ARTÍCULOS PERIODÍSTICOS

1917

De mil maneras se nos incita a los pobres a ser patriotas. Desde que nacemos a la vida hasta que rendimos el último suspiro, zumban en nuestros oídos estas palabras: “Ama a tu patria, ama a tu patria, ama a tu patria”.

Puede decirse que mamamos el patriotismo con las primeras gotas de leche que arrancamos al pecho materno. La madre nos arrulla con canciones en que se glorifica a la patria. Más tarde nos enseña a amar la bandera, cuyos colores nos parecen más lucidos que los de cualquiera otra bandera. De niños se nos obsequia con juguetes que nos hacen jugar a los soldados: tambores, sables de palo, banderas, soldaditos de barro o de plomo, y atiborrados de leyendas que ensalzan las hazañas de los héroes de la patria, fingimos, en nuestros juegos, campos de batalla en que hacemos morder el polvo de la derrota a todos los que han cometido el delito de haber nacido fuera de los linderos de la nación, pues para todo buen patriota es enemigo el que no nace dentro de las fronteras de la patria.

La educación patriótica no termina con nuestros juegos de chiquillos: sigue en la escuela de primeras letras. Allí, el buenazo del maestro nos hace entonar coros en que se enaltece a la patria; en el libro de lectura deletreamos composiciones en prosa y en verso en honor de la patria, y nuestros ojos se extasían ante las láminas que representan acciones de guerra, queriendo ser cada uno de nosotros el feliz abanderado a quien le ha cabido el grande honor de llevar la bandera de la patria en medio de la feroz carnicería. Oímos el Himno Nacional, y la sangre circula por nuestras arterias con mayor rapidez.

El fraile, en sus sermones, nos excita a amar a la patria; el político, en sus discursos, nos habla de la grandeza de la patria; el periódico burgués estimula nuestros sentimientos patrióticos; por dondequiera que volvamos la vista vemos la estatua de un patriota o el cuadro con un asunto patriótico; las fiestas patrias, además de ser numerosas, revisten gran solemnidad. Todo, en fin, está sabiamente calculado para encender y mantener encendida, en nuestro pecho, la lumbre patriótica.

Preparados de esa manera, y aun cuando no seamos dueños de un terrón donde reclinar la cabeza; aun cuando de la patria que se nos ha enseñado a amar no poseamos ni una pulgada cuadrada de su territorio; a pesar de las indignidades, humillaciones, atropellos y desmanes de que seamos víctimas en nuestra calidad de individuos que alientan en los más bajos peldaños de la escala social; a pesar de todo nos encontramos dispuestos a cometer los mayores excesos, a matar y dejarnos matar por la patria, por ese algo que ningún beneficio nos reporta y en cambio exige de nosotros los más grandes sacrificios.

Porque, hay que confesarlo, todas las cargas que implica el patriotismo descansan exclusivamente en los hombros de los pobres. El pobre sólo sabe que tiene patria porque tiene que servir en el ejército, y los beneficios que de la patria recibe son el garrotazo del gendarme, la contribución para los gastos del Gobierno, las rondas, las “fatigas o servicios gratuitos y la ley que lo somete a eterna servidumbre bajo las garras del dueño de la tierra y de la maquinaria”.

Al pobre no le beneficia la patria porque no es de él. La patria es la propiedad de unos cuantos que son los dueños de la tierra, de las minas, de las casas, de las fábricas, de los ferrocarriles, de todo cuanto existe; pero al pobre se le inculca desde la niñez que ame la patria para que esté listo a empuñar el fusil en defensa de intereses que no son suyos, cuando sus amos comprenden que esos intereses están en peligro y hacen un llamamiento al patriotismo de las masas. Tan es cierto que los intereses materiales son la patria, que la burguesía no se opone a una invasión extranjera cuando ésta no tiene por objeto despojarla de sus propiedades y hasta es solicitada la invasión cuando las bayonetas invasoras pueden prestar algún apoyo al principio de la propiedad privada, cuando ese principio está en peligro de desplomarse a las recias embestidas de la justicia popular.

Las dos invasiones que ha sufrido México durante el curso de la Revolución,1 no han tenido otro objeto que sofocar el movimiento revolucionario que amenaza la estabilidad del principio de la propiedad privada. Las dos invasiones norteamericanas fueron llevadas a cabo para sentar a Venustiano Carranza en la silla presidencial y consolidar un Gobierno fuerte, capaz de hacer respetar la ley, esto es, el escudo del fuerte, la defensa del que tiene contra las posibles agresiones del que nada posee.

Contra esas dos invasiones no ha protestado la burguesía mexicana, como que iban encaminadas a salvar sus bienes amenazados por la actitud viril, ansiosa de conquistar su libertad económica. Si no hubiera sido porque los trabajadores norteamericanos protestaron contra esas invasiones y se negaron a ingresar al ejército para ir a sentar a Carranza en la silla presidencial, haría largos meses que tuviéramos a éste fungiendo de Presidente al abrigo de fuertes guardias de soldados norteamericanos.

El patriotismo es un manjar condimentado para el uso exclusivo del pobre. Se nos enseña que la invasión es una afrenta y que debemos rechazarla. ¿La rechazó Carranza? No la rechazó porque ella beneficiaba a la clase social que todo Gobierno está en el deber de apoyar: la clase capitalista.

Ahora, perdida la esperanza de que las bayonetas norteamericanas puedan sostenerlo en el Poder, Carranza se echa en brazos de Alemania. En una nota que ha enviado a las naciones neutrales, Carranza invita a esas naciones que suspendan todo comercio con las naciones beligerantes, arguyendo que de esa manera se les dejará aisladas y se verán obligadas, al fin, a firmar la paz, en vista de que no podrán contar con aprovisionamiento del exterior.

Los Imperios Centrales serían los beneficiados si se pusiera en práctica el proyecto de Carranza, porque Inglaterra recibiría un golpe mortal impidiéndosele obtener de la región petrolífera de Tampico, el aceite que necesita para tener en movimiento su marina, e Inglaterra tendría que adoptar medidas extremas para tener abierta esa fuente de aprovisionamiento. ¿Qué sucedería? Que Inglaterra enviará soldados para que ocupasen esa región.

Está patente que el patriotismo no es practicado por los que nos inculcan. Es ése un sentimiento que hábilmente se nos fomenta para tenernos a su disposición nuestros verdugos. Cuando tomamos el fusil para defender la patria, lo que defendemos son los bienes de nuestros amos. Abramos los ojos.

 

Ricardo Flores Magón


1 Refiérese a la ocupación del puerto de Veracruz, por parte de tropas militares estadounidenses, del 21 de abril al 23 de noviembre de 1914. Precedida por las tensiones entre los gobiernos mexicano y norteamericano por el arresto de marines del acorazado Dolphin el 9 de abril y la llegada del buque alemán Ipiranga, con una carga de armamento para el gobierno de Huerta. La segunda intervención, conocida como «Expedición Punitiva» se desarrolló a partir del 15 de marzo de 1916 y hasta el 7 de febrero de 1917. Su objetivo era la captura de Francisco Villa, tras el asalto de tropas villistas al poblado de Columbus, Nuevo México, el 9 de marzo de 1916.

Frederick Funston, comandante general del Departamento del Sur del Ejército de los Estados Unidos, acaba de morir.

Murió violentamente, después de una buena cena, en un magnífico hotel de San Antonio, Texas.

¡Cuántos, a esa misma hora, debajo de los puentes o en míseras covachas, morirían de hambre!

Porque así van las cosas en este pícaro mundo: unos mueren de atracón y otros con la panza vacía.

Funston murió, y con él rodaron a la tumba los más locos sueños napoleónicos. ¡Él soñaba con la conquista de México! Para él no era cosa difícil ponerse a la cabeza de algunos millares de desalmados y llegar hasta la ciudad de México en un abrir y cerrar de ojos. Las vacilaciones de Wilson lo ponían nervioso… No tomaba en cuenta el ambiente antiguerrerista que predomina en este país; no se fijaba en la repugnancia del pueblo trabajador por las empresas de conquista que sólo aprovechan a los señores del dinero. Él creía cosa fácil reducir al orden al turbulento pueblo de México. Ya se sabe lo que es el orden burgués: el predominio de la fuerza sobre la justicia; la quietud de la muerte; la paz de los sepulcros.

Yo ni me alegro ni me entristezco por la muerte de Funston. Me es indiferente. Sí me alegraría si con él hubiera sido arrastrado a la fosa el sistema económico, político y social que con su espalda sostenía en pie; pero desgraciadamente no es así: otro general ocupará el puesto que deja vacante el soberano atracón.

El Ministro de la Guerra Baker,2 dice haciendo pucheros: “La muerte del general Funston es una pérdida para el ejército y una pérdida para la patria”.

Tal vez; pero para el pueblo, para los hombres y las mujeres que viven de su trabajo, Funston vivo o Funston muerto son cosas que no le interesan, son cosas que ni mejoran ni empeoran su condición: de todos modos tiene que seguir arrastrando la cadena del esclavo. Si con Funston quedase enterrado el militarismo, ya sería otra cosa.

 

Ricardo Flores Magón


1 Refiérese Frederick N. Funston (New Carlise, Ohio, 1865-San Antonio, Texas, 1917). General del ejército de los Estados Unidos. En 1895 formó parte de una expedición que buscaba oportunidades de inversión en el café de México y Centroamérica. En 1898 se enroló como voluntario en las tropas estadounidenses que ocuparon Filipinas. En marzo de 1901 capturó al líder independentista Emilio Aguinaldo, con lo que ganó el grado de general brigadier y obtuvo la medalla de honor. Famoso por sus hazañas militares, por su defensa del expansionismo estadounidense y por su labor como propagandista de la ocupación del archipiélago, en 1902 declaró que “los americanos que han solicitado al Congreso la paz en Filipinas debieran ser sacados de sus casas y linchados”. En 1908 dirigió la represión a los huelguistas miembros de los Industrial Workers of the World (IWW) en Esmeralda, Nevada. En 1914 fue el comandante de las fuerzas que ocuparon Veracruz en abril y permaneció en el puerto como gobernador militar hasta noviembre del mismo año, tras lo que se le comisionó para dirigir las tropas que custodiaban la frontera con México. En 1916 supervisó la “Expedición Punitiva”, encabezada por su subordinado, el general John B. Pershing, que invadió Chihuahua en persecución del general Francisco Villa, tras el ataque a Columbus, Nuevo México. En mayo de ese año, Funston y el general Hugh Scott se reunieron en Ciudad Juárez con el general Álvaro Obregón para acordar un plan militar de vigilancia de la frontera que buscaba poner fin a la “Expedición Punitiva” mediante un acuerdo negociado. En enero de 1917, cuando era el favorito del presidente Wilson para encabezar las tropas estadounidenses que participarían en la Primera Guerra Mundial, falleció de un ataque cardiaco.

2 Refiérese a Newton Diehl Baker (Virginia Occidental, 1871-Cleveland, Ohio, 1937). Fue alcalde de Cleveland entre 1912 y 1916 y posteriormente ocupó el cargo de Ministro de Guerra de Estados Unidos en el periodo de 1916 a 1921. Estableció el servicio militar obligatorio y estuvo a cargo del envío de soldados en la Primera Guerra Mundial.

Tenemos a la vista un nuevo Manifiesto de Emiliano Zapata1 en que el valeroso revolucionario hace, entre otras, declaraciones que es bueno que sean conocidas para comprender con más exactitud el carácter del movimiento revolucionario que sacude a México desde 1910.

Dice Zapata: “La revolución era y es contra el latifundismo, y Carranza ha reconstituido los latifundios; era y es contra los hacendados, y Carranza ha devuelto a éstos su enorme poderío y los medios de dañar, poniéndolos en posesión de las enormes propiedades que tienen usurpadas y que no saben ni quieren cultivar. Con ello ha provocado el hambre en toda la extensión de la República; pues por un lado, los grandes terratenientes se han negado por egoísmo o por cálculo a reanudar las labores agrícolas, y por el otro, los campesinos pobres, los jornaleros, los indígenas despojados, cuyo único anhelo es poseer un pedazo de tierra que sembrar, no han podido dedicarse a la labranza, porque el carrancismo, ni les ha devuelto sus propiedades, ni ha cumplido la gran promesa revolucionaria de repartir tierras entre los peones y jornaleros que no quieren ya volver a la hacienda para ser allí víctimas de la rapacidad de los grandes señores.

“En la cuestión obrera, el engaño y la mixtificación han sido también manifiestos.

“Mientras Carranza necesitó del obrero para utilizarlo como carne de cañón en la lucha contra la División del Norte, Carranza autorizó a Obregón para que éste fungiera en México de Pontífice Máximo de un socialismo de opereta, y aparentara dar satisfacción a las libertades y a las exigencias del proletariado, pero pasa el momento de extremo peligro, se cree alcanzado el triunfo, y entonces Carranza da un verdadero golpe de Estado en el asunto obrero, olvida todas sus promesas y burla despiadadamente a sus aliados de la víspera. Clausura la Casa del Obrero, persigue y encarcela a los agentes de esa institución,2 declara por boca de Pablo González3 que defenderá a la burguesía contra el proletariado, y últimamente ha puesto en vigor una verdadera ley marcial, una terrible suspensión de garantías, contra los obreros de la ciudad de México, especialmente contra los electricistas,4 que creyéndose amparados por un gobierno amigo, trataron de ejercer el derecho de huelga, y se encontraron con la cárcel, la persecución, y aun con el patíbulo para algunos de sus compañeros.

“En esto ha venido a parar el sainete socialista de don Venustiano.

“Pero la clase obrera ya conoció sus manejos y le vuelve hoy la espalda, horrorizada de tamaña infidencia y arrepentida hasta el fondo de su alma de haberse sacrificado en un tiempo por semejante impostor.”

Respecto del carácter del movimiento revolucionario, dice Zapata: “…es un movimiento esencial y preferentemente económico, eminentemente agrario, dirigido contra los grandes poseedores de tierras, y encaminado a liberar de la esclavitud feudal a los trabajadores del campo, a proteger a los obreros de la ciudad contra la avidez de los capitalistas, a poner un límite a la omnipotencia de los reyes del dinero, protegida por todos los gobiernos anteriores y hecha posible por la inercia, la ignorancia, y la pasividad de las clases populares, que hoy han levantado por fin el pendón de sus reivindicaciones.”

Zapata explica por qué la Revolución arrastra cada día mayor número de partidarios, en las siguientes palabras: “porque todos ellos saben y ven que la Revolución cumple con sus promesas, ha repartido tierras (aunque le pese al carrancismo), ha permitido al hombre de los campos levantar magníficas cosechas, ha iniciado la redención de la clase indígena…”

El llamado gobierno carrancista no es tal gobierno, porque no ejerce poder efectivo, no domina ni material ni moralmente, a pesar del inmenso apoyo que le han prestado los grandes capitalistas americanos. La Revolución está en pie, como lo dice Zapata en pocas palabras. Helas aquí: “No hay un Estado en toda la República en donde no arda la Revolución: no hay sierras, valles ni llanuras, donde no existan grupos revolucionarios; no hay una sola vía de comunicación que se pueda decir controlada por el carrancismo.”

Tengamos confianza en el porvenir. La Revolución arde; añadamos combustible a ese fuego sagrado, y soplemos. Avivemos la llama con el soplo de nuestros ideales. Esforcémonos por hacer que nuestros hermanos de miseria se convenzan de que el triunfo de la Revolución no consiste en que se encarame un individuo a la silla presidencial y desde allí expida leyes protectoras de los pobres. No; eso no sería el triunfo de la Revolución, sino su fracaso, porque la misión de todo gobierno es proteger al rico. El triunfo de la Revolución consistirá en este hecho: en el traspaso de la manos de los capitalistas a las de los trabajadores, de todo cuanto detentan, de la riqueza entera.

 

Ricardo Flores Magón


1 Refiérese al “Manifiesto al pueblo mexicano”, texto de Emiliano Zapata, fechado el 20 de enero de 1917 en Tlaltizapán, Morelos.

2 La clausura de la Casa del Obrero Mundial (COM) de la ciudad de México por parte del gobierno de Venustiano Carranza se llevó al cabo el 2 de agosto de 1916, como parte de las medidas tomadas contra la huelga de trabajadores electricistas y las protestas organizadas por la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal.

3 Pablo González Garza (Lampazos, Nuevo León, 1879-Monterrey, Nuevo León, 1950). Hijo de un próspero comerciante, primo en tercer grado de Venustiano Carranza y pariente de Antonio I. Villareal, con quien compartió los estudios primarios. En 1902, después de ejercer diversos empleos en Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, emigró a California donde trabajó para el ferrocarril de Santa Fe. Regresó a México en 1907. Al parecer, en su época estadounidense entabló relación con los miembros del Partido Liberal Mexicano (PLM) a través de su primo. Sus biógrafos, al repetir lo que dice su hijo, Pablo González Miller, en El centinela fiel del constitucionalismo, monumental biografía de su padre, afirman que fue un militante del Partido Liberal Mexicano y que participó en la organización de trabajadores de origen mexicano en Estados Unidos; sin embargo, la única prueba documental de la relación entre González y la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano (JOPLM) es una misiva en la que Ricardo Flores Magón le informa a Villarreal que escribió una “carta a su primo para ver si suelta más…”. En 1910 se afilió al antirreeleccionismo y en 1911 se levantó en armas. En 1912, fue nombrado jefe de armas de Monclova y combatió la rebelión de Pascual Orozco. Tras el golpe de Huerta se puso a las órdenes de Carranza. Pese a que empezó a ser conocido como el “general que perdió todas las batallas”, Carranza terminó por darle el grado de general brigadier y lo nombró jefe del Cuerpo del Ejército del Noreste. Asistió a la Convención de Aguascalientes, pero se mantuvo fiel a Carranza y combatió a los convencionistas. En 1915 recuperó la capital para el constitucionalismo. Fue acusado de estar ligado a la famosa Banda del Automóvil Gris, pero nunca fue encausado formalmente de ello. En 1919 orquestó el asesinato de Emiliano Zapata en Chinameca. En 1920 desconoció a Carranza pero no se sumó al Plan de Agua Prieta. En ese año intentó levantarse en armas en Monterrey, por lo que fue aprehendido y sentenciado a muerte. Perdonado por Plutarco Elías Calles se exiló en Estados Unidos donde se dedicó a la banca, encabezando el Mexican American Banking Company, que quebró durante la crisis de 1929. Regresó a México en 1940 cuando el presidente Manuel Ávila Camacho lo reintegró al ejército reconociéndole el grado de general de división.

4 Los trabajadores electricistas, incorporados a la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal estallaron una huelga el 31 de julio de 1916. El ejército intervino el local del Sindicato terminando con la huelga. Carranza ordenó arrestar a los líderes huelguistas y emitió una Ley Marcial para juzgarlos mediante un Consejo de Guerra, la mayoría quedaron absueltos del delito de rebelión; solo uno de ellos, Ernesto Velasco, fue encarcelado y condenado a muerte, sin embargo, finalmente fue liberado, gracias a la movilización de los obreros a su favor.

Según Heriberto Barrón,1 director del periódico barbachivista2 El Pueblo,3 la Compañía Ferrocarrilera del Southern Pacific es muy decente con los trabajadores mexicanos.

Otra sería su opinión, señor don Heriberto, si el mejor día amaneciera de mal humor Barbas de Chivo,4 y convencido de la ineptitud que adorna a su merced, le diera por el trasero un merecido puntapié, y se viera así obligado a entrarle al pico y a la pala en una sección del Southern Pacific. Allí me lo obligarían a quitarse las hilachitas, a quedarse como su madre lo echó al mundo y a recibir un “decente” baño de gasolina.

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El conde de Tistza, Presidente del Consejo de Ministros del Imperio

Austro-Húngaro, al saber la negativa de los Aliados a discutir la paz, dijo:

La guerra es una carnicería completamente inútil. Continuaremos la lucha hasta conseguir despertar en nuestros adversarios el pleno convencimiento de su inutilidad con nuestros nuevos triunfos, hasta que el instinto de conservación de las naciones enviadas al matadero se vuelva contra sus gobernantes.

El conde ha dicho la verdad a medias, porque el mismo instinto de conservación que empujará a los pueblos de las naciones aliadas a levantarse contra sus tiranos, empujará a los pueblos de los Imperios Centrales a hacer lo mismo con los suyos.

Bastante saliva gastaron los lacayos barbachivistas que formaron el llamado Congreso Constituyente de Querétaro,5 para discutir esta babosada: de si un presidente debe o no debe ser reelecto. Hubo acaloramientos, gritos destemplados, insultos, risas y cuanto hay que pedir. Por fin se convino en que un presidente no debe ser reelecto.

¡Tantos brincos estando el suelo tan parejo! Si ya no se trata de elegir mandones, señores lacayos. Con reelección o sin reelección de gobernantes, el pueblo se muere de hambre, si no tiene en sus manos la tierra y las máquinas para trabajar por su cuenta.

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El servilismo de los eunucos que formaron el tal congresillo, puede ser medido por el siguiente diálogo, que un cronista de El Pueblo no tiene el pudor de ocultar. Pregunta un general Múgica:6

“¾¿Podrá cualquiera, que no sea el Primer Jefe, resultar electo Presidente en las próximas elecciones?

“¾Ninguno, responden varias voces.

“¾Indudablemente que ninguno, prosigue el orador.”

¿Qué quiere decir esto, sino que el demócrata Barbas de Chivo se elegirá a sí mismo?

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Los barbachivistas van a declarar día de fiesta el 1º de marzo, aniversario del descubrimiento de México por los conquistadores españoles.

Si es así, ya pueden los barbachivistas tachar del calendario como día de fiesta nacional el 21 de agosto, en que se glorifica la resistencia tenaz que los aztecas ofrecieron a las huestes españolas, porque la verdad es que ambas fechas se dan de bofetadas. Si se glorifica la conquista, la subyugación de la raza mexicana, en buena lógica debe anatematizarse la resistencia que nuestros antepasados opusieron a la agresión conquistadora.

¿Pero qué entienden de lógica los salvajes barbachivistas?

Celebrar el 1º de marzo, es glorificar la destrucción de Tenoxtitlán [sic], la violación de las doncellas y el asesinato de los ancianos y de los niños llevados a cabo por los conquistadores, así como bendecir la religión que a sangre y fuego nos impusieron y las cadenas de las que todavía no podemos deshacernos.

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Barbas de Chivo ha ordenado a sus jefes de aduanas que no permitan la salida de trabajadores mexicanos a los Estados Unidos. Dice que lo hace así, para evitar que los proletarios vengan a sufrir a tierra extraña.

¡Compasivo se muestra el angelito! Pero en realidad, lo que no quiere Barbas de Chivo es que los trabajadores mexicanos vengan aquí, adquieran nuevas necesidades creadas por el medio y hasta aprendan a ser hombres conscientes por medio de Regeneración, y vuelvan a México con sus nuevas necesidades, cuya satisfacción requiere mejores salarios, y sobre todo, con las sanas ideas anarquistas prendidas en sus cerebros, ideas que comunicarán a sus hermanos de clase, como ha sucedido y está sucediendo.

El humanitarismo de Barbas de Chivo es una patraña, hermanos. Teme que el pobre abra los ojos: eso es todo.

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Un reportero de El Universal,7 de la ciudad de México, entrevistó a algunos obreros del Distrito Federal, y asegura que éstos están muy contentos con la ley sobre el trabajo, y que se muestran muy agradecidos a los diputadillos que formaron el llamado Congreso Constituyente de Querétaro.

Las reformitas obtenidas son una engañifa calculada para entretener a los trabajadores, y hacerles olvidar que la expropiación de la riqueza social en beneficio de todos, es la única solución del problema de la emancipación humana.

¿Agradecimiento a los diputadillos barbachivistas? ¿Y por qué? Ni esas reformitas se habrían obtenido, si los tales diputadillos no hubieran tenido enfrente al pueblo armado. Es a los que están levantados contra el gobierno a los que deben mostrar su agradecimiento esos obreros: Si los diputadillos se han dignado fijarse en los obreros, es porque tratan de aplacar la cólera popular. No hay que ser tan inocentes.

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Un diputadillo Macías8, en una de tantas sesiones del “Constituyente”, dijo muy orondo: “Yo sería de opinión, que el único caso en el que se persiga al periodismo, sea cuando excite al ejército a la rebelión o propague el anarquismo.”

Esas pocas palabras dan la medida del amor que por la libertad sienten los barbachivistas. El ejército es el sostenedor de las instituciones que oprimen al pueblo. Decirle al ejército que se rebele, es cosa santa para todo hombre honrado; pero es un crimen para un barbachivista. El anarquismo aboga por la desaparición del principio de Autoridad, del derecho de propiedad privada y de la Iglesia para que el ser humano pueda considerarse realmente libre. Todo hombre sensato ama el ideal anarquista; pero el barbachivista lo ve con horror porque bajo la anarquía ya no habrá diputados, ni senadores, ni generales, ni gobernantes, ni nada de esa polilla que vive del sudor del pobre.

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Veo en una crónica de una de las sesiones del famoso “Constituyente”: “… el diputado Cano9 propone que la fracción dieciséis sea adicionada con una cláusula que diga que al huelguista no se le considerará como trastornador del orden público.”

Esto saca de sus casillas a los barbachivistas, y con especialidad a un tal de la Barrera,10 quien echando espumarajos de rabia y atragantándose con sus propias palabras, brama de este modo: “…ya se han concedido bastantes garantías a los trabajadores, y por lo mismo, no es de aceptarse la adición propuesta por el diputado Cano, porque si se aceptara, sería llegar al libertinaje.”

¿Qué garantías son esas? La reforma carrancista no libra al trabajador de la dependencia económica. Lo único que puede garantizar al trabajador la libertad y el bienestar, es el libre acceso a la tierra y el libre uso de la maquinaria; pero esa garantía no la concede ningún congreso; esa garantía se conquista por medio de la expropiación llevada a cabo por el pueblo mismo, sin directores, ni tutores, ni caudillos, ni redentores de ninguna laya.

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El general James Parker,11 Comandante del Distrito de Brownsville, Texas, ha expedido una circular en la que se aconseja a los habitantes de la región, que tan pronto como sepan que algún individuo o grupo de individuos trata de violar las leyes de neutralidad, den aviso a las autoridades para el castigo de los culpables.

¡Esto ya es el colmo! Se quiere que los habitantes de la región se rebajen haciendo el papel de delatores o soplones. ¿No bastará con los perros a sueldo para perseguir a los revolucionarios?

No hay que envilecer más a las masas excitándolas a ejercer oficios viles, como el de policía.

 

Ricardo Flores Magón


1 Heriberto Barrón. Político y periodista guatemalteco. Último director de El Demócrata. “Diario de Combate” (1896); El Progreso (1907-1909), ambos de la ciudad de México. Expresó simpatías por el Club Liberal “Ponciano Arriaga”, de las que se retractó públicamente en octubre de 1901. Diputado durante el régimen porfirista. En 1909, junto con Manuel Garza Aldape y otros formó el club Soberanía Popular de la ciudad de México, columna vertebral de la campaña reyista a la presidencia de la república. Hacia 1914 se unió al constitucionalismo y publicó El Pueblo (Veracruz, 1914-ciudad de México, 1915). Secretario general interino del gobierno de Yucatán con el general Toribio V. de los Santos.

2 Refiérese a los seguidores de Venustiano Carranza.

3 El Pueblo. Fundado en Veracruz como órgano del carrancismo por Félix F. Palavicini en 1914. A partir del 29 de octubre de 1915 se publicó en la ciudad de México, bajo la dirección de Rodrigo Cárdenas. Desapareció a principios de 1917.

