábrica que tiene establecida el Sr. Santiago Villaseñor, a quien le robaron cuarenta metros de tela. Se aprehendieron sospechosos. El otro, en el pueblo, de San Gerónimo, de la prefectura de Coyoacán, D.F., en una casa que habita D. Andoquio Sánchez, a quien le robaron un reloj de pared, un cobertor, una petaca, cien pesos en plata, algunos documentos de propiedad y otros objetos de valor. Se libraron las ordenes de aprehensión contra los culpables, pero no se sabe quienes sean ellos, ni se sabrá nunca. En cambio se aprehenderá a inocentes en calidad de sospechosos.
(CONTINUARÁ)
El Club Liberal «Melchor Ocampo» de Puebla, trabaja activamente para formar su Biblioteca.
Numerosos donativos se han hecho por personas de buena voluntad, que quieren contribuir a la gran obra de la educación popular, siendo de notar que el elemento femenino, como ha sucedido en otros Estados, se muestra desprendido y entusiasta, contribuyendo con notables obras al enriquecimiento de la Biblioteca.
Digna de sincero elogio es la conducta patriótica de las damas de Puebla, a las que, como liberales que somos, hacemos presente nuestro reconocimiento por contribuir de manera eficaz a la difusión de los santos principios democráticos.
Ya otra vez lo hemos dicho: si simpatizan y admiran las manifestaciones patrióticas, admiran más y simpatizan y cautivan esas manifestaciones, cuando provienen por parte de las damas, porque llevan el prestigio y el delicado perfume femeninos.
Que tan estimables damas continúen en su empresa, por la que recibirán la admiración de los hombres honrados y la gratitud nacional.
El «Club Liberal Lampacense,» infatigable propagador de los principios liberales, celebrará hoy su segunda conferencia.
En ella disertará el socio Sr. Adolfo Rodríguez1, sobre el artículo 8º de la Constitución; los Sres. Luis G. Ávila y Mauricio González, sobre el artículo 9º, y otro de los socios sobre Derecho Municipal. Ya daremos a conocer el resultado de esta conferencia para la que hay gran entusiasmo, preparándose el elemento femenino y el pueblo a asistir a ella para asimilar las sabias doctrinas democráticas.
Hoy también, en Asamblea general, se tratarán varios nobles asuntos. El Sr. Ing. Francisco Naranjo h., leerá una enérgica protesta contra las inscripciones que el Gobernador Mainero, pretende que se graben en el monumento que se proyecta levantar al traidor Iturbide.
Hay que notar, que a las sesiones públicas del «Club Lampacense,» asisten infinidad de personas, dando animación a estos actos el bello sexo, que se muestra entusiasta por la causa de la libertad.
Para obtener fondos con qué emprender innumerables trabajos de propaganda liberal, el Club Lampacense organiza fiestas, improvisa funciones dramáticas, conciertos, etc., etc. Y para todas estas fiestas contribuyen con una buena voluntad que las enaltece, las bellas damas de Lampazos, N. L. Próximamente se pondrá en escena la última obra de Pérez Galdós, ELÉCTRA2, que desempeñarán las más distinguidas damas y los Sres. Ing. Francisco Naranjo h. y Vidal Garza Pérez, personas que poseen las raras y envidiables facultades de dominar a conciencia el difícil arte de Bernard y Coquelin3.
Con actividad trabaja el Club para la fundación de una escuela de adultos y prepara también los elementos necesarios para publicar el órgano de la agrupación. Este periódico será uno de los mejores de la República, en virtud de que en él escribirán plumas avezadas en las luchas periodísticas y difundirán la sana doctrina que sólo son capaces de difundir los espíritus convencidos y los hombres de buena voluntad.
Felicitamos al «Club Liberal Lampacense» por su desempeño, bien loable por cierto, de trabajar sin descanso, por la regeneración política de nuestra patria.
1 Adolfo Rodríguez, editor de La Bandera Roja, El Paso, Texas, E. U. A. (1905?).
2 Benito Pérez Galdós. Electra. Obra teatral estrenada en Madrid el 30 de enero de 1901, causando gran revuelo en la pugna entre conservadores y liberales, por su punzante contenido político. A causa de su mensaje anticlerical fue prohibida en varias diócesis españolas. Dio origen a la revista literaria del mismo nombre.
3 Benoît-Constant Coquelin (1841-1909). Actor francés; reconocido por su capacidad para interpretar diversos géneros dramáticos. Realizó una gira por Europa y América entre 1886 y 1890. Particularmente célebre fue su representación del Cyrano de Bergerac, de Rostand. De enero a abril de 1889, se presentó en México, con obras como Tartufo, Thermidor y La dama de las camelias. En 1900 emprendió una nueva gira por Estados Unidos, acompañado de la actriz Sarah Bernhardt.
Correspondiendo a la invitación hecha por el CLUB LIBERAL «PONCIANO ARRIAGA» de San Luis Potosí, a los liberales de la República, para que nos organicemos en debida forma y velemos por el fiel cumplimiento de nuestras libérrimas instituciones: los liberales de esta ciudad, aceptando dicha invitación, hemos organizado un Club Liberal denominado «IGANACIO ZARAGOZA» cuyo programa se acomodará en todo lo posible a las Resoluciones tomadas por el Primer Congreso Liberal, cuya instalación se verificó en San Luis Potosí.
Y a fin de poder relacionarnos con los demás Clubs del mismo género, expedimos la presente circular, con objeto de ofrecer nuestros débiles esfuerzos para coadyuvar al noble fin de sostener y propagar nuestros principios liberales.
La Directiva de este naciente Club, está formada como sigue: Presidente, Ingeniero Luis Pérez. – 1er Vocal, Manuel Rodríguez.- 2º Vocal, Catarino Salinas.- 3º Pilar L. de Guevara.- 4º Vocal, Pablo Z. de Hoyos. -5º Vocal, Carlos S. Treviño.- 6º Vocal, Apolonio Santos.- Tesorero Narciso Romero.- Secretario, Atilano Rodríguez.- Prosecretario, M. L. de Guevara.
Libertad y Reforma. C. Romero Rubio. Marzo 31 de 1901.- El Presidente, Ingeniero Luis Pérez.- A los CC. Directores de REGENERACIÓN, México, D.F.
Felicitamos a los dignos ciudadanos de Candela (C. Romero Rubio), Coah., por el éxito que han alcanzado, fundando su club a pesar de las torpes amenazas del clerical Alcalde Barreda, tristemente célebre por su inquina contra todo lo que se refiere a manifestaciones populares.
Trabajen con entereza, fijándose en las causas que han motivado nuestra decadencia social y política, y que son, el entronizamiento de una Dictadura absorbente y el funesto maridaje de una Dictadura con el enemigo jurado de la libertad, el fraile.
Estos dos elementos, tienen que ser combatidos enérgica y virilmente por los verdaderos liberales, aquellos que no se concretan a desahogar sus iras sobre el fraile solamente, sino que escudriñan los orígenes de nuestro abatimiento y tienen valor para señalar las causas que lo han producido y que son las mismas de todas las épocas y todas las naciones, el contubernio de la Iglesia y el Estado, fomentado por el clero y visto con punible benevolencia por los gobiernos despóticos, que encuentran en tan inmundo consorcio el mejor de los sostenes para fraguar la muerte de las libertades públicas.
No pudiendo la administración curielista, ahogar las protestas de la prensa independiente, a recurrido a medios malsanos que descubren su impotencia a las abrumadoras y compactas argumentaciones de los periodistas honrados. Agotó esta administración las persecuciones por supuestos delitos de imprenta y se ha arrojado en brazos de los polizontes vengadores.
Se persigue al Sr. Notario Francisco L. Navarro1, Director del sesudo colega La Libertad, por supuestas injurias a un gendarme. Al joven Juan B. Villaseñor se le castiga por una falta semejante. Igual castigo sufre D. Cleofas Rodríguez, y con igual pretexto se arresta a D. Ramón Agredano.
Acaba de ser encarcelado D. Atilano Zavala, Director de La Linterna de Diógenes, y sentenciando a 30 días sin el beneficio de condonación de pena, por riña y escándalo en la vía pública, y el Sr. Zavala, como las otras personas mencionadas anteriormente, observan siempre una irreprochable conducta social, lo que es público y notorio en Guadalajara. Sobre la aprehensión del Sr. Zavala, tenemos preciosos detalles que hacen burdo y más innoble el procedimiento de los polizontes jaliscienses. El Sr. Zavala, reconvenía mesuradamente a un individuo por su torpeza al caminar, pues le había dado un fuerte empellón. Retirábase ya el Sr. Zavala cuando ese individuo le dio un golpe en la espalda. El Sr. Zavala llamó a un gendarme e hizo conducir al hombre que se fingía ebrio, a la Comisaría 3ª, retirándose a su casa. A poco rato el Sr. Zavala fue aprehendido, acusado de haber atropellado y golpeado a un individuo, contra lo que protestó; pero a pesar de sus protestas y de la declaración de una persona que había presenciado el caso, el Sr. Zavala fue encerrado en un calabozo sentenciado y al día siguiente.
Este procedimiento contra los periodistas independientes, no puede ser ni más bochornoso, ni más innoble. A falta de argumento, se emplea el procedimiento soez y vulgar. Este es un borrón más en las páginas ya bien borroneadas de la historia de la administración curielista.
1 Francisco L. Navarro. Periodista jaliciense, en su bisemanario La Libertad, mantuvo posturas inicialmente liberales y anticlericales, luego reyistas y maderistas. Regresó a sus posturas iniciales.
La procacidad en la prensa, es un vicio que causa general desagrado, porque el periódico propiamente dicho no es lo más apropiado para estampar desahogos personales; para ello, está el libelo.
El lenguaje del periodista podrá ser más o menos vehemente, más o menos duro o severo y dirá con mayor o menor franqueza el concepto que se ha formado de una administración, pero sin llegar nunca al denuesto, que no es otra cosa que la injuria gratuita, el deseo de atacar sin motivo alguno justificado y noble, como el bien general, sino el ataque y la injuria, la injuria sobre todo, por el solo placer que en ello experimentan los hombres depravados.
Pero si el denuesto choca en el periodista vulgar, repugna cuando el periodista que redacta los periódicos oficiales de los gobiernos, se hecha en brazos de tan grave vicio.
Por esa razón hemos visto con profundo disgusto, el tono profundamente agresivo que ha alcanzado en sus últimos números el Periódico Oficial de Tamaulipas, con motivo de las vehementes, duras, severas, pero justísimas protestas de la prensa y clubs liberales, contra el imprudente proyecto del Gobernador Mainero de erigir un monumento al traidor Agustín de Iturbide.
El Periódico Oficial ha olvidado su papel, porque no se concreta a defender al antipatriótico proyecto, sino que, asumiendo el carácter que el periodismo de combate no se atreverá a asumir, ataca con furor, con pasión y con denuestos, como cualquier libelo, a todos los que sabiendo que el verdadero patriotismo no puede, no debe transigir con la idea de enaltecer a los traidores, han hecho oír la protesta que su honradez les exige que formulen.
La insignificancia es vanidosa; la rana ve con desprecio al buey y el salitre carcome el pedestal del coloso. El Periódico Oficial de Tamaulipas, insignificante, pequeño y anodino, se hincha hasta reventar y grita hasta enronquecerse, manifestando su desprecio a la prensa nacional, que patriota y honrada, ha protestado contra al antipatriótico proyecto ideado por el conservador gobernante.
Creemos que para ciertos escritores sin carácter y sin convicciones, el dinero sea una razón poderosa para defender entuertos, pero nunca nos habíamos imaginado que las plumas mexicanas, por unos cuantos cuartos, llegaran al extremo de hacer burla del patriotismo y de enaltecer los actos que están en abierta pugna con el buen nombre de la Patria. En suma, creíamos que por paga, los escritores faltos de escrúpulo, vendían sus conciencias pero no su amor a la Patria.
El Periódico Oficial de Tamaulipas, está fuera de su papel. Debe concentrarse a explicar el móvil de su gobierno para la erección del monumento, pero nunca debe atacar. El periódico oficial no debe ser periódico de combate. Su misión consiste más bien en conciliar los ánimos, que herirlos para exaltarlos más.
Haría bien el Gobernador de Tamaulipas en cerrarle la boca a su periódico, porque en lugar de defenderlo, lo desprestigia más de lo que está por su imprudente y antipatriótico proyecto.
Escribimos estas líneas agobiados por una decepción dolorosa, más dolorosa aún por lo inesperada. Creímos, torpemente, con esa torpe manía de suponer que sobre las conveniencias políticas o personales había de surgir e imponerse alguna vez la bella tradición de nuestras liberales instituciones, que la 2ª Sala del Tribunal Superior del Distrito cerrase en este asunto los oídos a consideraciones extrañas a la ley; pero contra nuestras prevenciones, contra las prevenciones del público sensato, contra las prevenciones de la ley, los Magistrados del Tribunal Superior han amalgamado sus aptitudes ocn las aptitudes del Juez Pérez de León. Con muy insignificantes discrepancias, caminan paralelos en criterio de los Magistrados del Tribunal Superior y el Juez Correccional. De manera que, cuando se trata de juzgar periodistas independientes, se toman del brazo Magistrados que debían permanecer siempre serenos, con Jueces que aventuran con torpeza sus servicios políticos (adhesión incondicional y defensas rabiosas del poder.)
La parte resolutiva de la sentencia que acaba de dictar el Tribunal en este asunto, es la siguiente:
El Sr. Remigio Mateos, Director que fue del semanario, sufrirá 1 año 2 meses de prisión, contados desde el 27 de Agosto y con deducción del tiempo que disfrutaron de libertad bajo caución.
El joven Alfonso Cabrera, que solamente estaba encargado de la contabilidad del periódico, sufrirá 7 meses de arresto desde la misma fecha y con la misma deducción del anterior.
El Regente Román Delvaille, 4 meses de arresto, contados desde la fecha en que ingrese a la prisión y Luis Mata, encargado de la tipografía literaria en la cual se tiró uno de los números denunciados, 2 meses de arresto.
Las prensas y piedras litográficas pertenecientes a D. Daniel Cabrera, fueron decomisadas, y la prensa de D. Luis Mata le será devuelta.
La sentencia deberá publicarse en «El Mundo,» «Popular» y «Universal,» a costa de los reos, por tres veces, y en «El Hijo del Ahuizote» por una sola vez.
Nos proponemos estudiar seria y detenidamente ese fallo inicuo para que el público vaya conociendo a los funcionarios en quienes está depositada la Justicia en el infeliz Distrito Federal.
Innumerables son las quejas que tenemos de arbitrariedades cometidas por las autoridades de Sinaloa. Los habitantes del Estado no pueden soportar más las vejaciones de que son víctimas, vejaciones que quedan impunes, pues cuando un ciudadano acusa a los funcionarios despóticos, en lugar de justicia, reciben con sangrienta burla a sus derechos ultrajados, la absolución del empleado corrompido y las persecuciones, que en ejercicio de mezquinas venganzas, ponen en juego los mandatarios que gustan de ceñir sus actos al capricho y la ley de la voluntad.
En Badiraguato, pesan cuatro funestas personalidades, que como en castigo de tremendas culpas han sido impuestas sobre de este Distrito, y son el Prefecto Abitia, el Juez de 1ª Instancia Pedro Cañedo, el Recaudador de Rentas y el Agente de Minería.
Los cuatro personajes se han confabulado para esquilmar al desgraciado pueblo.
Abitia cobra multas indebidas, persigue a las personas que no comulgan con sus ideas, las destierra o las consigna al servicio de las armas.
El recaudador grava inmoderadamente las negociaciones de los comerciantes que no son afectos a él, llegando a cobrar cantidades enormes por la elaboración de artículos que en la plaza tienen vil precio.
El Juez Cañedo, pariente del Gobernador, ha hecho a un lado las leyes y no aplica más principios que los de su conveniencia. Las causas duermen en los estantes bajo una gruesa capa de polvo, los presos de la cárcel, muchos inocentes, se resignan a sufrir injustas prisiones que se prolongan indefinidamente, hasta que el Juez está de humos para despachar.
El agente de Minería es a la vez Agente del Timbre, regidor del ayuntamiento y Tesorero Municipal, descuida la Agencia de Minería, no desempeña la del Timbre, en el Ayuntamiento nada hace de provecho y la tesorería Municipal no tiene principio ni fin.
Ninguno de todos estos funcionarios sirve para desempeñar debidamente los puestos que se le han encomendado, pero si sirven para infringir la ley a la sombra del complaciente Gobernador de Sinaloa.
Continúa en Chihuahua la presión del Gobierno sobre el Club Liberal «Esteban Coronado.»
Recordarán nuestros lectores que en uno de nuestros anteriores números1, dijimos que el Coronel Ahumada no le simpatiza el hecho de que se instalen Clubs liberales en Chihuahua y ejerce presión sobre los ciudadanos, para que no prosperen los ideales democráticos.
Se recordará también que dijimos, que el Presidente de la agrupación liberal que se había formado, en una persona desprovista de valor civil y que atiende más a las autoritarias indicaciones del Gobernador, que a las nobles exigencias de los principios liberales.
Los miembros del Club Liberal «Esteban Coronado» se muestran disgustadísimos con la conducta del Coronel Ahumada, quien no sólo ejerce una perniciosa influencia sobre el Presidente del Club, sino que él influyó para que fuera encomendado tan elevado cargo a este ciudadano falto de libertad y de energías.
Mientras las demás agrupaciones que forman parte de la gran confederación de Clubs liberales, hacen patentes sus deseos de trabajar por la regeneración social y política de nuestra Patria y establecen bibliotecas, organizan conferencias públicas, fundan periódicos, formulan excitativas, y hacen una propaganda activa, eficaz, honrada y valiente de las ideas liberales, el Club «Esteban Coronado» gracias a la falta de carácter de su Presidente y Vicepresidente, permanece inactivo por no disgustar al coronel Ahumada.
Conveniente nos parece, que ya que los miembros de dicho Club están descontentos con la mala dirección que a la agrupación imprimen su Presidente y Vicepresidente, elijan para desempeñar esos cargos a personas de arraigadas convicciones, para no verse obligados a soportar el bochorno de que dadas las inclinaciones de esas personas, el Club sólo vaya a servir para felicitar al Gobernador el día de su santo y llevar a cabo para con el Coronel Ahumada, las necias prácticas del Círculo de Amigos del Presidente.
En Chihuahua, como en toda la República, no hay libertad, sólo que en aquel Estado se ha llegado hasta el extremo de oponer obstáculos a los ciudadanos para que no ejerciten los mermados derechos que la Dictadura nos ha dejado como gracia.
1 Véase supra, art. núm. 359.
Es muy curioso el procedimiento del Juez Vea, de Culiacán. Confecciona leyes a su antojo y las lleva a la práctica a pesar de la rechifla pública. Cierto es que a ésta se hallan tan acostumbrados los funcionarios sinaloenses, que sienten la nostalgia de ella cuando no se les ovaciona.
Ante el Juzgado Menor que tiene a su cargo el Sr. Vea, cargo enorme en relación a su pequeña talla de jurista, fue demandada una persona por no haber podido cumplir una cuenta. El deudor, hombre honrado, pero escaso de elementos pecuniarios, confesó la deuda y fue condenado a saldarla.
Perfectamente; pero cuando se fijó un plazo al deudor para hacer el pago y no lo efectuara por continuar escaso de numerario y carecer de bienes, el Juez Vea le impuso una multa de cinco pesos por desobediencia a un mandato de la autoridad. No paró ahí todo, sino que ese Juez, en vista de que el demandado no pagaba la multa, se dirigió a la Prefectura pidiendo se le mandase aprehender y se le encarcelara.
Hay alcaldadas mayúsculas; pero ésta las sobrepuja hasta parece hiperbólica. Poco, escasísimo, casi ningún criterio jurídico debe tener el Juez Vea, lo que ameritaría su inmediata destitución si su alcaldada no fuese cubierta con el velo de la protección complaciente tan vulgar en Sinaloa.
En nuestro número anterior1 publicamos varias noticias relativas a Villaldama, N. L.
Esas noticias las entresacamos de varias cartas anónimas que hemos recibido de aquella población, y en las que se hacen cargos tremendos a las autoridades.
Las noticias las hemos publicado contra nuestro propósito de no hacer aprecio de anónimos, porque se nos ofreció que cuando viniera al caso, darían sus nombres los informantes.
Ahora hemos recibido varias cartas en que se desmienten, si bien es cierto que no todas, sí algunas de las noticias. Estas cartas vienen calzadas con firmas de personas que nos merecen toda consideración, y por lo tanto, deseamos saber si hemos sido engañados por los anónimos informantes, o bien si ellos son los que han dicho la verdad, y al efecto, los invitamos como hombres de honor que suponemos que son, a que se descubran y den sus nombres.
Hay que tener en cuenta que para ello se necesita tener valor civil, y así se los recomendamos, para que sin temor a persecuciones den sus nombres, pues cuando se defienden causas justas, nada importan las penalidades que por ellas puedan sufrirse.
Esperamos, pues, informes de una y otra parte para normar nuestro modo de proceder.
1 Véase supra, art. núm. 437.
La exasperaste monotonía del Periódico Oficial, del Estado de Guerrero, se ha roto para dar cabida a una noticia que ha producido inmenso júbilo a los patriotas hijos del Sur.
En dicho colega se anuncia que Mercenario ha renunciado a seguir haciendo la desgracia de Guerrero.
Sus paniaguados han quedado tristes y cariacontecidos, porque ya no habrá más individuos que fingiendo amistad al ex-Gobernador, obtengan como regalo un título profesional con que disimular personalidades perfectamente analfabetas, no podrán recibir subsidios a cambio de aplausos y vociferaciones.
A Mercenario lo hizo renunciar el Presidente, en vista de la enérgica actitud de los dignos surianos y para no dar edificante espectáculo de anular la elección que se hizo el mismo ex-Gobernador ayudado por el servilismo.
Enviamos a los hijos del Sur nuestros parabienes. Está demostrado que los gobiernos tiránicos tienen que ceder, cuando la voluntad del pueblo se manifiesta enérgica y resuelta y que gustan burlarse de ese mismo pueblo cuando lo encuentran débil y cobarde.
El ejemplo de valor dado por los surianos debe ser imitado por todos nuestros compatriotas para desembarazarse de tanto cacique y de tanto autócrata.
Ahora, bueno es que los hijos de Guerrero ejerciten sus derechos en los comicios, para elevar a la primera Magistratura del Estado a un ciudadano verdaderamente liberal que se preocupe por el progreso del Estado y que jamás piense en reelegirse.
Lo mismo debemos hacer todos los mexicanos para elegir Presidente de la República, dentro de tres años. Urge prepararse, porque el plazo, aunque parece largo, nada significa en atención a hay necesidad de uniformar la opinión.
Excitamos, pues, a todos los buenos mexicanos a que uniformen su opinión, para que el ciudadano que dentro de tres años ocupe la Presidencia de la República, sea patriota, liberal y progresista.
En mala hora se le ocurrió al Gobernador Cañedo visitar el puerto de Mazatlán, en donde, como en todo el Estado, no cuenta con la simpatía popular por su carácter agresivo, su pésima gestión y su temperamento arbitrario.
Concurrió el Gobernador a una corrida de toros, y tan luego como el pueblo se apercibió de su presencia, surgió de las gradas un inmenso vocerío ensordecedor, mezclado con la aguda gama de los silbidos. Fue la manifestación más ruidosa en que pudo traducirse el descontento popular.
El Gobernador se armó de prudencia y salió de la plaza seguido de tan elocuente manifestación.
Cuando el pueblo hace tan patentes muestras de desagrado a su mandatario, parece que la dignidad y el amor propio exigen la dimisión. Esperamos que el Gobernador Cañedo dimitirá inmediatamente.
Se apartaría de un cargo que no es para él y dejará de hacer la desgracia de Sinaloa.
El servilismo, que está a caza de oportunidades para patentizar su necio trabajo, logró sorprender a varias honorables personas de Nuevo Laredo para que calzaran con sus firmas, una hoja repleta de inmerecidas alabanzas al Gobernador Mainero de Tamaulipas.
El pretexto ha sido defender un descabellado proyecto del Gobernador de que se erija un monumento a la memoria del odioso traidor Iturbide, proyecto que ha sido duramente combatido por la prensa sensata y los clubs liberales de la República.
Tan rudo ha sido el criterio que informó al redactor de la hoja, como el criterio que informa al Periódico Oficial de Tamaulipas, aduladores ambos y sin más seso que para alabar sin ton ni son al clerical Gobernador del Estado.
La hoja, que se titula Voto de confianza al Gobernador del Estado, alaba el proyecto del Gobernador y dice: que es de saludable trascendencia para el buen nombre de Tamaulipas. Nosotros creemos lo contrario, y es que será de funesta trascendencia para el buen nombre de Tamaulipas, Estado que debe protestar enérgicamente, si no quiere verse complicado en el atentado que pretende perpetrar el Gobernador Mainero, apoyado por la Legislatura del Estado, obra suya y compuesta de instrumentos dóciles y complacientes, y encaprichado en torpes defensas por medio de su anodino Periódico Oficial, que no sirve sino para desprestigiarlo más.
Sentimos que los progresistas ciudadanos de Laredo, se hayan dejado sorprender por la audacia de los aduladores de oficio, que por medio de engañifas lograron conseguir una que otra firma.
El autor del Voto de Confianza, excita a los vecinos de las diversas municipalidades del Estado, para que secunden su servil proceder, pero con seguridad que ninguno se adherirá a él, pues los hombres honrados nunca se prestan a las farsas que gusta de organizar la adulación, y además, tienen buen sentido y son liberales, incapaces por lo tanto de honrar a los traidores, ni de dar votos de confianza a quien no los merece.
Está bueno que el autor de la hoja y el Periódico Oficial, defiendan los desaciertos de su jefe, porque después de todo, él les paga para que hablen, pero que no se pretenda malear con sus corruptoras doctrinas a los hombres honrados a quienes choca la bajeza.
La pobreza predicada por el Mártir del Calvario, está reñida con el sibaritismo del obispo de Tepic1. Hace diez años, cuando este Obispo ocupó su puesto, llevaba exhaustos sus apolillados arcones. Ahora, todo ha cambiado. Con el óbolo de los buenos y sencillos habitantes del Territorio, es propietario de trece fincas magníficas y se le reconocen hipotecas sobre veinte casas.
Muy censurable es la conducta de este Obispo que más se preocupa por su medro personal, que por el bienestar de sus feligreses. Nada importa que éstos sufran las consecuencias de la carestía de los artículos indispensables a la vida. El Obispo tiene repletos sus arcones y satisfechas sus necesidades las más insignificantes, las más pueriles.
Decididamente, el sacerdocio a pasado a la categoría de una profesión lucrativa.
1 Ignacio Díaz y Macedo (1853-1905). Jaliciense. Obispo de Tepic a partir de 1893. Durante su pontificado organizó la curia, el seminario, la catedral y las parroquias; fundó un orfanato, el Hospital de San Vicente de Paul y el periódico El Orden..
No se crea que nos dirigimos a esta personalidad para adularla como lo acostumbra su servil “Círculo de Amigos.” Nosotros no conocemos la adulación y por tal motivo somos enemigos de la bajeza. Por eso la vapuleamos de continuo.
Nos dirigimos al Presidente para ponerle de manifiesto el grave mal que a la patria ha ocasionado con su sistema político dictatorial, absorbente, absoluto, autocrático.
El general Díaz, según declaran sus aduladores, ha querido que haya paz y que haya progreso. Excelente nos parece la idea, sólo que los medios para lograr su realización han resultado pésimos, por lo imprudentes.
Han sido imprudentes los medios empleados para obtener paz y progreso, porque ellos no fueron el producto, la consecuencia de un conjunto de verdades científicas, sino el resultado de una voluntad indomable, ciega, sorda a cualquiera insinuación hecha por el pueblo; ha sido el resultado de una voluntad dictatorial, en suma.
Con motivo de esa dictatorial voluntad, el pueblo no ha tenido derechos, los ciudadanos han vivido sin garantías, la libertad hace muchos años que murió, las instituciones también han muerto porque se mató a la Constitución del 57 a fuerza de tanto reformarla, inútilmente para el pueblo, con utilidad sólo para el elemento oficial que ve en esas reformas el aseguramiento indefinido de su bienestar personal, sin preocuparse del bienestar general.
Nosotros hemos atacado y seguiremos atacando todos los vicios administrativos, porque queremos el orden, queremos la paz, queremos el progreso y que a nuestra patria no la amenacen las revueltas interiores ni las reclamaciones exteriores.
Sin embargo, no faltan espíritus medrosos, esos espíritus timoratos que no se atreven a decir la verdad porque la consideran como vehículo de tormentos y crueles torturas, que trabajan por desanimar a los hombres de energías, para que no emitan con franqueza sus opiniones.
Cansados estamos de oír de labios de hombres sin vigor que la censura a los actos gubernamentales, aun a aquellos que son más tiránicos, constituye una labor revolucionaria.
Para esa clase de hombres, el ataque enérgico a los desmanes oficiales, la denuncia franca y real de los abusos del poder, la excitación al pueblo a que ejercite sus derechos para desembarazarse, por los medios legales, de los tiranos que lo oprimen, son trabajos de anarquistas o de furibundos demagogos.
Nada más absurdo que se nos considere como revolucionarios; pero si lo fuésemos, estén seguros los espíritus apocados y la tiranía misma que así lo declararíamos, lo confesaríamos con la misma entereza con que hoy rechazamos tan grosera e infundada calumnia, porque no estamos acostumbrados a mentir, nos repugna la hipocresía política y gustamos de las situaciones claras y francas.
Nosotros no queremos revolución, y por esta razón deseamos que haya moralidad administrativa. Por esta misma razón queremos que se eduque al pueblo y se le devuelvan sus libertades, para que en lugar de sostenerlas con ayuda de las armas y derrocar a los déspotas a fuerza de disparos, ahogando a los ambiciosos con su propia sangre, ese mismo pueblo se arme de la ley, para que sepa exigir al mismo tiempo que cumplir, y en vez de hacer tangible su soberanía decapitando Césares y ensangrentando el territorio nacional, pueda hacer pesar su voluntad por los medios que la humanidad y la civilización reclaman.
No somos revolucionarios, y por esa razón queremos que haya libertad y que termine la Dictadura, dejando obrar al pueblo según su voluntad. Nosotros queremos que ya no se persiga a los ciudadanos que con honradez manifiestan sus ideas; que terminen por completo las vejaciones y las arbitrariedades repugnantes, porque lo hemos dicho y lo repetimos: la represión es un peligro para la tranquilidad del país. Por esa razón, esto es, temiendo que la República volviera a sangrar, hemos tratado de demostrar lo imprudente que sería que el general Reyes ocupara la Presidencia de la República, porque esa responsabilidad, suficientemente experimentada por nuestros hermanos de la frontera norte de la República, es nociva como gobernante. El general Reyes ejercitaría un absolutismo exasperante, implementaría el terror y los ciudadanos tendrían que huir de la República, para ponerse a salvo de las odiosidades del poder, o, lo que sería mil veces peor, se levantarían en armas para librarse de la tiranía; y la hidra revolucionaria, con todos sus horrores, se cerniría sobre la patria, llevando la desolación y el luto a los hogares, paralizaría la industria, abatiría el comercio y provocaría infinidad de conflictos internacionales que, sólo de pensarlo irrita, se resolverían en la pérdida de nuestra nacionalidad.
Después de lo anteriormente expuesto vamos a dar la noticia que en estos momentos conmueve hondamente a todos los buenos mexicanos: el Estado de Guerrero se ha levantado en armas.
No conocemos todos los incidentes del movimiento revolucionario. Sólo sabemos que Quechultenango y otras poblaciones del Estado han tomado las armas.
Parece que el origen del levantamiento proviene de que, despechados los descontentos por no haberse hecho efectivos los ofrecimientos del general Díaz para dejar obrar en libertad al pueblo suriano, a fin de nombrar nuevo gobernador de Guerrero, quieren hacer cumplir ese ofrecimiento por medio de la fuerza.
Para evitar esos levantamientos precisamente es por lo que trabajamos, por lo que, con una insistencia que algunos pudieran traducir por necedad, hemos hablado en todos los tonos que es necesario que haya libertad, que se deje al pueblo obrar y no se le restrinjan sus derechos, que cese ese absolutismo que pesa sobre los ciudadanos, que se comprenda que el pueblo es el soberano y por lo tanto no se le puede escatimar su libertad, y que para ello no se necesita hacer ningún esfuerzo, basta con observar una conducta oficial ceñida a las instituciones liberales y democráticas.
Por otra parte, a los mexicanos se nos ha dicho, y se ha pretendido hacernos creer, que lo que ha informado el programa político del general Díaz es el deseo de que haya paz; que su insistencia en permanecer en el poder, ha tenido como único móvil la aspiración de que la paz se consolide; pero vemos con amargura que no obstante haber tolerado, aunque no sin repugnancia ciertamente, que a la Constitución se le agregara el precepto del continuismo, la paz se ha quebrantado.
Hemos sufrido, pues, las reformas innecesarias a la Constitución; hemos sufrido el relajamiento de nuestras instituciones, y sin embargo nos amenaza la revolución.
Nos amenaza la revolución. Es necesario tener en cuenta, que hay otros estados de la República que se asfixian bajo la pesadumbre de los déspotas: Jalisco no puede soportar más a Curiel, al grado de que está por segregarse del Estado uno de los cantones más simpáticos, Lagos de Moreno, que pretende ser territorio, prefiriendo el absolutismo del centro a la atroz tiranía del gobierno del Estado; Jalisco, como decimos, no soporta a Curiel; Sinaloa ve su ruina en su administración pública y se agota bajo la dinastía de Cañedo, que ha matado una a una las libertades públicas; Sonora se debate dolorosamente bajo el inconstitucional gobierno de Izábal, el más arbitrario que le ha tocado a ese Estado; Chihuahua carga sobre sus hombros a numerosos y arrogantes caciques, y tiene la desgracia de estar atado al solio de Ahumada, no puede tener clubes liberales ni la libertad de que sus hijos manifiesten claramente sus ideas; Nuevo León sucumbe a la influencia exasperante del general Reyes y tampoco puede tener clubes liberales, en Monterrey, porque no son gratos al ministro; Coahuila, tiene la pena de soportar un gobernador, que, cuando tiene obligación de hacer algo, dice que lo hace por espíritu de protección; además, cuenta con alcaldes como Barreda, el de Candela, y con la tutela del general Reyes, que impide la formación de clubes liberales en Saltillo; Tamaulipas sufre los desaciertos e imprudencias de su gobernante, allí no hay escuelas y la inseguridad pasea su bandera de horrores por todos los municipios; San Luis Potosí está entregado al clero y tiene como pontífice a Montes de Oca y como gobernador a Escontría, que entiende de política como lo relativo a la conciliación con los curas, y los distritos del Estado están en manos de autoridades sin conciencia; Aguascalientes gime por sus muertas libertades y no tiene más luces que las de los cirios de sus iglesias; Oaxaca camina prontamente a un precipicio en manos del más inepto de los gobernantes; Yucatán tiene en el poder hombres que sueñan con otro Maximiliano, y que sueñan tanto, que se olvidan de que en los plantíos de henequén gime por su libertad un ejército de esclavos; Veracruz murió hace tiempo bajo la presión de Dehesa, y muchos hombres se han afeminado, al extremo de aplaudir los desatinos del mal gobernante, sólo por no perder su tranquilidad; Puebla ya no soporta a Mucio Martínez, los abusos se cometen en la misma capital del Estado y no hay quien los reprima.