4 Refiérese a Venustiano Carranza.

5 Refiérese al Congreso Constituyente, convocado por Venustiano Carranza, encargado de elaborar la Constitución mexicana en la ciudad de Querétaro entre el 1 de diciembre de 1916 y el 31 de enero de 1917; la Constitución fue aprobada el 5 de febrero del mismo año.

6 Refiérese a Francisco J. Múgica (Tingüindín, Michoacán, 1884-México, Distrito Federal, 1954). Profesor, periodista, militar y político. Durante el porfiriato colaboró con periódicos antiporfiristas. Algunas fuentes afirman que escribió para Regeneración, aunque no consta prueba documental de ello. En 1910 viajó a San Antonio donde entabló contacto con grupos revolucionarios. En 1911 participó en la toma de Ciudad Juárez bajo las órdenes de Pascual Orozco. En 1913 encabezó repartos de tierra en Michoacán. Fue miembro del ala radical del Congreso Constituyente de 1917, y dejó su impronta en los artículos 3º, 27º y 123º. En 1915 fue gobernador de Tabasco y, en 1920, de Michoacán. Secretario de Economía y de Comunicaciones y Obras Públicas durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, luego de ser mencionado como el sucesor natural de Cárdenas a la presidencia, fue designado gobernador del entonces Territorio de Baja California Sur.

7 El Universal. Periódico fundado en octubre de 1916 por uno de los intelectuales más cercanos a Venustiano Carranza, el tabasqueño Félix V. Palavicini. Por su maquinaria, formato y relación con las agencias de prensa estadounidenses, nació como un periódico moderno de influencia norteamericana. Fue vocero de los trabajos del Congreso Constituyente de Querétaro. Pese a la cercanía de su director con Carranza, El Universal se puso totalmente del lado aliado en la Primera Guerra Mundial y mostró una tendencia pro estadounidense. Tras la muerte de Carranza, el periódico se enfrentó al grupo de los sonorenses por lo que Palavicini fue retirado de la dirección. El periódico se sigue publicando actualmente

8 Refiérese a José Natividad Macías (1857-1948). Abogado. Fue diputado en la última legislatura porfirista (1909-1911), donde se relacionó con Venustiano Carranza. Fue encarcelado por Huerta, cuando este disolvió el Congreso en 1913. Acompañó a Carranza a Veracruz, donde ocupó la rectoría de la Universidad Nacional. Elaboró el proyecto de reforma constitucional que sirvió al constituyente de Querétaro para elaborar la Constitución de 1917. En 1920, tras el asesinato de Carranza fue encarcelado; después de unos meses de prisión marchó al exilio. Durante unos años residió en San Antonio, Texas. Volvió a México y, a su muerte, en 1948, presidía la Asociación de Diputados Constituyentes.

9 Refiérese a Nicolás Cano. Guanajuatense. Relacionado con Joaquín González y González, abogado de origen aristócrata pero defensor de las causas de los oprimidos y antiporfirista, y con José F. Granados, periodista leonés editor de El Barretero, semanario identificado con los mineros. En 1906, Cano, González y Granados protestaron públicamente por la matanza de Cananea. Fueron reprimidos y apresados y la policía destrozó el taller de Granados en Guanajuato. En 1909, Cano se sumó al Partido Antirreeleccionista de Francisco I. Madero y colaboró con La Hoja Republicana y con El Diario del Hogar. Tras el golpe de Victoriano Huerta, se sumó al carrancismo. En 1914 colaboró con el gobierno constitucionalista de José Siurob en su estado natal. En 1917, fue diputado al Congreso Constituyente y formó parte del bloque radical con Francisco Múgica y Heriberto Jara. Se distinguió por su participación en la elaboración del Artículo 123. En ese mismo año participó en la organización del Partido Socialista Mexicano (PSM) y, en 1918, en la fundación de la Confederación Regional Obrera de México (CROM). Fue asesor del Sindicato Tranviario. Estuvo entre los fundadores del Partido Comunista Mexicano (PCM) en 1919, pero al año siguiente rompió con este para restablecer el PSM. Publicó textos de Lenin y Zinoviev. En 1921 se separó del PMS para fundar el Partido Comunista Revolucionario Mexicano, con Diego Aguillón y Teódulo Loman. En ese año fundó en Guanajuato el periódico Rebeldía.

10 Refiérese a Antonio de la Barrera Aguilar (Hermosillo, Sonora, 1884-ciudad de México, 1959). Tras el golpe de Victoriano Huerta, de febrero de 1913, se unió a las fuerzas rebeldes de Lucio Blanco en Matamoros. Formó parte de la División de Oriente del ejército constitucionalista y obtuvo el grado de coronel. Fue diputado por Puebla al Congreso Constituyente de 1917, luego funcionario de la Secretaría de Hacienda y fundador de la Asociación de Diputados Constituyentes.

11 Refiérese al general James Parker (1854 –1934). Tomó parte en las guerras emprendidas por Estados Unidos contra India, Cuba y Filipinas.

Mil trabajadores huelguistas de la Franklin Sugar Refinery, de Filadelfia, encabezados por bravas mujeres, sostuvieron un combate con los polizontes, los perros del capitalismo, el 21 de este mes. Un proletario resultó muerto y todos los polizontes heridos algunos de suma gravedad.

Este hecho, unido a tantos otros como han estado ocurriendo en este país, es el síntoma de que una nueva era esta por venir.

Antes, bastaba la presencia de una estrella de metal en el pecho de cualquier bruto, para que todos doblasen la rodilla. Ahora, las estrellas son el blanco de la piedra y de la bala.

Otro hecho significativo: la mujer se lanza a la calle a encabezar los motines.

Se creía que la mujer servía solamente para emperifollarse y pintarrajearse el rostro. ¡Mucho cuidado, tiranos, que las bellas manos de las mujeres pueden levantar la barricada!

 

Ricardo Flores Magón

Las mujeres de Filadelfia, a ejemplo de las de Nueva York, atacaron los puestos de comestibles y saquearon las tiendas de la calle 7ª la tarde del último jueves, 22 de febrero.1

Despachos procedentes de Chicago el mismo día 22, anuncian que el descontento fermenta de manera alarmante en los barrios pobres de la gran ciudad, debido a la carestía de los comestibles.

La burguesía de Chicago tiembla presintiendo el levantamiento popular. Un burgués dijo estas significativas palabras a propósito del descontento de los proletarios de Chicago: “Como el superhombre de Frankenstein, nosotros estamos creando un ser o clase ¾la clase capitalista¾ sin corazón, y una vez creado, vendrá lo inevitable: los motines del hambre y la “Revolución Social”.

Para que se comprenda la injusticia del sistema de la propiedad privada, debe saberse que el pueblo de Chicago se muere de hambre, a pesar de existir en los almacenes de la ciudad setenta millones de bushels2 de trigo y estar empacando las compañías empacadoras carne suficiente para mantener a una nación entera.

Los burgueses de Los Ángeles están quemando cajas de huevos, por centenares y bushels de cebollas, para elevar los precios de los comestibles todavía más.

La situación se agrava por momentos en todo el país. Parece que la burguesía, enloquecida por el oro, ha resuelto clavarse ella misma el puñal de la Revolución.

 

Ricardo Flores Magón


1 La escasez de carbón y los elevados costos de los alimentos en Nueva York originaron enfrentamientos entre mujeres y vendedores el 20 de febrero de 1917. Las mujeres organizaron protestas ante el Ayuntamiento de la ciudad exigiendo precios justos para los alimentos.

2 El bushel es una unidad volumen seco que es usada en ámbitos como el de la agricultura. Es equivalente a 35.24 litros.

Rusia es en estos momentos el punto donde convergen las miradas de todos los pueblos del mundo. La corona de los Romanoff rueda por el polvo, y los reyes y los emperadores se aprietan las suyas en las sienes, y vuelven los rostros espantados para saber de dónde viene ese soplo que arrastra cetros y tronos con la facilidad con que una ráfaga otoñal despoja a los árboles de sus caducas hojas.

Es que la plebe aletargada comienza a respirar. Es que el gigante dormido se despereza, y todo lo que estaba fundado en su quietismo y en su modorra cruje y bambolea.

La caída de Nicolás II de Rusia, no es la caída particular de un tirano sin otra consecuencia que la entronización de otro nuevo, sino el comienzo de una serie de actos de rebeldía popular que pondrá fin a un sistema social que hace posible la guerra de una nación contra otra. Es el comienzo de la gran revolución mundial precipitada por la guerra europea.

Por algo bendecíamos desde un principio esta fenomenal carnicería. ¡Bendita sea la demencia burguesa que la ha conducido al suicidio!

Sin la guerra europea, sin ese saludable azote, los pueblos envilecidos habrían continuado soportando su abyección por siglos y siglos, contentos con que no les faltase el duro mendrugo que sus amos se dignaban a arrojarles a los pies para que pudieran seguir deslomándose como bestias al día siguiente; pero gracias a la guerra hasta ese mendrugo escasea, ya en muchos hogares no se conoce y pronto los pueblos tendrán que comer piedras o decidirse a estrellarlas en las frentes de sus verdugos.

Si el pueblo de Petrogrado no hubiera tenido hambre, no habría pensado en arrancar la corona de la frente de Nicolás II. Todos los despachos cablegráficos, al referirse a los comienzos del descontento popular, dan como origen la escasez de pan. Un cablegrama de la prensa asociada, fechado en Petrogrado el 15 de marzo, dice:

Durante varios días, Petrogrado ha sido teatro de uno de los más notables levantamientos que registra la historia. Comenzó con insignificantes motines por cuestión de las subsistencias y huelgas de trabajadores, y el clamor del hambre tocó los corazones de los soldados; regimiento tras regimiento fue rebelándose, hasta que finalmente, todas aquellas tropas que habían permanecido leales al gobierno, se pasaron con armas y bagajes a las filas de los revolucionarios.

En otra parte del mensaje se lee:

Los regimientos habían recibido órdenes de sus comandantes de hacer fuego sobre las personas congregadas en las calles. Eso provocó disgusto en las tropas, que no comprendían por qué deberían estar obligadas a tomar medidas violentas contra conciudadanos cuyo crimen era el tener hambre y pedir pan al gobierno. Varios regimientos desertaron y un reñido combate comenzó entre las tropas que permanecieron leales al gobierno y aquellas que rehusaron obediencia a las órdenes.

A medida que transcurre el tiempo van disipándose los vapores de la embriaguez patriótica y los pueblos comienzan a reflexionar con seriedad. Al principio, las masas embrutecidas no querían admitir que las guerras eran hijas de la codicia y de la ambición de los ricos y de los gobernantes, que éstos eran los únicos que se beneficiaban con las guerras acosta de la sangre y del sacrificio de los pobres. Ahora se está comprendiendo ya que el patriotismo ha sido inventado por los ricos y los políticos para que los pueblos estén dispuestos a despedazarse unos a los otros cuando así convenga a los intereses de sus amos. La crítica contra la guerra comienza a ser tan general, que ya no solamente es hecha desde las columnas de los periódicos proletarios, sino que hasta los mismos sacerdotes, que siempre han sido, los leales puntales de la tiranía y de la explotación, se ven precisados a declararse en contra de la guerra, con la desesperación del que echa mano de un hierro enrojecido para retardar aunque sea por un instante su inevitable caída en el vacío.

J. Whitcomb Brougher,1 pastor protestante, dijo en su sermón del 25 de febrero último, en el templo bautista de esta ciudad:

…el egoísmo provoca choques entre las naciones por el ansia de supremacía comercial. La gran guerra europea es el resultado del irrefrenable deseo de predominio comercial y económico. La lucha por el pan, que ya era bastante severa antes de que viniera la guerra, ha aumentado en intensidad, y ahora, el alto precio de los artículos alimenticios ya no solamente obliga a miles de personas a conformarse con los más groseros alimentos, sino que ha provocado el hambre.

Otro sacerdote, J. F. Rutherford,2 ante una audiencia de tres mil personas, en el Temple Auditorium, de esta ciudad, el cuatro de este mes, declaró que los gobernantes y los clérigos son los culpables de la guerra. He aquí lo que dice el Tribune: “Predijo que la guerra actual sería seguida por una revolución mundial, que tendría alguna semejanza con el reinado del terror en Francia —y agregó— que actualmente se encuentra el mundo en un periodo de transición entre el final del régimen antiguo y el comienzo de uno nuevo”.

Un sacerdote más, Washington Gladden,3 dijo en una reunión el tres de este mes en el City Club de esta ciudad: “El castigo que ha caído sobre Europa es la consecuencia directa y natural de la deificación de la nacionalidad que se ha llevado a cabo en todas las naciones”, y espera que la humanidad reconocerá, al fin, que la base firme de una paz imperecedera es el internacionalismo fundado en la unidad de la especie humana.

Los escritores burgueses comienzan a ver también con claridad que en el seno del conflicto europeo germina la revolución. Así lo comprende Harry Carr,4 un escritor del Times cuando dice: “Desde un principio he tenido la firme convicción de que la guerra terminará, no porque una de las partes contrincantes obtenga una victoria decisiva sobre la otra, sino porque la victoria no llegará para ninguna. El pueblo de una nación o de otra, o de ambas, se rehusará finalmente a sostener una guerra sin fin”.

Otro escritor burgués, corresponsal del Tribune, cablegrafía desde Ámsterdam, Holanda, el doce de este mes:

“La gran guerra ha llegado a su última escena”.

“Los terribles síntomas que se observan en el horizonte de la conturbada Europa, estudiados imparcialmente desde este punto neutral de observación, no ofrecen más que una sola conclusión, y es que la paz que se espera para mediados del próximo verano será una paz sin victoria, pues ninguna porción de beligerantes habrá aplastado a los otros para ese tiempo, sino que el hambre, el debilitamiento y la desilusión de las masas en todas las naciones en guerra, forzará el término de la carnicería.

“Los gobiernos de todas las naciones beligerantes saben esto. Cada parte contendiente aguarda con ansiedad que la revolución estalle en el campo contrario. En verdad, la interrogación del momento es esta: ¿Dónde se rebelarán las masas primero?

“Entretanto, la crisis se aproxima cada día más donde quiera.

“Los ministerios vacilan. El espectro del hambre se cierne más grande y más negro en todas las naciones.

“En Alemania, el descontento resuena, ya en el mismo parlamento. Las tropas de las cercanías de Namur y Huy, se amotinan; en muchas ciudades ocurren demostraciones violentas por la carestía de los artículos alimenticios, y el jefe de la policía de Bremen, resulta seriamente herido por las mujeres amotinadas; los operarios de las fábricas de Krupp se declaran en huelga y la revolución amenaza estallar de un momento a otro. El Káiser ve rodar la corona de Nicolás II, y sintiendo que la suya se desprende de sus sienes, recurre a la estratagema de todos los tiranos: ablandarse, para que el pueblo se ablande, y manda a Von Bethmann Hollweg,5 su canciller, a que abogue en la dieta prusiana por la democratización del imperio. El diputado Herr Leinert,6 al manifestar que el pueblo alemán demanda la paz, dijo: “Y no somos nosotros los siervos que el rey puede comprar o vender u ordenarnos desangrar o morir a la voz de mando”. El diputado Adolph Hoffman7 dijo estas sentenciosas palabras: “la revolución en Rusia debería ser de advertencia a nuestros gobernantes”.

En Grecia se conspira contra el rey; el gabinete de Briand8 cae en Francia; el gabinete de Lloyd George,9 en Inglaterra, vacila a los golpes de los partidarios de la paz; Irlanda restaña sus heridas y muestra los puños; el proletariado de Italia prepara sus fuerzas contra la guerra; Austria-Hungría es un volcán próximo a hacer erupción; Perú sacude su somnolencia; en Cuba la tea revolucionaria reduce a cenizas los plantíos de caña y los ingenios; México continúa siendo el puñal dirigido al corazón del sistema capitalista.

En los Estados Unidos, la situación interior puede quedar comprendida en las siguientes líneas, que J. J. Rice escribe en el Record del trece de marzo: “Nos encontramos sentados en el cráter de un volcán que puede vomitar lava ardiente… en ningún país, en tiempo de paz y contando con gran cantidad de artículos alimenticios, se había visto tanta gente hambrienta clamando por pan, como ocurre ahora en este país que es el más rico de todo el mundo. Nada, como no sea una revolución, puede salvarnos.”

La voz de Rice no es una voz aislada. Esas mismas palabras se oyen en la calle, en el tranvía, en el teatro, en el hotel, en la plaza pública, en todas partes.

Y esto se dice cuando todavía no se rompen las hostilidades con Alemania, que cuando la guerra con esa nación sea declarada, habrá que agregarse al hambre el sacrificio más duro para el pueblo americano: el de la contribución de sangre. Todo indica que no habrá voluntarios para la guerra, y entonces se apelará a la leva, y la leva traerá la revolución.

Un nuevo orden social se aproxima. Parece que al fin el rebaño humano se decide a echar a andar en dos pies.

 

Ricardo Flores Magón


1 James Whitcomb Brougher. Pastor del Templo Baptista de Los Ángeles. Fue también orador y humorista.

2 Refiérese a J. B. Rutherford. En junio de 1916 colaboró con Los Angeles Branch Worker’s International Defense League for Magon y con el Fondo para la Defensa de Caplan.

3 Washington Gladden (1836-1918). Pastor progresista de la Iglesia Congregacional Americana. Fue uno de los primeros religiosos en la apoyar la sindicalización de los trabajadores y en criticar la segregación racial. En su autobiografía, publicada en 1909 escribió que la misión de la religión era establecer el reino de Dios en este mundo. Autor de numerosos libros.

4 Harry Carr (1877-1936). Famoso reportero, editor y columnista de Los Angeles Times. Muy conocido por su columna “The Lancer” (El lancero) que aparecía todos los días en el diario californianoFue corresponsal en Europa durante la Primera Guerra Mundial, y se ocupó con regularidad de la revolución mexicana. Criticó la política de Woodrow Wilson con México, y en varias ocasiones sus puntos de vista fueron referidos en artículos de Regeneración. Enrique Flores Magón afirmó que se distinguía por su “análisis sereno”.

5 Refiérese a Thoedald Von Bethmann Hollweg. Nació en 1856. Fue Canciller de Alemania desde 1909 hasta 1917. Tenía fama de hombre sin personalidad y fácil de influir. Para los nacionalistas derechistas era un liberal, pero para los demócratas y liberales alemanes era un tipo duro. A pesar de su fama de hombre débil, no dudó en ningún momento en alentar al Imperio austrohúngaro a responder violentamente al asesinato del príncipe Francisco Fernando en la ciudad de Sarajevo, pues pensaba que solo Rusia se atrevería a entrar en guerra. Durante el conflicto, su influencia fue disminuyendo y a mediados de 1916, los militares, con Hindenburg a la cabeza, eran los que llevaban el control de lo que ocurría. En 1917 fue destituido y sustituido por Georg Michaelis.

6 Refiérese a Herr Leinert. Socialista alemán. Dirigente del Congreso de Obreros y Soldados. Diputado de la Asamblea Prusiana, fue opositor a la Primera Guerra Mundial. En marzo de 1919 fue electo para presidir este organismo.

7 Adolph Johannes Hoffman. Miembro del partido Socialista Alemán, participó en la Comisión Internacional Socialista. Fue uno de los firmantes del manifiesto de la Conferencia de Zimmerwald de 1915, en la que participaron comunistas, socialrevolucionarios y socialdemócratas de diferentes países europeos, agrupados en la Segunda Internacional. La Conferencia denunció la guerra como un asunto entre capitalistas y no entre pueblos a la que debía ponerse fin. Hoffman militó posteriormente en la Socialdemocracia alemana. Fue premier de Bavaria derrocado por militares monárquicos en 1919.

8 Aristide Briand (28 de marzo, 1862 – 7 de marzo, 1932). Ocupó el cargo de primer ministro de Francia en varias ocasiones durante la Tercera República francesa. Fundador del Partido Socialista Francés, en 1926 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz y propuso la unificación de Europa desde 1929.

9 Refiérese a David Lloyd George (1863-1945). Político británico, originario de Manchester. Conde de Dwyfor. Miembro del Partido Liberal. Primer ministro de Inglaterra entre 1916 y 1922.

La Revolución en Rusia ha contagiado a los alemanes. Los últimos despachos de Europa anuncian huelgas, mítines e insurrecciones en todo el imperio alemán. Hay ciudades en que las cárceles son demasiado pequeñas para contener el número de soldados arrestados por rebelión. Berlín, la capital del imperio, es centro de escenas tumultuosas. De un momento a otro se espera que el cable anuncie que el cetro del Káiser ha sido reducido a astillas.

En Rusia, el movimiento revolucionario controlado al principio por los conservadores está recibiendo nuevo y vigoroso impulso. El Czar y la Czarina han sido puestos en prisión. De allí a la guillotina no hay más que un paso.

Los que esperaban que con la caída del zarismo el pueblo ruso tomaría mayor interés por la guerra europea, dejan caer ahora los brazos con desaliento. No se levantó el pueblo ruso para establecer un gobierno que dirigiera con más acierto la guerra sobre los imperios centrales, sino contra un sistema económico y político que hace posible que los pueblos se destrocen los unos a los otros.

La democracia no satisface al pueblo ruso. En medio de la democracia el pueblo sufre hambre y opresión como ocurre en la democracia americana. El pueblo ruso busca una nueva forma de convivencia social que garantice a todos el pan y la libertad. Por eso el gobierno democrático de la Duma está llamado a desaparecer, como desaparecerán todos los gobiernos de la tierra durante este espléndido siglo que bien puede llevar el nombre del Despertar Humano.

Porque los pueblos todos, después de tanteos y de ensayos, de luchas y de sacrificios, llegarán al fin a convencerse de que mientras no se conquiste para cada ser humano el derecho a la vida, la injusticia y el hambre serán los frutos naturales de su ceguera.

Alégrense los corazones. Despunta la aurora de una etapa de luchas, ya no de pueblos contra pueblos, sino de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores.

Nadie podrá permanecer indiferente ante la catástrofe que se inicia, porque todos nos veremos envueltos en las llamas bienhechoras.

 

Ricardo Flores Magón

Dentro de pocos días, el gobierno de este país habrá declarado oficialmente la guerra contra Alemania.1

Los últimos hundimientos de barcos mercantes americanos por submarinos alemanes, han repercutido dolorosamente en los bolsillos de los bandidos de la banca, del comercio y de la industria, y Wilson se ha apresurado a convocar al Congreso a sesiones extraordinarias, para el dos de abril próximo.

El Congreso declarará la guerra contra Alemania para vengar el honor nacional, que en forma de mercancías, fue sepultado por los alemanes en mitad del océano.

¡La leva está a las puertas! La leva: incitadora de la rebelión.

Como entidad política, los Estados Unidos dan un salto en el vacío. La declaración de guerra será el suicidio de la confederación americana.

El sistema burgués está condenado a darse a sí mismo la muerte.

Sólo un milagro podría salvar a la burguesía de una muerte inevitable: el patriotismo de las masas. Pero las masas están alcanzando la mayoría de edad, y el patriotismo es un juego infantil que no divierte a los hombres.

¡Es que la época de los milagros ha quedado bien sepultada en las tinieblas de los tiempos!

Ya es muy difícil convencer a un hombre de que es un deber sagrado empuñar un fusil para defender una tierra, una casa o una talega de pesos que pertenecen a otro.

El patriotismo, como todo mito, se desvanece a la luz de la razón.

Las banderas nacionales, se verán pronto solamente en las vitrinas de los museos como reliquias de la barbarie humana.

El sistema burgués agoniza. ¡Paso a los iguales!

 

Ricardo Flores Magón


1 El 2 de abril de 1917 el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson declaró formalmente la guerra a Alemania argumentando, entre otros motivos, el daño a embarcaciones y ciudadanos estadounidenses por parte del ejército alemán.

El departamento de guerra de los Estados Unidos ha lanzado un llamamiento para conseguir 21,750 individuos a quienes se adiestrará para hacer de ellos otros tantos oficiales del formidable ejército que se trata de reclutar para entrar a la guerra. En el llamamiento se hace constar que no se necesitan hombres diestros en asuntos militares, pues lo que se requiere es que esos mejores sean hombres de carácter y fuerza.

Más claro no canta un gallo. Para la leva que pronto comenzará, se necesitan 21,750 rufianes desalmados que no se tienten el corazón para entrar a los hogares y arrancar a los varones del seno de sus familias para que defiendan la patria, o sea los bienes que la burguesía ha robado al pueblo.

*          *          *

Una mañana despierta de mal humor el pueblo ruso, y de un soberano puntapié avienta al demonio a Nicolás II. El zar de Rusia, empolvado y magullado como es de suponerse, dice muy orondo: “abdico al reino, renuncio a mi puesto.”

Vamos, que el angelito no encuentra diferencia entre renunciar y ser renunciado.

*          *          *

Wilson, en su discurso inaugural dirigido al pueblo americano y al mundo entero, hace chistosas declaraciones de principios, siendo uno de esos principios este: que los gobiernos derivan su poder del consentimiento de los gobernados.

¡Mentira lisa y llana! Los pueblos sufren la imposición de los gobiernos, como el cuerpo sufre una enfermedad. ¡Qué consentimiento ni qué ojo de hacha!

*          *          *

El gobierno de Wilson trata de reclutar la friolera de un millón de hombres para comenzar la guerra con Alemania; pero como no hay el número suficiente de bobos que estén dispuestos a estacar la zalea en beneficio de Morgan,1 Rockefeller2 y demás pandilla, dice el Times: “…el Presidente está estudiando seriamente el método de la leva para reclutar el número necesario de soldados”.

Y la tal leva no será echada entre los señores panzones que, por ser los dueños de todo, deberían ser los señalados para defender la patria, sino que la sufrirán los que no tienen un terrón para reclinar la cabeza, que siempre al perro más flaco se le cargan las pulgas.

*          *          *

Echando lagrimones gruesos como tejocotes, Rafael Martínez3, el mentado Rip-Rip, se acuerda de Madero, y dice: “El fragmento de tierra donde están los restos del Apóstol, más que tumba, es cuna.”

Tiene razón: es una cuna de gusanos.

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A los clérigos, los burgueses y los gobernantes no les conviene que las mujeres proletarias pongan en práctica los principios neo-maltusianos sobre la limitación de los nacimientos, porque con la generalización de esa práctica, el número de esclavos disminuiría, y los señores burgueses ya no podrían despedir a su antojo a los trabajadores con la seguridad de que habrá miles que se presentarán a ocupar el lugar de los despedidos, así como en caso de huelga, no habrá hambrientos dispuestos a hacer traición a su clase tomando los empleos de los huelguistas, ni los gobiernos contarán con brazos dispuestos a empuñar el fusil para esclavizar a las masas. El Reverendo Charles Edward Locke,4 de la primera Iglesia Metodista de esta ciudad, acaba de echar sapos y culebras contra los propagandistas del neo-maltusianismo. Dice el santo varón: “No es este el momento, para los patriotas, de hablar sobre limitación de los nacimientos, sino de que haya más niños, más, muchos más.”

Sí, los burgueses necesitan hambrientos que se sacrifiquen por ellos, y naturalmente, la Iglesia sale en su ayuda.

*          *          *

José J. Pesqueira,5 cónsul barabachivista en esta ciudad, aconseja a los trabajadores mexicanos que se abstengan de intervenir en pro o en contra de la proyectada huelga de ferrocarrileros,6 que por fin no se llevó a cabo.

Mire, don José: esos son asuntos que no le importan a su merced. ¿Por qué no mejor que gastar los “infalsificables”7 en hojitas estúpidas aconsejando a los trabajadores que no se interesen en los asuntos de su clase, hace usted algo en favor de los mexicanos? ¿No sabe su señoría que a los mexicanos se les baña con gasolina, se les sujeta a miles de humillaciones, se les roban sus salarios, se len encarcela por cualquier cosa y son vistos con el mayor desprecio? Déjese de consejitos y haga algo para desquitar los “infalsificables” que le envía su amo, dinero que sale de lo lomos de los trabajadores. ¡Desquite los frijolitos, don José!