No citaremos más para no hacer cansada esta enumeración; baste con decir que no hay un solo Estado de la República en que haya justicia y que los gobernadores cumplan con su deber, pues todos éstos, sin excepción, son instrumentos ciegos del centro. Los periodistas pagan en las cárceles su amor a la patria y los ciudadanos callan tanto horror, convencidos de que tendrán que soportar, a despecho de sus protestas, a los hombres que los oprimen.
Hay, pues, que tener en cuenta ese descontento popular.
El levantamiento de Guerrero pudiera tener eco en tanto Estado oprimido, pudiera llegar a adquirir las simpatías de tanto ciudadano vejado, de tanta víctima de la tiranía, y entonces secundarían el movimiento suriano y tendríamos que ver sangrar a la nación haciéndose el caos en nuestra infortunada patria.
Y después de tanta desgracia, debilitados por la discordia, aniquilados por la miseria, tendríamos que sufrir la intervención del coloso del Norte, que tomaría por pretexto el aseguramiento de los intereses de los ciudadanos de los Estados Unidos para llevar a la práctica, en nosotros, sus aspiraciones de absorción, su insaciable imperialismo, y quedaríamos quizá para siempre sujetos al odioso yugo sajón.
Este es el fin que tendremos, si antes no se conjura el mal. Para conjurarlo basta con que el general Díaz de una tregua al absolutismo; basta con que haga cesar la Dictadura, que se devuelvan al pueblo sus libertades, que se le deje obrar, que ya no haya tutela oficial y que no se rebaje la dignidad de los ciudadanos.
Del general Díaz depende, pues, la tranquilidad de la nación. Que se despoje de cualquier idea personalista y que vea por el porvenir de la patria, haciendo a un lado el capricho. Que deje obrar al pueblo. A los surianos, que los deje elegir su gobernador, lo mismo que a los sonorenses, a los neoleoneses, a los oaxaqueños, a los veracruzanos, a los jaliscienses y a los habitantes de todos los estados.
Cuando se trata de salvar a la patria, hay que transigir, hay que desechar todo egoísmo, si no se quiere que la discordia se encienda más y que la nacionalidad perezca.
Rara vez nos ocupamos de la Administración pública del Estado de Tlaxcala, porque el Gobernador Cahuantzi1 no permite que se envíen correspondencias a la prensa, para de ese modo impedir que sus desatinos administrativos se exhiban a los cuatro vientos de la censura pública.
Se nos dice que el Jefe Político de Calpulapam, D. Silverio Morales, después de haber ejercido ese cargo en varios Distritos del Estado de Puebla, y una vez que se hubo acreditado como mandatario inepto, fue llamado por el Coronel Cahuantzi que tiene el mal tino de rodearse de todo lo malo en materia oficial, y lo impuso a los vecinos de Calpulalpam.
Calpulalpam entero clama contra el Jefe Político, que mortifica al pueblo con multas excesivas impuestas por motivos insignificantes, y las más de las veces sin motivo alguno.
Según se dice, quiere cubrir con esos procedimientos un déficit que hay en sus cuentas.
Llamamos la atención del Gobernador sobre este punto para que ponga el remedio, porque es inicuo y es vejatorio imponer penas indebidas a los ciudadanos. Urge que concluyan las extorsiones al pueblo, pues es demasiado duro que después de arruinarlo con tanta gabela para mantener un Ejército numerosísimo e inútil, se le explote injustamente con multas impuestas al antojo.
1 Próspero Cahuantzi (1834-1915). Militar tlaxcalteca. Destacó en la batalla de Tecóac contra las tropas leales a Lerdo de Tejada. Amigo cercano de Porfirio Díaz. Gobernó Tlaxcala de 1885 a 1911. Murió en la cárcel de Chihuahua.
Hemos llegado a una época de brutal opresión. Por todos lo ámbitos de la República se veja a los ciudadanos. Ya nadie es libre para emitir una idea, ni nadie es libre de exigir un derecho. Hemos llegado al triste resultado a que conducen las tiranías, al inflexible dilema en que la autocracia coloca a los ciudadanos; la pérdida de la vergüenza o las molestias arbitrarias y despóticas.
Colocados en ese diabólico dilema, tenemos que escoger; o hacemos a un lado la honradez, la dignidad y nuestro amor a la Patria, para convertirnos en sumisos esclavos, en instrumentos ciegos de un Poder aplastante que escupa nuestra dignidad y babee sobre nuestra honradez, o bien nos mostramos dignos y altivos a trueque de nuestra tranquilidad, nos mostramos honrados y patriotas, convencidos de que el ciudadano que tiene vergüenza es el blanco de la inquina oficial.
La opresión ha impreso su huella bestial en las conciencias, al grado de que los opacados y los que han perdido la noción de ciudadanía y de dignidad, creen que viven en algún paraíso en razón de que, perdida la vergüenza y el honor, poco les importa vivir atados a un poste, con tal de que se le arrojen algunos mendrugos con que saciar su apetito; poco les importa haber perdido sus derechos y ya no ser hombres, si en cambio la mano que los abofeteó les ofrece envuelto en su propia miseria el pan para calmar su hambre, aunque para devorarlo tengan que ablandarlo previamente con lágrimas.
Pero los que han conservado intacta su convicción de hombres; los que se han aferrado a la idea de que el ciudadano tiene derechos y obligaciones; los que creen que la misión del hombre en la tierra no consiste tan sólo en la satisfacción de apetitos animales, sino que por su propia naturaleza tiene algo más grande que cumplir, y se convencen de que la dignidad es su inseparable compañera, esos son perseguidos, son molestados por los mismos que pretenden que los habitantes de una nación, deben ser obedientes esclavos y no hombres libres; por los que quisieran que los ciudadanos anduvieron de rodillas y que les repugna ver que algunos, sin embargo, saben andar noblemente erguidos.
Como ejemplo de persecuciones a ciudadanos honrados y patriotas, citaremos las que en estos momentos se llevarán a efecto contra los miembros del “Club Liberal Lampacense.”
Ya en anteriores números1 hemos dicho que ni al Gobierno ni al Gral. Bernardo Reyes les simpatizan los clubs liberales en virtud de que éstos odian la tiranía y trabajan por la libertad. También hemos dicho que el Gral. Reyes ha impedido que se instalen clubs en Monterrey, Saltillo y otros lugares en que el Ministro tiene influencia, no entre el pueblo, porque este no lo quiere, como para corroborar nuestra tesis podíamos apelar al testimonio de los fronterizos del Norte, que todavía sienten el sofocante peso del absolutismo de esa personalidad, y estamos seguros de que los ciudadanos, vuelven a menudo el rostro temiendo a cada rato ser víctimas de vejaciones y arbitrariedades.
Pues bien, ahora, por las tendencias liberales y patrióticas del “Club Lampacense,” quiere aniquilársele encarcelando a sus miembros por supuestos delitos. Hasta llegan a inventarse actos delictuosos para dar visos de legalidad a las aprehensiones.
Vamos a dar a conocer a nuestros lectores los hechos tal y como se nos refieren, comentándolos según la impresión que nos han causado, aunque a reserva de rectificarlos o ratificarlos en su caso.
La tropa que guarnece a Lampazos, para distraer el tedio que se apodera del soldado por su vida inútil, ociosa y sin provecho, no pudiendo emplear sus enmohecidas energías en nada saludable, decidió solazarse como los chiquillos y los babiecas, ante el antiestético espectáculo que ofrece el arder de un muñeco de cartón encohetado, al que las gentes sencillas llaman Judas.
Con ahínco se puso a trabajar la bizarra tropa en la fabricación del muñeco, dirigiendo la operación el no menos bizarro Capitán 1º Aurelio Díaz.
Terminada la obra, que debía ser quemada el sábado de Gloria, la guardaron con cuidado en el interior del cuartel, pero alguien por imprudencia o por descuido incendió al Judas, antes del día fijado para quemarlo. Entonces se atribuyó la culpa a los miembros del “Club Liberal Lampacense,” que son personas de orden y enemigas de gastar chanzas y de mezclarse entre los reclutas, y sólo se les calumnió para que hubiera un pretexto a fin de poder perseguirlos.
Se les acusó por telégrafo e inmediatamente, con lujo de despotismo y de soberbia, se comenzaron a hacer aprehensiones de ciudadanos, dizque por perturbar el orden público.
En la noche del 5 del corriente aprehendieron a los Sres. Adolfo Rodríguez, Pro-Secretario del “Club Lampazos” y periodista independiente, Carlos Zertuche, Elpidio Canales2 y Ernesto Bravo, a este último caballero se le golpeó cobarde y alevosamente por mandato de un tal Pedro Hernández, Jefe de Rurales, en presencia de numerosos vecinos de Lampazos y del Alcalde 3º, quien en vano pretendió impedir la infamia, pues no fue obedecido porque en Lampazos las autoridades se ven ultrajadas por los esbirros. Pedro Hernández, que como dijimos es Jefe de Rurales, José Mª. Correa, que funge de segundo Comandante de Policía y el Jefe de las armas, que es el Capitán de que arriba hablamos y que gasta sus energías en la fabricación de muñecos.
A todos los aprehendidos, que son miembros del “Club Lampacense,” arbitrariamente se les condujo al cuartel, y al siguiente día, por orden del Gobernador de Nuevo León, fueron conducidos a Monterrey.
En camino para la Estación del Ferrocarril Nacional, se empleó tal alarde de fuerza y de villanía contra los arrestados, que se originó el consiguiente escándalo, porque el pueblo y las autoridades de Lampazos abrigan la más firme convicción de que son inocentes los caballeros a quienes se aprehendió, y que sólo la inquina oficial puede inventar delitos para mortificar a los ciudadanos honrados.
A los esbirros correspondía provocar el escándalo y aumentarlo, pues ya en la Estación, porque varios amigos de los presos se despidieron de ellos, Pedro Hernández, el Jefe de Rurales, ordenó temblando como una doncella, que se guardara silencio, y como no es hombre de valor, y por lo tanto, es arbitrario, mandó que se hiciera fuego sobre el pueblo, y el mismo Hernández y José María Correa, el Comandante de Policía, dispararon sus armas.
Por fortuna, los soldados y rurales que escoltaban a los presos, no hicieron aprecio de la brutal orden de Hernández, comprendiendo que era inicuo disparar sobre personas indefensas.
El Capitán Aurelio Díaz, continúa aprehendiendo a los demás miembros del “Club Liberal Lampacense” y a golpes los conduce al cuartel, como aconteció con el Sr. D. Juan Wieman, que fue golpeado con felonía sólo porque contestó enérgicamente a las fanfarronadas del soldadón Díaz.
Han aprehendido, además, a los Sres. Juan Ignacio Martínez, Antonio Zepeda, Luis G. Ávila, redactor que va a ser del órgano del Club, y al impresor D. Tomás Hoyos, y todos serán remitidos a Monterrey.
Se busca activamente a los demás miembros del Club Liberal.
Ahora bien, si lo anterior es rigurosamente exacto, eso es, si de ese modo pasaron los hechos, desearíamos saber qué orden han perturbado los ciudadanos aprehendidos. El orden ha sido perturbado por los esbirros del Poder y a ellos es a quienes debe castigarse con toda energía.
Pero no se les castigará, y su impunidad servirá para que todos los mexicanos comprendan que en la República no hay garantías, y que la libertad y hasta la vida quizá, depende del capricho de voluntariosos mandatarios.
Indigna que los ciudadanos que trabajan por el bien del pueblo, sean perseguidos precisamente porque procuran el progreso de nuestra infortunada Patria, como si el amor a ella constituyera el más aborrecido de los delitos, como si desear la libertad fuera un crimen y el ser hombre honrado fuera un odioso y repugnante vicio.
Si los hechos se verificaron como se nos han referido, ¿qué se pretende con tanta persecución? Qué se obtiene o qué fin se persigue con esas vejaciones? Si por medio de arbitrariedades llevadas hasta el exceso, creen los déspotas que la doctrina liberal ha de perecer, se equivocan. Que recorran la historia de la humanidad y aprenderán que mientras más se escarnece a sus propagandistas y mientras más se les acosa, más se acrecienta el número de los adeptos, más profundamente arraigan las convicciones y fortalecen más los credos. Además, la condición humana es absolutamente impresionable por las víctimas; éstas se atraen las simpatías y de las simpatías se pasa a las creencias, y la fe en ellas que no es más que la convicción.
Vea pues la tiranía que ha escogido mal camino. Estamos en la Edad de la Razón, ¿por qué no se emplea la razón como arma de combate?
Decididamente retrogradamos, y si así seguimos, no será raro el día que se inicien contra los ciudadanos independientes, las repugnantes prácticas del Santo Oficio.
Protestamos con toda la energía de que son capaces nuestros pechos libres, contra las inicuas persecuciones de que son víctimas los patriotas ciudadanos del “Club Liberal Lampacense.” Protestamos con energía porque nos duele tanta injusticia y tan refinada maldad, y porque no queremos que algún día se nos tache de haber permanecido impasibles ante la burda calumnia que, se dice, se ha fraguado contra los miembros del Club Lampacense, de ser perturbadores del orden.
1 Véanse supra, arts. núms. 411, 442 y 463.
2 Elpidio Canales (1885?-1912). Liberal lampacense. Periodista opositor; miembro del PLM. Vivio en el exilio (1902-1906). Aprehendido en Ciudad Juárez y encarcelado en San Juan de Ulúa (1906). Al salir de la cárcel se afilió al maderismo y después se unió a las fuerzas de Pascual Orozco, donde alcanzó el grado de coronel. Murió en la acción militar de Pedriceña, Dgo. Escribió para Regeneración, El Diario del Hogar, y El Hijo del Ahuizote.
Como colega verdaderamente independiente y honrado, tenemos el gusto de citar a El Cuarto Poder, de la ciudad de Teziutlán, Pue.
Este colega ha comprendido la inmensa significación que para el país tiene el Manifiesto que a la Nación dirigió el Club Liberal «Ponciano Arriaga,» de San Luis Potosí, y sin reprochables cobardías, va a darlo a conocer íntegro a sus lectores.
Aplaudimos el valor civil del colega, esa virtud que es tan rara en estos tiempos de pusilanimidad, en que se tiembla, ya no con decir sino con sólo oír censuras dirigidas a los tiranos, que en virtud de femeniles temores, se soporta la bajeza antes que alcanzar la frente, se prefiere sentir en el cuello el peso de la bota del soldado antes que aventurar librarse de ese peso, por temor a ser estropeado por el acicate.
El ejemplo de valor civil dado por El Cuarto Poder, debe ser imitado. Hay que convencerse de que cuando hay razón para manifestar algo, se debe hacer, pues es vergonzoso que por cobardía y nada más, se ahoguen los sentimientos.
Continúe nuestro estimado colega por el camino elegido, sin titubear ni retroceder. El triunfo sólo puede ser alcanzado por las voluntades enérgicas.
Si es perseguido por el cesarismo, debe comprender el colega, que por cada atropello que se cometa con él, conquista una victoria; porque se comprueba lo que quiere demostrar: que no hay libertad y que la Dictadura hace su voluntad y con su capricho trabaja su ruina.
Mientras más persiguen los déspotas más odiosos son.
Es muy loable la actitud desplegada por el círculo independiente de Sonora, para hacer que venza su candidatura en las próximas elecciones de Diputados a la Legislatura local y de Ministerios del Supremo Tribunal de Justicia.
La candidatura del círculo independiente, es irreprochable. Su personal es ventajosamente conocido en el Estado y los buenos sonorenses deben ocurrir a los comicios para sostenerla y hacerla vencer contra las maquinaciones de Izábal y sus secuaces.
El elemento oficial, por su parte, ha publicado también su candidatura. En ella hace figurar a un Lic. Félix García de León, que nadie conoce en Sonora. Es un enigma de donde va a brotar este señor. También figura en la lista oficial el famoso Fiscal Ainslie1, aquel que fue a la cárcel pública a poner en libertad a D. Belisario Valencia, Director del El Sol, sin más motivo que el ordenamiento del Gobernador Izábal, dado al tiempo en que se regalaba con un banquete, que lo tenía de buen humor.
Veremos el resultado de esas elecciones.
1 Alejandro Ainslie. Durante el régimen huertista fue cónsul en Tucson, Ariz.
Sí, como decíamos en el número anterior1, nos sentimos agobiados por una decepción inmensa, al saber que la Segunda Sala del Tribunal Superior había declarado que los procesados en este asunto, eran responsables de los delitos incubados en la imaginación siniestra de algunos individuos, esa decepción se acentúa y abruma al conocer la ejecutoria del Tribunal, que ni con mucho resiste el riguroso ataque de una crítica severa.
Después de muchos días, o de estudiar el negocio porque la ejecutoria se presenta desnuda de todo criterio y de toda consideración legal y de todo estudio jurídico, los Magistrados fallan con la fatiga calenturienta del que busca eludir la ley, del que no logra nivelar sus intereses personales con los intereses de una facción política encarnizada, del que lucha y se debate entre los severos, rígidos, adustos y ásperos preceptos legales y la amenazante actitud de no sabemos qué esfinge política, que pretende inmolar víctimas en el altar de una venganza innoble.
Los Magistrados sacudieron al fin la pesadilla, y sudorosos y jadeantes, con las pupilas dilatadas ante el espectro de la opinión pública, firmaron precipitadamente una sentencia, que REGENERACIÓN recoge para hundirle el bisturí de una crítica implacable.
Y bien: después de hojear esa sentencia, al lado de la que, y en honor a la verdad, hace mejor papel la firmada por el Juez Pérez de León, porque al menos éste se preocupó por barnizarla, es cierto, de legalidad, amontonando artículos y amasando doctrinas, tropezamos con una grave dificultad: no hay cuerpo en donde pueda hundirse el bisturí de la crítica. Es un ropaje mal avenido, es una sucesión de líneas sin substancia, es una interminable sucesión de palabras sin objeto, es una continua protesta de la tinta tan mal empleada, es, en fin, la pesadilla que se resolvió en letras.