*          *          *

Los socialistas de la ciudad de Los Ángeles acaban de adoptar esta resolución: “Protestamos contra las guerras manufacturadas por la clase capitalista y en favor de sus intereses. Demandamos que se someta a referéndum toda disputa internacional en que esté envuelta nuestra nación, y que aquellos que voten en favor de la guerra, sean los primeros en ser reclutados”.

La verdad es que los socialistas no tienen corazón; ¿cómo querer obligar a los señores Otis,8 Hearst,9 Morgan y demás personas decentes a que empuñen un fusil para defender su dinero? ¿No ha sido siempre el deber de las gentes ordinarias arriesgar el pellejo en provecho de sus amos? La verdad es que estos socialistas quieren las cosas al revés, esto es, que los que tienen dinero, que son los únicos que tienen interés en las guerras de una nación con otra, sean los que derramen su preciosa sangre, cuando está bien establecido por la costumbre que el que no tiene ni en que caerse muerto, sea el defensor de la patria.

*          *          *

A mí me gusta que los trabajadores reciban palos del gobierno porque así se irán convenciendo de que el gobierno, cualquier gobierno, todo gobierno, tiene que ser el protector del rico y el verdugo del pobre. Los ferrocarrileros norteamericanos acaban de ganar la demanda de la jornada de ocho horas; pero han perdido el derecho de declararse en huelga, porque la Suprema Corte, al fallar sobre la constitucionalidad de la llamada Ley Adamson,10 declara que el derecho de los trabajadores ferrocarrileros a declararse en huelga, está limitado por el interés público.

Me alegro, para que otra vez los trabajadores no dejen intervenir en sus asuntos al gobierno.

 

Ricardo Flores Magón


1 Refiérerse a John Pierpont Morgan Jr. (1867-1943). Tercero de la dinastía de ese nombre dueña del emporio financiero angloestadounidense instituido por el banquero Junius Morgan y consolidado por el hijo de este, John Pierpont Morgan (1837-1913). Empresario norteamericano con inversiones millonarias en el tendido de vías férreas y redes telegráficas, la producción hidroeléctrica, la industria minera, entre otros ramos. A comienzos del siglo XX adquirió la US Steel Corporation. Fundó la multinacional J. P. Morgan & Company, a partir de la cual amasó una fortuna colosal que contribuyó a la estabilidad económica de los Estados Unidos. Obtuvo beneficiosas concesiones del gobierno mexicano durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada, mismas que se acrecentaron bajo el régimen porfiriano.

2 Refiérese a John Davison Rockefeller (1839-1937). Fundador de la Standard Oil Company. Dicha compañía fue acusada de prácticas monopólicas y fue dividida en 1911. Creador del sistema moderno de la filantropía norteamericana.

3 Rafael Martínez Rip-Rip (México DF,1881-Guadalajara, Jalisco, 1949). Periodista. Colaboró con Francisco I. Madero en la redacción de El Demócrata, de Parras, Coahuila, y en el Partido Antirreeleccionista durante la campaña de 1909. Con el triunfo del maderismo fue electo diputado. En 1915 fundó El Demócrata, de filiación carrancista y adoptó el seudónimo de Rip-Rip. Fue diputado al Constituyente de Querétaro por el Distrito Federal. Posteriormente colaboró en Excélsior, La Prensa, Sucesos y otras publicaciones. Autor de La Revolución y sus hombresMadero, su vida y su obra, Los días de la Rebelión Delahuertista y Juárez Inmortal.

4 Charles Edward Locke (1858-1949). Pastor de la Iglesia Metodista de Los Ángeles. Simpatizante de Venustiano Carranza, promovía la intervención estadounidense en México, “pero no con armas sino con biblias”. Autor de obras como: The Typical AmericanPray; A Manual on Prayer, Is the Negro Making Good? o A Man´s Reach.

5 Refiérese al coronel José de Jesús Pesqueira. Miembro de la oligarquía sonorense. Socio del Banco de Sonora y primo del gobernador, Ignacio Pesqueira, puesto que ocupó posteriormente. Fue cónsul en Estados Unidos durante el gobierno de Carranza.

6 Refiérese a los intentos organizativos impulsados principalmente por los IWW para declarar la huelga en el sector ferroviario, mismos que fueron frenados por las medidas represivas del gobierno norteamericano durante los primeros meses de 1917 en Los Ángeles, California.

7 Refiérese a una medida tomada en el mes de abril de 1916 durante el gobierno de Venustiano Carranza que buscaba unificar la multiplicidad de billetes existentes y evitar su falsificación por medio de billetes más modernos e «infalsificables». La medida resultó un fracaso y los billetes tuvieron que ser retirados de circulación en diciembre de ese mismo año.

8 Refiérese a Harrison Gray Otis (1837-1917). Empresario y periodista estadounidense. Gerente de la Colorado River Land Company que poseía cerca de 350,000 hectáreas de tierras en Baja California. Propietario del diario conservador The Los Angeles Times, desde cuyas páginas orquestó una campaña de desprestigio contra el PLM y alentó abiertamente la anexión del territorio de Baja California a los Estados Unidos. El gobierno mexicano envió expresamente al coronel Miguel Mayol a defender los intereses de Otis en la región.

9 Refiérese a William Randolph Hearst (1863-1951). Empresario, magnate del periodismo y político estadounidense. Fundador de un emporio mediático desde el cual promovió la intervención de Estados Unidos en Cuba en 1898. Propietario de una extensa cadena periodística, encabezada por el periódico Los Angeles Examiner, hizo propaganda a favor del gobierno porfirista. A través de su empresa, la Babicora Development Company, adquirió grandes extensiones de tierra en Chihuahua, Durango, Sonora y Sinaloa. En 1911 participó en la campaña propagandística contra la lucha del PLM en los estados fronterizos, y en 1914 orquestó una campaña análoga en contra de Pancho Villa. Decidido impulsor de la anexión de México por parte de Estados Unidos. Se le consideró el iniciador del periodismo informativo moderno.

10 Ley Adamson. Promovida por el republicano William C. Adamson, estableció la jornada de ocho horas para los trabajadores de los ferrocarriles interestatales que recorrían los Estados Unidos, así como el pago de horas extras para los que rebasaran este límite. Elevada a rango constitucional en 1917, fue la primera ley federal que regulaba la jornada laboral para compañías privadas en los Estados Unidos.

La humanidad despierta. El ser humano comienza a comprender, al fin, que su destino es otro que el de ser un simple muñeco en las manos de los que, por la astucia y la violencia, se han declarado a sí mismos amos y señores de todo lo que existe.

La humanidad despierta. El ser humano comienza a comprender, al fin, que su destino es otro que el de ser el alimento eterno del cañón, del presidio o del burdel.

Ese despertar se le debe a la guerra. Las masas sordas, refractarias y estúpidas, resignadas y cobardes, miraron con desprecio a los que señalaban los defectos de un orden social basado en la desigualdad y predicaban la instauración de un nuevo sistema de convivencia social que, basado en la igualdad, hiciera desaparecer la envidia, la codicia, la esclavitud y la guerra.

Nada pudieron las razones. Los cuadros de dicha y de libertad que ofrecían los anarquistas a la contemplación de las multitudes, eran objeto de burlas y risas. La gente estaba contenta, metida hasta el pescuezo en su degradación; pero vino en buena hora la guerra, el azote, y lo que las buenas razones, las bellas perspectivas de fraternidad, de amor y de libertad ofrecidas por los anarquistas no pudieron lograr, lo ha conseguido el castigo. Cuando el argumento falla, el puntapié puede hacer abrir los ojos. Hay dormidos que sólo a golpes despiertan.

La borrachera patriótica se disipa. Las masas, ebrias de amor patrio, comienzan a reflexionar. Ya la bandera no les parece tan bella como antes, y las murmuraciones se inician: ¿qué representa ese trapo de colores? ¿Qué gran principio de libertad y de justicia alienta en esa tela? ¿A qué débiles ampara ese lienzo?

Y la gente piensa, piensa, piensa, y comienza a descubrir que la bandera es el símbolo de la patria, de ese algo que se llama patria y que no beneficia más que a unos cuantos que poseen la tierra, las máquinas, la riqueza en suma; pero que exige de todos los que nada de ello poseen, todos los sacrificios, el de la vida inclusive.

Las murmuraciones aumentan y el descontento crece en razón directa. La intensidad del castigo despierta hasta a los que dormían con sueño más pesado. Por la patria de los ricos rinden su vida millones de proletarios en los campos de batalla, dejando tras de sí millones de viudas, de huérfanos, de ancianos desvalidos; el régimen militar en privanza acaba con el último vestigio de libertad: el hambre se enseñorea por igual de campos y ciudades, y la guerra no tiene trazas de terminar. ¡Que siga la guerra, generadora del descontento!

La Revolución está en marcha. El descontento reina hasta en los soldados que están en las trincheras. He aquí lo que dice Arthur S. Draper1 en el Times: “Nadie que haya estado fuera del incendio de la guerra por tres años, puede darse cuenta de la depresión que este conflicto interminable ha impreso en la mente de los soldados que están en las trincheras”.

Harry Carr, escritor burgués, dice en el Times:

“La guerra está llegando a gran prisa a un período en que cada nación envuelta en ella tiene que luchar con dos enemigos: uno en el interior y otro en el exterior.

“Durante los dos años y medio que he venido escribiendo estos artículos —sigue diciendo Carr—, he sostenido con firmeza que la rebelión de la población civil, de un lado o del otro, pondría fin a la guerra; que el pueblo se levantaría diciendo: ¡basta!

“Veo con toda claridad que el conflicto ha llegado al período en que algo parecido a esto puede ocurrir en cualquier lado. El olor del caos está en el aire. Grandes disturbios sociales, como la revolución rusa, no caminan solos.

“Un gran sacudimiento social, como la revolución rusa, no puede quedar confinado en el área donde se inició. Sus olas llegan a las playas más lejanas. Una vez iniciado es un fuego que corre como flama avivada por el viento, sólo Dios sabe adónde”.

El periódico L’Oeuvre, de París, cita la opinión de un suizo prominente sobre la situación en Alemania. Hela aquí:

“Nada falta a la manera en que ordinariamente se opera un gran movimiento popular. Siempre ocurre del mismo modo. Primero vienen las declaraciones incendiarias de un puñado de líderes revolucionarios. Apenas hubo dos docenas escasas de ellos en Francia, en mayo de 1789. Después ocurre el asesinato o la prisión de unos cuantos mártires de la causa. En seguida se desata una persecución judicial contra los escritores más ardorosos, y por último se presenta un motivo de descontento general, que en el caso de Alemania es la miseria y el hambre”.

En España la situación es tan seria para la seguridad de explotadores y tiranos, que han sido suspendidas las garantías constitucionales. El Embajador de España en Washington recibió, con fecha 30 de marzo último, el siguiente mensaje:

“Habiendo sido publicado un Manifiesto por los representantes de las uniones de trabajadores, en el que se hace un llamamiento a la huelga general, sin fijar la fecha, y con el propósito claramente revolucionario de perturbar el orden público, como se pudo notar perfectamente la noche pasada en un mitin popular, el Gobierno ha suspendido las garantías constitucionales después de haber arrestado, por orden judicial, a los firmantes del Manifiesto”.

Harry Carr, en el Times del día primero de este mes dice:

“…yo creo que ella, Alemania, perderá la guerra debido a sus condiciones internas. Y perdiéndola, pienso que la más terrible calamidad caerá sobre el mundo en forma de revolución.

“Todos pueden creer lo que se dice sobre las placenteras condiciones que han seguido a la revolución en Rusia. Yo creo que la revolución sigue allí en pie, y lo más probable es que termine como la Revolución Francesa. En verdad que me sorprendería que esa revolución no terminase en una orgía de sangre y en transportes de demencia.

“Con toda Europa sufriendo hambre, escasez, luto y tragando las heces de la miseria humana, este movimiento no se detendrá en la frontera rusa. Todo indica que él invadirá el mundo como una horrible peste. Por último, creo que esta guerra será abandonada, porque cada Gobierno comprometido en ella tendrá, en su propio país, peores males contra quienes luchar.

“Nosotros no escaparemos al contagio revolucionario. No está lejano el día en que este mundo será demolido hasta sus cimientos por trastornos sociales emanados de la Revolución en Rusia, y de las duras condiciones de hambre y de miseria que reinan en todas partes de Europa. Así como las personas debilitadas son fácil presa de la enfermedad, los Gobiernos debilitados no pueden resistir la revolución.”

Es natural que Harry Carr vea con horror la Revolución; es burgués; pero si él tiembla ante la catástrofe que está a punto de trastornar al mundo, los desgraciados la esperamos con los brazos abiertos y el corazón henchido de entusiasmo, figurándonos eternos los días que tarda en llegar.

El conde Tisza, primer ministro del gabinete de Hungría, en un artículo escrito para una revista de Budapest hace la siguiente predicción: “Los acontecimientos en Rusia anuncian acontecimientos similares en todas partes”.

La agitación revolucionaria en Alemania es tan amenazadora que el Kaiser, que a raíz del levantamiento de Rusia ofreció conceder reformas democráticas para cuando termine la guerra, se ha apresurado a ofrecerlas desde luego, tratando así de calmar los ánimos; pero la situación económica es tan tirante, que el pueblo se insurrecciona en distintas partes del Imperio, registrándose motines de consideración en Hamburgo, Magdeburg, Manheim, Leipzig y otras ciudades.

En Rusia los trabajadores extreman sus demandas, y el gobiernillo provisional vigila los pasos de los más avanzados radicales. Amenazas de violencia por parte de los trabajadores hacen pensar a la nueva democracia en la adopción de las tácticas brutales de la difunta autocracia, con lo que se demuestra que todo Gobierno es malo, cualquiera que sea su forma.

India se prepara para luchar por su libertad, y el Gobierno republicano de los Estados Unidos demuestra su simpatía al Gobierno monárquico de Inglaterra, arrestando en San Francisco a Ram Chandra2 y otros revolucionarios hindúes, acusándolos de fomentar en India un movimiento emancipador. El Gobierno del Brasil rompe sus relaciones amistosas con Alemania, y las provincias brasileñas de Santa Catarina, Paraná y Río Grande do Sul, se levantan en armas contra el Gobierno.

En Zurich, Suiza, catorce mil trabajadores protestan contra la carestía de los artículos alimenticios, y la manifestación es disuelta por medio de la fuerza.

La Revolución está en marcha. Las masas despiertan y se acerca el día en que desaparecerá de la Tierra el llamado derecho de propiedad privada, origen de todos los males que hacen desgraciado al ser humano.

La humanidad vuelve por sus fueros. La hora de la justicia no tardará en sonar.

 

Ricardo Flores Magón


1 Arthur S. Draper. Periodista estadounidense. Corresponsal del New York Tribune en Londres durante la Primera Guerra Mundial.

2 Refiérese al independentista hindú Ram Chandra Bharadwaj. Fundador del Partido Ghadar, organización independentista formada por hindúes que llevaron a cabo diversas acciones rebeldes, y editor del Hindustan Ghadar. Acusado de formar parte de una conspiración hindu-alemana, fue asesinado el 24 de abril de 1918.

El gobierno de los Estados Unidos ha declarado la guerra a Alemania y colocado al pueblo americano en el centro de la gran catástrofe mundial.

El principio que ha invocado el gobierno para arrastrar al abismo a este pueblo, no puede ser más simpático: es la libertad.

Libertad: ¿qué mala causa no se ha cobijado con tu manto para seducir al pueblo? El tirano oprime en tu nombre; invocándote, el verdugo troncha la cabeza a su víctima; la ley aplasta en tu provecho, y como garantía de tus beneficios, se edifica el cuartel y se construye el presidio.

En nombre de la libertad se permite al burgués que chupe la sangre del pueblo; en nombre de la libertad el sacerdote embrutece a las masas; el sistema de la propiedad privada vive en nombre de la libertad.

¿En qué comprometía el conflicto europeo la libertad del pueblo norteamericano? Triunfantes los aliados o triunfantes los imperios centrales, de cualquier lado que hubiera quedado la victoria, el pueblo americano habría continuado siendo la víctima inerme y humillada del rico, del sacerdote y del gobernante, con la ventaja de no haber perdido una gota de sangre en la estúpida contienda. Mientras que arrastrado a la guerra no importa de qué lado quede la victoria, el pueblo seguirá sufriendo los mismos males agravados hasta el infinito por las consecuencias naturales de toda lucha emprendida en provecho de intereses mezquinos.

El conflicto europeo no comprometía la libertad del pueblo americano, sino la libertad de robar que se otorga a la burguesía. La vigorosa campaña submarina que tiene emprendida la burguesía alemana, es un obstáculo formidable para el libre ejercicio del robo en grande escala practicado por la burguesía americana bajo el nombre de comercio. Con la campaña submarina alemana, no se perjudicaba el pueblo americano, sino los fabricantes de armas y municiones y los grandes exportadores de artículos alimenticios que se exportan a Europa, se habrían quedado aquí y su precio habría bajado.

Un gobierno que se preocupase por el bienestar del pueblo, habría bendecido la recrudescencia de la campaña submarina que impedía la salida de los artículos alimenticios; ¿pero cuándo se ha producido el milagro de que un gobierno se preocupe por el bienestar de las masas? Todo gobierno tiene como el principal de sus deberes la protección de los intereses de la burguesía, y el gobierno americano, fiel a su deber, declaró la guerra a Alemania en nombre de la libertad de robar.

Bien claro se ve que esta declaración de guerra no ha sido hecha en beneficio del pueblo americano, sino de sus verdugos: los ricos, y en beneficio de sus verdugos, este pobre pueblo tendrá que derramar su sangre en las trincheras, ser agobiado con impuestos enormes para sufragar los gastos de la guerra, sufrirá la más extrema miseria y perderá bajo las reglas de hierro de una legislación militaresca, hasta las últimas piltrafas de libertad que sus amos le habían permitido para que soñara libre y soberano.

La fecha en que Woodrow Wilson firmó la declaración de guerra, abre un negro período para los habitantes de este país. Las persecuciones menudean; todo extranjero es visto con recelo y en cada alemán se ve a un espía; los centinelas hacen fuego sobre el primer sospechoso que se aproxima a un arsenal, a un puente, a una fábrica de municiones de guerra, a un túnel o a un fuerte; las cárceles están repletas de espías o de supuestos espías; se ha reforzado la mordaza que enmudecía a la prensa, y en las oficinas de los grandes señores se estudian mil proyectos para reclutar un ejército de dos millones de hombres, esto es, de dos millones de proletarios arrancados de los brazos de sus familias para defender los intereses de los ricos.

¡Adelante! El pueblo americano tendrá que convencerse de que todo gobierno es malo y de que solamente habrá paz en el mundo cuando haya desaparecido el llamado derecho de propiedad privada.

Los pueblos acostumbran caminar con los ojos cerrados, y no está mal que tropiecen de vez en cuando para que abran los ojos.

 

Ricardo Flores Magón

Intempestivamente hemos sido notificados Enrique y yo, que nuestro proceso será visto en apelación el próximo mes de mayo, cuando se nos había asegurado que la apelación se verificaría hasta el mes de octubre venidero.

Esto quiere decir que a los verdugos del pueblo les causa inquietud nuestra presencia fuera de los muros de una prisión, y que se les hace demasiado largo esperar hasta octubre para sepultarnos en el presidio.

No podemos esperar que la corte de apelaciones falle a favor nuestro. Los señores de la corte dirán muy campanudamente que somos unos enemigos del orden, que conspiramos contra la paz, que somos la manzana podrida que hay que separar de las buenas para que no las eche a perder, atados de pies y manos, como bestias furiosas, seremos arrastrados al calabozo, que es el sitio designado para todos los que sueñan con una humanidad fraterna y libre.

Mientras los oprimidos no se interesen por su propia suerte; mientras los esclavos vivan resignados y pasivos, indiferentes y egoístas, el calabozo y el cadalso continuarán siendo el freno de la verdad.

Está bien, aceptamos lo que nos toque, pues bien sabemos que no podemos esperar caricias del enemigo. Estamos en la lucha, y de antemano sabemos que nuestras palabras de verdad y de justicia sólo pueden tener como recompensa la coz, el insulto y la muerte.

Pero la semilla está sembrada. Vamos tranquilos al sacrificio, con la seguridad de que la semilla que con profusión hemos regado, tendrá que germinar. Nuestros flacos cuerpos no son la rebeldía; pueden apoderarse de ellos nuestros verdugos y sepultarlos en un calabozo. La Idea es libre y continuará iluminando conciencias, tocando corazones, sacudiendo dignidades y despertando las dormidas cóleras, madres formidables de la barricada y de la guillotina.

Los opresores del pueblo esperan que con nuestro confinamiento en un presidio morirá toda agitación. Trabajadores: demostrad que habéis abierto los ojos y que no necesitáis quien os impulse a conquistar la libertad y el bienestar.

No dejéis morir a Regeneración, y por lo que a nosotros respecta, si consideráis que la vergüenza indica que no es digno dejar al enemigo hacer su capricho, contribuid sin pérdida de tiempo con lo que podáis para nuestra defensa, ya que sabéis que la justicia burguesa es una prostituta que necesita dinero.

 

Ricardo Flores Magón


1 El 18 de febrero de 1916, un gran jurado de la Corte de Los Ángeles, California, acusó a Ricardo y Enrique Flores Magón y a William C. Owen de violación de la sección 211 del Código Penal de 1910, al depositar en el correo copias de Regeneración que contenían “lenguaje vil e indecente”. Como antecedentes de este proceso, pueden citarse la circular del 4 de noviembre de 1915 emitida por el inspector postal en Washington, Walter M. Cookson y dirigida a los suscriptores de Regeneración solicitándoles la entrega de ejemplares fechados en septiembre y octubre de 1915. El propio Cookson, en una carta al inspector postal en San Francisco, refiere que agentes de Venustiano Carranza habían puesto una queja en contra de Regeneración vinculándolo con la violencia desatada en la frontera de México con Texas.

Mientras todos los partidarios de la guerra se desgañitan diciendo que los Estados Unidos luchan por la libertad, el comité judicial del Senado estudia el proyecto de ley contra el espionaje. En ese proyecto, que pronto será aprobado por el Congreso, se prohíbe la crítica de los acontecimientos actuales, y sólo se permitirá que se haga sobre hechos pasados.

Nadie podrá dar su opinión sobre lo que ocurra. Si son descabellados los actos del gobierno, bien descabellados se quedarán, porque desde que se apruebe el famoso proyecto será un delito de traición el pensar con la propia cabeza.

Ese proyecto de ley, además, da al administrador general de correos amplio poder para impedir que circulen por las estafetas los periódicos anarquistas.

No se puede apetecer mayor libertad ni mayor espíritu de justicia.

Un periódico anarquista denuncia la guerra como un crimen, como que no puede darse mayor crimen que hacer que se maten los seres humanos por sostener en pie la explotación y la tiranía. Pues, a ese periódico se le niegan todas las franquicias, se arresta a sus redactores y, si se le antoja al gobierno, se les fusila.

En cambio, un periódico burgués excita a la guerra de proletarios contra proletarios, en beneficio del privilegio y la tiranía. Pues bien, a ese periódico, fomentador del odio entre los pueblos se le dan todas las franquicias y a sus redactores se les colma de honores y distinciones.

Hay libertad; pero para la mentira y el crimen.

 

Ricardo Flores Magón

En un telegrama de Washington, fechado el 17 de este mes, se lee lo que sigue: “La Casa Blanca va a entrar al movimiento iniciado para acrecentar la producción de artículos alimenticios cultivando una hortaliza por su propia cuenta, en la cual el Presidente manejará el azadón en sus ratos de ocio.”

¡El señor Presidente Wilson manejando una azada! Exclamarán admirados los aduladores y los bobos.

Sí, el señor Presidente Wilson manejará ocasionalmente la azada, por unos cuantos minutos, para que las pobres gentes se entusiasmen y lo admiren.

Centenares de fotógrafos previamente citados, tomarán fotografías del Presidente armado de su azada, y en miles de periódicos aparecerá la noticia de que el señor Wilson ha empuñado un tosco instrumento de trabajo… por unos cuantos minutos y por ostentación.

Pero nadie se fijará en que lo que Wilson hace por afán de exhibición y de popularidad, lo practican millones de seres humanos todos los días, de sol a sol, en tareas enervantes para producir las riquezas que los que empuñan la azada por unos cuantos minutos y ocasionalmente, han de derrochar en extravagancia y caprichos.

En fin, que siga la farsa, que día llegará en que los señores que hoy nos alientan para que nos deslomemos, tendrán que empuñar, esa vez sí en serio, los toscos instrumentos de trabajo que hoy manejan por mera ostentación.

 

Ricardo Flores Magón

El sainete carrancista amenaza terminar en tragedia; pero lo malo es que en esta tragedia sea el pueblo mexicano el chivo expiatorio.

El carrancismo está perdido. Amenazado por la Revolución en todos sentidos, trata una vez más de atraerse las simpatías populares explotando el sentimiento de las masas.

Ayer, cuando se vio perdido; cuando comprendió que si no explotaba el sentimiento popular contra la burguesía, su muerte era segura, no vaciló en jugar al radicalismo, y sus prohombres hasta llegaron a predicar el anarquismo. Las iglesias fueron convertidas en centros obreros; la prensa carrancista hacía furiosa propaganda obrera; periódicos semianarquistas fueron costeados por el tesoro del gobierno;1 hasta se fundó una Escuela Moderna en la ciudad de México,2 y a su inauguración acudieron, con carácter oficial, personajes del carrancismo.

El zapatismo ponía las tierras a disposición de las peonadas, y el carrancismo no quiso quedarse atrás: él también dio tierras a varios pueblos, a unos cuantos, los necesarios solamente para poder mostrar al proletariado que él también era amigo de los pobres; pero cuidándose muy bien de no generalizar la práctica.

Pasó el tiempo. Los trabajadores se convencieron del engaño carrancista y ya nadie tuvo fe en la bandera de la Constitución. Los obreros que habían luchado en el campo económico para conquistar su bienestar, estaban en la cárcel y otros habían sido sentenciados a muerte. El derecho de huelga se había considerado como delito. Las Casas del Obrero habían sido desalojadas de los suntuosos edificios que al principio ocuparon,3 y las cosas todas tomaron el sombrío aspecto que ostentaban bajo la dictadura de Porfirio Díaz.

La última elección de Carranza,4 fue una repetición de las farsas electorales del porfirismo. La ilusión se desvaneció, y el pueblo retiró su simpatía al carrancismo.

Ahora, ya no puede el carrancismo recurrir a la engañifa de jugar al radicalismo porque ya nadie le creería, y trata de explotar alguna pasión popular que ponga a las masas a su disposición.

Esa pasión es el patriotismo. Ante la ruina próxima de su reinado, el carrancismo no se tienta el corazón para arrastrar al pueblo mexicano al conflicto internacional. Estudiando todos los datos sueltos que circulan por aquí y por allí, se llega a descubrir que el carrancismo está aliado con Alemania para hacer la guerra a los Estados Unidos. Obrando así, el carrancismo espera que todo el pueblo empuñará la bandera constitucionalista; las ansias revolucionarias serán sustituidas por ardores de conquista y deseos de venganza, y la caída inevitable de la funesta camarilla quedará aplazada indefinidamente.

Bastará, según los sueños carrancistas, con desarrollar ante la vista de los patriotas la perspectiva de una fácil ocupación de Texas, Nuevo México, Arizona, California y demás territorio arrebatado a México en el 47, para que las masas enloquecidas empuñen la bandera tricolor y se lancen a la reconquista de la tierra perdida.