Cuando leemos (lectura que solamente la necesidad de servir al público puede imponernos) una sentencia como esa, tan fría, tan débil, tan mal pergeñada como para salir del paso, nos confirmamos en que hay hechos que son una revelación. Desde hace algunos años, un quinquenio quizá, no muy lejos, suena mal en los oídos de los Magistrados de la Segunda Sala de nuestro Tribunal Superior, esta palabra inofensiva que condensa gráficamente algunos actos oficiales: ARBITRARIEDAD. Pues bien, Sres. Magistrados: a trueque de vuestro enojo, os repetimos la palabra, la más venial para calificar en este caso vuestros actos de funcionarios públicos: la sentencia que habéis pronunciado ES UNA ARBITRARIEDAD.
Pasemos a probarlo.
LA PERSONALIDAD DE VALDÉS
Creemos, y en esta creencia abriga todo el que sienta impulsos a la rectitud y a la Justicia, que las sentencias deben ocuparse de las cuestiones jurídicas planteadas en el debate. Si una sentencia no se ocupa de ellas y no logra destruir con argumentaciones sólidas las objeciones opuestas, esa sentencia llevará el estigma de un auto arbitrario.
Una de las objeciones ha consistido en que Valdés no tuvo personalidad para promover, en nombre de Mercenario, la querella de calumnia extrajudicial en contra del personal de El Hijo del Ahuizote. Esta objeción tiene dos aspectos, el uno meramente jurídico; el otro sujeto a un hecho comprobado en autos. Es el primero, que en juicios criminales es inadmisible la procuración, la que no está debidamente reglamentada en las leyes. Es el segundo, que cuando Valdés promovió la querella, aún no era apoderado de Mercenario.
El primer aspecto de la cuestión, es de una resolución ceñida a escabrosos principios jurídicos de cuyo estudio relevamos a los Sres. Magistrados que, si no supieron apreciar el hecho comprobados en autos que entraña el segundo aspecto, menos aún podrán aventurarse en disquisiciones jurídicas, si no muy elevadas, al menos bien difíciles y peligrosas para cerebros poco ejercitados.
El segundo aspecto de la cuestión es más accesible. Podría resolverlo ventajosamente el más atrasado y bisoño estudiante de leyes. Puede plantearse sencillamente en estos términos: el 10 de Julio de 1900 presentó Valdés, diciéndose apoderado de Mercenario, una querella de calumnia extrajudicial contra los Redactores de El Hijo del Ahuizote. El poder no fue presentado con la querella, sino al día siguiente, 11 de Julio, (comprobado en autos por la diferencia de fechas que se nota en la querella y en el testimonio de poder). Sin embargo de que Valdés no comprobó su personalidad el 10 de Julio, se dio entrada a la querella y se tramitó desde luego.
No habiéndose presentado el poder juntamente con la querella, ésta no tenía, ni podía tener, subsistencia legal alguna. Es terminante el art. 658 del Código Penal: “No se podrá proceder contra el autor de una injuria, difamación o calumnia, sino por queja de la persona ofendida”. Se impone, pues, el vicio de la nulidad que anula todo el procedimiento, desde luego, que la querella fue promovida por un intruso, sin que valga la objeción que pudiera surgir sobre que, al presentarse el poder, se ratificó lo hecho, porque lo que es perfectamente nulo, lo que no existe, lo que es la nada jurídica, no puede ratificarse. La resolución es clarísima.
Al Tribunal, sin embargo, se le escapó esa claridad. Mejor dicho, no se le escapó, no hagamos la ofensa de que tres Magistrados en el último tercio de su vida, no hubiesen visto la prueba constante en autos y no hubiesen aplicado a un hecho sencillo, la prescripción, también sencilla, de la ley. Creemos que vieron la objeción, que vieron las pruebas, que conocieron el precepto legal; pero que pasaron sobre todo ello con supersticioso respeto, y por eso vemos en el Resultando Primero y en otros de los Resultandos, que les horrorizó la idea de asentar esa fecha tremenda, 10 DE JULIO, que se alzó como vigorosa protesta, y se redujeron a decir: “Que en Julio del año próximo pasado, se presentó Valdés, etc., etc.”
UNA GRAVE INEXACTITUD
Dice la Ejecutoria del Tribunal (Considerando 1º): “Que tanto el cuerpo del delito como la calumnia extrajudicial hecha al Sr. Antonio Mercenario… así como los delitos acumulados (los delitos nos se acumulan, Sres. Magistrados; se acumulan los procesos. Es forzoso no olvidar el trillado tecnicismo jurídico) de injurias al propio señor y de injurias al Sr. Lic. Arturo Paz… están comprobados, en los artículos relativos al Sr. Mercenario y caricatura relativa al Sr. Lic. Paz…”
Esta aseveración es radicalmente inexacta y nos admira cómo se ha asentado en la ejecutoria con las pretensiones de un dogma.
Estudiaremos ligeramente los párrafos denunciados.
En el párrafo denunciado como calumnioso, se dice que: “… de una manera misteriosa y eléctrica, asaltan, cuatro hombres en plena población y protegidos por la sombra de la noche, a un Sr. Caneda, disparándole sus pistolas e hiriéndolo de gravedad…” agregando que el agredido era poseedor de una hacienda en la que andaba interesado “el de sin fe de bautismo”, y concluía indicando que se aclarase el enigma.
Esto fue lo que consideró calumnioso Mercenario, esto fue lo que motivó epilépticamente al Juez Pérez de León, esto fue lo que motivó tantos trastornos, tantas vejaciones y tantas arbitrariedades. Y esto, sin embargo, no es calumnioso a Mercenario.
Puede verse en el párrafo aludido, que se imputa el asalto a cuatro individuos. No es posible suponer lógicamente que esos cuatro individuos fueran Mercenario.
Solamente el Juez Correccional y la Sala pueden identificar a unos con el otro, y al hacer esa identificación sui generis, afirman que se comprobó el delito de calumnia extrajudicial.
Por otra parte, el Sr. Remigio Mateos, autor de ese párrafo, jamás ha dicho que se había referido a Mercenario, jamás ha indicado que éste fuera el asaltante, jamás confesó que esos individuos hubieran sido instigados al asalto por Mercenario. Por el contrario, el mismo párrafo indica que se aclare el enigma. Si, pues, el párrafo no dice que este ex Gobernador haya sido el asaltante, y el autor de dicho párrafo no ha dicho que los cuatro individuos eran Mercenario o que éste los había instigado al asalto, no sabemos de dónde obtuvo la Sala su conclusión dogmática, de que se ha comprobado el delito de calumnia extrajudicial de que se quejó Mercenario.
Respecto a la injuria que se dice cometida y que Mercenario es la víctima de ella, veamos el párrafo denunciado. Dice: “Lo único que le falta a ese mandón, es un apellido, porque Mercenario no es un apellido ni cosa que lo parezca. Bien es que a D. Antonio le cae a las mil maravillas. Un Mercenario es siempre Mercenario. Y lo mismo es Mercenario gachupín que Mercenario judío. Solamente mexicano no puede ser, porque en México no hay mercenarios.”
Veamos ahora lo que a este respecto decía el Juez Pérez de León en su fallo y que la Sala patrocina en su ejecutoria: “Y como la palabra mercenario tiene un sentido injurioso, pues significa venal, sobornable, etc., es indudable que se profirió esa palabra con el ánimo de ofender al Sr. Gobernador del Estado de Guerrero…”
Triste es decirlo, pero ni el Juez Correccional ni los Magistrados de la 2ª Sala conocen el diccionario de la Academia Española, en donde hubieran podido ilustrar su criterio, leyendo: “Mercenario, m.- El trabajador o jornalero, que por un estipendio y jornal trabaja en el campo. Mercenarius operarius.- El que sirve por un estipendio. El que sirve, por otro, algún empleo o ministerio por el salario que le da.- Mercenaria, adj., que se aplica a la tropa que sirve en la guerra a un príncipe extranjero por cierto estipendio.- Religioso o religiosa de la real y militar orden la Merced.- Se usa también como sustantivo en ambas terminaciones.”
La palabra mercenario, no significa, pues, venal y sobornable. El Juez y la Sala son los que injurian a Mercenario con su torpe interpretación. Los Redactores de El Hijo del Ahuizote no lo han injuriado, y sin embargo, la Sala aprecia que las frases referidas constituyen el delito de injuria, y que, por tanto, éste se halla comprobado en autos.
Respecto a la querella de Arturo Paz, es tan insubstancial el motivo, que no gastaremos el tiempo hablando de ella, admirándonos únicamente cómo la Sala vio un delito en donde sólo existe un inofensivo pasatiempo.
Queda, pues, demostrado, contra la afirmación dogmática de la Sala, que no están comprobados en autos los delitos de que se acusa al personal de El Hijo del Ahuizote.
OTRA INEXACTITUD MÁS GRAVE
Dice el considerando 2º: “Que la culpabilidad del procesado Remigio Mateos, como autor de los delitos de calumnia extrajudicial e injurias al Sr. Antonio Mercenario y del de injurias al Lic. Arturo Paz, está comprobada por su propia confesión.
Esto es inexacto, siendo muy reprochable que los Magistrados de la Segunda Sala acudan a subterfugios para presentar una sentencia desnuda de fundamento y criterio. El laconismo de este considerando deja suponer que Mateos confesó que su deseo fue calumniar e injuriar a Mercenario e injuriar a Arturo Paz. Esta confesión no existe en autos. El Sr. Mateos dijo que era suyo el párrafo en que se daba cuenta del asalto a Caneda; pero que no imputaba ese asalto a Mercenario, sino que tal vez alguna persona quiso halagar estúpidamente a este señor cometiendo ese delito.
Como se ve, Mateos no dijo que Mercenario había sido el asaltante, y no lo dijo, porque solamente a la Sala y a su congénere el Juez Pérez de León, se les ocurre suponer que los cuatro individuos asaltantes de Caneda, son Mercenario.
Respecto a las injurias a Mercenario, que se dicen cometidas en el párrafo en que se llama a éste mercenario, Mateos declaró que no era suyo dicho párrafo. Por otra parte, ese párrafo inofensivo no entrañaría peligro alguno de proceso, si nuestros Magistrados, Jueces y Agentes del Ministerio Público, conociesen el significado de esa palabra que tanto les escuece.
Mateos declaró también, que había ideado la caricatura en que se representa a Arturo Paz en forma de reptil; pero por más que éste se haya sentido injuriado por esa caricatura, no puede decirse que sea injuriosa. Fue una humorada inofensiva, y nada más. Por otra parte, Mateos no dijo que con ella deseaba injuriar al referido Arturo Paz.
No es plausible, en nuestro concepto, sentar una afirmación lacónica como la del Considerando 2º. Las afirmaciones judiciales, para que no parezcan nacidas de un acto de mero arbitrio (arbitrariedad), deben fundarse amplia y sensatamente, debe recurrirse a la minuciosidad para justificar una actitud, deben hacerse ejercicios gramaticales, jurídicos y lógicos, para que el público pueda ser convencido. De lo contrario, la reputación profesional del funcionario estará sujeta a la acción severa e implacable de la crítica popular, que no se detendrá seguramente a discutir tan sólo la bondad de una sentencia, sino a escudriñar sus móviles o a fantasear sobre ellos.
CONCILIACIÓN
Cuando los Magistrados tomaron los autos para redactar su fallo, tropezaron, por una parte, con la formidable actitud de la opinión pública, que siempre ha simpatizado con los periodistas independientes, y por la otra con la amenazante y casi teatral actitud del Poder. Se sobrecogieron de temor, de ese temor indefinible y tenaz que se apodera de los que sienten que su situación bambolea entre dos fuerzas poderosas y contrarias, y recurrieron al término medio, a la conciliación.
Veamos el caso de D. Remigio Mateos, para explicar gráficamente nuestro aserto.
Mateos fue sentenciado por Pérez de León a dos años nueve meses, que se reducirían a dieciséis meses, quince días con el beneficio de la libertad preparatoria.
La Sala condenó a Mateos a sufrir catorce meses de prisión, sin el beneficio de la libertad preparatoria.
De manera que, la Sala concede únicamente al Director de El Hijo del Ahuizote, la disminución efectiva de dos meses quince días de prisión.
La composición es sagaz y despista, en efecto, a la parte de público que no gusta de indagaciones. Entre la pena de treinta y tres meses impuesta por Pérez de León, y la de catorce meses impuesta por la Sala, ésta se ha portado humanamente y quizá siguiendo los preceptos legales. El barniz de legalidad, por burdo que sea, produce su efecto a primera vista, a manera de los pintarrajeados telones de teatro; pero nuestro deber es acercar al público para que perciba la aspereza del barniz.
Como a pesar de nuestro deseo no disponemos de espacio suficiente para rebatir con amplitud, no los argumentos, porque ningunos presenta, sino la ejecutoria en sí, su trascendencia funesta, su incongruencia, su fin destructor de instituciones sabias, su carencia de criterio y su deformidad jurídica, y como, por otra parte, hemos tratado ya ampliamente todas las cuestiones jurídicas que entraña este asunto que va de puerta en puerta solicitando justicia cuando tiene el derecho de exigirla, nos remitimos a lo que hemos dicho en nuestros números 8, 10 y 11.2
Allí verán nuestros lectores que en este proceso no se ha comprobado el dolo, una de las constitutivas de los delitos de calumnia e injuria; que a pesar de haber sido recusado el Juez Pérez de León, continuó conociendo del negocio, previa calificación que hizo de dicha recusación, invadiendo las atribuciones del Tribunal, invasión que éste ha consentido, puesto que no la corrige; verán también que el delito de imprenta es sui generis y que, por tanto, no se puede encajar en el estrecho cartabón de los preceptos del Código Penal; que por tal motivo, debe aplicarse la Ley Orgánica de 31 de Enero de 1868, sancionada por legisladores que tenían una gran amplitud de miras y que no obedecían consignas como los actuales; que la imprenta no es instrumento de delito como lo han pretendido las tiranías absorbentes y los han declarado por medio de sus jueces que son sus empleados; en fin, verán nuestros lectores que tanto el Juez Correccional como los Magistrados de la Segunda Sala, han desobedecido los preceptos del art. 7º de la Constitución, han aplicado la ley a su arbitrio y han dado, en el siglo XX, en este siglo que torpemente quiere llamársele de la Justicia, el espectáculo indigno de pronunciar una sentencia hueca, insubstancial y arbitraria que desdeñaría la más despótica de las monarquías absolutas.
1 Véase supra, art. núm. 454.
2 Véanse supra, arts. núms. 63, 85 y 86.
El Club Liberal «Valentín Gómez Farías,» recientemente instalado en Tacotlalpam, Ver, acaba de publicar su órgano titulado La Idea Liberal1, y cuyo primer número tenemos a la vista.
La Idea Liberal es un periódico que reúne todos los requisitos de un periodismo moderno.
Este periódico ha comprendido perfectamente, que la misión del verdadero liberal no consiste tan sólo en el ataque más o menos duro dirigido al fraile prostituido, y observar una culpable y cobarde complacencia ante la autocracia que deprime las conciencias, tanto como la embota el fraile.
La Idea Liberal no viene a declamar tan sólo contra el partido del retroceso, sino que investigando las causas de las que deriva la fuerza y el poder de esa facción, combatirá con laudable energía el contubernio de la Iglesia y del Estado, la sucia amalgama de un poder tiránico con el partido del crimen.
Aplaudimos el programa de La Idea Liberal. Este colega es un formidable ariete destinado a quebrantar todas las necias preocupaciones que hacen al pueblo permanecer en las tinieblas, y será un decidido defensor de los principios liberales, atacando valerosamente a la autocracia, que ensoberbecida con éxito, ha hecho a un lado las instituciones que deberían regirnos, para alzarse en brazos de la más absorbente de las Dictaduras.
Muy larga vida deseamos al colega para el bien de nuestra querida Patria. Nosotros nos fortalecemos con la idea de que día a día prospera más el clero liberal, y que en la lucha que hemos emprendido estaremos acompañados de paladines enérgicos y dignos.
1 La Idea Liberal, Tlacotlapan, Ver. (1901). Dir.Cayetano Rodríguez Beltrán.
La arbitrariedad ha sentado plaza en el Estado de Guerrero. Parece que todos los Jefes Políticos de esa entidad federativa, se distinguen por su ignorancia y su tiranía.
Sabemos que en Huitzuco han sido encarcelados los miembros del Club político «Unión Democrática» por orden del Prefecto José María Lopetegui. El motivo aparente de la encarcelación de dichos ciudadanos, es el de que no solicitaron el permiso de la Autoridad para su instalación. El motivo real es de que dicho Club desea postular libremente, sin coacción oficial, para Gobernador del Estado a la persona que mejor le parezca.
Los ofendidos se preocupan de formular acusación por los delitos de ataques a la libertad individual, de abuso de autoridad y de violación al art. 9º de la Carta Magna, contra dicho funcionario.
El art. 9º de la Constitución es terminante: «A nadie se le puede coartar el derecho de asociarse o de reunirse pacíficamente con cualquier objeto lícito.» Y sin embargo el Prefecto Lopetegui se muestra iracundo, porque los miembros del Club político "Unión Democrática" se reúnen para tratar de un asunto de vital importancia y perfectamente lícito, como es el de discutir la personalidad, que debía ocupar el puesto de Gobernador de Guerrero.
Censuramos enérgicamente la conducta antipatriótica e insultante del arbitrario Prefecto Lopetegui y deseamos que la legislatura local lo escarmiente.
La encarcelación de los miembros del Club político se efectuó el 9 del actual.
Tenemos que consignar a nuestros lectores una noticia profundamente alarmante: la paz de la República se ha quebrantado.
Hace tiempo que los hijos del Estado de Guerrero se han formado al propósito de trabajar con ardor en los comicios, con el objeto de elegir un Gobernador netamente popular.
El Gobernador Mercenario, como se recordará, pretendió reelegirse. Entonces el pueblo suriano trabajo activamente para impedirlo, instaló clubs políticos y tan eficaz fue su labor que tuvo como candidato al Sr. Lic. D. Rafael del Castillo Calderón1, para Gobernador del Estado. Pero el elemento oficial, azuzado por Mercenario, alteró las elecciones, de modo que, no obstante haber votado todos los ciudadanos del Estado a favor del Lic. Rafael del Castillo Calderón, con asombró de todos se vio que la votación recayó a favor de Mercenario.
Protestaron los surianos, pero la presión oficial sofocó las protestas. Entonces los ciudadanos se propusieron trabajar porque la elección de Mercenario se anulase, y al efecto, presentaron un ocurso a la Legislatura del Estado, fundando su petición relativa a que se declarasen nulas las elecciones.
Hubieran triunfado los hijos de Guerrero, pero el Presidente de la República hizo que renunciara a Mercenario.
Todo esto es conocido por nuestros lectores, porque de ello hemos y hablado en nuestros anteriores números.2
El pueblo estaba convocado a nuevas elecciones para el día 21 del corriente, y según informes que tenemos, se había prometido por el centro no imponer ningún candidato, dejando, en consecuencia, obrar al pueblo con entera libertad.
Ahora bien, tal vez porque notaran los ciudadanos que la promesa no se cumpliría, en virtud de actos concretos que hayan observado, se levantaron en armas en Quechultenango y otras dos poblaciones del corazón de la Sierra Madre Occidental, los Sres. Lic. Rafael del Castillo Calderón, Anselmo Bello3 y Manuel Vázquez, la noche del 9 del corriente. Por los datos que tenemos, el número de los pronunciados no es despreciable.
La Secretaría de Guerra y Marina ha ordenado que el batallón que guarnece a Chilpancingo, y que está al mando del Coronel Meredio, saliera a atacar a los pronunciados. Así mismo, según sabemos, ha mandado que el batallón que se encuentra en Hermosillo, Son., salga por el puerto de Guaymas para entrar por el de Acapulco, y que el tercer batallón u otro de los que se encuentran en esta plaza, salga para Guerrero.
Se asegura, que el tercer batallón sea el que salga, en vista de que este cuerpo estuvo como catorce años en el Estado de Guerrero, y, por lo tanto, sus soldados conocen mejor que los de cualquier otro batallón, la topografía de ese Estado.
Estas son las noticias que tenemos. Los comentarios los encontrara el lector en
1 Rafael del Castillo Calderón. Abogado guerrerense. Candidato de la oposición a l gobierno de la entidad (1901). El 8 de abril de 1901 inició en Mochitlán, un movimiento armado. Derrotado por Victoriano Huerta, Díaz lo designó juez de distrito en Chihuahua. Maderista en 1911 y huertista en 1913. Como constitucionalista combatió a los zapatistas de Guerrero.
2 Véanse supra, arts. núms. 422 y 459.
3 Anselmo Bello. Hacendado guerrerense. Encabezó la revuelta de 1901. Formó el Plan Revolucionario del Zapote (abril de 1901), el cual incluía: "1. Desconocimiento del régimen porfirista, 2. Defensa del sufragio efectivo y oposición abierta a la reelección en los puestos públicos, 3. Necesidades de los campesinos y de los obreros, 4. Reparto de tierras y haciendas de los latifundistas, comenzando con la de Tepechicotlán, San Miguel, San Sebastián del distrito de Guerrero y demás existentes en el suelo mexicano, y 5. Acuerdo de la Junta Revolucionaria, de pregonar este plan, siendo deber de todos defenderlo".
En carta que hemos recibido, se nos comunican innumerables vejaciones cometidas por el Jefe Político de Tecamachalco, Pue.
Se nos dice, que tanto se persiguió a D. Pedro Monter, que este señor se vio obligado a emigrar del pueblo.
A D. Andrés Núñez, otra de las víctimas de la tiranía del Jefe Político, no se le permite salir de su casa, y los negocios de este señor se resienten y su salud se quebranta sólo porque no gusta de aplaudir al Jefe.
Siguiendo la conducta oficial del Centro, el Jefe Político se ha declarado Dictador. Nadie obra sin su venia.
Como hacendista, extorsiona al pueblo; habiéndose agotado los ramos industriales y mercantiles, y siendo las multas tan frecuentes como exorbitantes, ha ideado una disposición para acabar de esquilmar al pueblo, y consiste, en cobrar a los propietarios tres centavos mensuales por cada canal que tengan sus casas.
Como progresista, ha dado en apodar mejoras a los perjuicios que origina a la población. La plaza del mercado se encontraba en un lugar céntrico y accesible; pero el Jefe Político, para dar comodidad a los habitantes según él, trasladó el mercado a un barrio lejano de la población.
La gente huye de Tecamachalco a otros lugares en donde, fuera de la acción del Jefe Político y de la pesada atmósfera de la administración de Mucio Martínez, pueda entregarse al trabajo, libre de persecuciones injustas y de tantos atropellos como los hay a diario en el infortunado Estado de Puebla.
Lo hemos dicho, y no nos cansamos de repetirlo, Mucio Martínez debe renunciar para que con su caída arrastre a tanto cacique que su inexplicable complacencia ha elevado.
El día 4 del mes en curso, quedó constituido en esta ciudad el Club Liberal Jalisciense, formándose de una manera interina la Mesa directiva, como sigue:
Presidente, Lic. Jacinto López Martínez.- Vicepresidente, Lic. Samuel Gutiérrez Bejar.- Secretario, Lic. Carlos Jiménez Castro.- Pro-secretario, Prof. Aurelio Ortega.- Tesorero, Prof. Zenón E. Campos.
VOCALES
1º, Lic. Roberto Robles.- 2º. Ing. Regino Guzmán.- 3º, Mayor Medardo López.- 4º, Prof. Joaquín Gutiérrez Hermosillo.- 5º, Próspero Jiménez.
Lo que tengo la honra de comunicar a Uds. Para su conocimiento. Ofreciéndoles las seguridades de mi distinguida consideración y aprecio.
Libertad y constitución.- Guadalajara, Abril 6 de 1901. – Presidente, J. LÓPEZ Martínez.- C. JIMENEZ CASTRO, secretario.- A los C.C. Directores de
REGENERACIÓN.- México.- D.F.
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Con gusto vemos que la buena semilla comienza a germinar en los Estados de Occidente. Los liberales potosinos deben estar satisfechos de su obra, al ver que no pusieron las simientes sobre guijarros, sino que por el contrario, el campo en que han sembrado es fertilísimo y sólo necesitaba que hombres de buena voluntad, como ellos, cargaran sobre sus hombros la noble tarea de incitar la obra de la regeneración política y social de nuestra Patria.
Con el alma deseamos que los valientes liberales de Jalisco trabajen con firmeza para que nuestras postergadas instituciones democráticas no sean un mito, ni sean la burla de la Dictadura, sino que sean lo que los buenos mexicanos quieren: el sostén de nuestra nacionalidad y el apoyo de nuestro progreso.
Enviamos nuestros aplausos a los liberales tapatíos por su honrada y patriótica actitud y ponemos REGENERACIÓN a sus ordenes.
La ley es infringida por los Gobernadores de los Estados con un descaro que irrita.
Mucio Martínez como Gobernador de Puebla, es uno de los que más empeño toman en la empresa de abofetear las instituciones liberales. En su Estado, ha
implantado como única ley, la del capricho.
El último Sábado de Gloria, Mucio Martínez tuvo la ocurrencia de disponer, que la banda del 7º batallón cooperase a dar mayor solemnidad a la función religiosa que se celebraba en la catedral de Puebla, y ordenó que a la hora en que todas las campanas se echaran a vuelo para festejar la Gloria, la banda se situara frente al templo para tocar la diana militar, contribuyendo de este modo a dar mayor solemnidad a la ceremonia religiosa.
Así se efectuó, y Mucio Martínez mismo asistió a la función para estrechar más los lazos que en nuestra época de corrupción política, deben tener en asqueroso ayuntamiento en las autoridades del país con el criminal partido conservador.
Mucio Martínez, tiene escandalizada a la sociedad poblana con su conducta, que hace presumir, que en la primera oportunidad, hará que la soldadesca asista a los templos a oír música, para segur las huellas del dictador Santa Ana.
Corría como válido el rumor de que el Presidente había exigido su renuncia al Ministro de Justicia Lic. Joaquín Baranda.
Como era halagadora la noticia, nos absteníamos de darle crédito, porque estamos habituados a ver desvanecerse nuestras más bellas ilusiones.
Sin embargo, el hecho es cierto, y nos apresuramos a felicitar al pueblo hambriento de justicia y de instrucción, porque con la caída del Ministro caerán también muchos jueces y no pocos Magistrados, que no tienen más mérito que la simpatía del ex Ministro.
La Justicia desentumecerá sus miembros y volverá a reinar, y la instrucción se verá libre de tanto dómine, cuya ciencia consiste en doblar las rodillas y su sabiduría está en razón directa de la flexibilidad de la espina dorsal.
Todo el mundo se felicita por la gratas nueva. Sólo algunas personas que protegía Baranda, se muestran cariacontecidas, así como muchos empleados de la
Administración de Justicia y no pocos individuos del ramo de instrucción pública.
Se dice que D. Vidal de Castañeda y Nájera renunciará dentro de algunos días, o lo harán renunciar si no lo hace por su voluntad. Se dice que la renuncia tendrá por motivo su notoria ineptitud para dirigir la Escuela N. Preparatoria.
También el Dr. Ruiz perderá su canongía. Castellanos León, Domingo León, Saunders, Wistano Velázquez, los dos Pérez de León1, Serret, Clímaco Aguirre, Patiño Suárez, los Magistrados de la 2ª Sala del Tribunal Superior, etc., etc., etc., también renunciarán, o mejor dicho, se les hará renunciar en virtud de que no son, ni con mucho, aptos para desempeñar los puestos en que la complacencia los colocó.
Se insiste en que alguno de los Sres. Lics. Justo Sierra, Jacinto Pallares, Joaquín D. Casasús2 y José López Portillo y Rojas3, será nombrado para ocupar la vacante en el Ministerio.
1 Refiérese a Emilio y Juan Pérez de León, éste último ya famoso por su participación en el caso de El Demócrata de 1892 y el Tomóchic de Heriberto Frías.
2 Joaquín D. Casasús. (1858-1916). Abogado y empresario tabasqueño. Secretario del gobierno de Tabasco y embajador en Estados Unidos (1905-1907). Pieza clave del aparato financiero porfiriano. escribió, entre otras, Historia de la deuda contraída en Londres, Las instituciones de crédito en México, Los problemas monetarios y la Conferencia de Bruselas y La reforma monetaria en México.
3 José López Portillo y Rojas (1850-1923). Abogado y novelista jalisciense. Diputado (1875-77 y 1880-82) y senador (1882-1886). Partidario de Bernardo Reyes. Gobernador maderista del estado de Jalisco 1911-13. Con Huerta fue Ministro de Educación Pública y de Relaciones. Autor prolífico. La parcela (1898). Elevación y caída del general Porfirio Díaz (1921).
El Imparcial y El Popular están en competencia y baten furiosamente el récord del servilismo. Ambos papeles, hipócrita, solapada y cobardemente atacan al señor ingeniero Francisco Naranjo y a los demás miembros del Club Liberal Lampacense, desvirtuándolo acaecido en Lampazos, y de cuyos sucesos ya nos ocupamos en nuestro anterior número con la amplitud requerida.1
La conducta de esas hojas es bien censurable. Los dos papeles saben perfectamente la burda calumnia de que son víctimas los caballeros que forman el club liberal citado y, sin embargo, hacen alarde de imprudencia y de felonía cebándose en las víctimas del despotismo, sólo por granjearse la miserable retribución que pudiera darles el general Reyes o cualquier otro.
Están en su puesto esas hojas, que son el sonrojo de la prensa nacional. Están en su papel al excitar las pasiones de la tiranía para que su odio caiga sobre indefensos ciudadanos. Desempeñan a la perfección su repugnante papel de tigelinos.
El Imparcial, por su parte, ataca ostensiblemente a la Confederación de Clubes Liberales, y con la perfidia que le caracteriza trata de azuzar al poder para que impida su desarrollo. La criminal conducta de ese desprestigiado diario no nos extraña. Siempre ha esgrimido las mismas armas: la difamación, la calumnia, la injuria.
Le duele que haya clubes liberales, porque éstos están encargados de hacer lo que el Gobierno no ha hecho; están encargados de la ilustración del pueblo, de levantar el espíritu público, que El Imparcial, en complicidad con el Gobierno, había abatido; de infiltrar las doctrinas liberales y democráticas, para que renazca el civismo. Y le lastima todo ello a la sucia hoja porque comprende que, una vez despierto el espíritu público, los ciudadanos no creerán más en la necia superchería de los hombres necesarios, y ejercitando sus derechos impondrán su voluntad a los déspotas, porque los pueblos ilustrados, viriles y altivos no soportan tiranías. Todo esto lo comprende ese papel y prevé que dentro de tres años ya no habrá más reelección, sino que ocupará la Presidencia un ciudadano liberal y amante de su patria, y no habiendo reelección presidencial dentro de tres años, la subvención se evapora y no se distraerán los fondos de la nación para sostener un ejercito inútil, ni para mantener periódicos venales y antipatrióticos, ni para dar empleos de diputados a tantos individuos que tienen por patria a la nómina y por Dios al Presidente, ni para despilfarrar esos mismos fondos en canonjías que sangran al país.
Todo esto pone malhumorado al repugnante papel y a la tiranía, y se erizan de púas y atacan furiosamente, descargando su hiel sobre los ciudadanos honrados, sin comprender, encastillados como están en su egoísmo, que los trabajos de los clubes liberales son saludables a la patria y que con las persecuciones a los mismos clubes exhiben su total carencia de patriotismo, precisamente porque tratan de aniquilar asociaciones que no tienen más fin que hacer de cada hombre un ciudadano.
¿Qué quieren, pues, la Dictadura y sus asquerosas hojas? ¿Qué fin antipatriótico se proponen?
Lo que quieren la Dictadura y sus bochornosos órganos es que no se le quite al pueblo la venda que cubre sus ojos; no quieren que se le instruya ni que se le forme un criterio; en suma, no quieren que se le despierte ni que se le haga salir del engaño en que vegeta.
¡Qué diferencia tan grande hay entre nuestros padres los reformistas y estos hombres de hoy! Aquellos representaban el desinterés y el amor a la patria, y éstos el egoísmo. ¿Quién, del Presidente abajo, podrá, ya no competir con aquellos grandes hombres, pero ni siquiera seguir sus huellas? Ni el Presidente ni sus ministros ni sus empleados (entre estos los diputados, senadores, gobernadores, generales, tropa, etc., etc.) serán capaces de declarar abiertamente que la patria necesita ciudadanos instruidos en sus deberes y derechos; ninguno de ellos se encontrará con fuerzas para declarar lo que
declaró el inmaculado reformista Melchor Ocampo: «La instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que EL MÁS SEGURO MEDIO DE HACER IMPOSIBLE LOS ABUSOS DEL PODER.»2
Y como el poder no quiere ilustrar al pueblo, por cálculo, porque le aterroriza la frase de Ocampo, los buenos liberales de la República, haciendo uso de las facultades que la Constitución les otorga, pues creen que la Carta Magna está vigente, no obstante que existe una Dictadura de hecho, se han agrupado en clubes para educar al pueblo a fin de que pueda ejercitar sus derechos e impida los abusos del poder.
Tarea tan noble, tan digna y tan levantada es la que ha emprendido el Partido Liberal, y esa tarea es la que trae desazonado al Gobierno en general y al ministro Reyes en particular, por calculo, y a sus necios periódicos por servilismo.
Por otra parte, y sépanlo de una vez por todas el Gobierno y el mismo ministro Reyes, el Partido Liberal siempre ha sido amigo del orden, precisamente porque ataca al desorden. ¿O creen el Gobierno y el aludido ministro que el orden es el clero? Se equivocan si tal cosa creen, o faltan a la verdad histórica si fingen creer en tal desatino.
El partido conservador ha sido el enemigo del orden. Ese partido lo componen el clero, sus fanáticos o convenencieros y el militarismo. No mentimos, recórrase nuestra historia para convencerse de que no calumniamos.
El clero ha dado dinero al soldado para luchar contra la libertad del pueblo. De ahí provino que los liberales, para desarmar al partido conservador, suprimieran los fueros, independizaran al Estado de la Iglesia, elaboraran la Constitución del 57, decretaran la
nacionalización de bienes eclesiásticos, proscribieran las órdenes religiosas, etc., etc. Por lo que se ve que el Partido Liberal ha sido y es amigo del orden.
Por esa razón, el Partido Liberal no puede ver con buenos ojos que el actual Gobierno sostenga al clero y concilie con los intereses del partido conservador la política netamente liberal que debía seguir, porque los progresistas creen que no puede haber conciliación posible entre dos políticas diametralmente opuestas, entre dos tendencias totalmente divergentes, cuales son: la liberal, sintetizada por el orden; la conservadora, por el desorden, la traición y la infamia.
Ahora bien, los efectos de esa política conciliadora, que no es tal, porque no se pueden conciliar principios que se repulsan, ha sido que, con el pretexto de la conciliación, se hayan desvirtuado las instituciones, porque no se nos podrá negar que es contrario al credo liberal todo lo que ataque a nuestras leyes netamente liberales, como es que para halagar a la funesta facción conservadora se permiten las órdenes religiosas, se tolere que el clero tenga bienes a nombre de idiotas testaferros, que las piezas de la máquina administrativa estén formadas de conservadores o de traidores y que se haya pasado por sobre los principios para implantar la Dictadura, que es sólo el disfraz, la careta que encubre las durezas de las monarquías absolutas, fin a que aspiran los conservadores de todo el mundo.