Nosotros confiamos en que el pueblo pobre, el proletariado, tendrá la necesaria sensatez para no dejarse arrastrar a esa loca aventura. Nada tiene que ganar el pobre en una guerra de conquista. Suponiendo que el carrancismo, con la ayuda de Alemania, pudiera apoderarse del territorio que México perdió en otro tiempo, ¿qué ganaría con ello el proletariado? Las tierras, las casas, las minas, las fundiciones, las fábricas, los ferrocarriles, todo en suma, seguiría siendo la propiedad de la burguesía, de la misma manera que lo es ahora, y el pueblo pobre continuaría siendo el macho de carga del rico como lo es ahora.

No; el pueblo mexicano debe desoír los cantos de las sirenas patriotas, y continuar su obra revolucionaria, que es lo que se pretende destruir avivando sentimientos de revancha. Con la conquista de nuevos territorios para sus amos, nada ganará. En México hay tierra suficiente para que todos puedan vivir contentos y libres, sin pensar en expansiones. Lo único que se necesita es tener el valor de arrebatarla de las manos de los ricos.

 

Ricardo Flores Magón


1 Probable referencia a Ariete. “Revista Sociológica”. Órgano de la COM (México, DF, 1915-1916). Redactores: Juan Tudó, José Barragán Hernández y Enrique H. Arce. Administrador: Eduardo Moneda. Colaboradores: Rosendo Salazar, Eloy Armenta, Rafael Quintero, Ángel G. Rodríguez, Casimiro del Valle, José F. Rodríguez, entre otros. Publicación semanal de orientación anarcosindicalista. Inicialmente, reflejó en sus columnas el clima de colaboración política entre la organización sindical y el carrancismo triunfante, dando cuenta de la actuación de los Batallones Rojos y legitimando la participación de los obreros organizados al lado de la facción constitucionalista. Consagrado principalmente a la orientación de la organización sindical, dedicó además sus columnas al impulso de la propaganda racionalista, a la promoción del esperanto, a la propaganda contra el militarismo europeo, al teatro ácrata y la literatura libertaria. A comienzos del 1916, en el contexto de la ruptura con el constitucionalismo, la declaración de la huelga general y la disolución de la COM por orden gubernamental, Ariete fue suprimido definitivamente.

2 El 13 de octubre de 1915 en el Palacio de los Azulejos en la ciudad de México se inauguró la Escuela Racionalista de la COM, basada en la propuesta de la Escuela Moderna impulsada en España por Francisco Ferrer Guardia. La dirección quedó a cargo de la profesora Paula Osorio y Lorenzo Camacho Escamilla e inspectores Juan Tudó y Jacinto Huitrón.

3 Refiérese al Palacio de los Azulejos, el exconvento y templo de Santa Brígida y el Colegio Josefino en la ciudad de México.

4 El 6 de febrero, al día siguiente de la promulgación de la Constitución de 1917, Venustiano Carranza convocó a elecciones extraordinarias, mismas que se llevaron al cabo el 11 de marzo. Postulado por el Partido Liberal Constitucionalista, Carranza fue declarado vencedor y presidente constitucional. Tomó posesión del cargo el del 1 de mayo de 1917.

La friolera de cien mil dólares ha pagado el gobierno en banderitas que sus empleados civiles y militares deben ostentar en el ojal de la solapa.

Mientras se derrocha patrióticamente el oro que se hace sudar al pueblo, centenares de miles de seres humanos desfallecen de hambre en las barriadas pobres de las grandes ciudades.

*          *          *

William D. Stephens,1 gobernador de California, masca furiosamente un bodoque de tabaco que le obstruye la boca, y dice entre dientes: “Esta es una guerra del pueblo. Ningún tirano, ningún autócrata nos ha empujado a tomar las armas.” Toma resuello; el bodoque se desliza hasta la campanilla; su señoría tose, y colorado como un tomate, concluye de este modo: “Nuestro Presidente y el Congreso, al declarar la guerra, han hablado con la autoridad legítima de un millón de voces.”

¿Una guerra del pueblo? ¿Cuánto apuesta su merced, a que si tomamos su parecer sobre la guerra a todos los habitantes de los Estados Unidos, no estarán a favor de ella más que los bandidos de Wall Street?

*          *          *

Stephens golpea con la mano derecha echa puño, la palma de la izquierda, cosa de muy buen gusto en la oratoria americana; da talonazos en la plataforma, que es también una elegancia oratoria, y dando dentelladas al bodoque de marras, grita: “Estamos reunidos esta noche, para renovar nuestra lealtad, y para ofrendar nuestras vidas, si es preciso, por la protección y seguridad de nuestra patria.”

Se escuchan risitas; algunos del auditorio codean maliciosamente a sus vecinos; otros tosen para disimular el aspecto festivo de sus semblantes que no cuadra con la “seriedad” del acto, y por las risitas, los codeos y las fingidas toses, se descubre que ninguno de esos señores ofrendará su vida por la patria. ¡Es natural! ¡Son los miembros de la Cámara de Comercio de San Francisco, a quienes Stephens dirige la palabra!

*          *          *

Stephens no se inmuta, como que a él mismo le retoza la risa; pero para no soltar la carcajada, escarba con los talones la alfombra de la plataforma, da tres o cuatro enérgicas masticadas al famoso bodoque y dice, al parecer muy formal: “Estamos en guerra; pero no una guerra de conquista ni de odio. Es una guerra por un principio: el principio de la verdadera libertad.”

Y tiene que apretar vigorosamente las mandíbulas, para que no se le escape la indiscreta carcajada que le cosquillea el cogote. El auditorio parece atacado del mal de San Vito, como que ya es mucho eso de asegurar que una guerra a favor de los opresores, sea una guerra por la libertad.

*          *          *

El orador tiene que hacer una pausa; el auditorio reasume la debida compostura, aunque para perderla casi inmediatamente al resonar en el salón estas palabras, que para los del mitin, tienen la misma gracia que los cascabeles de un circo: “La flama de la libertad puede haber palidecido un tanto durante nuestra larga era de paz; pero de su vivo rescoldo se esparce esta noche una luz intensa sobre toda nuestra patria, tan intensa en este Estado glorioso como en todos los demás de la Unión.”

Unos se guiñan el ojo; otros codean las costillas del vecino, y el mal de San Vito vuelve a atacar al entero auditorio, cosa que se explica si se tiene en cuenta que no sólo ha palidecido la tal flama durante la paz, sino que se apagó por completo y continuará apagada por quién sabe cuánto tiempo más. Rangel,2 Caplan,3 Schmidt,4 Ford,5 Suhr,6 Mooney7 y muchos mártires más, son el testimonio elocuente de que la libertad no existe en esta “libre” América.

*          *          *

El orador tiene que hacer una nueva pausa, hasta que la seriedad vuelve a reinar en el regocijado auditorio; pero la seriedad y la compostura no duran ni el tiempo necesario para que el orador diga una frase corta, pues la siguiente frase es ahogada esta vez por una explosión de homéricas carcajadas: “Todos debemos avanzar nuestro pecho y estar listos a soportar todos los sacrificios y a afrontar todas las penalidades…”

Las risotadas ahogaron el resto del discurso, porque cada uno de los asistentes, dueño por obra y gracia de las uñas y de la ley protectora de las uñas largas, de caudales fabulosos, encontró chiste en imaginarse marchando militarmente, de sorbete y de levita, con el fusil al hombro, el abultado vientre luciendo una canana repleta de parque y comiendo rancho, como si se tratara de un pobre diablo cualquiera, de un proletario, que es el único que está obligado a sufrir miseria, hambre y fatigas en provecho de sus amos.

Lástima que la hilaridad general, hubiera impedido al cronista tomar nota de todo el discurso del gobernador Stephens.

*          *          *

Lloyd Goerge, el primer ministro del gobierno británico, habla en un banquete dado en el American Luncheon Club, de Londres. La comida ha sido abundantemente rociada con vino hecho por proletarios para regalo exclusivo de paladares distinguidos, y, naturalmente, las mentes están exaltadas y los mayores disparates afluyen a los labios. Dice Lloyd Gorge:

“Los Estados Unidos de América nunca han emprendido una guerra que no haya tenido por objeto la libertad”. Apura su copa de champaña, y continúa disparatando de esta guisa: “El hecho de que los Estados Unidos se hayan decidido a dar este paso, ¾el de la declaración de guerra,¾ hace ver al mundo con toda claridad que esta guerra es una gran lucha por la libertad humana.”

México, despojado de la mitad de su territorio; Colombia, desmembrada de Panamá;8 Cuba, forzada a vestir la librea del lacayo;9 Santo Domingo, aplastado;10 Puerto Rico, en tutela11 y Filipinas maniatado,12 muestran con toda claridad al mundo, que la burguesía americana lucha por la libertad.

*          *          *

Casi al mismo tiempo que Stephens hablaba en San Francisco y Lloyd George en Londres, el Presidente Municipal de la importante ciudad de Oakland, California, expedía un úkase que no se habría atrevido a firmar ni el mismo Nicolás II de Rusia. He aquí parte del jugoso decreto del Czar californiano:

“A menos que los ciudadanos de esta ciudad respondan inmediatamente al llamado que se les hace de manifestar su lealtad a este país, y a menos de que los agitadores que están procurando contrarrestar las órdenes de nuestro gobierno, pongan fin a su actividad, serán todos arrestados e internados como enemigos de nuestra patria”.

¿Podrá usted negar, señor Stephens, que los rescoldos de la libertad están apagados y bien apagados en esta “libre” América?

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C. C. Quekett, presidente de la Bolsa de Londres, envió un cablegrama a H. G. S. Noble, presidente de la bolsa de Nueva York, en señal de júbilo por la entrada de los Estados Unidos a las filas, según el cablegrama, “de las naciones empeñadas en la más grande lucha por la libertad que el mundo ha presenciado.” Naturalmente, Noble contesta a su colega de explotación, manifestando, palabras textuales, “regocijo de que las dos naciones, Estados Unidos e Inglaterra, vayan a estar unidas en esta gran guerra.”

Y es tanto mayor su regocijo, cuanto que no son ellos los que van a arriesgar el pellejo, que si así fuera, no les alcanzaría, para usos reservados, el papel que gastan en felicitaciones. Afortunadamente para los verdugos de la especie humana, todavía hay muchos ciegos listos a degollarse en beneficio de los que los explotan y los oprimen.

*          *          *

En la Edad Media, los clérigos achicharraban a las gentes, como muestra de caridad evangélica y amor al prójimo. Hoy, los mismos clérigos, ¾y al decir clérigos me refiero a los sacerdotes de todas las religiones,¾ le rezan a su Dios, para que éste, con su inagotable bondad, dé buena puntería a los hombres de un país, para que maten con mayor facilidad a los hombres que no tienen más culpa que haberles tocado venir al mundo fuera de los límites de la patria. El domingo 15 de este mes, se celebraron misas en todas las iglesias católicas de Nueva York, por orden del Cardenal Farley,13 para que Dios bendiga las armas americanas y les dé la victoria.

*          *          *

Como es preciso amarnos los unos a los otros; como el Decálogo ordena: ¡no matarás!; como hay que ser humildes y en todo caso volver el rostro para recibir por duplicado el bofetón que se ha recibido en una mejilla; como hay que ver en cada hombre un hermano, puesto que todos somos hijos de Dios, y a la ofensa que recibamos, debemos oponer bondad y dulzura, ya que hay que pagar bien por mal, los sacerdotes de los Estados Unidos están urgiendo a sus respectivos feligreses, católicos, protestantes, judíos y cuantos hay, que tomen las armas, y en nombre del gran poder de Dios y para su eterna gloria, maten a cuantos ponen en peligro los intereses de Morgan, Rockefeller y demás dueños de la patria.

*          *          *

La Liga Americana de California,14 compuesta de burgueses copetones y de clérigos, envió telegramas a Wilson, a los diputados, a los senadores y a cuantos pudo, para que se declarara la guerra contra Alemania. En la liga figuran el Arzobispo Edwards J. Hanna,15 de la Iglesia Católica Romana, y el obispo William Ford Nichols, de la Iglesia Episcopal.

¡Mansedumbre evangélica! ¡Sea por el amor de Dios… Dólar!

*          *          *

La asociación de Ministros Metodistas del Sur de California no quiere quedarse atrás en eso de dar muestras de caridad, mansedumbre, piedad, amor al prójimo y demás. En el mitin que tuvieron el lunes 16 de este mes, en la Primera Iglesia Metodista de la ciudad de Los Ángeles, propusieron ayudar en la guerra “espiritual, financiera y numéricamente.” Al efecto, con los corazones henchidos de piedad y poniendo los ojos en blanco, adoptaron, entre otras, esta resolución: “…nosotros, como pastores de la Iglesia, juramos fiel cooperación con el gobierno en esta guerra, y urgiremos y aconsejaremos en nuestras iglesias a que se coopere a ella con hombres y la ayuda material y financiera que sea preciso.”

A los anarquistas se nos acusa de que somos partidarios de la violencia, porque abogamos por reducir a escombros por el hierro y por el fuego las instituciones que hacen desgraciado al ser humano. ¿Qué se dirá ahora que los clérigos abogan por el hierro y por el fuego para hacer más poderosas aún esas inicuas instituciones?

 

Ricardo Flores Magón


1 William D. Stephens (1859-1944). Político estadounidense, republicano. Fue alcalde de Los Ángeles en 1909 y gobernador de California entre 1917 y 1923. Muy cercano a Theodore Roosevelt, participó en el Partido Progresista entre 1910 y 1916, y fue congresista por esta agrupación. Se distinguió por su implacable persecución de sindicalistas, wooblies, pacifistas y “radicales rojos”.

2 Jesús Méndez Rangel (a) Jesús María Rangel (San Luis de la Paz, Guanajuato 1860-México, DF, 1952). Comerciante y militar. Emparentado políticamente con el general Trinidad García de la Cadena. A los 15 años se unió a los lerdistas que combatían a Porfirio Díaz. En 1890 migró a los Estados Unidos, estableciéndose en Waco, Texas. En 1905 estableció contacto con la JOPLM de San Luis Missouri. Hacia junio de 1906 organizó el Club Liberal “Melchor Ocampo” de Waco, que al igual que la Sociedad México Zaragoza sesionaba en su casa. En ese año ya formaba parte de la estructura clandestina del PLM que preparaba el levantamiento que debía iniciarse el 22 de septiembre. Nombrado jefe de la tercera zona del país, que comprendía Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, unas horas antes de incursionar en territorio mexicano fue aprendido en Sandfordice, Texas. Liberado tres meses después continuó con su participación en el brazo armado liberal introduciendo armas en Nuevo León. Durante la insurrección de 1908 participó en el ataque a Las Vacas, Coahuila, como segundo de Encarnación Díaz Guerra. Pasado el combate, Rangel regresó a territorio estadounidense y fue comisionado para hacer trabajo de organización y propaganda entre los mineros mexicanos de Oklahoma. Tras ello se unió con Praxedis G. Guerrero en El Paso, Texas, para preparar una nueva incursión armada en México. Acusado de bandolerismo junto a Tomas Sarabia Labrada, en 1909 fue encarcelado en Leavenworth, Kansas, donde purgó una condena de 18 meses. Salió en abril de 1911, incorporándose inmediatamente al grupo de Eugenio Alzalde y Prisciliano y Benjamín Silva que combatía al maderismo en Chihuahua. Capturado en la hacienda de Santo Domingo, en septiembre de ese año, fue recluido en la cárcel de Belem de la ciudad de México. Al descubriese que organizaba una fuga general de presos, en enero de 1913 fue trasladado a la Penitenciara del Distrito Federal, de donde fue excarcelado en marzo del mismo año. Una vez libre, viajó a Morelos con la encomienda de establecer una alianza entre el zapatismo y el PLM. Una vez cumplida su misión regresó a los Estados Unidos. En septiembre de 1913 encabezó una nueva y última expedición armada integrada por catorce hombres que, al intentar internarse en territorio mexicano, tuvo un enfrentamiento con militares estadounidenses en Carrizo Springs, Texas, en el que murieron los liberales Silvestre Lomas, Juan Rincón y José Guerra, así como un ayudante de sheriff. Los miembros de la partida fueron capturados al día siguiente del enfrentamiento y condenados a penas de prisión de entre 23 y 99 años, siendo Rangel uno de los condenados a 99 años. A partir de entonces, la causa de los Mártires de Texas, como los llamó el PLM, fue una de las más importantes de Regeneración y en la que no cejaría hasta su clausura final. Rangel fue finalmente liberado el 19 de agosto de 1926, gracias a la intervención del abogado Henry Weinberger y del Comité Pro Presos de Texas, formado por los veteranos Blas Lara y Gabriel Rubio. El Congreso mexicano había solicitado su indulto desde cuatro años antes. A su salida de la cárcel viajó a México, donde se acercó a Calles y Obregón, por lo que fue duramente criticado por Librado Rivera, quien lo acusó de traidor en un agrio y dolido texto publicado en Avante, de Tampico, en 1928. Desde su liberación, Rivera había asumido como un apostolado la causa de Rangel y sus compañeros y escribió en su favor en prácticamente todos los números de Sagitario, revista editada por el grupo los Hermanos Rojos de Tampico.

3 David Caplan. Obrero sindicalista de origen ruso (Los Ángeles, California,1915). Deportado de Rusia a los 18 años por su actividad anarquista, se exilió en los Estados Unidos. Fue acusado de participar en el atentado con bomba que sufrió el edificio del diario The Los Ángeles Times el 1 de octubre de 1910, perpetrado por los hermanos James y Joseph McNamara. Cuatro años después, Matthew A. Schmidt y David Caplan fueron capturados en Nueva York, acusados de participar en el atentado y recluidos en prisión en Los Ángeles. Schmidt y Caplan eran camaradas de Alexander Berkman y Emma Goldman. Ricardo Flores Magón conoció a Schmidt en la cárcel, compartían la misma celda, y este ayudó al mexicano a recibir clandestinamente visitas de sus compañeros del PLM, lo que le estaba vedado. Schmidt recibía como propias las visitas de Ricardo Flores Magón, quien se aproximaba al lugar donde el norteamericano supuestamente conversaba con su “visita”. Así fue como Nicolás T. Bernal pudo ver y hablar para Ricardo por primera vez, aun cuando este se limitó a escuchar una supuesta conversación entre el mexicano y Schmidt. Desde octubre de 1915, Regeneración participó activamente en la campaña de defensa de Schmidt y Caplan, mientras estos eran sometidos a juicio. EL PLM sostenía que Schmidt y Caplan eran inocentes, incluso cuando los hermanos McNamara se habían declarado culpables, y sostenía que “la burguesía americana” se aprovechaba de la situación para atacar a las uniones obreras. En diciembre de 1916 Caplan fue declarado culpable de homicidio en tercer grado “por el conocimiento que pudo tener” del atentado al edificio de Los Ángeles Times y sentenciado a cumplir una condena de 10 años en la prisión de San Quintin.

4 Probable referencia a Mathew A. Schmidt. Tomó parte, junto con su hermano David y los hermanos McNamara en la voladura del edificio de The Los Angeles Times en 1910. Traicionados por Donald Vose, el hijo de un anarquista de la colonia Home, fueron condenados a cadena perpetua y 10 años respectivamente en la cárcel de San Quintín, California.

5 Refiérese a William Ford Nichols (1849-1924). Obispo de la iglesia episcopal de California.

6 Refiérese a Herman D. Suhr. Estadounidense, miembro de los IWW. En 1913 trabajaba en la organización de los recolectores de lúpulo en el Rancho Durst, en la vecindad de Wheatland, California. Durst era el mayor empleador de jornaleros del estado, llegó a ocupar 23 000 pizcadores. El 13 de agosto de ese año, durante una manifestación de cerca de 2 000 jornaleros en uno de los campamentos del rancho, en la que el wobblie Richard Ford llamó a la huelga, se presentó un grupo de sheriffs que intentaron detener a Ford. En la refriega murieron dos trabajadores, un sheriff y Edward T. Manwel, fiscal del distrito y abogado del rancho. Pese a que se comprobó que Ford no disparó y que Suhr ni siquiera se encontraba entre los manifestantes, ambos fueron acusados de incitar a la rebelión y, por tanto, de homicidio en segundo grado y condenados a cadena perpetua. Regeneración se sumó a la campaña en su defensa. En 1918, cuando el gobernador de California se negó a otorgar el perdón a Ford y Surh, los IWW emprendieron una campaña de sabotajes en el Imperial Valley y otros campos del estado, que según el New York Times, causó millones de dólares en pérdidas.

7 Refiérese a Thomas Joseph Mooney (1882-1942). Agitador obrero californiano. Líder de la facción radical de la California Federation of Labor. Afiliado al Partido Socialista norteamericano, se desempeñó en 1912 como editor del periódico Revolt. Adquirió fama como escritor y orador entre los círculos obreros de la costa oeste de Estados Unidos. En 1914 organizó las movilizaciones obreras contra la United Railroads Co., de San Francisco. A partir de 1915 se dedicó a la propaganda contra la participación de Estados Unidos en la Guerra Mundial, lo que concitó el encono de la burguesía. Acusado de arrojar una bomba al paso de una manifestación militarista en San Francisco, causándole la muerte a 10 personas. Condenado inicialmente a la pena capital, le fue conmutada por cadena perpetua. Menos de un año después de la condena se demostró que los testimonios inculpatorios eran falsos. Aún así, no salió en libertad sino hasta 1939.

8 Refiérese al periodo de intervención estadounidense en la región, iniciado en 1903 y que concluyó en 1914 con la separación del territorio de Panamá del resto del territorio colombiano.

9 Aun cuando Cuba era formalmente en ese momento un país independiente, en su propia Constitución redactada en 1901 había una serie de mecanismos determinados por Estados Unidos en la denominada Enmienda Platt que tenían por objetivo el control estadounidense sobre territorio cubano y la obtención de beneficios por medio de concesiones mineras, dominio de la industria azucarera. También otorgaban validez a la posible intervención militar estadounidense.

10 Refiérese a la ocupación militar por parte de Estados Unidos de República Dominicana iniciada el 3 de mayo de 1916 y terminada en 1924. La intervención tuvo como objetivo aplastar las rebeliones y mantener el poder sobre la isla y su economía.

11 Refiérese a la situación de Puerto Rico, país que, a diferencia de otras naciones latinoamericanas, no pudo proclamar su independencia sino que quedó abiertamente y sin posibilidades de soberanía bajo el régimen de Estados Unidos. La invasión a este país data del 25 de julio de 1898.

12 En el contexto de la llamada guerra hispano-estadounidense, argumentando la imposibilidad mostrada por Filipinas de tener un gobierno propio, el gobierno norteamericano invadió el archipiélago en 1898. Mantuvo la ocupación hasta 1913.

13 Cardenal John Farley (1842- 1918). Fue Arzobispo de la Arquidiócesis de Nueva York de 1902 a 1918, fue nombrado cardenal por el papa Pío X. Ferviente defensor de la participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.

14 La Liga Americana de California, fue formada el 29 de marzo de 1917, en la Universidad de Stanford, en San Francisco, California, bajo el auspicio del magnate minero, William B. Bourns. La Liga tenía dos objetivos: apoyar al gobierno para el mantenimiento del Honor Americano e impulsar a los ciudadanos para cumplir con sus “deberes americanos”.

15 Refiérese a Edward Joseph Hanna (1860–1944). Tercer arzobispo de San Francisco de 1915 a 1935.

Todo aquel que se dice tu amigo, pero que mañosamente evita decirte que la solución de todos tus males está en la expropiación de la riqueza social para el beneficio de todos, es, en realidad, tu enemigo. Cuídate de él.

Todo aquel que aun abogando por la expropiación, no te dice que el único modo de llevarla a cabo es empleando la fuerza armada, porque tus opresores no te cederán de buen grado lo que tienen entre sus garras, es tu enemigo, y debes estar alerta.

Todo aquel que ante tu cólera te dice: debes, primero, instruirte y organizarte para poder ser libre, es tu enemigo, porque tus amos nunca te darán un momento de respiro en que puedas instruirte, y destruirán tu organización cuando ella se convierta en un peligro para las instituciones burguesas.

Todo aquel que te hable del empleo de medios pacíficos para conquistar tu emancipación, quiere, en realidad, el eternizamiento del sistema capitalista, para poder ser funcionario de tu unión. El funcionario de una unión de trabajadores es el peor enemigo de la Revolución, porque ésta le impide que continúe viviendo a sus anchas del sudor del proletariado.

Trabajador: cuídate de esas víboras que desgraciadamente abundan en el campo obrero.

 

Ricardo Flores Magón

Cayó el zar; pero el hambre y la injusticia no cayeron con él; de ahí que la revolución continúe en pie.

Se engañaron los que creyeron que al día siguiente de la caída del Czar y del establecimiento de un gobierno provisional, se reanudarían las hostilidades entre los ejércitos ruso y alemán. La inactividad impera en el frente ruso, con gran desesperación de los aliados, los Estados Unidos inclusive. Los soldados rusos se niegan a hacer fuego sobre los soldados alemanes, y los soldados de ambos países, con banderas rojas enarboladas fraternizan y se divierten.

El Ministro de la Guerra ruso, Kerensky,1 amenazó con severos castigos a los soldados que faltasen a la disciplina militar, y aun hizo un viaje especial a las trincheras para exhortar a los soldados a que abandonasen esa práctica de fraternizar con el “enemigo”; pero todo sin resultado alguno práctico; el fraternizamiento continúa; los soldados no obedecen las órdenes de sus jefes y oficiales y abandonan las trincheras por centenares de miles cada vez que se les ocurre; desde que comenzó la Revolución, hasta la fecha, más de cuatrocientos mil soldados han abandonado las trincheras. Cuando los soldados quieren dinero, imponen préstamos por su cuenta a los burgueses de las ciudades; la indisciplina se ha robustecido tanto, que son más bien los jefes y oficiales quienes tienen que recibir órdenes de sus soldados y no éstos de aquellos.

Los campesinos no quieren esperar a que se reúna un Congreso Constituyente que decrete la repartición de las tierras, pues con un buen sentido que sólo puede compararse con el buen sentido del campesino del Sur de México, no tienen confianza en promesas de caudillos, y toman desde luego la tierra que necesitan. La prensa da cuenta de que los campesinos rusos se han apoderado ya de doscientos cincuenta millones de acres de tierra de laborío. La acción expropiadora de los campesinos va teniendo imitadores en todo el territorio ruso; los terratenientes, como aquellos terratenientes mexicanos que acaparaban inmensas extensiones territoriales, están huyendo a las ciudades para salvar el pellejo.

Los obreros de las ciudades no se muestran menos activos. Han conseguido que sus amos les concedan la jornada de seis horas de trabajo; reclaman un ciento, un doscientos y aún un trescientos por ciento de aumento en los salarios, y en muchos casos su exigencia tiene efectos retroactivos, pues piden que se les pague ese aumento a contar de varios años atrás. Los burgueses desesperados tratan de cerrar sus negociaciones, pues las ganancias, por fabulosas que fuesen, no bastarían a cubrir los gastos que tales aumentos demandan; pero los obreros amenazan en muchos casos con matarlos, si pretenden cerrarlas, y en su desesperación, los que ayer eran orgullosos y altivos con el miserable y el sufrido, piden al gobierno que se digne darles alojamiento en las cárceles, único lugar en que creen podrán estar a salvo de la justicia de la plebe dignificada por la rebeldía.

Compañeros anarquistas, armados con rifles, recorren las calles de Petrogrado predicando la expropiación para el bien común y la abolición de todo gobierno como institución nociva para el desarrollo armónico de la especie humana. El gobierno provisional, temeroso de las consecuencias, no se atreve a detener a los valientes propagandistas.

Todo indica que la próxima etapa de esta revolución será la implantación de un régimen socialista autoritario; pero pronto se dará cuenta el pueblo de que todo gobierno es malo, y terminará por adoptar el sistema socialista anarquista. Hacia la anarquía va el pueblo ruso, como hacia ella irán todos los pueblos de la Tierra.

¡Adelante!

 

Ricardo Flores Magón


1 Refiérese a Aleksandr Fiódorivich Kérenski (1881-1970). Socialrevolucionario ruso. Participó en la liquidación del régimen zarista en 1917. Fue primer ministro provisional tras la revolución de febrero. Se negó al retiro de Rusia de la Primera Guerra Mundial y persiguió al Partido Bolchevique que exigía cambios radicales. Encarceló a Trotsky y Stalin, pero no logró capturar a Lenin, que escapó a Finlandia, para regresar al poco tiempo a Rusia. Kérenski, finalmente fue derrocado por la revolución de octubre de 1917. Escapó al exilio, viviendo en Francia hasta 1940 y posteriormente en los Estados Unidos hasta su fallecimiento en 1970.

El compañero Tomás Farrell Cordero,1 se encuentra preso desde el 5 de mayo último en la cárcel de Tombstone Arizona.

El compañero Farrell conversaba en un restaurante sobre la guerra europea, y naturalmente, hablaba contra el militarismo.

Un soldado americano, de origen mexicano, llamado A. Gallegos, se sintió ofendido por la justa crítica de nuestro compañero, y falto de razones para combatir por medio de la palabra, apeló a la fuerza, emprendiéndola a golpes contra Farrell, quien no estando dispuesto a dejarse aplastar por aquel bárbaro, asestó una puñalada a su asaltante.

Al sentirse herido, Gallegos comenzó a gritar como un chiquillo. Se formó el consiguiente tumulto, vino la policía y Farrell fue encarcelado.

Desde entonces, el compañero espera, espera y espera el día de su jurado.

Sin dinero, aislado y con el peso del militarismo sobre su cabeza, el compañero será fácilmente presa del enemigo común, si los oprimidos no acudimos en su auxilio y le prestamos la solidaridad que nos ordena el deber.

Todos aquellos que quieran tenderle la mano al compañero caído, ahora que lo necesita, ahora que se encuentra en peligro de ser devorado por el monstruo capitalista, pueden enviar correspondencia y dinero a su nombre, County Jail, Tombstone, Ariz.

 

Ricardo Flores Magón


1 Tomás Farrell Cordero. Estableció contacto con Lauro Aguirre en 1898 cuando residía en Nogales, Sonora. Ahí conoció El Hijo del Ahuizote… «aun me acuerdo de una caricatura de ese periódico en que se veía un sepulcro con escalones y un general con un enorme machete iba bajando, quedando parado en el último escalón. Al pié de la caricatura se leía: Ay reata no te revientes, que es el último jalón. O sea, la última elección de don Porfirio Díaz». Llegó a Nogales, Arizona a presentarse al Heraldo de Roberto Bernal y Bernal T. Dávila; con ellos aprendió a parar tipo y manejar prensa. Luego se hizo de su imprenta y publicó El Estado de Sonora, desde el que combatía al cacicazgo de la familia Torres, que manejaba el gobierno de Sonora. A principios de 1905 se trasladó a Cananea, donde hizo contacto con Lázaro Gutiérrez de Lara (entonces presidente del Club Liberal de El Ronquillo. Publicaron El Progreso, y ayudaron a Dieguez y Baca Calderón. Testigo y actor de la huelga del mineral. Tras la represión a la huelga residió en Villa Verde, trabajó entre Cananea y Naco, y, más tarde, viajó a Bisbee, Arizona, primero, y luego a San Francisco, California, donde hizo propaganda a favor del PLM. Marchó a Los Ángeles y formó parte de la JOPLM. Trabajó como propagandista en Clifton, Morenci, Metcalf, Louisbourg y otras partes de Arizona, Nuevo México y Texas. «Hacía propaganda -afirma Farrel- , repartía Regeneración y después de aleccionar a algunos compañeros, quedaba en pie una escuelita que era atendida por alguno de ellos. Sigo pensando que nuestro Pueblo lo que más necesita es escuela… Durante las veces que me tocó pasar a dar instrucción al lado mexicano a los grupos de Regeneración, enseñaba a leer a las chusmas en trozos de periódico viejo y hacer las letras con un palito en el suelo, por falta de otros utensilios”. Por sus dotes de organizador y orador realizó múltiples giras de propaganda. Participó en el levantamiento de 1908 como delegado para Sonora, Sinaloa y el sudoeste de los Estados Unidos. Farrel pasó el año de 1911 en la Colonia Agrícola de Edendale y en la oficina de Regeneración; en abril de este año pasó a formar parte de su redacción. En la Mina de la Cañada, conoció a Lucio Blanco. A principios de 1912 fue enviado a El Paso, Texas, a entrevistarse con un delegado de Emiliano Zapata en casa de Matilde Mota. Entre los temas que trataron destacaba el programa agrario de la revolución. En junio de 1912, con Juan y José Olmos, hizo un llamado todos los trabajadores y trabajadoras de Los Ángeles para reorganizar el Grupo Regeneración de Los Ángeles, mientras Ricardo y Enrique Flores Magón y Librado Rivera estaban en prisión. Los objetivos de este Grupo Regeneración eran organizar un Centro Internacional de Estudios Sociales, apoyar y engrandecer la obra de Regeneración y el PLM, luchar por la libertad de los liberales presos, y establecer una Escuela Racionalista. En ese año Farrel organizó una colecta en Los Ángeles para apoyar al Grupo Luz de la Ciudad de México. En septiembre de 1912 bautizó con el nombre de Regeneración a la hija que tuvo con Rosa C. Farrel. En octubre ofició como cantante en un Mitin Internacional en honor de Francisco Ferrer Guardia, en Los Ángeles. En 1913, Farrel fue miembro del Centro de Estudios Racionales y fundador de la Junta Consultiva de la Casa del Obrero Internacional de Los Ángeles. En septiembre de 1913, Farrel emprendió una nueva gira de propaganda por Arizona en compañía de Charles Clifton, que buscaba conseguir apoyo de parte de los IWW para los presos; como parte de esta gira se organizó el Grupo Regeneración “Armonía Ideal” de Metcalf, Arizona; en octubre, Farrel llegó a El Paso, donde participó en la campaña de defensa de José María Rangel y los presos de Texas, y fue arrestado por ello en diciembre y condenado a purgar una pena de cuatro meses de prisión. Regeneración temía que Farrel fuera enviado a México, pues se rumoraba que Francisco Villa había solicitado su extradición. Farrel consiguió su liberación antes de cumplir su condena y se trasladó a Los Ángeles, donde condujo, con Pedro C. Paulet, un mitin multitudinario que se organizó en febrero de 1914 y en el que tomó la palabra Ricardo Flores Magón. En este periodo ayudó a la organización del Grupo Regeneración de San Gabriel, California. Según Enrique Flores Magón, en 1914, la JOPLM lo envío a que se contactara de nuevo con Zapata, pero fue apresado por Esteban Cantú en Baja California y puesto en libertad por falta de méritos. En 1916, Farrel suscribió el manifiesto “A los Trabajadores del Mundo”, en el que se denunciaba al Grupo Fraternidad de Boston, Massachusetts, que propagó una serie de calumnias sobre la JOPLM a fines de 1915. Ese mismo año fraguó una conspiración armada, en San Gabriel, para protestar por la invasión americana a México, la conspiración fue denunciada y él logró escapar. A fines de 1916 realizó una nueva gira de propaganda por Arizona, fue arrestado en septiembre a petición de la Arizona State Federation of Labor, pero logró evadirse de la cárcel de Clifton el 18 de octubre. En mayo de 1917, fue de nuevo apresado al verse envuelto en una trifulca por oponerse al enganche de mexicanos para combatir en la Primera Guerra Mundial: unos soldados se le echaron encima e hirió a uno con una daga. Fue recluido en la cárcel de Tombstone, Arizona, y deportado a México en 1918. En el país organizó cooperativas agraristas en Arizpe, Sonora. El presidente De la Huerta le otorgó una plaza como profesor de inglés en la escuela náutica de Mazatlán. Participó en la rebelión delahuertista de 1924. “Estuve obligado a unirme a él durante ese movimiento revolucionario y perdimos.” Regeneración publicó algunos artículos de Farrel, como «Pope Prays for Strife-torn Mexico», “To the Bogus Press” y “¡Solidaridad!”.

Las cárceles de los Estados Unidos se están poblando de rebeldes.

Emma Goldman1 y Alexander Berkman,2 los veteranos de las luchas proletarias, han sido arrestados en Nueva York por predicar valientemente contra la ley del servicio militar obligatorio. El encono que anima a las autoridades contra nuestros buenos camaradas, puede medirse por la circunstancia de haber sido fijada en veinticinco mil dólares la fianza para cada uno de los dignos batalladores. Se trata, sencillamente, de retenerlos en la cárcel a toda costa, de evitar que la valiente palabra de los propagandistas sacuda indiferencias, despierte energías peligrosas para nuestros amos.

En el Estado de Texas, célebre por su barbarie, se encuentran cincuenta y cinco hombres acusados de conspirar contra el gobierno. Según la prensa burguesa, estos prisioneros estaban comprometidos a levantarse en armas y a resistir en cualquier forma, a la ley del servicio militar obligatorio. Pertenecían, según la misma prensa burguesa, a una asociación de agricultores con ramificaciones en todo el Estado de Texas y el de Oklahoma. Entre los procesados se encuentra el editor del periódico socialista que se pública en Hallettsville, títulado The Rebel.3

La policía de Nueva York invadió el local de un grupo anarquista compuesto de compañeros rusos, y cargó con todos ellos a la cárcel acusándolos de propaganda antimilitarista.

Una verdadera caza del hombre se ha desatado en todos los Estados de la Unión. Todos aquellos que no se registran para prestar sus servicios contra Alemania, están siendo perseguidos. El compañero Jesús Rincón,4 está preso en la cárcel del Condado de esta ciudad. El compañero Rincón, con el valor que dan las convicciones, se negó a registrarse el día 6 de este mes. Fue denunciado por algún perro servil del capitalismo, y alojado en la cárcel, donde se le ha ofrecido que si se registra saldrá en libertad. El compañero Rincón firme, como debe serlo todo anarquista, se niega a firmar.

A pesar de las persecuciones, la propaganda para hacer resistencia al servicio militar obligatorio toma incremento. El número de asociaciones antiguerreristas, aumenta. Demostraciones contra la guerra, ocurren todos los días. El malestar crece aumentado por la miseria. Tiranía y miseria: he aquí las zarpas que desgarran las carnes de este oprimido pueblo.

Una verdadera epidemia de huelgas se anuncia a comenzar desde julio próximo. El Senador Kanyion,5 de Iowa, predice la revolución.

Tiranía y miseria: estos son los senos enjutos en que se amamantan las rebeliones.

 

Ricardo Flores Magón


1 Emma Goldman (1869-1940). Militante ácrata y escritora feminista de origen lituano. Se estableció en Estados Unidos hacia 1885. A raíz de la tragedia de Haymarket, en 1886, se afilió al anarquismo. En Nueva York frecuentó los grupos libertarios en los que tenía gran influencia el anarquista alemán Johann Most. Desde comienzos del siglo XX destacó como oradora y se perfiló como una de las más influyentes figuras del anarquismo en Estados Unidos. En 1901 se le culpó de inspirar el atentado que le costó la vida al presidente William McKinley. Fundó la revista ácrata Mother Earth (Nueva York), en cuyas páginas expuso las principales preocupaciones políticas y doctrinarias del anarquismo; desde 1907, se solidarizó con la causa del PLM, defendiendo el carácter libertario de la misma. En el contexto de la llamada Red Scare, en 1917, fue procesada por hacer propaganda contra la guerra y el servicio militar obligatorio. Expulsada de los Estados Unidos un par de años después, se estableció brevemente en la naciente Unión Soviética junto con su compañero sentimental, Alexander Berkman. Se refugió en Francia y posteriormente en Canadá. En 1936 hizo propaganda en favor de los anarquistas que combatían en la guerra civil española. Murió en Toronto.

2 Alexander Berkman (1870-1936). Militante anarquista de origen lituano. Emigró a los Estados Unidos en 1888, estableciéndose en Nueva York, donde se vinculó estrechamente con la comunidad ácrata alemana. En 1892, en represalia por el asesinato de obreros con que se resolvió la huelga de Homestead, atentó contra el empresario siderúrgico Henry Clay Frick. Fracasó, pero fue condenado a 22 años de prisión. Al salir de la cárcel participó en la fundación de la revista Mother Earth, junto con Emma Goldman. En 1916 fundó el periódico antimilitarista The Blast (San Francisco). Fue deportado a Rusia en 1919, donde permaneció hasta 1922. Huyó posteriormente a Francia, perseguido por el incipiente régimen bolchevique. Se quitó la vida en 1936.

3 The Rebel (Hallettsville). Publicación mensual de tendencia anarquista. Comenzó a editarse en Halletsville, Texas en 1895 por parte del inglés Charles Wilfred Mowbray (1850-1910) y Harry May Kelly (1871-1953).

4 Jesús Rincón. Tesorero del Grupo Liberal de Marion, Texas, integrado en junio de 1906. En febrero de 1911 participó en la organización del Grupo Regeneración de San Gabriel, California. En abril de 1911 firmó la protesta organizada por Rafael Romero Palacios por la detención de Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Anselmo L. Figueroa. En julio de 1912 puso por nombre Regeneración a la hija que procreó con su compañera Luisa Rincón. En noviembre del mismo año, como miembro del núcleo de San Gabriel, se deslindó y protestó por la actitud de Rafael Romero Palacios en su conflicto con la dirección de la JOPLM. En enero de 1916 firmó el manifiesto “A los trabajadores del Mundo” y se adhirió al Plan de los Tres Puntos. En junio de 1917 fue encarcelado por negarse a registrarse para prestar sus servicios en el ejército estadounidense que se preparaba para participar en la Primera Guerra Mundial. Su hermano Juan fue muerto por rangers texanos el 13 de septiembre de 1913 cuando formaba parte del grupo de José María Rangel que intentaba incursionar en territorio mexicano para participar con las armas en la revolución mexicana.

5 Probable referencia a William S. Kenyon (1869-1933). Político de Iowa, senador por este estado y juez federal. Vinculado a las compañías ferroviarias. Se le consideraba progresista.

Se ha aplazado para el mes de agosto la vista en apelación de nuestro proceso, y como el fallo será adverso para nosotros, ponemos en guardia a nuestros amigos para que los que estén dispuestos a ayudarnos, lo hagan sin demora, pues teniendo pensado apelarla a la Suprema Corte, necesitamos la cooperación de los nuestros con el fin de hacer frente a los gastos judiciales.

Así, pues, compañeros, quedáis notificados. Con vuestra ayuda, podremos contar con libertad por algún tiempo más, que emplearemos en amargar la existencia de nuestros verdugos, estimulando rebeldías, creando consciencia, iluminando cerebros.

En las circunstancias actuales, creemos ser más útiles a nuestros hermanos de miseria fuera de la prisión que dentro de ella.

Compañeros: a meter el hombro.

 

Ricardo Flores Magón

¿Quién es aquel que no siente la proximidad de una catástrofe que está a punto de escribir con letras de sangre un nuevo capítulo en la historia del progreso humano?

Debe ser sordo aquel que no oiga el murmullo del descontento crecer hasta amenazar convertirse en bramido de mar azotado por el viento: debe ser ciego aquel que deje de observar en las multitudes los mil gestos del dolor, de la desesperación y de la cólera. No hay uno que no perciba las resinas pisadas de la Revolución en marcha; no hay uno que no sienta en la frente el aliento cálido de la protesta y de la rebeldía.

La proximidad del cataclismo que tiene que remover hasta sus cimientos la estructura económica, política y social que hasta el presente ha formado el modo de convivir de los seres humanos, es presentida por todos, por los oprimidos como por los opresores, así por las víctimas como por los verdugos. Es que los pueblos se han convencido al fin de que las instituciones actuales no solamente son incapaces de garantizar la libertad y el bienestar, sino que son nocivas para el desarrollo armónico de la especie humana en su conjunto, porque si bien dentro de ellas unos cuantos individuos se benefician, la mayoría, la inmensa mayoría sufre miseria y opresión.

Monarquía constitucional, república central y república federal, sufragio restringido y sufragio universal, todo ha sido ensayado por el ser humano en su empeño de conquistar su bienestar y su libertad, y en todos esos ensayos han sido chasqueados, porque el gobierno, cualquiera que sea su forma, ha resultado ser siempre el auxiliar poderoso y decidido del fuerte para oprimir al débil. Ninguna forma de gobierno ha satisfecho las ansias de libertad y de bienestar que abriga el hombre, y de ahí que exista el deseo de un cambio en el modo de agruparse de las sociedades humanas, de alcanzar una forma de convivencia que esté más de acuerdo con el moderno sentimiento de justicia y con las nuevas concepciones de libertad.

No es un pueblo solo de la Tierra el que aspira al cambio, sino todos los pueblos. La Revolución alarga el brazo para llamar a todas las puertas, porque el mismo malestar es sufrido por todos los pueblos, la misma tiranía e idéntica miseria imperan en todas las latitudes, bajo todos los cielos, en todos los climas, bajo la autocracia como bajo la democracia, y así vemos que en este momento, los pueblos todos que hasta ayer fueron sumisos y sufridos, sacuden su indolencia, abren los ojos y aprietan los puños.

Todo hace presagiar que esta gran revolución mundial que se aproxima a grandes pasos, no se limitará a destronar un rey para colocar un presidente en su lugar, o a derribar un presidente para encumbrar a uno nuevo. La humanidad está cansada de esos cambios; ya nadie cree que Pedro será mejor que Juan como gobernante, puesto que la experiencia ha enseñado que todos los gobernantes son nocivos por igual; que el gobierno no tiene otra misión que garantizar al rico el tranquilo disfrute de las riquezas que ha podido acumular mediante el sacrificio del pobre. Los pueblos han encontrado al fin que el origen de sus males está en la desigual distribución de la riqueza, y es a una distribución más justa de esa riqueza a lo que generalmente se aspira, y es el capitalismo la primera institución que está llamada a desaparecer.

México y Rusia forman la vanguardia de la magna insurrección. En México, como en Rusia, manos audaces arrancan la tierra de las garras de la burguesía. El Sur de México está en poder de los proletarios, y en Rusia, dos millones quinientos mil acres de tierra han sido tomados por los campesinos, sin esperar a que un congreso se digne decretar la expropiación de la Tierra. Lo que ocurre en México y en Rusia ocurrirá en todo el mundo, porque en todas partes de la tierra se encuentra acaparada por unos cuantos, y al acaparamiento de esa fuente natural de la riqueza se debe la miseria de las masas populares.

Para amortiguar el ánimo expropiador y revolucionario de las masas, la burguesía mexicana se ha visto obligada a incluir en la nueva Constitución capítulos de reforma agraria y de protección para los obreros,1 y el gobiernillo provisional ruso, con el mismo fin que el gobiernillo mexicano, atrae a su seno a los más corrompidos elementos del socialismo político, y estas maniobras de los políticos mexicanos y rusos, si bien entorpecen el paso franco de la Revolución niveladora y justiciera, no logran extinguir su fuego, como que con esas maniobras y con tales maquinaciones no se extinguen las dos grandes causas que hacen poner a los pueblos en pie: la miseria y la tiranía.

En México, la Revolución sigue su curso, y Carranza, casi con las lágrimas en los ojos, pide protección a Wilson, obteniendo que éste levante el embargo de armas y municiones2 con lo que cree que puede sofocar su movimiento popular que no se apacigua con plomo, sino con pan.

En Rusia, la Revolución está en pie, formidable. Petrogrado es teatro de combates entre las fuerzas rebeldes y las del gobierno provisional. Todos aquellos que ven en un movimiento popular la oportunidad para encumbrarse y convertirse a su vez en dominadores del rebaño humano, dejan caer abrumados la cabeza cuando regimientos de rebeldes recorren las calles de Petrogrado, llevando banderas en las que se ostentan estas palabras: “Grupo de los Anarquistas de Kronstadt”; “Abajo la Autoridad”; “Viva el Comunismo”. Soldados rebeldes invaden las oficinas del diario burgués Novoe Vremya,3 en Petrogrado. He aquí lo que dice el Times en un mensaje del 18 de julio: “Los soldados invadieron ayer la oficina del periódico Novoe Vremya y declararon que debe suspenderse la publicación del periódico. Además, obligaron a los impresores a imprimir una proclama al pueblo en que se le invita a que se eche a la calle con las armas en la mano para derribar al gobierno provisional y llevar a cabo la confiscación de toda la prensa burguesa.”

“Camaradas, —dice la proclama— la fuerza reside en nosotros, y debemos tomar posesión, inmediatamente, de todas las fábricas, la tierra y todos los medios de producción.”

En la Siberia occidental, compañeros anarquistas están sobre las armas, y en la finca de Durnovo, un grupo de compañeros,4 al frente de seis mil proletarios decididos, desafían las embestidas de los sicarios de la burguesía.

Finlandia desconoce al gobiernillo provisional; la región de la Ucrania se rebela; Kiev responde a los levantamientos de Petrogrado; Kronstadt es un almácigo de sedición robusta y audaz.

Los soldados rusos en la Galitzia oriental, se niegan a pelear. No quieren ser por más tiempo carne de cañón; no quieren disparar contra los soldados alemanes, porque ellos consideran que los soldados alemanes son proletarios como ellos y víctimas igualmente de la opresión y de la explotación de la clase capitalista que es la dominadora en todos los países. En un mensaje telegráfico que de la región se le envía a A. F. Kerensky, el feroz Ministro de la Guerra ruso, se le dice con fecha 22 de julio: “La mayor parte de los batallones se encuentran en un estado de completa desorganización. Su ánimo para tomar la ofensiva, ha desaparecido por completo. No obedecen las órdenes de sus jefes y desprecian las exhortaciones de sus camaradas respondiendo con amenazas y aún con tiros. Algunos batallones, abandonan voluntariamente sus posiciones, sin esperar siquiera la aproximación del enemigo.”

La burguesía rusa ve con horror la proximidad del momento en que debe entregar al pueblo, por la buena o por la mala, la riqueza que detenta, y para aplazar aunque sea por algunos instantes más la liquidación de sus cuentas con la justicia popular, echa mano del terror, que siempre ha sido el último recurso de los despotismos que ruedan al abismo, y ordena la represión de toda agitación que ponga en peligro la vida del régimen capitalista. Para llevar a cabo su obra de represión, nadie más a propósito que Alejandro F. Kerensky, quien recibe en nombramiento de jefe de ministros y obtiene, además, poder ilimitado para lograr el restablecimiento del orden, del orden burgués, por supuesto, tanto en el frente de batalla como en el interior del país. Kerensky es, pues, en estos momentos, el dictador de Rusia.

En Alemania, los motines están a la orden del día; la crisis política se recrudece y el canciller del Imperio, Von Bethmann Hollweg, pasa a la vida privada para ceder el puesto a Michaelis;5 las huelgas han tomado carta de naturalización en todo el país; mujeres hambrientas, con niños demacrados en los brazos, asaltan las tiendas poniendo un ejemplo a los hombres pusilánimes que no se atreven a alargar la mano para tomar de donde hay.

En Inglaterra crece el descontento, y cuando el jefe de ministros, Lloyd George, habla en Glasgow, los obreros contestan a sus exhortaciones patrióticas con las estrofas libertarias de la Bandera Roja.6

Irlanda se encabrita cansada de soportar sobre sus hombros el dominio inglés; de un momento a otro nos anunciará el cable, que la Revolución Social ha estallado en España; el pueblo de Portugal se opone a que se envíen más batallones al matadero europeo; el proletariado de Italia sueña con la barricada; la Revolución en la India es un hecho aplazado, no un caso perdido; en China queda ahogada en sangre a la reacción monárquica;7 en Sao Paolo, Brasil, el proletariado se bate con la policía; en Uruguay se intensifica la agitación antiguerrera y se convoca al pueblo a la revuelta; en Perú, el pueblo arranca a los conscriptos de las garras de sus verdugos y el proletariado se muestra dispuesto a hacerse respetar; en Canadá, el fantasma de la Revolución retarda la aprobación de la ley sobre el servicio militar obligatorio.

El Times de 19 de julio, habla de la desmoralización del ejército francés. Se refieren a la narración que hacen unos marinos americanos del estado de ánimo en que se encontraron a los soldados franceses. De la narración entresacamos los siguientes fragmentos que ilustran bien sobre la materia: “Los soldados se quejaban de que estaban derrochando sus vidas sin esperanza alguna de éxito, y se burlaban abiertamente de los esfuerzos de sus oficiales y de sus hombres de Estado para animarlos de un nuevo espíritu marcial.”

“Los soldados habían presentado un ultimátum a sus oficiales, declarando que ellos no pelearían más. Se les amenazó con sumarios consejos de guerra y muerte; pero ellos contestaron a la amenaza invitando a los oficiales a que encontrasen, si podían, soldados que formasen el pelotón de ejecución.”

Dicen los marinos que esta huelga de soldados se hubiera efectuado, si no llega a tiempo el general Pershing8 con el primer contingente de soldados americanos. Pershing aseguró a los soldados franceses que grandes refuerzos seguirían llegando de los Estados Unidos; calmándose entonces los soldados, aunque su propósito de declararse en huelga ha quedado en pie, hasta convencerse de que Pershing no los ha engañado.

Los Estados Unidos no pueden quedar a salvo de la tormenta que no tarda en desencadenarse sobre el mundo entero. La causa generadora de la catástrofe de las viejas instituciones, existe aquí como en todas partes, y parece como que la burguesía de este país tiene particular empeño en precipitar ella misma, con los atentados cometidos por su gobierno, la Revolución que, hasta hace poco todavía, parecía ser cosa de un remoto porvenir, cuando no una imposible. En los primeros años de la Revolución Mexicana, el americano leía con enfado las noticias de la insurrección, y tachaba de locos o de bandidos a los rebeldes que derriban al gobierno tras de gobierno. Las cosas han cambiado. La miseria y la tiranía se han extremado en este país, y más de un americano suspira ahora por tener en sus manos un fusil con una competente dotación de parque.

La miseria se acentúa. Los precios de los artículos alimenticios suben y suben sin cesar, y como un resultado de la tirantez económica, las huelgas estallan todos los días en muchos Estados de la Unión Americana. El sabotaje, terrible arma, de ataque del desheredado contra la burguesía, es empleado en grande escala; los ganados mueren envenenados; los graneros son incendiados; la sección comercial de Mojave es consumida por las llamas; los árboles de las huertas se secan bajo la acción de los clavos de cobre que insertan en sus troncos los rebeldes; las máquinas de los aserraderos de madera saltan en pedazos, y en los grandes distritos agrícolas se forman guardias especiales para impedir que los trabajadores incendien las cosechas.

Este malestar económico es agravado por la tiranía gubernamental. La leva, o sea el servicio militar obligatorio, ha llevado la consternación y el dolor a millones de hogares proletarios. La burguesía necesita hombres que tomen el fusil para multiplicar sus millones, y millones de jóvenes trabajadores serán sacados de sus hogares para arrojarlos al matadero europeo o para servir de pasto a los tiburones en mitad del océano.

La agitación antiguerrera está siendo suprimida con mano de hierro; Emma Goldman y Alejandro Berkman, han sido enviados a presidio por protestar contra el envío de la juventud al matadero; millares de agitadores son detenidos y contra algunos de ellos se piden sentencias hasta de veinticinco años de presidio; todo aquel que no se registra voluntariamente para entrar al servicio militar es puesto en prisión, y una parte de la prensa burguesa ya aboga por la pena de muerte para los que se atrevan a luchar por la verdad y la justicia; los sicarios de la burguesía aguzan el oído para sorprender el tema de las conversaciones; los mítines de propaganda antiguerrera son suprimidos por la policía y un gran número de periódicos anarquistas, socialistas, unionistas y aún burgueses, han sido suprimidos, y en muchos casos sus redactores son reducidos a prisión; el terror impera; el polizonte es el amo de la situación; los huelguistas son deportados en carros de ganado y abandonados en los desiertos.