Y porque el Partido Liberal no quiere monarquías es por lo que se le ataca; porque enseña al pueblo a ejercitar sus derechos es por lo que se le persigue, por lo que se pretende desacreditarlo ante la opinión por medio de falsas informaciones de los periódicos venales, en que venenosamente se trata de hacerlo aparecer como el partido del desorden.
Por fortuna, el público, que es más sensato de lo que se imaginan el Gobierno, el ministro Reyes, toda la burocracia, entre los que, como hemos dicho, se encuentran los diputados, senadores, gobernadores, soldados, etc., etc., el público, decimos, es sensato y sabe apreciar la verdad. El público sabe que, en virtud de ser dictatorial, el Gobierno no es liberal, y por lo mismo odia al partido progresista, al partido de la libertad
Odia la Dictadura a los liberales, porque éstos no consienten tiranías; esto lo sabe bien el público y aprecia los esfuerzos de los buenos ciudadanos, a pesar de las calumnias y denuestos de los sucios y repugnantes papeles llamados El Popular y El Imparcial, hermanos en sentimientos de hipocresía y de bajeza.
La conducta de tales papeles repugna y asquea. Los dos se dirigen las más crueles injurias para ganar por medio de la desvergüenza el favor del Gobierno.
El pueblo conoce bien a esos dos periódicos y se ríe de sus necios alardes de patriotismo, porque no considera propio que los que tienen el gusto de ser siervos hablen en nombre de la libertad.
De extravagante tacha El Imparcial al manifiesto del centro director de la Confederación de Clubes Liberales. Desearíamos que nos dijera si a Juárez no le pareció extravagante el Plan de la Noria3 y a Lerdo el de Tuxtepec.
1 Véase supra, art. núm. 465.
2 Tomada del Manifiesto del Gobierno Constitucional a la Nación, firmado por Benito Juárez, Melchor Ocampo, Manuel Ruiz y Miguel Lerdo de Tejada, Veracruz, 7 de julio de 1859. Publicado por Ángel Pola en Melchor Ocampo. Escritos políticos. Tomo II, F. Vázquez Editor, México, 1901 (Biblioteca reformista vol. 3).
3 Proclamado el 8 de noviembre de 1871, por el general Porfirio Díaz, en oposición a la reelección presidencial de Juárez. Le secundaron los generales Donato Guerra, Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo. La revuelta fue vencida por el general Sóstenes Rocha.
El Sr. Jesús Z: Moreno, honrado y valiente periodista de Sonora, sujeto a los rigores de un proceso emanado de la tiranía del Gobernador Izábal y por supuestos delitos cometidos en el enérgico y sesudo colega El Demócrata, de Hermosillo, está siendo víctima de la incuria, y más que de la incuria, de la solidaridad de móviles que existe entre el Supremo Tribunal de Justicia de Sonora y el funesto Gobierno del Estado.
Desde Febrero pasado, y a pesar de las continuadas instancias del Sr. Moreno y de su inteligente defensor el Sr. Lic. Manuel R. Parada, están los autos en el Tribunal en grado de apelación, sin que hasta la fecha se hayan entregado al reo o a su defensor, para expresar agravios. Si las cosas continúan así, parece que será interminable (se inició hace ocho meses) y el Sr. Moreno permanecerá indefinidamente en la cárcel, sufriendo las molestias y vejaciones consiguientes.
Si es repugnante la tiranía, más repugnante es la complicidad con ella de los funcionarios judiciales. Si la justicia se distribuyera noble y lealmente, la tiranía podría soportarse. Al acto ultrajante se opondría el veto de las judicatura. Pero si a la despótica altivez del Gobernante se une el despotismo, más repugnante aún, de los funcionarios judiciales, no sabemos qué camino tomar para ejercitar la defensa.
Parece que se ha desatado una razzia sobre los clubs liberales. Los grandes y los pequeños déspotas se han mancomunado para emprender una cruzada contra dichas asociaciones, y por todas partes no se oye hablar de otra cosa que de los atentados que lleva a cabo la tiranía, inventando delitos para perseguir a los ciudadanos, o practicando esas persecuciones sin pretexto alguno que pudieran darles algunos visos de legalidad.
Después de lo ocurrido en Lampazos contra los miembros del “Club Liberal Lampacense,” viene a agregarse otro atentado que sirve para poner en relieve el odio que abriga el despotismo contra las manifestaciones democráticas.
El Partido de Cerritos, S. L. P., siempre se ha distinguido por el patriotismo y altas virtudes cívicas de sus habitantes.
Son tan dignos los ciudadanos de Cerritos y tienen en tal estima sus derechos, que en esta época de inmoralidad política en que los tiranos quisieran que los hombres fuesen maniquíes, ellos han defendido con vigor sus prerrogativas y en más de una ocasión han triunfado, porque los pueblos enérgicos triunfan sobre las pasiones de los autócratas.
Para confirmar nuestra tesis, diremos que en las últimas elecciones para diputados a la Legislatura de San Luis Potosí, los ciudadanos del Partido de Cerritos ejercitaron sus derechos en los comicios, y tan eficaz fue su acción, que obligó al Gobierno del Estado a entrar en transacciones con ellos, renunció a su candidato y se nombró uno del agrado del pueblo.
Estos ciudadanos, como se ve, son liberales, enérgicos y dignos, pero esas circunstancias no cuadran bien en nuestra sofocante Dictadura, y por lo mismo, aunque la Patria agradezca los heroicos esfuerzos de los pueblos para libertarla del yugo que la oprime, más agradece esos esfuerzos cuando ve que ya no todos sus hijos, sino unos cuantos son los que luchan por ella. Los tiranos, por el contrario, tratan de matar en los hombres hasta el último germen de civismo para llegar al logro monstruoso que se proponen: imperar sobre todas las conciencias y hacer burla de todas las dignidades.
Sentado lo anterior, vamos a ver como los caciquillos y tiranuelos del Estado de San Luis Potosí, siguen las prácticas de la Dictadura.
En San Nicolás Tolentino, del Partido de Cerritos, varios ciudadanos de buena voluntad tienen instalado el “Club Liberal Benemérito Juárez,” del que es digno Presidente el Sr. D. Nicolás Leal.
Este Club ha venido trabajando con ardor para infiltrar el civismo aun a los más reacios, pero el Presidente Municipal, considerando que la doctrina democrática es un peligro para su continuidad en el mando del pueblo, se ha propuesto perseguir sin descanso a los miembros del “Club Liberal Benemérito Juárez.”
El Alcalde mandó comparecer ante su presencia al Presidente del Club, Sr. Nicolás Leal, empleando para ello un uso desmedido de poder brutal. Ya en su presencia, el Alcalde manifestó lo que manifiestan todos los tiranos: que no eran de su agrado las reuniones que el club celebraba y estaba dispuesto a no tolerarlas por estar prohibidas por la ley.
El Presidente del Club, protestó enérgicamente contra tan insolente disposición objetándola, con toda justicia, de ilegal atentatoria, pero el Alcalde, hombre necio y arbitrario como casi todos los que desempeñan ese puesto, no quiso escuchar las razones que se le expusieron y ordenó al Sr. Leal que callase y obedeciese, amenazándolo con imponerle una multa en caso de que el Club volviera a celebrar una sesión.
Este es el colmo del despotismo. Sólo una refinada maldad pudo haber inspirado a ese Alcalde para prohibir que se reúnan los ciudadanos. La razón que dio es la razón de la tiranía: no son de su agrado las reuniones del Club. De modo que ahora se necesita la gracia de los magnos aun de los más obscuros e insignificantes como ese de San Nicolás Tolentino para ejercitar el derecho de reunión ampliamente amparado por el art. 9ª de nuestra Constitución Política. Pero tenga entendido la autoridad, que sobre su capricho está la ley y lo que está procurando es que se le acuse y se le castigue para escarmiento de caciques.
Excitamos a los socios del Club Liberal “Benemérito Juárez,” para que pidan amparo contra los arbitrarios actos del Presidente Municipal, para que comprenda este individuo que no impunemente se ultrajan los derechos y que las autoridades deben respetar a los ciudadanos, para que a su vez sean respetadas.
Éste es el nombre de un nuevo periódico liberal que acaba de salir a la luz en Tampico, Tam.
Guelatao, reprueba la necia política de conciliación, y tiene para ella frases de amarga censura, justificadísimas por cierto.
El nuevo órgano se presenta valiente y resuelto, y aunque modestamente manifiesta que sus redactores no son periodistas, no debemos creerlo porque está escrito en un estilo revelador de asombrosas aptitudes y hace presumir que las plumas mejor cortadas y los más equilibrados cerebros han cooperado para dar a luz Guelatao.
Sinceramente felicitamos al nuevo órgano, que viene a unirse a sus hermanos en la prensa, parta luchar por la integridad de nuestros principios tan inicuamente vulnerados por la tiranía de la sotana y del sable.
Deseamos que nuestro colega no desmaye en su empresa; que luche con brío; que no se contagie de la epidemia de cobardía que ha invadido a la República a fuerza de emplear el terror contra los ciudadanos, sino que siempre digno y altivo espere sereno los resultados de su arriesgada labor, porque sería sensible que se dijera que los hombres de carácter han muerto, que los hombres de voluntad firme han fallecido, pues entonces se aprovecharían los tiranos de la debilidad para oprimir a los ciudadanos hasta la desesperación.
El Jefe Político de Cuicatlán, Oax., es malo entre los malos. Persigue a todo el que no le sonríe.
Ni con mucho se parece al Sr. D. Javier Córdoba, que fue el Jefe Político por el año de 1888, pues que éste fue un funcionario trabajador y progresista, aunque el nuevo Jefe de quien hablamos, José Altamirano, reniegue de la memoria de aquel ciudadano pobre, sobre todo cuando se acuerda del campo «La Sabana,» cuyo solo nombre lo pone malhumorado y violento.
Si algún Jefe Político es arbitrario, Altamirano puede superarle. Alguna vez citó a los miembros del Ayuntamiento para tratar de la apertura de una zanja para evitar que se inundasen sus terrenos. Uno de los concejales se opuso a que se llevara a cabo la obra que pretendía el Jefe, alegando con justicia que no se trataba de una obra de utilidad pública sino particular de Altamirano, y además, porque el mismo Concejal, Sr. Hilario Escalante, se perjudicaba con la referida obra en virtud de tener que practicarse en su terreno. La dignidad del Sr. Escalante molestó al sultanillo, quien en unión del servil Presidente Municipal, Andrés Rubiños, convinieron en acusar al justamente renuente por irrespetuoso e injurias a la primera autoridad.
El Sr. Escalante sufrió dos meses de prisión, hasta que el Juez falló declarando inocente al dicho señor, víctima de las asechanzas de Altamirano y el servil Rubiños.
Entre el Jefe y su hijo Gregorio, que es secretario de la jefatura, Tesorero Municipal y funge a la vez de abogado, aunque su ilustración esté a la altura de la del Gobernador Martín González, hace muy buenos negocios, tantos que ya escandalizan a los habitantes de Cuicatlán. La capitación la aumentó a su antojo, y pasa, por ejemplo el pueblo de Dominguillo que tiene que pagar determinada cantidad conforme al último censo, y sin embargo, el Jefe cobra mensualmente nueve pesos y centavos de más.
Él y el cura esquilman al pueblo y viven en constantes relaciones para infringir las Leyes de Reforma.
Con los ladrones muestra una punible complacencia. Se le avisó que un mozo había sido víctima de un robo, despojándolo los ladrones de trescientos pesos; el Jefe se mostró enfadado y después, como concediendo un gran favor, se dignó a dar aviso al Juez, que tampoco hizo nada de provecho, pues no se persiguió a los ladrones y el dinero se perdió.
Pero si es apático para cumplir con sus obligaciones, se vuelve activo cuando trata de ejercitar una venganza. Hace como un mes llegó del pueblo de Chapulapa el Sr. Lauro Mendoza; se encontró a manos un ejemplar de un periódico en que se trataba del Jefe Político de conservador e inepto, y cuando regresó a su pueblo refirió lo que decía el periódico. Enterado de ello el Jefe, que para perseguir ladrones es tan perezoso, ordenó la aprehensión del Sr. Mendoza, tal fue la actividad que desplegó, que casi inmediatamente le presentaron al reo, a quien contra todo derecho, violando la Constitución y valiéndose de su puesto para cometer la infamia, lo tuvo preso once días, y para agravar la situación del Sr. Mendoza le impuso una multa de $12.50 cvs. haciendo de Juez y parte el despótico funcionario.
Pero así como se muestra tiránico y brutal con el débil, agota su servilismo para con el poderoso, el 11 del corriente dio un banquete en Tomellín al inepto Martín González. El Jefe nada puso para el banquete, sino que obligó a los empleados y a los Munícipes a que contribuyeran para dar la comida al Gobernador.
Con tal hecho se ha granjeado la buena voluntad de Martín González, que está dispuesto a dejar al Estado de Oaxaca en manos de insufribles caciques.
El Socialista1, semanario de San Diego, Texas E. U. A., muestra asombro porque censuramos a la Dictadura del general Díaz, y no se explica por qué nosotros atacamos cuando alguna parte de la prensa del país se deshace en halagos y serviles manifestaciones al poder. Dice también que la prensa extranjera habla mucho de que el general Díaz ha dado a México una vida nueva, un sorprendente desarrollo y envidiable progreso y un vasto crédito fabuloso en el extranjero.
Debemos decirle al colega que el general Díaz no ha hecho todo eso que se le atribuye. El pueblo, que ha querido conservar la paz, porque comprende que es benéfica, es quien ha trabajado por el adelanto de la patria, y aunque el servilismo y la adulación digan a voz en cuello que el general Díaz es el autor de la paz, no debemos creerlo, pues que si el pueblo no quisiera paz, por más esfuerzos que hiciera el Presidente para conservarla no lo lograría. El pueblo está convencido de que las revueltas sólo han servido para que se entronicen los tiranos; está convencido de que las revoluciones nada bueno le han producido. No hablamos de memoria; recórrase la lista de los revolucionarios que ha habido en México, y se verá que sólo unos cuantos han trabajado de buena fe sosteniendo sus principios con las armas en la mano. La inmensa mayoría de los revolucionarios han deslumbrado al pueblo con vanas promesas, que al fin y a la postre han permanecido con el carácter de tales promesas. Por esa razón no quiere ser burlado, esto es, no quiere que se le engañe otra vez con planes regeneradores que sirvan de pretexto a golpes de Estado para implantar Dictaduras.
Vea el colega que no es el Presidente el que ha hecho la paz, sino el pueblo.
El progreso, el desarrollo, el crédito, etc., etc., son consecuencias de la paz, y como hemos visto que la paz es hechura del pueblo, no se debe atribuir al Presidente Díaz la gloria que sólo pertenece al pueblo.
Por otra parte, ese progreso es material, ese desarrollo artificial y ese crédito claudicante; todo relativo y no de las proporciones que la prensa servil quiere darles, y nada significan, por el hecho de que el Gobierno no se ha preocupado por la justicia, la instrucción popular y el respeto a las instituciones.
Los monumentos grandiosos, ricos palacios, etc., no significan bienestar popular. Italia, en tiempo de los Césares tuvo también grandes monumentos y una Roma dorada; los faraones sembraron de palacios, esfinges, pirámides, etc., el territorio egipcio; Rusia también tiene palacios, etc., etc.; México, en la época de Santa Anna, tuvo también progreso material, y aún en la época virreinal misma; pero el pueblo no es feliz con sólo la contemplación de obras más o menos aparatosas que no le pertenecen; el pueblo no satisface sus necesidades con que haya millares que vivan de él en forma de empleados inútiles; no se mide la felicidad de un pueblo por el número de obras materiales que tenga; la verdadera felicidad, que consiste en un progreso seguro y viable, estriba en la educación de las masas, para que cada individuo sea un ciudadano que tenga la idea de que el esfuerzo unísono, el conjunto de voluntades encaminadas a un sólo fin, de energías llevadas a una meta, es lo que hace al progreso. Esa idea no la tenemos, en virtud de que carecemos de toda idea; el Gobierno no ha permitido que haya libertad de pensar ni de ejecutar lo que se piensa.
Y sin libertad, el progreso aparente que tenemos desaparecerá, porque el pueblo no ha sido educado para sostenerlo.
En efecto, al pueblo se le ha querido tutoreado, sin pensar que los tutores no son eternos; ellos tienen que morir, y como no enseñaron al pueblo a gobernarse por si sólo, nada podrá hacer, y entonces nuestros vecinos los sajones, que están atacados por la fiebre del imperialismo, se aprovecharán de nuestra debilidad para absorbernos.
Nuestro progreso de relumbrón desaparecerá con nuestra nacionalidad, a la invasión brutal de los hijos del Norte. Y esto debemos evitarlo.
Como ejemplo pondremos a la afeminada Roma. Sus Césares la condujeron a la ruina, porque, no obstante su progreso, los bárbaros la absorbieron, en virtud de que los romanos antes se habían transformado en maniquíes de los déspotas.
Las tiranías, por lo tanto, conducen a los pueblos a una sima. Por esa razón decimos en diferentes tonos que es necesario educar al pueblo para que aprenda a ser libre, y censuramos a la Dictadura porque ella impide a los ciudadanos ejercitar sus energías y no los educa, con el deliberado propósito de que la dejen continuar haciendo su capricho.
Acerca de la observación del colega, de que algunos periódicos que se dicen independientes alaban la política que conduce a la nación a su ruina, le diremos que esos periódicos están sostenidos por el gobierno para que aplaudan sus desaciertos. El colega, en razón de estar lejos de donde se publican esos papeles, no los conoce, pero los que tenemos la desgracia de tenerlos a la vista sabemos quiénes son. El Gobierno sostiene a la vez otras empresas periodísticas en el extranjero, y por esa razón las alabanzas a la tiranía se oyen en tierra extraña.
Acerca de que el actual gobierno es una Dictadura, no necesitamos demostrarlo porque eso salta a la vista.