Esta situación engendra el descontento de las masas populares. El pueblo ve que el gobierno no es instrumento de libertad, sino yugo humillante, y el culto del dios Estado pierde adeptos; el respeto a la ley va transformándose en desprecio y en odio, y hasta la religión, que tan hondas raíces había echando en la conciencia popular, pierde su prestigio, por ser sus sacerdotes los partidarios más decididos de la militarización de este país. Un nuevo concepto de la libertad y de la justicia va tomando cuerpo en la conciencia colectiva de este pueblo hasta ayer tan sumiso a la ley, hasta ayer tan respetuoso del gobierno y del sacerdote, y en que cada ciudadano esperan convertirse en un Morgan, en un Rockefeller o en un Carnigie.

La Revolución ha llegado a tal grado de inminencia en este país, que ya no solamente la ven acercarse los que más sufren los rigores del sistema burgués, sino que son los mismos burgueses y aun altos funcionarios del gobierno los que la predicen. El periódico burgués, Los Angeles Record,9 en su edición del sábado 21 de julio, publica un editorial del cual entresacamos los siguientes párrafos:

“Esta nación va a admitir muy pronto lo que vale el trabajador, o de lo contrario tendrá que presenciar el reinado del terror, una situación que la ley marcial podrá dominar difícilmente.

“El hombre que no vea en torno suyo los síntomas de la revolución aquí, en este país, es un ciego.

“El periódico que enmudece en un periodo de crisis como el actual, es un periódico cobarde, y el periódico que hace responsables de las condiciones existentes a los I. W. W.10 o a los agentes secretos alemanes, es un borrico.

“Los I. W. W. no han causado las huelgas de Arizona.

“Los agentes alemanes no han promovido los conflictos obreros que existen en todo el país.

“La codicia de la burguesía ha abonado el terreno en que se desarrollan robustas las raíces de la anarquía y de la rebelión.

“… cuando el trabajador se encuentra enfrente de una despensa vacía; cuando no puede comprarles zapatos a sus hijos, ni puede adquirir azúcar para sus bollos ni leche para los niños de tierna edad, a pesar de que trabaja sin respiro siete días de la semana, y cuando lee acerca de los billones de dólares que sus amos han ganado con motivo de la guerra, entonces está dispuesto a la revuelta, al motín o a cualquiera otra cosa que le llene el estómago o que aplaste a sus opresores.

“El derecho de propiedad es muy respetable (no hay que olvidar que está hablando un periódico burgués) y está debidamente garantizado por la ley; pero el derecho de comer que tiene todo ser humano es más fundamental de lo que algunos creen.

“El aumento ordinario de los salarios en este país es diez veces más corto que el aumento del costo de la vida. De manera que o disminuye el costo de la vida o los salarios aumentan o tenemos una revolución.

“Es imposible exagerar la seriedad de la revolución; es una estupidez considerada como una tempestad en un vaso de agua, y una necedad intentar detenerla poniendo en la cárcel a los agitadores.

“Los trabajadores de la nación, de todo el mundo, han despertado y no van a permitir que se les esquilme por más tiempo. Esto puede ser doloroso para los esquilmadores; pero no puede ser de otra manera.

“La manera de impedir que el hambriento se amotine, es sirviéndole un banquete.”

Así habla la prensa burguesa, y al hablar así no lo hace por propia inspiración, sino porque el ambiente la forza a decir de vez en cuando la verdad. El ambiente que nos rodea está saturado de rebeldía. Una chispa solamente, y se producirá el incendio.

Estamos, pues, en presencia de los últimos parpadeos de un sistema que agoniza.

Las instituciones burguesas han dado ya todo lo que podían dar; más males que bienes, y los ojos de la especie humana buscan nuevos horizontes.

La Revolución llama a las puertas de los pueblos.

 

Ricardo Flores Magón


1 Refiérese a los artículos 27 y 123 de la Constitución de 1917.

2 Refiérese a la medida decretada desde el 14 de marzo de 1912 por el gobierno de Estados Unidos en la que se prohibía la exportación de armas a México.

3 Novoe Vremya. Periódico liberal ruso publicado en San Petersburgo entre 1868 y 1917. Llegó a ser uno de los más populares de su país. Contó entre sus colaboradores con Antón Chejov. Fue clausurado por los bolcheviques en octubre de 1917.

4 Refiérese a la expropiación y ocupación que varios grupos de tendencia anarcocomunista efectuaron en la residencia del general zarista Durnovo en Petrogrado. Durante la revolución rusa en 1917, la villa fue utilizada por varias organizaciones, sindicatos y por la comunidad en general; sin embargo, el Gobierno Provisional de Kérenski estaba en desacuerdo, por lo que amenazó con desalojar la villa. Finalmente una acción anarquista en la que se liberó a varios prisioneros de una cárcel sirvió como justificación al gobierno para intervenir por medio de la fuerza desalojando el lugar y arrestando a varias personas en junio de ese año.

5 Refiérese a Georg Michaelis. Canciller de Alemania entre julio y octubre de 1917. Fue el primer noble en ocupar el cargo. Fue también ministro presidente de Prusia.

6 Refiérese a la canción La Bandera Roja, de origen italiano de principios del siglo XX.

7 Después de numerosos conflictos en los que se alternaron la monarquía y la república como formas de organización política en China, a partir de los levantamientos en contra de la monarquía en octubre de 1911, el bando partidario del imperio fue derrotado por el ejército de la república en julio de 1917.

8 Refiérese a John J. Pershing (1860-1948). Militar estadounidense. Su carrera militar se inició en Nuevo Mexico combatiendo a los apaches, y más tarde a los sioux lakota, en Iowa. En 1894 tomó el mando del 10o de Caballería (regimiento de soldados de raza negra, conocidos como Buffalo Soldiers, por lo que más tarde recibiría el mote de “Black Jack”). Durante la guerra hispano-estadounidense de 1898-1899 combatió en Cuba y Filipinas. En 1914, ya con el grado de general, fue asignado a Fort Bliss, Texas, responsable de seguridad de la frontera entre Texas y México. En marzo de 1916, bajo el mando del general Frederick Funston, encabezó la “Expedición Punitiva”, que invadió el estado de Chihuahua con el objetivo de capturar al general Francisco Villa, que había atacado Columbus, Nuevo Mexico. Después de fracasar en esta misión fue nombrado comandante de las fuerzas estadounidenses que participaron en la Primera Guerra Mundial. Tras el armisticio estuvo cerca de ser postulado como candidato a la presidencia de los Estados Unidos por el partido republicano.

9 The Los Ángeles Record. Periódico fundado en 1836 por Edward Willis Scripps, propietario de unos 25 periódicos de los Estados Unidos y creador de la United Press Associations en 1907. El Record cesó de publicarse en 1931.

10 Industrial Workers of the World. Organización sindical norteamericana fundada en 1905. Confluyeron en ella los sindicatos y uniones más radicales del movimiento obrero norteamericano. De inspiración internacionalista y anarcosindicalista, llegó a tener cerca de treinta millones de afilados. Ofreció apoyo y financiamiento a la JOPLM. Algunos de sus integrantes participaron tanto en la huelga de Cananea de 1906, como en la campaña del PLM en Baja California, en 1911. Buena parte de los miembros y simpatizantes del PLM, especialmente en las regiones mineras de Arizona, Colorado y California, pertenecía a su vez a los IWW.

Soy la fuerza que empuja a la humanidad hacía un oriente lleno de luz y de alegría.

El poderoso me teme; el humilde me adora.

Mi nombre lleva la consternación y la tristeza al palacio; pero en los hogares humildes resuena como una música alegre, que llena de consuelo el corazón de los que sufren.

Soy maga que transforma en hombres los rebaños.

Sin mí, la humanidad continuaría gimiendo bajo el látigo de los faraones.

Sin mí, no se habría desplomado la Bastilla arrastrando en su caída la barbarie feudal.

Hija de la Tiranía, odio a mi madre. Prendida de las secas ubres de infortunio, me nutro de dolor, de tristeza, de desesperación y de cólera, los fuertes jugos con que se amasa la rebeldía.

Todos me odian, menos los que sufren, y de ahí que sólo tenga alojo en los lugares en que se amontona el dolor humano.

Encorvado sobre el surco, el campesino sueña conmigo; en las entrañas de la tierra, el minero suspira por mí; en la fábrica, el obrero me invoca.

Soy la única esperanza de los desamparados, de los humildes, de los parias. Vivo en la covacha; acompaño a los que van de lugar en lugar ofreciendo sus brazos a la rapiña burguesa.

Soy el rayo de luz que penetra al calabozo del presidiario; soy la promesa risueña que hace tolerable la vida del proscripto.

Pensamiento: pongo a Dios en el banquillo de los acusados y lo sentencio a muerte. Acción: pongo en pie a los hombres que horadaban con sus rodillas las baldosas de los templos, promuevo el progreso, hago la Historia.

¡Cededme el paso!

¡Soy la Revolución!

 

Ricardo Flores Magón

Sucedió que los trabajadores mexicanos residentes en Talbert, Condado de Orange, California, se negaron a “tapear” el betabel y cargarlo a razón de $2.50 la tonelada, pues ellos creen que aún a $3.00 es muy barato ese trabajo.

Los burgueses se alarmaron, naturalmente, pues que al rehusarse los mexicanos a desempeñar ese trabajo, el betabel corre el riesgo de podrirse en los campos, porque no hay manos que se decidan a levantarlo tan barato como lo hace el trabajador mexicano.

Los señores barrigones pensaron entonces de esta manera: puesto que la Autoridad es hechura nuestra y su oficio es servirnos para arrancarle la lana al peladaje, ocurramos a la Autoridad.

Y como lo pensaron lo hicieron. Se apersonaron con el señor Jackson,1 que es el Sheriff del Condado, y le pidieron que obligase por la fuerza a los mexicanos a levantar el trabajo y que exterminase a los agitadores que andan aconsejando a la gente que cobre más caro su trabajo, sin tener en consideración que si se le paga más al trabajador, el burgués no tendrá lo suficiente para champaña, ni para divertirse con las muchachas, ni para el “poker”, ni para ninguna de sus honestas distracciones.

El señor Jackson se rascó la cabeza, y ganas tenía de despachar al infierno a sus amos; pero ¡qué diantres! Su deber como representante de la Autoridad es apoyar al fuerte. Pensó que la demanda de los trabajadores era justa, puesto que estando muy altos los precios de la harina, el frijol, la manteca, y en general, de todos los artículos de primera necesidad, los trabajadores necesitaban ganar más para hacer frente a la carestía de los comestibles; pero si la Autoridad se pusiera alguna vez de parte de la justicia, ¡adiós explotación, adiós sistema capitalista! Y entonces, ¿de qué viviré? Se preguntaba angustiado el señor Jackson, y veía con horror el caso de tener que remangarse los lustrosos puños de la camisa, y de sudar y deslomarse como cualquier hijo de vecino.

El terror de tener que empuñar la herramienta del trabajo, acabó por decidir al señor Jackson a apoyar a sus amos, aunque sin recurrir a los medios enérgicos aconsejados por los señores panzoncitos, porque no está la Magdalena para tafetanes, como luego se dice, o lo que es lo mismo, los tiempos han cambiado, y muy posible es que el mexicano, al verse obligado a trabajar con el fusil embocado al pecho, se decida a hacer uso aunque sea de su cuchillo para vengar la humillación.

Así fue como el señor Jackson recurrió a la diplomacia en vez de emplear la fuerza. Se dirigió a Talbert con toda la velocidad de que es capaz su automóvil, y mandó a sus esbirros a que convocasen al pueblo. Reunida la gente, el señor Jackson pidió una silla, que un perro de estrella se apresuró a llevar. Trepó a ella el diplomático y abriendo la boca como quien va a engullir entera una pieza de pan dijo: “Estos agitadores son vuestros enemigos. Si ellos fueran vuestros amigos no os habrían dado este consejo.”

¡Muy bien dicho! ¡Malditos agitadores! ¡A emplumarlos a todos! ¡A la horca! ¡A la hoguera! Porque, hombre, cómo va uno a considerar como amigo a aquel que viene y nos dice: mira, hermano, el burgués te está explotando, porque con un día de tu trabajo produces quince o veinte pesos, y él te da solamente dos. No seas tonto, y dile que te aumente el salario.

El señor Jackson respira como un fuelle de fragua; se enjuga el sudor que el extraordinario esfuerzo mental le hace brotar por todos sus poros, y dice con énfasis: “Los dueños de las fábricas de azúcar han determinado cosechar su betabel, y si vosotros no lo hacéis, ellos traerán otros trabajadores para que lo hagan”.

¡Qué diferencia entre los burgueses y los agitadores! Los burgueses sí que son amigos de los trabajadores, porque dicen: o me trabajáis por un pedazo de pan duro, o traigo a otros más hambrientos que vosotros, y más indignos además, que ocupen vuestros lugares.

Algunos trabajadores razonables, de esos que encuentran muy digno someterse a los dictados de los señores burgueses, aceptaron las condiciones de hambre y se decidieron a trabajar; pero los más no lo hicieron, y entonces fue necesario llevar negros; pero tampoco entre éstos hay muchos razonables, y quieren también, como sus hermanos de cadenas los trabajadores mexicanos, que se les retribuya en algo más su dura labor. Resultado: que los burgueses están en aprietos, porque no encuentran manos suficientes que levanten el betabel, y que ha sido necesario que perros estrellados custodien a los degradados que agacharon las orejas y están trabajando por lo que quieren los burgueses, para evitarles algunos pescozones.

Los consejitos del señor Jackson han fracasado.

Si todos los trabajadores mexicanos se rehúsan a levantar el betabel, los burgueses tendrían que arrodillarse. ¡Ahora es tiempo, hermanos!

 

Ricardo Flores Magón


1 Calvin E. Jackson (1880-1940). Sheriff de Orange en el periodo de 1915 a 1923.

Los trabajadores de la región petrolífera de Tampico, México, se han declarado en huelga en número de quince mil.

La huelga es seria para la burguesía, tan seria, que el General Ricaut,2 Gobernador del Estado de Tamaulipas, ha emprendido viaje especial para el lugar de los sucesos. Lo más probable es que Carranza quiera ametrallar a nuestros hermanos en huelga.

Es preciso estar pendientes de los acontecimientos.

Para ello, bueno es que los compañeros lean Germinal,3 el simpático colega anarquista que se publica en Tampico, y que, sin duda, dará buenas informaciones de lo que ocurra.

Diríjase toda correspondencia y dinero a Germinal, Apartado 551, Tampico, Tam., México.

No hay que olvidar que la región petrolífera de Tampico surte de combustible a la marina inglesa, y por lo mismo, Carranza, el sucio lacayo de Wilson, adoptará los medios más descabellados para poner fin a una situación que compromete a una nación aliada de los Estados Unidos.

 

Ricardo Flores Magón


1 Durante 1916 y 1917 fueron en aumento las manifestaciones que los trabajadores petroleros llevaron a cabo en el estado de Tamaulipas demandando aumento salarial, el movimiento se extendió incluso a los trabajadores de otras áreas productivas y hubo un emplazamiento a huelga general. En mayo de 1917 los trabajadores de la Pierce Oil Company en Árbol Grande, Tampico, entraron en huelga; en junio lo hicieron los de la Petroleum Company en Mata Redonda y, finalmente, los de El Águila, en Tampico. El 23 de julio, el general y gobernador de Tamaulipas, Alfredo Ricaut ordenó el rompimiento violento de la huelga.

2 General Alfredo Ricaut Carranza (Sierra Mojada, Coahuila; 21 de marzo de 1887 – Monterrey, Nuevo León; 28 de noviembre de 1933), sobrino de Venustiano Carranza. Fue nombrado por este gobernador de Tamaulipas del 17 de julio de 1917 al 20 de mayo de 1918; también fue gobernador provisional de Nuevo León.

3 Germinal. Tampico, Tamaulipas (1915). Órgano del grupo Germinal de esa población. Fundado por José Hernández. Al ser clausurado le sucedió Redención (1916).

Todo pude esperarse de un perro de estrella, menos un acto que revele dignidad.

El perro de estrella está listo como un cerillo para apalear a un hombre indefenso, para bolsear a un borracho, para explotar a las prostitutas, para mentir, para arrastrase, para limpiar con la lengua las patas del poderoso; pero es inepto para el gesto viril, es incapaz de ver de frente a sus señores, ni siquiera sabe gruñir como el perro de cuatro patas.

Tan abyecto es el perro de estrella, que casi no quiero dar crédito a lo que acabo de ver en un mensaje telegráfico procedente de Seattle, Wash.

El tal mensaje asegura que trece perros, mejor dicho, que trece experros estrellados, porque con su conducta se han hecho dignos del título de hombres, se encuentran presos en la cárcel de dicha ciudad, por haberse rehusado a custodiar carros eléctricos que la compañía de tranvías quería hacer correr con motoristas y conductores esquiroles.

Y, afiáncense ustedes para no irse de espaldas, pues allá va otra sorpresa: según el mismo mensaje telegráfico, más de cien perros estrellados de la misma ciudad, han protestado contra el arresto de sus compañeros, y han formado una unión que ingresará a la American Federation of Labor.1

Me gustó la noticia, porque ella expresa la modificación que se ha operado en la mentalidad del pueblo, gracias a las condiciones insoportables que prevalecen en este momento, no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo.

Cuando la misma perrada de estrella siente hervir en sus entrañas la rebeldía, es porque el volcán está próximo a hacer erupción.

Ricardo Flores Magón


1 American Federation of Labor (AFL). Asociación obrera fundada por Samuel Gompers en 1886. Su orientación política apuntaba hacia un sindicalismo conservador. Junto a los IWW y el Partido Socialista norteamericano, la AFL formó parte, entre 1905 y 1910, de una corriente de apoyo a la revolución mexicana, por lo que mantuvo una relación cercana al PLM. Al hacerse patente el carácter radical de la propuesta revolucionaria pelemista, esta central obrera rompió relaciones con la JOPLM y, en adelante, estrechó sus vínculos con el movimiento maderista. Durante la lucha revolucionaria mantuvo relación con la COM, a partir de que esta pactó una alianza con el gobierno de Venustiano Carranza. Al inicio de la Primera Guerra Mundial, promovió la conformación de una central obrera panamericana, controlada desde Estados Unidos, en la que México y el sindicalismo corporativo de la CROM cumplían con un papel estratégico.

En estos momentos hay huelgas en toda la nación; pero las huelgas que más han llamado la atención son las de las minas de cobre de Arizona.1

En ciertos campos mineros, las demandas de los huelguistas ya no se limitan a las ocho horas, sino que exigen que la jornada de trabajo sea de seis horas diarias, y el salario de seis dólares por las seis horas.

La huelga afecta los campos de Globe, Miami, Morenci, Clifton, Metcalf y Bisbee. En este último lugar, los trabajadores en huelga y los simpatizadores del movimiento obrero, fueron objeto de un atentado sin precedente, pues la burguesía, por medio de su sirviente, un tal Wheeler2 que tiene el cargo de Sheriff, ordenó el arresto de mil doscientos trabajadores que en carros de ganado fueron deportados a Columbus, N. M.

El atropello sufrido por estos compañeros no tiene precedente en la historia de las luchas obreras de este país, y sólo se concibe como un desesperado recurso de la burguesía rapaz para sembrar el terror en las filas de los desheredados, aunque sin reflexionar que lo que logra es solamente el odio de las víctimas.

En otros campos mineros se ha pretendido hacer lo mismo que en Bisbee; pero los trabajadores han aprovechado la experiencia y están dispuestos a defenderse con las armas en la mano si se intenta atropellarlos. Eso ha calmado los bríos de los sicarios de la burguesía. Los trabajadores van comprendiendo al fin que sólo con las armas en la mano pueden hacerse respetar de un enemigo que no se tienta el corazón para atropellar la dignidad humana.

La situación es tan desesperada en Arizona para la burguesía, que el gobernador Campbell3 ha pedido al gobierno federal el envío de tropas, que siempre han sido las balas el remedio que aplica el gobierno a las manifestaciones del hambre.

Esto hará comprender a los inconscientes que del gobierno no hay que esperar más que opresión.

 

Ricardo Flores Magón


1 Los mineros de Morenci, Clifton, Metcalf y Bisbee, miembros de los IWW y la Western Federation of Miners (WFM) hicieron estallar huelgas en los campos mineros del sur de Arizona, debido a las condiciones de bajos salarios, extensas jornadas laborales y discriminación imperantes. En el caso de Bisbee la huelga fue reprimida y los trabajadores deportados en su mayoría el 12 de julio del año señalado.

2 Harry Cornwall Wheeler (Jacksonville-Duval County Fla.). En 1911 ocupó por primera vez el puesto de sheriff del condado de Cochise; en 1914 y 1916 fue electo nuevamente; y en 1917 se encargó del operativo de desalojo y deportación de los trabajadores mineros en huelga en Bisbee.

3 Refiérese a Thomas Edward Campbell. Político estadounidense, miembro del Partido Republicano. Gobernador de Arizona en dos ocasiones, en 1917 y entre 1919 y 1923. Durante su primer periodo se distinguió por el secuestro y deportación de aproximadamente 1 300 huelguistas de Bisbee afiliados a los IWW, a los que oficiales armados abandonaron sin alimentos ni dinero en Nuevo Mexico.

Nada está quieto en este momento de suprema conmoción.

Un soplo de tragedia barre el mundo, y a su paso brotan las plantas del descontento y de la protesta, los frutos naturales de la injusticia y de la tiranía.

Los pueblos, brutalmente despertados, se ponen en pie. “¿Qué es la patria, se preguntan, para merecer el sacrificio de la tranquilidad y de la vida de nuestros hijos?”

Y en tres años de guerra solamente, en tres años de castigo, los pueblos han aprendido más que en cien años de propaganda anarquista. Los pueblos van comprendiendo que esa patria que reclama el sacrificio del bienestar y de la sangre de los proletarios, es la riqueza, el Capital; son, en suma, todos los bienes que una casta social, una clase privilegiada retiene en su poder para su beneficio exclusivo.

Esta verdad va arraigándose en las mentes proletarias, y el culto de la patria pierde adeptos entre los que no cuentan con más patrimonio que la fuerza creadora de sus brazos, encauzándose al mismo tiempo la corriente de las ideas hacia el sano principio de la fraternidad de los pueblos, principio que hará imposible la guerra entre las diferentes naciones del mundo.

El obstáculo para la fraternización de los pueblos; la seria barrera que se levanta frente a esa humana aspiración y que impide su logro, es el principio de la propiedad privada, la abundante fuente de discordia que hace del hombre el enemigo del hombre y para cuya salvaguardia se hace indispensable la supervivencia del principio de autoridad. Es, pues, ese obstáculo el que lógicamente está llamado a desaparecer si se desea el establecimiento de una paz permanente entre todos los pueblos de la Tierra.

El día de la justicia se acerca cada vez más. Los pueblos están cansados de una guerra insensata, y de un momento a otro los grandes diarios de la burguesía anunciarán espantados que los desheredados abren la fosa en que deben quedar enterradas para siempre, las instituciones económicas, políticas y sociales que necesitan de la guerra para perpetuarse.

Todo hace presumir que será la clase trabajadora de todo el mundo quien hará la paz, quien la impondrá a despecho de la resistencia obstinada de la clase capitalista. Las conferencias de paz que van a celebrarse en Estocolmo,1 Suecia, son la manifestación patentísima de que las masas populares han perdido la fe en los gobiernos, y de que quieren arreglar por sí mismas las relaciones de los pueblos entre sí. Los gobiernos, naturalmente ven con disgusto esas conferencias, porque comprenden que con ellas pierden su prestigio de árbitros de los destinos humanos, y que si se las deja celebrar sin protesta, equivale a tanto como reconocer al proletariado autoridad para dirigir la política internacional de una manera favorable a sus intereses de clase productora.

Los gobiernos de los países beligerantes han rehusado proveer de pasaportes a los delegados de los partidos obreros designados para tomar parte en dichas conferencias. Tal decisión por parte de los gobiernos ha creado un hondo resentimiento entre el proletariado, y abre de par en par las puertas a la rebelión.

Las conferencias de Estocolmo, aunque de carácter político, tendrían como resultado un paso más hacia la fraternización de los pueblos, y el sentimiento patriótico, bastante deteriorado ya, por la elocuencia de los hechos, acabaría por morir en los corazones proletarios, con grave peligro para la burguesía, pues no encontraría ya soldados que defendieran sus riquezas disfrazadas con el nombre de patria. El primer ministro inglés Lloyd George, dice a este respecto: “Nada sería más fatal que esas conferencias, cuando el paso necesario para restablecer la disciplina debiera ser impedir la fraternización de los soldados de ambas partes beligerantes en el frente de batalla.”

La burguesía ve con horror el fraternizamiento de las razas humanas. La burguesía quiere mantener vivo el odio de razas, para explotar a su favor el sentimiento patriótico. Eso se ve bien claro en las palabras del ministro inglés.

Hjalmar Branting,2 líder del comité socialista escandinavo que está arreglando las conferencias, dice: “La denegación de pasaportes producirá una ruptura entre los gobiernos y los partidos socialistas que han decidido tener representantes en las conferencias de Estocolmo, la denegación puede traer consecuencias de gran magnitud que no pueden predecirse ahora.”

Las consecuencias no pueden ser otras que la Revolución, porque los pueblos, perdida la esperanza de obtener la paz por medios pacíficos, apelarán a la violencia. De morir en las trincheras en defensa de los intereses de la burguesía, a morir como rebeldes en defensa de sus propios intereses, los proletarios optarán por esto último.

España es teatro de escenas violentas. Los obreros se baten con los milicianos y la policía en distintas ciudades del reino. La ley marcial está en vigor; el comité de la huelga de Madrid ha sido internado en la cárcel; en Barcelona y en Sabadell, los rebeldes han sido batidos con artillería; el reyezuelo se ha refugiado en Santander.

En Inglaterra, el partido obrero se enfrenta al gobierno y nombra delegados a las conferencias de Estocolmo, desafiando la oposición gubernamental.

Canadá, ante la amenaza de la huelga general, no se atreve a poner en vigor la ley del servicio militar obligatorio.

El proletariado francés prepara el segundo acto de la Comuna;3 el aborto revolucionario de 19144 es una lección que el proletariado italiano ha aprovechado para producir esta vez un movimiento formidable.

El gobierno provisional ruso apela a medidas extremas para prolongar por algunos instantes la vida del sistema burgués; el general Korniloff5 emboca su artillería sobre veinticinco mil soldados que se niegan a luchar por los intereses de la burguesía, y los priva de la vida; Kerensky lanza la amenaza de que los revolucionarios serán tratados con el mismo rigor que sufrieron bajo el czarismo, y, a pesar de las amenazas y de las ejecuciones, los soldados se resisten a batirse por intereses que no son los suyos; las insurrecciones se multiplican en las mismas filas del ejército; el gobernador de Petrogrado muere a manos de un justiciero; el puñal busca el corazón de Kerensky, y está para abrirse el segundo capítulo de la revolución rusa.

Ante el espectro de la revolución, el Papa se estremece y envía una nota a los gobiernos de los países beligerantes proponiendo la paz, una paz que no satisface ni a la burguesía ni al proletariado, porque propone que las cosas queden en el mismo estado en que se encontraban antes de declararse la guerra, con lo que la burguesía no podría recobrar los miles de millones de pesos gastados en la contienda, y el proletariado quedaría sujeto a la misma esclavitud de antes, agravada con la imposición de nuevas contribuciones, y teniendo siempre encima la amenaza de una nueva guerra. Los gobiernos han rechazado la proposición del Papa.