Que como Dictadura ha conculcado los principios liberales y democráticos de nuestra Constitución, ya lo hemos demostrado hasta el fastidio.
Además, si se oyen alabanzas enderezadas al Presidente Díaz y apenas si se escuchan censuras porque su política ha sido la del terror, y todo el mundo tiembla ya no con decir, sino con sólo oír censurar al Gobierno. El país está atacado de cobardía, la prensa no se arriesga a censurar porque el periódico que tal cosa hace se suspende y sus responsables y hasta los cajistas y servidumbre paran en la cárcel.
Dice el colega que no debemos echarle en cara al Gobierno su imprudente pretensión de dejarnos sucesor, porque todavía no la ha manifestado ostensiblemente. Creemos nosotros que no debemos esperar a estar atacados por la enfermedad para combatirla. Es preferible evitarla que procurar, una vez atacados, su extirpación.
La idea del Presidente de dejar sucesor es, por otra parte, muy conocida y hasta se rumoran cambios en las Secretarías de Estado para llevar a la práctica la torpe idea.
Réstanos manifestar al colega que creemos que ha tratado la cuestión de buena fe, y por esa razón le hemos dado las anteriores razones.
1 El Socialista, San Diego, Tex. E. U. A. (1898-19??). Dir. Jesús M. de la Garza.
Mucho hemos hablado ya sobre el asunto Vázquez-Montes de Oca1, que ha escandalizado en San Luis Potosí por las impertinentes pretensiones de ese prelado.
Ahora tenemos que consignar que el ostentoso Obispo potosino ha sufrido un descalabro; el Sr. Juez de Distrito de aquel Estado concedió el amparo que solicitó D.
Francisco Vázquez, bajo el patrocinio del inteligente y activo Sr. Lic. Mauricio Dávalos, contra actos del Juez 1º Menor de aquella ciudad, que despojaba de sus propiedades al Sr. Vázquez.
Nos alegra dar la noticia de ese triunfo, porque él significa el quebrantamiento de una altivez desmedida y de un obstinado deseo de adquisiciones de bienes temporales, que no cuadran con la misión evangélica de un individuo, que se hace pasar por representante de Dios sobre la tierra.
1 Véanse supra, arts. núms. 52, 91, 109, 180, 204 y 240.
Los habitantes del Estado de Jalisco, deseando resolver en forma pacífica la situación tirante creada por la administración curielista, han presentado a la Cámara de Senadores una importante y bien razonada solicitud sobre que se declare que han desparecido los Poderes Constitucionales del Estado, y que, por tanto, es llegado el caso previsto en la frac. III, letra B, inciso V, del art. 72 de la Constitución, reforma 13 de noviembre de 1874, que se refiere a la intervención del Ejecutivo Federal para que, de acuerdo con el Senado, nombre un Gobernador interino que convoque a elecciones conforme a las leyes Constitucionales del referido Estado.
Los fundamentos del ocurso, son los siguientes:
La Constitución Política del Estado de Jalisco, en su artículo 46, establece que toda reforma a dicha Ley, deba ser “aprobada por la mayoría” de los Municipios de esa Entidad Federativa.
El artículo 8 de la propia Constitución dispone, que para la formación del Poder Legislativo local, habrá un representante por cada ochenta mil habitantes, o fracción que exceda los cuarenta mil.
La Ley Electoral vigente en Jalisco, Decreto 370, determina en sus artículos 7 y 8, la elección “no de un” Diputado por “cada” Distrito de ochenta mil o fracción que exceda de cuarenta mil habitantes, sino la elección “del Congreso, en una sola cédula por todos los habitantes del Estado.”
Ahora bien, esta ley electoral entraña una “verdadera reforma constitucional,” la cual no ha llenado el requisito esencial de ser “aprobada por la mayoría de los “Ayuntamientos” del Estado, como lo previene el artículo 46 ya citado de la Constitución local.
Además, el artículo 10 de la misma Constitución, confirma enteramente el verdadero sentido del citado artículo 8 de la misma, estableciendo que ni los Jefes ni los Directores Políticos podrán ser electos Diputados en el “punto” que desempeñan sus funciones; luego la Constitución establece y confirma de esa suerte, que la elección del Congreso debe hacerse designando “cada” Distrito su Diputado.
Sostener lo contrario, sería lo mismo que afirmar que sería constitucional la ley electoral que estableciera, que “todo” el país eligiera el Congreso o el Senado de la Unión en “una sola” cédula, en vez de asignar a “cada” Distrito la elección de su Representante, como así lo dispuso la ley federal electoral.
La Ley Electoral de Jalisco, pues, en los artículos citados, es contraria al espíritu de los principios fundamentales de la democracia y al precepto terminante de la Constitución del país, al tenor de la cual deben los Estados armonizar su forma de Gobierno, y el cual “debe ser republicano, representativo, popular,” artículo 119 de la Constitución General. Falta, pues, al Gobierno jalisciense, propiamente, la calidad de “representativo.”
Aceptando los razonamientos expresados, habrá que aceptar también sus últimas conclusiones, esto es, que el actual Congreso, no es Constitucional, y por tanto, el actual Gobernador, también carece de esa esencialísima calidad, porque no ha habido Congreso legítimo que lo declare tal, y siendo como es esto así, resulta que Jalisco se halla inconstituido.
Muy importante nos parece la cuestión presentada al debate del Senado, y deseamos cordialmente que la solución sea satisfactoria para los jaliscienses, pues en esa forma pacífica y legal obtendrían la separación de una personalidad funesta que pesa duramente sobre todas las actividades y sobre todas las conveniencias políticas. Este es el deseo de los solicitantes, que han puesto al pie del ocurso la siguiente expresiva nota:
“Aunque ya tiene algún tiempo de regir en Jalisco este sistema anómalo, no pretendemos anular todos los hechos consumados, en administraciones anteriores, sino especialmente buscamos un remedio pacífico a la situación actual, que como la prensa local y la de todo el país lo ha manifestado, es insostenible ya para los jaliscienses.”
Ya informaremos del curso de este negocio.
Con mucha frecuencia hemos visto en las informaciones de la prensa, que el Inspector General de Policía acostumbra someter a minuciosos interrogatorios a individuos que están ya bajo la jurisdicción del Juez penal competente. A muchos comentarios se presta esa invasión de funciones, y muchas torpezas deben ser la consecuencia de tales actos; pero lo que nos ha llamado más vivamente la atención, es una parte del último interrogatorio a que el referido Inspector sometió al ya famoso presidiario Treffel.
Este individuo pretendió estafar a dos personas con la supuesta fabricación de oro. El enjuague fue descubierto, se aprehendió a Treffel y se le condujo ante el Inspector. Éste no sólo interrogó respecto al hecho delictuoso, sino que se permitió preguntar a Treffel respecto al lugar en que depositó las alhajas que le tocaron, como producto del robo de La Profesa. Es forzoso hacer notar que este punto se trató ampliamente en el juicio penal respectivo, y que se pronunció sentencia definitiva sobre el particular. Sin embargo, el Inspector General de Policía resucita, sin competencia, un hecho fallado y pretende averiguar una circunstancia definida y calificada en el juicio. Más todavía, el Inspector, oficiosamente, sin que haya parte civil a quien interese la restitución de lo robado, hace una averiguación a todas luces reprochable.
Si el Inspector no pretendía descubrir algo que oficialmente le incumbiera descubrir, y a título de simple curiosidad interrogó a Treffel sobre las alhajas, nos parece muy pueril esa curiosidad, muy impropia al carácter serio de un Inspector de Policía, muy ajena a la gravedad de su misión oficial.
Desearíamos que dicho Inspector fuese más prudente y se circunscribiese a sus funciones de mero director de policía, sin invadir las atribuciones del poder judicial.
Los malhechores han sentado sus reales en el Cantón de Misantla, Ver., proponiéndose demostrar, que en la República no hay esa seguridad ideal de que se alaba el Presidente y que nadie cree.
En la Colonia Francesa de San Rafael, perteneciente al referido Cantón, ha ocurrido, entre otras cosas, lo siguiente:
El 4 de este mes penetraron unos ladrones en la casa habitación de D. Juan Deschose y cargaron una gran cantidad de hule en tasajo.
El 8, también de este mes, otros ladrones asaltaron la vivienda de la Sra. viuda de Roustan, y echando abajo la puerta, se llevaron ocho sacos de café, que constituían el único capital de la pobre señora.
El mismo día, otros forajidos asaltaron la finca de D. Eugenio Erizon, y entre muchos otros objetos cargaron con una valiosa escopeta fina.
Hace como tres meses, poco más o menos, unos ladrones se introdujeron en la bodega de los Sres. Masberg y se robaron doce latas de manteca.
Por el mismo tiempo D. Luis Mastret fue víctima de un robo.
No obstante esto, las autoridades no se han preocupado por la aprehensión de los bandidos. Y cuando se ponen a perseguirlos, aprehenden a infelices inocentes, como ya alguna vez lo hicimos notar, y se les aplica la ley fuga sin siquiera identificarlos.
Veracruz está perdido. Los ladrones roban a su sabor sin que sean molestados. Los habitantes pacíficos, honrados y trabajadores son aprehendidos por sospechosos y se les fusila sin formación de causa. Los curas roban honras de mujeres indefensas, como aquel sátiro de San Juan Evangelista. En todo el Estado se juega a más y mejor a pesar de las protestas del poeta Díaz Mirón, y en todo el Estado también se hace la voluntad de los mandatarios; no hay instrucción pública y cuando se designan obras de texto para las escuelas primarias, se ponen al estudio de la juventud los libros inmorales de José Ascensión Reyes, el famoso Anabasis.
El Cantón de Misantla está infestado de ladrones. Se ha formado una sociedad de bandidos para robar ganado vacuno y caballar, vainilla y bejucos de vainilla. Los agricultores, ganaderos y demás gente de trabajo están alarmadísimos y no pocos se preparan a emigrar del Cantón en busca de seguridad para sus personas y bienes, pues que las autoridades del Cantón, no son ni con mucho, una garantía para los hombres de trabajo.
Y tan mal anda en todo el Estado de Veracruz, que el Gobierno no ha dictado medida alguna para desinfectar los cementerios de San Rafael, Ojite y Mentidero, Nautla y Jicaltepec, y de ese modo evitar en algo los estragos que ocasiona el vómito enfermedad que amenaza recrudecer sus efectos este año en virtud de la escasez de lluvias. Urge que se desinfecten los referidos cementerios, porque bien sabido es lo poco escrupulosas que fueron las autoridades del año anterior, que sin preocuparse de la salubridad pública, mandaban inhumar a media vara de profundidad los cadáveres de las personas que fallecieron de vómito. De allí proviene la pestilencia de las inmediaciones del panteón de Ojite y Mentidero, y los habitantes temen, con razón, que antes del próximo Junio, la epidemia habrá invadido por completo a los pueblos que arriba citamos.
Por todo esto se ve que las autoridades de Veracruz quieren dejar desierto el Estado, porque el vómito, la ley fuga, las vejaciones y arbitrariedades, etc., etc., harán que merme la actual población del Estado costeño.
Vemos en un periódico que un oficial del ejército golpeó inhumanamente en Tacubaya a un soldado. El escándalo lo cometió en público ese oficial.
Un paisano, condolido por la suerte del infeliz soldado, se acercó al oficial para interceder a favor de la víctima, pero el militar, mohíno por la justa reclamación del paisano volvió su cólera en contra de él y lo maltrató cruelmente, llegando al grado de sacar la pistola, no se sabe si para matarlo o solamente para amedrentarlo, después de lo cual ordenó a sus reclutas que lo introdujeran al cuartel del 9º Regimiento, tal vez para castigarlo más a su sabor.
Dice el periódico aludido, que los sucesos fueron presenciados por uno de los Jefes del citado Regimiento, pero no dice si ese Jefe permaneció impasible ante el atentado cometido tanto con el soldado como con el paisano.
Esta noticia, vaga en sí, y en la que ni siquiera se citan nombres, fácil será comprobarla indagando la autoridad militar la verdad de lo ocurrido.
Si el oficial, como se dice, se cebó en el inerme soldado y el indefenso paisano, bueno es que se le castigue para que se aprenda a tratar a la gente y para ejemplo de otros muchos soldadones que hacen alarde de valor con los que están desarmados.
Ya que son tan valientes, conveniente es que se les mande a atacar a los indios rebeldes de Yucatán o que ejerciten su fiereza en las serranías de Sonora. También a esas partes debe llevarse a los bizarros soldados de Lampazos, que se entretienen en fabricar muñecos de cartón, a los que se les prende fuego para acusar a ciudadanos honrados.
Si el Gral. Curiel, a más de las expresivas manifestaciones a silbidos y protestas del pueblo que pacíficamente gobierna, efectuadas no hace mucho tiempo en la Estación de Ferrocarril, cierra los oídos a otra manifestación de que enseguida nos ocupamos, creemos que no habrá frases para calificar su conducta.
Las importantes poblaciones de Autlán, C. Guzmán, Sayula y San Gabriel, del Estado de Jalisco, han dirigido ocursos calzados con cerca de cinco mil firmas, al Congreso local para pedirle que exija al Gobernador Curiel, la dimisión del puesto con que se ha distinguido por su carencia de aptitudes gubernativas.
La petición se funda en que, así como el Gobernador ha ocupado el puesto, según se dice, por voluntad popular, hoy, que no tiene ya a su favor ni la confianza ni la voluntad del pueblo, debe respetar ésta y debe dejar el puesto para que lo ocupe el más apto.
Pero estamos seguros de que Curiel no dimitirá. Cualquiera otra persona pondría su renuncia en el acto y no permitiría que se le tratase como a un criado a quien se despide por inepto. El símil es un tanto rudo, pero gráfico. Un mal gobernante es un sirviente que ya no merece nuestra confianza. Ojalá que todos los habitantes honrados de Jalisco, hicieran pesar su disgusto sobre su sirviente, en la forma indicada por las poblaciones referidas.
Un periódico1 que gozaba (y que probablemente sigue gozando) de un insignificante subsidio del ex-Ministro Baranda, a trueque de incondicional adhesión, se regocija de que el Lic. Jacinto Pallares haya manifestado a sus alumnos que dicho ex-Ministro era el defensor de los más altos principios modernos, los que introdujo con tesón imperturbable y mano firme en la Escuela, y que la juventud debe al Sr. Baranda muchos esfuerzos en pro de la ilustración, desde la aceptación del principio de la escuela laica, obligatoria y gratuita, hasta la reforma de los programas escolares preparatorios, que tal vez en ningún país se ostenten semejantes, y que, con toda seguridad, México es el único país latinoamericano que los posee.
De todo punto inconveniente nos parece la apología hecha por el maestro Pallares. En la conciencia de todos está y los hechos lo demuestran rudamente, que el ex-Ministro Baranda poco o nada se ocupó de la instrucción pública, como no se ocupó del ramo de justicia. De ahí que se hayan falsificado Directores de Escuela, tan ineptos como Castañeda y Nájera y tan ultramontanos como Carmona y Valle2. Que se hayan improvisado profesores ineptos, como son la mayoría absoluta de los que sirven esos empleos. Que se haya entronizado un Director general de Instrucción Pública como Ruiz, que no tiene aptitudes, ni formas sociales, ni criterio educativo. Que los puestos del profesorado en Preparatoria, Jurisprudencia y Minería se adquieran por recomendaciones y no por oposición. Que a pesar de la instrucción laica, obligatoria y gratuita, los niños sigan pervirtiéndose en el arroyo y los que concurren a la Escuela salgan sin instrucción, porque es imposible estudiar textos cuya compra se hace para enriquecer a un librero. Que el programa escolar de la Preparatoria sea tan descabellado, razón por la que solamente dicha Escuela lo tiene y no lo prohíjen otras del mundo. Que haya complacencias con algunos profesores y a otros se les niegue en cambio lo más indispensable. Que la Escuela Preparatoria esté gobernada por un grupo de individuos que se portan como capataces. Que los alumnos dejen la Escuela después de haber sufrido la relajación de la voluntad y la hipertrofia de los cerebros. Que, en fin, haya profesores, como el maestro Pallares, que se ocupen en hacer la apología de los vivos, lo que inculca en los cerebros jóvenes ideas serviles.
Esto es lo que se debe al ex–Ministro Baranda en su larga gestión improductiva.
1 Probable referencia a El Diario, ‘Periódico nacional indpendiente.’ México, D. F. (1896-1903?). Dir. Manuel de la Torre.
2 Manuel Carmona y Valle (1832-1902). Médico iniciador de la oftalmología moderna en México. En 1892, fue nombrado director de la Escuela de Medicina, conservando el cargo hasta su muerte. Senador, presidente del Ayuntamiento de México y de la junta de Beneficencia.
El Gobierno del Estado de Oaxaca no se preocupa por el mejoramiento intelectual y moral del pueblo. Es bien sabido que Martín González carece de ilustración y que no tiene criterio liberal ni conservador, y por lo tanto, se somete a la decisión del Presidente ante todo, y por ende, a la decisión del clericalismo.
Los honorables ciudadanos que integran el Club Liberal Regenerador “Benito Juárez,” de Cuicatlán, Oax., haciendo uso del derecho que otorga el art. 8º de la Constitución, elevaron un ocurso a la superioridad pidiendo la separación del preceptor de aquella villa, Emiliano García, pues este individuo en lugar de infundir una instrucción laica a la niñez, más la enseña a repasar el Ripalda que a resolver problemas de aritmética o a comprender los derechos y obligaciones del ciudadano.
Ha transcurrido más de un mes, y el Gobierno de Martín González en lugar de cumplir con lo prevenido en el art. 8º de la Constitución, acordando lo que procede al ocurso, envió confidencialmente al Preceptor y al cura una copia del escrito, y estos dos sujetos hacen alarde de impunidad diciendo que han recibido instrucciones para continuar su inmoral propaganda.
En vista de tan irrespetuoso proceder del Gobierno de Martín González, los miembros del Club Liberal elevaron nuevo ocurso en el que especificaban todos los anteriores datos, y el Gobierno se ha hecho sordo, pues que sólo ha dado promesas, de esas que nunca se cumplen.
Por lo asentado se ve el ningún empeño que toma el funesto Gobierno de Oaxaca, para atender las justas peticiones de los ciudadanos. También se deja comprender por ello, que ese Gobierno, como lo hemos dicho alguna vez, procura que Oaxaca se hunda.
Además, la conducta de Martín González es totalmente irrespetuosa para con los ciudadanos, y debe someterse a las decisiones de ellos, porque él, el Gobernador, no es más que un simple y sencillo servidor. De modo que debe comprender su papel de servidor, y mostrarse más respetuoso para con el pueblo a quien debe atender en sus quejas, y servirlo porque para eso está.
Este Gobernador es el peor que ha tenido Oaxaca; la prueba está en su impopularidad. No tiene ni siquiera un mediano talento para esconder sus torpezas administrativas.
Por cartas que hemos recibido, sabemos que en la frontera Norte de nuestra República corrió el rumor de que habían sido mandados recoger los ejemplares de REGENERACIÓN y que se había iniciado contra nosotros una brutal persecución. Hasta ahora, podemos decir que ningún tropiezo hemos sufrido. Alguna que otra molestia y nada más.
Sin embargo, no podemos cantar victoria, porque la Dictadura no se duerme y sabido es que se disgusta y contraataca cuando se le dice la verdad, y como nosotros no la hemos escatimado, sino que por el contrario hemos hecho derroche de ella, no tenemos la pretensión de que le simpaticemos, y por lo mismo creemos que no nos ha de querer bien.
Así sucede; al que da consejos y no engaña, se le aborrece.
Nuestro colega La Razón, de Veracruz, preocupándose, y con justicia, de la resolución de tremendo problema que encierra la situación anómala del país, en lo que al ejercicio del sufragio y a la responsabilidad de los gobernantes se refiere, ha solicitado la cooperación de los ciudadanos en ejercicio de sus derechos, para formar una agrupación que se dedique a sostener las declaraciones trigésima octava y cuadragésima cuarta, del Congreso Liberal reunido en San Luis Potosí en Febrero pasado.
Muy noble y patriótica nos parece la iniciativa de nuestro colega. Las resoluciones mencionadas se contraen a la vigilancia sobre los funcionarios públicos; al ejercicio de la acción popular, acusando a los transgresores de la ley, sean de la categoría que fueren; a la iniciación de juicios de responsabilidad contra los funcionarios despóticos, instigando a los demás ciudadanos para que ejerciten ese derecho, y al ejercicio del sufragio concurriendo a los comicios electorales.
La indiscutible utilidad social y política que entraña el llamamiento del inteligente colega, hará sin duda que los buenos veracruzanos, los que no se han corrompido en el medio infeccioso de la Administración del Estado, acudan a agruparse en un poderoso núcleo, para contrarrestar eficazmente la nociva influencia del elemento oficial.
Aplaudimos cordialmente la iniciativa de nuestro estimado colega.
Continúan las persecuciones del actual gobierno conservador a los clubs liberales. A los ciudadanos se les encarcela como a los de Lampazos o se les prohíbe reunirse como a los de San Nicolás Tolentino.
También se emplea otro sistema, que consiste en separar de sus empleos a los miembros de los clubs que tienen alguna ocupación en las oficinas públicas.
El Gobernador de Nuevo León, hechura del Ministro Reyes, a cuya magnanimidad debe el puesto que ocupa, se muestra como su protector, colérico contra el actual movimiento liberal.
El Sr. Ezequiel Villarreal Argueta, desempeñaba el puesto de Secretario del Juzgado de Letras de Villaldama y a la vez, como buen ciudadano, tiene el cargo de Secretario del “Club Liberal Villaldamense.” Pero considerando el Gobernador del Estado que ambos cargos eran incompatibles, manifestó a alguien esa opinión que llegó hasta el Sr. Villarreal Argueta, a quien se le dijo que escogiera entre ambos cargos el que quisiera desempeñar.
Fiel a sus convicciones, el Sr. Villarreal Argueta no titubeó al declarar su preferencia al desempeño de la Secretaría del “Club Villaldamense” y se separó del empleo que tenía en el Juzgado de Letras.
El Sr. Villarreal es estudiante de último año de Derecho y su empleo le servía para continuar su carrera que quizá deje de concluir, porque así place a la opresión.
Para los déspotas, los empleos son gracias que conceden, y no pueden que los empleados sirven a la Nación o a los Estados, y no a los tiranos.
Quéjanse los potosinos de que el Gobernador Escontría se entrega cada día más al clero. Hasta en los más ínfimos detalles se descubre su decidido empeño conciliador.
Como Mucio Martínez, el de Puebla, procuró dar mayor esplendor a la fiesta Religiosa del Sábado de Gloria, ordenando que la banda de música de la Escuela Industrial del Estado, tocara tan pronto como se echaran a vuelo las campanas en señal de que la gloria había quedado abierta.
Hay que notar que no permitió que la banda de la Escuela Industrial tocase el Jueves y Viernes de la Semana Mayor, porque el Obispo Montes de Oca le hizo comprender que eran días de recogimiento, de oración y de penitencia, y el mismo Montes de Oca le indicó que el Sábado de Gloria sí era lícito que hubiera audición musical, pero siempre que, para no chocar con la liturgia católica, comenzase esa audición cuando las campanas de los templos anunciasen la gloria.
Así se hizo al pie de la letra, y ocurrió que en día de trabajo, como es el de gloria tocara la música, distrayendo a los hombres de trabajo, pero con gran contentamiento de la turba de molestos limpiabotas.
Bueno es que el Gobernador se fije en los Partidos del Estado que mal gobierna, y deje de dar oído a las necias insinuaciones del Obispo, que no teniendo nada noble en que emplear su tiempo, lo emplea en embrutecer al pueblo, en catequizar Gobernantes débiles, en comprar a la justicia y en injuriar a las musas con desabridos versos cojos, inválidos y maltrechos como su conciencia.
Quéjanse los potosinos de que el Gobernador Escontría se entrega cada día más al clero. Hasta en los más ínfimos detalles se descubre su decidido empeño conciliador.
Como Mucio Martínez, el de Puebla, procuró dar mayor esplendor a la fiesta Religiosa del Sábado de Gloria, ordenando que la banda de música de la Escuela Industrial del Estado, tocara tan pronto como se echaran a vuelo las campanas en señal de que la gloria había quedado abierta.
Hay que notar que no permitió que la banda de la Escuela Industrial tocase el Jueves y Viernes de la Semana Mayor, porque el Obispo Montes de Oca le hizo comprender que eran días de recogimiento, de oración y de penitencia, y el mismo Montes de Oca le indicó que el Sábado de Gloria sí era lícito que hubiera audición musical, pero siempre que, para no chocar con la liturgia católica, comenzase esa audición cuando las campanas de los templos anunciasen la gloria.
Así se hizo al pie de la letra, y ocurrió que en día de trabajo, como es el de gloria tocara la música, distrayendo a los hombres de trabajo, pero con gran contentamiento de la turba de molestos limpiabotas.
Bueno es que el Gobernador se fije en los Partidos del Estado que mal gobierna, y deje de dar oído a las necias insinuaciones del Obispo, que no teniendo nada noble en que emplear su tiempo, lo emplea en embrutecer al pueblo, en catequizar Gobernantes débiles, en comprar a la justicia y en injuriar a las musas con desabridos versos cojos, inválidos y maltrechos como su conciencia.
El cura de Villa de García, N. L., no se distingue por su temperancia ni por su humildad cristiana, ni por su mansedumbre evangélica.
Es intrigante y jesuítico y a los miembros del Ayuntamiento los trae dominados, al grado de hacerlos asistir a la iglesia para obligarlos a desempeñar ciertos oficios, como llevar el palio y ayudar en otros actos que la liturgia prescribe.
El cura, que se llama Gregorio Tesillo, ha ordenado a sus feligreses que cuanto periódico liberal tengan a manos, lo hagan añicos.
Está disgustadísimo porque nuestro colega El Monitor Liberal lo ha vapuleado exhibiendo sus abusos. Como el cura Arpón, de Monclova, que se desata en injurias contra los redactores del inteligente periódico La Unión Liberal, sin respetar el lugar en que vocifera, el de Villa de García desde el púlpito vomita su odio contra los liberales inspirándose con un vaso de cognac.
Si ese sacerdote no quiere que se hable de él, bueno es que modere su lenguaje y que se entregue al ejercicio de su ministerio, sin mezclarse en las cuestiones políticas.
Muchas personas de Villa de García se quejan del insolente cura y nos suplican que hagamos constar su descontento con la conducta que observa.
Y así lo hacemos para que su superior le de un jalón de orejas, que muy merecido lo tiene.
Estamos en plena época de sorpresas. Las asechanzas de que están siendo víctimas los clubs liberales, traen desazonados a los timoratos y ya nadie de éstos quiere confesar que es liberal. Mal camino es éste. Cuando se trata de ataques injustos dirigidos contra nuestros hermanos, mal papel hacemos si guardamos un vergonzoso silencio, y todavía es más reprochable nuestro proceder, si por cobardía abandonamos nuestra empresa de regeneración política y social.
Hay otra sorpresa. Es una noticia que corre vergonzosamente y solapadamente de corrillo a corrillo; es comunicada a sotto voce y volviendo de uno a otro lado el rostro, como si el que la comunica temiera ser escuchado por la indiscreción en persona. Esa noticia camina así, envuelta, velada y se escucha conteniendo la respiración; camina encubierta, porque si se descubriera causaría asco, y también, porque los que la propalan son cobardes.
Nosotros, porque odiamos todo lo que no sea franqueza y verdad, vamos a decir en que consiste esa noticia; también vamos a divulgarla, para que el Partido Liberal se ponga en guardia y no se deje engañar por politicastros desprestigiados.
Trátese de que se está formando un partido que se llama “barandista.”
A la caída del Ministro Baranda, sus protegidos se arremolinaron y en la sombra comenzaron a mostrar los dientes, como que la caída de su protector fue para esas pobres gentes el anuncio de que la miseria estaba muy cerca de sus puertas, y el hambre dejaba advertir sus angulosa silueta en el fondo de un porvenir sombrío.
Los cerebros de esos pobres individuos faltos de energías y de voluntad, de fuerzas y de aptitudes para emprender una lucha ventajosa, y de ese modo asegurar independientemente el pan, comenzaron a soñar con cuadros fatídicos de miseria y de hambre y entonces, el más audaz de ellos, pero el más despechado también, tuvo esta idea: hacer oposición al Gobierno, derrocarlo y poner al ex-Ministro de Presidente.
Pero se necesitaba una bandería para dar color político a ese nuevo partido, que podemos llamar del despecho, y considerando la turba barandista que el Partido Liberal reacciona en estos momentos, y, además, es simpático, tiene hombres de energía y de valor y a él están afiliados los más sanos cerebros, las voluntades más viriles y los hombres de más sanos principios; teniendo en cuenta todo esto los pobres barandistas, quieren servirse del Partido Liberal para llegar al logro de sus ambiciones, pues saben que los buenos liberales están disgustados con la actual Dictadura, y como es popular el partido, de ello quieren aprovecharse los protegidos del ex-Ministro haciéndose pasar por liberales.
Pero nosotros no podemos pasar desapercibidas esas locas maquinaciones de los barandistas; no podemos permanecer impasibles ante la miseria que quiere sacar la castaña con la mano del gato; no podemos resignarnos a ver el egoísmo abrazar la bandera liberal, y servirse de ella para sus fines personalistas y absurdos.
Es bien sabido, que los barandistas fueron reclutados entre los desperdicios de todos los partidos. Son hombres sin fe y sin principios políticos. Ellos no han hecho más, que agruparse al rededor de un hombre que tuvo el pésimo antojo de sacar de la nada a la insignificancia intelectual, para ponerle la toga del jurisconsulto, que cae muy mal por cierto, y hacer tristísimo y desairado papel amparando a las nulidades del intelecto, porque las cucurbitáceas merecen ser cubiertas sólo con esteras.
Los barandistas no tienen principios políticos. No son liberales ni conservadores; sencillamente son acomodaticios. Su única ley es el estómago. Muchos de ellos atacaron soezmente a Baranda, fingiendo de oposicionistas, y cuando el funcionario, en un momento de fácil y feliz digestión tuvo la humorada de arrojarles las migajas de su mesa, aquellos furibundos oposicionistas depusieron su inquina para saborear los despojos de un despilfarro ministerial, hecho efectivo por medio de subvenciones exiguas y de mezquinas canongías. Pero la insignificancia de los denostadores tenía que conformarse, y se conformó con unos cuantos dineros, porque las nulidades no tienen derecho a pedir ni a desear más.
Ese es el partido barandista, que ahora entrar a la lucha uniéndose a los liberales de convicción, como pudieran también unirse a los más recalcitrantes y fanáticos conservadores, pues que el egoísmo, sintetizado en el partido barandista, como dijimos, no tiene más ley que el estómago, y si comprendiera que el triunfo próximo estuviera con abrumadoras probabilidades de parte de la facción conservadora, a ella uniría su desprestigio, pero como ha olfateado que el partido de la libertad es el que tiene que triunfar, a él piensa adherirse.
Huyamos de esa peste los buenos liberales; huyamos de tanta corrupción. Nuestro partido, para ser fuerte, no necesita ser integrado por gente sin patriotismo y sin pudor político. Nuestro partido por sí sólo se abona, sin tener necesidad de recurrir a los desperdicios de todos los partidos y a los apostatas de todas las banderías políticas.
Por otra parte, y consecuentes con nuestro carácter franco y descubierto, nos parece, ya no ridículo, sino nauseabundo el que los barandistas pretendan hacer oposición al Gobierno, porque mientras su ídolo ocupó su empleo de Ministro, para esos hombres no había Gobernante más progresista, más hábil, ni más íntegro, que el Gral. Díaz; no había política más sagaz, que la del Presidente, ni hombre de Estado sobre la tierra que alcanzara la talla del Presidente Díaz. ¿Por qué ahora no les parece lo mismo?
Está bueno que nosotros, que siempre hemos militado en las filas independientes y liberales, y que nos honramos con la circunstancia de no haber adulado nunca al Presidente, ni haber solicitado a trueque de nuestro carácter y de nuestra voluntad su ayuda para servirle, porque, aunque modestamente nos bastamos a nosotros mismos sin necesidad de implorar el favor de la Dictadura: está bueno que nosotros, repetimos, ataquemos formal y resueltamente al Gobierno en sus actos descabellados y despóticos; pero es inconsecuente, es bochornoso y hasta inmoral, pretender atacar al que se ha colmado de alabanzas, pretender escupir la mano que les dio de comer y a la personalidad a cuya sombra han podido satisfacer sus necesidades, sólo porque a ello incita su despecho.
Nosotros, no podemos nunca considerar unos correligionarios a esa clase de hombres, que se vuelven independientes y liberales cuando ya no se les protege.
Después de todo, ¿qué es el llamado partido barandista? ¿Cuántos adeptos tiene? ¿Qué programa político trata de desarrollar? El barandismo se compone de media docena de despechados, como ya lo dijimos, no tiene más programa que el medro personal.
Debemos, pues, huir de esos hombres que no son liberales, porque durante la larga y ambiciosa permanencia de su jefe en el Ministerio, consintieron en la relajación de nuestros principios, y hasta que cayó el ídolo pasaron de buen grado por cuanto atropello a las instituciones liberales ha cometido el actual Gobierno; se hicieron sordos a los clamores del pueblo que pide justicia, y ayudaron a la actual Dictadura a perseguir a los periodistas independientes.
Lo hemos dicho y lo repetimos: ningún hombre de los que están en el Poder puede ser liberal; unos son conservadores y otros oportunistas, pero ninguno es liberal del Presidente al último; y los barandistas no son liberales, porque ayudaron a imponerse a la actual Dictadura. Si el partido barandista tuviera buenas intenciones, no guardaría tanto silencio acerca de su intento, ni de manera tan misteriosa tratara sus asuntos, sino que declararía en voz alta sus aspiraciones; su política sería leal y franca; pero también es cierto que para eso se necesita valor y el barandismo es cobarde.
Sépanlo de una vez los barandistas: no podrán engañar al Partido Liberal, y el Partido Liberal sin necesidad de ellos, puede reconquistar los principios que el Gobierno ha desvirtuado; sin necesidad de los barandistas, puede defender los derechos del pueblo arrebatados por el absolutismo y las libertades encadenadas por la tiranía.
En los Distritos, Cantones o Partidos de los Estados de la República, medran a su sabor y a la sombra de gobiernos complacientes, ciertos parásitos que se llaman Jefes Políticos.
Esas autoridades son escogidas entre los hombres más rudos, y que una vez vistos en un puesto en que pueden mandar, ponen en juego todo un cargamento de pasiones que antes no se atrevían a hacer ostensibles, por temor al Juez y a la cárcel y tal vez hasta al verdugo.
Debe suponerse que hablamos en general, pues ha de haber algunos Jefes Políticos honorables, aunque escasos.
Como el de Cuicatlán,1 el de Huajuapan de León, es arbitrario y déspota.
No hace mucho tiempo que al voluntarioso tiranuelo se le ocurrió que el camino que une a Huajuapan con Tezoatlán, se desviara de donde antes pasaba poniéndolo sobre una parte del terreno de D. Pioquinto Leyva. El Sr. Leyva expuso al Jefe Político, llamado Luis G. Córdova, que se perjudicaba con tal disposición, pero el Jefe contestó groseramente sosteniéndose en su capricho de perjudicar al Sr. Leyva. Entonces éste le manifestó decentemente, que él haría valer sus derechos ante la autoridad judicial.
Ante contestación tan correcta el jefe Político llamó en su auxi