Naturalmente, el Papa no ha sido movido por sentimientos de piedad al hacer la proposición. Los hombres que quemaron vivo a Giordano Bruno; la casta maldita de la que brotaron como hongos venenosos los Alejandro VI, los Loyola, los Torquemada, los Pedro de Arbués,6 los Domingo de Guzmán y tantos otros malvados; los clérigos, los sacerdotes de todas las religiones, no sienten piedad. Lo que ellos quieren, lo que ambicionan, es dominar nuevamente al mundo, y ven con terror que ese dominio se escurre de sus manos ante la luz de la ciencia, y desaparecerá definitivamente cuando la Revolución sepulte en la misma fosa al Capital, al Gobierno y a la Religión, los tres verdugos del ser humano.

El Papa ve con más claridad que los gobiernos que la guerra actual tendrá como resultado la insurrección de los pueblos contra las instituciones que hacen posibles las guerras, y tiembla. De ahí su proposición de paz. He aquí las palabras del arzobispo Bonzano,7 delegado apostólico del Papa en los Estados Unidos: “Por la providencia de Dios —dice Bonzano— el Papa aparece en el preciso momento para salvar a los Gobiernos de un nuevo peligro que crece más amenazante a cada rugido de los artillados frentes de batalla.

“Ni los reyes ni los presidentes de los países beligerantes deben engañarse a sí mismos. En cada encuentro de los millones de soldados empeñados en la contienda en los devastados campos de Flandes, el espectro del peligro se destaca con más precisión, robustecido por todas las pasiones que la guerra exalta. El radicalismo avanza a saltos. La seguridad de los gobiernos constitucionales pende de un cabello.

“La nota del Papa —continúa Bonzano— pudiera tomarse como una petición a los Gobiernos, para que den a sus pueblos una verdadera democracia antes de que sea demasiado tarde, y no se vean éstos obligados a tomar por la fuerza o la revolución lo que difícilmente puede resultar de esta guerra: una paz duradera y justa.”

Los primeros chispazos de la Revolución en los Estados Unidos se han producido durante el mes que acaba de pasar en los Estados de Oklahoma, North Carolina y Georgia, en los que grupos más o menos numerosos de ciudadanos norteamericanos se han armado y lanzádose a los campos a resistir la ley del servicio militar obligatorio por medio de la fuerza. Los rebeldes de Oklahoma se han reconcentrado en los condados de Seminole, Hughes, Pontotoc, Okmulgee y Pottawatomie. El gobierno federal, temeroso de que la Revolución tome incremento, no se ha atrevido a destacar fuerzas militares contra los rebeldes, y los gobernadores de los Estados afectados por la revuelta se han conformado con arrestar personas inofensivas que por casualidad se encontraron en algún punto del trayecto recorrido por los revolucionarios.

Los rebeldes han dinamitado puentes, cortado las comunicaciones telegráficas y telefónicas, saqueando almacenes y obligando a seguirles a todos los varones que encuentran a su paso, pensando tal vez que los indiferentes pueden ser armados por el gobierno contra ellos, y se anticipan a hacer lo que el gobierno haría.

El lema de los revolucionarios es este: “La guerra actual es hecha en beneficio de los ricos. Luchemos hasta morir aquí, mejor que morir en las trincheras europeas.”

Pero no se crea que el levantamiento de Oklahoma tiene por causa única la ley del servicio militar obligatorio: la miseria es uno de sus principales resortes. Dos agentes secretos a sueldo del gobierno federal lograron ser aceptados como miembros de la organización revolucionaria conocida con el nombre de la “Familia Jones”,8 que es una de las que están sobre las armas, y ellos han revelado que uno de los motivos de la insurrección es el descontento que reina entre los arrendatarios de tierras que se ven forzados a sacrificarse trabajando año tras año para pagar los alquileres a los dueños de ellas y quedar en la miseria.

En el levantamiento de Oklahoma figuran personas de distintas razas: indios, negros y blancos.

En Emory, Texas, fueron arrestadas dieciocho personas acusadas de conspirar para resistir por medio de la fuerza la ley del servicio militar, recogiéndoseles las armas.

El descontento es general en toda la nación. No es solamente la clase trabajadora la que está disgustada y muestra señales inequívocas de rebeldía; también lo está una buena parte de la burguesía. Los arrestos menudean, ya por las huelgas cada vez más numerosas y de carácter violento; ya por eludir la ley del servicio militar u oponerse resueltamente a ella; ya por agitar en contra de la militarización del país; ya por conspirar para efectuar un levantamiento armado o por predicar doctrinas salvadoras para la especie humana en general, pero nocivas para los que sacan ventaja de un sistema fundado en la opresión, en la explotación, en el dolor.

La tiranía gubernamental se ha desenfrenado de tal manera, que hasta diputados y senadores muestran su descontento. El origen inmoral y criminal de la guerra actual es denunciado ante el Senado por el senador Vardaman,9 del Estado de Mississippi. Dice el senador: “Yo pienso que la causa de esta guerra estriba en el hecho de haber puesto Alemania obstáculos al comercio entre los comerciantes de Nueva York y de Londres. Siempre he creído que esta guerra era un mero asunto de negocio, y sigo creyéndolo así. Si los submarinos alemanes no hubieran puesto obstáculos a la explotación, no habría habido declaración de guerra por parte de los Estados Unidos.”

El senador La Follette10 hace en su periódico un resumen de la situación de este modo: “Actualmente los hombres del servicio secreto, los fiscales federales, los marshalls, los comisionados federales, y otros oficiales de la Federación, están abusando descaradamente de su autoridad en todos sentidos. La gente está siendo arrestada ilegalmente; se la encierra en la cárcel; se la niega el derecho de nombrar defensor o de comunicarse con sus amigos y aun se niega a sus familias alguna información sobre el lugar de su detención; se sujeta a las personas a la humillación de registrar sus vestidos; se amenaza, se intimida, se pregunta y se repregunta, y los derechos más sagrados que la Constitución garantiza a todos los ciudadanos son violados en nombre de la democracia.

“Parece ser el propósito de todos aquellos que se han entregado a estos manejos, sembrar el terror, intimidar la opinión pública, ahogar toda crítica, suprimir la discusión de los sucesos de la guerra y sofocar toda oposición. Y para colmo de todo esto, el presidente Wilson, en su mensaje de 14 de junio, lanzó esta amenaza: “¡Desgraciado del hombre o del grupo de hombres que trate de oponerse a nuestra marcha…!”

El profesor Guy H. Broughton, profesor de la cátedra de química de la Universidad de California, dijo ante el comisionado de los Estados Unidos, Krull: “Hay leyes tan viciosas que el caos es la única manera de desembarazarse de ellas.”

John L. Donnelly, presidente de la Arizona State Federation of Labor,11 al hablar ante la convención celebrada últimamente en Clifton, Arizona, por los delegados de dicha organización obrera, refiriéndose a los atropellos y atentados de que han sido víctimas los trabajadores en estos últimos meses, dijo: “Cuando se ve a las autoridades legalmente electas pisotear la ley y abusar de la autoridad de la manera que se ha hecho en Bisbee, hay razón para temer los resultados.”

“Eso es precipitar la Revolución…

“Basta de hablar tanto. Si los habitantes de esta nación no pueden obtener absoluta protección bajo la ley, entonces debemos hacer algo para protegernos.”

El doctor David Starr Jordan,12 dignatario honorario de la Universidad de Stanford, refiriéndose a la tiranía imperante, dijo lo que sigue en un mitin público: “La bandera roja de la anarquía es fabricada cuando el pueblo piensa, pero no puede obrar.”

La vieja sociedad se resquebraja debilitada por sus propios crímenes. De nada le sirven parches y remiendos, refuerzos y puntales. Su desmoronamiento está próximo. Sólo los sordos podrán dejar de oír los crujidos de su vieja estructura; sólo los ciegos dejarán de ver sus bamboleos anunciadores del cercano desplome. Las fuerzas de la miseria están en pie y se ponen en marcha hacia una nueva forma de convivencia social más en armonía con la naturaleza.

¡Ánimo todos, que estamos en los dinteles de una nueva era!

 

Ricardo Flores Magón


1 Refiérese a la Conferencia convocada por la Internacional Socialista en junio de 1917 en la ciudad de Estocolmo en el contexto de la Primera Guerra Mundial.

2 Hjalmar Branting. Líder del Partido Socialdemócrata sueco. Organizó las conferencias socialistas de Lugano (1914), Copenhague (1915) y La Haya (1916), que agruparon a varios partidos socialistas europeos que intentaban tomar una posición conjunta frente a la Primera Guerra Mundial y acusaron al capitalismo de su causa.

3 Refiérese al movimiento revolucionario ocurrido en Francia entre el 20 de marzo de 1871 y el 28 de mayo del mismo año. En este se tomaron diversas medidas para la reorganización de la vida social, entre ellas estaban la educación laica y gratuita, la disolución del ejército, la autogestión de la producción, la reducción de la jornada laboral, la ampliación de los servicios de salud, etc. El gobierno terminó de forma violenta con esta experiencia.

4 Refiérese probablemente a la llamada “Semana roja” de junio de 1914, que siguió a la represión de una manifestación antimilitarista promovida por Enrico Malatesta en Ancona. La revuelta se extendió por Turín, Bologna y la Romagna, declarándose todas ellas, “comunas independientes”. El gobierno del ministro Salandra, movilizó cien mil soldados para reprimir la insurrección.

5 Refiérese a Lavr Gueórguievich Kornílov (julio de 1870-13 de abril de 1918), de origen cosaco, militar zarista, en 1917, durante la revolución, fue designado comandante del ejército ruso por el gobierno provisional de Kérenski. Fracasó en su intento de golpe de estado, fue encarcelado y escapó. Dirigió los ejércitos blancos que peleaban contra el Ejército Rojo, murió en batalla.

6 Pedro de Arbués (1411-1485). Inquisidor general de Aragón. Su sangrienta muerte en la catedral de Zaragoza se le adjudicó a los miembros de la comunidad judía de ese lugar.

7 Refiérese al arzobispo Giovanni Bonsano.

8 Refiérese al nombre genérico utilizado por los participantes en la llamada “Green Corn Rebellion”, desarrollada en el mes de agosto de 1917, y organizada por la Working Class Union. Organización con vínculos no directos con los IWW y el Partido Socialista de América. Las autoridades hablaban de una conspiración organizada por dicha “familia”.

9 Refiérese a James Kimble Vardaman (1861-1930). Político estadounidense, demócrata. Gobernador de Mississippi entre 1904 y 1908. Senador entre 1913 y 1919. Racista y defensor de la supremacía blanca. Afirmaba “si es necesario cada negro del estado debe ser linchado para proteger la supremacía blanca”.

10 Refiérese a Robert M. La Follette, senador por Wisconsin (1906-1925). Gobernador del mismo estado de 1901 a 1906. Republicano y posteriormente progresista. Opositor a la intervención de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial. Candidato a la presidencia en 1924.

11 Arizona State Federation of Labor. Rama estatal de la American Federation of Labor presidida por J. P. Ryan. Fundada en los primeros años del siglo XX, estuvo conformada principalmente por trabajadores de las minas de cobre. Se caracterizó por mantener una política moderada frente a las compañías mineras y por el segregacionismo de los trabajadores de origen mexicano y afroamericano. Mantuvo una relación tirante en la región con la Western Federation of Miners.

12 David Starr Jordan (1851-1931). Fue un eminente ictiólogo a inicios del siglo XX. Ocupó la presidencia de la Universidad de Indiana y la de Stanford, tuvo el mismo cargo en la World Peace Foundation entre 1910 y1914 como activista del pacifismo.

El betabel para la fabricación del azúcar se pudre en los campos porque no hay quien lo coseche,1 y los burgueses se jalan los cabellos y patean y babean; pero eso sí, no se remangan los almidonados puños de la camisa y le entran como hombres al “tapeo”.

Las autoridades, por supuesto, participan del mismo berrinche que los señores burgueses. ¡Naturalmente, como que la Autoridad tiene que ser el ángel guardián del poderoso! ¿Qué sería de los ricos si de la noche a la mañana desaparecieran esos angelitos de estrella en el pecho, canana en la cintura y garrote en la mano? Eso sería el acabóse; la plebe había de querer trabajar por su cuenta, y lo que es peor, los pobrecitos ricos tendrían que trabajar también si querían llevarse un pedazo de pan a la boca. ¿No sería eso una grande injusticia?

Pues, bien; alarmadas las autoridades porque los trabajadores mexicanos no quieren trabajar en el betabel por menos de $2.50 o $2.75 por día, han recurrido a todas las buenas artes de que se vale el fuerte para tener sometido al débil: la persecución, la amenaza y el castigo, y desde el gobernador Stephens hasta los mozos de los tribunales de justicia, todos rivalizan en celo para obligar por la fuerza, ya que no quieren por la buena, a que los trabajadores le entren al “tapeo”.

¡Y el trastorno que los malditos trabajadores han producido con su testarudez de querer ganar unos centavos más para aumentar la ración de frijoles a los chamacos! El salón de la Corte Federal, por ejemplo, no se ha barrido en muchos días; las escupideras rebosan salivas de distintos colores y el desaseo más deplorable reina en tan santo lugar… porque Rafael J. Domínguez2 ha abandonado el sapolio y la escoba para convertirse en orador encargado de animar a los trabajadores mexicanos a que se deslomen en los campos de betabel, para que el fruto no se pudra y puedan los señores burgueses obtener buenas ganancias. No hay que olvidar que los pobrecitos burgueses necesitan mucho dinero para hacer frente a sus grandes gastos en comelitones, festines, trajes, alhajas, vinos, diversiones, queridas, barajas y otras inocentes distracciones y que, si atendieran las peticiones de los trabajadores, ¿qué les quedaba para pasearse y gozar de la vida?

Y ahí tienen ustedes a Domínguez echando pestes contra esos condenados agitadores que aconsejan al trabajador que no se deje explotar por los burgueses. ¿Que los frijoles están caros, que el precio de la harina está por las nubes, que no alcanza el salario para echarse una garra encima? ¡Bah! ¾dice Domínguez¾ también el vino, las barajas, las mujeres, los automóviles, las sedas, los tapices y los palacios les cuestan mucho dinero a los patrones. Así, pues, a trabajar, amiguitos, o a la cárcel.

El alcalde de Los Ángeles, el jefe de policía y todos sus satélites hacen bueno el “bluff” de Domínguez y se echan a recorrer plazas y calles y caminos echando leva de trabajadores, que para algo estamos en tiempos de leva, y el que se resiste a ir a dejar la lana a los campos de betabel, es alojado en la cárcel donde se le condena a quebrar piedra durante ciento ochenta días.

Yo me felicito de que tal cosa suceda, porque, hombre, la verdad es que da mucho coraje gastar seso y saliva durante años y más años hasta hacerse uno viejo, en explicar a los cabezas de piedra que gobierno es lo mismo que tiranía, que es una estupidez elegir al que ha de echarnos a garrotazos por la cabeza, y que la Autoridad no tiene otro deber que salvaguardar los intereses de los ricos. No quieren entender, pues que entiendan a garrotazos. ¡La letra, con sangre entra!

Ahora, creo que ya están muchos convencidos de que la Autoridad sólo sirve para oprimir al pobre en beneficio del rico, y si no lo han entendido, Dominguitos, por favor, deja por algún tiempo más que rebosen gargajos las escupideras y que la Corte Federal parezca un muladar, para que entre tú y los angelitos de estrella enseñen a los hambrientos que todo gobierno es malo.

 

Ricardo Flores Magón


1 Vid. supra “Consejitos”, Regeneración, núm. 258, 28 de julio de 1917.

2 Rafael J. Domínguez. Originario de Compton, California. Deputy marshall de Los Ángeles. Intérprete de la Corte de esa ciudad a partir de 1905. Organizó las “fiestas patrias” en la ciudad al menos hasta 1907.

Por fin resultó lo que tenía que resultar, que la huelga de los quince mil trabajadores de los pozos de petróleo de Tampico, fuera suprimida por medio de la fuerza.1 El general Ricaut ordenó a los trabajadores huelguistas que volvieran al trabajo, o de lo contrario los castigaría como traidores a la patria.

Los obreros directores de la huelga fueron puestos en la cárcel. También fue arrestada la compañera Isaura Galván,2 directora de Germinal y dos compañeros, uno de origen cubano, y portugués el otro, fueron expulsados del país como extranjeros perniciosos.

¡Extranjeros perniciosos! Dos trabajadores honrados, dos productores, extranjeros perniciosos… ¡qué iniquidad!

Los perniciosos son los burgueses; los perniciosos son los explotadores, los que viven del sudor del trabajador; pero nunca el proletario que con sus manos produce la riqueza.

Pernicioso es usted, señor Carranza; perniciosos son sus ministros, diputados y demás funcionarios públicos que pesan sobre el pueblo sin producir nada útil; perniciosos son los burgueses, de cualquier color que sean; pero no los trabajadores.

¿Perniciosos dos hombres, que además de llevar a México la fuerza de sus brazos creadores, prodigaban a manos llenas la sana semilla de la rendición humana? ¿Perniciosos dos hombres inteligentes que se esforzaban por elevar el nivel moral de las masas proletarias?

Perniciosos, sí, pero para los explotadores.

He aquí cómo Carranza se limpia el trasero con la Constitución promulgada por sus lacayos el 5 de febrero de este año.

Seguid apoyando gobiernos, obreros descarriados, que os darán un puntapié tan pronto como no necesiten de vosotros.

¡Muera todo gobierno, hermanos; y a afilar la guillotina para Carranza y para todo aquél que se declare jefe!

 

Ricardo Flores Magón


1 Vid. supra “Huelga en Tampico”, Regeneración, núm. 258, 28 de julio de 1917.

2 Isaura Galván (o Rosaura Galván). Primer editora de Germinal, el periódico del grupo del mismo nombre fundado en Tampico por Román Delgado, Alejandro Berman, José Ángel Hernández, Jorge D. Borrán, Luis C. Torres y José P. Colado, quienes arribaron al puerto a fines de 1916 y principios de 1917 procedentes de San Antonio, Texas, y Nueva York. Algunos de ellos, como Delgado y Borrán, habían participado en el Grupo Germinal de Nueva York. Rosaura Galván fue encarcelada en mayo de ese año acusada de instigar a la huelga a los trabajadores de las compañías petroleras. Muy probablemente la misma persona referida en tres ocasiones por Regeneración con el nombre de Isaura Galván: la primera como fundadora del Grupo Racionalista de San Antonio, Texas, organizado en octubre de 1915; la segunda como adherente al Plan de los tres Puntos, en enero de 1916, y finalmente en el artículo de septiembre de 1917 donde Ricardo Flores Magón da cuenta de la huelga de Tampico y de su encarcelamiento.

Frank Little,1 miembro del comité ejecutivo de la unión I. W. W., fue sacado de su cama, en el peso de la noche, en Butte, Montana, por seis rufianes a sueldo de la burguesía y colgado en la orilla de la población.

Little había desplegado gran actividad en las últimas huelgas de mineros, ese fue su crimen.

Hubiera ayudado a la burguesía calmando los ánimos de los trabajadores, predicándoles la resignación y la humildad, otra habría sido su suerte. Tal vez habría llegado a ser Diputado, Senador, Ministro y aún Presidente de la República.

No lo hizo así: por eso se le lynchó.

Quiso ser útil a sus hermanos de clase, quiso arrancar algunas ventajas a la clase parasitaria, para los trabajadores, y la clase parasitaria no le perdonó ese crimen. Seis rufianes enmascarados lo arrastraron del lecho en que descansaba y mientras la población dormía, le arrancaron la vida.

¡Inútil hazaña! ¡Estéril crimen! Vivo, Frank Little infundía ánimo y aliento a determinados grupos de trabajadores. Muerto, su martirio inflama todos los pechos honrados.

¡Estúpido error de una burguesía enloquecida! La muerte de un agitador no acaba con el descontento. No rodaron a la fosa con Frank Little la miseria y la tiranía. Éstas han quedado en pie, señores burgueses, robusteciendo los puños que han de estrangularos.

Naturalmente, los asesinos no han sido arrestados. Ellos se pasean tranquilamente en las calles de Butte dilapidando en tabernas y burdeles el oro con que se les pagó su hazaña. Tengan este hecho en cuenta los que no creen que la Autoridad es la alcahueta del rico. Abran los ojos los que todavía son tan obstinados y tan estúpidos que creen que la Autoridad es necesaria para defender al débil.

 

Ricardo Flores Magón


1 Frank H. Little (1879-1917). Minero estadounidense. Miembro de los IWW. El 1 de agosto de 1917 fue asesinado en Butte, Montana. Luego de llamar a las tropas del Tío Sam “esquiroles en uniforme” en un mitin y convocar a la huelga a los mineros de la Anaconda Cooper Company, seis hombres enmascarados lo sacaron de la habitación que rentaba y lo colgaron en un puente. Little se unió a los IWW en 1906. Residía en Fresno, California, había participado en una intensa campaña por la libertad de expresión en 1910. Fue encarcelado varias veces por sus actividades. Participó en la dirección de huelgas en Globe, Miami y Bisbee, Arizona. Fue arrestado durante la huelga de Mesaba Iron Range, acusado del asesinato de un esquirol, pero luego liberado. En el momento de su linchamiento era uno de los miembros de Comité ejecutivo de los IWW y muy cercano a Bill Haywood.

Asustados de su propia obra los señores de la Tierra, piensan ahora en la paz.

Según la prensa burguesa, los gobiernos de los países beligerantes han nombrado comisiones de individuos para que estudien los términos en que podría pactarse la paz con las demás naciones.

Pero no hay que pensar que los gobiernos, al querer la paz, lo hagan movidos por sentimientos de horror provocados por la feroz carnicería, ni que la piedad haya tocado sus corazones. Si los gobiernos quieren la paz es porque ven en los oprimidos síntomas inequívocos de descontento, es porque temen la revolución.

La paz… ¿Qué significado tiene esta palabra para los pobres? ¿Es la libertad? ¿Es la justicia? ¿Es la dicha de vivir?

La paz, la paz burguesa, naturalmente, la paz basada en la sumisión del débil, es la que desean restablecer los gobiernos, puesto que esa paz garantiza al rico el tranquilo disfrute de sus rapiñas. Esa paz, es la paz del esclavo cargado de cadenas, la quietud de los muertos, la paz del cementerio.

Los gobiernos quieren que las cosas vuelvan a quedar en el mismo estado en que se encontraban antes de comenzada la guerra, esto es: la humanidad separada por fronteras; el hombre dominado por el hombre, y todos los males que resultan de una organización social basada en la injusticia.

La vuelta a la paz sólo beneficiará a los que han podido amasar fortunas con el dolor y el sacrificio de los humildes. Esos sí gozarán de la vida; esos sí serán felices; pero no el que pasa media vida sepultado en las entrañas de la tierra extrayendo los metales que han de esclavizarlo, ni él que en el taller o en la fábrica siente filtrarse por todos sus poros la anemia y la tuberculosis.

La paz es una palabra dulce para el que es libre; pero tiene sabores de sarcasmo para él que tiene que alquilar sus brazos para poder vivir.

La paz será una cosa deseable cuando exista la igualdad, porque mientras la desigualdad subsista, la paz será una bendición para el amo y sacrificio y fatiga para el esclavo.

Los pueblos, desangrados y cansados ya de la guerra quieren la paz, y como la paz que ellos establecerían sería nociva a los intereses de la clase capitalista, los gobiernos, ante el fantasma de la Revolución quieren hacer la paz burguesa, antes que los trabajadores cimenten la paz humana, la verdadera paz fundada en la justicia y la libertad; la paz que nacería del simple hecho de haber cesado de existir la fuente de todas las discordias: el principio de la propiedad privada.

La guerra está precipitando la Revolución, y es por esto por lo que el Papa, los reyes y los presidentes quieren terminar la guerra para hacer la paz.

El descontento va en aumento en todos los países del mundo. Una hojeada a la prensa diaria nos convence de que las legiones de la miseria se arremolinan en un ambiente saturado de protesta y de rebeldía. La mansa carne de cañón ya no quiere hincar los dientes en el cuello de los contrarios que no cometieron otro delito que haber nacido fuera de las fronteras patrias. Esto es lo que ocurre en Rusia cuyo pueblo ha comprendido que es estúpido empuñar el fusil para defender intereses que no son suyos, y rehúsa batirse en las trincheras, volviendo sus armas contra sus oficiales, lográndose con esto que ya nadie quiera ser oficial en Rusia.

El pueblo ruso quiere la paz; pero que sea ésta una paz estable, porque la paz que desean los gobiernos será rota tarde o temprano por las mismas ambiciones que la tienen bajo sus plantas desde 1914. El pueblo ruso quiere la paz para siempre, y esa paz sólo puede conseguirse con la abolición del principio de propiedad privada. Sin ese principio inicuo, los pueblos ya no se echarán los unos contra los otros, porque ya no habrá individuos interesados en hacer sus guerras para acrecentar sus fortunas, y todos los pueblos vivirían en paz, en 1a verdadera paz fundada en la igualdad y la justicia.

El Comité de Soldados y Trabajadores de Petrogrado hace suyo el sentimiento popular ruso en contra de la guerra, y el 14 de septiembre último, con una mayoría de 279 votos contra 150, se declara a favor de la abolición de la propiedad privada.

Una guerra civil formidable será el resultado de esta importante declaración, porque la burguesía no ha de querer ceder de buena gana la tierra, los útiles de trabajo y medios de transportación sin oponer antes una feroz resistencia; pero hay que confiar en que el espíritu de sacrificio de que los revolucionarios rusos han dado siempre tan bellos ejemplos a la humanidad, dará al pueblo la energía necesaria para hacer pedazos el yugo origen de todos los males que afligen al ser humano: el principio de la propiedad privada.

Desde luego, la declaración del Comité de Petrogrado ha sido secundada por el Comité de soldados y trabajadores de Moscú que el 20 de septiembre, con una mayoría de 355 votos contra 253, se declaró a favor de la abolición del principio de propiedad privada, y es casi seguro que los comités similares de toda Rusia se pronunciarán en el mismo sentido.

El proletariado español está resuelto a no ir a la guerra, como lo demuestra el sinnúmero de manifiestos circulados por las agrupaciones obreras, siendo el último que tenemos a la vista el del Grupo “Luz Libertaria”, de Jerez de la Frontera, del que entresacamos los siguientes conceptos: “Ya nadie ignora que el objetivo de esa grande hecatombe que asola al mundo, es la adquisición de los grandes mercados del universo; y ¿cómo vamos nosotros los obreros, los desheredados de la riqueza social, los desposeídos del patrimonio universal, a defender a uno de los bandos, cualquiera que éste sea, si tanto unos como otros han de ser siempre los mercaderes que eternamente pretenderán convertir nuestro sudor en la más preciada de sus mercancías? No; no es en las trincheras de ambos bandos donde se ocultan nuestros enemigos; nuestro enemigo común es la burguesía capitalista, puesto que con ella está la explotación, la tiranía y la ley de los privilegios; estas malditas plantas se encuentran en todas partes, en todos los países y nuestra obra de regeneración tiende a exterminarlas.

“Trabajadores: es a nosotros a quienes nos asiste toda la razón, y para su triunfo hemos de responder con nuestra fuerza consciente y con nuestra voluntad entusiasta siempre presta, porque la hora de la lucha inevitable se aproxima.

“Contestemos a la guerra con la revolución.”

La situación es bastante seria en España, como lo declara Alejandro Padilla Bell, ministro de España en México.1 El cable dice muy poco o nada de la situación en aquel reino; pero lo que sí es cierto es que Alfonso, el pobre sifilítico con corona, ve alzarse puños amenazadores por todas partes, y un justiciero que ahora se encuentra recluido en el famoso castillo de Montjuich, le disparó un balazo que logró penetrar el muslo de la pierna izquierda.2

El Káiser no está más seguro en Alemania que su colega Alfonso en España. La oposición del pueblo alemán contra la guerra se intensifica diariamente, y si no fuera por el temor que siente el proletariado alemán de que los Aliados se echasen sobre él al hacer la Revolución, la corona de Guillermo estuviera ya en el mismo lugar en que se encuentra la de Nicolás Romanoff.

En Portugal se declaró la ley marcial el 13 de septiembre con motivo de la huelga general. Todos los establecimientos mercantiles e industriales de Lisboa han sido clausurados, y soldados y paisanos han llegado a las manos.

El pueblo francés quiere la paz. Es incontable el número de personas prisioneras por su oposición a la guerra, y la persecución a los pacifistas no sirve más que para dar pábulo a la indignación popular contra la matanza. La efervescencia antiguerrerista ha llegado a tal grado, que en el seno mismo de la Cámara de Diputados, el diputado Pierre Brizon,3 hace temblar a sus colegas con este grito evocador de la barricada y la guillotina: “¡Abajo la guerra! ¡Viva la paz!”

La burguesía de la Argentina quiere entrar a la guerra; pero el presidente Irigoyen4 comprende que la entrada de la nación a la contienda europea, sería una invitación a la Revolución. Una gran inquietud reina en la República; la huelga ha paralizado la vida económica de la nación, y tan tirante es la situación, que el presidente ha proclamado la ley marcial y la más estricta censura impera sobre las noticias que salen del país. El estado de ánimo del pueblo argentino puede medirse por el contenido de la hoja siguiente, que con el título de “¡Madres, al incendio!”, fue circulado por el Comité de Mujeres de Buenos Aires. Dice la hoja: “El clamor de las madres que, con sus niños anémicos, flores secas de los hogares proletarios, salieron de los tenebrosos conventillos, donde el hambre, fantasma aterrador del presente, los devora diariamente, fue aplacado con el pan que acostumbran dar todos los tiranos: el plomo.

“Y es que el pueblo es demasiado sumiso y confiado; y es que el pueblo confía demasiado en las promesas de los crápulas, dejando que sus fuerzas sean absorbidas con proyectos alucinadores, pero que, cual pompas de jabón, al menor soplo de viento desaparecen.

“Madres, hijas, hombres: ¿qué hacéis ante la lapidación del pueblo que recorrió las calles pidiendo solamente una ínfima rebaja en los precios de las subsistencias? No pretenderéis, sin duda, que se repitan los hechos, no queréis tampoco que vuestros hijos se agoten cual flor sin riego en los infectos tugurios. Pues si esto no queréis, tomad el único camino de salvación que existe. ¿Cuál? preguntaréis: la huelga general revolucionaria, apoderándoos del trigo y de todos los elementos necesarios para la vida, que hoy se pudren en los inmensos almacenes construidos por la avaricia de los capitalistas.

“¡A la calle!

“Antes que te baleen, tú que no tienes para comprar pan y no podrás comprar plomo, recurre a un arma harto barata y de resultados positivos: ¡el incendio!

“Todos, pues, hombres y mujeres, a luchar por la conquista del bien y de la libertad: el parlamento de las barricadas.”

Un cablegrama fechado en Roma, Italia, el 20 de septiembre, da una idea de las ansias de paz que animan al pueblo italiano. Dice el cablegrama: “Roma, septiembre 20. — En su campaña contra la actividad socialista en Roma, que cada vez es más intensa, la policía ha recogido aquí panfletos en que se demanda la inmediata terminación de la guerra.

“Se han registrado varios casos últimamente de grupos socialistas que han recrudecido su actividad bogando abiertamente por la revolución en Italia.”

La Revolución Social se aproxima con la prolongación de la guerra, y la Revolución Social quiere decir el derrumbamiento de un sistema que permite que el que vive en la holganza se aproveche del trabajo y del sacrificio de la gente laboriosa. La Revolución Social acabará con toda clase de parásitos que, sin producir nada útil, derrochan el producto del esfuerzo del proletariado. Por eso la temen los gobernantes, por eso la odian los capitalistas, por eso la detestan los clérigos de todas las religiones, y por eso todos los parásitos, desde el Papa hasta el gendarme y el último cagatintas de las oficinas gubernamentales, se queman las cejas estudiando el medio de establecer otra vez la paz de que antes disfrutaban todos ellos, paz que les permitía meter el brazo hasta los codos en los bolsillos de los trabajadores; paz que sostuvieron a dosis de plomo; paz infame que pudo sostenerse por el miedo del calabozo, por el temor de la horca, por el horror del infierno; pero el horror de esta guerra ha superado a todos los otros horrores y la humanidad hasta aquí arrodillada se pone en pie y se dispone a hacer su paz, la paz humana distinta de la que hicieron los gobiernos.

El Papa ve la ruina de los privilegios si la Revolución estalla en todo el mundo, y por medio de su secretario, el cardenal Gasparri, lanza este grito de angustia ante la catástrofe que levanta la formidable cabeza en el horizonte cerrado por vapores de sangre: “Es evidente —dice Gasparri— de que en la conflagración actual ya no se trata de quién será el vencedor ni quién el vencido. Es ocioso hablar de un éxito militar absoluto, cuando ningún grupo de beligerantes parece apto de alcanzarlo sobre el otro. Lo urgente es, pues, encontrar una solución equitativa que satisfaga al pueblo de los bandos contendientes, con la mira de evitar catástrofes más graves de carácter social y económico”.

En los Estados Unidos, la situación empeora en todos sentidos, traduciéndose el descontento y el malestar de las masas populares en huelga, en motines, y, también, en resistencia armada al gobierno. No existe la libertad de pensamiento en ninguna de sus formas; el derecho de reunión ha quedado proscripto; mil mercenarios escuchan detrás de las puertas para sorprender la palabra irrespetuosa o la frase subversiva o el hilo de alguna conspiración; los presidios están repletos de hombres y de mujeres que, de alguna manera, han mostrado su inconformidad con el régimen imperante; el doctor Francia5 ha resucitado en los dominios del Tío Samuel; el gaucho Rosas6 llena el Capitolio; el espía reina, el soplón medra, el delator no se oculta para contar las treinta monedas del crimen, el carcelero es personaje, el verdugo es pontífice.

La lista de los periódicos suprimidos es interminable ya; los mítines son disueltos por rufianes de estrella al pecho; la plebe de levita, la canalla dorada amenaza, empluma y lyncha a los que no están conformes con la tiranía.

La mano de hierro de Porfirio Díaz no fue resquebrajada por el ciclón de 1910; el látigo de Nicolás Romanoff no quedó reducido a cenizas en Petrogrado: mano y látigo se encuentran aquí, en la libre América proyectando su sombra sobre los mortecinos destellos de una libertad que agoniza.

El hambre arrecia; la tiranía se extralimita; los sátrapas orientales son niños de teta al lado de los déspotas de Wall Street.

El gobernador Lowden,7 del Estado de Illinois, destacó soldados armados para suprimir un mitin de pacifistas en Chicago. Al recibirse la noticia de la acción del gobernador, se produjo gran excitación entre los concurrentes al mitin, y S. Gloverman, dirigiéndose a la asamblea, dijo: “¿Permitiremos, sin resistencia, que nuestras libertades nos sean arrebatadas? Resistamos hasta que la última gota de nuestra sangre haya salido de nuestras arterias.

“Sólo podemos triunfar por medio de una revolución, de una revolución armada. La revolución nos libertará. No hay otro remedio. De mí sé decir que resistiré con todas mis fuerzas.”

Estas palabras, según el Times del 3 de septiembre, provocaron gran entusiasmo en el auditorio, a tal grado que —palabras textuales—: “los hombres se pusieron de pie sobre las sillas, agitaron su sombrero y gritaron: ¡rebelión, rebelión! ¡Abajo el gobierno! ¡Abajo Lowden!”

Las palabras de Gloverman, dichas en tiempos normales, por ejemplo en 1914, cuando los ciudadanos de este país soñaban cada uno llegar a ser un Rockefeller o un Morgan, podrían ser tomadas como un caso de indignación individual, sin trascendencia, sin importancia; pero en los momentos actuales de intenso malestar económico y político, esas palabras son significativas, pues ellas revelan la manifestación de un estado de ánimo general.

Esta opinión es corroborada plenamente por las palabras que usó el Comité Militar del Senado, al dictaminar en contra de una proposición hecha por el senador Hardwick,8 quien pretende que la ley del servicio militar obligatorio debería ser modificada en el sentido que solamente fueran enviados a pelear en el extranjero los conscriptos que dieran su consentimiento de hacer tal servicio. El dictamen del Comité dice en su parte relativa: “La situación que crea este espíritu de oposición a la ley del servicio militar obligatorio, es seria, y si a ella se agrega el malestar reinante entre la población civil nacido de las condiciones comerciales e industriales… queda nuestro país colocado en una situación de extremo peligro…”

El espíritu de rebeldía se robustece debido a las circunstancias económicas, políticas y sociales que prevalecen en todo el país. Los obreros organizados de la American Federation of Labor se distinguían antes por su respeto al gobierno y a Gompers,9 el presidente de la organización. Pues bien, contra la voluntad de Gompers y retardando con su acción la construcción de barcos del gobierno, los trabajadores del hierro se han declarado en huelga en San Francisco10 y, según el Times —palabras textuales—, “cuando se menciona a los huelguistas los contratos del gobierno responden: ‘el Gobierno puede ir al infierno’”.

El Ministro de Gobernación, Franklin K. Lane,11 en un discurso pronunciado ante la convención de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, celebrada en Atlantic City, N. J., dijo estas palabras: “El peor peligro que tenemos enfrente es el descontento en el país”.

El senador La Follette, al criticar ante el Senado la política de no gravar con contribuciones extraordinarias a los que se están enriqueciendo con la guerra europea, dijo: “Esta política financiera producirá el desastre de nuestras fuerzas militares en el exterior y la indignación del pueblo en el interior”.

El signo más claro del descontento es la conspiración. Cuando el hombre se decide a rendir la vida en la barricada, es que lo rodea una condición insoportable. El pueblo americano es un pueblo naturalmente pacífico. Teniendo huevos y jamón para el desayuno; una tajada de pan con melaza para el medio día, un plato de carne con coles para la cena, y unos centavos que depositar en el banco, está contento. Respeta al gobierno, obedece la ley, asiste al culto religioso. Su ideal es hacer dinero, aunque para ello tenga que amarrarse la tripa. Para los gobernantes, los clérigos y los burgueses, este es un pueblo ideal, el manso rebaño respetuoso, obediente, sumiso, incapaz de erguirse, inepto para la revuelta y el motín. Y así habría continuado siendo este pueblo, si el azote de la guerra no lo hubiera sacudido.

Viene la guerra, y la miseria se hace sentir punzante; viene la guerra, y obliga a los varones a tomar el fusil para la defensa de intereses pecuniarios; viene la guerra, y se pone una mordaza en cada boca y se abren de par en par las puertas de los presidios para internar en ellos a los descontentos. ¿Qué tendrá que resultar de una situación semejante? ¡La conspiración! El acto primero de la tragedia que se llama Revolución.

Es frecuente ver en la prensa diaria noticias como esta que traducimos del Times, del 6 de septiembre. “Ringling, Okla., septiembre 5. — De veintisiete hombres acusados de conspiración contra el gobierno, dieciséis fueron arrestados en la parte sur del condado de Jefferson. La última noche e internados en la cárcel del condado en Waurika. Según la declaración de uno de los arrestados, los hombres se habían organizado con el propósito de resistir la conscripción, y habrían acordado iniciar una destrucción sistemática de la propiedad a contar desde la última noche”.

Todo esto indica que la Revolución se aproxima en todos los países del mundo, Revolución precipitada por la codicia burguesa y la tiranía gubernamental.

 

Ricardo Flores Magón


1 Alejandro Padilla Bell. Diplomático español. Encargado de la legación española en México a partir del 4 de julio de 1916. Tuvo muy buenas relaciones con Venustiano Carranza, pese a lo cual desaprobó la Constitución de 1917 y recomendó no reconocer su gobierno. Dejó el cargo en septiembre de 1917.

2 No existe otra referencia a dicho atentado.

3 Pierre Brizon. Francés. Diputado socialista de 1910 a 1919. Pacifista, se opuso a la Primera Guerra Mundial. Participó en el Congreso de la Internacional Socialista de 1916.

4 Hipólito Yrigoyen (1852–1933). Formó parte de la Unión Cívica Radical y el primer presidente electo mediante sufragio universal (masculino) en Argentina, ocupó la presidencia de 1916 a 1922 y de 1928 a 1930.

5 Refiérese a José Gaspar Rodríguez de Francia (1766 – 1840). Conocido como Doctor Francia, dirigió el movimiento de independencia de Paraguay. Gobernó este país durante 26 años (de 1814 a 1840) por medio de un régimen dictatorial.

6 Refiérese a Juan Manuel de Rosas (1793-1877). Militar y político argentino. Protagonista de la revolución de 1828, tras la cual asumió el mando de la Provincia de Buenos Aires. A partir de 1830 gobernó con facultades extraordinarias. Derrocado por un amplio y diverso movimiento opositor, en 1852 se exilió en Inglaterra protegido por sus autoridades. Murió en el exilio.

7 Frank Orren Lowden (1861-1943), miembro del Partido Republicano y gobernador de Illinois de 1917 a 1921.

8 Refiérese a Thomas W. Hardwick, político que ocupó varios cargos en Georgia, tales como fiscal de 1895 a 1897, integrante de la Cámara de Representantes de 1898 a 1902 y senador en 1914. Impulsor de una ley de inmigración en 1903.

9 Refiérese a Samuel Gompers (1850-1924). Fundador y dirigente histórico de la American Federation of Labor (AFL), de 1908 a 1920. Simpatizó y apoyó las campañas en favor de los liberales mexicanos perseguidos en Estados Unidos. A partir de marzo de 1911, brindó su apoyo a Francisco I. Madero y posteriormente a Venustiano Carranza. Pugnó por el acercamiento de la COM y la AFL que dio por resultado la Federación Panamericana del Trabajo, en noviembre de 1918. En enero de 1921 visitó la ciudad de México para asistir a una conferencia de dicha federación.

10 Refiérese a la huelga promovida por la San Francisco’s Union Iron Works, al oponerse a su filiación forzada a la American Federation of Labor.

11 Franklin Knight Lane (1864 – 1921). Demócrata. Contendió por el gobierno de California en 1902. De 1913 a 1920 estuvo a cargo de la Secretaria del Interior de Estados Unidos. Después fue comisionado de la Comisión Interestatal de Comercio; promovió la participación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.

Los activos compañeros de los Grupos de El Monte, Puente, Misión Vieja y San Gabriel, Cal., se reunieron la tarde del domingo 23 de septiembre en la casa del compañero Feliciano Macías,1 en El Monte, para celebrar el aniversario de la promulgación del Manifiesto de 23 de septiembre de 1911.2

La reunión estuvo animadísima. Se habló de la causa de los oprimidos, se cantaron himnos anarquistas y se bailó alegremente.

Se colectó dinero para Regeneración y para la apelación de la sentencia que tienen encima los compañeros Magón,3 y que, como se sabe, está para ventilarse en la Corte de Apelaciones de San Francisco.

El ejemplo de los compañeros de dichos Grupos debe ser imitado, porque solamente agitando es como puede progresar la propaganda, propaganda necesaria en estos momentos de intensa ansiedad.

No hay que olvidar que se necesitan cuatrocientos dólares para apelar la causa de los compañeros Magón a la Suprema Corte, y ese dinero puede ser colectado entre los compañeros y los trabajadores en general, de la manera que lo hicieron los compañeros que organizaron el festival aludido.

Si cada lector de Regeneración se preocupase por ayudar al periódico, e invitase a sus amigos y conocidos a hacer otro tanto, su publicación sería regular y la propaganda de nuestros principios avanzaría con más rapidez.

A moverse, compañeros. Que cada quien ponga de su parte actividad y buena voluntad.

Si se desea que cambie el sistema que ya no podemos soportar, es preciso ayudar.

 

Ricardo Flores Magón


1 Feliciano Macías. Beaumont, El Monte, California. Residente en Beaumont desde 1911, desde donde envió numerosas aportaciones económicas para Regeneración. En 1916 se adhirió al Plan de los Tres Puntos. En 1917 participó en la organización del Grupo Regeneración “Luz Libertaria” de El Monte, California, y firmó el comunicado en que se anunciaba su instalación durante un mitin celebrado el 28 de julio de ese año. Las reuniones del grupo se realizaron en la casa de Macías. En octubre de 1917, Macías fue encarcelado con el pretexto de que intentaba cambiar un giro postal que no le pertenecía. Regeneración llamó a defenderlo asegurando que su encarcelamiento se debía a sus actividades políticas. En marzo de 1918 en la casa de Macías se reunieron fondos para la defensa de Raúl Palma.

2 Refiérese al “Manifiesto. La Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano al pueblo de México”, suscrito en Los Ángeles, California, el 23 de septiembre de 1911; publicado en esa misma fecha en Regeneración, núm. 56. Se le considera un documento fundamental en la trayectoria ideológica del PLM, pues en él se asume una nueva plataforma política cifrada claramente en el pensamiento anarquista.

3 Vidsupra “Nuestro proceso,” Regeneración, núm. 256, 21 de abril de 1917 y “La apelación” Regeneración, núm. 257, 23 de julio de 1917.

Nuestros hermanos huelguistas de las minas de Arizona continúan firmes en sus demandas de mejoría económica; pero los burgueses continúan también firmes por su parte en negarles el más ínfimo aumento en el salario a los que se sacrifican por ellos.

La Autoridad, por supuesto, está de parte de los burgueses, que siempre ha sido la Autoridad la alcahueta del rico y el azote del pobre.

Los esquiroles, esos individuos sin dignidad que se prestan a ocupar el lugar que ha dejado el huelguista, son protegidos por la señora Autoridad; pero a pesar de esa protección, los trabajos en Miami, Globe, Metcalf, Morenci y Clifton no dan a los burgueses los rendimientos que ellos apetecen, pues los esquiroles no son en número suficiente para desempeñarlos.

En Miami y Globe, la señora Autoridad ha prohibido que los huelguistas tengan mítines públicos, y hay muchos compañeros arrestados por el delito de explicar a los esquiroles que es una villanía arrebatar el pan de la boca a la familia de un trabajador que lucha por el bienestar de todos.

La huelga, pues, sigue en pie, y no se sabe hasta cuándo podrá terminar. Los huelguistas están sufriendo toda clase de privaciones, como es de suponerse; pero reina entre ellos el entusiasmo y la buena voluntad.

La huelga ha durado tres meses, que son tres meses de penuria para las familias. ¡Qué enorme sacrificio! ¡Cuán caro cuesta pedir al poderoso unas migajas más de pan!

¿Cuándo comprenderán nuestros hermanos de clase que el único camino que conduce a la emancipación completa de la masa proletaria es el del desconocimiento del derecho de propiedad privada?

La expropiación para el beneficio de todos: he ahí el remedio para todos nuestros males.

Las huelgas por aumento de salarios y disminución de horas de trabajo deberían estar ya relegadas al olvido, porque aunque se ganen huelgas, los burgueses se dan maña para desquitarse por otra parte de lo que dejan de ganar por aumento a los salarios y la disminución de la producción que implica la rebaja de la duración del tiempo de la jornada.

Si aumentan los salarios, aumenta igualmente el alquiler de las casas, aumenta el precio de los artículos de primera necesidad, y el trabajador se ve siempre burlado por sus explotadores, y la miseria continúa siendo la torva compañera del productor de la riqueza social.

Dentro del sistema de la propiedad privada no puede haber mejoría para el trabajador.

Hay que estudiar nuevos métodos de lucha contra el capitalismo opresor.

El trabajador será libre y feliz, cuando tome en sus manos la tierra, los útiles de la producción y los medios de transportación, para trabajar por su cuenta sin capataces y sin amos. Esa es la única solución del problema que tiene enfrente el proletario.

 

Ricardo Flores Magón

Un grupo de jóvenes trabajadores, en Morenci, Arizona, estudió y llevó a la escena el drama revolucionario Tierra y Libertad.

El 11 de septiembre, con motivo de la celebración del segundo aniversario de la huelga de 1915,2 los obreros unionistas de Morenci organizaron una serie de festividades que se prolongaron todo el día y parte de la noche, entrando como número de las fiestas la representación del drama revolucionario, que fue puesto en escena dos veces, a las diez de la mañana y a las siete de la noche.

El éxito fue sorprendente, según nos escriben los compañeros de la localidad. Más de cinco mil personas asistieron a las dos representaciones, y fue enorme la cantidad de seres humanos que no pudo caber en el amplio local, por lo que a petición del pueblo, los compañeros Felipe López y Emeterio Maldonado,3 los directores de escena, trabajaron para dar por tercera vez el mismo drama el 16 del mismo mes pasado.

El entusiasmo del pueblo por el drama le cayó como amarga purga al cura católico de la localidad. Naturalmente, como que el drama en cuestión describe con colores reales la conducta criminal de los clérigos, solapadores de crímenes cuando no perpetradores ellos mismos de las más repugnantes hazañas.

Sabedor el cura de que se iba a poner nuevamente en escena la pieza dramática el 16 de septiembre, puso su queja a la Autoridad, seguro de que ésta intervendría en el asunto y prohibiría su representación. Cura y juez convocaron al pueblo a un mitin, en el que alegó el santo varón que la obra era inmoral, que el que la había escrito era un criminal y estaba excomulgado, como lo estaban todos los que querían que se pusiera en escena. El juez alegó también sus “razones”; pero el pueblo se sostuvo firme, y el juez como buen político, viendo que la cosa se ponía color de hormiga para los intereses del cura, propuso a la asamblea que se sometiera el asunto a votación, diciendo: “todos aquellos que sean católicos y quieran que se presente el drama otra vez, que se pongan en pie”. Todos se pusieron en pie, con gran desesperación del ensotanado, que en aquellos momentos deploraba estar rasurado y no poder desquitar su ira con sus sagradas barbas. Hecho un basilisco, como luego se dice, el cura maldijo a los presentes y los excomulgó, diciéndoles que no pusieran un pie más en su iglesia, por lo que se le dieron las debidas gracias, y como quien pisa espinas, de dos trancos alcanzó la puerta y se echó a la calle como alma que se lleva el diablo.

Total: que el drama fue puesto en escena por tercera vez con una concurrencia numerosísima, a pesar de una lluvia torrencial que duró toda la tarde y parte de la noche.

Como nota buena tenemos que consignar, que hasta la fecha, ninguno de los miles de excomulgados que ahora hay en Morenci, han sufrido la menor molestia, y están tan frescos y tan contentos, hombres y mujeres, como si no les hubiera caído la maldición del ministro del Señor.

A éste, al cura, sí que le cayó la maldición de rechazo, porque decidido a poner toda clase de trabas a la representación del drama, se marchó a Phoenix con la esperanza de que el Gobernador del Estado encendiera una buena hoguera, como en los buenos tiempos de la Santa Inquisición, y en ella achicharraran al drama y a su autor; pero por el camino le fue mal al curilla: los barrancos estaban llenos de agua que se precipitaba con más furia que la que él llevaba, y un peñasco estuvo a punto de hacerlo papilla al desprenderse de una altura. Podemos decir que ese cura está dejado de la mano de Dios.

Los mismos jóvenes aficionados, a petición del pueblo de Metcalf pusieron en escena el drama tres veces en dicha población el 23 de septiembre, en conmemoración de la promulgación del Manifiesto de 23 de septiembre de 1911, expedido por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. La primera función comenzó a las diez de la mañana; la segunda a las seis de la tarde, y la tercera a las once de la noche, asistiendo a ellas miles de hombres y mujeres.

El pueblo de Clifton, del mismo Estado de Arizona, pide que se represente allí el drama y los jóvenes aficionados, con una buena voluntad digna de aplauso, irán a trabajar allí. Hay que advertir que estos jóvenes entusiastas nada cobran. La entrada es gratis.

Los frailes de Metcalf aseguran que interpondrán toda su influencia para que ese drama y su autor sean suprimidos, y que irán hasta Washington, si no se les atiende en Phoenix. ¡Dios nos coja confesados!

Los compañeros de Miami, Arizona, ensayaron el drama por su cuenta, y lo representaron con muy buen éxito el 16 de septiembre.

En Tampico, Tamaulipas, ha sido representado tres veces en los teatros de aquella ciudad, con un éxito lisonjero.

Como se ve, piezas teatrales revolucionarias despiertan interés y ayudan a la propaganda de nuestros ideales. Los compañeros de todas partes deberían fijarse en que el teatro es un medio magnífico de propaganda. Lo que no se consigue con discursos, periódicos y libros, se logra con el teatro: el despertar de las multitudes.

El pueblo de Arizona, al acoger con tanto entusiasmo el drama Tierra y Libertad, da muestras de cultura y de ansias de progreso.

¡Adelante, trabajadores, adelante!

 

Ricardo Flores Magón


1 Obra de teatro escrita por Ricardo Flores Magón en septiembre de 1916. Su publicación se anunció así: “Este drama emocionante, de nutrida propaganda netamente anarquista y de acción expropiadora, altamente educativa para que las masas obreras aprendan a distinguir a sus enemigos y cómo emanciparse del yugo aniquilante de la explotación y la tiranía, y el cual debe ser puesto en escena donde quiera que haya hombres y mujeres conscientes que ansíen de todo corazón la emancipación de la clase proletaria y aproximar esa hora tan ansiada.” En ella su autor narra los resultados del pacto hecho entre el movimiento obrero (por medio de la COM) y el gobierno de Venustiano Carranza, incluyendo la posterior represión gubernamental.

2 Refiérese a la huelga realizada en Arizona en 1915; en ella se consiguió obtener aumento de salarios después de varias semanas de movilización. Pertenece al conjunto de huelgas mineras a las que se hace referencia en la nota número 92.

3 Emeterio Maldonado. Minero. Miembro del núcleo liberal de Morenci, Arizona. En octubre de 1917 dirigió, junto con Felipe López, la puesta en escena del drama Tierra y Libertad de Ricardo Flores Magón, en esta localidad. Más de cinco mil personas sumaron la audiencia de las dos funciones que se presentaron.

Este insignificante que estaría pudriéndose en los basureros si el turbión revolucionario no lo hubiera sacado del muladar, se encuentra en los Estados Unidos, a donde viene con el fin de arreglar la participación que México deba tomar en la carnicería europea.

Venustiano Carranza necesita muchos miles de dólares para él y sus favoritos, y esos millones solamente pueden ser conseguidos comprometiendo al pueblo mexicano en el conflicto mundial.

Todos los burgueses han recibido a Obregón aquí con los brazos abiertos, lo cual es bastante significativo.

Se prepara, pueblo mexicano, el crimen de ponerte en las trincheras europeas, para que tus amos, tus verdugos, llenen de oro sus cofres.

¡Alerta, pueblo, y cuando Carranza declare la guerra, levántate como un solo hombre y hazle sentir el peso de tu mano justiciera!

Tú no tienes nada tuyo que defender en las trincheras europeas, donde sólo se disputan intereses de los capitalistas.

En vez de la trinchera, la barricada. Al primer anuncio de declaración de guerra, enarbola la Bandera Roja de Tierra y Libertad, y acaba para siempre con las instituciones que te quieren arrastrar a la matanza europea.

Haz tuyo el Manifiesto de 23 de septiembre de 1911.

 

Ricardo Flores Magón